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Imperio Romano

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Imperio romano

Te explicamos qué fue el imperio romano, sus características y las dinastías que reinaron. Además,
la caída del imperio y sus rasgos culturales.

¿Qué fue el Imperio romano?


El Imperio romano fue la última de las tres etapas de la historia de la civilización romana. Los
romanos fueron una civilización de la Edad Antigua que se estableció en la península itálica y
conquistó gran parte de Europa, el norte de África y el Cercano Oriente. Aunque su historia
comenzó siete siglos antes, la etapa imperial abarcó desde el 27 a. C. hasta el 476 d. C., en
Occidente y el 1453 d. C. en Oriente.

Este período fue considerado como “los siglos de oro” por los historiadores clásicos, debido
a que Roma se consagró como potencia dominante sobre el Mar Mediterráneo, norte de África,
oeste de Asia y suroeste de Europa.

El Imperio romano se caracterizó por un gobierno autócrata en el que los poderes administrativo,
político, militar y religioso estaban en manos de un emperador. A lo largo de la historia imperial,
diferentes dinastías heredaron la sucesión de gobierno e impusieron su estilo en la sociedad
romana.

Características del Imperio romano


Las principales características del Imperio romano fueron:

● Existió entre 27 a. C. y 476 d. C. en Occidente, y en Oriente perduró hasta 1453 d. C.


● Se organizó en torno a la figura del emperador.
● Tuvo cuatro dinastías imperiales durante el periodo del Alto imperio, y otras tres durante el
periodo del Bajo imperio.
● Su sociedad estaba diferenciada por el acceso a las riquezas para alcanzar las posiciones
de poder.
● Tuvo una economía dinámica, organizada en torno a la administración de tributos y el
fomento del comercio.
● Desarrolló una cultura artística, literaria y arquitectónica que siguió siendo referencia para el
resto de las sociedades occidentales.

Ubicación geográfica del Imperio romano


La civilización romana ocupaba la península itálica europea. Con las conquistas, el Imperio
romano llegó a controlar casi todo el continente europeo, la costa mediterránea de África y las
zonas habitadas del Cercano Oriente.
La frontera norte estaba marcada por los ríos Rin y Danubio europeos, la frontera occidental
por el océano Atlántico, la frontera oriental por los mares Rojo y Negro asiáticos y la frontera sur por
el desierto de Sahara africano.

Origen e historia del Imperio romano


La historia de la civilización romana se divide en tres grandes períodos que se corresponden con
su forma de gobierno: Período monárquico (753-509 a. C.), Período republicano (509-27 a. C.) y
Período imperial (27 a. C.-457 d. C./1453 d. C.).

Antecedentes
Durante el período republicano, los romanos llevaron a cabo una serie de campañas de
conquista y se impusieron como una potencia en la región mediterránea. Este período estuvo
marcado por un gobierno senatorial. En el siglo I a. C., los conflictos internos y las disputas de
poder llevaron a una crisis política, en la que los generales del ejército romano fueron obteniendo
mayor poder, en detrimento de la aristocracia senatorial.

Julio Cesar fue el primer general que logró imponerse a los senadores y exigir poderes
extraordinarios: fue nombrado dictador perpetuo, incorporó a muchos de sus partidarios en el
Senado y suprimió algunas magistraturas (cargos de funcionarios). Se ocupó de ser reconocido a lo
largo de todos los territorios de los romanos y buscó tener el apoyo de la población. Para ello
organizó juegos y celebraciones en su honor, construyó estatuas y acuñó monedas con su efigie.
En el 44 a. C., una conspiración de senadores lo asesinó.

Tras su muerte, se formó un triunvirato que gobernaba con el Senado, integrado por Lépido,
Marco Antonio y Octavio. En 27 a. C., Octavio logró imponerse sobre los otros miembros, sometió al
Senado y se hizo proclamar princeps (“primer ciudadano del Estado” en latín).

Etapas del Imperio romano


Alto imperio. La primera etapa imperial se caracterizó por la solidez de las instituciones, la
estabilidad política y por un equilibrio de poder entre el emperador y los diferentes focos de poder
en el gran territorio romano. Los diversos emperadores lograron pacificar, controlar y administrar las
distantes provincias imperiales, llegar a acuerdos diplomáticos con los Estados vecinos y asegurar
las fronteras. También, durante esta etapa, los emperadores lograron reducir los conflictos internos
y mantener el apoyo de los sectores populares.
Bajo imperio. A partir del siglo III d. C., Roma comenzó a atravesar varios conflictos: rebeliones en
diferentes regiones del imperio, invasiones de otros pueblos en las fronteras y enfrentamientos
entre los diferentes jefes militares por las posiciones de poder. Esta guerra constante arruinaba las
cosechas y consumía la economía. A finales del siglo III d. C., el emperador Diocleciano impulsó
una división imperial en dos regiones: una oriental y otra occidental. A su vez, para acabar con los
problemas de sucesión, cada región estaría gobernada por un augusto y por un césar. Si bien hubo
varios momentos de reunificación, la división imperial se terminó imponiendo. Hacia fines del siglo
IV d. C., el Imperio romano de Occidente comenzó un proceso de declive definitivo. En cambio, el
Imperio romano de Oriente, con capital en Constantinopla, se estabilizó y enriqueció.
Caída del Imperio romano
El último emperador de Roma fue Rómulo Augusto, que gobernó desde el 475 hasta el 476 con
tan solo 15 años de edad. Paradójicamente, llevaba el mismo nombre que el fundador de Roma,
Rómulo, y que el primer emperador, Augusto. Fue capturado y ejecutado por Odoacro, jefe de la
tribu germánica de origen hérulo, que asumió el poder por la fuerza y puso fin al período del Imperio
romano de Occidente.

El Imperio romano de Oriente continuó siendo una potencia hasta que, en 1453, su capital
Constantinopla fue conquistada por el Imperio Otomano.

Dinastías del Imperio romano


En el Imperio romano gobernaron cuatro grandes dinastías que conformaron el período denominado
el Alto Imperio. Estas fueron:

Dinastía Julio-Claudio (27 a. C.-68 d. C.)


● Octavio Augusto. El primer emperador de Roma fue Octavio Augusto y tuvo el reinado más
prolongado, del 27 a. C. al 14 d. C., en el que logró expandir el Imperio. Su asunción
representó el fin de la República y el inicio de una era de paz, aunque las guerras fronterizas
eran constantes.
● Tiberio. Gobernó desde el 14 hasta el 37 d. C. Se caracterizó por reformar la ley militar y
crear nuevos cuerpos de infantería pesada. Sin embargo, su reinado declinó por el caos y
las guerras.
● Calígula. Fue el tercer emperador y gobernó entre los años 37 y 41 d. C. Los relatos
romanos sobre Calígula se centraron más en su personalidad enfermiza, de una crueldad
sin precedentes, que en su desempeño como emperador. Murió apuñalado durante una
obra teatral.
● Claudio. Gobernó desde el 41 hasta el 54 d. C. Resultó ser un gran gobernante y estratega
militar, querido por el pueblo romano tras desarrollar una buena administración del gobierno.
Hay sospechas en torno a su muerte: no se sabe si se debió a una enfermedad o fue
envenenado.
● Nerón. Era el hijo adoptivo de Claudio. Con tan solo 17 años asumió el reinado y gobernó
desde el 54 hasta el 68 d. C.

Dinastía Flavia (69-96 d. C.)


● Vespasiano. Tras la muerte de Nerón, y luego de varias guerras civiles, el comandante
Vespasiano tomó el poder desde el 69 hasta el 79 d. C. Fue el precursor que dio origen a
una casta de emperadores Flavios que resultó la más breve de todas las dinastías.
● Tito. Gobernó desde el 79 hasta el 81 d. C. y se destacó por el desarrollo de infraestructura
de edificios públicos, como el anfiteatro Flavio conocido como Coliseo. Falleció luego de dos
años de reinado.
● Domiciano. Hermano de Tito, gobernó desde el 81 hasta el 96 y fue uno de los
emperadores más odiados por el pueblo romano, considerado un tirano cruel y paranoico.

Dinastía Nerva-Antonino (96-192 d. C.)


Fue el período que representó el apogeo de Roma, con la mayor extensión de territorio y conocido
como “la edad de oro de Roma”. Sus gobernantes se destacaron por el uso moderado del poder.

● Nerva. Fue el precursor de esta dinastía. Gobernó desde el 96 al 98 d. C. y fue considerado


sabio y moderado en su accionar.
● Trajano. Gobernó desde el 98 hasta el 117 y se caracterizó por impulsar el desarrollo en la
ciudad y por construir numerosos edificios y monumentos, como el foro de Trajano y el
mercado de Trajano.
● Adriano. Reinó desde el 117 hasta el 138 d. C. y se destacó por impulsar numerosas
reformas en el sistema fiscal, en las leyes de esclavos y en la duración de las condenas. A
diferencia de todos los demás emperadores, llevó a cabo escasas operaciones militares.
● Antonino Pio. Reinó desde el 138 hasta el 161 d. C. y resultó un gobierno pacífico, excepto
por un disturbio militar contra los brigantes británicos, hecho que lo impulsó a construir el
Muro de Antonio.
● Lucius Verus. Reinó desde el 161 hasta el 169 d. C. junto con Marco Aurelio, lo que
significó el primero de los gobiernos con múltiples emperadores en simultáneo. Las causas
de su muerte son confusas; algunos historiadores consideran que fue envenenado y otros
aseguran que murió a causa de una epidemia que asolaba a la sociedad romana en la
época.
● Marco Aurelio. Gobernó desde el 161 hasta el 169 d. C. junto con Lucius Verus, en un
período que se caracterizó por las constantes guerras. Luego gobernó solo, desde el 169
hasta el 177 d. C. Fue un destacado comandante y vivió una vida modesta. Implementó
reformas en la administración y el derecho civil. Fue el último de los “cinco buenos
emperadores de Roma”. Desde el 177 hasta el 180 d. C. gobernó junto con Cómodo.
● Cómodo. Desde el 180 hasta el 192 d. C. reinó solo. Fue muy criticado debido a la crueldad
de sus acciones y considerado un tirano por sus contemporáneos y sucesores. Fue
asesinado como parte de una conspiración. A su muerte, se desató una crisis política
conocida como “el año de los cinco emperadores”.

Dinastía Severana (193-235 d. C.)


● Septimio Severo. Tras el asesinato de Cómodo, que no tenía herederos, Septimio Severo
asumió por la fuerza en medio de numerosas guerras civiles. Gobernó desde el 193 hasta el
198 d. C., en un intento por continuar con la antigua dinastía. Luego, reinó junto con
Caracalla desde el 198 hasta el 209 d. C. y, además, con Geta desde el 209 hasta el 211 d.
C.
● Caracalla. Gobernó junto con Severana desde el 211 hasta el 217 d. C. y se destacó por
otorgar la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio. Sin embargo, resultó un
emperador déspota y cruel.
● Macrino. Gobernó entre 217 y 218 d. C. En su pasado sirvió al emperador Caracalla en
cuestiones civiles. Conspiró contra su muerte y asumió el poder imperial. Al año siguiente,
murió a manos de tropas rebeldes que apoyaban el ascenso de otro jefe militar como
emperador.
● Heliogábalo. Imperó entre 218 y 222 d. C. Su gobierno se caracterizó por los intentos de
establecer cambios abruptos en la tradición religiosa y ceremonial romana. Tuvo una
reputación negativa por sus conductas sociales y fue criticado por querer implementar el
culto al Sol Invicto (una divinidad solar). Murió asesinado por una conspiración, que puso a
su primo en el poder.
● Alejandro Severo. Fue el último emperador de la dinastía de los Severos. Gobernó desde
222 d. C. hasta su asesinato en 235 d. C. A su muerte, comenzó el período conocido como
“crisis del siglo III” de la historia romana.

Además, gobernaron otras tres dinastías más pequeñas que conformaron el período denominado el
Bajo Imperio. Estas fueron:

● Dinastía constantiniana (337-388 d. C.). Sus emperadores fueron: Constancio I, Galerio y


Severo II, Constantino I el Grande, Licino, Máximo Daya, Valerio Valente, Martiniano,
Constantino II, Constancio II, Constante, Magnencio, Vetranio, Nepociano, Juliano el
Apóstata y Joviano.
● Dinastía valentiniana (379-395). Sus emperadores fueron: Valentiniano I, Flavio Graciano,
Valentiniano II y Magno Máximo.
● Dinastía teodosiana (395-476). Sus emperadores fueron: Teodosio I, Arcadio, Honorio,
Constancio III, Joannes, Valentiniano III, Petronio Máximo, Avito, Mayoriano, Libio Severo,
Antemio, Olibrio, Glicerio, Julio Nepote y Rómulo Augusto.

Economía del Imperio romano


La economía del Imperio romano se basaba en la agricultura, con el trabajo de los campesinos
y de los esclavos, y el comercio que se intensificó a medida que el imperio expandía sus
territorios.

La economía del Imperio romano se basó en la gestión de los variados recursos que se podían
obtener en su amplio territorio. A través del sistema de tributación y del comercio, los romanos
aprovecharon las diferentes regiones ecológicas para obtener una gran variedad de
recursos: trigo, vino, aceite, hierro, oro, plata, estaño, cobre, caballos y otros animales de tiro,
esclavos, cerámica, mármol, madera, piedras preciosas y objetos artesanales de lujo, como
perfumes, telas y pieles.

El mar Mediterráneo era el eje del comercio y el traslado de bienes. Sus puertos más
importantes fueron Ostia (en las cercanías de Roma, península itálica), Marsella (Galia), Gades
(Hispania), Cartago (Numidia), Lepis (Cirenaica), Alejandría (Egipto), Antioquía (Siria) y Bizancio
(Asia Menor/Grecia). Desde aquellos puertos partían rutas terrestres hacia el interior de las
provincias. Además, desde Antioquía se entraba a la ruta de la seda que llegaba hasta China y,
desde Alejandría, a la ruta de las especias que alcanzaba la India.

Durante el periodo imperial, se utilizaron diversas monedas de oro, plata, bronce y cobre.
Algunas regiones tenían sus propias monedas para los intercambios locales.

Además, los romanos construyeron una extensa red de carreteras que, en forma radial,
convergían en la ciudad de Roma. Su construcción era planificada y estudiada, de manera que los
caminos perduraran y no atravesaran zonas inundables o pantanosas. Estas carreteras servían
tanto para el transporte de bienes y el comercio, como para el traslado de tropas imperiales.

Sociedad en el Imperio romano


La sociedad romana estaba marcada por la diferenciación de clases en torno a la riqueza y el
origen familiar. Originalmente, el pueblo romano estaba dividido entre patricios (familias nobles) y
plebeyos (población común). En la era preimperial, tras las luchas de los plebeyos por la eliminación
de los privilegios, esta distinción fue perdiendo relevancia. En su lugar, la riqueza personal se
convirtió en un factor cada vez más importante para alcanzar una posición social privilegiada.

La mayor diferenciación social tenía que ver con los ámbitos de la civitas (palabra latina para
“ciudadanía”): el ámbito urbano y el ámbito rural. La vida urbana se dedicaba a las actividades
comerciales, artesanales y de gobierno. La vida rural se organizaba en torno al núcleo urbano y
lo proveía de materias primas. La mayoría de la población vivía del cultivo de sus pequeñas
propiedades, que trabajaba en conjunto con su familia.

La sociedad romana era esclavista. Los esclavos eran comprados principalmente para trabajar en
las tierras de los grandes propietarios. Podían lograr la manumisión (liberación) y acceder a la
condición de libertos.

Cultura en el Imperio romano


Durante el periodo imperial, la cultura romana se destacó en diversas disciplinas como la
arquitectura, la literatura, las artes plásticas y la filosofía. Los conocimientos y estilos desarrollados
en esta época se convirtieron en una referencia para los artistas y estudiosos de toda la sociedad
occidental posterior.

● Arquitectura. Los emperadores mandaron a construir grandes obras a lo largo de la historia


imperial: edificios, monumentos, acueductos, redes cloacales, caminos, baños públicos,
anfiteatros, arcos de triunfo, etc. Las construcciones romanas estaban orientadas al uso civil
y militar y eran llevadas a cabo con mano de obra esclava, pero diseñadas por arquitectos e
ingenieros profesionales. Utilizaban piedra, madera y mármol, a los que unían con una
mezcla de argamasa a base de hormigón.
● Filosofía. El desarrollo de los estudios filosóficos fue característico de la cultura romana
imperial. Los romanos tomaron de los griegos dos corrientes filosóficas importantes: el
estoicismo y el epicureísmo. Los filósofos estoicos, como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio,
utilizaban el razonamiento como una búsqueda de la paz interior y la virtud. En cambio, para
los epicúreos el objetivo de la filosofía era la búsqueda de la felicidad.
● Literatura. Los grandes poetas clásicos romanos, como Virgilio, Ovidio y Horacio, vivieron
el fin del periodo republicano y la construcción imperial. Los nobles romanos encargaban la
composición de obras a los escritores latinos y los mantenían económicamente. Además de
las obras literarias, en el desarrollo de los estudios históricos se destacaron Tito Livio,
Suetonio y Tácito, que relataron los sucesos de su época.

Aportes del Imperio romano


Entre los principales aportes del Imperio romano se destacan:

● El desarrollo de sofisticados sistemas de carreteras, que resultaron de gran aporte para


la expansión del imperio.
● El sistema de leyes, que fue la base del sistema jurídico de la actualidad.
● El calendario juliano, creado por Julio César en el 46 a. C. y que se basa en la duración de
un año solar.
● El latín, que resultó la base de diversas lenguas como el español, francés, italiano, gallego,
rumano, portugués, entre otras.
● La división de poderes, en diferentes instituciones políticas, entre ellas, el Senado.
● El sistema de numeración romano.
● Los avances en la construcción de acueductos, que permitieron transportar agua fresca
a la ciudad y mantener el aseo.
● Las cloacas y drenajes, basados en un sistema de alcantarillas que corrían junto a las
calles y que desembocaban en el río Tíber.
● La base de hormigón para la construcción de edificios, por ejemplo, en el Panteón y el
Coliseo, que permitió que se mantuvieran en pie de manera parcial hasta la actualidad.
● Los avances en la medicina heredada de los griegos, a los que agregaron el desarrollo de
hospitales militares y el sistema de saneamiento que impactó en la salud.

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