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Capítulo 6

Guía para
comprender
y facilitar la
Integración
sensorial
Dra. Iris T. Schapira

Capítulo 6. Guía para comprender y facilitar la Integración sensorial | 1


Los juegos y cuidados que realizan naturalmente los papás
mientras crían a sus hijos son vitales para fomentar su desarro-
llo óptimo.
Los sistemas sensoriales (gusto, olfato, vista y oído), junto al
sistema nervioso otorgan información respecto a:
el tacto, el movimiento, la fuerza de gravedad y la
posición corporal
(sistemas vestibular y propioceptivo).
Las células de la piel envían información acerca del tacto:
texturas, dolor, temperatura y presión.
Las estructuras en el oído interno detectan el movimiento
y los cambios en la posición de la cabeza. Nos indican dónde
está la vertical.
Los componentes de músculos, articulaciones y tendones
suministran conocimiento sobre la posición del cuerpo en el
espacio, y de las distintas partes entre sí.
¿Cómo se organizan nuestros sentidos? Los sentidos co-
mienzan a funcionar antes de nacer, y a medida que el indi-
viduo crece y se desarrolla, se conectan entre sí y con otros
sistemas del cerebro.

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Es importante que los papás sepan que el proceso de in-
tegración sensorial existe y es de gran importancia en el
desarrollo.
Además podrán comprender
cómo percibe el niño lo que
sucede en el medio am-
biente (viento, calor/frío, la
ropa y su textura, etc.) y si
su conducta está alterada o
logra regularse.
Son los papás quienes
más entienden y conocen a
sus hijos, saben mejor que
nadie si su niño tiene difi-
cultades para organizarse,
o si reacciona en forma po-
co habitual a diversas situa-
ciones. Estos cambios pueden
generarse por su modalidad de
apreciar el mundo, y no por problemas de comportamiento.
Las respuestas al ingreso de la información sensorial varían de un niño a otro, por lo que
es necesario analizar las necesidades individuales. Además, los papás deben ser capaces de
“leer” las reacciones de sus hijos frente a las diferentes situaciones (al tocar algo, al estar en
movimiento, ante luces, sonidos y olores, o en las alturas).
Algunas conductas o comportamientos que demuestran alteraciones en la integración sen-
sorial de los niños son:
saltar incesantemente,
correr,
abrazar demasiado fuerte,
acercarse exageradamente al parlante de la televisión o equipo de audio,
buscar o evitar las luces intensas,
no acercarse a otros niños,
elegir juegos más solitarios o individuales,
evitar comidas de texturas ásperas, etcétera.

El contacto físico es particularmente importante por la sensación que proporciona y tam-


bién por la oportunidad que ofrece para mejorar la relación entre padres e hijos.
Cada niño, a cada edad, tiene intereses, respuestas y necesidades únicas que varían:

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El tacto suave es agradable para un niño, pero para otro es irritante o lo puede
distraer.
Tal vez reacciona negativamente a ruidos altos o ciertos tipos de sonidos.
Le es difícil dejar en segundo plano algunos sonidos de fondo, y aguzar su oído a
sonidos específicos (por ejemplo: la voz de la profesora entre los distintos ruidos o
murmullos de la clase).
Exhibe respuestas negativas a las alturas o a ciertos tipos de movimiento.
Busca excesivas cantidades de movimiento.
En general, los abrazos lo calman, y los movimientos rápidos pueden llevarlo a
un estado de alerta, incrementar el lenguaje verbal, excitarlo, desorganizarlo o
darle miedo.
A veces es apropiado proporcionarle actividades con variedad de entradas senso-
riales (sonido, movimiento, luces, etc.).
En cambio, otro niño puede requerir que se reduzcan o bloqueen ciertos tipos de
estimulación sensorial.

Principios básicos de Integración Sensorial


Integración sensorial no es lo mismo que estimulación sensorial.
No son “recetas” ni actividades fijas o absolutas, se observarán siempre las respuestas del niño.
Muchos están incluidos en las pautas de Intervención Oportuna desde el nacimiento hasta
los 5 años.
Se inicia con actividades más agradables hasta lograr las de mayor dificultad.
Diseñados para incrementar gradualmente las demandas, con manifestaciones más madu-
ras, exitosas y organizadas frente a la información sensorial brindada.
Estimulan los distintos sentidos: tacto, gusto, audición, olfato, visión, vestibular y
propioceptivo.
Ayudan al niño a aprender sobre el mundo.

Algunas sugerencias
Acostado sobre su panza, el niño
recibe sensaciones diferentes: va-
riedad de posiciones corporales
para jugar, dormir y abrazar;
dominar la gravedad, el movi-
miento y el control corporal...

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Se puede facilitar la integración sensorial y el re-
conocimiento de la imagen corporal mirándose
en el espejo, además de proporcionarle al niño
toques, caricias y masajes.
Acaricien al niño con diferentes texturas:
toalla, tela lisa, etcétera.
En un recipiente grande, con diferen-
tes elementos (arroz, porotos, arena,
agua, espuma de afeitar, plastilina,
etc.) se pueden mezclar juguetes inte-
resantes: autos, muñequitos, pelotitas,
etc. para que los busque a través del
tacto. Siempre bajo el atento control de un adulto, por el peligro de atragantarse
si los lleva a la boca.
Con témperas de diferentes colores, anímenlo a que pinte con los dedos (dáctilo-
pintura) sobre un papel grande.
También pueden pintarle la cara (con rasgos de animales, indios, bigotes, barbas) e
imitar el sonido y los gestos de un animal. Luego, proponer al niño que pinte a los
papás o a sus compañeros de juegos.
Le gustará mucho recortar y dibujar figuras humanas, a la vez que van nombrando
cada parte del cuerpo.
Dibujarse y dibujar contorno de manos y dedos.
Jugar al tren de sensaciones: se vendan los ojos del niño y se somete a un baño de
sensaciones (olores, ruidos y sabores); el pequeño deberá identificar de qué se trata
cada uno y expresar qué siente con cada estímulo.
Propongan al niño diferentes texturas en el suelo: arena, pasto, cemento, baldosas,
alfombra, etc. y que camine o se desplace con los pies descalzos, o gateando, en
“cuatro patas”.
Moldeen distintos materiales (masa, crema de afeitar, puré, algodón, plastilina,
etcétera).
Prueben juegos con movimiento como la hamaca o calesita, o sobre una tabla de
skate en diferentes posiciones. Pero no olviden que su hijo nunca debe estar solo
en estas situaciones potencialmente peligrosas!
Aliéntenlo a que haga rebotar una pelota contra la pared y luego la busque.
Realicen túneles de diferentes tamaños, instándole a que logre pasar por ellos.
Tal vez, le gustará que lo envuelvan completamente con una tira larga de papel o
tela para desenrollarlo de a poco.

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Si es muy irritable al bañarlo:
Prepararlo antes del baño haciéndole masajes sua-
ves y circulares en tronco y extremidades.
Quitarle la ropa lentamente y se-
guir masajeándolo.
Utilizar la técnica de envolver
al niño en un toallón y luego ir
sumergiéndolo en la bañera,
dejando al descubierto cuello y
cabeza sin necesidad aún de mojarle
la cara y la cabeza.
O dejarlo vestido con una prenda que le irán sacando lentamente.
Con la mano mojada, los papás pueden ir humedeciendo suavemente los pies,
piernas, manos, brazos, tronco. Pasar entonces el jabón solo.
Paulatinamente, repetir lo mismo y darle más información táctil y propioceptiva, y
sumergirle exclusivamente las extremidades.
Algunos bebés prefieren bañarse boca abajo, les produce menos vértigo, y pueden
anticipar con la vista que están ingresando al agua.
Cuando el niño ya pueda soportarlo, sumergirlo en la bañera.
A los niños más grandes, proporciónenle baños de ducha, progresivamente más
intensos si les molesta la presión del agua.
Si, en cambio, pareciera que su niño no siente la presión del agua, la graduación
deberá ser al revés.
Luego del baño, y en momento de tranquilidad, háganle mimos, caricias y masajes.

Actividades específicas de Integración Sensorial


Se proponen tareas y juegos dirigidos a niños que rechazan situaciones por temor o
dificultades:
Sistema Táctil
Si al niño no le gustan las texturas ásperas:
Tocarlo niño con tramas suaves (brocha de afeitar, toallitas de papel tisú, al-
godón y esponja) en piernas y brazos que son partes de menor sensibilidad.
Luego, con el mismo tipo de objetos, tocarlo en las partes más sensibles:
manos, pies, abdomen, cuello y finalmente la cara, desde la frente, el men-
tón y mejillas hasta llegar a nariz y labios.

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Progresivamente, cambiar a texturas más ásperas: cepillo de cerdas finas a
otro de cerdas más gruesas, toalla, ropa de lana gruesa, etcétera.
Se comenzarán por las zonas del cuerpo en que el niño muestre mejor tole-
rancia al estímulo e incorporar paulatinamente aquellas en que manifiesta
mayor rechazo.
Estas actividades se pueden realizar durante el baño, mojando al niño con
un duchador, un jarro o la mano de sus papás. Se lo puede acariciar con las
manos, una esponja, una toalla suave y delgada, o una toalla más gruesa,
etcétera.
Si rechaza temperaturas frías:
Mojarlo con un algodón o una esponja empapada en agua templada, tocan-
do su cuerpo desde las zonas de menor a mayor sensibilidad.
Al lavar las manos del niño con agua templada, disminuyan progresivamen-
te la temperatura (dentro de límites razonables), y así proceder con otras zo-
nas del cuerpo.
Si rehúsa la presión:
Tocarlo con objetos de textura suave, acariciarlo y besarlo suavemente, pri-
mero en las zonas en que tolere mejor y, una vez que logre una buena res-
puesta en éstas, integrar las otras.
Aumentar progresivamente la presión de las caricias.
Jugar con el niño a esconderse primero bajo las sábanas y/o cortinas livianas
y, luego, detrás de géneros de mayor grosor (cortinas gruesas, cubrecamas,
frazadas).
Tirar y jugar con almohadones livianos, sin dirigirlos a las partes del cuerpo
más sensibles a la estimulación, que se incorporarán paulatinamente.
Pueden hacerle cosquillas, primero muy suaves, y luego un poco más intensas.
Jugar a “luchar” con el niño, inicialmente sobre una superficie blanda y lue-
go bajo almohadones y
colchonetas.
Pueden hacer jue-
gos que exijan
contacto físico de
cierta intensidad:
rondas que se es-
trechen cada vez
más hasta terminar
en un fuerte abrazo
grupal.

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Sistemas Vestibular y Propioceptivo
Estas actividades deberán estar siempre supervisadas por un adulto
atento al niño.
Actividades propioceptivas:
Con una mano tomar al niño por la parte más
sobresaliente de la cabeza (el occipucio) y
con la otra de la cola, de modo que el niño se
pliegue sobre sí mismo en posición fetal.
Colocarlo acostado boca abajo, tomar
sus piernas y estirarlas.
En posición acostada,
pedir al niño que dé
vueltas sobre sí mis-
mo. Si no puede rea-
lizar la actividad, se le
ayuda hasta que logre
hacerlo solo.
Poner juguetes lejos de su alcance y que los busque arrastrándose, primero
boca abajo, luego boca arriba y finalmente apoyado sobre sus costados.
Ofrecerle lápices de colores u otros para ver cómo organiza el sistema táctil
y propioceptivo, cuánta fuerza hace para tomarlos o bien qué labilidad tiene
para tomar los lápices.
Darle masas de diferentes texturas, densidades y peso.
Esconder juguetes pequeños dentro de la masa para que los busque.

Si rechaza movimientos giratorios o de balanceo:


Tomarlo en brazos y mecerlo suavemente, mirando a sus papás. Y paulatina-
mente, alejándolo del cuerpo del adulto.
Después, realizar la misma actividad, pero con el niño boca abajo.
También pueden sostenerlo del tronco, a nivel de las axilas, y girar con él.
Entre los papás o entre otras dos personas, sujetar una sábana a modo de
hamaca paraguaya, y mecerlo en ella. Primero suavemente y luego un poco
más fuerte. ¡Siempre sobre una mesa o la cama!
Ayudarlo a que dé vueltas sobre sí mismo, estando de pie.
Armar con una manta una especie de bolsa con pelotas de pelotero adentro,
encerrarlo al niño y hacerlo girar siguiendo las agujas del reloj, y viceversa.

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Actividades en altura:
Suban al niño sobre una silla por algunos instantes. Si muestra temor, acér-
quenlo al cuerpo del adulto, y luego alejarlo paulatinamente.
Pueden hacerlo subir un escalón solo a buscar un objeto, luego a otros esca-
lones, y más tarde a una superficie ancha, como una mesa.
Pídanle que camine sobre la mesa, se agache, se pare en un pie, salte, tire y
tome una pelota, etcétera. Si es necesario, se le brinda apoyo físico, el que se
irá quitando progresivamente.

Sistema Auditivo
Si rechaza estímulos de altas intensidades:
Presentarle al niño estímulos sonoros al
grado que tolere.
Aumentar gradualmente la intensidad
del estímulo sonoro dentro de otra ac-
tividad: jugando a la ronda mientras se
entonan o escuchan grabaciones de
canciones infantiles.
Acariciarlo con juguetes que emitan vibra-
ciones en sus piernas, brazos y tronco.

Sistema Olfativo
El niño puede rechazar determinados olores, lo que se expresa en rehusarse a determina-
dos alimentos, personas, lugares, etcétera:
Ofrecerle aromas que acepte sin dificultad: un algodón con determinadas esencias,
bolsas con alimentos, flores, diversos objetos con olor, etcétera.
Brindarle otros aromas similares a los de su agrado (dulces, ácidos, suaves, fuertes,
etc.) por un breve período de tiempo, acercándolos paulatinamente.
Pueden ofrecerle a oler aromas con algunas características de los que le agradan y
con otras que rechaza.
También objetos con olores similares a los que se resiste a la mayor distancia
posible para que los perciba hasta llegar a la mayor proximidad, sin irritar su mu-
cosa nasal.
Armar un “banco de olores” con aceites, acetona, eucaliptos, lavanda, cítricos y
otros bien dulces.

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Sistema Gustativo
Si rechaza determinados alimentos:
Ofrecerle los alimentos permitiéndole que los toque
con sus manos, los huela y mire.
Darle comidas que acepte sin dificultad.
Proporcionarle otras similares a las de su agrado
(dulces, ácidos, salados, amargos, ásperos, suaves,
etc.), en pequeñas cantidades y por un corto pe-
ríodo de tiempo.
Presentarle viandas semejantes a las que no le
gustan (según las características menciona-
das) en pequeñas cantidades hasta que las
acepte en porciones mayores.

Importante
Si los papás, los docentes o el pediatra detectan que estas dificultades persisten, o
es necesario entrenar las destrezas específicas del niño para mejorar su autoestima o
su habilidad para interactuar con sus compañeros, recurran a profesionales expertos
que proporcionen el tratamiento requerido.
Cuando la terapia de Integración sensorial es exitosa, el niño es capaz de procesar
información sensorial compleja de manera más efectiva, pues su sistema nervioso co-
mienza a funcionar más eficientemente.

¿Cómo se evidencia la mejoría del niño?


Perfeccionamiento de la coordinación.
Más destreza en tareas motoras gruesas y finas más complejas.
Respuestas más adecuadas por mejor ajuste emocional.
Avances en la interacción social.
Mejoría en su autoestima.
Mejoras en el lenguaje.
Aumento de la atención, concentración y memoria.
Progresos en las tareas escolares.
Mayor regulación de sus sistemas de integración sensorial.
Mejor organización de su planificación motora gruesa y fina.

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