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22 Cultivos Horticolas Al Aire Libre - Calabacin
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Josefa López-Marin
Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental
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Development of mulches applied in liquid form (hidromulch) for weed control and irrigation water saving in perennial crops. (RTA 2015-00047-C05-02) View project
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1. Introducción
El calabacín parece tener su origen más remoto en Oxaca (México), si-
tuándolo en el paraje de la cueva de Guilá Naquitz, atribuyéndosele a esos
vestigios de 8 a 10.000 años de antigüedad. Tras el descubrimiento de América
es traído a Europa, y en 1550 hay referencias de su presencia en algunos herba-
rios. Después, tras cruzamientos realizados entre cultivares mexicanos y estado-
unidenses, aparecieron unos tipos que se extendieron por el norte de África y el
Oriente Próximo. Los tipos que hoy en día conocemos parecen tener su origen
en los llamados cocozelle, originarios del sur de Europa (Ruiz, 2000), con frutos
largos y grandes, de color verde oscuro surcado por bandas longitudinales de
tonalidades difusas color crema, similares a los tipos marrow actuales.
2.2. Morfología
El sistema radicular de esta planta herbácea anual de porte rastrero y
crecimiento indeterminado es más extenso y profundo cuando se practica
el cultivo con siembra directa. Este es poco profundo, desarrollándose en el
horizonte más superficial del suelo en 1 m de profundidad. Este sistema está
formado por una raíz principal, axonomorfa, de grandes dimensiones en rela-
ción con el tamaño de las raíces secundarias cuyos primordios se distribuyen,
además, por la superficie de los entrenudos, pudiendo ser adventicias si el tallo
2.3. Fisiología
Sus exigencias en temperatura son limitadas, tolerando mejor las bajadas
térmicas que otras especies como C. moschata o C. mixta, aunque es muy
sensible a las heladas, resistiendo mejor las altas temperaturas que otras cu-
curbitáceas cultivadas como melón, sandía y pepino. Su cero vegetativo se
encuentra alrededor de 8 ºC. Para germinar la semilla se necesitan mínimos
térmicos de 15 ºC, teniendo su nivel óptimo entre 25 y 35 ºC. En cuanto al
crecimiento se produce adecuadamente en ambientes que se encuentran en-
tre 18 y 25 ºC. La floración es propiciada por temperaturas de 25 ºC durante
el día y 20 ºC por la noche, lo que le hace un cultivo adecuado al aire libre
durante casi todo el año en latitudes mediterráneas, a excepción del invierno
e inicios de la primavera.
Las necesidades higrométricas pueden considerarse como medias, desa-
rrollándose bien la planta con niveles de humedad comprendidos entre el 65 y
el 80 %. Es sensible a los encharcamientos tanto en la fase de germinación
de las semillas en la siembra directa como en la de cultivo, por lo que debe
cuidarse este aspecto en terrenos que percolen el agua con dificultad. También
los períodos largos de humedad pueden entorpecer la polinización de las flo-
res. Por el contrario, cuando no se cubren sus exigencias mínimas se avoca a
problemas de desecación de tejidos, reducción del crecimiento de la planta y
caída de flores, al no fecundarse adecuadamente.
2.4. Suelos
Aunque es una planta no muy exigente en calidad del suelo, adaptándose
bien a todos, incluidos los arenosos, evoluciona mejor en los francos, con ho-
rizontes profundos. De lo que sí tiene grandes requerimientos es de materia
orgánica, acompañada por un alto nivel de nutrientes.
En cuanto a su acidez, puede tolerar niveles de hasta 5,5 unidades de pH,
siendo mejor su comportamiento en suelos ligeramente ácidos. La proximidad
a la alcalinidad en el suelo le hace proclive a sufrir fenómenos carenciales.
La respuesta a la salinidad, tanto del suelo como del agua, es intermedia,
siendo menos tolerante que melón y sandía, pero más que pepino.
2.5. Agua
Es exigente en agua para la obtención de elevados rendimientos, sobre
todo a partir del cuajado y la formación de los primeros frutos, aunque no
necesariamente para la calidad de los frutos. Para ello debe tenerse en cuenta
que en la solución del suelo, tras la fertirrigación, los pH que se deban alcan-
zar estarán entre 5,5 y 6, aunque pueda ampliarse a un intervalo entre 5 y 7.
En cuanto a la conductividad eléctrica en que se puede cultivar, está por
encima de la del pepino pero por debajo de las de melón y sandía.
3. Cultivo
3.1. Ciclos de cultivo
Al aire libre, en condiciones climáticas de tipo mediterráneo, los ciclos de
cultivo que se realizan están en función de las temperaturas mínimas habitua-
les en esas zonas, y que estas se encuentren entre 8 y 10 ºC. En los ciclos más
precoces se recomienda utilizar el trasplante con plantas de cepellón en vez de
utilizar siembra directa, ya que el período de desarrollo inicial se produce en el
invernadero donde están protegidas. También la utilización de semiforzados,
como el tunelillo no visitable y el acolchado con siembra directa, o el tunelillo
y la cubierta flotante en el trasplante con plántula pueden permitir en los pri-
meros ciclos, de final de primavera, el tener una producción precoz de calidad
y competitiva en los mercados exteriores.
Los ciclos medios, de verano, son los de mejor comportamiento de la plan-
ta y los más económicos en tecnología de cultivo, aunque la presión de las
plagas se incremente y haya una presencia masiva de producto en el mercado.
Por último, los ciclos tardíos tienen el inicio del cultivo al final del verano,
partiendo con plantas procedentes de cepellón, limitándose su fructificación
con la aparición de los primeros fríos. Estos cultivos tienen problemas aña-
didos importantes en el aspecto sanitario, con la mayor incidencia de en-
fermedades provocadas por hongos y virus y, en el climático con las lluvias
torrenciales que las posibles gotas frías pueden desencadenar y que no solo
perjudican a las plantaciones con sus excesos pluviométricos sino que, ade-
más, con la violencia con la que se abaten, destrozan la parte aérea de la planta.
3.4. Siembra
La siembra directa se mantiene aún en los cultivos de huerta y los ciclos
medios con producción en verano, más dirigidas al mercado interior y venta
en «plaza». Para ello se utiliza como material vegetal, preferentemente, varie-
dades libres de uso genérico y tradicional.
La siembra se puede hacer en caballón, cubierto tras situar las semillas con
un acolchado transparente de polietileno, de 18 micras de espesor y 1 m de
ancho. Las semillas, en número de 2 a 3, se colocan en pequeñas oquedades
bajo el filme, para que sea más fácil romper la costra de suelo. Una vez que las
semillas han germinado y el hipocotilo puede tocar el plástico, se le hacen unas
incisiones para evitar que la plántula se queme por un lado y para regular un
poco mejor las condiciones de temperatura y humedad en torno a las plantas.
Cuando las plántulas tienen 2 o 3 hojas verdaderas, se aclaran los golpes
y se deja solo una. Un marco de siembra utilizado habitualmente es de 1 a
1,2 m entre centros de caballones, y de 0,8 m entre golpes de siembra, que-
dando dispuestos al tresbolillo.
3.5. Trasplante
Marcos de plantación
Después de preparar el terreno definitivo, en llano o en caballones, se
distribuirán las mangueras de riego localizado, si es que se emplea este sistema
de riego, y se acolchará por encima de ellas, si se utiliza el semiforzado en el
cultivo, y a continuación se procederá al trasplante. Para ello se hace una inci-
sión en el plástico con el plantador y se clava en el suelo, haciendo un pequeño
agujero donde se coloca la plántula, aporcándola ligeramente hasta por debajo
de los cotiledones. Dicha plántula, con tres hojas verdaderas, tendrá un buen
desarrollo radicular también, mostrando un cepellón compacto. Seguidamen-
te, si se va a utilizar el semiforzado completo, se situarían los arquillos y su
cubierta de polietileno transparente o, en su defecto, de polipropileno si es
que este no se coloca como cubierta flotante.
Los marcos de plantación utilizados al aire libre serán más amplios en los
períodos de baja iluminación, inicios de primavera y otoño, y más estrechos
en los de verano, donde las plantas reciben mayor radiación. Pero, en general,
estarán conformados por 1 a 1,5 m entre líneas de cultivo de plantas, y por
0,8 a 1,0 m entre plantas.
3.6. Semiforzado
Como ya se ha comentado se coloca antes y después del trasplante. En ci-
clos de primavera y de otoño se puede usar film transparente para incrementar
la inercia térmica del suelo, siempre que se pueda hacer un buen control de
las malas hierbas, mientras que en verano se recomienda usar colores oscuros,
precisamente para controlar la flora arvense. Estos acolchados se disponen a lo
largo de la línea de plantas, dejando pasillos de tierra entre ellos. Sus espesores
son de 15 a 18 micras y normalmente se pone polietileno.
Para la cubierta superior es muy utilizado el polietileno transparente de
50 micras y en el caso de utilizar agrotextil, habitualmente se coloca tejido
discontinuo de polipropileno, Agril 17, tanto sobre estructuras como dejado
caer sobre las plantas. Es importante controlar el crecimiento de las plantas y
la aparición de las flores, ya que estas protecciones dificultan la polinización
por parte de la entomofauna de la zona.
3.7. Tutorado
Al ser una planta rastrera, y si además el crecimiento es rápido no permi-
tiendo el endurecimiento del tallo, no le viene mal en estas primeras fases dis-
poner de un pequeño tutor que alce la planta del suelo y permita su desarrollo
y aparición de los distintos órganos, hojas, flores y frutos de forma más libre
y ordenada. También, cuando los primeros frutos van tomando tamaño no
contactan totalmente con el suelo y no se raya su epidermis, evitando daños,
pérdida de calidad y que se deprecien.
El tutor puede ser un soporte vertical, como una caña o clavilla, pero con-
sistente, de unos 0,5 m y que se ata a la planta en sentido opuesto al que crece
el tallo para poder levantarlo ligeramente. Este se clava a unos 5 o 10 cm de
la planta a la que se une, usando hilo de rafia, siendo atado a la planta con un
lazo corredizo que permita ir cambiando la situación de este atado conforme
vaya creciendo el tallo, hasta que la planta tenga un tamaño determinado.
3.9. Polinización
Ante una ausencia importante de fecundación de flores se puede practicar
la polinización manual, frotando flores masculinas a las femeninas, lo que su-
pone un elevado coste de cultivo, o potenciar la presencia de insecto, abejas y
abejorros, con la gran dificultad que supone el hacerlo al aire libre.
Carencias
Entre los problemas generales que tienen las cucurbitáceas en este aspecto
se encuentran la insuficiencia de calcio en frutos, que puede ser originada por
una deficiente translocación del calcio, pero también, y sobre todo en el área
mediterránea, por otros factores que influyen en su transporte a los frutos,
como las elevadas temperaturas, humedades bajas y salinidad, que provoca la
podredumbre del ápice del fruto y que está asociada también con problemas
previos de estreses hídricos, que aceleran la presencia de esta fisiopatía.
Las deficiencias de magnesio son menos importantes en calabacín que en
otras especies de la familia, siendo proclives en suelos arenosos dotados de pH
ácido o en los que se determinan contenidos inferiores del microelemento a
70 ppm. Se manifiesta con decoloraciones foliares internerviales, que en gra-
do máximo, evolucionan y desestructuran la hoja descomponiéndola.
La carencia de molibdeno, que es un problema muy importante en me-
lón, parece no perjudicar el crecimiento de la planta de calabacín.
3.13. Plagas
Como cualquier cultivo al aire libre, la aparición de orugas aéreas debe
ser más vigilada que en invernadero por la mayor dificultad que conlleva su
control. Así Spodoptera exigua Hubner y S littoralis Boisduval, Heliothis armi-
gera Hübner y H. pertigera Dennis y Schiff, Chrysodeixis chalcites Esper, Auto-
grapha gamma L., etc. pueden atacar al cultivo. Pudiendo identificarlas, entre
otras particularidades, por la forma en la que se hacen las puestas de huevos,
en plastones en todas las especies del género Spodoptera, y de forma aislada en
el resto de orugas. También el lugar donde se localiza el daño en la planta pue-
de identificarlas, de tal manera que Spodoptera afecta a la vegetación y frutos,
Chrysodeixis destruye la vegetación, Heliothis deprecia los frutos y daña los ta-
llos y Ostrinia, los tallos y meristemos terminales, pudiendo cegar a la planta.
Entre los ácaros, la araña roja (Tetranychus urticae) es el de mayor presen-
cia. Aparecen en períodos de baja humedad ambiental y con temperaturas
altas. Su alimentación de la savia de las hojas provoca clorosis, que en ataques
severos causa la defoliación de la planta.
En lo referente a las moscas blancas, tanto Trialeurodes vaporariorum como
Bemisia tabaci se encuentran presentes en el cultivo, localizándose en el envés
de las hojas. Estas empiezan a amarillear tras succionarles sus jugos vasculares,
al alimentarse de ellas, decayendo la planta finalmente. Como efecto colateral
se produce la colonización de la superficie de la planta por el hongo Fumago
sp., conocido como «negrilla», el cual dificulta la llegada de la radiación a la
planta, al ensuciar su superficie. Además, las exudaciones de estos homópte-
ros, muy pegajosas, deprecian a los frutos y reducen la producción final. Y no
menos importante es el papel que tienen estos insectos como vectores trans-
misores de virus, siendo Bemisia vector del peligrosísimo virus Nueva Delhi.
Pulgones como Aphis gossypii y Myzus persicae, también dañan el cultivo
causando efectos similares a los anteriormente descritos, alimentándose igual-
mente de la savia de las hojas, aunque preferentemente en los primordios vege-
tativos, deformando las hojas jóvenes al afectar sus tejidos. También tienen una
acción añadida muy importante como vectores de varias virosis.
Entre los trips, Frankliniella occidentalis, que ataca en sus distintas fases
evolutivas al calabacín, se situa en el interior de las flores y en el envés de la
hoja, desecándolas y dejando unas placas plateadas, que posteriormente se
necrosan. Además de estos daños, el de más transcendencia lo ocasiona al ser
portador de la virosis del bronceado del tomate (TSWV).
Entre las plagas más reseñables del calabacín tenemos a los minadores de
hoja, tal como a Liriomyza trifolii Burges, Liriomyza brioniae y Liriomyza hui-
dobrensis, los cuales reducen la superficie foliar con sus galerías disminuyendo
su capacidad fotosintética al bajar la absorción de la radiación solar. El tipo de
galería que hacen es específico de cada especie.
Para el control fitosanitario de estas plagas, en la comunidad autónoma
de Andalucía recomiendan diversas materias activas para el cultivo en pro-
ducción integrada (BOJA, 2013). Entre ellas, para el control de orugas aéreas
cuentan con azadiractín, Bacillus thuringiensis var. Aizawai y B t var. Kurstaki,
en general; especificando, tebufenocida para Spodoptera, en estados larvarios
L-1 y L-2 e indoxacarb, entre otros. Contra araña roja se puede utilizar aza-
diractín, azufre, abamectina, etc., debiendo considerar que estos pesticidas
eliminan la fauna auxiliar y que, antes de aplicar un tratamiento generaliza-
do, se deberán controlar los focos iniciales y ver cómo evolucionan. En este
mismo ámbito, los pulgones se tratan con acetaprimid, piretrinas, pirimicarb,
etc., comenzando igualmente los tratamientos por los focos localizados. Para
mosca blanca se utiliza piridaben, piriproxifen, tiametoxan, este último solo
a través del riego, etc. Los trips son combatidos con piretrinas, spinosad, etc.
Contra minadores se puede aplicar, abamectina, ciromazina, piretrinas, etc.
3.14. Enfermedades
Cabe destacar entre las enfermedades las producidas por hongos y por virus.
Entre las primeras, oídio y un par de podredumbres son las más significativas.
El oídio de las cucurbitáceas, Sphaeroteca fulginea Schelecht, se manifiesta
en forma de manchas blancas pulverulentas, más o menos redondeadas que se
distribuyen por el haz y el envés de las hojas, adquiriendo una tonalidad cloró-
tica, así como por todos los órganos de la planta en infecciones graves (Zitter
et al., 2004). Como lucha preventiva se deben controlar todos los hospedantes
próximos a la plantación para que el viento no traslade el inóculo al cultivo.
Su óptimo reproductivo se encuentra a 26 ºC de temperatura y 70 % de hu-
medad relativa, produciéndose sus mayores infecciones con estas condiciones,
aunque desde los 10 ºC el hongo es activo. Además controles fitosanitarios a
base de azufre pueden paliarlo. El orientar las líneas de cultivo en la dirección
de los vientos dominantes de la zona ayuda a reducir las infecciones.
La podredumbre gris, provocada por Botrytis cynerea Pers, puede infectar
cualquier parte de la planta, traduciéndose en la aparición de manchas par-
das en los tejidos menos suculentos como tallos y hojas y pudriendo los más
carnosos, como los frutos. En todos los casos se aprecia una ligera pelusa de
color gris sobre la zona del daño, que es lo que le da su nombre coloquial. En
este cultivo, las variedades que no presentan una fácil abscisión de la corola
marchita, manteniéndolas adheridas al pistilo, son muy proclives a estas infec-
ciones, ya que los pétalos en su marchitez son un medio ideal para su multipli-
cación. Como su infección procede de inóculos de restos de cultivo y de otras
especies compatibles es importante tener un buen control de ellos, sobre todo
en ambientes térmicos entre 17 y 23 ºC y una humedad relativa del 95 %.
Por eso, los restos de poda y limpieza deben ser eliminados de la parcela y los
cortes que se practiquen en estas operaciones y en la recolección, deberán ser
lo más limpios posibles para reducir las puertas de entrada a la infección.
La podredumbre blanca, Sclerotinia sclerotiorum Lib., también se puede
localizar en varios órganos de la planta y, en el caso de infectarse los tallos
principales, pueden eliminar hasta la misma planta. En las áreas afectadas se
ve una pelusa blanca, en cuyo interior se encuentran unos pequeños corpús-
culos del tamaño de un grano de arroz, que son los órganos de reproducción,
los esclerocios, blancos al principio, que se tornan negros en la madurez; estos
se encuentran en el suelo y en condiciones de temperaturas suaves y humedad
relativa alta potencian su infección.
3.15. Fisiopatías
Hojas y frutos plateados aparecen tras los ataques de mosca blanca, de-
teniendo su crecimiento e imprimiéndoles un color verde claro. Ello parece
estar motivado por la presencia de un factor toxicogénico introducido en la
planta por las ninfas del insecto.
La aparición de frutos deformados, agudizados por el extremo apical, es
el resultado de someter al cultivo a condiciones ambientales adversas de tem-
peratura, humedad relativa y de estrés hídrico, aunque también puede ser una
reacción de la planta a determinados tratamientos fitosanitarios.
El corrimiento de frutos se produce cuando el cultivo está mal regulado,
ya que la planta no tiene vigor suficiente para propiciar el desarrollo normal
de frutos comerciales, escupiéndolos la planta aún sin estar formados. Por el
contrario, si la planta crece muy vigorosa se puede producir el rajado de frutos.
Los problemas de fecundación de las flores conllevan que los frutos gene-
rados no se desarrollen rectos y que se curven por su mitad.
Ciertos estreses o una maduración acelerada producen el incremento de
los niveles de cucurbitacina, principio que surge como defensa de la planta
ante adversidades externas y que amarga la pulpa del fruto.
3.16. Recolección
Esta se inicia entre 45 y 65 días después del trasplante, cuando aún los
frutos no han alcanzado la madurez total ni su tamaño definitivo. Realmente,
el inicio está supeditado por el ciclo de cultivo empleado por los calibres que
demanda el mercado, normalmente fijando longitudes entre 15 y 25 cm y
diámetros entre 4 y 6 cm, lo que supondría un peso medio de los frutos entre
200 y 250 g. Se realiza con instrumentos muy cortantes, cuchillos o tijeras,
que permitan realizar un corte muy limpio en el pedúnculo floral, al cual se le
deja unos 2 cm junto al fruto. El manejo debe ser cuidadoso una vez recolecta-
do debido a la delicadeza de la piel que se ralla y marca, al no tener este tejido
su consistencia definitiva. En estas condiciones el fruto está bastante tierno y
jugoso, y es un poco dulce, no existiendo ningún vestigio de cucurbitacina
que la pudiera amargar.
La cadencia de la recolección está en función del ciclo de cultivo realiza-
do, la variedad, la climatología, etc., pudiendo ser diaria debido al gran ritmo
de crecimiento de los frutos.
La calidad de la producción se valora en función de características del
fruto, como firmeza, brillo, uniformidad de tamaño en longitud y anchura,
color, estado del pezón del pedúnculo floral, cicatriz o cierre pistilar de peque-
ño tamaño, sabor neutro o ligeramente dulce, espesor y textura de la piel que
permita su consumo y otros factores no intrínsecos del fruto derivados de su
manipulado y transporte.
3.17. Posrecolección
Los frutos una vez recolectados y envasados pueden conservarse duran-
te unos 10 días, manteniendo ciertas condiciones de temperatura (entre 5 y
10 ºC) y de humedad (un 95 %), pudiendo incluso ampliarse solo un poco
más. Cuando la temperatura desciende por debajo de los 5 ºC, aunque no sea
por mucho tiempo, el fruto sufre daños por frío, depreciándose visualmente,
apareciendo un cribado y manchas pardas y, organolépticamente, perdiendo
turgencia y textura. Esos últimos decaimientos se producen cuando el alma-
cenamiento se prolonga durante 15 días o más, a lo que se unen algunas
podredumbres blandas. Los daños por congelación se dan a partir de -0,5 ºC,
llevando consigo la desestructuración de los tejidos del fruto, que se descom-
pone en formaciones líquidas.
Tampoco las atmósferas modificadas incrementan la duración del período
de conservación en poscosecha, siendo poco sensibles a los niveles de etileno,
pareciendo tener cierta relación la pérdida de intensidad del color verde en los
cultivares de tonos oscuros con la presencia de niveles mínimos.
La deshidratación de los frutos en poscosecha es un problema que puede
ser paliado con una rápida entrada en frío tras la recolección.
Las podredumbres que se dan en poscosecha pueden ser numerosas pu-
diendo estar provocadas por hongos como alternaria, coletotricum, Pithyum,
etc., o por bacterias, como Cladosporium, etc.
3.18. Comercialización
Para poder ser comercializado el fruto de calabacín deberá tener unas
condiciones determinadas, las cuales, en caso de cumplirlas en su totalidad y
en mayor grado, le permitirá ser clasificado en las categorías comerciales más
relevantes. Aspectos como el buen estado del pedúnculo, que sean frescos y de
textura firme, que presente un tamaño adecuado, así como que estén sanos y
que no tengan rastros de incidencias anteriores, sin restos o partículas extrañas
adheridas, sin medios acuosos o acompañados de mal aroma, son los funda-
mentales antes de poder ser comercializados.
Para estos frutos se barajan tres categorías clasificatorias, según la Norma
de Calidad para Calabacines, buena (categoría I), corriente (categoría II) y
aceptable (categoría III). Las dos primeras son las exigidas para la exportación
y la tres se aplican al mercado interior. En las dos primeras es prioritario man-
tener las características del ideotipo de la variedad, a lo que hay que añadir
la ausencia casi total de defectos, en la categoría I, y con estos un poco más
evidentes, la II.
4. Composición y usos
La parte a consumir de la planta es el fruto, el cual se recolecta sin llegar
a la maduración, momento en el que la semilla se encuentra aún en estado
de primordios y su epidermis todavía no se ha endurecido. Se usa en fritos,
sopas y asados, teniendo una gran versatilidad de empleo, a lo que se añade
que al conservar aún el fruto las características juveniles puede aprovecharse
con o sin piel. También tiene aplicación en repostería, aunque esta sea bas-
tante menor que el de otras especies del género. En alta gastronomía ade-
más se aprovechan las flores masculinas como envoltorio para rellenos, pero
cuantitativamente este uso no es significativo. Su consumo está ampliamente
difundido mundialmente.
Además de su uso alimentario, su ingestión para diabéticos, por su mí-
nimo contenido en hidratos de carbono, y para hipertensos, por su reducido
contenido en sodio, lo hacen muy recomendable y, así mismo, su alto con-
tenido en fibra es muy apropiado para suavizar problemas de estreñimiento.
Aunque al fruto no se le conocen otros aprovechamientos, la semilla, que
contiene un 35 % de aceites, se ha utilizado como remedio de farmacopea
para eliminar parásitos intestinales y aliviar trastornos de las vías urinarias.
Agua 90-95 %
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