MONGABAY-Día Internacional para La Protección de Los Osos 2024.02.21
MONGABAY-Día Internacional para La Protección de Los Osos 2024.02.21
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Archivo: 21 de febrero de 2024
Por: Yvette Sierra Praeli
El oso andino o de anteojos (Tremarctos ornatus) es la única especie de úrsidos que habita
en Sudamérica. Los científicos lo describen como carismático, pero esta cualidad no lo ha
salvado de estar considerado En Peligro en Venezuela y en Bolivia, así como una situación
de Vulnerabilidad en Colombia, Ecuador y Perú, de acuerdo con la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (UICN), organismo que señala que es probable que algunas
poblaciones de este mamífero también se encuentren en el norte de Argentina.
Esta especie, que también recibe los nombres de oso frontino, ucumari y jucumari, enfrenta
varias amenazas. La pérdida de su hábitat es la más preocupante, aunque también están la
caza y los conflictos con los humanos cuando ingresan a campos de cultivo en busca de
alimentos.
En el Día Internacional para la Protección de los Osos del Mundo, Mongabay Latam
ofrece una visión de los esfuerzos de conservación de las poblaciones de osos de anteojos
que se realizan en cuatro países de Sudamérica: Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia.
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Colombia: trabajo con las comunidades
En Colombia, el oso andino está considerado en situación Vulnerable. Expertos de la
Fundación Wii señalan que la principal amenaza para la especie es la construcción de
carreteras en su hábitat natural.
En las zonas bajas, explica Rodríguez, están sometidos a fuertes procesos de deforestación
de su hábitat, principalmente por la presencia de cultivos ilícitos, principalmente coca;
mientras que en las partes altas de la cordillera, la pérdida de hábitat se relaciona con
la ampliación de las áreas de pastoreo y de cultivo.
La diferencia altitudinal también significa una variación de los ecosistemas que pasan por
bosques húmedos bajos, reserva subandina y bosques andinos. “Las interacciones negativas
por ganadería están presentes principalmente en los bosques andinos altos, por encima de
los 2000 metros, donde la ganadería podría llamarse extensiva. En las partes bajas se da por
la extracción de madera y cultivos ilícitos principalmente”, explica.
Para proteger y conservar al oso de anteojos, la Fundación Wii trabaja con comunidades en
el departamento de Huila, al sur de Colombia. “Con las comunidades tenemos un proceso
de monitoreo en zonas donde antes se presentaba un nivel de conflicto o de interacción
negativa por los cultivos de maíz”. Ahora, comenta Rodríguez, esto ha cambiado porque
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dejaron de cultivar maíz para dedicarse al café, entonces el ingreso de los osos a los maizales
ya no ocurre en estas zonas. “Este proyecto pone en evidencia la gran importancia del trabajo
comunitario en la conservación de la especie”.
La Fundación Wii trabaja con comunidades en proyectos de conservación del oso de andino. Foto:
Fundación Wii.
Reyes explica que el oso de anteojos es considerado el jardinero del bosque por su gran
capacidad como dispersor de semillas, pero también porque al desplazarse abre claraboyas
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que dejan pasar la luz del sol a través de los árboles, lo que favorece a las plántulas en su
crecimiento. Además, al ayudar a mantener los bosques, la especie contribuye a la regulación
de los ciclos hídricos.
Imagen de una osa de anteojos y su cría captada por una cámara trampa. Foto: Fundación Wii.
Desde el año 2011, la Fundación Wii monitorea a esta especie a través de cámaras trampa,
lo que ha permitido a los investigadores entender sobre la ecología de la especie. Reyes
menciona que con estas imágenes han determinado, por ejemplo, que no existen épocas
marcadas para el nacimiento de las crías sino que ocurre durante todo el año. “En el primer
trimestre del año, más o menos, empezamos a ver a las hembras con sus crías pequeñas,
entre los tres y cinco meses. También hemos visto que durante todo el año podemos
encontrar actividades reproductivas como cortejos y cópulas”.
Si bien el oso andino en Colombia está presente en los tres ramales de la Cordillera de los
Andes, las poblaciones más estables se encuentran en los dos extremos, explica Reyes. Uno
de estos sectores está en la Cordillera Occidental que da hacia el Pacífico y el otro en la
Cordillera Oriental que colinda con la zona de monte amazónico, extensiones de bosque que
aún no están altamente impactadas.
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El oso andino o frontino, como lo llaman en Venezuela, está categorizado En Peligro en ese país. Foto:
Proyecto Oso Andino Guaracamal.
Lo positivo de los últimos años, comenta Hidalgo, es que la mortalidad por cacería se ha
reducido. “En las últimas dos décadas se ha avanzado en el tema de educación con respecto
al oso y las personas han dejado de cazar, pues saben que es ilegal, además, se desmitificó
la creencia de que es una especie feroz, es decir, ‘el gran salvaje’”.
Hidalgo también comenta que otro paso a favor de la conservación de esta especie en
Venezuela ha sido que la mayor parte de su hábitat está bajo alguna figura de protección,
principalmente parque nacional. “Es un trabajo que se emprendió a final de la década del
ochenta con las primeras investigaciones científicas sobre el oso en el país, cuyo pionero ha
sido el biólogo Edgar Yerena, nuestro director científico. Y aunque la situación del oso no
es óptima, desde mi punto de vista, ha mejorado”.
El especialista advierte que aún faltan cuatro áreas críticas por consolidar: tres corredores de
conexión entre parques nacionales y la creación del Parque Nacional del Eje Norte de la
Sierra de Trujillo.
Para Hidalgo, la creación del Parque Nacional Ramal de Calderas —de 500 kilómetros
cuadrados o 50 000 hectáreas— en el año 2021 fue un gran avance porque permitió
concretar el corredor central de conservación del oso frontino.
Sin embargo, la población del oso de anteojos en Venezuela sigue siendo la más pequeña en
comparación con los otros cuatro países donde habita esta especie, pues se calcula que
existen apenas 1 500 individuos distribuidos en los estados de Táchira, Mérida, Trujillo,
Lara, Portuguesa, Barinas y en la Sierra de Perijá en el Estado de Zulia.
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Venezuela tiene un sistema conectado de parques nacionales para la protección del oso frontino. Foto:
Proyecto Oso Andino Guaracamal.
“Es vital asegurar la conectividad (de las diferentes zonas), porque si se pierde la conexión
el flujo genético se detiene y los osos van a comenzar a extinguirse, pues obviamente no
habrá entrecruzamiento entre las poblaciones. Si no aseguramos la conectividad a largo plazo
la especie no va a sobrevivir en Venezuela”, sentencia Hidalgo.
La mayor amenaza del oso frontino en Venezuela es la pérdida de su hábitat. Foto: Proyecto Oso Andino
Guaracamal.
Para aportar en la conservación del oso frontino, el Proyecto Oso Andino Guaracamal trabaja
con comunidades del estado de Trujillo, impulsando programas de educación rural
comunitaria y promoviendo actividades compatibles con la conservación, pero que al mismo
tiempo sean sustentables y apuesten al desarrollo a escala local para mejorar la calidad de
vida de las personas.
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Uno de sus programas se denomina “Oso, gente y café”, y busca promover la caficultura
orgánica en las zonas de conexión entre los parques nacionales. Hidalgo explica que las
zonas donde trabajan eran lugares en los que tradicionalmente se cultivaba café, pero con el
tiempo estos campos se convirtieron en potreros para ganado, se perdió la vegetación y el
territorio empezó un proceso de sabanización.
“Si bien la vegetación del cultivo de café no es un bosque propiamente dicho, si representa
un tipo de cobertura para que el oso puede usar como corredor”, agrega Hidalgo. Es por ello
que el proyecto promueve el retorno del cultivo de café.
Los primeros resultados positivos ya se empiezan a mirar. Por ejemplo, se han construido
las dos primeras secadoras para café y se están impartiendo cursos de capacitación para
producir abonos orgánicos, entre otros avances.
La población de osos andinos en Venezuela es la más pequeña de la región. Foto: Proyecto Oso Andino
Guaracamal.
Otra de las actividades que realiza el Proyecto Oso Andino Guaracamal es el monitoreo con
cámaras trampa que, en los últimos siete años, les ha permitido crear una base de datos con
más de 30 000 registros. Los equipos han sido colocados por lo menos en tres áreas
protegidas, el Parque Nacional Ramal de Caldera, el Parque Nacional Guaramacal y el
Monumento Natural Teta de Niquitao-Guirigay.
Las imágenes de las cámaras trampa han captado a más de 22 especies de mamíferos y 25
especies de aves terrestres asociadas al bosque. Esa información ha servido como estudio
de base para la creación del Parque Nacional Ramal de Calderas.
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Una osa de anteojos y sus dos crías caminan en los bosques del Santuario Histórico de Machu Picchu.
Foto: SBC Perú.
Alex More, director ejecutivo de SBC, señala que se decidió iniciar el proyecto en Machu
Picchu por tres razones. La primera, por la necesidad de investigar a los osos en esa zona y
comparar su ecología con lo que ya se conocía de ellos en el norte del país. La segunda razón
es porque la persona que más estudió osos en Perú, entre finales de la década de los setenta
e inicios de los ochenta, fue Bernie Peyton, quien hizo su tesis de maestría en Machu Picchu.
Y la tercera, por lo icónico que es Machu Picchu y las investigaciones que desde hace diez
años se hacen en esta área protegida.
El monitoreo con 200 cámaras que se lleva a cabo en Machu Picchu es un estudio que
consiste en saber en qué lugares del área protegida hay registros de la especie. Las imágenes
están mostrando que la mayor parte del área protegida tiene presencia de osos. Ante ello, el
estudio también busca conocer cómo el turismo afecta a la fauna silvestre.
“Empezamos en el 2022 con un monitoreo piloto de 44 cámaras trampas durante tres o cuatro
meses. En ese momento registramos alrededor de 20 individuos incluyendo crías. Esto se
amplió a un estudio más intenso para el 2023 cuando colocamos 200 cámaras trampa”,
explica More.
El director de SBC comenta que entre octubre y noviembre de 2023 se lograron identificar
29 individuos de la especie, una cifra mayor al 2022. “No esperábamos que tuviéramos
tantos registros. Actualmente se están revisando, en coordinación con San Diego Zoo Global,
unos 4.9 millones de imágenes que fueron captadas por las cámaras”.
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Unas 200 cámaras trampa han sido colocadas en el Santuario Histórico de Machu Picchu para
monitorear a los osos andinos. Foto: SBC Perú.
Los resultados preliminares indican que la zona donde se registró la mayor cantidad de osos
ha sido el sitio arqueológico Wiñayhuayna, en el Camino Inca. “Hemos encontrado cinco
osos en las imágenes de una sola cámara”.
Otro dato que les ha llamado la atención es que varios de los osos que han sido registrados
por las cámaras presentan la nariz pigmentada con manchas blancas. Según explica More, el
cambio en el color de la nariz ocurre con el paso del tiempo, más o menos a partir de los 10
años de edad, pues cuando son más jóvenes la tienen negra. “Pareciera que los osos de Machu
Picchu son longevos. En cautiverio viven hasta 35 años, pero los que hemos visto en los
bosques secos del norte no pasaban de los 15 años”.
Hasta ahora se han identificado unos 29 osos andinos en Machu Picchu. Foto: SBC Perú.
El siguiente paso en el estudio de Machu Picchu será la colocación de collares para hacer un
seguimiento al desplazamiento de los osos, para ello, cuenta More, tienen la autorización del
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Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (Sernanp). “El Santuario de Machu
Picchu no está aislado, el Área de Conservación Regional de Choquequirao está muy cerca,
así como las comunidades originarias, entonces, queremos saber si los osos se desplazan
hacia Choquequirao o a las comunidades. Esa información será importante para diseñar y
fortalecer la conservación”.
“En los últimos siete años hemos generado información sobre el oso andino en varios relictos
de bosques seco interandino que no eran considerados su hábitat. Con esta nueva
información se ha ampliado aproximadamente un tercio de lo que era su área de
distribución”, explica Vélez-Liendo.
El Programa para la Conservación de Carnívoros Andinos tiene el proyecto más grande de monitoreo
de osos en Bolivia. Fotografía: Whitley Fund For Nature.
Una de las alternativas, explica Vélez, es la apicultura, que ofrece doble ventaja a las
comunidades. Por un lado, las personas reciben beneficios económicos y, al mismo tiempo,
las abejas apoyan en la polinización de sus campos agrícolas.
“Vamos a lanzar una certificación amigable con el oso andino, un proyecto que hemos
trabajado junto con WCS Colombia. Es la primera vez que dos países —Colombia y
Bolivia— se han unido para lograr esa certificación que apoya las actividades económicas
en las áreas donde habitan los osos para que esos productos puedan tener un sello que los
identifique en los mercados de precios justos”, dice Vélez. “En el caso de Colombia son los
cafeteros, mientras que en Bolivia es la miel”, finaliza.