El documento discute los diferentes significados y enfoques de la evaluación educativa. Señala que la evaluación implica la recolección de información, análisis de datos, conclusiones y comunicación de resultados. Dependiendo del paradigma, algunas partes del proceso pueden priorizarse sobre otras. Además, la evaluación vincula tres actores clave: docentes, alumnos y padres. También revela la relación entre estudiantes y futuros empleadores potenciales.
El documento discute los diferentes significados y enfoques de la evaluación educativa. Señala que la evaluación implica la recolección de información, análisis de datos, conclusiones y comunicación de resultados. Dependiendo del paradigma, algunas partes del proceso pueden priorizarse sobre otras. Además, la evaluación vincula tres actores clave: docentes, alumnos y padres. También revela la relación entre estudiantes y futuros empleadores potenciales.
El documento discute los diferentes significados y enfoques de la evaluación educativa. Señala que la evaluación implica la recolección de información, análisis de datos, conclusiones y comunicación de resultados. Dependiendo del paradigma, algunas partes del proceso pueden priorizarse sobre otras. Además, la evaluación vincula tres actores clave: docentes, alumnos y padres. También revela la relación entre estudiantes y futuros empleadores potenciales.
El documento discute los diferentes significados y enfoques de la evaluación educativa. Señala que la evaluación implica la recolección de información, análisis de datos, conclusiones y comunicación de resultados. Dependiendo del paradigma, algunas partes del proceso pueden priorizarse sobre otras. Además, la evaluación vincula tres actores clave: docentes, alumnos y padres. También revela la relación entre estudiantes y futuros empleadores potenciales.
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BERTONI, POGGI Y TEOBALDO
Los significados de la evaluación educativa: alternativas teóricas
La evaluación educativa nos confronta con el abordaje de un espacio de conflicto, que permite analizar articulaciones y fracturas entre supuestos teóricos y prácticas pedagógicas. En efecto, todo proceso de evaluación pone en evidencia múltiples aspectos, relacionados con las características y procesos de la institución educativa, los proyectos institucionales, los estilos de gestión, las propuestas curriculares y editoriales, las particularidades de los docentes y de los alumnos, etcétera. La evaluación constituye siempre una actividad de comunicación en la medida en que implica producir un conocimiento y transmitirlo. Aún cuando pueda plantearse en diferentes niveles como el del sistema educativo, la institución o el aula, la evaluación implica siempre una serie de aspectos comunes que siguen una secuencia lógica y cronológica aunque, en la práctica algunos de ellos sean omitidos. Nos referimos a: *El relevamiento de información a través de diversos procedimientos como la observación, los documentos, las producciones, etcétera. *El análisis de los datos según marcos de referencia que orientan la lectura de estos. *La producción de conclusiones en algunos casos expresados en juicios de valor que traduce el análisis de proposiciones sobre el objeto evaluado o en otros casos la producción de datos cuantitativos cifrados que muestran algún otro aspecto de dicho objeto. *La comunicación a los actores involucrados en el proceso evaluativo o la divulgación a otros de las conclusiones elaboradas. *La toma de decisiones para intervenir activa e intencionalmente en los procesos y resultados sobre los cuales se emitió el juicio evaluativo. A pesar de que las instancias mencionadas constituyen una secuencia, su ejecución no es, necesariamente, lineal. Según cuál sea el paradigma que da sentido a la evaluación educativa, algunos puntos se priorizarán sobre los otros o adquirirán diferentes significados. La articulación del campo educativo con otros campos: implicancias para la evaluación: Una definición amplia de evaluación pone el acento en que esta actividad consiste en la atribución de un juicio de valor a una realidad observada. Cuando la realidad que se evalúa se vincula con los aprendizajes de los alumnos en el contexto de la vida escolar, el juicio de evaluación que se emite compromete a otros niveles con los que se articula el ámbito escolar. Esto es así porque los ámbitos del aula y de la escuela se inscriben en el campo educativo, el cual, a la vez se articula con otros campos sociales y se encuentra, en distintas situaciones históricas, sobredeterminado por alguno de ellos. Empleamos la noción de campo en el sentido en el sentido en que la define Bourdieu, es decir, como "espacio de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias". Nuestro contexto histórico-social se encuentra sobredeterminado, en buena medida, por el campo político y el campo económico. La evaluación, en su nivel más visible, opera como un eje que articula el juego entre tres tipos de actores: docentes, alumnos y padres. Pone en contacto a los protagonistas de los actos educativos con los padres, que son actores "puente" entre los escolar y lo extraescolar. La evaluación es la instancia por excelencia, en términos de los "asuntos" que suelen poner en relación a los tres tipos de actores, porque sus resultados tienen repercusión sobre la trayectoria educativa de los alumnos, sobre sus posibilidades futuras, las expectativas de los padres y sobre la responsabilidad del maestro. Estos procesos de producción, negociación y distribución de las calificaciones asumen características particulares en el interior de las escuelas y de las aulas. Las "reglas de juego", formales e informales explícitas o implícitas, que se configuran entre docentes, alumnos y padres, se relacionan con las características institucionales y con la manera en que aquellos actores desempeñan sus roles. En esto inciden las concepciones e ideas que tienen acerca de ella. En un lugar menos visible, la evaluación pone en evidencia la vinculación entre dos actores presentes en la relación pedagógica (docentes y alumnos) y un actor virtual: los futuros empleadores. Más allá de las condiciones económicos-sociales que inciden en la distribución desigual del capital cultural, los procesos que fabrican el fracaso escolar en el interior de las escuelas demoran (Perrenoud) o interrumpen, por repetición o deserción, el juego de los alumnos en tanto actores de ese proceso de formación, y por ello, ponen en peligro su valor social en el futuro mercado del trabajo. Esto sucede por dos razones: en primer lugar, porque el capital cultural en estado incorporado es insuficiente, y en segundo término porque el capital cultural en estado institucionalizado bajo la forma de certificaciones o títulos no ha llegado a obtenerse.