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0ri Inu
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- el cuerpo: - ara-
- su sombra: -ojiji- (la que se piensa que sea la personificación de su yo interior).
- e ije: - una parte de la mente que reside en el cerebro, y se puede estimar como la
memoria física de este.
Al morir, después que los ritos de entierro hayan sido completados y luego que Olorun
haya evaluado la vida consumada en la tierra, se prepara y envía, de acuerdo con su
juicio final hacia uno de dos lugares de levitación y estadía:
- el buen cielo: - Orun rere- (en donde una vida placentera, libre de tensiones y
problemas le espera, lugar que compartirá con otros de su linaje y donde existirá in
perpetuum como un espíritu ancestral.
El hombre está también “habitado” por un espíritu cuyo estado exacto es debatible,
su Orí. Algunos creen que él sea una deidad. Los versos están llenos de referencias
de él y de historias sobre el Orí del hombre.
Antes de que él nazca y después que su forma corpórea haya sido moldeada, se
tiene que arrodillar ante Olorun para recibir emi y tener su Orí implantado dentro de sí.
En algunas circunstancias el puede escoger el suyo. Es un asunto de suma
importancia para el ser humano.
Los versos de Odu u eses Ifá demostrativos enfatizan la influencia que tiene a través
de la vida del hombre. Y todo indica que parece ser que tiene un triple significado:
Primero: representa un plan de la vida que él va a vivir en la tierra, no una directriz
vaga, si no un cianotipo detallado el cual no podría ser alterado. Establece una fecha
definida para su retorno de su vida sobre la tierra.
El se olvidó del asunto, se durmió y soñó que estaba muerto y que había llegado ante
la puerta de otro mundo, allí conoció al portero, molesto le dijo que todavía era muy
temprano, le calló su explicación y le empujó a un lado para el poder seguir atendiendo
otras llegadas que estaban a tiempo. Mientras Otewori esperó el escuchó a algunos
que murieron normalmente decirle al portero, de cómo ellos alcanzaron grandes
bendiciones al final de sus vidas.
Otewori, no desistas todavía, hojas de mandato han sido traídas para ti.
(Puede ser asociado con una corona de laurel como victoria)
En el Odu de Ifá Baba Ejiogbe se nos plantea de forma tácita como
recomendación que la primera deidad que se debe recibir es Orí-Inú, ya que esta
es la contraparte o divinidad personal que controla el destino, y la fortuna siendo
además responsable de su distribución, y no Eshu, porque este es propio del
proceso de iniciación de Ugbodu, o sea que hasta que no se esté iniciado en los
secretos de Ugbodu no se puede montar ni entregar.
El autor Neimark, P.J. (1993) en un aparte del texto explica la relación que Osun
(“Oshún”) tiene con Orí. El dice:
“La sensualidad de Osun compendia a la mujer poderosa y sensual que Ifá exalta. Es
a través de esta sensualidad trascendente que la concepción tiene lugar y nuestro Orí
es llamado desde el cielo para compartir su próximo viaje con el nuevo feto creado”.
En otra parte se habla de la relación de Orí con el “espíritu”. “Ifá enseña que todos
tenemos “un gemelo perfecto” o doble espiritual. Cuando llega el tiempo para que un
espíritu regrese a la tierra a través de la concepción de una nueva vida en el linaje
directo de sangre de una familia, una de las entidades componentes regresa mientras
la otra permanece en el cielo”.
Por eso el espíritu que regresa lo hace en forma de un Orí custodio. El Orí custodio de
uno, el cual es representado y contenido en la corona de la cabeza, no tan solo
representa el espíritu y la energía de un antecesor sanguíneo, sino también la
sabiduría acumulada que este adquirió a través de sus innumerables vidas. Esto no se
debe confundir con el Orí espiritual, el cual contiene el destino, pero en cambio se
refiere al regreso a la tierra del Orí sanguíneo personal de uno a través de una nueva
vida y experiencias.
En otro artículo, “Orí juega un papel importante para los devotos de Ifá, la palabra
misma, en Yoruba, tiene varios significados. Significa cabeza, o el ápice o el pináculo
más alto de logros. En sentido espiritual, la cabeza como la parte más alta del cuerpo
humano, representa a Orí. La cabeza de una compañía u organización es conocida
como “Olorí”. El ser supremo, nuestro Dios, único, es conocido como Olordumare, otra
forma de la palabra”.
Un individuo puede venir a la tierra con un destino maravilloso, pero si el o ella viene
con un mal carácter, la probabilidad de realizar ese destino está severamente
comprometida. El carácter es esencialmente invariable. El destino es más complejo.
En Ifá nosotros creemos que escogemos nuestro destino. Y hacemos esto a través del
Orisa Ajala Mopin, o el Dios de Orí.
Akunlegba: son aquellas cosas dadas a un individuo para lograr alcanzar sus deseos.
Por ejemplo un niño que desea morir en su infancia, puede nacer durante una
epidemia para asegurar su partida. Ambos, Akunleyan y Akunlegba pueden ser
alterados o modificados tanto para bien como para mal, dependiendo de las
circunstancias. Sacrificios y rituales pueden ayudar a mejorar las condiciones no
favorables que pueden ser resultado de maquinaciones malignas inesperadas, tales
como: Brujería, sortilegios o magia.
Ayanmo: es la parte del destino que no puede ser cambiada. Nuestro género o la
familia en la cual se va a nacer, por ejemplo.
En varios aspectos, Orí puede ser la deidad más importante en la influencia de
nuestra propia vida. Aún cuando puede verse que cada cual desea escoger bienestar
y logros para su destino, ese no es el caso. La razón puede ser encontrada en el
hecho de que en Ifá, logros materiales y realización, aunque agradable y alentador, no
son los metros de medida de la existencia. La medida es Orí Inú, o el carácter y la
manera de demostrar un carácter fuerte no siempre se logra a través de viajes por
caminos fáciles. Además, si el carácter de un individuo es malo, su alternativa de
destino podría ser que no se cumpla, en el sagrado Odu Orbe Ogunda, Ifá nos dice:
Así el Akunleyan y el Akunlegba de una persona puede ser muy malo, y puede ser
detectado al tercer día de su nacimiento a través de lo que llamamos al Ikosedaya.
A través de un buen carácter los individuos puede ser que triunfen, personas
conocedoras estarán preparadas para guiarlos y ayudarlos. El ritual y el sacrificio
pueden proveer los mismos resultados. Utilizando estas dos avenidas no hacen que
los individuos con destinos difíciles sean ricos o triunfadores pero ciertamente hacen
su vida más agradable.
En resumen, cada vez que los espíritus regresan a este mundo, ellos escogen
diferentes cabezas o personalidades (Orí Inú), diferentes cuerpos (Ara) y diferentes
destinos (Ayanmo).
Antes de llevar a cabo el ritual es esencial estar frescamente bañado y vestido con
ropas limpias. El blanco sería el color preferible, pero de no ser posible vestir todo de
blanco, se usan los colores más claros posibles. El negro no es aceptable. En el ritual
para Ori Apere, tiene que cubrirse la cabeza.
Si las cosas en tu vida van mal, antes de señalar con el dedo hacia las brujas,
hechiceros, o tus enemigos, harás mejor si examinas tu carácter.
En otro aparte, un nuevo comienzo o un nuevo nacer implica el recorrer de uno mismo
a través de un viaje.
Así como el funeral es el rito de separación de la comunidad, pero que también está
concebido como un nuevo comienzo espiritual para un individuo, los primeros rituales
para un infante recién nacido son la incorporación de este al mundo material. Como
los funerales, estos rituales enfocan en el viaje metafísico entre dos reinos.
Mientras que los funerales son demostraciones públicas costosas, en forma de fiestas
sagradas de terminación, la entrada de un infante al mundo es mucho más calmada,
es un asunto marcado por un ritual corto, relativamente sencillo, ejecutado para los
padres por un adivino para descubrir las cualidades de la llegada del infante. Los
padres aguardan paciente y pasivamente la interpretación del adivino. Esta acción es
más bien meditativa y contemplativa, que física, silenciosa más bien que ruidosa.
“Uno sabe, que el cuerpo del abuelo fue moldeado por Orishanlá (deidad de la
creación) mucho antes, y ha sido destruido. Entonces el espíritu vaga. Orishanlá hará
un nuevo cuerpo. El espíritu del abuelo (cuyo cuerpo había sido destruido junto con la
cabeza), va a un nuevo cuerpo, y por lo tanto a una nueva cabeza”.
Es la creencia, así como el espíritu del muerto, el cual queda por un tiempo en el
mundo de los desencarnados, el espíritu de un bebé neonato está a medias entre el
otro mundo y la tierra. Su espíritu acaba de dejar su lugar en el cielo (o yi fara mo
Orun). Está en el proceso de ser (o se nbo la ori re). El primer ritual del infante
pertenece a un proceso de iniciación de tres partes. No existe una separación del
nacimiento mismo. El bebé llega a un estado Liminal (pertenece a un estado de la
conciencia en psicología), según Ositola debido a la cantidad de tiempo que pasó
durmiendo y dormitando. El interés ritualístico del adivino y de los padres es la
incorporación.
“Este es el trabajo de Orí Inú (el interior de la cabeza), dado que se está acercando.
Es estar con los otros ancestros en el otro lugar. Conoces que el infante está en su
viaje. El solamente ha entrado al mundo. Es un nuevo ser, una nueva cara quién
adentró. Él no está asegurado.”
La forma de saludar en Yoruba a los padres de un bebé neonato, “saludo al forastero”
(e ku alejo). El mismo concepto de “viaje” presupone la experiencia de ser forastero
en una tierra desconocida.
Existe una tasa de mortalidad alta de infantes, particularmente durante los tres
primeros meses de su nacimiento. Debido a la situación precaria de estar a medias del
bebé, se hacen rituales conocidos como “adentrando al mundo” (Ikose w´aye) y
“conociendo la cabeza” (Imori). El primero debe ser realizado entre el tercer y
séptimo días después de nacer, y el segundo, al finalizar el tercer mes. Durante los
rituales, los adivinos sugieren a los padres cursos de acción diversos y
extremadamente personales para lidiar con la criatura.
Este ritual se hace en la mañana, cuando se dice que la cabeza interior del bebé está
más alerta.
Primero el adivino soplará Ginebra en sus manos sobre los Ikines para “despertarlos” y
los activará. Después ofrece dos nueces de kolá tocando al niño desde las plantas de
los pies hasta las nalgas, en la misma medida que irá rezando por cada punto. De esta
forma asocia la idea de “adentrarse” con las semillas, separándolas en cuatro
secciones cada una y rezando, las tira en el centro del tablero para leerlas según
cayeron, como signo de que el espíritu del bebé se acercó o aceptó la ofrenda.
Tomará un poco de ese polvo y lo espolvoreará sobre los Ikines para “limpiarlos” al
mismo tiempo que purificará sus manos. Recoge los Ikines y los golpea, como lo
establece el procedimiento técnico para la adivinación, los coloca nuevamente sobre el
tablero, y luego el se “golpea” mientras le pide “perdón” a los Ikines, tocando, al
unísono de la plegaria, todas sus coyunturas de brazos y piernas y soplando cualquier
peligro, primero de una mano y luego de la otra. Una vez más recoge los Ikines, todos
en la mano derecha y dejando solo dos en la izquierda.
Si dos Ikines permanecen, el adivino inscribe una línea vertical sobre el tablero, si
permanece una, inscribirá dos líneas. Después de ocho tiradas, una de las doscientas
cincuenta y seis figuras de Odus, será identificada, después de tres tiradas de ocho
cada una, un conjunto de letras son aisladas, basados en el orden de rango,
(¿antigüedad?), de los Oddunes. Una vez el adivino saca el conjunto de letras y
averigua si es positiva o negativa su dirección, y más luego, determina un paso a
través de esa dirección y así sucesivamente. Este proceso se realiza con gran rapidez.
El próximo ritual es: “conociendo la cabeza” (Imori), para el cual lo ideal sería
realizarlo dentro de los tres primeros meses después del nacimiento. En este momento
el objetivo es aprender la naturaleza de la cabeza interna (Orí Inú), o la personalidad,
que anima el espíritu del alma (Emi) que se trajo al mundo, de manera que los padres
puedan ayudar al niño a coordinar ambos.
Según el tiempo va pasado, la cabeza interna domina el alma, y las dos son fundidas
en una personalidad unificada. Si no:
Para unificar la personalidad del niño, los padres tienen que conocer primero antes
que todo, de donde el alma viene. Hay tres posibilidades: por parte del la familia del
padre, de la familia de la madre, o de las deidades. El alma más reciente está “libre”
de llegar, lo que quiere decir que está recién llegada.
“A los tres meses, un niño no está del todo en este mundo. En consecuencia la
criatura no está acostumbrada a este mundo como nosotros, los mayores. Por tanto no
tiene conocimiento de este mundo. No ha tenido mucho contacto con las personas,
sus encuentros han sido aquellos en el cielo. El ha acabado de llegar, el es más
celeste que terrestre. Tenemos que hacer sus propios rituales muy antiguos, muy
cercanos a lo celestial. El es un nuevo hombre, nadie le conoce, el viene del cielo. El
puede ser el padre, puede ser la madre de la madre, pero sigue viniendo desde el
cielo. Nosotros no conocemos lo que viene ha hacer aquí, hasta que no sepamos a lo
que viene el niño, nosotros no lo podemos tratar como a nosotros mismos. Le tratamos
como a extraños que no están acostumbrados a este lugar. Hasta que no se
acostumbre a este lugar, él no puede tener el conocimiento”.
La noche antes del ritual IMORI, los padres del niño le pusieron cintas blancas y
negras en cada muñeca, codo, tobillo, rodilla y el cuello, como signo de alerta al
espíritu del niño para que se prepare para el ritual. Cuando un niño está irritable, llora
mucho, y no duerme, los padres saben que es un espíritu ancestral que lo molesta,
ansioso de tener el reconocimiento, según Ositola.
Al igual que el ritual anterior, el IMORI se hace al amanecer, cuando se está más
atento, alerta y fresco. El adivino comienza haciendo un pequeño sacrificio en la
entrada de la casa con vino de palma y aceite de palma en la urna de los adivinos
ancestrales (oju orere), tirando las nueces de kolá, para ver si fue aceptado.
Los padres traen otros sacrificios. En el pasado, el padre traía un ñame macho y una
rata ahumada; la madre, un ñame hembra y un pescado ahumado. Actualmente los
padres no necesariamente separan estos ofrecimientos. Algunas veces sólo al madre
asiste a la ceremonia, especialmente si el padre es musulmán o cristiano.
La rata es un animal de maleza, evoca la agilidad masculina como cazadores activos,
así como el pescado implica la serenidad y paciencia femenina, estos ofrecimientos se
colocan a ambos lados del tablero, los del padre al lado derecho y los de la madre al
lado izquierdo. Por extensión estos ofrecimientos representan los dos lados por donde
el espíritu de la criatura puede llegar.
Después de rociar ginebra sobre el niño para “despertar” su cabeza interna, el adivino
golpea el centro del tablero con un cuerno, invocando los dieciséis conjuntos de versos
de adivinación, esto debe hacerse sin distracciones o interrupciones tan pronto como
el sol salga.
Antes de adivinar, se pone un poco de agua en el suelo para la libación y todos los
presentes lo comparten. Primero el niño bebe y traga agua, luego los padres y los
presentes. Lo mismo con ginebra.
Con dos pequeños y delgados palillos que simbolizan ambos lados de la familia, el
adivino riega el polvo en el tablero y reza, hablándole a los palillos, rogándole que: “si
es del lado de la familia paterna que Ifá lo diga, si es de la familia materna que Ifá lo
diga. Si no es de ninguno de los dos lados familiares, y si no es de ninguno de los dos
lados familiares, y es de parte de una deidad que Ifá lo diga”. Con los palillos toca los
Ikines, la frente del niño y el suelo y luego los levanta al espacio, hacia arriba a los
espíritus, tres veces seguidas, para sacar una correlación visible entre los palitos y
cada uno de los tres lados.
Los adivinos le pregunta a Ifá, nueve veces en total, en tres series de tres por los tres
lados posibles de origen. Al igual que en el ritual anterior, el mayor de los conjuntos de
letras determina el lado de procedencia. Pero un solo lado tiene que tomar la posición
mayor tres veces corridas, de otra manera el proceso continua hasta que un patrón
claro se desarrolle.
Consultando otra vez más, el adivino aprende más sobre la cabeza interna del niño,
utilizando unos versos y especificando cada vez más la dirección dentro de ella
utilizando un Igbo que representa diez diferentes direcciones, la mitad positiva y la otra
mitad negativa. Los cinco pasos favorables son:
1.- Larga vida. (Aikú). Representado por una piedra.
2.- Progenie. (Ulé). Representado por una semilla.
3.- Triunfo sobre los enemigos. (Isegun). Representado por un hueso.
4.- Abundancia. (Ajé). Representada por un cauri.
5.- Logro total combinado. (Aredewa). Representado por una concha.
Estos pasos favorables indican los valores medulares de los Yorubas
Según aísla la dirección entre los versos, también pueden identificar sacrificios en
particular que los padres debieran hacer. Pero tendrán que regresar al día siguiente
para esto.
Entre tanto el adivino prepara un paquete de hojas, que certifica que el niño cumplió
con el ritual de IMORI. En tres hojas el adivino pedazos de todos los ingredientes y
sacrificios utilizados en el ritual – ñame, rata, pescado, aceite, algo de polvo de
madera-, marcando cada uno de los conjuntos de letras en el tablero uno a uno,
esparce polvo de este sobre los otros ingredientes y concluye frotando un poco sobre
la cabeza del niño. Antes de empacarlo todo, toca cada ingrediente con los Ikines y
luego con la frente y la boca del niño. Finalmente empaca, todo apretadamente con las
cintas que le pusieron al niño alrededor de las coyunturas de tal manera que todos los
ingredientes que se usaron en el ritual se mezclen.
Comúnmente el adivino canta los versos y los interpreta a sus clientes. Si al adivino le
es conocido el verso que salió durante la ceremonia de “Entrada al mundo” entonces
los analiza ambos y busca si se relacionan y como se relacionan.
Un niño puede venir “nacido para morir” (Abikú). Un Abikú es un niño cuya alma es
considerada “irresponsable” pues nunca ha completado un ciclo de vida completo. El
niño muere joven y su espíritu vaga cerca, continuamente atormentando a la madre
con renacimientos y muertes repentinas. Una vez identificado, los adivinos hace
rituales especiales de abuso verbal para avergonzar sin misericordia a tales niños por
permanecer en el mundo.
REZO A ORI
Orí te saludo, tú que no olvidas a tus devotos, que bendices a tus devotos con más
rapidez que los demás dioses, ningún dios bendice a un hombre sin el consentimiento
de su orí.
REZO # 2
Es sólo Orí quien puede acompañar a su devoto a cualquier lugar sin volverse atrás, si
tengo dinero es a mi Orí a quien alabaré, mi Orí eres tú.
Si tengo hijos sobre la tierra es a mi Orí a quién alabaré, mi Orí eres tú.
Todas las cosas buenas que tengo sobre la tierra, es a mi Orí a quién alabaré, mi Orí
eres tú.