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3.7 Antropologia de La Muerte
3.7 Antropologia de La Muerte
3.7 Antropologia de La Muerte
Por una parte, nos permite entender cómo el ser humano ha ido
construyendo la religión a través de la veneración de los muertos
(pasando del politeísmo al monoteísmo);
“La actividad ritual tiene por fin como objeto también el "tratamiento" (la
interpretación y el dominio) del acontecimiento (la enfermedad, la muerte,
el accidente, el hecho fortuito); es decir, se trata de circunscribir el
surgimiento de un otro completamente diferente, de situarlo y de reducirlo
progresivamente a lo ya conocido y, en la medida de lo posible, a lo mismo
(…) En todos esos casos, la identificación supone el establecimiento de
una relación, no la asignación a una categoría esencializada” (Augé
1998a: 25-26).
Dice Norbert Elias que la “problemática
sociológica de la muerte” aparece cuando se
considera que “lo decisivo para la relación del
hombre con la muerte no es sencillamente el
proceso biológico en sí, sino la idea de la
muerte”, idea que tiene una particularidad
sociohistórica y que por lo tanto va
cambiando, así como también las actitudes
de los hombres frente a ésta.
Este autor señala que, si bien en nuestra sociedad prima una
imagen de muerte “natural”, “normal”, pacífica, consecuencia
de la enfermedad y la vejez, en tanto que las muertes
violentas (causadas por crímenes o accidentes) son vistas
como casos excepcionales
La muerte
es un hecho social
paulatinamente institucionalizado
al trasladarse del hogar a los hospitales,
sea por aliviar el sufrimiento del que agoniza,
o por miedo de morir sin atención;
el número de pacientes
que muere en las instituciones sanitarias
es una tendencia que va en aumento,
“la muerte, que en un 80% de los casos
sobreviene a partir de ahora
en el hospital o en la clínica,
está totalmente medicalizada”
PROST; VINCENT, 1991
La evolución de las ciencias y los saberes técnicos
expresa la dominación del ser humano sobre la biología
intentando alargar la vida hasta sus últimas
circunstancias, donde la “incapacidad para suprimir la
muerte es vivida como un fracaso de su saber y de su
poder” (PROST; VINCENT, 1991).
Philippe Ariés remarca que ahora lo cotidiano
es morir en el hospital, rodeado no tanto de
seres queridos como de un equipo de
especialistas en morir (ARIÉS, 1984), siendo el
profesional de enfermería quien en su labor
hace frente a la atención de estos pacientes
que agonizan.
Para el profesional de enfermería
toda práctica
está orientada y emerge
de representaciones
imposibles de desligar de su labor diaria;
sin embargo,
la mayoría de sus acciones
son vistas como técnicas o científicas,
sin darle el valor social que ellas connotan.
Los profesionales de la salud,
durante su desempeño laboral,
fusionan sus saberes técnicos y científicos
con el conocimiento empírico y social,
pero, como generalmente se atribuye a las prácticas
una racionalidad técnica,
lo que se documenta en las historias clínicas de los pacientes
y en los reportes de la guardia de trabajo
en las áreas clínicas son las técnicas
y procedimientos y no los saberes prácticos
utilizados para afrontar
los acontecimientos en las emergencias.
El proceso de muerte y la enfermería:
un enfoque relacional.
La muerte y la enfermería
La muerte
es un acontecimiento
inevitable y universal,
pero “las actitudes hacia los
moribundos y hacia la muerte […]
no son ni inalterables ni accidentales”,
son peculiaridades
de sociedades determinadas
(ELÍAS, 2011, p. 131).
Los padecimientos,
los modos de enfermar y de morir
son procesos históricos
.socialmente construidos según las
condiciones de vida
de los conjuntos sociales
y sus modos de afrontarlos,
produciendo sentidos y
significaciones individuales y
colectivas que se exteriorizan de
diferentes formas.
(GRIMBERG, 1998, MENÉNDEZ, 1990)
La muerte es un hecho social
que ha pasado a ser institucionalizado
La instauración de ella en los hospitales, ya sea por deseo de
prolongar la vida o por el miedo de morir sin atención, ha
alejado este acontecimiento del entorno colectivo donde era
visto como un evento natural:
“Y entre tanta tecnología y sin alma,
entre tantos objetos inanimados y casi ningún sujeto
¿cómo percibir el rasgo de humanidad en todo acto médico?”
(GHERARDI, 2007).