Morley - Medios, Modernidad y Tecnologia
Morley - Medios, Modernidad y Tecnologia
Morley - Medios, Modernidad y Tecnologia
Se ha vuelto necesario estudiar la cultura en nuevos territorios. La industrializacin y la globalizacin de los procesos culturales, adems de modificar el papel de los intelectuales y los artistas, provoca que se interesen
tambin en este campo los empresarios y los economistas, los gestores de
proyectos culturales y los animadores de la comunicacin y la participacin social. La serie Culturas dar a conocer estudios sobre estos nuevos
escenarios, as como enfoques interdisciplinarios de las reas clsicas, las
artes y la literatura, la cultura popular, los conflictos fronterizos, los desafos culturales del desarrollo y la ciudadana. Daremos preferencia a estudios en espaol y en otras lenguas que estn renovando tanto el trabajo de
las disciplinas dedicadas a la cultura antropologa, historia y comunicacin como los campos del conocimiento que se abren para estos temas
en la economa, la tecnologa y la gestin sociopoltica.
TERESA PIRES DO RIO CALDEIRA
JOOST SMIERS
Ciudad de muros
Un mundo sin copyright
MEDIOS,
MODERNIDAD
Y TECNOLOGIA
Hacia una teora interdisciplinaria
de la cultura
David Morley
La mundializacin de la cultura
El recurso de la cultura
Usos de la cultura en la era global
ROSALA WINOCUR
Ciudadanos mediticos
La construccin de lo pblico en la radio
SCOTT MICHAELSEN
Y DAVID E. JOHNSON
GUSTAVO LINS RIBEIRO
Teora de la frontera
Los lmites de la poltica cultural
Postimperialismo
Cultura y poltica en el mundo
contemporneo
Poltica cultural
Un mundo sin copyright
Artes y medios en la globalizacin
TIENNE BALIBAR
RENATO ORTIZ
Mundializacin: saberes
y creencias
gedeil
NDICE
Ilustraciones
Agradecimientos
11
Introduccin
13
33
63
Fax 93 253 09 05
gedisa@gedisa.com
www.gedisa.com
121 rt/
171
ISBN: 978-84-9784-250-1
Depsito legal: B. 43386-2008
Diseo de coleccin:
225
249
Sans
Coda
275
ndice analtico
301
Ilustracin
Tras haber examinado algunas perspectivas tericas generales sobre las nuevas formas de modernidad y su geografa en
un nivel macro, me concentrar ahora en una microperspectiva sobre otra forma de novedad, en relacin con las nuevas
tecnologas de nuestro tiempo, sobre cmo han sido domesticadas y cmo vivimos con ellas en nuestra existencia cotidiana.
Mi inters especfico en este captulo es abordar las cuestiones
L de la identidad desde el punto de vista de cmo debemos com\ prenderTa idea de la casa mediatizada, y tambin abordar las
cuestiones de tecnologa desde el punto de vista de cmo podemos comprender tanto el proceso histrico de su domesticacin
como el fenmeno contemporneo de su dislocacin.
En este contexto tambin me propongo elaborar una perspectiva que trata de articular lo simblico con las dimensiones
materiales del anlisis. Lynn Spigel aborda este aspecto de otra manera cuando sostiene que el auge simultneo del suburbio producido por las masas y un lugar ubicuo llamado televisionland
(la tierra de la televisin) plantea una serie de cuestiones que hace
poco tiempo los acadmicos han comenzado a indagar . 1 Al replantear estas cuestiones retomo, siguiendo a Spigel, la formulacin de Raymond Williams de la privatizacin mvil a fin de
describir los estilos de vida de los suburbios mediatizados. Para
Williams, la privatizacin mvil ofrece la doble satisfaccin
de permitir a las personas quedarse en casa, seguras, dentro del
mbito de su seguridad ontolgica familiar, y al mismo tiempo
viajar (imaginaria o virtualmente) a lugares que las generaciones anteriores ni siquiera podan imaginar visitar. 2
Spigel sostiene que, por lo menos en el contexto norteamericano, se puede comprender la genealoga de las ideas sobre la do-
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mesticidad en un mundo saturado por los medios como un desarrollo en tres etapas principales en el perodo de posguerra. Como
ella observa, en la situacin inmediatamente posterior a la guerra
/ la televisin se vea, en gran medida, como agente de enlace, capaz
de juntar las vidas de los familiares qii-EhibiltiTid7seTa-rados por
la guerrultesidga se vea como un agente e ormas deseihres de' juntar a la familia .3 La primera etapa del desarrollo
de la televisin en el perodo de posguerra implic el modelo del
home theatre (basado en ideas de accesibilidad, de traer una salida imaginaria en la ciudad a la cultura domstica sedentaria de
espectadores pasivos, seguros en casa, en el crculo familiar, en
la sala de estar; permitir visitas imaginarias a los grandes placeres
de la ciudad y una sensacin falsa de estar participando en la vida
pblica, para familias que, en realidad, se quedaban seguras en los
suburbios. Esta primera etapa, segn opina Spigel, es la que encapsula realmente el modelo de la privatizacin mvil de Williams. Con el advenimiento de la televisin porttil en Estados
Unidos en los arios sesenta, destinada a simbolizar las aspiraciones de lo que la industria entonces imaginaba como una audiencia
mvil y ms activa de personas que estaban en la onda, este
modelo fue suplantado por el (an vigente) modelo del hogar
mvil, que se caracteriza no tanto por la privatizacin mvil,
sino por lo que la autora llama la movilidad privatizada .4
En la ltima etapa de estos desarrollos, como sostiene Spigel, se da el modelo de la casa inteligente digitalizada (a la que
nos referiremos ms adelante), que ofrece no tanto una imagen
de movilidad, sino un espacio sensible que, como suele decirse, trasciende profundamente las divisiones interior/exterior y trabajo/casa, en el sentido de que realmente hace innecesario trasladarse adonde sea. En su forma digitalizada, la misma casa se
puede considerar, en trminos de Virilio, como el ltimo vehculo, donde el confort, la seguridad y la estabilidad pueden convivir felizmente con la posibilidad de un vuelo instantneo digitalizado adonde sea, y la importacin instantnea en casa de
elementos deseados procedentes de cualquier otro lugar.s Sin
embargo, como veremos, todo este discurso high-tech suele estar cuidadosamente enmarcado y domesticado por una visin
ms bien nostlgica de los valores familiares.
123
125
enormemente y el acceso a esas tecnologas (y a la conectividad que ofrecen) depende en gran medida de donde uno est,
tanto en el espacio geogrfico como social.' En general, la distribucin de estas nuevas tecnologas copia las estructuras de poder establecidas, y los flujos del trfico por Internet tienden a seguir las rutas establecidas por las formas de comunicacin
anteriores. Como demuestra Matthew Zook, la economa de la
era de la informacin est lejos de ser sin lugar, y en realidad
la produccin de conocimiento est arraigada en lugares muy
particulares, lo que constituye un medio de innovacin geogrfico especfico. Como observa Castells en su introduccin al
trabajo de Zook, la ubicacin de los dominios de Internet es uno
de los patrones ms concentrados_en el plano espacial, no slo
por pas sino tambin por regin, e incluso por lugares especficos dentro de las reas metropolitanas.' Adems, como demuestra Zook, una parte muy desproporcionada de la produccin, la
distribucin y el consumo de datos sobre Internet tiene lugar, en
realidad, dentro del territorio geogrfico de Estados Unidos: no
slo la tercera parte de los nombres de dominios mundiales est
registrada en ese pas, sino que casi todo el trfico mundial de
Internet pasa a travs de trece servidores raz instalados en
Estados Unidos, que tienen los directorios maestros de los sufijos de dominios (.com, .net, .uk, .fr, etc.). Zook observa que la
gran paradoja es que, a pesar de la capacidad de Internet de trascender el espacio, la gran mayora de las compaas mundiales
punto.com sigue estando agrupada en un nmero muy pequeo de conglomeraciones urbanas: Nueva York, Los ngeles,
Londres y San Francisco.'
Adems, como ha demostrado el proyecto Globalised So- f
ciety en Copenhague, a pesar de todas las opiniones que anunciaban que Internet significara la muerte de la geografa, la pregun-1
ta Dnde ests? es una deTi1rnISTrsistentes en las sesiones
de clt por Internet, y preginits como .Miide-ViVSr- O, iriS
tcnicamerit,' -<Desde dnde ests posteando? aparecen con
mucha frecuencia-TTO-dbe-Si S Te-C
e -slTir un1seo continuo
de reterritorializar la incertrdihribre d'Tau-hiaciniiihefnte
a los mundos en lnea. En su estudio Sobre los espacios Ihr
---ternet para usuarios mltiples, Jenny Sunden observa que la
r- premisa de un espacio abstracto, fluctuante, es constantemente desafiada por los participantes que pasan una cantidad de
tiempo considerable en la creacin de anclajes geogrficos
para textos cuyos orgenes terrestres se ocultan en la interfaz
del ordenador .11
Anlogamente a las observaciones que he presentado ms
arriba sobre el uso de la hora britnica y las normas culturales britnicas en los centros de atencin telefnica en la India, los
investigadores de Copenhague tambin hallaron muchos ejemplos de lo que caracterizan como dar por sentado que Estados
Unidos es el lugar y la cultura de la red y de la norteamericanidad como la norma silenciosa o la posicin por default
del uso de Internet:2 Estas suposiciones estn incorporadas en
actitudes y prcticas que construyen a Estados Unidos como el
centro del universo en lnea y a las dems partes del mundo
como su periferia, y estn expresadas en frases hechas, como
cuando alguien se refiere a s mismo en lnea diciendo que escribe desde el sur, suponiendo que el destinatario del mensaje
entender que significa el sur de Estados Unidos; o cuando algunas personas se refieren a s mismas diciendo que estn en la
hora de la costa este, sin sentir la necesidad de indicar que
se trata de la costa este de determinado pas." En efecto, en ese
sentido Estados Unidos (y la hora de Estados Unidos) sigue conformando, en amplia medida, el horizonte de la percepcin de lo
que podramos llamar lo real en lnea.14
' Pongamos un ejemplo de otra tecnologa, a la que me referif ms adelante. Al igual que con Internet, la primera pregunta
;que se hace en muchas conversaciones por telfono mvil es
.Dnde ests?. A pesar de los argumentos de Meyrowitz de
1
yque al advenimiento de la televisin significa que nosotros
(quienesquiera que seamos) ahora vivimos en un otra parte generalizado, y no en un lugar que pueda especificarse, y a pesar
de la opinin de Wark de que ya no tenemos races u orgenes,
sino slo antenas y terminales, parece que, en realidad, an seI guimos habitandipcalidadesPo
srliCas realesi-qeas-imisni
tienen consecuencias muy reales para nuestras posibilidadesde.
n -c-ri-ocirhiento o accin.15
, Aunque tengamos que evitar los peligros de una nomaidologa demasiado generalizada de la vida posmoderna, las movilidades, del tipo que sean, sin duda son centrales para nuestro
anlisis. En este contexto, ahora la familia extendida tiene que
\ ser vista como la familia estrechada, gracias a las conexiones telefnicas a larga distancia, sobre todo en el caso de los inmi,grantes, que suelen gastar una gran parte de su salario en llamaIdas a su pas de origen. Como Roger Rouse dice, esto les permite
1no slo "estar en contacto", sino contribuir a tomar decisiones
participar en la vida familiar a distancia .' Esto pone en evidencia las maneras en que las personas se han adaptado a las capacidades que esas nuevas tecnologas les ofrecen para permitirles, literalmente, estar en dos lugares al mismo tiempo. Como
Kevin Robins y Asu Aksoy sostienen en su estudio de los inmigrantes turcos en Londres, esa capacidad de oscilar entre lugares
ahora no es, para muchos inmigrantes, ms que un hecho trivial
de la vida cotidiana, pues por lo general van y vienen, en diferentes momentos de un mismo da, entre canales de televisin
turcos y britnicos, entre conversaciones cara a cara en Londres
y llamadas telefnicas a larla distancia a parientes o amigos que
estn lejos, practicando una gran variedad de interacciones comunicativas por diferentes medios. En ese sentido, dando vuelta
a la panacea de Raymond Williams, Robins y Aksoy insisten en
que, para muchos inmigrantes, lo usual es ahora la cultura
transnacional, por lo menos en sus formas mediadas.25
Evidentemente, las nuevas tecnologas son cada vez ms importantes en la vida de muchas familias, no slo las de los inmigrantes. La investigacin realizada por Jan English-Lueck,
Charles Darrah y James Freeman de la San Jos State University
of California sobre Tener una familia en Silicon Valley deriva
de un estudio etnogrfico a largo plazo realizado como parte de
..
su Silicon Valley Cultures Project (Proyecto de culturas de Silicon Valley). Como centro de la industria informtica de California, Silicon Valley, con su concentracin sin igual de techies,
ofrece un laboratorio natural para el estudio de las ms actuales
aplicaciones tecnolgicas en la vida cotidiana y, en realidad, de
la saturacin tecnolgica de la vida domstica. Para dar slo
una idea, en ese contexto un entrevistado en el marco del proyecto se describi apologticamente como algo anticuado por
seguir escribiendo las notas donde organiza sus actividades diarias con lpiz y papel, en lugar de usar la Palm Pilot.'
Al investigar estas cuestiones, English-Lueck y sus colegas
estudiaron una gran variedad de lo que describen como los hogares infomatizados de la zona, que por lo general poseen
una masa bsica de dispositivos de informacin, incluidas grabadoras de cintas de vdeo, reproductores de CD, discos lser,
fax, contestador automtico, servicio de contestador automtico, pagers, ordenadores fijos y mviles, Palm Pilots y telfonos
mviles. As como Bausinger sostiene que, en lugar de estudiar
el uso de las tecnologas de medios una por una, deberamos
prestar atencin a cmo funcionan todas juntas, como conjuntos de medios, English-Lueck insiste en que no debera verse a esas personas como simples propietarias o usuarias de dispositivos individuales, sino como operadoras de ecosistemas
de tecnologa ."
Por supuesto, incluso en la vanguardia de la alta tecnologa los mismos dispositivos pueden utilizarse de varias maneras y pueden tener efectos contrarios en hogares de diferentes
tipos, juntando a familiares que ya mantienen una relacin cercana, al mismo tiempo que permite a otros alejarse y, por ende,
colocando los antiguos patrones de relaciones en formas mediadas y de una manera diferente.' As, en algunos casos se crean
nuevas redes de conexin mediante la produccin y el envo de
vdeos a travs del correo electrnico y, ahora, por la distribucin electrnica de imgenes fijas y mviles de la vida domstica a travs de la cmara del telfono mvil (los primeros pasos
del beb; lo que le pas a Jack al salir de la escuela hoy). En
otros casos, los miembros de la familia han manifestado sentir
placer por poder ser ms independientes y pasar ms tiempo f-
Sin duda, la vida familiar de nuestro tiempo est cambiando, mientras nos adaptamos a las nuevas tecnologas y hallamos
la manera de hacer frente a nuevas estructuras de trabajo y de
movilidad y, a pesar de su continua centralidad ideolgica, el
ncleo familiar estdegyendo.rpidmente en Occidente
sea-p~o-ate en definitiva, imp"or'tn-feTensar-demde, est el
IiireV" 57-Z6n-d U-gallina l este a'speCi, )ro es evidente que
necesitamos e- laborar un-Mdo-drriiii,s2u-e pueda 7rtiettlar
peramos el tiempo que perdimos por culpa del trnsito con las millas que recorre el viajero habitual. 45
140 /
Domesticacin y naturalizacin
141
142 /
143
del automvil reforzado con medios de comunicacin es inseparable de toda la infraestructura de comunicacin, de la que el
automvil slo es un punto de enlace. 53
Todo esto nos lleva a la necesidad de reconceptualizar una
nueva versin de la idea de Raymond Williams acerca de la privatizacin mvil, en la medida en que ahora las tecnologas que
pueden utilizarse para adoptar las nuevas formas virtuales de
viaje dentro de casa son mucho ms poderosas que lo que Williams haya podido imaginar. Sin embargo, conviene recordar
que las casas que fueron construidas en Levittown en el perodo de posguerra en Estados Unidos tambin tenan, como una
caracterstica clave de su deseabilidad, televisores empotrados
en las paredes de la sala de estar. La casa electrnica tiene una
historia, que haramos bien en recordar cuando imaginamos su
futuro." Adems, retomando la cuestin de la domesticacin de
las formas futuristas de tecnologa, como seala Allon, puede decirse que incluso Bill Gates representa la forma de vida familiar que imagina al comportarse en su casa de los sueos
totalmente conectada de la manera ms convencional, ms suburbana, lo que muestra que la futurologa casi siempre va hacia atrs en la misma medida que hacia delante."
La visin de Gates de la casa inteligente se basa en la produccin de un tipo particular de espacialidad conectada pero
muy domesticada, un modo de vida compatible con el espacio
de flujos de una aparente movilidad incontrolada. Adems, implica la produccin de una retrica implcita de la manera de habitar ese espacio, y la casa inteligente/conectada se presenta
como la manera de encontrar un lugar dentro de la gran red
global multinacional y descentrada de las comunicaciones. 56
3zista..po.r_la,
Ante todo, esta visin de ,la utpjtecn_91
casa instrumental ofrece una retrica de cmo vivir con conTrrite se
TErryseirTaZ en un mundo in-segiii:571
presenta como un recinto conectado, sensible y seguro, que ofre :,
ce una intensa sensacin de privacidad en un mundo de ciudades
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ouoJela; la A uewniem la 'apo, la :cuncind Jezgentud
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hace mucho se consideraba vergonzoso hablar de asuntos privados en pblico, [...] esos modales se han evaporado en esta era
de contacto perpetuo. Esta actitud queda bien evidenciada en
las observaciones de uno de los entrevistados por Bull, que simplemente dice que, cuando estoy hablando por telfono, [...] lo
que sucede a mi alrededor es secundario. [...] Estoy en mi pequeo mundo. Opero suponiendo que esas personas no me conocen [...] y yo no las conozco.
Parece que la esfera pblica, que funcionaba sobre la base de
la inatencin civil que, como observa Simmel, todos los ciudadanos se deban entre s, ahora para muchas personas se ha
desintegrado en una mezcla compleja de pequeas esferas pblicas diferentes y contradictorias que cohabitan en el mismo espacio geogrfico, de tal modo que se siente que ste no pertenece a
nadie, en lugar de a todos. As, uno no necesita adaptar su conducta a la presencia de los dems, pues hoy no conocer a los dems personalmente puede significar, literalmente, que stos no
cuentan para nada.'
Comunicaciones mviles: la historia del telfono mvil
, .
, .
lista de contactos de esa persona (como signo de su popularidad), con el principio de Les caigo bien a todos. Mirad: mi tarjeta Sim est llena?
Como sabemos, una llamada por telfono mvil irrumpe en
el espacio fsico de la esfera pblica de diferentes maneras: molesta a los dems pidiendo atencin de forma insistente o impone
una conversacin privada a quienes estn cerca del usuario
mediante una conversacin a alto volumen en la forma de lo
que, en Estados Unidos, se ha descrito como el cell-yell (expresin que significa hablar a gritos por el mvil). Adems, es interesante ver de qu manera estos avances han dado lugar a un
nuevo conjunto de debates sobre la etiqueta de las comunicaciones, con especial inters en esta tecnologa. El uso del telfono
mvil en lugares pblicos es, sin duda, una causa de conflicto
irresuelta en el Reino Unido. Al relatar un incidente en el club de
crquet del condado de Middlesex, en Londres -institucin muy
conservadora que ha impuesto una prohibicin total de los mviles-, Jason Bennetto cuenta que un miembro de ese club se enfrent con otro utilizando un cuchillo, cuando lo descubri
usando el telfono mvil durante un partido."
En su investigacin acerca de los usos contemporneos de
los cementerios, Ken Worpole narra que se cruz con una joven, que llevaba un abrigo de piel y hablaba por telfono mvil; para l signific una infraccin final de la tradicin que
Steven Kern, en su clsico estudio sobre la conciencia de la modernidad temprana, consideraba inviolable: que nunca podra
encontrarse un telfono en un cementerio." Esto no implica sugerir que las crisis sobre las formas de la conversacin en pblico sean un fenmeno totalmente nuevo. Hacia finales del siglo
xix, los observadores ya vean las extraas cosas que le sucedan a la conversacin a raz de la invencin del telfono. La
broma de Mark Twain, en su relato de 1880 irnicamente titulado A Telephonic Conversation (Una conversacin telefnica), es que uno slo puede or la mitad de esas nuevas formas de
conversacin:
Luego sucedi lo ms extrao de lo ms extrao del mundo: una
conversacin con un solo hablante. Uno oye las preguntas que
hace; no oye las respuestas. Uno oye las invitaciones que formula;
no oye las consabidas gracias. Se oyen pausas de silencio muerto,
seguido de exclamaciones irrelevantes o injustificables de alegre
sorpresa o pena o angustia. No se puede saber cul es el principio
o el final de la charla, porque uno nunca oye lo que dice la persona que est en el otro extremo del cable.81
Ahora el telfono mvil vuelve a plantear cuestiones de etiqueta que vale la pena mencionar. En el Reino Unido ha sido
fascinante ver la velocidad con que se han ido desarrollando los
nuevos modos de regulacin del artefacto, como los vagones libres de mviles en los trenes y los avisos en restaurantes y cines
donde se prohbe su uso.' Recientemente, en respuesta a esas formas nacientes de desagrado pblico sobre su uso, incluso las
compaas comerciales que obtienen ganancias gracias a ese artefacto han credo conveniente cambiar la publicidad. As, British Telecom, cuyo eslogan publicitario para todas las formas de
uso del telfono fue, durante muchos arios, Es bueno hablar,
ahora ha cambiado el punto de vista de su discurso publicitario
para reconocer las limitaciones de su enfoque anterior, ante la
disconformidad del pblico con respecto a las conversaciones
por telfono mvil. Su nueva publicidad dice as: Algunas conversaciones nunca deberan incluir la frase: "Espera, estoy pasando por un tnel", y tambin hace la pregunta: Realmente quieres una charla ntima con tu novio, veintisiete pasajeros y
el conductor?. Anlogamente, la nueva campaa publicitaria
de la red Orange recuerda a los consumidores del Reino Unido
que no deberan olvidar que las cosas buenas tambin sucede
cuando su mvil est apagado [...] Un mvil apagado puede decir mucho. Puede decir a la persona que est con usted: "Creo
que mereces toda mi atencin" .
Como hemos visto, el telfono mvil suele verse (y promoverse) como un dispositivo para conectarnos con quienes estn
lejos y, por lo tanto, nos permite superar las distancias, y tal
vez la geografa misma. Se ha dicho que el telfono mvil permite la aparicin de un descendiente incluso ms mvil que el 1
flneur (el paseante), como es el phoneur (el telefoneante)." Sin
embargo, al igual que en las sesiones de chat en Internet, como
Para plantear la cuestin de manera algo ms terica, el gegrafo Yi-Fu Tuan distingue entre conversacin (charla importante sobre hechos y asuntos, un discurso de la esfera pblica) y
charla (intercambio de chismes, destinados sobre todo a mantener la solidaridad entre los que participan en el intercambio, lo
que Tuan llama un discurso del corazn ). A partir de la distincin de Tuan, John Tomlinson ha sostenido que el discurso de
gran parte del uso del telfono mvil se puede caracterizar como
una forma de comunicacin ftica o gestual, que principalmen-
te funciona para mantener los lazos sociales de pertenencia y dependencia, en lugar de intercambiar informacin importante o
debatir temas serios. En este contexto tal vez se comprenderan mejor fenmenos como el hbito de los jvenes, en algunos
de los pases ms pobres de Europa del Este, de hacer llamadas
flash a sus amigos a lo largo del da sin dejar mensaje, porque
sa es la manera ms barata de confirmar a sus amigos (mediante el servicio de registro de llamadas) que estn pensando
en ellos."
En ese sentido, lo que hace el telfono mvil es llenar el espacio de la esfera pblica con la charla del corazn, permitin' donos llevar nuestra casa, como una tortuga lleva su caparazn,
adonde sea. Tomlinson sostiene que sera un error ver estas nuevas
tecnologas como simples herramientas para extender los horizontes culturales o las puertas de salida de los estrechos lazos de
localidad [...] o como facilitadores de una disposicin cosmopolita.____,_
. En cambio sostiene que deberamos verlas como tecnologas del corazd:Tn-Sii:Jrnentos yrriperlectos, mediante los cuales
las personas tratan [...rde-m-ntener algo de la seguridad de la
ubicacin c lt al en medio de una cultura de flujos y desterritorializacin." Esto significa colocar estas tecnologas, junto con
el coche y los logros tcnicos de la automovilidad, como parte de
la serie de las tecnologas como la televisin, la telegrafa y el telfono, como instrumentos que permiten controlar las distan. cias, c'r'Ci~T-T-gSiin-de fa distribucin contempornea
'de laS Personas y los recursos." Anlogamente, Plant sostiene
que el telfono mvil suma y responde al sentido de la movilidad
constante que ahora caracteriza nuestras vidas: [...] la sensacin continua, evasiva, de que todos los planes son contingentes
y pueden cambiar en cualquier momento; una conciencia de que
la vida es impredecible e insegura; y el tono algo esquizofrnico
de un mundo en el que las personas se han vuelto adeptas a hacer sus trmites bancarios mientras practican ejercicios en el parque. Segn Bauman, ste es un perodo de lo que l llama la
modernidad lquida, que se caracteriza por la transformacin
de los sistemas sociales del estado slido de organizacin rgida
al estado lquido de una corriente permanente de renegociaciones, reconfiguraciones que implican la constante reorgani-
zacin de todas las obligaciones y los compromisos." En ese contexto, Gary Cooper escribe clue_l_telfnp_mvil es una tecnologa que conecta lo global [...] Con lo ms local de las interacciones sociales, [...] [formando] un nexo entres [esos] diferentes
mbitos. Aadiendo una dimensin histrica, Roos sostiene
que% que el telfono mvil permite s- la trarispa 6-sici-ii de una
forma de localidad premoderna, donde todos los habitantes de la
aldea conocen a casi todos los dems en un in-omento dado, en
una nueva forma, virtual, desterritorializada, en que esa misma
forma continua de intimidad cotidiana ahora est dispersa en espacios geogrficos mucho ms amplios."
Sin embargo, volviendo a la distincin de Tuan entre discursos del corazn y del cosmos, hay ciertas dificultades conceptuales en cuanto a la carga de valor que implcitamente tiene
esta terminologa. En cierta medida, esto revela un paralelismo
problemtico con la distincin de Basil Bernstein entre lo que
llama cdigo lingstico restringido y elaborado, que segn
l caracteriza respectivamente a las fortalezas del discurso educado de clase media y a la debilidad de la comunicacin de la
clase trabajadora. Las dificultades que presenta la posicin de
Bernstein, sobre todo en la medida en que minimiza la importancia de los aspectos de construccin de la comunidad del llamado cdigo restringido, fueron identificadas hace muchos
arios por su principal crtico, Harold Rosen." Al movilizar la
distincin de Tuan, a pesar de su perspicacia, Tomlinson tal vez
cae tambin en un modelo demasiado convencionalmente habermasiano de la esfera pblica y de para qu debera utilizarse
-como manifiesta la crtica convencional econmico-poltica de
la izquierda acerca de los talk-shows en televisin, que l considera como un signo de la lamentable corrupcin de los propsitos y las funciones de la esfera pblica, en tanto lugar para el
debate racional de los asuntos pblicos-. Aqu la dificultad est
en que esa posicin se basa en una concepcin no problematizada no slo de la racionalidad, sino tambin de la clase, el gne..,
ro
y la composicin tnica del pblico, y de sus verdaderas
,
preocupaciones."
En relacin con la manera en que se aplican especficamente
estos puntos a un debate acerca del telfono mvil, debera re-
interlocutores van demasiado rpidos, sobre todo en momentos de dificultad, hasta el punto que quieren tratar de un modo
aparentemente racional y eficiente sin advertir, no obstante, que
pueden ofender al no observar las sutilezas sociales y comunicativas necesarias para mantener relaciones de civilidad entre interlocutores.
Innovaciones: el telfono mvil como una tecnologa
de micro-casting
Conclusin
98. Por supuesto, hay por lo menos dos problemas metodolgicos sustanciales con este ejemplo. En el primer caso, no es del todo
claro que pedir a los encuestados que articulen explcitamente las razones por las que eligen determinada msica como tono de llamada
sea una forma adecuada de abordar las cuestiones de gusto y eleccin,
cuando por lo general las decisiones se efectan en un plano subconsciente. La trivialidad de lo que los encuestados pueden decir acerca de
sus elecciones no puede tomarse como un simple ndice de su supuesta falta de sofisticacin o autorreflexin al respecto (o en torno a cualquier otro tema). Adems, en este ejemplo, tambin nos enfrentamos
con uno de los problemas irresueltos de la etnografa. No debera interpretarse la fuerza de este nico ejemplo de un uso innovador de la
tecnologa como un indicador de su posible generalizacin; slo podra ser la excepcin que confirma la regla.
99. Martin Heidegger, 1971, The Thing, en Poetry, Language,
Thought, Nueva York, Harper y Row; Spigel 2001a, ibd.
La terminologa que utilizo en el ttulo de este captulo deriva de Leo Marx, quien introduce la frase La retrica de lo sublime tecnolgico en su libro The Machine in the Garden, escrito en 1964:- No se trata slo de un discurso sobre la
tecnologa per se, sino, ms especficamente, al menos en un
principio, de un discurso sobre Estados Unidos como la sociedad que, gracias a sus tecnologas nuevas y poderosas, ha sido
considerada como el signo del futuro de toda la raza humana y,
por ende, como representante del destino del mundo.' Como hemos visto, las concepciones de la tecnologa y las visiones de futuro suelen entremezclarse, as como nuestros supuestos sobre el
tecnofuturo suelen inscribirse en lugares geogrficos concretos,
por lo general en Occidente, que se considera la fuente y el sitio
del progreso.
Naturalmente, esos discursos se han utilizado en relacin
con toda una serie de tecnologas al margen de las digitales, con
las que estamos tan obsesionados hoy en da. En un momento
anterior de la historia norteamericana, a las tecnologas a vapor
se les asignaban las propiedades metafsicas de poder atenuar
los prejuicios y [...] unir cada parte de [...] [Estados Unidos] mediante una comunicacin rpida y amistosa. Ms tarde, por supuesto, cuando se manifest la decepcin sobre esas tecnologas
en particular, el advenimiento de la Edad de Oro se pospuso, y
el papel clave en la constitucin de Utopa volvi a asignarse a
la nueva tecnologa de la electricidad, que a su vez era vista
como capaz de compensar todos los sueos traicionados por la
mquina . 3 La dimensin semirreligiosa de esos discursos es evidente an hoy, como seala Jeffrey Alexander en su comentario
sobre cmo
172 /
el habitante de Londres ahora podra pedir [...], tomando la infusin matinal en la cama, diversos productos de todo el mundo y
esperar, sensatamente, que se los entreguen en su casa; al mismo
tiempo, y con los mismos medios, podra invertir dinero en recursos naturales y nuevas empresas de cualquier parte del mundo y
participar, sin esfuerzo y ni siquiera preocupacin, en sus resultados y ventajas potenciales.
Historizar el futuro
173
174 /
175
As como Freud sostuvo que slo prestando la debida atencin al inconsciente uno puede esperar rescatarse de sus desmesuradas determinaciones, Jeffrey Alexander sostiene que slo
comprendiendo la formacin omnipresente de la conciencia por
el discurso podemos esperar tener control sobre la tecnologa en
su forma material. Para ello debemos tomar cierta distancia de
las visiones de salvacin y apocalipsis donde la tecnologa est
tan profundamente incorporada." Si a menudo los avances en
la velocidad y el alcance de las tecnologas de la comunicacin
han sido confundidos con el advenimiento de un Eldorado de mayor comprensin de los asuntos humanos, como Benjamin clebremente observ, slo con la memoria podemos quitar al futuro su magia, ante la cual todos sucumben y se vuelven hacia
los adivinos para ser iluminados."
Divisiones tecnolgicas
Merece la pena considerar, adems, lo que todas estas visiones utpicas significan en la prctica. No hace mucho tiempo,
mientras estaba en casa leyendo el ltimo informe de Thomas
Friedman sobre el inexorable triunfo del mundo conectado de la
globalizacin, tres ingenieros trabajaron tres das completos, yendo y viniendo, luchando contra los obstculos y las frustraciones, hasta que finalmente lograron que la lnea telefnica particular por ordenador funcionara de manera menos intermitente."
Tal vez slo se trat de una experiencia puntual de ineficiencia
britnica, pero la periodista Mary Dejevsky tambin ha escrito
sobre las terribles frustraciones que tuvo al tratar de lograr el
aparentemente simple objetivo de transferir una cuenta de correo electrnico de un pas a otro. Lo que ella pretenda era mostrar que el mundo no globalizado sigue siendo la prctica de la
vida cotidiana y que las fronteras nacionales antiguas, que constituyen los lmites de diversas operaciones comerciales, niegan la
globalidad putativa del mercado electrnico.'
Como observa Dejevsky, a ningn emisor de tarjetas de crdito le gusta que sus clientes vivan en un pas y reciban su liquidacin en otro; y, si uno se traslada de pas, no slo le resultar
177
176 /
En los ltimos aos, el advenimiento de los nuevos medios parece haber ocasionado el renacimiento de una tendencia
de determinismo tecnolgico en los estudios culturales y sobre
medios que haba estado latente, si no desacreditada, durante un
tiempo considerable, al menos desde la vigorosa (y, a decir verdad, cannica durante mucho tiempo) crtica que de esos enfoques hace Raymond Williams en Television: Technology and
Cultural Form. Es como si, una vez ms, la novedad de un
conjunto particular de tecnologas hubiera servido para convencer a muchos acadmicos de que todas las formas previas de conocimiento estn, ipso facto, quebradas y debemos comenzar
nuestro trabajo terico partiendo de cero, prestando atencin
oo
179
180 /
181
Ellul escribi en los arios cincuenta y, por lo tanto, la era excepcional de saturacin tecnolgica de la que habla, dado
que nuevas y ms poderosas formas de determinismo tecnolgico entran en juego, anticipa, en medio siglo, la actual fiebre de
la digitalizacin. En ese sentido Ellul es, en realidad, un respaldo insuficiente para los argumentos de Lister y otros, que parecen confundir las peculiaridades de nuestra poca con la verdadera New Age o incluso con el fin de la Historia.'
De modo que de estas posturas tampoco se desprende que
haya alguna razn para volver simplemente, como Lister y muchos otros tericos de los medios ahora hacen, a una versin remozada del modelo ciberntico de comunicaciones de Norbert
Wiener, segn el cual la tecnologa que rige una poca moldear
consecuentemente la sociedad que la utiliza. Volver a este tipo de
modelo tcnico de comunicaciones requerira, por lo menos, alguna forma de abordar las serias crticas de Wiener y otros formuladas hace treinta arios por escritores como Stuart Hall, acerca de
las sobresimplificaciones de la ciberntica al abstraer los procesos
de comunicacin tcnicos de su incorporacin en procesos culturales ms amplios. Adems, el concepto de especificidad de las
formas de causalidad no lineal, que son supuestamente la caracterstica particular de los nuevos medios, expuesto por Lister y otros
como la mejor carta de su argumento, es de poca ayuda, si se sigue sosteniendo (siguiendo a McLuhan, una vez ms) que, al final, lo que hace que una determinada tecnologa se utilice de una
manera concreta son sus propiedades fsicas."
Hay muchas curiosidades y complejidades al respecto. Por
ejemplo, Gilles Deleuze sostiene, en aparente similitud con las
preocupaciones de Williams sobre la formacin cultural e institucional de la tecnologa, que la mquina siempre es social antes de tcnica. Siempre hay una mquina social que selecciona o
asigna los elementos tcnicos utilizados. De todos modos,
cuando volvemos al trabajo tan citado de Deleuze sobre el cine,
vemos que cae en el modelo ampliamente desacreditado de los
efectos hipodrmicos de los medios y en un modelo correspondiente de pblico pasivo que simplemente est disponible para
ser manipulado, sin poder hacer nada al respecto, por la mquina meditica.'
Sin duda, las tecnologas tienen diversas consecuencias, tanto positivas como negativas, sobre todo porque crean oportunidades de comunicacin que antes eran impensables, para
bien y para mal. El problema es cmo producir un modelo viable que permita comprender cmo suceden esos efectos tecnolgicos en toda su complejidad. Es poco probable que nos ayude
un enfoque que insiste en que slo las propiedades fsicas o tcnicas de un medio son, en ltima instancia, determinantes. Seguir ese camino es, simplemente, caer en lo que Hall ha descrito
memorablemente como una forma de conductismo de bajos
vuelos. Aqu la cuestin central es la contextualizacin cultural
de las tecnologas. Como Hall sostuvo en relacin con los supuestos efectos directos de los mensajes en los medios, antes de
que los mensajes o, en este caso, de las tecnologas puedan tener un efecto deben interpelar a las personas y hacerles ver
que son relevantes para ellas, en sus circunstancias particulares;
luego deben ser interpretados de tal modo que tengan sentido
y, por ende, sean deseables para sus consumidores potenciales; slo despus es posible utilizarlos y pueden llegar a tener un
efecto de algn tipo."
La digitalizacin y la novedad de los nuevos medios:
ms all de los sistemas binarios...
183
refiri, sin rodeos, a ese viejo mundo y, por ende, implcitamente al pblico que vive en l como a la espalda encorvada de
los medios. Claramente, se trata de una formulacin actualizada
de la imagen convencional del pblico de la televisin como una
masa de personas que no hacen otra cosa ms que pasarse el da
sentadas en un sof mirando la tele. En esta frase, la virtud (y la
importancia) de los nuevos medios se caracteriza precisamente
por la idea de que se supone que sus participantes estn sentados
de forma activa, miran hacia delante y no estn encorvados.
Aqu los problemas son diversos: en primer lugar, sabemos que el
pblico de la televisin nunca ha sido simplemente pasivo. En segundo lugar, los tipos de actividades que realiza la mayor parte de
los usuarios de medios interactivos suelen ser triviales, como zapear con el control remoto o presionar el ratn para seleccionar
un tem (un ngulo de cmara, por ejemplo) desde un men de opciones predeterminadas. Sin embargo, es cierto que en gran medida se cree que estas nuevas tecnologas han producido varios efectos de transformacin de la manera en que vivimos, y ese aspecto
es el que debemos examinar ahora.
Una vez ms, el trabajo de Spigel es ejemplar en la medida
en que plantea abiertamente estas cuestiones. Como ella observa, si consideramos la seccin de participacin de adultos en
actividades de ocio seleccionadas en el Statistical Abstract
compilado por la Oficina de Censos de Estados Unidos, vemos
que se considera que navegar en Internet y practicar juegos electrnicos constituyen actividades, mientras que no lo son ver
la televisin o pelculas (incluso en el cine), a pesar de que asistir a una obra de teatro o un recital de msica s cuentan, por alguna razn, como un pasatiempo activo. La definicin de determinados pasatiempos como activos o pasivos es un modo
bsico de evaluacin implcita de su estatus, y la asociacin de
las nuevas tecnologas con la interactividad parece proveer
una forma de que los valores aprobados de participacin activa
en modalidades de la alta cultura de alguna manera se adhieran a toda persona que utilice un ratn de ordenador en lugar de
un control remoto de televisor.'
Anlogamente, en su estudio sobre la televisin y los pblicos de los nuevos medios, Ellen Seiter destaca la ubicuidad, en el
184 /
discurso contemporneo sobre la tecnologa, de la divisin maniquea entre la pantalla Mala del televisor y la pantalla Buena
del ordenador.' Siguiendo los argumentos de Andreas Huyssen
de que la cultura de masas es codificada como femenina, William Boddy hace su aportacin colocndolos en una perspectiva histrica ms larga. Observa que, en el caso de la radio, se
elogiaba a sus primeros usuarios (masculinos) precisamente por
no atenerse a un goce pasivo y ejercer una manipulacin ingeniosa del medio. Luego muestra cmo cada nueva tecnologa, a su vez, desde la radio en adelante, comenz su vida siendo
entendida como el dominio excitante de los aventurados innovadores masculinos y termina siendo entendida, a travs del
proceso de domesticacin, en que la tecnologa se vuelve fcil de
usar para el consumidor, como parte del dominio de bajo estatus e implcitamente feminizado de la cultura popular.'
Boddy dice que,
al respecto, cien arios de experiencia histrica de comunicaciones
electrnicas en el hogar ensayan, repetidamente, una serie de oposiciones normativas y determinadas por el gnero entre el pblico
activo y el pblico pasivo, desde el varn aficionado a las tecnologas sin cable frente al ama de casa distrada de los arios veinte,
hasta el telespectador degradado, el que no hace otra cosa ms
que mirar televisin, frentre al navegador heroico de Intenet, en
los arios noventa.
185
Como observa Sean Moores en su comentario, esta perspectiva coloca el uso de la red en el contexto de lo usual, de la vida
diaria, y la descripcin del carcter mundano del uso del ordenador fcilmente podra ser la descripcin del hbito de ver la
televisin en casa, de forma rutinaria y distrada. Por lo tanto,
parecera que las distinciones entre las experiencias de los participantes en medios analgicos y digitales no deberan formularse de modo tan agudo como lo hacen los discursos nefilos que
dominan tanto los debates actuales.
Una dificultad en este aspecto se refiere a la nocin, que
cada vez se da ms por descontada, de que autores como Deleuze y Guattari y los otros tericos de la mediologa han producido un lenguaje terico que se adapta naturalmente al aparato tcnico de los medios digitales, en el que la premisa no
examinada an es que esos medios se diferencian por completo
de todo lo que ha existido antes. En relacin con la tendencia
perniciosa de plantear divisiones binarias exageradas y generales en nuestros modelos tericos, Boddy ofrece una perspectiva
histrica interesante. Como dice, de modo bastante particular,
no cabe duda de que la primera experiencia que el pblico tuvo
de la comunicacin inalmbrica hace cien arios represent un
perodo de incertidumbre e improvisacin mucho ms traumtico que nuestra propia transicin de los medios analgicos a los
medios digitales.'
La magia de la convergencia
Al respecto, tal vez sea conveniente examinar el estatus emprico de un supuesto avance tcnico de nuestra era, el advenimiento de la convergencia de los medios digitales. Si bien se ha
hablado mucho de este acontecimiento, en la prctica no ha sucedido nada de tal envergadura, al menos por ahora. Este tipo
de tecnosueos en que se supone que el mundo seguir la lgica inscrita en la tecnologa siempre nos acompaa. No hace
mucho tiempo hubo mucha excitacin respecto a las consecuencias posibles en la esfera de la produccin y comercializacin de
audiovisuales de la supuesta convergencia sinergtica del software estadounidense con el hardware japons. Esta lgica tecnicista fue la fuerza que impuls la compra de Columbia y MCA
por Sony y Matsushita, respectivamente. En ese caso, los choques culturales entre los estilos de gestin norteamericano y japons resultaron ser mucho ms considerables que toda sinergia
tcnica. Anlogamente, incluso dentro de Estados Unidos la fusin tan difundida de AOL y Time Warner, de una compaa de
medios antigua con una nueva, ha estado plagada de dificultades que han debilitado muchas de las posibles ventajas tcnicas de esos nuevos acuerdos.
Otra cuestin se refiere no slo a la medida en que esos procesos estn determinados sobre todo por la tecnologa, sino
tambin a cmo se desenvuelve el proceso de la convergencia digital. En realidad la fuerza impulsora suele ser, ms que la demanda de los consumidores, una combinacin de los deseos
conducidos por la industria del abastecimiento de maximizar las ganancias potenciales de los desarrollos tcnicos en
combinacin con iniciativas gubernamentales y polticas equivocadas de modernizacin. Si los efectos de las tecnologas
dependen de los marcos regulatorios que desalientan o permiten
determinadas combinaciones tcnicas, la cuestin es en qu medida las formas emergentes de convergencia de medios digitales
son menos un efecto del desarrollo tecnolgico per se y ms un
producto secundario de la desregulacin poltica que ha producido la flexibilizacin de las normas sobre propiedad transversal de los medios."
187
Sin duda, en la esfera del consumo sabemos que con frecuencia la convergencia digital no funciona como dice la publicidad. La mayora de los usuarios de la televisin por cable
digital en realidad slo usa diez canales como mximo, as
como muchos usuarios de sitios web van en general a los mismos sitios, instalados en su lista de favoritos del ordenador.
Parece que, ms all de cierto nivel, la fetichizacin de la maximizacin de las opciones es contraproducente, ya que muchos
consumidores consideran que el hecho de tener demasiadas opciones es ms pernicioso que ventajoso." A pesar de los sueos
de los comercializadores de la tecnologa digital, hay pocos casos de personas que hayan utilizado las oportunidades ofrecidas por la convergencia de formas ms complejas de utilizacin
de los medios. Por lo menos en el Reino Unido, la mayora de
los consumidores sigue mostrando poco inters por ver la televisin en el ordenador o viceversa, y son pocos los que utilizan
la televisin para hacer sus compras o consultar sus cuentas
bancarias."
En ese sentido, el peridico de mi localidad ha informado
sobre investigaciones realizadas por la autoridad del distrito de
estndares de comercio, donde se demuestra que muchas personas estn confundidas por los servicios digitales interactivos.
Les parece que los sitios son difciles de navegar; no comprenden
los cdigos y los supuestos tcnicos de las lneas de telecompra;
cuando pueden entrar, no slo las hallan lentas, pesadas e ineficientes, sino que tambin les ofrecen una variedad muy limitada
de los productos que en realidad necesitan; y, cuando tienen un
problema al usar esas comodidades, por lo general los servicios
al cliente que deberan ayudarlos no los atienden o no saben
cmo ayudarlos. Sin duda, en ese contexto, como dice el informe, sera necio suponer que la evolucin de este nuevo y complicado medio no ser sino lenta. Lo fundamental en este aspecto es que los consumidores descubren rpidamente que las
tecnologas digitales no son, de ningn modo, objetos plug in
and play (se conecta y funciona), sino que por lo general requieren, para su instalacin, horas de trabajo tcnico complejo que
no todo el mundo (sobre todo cuando se trata de las generaciones de ms edad) est capacitado para hacer. En parte por
188 /
razones mundanas de esta ndole, en los ltimos aos ha disminuido la penetracin domstica de Internet en el Reino Unido. 4
Consideraciones de este tipo tal vez puedan explicar mejor
hechos como el fracaso comercial de la iniciativa OnDigital
de ITV en el Reino Unido, que bas su estrategia de comercializacin en el supuesto atractivo de sus capacidades interactivas. La empresa lamentablemente tuvo que darse cuenta de
que nadie quera ese servicio, y en 2001 entr en quiebra a raz
de enormes prdidas financieras. En cambio, el xito relativo del
sistema de digibox de Freeview es instructivo. Freeview tambin
utiliza una seal digital, pero se promociona como una manera
econmica de poder ver ms televisin, y no como proveedor
de servicios interactivos. 41
Las paradojas de la racionalidad tcnica
189
190 /
que ste plantea. Esos sistemas generan tanta frustracin e insatisfaccin en el cliente que ahora, cada vez ms, se los reconoce
como una fuente importante de prdidas y de alejamiento de
los clientes. De modo que en realidad este sistema tcnicamente
racional produce un resultado muy irracional y en verdad ineficiente, porque no slo trata de utilizar la tecnologa de los ordenadores para cumplir la funcin en que es menos eficiente
(seleccionar opciones), sino que el precio del problema que resuelve (reducir costes en empleados) a menudo tiende a ser ms
bajo que el coste que produce en prdidas de ventas o insatisfaccin de los clientes. Lo mismo se puede decir de los intentos
de las compaas areas para alentar a los clientes a reservar sus
billetes, en principio para su conveniencia. El problema es que,
cuando los clientes desean consultar una duda o hacer una transaccin, con frecuencia los sistemas automticos no les responden, sobre todo cuando se trata de un tema complejo, como
reservar un itinerario no estndar o cancelar un billete. Todos
estos inconvenientes pueden llegar a disuadir al cliente de volver
a viajar con esa compaa area."
Como seguramente habr podido comprobar todo aquel
que haya intentado consultar un servicio tcnico o una ayuda
en lnea, la mayor dificultad para el usuario es que, por lo general, para el tcnico es difcil dar el salto conceptual para ver el
problema desde el punto de vista de alguien que tiene menos conocimientos tcnicos que l, porque naturalmente tienden a operar con los trminos del sistema particular que estn utilizando.
La dificultad es que, al no dar el salto fuera del discurso tcnico,
es imposible que el tcnico asesore al cliente (y, por ende, le sea
de ayuda). Con frecuencia, en esas situaciones se da prioridad a
la dimensin estrictamente tcnica del problema, en lugar de
considerar que lo que realmente se necesita es una mejor traduccin entre el discurso tcnico y el discurso cotidiano.
Lo mismo se puede decir en el contexto del consumo domstico. En un mundo donde la mayor parte del mobiliario se compra en paquetes de componentes que luego se montan en casa, el
factor decisivo, ms all de la calidad de los productos, es la naturaleza claramente inadecuada de las instrucciones de montaje. En un intento clsico de inventar una solucin tcnica para
191
superar esta dificultad de comunicacin (que exigira la dificultosa tarea de escribir instrucciones claras comprensibles para
quienes no son expertos), ahora algunos almacenes de muebles
estn experimentando un sistema de microchips que insertan en
los muebles, que comenzarn a sonar cuando las unidades se
monten correctamente y emitirn una alarma cuando las partes
estn mal montadas. El problema, una vez ms, es que la cuestin no se puede resolver con el sistema taylorista de la divisin
eficiente y racional de las tareas, ni mediante una tecnologa
ms avanzada, pues se trata de un problema complejo de comunicacin.
Pueden hallarse paradojas similares, donde procesos de racionalidad tcnica aparentemente impecable han dado resultados desastrosos, en muchos mbitos. Si observamos el caso de la
arquitectura, vemos que el resultado de dcadas de construccin
de viviendas por el gobierno en el Reino Unido, utilizando los ltimos procesos de construccin por componentes diseados cientficamente, dej estupefactas a muchas personas por la simple
pregunta que hizo Katherine Shonfield: Por qu en su apartamento hay goteras?. La respuesta, segn Shonfield, es que los
mtodos tradicionales de construccin eran ms eficientes por lo
que respecta a evitar las goteras, ya que utilizaban una serie de
solapas y salientes para no dejar pasar el agua. Sin embargo, en
el perodo de posguerra, los arquitectos britnicos quisieron evitar esos mtodos tan complicados y eligieron los componentes diseados cientficamente, de lneas claras y bordes duros,
aparentemente ms avanzados tecnolgicamente, con que se
construy la mayor parte de las viviendas en dicho perodo. Lamentablemente, los arquitectos slo lograron crear junturas mucho ms expuestas en los edificios y, por lo tanto, mucho ms
propicias a las goteras.'
En las viviendas actuales del Reino Unido tambin hay irracionalidades de otro tipo. Algunas investigaciones recientes sugieren que las casas britnicas de ahora son un refugio de un
conjunto de aparatos que no se usan y acumulan polvo en los armarios. Esa montaa de aparatos improductivos, cuyo valor se
calculaba en 3.200 millones de libras esterlinas en 2004, es el resultado de la rendicin de los consumidores ante las tentaciones
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A la luz del tipo de crticas respecto a los enfoques deterministas de la tecnologa que hemos abordado ms arriba, en los
ltimos aos se ha producido un cambio importante en la investigacin en este mbito hacia el estudio etnogrfico de la tecnologa y sus usos en contextos particulares. La premisa de este enfoque es que el contexto del consumo y el uso de las tecnologas
y sobre todo el contexto domstico, que ha sido el objeto de varios de esos estudios ejerce determinaciones importantes sobre
193
194 /
ger sobre cmo las relaciones domsticas del hogar familiar determinan el proceso de cmo se ve la televisin ha sido particularmente influyente en estos aspectos y ha proporcionado un
modelo para estudiar otras tecnologas. Sin embargo, al abocarnos
a estudiar en detalle la tecnologa en su contexto, tambin debemos tener en cuenta las cuestiones metodolgicas y, en particular, los peligros muy reales de la etnografa. El contexto puede
ser un objeto de investigacin crucial, pero puede llegar a ser peligroso si el proyecto se colapsa bajo el peso de los propios datos no analizados. Siguiendo la visin de Bausinger sobre estas
cuestiones, tambin debemos tener en cuenta su advertencia: en
s mismos, los microestudios el estudio de la vida de los objetos
en uso no significan nada y tal vez no sean ms que basura.54
Para l, todo depende de su integracin en perspectivas macro y
contextos ms amplios aunque, al revs, los macroanlisis esquemticos, que no se basan en el estudio de la vida cotidiana,
sin duda no son menos basura, por la razn opuesta. De
modo que, como el propio Bausinger sostiene, necesitamos establecer historias etnogrficas de consumo domstico en el contexto ms amplio de los discursos de produccin, diseo, publicidad y comercializacin y luego ver cmo las personas operan
con esas tecnologas en y contra esos discursos existentes, poderosos, que operan para construir las lecturas preferidas de su
deseabilidad y sus usos. A la luz de estas consideraciones, ahora
me centrar en algunos trabajos recientes sobre estas cuestiones
en el campo de los estudios de diseo.
Estudios de diseo: estrategias de desfamiliarizacin
Dada la manera en que tendemos a naturalizar nuestras propias mitologas al mismo tiempo que criticamos las de los dems, aqu la cuestin fundamental, como dice Paul Rabinow, es
antropologizar Occidente: mostrar cun extica ha sido su
constitucin de la realidad; destacar los mbitos que siempre se
ha dado por descontado que son universales y hacerlos parecer
lo ms peculiares posible en trminos histricos.55,Esto implica
invocar la idea del papel positivo que puede cumplir el hecho de
195
comprender nuestro mundo social mediante la desfamiliarizacin, de la forma en que antes lo comprendieron los tericos de
la literatura. En este sentido, podemos basarnos en recientes trabajos del campo de los estudios de diseo sobre las maneras de
desfamiliarizar las formas y los usos dominantes de la tecnologa contempornea. Un ejemplo es el trabajo experimental de
Kenji Kawakami con lo que llama los objetos no intiles
(chindogu). Esos objetos estn diseados para alentarnos a pensar lateralmente sobre las suposiciones y las premisas incuestionadas que estn incorporadas en las formas establecidas de diseo, arquitectura y planificacin urbana y, por lo tanto, a
considerar otros escenarios posibles, antes impensables."
Dos de los diseos de Kawakami son una senda peatonal
mvil y un faro de detencin mvil. Ambos desafan el predominio del automvil en la ciudad y son descritos como los
mejores amigos del peatn. Otros ejemplos son una mscara
de aire fresco (un tubo para respirar adherido a una planta
en una bolsa sellada), descrita como el remedio natural contra
el aire de mala calidad de la ciudad. Para uso domstico, Kawakami ofrece el telfono-pesa que, al hacer que el acto de levantar el telfono sea ms difcil, asegura que incluso el acto de
hacer una llamada tambin sea un ejercicio til, al igual que el
corredor de velcro domstico, que obliga a la persona que
hace ejercicio a correr hacia arriba y hacia abajo sobre una almohadilla adhesiva. Muchos de los ejemplos de Kawakami podran mencionarse, como las sandalias para cortar el csped,
que tienen navajas pegadas al taln del calzado para el jardinero perezoso, o las que tienen csped artificial en la suela interna,
para que quien las usa tenga la sensacin de estar siempre caminando sobre el csped. Algunos inventos responden a las fantasas de quienes deben viajar para trabajar, como el paraguas que
se pliega como un palo de golf, lo que les permite ahorrar tiempo practicando el swing de golf mientras esperan el autobs.
Otros ponen en evidencia, de modo divertido, los problemas
muy reales de los traslados en la ciudad, como el casco para
una siesta segura en el metro, que no slo mantiene firme el
cuello del pasajero, en posicin erguida, sino que adems lleva
un rtulo al frente donde el pasajero puede anotar su destino y
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En este contexto tambin podra ser til considerar el trabajo de los diseadores/arquitectos estadounidenses Elizabeth Diller y Ricardo Scofidio. Aqu retomamos mis comentarios, basados en Castoriadis, sobre las maneras en que la colonizacin
tecnolgica de la vida contempornea suele conllevar una fanta-
199
sa de control total. Diller y Scofidio rechazan militantemente la exhortacin taylorista de eliminar la ineficiencia [...] en
todos nuestros actos cotidianos y, por lo tanto, lograr la eficiencia eliminando todas las repeticiones y las redundancias.
En cambio, dichos autores estn interesados en analizar de forma deliberada las tecnologas ineficientes o las tecnologas
que no producen nada, excepto, lo que es muy importante, un
sentido estratgicamente reenmarcado y subrayado de las convenciones diarias naturalizadas. Su inters reside en examinar lo
que ellos llaman las irracionalidades diseadas en relacin con
las formas tecnolgicas y arquitectnicas con las que estamos
ms familiarizados."
De modo que, en una microescala, en relacin con el contexto domstico, su utensilio de planchado Bad Press (de su
serie Dissident Housework, 1993-1998) explora, en el estilo de
la pintura japonesa del origami, varias maneras alternativas
de des-planchar una camisa de hombre. As, se propone revelar las complejas convenciones domsticas (las mangas primero,
etc.) de trabajo y de plegado que caracteriza el estilo clsico
de planchado de una prenda de ese tipo, y exponerlo slo como
un estilo posible entre muchas alternativas. Algo semejante que
los utensilios Instant House y Bad Dream House de Vito Acconci, que deliberadamente crean espacios unheimlich invirtiendo un poco las normas del diseo arquitectnico de viviendas, la
pieza invertida Withdrawing Room de Diller y Scofidio nos hace
pensar ms en la contribucin exacta de los muebles domsticos
a nuestro sentido de la convivencia en el hogar." La sala de retiro usa los apoyos bsicos reconocibles de la vida diaria, pero
los subvierte de tal modo que ya no son utilizables con los fines
para los que fueron diseados originalmente (las camas estn
cortadas por la mitad; las mesas estn suspendidas del techo).
As, el utensilio hace ms problemtica la nocin de que las formas arquitectnicas siempre implican una retrica normativa o
un programa de lo adecuado o de cmo vivir en un espacio
construido; en este caso se ponen en juego las nociones de propiedad, adecuacin y etiqueta."
Diller ha dicho que le interesa, principalmente, interrogar
las convenciones espaciales de lo cotidiano, y su trabajo arqui-
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tectnico antiheroico procura revelar las suposiciones casi nunca cuestionadas e insertas en las formas arquitectnicas (con
perdn por el juego de palabras). Su trabajo siempre es autocrtico; desconfa de sus propios resultados aunque los instituya,
de tal modo que produce lo que Hays llama un inventario de
sospechas, que capta los aspectos sobresalientes de toda supuesta solucin de diseo y disminuye el ritmo de los procesos de
su funcionamiento en un grado suficiente como para hacer visibles sus premisas ocultas. De modo que esos procesos utilizan
las innovaciones tecnolgicas pero en una escala y de una manera que niegan su aparente lgica inherente." En su trabajo, la
tecnologa se utiliza contra s misma. De modo que, en la entrada del Blur Building (construido en el lago Neuchtel, Suiza, en
2002), una boca nos hablaba insistentemente pero en un lenguaje incomprensible, y el mismo edificio era invisible casi por
completo, ya que su estructura estaba diseada de tal modo que
se iba envolviendo una y otra vez en vapor de agua. Adems, en
lugar de seguir la clsica recomendacin de Reyner Banham de
que el arquitecto siempre debera intentar crear un entorno
bien temperado, en el Blur Building se cre, deliberadamente,
un entorno mal temperado, ya que, a causa del vapor de agua,
los visitantes tenan que llevar impermeables, incluso en los das
soleados."
Su diseo Slow House, sin construir, para una casa de vacaciones en Long Island (1991) trata la arquitectura convencional
de la casa con las caractersticas de Occidente, con amplias reas
de vidrios transparentes, sobre todo con forma de ventanascuadro, como un mecanismo de incitacin visual, y luego subvierte la convencin alimentando esa incitacin de manera muy
lenta. As se ofrece una crtica implcita de la valorizacin de la
velocidad, que es uno de los fundamentos centrales de todas las
formas de tecnomodernismo. En su reformulacin de este proyecto, The Desiring Eye: Reviewing the Slow House (1992),
tambin se insiste en tratar la ventana-cuadro como una construccin cultural, al igual que la pantalla del televisor, y en ubicar ambos objetos como partes de una serie conceptual superior
de dispositivos pticos de escape, que tambin incluira el parabrisas del automvil. En ese sentido se observa que, en la me-
73,
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En trminos de comercializacin simples, las lavadoras pertenecen claramente al mbito de los artculos blancos. Sin embargo, aun corriendo el riesgo de hacer una pregunta aparentemente tonta, uno podra preguntarse por qu siempre deberan
ser blancos. Evidentemente, esto se debe en parte a que, en las
culturas cristianas occidentales, la blancura simboliza tradicionalmente la limpieza y la pureza. Sin embargo, el simbolismo
tambin tiene una marca de gnero, ya que, en esas culturas,
como sostienen Mark Blythe y Andrew Monk, el blanco tambin denota la pureza, la inocencia y la virginidad: las cualidades asociadas a Mara, el modelo cristiano de la maternidad idealizada ."
Sin duda la tecnologa ha sido definida de facto como el tipo
de objeto que es utilizado principalmente por hombres, y las tecnologas que se han visto como del dominio de las mujeres
(como la mquina de escribir y el telfono domstico) han tendido a perder su estatus como objetos importantes. Como sostienen Blythe y Monk, tal vez slo cuando los lavarropas y los
refrigeradores se fabriquen en negro, ms en lnea con las tecnologas del entretenimiento, masculinizadas estticamente y diseadas para la clsica casa de soltero, empezarn a contar como
tecnologas.78 Adems subrayan el significado, al respecto, de
la reciente investigacin etnogrfica de mercado que estudi las
maneras en que las tecnologas derivan sus significados de los
contextos de uso determinados por el gnero. Su investigacin
destaca las posibilidades de, por ejemplo, disear cepillos para
limpiar y otras tecnologas para la cocina en color negro, siguiendo el modelo de las herramientas, a fin de hacerlas ms
atractivas para los hombres. Otro ejemplo, que recientemente
ha conocido cierto xito en el Reino Unido, es el de la nueva esttica, basada en el gnero, de las mquinas para hacer pan domsticas, que apela a las formas masculinas de adiccin por la
tecnologa y da a esas mquinas un aspecto ms de juguete tecnolgico. El xito de este modo particular de rediseo por lo
que respecta a alentar los usos masculinos de esta tecnologa de
cocina en concreto se ha basado por completo en su nueva est-
tica, que evita que los hombres que la usan vean que esa tarea
compromete su masculinidad. En este sentido, en la primavera
de 2005 la cadena minorista britnica Argos introdujo con xito una nueva generacin de planchas macho, diseadas, segn un representante de la empresa, para ayudar a los hombres
jvenes a superar el estigma de planchar su propia ropa. Esas
planchas, como es de prever, tenan botones de encendido extra
y eran negras, sin los tradicionales tonos blanco y pastel; adems tenan una funda para la mesa de planchar en estilo militar
camouflage."
Lo mismo puede decirse de las esferas tradicionalmente feminizadas fuera del hogar. En el Reino Unido, por ejemplo, la
prensa comercial ha comentado recientemente con entusiasmo
los efectos positivos en los consumidores jvenes varones de los
nuevos sistemas de alta tecnologa para pagar en las cajas de
algunos supermercados. Como dijo un analista del mercado minorista, la tecnologa parece alentar a los consumidores jvenes varones a hacer las compras. Les gusta mostrarse as ante
sus novias. Los mismos efectos pueden verse ahora, al parecer,
en otros mbitos tradicionalmente femeninos; as, un organizador de listas de boda en uno de los ms grandes almacenes de
Londres coment que, desde que comenzaron a utilizar el escner porttil para que las parejas hagan su lista, con lo que "a
los chicos les gusta", las listas empezaron a tener mucha ms
participacin masculina ."
De modo que parece que las tecnologas no slo tienen funciones simblicas y prcticas, sino que aqullas a menudo predominan sobre stas. A travs de estas mediaciones simblicas,
como hemos visto, las tecnologas tambin suelen estar determinadas por el gnero. Llegamos aqu a otra complicacin en
cuanto a la difcil cuestin de las competencias tecnolgicas y de
cmo stas tambin se aprenden, inevitablemente, segn el gnero. Tanto en el estudio sobre los usos domsticos de las TIC,
de Brunel, como en el de Kaufmann, hay pruebas de que muchas
mujeres consideran a sus parejas varones como incompetentes
para usar la lavadora, salvo si tienen una gua cuidadosa a su
lado. Esto no se debe a que los hombres no comprendan tericamente la mquina o no sepan qu botones deben presionar.
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Su incompetencia se debe, en cambio, a algo mucho ms profundo: no comprenden las cualidades y la naturaleza de las diferentes telas con que estn hechas las prendas que deben lavar.
Evidentemente, sta es una forma especficamente femenina de
conocimiento cultural en la mayora de las culturas occidentales, el software cultural sin el cual la operacin del hardware tcnico puede conducir a resultados desastrosos, como prendas encogidas, desteidas o daadas a causa del lavado."
Sucede algo similar en relacin con el refrigerador. En la
prensa britnica se ha debatido recientemente acerca de la enfermedad conocida como ceguera masculina ante el refrigerador. El sntoma es la incapacidad para encontrar las cosas en el
refrigerador.' Lo importante es que no se trata slo de una dificultad de percepcin, que se podra solucionar fcilmente con
mirar con ms atencin, o mejor con unas gafas. La cuestin
es, al igual que con la lavadora, que se trata de formas de conocimiento cultural determinadas por el gnero; en este caso, comprender algunos principios de almacenamiento de los alimentos
que permitan deducir en qu lugar del refrigerador se debera
guardar cada uno y, por lo tanto, dnde es probable encontrarlo. Por supuesto, se trata tambin de la cuestin de los quehaceres domsticos y de quin tiene la responsabilidad principal de
comprar los alimentos y luego guardarlos en el refrigerador.
Probablemente, el principio clave sea que quien guard los alimentos en el refrigerador, ella, tendr ms probabilidades de saber dnde estn, como seala, de manera ms terica, John
Hartley en sus observaciones (vase ms abajo) sobre la simbiosis entre el refrigerador y la madre en los discursos y las prcticas contemporneas sobre la domesticidad."
La semitica del refrigerador y los fundamentos de la
domesticidad
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serie de fuerzas sociales, econmicas y culturales que desempearon un papel en el diseo de la forma particular de la tecnologa tal como la conocemos hoy. Sin embargo, el enfoque de
Cowan se limita, en gran medida, a la esfera de la produccin, y
ahora quisiera detenerme en su papel en la esfera del consumo."
Sin duda, John Hartley tiene razn cuando sostiene que, histricamente, el refrigerador es una tecnologa fundacional para
el estilo de vida domstico contemporneo en los pases ricos de
Occidente." Como observa Hartley, sin esa tecnologa nunca
habramos adoptado el estilo de vida de estar en casa que forma
la base de la cultura del consumo. Puede decirse, incluso, que el
refrigerador ha creado entidades no existentes hasta entonces,
como el pblico domstico para las tecnologas de difusin.
Para Hartley, sin el refrigerador,
la televisin sera imposible, porque no habra muchos hogares
donde poner un televisor ni mantenerlo como un medio masivo;
no habra muchas familias que se quedaran en casa para ver la
tele, no habra suficientes productos para publicitar en televisin
y no habra cultura domstica en la cual los entretenimientos de la
televisin podran apelar al pblico.
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Si bien podra parecer que estos comentarios tal vez exageran la importancia del refrigerador, debe reconocerse que an
ocupa un lugar de privilegio en la cocina y, por ende, en el centro de nuestras vidas domsticas. Hoy en da, la forma del refrigerador-congelador tambin ha ganado mucho en tamao: el
artefacto que hay que tener, en la cocina britnica de ltima
moda, es el refrigerador gigante, con aspecto de despensa, que
consume gran cantidad de energa, basado en un diseo norteamericano. Tal vez se comprenda mejor este objeto como el vehculo utilitario deportivo de la cocina, como el homlogo del
vehculo cuatro por cuatro, que se considera deseable precisamente en la medida en que se advierte que su tamao declara un
exceso envidiable de capacidad ms all de la necesidad de su
propietario. Evidentemente, dentro de lo que Martha Rosler ha
llamado la semitica de la cocina, la esttica de la miniaturizacin, que ahora domina muchos otros mbitos simblicos y
tecnolgicos, est lejos de ser la nica. Al respecto, la teora de
Thorstein Veblen del consumo conspicuo (en el caso del refrigerador aparador, tanto de espacio como de energa) an
tiene mucho que ensearnos acerca del papel de los objetos (de
alta tecnologa o no) en el simbolismo domstico contemporneo del estatus."
Continuando un poco ms con la semitica del refrigerador,
cabe mencionar que es, cada vez ms, un objeto decorado, a menudo cubierto con dibujos de los nios, imanes, invitaciones a
fiestas de cumpleaos y reuniones sociales. Adems de su capacidad de almacenar alimentos, parece que, reconociendo el papel central que tiene en nuestras vidas, muchos de nosotros tambin hemos comenzado a tratarlo como una suerte de centro de
comunicaciones informal, utilizndolo como el mejor lugar para
dejar notas, recordar a otros miembros del hogar tal o cual aspecto de la vida domstica o tal o cual obligacin. Tal vez sea el
nico lugar de la casa donde uno puede dejar informacin sabiendo que los dems miembros del hogar no tendrn excusas
para decir que no la vieron. Y ste no es un aspecto anecdtico.
Reconociendo, precisamente, este tipo de conducta domstica,
en que los consumidores han comenzado a utilizar el refrigerador con fines de comunicacin, los fabricantes, que han com-
211
La simbiosis de la figura de la madre y de los electrodomsticos de la cocina se ha modificado en los ltimos arios. En respuesta a la relativa saturacin de los mercados comercial y profesional, los primeros fabricantes de ordenadores tradicionales y
ahora los fabricantes de las TIC mviles han comenzado a considerar los mercados femenino y domstico como el prximo,
aunque an desaprovechado, mbito de potenciales ganancias
para ellos. Ahora vemos una nueva gama de ordenadores especficamente destinados a las madres, como el ordenador de cocina, diseado para que lo utilicen las amas de casa. En su estudio sobre la comercializacin del ordenador de cocina Audrey
por 3Com en Estados Unidos, en 2000, Michelle Rodino explica que este ordenador de mesa, deliberadamente simplificado
para que sea ms fcil de usar para las madres ocupadas, fue
publicitado como una ayuda en la cocina que permitira a las
mujeres combinar varias tareas domsticas, antiguas y nuevas.
De acuerdo con mis comentarios sobre la esttica del color determinada por el gnero en el diseo de artefactos domsticos, Audrey estaba disponible en cinco colores evidentemente femeninos
(amarillo sol, verde prado, azul marino, blanco algodn
y gris pizarra). El diseo deliberadamente retro heimlich de la
mquina la haca parecer, segn un analista, como la mezcla de
un horno tostador porttil y un televisor. Se promocionaba
como un medio para que el ama de casa ocupada pudiera acceder fcilmente a los canales web y como una manera de que sir-
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viera mejor a su familia utilizando ese dispositivo, que funcionara como el centro neurlgico de aqulla, organizara los
horarios y la agenda, para que dicha ama de casa centralizara el
programa de actividades de la prole."
En relacin con esto, Rodino hace dos importantes observaciones. En primer lugar seala que, a diferencia de la publicidad
de las TIC mviles destinadas a los hombres, que se promocionan como las liberadoras de las cadenas que los atan a sus escritorios, toda la concepcin de esta tecnologa ata efectivamente a
las mujeres a la cocina de manera incluso ms fuerte (en realidad, la campaa de comercializacin de Audrey destacaba las
virtudes de la madre, que haca una sincronizacin desde la cocina despus de haber lavado los platos). Sin duda esta concepcin muy tradicional de los roles segn el gnero encajaba bien
con las aspiraciones de las mujeres blancas de clase media norteamericanas que formaban el mercado objetivo de Audrey. Sin
embargo, como sostiene Rodino, las consecuencias generales de
ese desarrollo no slo son reafirmar el papel de la madre como
la principal trabajadora de la casa, sino tambin aadir a su
carga domstica las nuevas tareas de Audrey, como controlar
las pginas web visitadas por los nios, actualizar los horarios
de la familia y cargarlos en el PC familiar. En ese sentido, como
dice Rodino, tenemos otra tecnologa que supuestamente permite ahorrar trabajo cuando, en realidad, crea ms trabajo para la
madre ." Evidentemente, en quin recae ese trabajo extra creado por la tecnologa depende de las circunstancias socioeconmicas y culturales de su desarrollo: podra ser la madre o podra
ser la empleada de hogar. En ese sentido, tambin ha habido estudios recientes segn los cuales, en el mercado de Hong Kong
del trabajo domstico, los mejores puestos quedan en manos de
las empleadas de hogar que saben manejar ordenadores para
asumir tareas como hacer las compras por Internet, controlar
cmo los nios usan los ordenadores y coordinar los horarios de
los miembros del grupo.'
Las situaciones de sincronizacin desde la cocina no se refieren a un futuro distante, sino que poco a poco van instalndose. En el verano de 2002, una familia de cuatro voluntarios pas
una semana en el escaparate de la tienda Harrods en Brompton
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Road, en Londres, haciendo una exhibicin en vivo de cmo sera la vida en la casa inteligente. El montaje, en cuyo centro haba un refrigerador enorme multimedia conectado a Internet, estaba auspiciado por el gigante surcoreano LG Electronics Digital
Appliance Company, como una manera de promocionar su nueva gama de tecnologas domsticas inteligentes. Como explican los folletos de promocin de esa compaa, el refrigerador
est diseado para convertirse en centro de comunicaciones y entretenimiento en el centro de la cocina y, por ello, tiene su propia
pantalla de PC de un solo toque y puede actuar como servidor
central, que se comunica con los otros dispositivos inteligentes de
la casa, como la lavadora y el microondas. El refrigerador es el
nodo principal de esa red domstica que, segn la publicidad,
traera la eficiencia y el dinamismo de la era digital de la oficina
a casa. Est equipado con un videfono incorporado, reproductor de MP3, puede recibir serial de televisin y de vdeo y pueden dejarse textos y mensajes escritos a mano en el monitor, es decir, producir una versin tecnologizada de cmo la gente, en
realidad, utiliza el refrigerador como nodo informal de la comunicacin domstica basada en el papel. El nuevo refrigerador
est diseado para funcionar como controlador del hogar,
cuyo dispositivo central puede ajustarse con las otras tecnologas
del hogar, como el aire acondicionado."
A estas observaciones deberamos aadir la capacidad del
telfono mvil de comunicar remotamente con el centro directivo domstico a distancia. As, en varias exhibiciones comerciales, como la Exhibicin combinada de tecnologas avanzadas,
en Tokio, y la Casa naranja de la futura exhibicin, en Londres (ambas de 2002), se ha demostrado la medida en que se han
desarrollado esas posibilidades. En esa casa del futuro, segn
parece, podremos controlar nuestros hogares por telfono mvil
cuando estemos ausentes para dejar entrar al repartidor del supermercado, ajustar la calefaccin, preparar el bario para cuando lleguemos a casa o vigilar cmo se comporta la niera con los
chicos, mientras estamos haciendo vida social fuera de casa. En
este punto podramos estar corriendo el peligro de participar en
una parodia insana de las fantasas del control total identificadas anteriormente por estudiosos como Castoriadis.'