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Un Recorrido Por El Mundo de Las Creencias 1
Un Recorrido Por El Mundo de Las Creencias 1
Un Recorrido Por El Mundo de Las Creencias 1
1. INTRODUCCIÓN
Las creencias están detrás de todas las experiencias que acontecen en nuestra vida, de
todas nuestras acciones, de todos nuestros sueños, de todos nuestros constructos
sobre la realidad. Escondidas en nuestro subconsciente, que ocupa un 95% de nuestro
cerebro, mientras no seamos conscientes de que están ahí, siempre dirigirán nuestra
forma de ver el entorno que nos rodea.
Este trabajo presenta un recorrido por el mundo de las creencias y los efectos que las
mismas tienen sobre las personas.
En el mismo se exponen los diversas enunciaciones que algunos autores le han dado a
las creencias a lo largo de la historia como el escritor español Ortega y Gasset en su
ensayo “Creer y Pensar”. Exponemos la clasificación más extendida de creencias
diferenciando entre las limitantes y potenciadoras y en el caso de estas últimas
detallamos algunas creencias potenciadoras de Anthony Robbins. Analizamos cómo se
originan y el efecto que tienen en la biología de las personas, según Bruce Lipton. La
neurociencia de las creencias nos revela como las creencias se instalan en la estructura
de nuestro cerebro. El proyecto contempla un apartado de investigación relativo al
análisis de las creencias más presentes entre los alumnos de ciclos formativos y de
educación secundaria y su interpretación en base al análisis estadístico.
2. OBJETIVOS
Los objetivos en los que se centra este estudio son los siguientes:
Entender qué son las creencias
Conocer cómo se originan
Diferenciar entre creencias limitantes y creencias potenciadoras
Analizar cómo influyen las creencias en nuestra biología
Investigar cómo se desmontan las creencias
3. ¿QUÉ SON LAS CREENCIAS?
Vicens Olivé Pibernat, en su libro “PNL & Coaching”, define las creencias como
“afirmaciones, juicios y evaluaciones sobre nosotros mismos, sobre los otros y sobre el
mundo que nos rodea. Son generalizaciones, o verdades, sobre la causa o los
significados de las cosas, sobre límites en el mundo, en nuestros comportamientos, en
nuestras capacidades y en nuestra identidad. Las creencias son uno de los
componentes clave de nuestra estructura profunda. Dan forma y crean las estructuras
superficiales de nuestros pensamientos y acciones. Determinan cómo se da significado
a los hechos y son la esencia de la motivación y la cultura.”
Según esta definición, todos nuestros pensamientos, juicios, ideas sobre nosotros
mismos, sobre el entorno en el que vivimos, sobre los demás y nuestras afirmaciones
diarias, forman parte de nuestro sistema de creencias.
Una creencia es el sentimiento de certeza que tenemos sobre algo, una afirmación
sobre la realidad que consideramos verdadera o cierta. Se instalan en nuestro
subconsciente como verdades absolutas, pero realmente son meras interpretaciones
de la realidad que vivimos en el momento de adquirirlas. La mayor parte de esas
creencias las adquirimos durante nuestra primera infancia, esto es, entre los 0 y los 7
años: desde el principio de nuestras vidas recibimos una serie de estímulos que se
graban en nuestra neurología y también en nuestra fisiología. Esos estímulos se
convierten en nuestras experiencias de referencia componiendo así nuestro modelo
del mundo y, a su vez, estas experiencias definen cómo percibimos la realidad y
nuestros pensamientos sobre la misma, sobre nosotros y los demás. Si tenemos en
cuenta que los seres humanos no entendemos la realidad como tal, sino que la
percibimos a través de cada uno de nuestros sentidos y, por lo tanto, hacemos
interpretaciones subjetivas sobre lo que acontece, entenderemos la naturaleza de las
creencias y su impacto en nuestras vidas.
Podríamos también definirlas como una distorsión de la realidad que nos rodea, en
definitiva, las gafas que cada uno nos ponemos para comprender y adaptarnos a la
realidad.
Las creencias se generan en los primeros años de nuestra vida, lo que determinará
cómo somos de adultos. El entorno familiar, la educación y la sociedad condicionan la
forma de pensar, sentir y actuar del adulto que eres hoy. Nos acompañan durante todo
el día, determinando nuestras decisiones, cada cosa que hacemos, cada cosa que
repetimos y mucha de las cosas que pensamos.
Ortega y Gasset nos dicen en su ensayo Creer Y Pensar que “esas ideas que son, de
verdad, "creencias" constituyen el continente de nuestra vida y, por ello, no tienen el
carácter de contenidos particulares dentro de ésta. Cabe decir que no son ideas que
tenemos, sino ideas que somos. Se confunden para nosotros con la realidad misma —
son nuestro mundo y nuestro ser—, pierden, por tanto, el carácter de ideas, de
pensamientos nuestros.
Las creencias constituyen el terreno sobre el que sucede nuestra vida. Porque ellas nos
ponen delante lo que, para nosotros, es la realidad misma. Toda nuestra conducta,
incluso la intelectual, depende de cuál es el sistema de nuestras creencias auténticas.
En ellas "vivimos, nos movemos y somos". No las pensamos, ni solemos tener
conciencia de ellas, sino que actúan ocultas, como manifestaciones de lo que hacemos
o pensamos. Al creer de verdad en alguna cosa, ya “contamos con ella”, no la
cuestionamos, sino que simplemente la tomamos como cierta.
En la práctica del Coaching se ha podido comprobar que uno de los obstáculos más
comunes durante el proceso lo representan las creencias limitantes del coachee
(cliente). Estas creencias constituyen verdaderos impedimentos para pensar y
cuestionar el estado en que nos encontramos en este momento.
Nuestras creencias pueden moldear, influir e incluso determinar nuestro grado de
inteligencia, nuestra salud, nuestra creatividad, la manera en que nos relacionamos e
incluso nuestro grado de felicidad y de éxito.
Comienzan a consolidarse a partir de la pubertad, etapa en la que nos proveemos de
elementos de referencia, y constituye un período en permanente cambio y
transformación. Junto con los Valores y los Criterios, las Creencias soportan la
Identidad de la persona.
Esos sentimientos de certezas que tenemos nos pueden orientar en nuestras vidas en
dos direcciones, según nos comenta Carlota del Pozo, facilitadora de formación,
mentoring y coaching personal y empresarial, en unos casos de forma positiva y, en
otros, de forma negativa, impidiéndonos conseguir, en este último caso, aquello que
queremos, por no tener, debido a ello, la actitud adecuada que nos favorece para
conseguir ese objetivo. Según esto, existen dos tipos de creencias:
Hemos dicho anteriormente que las creencias positivas o potenciadoras son aquéllas
que favorecen nuestro crecimiento y desarrollo personal, las que nos validan y nos dan
fuerza para ir en pro de todos aquellos objetivos que nos propongamos conseguir, en
definitiva, aquéllas que nos ayudan a sacar nuestra mejor versión. Y para ejemplo de
tan maravillosas creencias, a continuación, enumeraremos y explicaremos las 7
creencias potenciadoras que Anthony Robbins, gran orador motivacional, escritor y
coach de vida, nos reveló en su famoso libro “Poder Sin Límites”, a las cuales denominó
“Las siete mentiras del éxito”:
Creencia número 1.- “Todo ocurre por su motivo y razón, y todo puede servirnos”.
Según esta “mentira exitosa” o creencia empoderadora, Tony nos hace entender que
todas las personas que tienen éxito en cualquier aspecto de su vida, por mucha
retroalimentación negativa
que les rodee en su entorno, siempre ven posibilidades en todo aquello en lo que
ponen su foco.
Estas personas creen que todo ocurre por alguna razón y que ello les puede ser útil.
Consideran la adversidad como una oportunidad de aprendizaje igual o mayor, incluso,
que las cosas positivas que les sucedan.
Según él, la creencia en los límites produce gente limitada y la solución está en cómo
deshacerse de esas limitaciones y actuar con mejores recursos.
Creencia número 4.- “No es necesario entender de todo para poder servirse de todo”.
Las personas exitosas no necesitan tener conocimiento absolutamente de todo para
poder utilizarlo y aplicarlo. Suelen tener un conocimiento práctico y generalizado de
muchos temas, pero no cuentan con un dominio extremo de cada detalle de los
mismos.
En este apartado, Robbins nos habla de que el tiempo es un recurso muy preciado que
no nos sobra, por lo limitado de nuestras vidas, y nos recuerda que el “modelado” nos
lleva a economizar en dicho recurso: observando las acciones y resultados de otras
personas que triunfan, nos ponemos en la condición de copiar esas acciones y, por
consiguiente, obtener sus resultados en menos tiempo.
Nos habla de que los triunfadores son muy “avaros” con su tiempo y, simplemente,
actúan yendo al grano en cada situación, pasando por alto los detalles superfluos, que
les robarían mucho de ese bien tan preciado.
También nos recuerda que debe existir un equilibro entre el conocimiento y la práctica
y que en ello se basan todos los triunfadores para su éxito en cualquier empresa.
Creencia número 5.- “Nuestros mayores recursos son los recursos humanos”.
Las personas que tienen resultados excelentes, por regla general, suelen ser personas
que profesan un profundo respeto y aprecio hacia el ser humano. Tienen muy
arraigados los valores de equipo, de unidad y los objetivos comunes. Hoy en día, para
que una empresa tenga éxito es necesario trabajar las relaciones humanas, es decir,
para triunfar se necesita un equipo de personas sólidamente unidas y que colaboren
entre sí.
Robbins hace alusión al libro de Thomas J. Peters y Robert H. Waterman Jr., “En busca
de la Excelencia”, en el cual estos autores introdujeron como valor esencial para la
excelencia de una empresa la “atención apasionada hacia la gente”. Decían: “En las
compañías excelentes difícilmente se encuentra un tema más generalizado que el del
respeto al individuo”. Reconocían que la empresa que triunfa es aquélla que observa a
sus empleados como socios y no como simples subordinados o herramientas de
trabajo.
Robbins nos hace ver que es mucho más fácil tener la idea en la mente que llevarla a la
práctica y que es necesario estar alerta, observando nuestra conducta y valorando
nuestras acciones, para enfocarnos en el camino de la excelencia. Sobre este camino,
conocen mucho los triunfadores que no dudan en acudir a otras personas, ya sean sus
empleados, sus socios o colegas, sus familiares, para pedir opinión y apoyo sobre las
acciones a seguir en una determinada empresa, reconociendo así el valor de los otros y
que unidos podrán llegar mucho más lejos.
Creencia número 7.- “No hay éxito duradero sin una entrega personal”.
Con esta última “mentira del éxito” Robbins nos transmite que los triunfadores no son
ni los mejores, ni los más brillantes en su terreno, sino los que actúan con
perseverancia, aquéllos que están dispuestos a pagar el precio por conseguir sus
objetivos, En definitiva, aquéllos que tienen una actitud de compromiso para perseguir
sin descanso sus metas.
Nos pone como ejemplo a Michael Jackson que, aparte de contar con un gran talento,
dedicó toda su vida, desde que tenía 5 años, a perfeccionarse en el baile, coreografías,
puesta en escena y en su voz, siempre perseverando en sus objetivos.
Y seguimos creyendo de esta manera aun observando que otras personas lo están
consiguiendo. No es tan sencillo realizar cambios para ser la mejor versión de nosotros
mismos. Para ello necesitamos hacernos conscientes e identificar qué creencias nos
están limitando y desmontarlas con alguno de los procedimientos que más adelante
nombraremos.
Existe un fenómeno estudiado por la psicología que se llama “El efecto Pigmalión”, al
que también se conoce como “La profecía autocumplida”. ¿A qué se debe su nombre?
Pigmalión, rey legendario de Chipre, buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con
la cual casarse, con la condición de que fuera la mujer perfecta. Al no encontrarla,
decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear hermosas esculturas para compensar la
ausencia. Una de ellas era Galatea, que tenía tal belleza que Pigmalión se enamoró de
la estatua.
Mediante la intervención de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida. En la
obra “Las Metamorfosis”, de Ovidio, se relata esta historia de amor entre el escultor y
su obra hecha vida.
El efecto Pigmalión, es un suceso que describe cómo la creencia que tiene una
persona puede influir en el rendimiento de otra persona, conocimiento que resulta
de gran importancia
para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar. También en el
mundo del Coaching, el coach está abierto siempre a ver lo mejor en sus clientes o
coachees. El coach parte siempre de que toda persona es capaz y posee potencial para
hacer y conseguir lo que se proponga. De esta manera influye sobre las propias
creencias del cliente y éste puede transformar su vida en algo mejor.
Esto lo puede hacer cualquier persona respecto a otra y, para conseguir el resultado
deseado, necesita hacerlo a nivel consciente e inconsciente, lo cual quiere decir que
tiene que creerlo y sentirlo. Si no lo hace de esta manera, la otra persona lo percibirá
en su inconsciente como una falta de confianza y no hará nada por cambiar.
Igual que existen creencias positivas o empoderadoras y creencias negativas o
limitantes, también existe el efecto Pigmalión positivo y el efecto Pigmalión negativo.
El primero, provoca un aumento de la autoestima y una mejora del rendimiento.
El segundo, provoca una disminución de la autoestima de la persona haciendo que su
rendimiento también disminuya o incluso desaparezca.
Tanto en un caso como en el otro, la persona objeto de la creencia hará lo que se espera
de ella.
Así volvemos a resaltar el poder de la creencia que, sostenida en el tiempo, se
convertirá en algo real. No importa si es algo que esperas sobre ti mismo o sobre los
demás.
El mejor ejemplo de esto, aquí resumido, es la película “Pygmalion”, del año 1938, de
Leslie Howard y su remake en el año 1964, “My fair Lady”, de George Cukor y
protagonizada por Audrey Hepburn
5. ¿CÓMO SE ORIGINAN?
Para explicar de qué manera las creencias se instalan en nuestro cerebro y comienzan a
conformar nuestra manera de ver la vida desde tan temprana edad, vamos a remitirnos
a la parte de la ciencia que estudia nuestro cerebro y observaremos de qué forma van
apareciendo las distintas partes de nuestro cerebro.
Cuando un bebé nace, la primera parte del cerebro que se forma es el cerebro
reptiliano que, como su nombre indica, nos equipara con los reptiles y se encuentra en
la parte trasera de nuestra cabeza. ¿Por qué decimos que nos equipara con los reptiles?
Si observamos cómo actúan los reptiles, veremos que en un momento determinado
están en estado de reposo, prácticamente estáticos y, de repente, cuando sienten que
tienen hambre, se mueven rápidamente hacia el lugar donde está su comida. Y, una vez
satisfecha su hambre vuelven a su estado de reposo. Esto lo podemos comprobar
perfectamente en la postura casi hierática de un cocodrilo: sólo gastan energía en el
momento que la necesidad de satisfacer el impulso del hambre les mueve. Pues lo
mismo ocurre con los bebés. Por supuesto que el bebé sí que hace más movimientos,
pero son pausados y relajados, excepto en el momento en el que necesita comer, que
empieza a llorar de forma muy fuerte para que su necesidad sea satisfecha de
inmediato. Una vez satisfecha esa necesidad vuelve a su estado de relax y de
movimientos pausados y armoniosos.
A medida que el bebé va creciendo se va formando la segunda parte de su cerebro que
es el llamado cerebro límbico: ésta es la parte del cerebro que gestiona nuestras
emociones y que nos equipara con el resto de los mamíferos.
En esta parte del cerebro ya no sólo reconocemos los estados del cerebro reptiliano,
reposo/acción, sino que aparece un gran abanico de estados, que el bebé va poco a
poco aprendiendo a gestionar: el abanico de las diferentes emociones. Así el bebé
aprende a mostrar una sonrisa cuando está contento, a hacer muecas de disgusto
cuando algo le molesta, a llorar cuando algo le asusta o tiene una necesidad que cubrir
y que están tardando en satisfacer sus padres o cuidadores. Pero el bebé, que ya ha
aprendido a gestionar su cerebro reptiliano a través de esta segunda parte del cerebro,
ya no tendrá la necesidad de berrear, sino que sabe que, con balbucear, o mostrar
gestos determinados, su madre va a satisfacer su necesidad de alimento o de que le
cambien el pañal, o de que le dejen dormir cuando esté muy cansado.
En definitiva, el bebé aprende a gestionar los impulsos bruscos de la parte primitiva del
cerebro y muestra sus emociones en cada momento, con gestos no tan impulsivos.
El bebé sigue creciendo y llega un momento en que se forma la tercera y última parte
de su cerebro: el llamado neocórtex o córtex frontal, que se encuentra en la parte
delantera de nuestra cabeza, justo en la frente. La característica más importante de
esta parte de nuestro cerebro es que ahí es donde se
aloja el pensamiento racional, la capacidad del ser humano de pensar y de dar solución
a los problemas que la vida le va planteando. El ser humano es lo que es y se diferencia
del resto de animales y otros seres vivos del planeta, gracias a esta parte de su cerebro.
Gracias al neocórtex el ser humano ha adquirido la capacidad de conectar con mayor
facilidad con los recursos que el planeta le ofrece y puede generar la creatividad
necesaria para sus constructos diarios en cualquier ámbito.
Pero no todo podía ser tan maravilloso con la aparición de esta parte del cerebro.
Viene con un problema de fábrica: sólo ejerce la función de pensar durante
determinados períodos de tiempo y el resto de ese tiempo se lo pasa en divagaciones,
pensamientos repetitivos, creación mental de situaciones alarmantes innecesarias,
análisis y desmenuzamiento de situaciones que no nos ayudan en nada (“qué mal me
cae esa persona”, “fíjate lo que me acaba de decir”, “lo habrá dicho con segundas”,
cosas que evidentemente no podemos saber, pues no estamos en la mente del otro,
objeto de nuestras divagaciones), en definitiva, genera una cantidad de ruido mental
que, simplemente, nos produce una gran pérdida de tiempo y energía.
¿Qué sucedió con la formación del neocórtex? Pues lo mismo que sucedió con el
cerebro límbico, que absorbió las características del cerebro reptiliano y las adecuó a
su modo de funcionar. Del mismo modo, el neocórtex absorbió el sistema emocional
del cerebro límbico y lo interpretó de la manera que mejor se adecuaba a la situación
que el niño estaba viviendo en ese momento. Y aquí es donde aparecen las creencias.
Pero ¿cómo sucedió esto? Imaginemos a ese niño que ha crecido y que empieza a
manifestar sus emociones, cosa natural, y que él así lo entiende y, por tanto, se expresa:
se enfada cuando algo no le gusta y arma una pataleta allá donde esté. El entorno que
le rodea, debido a los condicionamientos que ellos mismos cargan en su aprendizaje,
hablamos de sus padres, sus familiares más cercanos, sus cuidadores, el entorno
escolar, etc., le empiezan a reprender por ese comportamiento explicando, o no, que
ello no está bien visto en sociedad, que eso no tiene sentido de cara a las relaciones
sociales. El niño aprende de esta manera que no debe expresar aquélla o esta emoción
o a que debe expresarla de otra forma que no incomode a los demás que están
presentes en ese momento. Aprende, en definitiva, que su actitud y expresión puede
molestar a otros, que la consideran inadecuada y, por tanto, el niño se reprime,
almacena esas emociones en forma de interpretaciones sobre lo que le acaba de
suceder y se genera una protección para no sentirse mal porque la manifestación de su
emoción haya sido rechazada por personas que, para él son un referente muy
importante en su vida. De esta forma enlazamos con lo que explicamos anteriormente
sobre cómo el neocórtex invade el cerebro límbico y ejerce su función de pensar cada
emoción de manera que salga al exterior de la forma más adecuada y adaptada a los
cánones sociales. El neocórtex gestiona así las emociones de manera que genera
respuestas más adecuadas, para que nuestro entorno social nos siga aceptando o
amando, que es realmente lo que desde niños buscamos en nuestros seres más
cercanos: el amor y la aceptación. Así, a medida que se hace mayor, ese niño va
generando barreras y estrategias para protegerse de ese desamor al que es expuesto
cada vez que alguien le reprime sobre un comportamiento determinado.
De esta forma los seres humanos vamos generando unos escudos protectores a través
de nuestro córtex frontal, buscando acallar ese desamor y lo que conseguimos es
olvidarnos de nosotros mismos, por tanto, dejamos de aceptarnos y amarnos, porque
no nos estamos reconociendo en nuestras emociones, sino que hacemos
interpretaciones de ellas para que los demás nos acepten.
Al recibir ese estímulo externo, de desamor, lo que hacemos es que lo convertimos en
una creencia de desamor hacia nosotros mismos, algo que esconderemos y que no
expresaremos y que se va a quedar guardado en nuestro subconsciente. Llegará un
momento en que esa emoción queda tan olvidada que ya ni la sentimos; pero sigue ahí,
en nuestro subconsciente, que es, según llegó a decir en sus investigaciones Carl Jung,
un 95 % de nuestro cerebro y dirige nuestras vidas (“Hasta que no hagas al
inconsciente consciente, éste seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino”, Carl
Jung).
El neocórtex conforma un 5% de nuestro cerebro. Y en ese 5% se encuentra nuestra
consciencia. Cuando nos hacemos conscientes de una creencia que está dominando y
dando forma a nuestra vida, desde el 95% que es nuestro subconsciente, sólo entonces
podremos hacer algo por cambiarla y cambiar así los resultados.
“He construido mi
mundo, y es un
mundo mucho mejor
de lo que he visto
por ahí fuera”
Louise Nevelson.
Con los resultados obtenidos en el Test de Ellis, con valores que pueden oscilar de 0 a
10 puntos, se considera que, si se ha obtenido una puntuación de 5 o 6 puntos, la
creencia en la que se haya obtenido dicha puntuación limita en determinadas
circunstancias, mientras que, si la puntuación es igual o superior a 7, dicha creencia
limita en muchas áreas de la vida.
Del análisis de los datos se desprende que el valor que aparece con más frecuencia es
el 3 (la moda).
El valor máximo de este registro de valores muestra aquellas creencias que presentan
valores extremos para alguna persona de la muestra. Aquellas creencias con valores
más marcados se dan en los participantes de mayor edad. En esta muestra los valores
extremos se dan en las creencias números 1, 6 y 7 con 9 puntos. Cuanto mayor es la
puntuación alcanzada mayor es la conformidad con la idea auto limitadora. Analizando
dichas creencias podemos decir que:
Si analizamos los valores mínimos obtenidos en esta muestra, las creencias con valores
mínimos se recogen en las creencias que se identifican con los números 3,5 y 9,
alcanzando en las tres un valor de 0 puntos. Estas creencias se definen como “Ciertas
personas son malas, viles y perversas y deberían ser castigadas”, “Los acontecimientos
externos son la causa de la mayoría de las desgracias de la humanidad; la gente
simplemente reacciona según como lo acontecimientos inciden sobre sus emociones”
y “El pasado tiene más influencia en la determinación del presente”.
10. CONCLUSIONES
Las personas somos capaces de modificar los valores y creencias que hay almacenados
en nuestro subconsciente y que son limitadores de nuestro desarrollo. Este proceso
que es duro y difícil, al tener las creencias muy adheridas en nuestro subconscientes y
estar muchos años nutriendo y revalidando estas creencias, es posible. El deseo de
cambio tiene que ser voluntario y comprometido y poder así disfrutar de los beneficios
que nos puede proporcionar el mismo.
11. BIBLIOGRAFIA
Pibernat, Vicens Olivé (2010) “PNL & Coaching. Una visión integradora”, Rigden Edit. S.L.
Robert Dilts. (2010) “¿Cómo cambiar Creencias con la PNL”, Editorial Sirio?
José Ortega y Gasset, José (1940). Ensayo “Creer y Pensar”. 1940.
Robbins, Anthony. (1986) “Poder sin Límites”, Penguin Random House Editorial, S.A.U.
Bruce Lipton, ( 2015) Biología de la Creencia”, Editorial Palmyra.
John Kabat Zinn, (2016) “Vivir con plenitud las crisis. Cómo utilizar la sabiduría del
cuerpo y de la mente para enfrentarnos al estrés, el dolor y la enfermedad”, Kairós.
Javier Iturralde. (2019) “¿Podemos cambiar las creencias que nos limitan?”. Spanda
Yoga & Focusing.
Carlota del Pozo. (2019) #4 | Detectando Creencias [Mis 5 Desafíos en la Vida y el
Emprendimiento].
https://youtu.be/w2fe6GiLp0Y.
UPW Testimonial (2015): María Menounos, https://youtu.be/Vw1Do87qvh8
“El Efecto Pigmalión”, Películas: “Pygmalion”, 1938 y “My Fair Lady”, 1964.
https://youtu.be/YPA4ohuzvEQ https://youtu.be/wDGT0qiwAC8
Level UP. (2019) El origen científico de las creencias limitantes,
https://youtu.be/LtW_YDvmmNg
Sócrates. “La Mayéutica de Sócrates”.
Louise Nevelson, fraseología, Google.
Carl Gustav Jung, fraseología, Google.
12. ANEXOS
Anexo nº1:
IDENTIFICCIÓN DE IDEAS
IRRACIONALES
Este cuestionario tiene por objeto identificar las ideas irracionales que usted tiene y que
contribuyen, inconscientemente, a incrementar su nivel de estrés y, en consecuencia, a
vivenciar emociones negativas.
SI NO P
1 Para mí es importante recibir la aprobación de los demás. A
2 Odio equivocarme en algo. A
3 La gente que se equivoca, logra lo que se merece. A
4 Generalmente acepto los acontecimientos con filosofía. B
5 Si una persona quiere, puede ser feliz en casi cualquier circunstancia. B
6 Temo a las cosas que, a menudo, me resultan objeto de preocupación. A
7 Normalmente aplazo las decisiones importantes. A
8 Todo el mundo necesita de alguien a quién recurrir en busca de ayuda y consejo. A
9 “Una cebra no puede cambiar sus rayas”. A
10 Prefiero sobre todas las cosas pasar el tiempo libre de una forma tranquila. A
11 Me gusta que los demás me respeten, pero yo no tengo porque respetar a nadie. B
12 Evito las cosas que no puedo hacer bien. A
13 Hay demasiadas personas malas que escapan del castigo del infierno. A
14 Las frustraciones no me distorsionan. B
15 A la gente no le trastornan los acontecimientos sino la imagen que tiene de ellos. B
16 Me producen poca ansiedad los peligros inesperados o los acontecimientos futuros. B
17 Trato de afrontar los trabajos fastidiosos y hacerlos cuanto antes. B
18 En las decisiones importantes, consulto con una autoridad al respecto. A
19 Es casi imposible superar la influencia del pasado. A
20 Me gusta disponer de muchos recursos. B
21 Quiero gustar a todo el mundo. A
22 No me gusta competir en actividades en las que los demás son mejores que yo. B
23 Aquellos que se equivocan merecen cargar con la culpa. A
24 Las cosas deberían ser distintas a como son. A
25 Yo provoco mi propio mal humor. B
26 A menudo, no puedo quitarme algún asunto de la cabeza. A
27 Evito enfrentarme a los problemas. A
28 Todo el mundo necesita tener fuera de si mismo una fuente de energía. A
29 Solo porque una vez algo afecto tu vida de forma importante, no quiere decir que
B
tenga que ser igual en el futuro.
30 Me siento mas satisfecho cuando tengo muchas cosas que hacer. B
31 Puedo gustarme a mi mismo aun cuando no guste a los demás. B
32 Me gustaría triunfar en algo, pero no pienso que deba hacerlo. B
33 La inmoralidad debería castigarse severamente. A
34 A menudo me siento trastornado por situaciones que no me gustan. A
35 Las personas desgraciadas, normalmente, se deben este estado a si mismas. B
36 No me preocupo por no poder evitar que algo ocurra. B
37 Normalmente tomo las decisiones tan pronto como puedo. B
38 Hay determinadas personas de las que dependo mucho. A
39 La gente sobrevalora la influencia del pasado. B
40 Lo que mas me divierte es realizar algún proyecto creativo. B
41 Si no gusto a los demás es su problema, no el mío. B
42 Para mi es muy importante alcanzar el éxito en todo lo que hago. A
43 Yo pocas veces culpo a la gente de sus errores. B
44 Normalmente acepto las cosas como son aunque no me gusten. B
45 Nadie esta mucho tiempo enfadado, a menos que quiera estarlo. B
46 No puedo soportar correr riesgos. A
47 La vida es demasiado corta para pasarla haciendo cosas que a uno no le gustan. A
48 Me gusta valerme por mi mismo. B
49 Si hubiera vivido experiencias distintas, podría ser mas como me gustaría ser. A
50 Me gustaría jubilarme y apartarme totalmente del trabajo. A
51 Pienso que es duro ir en contra de lo que piensan los demás. A
52 Disfruto de las actividades independientemente de lo bueno/malo que sea en ellas. B
53 El miedo al castigo es lo que hace a la gente ser buena. A
54 Si las cosas me desagradan, opto por ignorarlas. B
55 Cuanto mas problemas tiene una persona, menos feliz es. A
56 Raramente me siento ansioso al pensar en el futuro. B
57 Raramente aplazo las cosas. B
58 Yo soy el único que realmente puede entender y solucionar mis problemas. B
59 Normalmente no pienso que las experiencias pasadas me afecten en la actualidad. B
60 Tener demasiado tiempo libre resulta aburrido. B
61 Me gusta recibir la aprobación de los demás, pero no tengo necesidad real de ello. B
62 Me fastidia que los demás sean mejores que yo en algo. A
63 Todo el mundo es, esencialmente, bueno. A
64 Hago todo lo que puedo por conseguir lo que quiero y una vez conseguido, deja de
B
preocuparme.
65 Nada es intrínsecamente perturbador, si lo es, se debe al modo en que lo
B
interpretamos.
66 Me preocupan mucho determinadas cosas del futuro. A
67 Me resulta difícil hacer las tareas desagradable. A
68 Me desagrada que los demás tomen decisiones por mi. B
69 Somos esclavos de nuestro pasado. A
70 A veces desearía poder irme a una isla tropical, y tenderme en la playa sin hacer
A
nada más.
71 A menudo me preocupa que la gente me apruebe y me acepte. A
72 Me trastorna cometer errores. A
73 No es equitativo que “llueva igual sobre el justo que sobre el injusto”. A
74 Yo disfruto honradamente de la vida. B
75 Debería haber mas personas que afrontaran lo desagradable de la vida. A
76 Algunas veces me resulta imposible apartar de mi mente el miedo a algo. A
77 Una vida fácil, muy pocas veces resulta compensadora. B
78 Pienso que es fácil buscar ayuda. A
79 Una vez que algo afecta a tu vida de forma importante, seguirá haciéndolo siempre. A
80 Me encanta estar tumbado. A
81 Tengo considerable preocupación por lo que la gente piensa de mi. A
82 Muchas veces me enfado muchísimo por cosas sin importancia. A
83 Generalmente doy una segunda oportunidad a quién se equivoca. B
84 La gente es mas feliz cuando tiene metas y problemas que resolver. A
85 Nunca hay razón para permanecer afligido mucho tiempo. B
86 Raramente pienso en cosas como la muerte o la guerra nuclear. B
87 No me gustan las responsabilidades. B
88 No me gusta depender de los demás. B
89 La gente nunca cambia básicamente. A
90 La mayoría de las personas trabajan demasiado y no descansan lo suficiente. A
91 Ser criticado es algo fastidioso pero no perturbador. B
92 No me gusta hacer aquellas cosas que no hago del todo bien. B
93 Nadie es malo a pesar de que sus actos los sean. B
94 Raramente me importunan los errores de los demás. B
95 El hombre construye su propio infierno interior. B
96 Muchas veces me sorprendo planeando lo que haría si me encontrara en
A
determinadas situaciones de peligro.
97 Si tengo que hacer algo lo hago a pesar de que no sea agradable. B
98 He aprendido a no estar pendiente de nada que no este relacionado con mi bienestar. B
99 No miro atrás con resentimiento. B
100 No me siento realmente contento hasta que no estoy relajado y sin hacer nada. A
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11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
31 32 33 34 35 36 37 38 39 40
41 42 43 44 45 46 47 48 49 50
51 52 53 54 55 56 57 58 59 60
61 62 63 64 65 66 67 68 69 70
71 72 73 74 75 76 77 78 79 80
81 82 83 84 85 86 87 88 89 90
91 92 93 94 95 96 97 98 99 100
INTERPRETACIÓN
Cuanto mayor haya sido la puntuación alcanzada, mayor es su conformidad con la idea irracional que se
explicita a continuación:
4 Es horrible cuando las cosas no van como uno quisiera que fueran.
8 Se necesita contar con algo mas grande y mas fuerte que uno mismo.
Anexo 3:
CREENCIA 1 CREENCIA 2 CREENCIA 3 CREENCIA 4 CREENCI A 5 CREENCIA 6 CREENCIA 7 CREENCIA 8 CREENCIA 9 CREENCIA 10
MODA 2 4 3 3 2 5 4 6 3 5
MEDIANA 3 4 3 4 3 6 4 5 3 5
MAXIMO 9 7 7 8 6 9 9 6 7 7
MINIMO 1 1 0 1 0 2 1 2 0 1
CREENCIAS EN LA ENSEÑANZA SECUNDARIA
10
9
8
7
VALORES
6
5 MODA
4 MEDIANA
3
2 MAXIMO
1
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
CREENCIAS