EDUCACIÓN EMOCIONAL (1er Cap)
EDUCACIÓN EMOCIONAL (1er Cap)
EDUCACIÓN EMOCIONAL (1er Cap)
Bisquerra, Rafael
Educación emocional : 50 preguntas y respuestas / Rafael Bisquerra ; Èlia
López-Cassá.- 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : El Ateneo, 2020.
176 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-950-02-1061-4
ISBN 978-950-02-1060-7
1ª edición: mayo de 2020
7
En el primer capítulo, “Las emociones y su clasificación”,
se refiere de forma general al concepto de emoción; la dife-
rencia entre emoción, sentimiento y fenómenos afectivos; la
tipología y clasificación de las emociones; y la relación exis-
tente entre emoción, actitudes y valores. Estos conceptos son
el primer paso para hablar de educación emocional.
En el segundo capítulo, “El cerebro y las emociones”, se
ofrece información sobre cómo el cerebro procesa las emocio-
nes, incluyendo la regulación emocional, y otras competencias
y procesos emocionales. Es un capítulo dedicado a la neuro-
ciencia como base de la educación emocional.
En el tercer capítulo, “Inteligencia emocional o competen-
cia emocional”, se trata el concepto de inteligencia emocional
desde diferentes modelos teóricos, se define la competencia
emocional y se presenta el modelo pentagonal de competen-
cias. La pregunta que encabeza permite argumentar por qué
utilizamos la expresión “competencias emocionales”.
“La educación emocional” encabeza el cuarto capítulo,
donde se incluye la definición, los objetivos y contenidos de la
educación emocional, se resalta su importancia y necesidad,
así como las evidencias de los beneficios de su puesta en prác-
tica, considerando investigaciones científicas de reconocido
prestigio.
En el quinto capítulo, “El papel de la psicología positiva en
la educación emocional”, se aporta un marco general de las
aplicaciones de la psicología positiva a la educación, como el
8
estudio sobre las fortalezas y virtudes humanas, y el Progra-
ma Aulas Felices, entre otras.
“La educación emocional en la práctica” es, probable-
mente, uno de los temas de mayor interés. En este capítulo
se ofrecen ejemplos factibles de realizar en las institucio-
nes educativas, qué metodologías resultan más eficientes,
el papel del docente ante el aprendizaje emocional, la edu-
cación emocional como tema transversal y su transferencia
a la comunidad.
El séptimo capítulo, “Los recursos para la educación emo-
cional”, da respuesta a qué tipo de medios utilizar para la edu-
cación emocional, el valor de los materiales y una variedad de
actividades destinadas a la educación inicial, primaria y se-
cundaria.
Uno de los objetivos en los que está puesto el foco de la
educación emocional es la prevención de la violencia, y a esto
apunta el octavo capítulo, “La educación emocional para pre-
venir la violencia”. La regulación emocional y, en concreto, la
gestión de la ira como estrategias para prevenir la violencia
son una propuesta que debería estar presente en todas las ins-
tituciones educativas del mundo.
En el noveno capítulo de preguntas se plantea la cuestión
acerca de “El papel de la evaluación en la educación emocio-
nal”, y en él se expone la necesidad de evaluar la práctica de
la educación emocional. Se hace referencia a qué aspectos
evaluar, además de ofrecer ejemplos de instrumentos para
9
la evaluación de la educación emocional y el desarrollo de las
competencias emocionales.
El capítulo diez va más allá de la educación emocional: “La
finalidad última de la educación emocional”. Sería convenien-
te que esta reflexión la hiciera todo el profesorado en ejer-
cicio, ya que muchas veces no tener clara la finalidad lleva a
centrarse en los medios. Dicen, en tono humorístico, que el
fanatismo consiste en redoblar los esfuerzos cuando se han
perdido de vista los objetivos. Se reflexiona sobre este tema
con la intención de relacionar la finalidad de la educación con
la de la educación emocional.
Uno de los propósitos de este libro es sensibilizar sobre la
importancia y necesidad de la educación emocional y promo-
ver una práctica fundamentada. Con la intención de facilitar y
ampliar lo que en esta obra se expone, al final de ella se ofrece
una bibliografía bajo la pregunta “¿Qué bibliografía consultar
para saber más?”.
Confiamos en que la lectura de este texto responda a al-
gunas de las cuestiones más relevantes que se formulan los
profesionales de la educación y otras personas interesadas en
la educación emocional. Nos gustaría que su lectura fuera un
primer paso para abrir el apetito sobre este tema y saber más,
de cara a una puesta en práctica con las mayores probabilida-
des de acertar y de ser eficientes.
10
Las emociones
y su clasificación
11
1
¿Qué son las emociones?
12
a alguna parte del cuerpo donde sentimos la emoción con más
intensidad. Por ejemplo, el corazón, el estómago.
La respuesta o componente comportamental se manifiesta
principalmente en el lenguaje no verbal. El cuerpo, además de
sentir (respuesta neurofisiológica), también expresa lo que
siente. En la cara es donde se manifiestan con más claridad
las emociones: a través de la sonrisa, reír, llorar, mostrar ges-
tos de espanto, de ira, entre otros. El semblante, la postura del
cuerpo, de los brazos, etc. reflejan la emoción que uno experi-
menta y son el componente comportamental.
El componente cognitivo hace referencia a tomar conciencia
de la emoción que experimentamos y ponerle nombre en fun-
ción del dominio del vocabulario. La toma de conciencia de las
emociones que experimentamos se ve potenciada con el uso
del lenguaje. De ahí la importancia del dominio del lenguaje de
las emociones.
13
continuación, basada en trabajos anteriores de Bisquerra
(2016), resume el concepto de emoción.
Neurofisiológica
Cognitiva
Figura 1.1. Emoción: concepto.
14
vista objetivo, solo se trata de que una pelota pase o no por
una puerta imaginaria formada por tres palos. La trascenden-
cia histórica de que una pelota entre en el arco, es decir, pase
entre los tres palos, se puede considerar nula. Pero, para los
seguidores de los equipos, o para los aficionados que miran
o escuchan el partido, este acontecimiento tiene el poder de
activar emociones fuertes.
Las personas aprendemos a valorar los acontecimientos en
un contexto social que crea contagios emocionales y climas
emocionales. Según cómo sean estos en nuestra familia, en la
escuela, con los amigos, en los medios de comunicación, etc.,
influirá en la forma en que experimentamos y expresamos
ciertas emociones. Por eso, es importante tomar conciencia
del estilo valorativo que cada uno ha desarrollado en una inte-
racción permanente entre las características personales y un
contexto ambiental. Al tomar conciencia de nuestro estilo va-
lorativo, podemos cambiarlo con la intención de que sea más
adaptativo.
Respecto del componente neurofisiológico, la intervención
educativa puede utilizar técnicas de relajación, respiración,
control físico corporal, etc. Desde la educación emocional se
recomienda que la práctica del remind (relajación, respiración,
meditación, mindfulness) sea continua, de ser posible cada día,
en las instituciones educativas.
La educación de la respuesta comportamental puede incluir
habilidades sociales, control de la impulsividad, expresión ma-
15
tizada de las emociones, entrenamiento y gimnasia emocional,
etc. La educación emocional tiene por objetivo ayudar a que se
adopten comportamientos apropiados a los estímulos que re-
cibimos en un contexto dado.
La educación de la respuesta cognitiva consiste en tomar
conciencia de nuestras decisiones sobre qué emociones que-
remos alargar o acortar. Fijémonos en la diferencia entre alar-
gar la ira, el enojo, el miedo, la ansiedad o la tristeza, y en cam-
bio acortar las alegrías y el bienestar, o todo lo contrario. Las
decisiones que adoptamos sobre las emociones que alargamos
o acortamos van a afectar de manera directa nuestro bienes-
tar emocional o la felicidad. Esto es particularmente impor-
tante y conviene tener una clara conciencia de ello. A veces no
le damos la importancia necesaria a la regulación emocional,
por eso este es uno de los aspectos esenciales de la educación
emocional.
En resumen, es posible considerar que una emoción es una
respuesta compleja del organismo, que se activa a partir de
acontecimientos externos o internos que valoramos como im-
portantes (para la salud, la supervivencia, el bienestar), lo cual
a su vez activa una triple respuesta neurofisiológica, compor-
tamental y cognitiva, que predispone a actuar de determinada
forma (Bisquerra, 2009, 2016).
16