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Hannah Arendt Que Es La Libertad

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5:301u,t, 5. tualciet,d. iLl.

bet-VadY-
pwuhdt : E trItti tIkk S aki.a 1° `)
IV. ¿QUE ES LA LIBERTAD?

Preguntarse qué es la libertad parece ser una empresa sin


esperanzas. Es como si las contradicciones y antinomias del pa-
sado estuvieran esperando para hacer que la mente se vea obli-
gada a enfocar dilemas de imposibilidad lógica, tras lo cual, se-
gún el ala del dilema que se haya escogido, resulte tan imposible
la concepción de la libertad o de su opuesto como lo es com-
prender la idea de la cuadratura del círculo. En su forma más
simple, la dificultad se puede resumir como la contradicción en-
tre nuestra conciencia y nuestro consciente, que nos dicen que
somos libres'y por tanto responsables, y nuestra experiencia dia-
ria en el mundo exterior, en el que nos orientamos según el prin- •
cipio de causalidad. En todos los asuntos prácticosj en especial
en los políticos, pensamos que la libertad humana es una_verdad 1
obvia, ybasadas en este supuesto axiornático,.se dictan leyes, se
adoptan decisiones y se aplican sentencias en las comunidades
humanas. Por el corurario—en todos lo5 c.liTIP9s del esfuerzó
científico y te_ó_Ligoi_nos atenemos a la no menos obvia verdad de
nihil ex nibilo,sle nihil sine causa, es decir a la idea de que inclu-
-so «nuestras propias vidas están sujetas, en última instancia, a la
causalidad» zsle que si herno§sle.tener un ego en.esencia libre
dentro de nosotros, ele ego sin duda jamiíslace_una_ap_arición
inequívoca en d mundo de los fenómenosbporconsiguientedá-
más puede llegar a ser el sujeto de comprobaciones teóricas. Por
tanto, la libertad resulta ser un espejismo cuando la psicólooía;
echa una mirada a lo que, supuestamente, es su campo más re-
cóndito, ya que «d papel que cumplen las fuerzas de la náturale-!
za, como causa del movimiento, tiene su contrapaitithsl_entro_de
la esfera mental, en la-motivación, corno causa de la conducta».',
Es cierto que la prueba de la causalidad =1a posibilidad de pre-

155
• , .

r
t 5'41
Wlb9s efectos si se conocen todas las causas— no se puede apli- zón, tiene su ingenio y hasta puede bastar para establecer una
car al campo de los asuntos humanos; pero este impredecible ca- . ley moral, cuya consistencia lógica en nada sea inferior a las le-
rácter práctico no es una prueba de libertad sino que sólo signi- yes naturales. Pero de poco vale para eliminar la mayor y la más
fica que no estarnos en condiciones siquiera de conocer todas las peligrosa de las dificultades, es decir, que el pensamiento mis-
causas que entran en juego y esto, en parte, por el enorme nú- mo, en su forma teórica como en su forma preteórica, hace de-
i mero de factores implicados, pero también porque las motiva- saparecer a la libertad, además de que ha de resultar extraño que
dis.timos_dda.therzas natura- la facultad de la volición, cuya actividad esencial consiste en
les, todavía están ocultas a los observadores, tanto a la inspección dictary mandar tenga que ser el refugio de la libertad.
de nuestros congéneres corno a nuestra introspección. En el cam .o .olítico el .roblema de la libertad es crucial y
Debemos a Kant la máxima clarificación de estos oscuros ninguna teoría política puede despreoctiparse de que este pro-
temas y a su perspicaz aseveración de que la libertad no es más blema haya conducido al «bosque oscuro en el que la filosofía
asequible al sentido íntimo, y dentro del campo de la experien- perdió su camino»! A continuación analizaremos la causa de
cia interior, de lo que lo es a los sentidos que nos permiten co- esa oscuridad: ocurre que el fenómeno de la libertad de ningún
nocer y comprender el mundo. Sea operativa o no la causalidad modo se muestra_etuljeino del pensamiento; además,A.i la li-
en el ámbito de la naturaleza y del universo, sin duda es una ca- bertad ni su opuesto se experimentan en el diálogo interno_del
.ya, en cuyo transcurso se suscitan las grandes preguntas filosó-
tegoría mental que sirve para poner en ordeauoilps los datos
sensoriales, sea cual fuere su naturaleza, y esto es lo que hace ficas y metafísicas; por último, la tradición filosófica —cuyo ori-
posible la experiencia. De aquí se deduce que la antinomia en- gen en este sentido discutiremos luego— distorsionó, en lugar
tre libertad práctica y no-libertad teórica; ambas igualmente de aclarar, la idea misma de libertad tal como se da en la expe-
axiomáticas en sus campos respectivos, no sólo se refiere a una riencia humana, trans orlándola de su terreno original el cam-
dicotomía entre ciencia y ética, sino que además está presente pade la política y los asuntos humanos_en oeneral a un espacio ,
en las experiencias cotidianas que son el punto de partida tan- interior, la voluntad, donde se iba a abrir a la introspección.
to de la ética como de la ciencia. No es la teoría científica, sino Como una primera justificación preliminar de este enfoque se
.el pensamiento mismo en su estado precientífico y prefilosófi- puede señalar que históricamente el problema de la libertad ha
co, lo que parece disolver en la nada la libertad sobre la que se sido la última de las grandes preguntas metafísicas tradicionales
basa nuestra conducta práctica. En el momento en que refle- —como d ser, la nada, el alma, la naturaleza, el tiempo, la eter-
xionamos sobre un acto que se llevó a cabo con la idea de que nidad y otras— que llegó a convertirse en un tópico de la inves-
nuestro yo es un agente libre, parece que ,.se acto queda bajo el tigación filosófica. No existe preocupación por el tema de la
dominio de dos clases de causalidad: de una parte, la de la mo- libertad en toda la historia de la gran filosofía desde los preso-
ilación_interior y. de otra. la del principio de causalidad que cráticos hasta Plotino, el último filósofo antiguo. La libertad
hizo su aparición primera en nuestra tradición filosófica cuando
gobierna elmundo exterior. Kant salvó a la libertad de este do-
ble ataque, porque distinguió entre una razón 1<pura» o teórica la experiencia de la conversión religiosa —primero la de Pablo
tuna «razón práctica» .cuyo centro es d libre albedrío, por lo zdespués cle diolugar,
que es importante recordar_que el agente ,poseedor de libre al- El campó en el que siempre se conoció la libertad, sin duda
bedrío —de importancia suma en la práctica— nunca aparece no como un problema sino como un hecho de la vida diaria, es
en d mundo de los fenómenos, en el mundo exterior de nues- d espacio político. Todavía hoy, lo sepamos o no, el problema
tros cinco sentidos, ni en el campo de la percepción interior, de la política y el hecho de que el hombre sea un ser dotado de
con la 'que cada uno se capta a sí mismo. Esta solución, que la posibilidad de obrar tiene que estar vívido sin cesar en nues-
contrapone el dictado de la voluntad y la comprensión de la ra- tra mente cuando hablamos del problema de la libertad, 2.25-

t56 157
que la acción y la política_, entre todas las capacidades y posibi- El carácter derivativo de esta libertad interior, o de la teoría
lidades de la vida humana, son las únicas cosas en las que no de que «la región apropiada de la libertad humana»esdtcIQ-
podemos siquiera pensar sin asumir al menos que la libertad minio interno de la conciencia>>,' se muestra con maypr Impida
existe, y apenas sipodemos abordar un solo tema político sin si acudimos a sus orígenes. En 'este sentido son representativos
tratar, implícita o explícitamente, el problema de la libertad no el individuo moderno con su deseo de desplegarse, desarro-
del hombre. Además, el de la libertad no es uno Más entre los larse y expandirse, con su miedo justificado a que la sociedad
muchos problemas y fenómenos del campo político propia- se lleve lo mejor de su individualismo, con su insistencia enfáti-
mente dicho, como lo son la justicia, el poder o la igualdad; ca «en la importancia del genio» y la originalidad, sino los sec-
muy pocas veces constituida en el objetivo directo de la acción tarios populares y popularizantes de la Baja Antigüedad, que
política —sólo en momentos.de crisis o de revolución—, la li- apenas si tenían en común con la filosofía algo más que el nom-
1;ertad es en rigor la causa de que los hombres vivan juntos en bre. De este modo, los argumentos más persuasivos para la su-
una organización política. Sin ella. la vida política como tal no perioridad absoluta de la libertad interior se pueden encontrar
tendría sentido. La raison d'étre de la política es la libertad, y el aún en un ensayo de Epicteto,' que empieza por determinar que
campo en el que se aplica es la acción. es libre aquel que vive como quiere, una definición que extra-
Esta libertad que damos por sentada en toda teoría políti- ñamente se hace eco de un juicio tomado de la Politica de Aris-
ca, y que incluso. quienes son partidarios de la tiranía deben to- tóteles, donde la afirmación «libertad significa hacer lo que uno
mar en cuenta, es la antítesis misma de la «libertad interior», el quiere» está en boca de quienes no saben lo que es la libertad'
espacio interno en el que los hombres pueden escapar de la co- Epicteto demuestra a continuación que d hombre es libre si se
acción externa v sentirse libres. Tal sentimiento íntimo se man- limita a lo que está en su mano, si no alcanza un, ámbito en el
tiene sin manifestaciones externas y en consecuencia es políti- que se le puedan poner obstáculos.' La «ciencia de la vida»'
camente irrelevante por definición. Sea cual sea su legitimidad, consiste en saber distinguir entre el mundo exterior, sobre el
y por mucha que haya sido la elocuencia de la Baja Antigüedad cual el sujeto no tiene poder, y el yo, del que puede disp_oner en
al describirlo, históricamente es un fenómeno tardío y en su la medida en que le parezca adecuado.-'
origen fue el resultado de un apartamiento del mundo, en el Desde el punto de vista histórico, es interesante anotar que
que las experiencias mundanas se transformaban en experien- la aparición del problema de la libertad en la filosofía de Agus-
cias internas del yo. Las experiencias de la libertad interior son tín estuvo precedida por el intento consciente de separar la no-
derivativas, porque siempre presuponen un apartamiento del ción de libertad de la de política, para llegar a una formulación
mundo, lugar en que se niega la libertad, para encontrar refu- a través de la cual se pudiera ser esclavo en el mundo y, no obs-
gio en una interioridad a la que nadie más tiene acceso. El es- tante, libre. Sin embarga:1a libertad de Epicteto, que consiste
pacio interior en el que el yo se protege del mundo no se debe en estar libre de los propios deseos, conceptualmente no es
onfundir con el corazón ó la mente, que existen y funcionan,
confundir' más que una inversión de las nociones políticas corrientes en la
ambos, sólo en interrelación c2(1 el Tundo. Ni el corazón ni Antigüedad, y el medio político que servía de fondo para todo
tampoco la mente, sine la interioridad como espacio de liber- ese cuerpo de filosofía popular, la evidente declinación de la li-
tad absoluta dentro del propio yo fue le, que se descUbrió a fi- bertad en la etapa final del Imperio Romano, se manifiesta a sí
nes de la Antigüedad, por obra de quienes no tenían lugar pro- misma aún con el claro papel en el que nociones como poder,
pio en d mundo y, por consigUiente, carecían de una condición dominio y propiedad tienen su espacio. Según el criterio and-.
mundana a la que, desde tiempos remotos hasta casi mediados guo, el hombre podía liberarse a sí mismo de la necesidad sólo
del siglo xix, todos consideraron como requisito previo para la a través del poder sobre otros hombres, y podía ser libre sólo si
libertad. tenía un lugar, un hogar en el mundo. E.pi icteto transportó esas

153 159
_ relaciones mundanas alas relaciones con el propio yo del hom- aparición. Sin duda, aun en tal caso ese espacio puede existir
bre, y así descubrió que ningún poder es tan absoluto como el en el corazón de los hombres como 'deseo, voluntad, esperanza
que el hombre ejerce sobre sí mismo, y que el espacio interior o anhelo; pero el corazón del hombre, como todos sabemos, es
en el que el hombre lucha y se somete a sí mismo es por com- un lugar muy oscuro, y lo queocurra en sus repliegues:mal po-
pleto suyo, es decir está protegido de las interferencias exter- dría recibir el nombre de hecho demostrable. La libertad como
nas con mayor seguridad que cualquier lugar en el mundo. hecho demostrable y la política coinciden y se relacionan entre

á ttIttlt
Por todo esto, a pesar de la gran influencia que el concepto sí como las dos caras de una misma moneda. •
de una libertad interior no política, ejerció en la tradición del ' Con todo, precisamente esta coincidencia de política y li -
pensamiento, no parece aventurado decir que el hombre no sa- bertad es lo que no podemos dar por sentado a la luz de nues-
brá nada de la libertad interior si antes no tiene, como una rea- tra presente experiencia política. El surgimiento del totalitaris- -
lidad mundana tangible, la experiencia de su condición de ente mo su presunción de haber subordinado todas las esferas de la
libre. Primero nos hacemos conscientes de la libertad o de su vida a las demandas de la política y_su _reiterada ignorancia de .
opuesto en nuestra relación con los otros, no'en la relación con los derechos civiles, sobre todo de los derechos de privacidad y

1.1 tt l
Tosotros mismos. Antes de que se convirtiera en un atributo del dehderecho a-liberarse delapolítica, nos hace dudar no sólo de
pensamiento o en una cualidad de la voluntad, la libertad se en- la coincidencia de la política y la libertad sino incluso de, su_ 1
tendió como la condición del hombre libre, la que le permitía compatibilidad misma. Nos inclinamos a creer que la libertad
marcharse de su casa, salir al mundo y conocer a otras personas prnp_ilz,a clondelermina la_p_olitica„ porque hemos visto que la
de palabra y obra. Esta libertad estaba claramente precedida libertad desaparecía cuando las llamadas consideraciones polí-
por lo liberación: para ser libre el hombre tiene que haberse li- ticas se imponían a todo lo demás. Al fin y al cabo, ¿no 'estabadk
berado de las necesidades de la vida. Pero la condición de libre en lo cierto aquel credo liberal que decía «cuanta menos políti-
no se sigue automáticamente del acto de liberación. La libertad ca, más libertad»? ¿No es verdad que cuanto menor sea el es-
necesitaba, además de la mera liberación, de la compañía de pacio ocupado por lo político, mayor será el campo que le
'otros hombres que estuvieran en la misma situación y de un quede a la libertad? Y por cierto, ¿no medimos con justeza el
lespacio_público c msín n eLque se pudiera tratados, en otras alcance_de la libertad, en cualquier grupo social, por el espacio
palabras un mundo organizado políticamente en el que cada libre que garantiza a actividades en apariencia no políticas, a la li-
hombre libre_pudiera insertarse de palabra y obra. bre empresa económica, á la libertad de enseñanza, de religión
Es' obvio que la libertad no caracteriza a toda forma de re- o de actividades culturales e intelectuales? ¿Como de una ma-
lación humana ni a todo tipo de. comunidad. Donde los hom- nera u otra todos creemos, no es verdad, que la política es com-
bres viven juntos pero sin formar una entidad política —por patible con la libertad sólo porque garantiza una posible libe-
ejemplo, en las sociedades tribales o dentro de su propio ho- radón de la política y en la medida en que lo hace?
gar—, los factores que rigen sus acciones y su conducta son las Esta definición de libertad política como libertad potencial
necesidades vitales y la preservación de la vida. y no la libertad. de la política no nos ha llegado simplemente por nuestras ex-
Además, ya que el mundo hecho por el hombre no es d esce- periencias cercanas; ha 'upado un amplio papel en la historia
nado de la acción y de la palabra —como en las Comunidades de la teoría política. No tenemos que ir más allá de lsjuslsa-
agobiadas por 'gobiernos despóticos, donde los integrantes es- dorejpol ue con mucha fre-
tán Emitidos a la estrechez del hogar y así evitan la aparición cuencia identificaron sencillamente la libertad política con la
de un árnbito'público--, la libertad no tiene una realidad mun- seguridad. El objetivo supremo de la. política, «el fin del go-
dana. Sin 'un ámbito público politicam_eatuarantizado la li- bierno», era garantizar la sepridad; a su vez, la seguridad ha-
bertad carece de un espacio mundano en el que pueda hacer su cía posible la libertad, y la palabra «libertad» designaba una

1.6o i61
quintaesencia de actividades que se producían fuera del campo
meros cristianos ante el campo público corno tal, y de la hosti-
político. Incluso Montesquieu, aunque de la esencia de la poli-
lidad que hacia él sentían, yde que querían desentenderse de él
tica tenía una opinión no diferente sino mucho más elevada
para ser libres. Y esta libertad cristiana destinada a lograr la
1 que la de Hobbes o Spinoza, a veces podía igualar libertad po-
salvación estuvo_precedida, como hemos visto, ppr la actitud
i lítica y seguridad.' El nacimiento de las ciencias políticas y so-
de abstención de los filósofos ante la modo de requi-
: cilles en los siglos xix y xxál2lió incluso la brecha entre li-
sito previo para 14 forma de vida suprema y más libre, la vita
bertad y política, p_orgtle el que desde principios de
contemplativa.-
1 la época moderna se había identificado con el dominio total de
A pesar de la enorme carga de esta tradición, y a pesar de
lo político, pasó a ser considerado como el protector oficial del
la quizá más significativa premura de nuestras propias expe-
proceso vital —más que de la libertad—, de los intereses de la
riencias, que presionan en la dirección de un divorcio entre li-
sociedad y de sus_individuos. El criterio decisivo siguió siendo
bertad y política, pienso que el lector puede creer que ha leído
;la seguridad, pero no la seguridad individual, antítesis de la
una trivialidad cuando dije-que la raison d'étre de la política es
¡«muerte violenta», corno en Hobbes (e-ri-qt 7i7nTa condición de
la libertad .y_que esa libertad se experimenta sobre todo en el
¡toda libertad es estar libre del-miedo), sino una seguridad que
hacer. A continuación no haré más que reflexionar sobre esta
¡permitiera ud desarrollo inalterado del proceso vital de la so-
vieja perogrullada.
ciedad como un todo. Este proceso vital no está ligado a la li-
bertad, sino que sigue su propia necesidad inherente, y sólo se
I le puede llamar libertad en el sentido en que hablamos de una
2
corriente que fluye sin impedimentos. En esta concepción, la
libertad no es el objetivo no político de la política sino. un fe-
La libertad corno elemento relacionado con la política no
nómeno marginal, que en cierto modo configura el límite que
es un fenómeno de la voluntad. No nos enfrentarnos con el li-
el gobierno no debe sobrepasar, a menos que estén en juego la
berum arbitrium, una libertad de elección que juzga y decide
vida misma y sus propensiones y necesidades.
entre dos cosas dadas, una buena y una mala, y cuya elección
Así es como. además de nosotros, que tenemos razones pro-
está predeterminada por un motivo que sólo se puede aducir
pias para desc nfiar de lasolítica en el cam o de la libertad,
para iniciar su puesta en práctica: «Y por eso, ya que no puedo
toda la época moderna establece una separación entre liber-
demostrar que soy un amante, / para pasar estos bellos días
Illy_oollea„Puedo remontarme más aún en el tiempo y evo-
corteses, / estoy decidido a demostrar que soy un villano, / y
car antiguos recuerdos y tradiciones. ELconceptcz de libertad ore-
que odio los placeres ociosos de estas jornadas.» Más bien,
o y secular insistid, sin duda, en separas la libertad de
para seguir con Shakespeare, se trata de la libertad de Bruto:
los súbdito- cualquier participación directa en el gobierno;
«Esto será así o moriremos por ello», es decir, la libertad de dar
«las prerrogativas y la libertad consistían en tener el gobierno
existencia a algo que no existía antes, algo que no estaba dado,
de unas leyes por las cuales la vida y los bienes del pueblo fue-
ni siquiera como• objeto de conocimiento o de imaginación, y
ran del pueblo mismo y no por participar en el gobierno, que
que por tanto, én términos estrictos, no se podía conocer. La
es algo que no. le corresponde», como resumió Carlos I en su
acción,..para ser libre, ha de estar libre de, motivaciones, por
discurso desde el patíbulo. No era por un deseo de libertad por
una parte, y de su presunta_finaliclad como„efecto_predecible,
lo que el pueblo al fin pedía_participar en el g9biemo o introdu-
por otra. Esto no significa que motivos y finalidades no sean
cirse en el campo político, sinot pgatsAncorfiaba de loss que
faCtores importantes en cada acción independiente, sino que
tenían poder sobre sus vidas y sus bienes. Además, el concepto
son sus factores determinantes y que la acción es libre en la me-
cristiano de libertad política surgió de la sospecha de los pri-
dida e'n que es capaz de trascenderlos. En cuanto está determi-

16z
163
nada, la acción viene guiada por una finalidad futura cuyo ca- lindón o supremacía, lo que los griegos expresaban con su et¿i.
rácter deseable ha captado el intelecto antes de que la voluntad étpt.crrdiE.Lv («esforzarse siempre para hacer lo mejor y ser el
lo quiera, de modo que el intelecto pone en marcha a la volun- mejor»)— y también miedo, desconfianza u odio. La libertad o
tad, pues sólo ella_p_uede,inducira_la accan, para decirlo con sus opuestos aparecen en el mundo cuando estos principios se
una paráfrasis de la descripción característica que de este pro- actualizan; la apariencia de libertad, como la manifestación de
ceso hizo Duns Escoto.' La finalidad de la acción váríay de- principios, coincide con la acción ejecutora. Los hombres son
pende de las circunstancias cambiantes del mundo. reconocer libres —es decir, algo más que meros poseedores del don de
la finalidad no es una cuestión de libertad, sino de ¡uicio erró- la libertad— mientras actúan, ni antes ni después, porque_sedi-
neo o acertado. La voluntad, vista como una facultad humana bre y actuar es la misma cosa.
diversa y separada, se pliega al juicios es decir, al conocimiento cor
La liberta du_eleinento inherente a la acción quizá esté
de la buena finalidad, y entonces ordena su ejecución:El poder mejor ilustrada por el conceptó de virtu de Maquiavelo, en el
de ordenar, de prescribir la acción, no es asunto de libertad, que se denota la excekncia con_ que,el.hornbo_cesponcle_a_las
sino una cuestión de debilidad o fuerza. oportunidades ofrecidas por el mundo bajo la forma de la for-
En la medida en que es librei_la acción no está balo la guía tuna. Su significado se expresamejor con el término «virtuo-
del intelecto ni bajo el dictado de la voluntad —aunque nece- sismo», es decir, la superioridad que atribuimos en las artes in-
sita de ambos para llegar a cualquier fin particular—, sino que terpretativas (distintas de las artes creativas del hacer), en las
gedeplgó por completo diferente lile, siguiendo el famoso que el logro está en la interpretación en sí misma y no en un
análisis de las formas de gobierno hecho por Montesquieu, lla- producto final que, independizándose de ella, sobreviva a la ■
maré principio. Los principios no operan desde dentro del yo actividad que le ha dado la existencia. La calidad de virtuosis-
como lo hacen los motivos —«mi propia deformidad» ó «mi mo de la virta de Ivlaquiavelo en cierta medida nos recuerda el
buen aspecto»—; por decirlo así, se inspiran desde fuera, y son hecho —desconocido por este personaje— de que los griegos
demasiado generales para indicar metas particulares, aunque siempre usaron metáforas como la de tocar la flauta, bailar,
cada fin particular se puede juzgar a la luz de este principio, curar y navegar para diferenciar las políticas de las demás acti-
una vez que la acción está en marcha. A diferencia del juicio in- vidades, o sea que tomaron sus comparaciones de las artes en
telectual que precede a la acción, y a diferencia del mandato de las que es decisivo el virtuosismo en la ejecución.
la voluntad que la pone en marcha el principio inspirador se Como toda acción contiene un elemento de virtuosismo,y
manifiesta por entero sólo en el acto mismo dea ejecución;
l no ya que el virtuosismo es la excelencia que adjudicamos a las ar-
obstante, mientras los méritos del julo pierden su validez y la tesclela ejecución, a menudo se ha definido a la política como
fuerza de la voluntad a sí misma en un arte. Es obvio que ésta no es una definición sino una metá-
el curso de la acción, ejecutada por el juicio y la voluntad su- fora, y la metáfora se vuelve falsa por completo si caemos en el
mados, ,rincipio inspirador no fuerza ni validez en la error común de mirar el Estado o el gobierno como una obra
ejecución. A diferenciarle iu fin, el principio de una acción se de arte, como una especie de obra maestra colectiva. En el sen-
puede repetir una y otra vez, es inagotable, y a diferencia dé su tido de las artes creativas, que_producen algo tangible y cosifi-
motivo, la validez de un principio es universani, o está unida ni can el pensamiento humano hasta el punto de que la cosa pro-
a una persona ni a un grupo particulares. Sin embargo, la ma- ducida posee una existencia propia, la política es la antítesis
nifestación de los principios sólo se produce a través de la ac- exacta decae, lo que —dicho sea al pasar— no significa
ción, pues resultan evidentes en el mundo mientras la acción que sea una ciencia. La continuidad de la existencia de las ins-
dura, pero no d esaués. Esos principios son honor o gloria, tituciones políticas, por bien o mal diseñadas que estén, de-
amor de la igualdad —al que Montesquieu llanTaba virtud, disj pende de los hombres de acción; su conservación se consigue

164 165
por los mismos medios que les dieron el ser. La existencia in- que no eran esclavos ni estaban sometidos , a .1a coacción de
dependiente señala a la obra de arte como un producto del ha- otros, ni eran trabajadores apremiados por las necesidades de la
, cer; la dependencia total de actos posteriores para conservar su vida. Entonces, si comprendemos lo_político en el sentido de
existencia define al Estado como un producto de la acción. la pólis, su objetivo o raison d'étre sería el de es.tablecer_ycon-
Aquí la cuestión no es que d artista creativo es libre en el servar un espacio en el que pueda mostrarse la libertad como
proceso de creación, sino que el proceso creativo no se desa- virtuosismo: es el campo en el que la libertad es una realidad
rrolla en público y no está destinado a mostrarse al mundo. De mundana, expresable en palabras que se pueden oír, en hechos
uqui que el elemento de libertad, sin duda presente en las artes que se pueden ver y en acontecimientos sobre los que se
ll-creativas, permanezca oculto; el libre proceso creativo no es lo a los que se recuerda y convierte en narraciones antes de que, 4
que se muestra e interesa por fin al mundo, sino la obra de arte por último, se incorporen al gran libro de relatos de la historia
en sí misma, el producto final del proceso. Por el contrario, las humana. Lo que ocurre en ese espacio de apariencias es por, I
artes interpretativas tienen una considerable afinidad con la definición político, aun cuandono sea.un producto directo de 11
política. Los intérpretes —bailarines, actores, instrumentistas y la acción. Lo que queda fuera, como las grandes estas de los
demás— necesitan una audiencia para mostrar su virtuosismo, imperios bárbaros, puede ser impresionante y digno de men-
tal como los hombres de acción necesitan la presencia de otros ción, pero no es político, en términos estrictos.
ante los cuales mostrarse; para unos y otros es preciso un espa- Cualquier intento de derivar el concepto de libertad de las
cio público organizado donde cumplir su «trabajo», y unos y experiencias habidas en el campo político suena extraño y sor-
otros dependen de los demás para la propia elecucin. No se prendente, porque todas nuestras teorías en estos ternas están
debe dar por sentado que existe tal espacio de presentaciones dominadas por la idea de que la libertad es un atributo de la vo-
.. en todos los casos en que los hombres vivan reunidos en una luntad y del pensamiento, más que de la acción. Y esta priori-
comunidad. La pólis griega fue, en tiempos, precisamente esa dad no deriva sólo de la idea de que cada acto ha de estar pre-
«forma de gobierno» que daba a los hombres un espacio para cedido psicológicamente por un acto cognoscitivo del intelecto
sus apariciones, un espacio en el que podían actuar, una espe- y por una orden de la voluntad para llevar adelante su decisión
cie de teatro en el que podía mostraTs-ira-fibertad.' sino también, y quizá incluso en primer lugar, porque se consi- I
Usar el vocablo «político» en el sentido de la_pólis griega dera que la «libertad perfecta es incompatible con la existencia
no es arbitrario ni forzado. No sólo etimológicamente y no sólo de la sociedad», y que en su perfección sólo se puede tolerar
para las personas cultas, esta palabra —que en todas las lenguas fuera del campo de los asuntos humanos. Este argumento tan
europeas deriva de la organización griega, históricamente úni- repetido no sostiene —lo que quizá es verdad— que es parte de
ca, de la ciudad-estado-- trae el eco de las experiencias de una la naturaleza del pensamiento una necesidad de libertad mayor
comunidad que fue la primera en descubrir la esencia y el ám- que la de cualquier otra actividad humana, sino más bien que el
bito de lo político. Sin duda, es dificil e incluso engañoso ha- pensamiento en sí mismo no es pdigrosn, dIsh9duLue sólo la
blar de política y de sus principios internos sin recurrir hasta acción necesita ser restringida: «Nadie pretende que las accio-
cierto punto a las experiencias de la Antigüedad griega y ro- keizall tan libz:QpIriQ las opiniones.»" Sin dunase trata de
mana; esto ocurre por la sencilla razón de que ni antes ni des- uno de los dogmas fundamentales del liberalismo, que, a pesar
)pués los hombres jamás pensaron con tanta hondura sobre la de su nombre, ha hecho lo suyo para apartar la idea de 11e7tad
actividad política ni confirieron tanta dignidad a ese campo. del campo político; Según esa misma filosofía, la política debe
In lo que se refiere a la relación.entre libertad y política, exis- ocuparse casi con exclusividad del mantenimiento de.la vida y
te la razón adicional de que sólo las comunidades políticas an- crelis2yaguardia de sus in.t.ereses Pues bien, cuando. la vida
.... tiguas se fundaron con el fin expreso de servir a los libres, a los está en juego, por definición, las,acciones están bajo el Inperati:
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yo de la necesidad, y el campo adecuado para ocuparse de las nuestras cuatro paredes y entrar en el campo público, no por
necesidades vitales es la gigantesca y siempre crecier —TEa—e-STEJ los peligros particulares que puedan estar, esperándonos, sino
de la vida social y económica cuya administración proyectó su porque hemos llegado a un campo en el que la preocupación
sombra en el espacio político desde el principio mismo de la por la vida ha perdido su validez. El valor libera a los hombres
EdacrNio-derna. Sólo losasuntos exteriores parecen constituir de su preocupación por la vida y la reemplaza por la de la li-
todavía un espacio puramente político, porque las relaciones bertad del mundo. El valor es indispensable porque en política
entre los países aún albergan hostilidades y simpatías que no se lo que se juega no es la vida sino el mundo.
pueden reducir a factores económicos. Incluso en este caso la ,:t I
L
tendencia más fuerte es la de considerar los problemas interna-
- ; cionales de las potencias y sus rivalidades como algo que, en ill- 3
I tima instancia, surge de factores e intereses económicos.
No obstante, así como aún creemos que decir «la libertad • Es evidente que esta noción de interdependencia de libertad
es la raison d'étre de la política» no es más que una perogrulla- y política está en contradicción con las teorías sociales de la épo-
da, a pesar de todas las teorías y tendencias, de igual manera, a ca moderna. Infortunadamente, no se deduce de esto que sólo
pesar de nuestra aparentemente exclusiva preocupación por la- necesitamos volver a las tradiciones y teorías antiguas, premo-
' vida, todavía es algo consabido que el valor es una de las virtu- demas. En realidad, el mayor escollo para llegaracomprender
des políticas cardinales, aunque —si todo esto fuera cuestión lo que es la libertad surge del hecho de que no nos sirve de ayu-
de_,coherencia, que obviamente no lo es— tendríamos que ser da una simple vuelta a la tradición, y en especial a lo que sole
los primeros en condenar el valor como un desdén tonto y has- mos llamar la gran tradición. Tanto el concepto filosófico de li-
ta perverso de la vida y de sus intereses, es decir, de lo que se bertad tal como apareció en la Baja Antigüedad —época en que
considera el más alto de todos los bienes. Valor es una palabra la libertad se convirtió en un fenómeno de pensamiento por el
grande, y no me refiero al que desea la aventura y que con gus- que el hombre podía, por decirlo así, analizarse fuera del mun-
to arriesga la vida para poder sentirse vivo de ese modo tan to- do—, como la idea cristiana y moderna de libre albedrío care-
tal e intenso que sólo se puede experimentar ante el peligro y la cen de base en la experiencia política. Nuestra tradición filosó-
muerte. La temeridad es tan poco respe tuosa de la vida como fica es casi unánime al sostener que la libertad empieza cuando
' la cobardía. El valor, al 21.,,e, con todo, consideramos indispen- los hombres dejan el Campo -de la vida política ocupado por la
sable para la acción política, y al que Churchill cierta vez defi- mayoría, y que no se experimenta en asociación con otros sino
nió como «la primera de las cualidades humanas, porque es la en interrelaciónton el propio vo,ya_sea bajo la forma de undiá-
que garantiza todas las demás», no recompensa nuestro senti- logo interior al que, desde Sócrates,se llama pensamiento o de
do individual de la vitalidad, sino que lp_exige de nosotros la, un conflicto interno del yo, la lucha interior entre lo que quiero
naturaleza misma. del ámbito •público. Este mundo nuestro, y lo c11112!9_, cuya dialéctica devastadora hizo conocer, prime-
11 pkrque existía desde antes de nuestras vidas y está destinado ro a Pablo Ydespués a Agustín, los equívocos y las impotentias
a sobrevivimos, sencillamente no puede_permitirse otorgar la el corazón humano.
reocupación máxima a las vidas individuales y a los intereses Para la historia del problema de la libertad, la tradición cris-
ion 11 as 'conectados; como tal, el ámbito público implica el
co tiana sin duda se convierte en el factor decisivo. Casi automáti-
contraste más agudo posible respecto de nuestro ámbito priva- camente igualamos la libertad con d libre albedrío, es decir, con
do, donde, en la protección de la familia y dell-Logar, todo se una facultad virtualmente desconocida para la Antigüedad clá-
remite a ase Luxar el proceso vital y debe servir para eso. Se ne- sica. La voluntad, tal corno d cristianismo la descubrió tiene tan
cesita valor incluso para abandonar la seguridad protectora de poco en común con las capacidades bien conocidas de desear
una cosa, esforzarse por ella y tenerla como meta que llamó la al cuerpo y a sí misma, y aún dentro del alcance del pensa-
atención salo des•ués de haberse .uesto en n • • miento platónico se interpretó esta facultad como un dominio
capacidades. Si la libertad de hecho no fuera más que un fenó- del alma sobre el cuerpo. Con todo, la soledad agustiniana de
meno de la voluntad, tendríamos que deducir que los antiguos «acalorada discusión» dentro del alma misma era desconocida
no la conocían. Es obvio que esto es absurdo, pero si alguien por completo, porque la lucha en la que él estaba empeñado no
quisiera afirmarlo, podría argumentar lo antes dicho: que la idea era una disputa entre razón y pasión, entre entendimiento y
de libertad no desempeñó ningún papel en la filosofía anterior a Butiós," es decir, entre dos facultades humanas diferentes, sino
Agustín. La causa de este hecho sorprendente es que, en la An- que era un conflicto dentro de la propia voluntad. Y está dua-
tigüedad griega y en la romana, la libertad era un concepto ex- lidad dentro de la facultad misma se conoció como la caracte-
clusivamente político, en sentido estricto la quintaesencia de la rística del pensamiento, como el diálogo que el sujeto sostiene
ciudad-estado y de la ciudadanía. Nuestra tradición filosófica con su yo. En otras palabras, el dos en uno de la sókdad que
del pensamiento político, empezando por Parménides y Platón, pone en marcha el proceso clel_pensamieno_tien.e el.efecto
se fundó de modo explícito en la oposición a esa pólis y a su ciu- opuesto sobre la voluntad: la paraliza y la cierra dentro de sí
dadanía. La forma de vida elegida por el filósofo se entendía misma; querer en soledad es siempre velle y nolle, querer y no.
como antítesis de filos TroXiatkós, forma política de vida..Por querer al mismo tiempo.
tanto, la libertad, el centro mismo de la política tal como la en- El efecto paralizante que la voluntad parece ejercer sobre sí
tendían los .riegos, era una idea que casi por definición no misma es tanto más sorprendente cuanto que su propia y evi-
entraba en el marco de la filosofíarise. Sólo cuando los prime- dente esencia es la de mandar y ser obedecida. Por consiguien-
ros cristianos —Pablo en especial— descubrieron un tipo de li- te, parece ser una «monstruosidad» que el hombre pueda darse
bertad que no tenía relación con la política, el concepto de una orden a sí mismo y no ser obedecido, uná monstruosidad
libertad pudo entrar en la historia de la filosofía. La libertad se que sólo se puede explicar por la presencia simultánea de un yo-
convirtió en uno de los problemas principales de la filosofía quiero y un yo-no-quiero." Sin embargo, esto La es una inter-
cuando se tuvo de ella la experiencia de algo que ocurría en la pretación de Agustín; el hecho histórico es que el fenómeno de
interrelación de uno mismo y su propio yo, y fuera de la interre- la voluntad originalmente se manifestó en la experiencia de que
lación de los hombres.•-E1 libre albedrío y la libertad se convir- yo no hago lo que querría, la experiencia de que existe un quie-
tieron en sinónimos, la presencia de la libertad se experi- ro-y-no-puedo. Lo que la Antigüedad desconocía no era que
mentó en la soledad total, «donde ningún hombre puede evitar existe un posible sé-pero-no-quiero, sino que quiero y puedo no
la acalorada discusión en que cada uno está empeñado consigo son la misma cosa: non hoc est velle, quod posse.' Desde luego
mismo», el conflicto mortal que se produce en la «morada ínti- que el quiero-y-puedo era muy familiar para los antiguos. Sólo
ma» del alma y en la oscura «cámara del corazón». 0 debemos recordar cuánto insistió Platón en que sólo los que sa-
La Antigüedad clásica no carecía de experiencia en los fe- bían cómo gobernarse a -sí mismos tenían el derecho de gober-
nómenos de la soledad; supo muy bien que el hombre solitario nar a otros y estaban liberados de la obligación de obediencia.
ya no es uno sino dos en uno, que la relación entre uno y su Es verdad que d autocontrol ha seguido siendo una de las virtu-
• des específicamente políticas, siquiera porque es un fenómeno
i i o yo empieza en el momento".en que la interrelación de
prop
una persona y sus congéneres se ha interrumpido por cualquier notable de virtuosismo, en el que quiero y puedo deben estar
razón. Además de este dualismo sue es la condición existencial tan bien afinados que, en la práctica, coincidan.
del pensamiento, la filosofía clásica desde Platón insistió en un De haber conocido un posible conflicto entre lo que puedo
dualismo entre alma y cuerpo, en elsue la facultad humana del y lo que quiero, la filosofía antigua sin duda habría comprendi-
movimiento se asignó al alma, de la que se suponía que movía do el fenómeno de la libertad como una cualidad inherente del

t70 t71
puedo, o quizá la habría definido como la coincidencia del sófico, con las experiencias de libertad más antiguas y estricta-
quiero y puedo; con seguridad no la habría pensado como un mente políticas. En la restauración del pensamiento político que
atributo del quiero o querría. Este juicio no es una especula- acompañó el nacimiento de la Edad Moderna es posible distin-
ción vacila; incluso el conflicto euripideo entre razón y Eh)p.c5s, guir entre los pensadores que de verdad pueden llamarse-padres
ambos presentes a la vez en el alma, es un fenómeno relativa- de la «ciencia» política, porque se ouiaronpor los nuevos des-
mente tardío. Más típica —y más importante en nuestro con- cubrimientos de las ciencias naturalaes —su representante máxi-
texto— era la convicción de que la pasión puede cegar a la mo es Hobbes—, y los que, más o menos impertérritos ante
razón humana, pero que, una vez que la razón ha conseguido estos desarrollos típicamente modernos, se volvieron hacia el
hacerse oír, no existe pasión que impida al hombre hacer lo pensamientopolítico de la Antigüedad, no por una predilección
que él sabe que está bien. Esta convicción todavía está subya- por el pasado como tal sino sólo porque la separación entre la
cente en Sócrates, cuando dice que la virtud es un tipo de co- Iglesia y el Estado, entre religión y política, había dado lugar a
nocimiento, y nuestro asombro ante la idea de que alguien pue- un campo_ independiente secular y político desconocido desde '
da haber pensado alguna vez que la virtud era «racional», que la caída del Imperio Romano. El mayor representante de esté se-
se podía aprender y enseñar, nace de nuestra familiaridad con cularismo político fue Montesquieu, quien, aunque indiferente
una voluntad que está dividida, que quiere y no-quiere al mis- a los problemas de una naturaleza filosófica estricta, sabía muy
mo tiempo, mucho más que de cualquier enfoque perspicaz so- bien que el concepto cristiano y el filosófico de libertad eran
bre la presunta impotencia de la razón. poco adecuados para los objetivos políticos. Para librarse de esa
En otras palabras, voluntad, fuerza de voluntad y ansias de noción, estableció una diferencia expresa entre libertad filosófi-
poder son para nosotros ideas casi idénticas; considerarnos que ca y libertad política, una diferencia que consistía en que la filo-
la sede del poder es la facultad de la volición tal como la cono- sofía sólo exige de la libertad el ejercicio de la voluntad (l'exer-
ce y experimenta el hombre en su relación consigo mismo. Y cice de la volonté), independiente de las circunstancias y de la
por esta fuerza de voluntad hemos desvirtuado no sólo nuestro concreción de los objetivos que la voluntad se haya fijado. Por el
razonamiento y nuestras facultades cognoscitivas sino también contrarioja libertad_ política consiste en .que cada .uno pueda I 9
otras facultades más «prácticas». Pero incluso para nosotros hacer lo que debe querer («la liberté ne peut consister qu'ci pou-
está claro que, según lo expresa Píndaro, «éste es el mayor pe- voir ¡aire ce que l'on doit vouloir»: el énfasis se pone en pou-
ligro: poner los pies más allá de lo bueno y lo bello que se co- voir)." Para Montesquieu y para los antiguos era obvio que un:
noce [obligado por la necesidad]»." La necesidad quemde.. eim- su eto no podía ser llamado libre cuando carecía de la capacidad
pide hacer lo • ue sé uiero • uede • rovenir del mu d¿Wacer,y no tenía importancia que ese fallo_ proyiniera de cir-
pro lo cuerpo, de una insuficiencia de talentos, dones y cuali- cunstancias externas o internas.
da es que el hombre recibe al nacer, y sobre los que cada uno He elegido el ejemplo del autocontrol porque para noso-
tiene el-mism o q_ies()bre las demás circunstancias; todos tros es un daro fenómeno de voluntad y de fuerza de voluntad. 1
esos factores sin excluir los psicológicos, condicionan a la per- Los griegos, más que cualquier otro pueblo, reflexionaron so- L:
sona desde fuera en la medida en que el quiero y el sé, es decir, bre la moderación y la necesidad de domar el corcel del alma,
el yo mismo, están implicados; el poder que se enfrenta a estas y, sin embargo, nunca llegaron a ser conscientes de layoluntad
circunstancias, que libera, por así decirlo, el querer v el saber como una facultad específica, separada de otras capacidades
de su servidumbre ante la necesidad es el puedo. Sólo cuando humanas. Históricamente, los hombres descubrieron la volun-
el quiero y el puedo coinciden se concreta la libertad. tad cuando experimentaron su impotencia y . no. su poder,
. Existe otra forma más de comparar nuestra actual idea del cuando dijeron, con Pablo: «Porque en mí.e_galp_resente la yo- .
libre albedrío, nacida de un dilema y formulada, en lenguaje filo- 'untad- pero cómo ejecutar lo que es bueno,nolo_ié.» Es la

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misma voluntad, se quejaba Agustín, para la que no era «una la que la fuerza del quiero se autoagotaba, el ansia de poder se
monstruosidad en parte querer y en parte no querer»; y aunque convertía de inmediato en fuerza de opresión. Aquí sóloiuedo
señala que es «una enfermedad de la mente», también admite aludir a las consecuencias fatales que para la teoría política
que esa enfermedad es, por decido así, natural para Qua mente tuvo la ecuación de libertad y capacidad humana de voluntad;
poseída por una voluntad: «Si la voluntad ordena que haya una fue una de las causas por las que aún hoy casi automáticamen-
voluntad, no manda sobre nadie sino sobre sí misma... Si la vo- te identificamos el poder con la opresión o, al menos, con el
luntad es cabal, ni siquiera se ordenará a sí misma ser, porque dominio ejercido sobre los dem_ás.
ya sería en ese caso.»19 En otras palabras, si el hombre tiene una Sea como sea, lo que en general entendemos por voluntad. y
voluntad, siempre se verá como si hubiera dos voluntades pre- fuerza de voluntad surgió de ese conflicto entre un yo volunt_a-
sentes en la misma persona, luchando entre sí para prevalecer ri~y2_activo, de la experienciade un yo-_quiero-y-,:t9-puedo,
en su mente. Por tanto, la voluntad es a la vez, poderosa e im- lo que significa que el quiero -se quiera lo que se quiera— está
potente, libre y sometida. •
sujeto al yo, le devuelve el ataque, lo estimula, lo incita o es eli-
Cuando hablamos de impotencia y de los límites impuestos minado_por el yo. Por muy lejos que puedan llegar las ansias de
a la fuerza de voluntad, por lo común pensamos en la impo- poder, e incluso si alguien poseído por ellas empieza a conquis-
tencia del hombre respecto del mundo circundante. Por tanto, tar el mundo entero, el quiero nunca se puede librar del yo;
tiene cierta importancia advertir que en esos testimonios tem- siempre permanece unido a él y, sin duda, bajo su dominio. Esta
pranos la voluntad no se veía vencida por alguna arrolladora
dependencia del yo diferencia al quiero del pienso, que también
fuerza de la naturaleza o por las circunstancias; la discusión se mueve entre el sujeto y su yo, pero en cuyo diálogo el yo no es
que suscitó su nacimiento no fue el conflicto entre lo singular y el objeto de la actividad del pensamiento. El hecho de que el
lo plural, ni la pelea entre el cuereo y el alma. Por el contrario, quiero se haya vuelto tan hambriento de'poder, de que la volun-
la relación entre mente y cuerpo era para Agustín incluso el tad y las ansias de poder prácticamente se hayan identificado,
ejemplo notorio del enorme poder inherente a la voluntad: «La quizá se deba a que se hayan experimentado por primera vez en ,
,mente manda al cuerpo, y el cuerpo obedece al instante; la men- su impotencia. De todos modos, la tiranía—única forma de go-
te se- manda a sí misma y encuentra resistencia.»» El cuerpo bierno que surge directamente del quiero— debe su crueldad
representa en este contexto el mundo exterior y en ningún
ávida a un egotismo ausente por entero dé las utópicas tiranías
aspecto es idéntico al yo del sujeto. Dentro del yo de cada uno, de la razón, con las que los filósofos querían coaccionar a los
en la «morada interior» (interior domas), donde Epicteto creía hombres y que concebían según el modelo del pienso.
aún que el hombre era el amo absoluto, fue donde estalló_ el
He dicho que los filósofos mostraron por primera vez su
conflicto del hombre consigo mismo y donde la voluntad fue interés en el problema de la libertad cuando la libertad, en lu-
derrotada. La fuerza de voluntad cristiana se descubrió corno gar de experimentarse en el hacer Len la asociación con los de-
un órgano de autoliberación y de inmediato se la consideró de-
más, pasó a experimentarse en la voluntad/ en la relación con
seable. Es como si el quiero paralizara de inmediato alpuedo, el propio yo: en una palabra, cuando la libertad se había con-
como si en el instante en que los hombres quisieron la libertad, "' Vertido en libre albedrío. Desde entonces la libertad- ha sido
hubieran perdido' su capacidad de ser libres. En el conflicto un problema filosófico de primer orden; corno tíl seaplicó al,
mortal entre las intenciones y los deseos mundanos, del que se campo político, y así se convirtió también en un problema po-
supone que la fuerza de voluntad libera' al yo, lo'má.s deseable lítico. A causa del paso de la acción a la fuerza de voluntad, de
y adecuado que se podía conseguir era la opresión. A causa de
la libertad como un estado de ser manikstasio en_acció.n al li-
la impotencia de la voluntad, de su incapacidad de generar po- berum arbitrium; el ideal de libertad dejó de ser el virtuosismo
der genuino, de su constante derrota en la lucha con el yo en convirtióen sobera-
en el sentido que mencionamos antes .y_se„convirtió

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nía el ideal de un libre albedrío, independiente de los demás y, es quizá la consecuencia más dañina y peligrosa deja ecuación
en última instancia, capaz de prevalecer ante ellos. El antepa- filosófica de libertad y libre albedrío, ya que lleva a una nega-
sado filosófico de nuestra actual idea política de libertad está ción de la libertad huolana —es decir, si se comprende que,
todavía manifiesto en los escritores políticos del siglo xvtii, por sean lo que sean, los hombres jamás son soberanos.—, o bien a
ejemplo en Thomas Paine, cuando insistía en que «para_que [el la idea de que la libertad de un hombre, de un grupo o de una
hombre] sea libre.es suficiente que lo quiera», una idea que La- entidad política se puede lograr sólo al precio de la libertad
fayette aplicó a la nación-Estado: «Pour qu'une nation soit libre, il --o sea, la soberanía— de todos los demás. Dentro del marco
suffit qu'elle veuille l'étre.» conceptual de la filosofía tradicional es bien difícil comprender
Es evidente qúe estas palabras•son un eco de la filosofía po- que la libertad y la no soberanía puedan coexistir o, para ex-
lítica de Jean•jacques Rousseau, que siguió siendo el represen- presarlo de otra forma, que la libertad se pueda haber dado a
tante más sólido de la teoría de la soberanía, por él derivada los hombres 'a condición de la existencia de la no soberanía. En
directamente de la voluntad, de modo que podía concebir un rigor, negar la libertad por la existencia de la no soberanía del
poder político según la misma imagen de una fuerza de volun- hombre es tanpoco realista como peligroso es creer que pue-
lad individual. Argumentaba, para rebatir a Montesquieu, que de ser libre el individuo o el grupo sólo si es soberano. La
el poder debe ser soberano, es decir, indivisible, porque «una famosa soberanía de los cuerpos políticos siempre_fue una
voluntad dividida sería inconcebible». Rousseau no se desen- Jákkque
i , además, no se puede mantener más que con ins-
tendió de las consecuencias de ese individualismo extremo y trumentos de violencia, es decir, con medios esencialmente no
sostuvo que en un Estado ideal «los ciudadanos no tienen co- políticos. En condiciones humanas, que están determinadas
municación los unos con los otros»: que. para evitar que se por el hecho de que en la tierra no vive el hombre sino los
organicen facciones. «cada ciudadano debe pensar sólo sus hombres, la libertad y la soberanía son tan poco idénticas que
propios pensamientos». En realidad, la teoría de Rousseau se ni siquiera pueden existir simultáneamente. Cuando los hom-
refutó por la simple razón de que «es absurdo para la voluntad bres quieren ser soberanos, como indi.victuos o cómo grupos
comprometerse a sí misma para el futuro»;" una comunidad organizados, deben rendirse a la opresión de la voluntad, ya
fundada de veras en esa voluntad soberana se construiría no sea la individual con la que cada uno se obliga a sí mismo, o la
sobre arena sino sobre arenas movedizas. Toda la actividad po- «voluntad general» de un grupo organizado. Si los _hombres
lítica se lleva a cabo, y siempre fue así, dentro de un elaborado quieren ser libres, deben renunciar precisaenieaIa
in sobe-
marco de lazos y conexiones para el futuro, como las leyes, las ranía.
constituciones los tratados v alianzas, g Ir de j n en última
instancia de la facultad de prometer y de mantener las prome-
sas ante las incertidumbres esenciales del futuro. Además, un 4
Estado en el que no hay comunicación entre los ciudadanos y
. • donde cada hombre piensa sólo sus Propios pensamientos es, Ya que todo d probleina de la libertad surge para nosotros
por definición, una tiranía. Que la facultad de la voluntad y de en el horizonte de las tradiciones cristianas, por una parte, y de
la fuerza de voluntad en y por sí misma, sin conexión con otras una tradición originalmente antipolítica, por otra, nos resulta
facultades, es una capacidad esencialmente no olítica e inclu- difícil comprender_que pueda existir una libertad que no sea
. so aritipolítick está quizá más manifiesto que en ninguna otra un atributo_ de la voluntad sino un accesorio del hacer:yde la
'parte en los absurdos a los que se vio llevado Rousseau y en la acción. Volvamos pues, una vez más a la Antigüedad, es decir,
extraña jovialidad.con que los aceptó. a sus tradiciones políticas y prefilosóficas, no por motivos eru-
• Políticamente esta identificación de libertad soberanía ditos y tampoco para mantener la continuidad de nuestra tra-
1
dición, sino sólo porque en ella vernos una libertad...experimen- poner en marcha una nueva empresa, porque sólo con la ayu-
tada en,el proceso de actuar y que —aunque, por supuesto, la da de los demás el eipxwv, el gobernante, iniciador y jefe,
humanidad nunca perdió por completo esa experiencia— ja- podía actuar de verdad, TrpcIrrav, llevar a buen fin lo que
más se volvió a formular con la misma claridad clásica. hubiera empezado a hacer.
Sin embargo, por razones que mencionamos antes y que En latín, ser libre y empezar también son conceptos rela-
no podemos analizar aquí, comprender esta articulación en cionados, aunque de un modo distinto. La libertad romana era
ningún otro espacio és más difícil que en los textos de los filó- un legado transmitido por los .fundadors-ae Roma al pueblo
sofos. Sin duda nos llevaría muy lejos tratar de destilar, por romano; su libertad estaba unida a ese comienzo establecido
decirlo así, los conceptos pertinentes del cuerpo de la literatu- por los antepasados con la funaieión-de-Ta-ciuda-cl;de cuyos asun-
ra no filosófica, de las obras poéticas, dramáticas, históricas y tos debían ocuparse os e-.,¿en ten aCien ose cargo de
políticas, cuya formulación eleva las experiencias a un espacio las consecuenciaLy.curs fundaciones debían «aumentar». La
de esplendor que no es el campo del pensamiento conceptual. suma de todos esos elementos son las res gestaecé la Repú-
Además, para nuestros fines eso es innecesario. Lo que la li- blica romana. Zo_r_corisiguiente, la historioarafía romana, en
teratura antigua, tanto,griega cómo latina,, tiene que decirnos esencia tan política como la griega, nunca se contentó con la
robreestosasunto_s está arraigado, en última Instanci7,enél mera narración de las grandes hazañas y acontecimientos; a di-
hecho 7aoso
st .de que_tanto el griego como el latín disponen ferencia de Tucídides o de Heródoto, los históriadores roma-
ce. dos. verbos denotarlo que nosotros_expresarno-s con nos siempre se sintieroncomprometidos con el comienzo de la
nuestro «actuar». llos dos vocablos griegos_san Upx¿.v, empe- historia romana porque ese comienzosonteníaelelementoau-
zar, guiar, y -n-p-dTTEL11, llevar algo_a_buenTfig. Los verbos lati- téntico de la libertadIr-dmana y por tanto constituía su historia
nos correspondientes son agere, poner algo en movimiento, y pgítica;r uera lo que iba7anarrar', empezaban ab
genere, voz difícil de traducir, que en cierto modo...alude a la urbe condita, desde la fundación de la ciudad, la garantía de la
continuación duradera, sostenida, de actos pasados cuya con- libertad romana.
secuencia son las re s gesté, .125 heChos_y acontecirnientomue Ya he dicho que el antiguo concepto de libertad no de-
llamamos históricos. En ambos casos laacción se de-sT arr011a.en sempeñaba ningún papel en la filosofía griega, precisamente
dos escenarios clifereairireVel -prither6-es-u-n- por su exclusivo origen político. Es verdad que los escritores
-c11
-t 3 16-nuevo
- Régi mundo. Paligel-irWapxetv, que romanos se rebelaron a veces contra las tendencias antipolíti-
e..empezar, guiliry mandar, es decir, las
abarca los campos d----- cas de la escuelTE)Ci-i
ii tica, pero su extraña falta de talénto_ti1p
cualidades sobresalienkdn-671-7Elib— rer da testimonio de sólic-o-al-piTeCJle-s:impiclió encontrar un conceio p teórico de
una experiencia en qtie ser libre y la capacidad de empezar libertad ue rueraadecuadJFarisus propias experiencias y
kg-o-nuevo coincidían. ti-libertad, como diríamos hoy, se ex- para las grandes instituciones libres existentes en la res publica
perimentó en la esponta-- neidad. El doble sentido de elpxetv romana. Si la historia, de las ideas fuera tan consistente como
indica que sólo pueden empezar -algo- nuevo los que ya man-- sus historii-dcesse figuran, tendríamos que tener aún
daban (es decir, los 'efes de familir ue tenían mando sobre menos esperanzas de encontrar una ■ 7111-drídea política de
sus esclássys sus familiares.) y....que
.. alí se liberaban de las ne- lib---
ertadén A- guis erg— ran—p-en-
- sador-cristiano— y verdadero
cesidade e la. vida para entregaise:,a ernptesal..e.a.1 eurásÁis- introductorre albedrío de Pablo, junto a sus perpleji-
tantes o para desempeñarse como;ciudadanos en la polis; en dades, en la história de la filosofía. No obstante, en Agustín
ambos casos ya no gobernaban, sino que eran gobernantes en- encontramos no sólo la discusión de la libertad como liberum
arbitrium —aunq ue esta discusión se volvió decisiva para la
tre gobernantes, se movían entre sus pares, cuya ayuda solici-
taban como conductores en el caso de iniciar algo nuevo, de tradición----, sino también una ide-a de concepción distinta de,

178 179
su totalidad, que, característicamente, aparece en su único tra- ejecuta un agente divino— siernpre deben ser:interrupciones
tado político, De Civitate Dei, en el que, como es muy natural, -a e alguna serie natural de acontecimientos, de algún proceso
Agustín habla basándose en experiencias romanas específicas automático, en cuyo contexto constituyen lo absolutamente
más que en cual-otra
cit.:Je. de obras, 71a libertad está con- inesperado.
cebida no como una íntima disposición humana sino como una Es indudable que la vida humana, situada en la tierra _está
caracterrstic-aCfe Ti existencia derh-o—mb7een el mundo. El rodeada de procesos automáticos, los procesos naturales terres-
hombre no posee libertad porque C-C■ n él, o mejor con su apari- tres que, a su vez, están rodeados por los procesos cósmicos, y
ción en el mundo, aparece la libertad en el universo; el hombre que nosotros mismos estamos impulsados por fuerzas similares,
es libre porque él mismo es un principio y fue creado una vez en la medida en que también integramos una naturaleza orgáni-
que el universo yexistía: ZilTit7u-m1 ut esset, creatus est homo, crAdernás, nuestra siidapolitíc.a.:7a— pes-ar-d-J-qu-e6-er campo de
ariiTquen77jnWiiii7reon el nacimiento de cada hombre se ---
la accióinigién discurre -delitro de los que llamamos proce-
confirma este principio inicial, porque en cadri7aMIErúrgó sos históricos y que tienden- a transformarse en algo tan automá,
nuevo a un mundo ya existente, que seguirá existiendo después tico y natural como los procesos cósmicos, aunque los hombres
de la muerteieTdaiindividuo7Erh-om~e —Frri;"¿;-r" los hubieran puesto en march-a7L-averdid es que el automatis-
pprque él es un comienzo; ser humano y ser libre son unail a mo es inherente a todos los procesos, sea cual sea su origen, mo-
misma cosa. Dios creó al hombre Elia introducir en el mundo tivo por el cual ningún acto singular y ningún acontecimiento
la facultad de empezar: la libertad. singular pueden, de una vez por todas, ni liberar ni salvar a un
Las fuertes tendencias antipolíticas de los primeros cristia- hombre, a un país o a la humanidad. En la naturaleza misma de
nos son tan familiares que la idea de un pensador cristiano que los procesos automáticos a los que el hombre está sujeto, pero
haya sido el primero en formular las implicaciones filosóficas de dentro y contra los cuales se puede afirmar a sí mismo gracias a
la antigua idea política de libertad nos resulta casi paradójica. la acción, se ve que sólo pueden significar la ruina para la vida
La única explicación que viene a la cabeza es que Agustín era humana. Una vez automatizados, los procesos históricos gene-
romano además de cristiánad que en esta parte de su o raor- rados por ellior -1 re no son menos daiiirio-s-qu-eel— pio-ces-o-de la
mi.36 la ex eriencia politica central de la Antigüedad romana, vida naturillquec.onducea:nuesirCs -&giniSMOsy:cp.T5,énsiTs ;
que ecía que la libertad fue el principio que se pusóce l--riií—ni- propios términos, tosbiológicos, do-silev-a-desde el ser hasta el
fiesto en el acto de IrTelációii":"N obs tante, estoy convencíaddea no-ser, desde el nacimientohacia la muerte. Las cienciaThistóri-
--,...—
que esta impresión variaría mucho si las palabras de Jesús de cas conocen a forTifólos casos de civilizaciones petrificadas y sin
Nazareth se tomaran más seriamente en sus implicaciones filo- remedio decadentes, en las que la destrucción parece prefijada,
sóficas. Encontramos en el Nuevo Testamento una comprensión como una necesidad-biológica, y ya que esos procesos históricos
especi~áel'póder exente a de estancamiento pueden durar y_arostrarse a lolargo de siglos,
la libertad humana; pero la cap_acidad .que corresponde incluso ocupan el mayor de los espacios en la historia registrada;
a este poder,. esa que, palabras del-Evangelio, es capaz de los períodos de libertad siempre fueron relativamente cpflos_en
mover montliías, no es la voluntad sino la fe. El trabajo de la fe la historia delalumaniclaa.
—su producto en re 1os e7angelistas llarnarsin Lo que por lo común permanece intacto en las épacas de
y de
<cigilazup, una palabra con diversos significados en el NueVo pe ruina predestir elazejla propia facultad de li-
Testamento y difícil de comprender. Podemos dejar de lado las bertad,Ja capridad cabal d em asTlo que anima e inspira
dificUltades y referirnos sólo a los pasajes en que los milagros todas las actividades humanas y es 17fuente oculta de produc-
son, sin duda, no hechos sobrenaturales sino sólo lo que todos ci s las cosas grandes y bellas. Pero mientras esta
los milagros —tanto los que hacen los hombres como los que fuente permanece oculta, la libertad no es una realidad rnun-

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darla, tangible, es decir, no es política. La fuente de libertad si- periencia que nos dice que los acontecimientos son milagros
gue presente incluso cuando la vida política se ha petrificado y no es arbitraria ni rebuscada; por el contrario, es natural y, sin
la acción política es impotente para interrumpir los procesos duda,_ casi un lugar común en la vida corriente. Sin esa expe-
automáticbs: por eso la libertad se puede confundir tan fácil- riencia común, el papel asignado por la religión a los milagros
mente con un fenómeno no político por su esencia; en tales cir- sobrenaturales habría sido poco menos que incomprensible.
cunstancias, la libertad no se experimenta como un modo de He elegido este ejemplo de los procesos naturales inte-
ser con su propia clase de «virtud» y virtuosismo, sino como un rrumpidos por la irrupción de alguna «infinita improbabili-
don supremo que sólo el hombre, entre todas las criaturas de la dad» para ilustrar que lo que llamamos real en la experiencia
tierra, parece haber recibido, del que podemos e`e7ri n EFEh-Tj Ordinaria casi siempre ha llegado a producirse gracias a unas
llas y signos en casi todas sus activialIles, pero que, no obstan- coincidencias que son más raras que la ficción. Es obvio que el
te, se de- - a por completo sólo cuando la acción ha creado
sarroll— ejemplo tiene sus limitaciones, y no se puede aplicar simple-
su propio espacio mundano, en el que puede salir de su escon- mente ál campo de los asuntos humanos. Sería pura supersti-
dite, por cerlo así, y hacer su aparición. ción esperar milagros, esperar lo «infinitamente improbable»
Cada acto, visto no desde la_perspectiva del agente sino des- en el contexto de procesos automáticos históricos o políticos,
de la del proceso en cuyo marco se produce y cuyo automatismo aunque aun esto no se puede excluir jamás por completo. La
interrum e, es un «milagro»,o sea algo que no se podr-----,assym.r. historia, a diferencia de la naturaleza, está llena de aconteci-
Si es ver ad que la acción y el principio son esencialmente lo mientos; en ella el milagro del accidente y de la improbabilidad
mismo, se deduce que una capacidad para hacer milagros debe, infinita se roduce con tanta frecuencil queparece extraño
igualmente, estar dentro del ámbito de las facultades humanas. mencionar siquiera los mikros. Pero esta ftecuencia nace,
Esto suena más raro de lo que es en realidad. Dentro de la natu- simplemente, de que los procesos históricos se crean e inte-
raleza misma de cada nuevo principio, irrumpe en el mundo rrum_pen de modo constante a través de-la-Trilcia-tiva-huri.a;
como una «infinita improbabilidad» y, con todo, es ese mismo por el initium,---eflio-a- re--e-S-en - la-Me-dida-en-qiie-ecu-n-s-er
improbable infinito lo que en rigor constituye la propia estruc- actuante. De modo que para nada constituye una superstición,
tura de todo lo que llamamos real. Nuestra existencia entera, sino incluso un propaa-6-WrialiliTioja. búSqueda'deVini-
después de todo, descansa sobre una cadena de milagros, por revisible e impredecible, estar preparado para ello y esperar
decirlo así: el nacimiento del planeta, el desarrollo de la vida or- «rn. agros» en el gmpopolítico. Y cuanto más caiga el platillo
gánica en él, la evolución del hombre desde las especies anima- de la balanza hacia el lado deldesastre, más milagroso, sesulta-
---iMe vista dejos procesos en el universo yen la
les. Desde el pur rret-heaI reáljadóenligejtacf,Wrquees eldesistre, no la
naturaleza, y sus probabilidades estadrs-ficamente abrumadoras, salvación lo,que siempre ocurre _autórHti,carnente y por consi-
el surgimiento de la tierra,mravés de los procesos cósmicos, la guiente tiene que parecer que es algo irresistible.
formación de vida orgánica a partir de procesos inorgánicos, C/Weaválreni te., es decir, viéndolo desde fuera y sin tomar
la evolución del hombre, por último, gracias los procesos de la en cuenta que el homb-FeTs nninicióy.unipiciador, las posibi-
vida orgánica, todas estas cosas son «inflaos improbabilida- lidades de_que mapa sea tormo ayer siempre son abrumaclo-
des», son «milagros» en el_habla cotidiana. Por este elemento ras.No tan abrumadoras, sin duda, pero bastante cercanas a
«milagroso» presente en toda la realidad, los aconileirnientos, las posibilidades de que ningún planeta Tierra vuelva a surgir
no importa cuan anticipados por miedo o por esperanza, nos de los procesos cósmicos, de que ninguna vida se desarrolle de
impartan con un golpe de sorpresa una vez que han ocurrido. los procesos inorgánicos y de que ningún hombre surja de la
El impacto mismo de un hecho nunca es explicable del todo; su evolución de la vida animal. La diferencia decisiva entre las
[actualidad trasciende en principio a toda anticipación. La ex- «infinitas improbabilidades» en las que descansa la realidad de

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nuestra vida terrestre y el carácter milagroso inherente a los V. LA CRISIS EN LA EDUCACIÓN
acontecimientos que determinan la realidad históricaconsiste
eiue, en el campo de los asuntos humanos, conocemos al au-
tor cen"-sZiii1445SZ-Tesldnites"10 s-qu
hombres- que, relbrdrér - 1—don ce-17flibertad
de la acción, pueden configurar una realidad propia.

La crisis general que se apoderó del mundo moderno en su


totalidad y en casi todas las esferas de la vida se manifiesta de
distinto modo en cada país, se extiende por distintos campos y
adopta distintas formas. En los Estados Unidos, uno de sus as-
pectos más característicos y sugestivos es la crisis recurrente de
la educación, que, al menos a lo largo del último decenio, se ha
convertido en un problema político de primera magnitud, refle-
jado casi cada día en los periódicos. A decir verdad, no se re-
quiere una gran imaginación para detectar el constante avance
de los peligros de un declive de las normas elementales a través
de todo el sistema escolar, y la gravedad del problema fue su-
brayada como correspondía por los innúmeros esfuerzos inefi-
caces de las autoridades educativas para contener la marea. No
obstante, si se compara esta crisis educativa con las experiencias
políticas de otros países en el siglo xx, con las agitaciones revo-
lucionarias posteriores a la Primera Guerra Mundial, con los
campos de concentración y exterminio, o incluso con el hondo
malestar que, a pesar de las virtuales apariencias de prosperi-
dad, se esparció por toda Europa desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial, és un tanto difícil tomarse una crisis en la edu-
cación con toda la seriedad que se merece. Sin duda es tentador
considerarla como un fenómeno local, desconectado de los
grandes temas del siglo, para achacarlo a ciertas peculiaridades
de la vida en los Estados Unidos, de las que no es fácil encontrar
paralelo en otros países.
Sin embargo, si eso fuese verdad, la crisis en nuestro siste-
ma escolar no se habría convertido en un asunto político y las
autoridades educativas no habrían sido capaces de enfrentarse
con ella en su momento. Por supuesto que en esto hay mucho

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