Concept">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Gabriel Noel y Pablo Seman

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

EI concepto de cultura popular

como marco de la religiosidad popular

GABRIEL NOEl I PABLO SEMAN

..
Como sefialan con insistencia aun sus mismos usuarios -0 quizas de-
hieramos decir especialmente sus usuarios - «culturas populares» ha deve-
nido una expresion incomoda e inconveniente para referirse a la experien-
cia de los sectores populares. Asl 10 atestiguan las numerosas criticas que,
provenientes de diversas inspiraciones tanto teoricas como ideologicas, se-
nalan una insatisfaccion sostenida y respaldada analiticamente respecto de
las limitaciones descriptivas, explicativas 0 politicas del termino.
Sin embargo, tarnbien es un hecho innegable que la expresi6n «culturas
populares» se resiste a desaparecer, y que incluso prolifera y se rnultiplica
en los mismos contextos en los que es constantemente sometida a esas cri-
ticas continuadas, pertinentes y agudas. Ante esa ubicuidad, que puede
parecer a primera vista simple pertinente, nuestro deber de investigadores
es claramente preguntarnos si no hay algo mas que simple inercia en esa
innegable y notoria persistencia.
A 10 largo de este texto intentaremos precisamente acometer esta pre-
gunta, y propondremos-sin ignorar las criticas, claro esta- que esta per-
sistencia de la nocion de «culturas populares» remite a la posibilidad de
identificar, en un nivel de abstraccion adecuado, los efectos de ciertos pro-
cesos de sedimentacion historica en los sectores subalternos, asf como su
.eficacia en el presente. Mostraremos tambien como esta sedimentaci6n
tiene por contenido un conjunto de premisas que, aiin hoy en franco pro-
4 Gabriel Noel I Pablo Seman II r.nncepto de cultura popular como marco de la religiosidad popular 5

ceso de reestructuraci6n, sigue influyendo en los comportamientos y en Como balance de estas criticas que podriamos llamar «anticulturalis-
las direcciones en que ese conjunto se hibrida con determinados influjos y fl." al concepto de «cultura popular», por tanto, pod em os conservar dos
efectos de dispositivo que se operan en la sociedad contemporanea, I lomenros fundamentales. En primer lugar, que no tiene mayor sentido
y de heche es empiricamente falso - considerar la «cultura popular» co-
Algunas criticas habituales al concepto de cultura popular 1110 un «c6digo compartido» por sus «portadores», En segundo, que la mis-
1110 )0 debe ser concebida como un corpus aislado del terreno sociol6gico
Como sefialaramos en los parrafos precedentes, «cultura popular» re- que Ie da origen 0, mas espedficamente, que un concepto pertinente de
sulta hoy por hoy una expresi6n altamente inconveniente para referirse a eultura popular» debe tener en cuenta que tal «cultura popular» es la cul-
la experiencia de los sectores populares, tal como ha side sefialado una y turn de un grupo social que guarda relaciones definidas con otros grupos
otra vez por una serie de criticas de las que sin dificultad podemos hacer- Ij(lciales - «clases», si se quiere - de la misma sociedad (y de que clase de
nos eco. I laciones se trata, 10 veremos en breve).
Las mas frecuentes de entre de ellas participan de esas objeciones mas La obra de Pierre Bourdieu" hace pie en esta insatisfacci6n para inten-
o menos generalizadas que se han dirigido al concepto de cultura en las rnr construir una versi6n de la «cultura popular» que conserve bien a la
ultirnas decadas del siglo XXI y que hacen hincapie en la homogeneizaci6n vlllla la cuesti6n espedficamente sociol6gica de la relaci6n entre la posi-
impllcita y abusiva que sus usos mas clasicos suponen con frecuencia. Si l'I6n que un grupo ocupa en el espacio social y 10 que podrfarnos llamar
el concepto de cultura - 0 algunos de sus usos - supone contenidos com- IIUS «consumos culturales», poniendo de relieve que estos grupos se distri-
partidos mas 0 menos universalmente por el grupo del cual esa cultura se huyen en el mencionado espacio a 10 largo de un gradiente de poder -0,
predica, aquellos que hemos trabajado algunos afios entre los sectores po- 11I6sespecificamente, de posesi6n de diversas especies de capital, en parti-
pulares debemos sefialar con premura que esos usos describen mal y poco i ular el economico y el cultural-. Asi, para Bourdieu, la «cultura popular.
la proliferacion exuberante de representaciones y practicas que atraviesan aunque su cautela epistemologica 10 lleve a utilizar rara vez la expresion
la vida cotidiana de los sectores subalternos de la trama urbana. IIlcral- es una cultura que esta fuertemente atada a la situacion de doble
Otra critica relacionada -de la que tambien podemos hacernos eco sin enrencia, econ6mica y simb6lica, de los sectores populares. En sus pala-
mayores dificultades- tiene que ver con los excesos «culturalistas» que, al bras, la cultura de los sectores populares es una cultura de «necesidad»,
menos desde ciertas tradiciones antropol6gicas nacionales como la esta- npuesta a la cultura «de libertad- propia de los sectores mas favorecidos
dounidense, hacen de la cultura una esfera aut6noma que la presenta, a I'll la distribuci6n de capitaies. Los sectores populares - siguiendo uno de
todos los efectos, como separada de sus arraigos sociol6gicos y estructu- los dicta bourdianos mas repetidos- «hacen de la necesidad, virtud- y asu-
rales. Si bien este ejercicio, aunque fiitil, puede llevarse a cabo con visos men como resultado de una eleccion en cierto sentido «degradada» 0 «de
de verosimilitud en las sociedades «insulates» - atolones de coral reserva- segunda seleccion- 10 que no es mas que una inevitable y necesaria adap-
ciones, «tribus» pacificadas - en las que los antropologos en los inicios de locion a su limitada cap acid ad de maniobra. AS1, la cultura popular tiene
la disciplina llevaban a .cabo sus trabajos de campo, esta claro, como se- mucho de derivada - es un reflejo distorsionado de las culturas dominan-
fialan Grignon y Passeron2 que deviene mucho mas perjudicial - 0 incluso ICS - mucho de necesaria 0 determinada, los margenes de elecci6n son mi-
mistificador - en sociedades de clase como las nuestras, y particularmen- nimos -mucho de mistificadora- y la doxa presenta como preferencia 10
te cuando pensamos en los sectores populares que, lejos de componer una que no es mas que resultado de la necesidad.
sociedad «separada» 0 «aut6noma» (si es que tiene sentido hablar de tal Resulta obvio que pese a la superaci6n de los escollos culturalistas, Ia
cosa) entran en relaciones complejas y cruciales con otros sectores de la propuesta de Bourdieu tambien deja bastante que desear a la hora de cons-
misma sociedad a la que pertenecen. t ruir de un concepto fecundo de «cultura popular». En primer lugar, apa-
rece como una transcripcion mas 0 menos erudita de los prejuicios socio-
centrieos que las clases dominantes - y en particular las mejor provistas en
1. Cristoph Brumann. "Writing for Culture: Why a Successful Concept should
not be Discarded". En: Current Anthropology, n.O 40: (1999).
2. Claude Grignon y Jean-Louis Passeron. Lo culto y 10popular. Miserabilismo y 3. Pierre Bourdieu. La distinci6n. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid:
populismo en sodologiay en literatura. Buenos Aires: Nueva Vision, 1991. Taurus, 2006.
6 Gabriel Noel I Pablo Seman 7

terminos de capital culturallegitimo - tienen de los productos y consumos t I) UllOS en determinadas practicas culturales de los sectores populares
culturales de los sectores populares. Pero mas importante aun, porque lle- I lie - como hemos ya sugerido - la preocupaci6n principal de los ana-
vada a su logico extremo, esta teoria quita a los sectores populares toda I ''I, El problema es que el caracter «resistente- de una practica surge de
productividad: su cultura es siempre reactiva, derivada, secundum quid, , , operacion de irnputacion por parte del analista y - como la prolifica
resultado de un proceso de derrame 0 goteo que hace que productos de- II, rntura inspirada en este marco 10 prueba en abundancia- un analista
gradados -0 mas bien usos degradados de productos otrora legitimos- I uflcienrernente sutil siempre podra encontrar una manera de leer una
desciendan hacia las profundidades de la estructura social. II 'Ilea cualquiera como ejemplo de resistencia. ASl, los debates en torno
Con gusto Ie concedemos a Bourdieu los principales puntos de su crftica I III «cultura popular», 0 del caracter genuino 0 no popular de una practi-
anticulturalista: claramente no podemos obviar el hecho de que las «cultu- II uulquiera, se transforma en una competencia entre analistas por quien
ras populares» circulan en sectores sociales fuertemente constrefiidos por 'II uentra mas sentidos «resistentes- al interior de ella, 10 cual, como decia
su posicion de clase y marcados por un deficit relativo en el diferencial de I II lion, es como jugar a quien encuentra mas murcielagos en una tarjeta
poder, 0 de poses ion de uno u otro capital. Hacerlo implicaria el riesgo de I I !'il de Rorschach. Por otra parte, suponer que todo 10 que los sectores
reescribir la desigualdad como diferencia cultural, cayendo en un igualita- n qiulnres hacen es resultado de una tactica de resistencia es, claramen-
rismo idilico en el cuallas diferencias de clase no importarian, puesto que I hnputar a estos actores sociales una hiperracionalidad estrategica que
al fin y al cabo los pobres son «felices en su pobreza». Sin embargo debe- lilY probablernente no compartan. Al fin y al cabo, tal como 10 han recor-
riamos tarnbien responder a Bourdieu - como 10 han hecho sus discipulos lull) los ya repetidamente mencionados Grignon y Passeron, los sectores
ya citados, Grignon y Passeron - que la evidencia emplrica en el trabajo 'Ilulares tarnbien juegan, se entretienen, descansan.
con sectores populares nos muestra una dosis nada despreciable de crea- Pcro aun hay mas: siendo que la «cultura popular» es -siempre segun
tividad y productividad, no absoluta desde luego -lque 10 es, al fin y al 1.111 pcrspectivas- el dominio de la autenticidad, distinguir 10 autentico
cabo? - pero Sl afirmativa y hasta cierto punto -solo hasta ~ierto punto- I lu espurio tambien se vuelve una de las operaciones fundamentales de
autonorna. Volveremos en breve sobre este punto. I • modo de analisis. Una vez mas, autenticidad 0 caracter espurio son
En el polo contrario a la posicion bourdiana que acabamos de glosar (de ulmdo de una irnputaci6n analitica que coloca al analista en ellugar de
manera algo injusta y en exceso simplificada, como en toda glosa), en con- 1111110 que distribuye bendiciones a determinadas practicas y sanciones
tramos aquellas que con una vena gramsciana mas 0 menos laxa, leen las I ilgunas otras, en virtud de que se correspond an 0 no con sus criterios
«culturas populares- sobre todo como «culturas de resistencia», Para los "II nics preestablecidos respecto de 10 que debe ser una «buena» y «auten-
autores alineados en torno de estas posturas, 10 que debe hacer el analista , " 1111 pnktica popular: la santa indignaci6n que acompafia los arranques
de las «culturas populares» es bus car en elias las formas en las que los sec- "I t'xacerbados de estas cruzadas populistas, suele ser el mejor indica-
tores subordinados resisten las imposiciones de los sectores dominantes, IIII de 10 que esta en juego en estos «amllisis» y en esta indignacion, alza
mediados por las producciones culturales hegemonicas que estos utilizan I I I'ubcza - una vez mas - un sociocentrismo explicito que pretende dictar
para legitimarse. En esta concepcion, las «culturas populares» son ellugar Illulciones a las «culturas populares» a partir de 10 que, siguiendo las pro-
de la resistencia virtu0sa de los sectores populares, pero tambien el de la IIIIIH preferencias poHticas e ideologicas, se supone que estas deberfan ser 0
autenticidad, por oposicion a la mistificacion degradante de las culturas 'tW. Socio-centrismo en derto sentido invers~ al de inspiraci6n bourdia-
dominantes y masivas. .,I del que hablaramos hace unos parrafos, pero igualmente perjudicial a la
Si bien este punto de vista supera con claridad las limitaciones de la 'IInprension de la producci6n, consumo y circulaci6n de bienes culturales
perspectiva bourdiana que presentaramos en los parrafos precedentes, al 1110que tienen de especificamente «popular».
afirmar que la «cultura popular» es algo mas - no algo mas: mucho mas- "un as! y una vez mas, debemos reconocerle a estas perspectivas sus
que una version degradada de la cultura de los sectores dominantes, tam- IlIILOS: efectivamente encontramos en las «culturas populares», como
bien debe decirse que peca por un exceso de entusiasmo reflejado, epis- I 10hemos afirmado, un elemento creativo y productivo y - concedemos
temol6gicamente, en un exceso de imputacion analitica. Siendo que el su- , lI11bienesto de buen grado- podemos hallar tam bien en elias elementos
puesto principal de estas teorias es que en el fondo toda practica popular es II ~tstentes», en el doble sentido de la palabra «resistencia», esto es, como
una practica de resistencia, encontrar las formas y los sentidos de resisten- IlUsicion a la dominacion, pero tambien como algo que subsiste ante los
8 Gabriel Noel I Pablo Seman 111111)(0
de cultura popular como marco de la religiosidad popular 9

ernbates sostenidos de influencias y dispositivos diversos. La clave esta en ruruo en un caso como el otro, todos estos productos circulan en di-
no transformar estos rasgos innegablemente presentes en las practicas de v irsas direcciones a 10 largo y a 10 ancho del espacio social. Siendo
los sectores populares en atributos definitorios y omnipresentes de las rnis- tllll, una comprension fecunda de la «cultura popular» que nos per-
mas, maxime cuando esto implica permitir que las preferencias morales mlra escapar a la doble tenaza de la sobredeterrninacion bourdiana y
del analista -por loables y bien intencionadas que puedan ser- se pon- d I populismo vitalista, implica entenderla como una capacidad ac-
gan por delante de la reconstruccion ernpirica de estas misrnas practicas, tiva de r,elaboracion de las culturas convencionales a partir de una
Como hemos sefialado ya repetidas veces" creemos que uno de los meritos matriz a1'l:ernativa.5
del enfoque antropologico es su relativismo, es decir la pretension metodo- ',0 «cultura popular» contiene indudablemente elementos «resisten-
logica -y no moral, como frecuentemente se la lee- de tomarse en serio ICS»respecto de las culturas dominantes, pero no debe leerse toda
la diferencia de los diferentes en lugar de intentar valorarla en terminos practica popular como encarnaci6n de una operacion de resistencia.
de un as preferencias morales a las que se excluye de ese analisis y de esa La «cultura popular» debe analizarse con una inspiracion genuina-
puesta en parentesis que se declaran, ya virtud, ya necesidad, cuando se mente antropologica, esto es, una que busque superar el sociocen-
aplican a las preferencias de los otros.
trisrno de los investigadores para tomarla en serio en su diversidad
y en su diferencia, sin que esto implique ceder a Latentacion del en-
Pasos hacia un concepto de «cultura popular» capsulamiento 0 de la exotizacion.
Llegados al final de este recorrido enrico -simplificado en exceso, in- Avnnzando sobre esta lista de atributos, postulamos que la complejidad
sistimos - que acabamos de realizar a traves de algunas de las principales uherente a la «cultura popular» puede abordarse fructiferamente desde el
concepciones respecto del concepto de «cultura popular» hemos arribado a
algunas constataciones que creemos que un concepto analiticamente per-
.. mcepto de experiencia" entendida en su triple dimension de mediaci6n,
uuodo hist6rico y operador a futuro. Mediaci6n, en tanto las biografias
tinente y heuristicamente fecundo de «cultura popular» debiera tener en It los acto res populares se construyen en dialogo con una serie de reper-
1111 los que artieulan - y son artieulados - por ciertas formas especificas de
cuenta.
IIhjclividad que dan tono y reconfiguran aquellos productos que circulan
• La «cultura popular» debe ser entendida de manera plural: la pre- truves de ellos: aun cuando muehos de los produetos que componen los
tension culturalista de «un pueblo, una cultura» debe ser reemplaza- I,'pt'rtorios populares provengan - por asf decirlo - «de fuera», son leidos
da por la constatacion empiricamente inspirada de que las culturas I hucrprerados a traves de matrices de subjetividad provistas por y a tra-
populares cobijan en su sene tendencias multiples - e incluso poten- ~ de SLl experiencia como aetores de seetores populares. Resultado his-
cialmente contradictorias-. IIl,lco, en tanto estas matrices se nutren de elementos que con frecuencia
• La «cultura popular» debe ser analizada teniendo en cuenta sus rai- III ovienen de derivas historicas de larga duracion -y de que tan larga nos
ces sociologicas, esto es, la/elacion que guardan quienes la produ- Ill'uparemos en breve- que suelen mostrar una considerable resistencia al
cen, la consumen y la ponen en circulacion con el resto de los actores •IImbioy una correlativa persistencia a 10 largo de escenarios sociales e his-
que componen la sociedad de la que estos forman parte. El ,<diferen- IMicos cambiantes. Operador afuturo en cuanto estas matrices permiten
cia1de poder» entre los sectores subalternos y los sectores dominan- C I)llstmir - en cierto sentido como el habitus para Bourdieu - esquemas de
tes, en particular, debe ser tenido siempre a la vista. Jll'rcepcion y disposiciones que estructuran el terreno cognitivo, yafectivo
• La «cultura popular» debe ser concebida como un repertorio - 0 una ubre el cual se inscribiran apropiaeiones futuras.
serie de repertorios- que cobijan productos de diverse origen social. Es por esto que, como deciamos al principio de este texto, creemos que
Algunos de ellos -esto es innegable- provienen de los dominies de Ihecho de que, pese a sus limitaciones, oscuridades y ambigiiedades per-
las culturas dominantes 0 masivas. Ottos sin embargo, surgen, cir-
culan y se perpetuan al interior de los mismos sectores populares. Y 5. Daniel Miguez y Pablo Seman. Entre santos, cumbias y piquetes. Las culturas
flOl'ulares en la argentina reciente. Buenos Aires: Bib}os,2006, pags. 21;~2.
4. Pablo Seman. Bajo continuo. Exploraciones descentradas sobre cultura popu- 6. Ed;ward Thompson. Costumbres en comun. Barcelona: Cntlca, 1995,
lary masiva. Buenos Aires: Gorla, 2006, pag. 24. pags.21-22.
10 Gabriel Noel I Pablo Seman II concepto de cultura popular como marco de la religiosidad popular 11

sistentes, el concepto de «cultura popular- se resista a desaparecer debe III?S,dandoles una cierta recursividad que permite una caracterizacion ge-
ser entendido como sintoma de que el mismo esta cumpliendo algun papel ucral».'? .
-«haciendo algun trabajo», en los terrninos de Brubaker y Cooper -" que Sin embargo, hasta este punto no hemos hecho mas que procurar la ilu-
no debemos desestimar. Nuestra hipotesis y nuestra apuesta es que este minacion de la logica segun la cual esa «cultura popular» que resulta de un
concepto remite a la posibilidad de identificar, en un nivel de abstraccion proceso de sedimentaci6n hist6rica, se estructura y produce sus efectos.
adecuado, los ejectos acumulados de los procesos de sedimentaci6n hist6rica A fin de que la definicion resulte algo mas que una declaracion, deberia
y su eficacia en el presente. "ompltarse con un analisis empiricamente fund ado acerca de los conte-
«Sedimentacion» es aqui el concepto clave que nos perrnite, rompiendo uidos concretos de ese proceso de sedimentaci6n en determinados escena-
con el culturalismo ingenuo del quod ubique, quod semper, quod ab omni- t los especifieos habitados - material y simbolicarnente - por aetores perte-
bus, conservar a la vista el hecho innegable de que existen continuidades nccientes a sectores populaces. Precisamente esto es 10 que intentaremos
de mediano 0 incluso de largo plazo - todo 10 contingentes e historicas que hacer a 10 largo de esta ultima secci6n de nuestro texto, haciendo hincapie
se quieran, pero no por eso menos durables 0 productivas- que, incorpo- sobre algunos de los mod os en los cuales estas matrices interpelan repre-
radas e inscriptas en la subjetividad de estos actores «populates», confi- sentaciones y practicas pertenecientes al campo que se suele denominar
guran formas especificas de apropiacion de las «novedades»." La «cultura ..religiose», produciendo una forma cultural especifica y reconocible a la
popular» puede ser entendida, de esta manera, como una matriz - incons- que se suele Ilamar «religiosidad popular». 11
ciente, S1,pero no inmutable ni estructuralmente sobredeterminada - que Como hemos mostrado ya en otra parte" en las barriadas de sectores
resulta de una configuracion historica y, en cuanto tal, permanece abierta a populares urbanos coexisten discursos y practicas religiosas de muy diver-
cambios y derivas de esa misma naruraleza.? Esta forrnulacion nos permite sa procedencia: instituciones pertenecientes a denominaciones «histori-
historizar y reponer la contingencia a la vez que referir momentos especi- cas» - catolicismo, pentecostalisrno - discursos de inspiracion psicologica
ficos de articulacion de «10popular», sin por ella negar la pertlnencia de la o psicoanalitica que encuentran sus patrias de origen en una elase media
critica a la idea de una «cultura popular». urbana mas 0 menos ilustrada, practicas que resultan de transitos y trans-
cripciones mas 0 menos complejas de determinadas creencias que pueden
«Cultura popular» y «culturas populares» rernitirse a las comunidades de origen de los migrantes internos 0 exter-
nos que suelen habitar estos espacios. Sin embargo, y siguiendo el razona-
Hasta ahora hemos estado discutiendo el concepto de «cultura popu- miento que desplegararnos en las secciones precedentes, estas creencias y
lap>en un nivel mayormente abstracto, en un plano que intenta responder cstas practicas - sin importar Sll origen, su procedencia 0 su via de acce-
a la doble pregunta por la naturaleza y por la especificidad del concepto. so- son ensarnbladas, articuladas, interpretadas con arreglo a una 16gica
Como hemos argumentado, en este plano, «las culturas populares sedan cuya especificidad debe buscarse, creemos, fuera de elias, en relaci6n con
los sistemas de representacion y practicas que construyen en interacciones esos procesos de sedimentaci6n hist6rica a los que hemos estado haciendo
situadas quienes tienen menores l;iveles de participacion en la distribucion referencia una y otra vez.
de los recursos de valor instrumental, el poder y el prestigio social C•.• ). Las atributos fundamentales de esa logica que subrayaremos a 10 lar-
Los sistemas de representacion y practica emergentes son un epifen6meno go de este argumento son tres: es cosmol6gica, en tanto presllpone que
de la posicion de los actores en la estructura social y estan mediados por ,,10sagrado» se encuentra no en un «mas a11a»discontinuo respecto de la
una matriz cultural que regula (sin determinar totaImente) las produccio- cxperiencia cotidiana, sino en un «mas aca» intimamente relacionado con
csta, es hoUstica y es relacional en la medida en que afirma un continuum
7. Rogers Brubaker y Cooper Frederick. «Mas alia de "identidad"». En: Apun-
tes de Investigaci6n del CECYP, n.O7: Cabril de 2001). Ed. por Fundacion del Sur, 10. Ibid.
pags.30-67. 11. Seman, Bajo continuo. Exploraciones descentradas sobre cultura popular y
8. Seman, Bajo continuo. Exploraciones descentradas sobre cultura popular y masiva, pags. 35-60; Pablo Seman. «EI pentecostalismo y la religiosidad de los
masiva, pag. 24. sectores populares». En: Desde abajo. La transformaci6n de las identidades sociales.
9. Miguez y Seman, Entre santos, cumbias y piquetes. Las culturas populares en Compopor Maristella Svampa. Buenos Aires: Biblos-UNGS, 2000.
la argentina recieme, pag. 21. . 12. Seman, «El pentecostalismo y la religiosidad de los sectores populares».
II 1 mcopto 13
12 Gabriel Noel I Pablo Seman de cultura popular como marco de la religiosidad popular

de experiencias pertenecientes a categorias que la modernidad suele pre- I •uro de cada una de las cuales distintas persona pueden encontrar su ver-
sentar como separadas, a la vez que destaca el caracter de parte que cad a I HI 0 ecumenica -todas las religiones compartirian un fondo comun- la
sujeto tiene respecto de esas totalidades. Estos tres rasgos definen, conjun- !If losidad popular articu1a una vision segun 1a cua1 to?as las religiones
tamente, una concepcion del mundo que informa la percepcion del cuerpo 11\ formas simu1taneas y complementanas - aunque no iguales - de acce-
y de sus componentes, la del lazo social que une a esos sujetos populares 1,110 sagrado y, por tanto, de distribuci6n de los bienes que se consideran
con diversas clases de «otros» y con la totalidad, y la forma, naturaleza y I I dos. Asi se comprende el hecho de que los actores de sectores popula-
localizacion de eso que podemos denominar «10 sagrado». Esta matriz no ,, Iccurran simultdneamente a especialistas de diversas denominaciones
sup one -como se ha afirmado obsesivamente desde ciertas posturas- una " IIMlosas, con el objeto de acumular y multiplicar s~s e~~ctos, en un esce-
forma «confusa», «erronea» 0 «degradada» de las creencias 0 las practices '. 1110 donde - a diferencia del ecumemsmo de mspiracion moderna - las
religiosas, sino mas bien, como hemos seiialado una y otra vez, una logi- llversas denominaciones son ordenadas y jerarquizadas en una serie de
ca popular, sedimentada y especifica que se aplica a elias y las reinscribe I onomias que permiten composiciones diversas y siempre cambiantes.
en un nuevo registro que habilita practicas alternativas de produccion y
lectura. 1II)IIstica

Cosmol6gica La experiencia popular, por otra parte, implica la vigen~!a de ~ractica~


Icpresentaciones que suponen categortas ,de mrerpretacion hohs~as, aSI
Caracterizar la experiencia popular como cosmologica significa poner- IIm10 una unidad entre los fenomenos «ffsicos» y «morales». Segun este
la en contraste con una serie de distinciones de raigambre modema y mas luillsrno 1a persona es concebida como una unidad diferenciada en,t~e ins-
o menos homologas que establecen una cisura entre el «aquf y ahora- y el I tncias en ultimo termino conectadas, de manera tal que una afeccion que
«mas alla», «10 sagrado» y «10 profane», «10 trascendente y 10 cotidiano», unpacte sobre cualquiera de elias tendra, necesariamente, efectos sobre las
«10 humano» y «10 divino». La vision cosmologica de la experiencia popu- '1111 antes en una economia de fluid os, emociones y slntomas que enhebran
lar se articula al margen de estas distinciones, de manera que para ella 10 Inft diversas facetas del bienestar y el malestar. De esta manera, a la ?is~n-
sagrado no es sino un nivel mas de una unica realidad. La diferencia entre I 1611modern a entre ,,10 fisico» 0 ,,10 biologico» y «10 moral» 0 ,,10 arurruco-

esta posicion y su contraparte moderna puede verse claramente en dos ma- ,.lcologico-espiritual» se opone una co~cep~ion .que considera cualquier
nifestaciones dave: una que tiene que ver con la nocion de milagro, y otra I~'ccion como una serie de vaivenes y de ImplicaCIOnes mutuas - y, en sen-
que hace al modo de concebir la existencia de una pluralidad de religiones. lido amplio causales - entre 10 fisico Y10 moral. ,
Respecto del primer pun to tengamos en cuenta que segtin la nocion {\ su vez, estos polos fisico y animico se encuentran tendldos sobre ~n
I ontexto mas amplio que podria ser llamado «sobrenatural» - una vez mas,
moderna, el milagro es un hecho excepcional e inexplicable, una ruptura
sobrenatural que se destaca con fuerza paradojica sobre la logica habitual Milo despojamos de sus connotaciones modernas y sociocent~icas - yen el
de los hechos. Sin embargo, no es este el modo en que el milagro es con- "ue se inscriben trayectorias del orden de 10,sagrado susceptl~le~ de tener
ceb~do, narrado e interpretado en la experiencia popular: alIi el milagro Ifcctos positivos 0 negativos respecto del blenestar 0 e1 ~u~lmlento per-
es slmplemente una parte mas de una trama de la vida cotidiana que enla- .onales. Puesto de manera ligeramente diferente, la contmUldad entr~ 10
IINlcoy 10 moral y su prolongacion en 10 espiritual resultan. en la atnbu-
za 10 que nosotros denominariamos «10 natural» y «10 sobrenatural», en un
d6n de un cankter moral a la enfermedad 0 a los sucesos mfortunados,
esquema de sobredeterminacion que no en ultimo termino muestra solu-
10cual se muestra consistente con la concepcion cosmologica que enhebra
cion de continuidad entre uno yotro nive!. La nocion de milagro no seiiala
..10 cotidiano» y ,,10 sagrado» y a la que ya nos hemos referido en el punto
ninglma ruptura ni ninguna excepcion, simplemente subraya la eficacia de
uno de los principios constitutivos de 10 real. Ilrcviamente abordado.
En 10 que hace al segundo punto, tambien encontramos una diferencia
significativa respecto de la interpretacion de la pluralidad de religiones.
Alii donde desde el punto de vista moderno solo cabe una actitud dogmati-
ea - una sola religion verdadera - pluralista - una multitud de religiones,
14 Gabriel Noel I Pablo Seman [I concepto de cultura popular como marco de la religiosidad popular 15

Relacional cipios que describimos. Por otro lado tampoco afecta esta interpretacion
el hecho de que puedan discernirse principios y articulaciones semejantes
Por ultimo, el caracter relacional de la experiencia popular implica el en otros grupos sociales: la correlaci6n es en terrninos de probabilidades y,
reconocimiento de un lazo entre cad a hombre, sus semejantes y 10 sagra- por otra parte, nuestras hip6tesis sostienen la necesidad de una teoria de la
do que diferencia y jerarquiza, por oposicion a la experiencia moderna que diferenciacion cultural que, mas alla de las actuales e imprescindibles cri-
plantea una relacion con 10 sagrado de seres individuados e iguales fren- ucas al con'pto de cultura, se asocia problernaticamente a una teoria de
te a un principio sobrenatural y divino. La relacion con 10 sagrado forma la diferenciaci6n social (esto aun asumiendo que la division social/cultural
parte, en la experiencia popular, de una economia que tiene como centro y sea totalmente impropia y que recurriendo a estos terrninos, recurrimos a
como unidad relevante ciertos valores que refieren a una familia concebida una convencion mas que a una tradicion teo rica) .
a partir de una estructura jerarquica y complementaria mas que a sujetos
autonornos portadores de derechos individuales. Alli donde la experien-
cia moderna hace hincapie en el yo, su libertad, sus deseos y todo 10 que
Dios ha reservado a ese individuo, la experiencia popular, en tanto rela-
donal, involucra siempre un yo anclado en una red de reciprocidades que
determinan obligaciones mutuas segun una tramajerarquizada de papeles
y responsabilidades familiares.
La experiencia relacional supone, por tanto, un colectivo que no debe
entenderse como una suma de individuos relacionados en forma intima y
personal con la divinidad, sino mas bien como una comunTdad concebida
como totalidad y como conjunto internamente diferenciado yjerarquizado
en la cual cada actor influye espiritualmente sobre los otros, de modo tal
que 10 sagrado circula a traves de los lazos sociales, y especialmente de los
de parentesco.
La religiosidad popular articulada sobre estos tres principios - princi-
pios que, de mas esta decirlo, no agotan la complejidad del campo ni re-
presentan la {mica matriz presente en el mismo - rnuestra de que manera
determinados influjos provenientes de inspiraciones y tradiciones diversas,
entran en contacto con una matriz popular que resulta de la sedimentacion
de determinadas maneras de ser, percibir y sentir 10 sagrado, la persona y
ellazo social, para producir as! configuraciones especificas y reconocibles
en las que, siguiendo la inspiraci6n antropologica ya mencionada, hare-
mos bien en reconocer una logica por derecho propio en lugar de una for-
ma degradada de la religiosidad comme ilfaut. El concepto de «cultura
popular», por incornodo y problernatico que pueda ser, nos permite, tal co-
mo 10 hemos definido, iluminar aun algo del orden de la diferencia, sin
trivializarla ni congelarla en un esencialisrno exotizante. El hecho de que
puedan ofrecerse una serie de casos contrarios a esta interpretacion, no
afecta 10 que proponemos por dos razones fundamentales: no afirmamos
que estos principio excluyan la posibilidad de que la individualizacion 0
la igualdad se manifiesten e influyan en la experiencia, pero si afirmamos
que historicamente su papel dista de ser tan gravitante como el de los prin-

También podría gustarte