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Teoría Psicoanalítica

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Teoría psicoanalítica

La teoría psicoanalítica es la teoría de la organización de la personalidad y la


dinámica del desarrollo de la personalidad que guía el psicoanálisis, un método
clínico para tratar la psicopatología. Presentada por primera vez por Sigmund
Freud a fines del siglo XIX, la teoría psicoanalítica ha experimentado muchos
refinamientos desde su trabajo.
La teoría psicoanalítica llegó a la plena prominencia en el último tercio del siglo XX
como parte del flujo del discurso crítico sobre los tratamientos psicológicos
después de la década de 1960, mucho después de la muerte de Freud en
1939.Freud había cesado su análisis del cerebro y sus estudios fisiológicos y
cambió su enfoque al estudio de la mente y los atributos psicológicos relacionados
que conformaban la mente, y al tratamiento utilizando la asociación libre y los
fenómenos de transferencia.
Su estudio enfatizó el reconocimiento de eventos infantiles que podrían influir en el
funcionamiento mental de los adultos. Su examen de los aspectos genéticos y
luego del desarrollo le dio a la teoría psicoanalítica sus características.
Comenzando con su publicación de La interpretación de los sueños en 1899, sus
teorías comenzaron a ganar importancia.
Psicoanalítico y psicoanalítico se utilizan en inglés. Este último es el término más
antiguo, y al principio simplemente significaba «relacionado con el análisis de la
psique humana». Pero con la aparición del psicoanálisis como una práctica clínica
distinta, ambos términos llegaron a describir eso.
Aunque ambos todavía se usan, hoy en día, el adjetivo normal es psicoanalítico.
El psicoanálisis se define en el Oxford English Diccionario como
Un método terapéutico, creado por Sigmund Freud, para tratar los trastornos
mentales mediante la investigación de la interacción de elementos conscientes e
inconscientes en la mente del paciente y trayendo miedos y conflictos reprimidos a
la mente consciente, utilizando técnicas como la interpretación de los sueños y la
asociación libre.
A través del alcance de una lente psicoanalítica, se describe que los humanos
tienen impulsos sexuales y agresivos. Los teóricos psicoanalíticos creen que el
comportamiento humano es determinista. Se rige por fuerzas irracionales y el
inconsciente, así como por impulsos instintivos y biológicos. Debido a esta
naturaleza determinista, los teóricos psicoanalíticos no creen en el libre albedrío.
Los comienzos
Freud comenzó sus estudios sobre psicoanálisis en colaboración con el Dr. Josef
Breuer, especialmente cuando se trataba del estudio sobre Anna O. La relación
entre Freud y Breuer fue una mezcla de admiración y competencia, basada en el
hecho de que eran trabajaron juntos en el caso de Anna O. y tuvieron que
equilibrar dos ideas diferentes en cuanto a su diagnóstico y tratamiento.

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Hoy, Breuer puede ser considerado el abuelo del psicoanálisis. Anna O. estaba
sujeta a perturbaciones físicas y psicológicas, como no poder beber por miedo.
Breuer y Freud descubrieron que la hipnosis fue de gran ayuda para descubrir
más sobre Anna O. y su tratamiento. La investigación y las ideas detrás del
estudio sobre Anna O.
Fueron altamente referenciadas en las conferencias de Freud sobre el origen y el
desarrollo del psicoanálisis.
Estas observaciones llevaron a Freud a teorizar que los problemas que enfrentan
los pacientes histéricos podrían estar asociados con experiencias dolorosas de la
infancia que no podían recordarse. La influencia de estos recuerdos perdidos
moldeó los sentimientos, pensamientos y comportamientos de los pacientes.
Estos estudios contribuyeron al desarrollo de la teoría psicoanalítica.
Estructura de personalidad
Sigmund Freud sostuvo que la personalidad consta de tres elementos diferentes,
el id, el ego y el superyó. La identificación es el aspecto de la personalidad
impulsado por impulsos y necesidades internas y básicas. Estos son típicamente
instintivos, como el hambre, la sed y el deseo sexual o la libido.
El Id también es el inconsciente y se deriva de nuestras habilidades instintivas. La
identificación actúa de acuerdo con el principio del placer, ya que evita el dolor y
busca el placer. Debido a la calidad instintiva de la identificación, es impulsiva y a
menudo ignora las implicaciones de las acciones.
El ego es impulsado por el principio de realidad. El ego trabaja para equilibrar la
identificación y el superyó, tratando de lograr el impulso de la identificación de las
formas más realistas. Busca racionalizar el instinto de identificación y complacer
los impulsos que benefician al individuo a largo plazo.
Ayuda a separar lo que es real y realista de nuestras unidades, además de ser
realista sobre los estándares que el superego establece para el individuo.
Además, el Ego es cómo nos vemos a nosotros mismos. Esto es consciente, pero
no siempre es cierto. Por ejemplo, alguien podría creer que es la persona más
atractivos en el mundo, sin embargo, esto es sólo una opinión que tienen y no
todos estarán de acuerdo con que impulsado por el principio de moralidad.
Actúa en conexión con la moralidad del pensamiento y la acción superiores. En
lugar de actuar instintivamente como la identificación, el superyó trabaja para
actuar de maneras socialmente aceptables. Emplea la moralidad, juzga nuestro
sentido de lo incorrecto y lo correcto y utiliza la culpa para alentar un
comportamiento socialmente aceptable.
Además, el Superego proviene de las personas que nos rodean. Afectan lo que
creemos y cómo vemos las cosas, por lo que esto puede ser diferente
dependiendo de cómo te criaste y la cultura en la que estabas. El Superego
también es responsable de encontrar el medio feliz entre Id y Ego. La

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identificación a veces puede ser demasiado dominante cuando hay impulsos
humanistas.
El ego puede ser muy poco realista en términos de cómo nos vemos a nosotros
mismos.
El inconsciente
El inconsciente es la parte de la mente de la que una persona no es consciente.
Freud dijo que es el inconsciente el que expone los verdaderos sentimientos,
emociones y pensamientos del individuo. Hay una variedad de técnicas
psicoanalíticas utilizadas para acceder y comprender el inconsciente, que van
desde métodos como la hipnosis, la asociación libre y el análisis de los sueños.
Los sueños nos permiten explorar lo inconsciente; Según Freud, son «el» camino
real «hacia el inconsciente». Los sueños se componen de latente y manifiesto
contenido. Mientras que el contenido latente es el significado subyacente de un
sueño que puede no recordarse cuando una persona se despierta, el contenido
manifiesto es el contenido del sueño que una persona recuerda al despertar y
puede ser analizado por un psicólogo psicoanalítico.
Explorar y comprender el contenido manifiesto de los sueños puede informar al
individuo sobre complejos o trastornos que pueden estar bajo la superficie de su
personalidad. Los sueños pueden proporcionar acceso al inconsciente que no es
fácilmente accesible.
Los resbalones freudianos (también conocidos como arrapases) ocurren cuando el
ego y el superyó no funcionan correctamente, exponiendo la identificación y los
impulsos o deseos internos. Se consideran errores que revelan el inconsciente.
Los ejemplos van desde llamar a alguien por el nombre incorrecto, malinterpretar
una palabra hablada o escrita o simplemente decir algo incorrecto.
Mecanismos de defensa
El ego equilibra el id, el superyó y la realidad para mantener un estado saludable
de conciencia. Por lo tanto, reacciona para proteger al individuo de cualquier
estresante y ansiedad distorsionando la realidad. Esto evita que pensamientos
inconscientes amenazantes y material entren en la conciencia.
Los diferentes tipos de mecanismos de defensa son: represión, formación de
reacción, negación, proyección, desplazamiento, sublimación, regresión y
racionalización.

Teorías de psicología
Desarrollo psicosexual
La toma de Freud sobre el desarrollo de la personalidad (psique). Es una teoría de
la etapa que cree que el progreso ocurre a través de las etapas a medida que la
libido se dirige a diferentes partes del cuerpo. Las diferentes etapas, enumeradas

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en orden de progresión, son: oral, anal, fálica (complejo de Edipo), latencia,
genital.
La etapa genital se logra si las personas satisfacen todas sus necesidades en las
otras etapas con suficiente energía sexual disponible. Las personas que no
satisfacen sus necesidades en una etapa determinada se vuelven obsesivas o
«estancadas» en esa etapa.

Teoría neoanalítica
La teoría y el trabajo de Freud con el desarrollo psicosexual llevaron a los
neoanalíticos / neo-freudianos que también creían en la importancia del
inconsciente, las interpretaciones de los sueños, los mecanismos de defensa y la
influencia integral de las experiencias de la infancia, pero también tenían
objeciones a la teoría.
No apoyan la idea de que el desarrollo de la personalidad se detiene a los 6 años,
sino que creen que el desarrollo se extiende a lo largo de la vida. Extendieron el
trabajo de Freud y abarcaron más influencia del entorno y la importancia del
pensamiento consciente junto con el inconsciente. Los teóricos más importantes
son Erik Erikson (Desarrollo Psicosocial), Anna Freud, Carl Jung, Alfred Adler y
Karen Horney incluyendo la escuela de relaciones objétales.
La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson se basa en ocho etapas de
desarrollo. Las etapas son: confianza frente a desconfianza, autonomía frente a
vergüenza, iniciativa frente a culpabilidad, industria frente a inferioridad, identidad
frente a confusión, intimidad frente a aislamiento, generativo frente a
estancamiento e integridad frente a desesperación.
Estos son importantes para la teoría psicoanalítica, porque describe las diferentes
etapas que las personas pasan por la vida. Cada etapa tiene un gran impacto en
los resultados de su vida, ya que están atravesando conflictos en cada etapa y
cualquier ruta que decidan tomar, tendrá ciertos resultados.

Autores
La teoría de la personalidad de Carl Jung
Para Carl Jung existen cuatro funciones psicológicas básicas: pensar, sentir, intuir
y percibir. En cada persona una o varias de estas funciones tienen particular
énfasis. Por ejemplo, cuando alguien es impulsivo, según Jung, se debe a que
predominan las funciones de intuir y percibir, antes que las de sentir y pensar.
A partir de las cuatro funciones básicas, Jung postula que se conforman dos
grandes tipos de carácter: el introvertido y el extravertido. Cada uno de ellos tiene
rasgos específicos, que lo diferencian del otro.
1. Carácter de tipo extravertido

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 El tipo extravertido se caracteriza por:
 Su interés se enfoca hacia la realidad exterior, antes que hacia el mundo
interno.
 Las decisiones se toman pensando en su efecto en la realidad externa,
antes que en la propia existencia.
 Las acciones se llevan a cabo en función de lo que otros pueden pensar
acerca de ellas.
 La ética y la moral se construyen dependiendo de lo que predomine en el
mundo.
 Son personas que se acomodan a casi cualquier ambiente, pero les cuesta
trabajo adaptarse realmente.
 Son sugestionables, influenciables y tienden a imitar.
 Necesitan hacerse ver y ser reconocidos por los demás.
 Máscaras sujetas en un barco
2. Carácter de tipo introvertido
 Por su parte, el tipo introvertido tiene entre sus rasgos:
 Siente interés por sí mismo, por sus sentimientos y pensamientos.
 Orienta su conducta de acuerdo con lo que siente y piensa, aunque vaya en
contravía de la realidad exterior.
 No se preocupa demasiado por el efecto que sus acciones causen en el
entorno. Le preocupa sobre todo que le satisfagan interiormente.
 Tienen dificultades tanto para acomodarse, como para adaptarse al
entorno. Sin embargo, si logran adaptarse, lo harán realmente y de manera
creativa.

Los tipos de personalidad


A partir de las funciones psicológicas básicas y de los dos tipos de carácter
fundamentales, Jung señala que se derivan ocho tipos de personalidad bien
diferenciadas. Todas las personas pertenecerían a uno u otro tipo. Estos son:

1. Reflexivo extravertido
La personalidad reflexiva-extravertida corresponde a los individuos cerebrales y
objetivos, que actúan casi exclusivamente con base en la razón. Solo toman por
cierto aquello que se afirme con suficientes evidencias. Son poco sensibles y
pueden llegar incluso a ser tiránicos y manipuladores con los demás.
También son personas que tienden a reprimir las propias emociones en aras de la
lógica.

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Asimismo, el perfil reflexivo-extravertido se suele regir por principios inamovibles.
Rara vez abren sus perspectivas a otras opciones, todo lo contrario. No dudan en
imponer su visión del mundo a quienes le rodeen. Tienen tendencia a crear
explicaciones acerca de todas las cosas a partir de lo que el individuo ve a su
alrededor.

2. Reflexivo introvertido
El reflexivo-introvertido es una persona con gran actividad intelectual. Son
imaginativos, pero desconfiados, amantes de las teorías conspiranoicas,
obstinados y muy tenaces a la hora de lograr sus objetivos. A veces, se le ve
como ese perfil algo extraño y desconectado de su entorno, pero una vez se
establece contacto con ellos llegan a ser personas muy apreciadas.
“Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas,
fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzcan tantas veces como sea
necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te
somete. Lo que aceptas te transforma”.
-Carl Jung-

Para el autor, este tipo de personalidad es la que se relaciona con aquellos que
son vistos como filósofos en la sociedad. Esto se debe al interés de los reflexivos-
introvertidos en encontrar las relaciones existentes entre las ideas. De manera que
se muestran interesadas, concretamente, por los pensamientos de tipo abstracto,
las reflexiones y las batallas teóricas entre distintas filosofías y modos de ver la
vida.

3. Sentimental extravertido
Las personas con gran habilidad para entender a otros y para establecer
relaciones sociales, son los sentimentales extravertidos. Son perfiles muy
empáticos, conectan de forma sencilla con los demás y presentan unas excelentes
dotes de comunicación. Su única limitación es su gran dependencia social.
Necesita del grupo y de esa interacción constante para reafirmarse, para sentirse
útil.

Tiene la facilidad de conectar con los demás y de disfrutar mucho de la compañía.


Según Jung, este tipo de personalidad se define por el hecho de estar relacionado
con unas habilidades sociales muy buenas y una baja propensión a la reflexión y
el pensamiento abstracto.

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4. Sentimental introvertido
La personalidad sentimental introvertida se caracteriza por preferir la soledad o
círculos sociales reducidos. Pueden parecer a simple vista, huraños y
melancólicos. Hacen todo lo posible por pasar desapercibidos y le gusta
permanecer en silencio, pero tienen buenas habilidades sociales. Son, además,
personas altamente empáticas y volcadas también en las necesidades de los
otros.

Son personas poco habladoras, pero simpáticas, empáticas y sin especiales


dificultades para crear vínculos afectivos con un círculo de personas pequeño.
Tienden a no demostrar su apego, entre otras cosas por la falta de espontaneidad
a la hora de expresar cómo se sienten.

5. Perceptivo extravertido
Los individuos perceptivos extravertidos buscan experimentar sensaciones
nuevas. Ansían el placer por encima de todo, la interacción constante, la
estimulación. Son alegres y vivaces, muy abiertos a su entorno y hasta incautos
en muchas ocasiones. Sin embargo, otra característica de este perfil es que se
aburren rápido. En esa búsqueda constante de sensaciones es común que
cambien de forma regular de ambiente, de amigos, de pareja… Estos individuos
son descritos como personas muy abiertas a las experiencias que nunca han
vivido antes, de manera que muestran una disposición opuesta a quienes se
oponen a lo que no les resulta familiar.

6. Perceptivo introvertido
El perfil perceptivo-introvertido es un tipo de personalidad muy propio de músicos
y artistas. Estas personas ponen especial énfasis en las experiencias sensoriales:
le dan gran valor al color, a la forma, a la textura… Lo suyo es el mundo de la
forma, como fuente de las experiencias interiores.

“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su


oscuridad”
-Carl Jung-

7. Intuitivo extravertido
Corresponde al típico aventurero, al que inicia mil proyectos, el que tiene cientos
de ideas, el que se atreve a emprender, el que no necesita salir de su zona de

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confort porque sencillamente, nunca ha estado allí. Las personas intuitivas
extravertidas son muy activas e inquietas. Necesitan muchos estímulos de todo
tipo. Son tenaces para lograr sus objetivos, y una vez los consiguen pasan al
siguiente olvidando el anterior.
Asimismo, cabe decir que ese dinamismo personal no va en armonía con el social.
Suelen ser personas interesadas que no dudan en manipular a otros para alcanzar
sus objetivos.

8. Intuitivo introvertido
Son extremadamente sensibles a los estímulos más sutiles. La personalidad
intuitiva introvertida corresponde al tipo de personas que casi “adivinan” lo que
otros piensan, sienten o se disponen a hacer. Son imaginativos, soñadores e
idealistas.
Les cuesta trabajo “poner los pies sobre la tierra”, es decir, que muestran
desapego por la realidad inmediata y prefieren perderse en su imaginación. Se
trata del arquetipo de soñador por excelencia. Muestran desapego por la realidad
inmediata y prefieren dar espacio a la imaginación.
Para concluir cabe decir que las 8 personalidades explicadas por Carl Jung, no
cuentan en la actualidad de gran aceptación. El célebre psiquiatra suizo no era
muy partidario del método científico y estadístico. Sus teorías se nutrían de su
experiencia clínica y de su afán filosófico. No obstante, a raíz de sus trabajos se
desarrolló más tarde el Indicador Myers-Briggs.
Este instrumento es útil para medir la introversión y la extraversión, aunque su
aplicación se limite sobre todo al campo del crecimiento personal, la selección de
personal y a la exploración de intereses en contextos educativos. A pesar de ello,
y aunque contemos en la actualidad con instrumentos más válidos para describir
la personalidad humana, es imposible restarle interés al trabajo siempre admirable
de Carl Jung.

Sigmund Freud
Sigmund Freud (6 de mayo de 1856-Londres, 23 de septiembre de 1939) fue un
médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las
mayores figuras intelectuales del siglo XX.
Su interés científico inicial como investigador se centró en el campo de la
neurología, derivando progresivamente hacia la vertiente psicológica de las
afecciones mentales, investigaciones de las que daría cuenta en la casuística de
su consultorio privado. Estudió en París, con el neurólogo francés Jean-Martin
Charcot, las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. De vuelta a
la ciudad de Viena y en colaboración con Josef Breuer desarrolló el método
catártico. Paulatinamente, reemplazó tanto la sugestión hipnótica como el método

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catártico por la asociación libre y la interpretación de los sueños. De igual modo, la
búsqueda inicial centrada en la rememoración de los traumas psicógenos como
productores de síntomas fue abriendo paso al desarrollo de una teoría etiológica
de la neurosis más diferenciada. Todo esto se convirtió en el punto de partida del
psicoanálisis, al que se dedicó ininterrumpidamente el resto de su vida.

La teoría de la personalidad de Sigmund Freud


Sigmund Freud expuso cinco modelos para conceptualizar la personalidad. A
continuación, los detallamos.
La teoría de la personalidad de Sigmund Freud
La teoría de la personalidad de Sigmund Freud fue variando a medida que
avanzaba en su desarrollo teórico. Para Freud, la personalidad humana es
producto de la lucha entre nuestros impulsos destructivos y la búsqueda de placer.
Sin dejar a un lado los límites sociales como entes reguladores.
La construcción de la personalidad viene a ser un producto: el resultado de la
forma que emplea cada persona para lidiar con sus conflictos internos y las
demandas del exterior. La personalidad marcará así la forma en la que cada uno
se desenvuelve en lo social y se enfrenta a sus conflictos: internos y externos.
Freud, médico neurólogo, austriaco y padre del psicoanálisis, expuso cinco
modelos para conceptualizar la personalidad: topográfico, dinámico, económico,
genético y estructural. Estos cinco modelos pretendían dar forma a un completo
esquema en el que se pudiera articular la personalidad de cada uno de nosotros.

Modelos de la teoría de la personalidad de Sigmund Freud


La teoría de la personalidad de Freud se caracteriza por ser estructural. Los
modelos que explicamos a continuación no han de tomarse como una de una
verdad absoluta. Sin embargo, son herramientas de gran utilidad para poder
comprender la dinámica de la psique humana. Aunque se explicarán por
separado, todos están relacionados entre sí.
1- Modelo topográfico
Freud utilizó la metáfora de las partes del iceberg para facilitar la comprensión de
las tres regiones de la mente. La punta del iceberg, que es lo visible, equivale a la
región consciente. Tendría que ver con todo aquello que se puede percibir en un
momento particular: percepciones, recuerdos, pensamientos, fantasías y
sentimientos.
La parte del iceberg que se sumerge, pero que aún puede ser visible, equivale a la
región preconsciente de la mente. Tiene que ver con todo aquello que se es capaz
de recordar: momentos que ya no están disponibles en el presente pero que
pueden ser traídos a la consciencia.

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El grueso del iceberg que queda oculto debajo el agua, equivale a la región
inconsciente. En esta área quedarían guardados todos los recuerdos, sentimientos
y pensamientos inaccesibles para la conciencia. Guarda contenidos que pueden
ser inaceptables, desagradables, dolorosos, conflictivos y sobre todo angustiantes
para la persona.
2- Modelo dinámico
Este modelo posiblemente sea uno de los más difíciles de comprender en la teoría
de la personalidad de Sigmund Freud. Tiene que ver con la dinámica psíquica que
se produce en la mente del sujeto; especialmente, entre los impulsos que buscan
la gratificación sin medida y los mecanismos de defensa que procuran inhibirlos
(por ejemplo, represión, fijación, regresión, proyección, introyección, etc.).
La dinámica psíquica reguladora tiene como fin primordial procurar que cada
persona pueda desenvolverse y adaptarse en el medio social.
3- Modelo económico
Tiene que ver con la forma de funcionamiento de aquello que Freud denominó
“pulsión “, la cual puede ser entendida, a grosso modo, como la energía que nos
impulsa a buscar un fin determinado. La pulsión es el motor y la energía que nos
mueve. En este sentido, Freud consideraba que todo comportamiento estaba
motivado por las pulsiones, a las que dividió en pulsión de vida (eros) y pulsión de
muerte (tantos).

La pulsión de vida está relacionada con la capacidad de autoconservación del


individuo, impulso para crear, protegerse, relacionarse.
En cambio, la pulsión de muerte está vinculada a las tendencias destructivas del
ser humano hacia sí mismo o hacia el otro, relacionándolas con el principio de
Nirvana que es la nada, la no-existencia, el vacío.
4- Modelo genético
Este modelo sigue las cinco etapas del desarrollo psicosexual. Caracterizado por
la búsqueda de gratificación en las zonas erógenas del cuerpo, cuya importancia
depende de la edad.
Freud descubrió que no solo el adulto encuentra satisfacción en las zonas
erógenas, sino que el niño también lo hace. La gratificación excesiva en estas
etapas o la frustración repentina de alguna harán que se desarrollen ciertos tipos
de personalidad.

Las etapas o estadios del desarrollo psicosexual, en la teoría de la


personalidad de Sigmund Freud, son:

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Etapa oral: de 0- 18 meses. El foco del placer es la boca; chupar, besar y morder.
La fijación en esta fase se relaciona con una personalidad oral receptiva a seguir
buscando el placer por medio de la boca (fumar, el comer de más, etc.). Por el
contrario, la frustración repentina se relaciona con una personalidad oral agresiva:
procura el placer siendo agresivamente verbal y hostil con los demás.
Etapa anal: de 18-4 años de edad. El foco del placer es el ano; retener y expulsar.
Un control muy estricto de la misma se relaciona con personalidad retentiva,
mezquina. O por el contrario personalidad laxa, derrochadora.
Etapa fálica: de 4-7 años de edad. El foco del placer se centra en los genitales. La
masturbación a estas edades es bastante común. Ocurre la identificación con el
padre o la madre y se resuelve el complejo de Edipo, el cual estructura la
personalidad y sirve para aceptar las normas sociales por parte del individuo.
Etapa de latencia: de 7-12 años. Durante este período Freud supuso que la
pulsión sexual se suprimía al servicio del aprendizaje y así facilitar una integración
cultural del sujeto a su entorno.
Etapa genital: 12 años en adelante. Representa la aparición de la pulsión sexual
en la adolescencia, dirigida más específicamente hacia las relaciones sexuales.
Se reafirma la identidad sexual de hombre o la mujer.
Mano de un padre y su hija
5- Modelo estructural
Este modelo en la teoría de la personalidad de Sigmund Freud destaca por la
separación de la mente entres instancias. Estas se desarrollarían a lo largo de la
infancia.
Cada instancia tiene funciones diferentes que actúan en distintos niveles de la
mente, pero de manera conjunta para formar así una estructura única de
personalidad.
El Ello: es la parte primitiva e innata de la personalidad, cuyo único propósito es
satisfacer los impulsos de la persona. Representa las necesidades y los deseos
más elementales, las pulsiones. Asimismo, este aspecto de la personalidad es
completamente inconsciente.
El Yo: evoluciona según la edad y actúa como un intermediario entre el Ello y el
Superyó. Representa la forma de enfrentar la realidad y sus funciones se mueven
en un registro consciente, preconsciente e inconsciente.
El Superyó: representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura,
es decir, la ley y la norma. Al igual que el Yo, el Superyó está presente en el
consciente, preconsciente e inconsciente.
Freud afirmaba que estas instancias de la psique siempre están en conflicto,
pugnando por prevalecer una sobre la otra. Es por ello que utilizó la noción de
fuerza del ego para referirse a la capacidad del ego de funcionar a pesar de la
lucha entre estas tres fuerzas.

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En este sentido, una persona con buena fuerza del Yo es capaz de gestionar
eficazmente las presiones del Ello y Superyó; mientras que aquellos con muy poca
fuerza del Yo, pueden llegar a ser demasiado inflexibles o antisociales. De esta
forma, Freud afirmaba que la clave de una personalidad sana es un equilibrio
entre el Ello, el Yo y el Superyó.
Para concluir, señalar que los modelos interactúan entre sí. Hacen de la
personalidad un conjunto dinámico de características psíquicas que condicionan el
modo en el que cada persona actúa ante las circunstancias que se le presentan.

“El precio que pagamos por nuestra avanzada civilización es una pérdida de
felicidad a través de la intensificación del sentimiento de culpa”.
-Sigmund Freud-

Alfred W. Adler
Alfred W. Adler (Viena, Austria, 7 de febrero de 1870-Aberdeen, Escocia, 28 de
mayo de 1937) fue un médico y psicoterapeuta austriaco, fundador de la escuela
conocida como psicología individual. Fue un colaborador de Sigmund Freud y
cofundador de su grupo, pero se apartó de él en 1911 al divergir sobre distintos
puntos de la teoría psicoanalítica.
Sus conceptos básicos son los de carácter, complejo de inferioridad y conflicto
entre la situación real del individuo y sus aspiraciones.
Fue el segundo de seis hermanos de origen judío. Se graduó en medicina en 1895
y comenzó a trabajar como oftalmólogo en 1897. Más tarde hizo prácticas como
internista. Su primer encuentro con Freud se produjo en 1899. Adler defendió las
ideas de Freud en la Escuela vienesa de Medicina, en los círculos médicos locales
y en la prensa. Desde 1902 participó en una pequeña tertulia organizada en casa
de Freud, la «Sociedad Psicológica de los miércoles». Escribió "El doctor como
educador” (1904). Ya por esta época Adler, a petición de Freud, desistió de su
primera decisión de romper con el círculo. En 1907 escribió su monografía sobre
la inferioridad de los órganos y su compensación psíquica: "Estudio sobre la
inferioridad de los órganos y su compensación psicológica”. En 1908 dio una
conferencia en Viena sobre "el instinto de agresión”. En 1910 fue nombrado
presidente de la rama vienesa de la asociación psicoanalítica. Editó, junto con
Freud y Stekel en 1910 Revista de psicoanálisis, siendo Adler su director. Entre
enero y febrero de 1911 dictó cuatro conferencias que constituyen «una crítica
sobre la teoría sexual de Freud en la vida mental». Al terminar la cuarta
conferencia la mayoría de los freudianos presentes decidieron, pese a la opinión
contraria de Steckel, que siguiera siendo miembro de la sociedad psicoanalítica,
pero advirtiéndole de no rechazar la teoría sexual de Freud.

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Teorías de Personalidad en Psicología: Alfred Adler

Existen muchos teóricos que han intentado indagar en el estudio de las teorías de
la personalidad. No obstante, en este artículo de Psicología-Online, destacaremos
un psicólogo que introdujo el novedoso concepto de la psicología individual a la
comunidad intelectual, hablaremos de Alfred Adler, biografía y teorías de la
personalidad.
Empezaremos hablando de alguien a quien éste nunca conoció: Theodore
Roosevelt. Hijo de Martha y Theodore y nacido en Manhattan el 27 de octubre de
1858; se dice que fue un bebé particularmente bello que no necesitó
prácticamente ninguna ayuda para venir a este mundo. Sus padres eran fuertes,
inteligentes, guapos y echados para adelante. Debió pasar una infancia idílica.

Teoría de la psicología individual


El afán de perfeccionismo
Alfred Adler postula una única "pulsión" o fuerza motivacional detrás de todos
nuestros comportamientos y experiencias. Con el tiempo, su teoría se fue
transformando en una más madura, pasando a llamarse a este instinto, afán de
perfeccionismo. Constituye ese deseo de desarrollar al máximo nuestros
potenciales con el fin de llegar cada vez más a nuestro ideal. Es, tal y como
ustedes podrán observar, muy similar a la idea más popular de actualización del
self.

La cuestión es que "perfección" e "ideal" son palabras problemáticas. Por un lado,


son metas muy positivas, de hecho, ¿no deberíamos de perseguir todo un ideal?
Sin embargo, en psicología, estas palabras suenan a connotación negativa. La
perfección y los ideales son, por definición, cosas que nunca alcanzaremos. De
hecho, muchas personas viven triste y dolorosamente tratando de ser perfectas.
Como sabrán, otros autores como Karen Horney y Carl Rogers, enfatizan este
problema. Adler también habla de ello, pero concibe este tipo negativo de
idealismo como una perversión de una concepción bastante más positiva. Luego
volveremos sobre el particular.

El afán de perfección no fue la primera frase que utilizó Adler para designar a esta
fuerza motivacional. Recordemos que su frase original fue la pulsión agresiva, la
cual surge cuando se frustran otras pulsiones como la necesidad de comer, de
satisfacer nuestras necesidades sexuales, de hacer cosas o de ser amados. Sería
más apropiado el nombre de pulsión asertiva, dado que consideramos la agresión
como física y negativa. Pero fue precisamente esta idea de la pulsión agresiva la
que motivó los primeros roces con Freud. Era evidente que éste último tenía
miedo de que su pulsión sexual fuese relegada a un segundo plano dentro de la

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teoría psicoanalítica. A pesar de las reticencias de Freud, él mismo habló de algo
muy parecido mucho más tarde en su vida: la pulsión de muerte.

El afán de superación
Otra palabra que Adler utilizó para referirse a esta motivación básica fue la de
compensación o afán de superación. Dado que todos tenemos problemas,
inferioridades de una u otra forma, conflictos, etc.; sobre todo en sus primeros
escritos, Adler creía que podemos lograr nuestras personalidades en tanto
podamos (o no) compensar o superar estos problemas. Esta idea se mantiene
inmutable a lo largo de su teoría, pero tiende a ser rechazada como etiqueta, por
la sencilla razón de que parece que lo que hace que seamos personas son
nuestros problemas.

Una de las frases más tempranas de Adler fue la protesta masculina. Él observaba
algo bastante obvio en su cultura (y de ninguna manera ausente de la nuestra): los
chicos estaban situados en una posición más ventajosa que las chicas. Los chicos
deseaban, a veces de forma desesperada, que fuesen considerados como fuertes,
agresivos o en control (masculinos) y no débiles, pasivos o dependientes
(femeninos). Por supuesto, el tema es que los hombres son de alguna manera
básicamente mejores que las mujeres. Después de todo, ellos tienen el poder, la
educación y aparentemente el talento y la motivación necesarios para hacer
"grandes cosas" y las mujeres no.
Todavía hoy podemos escuchar a algunas personas mayores comentando esto
cuando se refieren a los chicos y chicas pequeños. Si un niño demanda o grita
buscando hacer lo que quiere (¡protesta masculina!), entonces es un niño que
reacciona de forma natural (o normal). Si la niña pequeña es callada y tímida, está
fomentando su feminidad. Si esto ocurre con un chico, es motivo de preocupación,
ya que el niño parece afeminado o puede terminar en mariquita. Y si nos
encontramos con niñas asertivas que buscan hacer lo que creen, son
"marimachos" y ya se buscará la manera de que abandone esa postura.

El afán de superioridad
La última frase que usó antes de plantear su afán de perfeccionismo, fue afán de
superioridad. El uso de esta frase delata una de sus raíces filosóficas de sus
ideas: Friederich Nietzsche desarrolló una filosofía que consideraba a la voluntad
de poder el motivo básico de la vida humana. Aunque el afán de superioridad se
refiere al deseo de ser mejor, incluye también la idea de que queremos ser
mejores que otros, más que mejores en nosotros mismos. Más tarde, Adler intentó
utilizar el término más en referencia a afanes más insanos o neuróticos.
Teoría de la personalidad y el estilo de vida

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Todo el juego de palabras que usa Adler nos remite a una teoría de la
personalidad bastante más distanciada de la representada por Freud. La teoría de
Freud fue lo que hoy día llamaríamos una teoría reduccionista: trató durante toda
su vida de retraer a niveles fisiológicos todos sus conceptos. Aun cuando admitió
al final su fallo, la vida es explicada no obstante en base a necesidades
fisiológicas. Además, Freud tendió a enclavar al sujeto en conceptos teóricos más
reducidos como el Ello, el Yo y el Superyo.

Adler fue influenciado por los escritos de Jan Smuts, el filósofo y hombre de
estado surafricano. Éste defendía que, para entender a las personas, debemos
hacerlo más como conjuntos unificados en vez de hacerlo considerándolas como
una colección de trozos y piezas, y que debemos hacerlo en el contexto de su
ambiente, tanto físico como social. Esta postura es llamada holismo y Adler tuvo
mucho que ver con esto.
Primero, para reflejar la idea de que debemos ver a los demás como un todo en
vez de en partes, el autor decidió designar este acercamiento psicológico como
psicología individual. La palabra "individual" significa de forma literal "lo no
dividido".
Teología
Este último punto (el de que el estilo de vida no es "meramente una reacción
mecánica") es una segunda postura en la que Adler difiere considerablemente de
Freud. Para este último, las cosas que ocurrieron en el pasado, como los traumas
infantiles, determinan lo que eres en el presente. Adler considera la motivación
como una cuestión de inclinación y movimiento hacia el futuro, en vez de ser
impulsado, mecánicamente, por el pasado. Somos impulsados hacia nuestras
metas, nuestros propósitos, nuestros ideales. A esto se le llama teleología.
El atraer cosas del pasado hacia el futuro tiene ciertos efectos dramáticos. Dado
que el futuro todavía no ha llegado, un acercamiento teleológico de la motivación
supone escindir la necesidad de las cosas. Si utilizamos un modelo mecanicista, la
causa lleva al efecto: si a, b y c ocurren, entonces x, y, y z deberían, por
necesidad, ocurrir también. Pero no necesitamos lograr nuestras metas o cumplir
con nuestros ideales y de hecho, ellos pueden cambiar durante el proceso. La
teleología reconoce que la vida es dura e incierta, pero siempre queda un lugar
para el cambio.

Complejo de inferioridad
Bueno, así que aquí estamos; siendo "empujados" a desarrollar una vida plena, a
lograr una perfección absoluta; hacia a la autoactualización. Y, sin embargo,
algunos de nosotros, los "fallidos", terminamos terriblemente insatisfechos,
malamente imperfectos y muy lejos de la autoactualización. Y todo ello porque

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carecemos de interés social, o mejor, porque estamos muy interesados en
nosotros mismos. ¿Y qué es lo que hace que estemos tan auto centrados?
Adler responde que es una cuestión de estar sobresaturados por nuestra
inferioridad. Si nos estamos manejando bien, si nos sentimos competentes, nos
podemos permitir pensar en los demás. Pero si la vida nos está quitando lo mejor
de nosotros, entonces nuestra atención se vuelve cada vez más focalizada hacia
nosotros mismos.

Donald Woods Winnicott


Nació en Plymouth, ciudad del condado de Devon, en el seno de una familia de
clase media alta que profesaba la confesión metodista, siendo su padre Sir
Frederick Winnicott (próspero comerciante y en varias ocasiones alcalde de
Plymouth) y su madre Elizabeth Martha (Woods) Winnicott.

D. Winnicott inició sus estudios de medicina cuando aún cursaba en la Leys


School, y los continuó en el Jesus College ya casi al mismo tiempo que
comenzaba sus estudios en la universidad de Cambridge. Debió hacer una pausa
en tales estudios al servir como cirujano en un navío destructor durante la Primera
Guerra Mundial, esto es, durante el lapso 1914-1918.
Pudo graduarse con el título de doctor médico especializado en pediatría en 1920,
comenzando a trabajar como pediatra en 1923 en el Paddington Green Children's
Hospital de Londres. En ese mismo año contrajo matrimonio con Alice Taylor, de
la cual se divorciaría en 1951 para casarse con Elsie Clare Nimmo Britton (una
trabajadora social y psicoanalista). También en 1923 comienza su análisis con
James Strachey, siendo luego Joan Riviere su segunda analista.
Durante más de cuarenta años se dedicó a la pediatría. Casi paralelamente a la
pediatría, se desempeñó como psicoanalista haciendo una productiva síntesis de
ambas profesiones. En 1927 ingresa a la Sociedad Psicoanalítica Británica.
Supervisa con Melanie Klein y atiende a uno de sus hijos.
En 1940, Winnicott fue uno de los pocos que se opuso (apoyándose en la ciencia)
al uso del llamado electroshock. Fue presidente de la Sociedad Psicoanalítica
Británica, entre 1956-1959 y nuevamente entre 1965 a 1968.
Muere de un ataque cardíaco en 1971.

Aportaciones al psicoanálisis
A lo largo de su carrera Winnicott desarrollaría un pensamiento propio de gran
relevancia en el ámbito psicoanalítico, a partir de diversos conceptos provenientes

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tanto de la influencia keniana como de posturas más ortodoxas dentro de la obra
psicoanalítica.
Su obra se centró en la relación diádica madre-hijo, considerando al padre un
sostén para el mantenimiento del núcleo familiar. La madre es una figura
fundamental en el desarrollo psicológico del menor, siendo la conducta emocional
de ésta la que va a determinar si el el bebé puede alcanzar su verdadero self al
servirle de yo auxiliar.
Otro aspecto que tendría muy en cuenta es el holding o conducta de sostenimiento
de la madre hacia el bebé, que permite que este adquiera seguridad y que se
siente amado permitiendo que integre la representación de sí mismo y de los
demás.
Establecería que a lo largo del desarrollo el ser humano pasa por diferentes fases
en que existe en un primer momento una dependencia absoluta del bebé hacia los
progenitores en la que no es capaz de contener la angustia, para a partir de los
seis meses empezar a ser consciente de la necesidad de éstos y sus cuidados y a
expresar su necesidad, hasta que finalmente se va avanzando hacia una
independencia cada vez mayor.

Un concepto de gran importancia que Winnicott creó es el de objeto transicional


como aquel que permite establecer al menor un inicio de diferenciación entre el yo
y el no yo y que le permite reducir la ansiedad en ausencia de la madre al dotarlos
de lívido narcisista y lívido objetar. También son importantes los fenómenos
transicionales como el balbuceo, fenómenos y acciones que el niño hace con el
mismo propósito y que permiten la progresiva individuación y socialización.

Erik Erikson
Erik Homburger Erikson (Fráncfort del Meno, Alemania; 15 de junio de 1902-
Harwich, Cabo Cod, Massachusetts, Estados Unidos; 12 de mayo de 1994)
registrado al nacer como Erik Salomonsen, fue un psicólogo y psicoanalista
germano-estadounidense de origen judío reconocido mundialmente, entre otras
áreas, por sus contribuciones en psicología del desarrollo.
Sus teorías acerca de la crisis de identidad de la adolescencia —y su
correspondiente impacto sobre la personalidad del individuo—, así como su
propuesta de que la principal neurosis que afectaba a los Estados Unidos tras la
guerra mundial era el narcisismo, alcanzaron gran popularidad en los años
cincuenta y sesenta.[1] Una encuesta, publicada en la Review of General
Psychology en 2002, situó a Erikson como el duodécimo psicólogo más eminente
del siglo XX.
La Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erik Erikson
Los 8 estadios psicosociales en la teoría del desarrollo psicosocial:

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En la Psicología Evolutiva, también llamada Psicología del Desarrollo, la Teoría
del Desarrollo Psicosocial de Erikson es una de las teorías más extendidas y
aceptadas.
1. La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson
La Teoría del Desarrollo Psicosocial fue ideada por Erik Erikson a partir de la
reinterpretación de las fases psicosexuales desarrolladas por Sigmund Freud en
las cuales subrayó los aspectos sociales de cada una de ellas en cuatro facetas
principales:

Enfatizó la comprensión del ‘yo’ como una fuerza intensa, como una capacidad
organizadora de la persona, capaz de reconciliar las fuerzas sintónicas y
distónicas, así como de resolver las crisis derivadas del contexto genético, cultural
e histórico de cada persona.
Puso en relieve las etapas de desarrollo psicosexual de Freud, integrando la
dimensión social y el desarrollo psicosocial.
Propuso el concepto de desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez.
Investigó acerca del impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el
desarrollo de la personalidad.

2. La discrepancia entre Erik Erikson y Sigmund Freud


Erikson disiente con Freud en la relevancia que este último otorgó al desarrollo
sexual para explicar el desarrollo evolutivo del individuo.
Erikson entiende que el individuo, a medida que va transcurriendo por las
diferentes etapas, va desarrollando su consciencia gracias a la interacción social.

3. Características de la teoría de Erikson


Erikson también propone una teoría de la competencia. Cada una de las etapas
vitales da pie al desarrollo de una serie de competencias.
Si en cada una de las nuevas etapas de la vida la persona ha logrado la
competencia correspondiente a ese momento vital, esa persona experimentará
una sensación de dominio que Erikson conceptualiza como fuerza del ego. Haber
adquirido la competencia ayuda a resolver las metas que se presentarán durante
la siguiente etapa vital.
Otro de los rasgos fundamentales de la teoría de Erikson es que cada una de las
etapas se ven determinadas por un conflicto que permite el desarrollo individual.
Cuando la persona logra resolver cada uno de los conflictos, crece
psicológicamente.

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En la resolución de estos conflictos la persona halla un gran potencial para el
crecimiento, pero por otra parte también podemos encontrar un gran potencial
para el fracaso si no se logra superar el conflicto propio de esa etapa vital.

Los 8 estadios psicosociales


Vamos a resumir cada uno de los ocho estadios psicosociales descritos por Erik
Erikson.

1. Confianza vs Desconfianza
Este estadio transcurre desde el nacimiento hasta los dieciocho meses de vida, y
depende de la relación o vínculo que se haya creado con la madre.

La relación con la madre determinará los futuros vínculos que se establecerán con
las personas a lo largo de su vida. Es la sensación de confianza, vulnerabilidad,
frustración, satisfacción, seguridad… la que puede determinar la calidad de las
relaciones.

2. Autonomía vs Vergüenza y duda


Este estadio empieza desde los 18 meses hasta los 3 años de vida del niño.
Durante este estadio el niño emprende su desarrollo cognitivo y muscular, cuando
comienza a controlar y ejercitar los músculos que se relacionan con las
excreciones corporales. Este proceso de aprendizaje puede conducir a momentos
de dudas y de vergüenza. Asimismo, los logros en esta etapa desencadenan
sensación de autonomía y de sentirse como un cuerpo independiente.

3. Iniciativa vs Culpa
Este estadio viaja desde los 3 hasta los 5 años de edad.
El niño empieza a desarrollarse muy rápido, tanto física como intelectualmente.
Crece su interés por relacionarse con otros niños, poniendo a prueba sus
habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad y es positivo motivarles
para desarrollarse creativamente.
En caso de que los padres reaccionen de negativamente a las preguntas de los
niños o a la iniciativa de éstos, es probable que les genere sensación de
culpabilidad.

20
Harry Stack Sullivan

Herbert "Harry" Stack Sullivan (1892 - 1949) fue un psiquiatra estadounidense


cuyo trabajo en psicoanálisis estuvo basado, a diferencia de las observaciones
más abstractas del inconsciente de Sigmund Freud y sus discípulos, en
observaciones directas y verificables de sus pacientes.
Se opuso a la orientación biologicista de Freud y revalorizó los descubrimientos
sociológicos del maestro. Por eso se lo considera como parte del grupo de
psicoanalistas culturalistas como Clara Thompson, Karen Horney, Erich Fromm,
Erik Erikson o Frieda Fromm-Reichmann, quienes tienen fundamentalmente en
cuenta las relaciones entre el hombre y la sociedad, disminuyendo la importancia
de las causales biológicas instintivas que tanto valoraba Freud y el valor de la
libido y de las pulsiones. Sullivan se hizo conocido por sus éxitos en el tratamiento
de las esquizofrenias. La teoría interpersonal de Harry Stack Sullivan.Esta teoría
parte del psicoanálisis para entender cómo las relaciones afectan a la
personalidad.
La teoría interpersonal de Harry Stack Sullivan sobre el desarrollo de la
personalidad es una de las más conocidas en el ámbito del psicoanálisis.
En este artículo describiremos los principales conceptos y postulados de este
modelo, cuyo foco en las relaciones interpersonales influyó de forma muy
significativa los desarrollos posteriores de la psicoterapia.
La teoría interpersonal de H. S. Sullivan
Harry Stack Sullivan (1892-1949) publicó en el año 1953 la obra “La teoría
interpersonal de la psiquiatría”; en esta desarrolló su modelo de la personalidad,
que se enmarca en el paradigma del psicoanálisis. De forma más concreta
podemos clasificar a Sullivan en el neofreudismo, junto con autores como Carl
Jung, Karen Horney, Erik Fromm o Erik Erikson.

Sullivan defendió una concepción de la psiquiatría según la cual esta ciencia debía
tener como objeto de estudio las interacciones entre seres humanos. De este
modo destacó la relevancia fundamental de las relaciones interpersonales (tanto
las reales como las imaginarias) en la configuración de la personalidad, y en
consecuencia también de la psicopatología.
Para este autor la personalidad se puede definir como un patrón de
comportamiento relativo a las situaciones de interacción con otras personas. Se
trataría de una entidad estable y compleja, determinada tanto por las necesidades
fisiológicas e interpersonales innatas como por el aprendizaje a través de
experiencias tempranas y el proceso de socialización.

21
En este sentido, la personalidad se formaría progresivamente en función del
contacto con el entorno social y de la propia capacidad para satisfacer las
necesidades, así como la tensión que estas causan tanto desde un punto de vista
biológico como desde uno psicológico. Los fallos en este tipo de aprendizajes y la
falta de adaptación psicológica llevarían a la patología.
La teoría de la personalidad de H. S. Sullivan, y en particular su focalización en las
interacciones sociales, llevaron al surgimiento de la escuela del psicoanálisis
interpersonal. Esta corriente también difiere de la variante freudiana en su interés
por la individualidad y por la importancia que da a la relación mutua entre
terapeuta y paciente.

Factores estables que forman la personalidad


Según Sullivan, el constructo que conocemos como “personalidad” está
compuesto por tres aspectos estables: los dinamismos y las necesidades, el
Sistema del Yo y las personificaciones.

Todos ellos se desarrollan a partir de la interacción con otras personas y de cómo


resolvemos nuestros impulsos fisiológicos y sociales.

1. Necesidades y dinamismos
El psicoanálisis interpersonal define dos grandes conjuntos de necesidades
humanas: las de autosatisfacción y las de seguridad. Las primeras se asocian con
la fisiología e incluyen la alimentación, la excreción, la actividad o el sueño; las
necesidades de seguridad tienen un carácter más psicológico, como la evitación
de la ansiedad y el mantenimiento de la autoestima.
Los dinamismos son patrones de conducta complejos y más o menos estables que
tienen la función de satisfacer una necesidad básica determinada -o, en palabras
de Sullivan, de “transformar la energía física del organismo”. Hay dos tipos de
dinamismos: los que se relacionan con partes específicas del cuerpo y los
asociados a experiencias de miedo y de ansiedad.

2. El Sistema del Yo
El Sistema del Yo se desarrolla a lo largo de la infancia a medida que
experimentamos ansiedad y la aliviamos a través de otras personas. Se trata de
una estructura psíquica que cumple la función de manejar la ansiedad, esto es, de
lidiar con las necesidades de seguridad. Con la edad adopta también la función de
proteger la autoestima y la imagen social.

22
Jacques Lacan
Jacques Marie Émile Lacan, (13 de abril de 1901-ibídem, 9 de septiembre de
1981), más conocido como Jacques Lacan, fue un psiquiatra y psicoanalista
francés conocido por los aportes teóricos que hizo al psicoanálisis, sobre la base
de la experiencia analítica y la lectura de Sigmund Freud, combinada con
elementos de la filosofía, el estructuralismo, la lingüística estructural y las
matemáticas.
Lacan estudió medicina en la Universidad de París y se especializó en psiquiatría.
Obtuvo su doctorado en 1932. En la década de 1930 se involucró con los
movimientos psicoanalítico y surrealista. Hacia 1934, mientras se analizaba
con Rudolph Loewenstein, se unió a la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP),
donde pasó a ser miembro titular en 1938.[3] Paralelamente, participó de forma
activa en la vida intelectual parisina, se relacionó con
artistas surrealistas como André Breton y Salvador Dalí, y se interesó por el
pensamiento de Martin Heidegger y G. W. F. Hegel, cuyas obras serán influyentes
en la suya.
Escansión: una de las características de la terapia psicoanalítica de marcado
enfoque lacaniano es el conocido corte de sesión o escansión. Se dice que la
utilidad de este corte es el puntuar, el hacer hincapié en una verbalización llevada
a cabo por el paciente y que guarda una enorme relación con los conflictos
intrapsíquicos de éste.
El objetivo fundamental de este corte de sesión es fomentar la reflexión del
paciente sobre lo que dijo, abrir la puerta a un discurrir por parte del sujeto.
Partiendo de la premisa que dice que el inconsciente se estructura como un
lenguaje,
Lacan se negaba a plegarse a la norma de la duración de las sesiones (que
debían durar 50 minutos según la IPA). Descrito por él como un imperativo
obsesivo, esta duración rígida no respetaba las puntuaciones del sujeto en su
discurso (y por ende, sus contenidos inconscientes), ya que el inconsciente, según
Lacan, no obedece nunca a un tiempo preestablecido.
Al cortar la sesión en este punto, el analista realiza una acentuación en forma no
verbal, dejándole entrever al paciente que lo que ha dicho se trata de algo
significativo y que no debe ser tomado a la ligera. El analista no es en absoluto un
oyente neutral. Deja muy claro que ciertos puntos, que seguramente guarden
relación con la revelación de un deseo inconsciente y con un goce previamente no
admitido son cruciales.
El analista dirige la atención hacia ellos, recomendándole al paciente más o
menos directamente que piense en ellos y los tome seriamente. Los pacientes no
tienden a hablar y puntuar espontáneamente los temas más importantes. Es más,
desde el punto de vista psicoanalítico, los pacientes tienden en mayor medida a
evitar aquellos aspectos.

23
Ejemplo de ello son los temas relacionados con la sexualidad, evitando, por
ejemplo, asociar sueños y fantasías con elementos que conllevan mayor carga
sexual. Muy probablemente el lector se preguntará qué se espera de uno cuando
acude a un terapeuta de orientación lacaniana. Pues bien, el análisis no requiere
que relatemos toda nuestra vida en detalle ni toda nuestra semana y sus
pormenores. Hacerlo convierte automáticamente la terapia en un proceso infinito.
Para que el analista pueda involucrar al paciente en un verdadero trabajo analítico,
no debe tener miedo en dejar claro al paciente que el contar historias, los relatos
detallados de lo que pasó en la semana y otras formas de discurso superficial no
son el material del análisis, aunque, por supuesto, puede ponérselos a servicio del
análisis.
El terapeuta tenderá por tanto a cambiar de tema en lugar de intentar, de forma
obstinada, a encontrar algo de significación psicológica en los detalles de la vida
cotidiana del paciente. Cuando el analista de repente concluye una sesión, puede
acentuar la sorpresa de lo que el paciente ha expresado, o introducir el elemento
de sorpresa a través de la escansión, dejando que el paciente se pregunte qué fue
lo que el analista escuchó y que él mismo no logró escuchar.
Cuando las sesiones de tiempo fijo son la norma, el paciente se acostumbra a
tener una cantidad de tiempo determinado para hablar, y calcula cómo rellenar ese
tiempo, cómo hacer un mejor uso de él. Los pacientes saben a menudo que el
sueño que tuvieron es lo más importante que deben relatar para su análisis. Sin
embargo, tratan de hablar de muchas cosas de las que quieren hablar antes de
llegar al sueño, si es que llegan a él.

Establecer una duración determinada de la sesión no sirve, según Lacan, sino


para alimentar la neurosis del paciente: el uso que hace del tiempo previsto para él
en la sesión es una parte indisociable de su estrategia neurótica, que involucra la
evitación, la neutralización de otras personas y demás.
– El diagnóstico lacaniano: para los profesionales que trabajen con los sistemas
diagnósticos predominantes como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM), la sistematización llevada a cabo por Lacan resultará
enormemente simplista. No obstante, ésta implica también precisiones mucho
mayores respecto de lo que generalmente se considera que es un diagnóstico en
buena parte del ámbito de la psicología y la psiquiatría.
Los criterios diagnósticos de Lacan y de la teoría lacaniana se basan
fundamentalmente en la obra de Freud, siendo ésta ampliada en multitud de
ocasiones, y en el trabajo de algunos psiquiatras franceses y alemanes como
Kraepelin o Gatian de Clérembault.
En lugar de tender a multiplicar todavía más las ya numerosas categorías
diagnósticas, de modo que cada nuevo síntoma o conjunto observable es
considerado como un síndrome separado, el esquema diagnóstico de Lacan es

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enormemente simple, pues incluye solamente tres categorías principales:
neurosis, psicosis y perversión.
A diferencia de las categorías diagnósticas como el DSM, los diagnósticos
lacanianos proporcionan al terapeuta una aplicación inmediata, en la medida en
que guían los objetivos del terapeuta e indican la posición que éste debe adoptar
en la transferencia.
La teoría lacaniana demuestra que ciertos objetivos y técnicas utilizados con los
neuróticos son inaplicables con los psicóticos. Y esas técnicas no solo son
inaplicables, sino que incluso pueden resultar peligrosas, puesto que pueden
disparar un brote psicótico. El diagnóstico no es, por tanto, una cuestión formal de
papeleo, tal como requieren las instituciones sanitarias.
Es fundamental para determinar el abordaje general que el terapeuta adoptará
para el tratamiento de un paciente individual, para situarse correctamente en la
transferencia y para realizar las intervenciones apropiadas. Lacan trata de
sistematizar las categorías de Freud ampliando sus distinciones terminológicas.
Lacan distingue entre categorías diagnósticas en función del mecanismo de
defensa operante. Es decir, las tres principales categorías diagnósticas adoptadas
por Lacan son categorías estructurales basadas en tres mecanismos diferentes o
formas diferentes de negación. Encontramos entonces que para la neurosis el
mecanismo fundamental es la represión, para la perversión es la renegación y
para la psicosis la forclusión.
Retomando a Freud, el cual decía que mecanismo y estructura no son meras
compañeras que presentan una fuerte correlación entre los pacientes. El
mecanismo de negación es constitutivo de la estructura. Esto quiere decir que la
represión es la causa de la neurosis, así como la forclusión es la causa de la
psicosis.
– Homosexualidad: mientras que la corriente psicoanalítica predominante en la
época de Lacan afirmaba rotundamente que los homosexuales no podían ejercer
el trabajo de psicoanalistas, Lacan rompió con esta preconcepción, dando a
entender que los homosexuales sí podían ejercer como tal. Roudinesco,
psicoanalista de origen francés, afirma que Lacan aceptaba asimismo a pacientes
homosexuales, sin el objetivo de adentrarles en lo que por entonces se
consideraba la normalidad.
La Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) contaba en la década de 1920
con un comité encargado de gestionar esta cuestión. La rama berlinesa de dicha
asociación decía así: “(la homosexualidad) es un crimen repugnante: si uno de
nuestros miembros lo cometiera, nos comportaría un grave delito”, llegando
incluso a considerarse como una “tara”. En este sentido, la posición de Lacan
resultó novedosa, evitando rechazar a homosexuales en su formación como
analistas. Esta negación al estigma predominante, junto con su negación a
establecer un tiempo determinado en las sesiones, así como su oposición al
academicismo propio de la IPA conllevó su expulsión de esta institución en 1963.

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En próximos artículos se ampliarán los aspectos descritos unas líneas más arriba,
profundizando en las estructuras y en los pormenores que distinguen a dichas
estructuras desde el punto de vista de Lacan.

A manera de conclusión

El psicoanálisis es, entre otras cosas, un método psicoterapéutico que surge en la


interacción de dos sujetos en circunstancias creadas para propiciar un intercambio
dialógico que incluya la comunicación de inconsciente a inconsciente. Se trata de
gestar un espacio de apertura en el que a través de una serie de figuras y de
intercambio de significantes, se propicie un buen encuentro. Se trabaja, a partir de
la relación, en la elaboración de duelos y elementos traumáticos. Se busca gestar
un lazo social sólido y flexible que venga a suplantar elementos no simbolizados.

Mientras para el psicoanálisis el abordaje de la subjetividad se da en el marco de


un estudio de caso, para el etnopsicoanálisis —que tomamos aquí para ilustrar la
aplicación de la subjetividad en la investigación de las ciencias sociales— el
interés es la comprensión de elementos inconscientes activos en la vida cultural
de una comunidad determinada. Para el etnopsicoanálisis los sujetos son la vía
regia de registro y comprensión de pautas que marcan la vida social. Se busca
reconocer complejas configuraciones en las formas de vida, a través de
encuentros con sujetos informantes, marcados por la empatía en la interacción.
Partiendo de conversaciones etnopsicoanalíticas se hace el registro de
narraciones que son una inscripción lingüística del acontecer relacional. Se apela
a lo que puede ser contado y se registran vivencias compartidas con los sujetos de
la cultura en la que el antipsicoanalista se inserta en un afán de reflexionar,
comprender configuraciones inconscientes, investigar.

Tanto en el psicoanálisis como en el etnopsicoanálisis el investigador pone en


juego su subjetividad como elemento fundamental para la comprensión de los
sujetos objeto de sus indagaciones. De ella arranca exploración de lo
inconsciente. Esta herramienta de trabajo puede ser adoptada por todo
investigador social que esté dispuesto a comprometerse con todo lo que él es en
sus indagaciones. Freud llegó a hablar de que el mayor valor del psicoanálisis no
es como psicoterapia, dada la gran variedad que de ellas existen, sino como
herramienta para el rastreo de lo inconsciente, que habría de rendir sus frutos en
la diversidad de las ciencias sociales.

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Bibliografía
Teoria De La Personalidad (8.a ed.). (2022, 20 octubre). MCGRAW HILL

EDDUCATION.

Schultz, S. (2009, 31 agosto). Teorías de la personalidad (9 Tra). Cengage Learning

Editores.

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