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25 Art. Machu Picchu Sobre Su Función

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MACHUPICCHU

INVESTIGACIONES INTERDISCIPLINARIAS

TOMO II

FERNANDO ASTETE y JOSÉ M. BASTANTE, editores


© MACHUPICCHU. INVESTIGACIONES MINISTERIO DE CULTURA DEL PERÚ
INTERDISCIPLINARIAS / TOMO II
Fernando Astete y José M. Bastante, editores
Ministro de Cultura
© De esta edición: Alejandro Arturo Neyra Sánchez
Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco
Área Funcional del Parque Arqueológico Nacional de Viceministra de Patrimonio Cultural
Machupicchu e Industrias Culturales
Calle Maruri 340, Palacio Inka del Kusikancha. Cusco Leslie Carol Urteaga Peña
Central telefónica (051) – 084 – 582030
1a. edición - Setiembre 2020 Viceministra de Interculturalidad
Angela María Acevedo Huertas

Corrección de estilo: Director de la Dirección Desconcentrada


Eleana Llosa Isenrich de Cultura de Cusco
Fredy D. Escobar Zamalloa
Diagramación:
Saúl E. Ponce Valdivia Jefe del Área Funcional del Parque Arqueológico Nacional
de Machupicchu
Arte de portada: José M. Bastante Abuhadba
Saúl E. Ponce Valdivia
Miguel A. Aragón Collavino

Foto de portada:
José M. Bastante Abuhadba

Foto de solapa:
Sandro Aguilar

Coordinación:
Alex I. Usca Baca
Alicia Fernández Flórez

Revisión:
Carmen C. Sacsa Fernández
Alicia Fernández Flórez

ISBN: 978-612-4375-14-9
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2020-03378

Impreso en:
GD Impactos
Calle Mártir Olaya 129, Of 1905, Miraflores - Lima

Tiraje: 1000 ejemplares

Impreso en Perú
Printed in Perú
Perú suyupi ruwasqa

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier medio o procedimiento sin autorización expresa y por
escrito de los editores.
Índice

TOMO I
Presentación
Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco 11

Prólogo
John Hemming 13

Introducción
Mechtild Rössler 21

Los trabajos de las Expediciones Peruanas de Yale en la llaqta de Machupicchu


José M. Bastante 25

Machu Picchu. Entre el cielo y la tierra


Luis Millones 59

Nuevos alcances científicos sobre la vida diaria en Machu Picchu


Richard L. Burger 77

Percepciones sobre inmigración y clase social en Machu Picchu, Perú, basadas


en el análisis de isótopos de oxígeno, estroncio y plomo
Bethany L. Turner, George D. Kamenov, John D. Kingston y George J. Armelagos 107

Estado de la cuestión: historia y arqueología de la llaqta de Machupicchu


José M. Bastante, Fernando Astete, Alicia Fernández y Alex I. Usca 141

Machu Picchu. Monumento arqueológico


Rogger Ravines 237

Avances de las investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu


José M. Bastante y Alicia Fernández Flórez 269

Machu Picchu: el centro sagrado


Johan Reinhard 289

7
Llaqta de Machupicchu: sacralidad y proceso constructivo
José Fernando Astete Victoria 313

Aspectos constructivos en Machupicchu


Arminda Gibaja 327

Machu Picchu: maravilla de la ingeniería civil


Kenneth R. Wright y Alfredo Valencia Zegarra 335

Tecnomorfología de la llaqta inka de Machupicchu. Materiales, métodos y


resultados del levantamiento arquitectónico y paisajístico
Adine Gavazzi 353

Avances preliminares de la investigación con lidar en Machupicchu


Roland Fletcher, Nina Hofer y Miguel Mudbidri 383

Lagunas sagradas de Salkantay. Investigaciones subacuáticas en el Santuario


Histórico de Machu Picchu
Maciej Sobczyk, Magdalena Nowakowska, Przemysław Trześniowski y Mateusz Popek 393

Ingeniería inka de Machupijchu


Jesús Puelles Escalante 409

Contexto funerario bajo en el sector noreste de Machupicchu, 2002


Alfredo Mormontoy Atayupanqui 447

Los esqueletos humanos de Machu Picchu. Un reanálisis de las colecciones del


Museo Peabody de la Universidad de Yale
John Verano 455

TOMO II
La mayoría silenciosa de Machu Picchu: una consideración de los cementerios incas
Lucy C. Salazar 11

El cementerio de los incas


Christopher Heaney 25

Quilcas en el Santuario Histórico-Parque Arqueológico Nacional de


Machupicchu: análisis y perspectivas arqueológicas
Fernando Astete, José M. Bastante y Gori-Tumi Echevarría López 35

8
Las quilcas del Santuario Histórico-Parque Arqueológico Nacional de
Machupicchu: evaluación y secuencia arqueológica preliminar
José M. Bastante y Gori-Tumi Echevarría López 59

El calendario solar de Machupicchu y otras incógnitas


Eulogio Cabada 99

Observaciones astronómicas en Intimachay (Machu Picchu): un nuevo


enfoque para un antiguo problema
Mariusz Ziółkowski, Jacek Kościuk y Fernando Astete Victoria 131

Acerca de los instrumentos astronómicos de los incas: el mirador de


Inkaraqay (Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu)
Fernando Astete Victoria, Mariusz Ziółkowski y Jacek Kościuk 143

Machu Picchu: sobre su función


Federico Kauffmann Doig 159

Machu Piqchu, el mausoleo del emperador


Luis Guillermo Lumbreras 193

Investigaciones interdisciplinarias en Machupicchu. Temporada PIAISHM 2017


José M. Bastante, Alicia Fernández y Fernando Astete Victoria 233

Investigaciones en el monumento arqueológico Choqesuysuy del Santuario


Histórico-Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu
José M. Bastante y Emerson Pereyra 269

Investigaciones en el monumento arqueológico Chachabamba


José M. Bastante, Dominika Sieczkowska y Alexander Deza 289

Arqueogeofísica aplicada a la arqueología inca: el caso del monumento


arqueológico Chachabamba
Nicola Masini, Luigi Capozzoli, Gerardo Romano, Dominika Sieczkowska, Maria
Sileo, José M. Bastante, Fernando Astete, Mariusz Ziołkowski y Rosa Lasaponara 305

Materialización del culto al agua a través de la arquitectura hidráulica en la


llaqta de Machupicchu
Alicia Fernández Flórez 321

9
La Reforma Agraria en el Santuario Histórico-Parque Arqueológico Nacional de
Machupicchu
Alex Usca Baca 337

La ciudad de San Francisco de Victoria de Vilcabamba y el pueblo antiguo del


Ynga nombrado Huaynapicchu
Donato Amado Gonzales 361

Biodiversidad anotada del Santuario Histórico de Machupicchu: especies


endémicas y amenazadas
Julio Gustavo Ochoa Estrada 375

Reportes anotados de mamíferos silvestres del Santuario Histórico de


Machupicchu
Julio Gustavo Ochoa Estrada 395

Quinquenio orquidáceo del Santuario Histórico de Machu Picchu. Géneros,


especies nuevas y nuevos reportes
Benjamín Collantes 407

Vasqueziella boliviana, conocida desde hace tiempo y de amplia distribución,


pero muy poco frecuente
Benjamín Collantes y Günter Gerlach 411

Una vista desde la bóveda: fotos de las expediciones a Perú de la National


Geographic Society-Yale University
Sara Manco, Renée Braden y Matthew Piscitelli 421

Autenticidad de Machupicchu, 100 años después


Ricardo Ruiz Caro y Fernando Astete Victoria 427

ANEXOS
Anexo 1. Relación de monumentos arqueológicos en el Santuario Histórico-
Parque Arqueológico Nacional de Machupicchu y la Zona Especial de Protección
Arqueológica 439

Anexo 2. Términos en quechua en los artículos 456

10
Machu Picchu: sobre su función1

Federico Kauffmann Doig2

Al maestro Manuel Chávez Ballón (1919-2012),


quien me exhortó a que me adentrara en el tema.

P rimera parte
Propuestas diversas, antiguas y contemporáneas instancia, que Machu Picchu podía haber sido Tampu-
Las primeras propuestas sobre los propósitos de la toco, la cuna mítica de los soberanos incas y de su pue-
construcción de Machu Picchu fueron elucubradas blo; en todo caso, un santuario destinado a recordar
por Hiram Bingham y publicadas a partir de 1912 aquella cuna mítica a la que nos referimos, atendiendo
(Bingham 1948, 1949). Seguidamente, estas como las a las ventanas exquisitamente labradas que evocarían
posteriores propuestas sobre el tema serán materia las tres cuevas de donde habrían emergido los ances-
de revisión sumaria. tros de los incas, a las que alude el mito de los Herma-
nos Ayar [Aiar]. El lugar de Tamputoco se encuentra
1. Primeras explicaciones: ¿Tamputoco, Vilcabamba alejado de Machu Picchu, y más bien cerca y al sur de
La Vieja o Hatunvilcabamba? Cuzco, en las inmediaciones de Paqariqtampu (Bauer
Vista la presencia de un suntuoso edificio dotado de 1992: 41-63; Muelle 1945; Pardo 1946; Urton 1990a).
tres amplios vanos trapezoidales, conocido como Tem- Sin variar o autocriticar Bingham su opinión
plo de las Tres Ventanas, dedujo Bingham, en primera inicial, posteriormente consideró que Machu Picchu
podría haber sido al mismo tiempo la legendaria ciu-
1 El presente texto es un extracto de la obra del autor titulada
Machu Picchu. Sortilegio en piedra (Lima, 2013), que se basa en an- dad que anhelaba descubrir, esto es, Vilcabamba La
teriores publicaciones suyas. Sus primeras experiencias en Ma-
chu Picchu se remontan a 1953, cuando siendo aún estudiante de Vieja, la sede última de la resistencia que opusieron
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos permaneció una los neoíncas a la invasión española. También planteó
temporada en el sitio, guiado en todo momento por su recorda-
do maestro Manuel Chávez Ballón. la hipótesis de que podría haberse tratado de un impo-
2 Doctor en Arqueología y Historia (fkauffmanndoig@gmail.com).

159
Federico Kauffmann Doig

Figuras 2. Tamputoco, lugar de donde, según una versión


del relato mítico sobre el origen de los incas, habrían bro-
tado por separado los soberanos, las esposas de estos y
la muchedumbre (fuente: Guaman Poma 1936 [ca. 1600]).
Figura 1. Al igual que en Machu Picchu, en los asentamien-
tos vecinos, como Wiñay Wayna, las tierras agrícolas pre-
dominan sobre la zona con construcciones. Por lo mismo,
la cuota cosechada no solo debió abastecer a la población
de campesinos: los excedentes habrían sido transportados
a los graneros reales [koilkas] e incluso a los tambos [tanpu]
de la región andina para su distribución en años impro-
ductivos, esto es, cuando asolaban catástrofes climáticas
generadas por fenómenos como El Niño, que hacían que
asomara el fantasma del hambre. La imagen muestra re-
cientes descubrimientos de andenería en los alrededores de
Machu Picchu, por lo que se desprende que el área culti-
vada en Machu Picchu era aun mayor de la que se suponía
(fotografía: cortesía de Mylene d’Aureol).

Figura 3. Gráfico extractado de un dibujo de Felipe Gua-


mán Poma. Muestra por igual las tres míticas ventanas de
Tamputoco (fuente: Guaman Poma 1936 [ca. 1600], fol. 79).

160
Machu Picchu: sobre su función

Figura 4. Una de las portadas de Vitcos en la Residencia del Inca (fotografía: Federico Kauffmann Doig).

nente acllahuasi [acliawasi] o casa de mujeres escogidas, lugar situado “en un altísimo cerro [… con] edifi-
tema este sobre el que volveremos oportunamente. cios sumptuosíssimos de gran majestad […]” (1906
Hay consenso entre los estudiosos que se han [ca. 1611]). Esta hipótesis reposa en el hecho de que
ocupado de Machu Picchu de que este monumen- existen similitudes entre los vocablos “pitcos” y “pic-
to no fue Vilcabamba La Vieja ni Tamputoco, como chu”, pero sobre todo en atención a las noticias alti-
tampoco un mero acllahuasi. Según las crónicas, Vil- sonantes de Ocampo alusivas a Pitcos, que se ajusta-
cabamba La Vieja no puede ser Machu Picchu por rían a las de Machu Picchu.
las distancias geográficas. Adicionalmente, señalamos De esta manera, Luis E. Valcárcel no comparte
que en la actualidad se viene estimando que a Vilca- la idea de que el Pitcos de Ocampo corresponda a las
bamba La Vieja podrían corresponderle las ruinas de ruinas de Vitcos, como se supone prácticamente en
Espiritupampa. Esto, de acuerdo a exploraciones de consenso. Sobre la posición geográfica de este sitio
Gene Savoy (1970; Lee 1985). Sin embargo, contamos fortificado y de culto, Vitcos, situado en la subcuenca
ahora con una nueva propuesta, la del explorador del Vilcabamba-Urubamba, se ubica en las inmedia-
Santiago del Valle Chousa (2005, 2016), que la ubica ciones de Rosaspata, de acuerdo a referencias histó-
en un lugar situado al pie del nevado Choquetacarpo. ricas fidedignas (Rodríguez de Figueroa, 1565; Murúa
1962-1964 [ca. 1600]; Calancha, 1638).
2. Machu Picchu: ¿El Vitcos de los cronistas?
Para Luis E. Valcárcel (1964: 88-91), Machu Picchu 3. Machu Picchu: ¿Un acllahuasi?
pudo corresponder al histórico sitio de Pitcos, que En cuanto a quienes poblaban Machu Picchu, Bingham
Baltasar de Ocampo Conejeros describe como un opinaba que en su gran mayoría se trataría de muje-

161
Federico Kauffmann Doig

Figura 5. Bingham postuló que Machu Picchu podría haber sido un acllahuasi en base a los primeros
análisis de restos óseos hallados en el lugar, que indicaban que el mayor porcentaje correspondía a esque-
letos de mujeres. Estos cálculos resultaron ser erróneos de acuerdo a los análisis de John Verano (2003)
(fuente: Bingham 1948).

res. Este supuesto se basaba en la alta frecuencia de


restos óseos de sexo femenino exhumados en Machu
Picchu. Según los primeros análisis, de 135 osamentas
extraídas de cuevas funerarias en Machu Picchu, 109
eran de mujeres, 22 de varones y 4 de niños.
Basado en esta constatación y en una posterior
en la que comenta que “de ciento setenta y tres restos
óseos unos ciento cincuenta corresponden a mujeres”,
Bingham concluía que Machu Picchu debió ser un lu-
gar donde residían acllas (Bingham 1948: 3ª parte, cap.
4; 1949, 3ª, cap. 4); esto es, habría sido un gigantesco
acllahuasi o morada de mujeres escogidas y dedicadas
al culto, a labores manuales para el Estado, a prepa-
rar chicha [tshisha] o aqa (en idioma quechua), a ser
concubinas del soberano, así como también para ser
Figura 6. Un acllahuasi [aqliawasi] o lugar donde moraban
donadas con fines diplomáticos.
mujeres escogidas. Even-tualmente, eran concubinas del Dentro de este marco hipotético, de haber sido
soberano, que también se servía de ellas para obsequiar-
las en el marco de acciones diplomáticas. Los españoles al Machu Picchu un acllahuasi, Bingham propuso que
llegar al Perú las confundieron con monjas, que, recluidas, se encontraba despoblado desde antes de la presen-
vivían en conventos. Había numerosos acllawasi a lo largo
y ancho del Incario (fuente: Guaman Poma 1936 [ca. 1600]). cia española y que pudo ser lugar de refugio de acllas

162
Machu Picchu: sobre su función

y mujeres nobles que huyeron del Cuzco al presen- Picchu no fue únicamente un acllahuasi. Richard
tarse los peninsulares. Burger y Lucy Salazar-Burger (1993: 24) dan cuenta
Siguiendo el tema de que Machu Picchu fuera de revisiones a las que en años recientes se ha so-
un acllahuasi, no deja de ser curioso que esta expli- metido el material óseo recuperado por Bingham,
cación haya sido presentada muchos siglos antes de particularmente los análisis de John Verano (2003),
Bingham por Baltazar de Ocampo Conejeros (1906 que señalan que el número de esqueletos de hombres
[ca. 1611]), aunque siempre a condición de suponer se ajusta al de mujeres. A igual conclusión llegó el
que su Pitcos sea realmente Machu Picchu, lo que antropólogo Fernando Astete Victoria, que en 1994
Luis E. Valcárcel (1964) daba por cierto. descubrió en el sector oriental de Machu Picchu 18
Con todo, es de tomar en cuenta que el cronista osamentas, de las cuales el 60% era de adultos de
Ocampo Conejeros describe Pitcos como una: sexo masculino. Con todo, Marino Sánchez Macedo
(1990) aún transita en la ruta abierta por Bingham.
[…] fortaleza […] que está en un altísimo ce-
rro, donde señorea gran parte de la provin- 4. Machu Picchu: ¿Fortaleza, ciudadela o ciudad
cia de Vilcabamba, donde tiene una plaça autárquica?
de suma grandeza y llanura en la superficie, Suponer que fue una fortaleza destinada a impedir
y edificios sumptuossísimos de gran mages- las incursiones de tribus amazónicas es una aprecia-
tad, hechos con gran saber y arte, y todos ción ligera que el propio Bingham rechazaba. Los
los umbrales de las puertas, así principales despóticamente calificados chunchos [tshuntshu] o
como medianas, por estar así labradas, son selvícolas amazónicos tienen su hábitat en altitudes
de piedra mármol famosamente obradas […] muy inferiores a la de Machu Picchu, en zonas que
(Ocampo Conejeros 1906 [ca. 1611]: 316). por lo general no superan los 500 msnm y que corres-
ponden a la baja Amazonía o Amazonía propiamen-
Lo expresado por Ocampo, aquí citado, no
te dicha. Al representar el clima de Machu Picchu
contradice, empero, que en el Pitcos de Ocampo
una barrera infranqueable, se rechaza que los habi-
pudo existir un acllahuasi, por cuanto sabemos que
tantes de la baja Amazonía representasen un peligro
los centros arquitectónicos de poder en el Incario
para los cuzqueños, por lo que resulta inverosímil
tenían un ambiente que incluía, además de espacios
que pudieran haberse atrevido a incursionar en zo-
para el culto del gobierno, un acllahuasi. Sin embargo,
nas cordilleranas como la del Cuzco (3300 msnm) y
lo cierto es que Ocampo Conejeros no describe el
aun en las del Vilcanota-Urubamba, que debieron ya
sitio de Pitcos como un mero acllahuasi. Pero es de
por entonces estar densamente pobladas3.
tomar en cuenta lo que refiere acerca del último de
Tampoco corresponde a Machu Picchu el cali-
los incas de Vilcabamba, Túpac Amaru I. Comenta
ficativo de ciudadela, que equivale a ciudad fortifi-
que este, de acuerdo a sus averiguaciones, fue criado
cada (Harth-Terré 1961), aun considerando que pre-
en el acllahuasi de Pitcos.
senta una portada de acceso al sector Sagrado que
Estudios del material osteológico recuperado ostenta un mecanismo particular para ser clausura-
en Machu Picchu, posteriores a los de George F. Ea-
3 Es de subrayar que la localidad de Urubamba se ubica a 2879
ton (1916), permiten concluir también que Machu msnm.

163
Federico Kauffmann Doig

Figura 7. Machu Picchu: vista de la zona urbana. “Machu Picchu puede ser entendido mejor si este
monumento es analizado en el contexto de la topografía que lo rodea y que era tenida como sagrada”
(Reinhard 1991) (fotografía: Ignacio Cateriano; cortesía de Roberto Gheller Doig).

Figura 8. Es difícil imaginarse que Machu Picchu fuera una fortaleza para contener invasiones de po-
blaciones amazónicas. Estos moran en lugares cálidos de la baja Amazonía y solo llegan a incursionar
hasta altitudes que no exceden los 1500 msnm, esto es, más bajas en mil metros a Machu Picchu (dibujo
tomado de un khero del siglo XVI decorado con la técnica del incausto utilizada después de la irrupción
europea (Kauffmann Doig 2013, vol. 2, p. 772).

da. Por su parte, el llamado Foso Seco, que divide En cuanto a Intipunku, situado en lo alto del
los sectores Urbano y Agrario, solo era un colector cerro Machu Picchu, con las construcciones que allí
de las aguas de lluvia y no una valla para evitar el ac- flanquean el camino incaico que parte de Wiñay
ceso a las diversas edificaciones, como popularmen- Wayna [Winiai Waina], posiblemente fue una garita
te se estima. Tampoco hacía inexpugnable a Machu de control del acceso a Machu Picchu. Está lejos de
Picchu su ubicación en un cerro escarpado ni el tra- corresponder a una fortaleza que defendía las es-
mo amurallado presente en los límites meridionales tructuras. Aun si hubiera sido así, ¿de quién las de-
del conjunto arqueológico. fendía?, ¿de sus hermanos que laboraban en los cen-

164
Machu Picchu: sobre su función

tros arquitectónicos y similares de las áreas vecinas? Así, Reinhard acierta al considerar que las
Emilio Harth-Terré (1961) consideraba autár- cumbres eran vistas como entes “protectores y pro-
quica a Machu Picchu, esto es, que se autoabastecía veedores de la estabilidad económica”, subrayando
y en alguna forma hasta se gobernaba independien- el papel preponderante que se asignaba a los apu o
temente. Sin embargo, consideramos que Machu cimas imponentes en la cosmovisión andina y la es-
Picchu no puede entenderse como un monumento trecha vinculación que debieron acusar en el caso de
separado de los otros de la comarca de Vilcabamba. Machu Picchu. Ciertamente, Machu Picchu debió
Todos debieron tener una misma función, como se cumplir un importante rol en el marco de la reli-
verá en las líneas siguientes. giosidad, específicamente de una religiosidad crea-
da y empleada como una “estrategia” para honrar a
5. La postulación de Johan Reinhard la Pachamama o Diosa Tierra, así como también a
La estrecha relación mágico-religiosa de las es- quien gobernaba sobre los fenómenos atmosféricos
tructuras con el majestuoso entorno geográfico o Dios del Agua, sin cuya contribución a fecundar-
permite entender lo que debió ser Machu Picchu, la no tenía la posibilidad de ofrendar los alimentos
como lo subraya el antropólogo norteamericano Jo- requeridos a la existencia.
han Reinhard (1991).
Reinhard llega a valiosas conclusiones que re- 6. Machu Picchu: ¿Hacienda y lugar de holganza
sume con la siguiente premisa: “Machu Picchu pue- del soberano Pachacútec?
de ser entendido mejor si este monumento es anali- Una nueva hipótesis surgió a partir de que Luis
zado en el contexto de la topografía que lo rodea y Miguel Glave y María Isabel Remy dieran a cono-
que era tenida como sagrada” (1991, p. 67). Sustenta cer una copia de un documento del siglo XVI que
sus ideas acerca del carácter mágico de la geografía consigna el topónimo Picho que consideran alusi-
que rodea a Machu Picchu y las entreteje con ob- vo a Machu Picchu y que consideramos no es otra
servaciones enmarcadas en la magia astronómica. cosa que la palabra española pico deformada en su
Sobre la función de Machu Picchu en el marco de pronunciación. El escrito señala que en 1657 el con-
la astronomía, se han pronunciado también David vento de los agustinos arrendó unos terrenos deno-
S. P. Dearborn, Katharina Schereiber y Raymond E. minados Machu Picchu (Glave y Remy 1983: 191).
White (1987), así como Raymond E. White y David John H. Rowe (1990) analiza el escrito y confronta
S. P. Dearborn (1980). las diversas copias que existen de este, concluyen-
Reinhard (1991) afirma, además, que Machu do enfáticamente que Machu Picchu formó parte
Picchu es el monumento central de una vasta “geo- de un predio muy extenso cuyo “propietario” era el
grafía sagrada” y pondera el valor que para los incas soberano Pachacútec.
tenían las altas montañas, como la de Salcantay (6271 La hipótesis de Rowe sobre haciendas reales de
msnm). Sus apreciaciones se basan también en datos propiedad privada de los diferentes soberanos del In-
etnográficos, fuente invalorable para escudriñar as- cario histórico goza de aceptación entre muchos estu-
pectos ancestrales de la religiosidad de los antiguos diosos, en especial norteamericanos. Así, por ejemplo,
peruanos, ya que una parte importante de la misma Susan A. Niles (2004) ahonda en torno al enunciado
se conserva en los parajes remotos de los Andes. de Rowe comentando que Machu Picchu fue uno de

165
Federico Kauffmann Doig

Figuras 9 y 10. Al calificar a Machu Picchu de “hacienda” o “lugar de holganza” del soberano Pachacútec, como
lo proponen algunos estudiosos, tácitamente se le iguala a un castillo medieval europeo. De ser así, ¿habrían
los soberanos incas vivido también en un marco palaciego, de holganza? (Kauffmann Doig 2013: vol. 2: 696).

estos royal estates construido por el soberano Pacha- ser entendidos por los peninsulares. Y no únicamen-
cútec para usufructo personal y de su familia. te a los que moraban en el país, sino también a los
Con todo, sobre este sugestivo tema de posi- lectores en España. Por tal razón, la documentación
bles signos de propiedad privada en el Incario, se del siglo XVI no siempre refleja los esquemas cultu-
pronuncian, por lo menos aparentemente, otros rales andinos; más bien hasta los retuerce, como en
documentos del siglo XVI, como el dado a conocer el caso de la palabra “posesión”, que para los españo-
tiempo atrás por María Rostworowski (1963). En les no era otra cosa que el usufructo personal.
uno de estos, fechado en 1579, el español Geróni- En conclusión, las referencias en la documenta-
mo de Genares declara que era dueño de las tierras ción antigua sobre “haciendas reales” y las afirmaciones
de Guaman Marca en el valle de Amaybamba desde de que “fueron del ynga Yupanqui que tenía allí para
los tiempos del gobernador Lope García de Castro. su recreación” no deberían ser interpretadas ad pedem
Añade que antiguamente estas “fueron del ynga yu- letterae o desde un punto de vista puramente occiden-
panqui que tenía allí para su recreación”. El último tal. Bien puede tratarse de meras alusiones a soberanos
injerto debe ser producto de la mentalidad propia- que mandaron construir tal o cual complejo arquitec-
mente europea. tónico, destinado a la administración de la producción
En la exégesis de tales documentos, es preciso agraria y al culto propiciatorio de las buenas cose-
tomar en cuenta que los escribanos de la época de- chas. Nada contradice que fueran “tierras del inca”,
bieron trasladar los conceptos vertidos por los in- pero no en el sentido estricto de la palabra. Posi-
formantes nativos y aun mestizos y españoles, como blemente eran predios estatales cuyos productos no
el citado Gerónimo de Genares, para hacerlos com- solo eran consumidos por el mandatario y sus fa-
prensibles a la mentalidad importada de allende el miliares. También constituían predios destinados al
océano, traduciéndolos al vocabulario español no de mantenimiento de la parentela encargada del culto
manera literal, sino amoldándolos a este idioma para al antepasado ilustre y, de acuerdo a la tradición,

166
Machu Picchu: sobre su función

Figuras 11, 12 y 13. Contrariamente a lo que esgrimen


quienes consideran que Machu Picchu fue “hacienda
real” y “lugar de holganza” de Pachacútec, los sobera-
nos del Incario, y particularmente el mencionado Pa-
chacútec y la parentela que lo apoyaba en el gobierno,
no debieron disfrutar de “tiempo de ocio” al estilo de
los condes y marqueses europeos. Vivían ocupados
permanentemente en extender y administrar el domi-
nio sobre un enorme territorio que se extendía longi-
tudinalmente por casi 4000 km. Además, tenían que
luchar con una abrupta topografía árida por excelen-
cia, con interminables arenales y catástrofes climáti-
cas recurrentes como las de El Niño (Kauffmann Doig
1990b; 1996a; mapa Federico Kauffmann Doig; dibujos
Guaman Poma [ca. 1600], 151, 334).

167
Federico Kauffmann Doig

Igualmente, hay que analizar con mayor cui-


dado la denominación de “áreas para recreación del
soberano”, como los predios de Guamanmarca y
Amaybamba, de los que el soberano disponía como
“propietario”, según documentos de entonces.
Ciertamente, el inca tenía que descansar en
algún momento, pero administrar el Incario debió
absorber a los gobernantes de tal manera que raya
en lo absurdo pensar que, a manera de los condes y
marqueses del Viejo Mundo, tuvieran aquellos apo-
sentos nada más que para “holgarse”.
Resulta así inverosímil concluir, a partir de los
documentos publicados por Rostworowski (1963) y
por Glave y Remy (1983), que Pachacútec habría
edificado Machu Picchu para su recreo, monumen-
to que según Rowe “tiene edificios apropiados para
residencia del rey y su corte…” (1990). Esto es ¡como
si se tratara de castillos feudales europeos!
Cabe finalmente preguntarse si cumplían
igual destino los otros complejos arqueológicos de
Figura 14. La concepción de la existencia de una vida des-
pués de la muerte igual a la vivida en este mundo (Kau- patrones arquitectónicos similares a Machu Picchu
ffmann Doig 1998) condujo no solo a momificar los cadá- presentes en la comarca de Vilcabamba, como Wi-
veres para asegurar la sobrevivencia del individuo en el
más allá, sino que, de acuerdo a tales creencias, también ñay Wayna, Phuyupatamarka, Patallakta y Choque-
dio lugar a la práctica de ofrendar a los difuntos viandas y
bebidas (fuente: Guaman Poma 1936 [ca. 1600]: 287). quirao. ¿Habrían sido estos y los demás centros de
administración y culto comarcanos erigidos tam-
una parte de sus productos eran incinerados para bién con el propósito de servir de lugares de solaz y
ofrecérselos simbólicamente. Pero principalmente holganza del soberano?
eran almacenados y redistribuidos para hacer frente
a años de producción escasa debido a los fenómenos 7. Machu Picchu: ¿Santuario dedicado a los
atmosféricos adversos que, como los de El Niño y muertos y tumba de Pachacútec?
La Niña, generaban hambrunas. Hay quienes sostienen en la actualidad que en Ma-
Abundando en el tema, nos preguntamos: ¿con chu Picchu fue sepultado el soberano Pachacútec,
quién habría comercializado Pachacútec la masa de aunque sin una concreta base documental. Sin em-
mercancías que producían las haciendas de su pro- bargo, no se ha reparado que aquello ya fue sugerido
piedad? y ¿qué decir de las de su sucesor Túpac Yu- por Bingham. Por otro lado, debe tenerse en cuenta
panqui, al que manuscritos de la época atribuyen que, aun si esta sospecha fuera cierta, poco agregaría
haber sido “dueño” de Chinchero? ¿y las de Huayna sobre el tema medular que nos ocupa: aproximarnos
Cápac, “dueño” de Yucay? a la función que debió desempeñar Machu Picchu,

168
Machu Picchu: sobre su función

ofrecer una respuesta del porqué este monumento porque los recogió tempranamente, a partir de 1542,
fue levantado en la comarca de Vilcabamba o tra- y por el hecho de que se casó con la esposa principal
tar de explicar cuáles habrían sido las razones de su del ya difunto Atahualpa, último de los soberanos del
despoblamiento. Por lo mismo, de quedar compro- Incario. De acuerdo a Betanzos (2004 [1551-1556]: caps.
bado lo que consideramos un simple infundio, no XXXI-XXXII), una vez muerto Pachacútec fue con-
pasaría de ser un dato hasta cierto punto pintoresco ducido a Patallacta (Llactapata) para ser sepultado.
visto históricamente. Basada en los datos de Betanzos, la historiadora Ma-
Es el destacado arqueólogo Luis Guillermo ría del Carmen Martín Rubio propone que aquel Pa-
Lumbreras quien, respecto a este supuesto, señala tallacta es el nombre que originalmente correspondía
que “gracias a estudios recientes en los archivos do- a Machu Picchu; y, de ser este el caso, el lugar donde
cumentales del siglo XVI, hay buenos argumentos abríase sepultado al soberano Pachacútec: no su cuer-
para sospechar que Macchu Piqchu era –como las po momificado, sino un “bulto” o “doble”, siguiendo
pirámides de los faraones de Egipto o la tumba del una tradición al morir un inca (en Jarque 2012). Este
emperador Chin Shi Huan de China– el lujoso y sitio fue tal vez el más importante asentamiento agro-
bien cuidado mausoleo del Inka Pachakuteq, fun- cultista incaico en la comarca de Vilcabamba, al que
dador del Tahuantinsuyo, su primer emperador” le seguían varios otros que consideramos que tenían
(Lumbreras, Wust y Uccelli 2001). Agrega que fue la misma función. Llactapata dista unos tres días de
este soberano quien mandó construir en Machu camino de Machu Picchu y sus majestuosos andenes
Picchu lo que sería su mausoleo. Adicionalmente,
estima que de acuerdo a las crónicas: “allí había una
cripta principal que guardaba esta momia [la de Pa-
chacútec], que luego fue llevada por los españoles a
Lima” (Lumbreras 2005: 22). Y continúa señalando
Lumbreras que el citado soberano mandó construir
la tumba “como un espacio muy lujoso, hecho de
fina cantería, que tiene como núcleo una cueva que
tiene en su cima, como una corona, un edificio al
que ahora se conoce como torreón” (2005). En esto
coincide Lumbreras de alguna manera con la propuesta
de Bingham, quien tituló como Tumba Real la gruta a
que hace referencia el mencionado arqueólogo.
Entre los cronistas que ofrecen comentarios
hasta cierto punto confiables acerca de la muerte de
Pachacuti (ca. 1471) y del lugar donde fue sepultado,
figura Juan Diez de Betanzos, con su obra Suma y
narración de los incas (Betanzos 2004 [1551-1556]), pu-
blicada pulcramente por María del Carmen Martín
Figura 15. Localización del muro que clausura la cavidad
Rubio. Los comentarios de Betanzos son muy valiosos de una tumba que aún no había sido violentada.

169
Federico Kauffmann Doig

Figura 16. Grabado antiguo a todas luces pintoresco; presenta lo que sería el espacio interior del Coricancha
(Curicancha) (Kauffmann Doig [2003: vol. 2, 706). Con la irrupción europea, fue convertido en el Convento
de Santo Domingo. En este santuario, habrían sido conservadas las momias de los soberanos incas, hasta
que el licenciado Polo de Ondegardo enviara a fines del siglo XVI una parte de los cuerpos a Lima (Hampe
2003, 2010). No solo Cieza de León (1986 [1553]) se refiere al Curicancha escribiendo esta palabra con “u” y
no con “o”; en un gráfico coloreado de Martín de Murúa (2004 [ca. 1600]; códice Galvin) se lee la siguiente
inscripción: “Curicancha quinticancha”. Consideramos que esta es la forma original: “Curicancha” [kuri =
“rayo”; kantsha = “recinto”] y no “Coricancha” (“recinto de oro”), como los españoles obsesionados por el
oro debieron referirse a este santuario. Aun Garcilaso patrióticamente difunde este término con el fin de
engrandecer el Incario ante los ojos del mundo. Por lo expuesto, el Curicancha debió ser un recinto para
honrar al rayo (kuri), símbolo conspicuo de lo que calificamos como Dios del Agua y que en el presente
caso era vinculado simbólicamente a un quinti o quente (colibrí). Se dispone de una “revisión de la hipótesis”
acerca de la identificación incorrecta de las momias por Polo de Ondegardo de un erudito estudio de Stefan
Ziemendorff (2018).

y grupos de recintos se ubican al borde del cañón de Segunda parte


Cusichaca, que tributa sus aguas al Vilcanota-Uru- Machu Picchu: testigo de un proyecto estatal de
bamba, río que se encuentra en sus inmediaciones. ampliación de la frontera agraria
Es de subrayar que en Machu Picchu los andenes La presente propuesta parte de la constatación de que
priman sobre las construcciones. Fueron hechos en Machu Picchu es contemporáneo a los demás monu-
forma primorosa con el objeto de halagar a los que el mentos arquitectónicos levantados en la comarca de
autor considera los dioses más encumbrados del Perú Vilcabamba –tales como Wiñay Wayna, Intipata o
ancestral. Los designa como dioses del sustento: la Pa- Choquequirao– en virtud de sus similitudes en ma-
chamama o Diosa Tierra y particularmente el temido teria de arquitectura e ingeniería civil y por cuanto
Dios del Agua, conocido como Yllapa, Huiracoha y presentan un núcleo de edificaciones rodeadas de
otros nombres (Kauffmann Doig 1990a, 2003a, 2003c). amplias terrazas de cultivo. Desde luego, estas debie-

170
Machu Picchu: sobre su función

Figura 17. Un sector de las terrazas de cultivo de la zona Agraria de Machu Picchu. Al fondo, el grupo co-
nocido como Casas de los Guardianes (fotografía: cortesía de Wright Water Engineers, Denver, Colorado).

Figura 18. Vista panorámica de Machu Picchu que permite constatar que la extensión de las obras de andenería fue
mayor que el área que ocupan las edificaciones (fotografía: cortesía de: © Eduardo Herrán, Ojos de Cóndor).

171
Federico Kauffmann Doig

ron ser construidas para abastecer de alimentos a los


administradores de la producción y del culto y a los
propios labriegos. Pero su finalidad última debió ser
el producir excedentes para enriquecer la alimenta-
ción de los cordilleranos.
Por lo expuesto, proponemos que Machu Pic-
chu y los restantes monumentos levantados en la co-
marca de Vilcabamba debieron ser construidos en el
marco de un gran proyecto estatal destinado a am-
pliar la frontera agrícola (Kauffmann Doig, 2003b,
2005). Esta hipótesis la detallaremos a continuación.
Machu Picchu no debió haber sido tan solo
un santuario, como se suele estimar casi en consen-
so. En primer lugar, debió fungir como un centro
de administración de la producción de alimentos y,
en segundo lugar, como sede de culto y ceremonias:
de aquellos restringidos a honrar a los apu o mate-
rializaciones del Dios del Agua, con la finalidad de
Figura 19. Debió ser la necesidad de los andinos de ampliar la
lograr por vía mágico-religiosa que propiciaran bue- frontera agraria lo que los impulsó a que se adentraran en el
nas cosechas. flanco oriental de la cordillera de los Andes, ambiente para ellos
diferente e inhóspito (Kauffmann Doig 2013: vol.2, 234).
La hipótesis expuesta trata de explicar también
la causa del desborde de pobladores andinos a la co- so modo, su edificación pudo haber comenzado hacia
marca de Vilcabamba, que tuvo lugar no obstante 1450 o 1460. De este modo, el comienzo del proyecto
que en esa región reinan condiciones ambientales incaico de ampliación de la frontera agraria en la
para ellos adversas. Ciertamente, a diferencia del comarca de Vilcabamba dataría de entonces.
resto del territorio costeño y cordillerano –con sus En atención a lo expuesto, acerca de que las
escarpadas montañas–, la comarca de Vilcabamba, construcciones de Machu Picchu fueron edificadas
al estar situada en los Andes amazónicos o flanco durante el Incario, la hipótesis de José Gabriel Co-
oriental cordillerano, se caracteriza por estar cu- sio (1912; Chevarría 1992), en el sentido de que ellas
bierta de densa floresta amazónica que en ciertos fueron obra de “una civilización quechua anterior a
casos llega a superar los 3000 msnm. la dinastía de los Hijos del Sol…” y el monumento ig-
Por las características arquitectónicas que ob- norado en tiempos de los incas, resulta inverosímil.
serva Machu Picchu, similares a aquellas de la fase
Inca Imperial del Incario (1438-1532), puede con- 1. El impulso cordillerano de adentrarse en tierras
cluirse que este monumento fue construido durante ignotas e inhospitalarias
el gobierno del soberano Pachacútec. Se estima que No es mera casualidad que Machu Picchu y los demás
este asumió el mando del Tahuantinsuyo en 1438 y asentamientos incaicos en la comarca de Vilcabamba
que debió fallecer alrededor de 1470. Por tanto, gros- hayan sido edificados en altitudes que fluctúan entre

172
Machu Picchu: sobre su función

2000 y 3000 msnm. Y es que las mismas resultaban ser pudieron realizarse únicamente en el marco de un
familiares a los inmigrantes cordilleranos. programa estatal que garantizara la presencia de una
Aquel impulso que los condujo a levantar com- sólida estructura sociopolítica, como la del Incario.
plejos monumentales como Machu Picchu en un La mano de obra para ejecutar semejante pro-
medio de condiciones ambientales adversas, como yecto provenía de la institución conocida de los
las que reinan en la alta Amazonía o Andes ama- mitimaes [mitmaq-kuna], que forzaba a que pueblos
zónicos, con sus bosques de neblina, solo pudo res- enteros fueran trasladados de su terruño a zonas que
ponder a una imperiosa necesidad. De otro modo, les eran ajenas, lo que no siempre era una estrategia
los cuzqueños no habrían osado desplazarse a zonas para apaciguar a las naciones rebeldes a someterse
inhóspitas donde las labores del campo demandan al Incario, como lo demuestra el presente caso. En
esfuerzo adicional, como la tala de áreas boscosas, efecto, se hacía también para disponer de los brazos
actividad ajena a la región cordillerana, que carece necesarios que ayudaran a cultivar las nuevas tierras
de bosques. La envergadura del proyecto se aprecia ocupadas y, de este modo, para lograr cubrir la cuota
en el esfuerzo que significó levantar monumentos de alimentos exigida por una tasa demográfica en
destinados a administrar la producción agraria y perpetuo ascenso debido a las mejoras tecnológicas
servir de sedes de rituales. Y también en la erección que en materia agraria se iban introduciendo y a las
de portentosas obras de andenería, cuya construc- que por su parte obligaba el aumento poblacional.
ción es un desafío, dada la agreste geografía que rei- Cronistas como Pedro Cieza de León (1967
na en la comarca de Vilcabamba. Dichos esfuerzos [ca. 1550]) confirman lo dicho, al comentar explí-

Las altitudes ocupadas por los incas en la comarca de


Vilcabamba, donde se levanta Machu Picchu, oscilan
entre 2000 y 3000 msnm; en esa región hay densa
neblina durante todo el año y humedad relativa alta;
la morfología es accidentada (andina).

Figura 20. Los Andes amazónicos o flanco cordillerano oriental.

173
Federico Kauffmann Doig

Figura 21. Arribo de Bingham a las ruinas de Machu Picchu, aún cubiertas por densa vegetación.
Bingham mandó deforestar y desbrozar el monte que cubría el monumento para así poder investi-
garlas (fuente: Bingham 1948).

citamente que se solía recurrir al traslado de gente del soberano. Es decir, la mal llamada “nobleza”4.
mitmaq a lugares despoblados con el fin de producir Pero no solo los administradores de la producción
un mayor volumen de alimentos. En un documen- agraria y los encargados del culto y los rituales estu-
to de 1576, publicado por María Rostworowski, los vieron presentes en Machu Picchu. También debie-
informantes declaran que “sauen y an visto y oydo” ron haber sido enrolados en los proyectos diestros
que en el valle de Amaybamba, comarcano a Machu ingenieros y picapedreros cuzqueños, visto el depu-
Picchu, “en tiempos pasados en aquel valle poblados rado estilo incaico, la solidez con que fueron levan-
[poblaban] más de mil e quinientos yndios… [y] que tados los muros de Machu Picchu y el ingenio ex-
todos los indios que allí fueron poblados heran mit- traordinario puesto en las obras de ingeniería civil.
maes”. Los testigos del documento citado agregan El proyecto de colonización agraria de Vilca-
que la gente conducida a Amaybamba “eran miti- bamba comenzó, según puntualiza Bernabé Cobo,
maes de todas las partes del reino…”, sobrentendién- con la jornada de Pachacútec al valle de Vitcos (o
dose que eran cordilleranos andinos y no selvícolas Vilcabamba), después de haber vencido en 1438 a los
amazónicos (Rostworowski 1963: 229). chancas (1956 [ca. 1653]: lib. XII, cap. XII). La elec-
Los mitimaes, que proporcionaban la mano de
4 Mal llamada, pues este término remite a la vida regalada de los
obra, seguían las órdenes de los administradores cuz- nobles de los tiempos del feudalismo europeo, que no eran otra cosa
queños, conformados especialmente por la parentela que terratenientes que habían logrado agenciarse privilegios frente
al estamento constituido por los labriegos y la servidumbre.

174
Machu Picchu: sobre su función

ción de la comarca de Vilcabamba para ejecutar la centros arquitectónicos era la producción agraria,
expansión de la frontera agraria posiblemente se con empleo de laboriosidad y a la vez confianza en
debió a que era poco poblada, por cuanto no han los recursos relativos al contexto mágico-religioso,
sido hallados más que restos aislados de pobladores como la imploración a los apu (Dios del Agua) y a
inmediatamente anteriores a los incas (Frost y Wiltsie la Pachamama (Diosa Tierra). Queda por compro-
2004), lo que no significa que no hubiera sido recorrida bar si a la llegada de los españoles los campos de
por el hombre desde tiempos inmemoriales. Debió aca- cultivo eran ya lo suficientemente extensos como
so influir también su relativa cercanía al Cuzco. El pro- para producir excedentes. Al respecto, hay que
yecto se vio facilitado por los senderos que permiten recordar que la ocupación de la comarca de Vil-
transitar cerca de las orillas del Urubamba, desde Cal- cabamba fue relativamente tardía, ejecutada en la
ca y Ollantaytambo, siguiendo luego a Amaybamba y segunda mitad del siglo XVI, y que fue iniciada tan
Choquechaca, la “puerta” principal que daba acceso al solo algo más de medio siglo con anterioridad a la
valle de Vilcabamba y con ello a toda la comarca. irrupción española.
Existían también otros caminos de penetra- La construcción de estos grandes núcleos admi-
ción que todavía se conservan, si bien estos pueden nistrativos de la producción agraria y propiciatorios
haberse construido en el transcurso de la “coloni- de la misma por acciones mágico-religiosas no puede
zación” de la comarca. En Choquechaca existía un ser el resultado de una improvisación. Al respecto,
puente colgante que acaso fue construido por ser hay que tomar en cuenta el alto grado de perfecciona-
considerado el sitio como estratégico. Según anota miento arquitectónico de los diversos asentamientos,
Bernabé Cobo, Pachacútec halló en el lugar pobla- así como las extensas obras de ingeniería que permi-
dores que se mostraron hostiles, al igual que al pene- tieron construir los grupos de andenes que eran em-
trar en la cuenca de Vitcos y aun en las cercanías del bellecidos para honrar a la Pachamama. Todo esto
inicio del río Pampacona, “que es antes de entrar a la requería, sin duda, de una cuota de tiempo apreciable
montaña” (1956 [ca. 1653]: lib. XII, cap. XII). y el contar con una mano de obra numerosa. La la-
Ha quedado demostrado que Machu Picchu es bor constructiva debió ser realizada prácticamente al
uno de los tantos testimonios levantados en la co- unísono; de otro modo no podría explicarse la presen-
marca de Vilcabamba, aunque ciertamente el más cia de los muchos, soberbios, núcleos de producción
portentoso, sin duda debido a razones mágico-re- levantados en tan estrecho tiempo.
ligiosas relacionadas con la ubicación del sitio y el Es probable que, al momento de la irrupción
grandioso paisaje que lo rodea. Como bien lo ha europea en el Incario, la construcción de las terrazas
advertido Johan Reinhard (1991), un entorno impo- de cultivo todavía no estuviese concluida en la ex-
nente considerado sagrado. tensión proyectada. Asimismo, entre los móviles de
La presencia de extensos campos de cultivo la proyección incaica hacia los Andes amazónicos,
en andenes –que ocupan la mayor parte del sitio en la comarca de Vilcabamba, debe sumarse el inte-
arqueológico, al igual que los vecinos de Intipata y rés por el aprovisionamiento de la coca (Erythroxylon
Wiñay Wayna, por ejemplo– es también un indica- coca). Si bien esta no prosperaba en los andenes de
dor que confirma que la misión principal de estos Machu Picchu ni en los demás monumentos comar-

175
Federico Kauffmann Doig

canos por razones de altitud, sí era posible obtenerla


en las cercanas quebradas de las estribaciones cordi-
lleranas que terminan por hundirse en las planicies
boscosas de la Amazonía. El cultivo por excelencia
en Machu Picchu y en los demás centros de produc-
ción de comestibles en territorio de la comarca de
Vilcabamba debió ser el maíz (Zea mays).
Más allá de aspectos coyunturales como los ci-
tados, es preciso resaltar una vez más el fondo que
produjo el fenómeno: ¿Por qué ampliar la frontera
agraria? La respuesta solo puede ser una: la demanda
cada vez mayor de alimentos debido a la creciente
tasa demográfica, que se veía enfrentada a la limi-
tación extrema de tierras aptas para el cultivo que
caracteriza al territorio cordillerano-costeño en el
que se desarrolló la ancestral civilización peruana,
así como a las recurrentes catástrofes climáticas pro-
ducidas por el fenómeno de El Niño, que estropea-
ban la producción de los comestibles.
Este desequilibrio ecológico, dados los factores
Figura 22. El tributo en alimentos permitía sortear ham-
ya señalados, debió exteriorizarse desde mucho an- brunas en tiempos en que El Niño y otros fenómenos
tes del Incario, desde hace 5000 años o más, cuando atmosféricos estropeaban la producción agraria hacien-
do peligrar la existencia (fuente: Guaman Poma 1936 [ca.
los antiguos peruanos comenzaron a sustentarse con 1600] fol. 1029).

Figura 23. Dibujo de un khero que presenta a un chamán, el cual, luego de haber capturado varios Qhoas (“felinos vola-
dores”), implora por lluvia, figurada en forma de redondeles que aluden al agua en gotas. Nótese cómo el chamán que
mencionamos es auxiliado por otros que van coqueando (Kauffmann Doig 2002: vol. 5, 756; 2016: 17).

176
Machu Picchu: sobre su función

productos del agro y la crianza de camélidos, supe- cieran. Ella buscó lograr excedentes con el propósito
rando la vetusta y precaria dependencia de la caza y de transportarlos a zonas cordilleranas para cubrir
la recolección. La economía agraria implicó una fór- el déficit periódico de alimentos debido a los fac-
mula más segura de incremento del sustento, pero, tores ya citados, especialmente los azotes de orden
al generar un creciente aumento demográfico, exigía climático. Por lo mismo, la élite gobernante debió
a su vez producir cuotas cada vez mayores, accionar obligar a los campesinos a trabajar al máximo, ha-
que, como vimos, tropezó con serios problemas pro- ciendo de la laboriosidad un culto. Todo esto para
pios del medio. En lo que se refiere al problema de prevenir y así poder disponer de los excedentes ne-
la escasez de suelos, aquello fue advertido tempra- cesarios. El tributo de las dos terceras partes de las
namente por los españoles en el siglo XVI y hasta el cosechas exigido al campesinado se justificaba de
propio Garcilaso, que tanto amó al Perú, se pronun- esta manera. Del producto tributado, ciertamente,
cia sin tapujos una y otra vez sobre la problemática se alimentaban los administradores del gobierno y
cuando señala, enfáticamente: “como hemos dicho, del culto, pero la mayor parte tenía como propósi-
en todo el Perú hay gran falta de tierras de pan” (Gar- to ser almacenado para hacer frente a años aciagos
cilaso 1943 [1609]: lib. V, cap. 3). (Huaycochea 1994; Morris 1967).
Como vimos, al desafío de la limitación de En el caso particular de Machu Picchu y de los
los suelos se sumaban los fenómenos de El Niño y La centros de administración y culto comarcanos, la vía
Niña que interrumpían una producción sostenida al para transportar los anhelados excedentes al Cuzco
desatar prolongadas sequías o en su defecto lluvias debió ser por excelencia el camino que de Machu
intensas que arrasaban los cultivos; además se produ- Picchu se dirige a Wiñay Wayna y aquellos tramos
cían otras calamidades, como friajes y granizadas, que que se proyectan a Choquesuysuy y a Chachabam-
afectaban la normal producción de los alimentos. ba. Desde estos lugares hacia el Cuzco parten rutas a
Por paradoja, son la limitación de tierras aptas Calca [Kalka], como también a Chinchero [Tshintshero].
para el cultivo y las recurrentes catástrofes naturales Que el proyecto agrario fracasara o no logra-
que acompañan todas las etapas de nuestra historia se su meta, o que por el contrario diera resultados
los fenómenos que explican la gestación de la civi- satisfactorios, son asuntos secundarios frente al
lización que tuvo por asiento el área inca. Se trata objetivo central del mismo: la puesta en marcha de
de la “respuesta al desafío”, que ya presagiaba en su una estrategia más en la lucha contra el flagelo del
tiempo Toynbee como fenómeno gestor de las civi- hambre. Los estimados de Alfredo Valencia y Ar-
lizaciones ancestrales, tema sobre el cual nos hemos minda Gibaja (en Frost y Bartle 1995: 23) sobre la
ocupado en anteriores oportunidades (Kauffmann masa alimenticia que debió producirse en Machu
Doig, 1992, 1996a: 2011-12). Picchu no son, por cierto, halagüeños. Apenas ha-
Contrariamente a lo que afirman respetados bría cubierto el sustento para unas 55 personas, esto
arqueólogos, como es el caso de Alfredo Valencia es, no bastaba para alimentar ni siquiera a la pobla-
(2004), consideramos que el objetivo de la coloni- ción de Machu Picchu, que podía alcanzar unas 300
zación agraria en sitios como Machu Picchu, Wiñay almas, según Wright y Valencia (2001: 98). A partir
Wayna, Intipata y otros de la comarca de Vilcabam- de estos cálculos, Ann Kendall (1974: 130) conclu-
ba, no se limitó a que sus pobladores se autoabaste- ye que “la población [de Machu Picchu] puede ha-

177
Federico Kauffmann Doig

ber sido subsidiada en parte o casi totalmente”5 2010, Piedad Champi detectó hasta cinco niveles de
y sugiere que aquel subsidio de alimentos pudo terrazas de cultivos en el área de Inkaraqay [Inka-
provenir del asentamiento agrario Patallacta, en raqai-i], que se ubican en los farallones situados al
Cusichaca. Aun si hubiera sido así, aquel supuesto este de la cima de Huayna Picchu. Estima la referida
subsidio de alimentos para Machu Picchu no debe arqueóloga que en el lugar denominado Inkaraqay
verse como un objetivo final, sino como un caso la “arquitectura de andenes es superior que en el
circunstancial en proceso de ser superado. Sobre la mismo Machu Picchu” (Kauffmann Doig 2013, vol.
súbita interrupción del proyecto de “colonización 2, p. 725). En este contexto, hay que repetir una vez
agraria” impulsada por los soberanos incas y su dura- más que los centros de administración y culto de
ción limitada en el tiempo para cumplir sus objetivos, la producción agraria de la región de Vilcabamba
ya nos hemos pronunciado. Por otro lado, es preciso debieron encontrarse tan solo en proceso de imple-
tomar también en cuenta que las terrazas de cultivo mentación. Y que Machu Picchu solo formaba parte
de Machu Picchu se extienden por sectores todavía del vasto programa de colonización estatal incaica
ocultos por la densa vegetación tropical, como lo de la comarca de Vilcabamba al lado de otros cen-
comprueban los trabajos de los arqueólogos Fernan- tros agrocultistas que disponían de áreas de culti-
do Astete y Rubén Orellana (1988). Por su parte, en vo muchísimo más extensas que sus zonas urbanas
destinadas a servir de sede a los administradores y
5 “[…] the population [of Machu Picchu] may have been partly
or even largely subsidized…”. funcionarios del culto. Tal es el caso de los sitios de

Figura 24. Aunque se estimaba que toda la andenería de Machu Picchu era ya conocida, en años recientes
se descubrieron nuevas áreas que permanecían ocultas por el denso follaje, como lo muestra la fotografía.
En este contexto, debe mencionarse también el hallazgo de andenería en las inmediaciones de Machu
Picchu realizado por Piedad Champi en 2010, en Inkaraqay [Inkaraqai-i] (fotografía: Ignacio Cateriano;
cortesía de Roberto Gheller Doig).

178
Machu Picchu: sobre su función

Figuras 25 y 26. Una tasa poblacional en perpetuo ascenso, desde cuando el antiguo peruano optó por sus-
tentarse recurriendo a la agricultura (Kauffmann Doig 1990a, 1991) (fotografías: Daniel Giannoni; cortesía
del Banco de Crédito del Perú).

Intipata, Wiñay Wayna, Vitcos, Choquequirao y, en ducción agraria y del culto, y que sin embargo producía
especial, Patallacta y Quente, en la vecindad del lu- una cantidad anual de alimentos tres veces mayor a la
gar donde el Cusichaca [Kusitshaka] vierte sus aguas requerida, las conclusiones de Kendall apoyan una vez
al Vilcabamba-Urubamba. más nuestra propuesta, en el sentido de que los diver-
Lo expuesto parece corroborar nuestra hipóte- sos asentamientos erigidos en la comarca de Vilcabam-
sis en el sentido de que Machu Picchu debe ser com- ba tenían como objetivo producir excedentes y que el
prendido como inmerso en un programa estatal de destino final de estos era su exportación al Cuzco. No
ampliación de la frontera agraria en la comarca cuyo a Machu Picchu, contra lo que argumenta Kendall, por
objetivo era producir excedentes. La meta fue lograda, cuanto las estimaciones sobre una extensión limitada
si bien al parecer parcialmente, como lo comprueban de su andenería y, por lo mismo, insuficiente para ali-
fehacientemente los estimados de Ann Kendall para el mentar a la población del referido asentamiento, plan-
área de Cusichaca (Llactapata o Patallacta), al concluir teada hace tiempo por Alfredo Valencia, ha quedado
que sus terrazas de cultivo eran tan extensas que de- atrás con los descubrimientos de nuevas áreas de ande-
bieron ser capaces de “alimentar a unas 100 000 per- nes en los alrededores del citado monumento. A esto
sonas por año” (1974). Añade que Cusichaca producía hay que agregar lo que ya hemos señalado: que es preci-
cuatro veces más de lo que requería para abastecerse so tomar en cuenta que el gran proyecto de “coloniza-
(en Frost 1989: 111). Si consideramos que Cusichaca no ción” agraria llevado a cabo por los incas en la comarca
pudo albergar más que a una población que no habría de Vilcabamba, tan solo pasados algunos decenios de
superado las 25 000 personas, dedicada a cultivar para haberse iniciado, fue súbitamente interrumpido tras la
su manutención y la de los administradores de la pro- llegada de los españoles.

179
Federico Kauffmann Doig

Figura 27. En estas fotos de Wiñaywayna se aprecia cómo el área que ocupan las terrazas de cultivo o ande-
nes es bastante mayor a la de las construcciones techadas. Lo mismo puede decirse del sitio arqueológico
de Intipata, también cercano a Machu Picchu. Ello refuerza la propuesta aquí expuesta en el sentido de
que Machu Picchu fue un centro de administración agraria y de ceremonias de culto destinadas a proteger
la producción agraria acudiendo a imploraciones a la Pachamama o Diosa Tierra y especialmente al severo
Dios del Agua (fotografía: Ignacio Cateriano; cortesía de Roberto Gheller Doig).

Así, nuestro enfoque de la presumible función ofrendas de diverso tipo, estaban destinados a manipu-
de Machu Picchu, que aquí presentamos, concuer- lar, mediante la magia, la voluntad de los poderes so-
da en alguna manera con la posición expuesta por brenaturales de los que en última instancia dependía la
Richard Burger y Lucy Salazar-Burger (1993: 21) en obtención de alimentos: un Dios del Agua encarnado
cuanto –aunque sin ahondar en la materia aquí ex- por los apu y una Diosa Tierra o Pachamama. Se temía
puesta– sentencian que Machu Picchu “solo puede ser al primero, por cuanto podía asolar a la humanidad
entendido propiamente en el más amplio contexto de con calamidades atmosféricas. Por eso en la iconogra-
la estructura social, económica y política inca”6.. fía andina se representa al Dios del Agua dotado de
Si bien no es posible precisar detalles acerca de la amenazantes colmillos y, con frecuencia, bajo la figu-
forma en que tuvieron lugar las acciones de culto y los ra de un decapitador o portando como collar cabezas
rituales en Machu Picchu, estos debieron apuntar a la humanas de decapitados. Al presente aún se le venera,
meta de asegurar una producción creciente de alimen- materializado en las cumbres andinas, recibiendo el
tos demandada por el aumento poblacional del que ya nombre genérico de apu.
se ha tratado. A partir de esta premisa, solo se puede En los parajes de poblaciones quechuahablan-
deducir que el culto y los rituales, que debieron incluir tes ciertamente es al apu y no al Sol al que se re-
6 “[…] can only be properly understood in the larger context of
verencia como máxima divinidad. Informaciones
Inca social, economic, and political structure”. etnohistóricas y etnográficas, sumadas a imágenes

180
Machu Picchu: sobre su función

Figura 28. La muy extensa andenería dispersa en la comarca de Vilcabamba debió producir mucho más de lo que ha-
brían podido consumir los campesinos del lugar. Es por eso que podría decirse que Machu Picchu y los demás asenta-
mientos incas en la comarca de Vilcabamba, por ejemplo, los de Wiñay Wayna, como lo muestra la presente foto de Ru-
perto Márquez (Kauffmann Doig 2013: vol. 2, p. 581). De igual manera sucede en Choquequirao (Echevarría 2008, 2018),
y en Vitcos, con sus también extensas andenerías que se proyectan desde el vecino sitio de Yuracrumi o Ñustahispana,
por igual debieron haber constituido centros de producción agraria administrados con el fin de obtener excedentes y,
en segundo lugar, como centros de culto y de ceremonias destinados a honrar a la Pachamama o Diosa Tierra y a un
severo Dios del Agua, siempre dispuesto a castigar con anomalías climáticas que impedían una producción normal de
los comestibles.

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Federico Kauffmann Doig

Figura 29. Uno de los diversos conjuntos de andenería que rodean Choquequirao; pertenecen al con-
junto bautizado como Phaqchayoq [Phaqtshaioq] (Carlotto, Cárdenas, Smoll y Oviedo 2011: 45-47).

dibujadas en la obra de Guaman Poma (1936 [ca. De acuerdo a las indagaciones del autor, la
1600]: f. 238), así como en escenas plasmadas en kero Diosa Tierra, contraparte femenina del Dios del
del siglo XVI, permiten por igual concluir que el Sol Agua y deidad pasiva, era la que aguardaba ser fe-
no era más que un símbolo, el más poderoso, por cundada por su consorte. Esta era personificada por
cierto, que personificaba a los apu o montañas sa- la Luna y, por ende, identificada con el sexo femeni-
gradas en las que se materializaba el numen que de- no. Consideramos que la presencia en Machu Picchu
nominamos Dios del Agua (Kauffmann Doig, 2003a, de ambos seres sobrenaturales de máxima jerarquía
2003c, 2014). Al parecer la adoración al Sol solo ad- en el panteón andino se expresa de modo elocuente
vino en tiempos tardíos, gestándose en el seno de la en monumentos de carácter altamente votivo, como
élite gobernante. Con todo, aun siendo así, el Sol no el adoratorio del Dios del Agua (Torreón o Templo
debió ser en el fondo más que una modalidad nueva del Sol) y el adoratorio de la Diosa Tierra o Pacha-
de veneración a los apu. Esto explicaría lo expresado mama (Mausoleo Real).
anteriormente acerca de por qué al presente en los Ambos entes divinos superiores eran represen-
parajes andinos no existe un culto heliolátrico, sino tados en la iconografía por símbolos específicos. El
aquel dirigido a los apu o encarnaciones del Dios del emblema cresta de ola, con variantes infinitas, aludía
Agua y, en segunda instancia, al ente bondadoso al Dios del Agua, en tanto que el emblema andenes
representado por la Pachamama o Diosa Tierra o escalonado era el símbolo de la Diosa Tierra. Este
(Kauffmann Doig 1990a: t. 2, 199-209). último, que toma la forma de un escalón alusivo a las

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Machu Picchu: sobre su función

Figura 30. Patallacta o Llactapata, con su enorme área de andenería. Nótese las sinuosidades que acusan las terrazas ex-
teriores. Podrían simular el movimiento ondulante de las olas, dado el acentuado culto al agua practicado en el antiguo
Perú (fotografía: cortesía de Walter H. Wust).

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Federico Kauffmann Doig

terrazas de cultivo, está presente también en el signo tes a los Andes amazónicos o flanco oriental andi-
conocido como chacana [tshakana]. Así mismo en la no perdieron contacto con las demás comunidades
representación del ushno, como lo revela la confor- emparentadas por igual de savia andina. A lo largo
mación del podio sobre el que va parada la imagen de los siglos, dicho aislamiento modificó su bagaje
central que debe corresponder al Dios del Agua, tal cultural, abriendo paso al desarrollo de una cultu-
como se aprecia elocuentemente en la escena central ra andina sui géneris, la Chachapoyas (Kauffmann
de la Puerta del Sol de Tiahuanaco. En este contex- Doig 1996b; 2017a; 2017b).
to, el embellecimiento puesto en la construcción de La función agrocultista que atribuimos a Machu
las terrazas de cultivo o andenerías puede ser visto Picchu se enmarca en una hipótesis de carácter más
como una forma de rendir tributo a la Diosa Tierra amplio. Propone que prácticamente todos los centros
o Pachamama (Kauffmann Doig, 1986, 1996a, 2001b, monumentales del Perú ancestral tuvieron carácter
2003a, 2003c). ceremonial, aunque fueran destinados en particular
Consideramos que, con anterioridad, un im- a impulsar la producción de los comestibles; de esto
pulso colonizador similar al que condujo a los incas a hace unos cinco mil años, al instaurarse la agricultura.
ocupar la comarca de Vilcabamba tuvo lugar duran- Con su aparición, la tasa demográfica fue incremen-
te el período Tiahuanaco-Huari, alrededor del siglo tándose rápidamente, viéndose enfrentada a un país
X a. C. Hubo pueblos andinos que se asentaron en limitado en tierras cultivables y además recurrente-
sectores norteños de los Andes amazónicos y por lo mente azotado por anomalías climáticas que frena-
mismo en altitudes que oscilan entre los 2000 y 3000 ban la producción normal de los alimentos indispen-
msnm, tal como los chachapoyas. Pero, a diferencia sables a la vida (Kauffmann Doig 1991, 1992, 1996a).
de lo que ocurrió en la región de Vilcabamba, con el He aquí el fragmento del mito al que nos
correr del tiempo los sucesores de aquellos migran- referimos en la leyenda de la figura 37:

Figura 31. Escena de un khero pintado al incausto, técnica española del siglo
XVI. De los costados de las cabezas de felinos voladores o Qhoas se despren-
den arcoíris, alegoría que Garcilaso de la Vega adoptó en su escudo heráldico
(Kauffmann Doig 1993: 17). Parejas de nobles reciben dichosos el agua de la
lluvia, diseñada en forma de gotas de agua. En la banda inferior, el símbolo del Figura 32. Qhoa o felino volador, repre-
rayo, en forma de una línea quebrada, separa emblemas alusivos a la Pacha- sentado desde Chavín. Aquí está pinta-
mama o Diosa Tierra, en forma de cerros aterrazados o dotados de andenes do al incausto en un khero del siglo XI
(Kauffmann Doig 2002: vol. 5, 748). (Kauffmann Doig 2002: vol. 5, 757).

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Machu Picchu: sobre su función

Figura 33. Andenería pulcramente elaborada en honor a la Pachamama o Diosa Tierra (Kauffmann Doig 2013: vol. 2, 710).

Figura 34. Escena de pago al apu o montaña sagra- Figura 35. La escena de la figura anterior en una
da en la que se posa el Dios del Agua (Guaman acuarela de Martín de Murúa. Nótese cómo el ritual
Poma 1936 [ca. 1600]: 270). va dirigido al apu, no al Sol, del mismo modo como
se hace al presente en paraje altoandinos (fuente:
Murúa 1962-1964 [ca. 1600]; cortesía de Juan Ossio).

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Federico Kauffmann Doig

Figura 36. El Dios del Agua o apu recostado sobre los pi- Figura 37. El Intihuatana de Machu Picchu, escultura so-
cos de una montaña en una pieza de cerámica escultórica bre la que existen las más encontradas interpretaciones
moche (Kauffmann Doig 2014, p. 8; fotografía: Federico (fotografía: Ignacio Cateriano; cortesía de Roberto Gue-
Kauffmann Doig; Antigua Colección Figuerola). ller). Consideramos que un fragmento de un mito per-
mite romper paradigmas: fue recogido por el autor en
1979, de boca del señor Rubén Aucahuasi Dongo, quien
lo escuchó en su tierra natal (Chuquinga, Apurímac). A
nuestro requerimiento, tuvo la gentileza de entregarnos el
denso relato escrito, tanto en quechua como en su traduc-
ción al español, en el que solo una fracción alude a la voz
“intihuatana”. Al analizarla, advertimos que esta permi-
tía determinar la función que cupo a los intihuatanas en
general y al Intihuatana de Machu Picchu en particular
(Kauffmann Doig 2002: t. 4, 602-603; 2005: 57-60; 2013: t.
2, 521-528, 497-554, 68). Se trata de altares destinados sim-
bólicamente a “amarrar al Sol” (“intihuatana”). El relato
explica que su finalidad era que el sol alumbrara el día
por más tiempo de lo normal y se pudiera contar con más
tiempo de lo normal para laborar los campos de cultivo
y así acopiar la cantidad de comestibles necesarios a la
sobrevivencia. Esto era sin duda indispensable en un país
que, como quedó expuesto, es limitado en tierras cultiva-
bles –de otro modo no existirían los andenes– y es casti-
gado recurrentemente por anomalías climáticas y otras,
soportando una tasa demográfica creciente (Kauffmann
Doig 1991, 1996a).

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Machu Picchu: sobre su función

Ñaupa runakunaqa, sinchi ñakarikuywansi


kausayta tarisqaku.
Monaraq achihaymanta, allin tuta yaykuykamas
llank’asqaku.
Paykunapaqsi, p’unchauqa pisillaña kapusqa.
Chaysi, pallay chumpikunawan intita watas-
qaku, sapay p’unchau llamk’ay usianankama.

Los hombres antiguos, con muchas dificultades,


encontraban las subsistencias.
Desde antes del amanecer, hasta bien entrada
la noche, trabajaban.
Para ellos el día ya era muy corto.
Por eso, se dice, amarraban al sol, con cintas
artísticas cada día hasta terminar el trabajo.

La desgarradora oración, traducida al español,


es como sigue:
Figura 38. El no llover en la estación del año señalada pre-
sagiaba tiempos de hambruna. No pudiendo ya ser acre-
Ay, ay, ay, lloremos. Ay, ay, ay, nos apenamos. centada la laboriosidad, solo quedaba un camino: acudir
Adoloridos están tus hijos. Adoloridos están al amparo divino mediante prácticas mágico-religiosas.
Phelipe Guaman Poma describe y dibuja una de estas
tus pobres. prácticas (Kauffmann Doig 1993: 28; 2013: t. 2, 522-523). El
ritual consistía en amarrar una llama negra a un poste y
Solo nuestro llanto te ofrecemos. privarla de agua con el fin de que sus gemidos se sumaran
En cambio de tus lluvias. En cambio de tus aguas. a las imploraciones protagonizadas por un grupo de seño-
ras (fuente: Guaman Poma 1936 [ca. 1600]: fol. 254).
Envía a nosotros tus pobres, tus gentes…

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