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Psicosociales Cap 5
Psicosociales Cap 5
Psicosociales Cap 5
Las
paradojas del individuo social
Introducción
A priori puede parecer extraño que las situaciones puedan tener una
“psicología”, por eso pensemos en el ejemplo siguiente: nuestro día a día
consiste en hacer una serie de acciones consecutivas y pasar de una a la otra
sin cesar. Nos levantamos, nos duchamos, almorzamos, nos trasladamos,
trabajamos, comemos, militamos, cantamos, leemos, cenamos, vemos la
televisión, dormimos, etc. Estas acciones no tienen lugar en el vacío sino que,
como puede intuir fácilmente mediante las imágenes que le han venido a la
cabeza mientras las leía, tienen un contexto, forman parte de alguna de las
situaciones posibles con las que nos enfrentamos cada día. Es importante
retener este concepto de situación y entender que va más allá del contexto
físico y que también incluye el contexto social –es decir, lo que las acciones
significan para nosotros y para las otras personas. Por ejemplo, la presencia
física de una mesa forma parte de determinadas situaciones laborales, pero
también el significado de mesa y las normas que regulan qué se tiene que hacer
en una mesa y qué no se tiene que hacer. Por lo tanto, los diversos usos y
costumbres de las relaciones entre personas y mesas forman parte de la
situación y de su definición.
Curiosidad
En Barcelona, no se acostumbra a hacer cola en las paradas de autobús, de
manera que el orden de subida al autobús es una interacción compleja de
factores aleatorios (delante de quien ha quedado la puerta) y cívicos (si hay
gente mayor o impedida esperando). En cambio, estos factores no tienen
ninguna importancia en las paradas de origen de las líneas de autobús, ya que
en éstas la norma es hacer cola independientemente de los problemas de
movilidad de los diferentes usuarios.
Ejemplo
Recordad que Jerome Bruner mostró cómo en niños y niñas de ocho a diez años
la percepción del tamaño de unas circunferencias variaba según si eran de
cartón o bien si eran monedas. Las monedas valían más y, por lo tanto, “eran”
más grandes.
Recordad
A causa de la noción de obediencia debida, miles de soldados se han ahorrado a
lo largo de este siglo responder de los crímenes que habían cometido con sus
propias manos.
1. El proceso de normalización
Ruptura de expectativas
¡Cuántas veces no nos hemos sorprendido de nuestras mismas reacciones!
Pronunciar la frase “nunca me hubiera esperado que reaccionaría así” es más
habitual de lo que parece.
El ascensor
Normas de este tipo son, por ejemplo, las que regulan las acciones de las
personas en un ascensor. Algunas son generales de todos los ascensores y otras
son específicas según si el ascensor es de una vivienda o de un edificio de
oficinas, si se encuentra en una ciudad grande o en un pueblo pequeño, etc. Por
ejemplo, el silencio es la norma principal: en un ascensor es deseable estar
callado; sin embargo, esta norma puede chocar con otra que promueva la
comunicación entre personas. Cuando esto pasa, la norma que sucede a la del
silencio es la de hablar del tema más neutro y con menos implicaciones
personales posibles; es decir, del tiempo que hace. Si se mantiene el silencio,
encontramos también otras normas, como por ejemplo, no mirar directamente a
las otras personas y, por lo tanto, evitar el contacto ocular y en todo caso mirar
las paredes del ascensor, las luces, el espejo (no mucho por si los otros
pensaran que somos unos presumidos o que les miramos mediante el espejo) o
leerse por enésima vez las instrucciones de uso y las limitaciones de personas y
peso. A ser posible, hace falta dejar el máximo de espacio posible entre
personas y evitar cualquier contacto físico; si esto no es posible hay que
expresar claramente, aunque no verbalmente, la incomodidad que nos provoca
tal situación.
El ascensor
Más vale que no intente romper las normas del ascensor de su casa para ver
qué pasa, si no quiere tener que dar demasiadas explicaciones, y sobre todo si
particularmente no le apetece que la mayoría de vecinos no le dirijan más la
palabra o rehuyan su presencia.
1.1.4. La normalidad
La conexión entre las nociones de normalidad y de norma
social es directa. En una sociedad como la nuestra, de la
cual pensamos que está formada por individuos que pueden
actuar por su cuenta y que presuponemos libres, se
convierte en imprescindible prever la conducta de los otros.
Por esto, la noción de normalidad tiene tanta fuerza, porque
todos aspiramos a ser considerados normales –en todo caso
cualquier característica personal que nos haga ser
individuos no puede exceder los márgenes de la
normalidad–: en este contexto hay que entender que es
normal quien cumple las normas implícitas y no lo es quien
no las cumple.
En cambio, las normas formales no están tan vinculadas a la
noción de normalidad precisamente porque son explícitas.
En general, su no cumplimiento es indicio de rebeldía, pero
no de anormalidad.
El ascensor
Los ejemplos anteriores de las normas presentes en una situación tan
aparentemente “inocente” como la de un viaje en ascensor reflejan y
construyen al mismo tiempo lo que significa la intimidad en nuestra sociedad,
distinguen los espacios públicos de los privados, regulan la relación entre el
individuo autónomo y la colectividad. Es decir, indican que hay una tensión que
hay que resolver de manera normativa entre un espacio colectivo limitado que
anula la disponibilidad de espacio personal que cualquier individuo considera
suyo. Por otro lado, el ascensor de la vivienda es un momento de tránsito, una
frontera entre lo público y lo privado que remarca la noción de propiedad
privada y la característica del individuo moderno como poseedor o propietario
de bienes, espacios y momentos, de los que nadie puede disponer sin su
autorización expresa.
Por otra parte, es una noción que nos explica por qué somos
capaces de adaptarnos rápidamente a situaciones no
familiares para nosotros tan sólo observando la conducta de
las otras personas. Pero no sólo eso, sino que remarcar el
hecho de que la mayoría de nuestros comportamientos
tiene un origen social nos permite pensar que éstos no
vienen de alguna entidad exterior al propio ser humano,
Dios o la madre naturaleza, sino que son productos de la
interacción entre personas; aunque la mayoría de normas
sean implícitas y no sepamos que están, las podemos
cambiar desde el momento en el que una ruptura nos
permita identificarlas y plantearnos su validez.
Este efecto es bastante conocido por los astrónomos, que sufren sus
consecuencias. Se produce siempre que percibimos un objeto luminoso y nos
faltan las referencias espaciales para situarlo con respecto a nuestra posición en
el espacio. En estas condiciones, el objeto luminoso parece que se mueva de
manera errática en cualquier dirección a pesar de estar realmente inmóvil.
Figura 5.1
Resultados de los dieciséis grupos de dos y tres personas en el experimento del
efecto autocinético. Cada raya representa a un sujeto. El eje vertical son las
pulgadas que recorre la luz según el sujeto y el eje horizontal son las diferentes
sesiones individuales o de grupo.
Michel Foucault
El célebre filósofo francés muestra en su libro Vigilar y castigar cómo la
disciplina impuesta en las escuelas (y también en otras instituciones cerradas
como son hospitales, prisiones, cuarteles o fábricas) no tiene como efecto
principal la interiorización de determinadas normas de comportamiento sino la
constitución real de cuerpos dóciles y útiles, de sujetos obedientes dispuestos a
aceptar trabajos que anteriormente consideraban inaceptables. La disciplina, la
vigilancia, los ejercicios físicos, el encierro en espacios ordenados
geométricamente, los exámenes médicos, etc. crean al individuo moderno, no
como sujeto jurídico no sometido a unas normas exteriores a él, sino como
conjunto de normas ambulante: el individuo no es otra cosa que un grupo de
normas. (6)
Figura 5.2
¿Un pato o un conejo? Sólo la palabra que utilizamos para describirlo nos
permite ver qué es "realmente".
Figura 5.3
Media de las estimaciones de discos y monedas del mismo tamaño para niños
de diez años. El eje de coordenadas contiene las monedas y el eje de ordenadas
el porcentaje de desviación con respecto al tamaño real.
Figura 5.4
En este gráfico la línea discontinua representa las estimaciones de los niños
procedentes de un entorno pobre y la continua la de los niños procedentes del
barrio acomodado.
Una persona explicó que miró la calle y que todo parecía igual que cada día y
que, por lo tanto, había pensado que la invasión todavía no había llegado a su
barrio. Otra persona explicó que vio que la calle estaba llena a rebosar de
coches y que, por lo tanto, la gente ya estaba huyendo. Una tercera persona
describió que por su calle no pasó ningún coche y que pensó que el tráfico había
quedado colapsado a causa de la destrucción de las carreteras. El significado
otorgado a la percepción es la percepción misma, con un grado sorprendente de
independencia respecto de la información que supuestamente nos envían
nuestros órganos sensoriales.
S. Asch (1952). Psicología Social (p. 172). Buenos Aires: Eudeba, 1972.
inteligente-habilidoso-trabajador-cálido-decidido-práctico-
cautointeligente-habilidoso-trabajador-frío-decidido-
práctico-cauto
S. Asch (1952). Psicología Social (p. 212). Buenos Aires: Eudeba, 1972.
e) Sesgos cognitivos
Efecto actor-observador
Falso consenso
Figura 5.5
Diferencias en la descripción y atribución de causas en la percepción de
interacciones intergrupales.
Figura 5.6
En una serie de doce juicios sucesivos sobre la longitud de líneas diferentes (en
siete de los cuales la mayoría cómplice tenía una opinión claramente contraria a
la realidad) un 23% de la gente no cómplice –treinta y una personas– que
participó en esta primera versión del experimento una vez hizo una afirmación
como la de la mayoría, en contra de su propia visión de las líneas, un 32% lo
hizo dos o tres veces, y un 26% cuatro veces o más. En total, un 81% se doblegó
al menos una vez al juicio de la mayoría, y un 58% lo hizo más de una vez.
El efecto consecutivo
Cuando miramos un color brillante y de pronto éste se va y queda la pantalla en
blanco, se produce una ilusión óptica: durante unos breves instantes vemos el
color complementario del que veíamos hasta entonces. Si se fija en los
negativos de las fotos en colores verá que los colores están “invertidos”, cada
color sale en la forma de su complementario.
Primera fase: durante cinco ensayos, el sujeto y el cómplice dan por escrito y en
privado sus respuestas sobre: 1) el color de la diapositiva, y 2) el color de la
imagen consecutiva. Éste es el test previo con el que se confrontarán las
respuestas posteriores.
Tercera fase: la diapositiva se proyecta quince veces más. Los sujetos dan una
vez más su respuesta por escrito, tanto con respecto al color de la diapositiva
como con respecto a la imagen consecutiva.
Tabla 5.1
¿Qué pasaría si saliera una persona en televisión que dijera que ha sido okupa
muchos años y que ahora cree que no tienen razón, que ya se ha acabado, que
son errores de juventud? El mal que haría al movimiento podría ser
considerable, siempre que esta persona tuviera cierta credibilidad. De todas
formas, los okupas no solamente son consistentes sino que, además, cada vez
hay más grupos, están coordinados y defienden lo mismo, al menos de cara a la
gente externa al movimiento. Son, por lo tanto, una minoría con un gran
potencial de influencia, según los teóricos de la influencia minoritaria.
e) Una de las cosas que hace falta que la mayoría evite más
y que la minoría puede estar más interesada en buscar son
las defecciones –es decir, personas claramente defensoras
de la postura de la mayoría, cuanto más defensoras mejor,
que en un momento concreto se pasan a la minoría. Esto se
llama efecto bola de nieve y se ha mostrado que cuando
pasa, la influencia que consigue la minoría es mucho más
elevada. No hace falta que más gente ingrese en las filas
explícitas de la minoría, sino que simplemente el hecho de
que alguien se pase a la minoría obliga otra vez a los
miembros de la mayoría a cuestionarse su posición y a
reflexionar sobre las propuestas de la minoría. Obviamente,
la mayoría también puede intentar que haya gente de la
minoría que pase a la mayoría y que, con ello, habrá roto la
consistencia tan necesaria para la minoría.
Los okupas
a) Teoría de la autocategorización
El coste social
Aunque la minoría sea convincente, nadie quiere ser confundido con un
miembro de ésta. Por eso es fácil oír mujeres que afirman: “¡yo estoy a favor de
los derechos de las mujeres, pero no soy feminista, eh!”.
5. Obediencia a la autoridad
300 voltios: el “aprendiz” dice que se niega a dar más respuestas (en este
punto, el “experimentador” dice al “maestro” que el silencio se tiene que
considerar un error y que siga adelante).
Pues bien, en esta condición base un 62,5% de personas llegó hasta el final.
Una variante de esta condición consistió en que las quejas de la “víctima” sólo
eran en unos golpes sordos en la pared hasta el silencio definitivo; en este caso
un 65% de las personas llegó hasta el final.
Condición IX (los sujetos son mujeres). En esta condición todos los sujetos
son mujeres. Se pensaba que, siguiendo los resultados de otros experimentos y
estudios de psicología, éstas serían más obedientes, pero que también serían
menos agresivas. ¿Cómo actuarían estas dos fuerzas opuestas? El resultado fue
el mismo que en el caso de los hombres, aunque las mujeres mostraron más
tensión y nervios. n = 40, S o = 65%.
Figura 5.7
Ejemplos
En los hospitales, las enfermeras acatan órdenes de médicos que saben
positivamente que son negativas para el paciente porque no son sus
responsables finales, y seguramente el médico considera que la institución se
hará responsable de cualquier problema, ya que él también es un trabajador
obligado a trabajar en las condiciones que marca la institución; las mujeres de la
limpieza limpian la mierda de los otros porque alguien lo tiene que hacer en esta
sociedad tan complicada, los otros ensucian porque ya hay alguien que lo
limpiará; los vecinos no avisan a la policía si ven una violación delante de su
casa porque la policía ya debe tener los medios para enterarse y llegar a
tiempo, al fin y al cabo es su trabajo y, por lo tanto, su responsabilidad; los
empresarios de las tabaqueras no tienen ningún dilema moral en promover
productos cancerígenos porque la responsabilidad no es suya, en todo caso lo es
de quien fuma, y en todo caso ellos sólo son personas buenas y normales que
hacen su trabajo lo mejor que pueden.
Ejemplo
No hay que entrar en el ejército para encontrar ejemplos de esto: en una
escuela no es extraño que el “maestro” humille en público a un alumno en
nombre del mantenimiento del orden, el cual se justifica por la necesidad de
alcanzar los objetivos de aprendizaje del curso, marcados por el Consejo Escolar
y en último término por la Dirección General correspondiente.
b) El paradigma estratégico
El poder del experto. El sujeto cree que quien posee el poder tiene un
conocimiento especial sobre el tema pertinente en la situación dada. S confía en
los conocimientos superiores de E, por ejemplo, cuando le dice que las
descargas no crean daños permanentes en los tejidos.
Juego de roles
De hecho, el role-playing o juego de roles ya era una práctica habitual en el
estudio de la dinámica de grupos y también en su aplicación en diversos
contextos. Después de los problemas éticos que comportó el experimento de
Milgram, se sugirió que en los experimentos no se engañase más a los sujetos y
que se utilizaran las posibilidades del juego de roles.
[...]
Cuarto día: [...] el psicólogo me increpa por esposar y tapar los ojos de un
prisionero antes de salir de la oficina (de consejo y orientación) y le contesto
ofendido que es necesario desde el punto de vista de la seguridad y que
además es asunto mío.
Quinto día: asedio a ‘Sarge’ [un prisionero], que se obstina de manera tozuda a
obedecer todas las órdenes excesivamente. Lo he escogido para maltratarlo
porque se lo ha ganado a pulso y porque me cae mal, y bastante. El problema
empieza con la cena. El nuevo prisionero (416) se niega a comerse la salchicha.
Le tiramos en el ‘agujero’ [celda de castigo] y le ordenamos que coja las
salchichas con cada mano y las mantenga bien altas. Tenemos una crisis de
autoridad. Esta conducta rebelde puede minar el control total que tenemos
sobre los otros. [...] Al pasar por delante de la puerta del ‘agujero’ doy golpes de
porra. Siento una gran irritación hacia este prisionero que crea molestias y
problemas con los otros. Decido hacerle comer a la fuerza pero no se lo tragaba
y la comida le resbalaba por la cara. No me creo que sea yo el que está
haciendo eso. Me odio por obligarlo a comer pero le odio más a él por negarse a
comer.
[...]”
Resistir
Significa la única manera de mantener la dignidad personal, sin embargo,
también significa caer en la lógica de la institución. Que un niño cruce los dedos
a escondidas para poder mentir a un adulto es una muestra de su “inmadurez”.
Que un preso o un paciente psiquiátrico pinten con excrementos (la única cosa
que tienen) las paredes para expresarse es una muestra de su “enfermedad”.
Conclusiones