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Estudio 1980 2 04
Estudio 1980 2 04
Estudio 1980 2 04
(Estudio antropológico)
nada, ex nihilo nihil fit '. Pero David Hume (1711-1776) llevó el empirismo
hasta el extremo y negó que los principios universales pudieran ser leyes obje
tivas necesarias. Rechazó especialmente el principio de causalidad 2.
Según Hume la experiencia nos muestra hechos sucesivos, no causas que
produzcan efectos. Por otra parte, nos formamos de la causa y del efecto
representaciones distintas y, por tanto, separables; ¿por qué, pues, sería
contradictorio que éste existiera sin aquélla? Es preciso, sin embargo, explicar
cómo llegan los hombres a admitir el principio de causalidad.
La explicación es de orden psicológico: dos hechos que se suceden regu
larmente nos producen la costumbre de verlos juntos; tan pronto como vemos
uno, esperamos otro, y traducimos esta impresión diciendo que el uno lleva
consigo el otro, que el primero causa el segundo.
El principio de causalidad tiene, pues, un carácter de necesidad, pero de
orden psicológico. Indudablemente con esto no se explica por qué no todas las
sucesiones son consideradas como series causales (por ejemplo, el día sucede a
la noche, sin ser efecto de ella). Pero lo cierto es que la teoría de Hume fue re
cogida por los empiristas del siglo XIX, especialmente por John Stuart M ili3.
J. Stuart Mili (1806-1873) en la primera edición del A System o f Logic
Raciocinative and inductive escribe:
Un acontecimiento que sucede por azar podría describirse mejor como
una coincidencia de la cual no tenemos fundamento para inferir una unifor
midad... Los hechos casualmente juntados son separadamente efectos de
causas... pero de causas diferentes, de causas no unidas por una ley 4.
5. R aeymaeker , L., Filosofía del ser (versión de María Dolores Mouton y Valentín
García Yebra), B.H .F., Gredos, Madrid 1961 (2.a ed. revisada), p. 289.
6. Isencrahe , G ., Ueber die Grundlegung eines bundigen kosmologischen Gottesbe-
weises, Kempten, Munich 1915.
7. Esta opinión es sostenida por Lorenz Fuetscher (1894-1935), Pedro Descoqs (1877-
1946), J. de Vries, etc.
8. La descripción fenomenològica de Geiser se refiere a la actividad espiritual e inmanente
del hombre, que no se debe confundir con la causalidad (externa). Como la actividad humana es
siempre a la vez transitiva e inmanente, implica siempre este factor de causalidad.
250 A. MASD1AS QUINTELA 4
Para Laplace, el azar es tan sólo una palabra que encubre nuestra igno
rancia.
Cien años más tarde H. Poincaré reproduciría la misma idea, al recoger el
sentir de los científicos contemporáneos suyos, de su época, en aquella frase:
Una teja cae de un tejado, sea que yo pase, sea que no pase por la calle;
no hay ninguna conexión, ninguna solidaridad, ninguna dependencia entre
las causas que determinan la caída de la teja y las que me han hecho salir de
mi casa para llevar una carta al correo. La teja me cae sobre la cabeza, y he
ahí al viejo lógico puesto definitivamente fuera de servicio: es un encuentro
fortuito que tiene lugar por azar...
Los hechos que suceden por azar o por combinación fortuita, bien lejos
de eliminar la idea de casualidad, bien lejos de ser efectos sin causa, exigen
para su producción el concurso de varias causas. El carácter de fortuito deri
va sólo del carácter de independencia de las causas concurrentes 17.
13. B ergson , H., La evolución creadora (trad, de M .a Luisa Pérez Torres de la ed. or.
L ’évolution créatrice en Presses Universitaires de France, Paris 1969), col. Austral, Espasa-
Calpe, Madrid 1973, cap. III, pp. 170-239.
14. James, W., Carta a Bergson del 13 de junio de 1907 (The Selected Letters o f William Ja
mes, ed. Elizabeth Hardwick, 1961, pp. 237-238.
15. C ournot , A ., Essai sur les fundaments de nos connaissances et sur les caractères de là
critique philosophique, Hachette, Paris 1922, n. 30, pp. 37-38.
16. C ournot , A ., Exposition de la théorie des chances et des probabilités, Hachette, Paris
1843, n. 39, p. 71.
17. C ournot , A ., Materialisme, Vitalisme, Rationalisme, Hachette, Paris 1923, sec. 4& 3,
p. 222.
254 A. MASDIAS QUINTELA
detalles del paseo del viejo lògico, e inversamente el paseo no envuelve consigo
ninguna condición para la caída de la teja. Según Cournot:
lo que hay de fundamental y de categórico en la noción del azar es la idea de
la independencia o de la solidaridad entre diversas series de causas l8.
Claro está que además se distingue en el azar otro elemento el cual es po
sitivo y es el concurso o el encuentro de tales series de causas, es decir, la inter
ferencia, la intersección de ellas.
Los modernos presentan como de Cournot toda esta concepción del azar,
pero parece que ya en 1714 Juan de la Placette nos habla de esta concepción y
más atrás tenemos a san Francisco de Sales el cual ya escribía en el año 1616:
Estos casos fortuitos resultan por la concurrencia de varias causas que,
sin tener un enlace natural unas con otras, produce cada una su efecto parti
cular, de tal manera, que de su encuentro nace otro efecto de otra naturaleza,
al cual, sin que se haya podido preverlo, todas estas causas diferentes han
contribuido 19.
21. Borel , E., Le hasard, Alcan, Paris 1932 (traducción española El azar, 1948).
22. Borel , E., Le hasard, op. cit., p. 214.
23. M eyer , F ., L ’acceleration évolutive, 1947 y Problématique de l ’évolution, 1954.
256 A. MASDIAS QUINTELA 10
24. H eisenberg , W ., Der Teil und das Ganze, München 1969, p. 113.
25. Koestler , A ., Las raices del azar (trad. de Rolando Hanglin), Ed. Kairós, Barcelona
1974, pp. 98-99.
11 El. AZAR Y LA FINALIDAD 257
26. Kammerer , P ., Das Gesetz der Serie, Deutsche Verlags-Anstalt, Stuttgart-Berlin 1919,
p. 456.
258 A. MASDIAS QUINTELA 12
Entre los filósofos, los profesores Broad y Price han presentado estimu
lantes hipótesis mentalísticas.
Últimamente, entre los matemáticos, G. Spencer Brown propuso una
intrigante teoría que pretendía explicar los nada fortuitos resultados en los ex-
27. J ung , C .G ., The Structure and Dynamics o f the Psyche, Collected Works, vol. VIII, tr.
Hull, R.F.C., London 1960, p. 511.
13 EL AZAR Y LA FINALIDAD 259
28. Ver a Koestler , A ., Las raíces del azar, op. cit., p. 141.
29. Cita de Koestler , A ., Las raíces del azar, op. cit. p. 148.
30. M irándola , Pico della, Opera omnia, Basle 1557, p. 40 f.
260 A. MASDIAS QUINTELA 14
31. L eibniz , G., Monadologie n. 14 (tom o VI), Berlín 1885, p. 607, y Loe. cit. n.
7,10,11,15, pp. 607-609.
Véase también Monadologia (traducción de Manuel Fuentes Benot), B.I.F., Aguilar, Buenos
Aires 1964 (3.a ed.) pp. 27 (n. 7), 29 (n. 11), 44-45 (n. 51) en especial.
15 EL. AZAR Y LA FINALIDAD 261
del I Ching, se basan en la idea de que los acontecimientos casuales son miste
rios menores que pueden utilizarse como indicadores con respecto al gran mis
terio central.
O sea, la Sincronía y la Serialidad son derivados modernos de la creencia
arquetípica en la unidad fundamental de todas las cosas, superior a la causali
dad mecánica.
Y efectivamente esto es así, pues podríamos comparar la evolución
científica de los últimos ciento cincuenta años con un vasto sistema fluvial,
donde un afluente tributario tras otro resulta devorado por la corriente princi
pal, unificándose todos ellos en un único y anchuroso delta.
Los constituyentes últimos del universo, energía y masa, partícula y
vibración, se presentaron entonces como aspectos diferentes de un mismo pro
cesó básico, la llamada unicidad fundamental. Whitehead sintetizó la si
tuación en forma llamativa 32.
El progreso de la ciencia hacia una unidad fundamental, visible en amplia
perspectiva, brinda también una analogía positiva entre el concepto de unici
dad de los pitagóricos y sus descendientes, incluyendo a Kammerer y Jung, e
incluso nos permite adquirir cierta tolerancia en cuanto a la obsesión de Kam
merer con la idea de una atracción cuasi-gravitacional entre las entidades afi
nes, la simbiosis, la periodicidad, la afinidad y demás.
Si Kammerer rechazó la telepatía fue sólo porque creía que aquélla
establecía un misterio menor, innecesario, en relación con fenómenos que for
maban parte del misterio mayor de la serialidad: la correlación universal de las
cosas, su integración en una matriz universal.
Debemos hallar una unidad final compartida por el físico, el místico y el
parapsicólogo; una unidad que sólo se alcanzaría a través de la diversidad, en
un giro superior del espiral.
También entre los biólogos ha revivido el interés por las potencialidades
de la materia viva, en cuanto a edificar formas de complejidad superior que
presentan la unidad-en-la diversidad sobre un nivel más alto: en otras pa
labras, el interés por los poderes integradores de la vida, concepto que
contrasta con la concepción de la evolución a base de mutaciones casuales.
En último análisis el azar ¿no sería sencillamente lo que no comprendo?
La ventaja que podemos ver en la denominación de azar es que uno no se limi
ta a lo antropomórfico y, en definitiva, confesamos mejor lo que no compren
demos.
El mundo vivo, tal y "como lo contemplamos, incluida la raza humana, es
el producto de azares filtrados por una selección. Pero quien dice selección di
ce prohibición. La vida tal y como se manifiesta y organiza prohíbe en cierto
modo a otra cosa reproducirse... ¡Curiosa combinación de un azar que termi
na en algo que prohíbe el azar!... La vida y su desarrollo ¿estarían acaso dota
dos en cierto modo de intencionalidad? Efectivamente tenemos que evocar
una idea de intencionalidad: proyecto, deseo...
El desarrollo de las ciencias modernas nos da una visión particularmente
penetrante e interrogativa sobre el mundo, el mundo viviente y el hombre, y
en el plano estrictamente científico la significación de este prodigioso conjun
to se nos escapa totalmente. Declarar que este sentido, por escapársenos, no
existe, es lo propio incluso de una gestión intelectual indebida llamada simple
mente extrapolación.
Tras la experiencia del límite de las ciencias es posible otra cosa. No es
por no comprender yo por lo que la cuestión desaparece, sino que es entonces
cuando queda abierto a un posible inexplorable no puede ser, de orden del
«saber». ¿No sería acaso en él donde aparece entonces, entre la bruma lumi
nosa de la incertidumbre fundamental, el orden de la fe y del amor?
Antonio M a s d ía s Q u ín t e l a