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AM114 S10 EC2 Caso Oso Panda
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Aunque en 2016 han fallecido sus ejemplares más longevos —primero Jia Jia, que ostentaba el récord con 38
años, y luego Pan Pan, que llegó a cumplir los 31—, los osos panda tienen razones de sobra para mirar al futuro
con optimismo. El año que acaba de concluir ha certificado la valía de las políticas puestas en marcha por el
Gobierno chino para protegerlos. De hecho, varias décadas de esfuerzos a distintas escalas han logrado que la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) haya decidido retirar al oso panda de la lista de
especies en peligro de extinción para rebajar la amenaza que se cierne sobre él y determinar que ya solo es
"vulnerable".
Este hito se ha alcanzado gracias a una ambiciosa estrategia con dos vertientes. Por un lado, las autoridades han
utilizado su tradicional mano dura para conservar el hábitat del oso panda, cuyos ejemplares en libertad viven
mayoritariamente en la provincia central de Sichuan. Desde
1987, cuando se pusieron en marcha el Programa para la
Conservación de los Bosques Naturales y el Programa de Grano
a Verde (en referencia a la reconversión de zonas agrícolas en
santuarios naturales), el 65% del territorio en el que habitan
estos animales está protegido y su caza ilegal está tipificada
como un crimen que, en los casos más graves, se castiga incluso
con la muerte.
"Eso último no es nada fácil", apunta Chen Yin, bióloga del Centro. "De forma natural, ni siquiera el 5% de los
animales logra aparearse con éxito. El celo dura solo unos días al año, las hembras apenas tienen una ventana de
receptividad de 24 a 72 horas y los pandas son muy vagos. Aunque hemos logrado aumentar ese porcentaje hasta
el 25% con diferentes ejercicios destinados a fortalecer la pelvis e incluso hemos producido vídeos sexuales
destinados a despertar la libido e ‘informar’ a los pandas sobre cómo aparearse, desde 1963 utilizamos la
inseminación artificial con muy buenos resultados".
Después, el reto es lograr que las crías sobrevivan. "Al nacer apenas miden 15 centímetros y pesan unos cien
gramos. Son especialmente delicadas", explica Yang Cheng, que
cuida de los cachorros más jóvenes del centro vestido con un
conjunto que más parece el de un astronauta: gorro, guantes,
mascarilla, bata integral de plástico y patucos a juego para
cubrir los zapatos. "Cualquier bacteria o virus podría matar a los
más pequeños". Por si fuese poca amenaza, las osas que tienen
dos crías tienden a centrarse solo en una, así que hay que
engañarlas con su comida favorita para ‘robarle’ uno de los
cachorros y cambiárselo por el otro. "A veces pienso que lo
realmente sorprendente es que el oso panda haya sobrevivido
tanto tiempo", comenta Yang.
Sin duda, a su favor han jugado dos elementos muy relevantes. Por un lado, que la peculiar apariencia del animal
lo hace especialmente atractivo para el público. "No nos podemos engañar. A todo el mundo le conmueven los
osos panda. Es posible que no se hubiesen destinado los recursos actuales a su protección si su aspecto fuese
más corriente y menos divertido", reconoce Yang. Y, sin duda, ligado a ese aspecto único está que se haya
convertido en uno de los iconos chinos más reconocibles en todo el mundo.
Son los mejores embajadores del "poder blando" que quiere proyectar
por el planeta el gigante asiático, ya que Pekín los utiliza como muestra
de amistad con otros países en lo que se conoce como la "diplomacia
del oso panda". Ejemplares nacidos en el centro de Chengdu son
enviados -siempre en régimen de cesión, porque China mantiene la
propiedad de los animales- a parques zoológicos de los cinco
continentes, donde no tardan en acaparar todas las miradas. "Tienen
tanta relevancia que siempre hay algún especialista chino encargado
de ellos", comenta Chen.
Ni siquiera se han escatimado efectivos militares para proteger los parques nacionales. Además, consciente de
que cualquier plan fracasaría sin el consenso de los habitantes del lugar, el Gobierno ha logrado también
involucrar en la protección de los osos panda a las comunidades rurales, para las que ha creado unos corredores
especiales y programas de turismo ecológico que suponen una buena fuente de ingresos.
No obstante, ahora el oso panda se enfrenta a nuevos retos. El más peligroso es el que presenta el cambio
climático. Según las proyecciones realizadas por los científicos del centro, más del 30% del hábitat del oso panda
podría desaparecer en los próximos 80 años. "Y luego está la dificultad de reintroducir a los especímenes criados
en cautividad", señala Li. El primero que se soltó en los bosques de Sichuan murió poco después, en 2007,
asesinado por otros machos salvajes de la misma especie. "Otro falleció después, así que ahora los liberamos con
diferentes sensores que nos permiten hacer un seguimiento detallado de su ubicación y de su estado de salud",
añade Yang.
A pesar del optimismo al que invitan las estadísticas, las autoridades
medioambientales de China prefieren ejercer cautela. El año pasado
incluso recibieron con cierta irritación que la UICN decidiese rebajar el
nivel de peligro al que se enfrenta el oso panda. "No debemos bajar la
guardia, porque podríamos arruinar todos nuestros logros", señaló la
Administración Forestal de China en un informe que utilizó para subrayar
un hecho preocupante: de las 33 comunidades de pandas existentes en
libertad 24 están todavía en peligro.
Muchos ecologistas recuerdan que el caso del oso panda es solo una bella
excepción en una China que muestra muy poco respeto por el
medioambiente. Y exigen que se pongan en práctica políticas similares
para evitar la extinción de otras especies menos fotogénicas. "Se están
logrando avances importantes con el tigre Amur —del que solo existen 20
ejemplares en libertad—, pero queda mucho por hacer con otras especies
que están al borde de la desaparición, por ejemplo, el leopardo de nieve o
el delfín de agua dulce del río Yangtsé", apunta Fan. La necesidad de
preservar la diversidad de la fauna y la flora no pasa desapercibida entre los dirigentes chinos, que han puesto en
marcha multitud de programas que tratan de salvar especies como el antílope tibetano o el tiburón, cuya aleta ya
no permiten transportar aerolíneas como Air China o Cathay Dragon.
Sin embargo, un activista chino de Greenpeace, que pide mantenerse en el anonimato, considera que el problema
también está en la falta de sensibilización de la población en general. "Y en el carácter depredador de una parte
importante a la que no le importa las consecuencias que pueden tener sus acciones, ya sean actividades
económicas o lúdicas", comenta. Así, China está teniendo un efecto devastador en especies tan diferentes como
la almeja gigante o el rinoceronte. Incluso los burros sufren por las tradiciones ancestrales del país más poblado
del mundo. "Buen ejemplo de la pésima actitud china
frente a la naturaleza es la de muchos turistas que no
tienen reparo en hacer daño a especies protegidas para
hacerse un selfie que mola", añade el activista en
referencia a varios escándalos de los últimos años.
Los cachorros más pequeños solo se muestran en salas selladas a cuyos ventanales se pueden asomar los turistas.
Aquellos que tienen ya más de tres meses juguetean en el exterior durante varias horas al día, separados del
gentío por una valla y un coso. "Siempre están vigilados por personal cualificado para garantizar su seguridad,
pero su recuperación depende de la actitud de toda la sociedad", señala Yang.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/01/11/planeta_futuro/1484132799_915406.html
Video: https://www.youtube.com/watch?v=FjyY6h9uGs0