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0ri Inu

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---000---LO QUE PLANTEA LA FILOSOFÍA DE IFÁ SOBRE ORI---000---

Recopilado y traducido: Manuel Capella-Casellas, Obá Latí Iku. Versión Libre.

En Ifá la naturaleza del hombre es determinada por el mismo Olorun. Esta


naturaleza y el propósito de su vida son cruciales para todo el sistema de adivinación.
Los versos revelan lo que los Yoruba creen que son sus cualidades esenciales, su
carácter innato. Ellos estiman su naturaleza como la unión de partes materiales o
físicas y perecederas, que se descompondrán con el cuerpo, y de partes
espirituales e imperecederas, las cuales retornarán con él a la vida venidera cuando
se deje este mundo.

Las partes físicas se componen de:

- el cuerpo: - ara-
- su sombra: -ojiji- (la que se piensa que sea la personificación de su yo interior).
- e ije: - una parte de la mente que reside en el cerebro, y se puede estimar como la
memoria física de este.

Las partes espirituales e imperecederas que son:

- el corazón: - okan – (el cual en algunas circunstancias abandona el cuerpo y actúa


independientemente.
- el aliento: - emi – (la esencia del hombre, el alma o la “sede de la vida”.

Al morir, después que los ritos de entierro hayan sido completados y luego que Olorun
haya evaluado la vida consumada en la tierra, se prepara y envía, de acuerdo con su
juicio final hacia uno de dos lugares de levitación y estadía:

- el buen cielo: - Orun rere- (en donde una vida placentera, libre de tensiones y
problemas le espera, lugar que compartirá con otros de su linaje y donde existirá in
perpetuum como un espíritu ancestral.

- el mal cielo: - Orun buburu- (lugar caliente, sofocantemente seco, un yermo de


basura y desperdicios, con muchas vasijas secas y rotas en pedazos). (Recordemos
las acciones de los itutos, romper vasija, platos, etc.).

El hombre está también “habitado” por un espíritu cuyo estado exacto es debatible,
su Orí. Algunos creen que él sea una deidad. Los versos están llenos de referencias
de él y de historias sobre el Orí del hombre.

Antes de que él nazca y después que su forma corpórea haya sido moldeada, se
tiene que arrodillar ante Olorun para recibir emi y tener su Orí implantado dentro de sí.
En algunas circunstancias el puede escoger el suyo. Es un asunto de suma
importancia para el ser humano.

Los versos de Odu u eses Ifá demostrativos enfatizan la influencia que tiene a través
de la vida del hombre. Y todo indica que parece ser que tiene un triple significado:
Primero: representa un plan de la vida que él va a vivir en la tierra, no una directriz
vaga, si no un cianotipo detallado el cual no podría ser alterado. Establece una fecha
definida para su retorno de su vida sobre la tierra.

Después de su nacimiento, no retiene conciencia de su contenido, no conoce nada de


su naturaleza, si es buena o mala, si le espera una larga vida o una corta. Si él deberá
sufrir infortunio y decidir que su Orí es malo y toma su vida con desesperanza, su
espíritu no abandonará la tierra hasta la fecha acordada y tendrá que vagar como un
fantasma dando vueltas alrededor del mundo. Hay un Ese Ifá demostrativo en Irete
que ilustra lo que le pasa a ese hombre, por fortuna tiene un desenlace feliz. El
concluyó que su Orí era tan malo que el no experimentaría otra cosa que no fuera esa,
o sea diferente y decidió terminar con todo.

El se olvidó del asunto, se durmió y soñó que estaba muerto y que había llegado ante
la puerta de otro mundo, allí conoció al portero, molesto le dijo que todavía era muy
temprano, le calló su explicación y le empujó a un lado para el poder seguir atendiendo
otras llegadas que estaban a tiempo. Mientras Otewori esperó el escuchó a algunos
que murieron normalmente decirle al portero, de cómo ellos alcanzaron grandes
bendiciones al final de sus vidas.

El decidió volver al mundo y consultarse con Ifá Irete salió y dijo:

Otewori, no desistas todavía, hojas de mandato han sido traídas para ti.
(Puede ser asociado con una corona de laurel como victoria)

Según esto, Orí está asociado con al fortuna y el destino.

Segundo: es un espíritu guardián quien acompaña al hombre en todo momento y


cuida sus intereses. Una gran fe se expresa en el Odu Baba Ejiogbe, sobre el poder
de Orí y esta plegaria (traducida) demuestra esta actitud:

Oh Orí, pelea por mi


Es el Orí de una rata que pelea por una rata.
Es el Orí de un pájaro que pelea por un pájaro.
Es el Orí de la tierra que pelea por la tierra.
Yo, indefenso, tengo que tener un campeón.

En Oturupon, hay una aseveración explícita sobre el poder de Orí:

Si un hombre tiene suficiente dinero,


La gente dirá que se debe a su Ifá.
Si Ifá no lo trajo,
Se debe a su Orí.
Si un hombre tiene muchas mujeres,
La gente dirá que se debe a su Ifá,
Si Ifá no lo trajo,
Se debe a su Orí.
Si un hombre puede construir muchas casas,
La gente dirá que se debe a su Ifá.
Si Ifá no lo trajo,
Se debe a su Orí.
Tercero: este aspecto de Orí es el que sea asociado a una deidad. Se piensa que
reside en la cabeza y es objeto de culto y sacrificio. Imágenes pequeñas de cabezas
humanas hechas de barro son hospedadas dentro de pequeños envases cubiertos de
conchas de cauries y guardadas en una urna, a las que se le hacen sacrificios sobre
ellas, desde la cabeza física de la persona.

En el Odu de Ifá Baba Ejiogbe se nos plantea de forma tácita como
recomendación que la primera deidad que se debe recibir es Orí-Inú, ya que esta
es la contraparte o divinidad personal que controla el destino, y la fortuna siendo
además responsable de su distribución, y no Eshu, porque este es propio del
proceso de iniciación de Ugbodu, o sea que hasta que no se esté iniciado en los
secretos de Ugbodu no se puede montar ni entregar. 

El autor Neimark, P.J. (1993) en un aparte del texto explica la relación que Osun
(“Oshún”) tiene con Orí. El dice:

“La sensualidad de Osun compendia a la mujer poderosa y sensual que Ifá exalta. Es
a través de esta sensualidad trascendente que la concepción tiene lugar y nuestro Orí
es llamado desde el cielo para compartir su próximo viaje con el nuevo feto creado”.

En otra parte se habla de la relación de Orí con el “espíritu”. “Ifá enseña que todos
tenemos “un gemelo perfecto” o doble espiritual. Cuando llega el tiempo para que un
espíritu regrese a la tierra a través de la concepción de una nueva vida en el linaje
directo de sangre de una familia, una de las entidades componentes regresa mientras
la otra permanece en el cielo”.

El párrafo anterior se refiere a que un antepasado que ya haya fallecido puede


regresar a través de los niños de la familia. El concepto de reencarnación en Ifá es
algo diferente a lo que conoce comúnmente en nuestros días. Actualmente el que
escucha la palabra “re-encarnación”, “la relaciona con una serie de condiciones,
incluyendo la emigración del alma de un cuerpo a otro – su destino determinado, en
gran medida, por la vida llevada durante este tiempo. La reencarnación incluye
conceptos como Karma, o el regreso más o menos elevado del ser. Uno puede volver
como cualquier estado de la materia…Las enseñanzas de Ifá son algo diferentes…
nosotros creemos en renacer entre la familia. Los nombres en Yoruba Babatunde (el
padre regresa), Yetunde (la madre regresa), Jabatunji (el padre se levanta otra vez),
y Sotunde (el hombre sabio regresa), son una evidencia literal vívida sobre el
concepto de Ifá del renacimiento familiar o de linaje sanguíneo”.

Por eso el espíritu que regresa lo hace en forma de un Orí custodio. El Orí custodio de
uno, el cual es representado y contenido en la corona de la cabeza, no tan solo
representa el espíritu y la energía de un antecesor sanguíneo, sino también la
sabiduría acumulada que este adquirió a través de sus innumerables vidas. Esto no se
debe confundir con el Orí espiritual, el cual contiene el destino, pero en cambio se
refiere al regreso a la tierra del Orí sanguíneo personal de uno a través de una nueva
vida y experiencias.
En otro artículo, “Orí juega un papel importante para los devotos de Ifá, la palabra
misma, en Yoruba, tiene varios significados. Significa cabeza, o el ápice o el pináculo
más alto de logros. En sentido espiritual, la cabeza como la parte más alta del cuerpo
humano, representa a Orí. La cabeza de una compañía u organización es conocida
como “Olorí”. El ser supremo, nuestro Dios, único, es conocido como Olordumare, otra
forma de la palabra”.

En el cuerpo humano, Orí tiene dos papeles, el físico y el espiritual.

Las funciones físicas de Orí, son familiares para nosotros:

- Nuestros cerebros piensan.


- Nuestros ojos ven.
- Nuestra nariz huele.
- Nuestros oídos escuchan.
- Nuestras bocas, hablan, comen y respiran.
- Nuestras caras son diferentes entre si y nos proveen nuestra identidad física,

Nuestro Ori espiritual se subdivide en dos elementos:

- Aparí Inú: representa el carácter.


- Ori Apere: representa al destino.

Un individuo puede venir a la tierra con un destino maravilloso, pero si el o ella viene
con un mal carácter, la probabilidad de realizar ese destino está severamente
comprometida. El carácter es esencialmente invariable. El destino es más complejo.
En Ifá nosotros creemos que escogemos nuestro destino. Y hacemos esto a través del
Orisa Ajala Mopin, o el Dios de Orí.

Ajala es responsable de moldear la cabeza humana, y se cree que el Orí que


escogemos determina nuestra fortuna o tribulación en la vida. El reino de Ajala es
cercano al de Olordumare, y es el que sanciona las decisiones que tomamos, y estas
se documentan por lo que nosotros llamamos deidades Alaudundun. Todos recibimos
nuestro destino en ese lugar.

El mismo destino puede ser dividido en tres partes: Akunleyan, Akunlegba, y


Ayanmo.

Akunleyan: es la petición que uno hace en el reino de Ajala, o sea, lo que


específicamente uno desea durante el transcurso de la vida sobre la tierra, el número
de años a vivir, el tipo de logro que se espera alcanzar, le tipo de relaciones que se
desean.

Akunlegba: son aquellas cosas dadas a un individuo para lograr alcanzar sus deseos.
Por ejemplo un niño que desea morir en su infancia, puede nacer durante una
epidemia para asegurar su partida. Ambos, Akunleyan y Akunlegba pueden ser
alterados o modificados tanto para bien como para mal, dependiendo de las
circunstancias. Sacrificios y rituales pueden ayudar a mejorar las condiciones no
favorables que pueden ser resultado de maquinaciones malignas inesperadas, tales
como: Brujería, sortilegios o magia.

Ayanmo: es la parte del destino que no puede ser cambiada. Nuestro género o la
familia en la cual se va a nacer, por ejemplo.
En varios aspectos, Orí puede ser la deidad más importante en la influencia de
nuestra propia vida. Aún cuando puede verse que cada cual desea escoger bienestar
y logros para su destino, ese no es el caso. La razón puede ser encontrada en el
hecho de que en Ifá, logros materiales y realización, aunque agradable y alentador, no
son los metros de medida de la existencia. La medida es Orí Inú, o el carácter y la
manera de demostrar un carácter fuerte no siempre se logra a través de viajes por
caminos fáciles. Además, si el carácter de un individuo es malo, su alternativa de
destino podría ser que no se cumpla, en el sagrado Odu Orbe Ogunda, Ifá nos dice:

Ise meta ni omori odo nse


Ka fi ori re gun iyan
Ka fi idi re gun elu
Ka fi agbede meji re ti ilekun dain in dan in
Awon ni won difa fun oriseku omo ogun
Won ki fun ori liemere Omo Ija
Won difa fun afuwape
Omo bibi Inu agboniregun
Nijo ti won nlo ile Ajala-mopin
Lo ree yan Ori
Won ni ki won rubo
Afuwape nikan lo mbe leyin to mebe
Ori afuwape wa sun won ja
Won ni awon ko mo lohun wipe:
Ibikan naa la ti gbe yan Ori o
Kadara ko papo ni.

Una maceta hace tres funciones:


Maja el ñame
Maja el índigo
Es utilizado como pasador detrás de la puerta.
Características de adivinación para Oriseku, Orí-ilemere y Afuwape.
Cuando ellos fueron a escoger sus destinos en el reino de Ajala Mopin.
Se les explicó que hicieran rituales.
Solamente Afuwape los hizo.
El entonces fue bien exitoso.
Los otros lamentaron que habiendo conocido donde Afuwape escogió su propio Orí.
Ellos podían haber ido también allí para escoger el suyo.
Afuwape respondió que aunque el Orí fuese escogido en el mismo sitio.
Sus destinos eran diferentes.

En versión de Thompson, I. (1992):

“Yo no conozco donde los afortunados escogen sus cabezas,


Yo debí haber ido allí a buscar la mía.

Afuwape contestó, concluyendo el verso:

Nosotros escogemos nuestras cabezas del mismo sitio,


Pero nuestros destinos no son idénticos.”
El tema es que aquí solamente Afuwape demostró buen carácter. Respetando su fe y
haciendo sacrificios y rituales, el trajo las bendiciones potenciales de su destino a un
disfrute.

Sus amigos, Oriseku y Orí-ilemere, fallaron en demostrar un buen carácter al rehusar


hacer sus rituales, y de acuerdo a esto sus vidas sufrieron.

Así el Akunleyan y el Akunlegba de una persona puede ser muy malo, y puede ser
detectado al tercer día de su nacimiento a través de lo que llamamos al Ikosedaya.

Ikosedaya: es una ceremonia ritual especial de adivinación que se hace en el neonato


por el Babalawo de manera que se determine su Orí y que debe hacerse para
apaciguarlo o intensificarlo. En caso de un mal destino, solamente hay dos alternativas
únicas para alterarlo: ritual / sacrificio y la presencia de un buen carácter.

A través de un buen carácter los individuos puede ser que triunfen, personas
conocedoras estarán preparadas para guiarlos y ayudarlos. El ritual y el sacrificio
pueden proveer los mismos resultados. Utilizando estas dos avenidas no hacen que
los individuos con destinos difíciles sean ricos o triunfadores pero ciertamente hacen
su vida más agradable.

En resumen, cada vez que los espíritus regresan a este mundo, ellos escogen
diferentes cabezas o personalidades (Orí Inú), diferentes cuerpos (Ara) y diferentes
destinos (Ayanmo).

Si nuestra situación es honestamente mala, y no es debido a nuestro carácter o


comportamiento, entonces nuestro Orí Apere tiene que ser apaciguado.
Sacrificios prescritos o rituales tiene que ser realizados para que nuestro ser esté en
un equilibrio saludable. Estos rituales se hacen mejor de noche, y una vez realizados
se le aconseja quedarse en la casa hasta la próxima mañana. De ser esto imposible,
entonces el ritual tiene que ser realizado en la madrugada antes de cualquier otra
actividad que se vaya a realizar durante el día.

Antes de llevar a cabo el ritual es esencial estar frescamente bañado y vestido con
ropas limpias. El blanco sería el color preferible, pero de no ser posible vestir todo de
blanco, se usan los colores más claros posibles. El negro no es aceptable. En el ritual
para Ori Apere, tiene que cubrirse la cabeza.

Una vez listo para el ofrecimiento, se puede cantar:

Ela ro (Orúnmila, por favor, desciende)


Ela ro
Ela ro!

Orí mo pe o (Orí, yo te llamo)


Orí mo pe o
Orí mo pe o!
Entonces se presenta el problema, se pregunta por una solución, y se da el
ofrecimiento como pago y gratitud.

Si las cosas en tu vida van mal, antes de señalar con el dedo hacia las brujas,
hechiceros, o tus enemigos, harás mejor si examinas tu carácter.

Si tú tienes el hábito de intimidar a las personas o no ser considerado con sus


sentimientos, no busques alegría alguna en tu vida, no importa cuan materialmente
triunfador puedas ser. Si por el contrario, tú ayudas a otros y le traes felicidad, tu vida
estará llena de riquezas así como también de alegría y felicidad. Recuerda, que no es
tan fácil alterar tu destino como lo es tu carácter.

En otro aparte, un nuevo comienzo o un nuevo nacer implica el recorrer de uno mismo
a través de un viaje.

Así como el funeral es el rito de separación de la comunidad, pero que también está
concebido como un nuevo comienzo espiritual para un individuo, los primeros rituales
para un infante recién nacido son la incorporación de este al mundo material. Como
los funerales, estos rituales enfocan en el viaje metafísico entre dos reinos.

Mientras que los funerales son demostraciones públicas costosas, en forma de fiestas
sagradas de terminación, la entrada de un infante al mundo es mucho más calmada,
es un asunto marcado por un ritual corto, relativamente sencillo, ejecutado para los
padres por un adivino para descubrir las cualidades de la llegada del infante. Los
padres aguardan paciente y pasivamente la interpretación del adivino. Esta acción es
más bien meditativa y contemplativa, que física, silenciosa más bien que ruidosa.

El siguiente segmento describe como Ositola (un adivino) ve este proceso:

“Uno sabe, que el cuerpo del abuelo fue moldeado por Orishanlá (deidad de la
creación) mucho antes, y ha sido destruido. Entonces el espíritu vaga. Orishanlá hará
un nuevo cuerpo. El espíritu del abuelo (cuyo cuerpo había sido destruido junto con la
cabeza), va a un nuevo cuerpo, y por lo tanto a una nueva cabeza”.

Es la creencia, así como el espíritu del muerto, el cual queda por un tiempo en el
mundo de los desencarnados, el espíritu de un bebé neonato está a medias entre el
otro mundo y la tierra. Su espíritu acaba de dejar su lugar en el cielo (o yi fara mo
Orun). Está en el proceso de ser (o se nbo la ori re). El primer ritual del infante
pertenece a un proceso de iniciación de tres partes. No existe una separación del
nacimiento mismo. El bebé llega a un estado Liminal (pertenece a un estado de la
conciencia en psicología), según Ositola debido a la cantidad de tiempo que pasó
durmiendo y dormitando. El interés ritualístico del adivino y de los padres es la
incorporación.

Ositola compara la llegada de una persona a un país extraño con el nacimiento. Al


principio, antes de uno comportarse libremente en ese país, uno piensa y recuerda los
familiares y amigos. La mente de uno no está totalmente enfocada en una nueva
situación. Sólo gradualmente se hace, y se recuerda a sus familiares parcialmente. Es
entonces cuando uno ha entrado en el verdadero mundo que le rodea. Ha entrado a la
mentalidad propia del lugar.

“Este es el trabajo de Orí Inú (el interior de la cabeza), dado que se está acercando.
Es estar con los otros ancestros en el otro lugar. Conoces que el infante está en su
viaje. El solamente ha entrado al mundo. Es un nuevo ser, una nueva cara quién
adentró. Él no está asegurado.”
La forma de saludar en Yoruba a los padres de un bebé neonato, “saludo al forastero”
(e ku alejo). El mismo concepto de “viaje” presupone la experiencia de ser forastero
en una tierra desconocida.

Existe una tasa de mortalidad alta de infantes, particularmente durante los tres
primeros meses de su nacimiento. Debido a la situación precaria de estar a medias del
bebé, se hacen rituales conocidos como “adentrando al mundo” (Ikose w´aye) y
“conociendo la cabeza” (Imori). El primero debe ser realizado entre el tercer y
séptimo días después de nacer, y el segundo, al finalizar el tercer mes. Durante los
rituales, los adivinos sugieren a los padres cursos de acción diversos y
extremadamente personales para lidiar con la criatura.

El ritual de adentrar al niño al mundo es el primero realizado durante la semana


después del nacimiento. El ritual de adivinación de Ifá es como cualquier otro. El
adivino reconstruye lo que el bebé trae consigo y el impacto de esto para la familia.
Esto proveerá claves sobre el bebé, incluso su nombre. Si por ejemplo, el bebé es
traído al mundo por mediación de una deidad, debe darle nombre en honor a la
deidad: “Esubiyii”, (Esu parió a este), u “Ogunbiyii”, (Ogun parió a este). A través de la
adivinación los padres pueden conocer que el niño desea o no desea que se haga.

Este ritual se hace en la mañana, cuando se dice que la cabeza interior del bebé está
más alerta.

Primero el adivino soplará Ginebra en sus manos sobre los Ikines para “despertarlos” y
los activará. Después ofrece dos nueces de kolá tocando al niño desde las plantas de
los pies hasta las nalgas, en la misma medida que irá rezando por cada punto. De esta
forma asocia la idea de “adentrarse” con las semillas, separándolas en cuatro
secciones cada una y rezando, las tira en el centro del tablero para leerlas según
cayeron, como signo de que el espíritu del bebé se acercó o aceptó la ofrenda.

El tablero simboliza el universo, el campo entero de la experiencia y acción del ser


humano, así como la estera donde se sientan el adivino, la mamá y el bebé, al hacer
la marca del primer signo de la adivinación en el tablero, luego se coloca al bebé en “el
centro del mundo” poniendo sus pies y nalgas en el centro del tablero.

Se sopla fuertemente sobre el instrumento primario de la adivinación, dieciséis Ikines,


los que cogerá en sus manos. Luego los “asocia” con el bebé cuando le toca con ellos
sus pies y nalgas. Antes de tirar los Ikines para descifrar las letras, sopla el vientre y la
cabeza del bebé con ginebra para alertar a su alma y saludar a las deidades y
ancestros, mientras golpea el tablero invocando a cada uno de los dieciséis conjuntos
primarios de letras de adivinación (Odu de Ifá), uno a uno. Este acto “abre” el tablero,
cubierto, como siempre, de Iyerosun, polvo de madera blanca sobre el cual se
escriben las distintas figuras de Odus de Ifá en la medida en que se vayan
manifestando.

Tomará un poco de ese polvo y lo espolvoreará sobre los Ikines para “limpiarlos” al
mismo tiempo que purificará sus manos. Recoge los Ikines y los golpea, como lo
establece el procedimiento técnico para la adivinación, los coloca nuevamente sobre el
tablero, y luego el se “golpea” mientras le pide “perdón” a los Ikines, tocando, al
unísono de la plegaria, todas sus coyunturas de brazos y piernas y soplando cualquier
peligro, primero de una mano y luego de la otra. Una vez más recoge los Ikines, todos
en la mano derecha y dejando solo dos en la izquierda.
Si dos Ikines permanecen, el adivino inscribe una línea vertical sobre el tablero, si
permanece una, inscribirá dos líneas. Después de ocho tiradas, una de las doscientas
cincuenta y seis figuras de Odus, será identificada, después de tres tiradas de ocho
cada una, un conjunto de letras son aisladas, basados en el orden de rango,
(¿antigüedad?), de los Oddunes. Una vez el adivino saca el conjunto de letras y
averigua si es positiva o negativa su dirección, y más luego, determina un paso a
través de esa dirección y así sucesivamente. Este proceso se realiza con gran rapidez.

El próximo ritual es: “conociendo la cabeza” (Imori), para el cual lo ideal sería
realizarlo dentro de los tres primeros meses después del nacimiento. En este momento
el objetivo es aprender la naturaleza de la cabeza interna (Orí Inú), o la personalidad,
que anima el espíritu del alma (Emi) que se trajo al mundo, de manera que los padres
puedan ayudar al niño a coordinar ambos.

Según el tiempo va pasado, la cabeza interna domina el alma, y las dos son fundidas
en una personalidad unificada. Si no:

“Cuando la cabeza conoce que su persona gana si va a Lagos, entonces, debido a


que no estaba siguiendo su cabeza apropiadamente, su alma seguirá otro paso y
tomará el cuerpo. Usted conoce que el alma controla al cuerpo, perola cabeza controla
el alma. Y la cabeza interna decide que cuerpo debiera ser”.

Para unificar la personalidad del niño, los padres tienen que conocer primero antes
que todo, de donde el alma viene. Hay tres posibilidades: por parte del la familia del
padre, de la familia de la madre, o de las deidades. El alma más reciente está “libre”
de llegar, lo que quiere decir que está recién llegada.

“A los tres meses, un niño no está del todo en este mundo. En consecuencia la
criatura no está acostumbrada a este mundo como nosotros, los mayores. Por tanto no
tiene conocimiento de este mundo. No ha tenido mucho contacto con las personas,
sus encuentros han sido aquellos en el cielo. El ha acabado de llegar, el es más
celeste que terrestre. Tenemos que hacer sus propios rituales muy antiguos, muy
cercanos a lo celestial. El es un nuevo hombre, nadie le conoce, el viene del cielo. El
puede ser el padre, puede ser la madre de la madre, pero sigue viniendo desde el
cielo. Nosotros no conocemos lo que viene ha hacer aquí, hasta que no sepamos a lo
que viene el niño, nosotros no lo podemos tratar como a nosotros mismos. Le tratamos
como a extraños que no están acostumbrados a este lugar. Hasta que no se
acostumbre a este lugar, él no puede tener el conocimiento”.

La noche antes del ritual IMORI, los padres del niño le pusieron cintas blancas y
negras en cada muñeca, codo, tobillo, rodilla y el cuello, como signo de alerta al
espíritu del niño para que se prepare para el ritual. Cuando un niño está irritable, llora
mucho, y no duerme, los padres saben que es un espíritu ancestral que lo molesta,
ansioso de tener el reconocimiento, según Ositola.

Al igual que el ritual anterior, el IMORI se hace al amanecer, cuando se está más
atento, alerta y fresco. El adivino comienza haciendo un pequeño sacrificio en la
entrada de la casa con vino de palma y aceite de palma en la urna de los adivinos
ancestrales (oju orere), tirando las nueces de kolá, para ver si fue aceptado.

Los padres traen otros sacrificios. En el pasado, el padre traía un ñame macho y una
rata ahumada; la madre, un ñame hembra y un pescado ahumado. Actualmente los
padres no necesariamente separan estos ofrecimientos. Algunas veces sólo al madre
asiste a la ceremonia, especialmente si el padre es musulmán o cristiano.
La rata es un animal de maleza, evoca la agilidad masculina como cazadores activos,
así como el pescado implica la serenidad y paciencia femenina, estos ofrecimientos se
colocan a ambos lados del tablero, los del padre al lado derecho y los de la madre al
lado izquierdo. Por extensión estos ofrecimientos representan los dos lados por donde
el espíritu de la criatura puede llegar.

El adivino comienza ofreciendo ginebra y kolá a las deidades de la adivinación, como


se explicó anteriormente. Después de hacer la primera marca sobre el tablero, se coge
al niño de la falda de la madre, tocando su cabeza primero el piso luego el centro del
tablero como especie de una “presentación” al mundo, para el IMORI es el momento
de asociar la cabeza con el mundo. Con la ayuda del adivino, el niño está postrado
para las deidades y los ancestros, algo que estará haciendo por el resto de su vida.

Después de rociar ginebra sobre el niño para “despertar” su cabeza interna, el adivino
golpea el centro del tablero con un cuerno, invocando los dieciséis conjuntos de versos
de adivinación, esto debe hacerse sin distracciones o interrupciones tan pronto como
el sol salga.

Antes de adivinar, se pone un poco de agua en el suelo para la libación y todos los
presentes lo comparten. Primero el niño bebe y traga agua, luego los padres y los
presentes. Lo mismo con ginebra.

Con dos pequeños y delgados palillos que simbolizan ambos lados de la familia, el
adivino riega el polvo en el tablero y reza, hablándole a los palillos, rogándole que: “si
es del lado de la familia paterna que Ifá lo diga, si es de la familia materna que Ifá lo
diga. Si no es de ninguno de los dos lados familiares, y si no es de ninguno de los dos
lados familiares, y es de parte de una deidad que Ifá lo diga”. Con los palillos toca los
Ikines, la frente del niño y el suelo y luego los levanta al espacio, hacia arriba a los
espíritus, tres veces seguidas, para sacar una correlación visible entre los palitos y
cada uno de los tres lados.

Los adivinos le pregunta a Ifá, nueve veces en total, en tres series de tres por los tres
lados posibles de origen. Al igual que en el ritual anterior, el mayor de los conjuntos de
letras determina el lado de procedencia. Pero un solo lado tiene que tomar la posición
mayor tres veces corridas, de otra manera el proceso continua hasta que un patrón
claro se desarrolle.

Después de esto, el adivino va a identificar el ancestro específico o deidad que el niño


representa. Durante este proceso, se espera que el niño se duerma, como signo de
que el espíritu del ancestro o deidad, según sea el caso, haya tomado posesión. Si el
niño no se duerme, sugiere que la cabeza interna del niño no está permitiendo al alma.
Tal niño está temeroso, y continuará teniendo problemas por el alma, quién no le
permitirá descansar en paz.

Consultando otra vez más, el adivino aprende más sobre la cabeza interna del niño,
utilizando unos versos y especificando cada vez más la dirección dentro de ella
utilizando un Igbo que representa diez diferentes direcciones, la mitad positiva y la otra
mitad negativa. Los cinco pasos favorables son:
1.- Larga vida. (Aikú). Representado por una piedra.
2.- Progenie. (Ulé). Representado por una semilla.
3.- Triunfo sobre los enemigos. (Isegun). Representado por un hueso.
4.- Abundancia. (Ajé). Representada por un cauri.
5.- Logro total combinado. (Aredewa). Representado por una concha.
Estos pasos favorables indican los valores medulares de los Yorubas

En el lado negativo los mismos objetos representan las mayores privaciones de la


vida: Muerte intempestiva, esterilidad, opresión, pobreza, y fracaso total combinado.

Según aísla la dirección entre los versos, también pueden identificar sacrificios en
particular que los padres debieran hacer. Pero tendrán que regresar al día siguiente
para esto.

Entre tanto el adivino prepara un paquete de hojas, que certifica que el niño cumplió
con el ritual de IMORI. En tres hojas el adivino pedazos de todos los ingredientes y
sacrificios utilizados en el ritual – ñame, rata, pescado, aceite, algo de polvo de
madera-, marcando cada uno de los conjuntos de letras en el tablero uno a uno,
esparce polvo de este sobre los otros ingredientes y concluye frotando un poco sobre
la cabeza del niño. Antes de empacarlo todo, toca cada ingrediente con los Ikines y
luego con la frente y la boca del niño. Finalmente empaca, todo apretadamente con las
cintas que le pusieron al niño alrededor de las coyunturas de tal manera que todos los
ingredientes que se usaron en el ritual se mezclen.

Se coloca el paquete sobre un plato de porcelana, y luego sobre el tablero. Girando


primero a favor de las manecillas del reloj y luego en contra, el pregunta si el niño vino
o no al mundo. Los padres contestan tres veces afirmativamente “que sí, el niño ha
venido al mundo”. Girando el plato, se dice que el “paquete está disfrutando de todo el
mundo”, y se espera que así también lo haga el niño. El adivino le entrega a la madre
el plato con el paquete y reza para que el niño tenga larga vida y prosperidad,
espolvoreando un poco del polvo sobre el plato. El polvo se convierte en la
representación material de la oración. Periódicamente, la madre se supone que haga
una infusión del contenido del paquete para que el bebe beba de ella.

Comúnmente el adivino canta los versos y los interpreta a sus clientes. Si al adivino le
es conocido el verso que salió durante la ceremonia de “Entrada al mundo” entonces
los analiza ambos y busca si se relacionan y como se relacionan.

Un niño puede venir “nacido para morir” (Abikú). Un Abikú es un niño cuya alma es
considerada “irresponsable” pues nunca ha completado un ciclo de vida completo. El
niño muere joven y su espíritu vaga cerca, continuamente atormentando a la madre
con renacimientos y muertes repentinas. Una vez identificado, los adivinos hace
rituales especiales de abuso verbal para avergonzar sin misericordia a tales niños por
permanecer en el mundo.
REZO A ORI

Orí pelé ateté nirán, ateté gbé ni é cobá, ko soósa.


Tíi í dá ni i gbé, leyín orí erí.

Significado aproximado de lo anterior:

Orí te saludo, tú que no olvidas a tus devotos, que bendices a tus devotos con más
rapidez que los demás dioses, ningún dios bendice a un hombre sin el consentimiento
de su orí.

REZO # 2

Orí nikán, ló té alásan borokún , bi nobá lowó lowó.


Orí ni orofún, orí mi iwó ni, di mó bimó orí ni norofún.
Orí mi iwo ní, iré gbogbo ti mo bá ní layé orí ní norofún.
Orí ni iwo ni.

Significado aproximado de lo anterior.

Es sólo Orí quien puede acompañar a su devoto a cualquier lugar sin volverse atrás, si
tengo dinero es a mi Orí a quien alabaré, mi Orí eres tú.
Si tengo hijos sobre la tierra es a mi Orí a quién alabaré, mi Orí eres tú.
Todas las cosas buenas que tengo sobre la tierra, es a mi Orí a quién alabaré, mi Orí
eres tú.

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