Historia de La Liturgia
Historia de La Liturgia
Historia de La Liturgia
El primer elemento que salta a la vista es el hecho que cada generación ha dejado
su huella en la liturgia, especialmente las primeras comunidades cristianas. En este
ambiente había una íntima relación entre la liturgia y la Escritura a tal grado que la misma
liturgia tuvo un papel importante en la gestación del NT: antes que surgieran los primeros
escritos neotestamentarios, ya existía una comunidad que celebraba la pascua de Cristo.
Por ejemplo, las confesiones de fe en el Señor resucitado ya las podemos encontrar
conectadas con acciones cultuales1.
El origen marcadamente litúrgico de los evangelios se constata en el
evangelio de Juan, especialmente los capítulos que hablan del coloquio entre Jesús y
Nicodemo (Jn 3, 1-15), de las curaciones del paralítico de Betesda (Jn 5, 1-18), de la vista
dada al ciego de nacimiento (Jn 9, 1-12), todos ellos son pasajes que aparecen claramente
como catequesis bautismales2. En este sentido también la primera carta de Pedro tiene un
sorprendente contenido litúrgico – bautismal (por ejemplo el himno bautismal que parece
concluir la ceremonia 1Pe 1,3-5). Otro ejemplo interesante lo encontramos en el discurso
que sigue a la multiplicación de los panes, pues aparece como una homilía sobre la
práctica litúrgica (cf. Jn 6).
Por otra parte, también sabemos que cada “cada uno de los evangelios fue
escrito para el servicio litúrgico de una iglesia: Marcos para la comunidad de Pedro,
Mateo para la comunidad judía que pasó a la nueva fe, Lucas para aquella de Pablo, y
Juan para la comunidad de Efeso”3.
Pero también hemos de hacer notar que la misma predicación de los apóstoles
aparece ya como culto a Jesucristo, tanto que quien aceptaba su contenido
inmediatamente recibía el bautismo y participaba a la cena eucarística (cf. Hch 2,37-47).
No obstante esta influencia de la liturgia en la Escritura, hay que reconocer que el
NT no afronta la cuestión litúrgica con sistematicidad y más bien se nos ofrecen datos
escuetos sobre las celebraciones cristianas. Pero lo que sí nos permiten conocer estos
datos es la existencia de un jalón de continuidad y de ruptura respecto a la tradición
judía: los grupos judeo - helenísticos y grupos emergidos del paganismo influyen de
manera diversa en la conformación de la liturgia primitiva.
1
Cf. NEUNHEUSER B., Historia de la liturgia, en NDL, op. cit., 968.
2
Esta es la opinión de Léon-Dufour.
3
CATTANEO Enrico, Il culto cristiano in occidente. Note Storiche, Edizione Liturgiche, Roma 1992.
1
Liturgia en los siglos I-II
4
En ella podemos ver la inspiración de la eucaristía cristiana.
Liturgia en los siglos I-II
5
Anámnesis 2, p. 21
Liturgia en los siglos I-II
Muy pronto sustituyeron esta práctica por la triple oración del Padre Nuestro
como lo atestigua la Didajé7 a finales del s. I. Si es verdad que los cristianos marcan una
ruptura, vivida con una gama de intensidad diversa en las comunidades, respecto al medio
religioso judío, también es verdad que han sabido conservar o recuperar, por un trabajo de
adaptación, elementos básicos de la práctica judía.
También podemos identificar otras fórmulas de oración propias de la primitiva
comunidad. La creación de salmos: es el caso de aquellos que en las asambleas litúrgicas,
y movidos por el Espíritu, improvisan un salmo propio (cf. 1 Cor 14, 26). Los exegetas
reconocen ampliamente diferentes Himnos de uso litúrgico en: 1 Tim 3, 16; 2 Tim 2, 11;
Col 1, 15-20; Fil 2, 6-11. La doxología es otra fórmula que encontramos en Ap 1, 5-8; 4,
8-11; 5, 9-14; 7, 10-12; 19, 1-8, que aunque todavía conservan un estilo demasiado
hebreo, su contenido es específicamente cristológico. Dentro de los himnos doxológicos
del Apocalipsis, cabe resaltar Ap 4, 8-11: el trisagion.
6
Cf. NEUNHEUSER B., Storia della liturgia attaverso le epoche culturali, BEL Subsidia 11, Ed. Liturgiche, Roma
1983, p. 19.
7
El contenido de éste documento es considerado como el catecismo más antiguo. Se puede distinguir en estas
secciones: a) una catequesis moral, resumida en la doctrina de los dos caminos: el de la vida (c. 1 -4) y el de la
muerte (c. 5-6); b) las instrucciones litúrgicas sobre la fórmula y el modo de administrar el bautismo, los ayunos y
el rezo de la oración dominical (c. 7-8), con las famosas preces eucarísticas (c. 9-10); c) algunas instrucciones
disciplinares sobre la acogida de los misioneros itinerantes (c. c. 11-13) preceden a la invitación a la corrección
fraterna (c. 14-15); d) el libro termina con un pequeño apocalipsis (c. 16). Podría decirse, además que la didajé se
presenta como documento de una comunidad organizada en sentido judeo-cristiano, que parece totalmente
extraña a la predicación de Pablo. (cf. CANOBBIO G., Pequeño diccionario de teología, Sígueme, Salamanca
1992, p. 98-99).
PARTE 2: LA LITURGIA EN LOS SIGLOS II-III, EN UNA IGLESIA DE MÁRTIRES.
1. CONTEXTO GENERAL.
Se trata de una época de transición, en cuanto que la Iglesia con fuertes raíces en
el judaísmo, comienza a adentrarse en el mundo grecolatino. Encontramos algunos
testimonios de confrontaciones abiertas entre judíos y cristianos. Por ejemplo en la Carta
a Diogneto se critica el culto judío que a en base a sus sacrificios de animales no se
diferenciaba de los paganos:
“Los cristianos manténganse alejados de la vanidad, del minucioso formalismo que
son comunes a los judíos”.8
8
Carta a Diogneto, 3-4
9
JUSTINO, Diélogo con Trifón, 10 PG 6, 495.
10
ORÍGENES, Contra Celso, 8, 17, PG 11, 1539.
8
Liturgia en los siglos II-III
una altar propio para él; esto muestra que esta gente venera aquello que se
merece”.11
Así se van creando las condiciones para que el cristianismo se afirme poco a poco
con una identidad propia, aun frente a estas adversidades.
Y a comienzos del s. III el cristianismo se libera definitivamente del judaísmo y
se difunde fuertemente, pasando a ser la gran fuerza del imperio aun antes del imperio de
Constantino. Y se comienza a dar un fenómeno: aumenta la cantidad de creyentes, pero
no así la calidad.
Las principales herejías de los primeros siglos.
Ahora me parece oportuno presentar un panorama general de las principales
Herejías que se difundieron durante los cinco primeros siglos porque a partir de este
momento comenzaremos a mencionarlas dentro de la evolución histórica de la liturgia,
lo cual nos permitirá analizar y descubrir el influjo que han tenido tanto en lo
celebrativo como en lo teológico.
Gnosticismo
Este término, derivación del verbo griego dokei=n (en el sentido de parecer).
La comprensión docetista de Jesús tiende, de varias maneras y en distintos grados, a negar
la corporeidad de Cristo, la realidad de su experiencia, sobre todo de su pasión y muerte,
insistiendo por el contrario en la apariencia de todo esto. Semejante teoría interpretativa
aflora también en algunas corrientes gnósticas (la valentiniana, en particular), arraigadas
en una irreductible contraposición entre los espiritual (o lo divino) y lo material
(corpóreo-humano), entidades heterogéneas y antitéticas; de aquí la conclusión de que el
el «Verbo Salvador» divino, espiritual, no puede contaminarse, más que «aparentemente»,
con lo corpóreo-humano, que por otra parte es extraño por naturaleza a toda recuperación
salvífica y excluye que el Salvador personalmente disponga personalmente de los que no
es salvable. Puede entenderse globalmente el docetismo como una interpretación general
11
MUNICIO FELICE, Octavius, 10, 1-2.
9
Liturgia en los siglos II-III
10
Liturgia en los siglos II-III
el peligro de establecer dos personas separadas, el Verbo Hijo de Dios y el Hombre Jesús
de Nazareth, hijo de María.
De aquí la negación del título de qeoto/koj a la Virgen María, para sustituirlo
por el de xristoto/koj, es decir Madre de Cristo. El Obispo de Alejandría, Cirilo, por
encargo de Roma, la había llamado el arden. El mismo papa Celestino, el 10 de Agosto
del 430, le pidió que rechazase la pérfida novedad que intenta separar lo que la sagrada
Escritura une. El concilio de Efeso condenó a Nestorio y lo depuso en el 431.
a) Catecumenado y bautismo.
La institución catecumenal surgió por la acción evangelizadora y el afán de
sostener la calidad de los nuevos convertidos; y además para prevenir el gnosticismo que
amenazaba la pureza de la fe cristiana. Es Hipólito quien mejor nos lo describe:
1. Entrada: debe presentarse un fiador cristiano como padrino. No se admite que
tenga contacto con el culto pagano, que realice ningún servicio militar o que
tenga que ver con la administración imperial.
2. Formación doctrinal: se desarrollaba con un sólido período de catequesis.
Duraba normalmente tres años.
3. Preparación próxima: Sobresale nuevamente la figura del fiador para que
atestigüe si el candidato ha dado muestras de conversión a Cristo. Esta etapa se
desarrolla con oración, ayunos y exorcismos.
b) Eucaristía y Asamblea Dominical.
Se afirma la práctica de la celebración de la pascua semanal. Aunque la práctica
celebrativa se diferencia de los orígenes. Podemos identificar tres estadios en al evolución
de la praxis litúrgica:
1. Cristo mismo en la última cena con el rito del pan y del vino.
2. Edad apostólica: aquí se reúnen esos dos ritos al final del banquete.
11
Liturgia en los siglos II-III
3. Se abandona el banquete.
Es el tiempo en el que desaparecen las mesas, excepto la del presidente, al mismo
tiempo que los términos “fracción del pan”, “cena del Señor” y se le asigna el de “acción
de gracias”, esto es, en el siglo segundo nos encontramos con la costumbre de designar
este rito con el nombre de Eucaristía. Y hacia la mediados del siglo II se celebra con el
siguiente esquema según el testimonio de Justino en su Apología 67:
a) Lectura de memorias de los apóstoles o profetas.
b) Exhortación del presidente de la asamblea.
c) Elevación de plegarias.
d) Se ofrece pan, vino y agua.
e) El presidente eleva oraciones (según sus fuerzas) y “eucaristías”; todos se unen
con el amén.
f) Participación de alimentos eucaristizados a los presentes y son enviados a los
ausentes por medio de los diáconos.
g) Colecta de bienes que luego son distribuidos por el presidente.
Hay que observar que en el fondo esta manera de organizar la celebración no es
más que un fiel reflejo de Hch 2, 42: Palabra - Eucaristía - Koinonía.
Por su parte, la Tradición apostólica nos indica cuál era el contenido de la
Plegaria Eucarística, aunque no se debe olvidar que no se trata de un texto
universalmente obligatorio, pero sí de un texto que ofrecía un modelo de inspiración. He
aquí la traducción que nos propone Sánchez Caro12:
Señor esté con vosotros;
(y que todos respondan:)
Y con tu Espíritu.
Levantad vuestros corazones;
Los tenemos levantados hacia el Señor.
Demos gracias al Señor;
Es justo y necesario.
Te damos gracias ¡oh Dios!,
por tu Siervo muy amado Jesucristo,
a quien en los últimos tiempos tú nos enviaste
como salvador, redentor y mensajero de tu designio;
el cual es tu Verbo inseparable,
por quien has hecho todas las cosas
y a quien, en tu complacencia, enviaste desde el cielo al seno de una virgen;
quien, habiendo sido concebido, se encarnó
y se manifestó como Hijo tuyo,
naciendo del Espíritu Santo y de la Virgen;
quien, para cumplir tu voluntad y adquirirte un pueblo santo,
extendió su brazos mientras sufría
para librar del sufrimiento a los que en ti confían.
El cual, cuando se entregaba a la pasión voluntaria
para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo,
12
SÁNCHEZ CARO J. M., Eucaristía e historia de la Salvación, BAC, Madrid 1983, 80-81.
12
Liturgia en los siglos II-III
13
Liturgia en los siglos II-III
13
NEUNHEUSER B., Misterio en NDL, op. cit., p. 1323.
14
Liturgia en los siglos II-III
acciones. Lo aplican a Cristo en forma particular y a partir del siglo II lo usan también
para designar el bautismo y la eucaristía.
La palabra «sacramentum» sirvió, por su parte, para traducir la voz griega y
significa:
prestar garantía religiosa a algo que es de uso común. Tal era el caso del
juramento a la bandera en el ambiente militar o el de la consagración a la
divinidad.
también significaba la suma de dinero que se deposita en un lugar sagrado
antes de un proceso y que en caso de perderse quedaba allí como un
especie de ofrenda para la divinidad.
15
PARTE 3: EL CULTO CRISTIANO EN LA IGLESIA DEL IMPERIO DE CONSTANTINO
(S. IV-VI).
1. CONTEXTO GENERAL.
Esta parte abarca desde el acceso de Constantino al trono imperial hasta el Papado
de Gregorio Magno. Después de la persecución feroz de Diocleciano en el año 303 la
Iglesia experimentó un cambió radical que influiría enormemente en los siglos
posteriores. Con el Edicto de Milán en el año 313, el emperador Constantino pone en
marcha una nueva legislación que protege a los cristianos y les asegura su libertad de
culto. Estas leyes, como indica el Codex Theodosianus, favorecían particularmente a los
obispos quienes recibían un nuevo trato, el que era común a los puestos imperiales al
mismo tiempo que una hospitalidad extraordinaria14.
Esta nueva situación provoca que se den abundantes infiltraciones del
paganismo, de entre las cuales cabe señalar las controversias teológicas que ya hemos
explicado en el apartado anterior. Las controversias más importantes de este período se
tuvieron con Arrio y con Nestorio cuyas doctrinas fueron rechazadas enérgicamente por
Nicea (325), Efeso (431) y Calcedonia (451).
En cuanto a la iglesia Africana, después del conflicto donatista15 apareció el
pelagianismo que fue fuertemente combatido por Agustín de Hipona.
La invasión bárbara al imperio romano no pudo, culturalmente hablando,
derrocar las instituciones romanas mismas que fueron sostenidas por la iglesia quien
asumió un papel muy activo generándose de este modo la época de Cristiandad como
sistema político religioso que se extendió por varios siglos.
Si bien en occidente no pudo sostenerse, en oriente el imperio logra sobrevivir
hasta el 1453. Aquí se fue gestando un cristianismo con características muy propias,
especialmente en la liturgia, que le hacen distinguirse como un cristianismo bizantino:
14
Cf. NEUNHEUSER B., Storia della Liturgia..., op. cit., p. 43.
15
El donatismo es el movimiento iniciado por el obispo Donato (siglo IV). En Cartago, al morir el obispo Mensurio
en el año 311, fue elegido como sucesor su diácono Ceciliano. Los descontentos, pretendiendo la invalidez de su
ordenación episcopal conferida por un obispo indigno, capitaneados por Donato de Casas Negras y Segu ndo de
Tigisi, declararon depuesto a Ceciliano en el 312 y eligieron a Mayorino y, tras su muerte que acaeció al año
siguiente, asumió el cargo el mismo Donato. Los sínodos de roma (313) y de Arles (314) reconocieron la
legitimidad de Ceciliano, pero no consiguieron la unidad. En la práctica, después de estos llamados a la unidad,
Constantino trató con tolerancia a los donatistas. El donatismo sobrevivió hasta el 438 con la victoria de los
vándalos.
16
Liturgia en los siglos IV - VI
Esta es una época que se caracteriza por la creatividad de los textos litúrgicos
que nacen como composiciones explícitas para el culto fomentando la difusión más
general de la celebración cristiana y al mismo tiempo constituyéndose como una especie
de control contra las intervenciones de heréticos. Esto hace que el fenómeno de la
improvisación en la celebración vaya desapareciendo paulatinamente y se prefiera utilizar
composiciones de autores reconocidos.
a) Las liturgias se diversifican.
Existen diferentes razones para que se de este fenómeno de diferenciación
litúrgica:
aparecen organizaciones eclesiásticas territoriales;
sumado al hecho de la existencia de diferentes lenguas y al sentimiento de
una cultura propia.
las capitales más importantes de esta época que norman sus
celebraciones;
diferencias doctrinales propician un desarrollo autónomo litúrgico
(nestorianos y monofisistas).
17
Liturgia en los siglos IV - VI
austera dignidad, mientras que oriente edifica su liturgia con un talante patético, emotivo,
y prolijo.
b) Evolución del catecumenado.
Estamos hablando de una época con una gran cantidad de conversiones, y que no
todas tenían de fondo una convicción de fe verdadera como en la época anterior, sino que
se daban hasta por conveniencia: era necesario ser al menos catecúmeno para aspirar a un
cargo público, además de que ser o no ser cristiano condicionaba la tranquilidad y buena
fama de los individuos ante la sociedad. Esto hace que el catecumenado como institución
afronte una seria crisis.
A estos factores se añade el hecho de la rigidez de la práctica penitencial, ya
que sólo se podía celebrar la reconciliación una sola vez después del bautismo, además de
las obligaciones que se imponían a los reconciliados quienes deberían asumir un estilo de
vida austero y prácticamente equiparable a un estilo monacal: se les prohíbe dar servicio
militar, ejercer cargos públicos y actividades comerciales, acudir a los tribunales civiles,
recibir órdenes sagradas, la continencia total es obligatoria, quien queda viudo no puede
contraer nuevas nupcias16.
Esto ocasionó que muchos, entre ellos el mismo Constantino, difirieran la
recepción del bautismo hasta una enfermedad grave o hasta la inminencia de la muerte.
Esta nueva situación hizo que la iglesia hiciera distinción entre el gran número de
catecúmenos puramente nominales y los verdaderos aspirante al bautismo, por lo que a
estos últimos se les dedicó un atención moral, doctrinal y ritual más intensa. Por esto
desde el siglo IV la cuaresma asumió un marcado acento bautismal porque durante
ella se da la preparación inmediata de los catecúmenos. Han llegado hasta nosotros
abundantes catequesis bautismales que se utilizaban para tal fin. Había dos momentos
emotivos: la traditio symboli por parte del obispo y la redditio symboli por parte de cada
uno de los catecúmenos delante de toda la asamblea en vísperas de su iniciación. Esta
catequesis catecumenal iba acompañada de los escrutinios que son de una serie de
exorcismos, con imposición de manos. La formación del iniciado culmina con las
catequesis mistagógicas que tienen lugar durante el tiempo pascual.
c) Crisis del sistema penitencial.
Todo bautizado que cometía un pecado grave (por ejemplo idolatría, adulterio u
homicidio), debían someterse a un proceso penitencial bastante riguroso. Esta es una
reacción ante la situación catecumenal descrita anteriormente. Este proceso iniciaba con
un rito inicial donde el inculpado reconocía su culpabilidad y era excomulgado
temporalmente para inscribirse en el ordo de los penitentes. A partir de entonces sólo
podían asistir a la liturgia de la palabra. En vísperas de la Pascua, esto es el Jueves Santo
el obispo les imponía las manos y les readmitía a la comunión quedando reconciliados.
16
Cf. RAMOS-REGIDOR J., El sacramento de la penitencia. Reflexión teológica a la luz de la Biblia, la historia y
la pastoral, Ed. Sígueme, Salamanca 1991, p. 185-186.
18
Liturgia en los siglos IV - VI
17
Cf. NEUNHEUSER B., Storia della liturgia..., op. cit., p. 45-46. Este autor explica ahí mismo que se trata de una
aula separada del ruido del camino, adaptada para recibir a la «ecclesía» diferenciada en fieles: catecúmenos,
hombres, mujeres, con un espacio propio para la presentación de los dones y para la comunión; esto contrasta con
la costumbre pagana de centrar el edificio en la celda oscura como sede de la divinidad; también contrasta la
fastuosidad de los templos paganos con la sencillez y la atmósfera de intimidad doméstica, alegre y festiva con que
se edificaban los lugares cristianos: son ejemplos notables Santa María Mayor, Santa Sabina y San Pablo, todas en
Roma.
18
El día de pascua fue instituido por Velentiniano I como día de amnistía especial para los condenados a prisión.
19
Liturgia en los siglos IV - VI
3. TEOLOGÍA SACRAMENTAL.
20
Liturgia en los siglos IV - VI
21
PARTE 4: ÉPOCA DE LA LITURGIA ROMANA PURA, PLENAMENTE
DESARROLLADA. PASO DE LA LITURGIA ROMANA PURA AL MUNDO FRANCO-
GERMÁNICO (S. VI-XI).
1. CONTEXTO GENERAL:
Este período abarca desde Gregorio Magno hasta Gregorio VII. Es un extenso
período con características comunes. Durante estos nueve siglos, que forman la edad
media, los pueblos de Europa septentrional y central se extienden hacia el este y el sur del
imperio romano, produciendo un determinado tipo de sociedad en el plano político y
cultural. Durante esta época la población es fundamentalmente agrícola que se agrupa
bajo la autoridad feudal.
Este es el período en que el cristianismo se propaga por toda Europa. La unidad
religiosa de la cristiandad occidental es una característica del período medieval, que le
distingue del período precedente y sobre todo del siguiente.
En los cuatro siglos que van desde Gregorio Magno a Gregorio VII tenemos las
siguientes características:
las transformaciones son lentas en occidente;
en casi todos los niveles asistimos a una especie de “hibernación”;
el papado entra en una época oscura entre los siglos VII y X;
periodo en que Europa ha tenido menor relevancia en el orbe. Y, sin
embargo, estos siglos resultan ser fecundos para el futuro de la Iglesia.
tiempo del auge del Islam: invade Hispania (711-713) esclavizando e
imponiendo conversiones;
el 800 es la coronación imperial de Carlomagno, quien se considera
custodio de la doctrina y defensor de la fe cristiana, estableciendo una
simbiosis entre religión y política que será típico de la edad media;
En Bizancio, se da la crisis iconoclasta, que durante más de cien años
(726-843) dividió la iglesia bizantina entre violencias y persecuciones;
la iglesia bizantina y la romana siguieron conviviendo en muchos aspectos,
hasta el cisma del 1054.
en la historia de Europa, este período que va desde la muerte de San
Benito (a. 584) a la de san Bernardo (1156) suele llamarse “era
monástica” o “siglos benedictinos”. El monacato ejerce una notable
influencia individual y socialmente (espiritual, intelectual, artística,
administrativa y económica). La fundación de Cluny tendrá una importancia
excepcional en la renovación monástica de los siglos X-XI, llegando a ser
en casi todo el siglo XI el centro espiritual de la cristiandad occidental.
22
Liturgia en los siglos VI-XI
1. Libelli Missarum.
No son propiamente libros ni tampoco sacramentarios en sentido estricto. Son
libretos que contienen los formularios para celebrar una o más misas. Se deben a la
creación de textos que cada iglesia compone, comenzando a fijar por escrito su práctica
celebrativa y no constituyen todavía una norma universal, sino que se caracterizan por
estar destinados para el uso privado de una iglesia particular y para una fiesta
específica. La mayoría de ellos se compusieron entre los siglos V-VI
Estos libretos contienen:
Oración colecta.
Oración super oblata (sobre los dones).
Prefacios.
Oración super populum (sobre el pueblo).
2. El Sacramentario Veronense.
También llamado Leonino por considerarlo una obra de León Magno (440-461)
pero que dejó de llamársele de ese modo porque se descubrió que fue obra de varias
manos, entre otros del Papa Gelasio I (492-496) y Vigilio (537-555). Se trata de una
colección de auténticos libelli romanos que se descubrieron en la Basílica de Letrán y que
ahora se conservan en la biblioteca capitular de Verona, de donde se deriva el nombre que
actualmente se le da. Hay que aclarar que tampoco es propiamente un sacramentario.
Entre las características que le distinguen están:
El redactor organizó estos libretos según los meses del año civil, aunque
faltan los primeros folios y comienza por abril.
19
Un amplio estudio sobre este tema lo encontramos en: VOGEL C., Medieval liturgy. An Introduction to the
sources, The Pastoral Press, Washington DC, 1986. También en la voz Libros litúrgicos en NDL.
23
Liturgia en los siglos VI-XI
4. Sacramentario Gregoriano.
Se trata de una gran familia que se calcula cercana a los 35 sacramentarios y que
deriva de alguna fuente atribuible a Gregorio Magno (590-604). Entre los más
importantes de todos ellos están los siguientes:
Adriano del s. VII. Copia auténtica que el Papa Adriano mandó a
Carlomagno por conducto de Juan de Ravena.
Adriano con suplemento del s. IX. Que es un anexo que surgió por la
falta de muchos elementos indispensables para la liturgia parroquial. Obra
de Benito de Aniane que fue el reformador pro excelencia del período
carolingio.
20
Cf. VOGEL V., op. cit., p. 43.
24
Liturgia en los siglos VI-XI
7. El Antifonario.
Es el libro que contiene los cantos de la misa, y está destinado al cantor o al
coro. Los más antiguos no contienen todavía notación musical y muchas veces se les
21
La palabra Ordines es el plural de latín Ordo que significa orden, organización y que más tarde se convirtió en un
término técnico para designar el libro o parte especial de un libro que explica los principios y normas que inspiran
y regulan a un libro ltúrgico.
22
Así se les llama por estar escritas en color rojo (del adjetivo latino ruber = color rojo).
25
Liturgia en los siglos VI-XI
designó con el nombre de cantatorium. Con el paso del tiempo se le llamó Gradual y
también Responsorial. Se desarrolló a la par del leccionario, por lo que a los diversos
tipos del leccionario corresponden varios tipos de antifonarios. En su desarrollo
distinguimos tres etapas de desarrollo: época clásica, que corresponde a una tradición
oral; época postclásica entre los siglos IX y XII; época de decadencia.
8. El Leccionario.
Los Comes más antiguos, que van del 645 al 750, son el de Wüzburgo que
corresponde al gelasiano antiguo y el de Alcuino, en relación con el gragoriano. Y en
relación con los gelasianos del siglo VIII están los de Murbach y de Corbie.
9. Pontifical.
Es el libro que contiene las fórmulas y ritos de las celebraciones reservadas al
obispo tales como: ordenaciones, consagraciones de iglesias, de vírgenes, la bendición de
abades, coronación de reyes y emperadores, etc. El primer libro de este género es el
Pontifical Romano-Germánico del siglo X.
10. El Misal.
Contiene todos los elementos que son indispensables para la celebración
eucarística. Nació como sustitución de los sacramentarios no solamente por un criterio
práctico, es decir, para que los celebrantes encontraran más fácilmente los textos, o a
causa de la aparición de las misas privadas en las que el presidente decía todo, sino que
parece ser que surgió también por la nueva obligación, generalizada a fines del siglo XI,
que exigía al presidente recitar las partes cantadas mientras el coro, o los ministros
propios las ejecutaban23. Dada esta recolección de textos en un sólo libro, a este tipo de
libros de les denomina plenarios.
11. El Ritual
23
Cf. VOGEL V., op. cit., p. 105.
26
Liturgia en los siglos VI-XI
siglo XIV se multiplican como libros privados, redactados por los mismos sacerdotes con
cura de almas.
b) La figura y la obra de Gregorio Magno:
Personalidad serena en la historia de la liturgia occidental. Para comprender su
obra (590-604) es preciso tener en cuenta su formación y su psicología personal, pero
sobre todo las circunstancias de la época que concurrieron en su pontificado (peste,
hambre, tempestades, asedio militar a Roma de los Longobardos). Su obra puede
resumirse así:
Potencia y completa la iniciativa de sus predecesores dando un realce
mayor al culto estacional como marco para la catequesis popular a
través de las homilías, partiendo de la veneración del pueblo Romano por
las basílicas y por las iglesias erigidas sobre las tumbas de los mártires.
Deseoso de que toda la liturgia sirviera de alimento espiritual para aquel
pueblo sencillo e inculto, realizó con gran libertad una reorganización
litúrgica profunda.
Se advierte en el una marcada preocupación por simplificar los ritos.
Su lenguaje litúrgico es directo, accesible al pueblo sencillo, y exento de
pretensiones literarias.
Realiza diversas reformas en el Leccionario, en el Sacramentario y en
el Antifonario: redujo el numero de lecturas a dos, en vez de tres, y quería
que ambas estuvieran relacionadas. Las perícopas evangélicas nos hacen
ver que estas han sido elegidas a menudo no solo en relación con el
misterio celebrado, sino también con la “memoria” (tumba del mártir) de la
Iglesia estacional.
Existe la posibilidad de que Gregorio Magno recogiera los “libelli missarum”
de los diversos “tituli” de la ciudad, y sobre ellos emprendiera un trabajo
con profundidad.
Potencia la Schola cantorum, que hace de puente entre los fieles y los
sacerdotes ejecutando los textos reservados a los fieles. Estos escuchan,
gozan y se conmueven; es un nuevo tipo de participación, menos exterior y
más pasivo, pero quizá lo más posible en las condiciones culturales de
aquel tiempo.
Actúa como obispo de Roma y procura ordenar la liturgia de la Urbe, no de
la iglesia occidental. Incluso se muestra abierto y dispuesto a aprender de
otras iglesias, importando de ellas lo que juzga de utilidad para la propia.
27
Liturgia en los siglos VI-XI
24
LA «MISSARUM SOLLEMNIA»” CONOCE UN TRIPLE ESTILO DE CELEBRACIÓN :
1. La misa solemne de toda la comunidad eclesial de la ciudad (al menos
idealmente) bajo la presidencia de su obispo, en la “statio”, en cada solemnidad y en los
días “fuertes” del año. La misa estacional de la iglesia de Roma con el Papa es
relativamente bien conocida. Esta sirve de modelo, con posibilidades de adaptación, para
las otras formas de misa. Su desarrollo está descrito en el Ordo Romano I. Esta misa
reviste las siguientes característica:
La celebración es totalmente comunitaria; todos cooperan, cada uno hace
lo que le corresponde.
No existen oraciones privadas. La piedad personal se realiza en el
desarrollo mismo de la acción sagrada común.
Los fieles participan escuchando y cantando (en su propia lengua),
llevando sus ofrendas, todos comulgan bajo las dos especies.
El obispo está rodeado de obispos vecinos, de presbíteros y de un gran
numero de ministros inferiores (diáconos, subdiáconos, acólitos). Todo se
desarrolla con gran dignidad y solemnidad.
24
Cf. NEUNHEUSER B., Storia della liturgia..., op. cit., p. 61-63.
28
Liturgia en los siglos VI-XI
en esta época, después de la construcción de las basílicas, esta misa doméstica, queda
como un hecho verdaderamente extraordinario. Se trata de misas para un pequeño grupo
reunidos en circunstancias especiales. Una misa “privada”, es decir, una misa celebrada
por devoción, sin tener en cuenta explícitamente la participación de los fieles, no existe
todavía.
El talante especifico de esta liturgia romana:
1. Elementos formales: comparándola con las liturgias orientales y galicanas, hay
que notar su simplicidad precisa, sobriedad, brevedad, su concisión (falta de palabrería),
poco sentimental; su disposición clara, transparente; su grandeza sagrada y humana,
espiritual y de gran valor literario.
2. Elementos teológicos:
La plegaria eucarística romana se orienta siempre hacia el Padre, por
Cristo, en el Espíritu Santo. No se dirige directamente a Jesucristo, como
las otras liturgias.
No se encuentran manifestaciones externas de adoración o
veneración hacia los elementos sagrados; no se esgrimen argumentos
teológicos o especulativos sobre la realidad dela cuerpo y sangre de
Cristo.
La celebración eucarística está plenamente ligada a la comunidad
eclesial local. Esta se reúne en torno al obispo, con los presbíteros y los
diáconos y el pueblo fiel, en la “estación” en la solemnidades y en los días
fuertes; los presbíteros con sus ministros y su pueblo se reúne en los
“tituli”, no sin recibir del obispo el “fermentum” eucarístico, como signo de
unidad.
El memorial del Señor, celebrado sobre la tumba de los mártires,
celebra el misterio pascual de Cristo y también de sus santos, a través
del año litúrgico, en un perfecto equilibrio teológico
La comunidad local no olvida en su celebración litúrgica su vínculo a
la comunidad más amplia, la iglesia universal.
29
Liturgia en los siglos VI-XI
En los siglos VII-VIII hay una gran afluencia de orientales fugitivos a Italia; el
dominio oriental afecta profundamente a la vida eclesiástica, de tal modo que siete papas
orientales ascienden a la sede de Pedro entre los años 642-752. La liturgia romana recibe
el impacto de las influencias orientales durante estos dos siglos:
La introducción del “Agnus Dei” en la misa;
la adoración de la cruz el Viernes Santo;
la aceptación de las fiestas marianas (Asunción, Natividad, Purificación y
Anunciación).
Pero en el siglo IX, la situación romana había llegado a ser deplorable en muchos
aspectos, incluido el litúrgico. Hasta los talleres donde se elaboraban los libros litúrgicos
se habían cerrado. La vida litúrgica estaba amenazada de muerte. En este momento
crítico, la Iglesia franco-germánica salva la liturgia romana para la misma Roma y para el
mundo entero. Bajo el reinado de los Otones vuelve a Italia y a Roma la liturgia híbrida
franco-romana, y se implanta en Roma con toda facilidad, dado el vacío existente y la
decadencia de aquella época. Así pues, la liturgia latina que se codifica en esta época (el
Hadrianum elaborado por Alcuino entre 801-804 y el Pontifical romano-germánico del
950) y que continuará siendo la liturgia latina de occidente, a partir de este período, no es
puramente romana, sino mixta: romano-franca o romano-germánica.
Romana est, sed etiam nostra: esta expresión traduce la presencia de una nueva
sensibilidad, aportación de los pueblos franco-germánicos y que desde ahora aparece
unida, como en simbiosis, con la liturgia propiamente romana. A excepción de los ritos
bautismales, todos los demás sacramentos y sacramentales de la Iglesia romana han
recibido su impronta de este contacto y ensamblaje con la liturgia franco-germánica.
En cuanto al carácter específico de la aportación franco-germánica podemos
subrayar:
1. Elementos formales:
el calor afectivo, una expresión más fuerte del sentimiento lírico en
comparación con la sobriedad romana;
la riqueza del vocabulario y del simbolismo;
la intensidad de la acción dramática.
2. Elementos litúrgico-teológicos:
la multiplicación de las oraciones privadas durante la celebración litúrgica;
una conciencia muy profunda del pecado y de la culpa (apologías);
la dirección de la plegaria a “Cristo, nuestro Dios”, dejando de lado su
función de mediador entre Dios y los hombres;
introducción de plegarias dirigidas a la S. Trinidad.
Surge una nueva literatura donde resuena la nueva sensibilidad: testigos de esta
creatividad son el himno Veni Creator (fines del s. IX) y la secuencia Victimae paschali
laudes (del siglo X).
La nueva mentalidad se refleja también en el arte: combinación de la herencia
romana y el vigor de los nuevos pueblos. El arte románico consigue unir la expresión
estática propia del ámbito romano con la dinámica de estos pueblos, la línea horizontal
30
Liturgia en los siglos VI-XI
con la vertical; es un conflicto creativo que genera una belleza específica, llena de
tensión.
d) El culto se distancia de la comunidad cristiana:
Este distanciamiento se da principalmente en cinco rubros:
1. La lengua. Se verifican una serie de cambios importantes en la celebración de
los sacramentos, que tienen como denominador común el progresivo alejamiento entre el
pueblo y la acción litúrgica y una nueva concepción del culto. Un factor fundamental es la
lengua litúrgica: ya no era entendida más que por una clase social reducida que se
identifica con el clero. Desde esta época de la alta edad media, está vigente la idea de que
el documento que debe usarse en la acción litúrgica es un texto exclusivamente reservado
para el sacerdote: el latín es la lengua sagrada que envuelve el misterio litúrgico,
haciéndolo cada vez más lejano para el pueblo.
2. Respecto al Bautismo. A partir del siglo VI, se generaliza el bautismo de
niños. La pastoral de la iglesia y el derecho civil se aúnan para consolidar esta práctica y
dotarla de un carácter de obligación cada vez más estricto. Con este cambio desaparecen
los catecúmenos adultos y la institución catecumenal se convierte en una amalgama de
ritos fosilizados. La iniciación cristiana pasa a ser un asunto individual o familiar.
3. Nueva práctica penitencial. La institución penitencial antigua, no reiterable,
era comunitaria. Pero a partir del siglo VII surge una nueva disciplina penitencial que
desde las islas anglosajonas se extienden por el continente gracias a San Columbano y
otros monjes irlandeses. Por otra parte los monjes eran consejeros espirituales de los
laicos y comenzaron a establecerles unas tarifas penitenciales similares a las de los
monasterios. Lo esencial en este nuevo sistema es que cada pecado tiene una expiación
determinada, minuciosamente cuantificada en los libros penitenciales de la época,
naciendo así la conocida penitencia tarifada. Esta expiación consiste en ayunos, y admite
unos rescates de penitencia. Esto llevará a que se elimine la expiación personal. El único
acto que queda al penitente es la confesión privada. Se pierde el carácter comunitario.
4. Aparece la misa privada. El ejemplo más evidente de este distanciamiento es la
aparición de la misa privada. En este sentido, la práctica de la misa privada aparece por
los siglos VI-VII y se generaliza en el siglo VIII. Esta costumbre tiene su cuna en los
monasterios, donde hay una multiplicación de monjes sacerdotes que tienen la celebración
de la misa como un ejercicio individual de piedad. Esto lleva como consecuencia la
multiplicación de las misas votivas por personas o necesidades individuales, o para
sustituir obras de mortificación. Nacen también las fundaciones de misas por las que el
donante trata de asegurar su futuro en la otra vida. Otras consecuencias son: la
proliferación de altares en las iglesias; porque en la misa privada el celebrante tiene que
recitar, él sólo, todas las lecturas, cantos y plegarias asignados para la celebración
comunitaria; aparece así el misal completo,. “Cada vez aparece más en primer plano el
31
Liturgia en los siglos VI-XI
25
VILANOVA Evangelista, Para discernir la vida litúrgica actual. Observaciones en función del renacimiento
carolingio, en PHASE 206(1995) 128.
26
Estuvo al servicio de Carlomagno en los años 813-814.
32
Liturgia en los siglos VI-XI
sus comentarios se abrieron paso en los siguientes siglos y con mucho éxito y ganó
también muchos simpatizantes. El influjo de su alegorismo fue negativo en cuanto que no
favoreció mucho una participación comunitaria en la liturgia.
c) Las primeras controversias eucarísticas.
Identificamos tres controversias. La primer controversia eucarística de la
historia se da precisamente con Amalario de Metz con su interpretación alegórica de los
ritos de la misa. Por ejemplo, en su reflexión ve las tres partes de la fracción como el
corpus triforme de Cristo: el cuerpo individual de Jesús, los miembros vivientes de la
iglesia y los fieles difuntos.. El problema es que con esta visión se tiende a materializar la
presencia de Cristo. En oposición, Floro de Lyon asume una postura antisimbolista y
tiende a convertir la presencia de Cristo en una presencia meramente virtual.
Otra controversia se da entre Pascasio Radberto abad de Corby y Ratramno que
es un monje del monasterio de Corbie. El objeto de la controversia es la identidad del
cuerpo eucarístico, y el cuerpo nacido de María defendida por Pascasio, mientras que
Ratramno se ubica más bien una línea simbolista.
En el siglo XI se da la tercer controversia: Berengario de Tours, que intenta
revivir el pensamiento sacramental de Agustín (aunque no lo hace siempre
correctamente), contra el realismo eucarístico de Lanfranco. Berengario rechaza
tajantemente la posibilidad de un cambio de sustancia en el pan y el vino así como la
presencia material del cuerpo y sangre de Cristo. En cambio, afirma que se trata del
cuerpo de Cristo cuya presencia se entiende espiritualmente para le fe. De aquí que se
hable del simbolismo berengariano. Como crítica, se ve que ambas partes han olvidado la
noción antigua de símbolo real presente en la reflexión patrística y, aunque los teólogos
medievales quieren continuar utilizando el lenguaje de los padres, lo hacen siempre de
una modo muy distinto. [123]
33
PARTE 5: EPOCA DE LA DESINTEGRACIÓN, DE LA HIPERTROFIA, DE LAS
ALEGORÍAS Y DE LAS FALSAS INTERPRETACIONES. DESDE GREGORIO VII
HASTA EL CONCILIO DE TRENTO (SIGLOS XI-XVI).
1. CONTEXTO GENERAL:
A partir del año 1000, y durante los siglos XII-XIII, se operan grandes
transformaciones en todos los campos. Entre los cambios más importantes encontramos:
La edad media conoce una especie de revolución comercial
(intercambios y ventas, corrientes de emigración del campo a la ciudad).
Las tareas se especializan.
Un vasto movimiento de retorno a las fuentes acompañado del retorno a
los clásicos antiguos, y en particular se resucita el derecho romano.
Aparecen nuevas órdenes religiosas que reforman el monaquismo: se
entregan a la predicación popular y a las obras de misericordia más que a
la celebración del Oficio dentro de los muros monásticos.
La mayoría de los papas de esta época son canonistas. Se reforma el
papado y adquiere mayor prestigio.
Se dan grandes descubrimientos: geográficos y médico - biológicos.
Se tiene ahora una visión del mundo y un método intelectuales.
Surge la gran escolástica con Alberto Magno, Buenaventura y Tomás de
Aquino.
Con la peste negra en los primeros decenios del siglo XIV inicia el otoño
del medioevo.
34
Liturgia en los siglos XI-XVI
VIII. Redacta un Pontifical, que junto a los usos romanos recoge otros ritos más acordes
con el talante de su propia cultura franco-germánica. Este libro, pensado en principio para
el uso particular del obispo de Mende, recibirá una gran acogida por parte de muchos
obispos; ofrece una liturgia menos ligada a la iglesia local de Roma y de carácter más
universal;
3. La invención de la imprenta: (a. 1436-1440) será un factor determinante en la
fijación de las liturgias. Si en el período anterior era difícil encontrar dos manuscritos
concordantes, ahora con la letra impresa van desapareciendo las variaciones en los textos
y ritos, se va consiguiendo una cierta unidad en el interior de las provincias eclesiásticas,
y se produce así una situación objetiva que habrá de favorecer a la codificación de
formularios litúrgicos, auténticos y universalmente utilizables, desde el concilio de
Trento.
b) Predicación y liturgia:
No obstante que en las Galias, a petición de Cesareo de Arlés, el concilio de
Vaison (a. 529) ya había reconocido a los presbíteros el poder de predicar, desde
comienzos de la edad media se advierte en todas partes una sensible disminución de la
predicación.
Pero en las últimas décadas del siglo XII, diversos movimientos como el de Pietro
Valdo, y poco más tarde la aparición de las órdenes mendicantes, obtienen un nuevo
florecer, si no de la homilía, sí de la predicación al pueblo. Este estilo de predicación se
desvinculó de la misa, lo cual se reflejó en el alejamiento del púlpito desde el presbiterio
hacia la nave. La predicación adquiere, pues, un tono altamente retórico.
Después del período álgido de la escolástica del siglo XIII, la decadencia de la
teología coincide con una decadencia de la predicación. Se abandonan los valores
fundamentales de la homilía que eran claros para otras épocas:
su conexión con la liturgia celebrada;
la inspiración en el texto sagrado;
y la preocupación por la sencillez.
Se cambia esto por sermones cada vez más largos y floridos. Ya no se predica
sobre la liturgia de cada domingo o fiesta sino que se organizan sermones que abordan
temas amplios y sistemáticos o también problemas de tipo especulativo, asemejándose a
tratados teológicos.
c) Nueva piedad eucarística:
Hacia finales del siglo XII se introduce una actitud nueva hacia la eucaristía, que
tiene por efecto, no el acercamiento al sacramento, sino el distanciamiento de él: los
fieles contemplan, admiran, adoran desde lejos.
Mientras que, hasta entrado el siglo IV, la costumbre era recibir la comunión en
cada celebración eucarística, a partir del siglo V, disminuye manifiestamente, como efecto
de la lucha antiarriana, por lo que el sínodo de Agde en las Galias (506) exigió un
mínimo: navidad, pascua y pentecostés. Y Es probable que a partir del siglo IX, los fieles,
35
Liturgia en los siglos XI-XVI
36
Liturgia en los siglos XI-XVI
27
Un exponente clásico de este tipo de piedad es la famosa Imitación de Cristo escrita por Tomás de Kempis.
37
Liturgia en los siglos XI-XVI
3. LA TEOLOGÍA SACRAMENTAL.
Para este autor los sacramentos son ante todo un remedium para el hombre
pecador. Y propone una nueva definición de sacramento:
“Sacramento es el elemento material o corporal propuesto sensiblemente desde fuera,
que representa por semejanza y significa por institución, y que contiene una gracia
espiritual e invisible para la santificación”.
28
Estos términos lo profundizaremos en el siguiente curso de teología sacramental.
38
Liturgia en los siglos XI-XVI
Conviene subrayar ahora los riesgos y límites que afronta el tratado de los
sacramentos en la reflexión escolástica:
pone las bases cristológicas del orden sacramental, aunque f avoreciendo
una perspectiva excesivamente cristológica en detrimento de lo
pneumatológico;
también se da un deficit de eclesiología, insistiendo unilateralmente en la
salvación individual;
la escolástica se caracteriza por la descomposición de las cuestiones en
una diferenciación de elementos formales bajo un exagerado deseo de
definición y exactitud. En otras palabras se cae en el riesgo de definir
aspectos distintos sin lograr una visión sintética. [142]
39
PARTE 6: DESDE TRENTO HASTA LOS ALBORES DEL MOVIMIENTO LITÚRGICO
(1545-1909)
1. CONTEXTO GENERAL.
Veremos ahora una panorámica sintética de las características de los siglos que
conforman la época que estamos estudiando:
Siglo XVII: es el tiempo del arte barroco que nació como contrarreforma,
caracterizado por lo grandioso, el sentimiento exaltado, el entusiasmo por
la victoria y el triunfo que brota de haber salvado la fe. Esta es la última
etapa de la Europa Cristiana.
40
Liturgia en los siglos XVI-XIX
Por otro lado, Lutero declara abolida la misa privada e inválidas las misas
donde solamente comulga el sacerdote.
b) La labor litúrgica del Concilio de trento.
Entre los trabajos conciliares conviene destacar algunos que son de gran
trascendencia:
Se parcela la eucaristía bajo tres puntos de vista: presencia real, la
comunión y el sacrificio dificultando con ello la búsqueda de una síntesis
dogmática del sacramento de la eucaristía.
Se señalan abusos de avaricia, irreverencia y superstición en la eucaristía.
El Obispo se declara como principal responsable de la liturgia.
La lengua latina es considerada como el remedio eficaz contra las herejías
por lo que se canoniza como la lengua litúrgica.
41
Liturgia en los siglos XVI-XIX
Con esto, no se hizo otra cosa que restaurar el rito romano franco-germánico
medieval más o menos según la forma de Gregorio VII30. Esta obra reformadora de
Trento y de los papas es digna de alabanza porque salvó la liturgia de la crisis del mil
quinientos31 y, mientras ajustó la liturgia para superar esa situación caótica, también causó
su alejamiento de la vida real, obligando a los fieles a alejarse de la liturgia y a refugiarse
en diversas formas de piedad popular y devocional.
c) Liturgia en la época del barroco.
Después del Concilio de Trento apareció un clima de seguridad al interno de la
iglesia invadido por un ambiente triunfalista, que se reflejó ampliamente en el arte
cultual y en una liturgia que ponía su acento en lo festivo. Esto se ve claramente
reflejado en los siguientes aspectos:
El siglo XVII se convierte en siglo de la polifonía: se olvida la
funcionalidad de la música al servicio de la liturgia.
La contrarreforma se apuntaló especialmente en la presencia real de
Cristo en la Eucaristía. De aquí la importancia de la fiesta del Corpus
Christi, su procesión triunfal con la música y el esplendor de la cultura
barroca.
El siglo XVII también se conoce como el siglo de la exposición
frecuente: la exposición de las cuarenta horas, la adoración perpetua,
reparadora... El ceremonial de la corte ya no es aplicado a obispos y
sacerdotes, sino a Cristo eucarístico. Ya habíamos apuntado
anteriormente que la adoración procede de la edad media (instituida en
1264), pero en esta época se convierte en práctica universal y obligatoria.
Otro polo de la piedad del Barroco es la devoción a María como Madre
de Dios. Se multiplican las peregrinaciones y aparecen fiestas nuevas en
su honor: del Rosario, del Nombre de María, de la Merced, del Carmen, de
la Inmaculada, que ya no guardan un nexo estrecho con el misterio
pascual.
La liturgia se convierte en espectáculo: las vestiduras y ornamentos se
recargan de decorados; aparecen los altares laterales con retablos propios
en honor de los santos; la predicación se hace autónoma fuera de la misa;
el latín ya es incomprensible para el pueblo; la liturgia romana se considera
un asunto de legislación eclesiástica.
29
Para cuidar esto, Sixto V creó en 1588 la Sagrada Congregación de Ritos. Así se da inicio a la era de los
rubricistas.
30
Cf. NEUNHEUSER B., Storia della..., op. cit., p. 118.
31
Se trataba de una liturgia que estaba orientada hacia elementos periféfricos; entre otros elementos: se había perdido
la precedencia de los tiempos fuertes, abundaban las fiestas de santos (los días festivos no eran inferiores a los 130)
y las misas votivas.
42
Liturgia en los siglos XVI-XIX
Aunque hay que señalar que estos postulados estaban enmarcados por el espíritu
del iluminismo cuya valoración haremos en seguida. Este Sínodo “es un ejemplo clásico
de como una cosa en sí muy justa, como lo es la reforma litúrgica, si se trata con
imprudencia, indiscreción y exageración se expone no solamente a ser rechazada y
condenada, sino también a retrasar por mucho tiempo el necesario proceso de reforma”32.
La valoración de esta época se enmarca en dos polos:
Positivo: el iluminismo lucha con mucha razón contra el fasto exuberante
del barroco; por vez primera se ha puesto el acento sobre el aspecto
pastoral de la liturgia.
Negativo: El iluminismo vio la grandeza de la liturgia desde lejos y nunca
pudo acercarla a los fieles; permaneció demasiado prisionero de la
dimensión humanística, de un intelectualismo subjetivo; consideraba la
liturgia como una acción educativa para el progreso moral del individuo
y no como lo que realmente es, acción salvífica.
32
NEUNHEUSER B., Storia della Liturgia..., op. cit., p. 128.
43
Liturgia en los siglos XVI-XIX
Los Católicos:
El concilio de Trento elaboró su doctrina sacramental teniendo en
cuenta las tesis protestantes (también la fase postridentina dedica un
lugar relevante a la refutación de dichas tesis). Para ello reasumió los
principios básicos de la gran escolástica: analiza los elementos esenciales
del signo sacramental bajo las categorías de materia, forma, ministro, todo
con el objeto de precisar con detalle la validez y la licitud de cada
sacramento.
Ante este contexto se corre el peligro de que el hecho sacramental
pierda su carácter fundamental de acción y acontecimiento,
desplazando a su vez a un lugar periférico la participación humana. Esto
es perdiendo su contexto teológico (en la dinámica de la historia de la
salvación), eclesial (en el contexto de la comunidad) y antropológico (en el
contexto de una participación activa y consciente).
Todo el ámbito sacramental entra en un período de creciente
cosificación.
Se fija el número de los sacramentos en Siete y reciben un acento
marcadamente apologético, especialmente después de Trento.
Podría decirse que el modelo eclesial aquí es la «Iglesia del
sacramento».
44
Liturgia en los siglos XVI-XIX
45
PARTE 7: EL MOVIMIENTO LITURGICO33
1. RETORNO A LA LITURGIA..
Concentró su obra para volver a la liturgia romana original y a los padres, a la vez
que promovió la interiorización del culto eclesial.
2. PASTORAL LITÚRGICA.
33
Para una documentación más amplia se puede consultar la voz: Movimiento Litúrgico en NDL.
34
Se trata del viejo problema de cómo conciliar la gracia de Dios con la libertad del hombre. En este caso, los
Jansenistas (el nombre se deriva de Jansenio [1585-1638]) insisten unilateralmente en la necesidad de la gracia
para la salvación, excluyendo o reduciendo la cooperación de la persona porque ésta está corrompida y privada de
libertad. Podría decirse que se trata de una postura opuesta al Pelagianismo.
35
Se trata de un movimiento doctrinal que reivindica la autonomía de la Iglesia de Francia respecto a la jurisdicción
de Roma. La actitud de independencia del rey (sobre todo de Luis XIV), del episcopado y del parlamento de París
en todo lo que se refiere a las cuestiones temporales presentaba como base histórica la presunta li bertad de la
Iglesia de Francia. Del terreno práxico se pasó al campo teológico-espiritual.
46
Movimiento Litúrgico
Lamentablemente el movimiento que suscitó este congreso se paralizó con las dos
guerras mundiales.
Otro promotor del movimiento litúrgico fue Romano Guardini, sacerdote italo-
alemán, que en 1918 escribió un capítulo básico de su obra El Espíritu de la Liturgia.
Él mismo explica cómo nació el movimiento litúrgico: “...ha nacido por la fuerza
de la necesidad. Bajo la influencia del individualismo y del racionalismo modernos, el
culto de la Iglesia ... había sido relegado a un plano secundario... Fue necesario que del
interior de la Iglesia se despertara el deseo de aquello que había sido relegado. Surgió
entonces un trabajo científico e histórico que se esforzaba por resucitar la Liturgia en su
autenticidad y por darle en la vida religiosa el lugar que le correspondía”36.
En una carta escrita al Obispo de Maguncia describe cuáles son los elementos
básicos que identifican al movimiento litúrgico: “Sus elementos auténticos y
plenamente conscientes no han tenido otro fin que restablecer el culto divino en la pureza
y plenitud que le son necesarias para proclamar la gloria de Dios e iniciar a los fieles en
las riquezas del mundo de la gracia”37.
También insistió en la dimensión comunitaria de la liturgia afirmando que “En
la vida litúrgica el individuo no se sitúa ante Dios como un ser aislado, independiente,
sino como un elemento, un factor constitutivo de esa gran unidad de que venimos
hablando. Quien se dirige a Dios es la unidad, la colectividad: el creyente no hace más
que prestar su cooperación, y por eso se le exige que se de perfecta cuenta de su calidad
de miembro integrante, y por lo tanto, de su responsabilidad”38.
3. LA CIENCIA LITÚRGICA.
36
GUARDINI ROMANO, Carta al obispo de Maguncia, en Cuadernos Phase 64, p. 23.
37
Idem. p. 19.
38
GUARDINI ROMANO, La comunidad litúrgica, en Cuadernos Phase 64, p. 7.
47
Movimiento Litúrgico
En Alemania:
El Instituto Superior de Liturgia de Tréveris.
También ocupó un lugar de importancia la abadía de María Laach.
Odo Casel: presencia del misterio salvífico en el culto.
Mohlberg: gran editor de los sacramentarios.
Baumstark: cuya obra de investigación histórica se ha convertido en
referencia obligada.
A. Jungmann: con aportaciones al movimiento litúrgico, al Vaticano II y al
Postconcilio.
Unión Franco-germánica:
Entre el Centro de Pastoral Litúrgica de París y el Instituto de Tréveris se
organizaron varios congresos de suma importancia como el de Asís (1956), que reunió a
jerarcas y pastores de todo el mundo, y que creó una auténtica expectación por una
reforma litúrgica.
b) Pio XII.
Emite lo que será la carta magna del movimiento litúrgico, la encíclica Mediator
Dei (1947), que como documento, “si bien no respondía a los desiderata del movimietno
litúrgico y resulta muy superado por el Vaticano II, tiene el mérito de haber sido el primer
reconocimiento oficial al movimiento litúrgico a nivel de iglesia universal...”39
Como puntos positivos de este documento podemos distinguir los siguientes:
Entiende la teología de la liturgia como culto público integral del cuerpo
místico de Cristo, de la cabeza y de los miembros, y presencia privilegiada
de la mediación sacerdotal de Cristo Cabeza.
39
NEUNHEUSER B., Movimiento Litúrgico, en NDL, op. cit., p. 1378.
48
Movimiento Litúrgico
49
PARTE 8: TEOLOGÍA LITÚRGICA DEL CONCILIO VATICANO II
40
Cf. AAS 47, 1955, 218; 52, 1969, 393.
41
Cf. AAS 47, 1955, 218-224.
42
Idem. 838-847.
43
Cf. AAS 50, 1958, 630-633.
44
Cf. AAS 52, 1961, 593-740.
50
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
51
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
El concilio afirma:
Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre
todo en la acción litúrgica. (SC 7).
45
AAS 57, 1965, 764.
52
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
5. VACÍOS EN LA CONSTITUCIÓN.
53
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
Presenta capítulos pobres sobre el año litúrgico puesto que menciona los
misterios anuales con timidez, esto es, no se tratan los tiempos fuertes;
música y arte con ausencia de una teología, poco se dice del contenido de
lo que se debe cantar y nada sobre el sentido del edificio; poco sobre los
objetos sagrados. [185]
54
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
PARTE 9: EL POSCONCILIO
Ellos se pudieron preparar en menos de 10 años gracias a la reflexión previa que había
aportado el movimiento litúrgico. Se elaboraron, pues, el misal, el leccionario, rituales con sus
leccionarios y la liturgia de las horas, cada uno de ellos con su Institutio Generalis o sus
Prenotanda que condensan la teología, la normativa, la espiritualidad y la acción pastoral
propia de cada tipo de celebración.
Por eso el magisterio trató de orientar a la iglesia por estos caminos que dieran
continuidad a lo iniciado por el Concilio y para evitar las desviaciones que, de hecho se estaban
presentando en algunos lugares.
55
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
d) Documentos sectoriales.
La Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis (1970), está referida a los
candidatos al sacerdocio: en ella se asienta la identidad del ministerio sacerdotal
en el ministerio de la palabra y del sacramento, se impulsa la vida espiritual del
sacerdote en torno a la liturgia y a su formación litúrgica intelectual.
En esa misma línea aparece la Instrucción sobre la formación litúrgica en los
seminarios (1979).
Actio Pastoralis (1969) que busca orientar y regulas las celebraciones con
grupos: afirma que la eclesialidad y la adaptación al grupo son dos principios
fundamentales de las celebraciones con grupo.
El Directorio para las misas con niños (1973) que no propone un nuevo rito,
sino que alude más bien a las posibilidades de adaptación a través de acentos,
reducciones u omisiones y la selección de los textos más aptos para los niños.
La Instrucción de la Sagrada congregación para la doctrina de la fe sobre el
bautismo de niños (1980): recorre la problemática de hoy concluye con oportunas
orientaciones pastorales.
46
Cf. cánones 837; 842,2; 849; 1173-1174,2; 1175; 1246,1; 1247.
56
Teología litúrgica del Concilio Vaticano II
a) Situación.
Se presentan dos extremos antagónicos: por un lado el polo extremista que reclaman la
falta de fiesta, de atención a las ciencias humanas y a la cultura; por otro lado el polo
involucionista que acusa a la nueva liturgia de ambigüedad sobre la presencia real y sobre el
sentido sacrificial de la celebración eucarística, denuncia también la disminución de la
devoción a María y a los santos y califica los nuevos libros litúrgicos como “portadores de
defectos doctrinales graves”.
b) Corrientes de opinión.
Desacralización: se planteó con agresividad el binomio sagrado-profano,
abogando por una liturgia que destacara la dimensión política de la salv ación
cristiana.
Fe-sacramento que corresponde al binomio evangelización-sacramentalización:
esta corriente cuestionaba el bautismo de niños y el sacramento del matrimonio,
pedido por individuos sin fe.
Celebraciones festivas: en reacción a las celebraciones didáctica y moralizantes
y contra al culto rutinario y ceremonial. Es cierto que se puede acusar de
varbalismo a la liturgia posconciliar, pero esto no otorga el derecho a hacer de la
celebración un festival.
Adaptación litúrgica: corresponde al proceso de traducción y adaptación a las
estructuras y trasfondos mentales de cada lengua. Aquí se exige la necesario
inculturación del misterio de Cristo.
Liturgia y ciencias humanas: la experiencia cultual depende de los
condicionamientos que detectan la ciencias del hombre, por ello, se replantea el
culto desde la antropología, la lingüística y la filosofía del lenguaje, las ciencias
de la comunicación, la psicología y la sociología.
Movimientos de oración: grupos pentecostalistas y la piedad popular
revalorizada, que pueden disponer a la acción litúrgica, pero que también la
pueden obstaculizar.
Creatividad litúrgica: La reforma conciliar se caracteriza por ser moderadamente
creativa. Y hay que tener cuidado para moverse en esa misma dirección y no
caer en el prurito de innovación, al margen de la práctica eclesial.
Liturgia y Ecumenismo: gracias a ello, la valoración de la Palabra, propia de los Comentado [JAM1]: Podría ampliarse con el artículo de Phase
reformadores, ha entrado en la Iglesia Católica, al igual que la pneumatología 226-227(1998) p. 349-354.
litúrgica oriental; y la tradición sacramental ortodoxa y católica ha influido en las
iglesias de la reforma. Se han logrado acuerdos que se reportan en documentos
como «Upsala 68» y el Grupo de Dombes.
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