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    Rosita

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    El Principito descubre una flor única en su planeta que había brotado de una semilla desconocida. La flor es muy hermosa pero también vanidosa, quejándose de los tigres y del viento. A pesar de los cuidados del Principito, la flor lo atormenta con su vanidad y palabras sin importancia, haciendo infeliz al Principito. Más tarde, el Principito se da cuenta que debería haber juzgado a la flor por sus actos de perfumar y alegrar su planeta, en lugar de sus palabras

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    El Principito descubre una flor única en su planeta que había brotado de una semilla desconocida. La flor es muy hermosa pero también vanidosa, quejándose de los tigres y del viento. A pesar de los cuidados del Principito, la flor lo atormenta con su vanidad y palabras sin importancia, haciendo infeliz al Principito. Más tarde, el Principito se da cuenta que debería haber juzgado a la flor por sus actos de perfumar y alegrar su planeta, en lugar de sus palabras

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    El Principito descubre una flor única en su planeta que había brotado de una semilla desconocida. La flor es muy hermosa pero también vanidosa, quejándose de los tigres y del viento. A pesar de los cuidados del Principito, la flor lo atormenta con su vanidad y palabras sin importancia, haciendo infeliz al Principito. Más tarde, el Principito se da cuenta que debería haber juzgado a la flor por sus actos de perfumar y alegrar su planeta, en lugar de sus palabras

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    El Principito descubre una flor única en su planeta que había brotado de una semilla desconocida. La flor es muy hermosa pero también vanidosa, quejándose de los tigres y del viento. A pesar de los cuidados del Principito, la flor lo atormenta con su vanidad y palabras sin importancia, haciendo infeliz al Principito. Más tarde, el Principito se da cuenta que debería haber juzgado a la flor por sus actos de perfumar y alegrar su planeta, en lugar de sus palabras

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    Aquella mañana, eslprincipito descubrió en medio de su pequelo planeta un

    pequeño milagro, . Siempre había habido flores en su planeta, muy simples,


    adornadas con una sola fila de pétalos, que ocupaban poco lugar y que no
    molestaban a nadie. Aparecían una mañana entre la hierba y luego se
    extinguían a la noche. Pero ésta había brotado un día de una semilla traída de
    no se sabe dónde, y el principito había vigilado muy de cerca esa ramita que
    no se parecía a las otras ramitas. . Todos los días, El principito esperaba
    impaciente a que brotara, pero ella Elegía con cuidado sus colores. Se vestía
    lentamente, ajustaba sus pétalos uno por uno. No quería salir toda arrugada
    como las amapolas. (Era muy coqueta !) Su preparación misterioso había
    entonces durado días y días. Hastq que una mañana, justo a la hora de la
    salida del sol, se mostró ,al fin.

    - Ah! acabo de despertarme..., dijo bostezando, Le pido perdón... Estoy


    todavía toda despeinada...

    El principito, entonces, no pudo contener su admiración:

    - Qué bella es usted !

    - Verdad que sí -respondió dulcemente la flor-. Y nací al mismo tiempo que el


    sol...

    El principito comprendió que no era muy modesta, pero era tan conmovedora
    y hermosa que decidió cuidarla.

    Y el principito, todo turbado, buscando una regadera con agua fresca había
    atendido a la flor.

    Así, ella lo había atormentado en seguida con su vanidad un poco


    tempestuosa. Un día, por ejemplo, hablando de sus cuatro espinas, le dijo al
    principito:

    - Ya pueden venir, los tigres, con sus garras !

    - Yo no soy una hierba-, había respondido suavemente la flor.

    - Discúlpeme...

    - No temo en absoluto a los tigres, pero tengo horror a las corrientes de aire.
    No tendría usted una pantalla ?

    El principito, que nunca había conocido una flor tan delicada,

    . Humillada por haberse dejado sorprender preparando una mentira tan


    ingenua, había tosido dos o tres veces para hacer sentir en falta al principito:
    Le trajo una preciosa campana de cristal, quizás de donde vino su semilla,
    pensó el principito el aire destroza los petalos de las flores….

    La flor, reclamó toda su atención y cuidados, fingió una tosecilla nerviosa, y

    Así el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, pronto dudó de ella.


    Había tomado en serio palabras sin importancia, y se volvió muy desdichado.

    "Debería no haberla escuchado -me confió un día-, no hay que escuchar nunca
    a las flores. Hay que mirarlas y olerlas. La mía perfumaba mi planeta, pero yo
    no sabía alegrarme con ella. Esa historia de garras, que me había irritado
    tanto, debería haberme enternecido..."

    "No supe entonces entender nada ! Debería haberla juzgado por los actos y no
    por las palabras. Me perfumaba y me iluminaba. Nunca debería haberme
    escapado ! Debería haber adivinado su ternura detrás de sus pobres artimañas.
    Las flores son tan contradictorias ! Pero yo era demasiado joven para saber
    amarla."

    Chapitre VII Capítulo VII


    Chapitre VIII Índice
    Chapitre IX Capítulo IX

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