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Resumen La Explicacion Sociologica Una Introduccion A La Sociologia

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Resumen La Explicación Sociológica: Una Introducción A La


Sociología
Fundamentos de Ciencia Política I (UNED)

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LA EXPLICACIÓN SOCIOLÓGICA
UNA INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA
José Félix Tezanos

TEMA 1

INTRODUCCIÓN GENERAL. ¿QUÉ ES LA SOCIOLOGÍA?

1. LA SOCIOLOGÍA. QUÉ ES Y SUS PROBLEMAS DE DEFINICIÓN.

Siendo una de las ciencias actuales más populares, fuera de los círculos de los
especialistas no hay ideas claras sobre qué es la Sociología, lo que provoca que esta
disciplina, a diferencia de otras ciencias y profesiones, tenga que ser explicada. Ello se
debe a dos razones principales: por tratarse de una ciencia muy reciente (s. XIX), por lo
que aún no ha tenido tiempo para desarrollarse, y porque se ocupa de algo sutil, casi
imperceptible: lo social.

En una primera y básica definición, la Sociología es el resultado de aplicar


procedimientos propios del método científico al estudio de los fenómenos sociales, es
decir, que mediante la aplicación de unas teorías y técnicas de investigación estudia,
explica e intenta predecir las relaciones sociales y los procesos de interacción en el
ámbito de las estructuras sociales.

2. IMÁGENES ACTUALES SOBRE EL SOCIÓLOGO Y LA SOCIOLOGÍA

Partiendo de las ideas de Augusto Comte respecto a la Sociología, en la que creía ver
una “nueva religión” de la era industrial, la asociación de imágenes entre el sociólogo y el
sacerdote, el médico o el profeta es un tópico al que se ha recurrido con frecuencia. De
hecho, reúne los dos tipos de imágenes que los sociólogos suelen tener de sí mismos
coincidiendo con su interpretación de la sociedad: o bien como profeta, asumiendo el
paradigma del conflicto social (una sociedad dinámica sometida a continua mudanza), o
bien como sacerdote, asumiendo el paradigma del consenso (una realidad estática
donde prevalece el consenso frente al conflicto). Las discrepancias entre los propios
sociólogos explica en parte el desconocimiento de la Sociología por la mayor parte de los
ciudadanos.

3. ELEMENTOS PARA LA COMPRENSIÓN DE LA SOCIOLOGÍA COMO DISCIPLINA


CIENTÍFICA

Frecuentemente, las más duras críticas sobre esta disciplina proceden del propio campo
de los que se dedican a ella, pues entre los sociólogos actuales persiste una importante
diversidad de percepciones sobre la naturaleza y el papel que la Sociología puede
cumplir. Sin embargo, muchas de las críticas y defectos que se achacan a la Sociología y
a los sociólogos son características a casi todos los grupos científicos: cuantitofrenia,
jergas especializadas... Lo que sí es cierto es la existencia de diferentes enfoques
metodológicos y una creciente diversidad de los campos de especialización, lo
que hace difícil ofrecer una visión de conjunto de la disciplina.

Por fortuna, el abandono de la obsesión por las definiciones y la superada pretensión por
construir una gran teoría sociológica que lo explicase todo, ha dado lugar a una atención
creciente por los problemas sociales concretos e inmediatos, incluso mediante enfoques
microsociológicos que han llevado al sociólogo a las mismas fronteras de la Sociología,
pues no siempre es fácil diferenciar en determinados enfoques la Sociología de la

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Economía o la Psicología, compartiendo por ello métodos propios de otras ciencias


sociales.

Toda esta indefinición conceptual, metodológica y de delimitación ha llegado a crear


entre los sociólogos una conciencia de crisis, propiciando una tendencia hacia el
autoanálisis y dando lugar a que en muchos casos la Sociología se haya acabado
convirtiendo en el propio objeto de la Sociología, en un círculo cerrado de auto-
observación.

4. LA EXPLICACIÓN SOCIOLÓGICA

La crisis de la Sociología radica, pues, en su eventual incapacidad para lograr su


adecuada comprensión y aceptación social, es decir, para demostrar su utilidad. En
ese proceso explicativo se abren los siguientes interrogantes:
 ¿Cuándo aparece? Al hilo del surgimiento y desarrollo de la sociedad industrial.
 ¿Por qué aparece? Porque se dieron las condiciones de madurez adecuadas:
desarrollo de la sensibilidad hacia lo social y condiciones de libertad intelectual.
 ¿Cómo surge? En la evolución de las ciencias sociales: primero la Ciencia Política de
la Religión y la Moral, después la Ciencia Económica y a continuación la Sociología.
 ¿Para qué? Para enfrentarse de un modo científico con la problemática social.
 ¿Con qué orientación surgió? En los supuestos y planteamientos del método
científico.

Se hace evidente, pues, que para la correcta comprensión de la Sociología se debe dar
cuenta tanto de su razón de ser contextual de desarrollo histórico, como de su razón de
ser sustantiva en tanto a su contenido y finalidad, haciendo hincapié en los siguientes
puntos:
1. Precisar el papel que juega lo social en la evolución del hombre.
2. Comprender las características del período histórico en que aparece desde la doble
perspectiva de cambios sociales y de aparición de nuevas mentalidades.
3. Aclarar el gado en que los procedimientos científicos pueden resultar aplicables al
estudio de la realidad social.

La Sociología forma parte de las Ciencias Sociales, y aunque comparte parte de su campo
con otras ciencias, cuenta con un campo temático específico, lo social, y unos
enfoques metodológicos particulares. Para constituirse como ciencia, además,
tuvieron que darse unos requisitos constitutivos previos: unos elementos externos
histórico-sociales a partir de los cuales fue posible el desarrollo de una nueva rama del
saber, y otros de evolución interna: desarrollo de una problemática específica
diferenciada de otras ciencias, desarrollo de grandes teorías sociológicas y paradigmas
interpretativos, delimitación de problemas específicos concretos del orden social, y la
conexión de estas orientaciones con perspectivas de investigación científica.

Tras todo ello llegamos a la conclusión de que lo que la Sociología necesita es ser
explicada y no simplemente definida. En lo que podría ser una primera y básica definición
de consenso entendemos la Sociología como el resultado de aplicar, en un contexto
histórico determinado, procedimientos de conocimiento propios del método científico al
estudio de los fenómenos que acontecen en la esfera de lo social, fenómenos que deber
ser susceptibles de comprobación y medición empíricos a partir de marcos teóricos
interpretativos y conceptos analíticos adecuados.

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TEMA 2

HOMBRE Y SOCIEDAD

1. LA NATURALEZA DE LO SOCIAL

El hombre es un ser social, y no puede entenderse sin la sociedad, en la cual siempre ha


vivido como un hecho natural formando parte de su realidad más íntima e inmediata. Por
ello, el concepto de un hombre fuera de la sociedad no es aceptable, pues mediante la
socialización se adquieren un conjunto de pautas y patrones de conducta social sin los
cuales los seres humanos se verían reducidos a una condición diferente a la humana.

Sin embargo, la importancia que lo social ha tenido en la evolución humana, con un papel
decisivo en el proceso de hominización, contrasta con su tardío descubrimiento como
campo de estudio (s. XIX). Una explicación resalta la realidad tan obvia de nuestra
inmersión en una compleja red de grupos primarios en los distintos ámbitos de la vida
social, tal que, como señaló Ralph Linton, lo último que descubriría un habitante de las
profundidades marinas fuera tal vez el agua. Una explicación más racional señala que la
reflexión sobre lo social no se pudo producir hasta que no se desarrollaron los métodos
científicos y se evidenció la realidad de la sociedad civil como entidad distinta y con vida
propia al margen del Estado, hecho que se produjo en el momento histórico de la
revolución industrial.

Intentando clarificar cuál es la naturaleza de lo social, Nisbet señaló que los problemas
de la Sociología son los que se refieren a la naturaleza del vínculo social, en tanto fuerzas
que permiten a los seres humanos mantenerse unidos en las moléculas sociales.
Theodore Abel, por su parte, se refirió a lo social como al misterio que la Sociología
pretendía desvelar, como el núcleo atómico respecto a la Física, la vida a la Biología o la
conciencia a la Psicología.

La indagación por lo social muestra dos campos de acción en la Sociología: el de la


estática social en tanto a sus componentes estructurales, y el de la dinámica social
en tanto a los cambios y transformaciones de dicha estructura, aunque también se puede
avanzar en el estudio del vínculo social a través de los distintos elementos que lo
componen.

2. EL PAPEL DE LO SOCIAL EN EL DESARROLLO HUMANO

Una vez constatado que el hombre es un ser que vive en sociedad, la cuestión central
estriba en dilucidar el papel que juega la dimensión social en la naturaleza humana.
Partiendo de que la evolución dibuja una línea de creciente complejización de los
sistemas, con una clara tendencia a la agregación, es decir, a la unión en conjuntos más
amplios y complejos como una premisa propia de la vida, Kingsley Davis no dudó en
afirmar que el surgimiento de las formas societales constituyó uno de los grandes pasos
de la evolución humana.

Teniendo presente la importancia que a lo largo del proceso de evolución ha tenido la


capacidad de adaptación al medio a fin de aumentar las posibilidades de sobrevivir,
algunas especies lograron esa adaptación precisamente merced a su sociabilidad. En la
especie humana esta condición no sólo consistió en un requisito para la supervivencia,
sino que se convirtió en un elemento decisivo de su conformación como especie, a tal
punto que, como señaló Perinat, los elementos que constituyen la sociabilidad fueron
adquiriendo una preponderancia decisiva, erigiendo al medio social como una condición
necesaria para el despliegue biológico normal del individuo. Se concluye, pues, una
perspectiva “coevolucionaria” entre los factores biológicos y culturales en el proceso
adaptativo de la especie humana, interactuando ambos en la evolución de los atributos

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humanos.

Los sociobiólogos han puesto énfasis en el papel desempeñado por la herencia


genética en la dinámica de lo social como el verdadero motor de la sociabilidad, es
decir, como transmisor de la cultura. Edward Wilson señaló que el parentesco juega un
papel primordial en la estructura del grupo, apuntando al fenómeno del altruismo como
uno de sus frutos. En base a ello, Hamilton elaboró el concepto de coeficiente de
parentesco como la fracción de genes mantenida por la descendencia común: a mayor
coeficiente, mayor componente de solidaridad colectiva y mayor la disposición al
altruismo.

Mientras que la Sociobiología hace hincapié en el aspecto biológico del fenómeno social,
el resto de Ciencias Sociales destacan la significativa influencia de la acción cultural
sobre los aspectos biológicos. Schwartz y Ewald estudiaron la selección de pareja como
prototipo de la influencia del ámbito cultural sobre el biológico, de tal modo que por
causas culturales algunas combinaciones genéticas son excluidas o potenciadas. Downs
y Blelbtreu, por su parte, subrayaron cómo determinadas costumbres y pautas
culturales desempeñan un papel primordial en la circulación genética y por tanto en la
evolución biológica del hombre, incluso, como afirmó Ashley Montagu, en el desarrollo
de sus rasgos físicos.

Es de destacar que en las especies sociales las mutaciones genéticas cuentan con
mayores probabilidades de consolidarse, tanto por la posibilidad de un mayor grado de
intercambios grupales, como por una rápida segregación grupal del individuo mutado,
el cual, aislado en un territorio diferenciado, tendrá más posibilidades de consolidar su
mutación. Tanto este punto como todo lo expuesto nos llevan a reconocer la importancia
decisiva de las interrelaciones entre el hecho biológico y el hecho social.

3. LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE COMO SER SOCIAL

Se considera que la concepción del hombre como ser social se origina en la clásica
definición de Aristóteles (384-322 a.C.): animal político por naturaleza (zoon
politikón), añadiendo que el que vive aislado de la polis sin necesidad de ella o es un
bruto o es un Dios. La apostilla conlleva un matiz vital en la consideración social del
hombre: su dimensión cultural en tanto miembro de una sociedad organizada.

La Teoría de la evolución de Charles Darwin (1809-82) acudió a la comprensión de la


evolución del hombre como ser social al delimitar sus dos dimensiones: la idea de
equilibrio ser vivo-naturaleza mediante la adaptación al medio, y el proceso de
evolución como producto de una dinámica constante de adaptaciones y
desadaptaciones, sobre todo a través de las mutaciones genéticas. Aunque el origen
de éstas aún no está claro, lo cierto es que sitúan a nuevos individuos y especies en
ambientes específicos, de modo que en el proceso evolutivo se ha ido produciendo una
permanente selección natural de especies según su mayor o menor dotación biológica
de adaptación al medio.

Si bien el hombre puede considerarse en parte como resultado de factores de azar


(mutaciones genéticas, cambios geológicos, alteraciones climáticas...), no puede
explicarse sin admitir un conjunto de innovaciones y autorregulaciones adaptativas
básicamente en virtud de su condición social. En base a ello, el hombre puede ser
considerado como fruto de un doble proceso de evolución biológica y evolución
social.

Este proceso de coevolución biológica y social del hombre se sitúa en un contexto


temporal muy dilatado (el Australopithecus dista cuatro millones de años), y un análisis
de sus condiciones físicas originarias nos indica que parecía una especie destinada a
desaparecer. Sin embargo, aquellos homínidos supieron hacerse fuertes desde debilidad
física y sobrevivieron, fundamentalmente en virtud de su carácter social, desarrollando
y transmitiendo entre sí un depósito común de conocimientos y técnicas al que se

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denomina cultura. Sociedad y cultura son, pues, las claves que nos permiten
comprender la adaptación al medio y la propia naturaleza del ser humano a través de la
hominización. Tal es así que, como señala Linton, lejano queda el día en que en
nuestra especie los grupos organizados, y no sus individuos aislados, llegaron a ser las
unidades funcionales en la lucha por la existencia.

La cultura es para el hombre como un ambiente artificial creado por él mismo, como si
de una segunda naturaleza humana se tratara añadida a su naturaleza física originaria,
que ha ido enriqueciéndose a lo largo de la historia y transmitida a todo individuo a
través de un proceso de socialización y aprendizaje. En ese sentido, los conceptos de
cultura y sociedad se hacen inseparables, pues la sociedad es un agregado organizado
de individuos y la cultura es la forma en que se comportan según su modo de vida, y a
través de ellos el hombre llega a ser lo que es. Desde esa perspectiva, y tras todo lo
expuesto, se comprende que Ely Chinoy no dudara en afirmar que un individuo aislado
es una ficción filosófica.

4. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LO HUMANO

En el desarrollo humano, lo social supone la introducción de un principio de auto-


regulación y de producción autónoma de ambientes artificiales que han permitido una
mejor adaptación al medio, haciendo de la sociedad el contexto en que se hace posible
lo humano. Sin embargo, la cultura y la sociedad humana presentan unas características
diferentes a las de otras especies también sociales (termiteros, enjambres...), pues lo que
diferencia sustancialmente al hombre es su libertad para actuar, propiciando la
cooperación y la creatividad.

La mejor comprensión de nuestra realidad presente debería partir del estudio de las
protoculturas elementales de primates, pasando por las formas de organización social de
los diferentes homínidos y el comportamiento social de algunas comunidades primitivas
de tribus nómadas. Tras ese examen se observa que las sociedades humanas han ido
evolucionando poco a poco a lo largo de los años, acumulando conocimientos y
experiencias en su esfuerzo permanente por dar una respuesta grupal al reto de la
adaptación al medio.

Otras de las cualidades importantes del hombre es su capacidad hacedora y creativa.


Aunque otras especies también realizan determinadas construcciones, el hombre puede
efectuar trabajos y tareas mucho más complejas y progresivamente perfeccionadas
merced a dos capacidades específicas: un cerebro para pensar y una mano para
manipular, en cuya conjunción se encuentran las claves de nuestra evolución como
especie, a tal punto que algunos estudiosos han hablado de una auténtica cultura de la
mano.

Es importante destacar que la invención de útiles y herramientas no fue un acto


individual, sino una tarea social y grupal, dado que éstas se hacen y utilizan en grupo, y
las técnicas para emplearlas y perfeccionarlas se encuentran depositadas en el acervo
común de las sociedades humanas a través de la cultura. Por todo ello, la mano y el
cerebro junto a la cultura y la sociedad pueden ser considerados como los cuatro
pináculos sobre los que ha sido posible la evolución humana.

Así, pues, mediante su capacidad grupal de trabajo y de acción, los hombres han logrado
alterar poco a poco su relación originaria con la naturaleza, controlándola y
readaptándola mediante herramientas y utensilios a la medida de sus necesidades. En
esa tarea el hombre también se ha ido remodelando a sí mismo como especie social,
en un largo proceso evolutivo de desarrollo cultural a través de un proceso creativo
resultado de la capacidad expresiva de la libertad humana (Teoría sobre la productividad
de Carlos Marx).

George Herbert Mead subrayó cómo, de manera paralela a la complejidad del proceso
de maduración del sistema nervioso humano, se ha producido una paralela complejidad

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del sistema social, haciéndose necesario el desarrollo del lenguaje verbal como forma
específicamente humana de comunicación ante la necesidad derivada de procesos tan
largos de socialización. La diferenciación funcional proporcionada por el lenguaje produce
no sólo un tipo enteramente distinto de individuo, sino también una sociedad diferente.

La tendencia a la agrupación puede considerarse como una característica general de


la vida. No existe ningún organismo que pueda permitirse existir en completo
aislamiento, pues, aún en diferentes niveles de autonomía, todos están ligados en su
medio o situación social general, en un complejo de interacciones sociales del cual
depende su existencia. La dificultad radica en determinar si existe una forma
específicamente humana de lo social, pues la conformación social de los hombres ha
acabado influyendo en su propia evolución, a tal punto que lo social ha pasado a ser
parte de la propia naturaleza humana. En esa línea, Edward Wilson señala que los
homínidos sufrieron dos variaciones adaptativas sucesivas: la adaptación a la vida
en campo abierto con el consumo de semillas, y a continuación la captura de grandes
mamíferos, que requirió un aumento de la mentalidad y organización social. En ese
punto, el cambio mental y social llegó a depender más de la propia reorganización
interna que como respuesta al ambiente circundante, concluyéndose que en el ser
humano la evolución social había adquirido su propio motor.

A pesar de las notables lagunas existentes aún sobre la evolución humana, se puede
afirmar que la nueva especie, denominada humana, fue el resultado de un doble
proceso de adaptación: de la especie al medio a través de los sistemas sociales, y del
individuo a la sociedad por medio de la cultura, de tal modo que ésta aparece como el
verdadero elemento explicativo del carácter social humano y conformador de la
personalidad humana.

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TEMA 3

LOS ORÍGENES DE LA SOCIOLOGÍA

1. EL CONTEXTO SOCIAL DE LA SOCIOLOGÍA

Durante un extenso período de tiempo los hombres vivieron en comunidades bastante


estables, generación tras generación. Sin embargo, el siglo XVIII marcó el desarrollo de
una serie de cambios de todo orden que dieron lugar al inicio de una nueva era histórica.
Teniendo como origen el Renacimiento y la Ilustración, y tras el influjo de la Revolución
liberal en Inglaterra y de la Revolución francesa, el siglo XIX se inició bajo el signo de
una nueva era de la razón, de los derechos humanos y del pensamiento científico y
secular.

La Revolución Industrial condujo, de esta manera, al inicio de un nuevo ciclo histórico,


que a la par que puso en marcha enormes recursos productivos bajo los dictámenes de la
nueva ciencia de la Economía, dio lugar a una transformación radical del orden
social. Millones de seres humanos cambiaron de residencia, de forma de trabajo, de
estilos de vida, de costumbres y de ideas, pero la mayoría hacinándose en los barrios
proletarios en unas condiciones penosas de vida y de salubridad. Algo fallaba en aquel
nuevo contexto social, y en poco tiempo la cuestión social se convirtió en un foco de
atención prioritario.

Al ser lo social el verdadero armazón de lo humano, todo cambio socio-cultural hace


tambalearse, de una u otra manera, la misma base de la estructura de nuestra realidad
vital. Por ello, tantos y tan intensos cambios sociales dieron lugar a una auténtica
conmoción en las conciencias y en las formas de vida colectiva, situando a millones de
hombres ante nuevas formas de experiencia social: falta de arraigo, crisis de las viejas
concepciones familiares y gremiales, difusión de nuevas mentalidades, sacralización del
viejo orden, crecimiento desmesurado de la población y la urbanización, aparición de
nuevas clases sociales, especialización laboral y división del trabajo... No es extraño que
en esa coyuntura histórica de grandes y profundas transformaciones sociales surgiese la
Sociología como ciencia autónoma.

2. LA ACUÑACIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO: LA SOCIOLOGÍA

En 1839 Augusto Comte propuso públicamente calificar a la nueva ciencia como


Sociología, poniendo la primera piedra a la nueva rama del saber, la cual surgió en el
curso de una especialización progresiva de los saberes sociales: primero surgió la
Política con el desarrollo del Estado Moderno, luego la Economía bajo la Revolución
Industrial, y por último la Sociología en un intento de descubrir las relaciones sociales
globales mediante el estudio de los procesos de estructuración y desestructuración de la
sociedad, todo ello con un espíritu secular y científico propio de la nueva época: sin
prejuicios, con objetividad, rigor y método.

Comte entendía la Sociología como una rama del conocimiento en la que estaba implícita
una clara vocación de transformación del orden social, de la que participarían casi
todos los padres fundadores de la nueva ciencia. Sin embargo, su planteamiento como
“ciencia de las ciencias” y culminación de todo el edificio científico, presentándola como
una doctrina concreta, casi como una nueva religión, no dejó de crear polémica y hasta
rechazo por gran parte de la comunidad científica, aunque explicase que la supuesta
“culminación” también implicaba su dependencia al desarrollo del resto de las disciplinas
científicas.

Por otra parte, Comte creía que el desarrollo de la humanidad se producía según la “ley
de las tres etapas”: teológico-ficticia, metafísico-abstracta y científico-positiva, y que a

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medida que se acercaba al tercer estadio más se evidenciaba su doble movimiento de


organización y reorganización, de modo que la Sociología venía a mitigar las crisis de un
desarrollo espontáneo imprevisto, haciendo posible la previsión y guiando la acción.

3. LOS COMPLEJOS TIEMPOS HISTÓRICOS DE LA SOCIOLOGÍA

Ya a principios del siglo XX la mayoría de sociólogos habían olvidado el supuesto


carácter profético del que Comte habían intentado impregnar la nueva ciencia,
decantándose por derroteros mucho más prácticos y concretos, en un ejercicio de
autoanálisis que buscaba garantizarse un objeto específico que la diferenciara de las
otras ciencias, aún a riesgo de caer en el hecho de que la Sociología se convirtiese en el
objeto de la Sociología.

La autocrítica y el autoanálisis, en un continuo fundarse y refundarse durante casi un


siglo, llevaron a denominar a la Sociología la “ciencia de la crisis”, dada la continua
crisis en la que parecía moverse, aunque se debería admitir que, habiendo nacido de la
crisis, quizás una cierta situación crítica constituya el contexto necesario en el que
encuentra los estímulos más importantes para su reflexión y desarrollo.

A lo largo de todo un siglo, pues, los observadores externos a la Sociología se han


sorprendido de algunas de sus peculiaridades:
 Tendencia a formular grandes síntesis teóricas y explicaciones globales, prestando
poca atención a ámbitos más limitados y concretos de la realidad social.
 Pretensión de muchos sociólogos a “partir de cero”, provocando la ausencia de un
trabajo teórico acumulativo propio del ámbito científico al que aspira la
Sociología.
 Tendencia a considerar vigentes y actuales los textos de los padres fundadores.
 Solapamiento entre planos temporales y analíticos, es decir, a catalogar con
análisis pretéritos problemas de situaciones actuales
 Tendencia de muchos sociólogos a ser especialistas en todas las ramas de saber.
 Nula diferenciación entre historia de la Sociología y la propia teoría sociológica
vigente.
 El objeto de la investigación y el sujeto investigador tienden a mezclarse y
confundirse.
 Una buena parte de los sociólogos siguen malgastando su tiempo en disputas
terminológicas en la obsesionada búsqueda de definiciones formales.

A modo de conclusión, la Sociología debe desprenderse de la Sociología como problema y


afrontar un quehacer científico capaz de ocuparse de los problemas de la sociedad.

4. SOCIOLOGÍA Y PRE-SOCIOLOGÍA

El interés por el ámbito social es tan antiguo como la civilización occidental, incluso hasta
Platón y Aristóteles, pero el mero interés no es condición suficiente para el desarrollo
de una ciencia: habría que precisar cuándo se autonomizó de los ámbitos político, moral
y religioso, y, a su vez, cuándo se orientó por un enfoque propio de una metodología
científica.

La Sociología no cuenta con fechas precisas de ninguno de estos eventos. Aunque


Comte planteó en 1822 la necesidad de una ciencia positiva de lo social a la que
denominó Física Social, y en 1839 Sociología, ninguna de estas fechas determina un
antes ni un después sino sólo dos eventos en un desarrollo largo y difuso. De hecho,
Comte entendía la Física Social como el complemento último a las físicas terrestre y
animal, completando una verdadera filosofía positiva humana capaz de hacer olvidar las

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explicaciones teológicas o metafísicas, definiendo la Física Social como la ciencia que


tenía como objeto el estudio de los fenómenos sociales con el mismo espíritu que los
astronómicos y físicos, es decir, como sujetos a leyes naturales invariables. Por supuesto,
esta visión pone en entredicho las fechas anteriores sobre la fundación de la Sociología
tal y como se ha entendido posteriormente, incluso autores de la talla de Marx o
Durkheim jamás llegaron a utilizar dicha denominación por su manifiesta vinculación
inicial a la obra de Comte.

Previamente al desarrollo del método científico, numerosos autores habían hecho


objeto de su atención a los fenómenos sociales, pero siempre desde enfoques
reflexivos o meramente enunciativos: Herodoto, Aristóteles, Ib Jaldún, Hobbes,
Spinoza... pero en todas las aproximaciones faltaba una sistemática propia, es decir, una
definición de un objeto de estudio específico y los enfoques de una metodología
científica.

Una vez desarrollado el método científico, se hizo necesaria la delimitación del objeto
específico de estudio, paso que se dio con la diferenciación entre las esferas política y
social, es decir, entre el estado y la “sociedad civil”, concepto éste último que vino de
la mano de la emergencia de nuevos e influyentes grupos sociales, con nuevas clases
sociales y nuevas formas de organización social y económica. Por todo ello, la aparición
de la Sociología no puede divorciarse del complejo contexto de referencias históricas
asociadas a la emergencia de la sociedad burguesa.

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TEMA 4

EL DESARROLLO DE LA SOCIOLOGÍA
LOS PADRES FUNDADORES

1. LOS PRECURSORES DE LA SOCIOLOGÍA

En el siglo XIX se produjeron un conjunto de circunstancias históricas que hicieron


posible la aparición y desarrollo de la Sociología como ciencia autónoma en base a una
creciente demanda de atención a lo social. En ese contexto se sitúan sus padres
fundadores, cuya influencia sigue siendo muy considerable a causa de que muchos de los
problemas que plantearon continúan vigentes: los problemas de la sociedad industrial;
dicha situación propicia la actual confusión entre lo que es la historia del pensamiento
filosófico y su realidad actual, pues a falta de un nuevo modelo de sociedad con una
nueva generación de pensadores, su estudio sigue siendo base imprescindible para
comprender qué es la Sociología.

Aunque Comte consideraba a la Sociología como culminación de todo el pasado


intelectual de la humanidad, lo cual la conectaba con todo el pensamiento acumulado, de
un modo más específico Gurvitch destacó la existencia de una presociología en los
filósofos sociales que concedían gran importancia a la observación empírica y
desinteresada de la realidad social, aunque aún sin un ámbito de estudio determinado ni
metodologías científicas adecuadas. Entre ellos, Martindale observa los primeros
antecedentes entre los sofistas griegos, en tanto estudiaban al hombre como ser social
en función su la lengua, religión, arte, literatura y política. Desde esa época, se puede
destacar a:
– Herodoto, por sus descripciones sobre usos y costumbres sociales.
– Aristóteles (384 a.C.), definición de hombre social y distinción de clases y grupos
sociales.
– Arquímedes, desde la metodología, en la síntesis entre experimentación y
matemáticas.
– Ibn Jaldun (1332-1406), por sus estudios comparativos entre las culturas
mediterráneas.
– Juan Bautista Vico (1668-1744), por su teoría de la evolución cíclica de la historia.
– Mostesquieu (1689-1744), estudios de instituciones y procesos sociales y tipos
ideales.
– Hobbes (1588-1679), delimitación de la Física Social como parte de la Filosofía
científica.
– Spinoza (1632-1677), por su intento de explicación racional de los fenómenos
sociales.
– Leibniz (1646-1716), en la distinción entre sociedad civil y Estado.
– Fichte (1762-1814), en la distinción entre sociedad civil y Estado.
– Adam Smith (1723-1790), en el desarrollo de la Economía Política clásica.
– Adam Ferguson (1726-1816), división del trabajo, teoría del conflicto y clases
sociales.
– John Millar (1735-1801), en el desarrollo de la Economía Política clásica.
– Francis Bacon (1561-1626), por su influencia positivista y empirista.
– David Locke (1632-1704), por su influencia positivista y empirista.
– David Hume (1711-1776), por su influencia positivista y empirista.
– George Berkeley (1685-1753), por sus principios generales de atracción entre
personas.
– Turgot (1727-1781), por sus teorías sobre el progreso y el conflicto.
– Concordet (1743-1794), intento de trazar las leyes naturales de la evolución y
progreso.
– John Malthus (1766-1834), fundador de la demografía y evolución de la población.
– Quetelet (1796-1874), que acuñó el término de Física Social en sus estudios

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estadísticos.

2. SAINT-SIMON

En Claudio Enrique de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), recae el honor de


ser considerado el precursor más directo de la Sociología y quizás su auténtico padre
fundador. Poseedor de una cultura enciclopédica, condujo una vida fuera de medida, y
curiosamente casi todas sus aportaciones intelectuales se produjeron a partir de los
cuarenta y cinco años, cuando se encontraba en la pobreza más absoluta, después de
dilapidar su fortuna, haber estudiado todo tipo de disciplinas y haberse implicado en un
sinfín de aventuras.

Convencido de que el orden social en crisis del viejo régimen podía ser reconstruido
sobre bases racionales y científicas, Saint-Simon planteó la necesidad de constituir una
ciencia de la sociedad basada en una filosofía positiva, a la que denominó Fisiología
Social. Su gran objetivo era reorganizar la sociedad sobre las bases de la ciencia y la
industria, para alcanzar una sociedad sin clases por el camino de la renovación ético-
religiosa. La planificación económica, el desarrollo industrial, la organización de una
sociedad equitativa y productiva, y la desaparición de los Estados nacionales, con un
nuevo sistema político en una Europa unida, hacen de Saint-Simon uno de los más
fructíferos precursores de nuestra época.

4. AUGUSTO COMTE

Augusto Comte (1798-1857) está considerado el padre de la Sociología, tanto por haber
acuñado el término como por realizar su primera propuesta sistemática. En cuanto a su
vida, sus biógrafos hablan de su vida atormentada y carácter dogmático, destacando sus
siete años de colaboración con Saint-Simon, del que se separó borrascosamente, y en los
que sin duda se gestó gran parte de la nueva ciencia.

La idea básica de Comte era que todas las ciencias formaban una jerarquía, una gran
pirámide construida de acuerdo a la propia complejidad de los fenómenos estudiados, y
en cuya cúspide se encontraba la Ciencia de la Sociedad, la “ciencia de las ciencias”,
la última en surgir puesto que previamente había sido necesario el desarrollo de las
demás, y que venía a remediar los problemas del hombre y la sociedad. La exaltación de
ese papel de la Sociología llevó a Comte a considerarla como la nueva religión laica de
la humanidad, donde la nueva religión era el positivismo, la divinidad la humanidad, y
sus sacerdotes la élite de sociólogos que emprenderían la reorganización social universal.

Uno de los puntales básicos del pensamiento comtiano fue la Ley de los tres estadios,
una interpretación de la evolución de la humanidad en función del progreso
interconectado del conocimiento, la realidad social y el desarrollo del individuo:
a) Etapa teológica. Sociedades agrícolas, cuya unidad básica era la familia. Los
fenómenos se explican por seres o fuerzas sobrenaturales. En política prevalece la
doctrina de los reyes, organización militar de la sociedad, autoritarismo y fuerte
control social.
b) Etapa metafísica. Se afianza la autoridad civil y el Estado frente al poder espiritual.
Los fenómenos se explican recurriendo a entidades e ideas abstractas. En política
prevalece la doctrina de los pueblos, cuyos derechos hace iguales a todos los
hombres.
c) Etapa positiva. Sociedad industrial, la inteligencia humana se libera de mitos y
ataduras, entrando en el estadio de la positividad racional.

Una característica de su obra es su sentido práctico, pues, según él, se trataba de


llegar a un conocimiento de las leyes naturales que permitieran anticipar el curso de los
hechos para evitar, o al menos mitigar lo más posible, las crisis de un desarrollo

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espontáneo imprevisto.

En cualquier caso, las aportaciones concretas de Comte al conocimiento de la estructura


social y a los procesos de cambio son muy limitadas y esquemáticas, y desde el punto de
vista metodológico apenas aportó más que la reivindicación global del método positivo.
Sus pretensiones de crear una ciencia, pues, fueron más un deseo que una realidad, de
modo que abrió un camino pero fueron otros los que empezaron a transitar por él.

4. EMILIO DURKHEIM

Emilio Durkheim (1858-1917) inicia propiamente la historia de la Sociología, pues no se


limitó a hablar de la nueva ciencia ni de sus posibilidades, sino que hizo Sociología
mediante investigaciones concretas y el desarrollo de reglas y procesos de
investigación específicos.

Los acontecimientos políticos de la época propiciaron en Durkheim una preocupación


recurrente por los temas de solidaridad social, sobre todo en base a la relación
individuo-sociedad. Para él, la sociedad no es la mera suma de individuos, sino una
realidad por sí misma, con sus propias leyes y previa a los individuos concretos que la
constituyen, de tal modo que la fusión de almas individuales genera un ser con una
individualidad psíquica de un nuevo género. Esta realidad colectiva no sólo tiene
entidad propia, actuando distinto a como lo harían sus miembros aisladamente, sino que
también propicia que el hombre sea lo que es, pues el hombre es hombre en la medida
en que está civilizado, y despojado de cuanto la sociedad le aporta quedaría reducido a la
condición animal. En la identificación y explicación de ese “factor social” sitúa Durkheim
la razón de ser de la Sociología.

Durkheim definió la Sociología como la ciencia que se ocupa de los hechos


sociales, definiéndolos como aquellas maneras de obrar y sentir exteriores e impuestas
al individuo, es decir, realidades que éste se encuentra formadas y que son parte de la
supremacía de la sociedad sobre sus miembros. Es necesaria la combinación de muchos
individuos para instituir un hecho social nuevo, definiendo Institución como el conjunto
de todas las creencias y formas de conducta instituidas por la colectividad. La Sociología,
pues, se redefine como la ciencia que estudia la génesis y funcionamiento de las
instituciones, quedando así delimitado el objeto de estudio durkheimiano de la
Sociología: los hechos sociales y las instituciones.

En el terreno político-social, Durkheim observó la conexión entre tres


movimientos del siglo XIX: la crisis de las ideas religiosas, la aparición de la Sociología y
el auge del socialismo, definiéndose partidario de un socialismo encaminado a lograr la
regeneración de la sociedad a partir de los principios morales de una Sociología científica,
es decir, no reducido a una simple cuestión de salarios sino como reorganizador del
cuerpo social en su conjunto. Para ello, Durkheim apostaba por una Sociología que
aportaba un conocimiento metódico y riguroso para la solución científica de los
problemas sociales, de los cuales el principal no era el económico, sino el del consenso y
la aceptación de la superioridad moral de la sociedad.

Su labor fue ingente. En el terreno social, estableció la división entre solidaridad


mecánica y orgánica (comunidades y asociaciones), introdujo el concepto de anomia,
desarrolló la idea de institución social, los conceptos de cultura y sociedad, y construyó
diversas tipologías. En el metodológico, consideró la necesidad de tratar los hechos
sociales como cosas, es decir, como realidades observables y cuantificables,
abandonando la obsesión por la conceptualización y proponiendo el acercamiento a los
problemas mediante aproximaciones progresivas, partiendo de estudios sobre los
puntos más accesibles. Con todo este material proporcionado por Durkheim, la Sociología
pudo por fin empezar a andar.

5. CARLOS MARX

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Carlos Marx (1818-1883) es una de las mayores figuras intelectuales de la historia, y sin
duda una de las que ha llegado a alcanzar una mayor influencia práctica en el plano
político y cultural. Gran polemista y estudioso incansable, fue sobre todo un gran
agitador, un promotor de nuevas ideas y un abanderado de los nuevos ideales
socialistas, además de profeta, activista, líder político e intelectual que abordó cuestiones
relacionadas prácticamente con todas las ciencias sociales.

Su pobre opinión de Comte le impidió la utilización del término Sociología, acuñado por
éste y relacionado en un principio con la visión comtiana de la sociedad, pero nadie duda
de su posición como uno de los padres fundadores de la nueva ciencia e inspirador de
una de sus principales corrientes: la dinámica social como fruto del conflicto y
antagonismo, en contraste con la visión de la dinámica social como fruto del orden y
armonía social.

Marx desarrolló una teoría concreta del devenir social a partir del análisis de los
procesos de producción económica, y en su obra culminante, El Capital, intentó
desvelar la lógica y dinámica del sistema de producción industrial-capitalista. Numerosos
sociólogos, como Schumpeter, Gurvitch o Bottomore, no dudaron en reconocer en sus
obras el enorme valor de las aportaciones marxistas, pero apuntando su arrogancia al
pretender ser la Sociología misma, o un sistema sociológico completo y definitivo,
obviando las limitaciones propias de toda teoría sociológica frente a la extraordinaria
complejidad de la vida social.

Marx desarrolló sus investigaciones en torno a dos grandes temas interrelacionados:


a) El descubrimiento de la ley económica de la sociedad moderna capitalista.
b) Los procesos específicos de conflictos de clase.
Con el estudio y la relación de ambos pretendía descubrir la estructura y el
funcionamiento de los sistemas de producción a través de la dinámica histórica generada
por los antagonismos y conflictos de clases que engendraban.

Marx situó sus estudios en dos planos interdependientes:


1. Los hombres concretos. Aunque no consideraba a la sociedad como un ente al
margen del individuo, sí la entendía como el lugar donde los hombres desarrollaban
su verdadera naturaleza y el marco en el que se producían las interacciones
sociales, al punto de que afirmó que no era la conciencia del hombre la que
determinaba su ser, sino el ser social de éste lo que determinaba la conciencia.
2. Los procesos históricos, de los cuales concluyó que el motor de su evolución era
un conjunto de procesos sociales específicos, concepción que se denominó
materialismo dialéctico o histórico (en contraposición al idealismo dialéctico de
Hegel, que veía el motor en las ideas), determinando que ese motor o factor
principal que daba lugar a la génesis del cambio y la dinámica social era el conflicto
de clases.

A modo de resumen, Marx concluyó que el modo de producción de la vida material


condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. Al llegar
a una determinada fase de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la
sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, es decir, que chocan con
las relaciones de propiedad vigentes, de modo que estas relaciones pasan de ser
relaciones de desarrollo a trabas para ese desarrollo, abriendo una época de revolución
social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la
inmensa superestructura erigida sobre ella.

Marx fue un sociólogo de un tipo determinado: sociólogo-economista, convencido de


que no es posible comprender a la sociedad moderna sin referirse al funcionamiento del
sistema económico si se descuida la teoría de su funcionamiento.

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6. MAX WEBER

Max Weber (1864-1920) es uno de los padres fundadores con mayor influencia en la
Sociología actual, ocupándose de tantos temas y cuestiones distintas que presenta
dificultades para ser sistematizado, careciendo de una teoría general o idea central de
pensamiento y estudio, posibilidad que rechazó al considerar que no podía existir una
explicación cerrada y acabada capaz de reproducir con fidelidad la extraordinaria
complejidad de la realidad.

Su amplísima producción, desde estudios metodológicos a históricos, pasando por la


sociología de la religión y los económicos de su obra cumbre “Economía y Sociedad”,
está alentada por un permanente diálogo intelectual con Marx, a quien, junto con
Nietzsche, consideraba las figuras más influyentes de su época. Sin embargo, aunque
ambos coincidieron en atribuir un carácter prevalente al estudio del capitalismo, Marx
enfatizó los factores económico-materiales, mientras Weber se inclinó al ámbito de las
ideas y creencias.

Una síntesis de las ideas de Weber, en contraposición a las de Marx, son las
siguientes:
― Rechazo de las grandes teorías y explicaciones unicasuales.
― Intento de aunar criterios de las ciencias de la cultura con las ciencias naturales.
― Distinción entre los planos de poder económico y político, las ideas de los intereses.
― Visión neutra del capitalismo, de tendencia a una racionalización económica.
― Visión de las clases sociales y el conflicto de clases no sólo en términos económicos,
sino también ideológicos y culturales.
― Las relaciones entre la infraestructura económica y la ideológica no son unívocas ni
unidireccionales, sino bidireccionales y dependientes.

Weber llegó a la refutación empírica del materialismo histórico de Marx,


exponiendo las conexiones de las religiones con la economía y la estructura social de su
sociedad, todo ello en base a un dato concreto: el capitalismo se extendió con más auge
en los países protestantes que en los católicos, dándose un mayor porcentaje de
protestantes entre los propietarios y puestos directivos de las empresas. Weber
estableció que los elementos que definían el “espíritu del capitalismo” se correspondían
con la ascesis profesional puritana cristiana, y concluyó la importancia decisiva del factor
religioso en la génesis del capitalismo occidental, es decir, que el criterio económico no
bastaba y era necesario considerar también los valores y las ideas en la explicación de
los procesos sociales.

En cuanto a sus propuestas metodológicas, Weber reivindicó la dimensión científica


de la Sociología, pero reconociendo la especificidad de los fenómenos sociales, siempre
sujetos a la subjetividad humana. Para ello propuso un enfoque que calificó método
comprensivo, en un intento de abarcar e integrar los ámbitos de lo objetivo (relaciones
causales) y lo subjetivo (dimensión significativa) en una perspectiva histórica concreta
(marco de referencia).

Weber definió la Sociología como una ciencia que pretende entender e interpretar
la acción social, para explicarla causalmente en su desarrollo y efectos. Para ello,
contaba con las siguientes herramientas:
― La acción, definida como una conducta humana, sea un obrar u omitir, siempre que
el sujeto le asocie un sentido subjetivo. En ese sentido, una acción social queda
definida como una acción cuyo sentido subjetivo del sujeto radica en la conducta de
otros sujetos, orientando en base a ésta el desarrollo de su propia acción.
― La relación social, como una conducta plural recíprocamente referida y orientada
en virtud a esa reciprocidad, es decir, relaciones plurales recíprocamente
significativas.
― La interpretación causal. Una interpretación causal correcta de una acción
concreta implica que el motivo y su desarrollo externo hayan sido conocidos de un

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modo certero y comprendidos con sentido en su conexión. Si falta esta adecuación


de sentido no nos encontraremos ante una interpretación causal correcta, sino
ante una posibilidad estadística no susceptible de comprensión.
― Los tipos, como marcos de referencia o modelos de ordenación de la realidad,
siendo el modelo conceptual básico para entender las acciones sociales. Weber
distinguió:
– Tipos puros o ideales, en un intento de ordenación racional de la realidad.
– Tipos promedio, a través de los cuales establecer una catalogación o
clasificación de lo que ocurre en la realidad.

Weber no intentó, pues, descubrir y transmitir verdades absolutas, sino orientaciones


útiles sobre las más diversas cuestiones sociológicas, acumulando conocimientos,
aportando hipótesis y sugiriendo propuestas metodológicas.

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TEMA 5

LA SOCIEDAD, OBJETO DE ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA

1. ¿QUÉ ES LA SOCIEDAD?

Las sociedades de nuestros días son sociedades de masas, enormemente complejas y


dinámicas, aunque el salto se ha producido en una sola generación ya que hasta hace
muy poco tiempo sólo una minoría de la población vivía en las grandes ciudades. Por ello,
se hace necesario el estudio de la sociedad, básicamente desde dos enfoques: la
estructura social por un lado, y los procesos y relaciones sociales entre sus partes por
otro.

A modo de resumen, podemos afirmar que en toda sociedad existen diversos tipos de
grupos sociales, distintas clases sociales, diferentes formas o modelos de
comportamiento social y modos estandarizados de relación, así como un conjunto de
Instituciones sociales que cumplen funcione específicas. Atendiendo a esta disección
de la sociedad, la Sociología se ocupa de estudiar su estructura, sus cambios y sus
problemas, a través de unas técnicas de investigación aplicadas a una serie de hipótesis
y formulaciones teóricas.

2. LA ESTRUCTURA SOCIAL

Basado en la convicción de que la realidad no es un caos, el pensamiento occidental se


orienta a la observación del orden de las cosas, intentando descubrir la conformación
regular y ordenada, estructurada, de la realidad. En ese sentido, el concepto de
estructura implica básicamente tres elementos: idea de un conjunto, la existencia de
unas partes que lo componen, y una disposición ordenada de relaciones o posiciones
entre ellas.

En toda sociedad humana, incluso en las más simples y primitivas, puede identificarse
una estructura social, de la que se han formulado diferentes definiciones. Entre otras,
destacan:
― El organicismo, identificando cada parte de un supuesto “organismo” social con las
de un organismo viviente.
― El funcionalismo. Según Talcott Parsons, si un sistema social es un sistema de
procesos de interacción entre actores que desempeñan roles, la estructura social
queda definida como las relaciones mutuas entre los roles de dichos actores.

Las ideas comúnmente aceptadas que están en la base de la definición del concepto
de estructura social son básicamente cuatro:
1. La estructura social es entendida como una red o sistema de relaciones sociales
regulares y pautadas, que prevalecen a los individuos concretos. Es decir, que
mientras los individuos son prescindibles y reemplazables, la estructura permanece
estable.
2. Los contenidos de las estructuras sociales son esquemas de acción pautadas, es
decir, que vienen socialmente dadas y responden a uniformidades ordenadas
socialmente.
3. Las estructuras sociales implican distintas formas estandarizadas de relaciones de
ordenamiento, distancias sociales, jerarquías y dependencias entre grupos e
individuos.
4. La estructura general de una sociedad está formada por un conjunto de
subestructuras interconectadas entre sí de muy diversos modos: económica, de
poder, de clases...

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Aunque la estructura social hace referencia a los elementos más permanentes e


invariables de los social, también están sometidas a procesos de cambio histórico según
sus sociedades van evolucionando. Por ello, su carácter dinámico tiene relación directa
con el concepto de cambio social: la estática social (estructura) frente a la dinámica
social (proceso).

3. LOS GRUPOS SOCIALES

La sociedad está formada por una tupida red de grupos sociales, en los que todos los
individuos se encuentran implicados en diferente grado, y que constituyen las células
básicas de la sociedad, lo que hace del grupo social la realidad más inmediata y
central para la Sociología. Sin embargo, a pesar de su peso actual los padres fundadores
apenas les prestaron atención, más preocupados por los grandes problemas y procesos
globales, centrándose en la dicotomía individuo-sociedad. La primera formulación seria
de los grupos primarios vino de la mano de Charles H. Cooley (1864-1929), pero su auge
tuvo que esperar a la década de los años treinta con las investigaciones de Elton Mayo.

No se debe confundir los grupos sociales con las categorías sociales (individuos que
reúnen las mismas características: profesores, jóvenes...) ni con los agregados
estadísticos (individuos que pueden ser clasificados de acuerdo a algún atributo:
lectores del ABC, fumadores de Fortuna...), pues no tienen más sentido que el
clasificatorio o estadístico. Cuando nos referimos a grupos sociales están implícitas las
siguientes características:
 Son unidades sociales con unos contornos delimitados y características precisas.
 Su elemento definitorio fundamental es la unión continuada de personas por algún
tipo de relación social a través de ciertos intereses, valores o propósitos comunes.
 Nos son espontáneos, sino que se caracterizan por contar con cierta estabilidad.
 Existe un sentimiento de pertenencia, y sus miembros se identifican como tales.
 Pueden ser identificados desde fuera como grupo.
 Tiene la virtualidad de influir u orientar la conducta y opiniones de sus miembros.

Los grupos sociales pueden ser clasificados de acuerdo a un gran número de criterios,
pero la más significativa es la que distingue entre grupos primarios y secundarios.

Los grupos primarios

Se trata de la más universal forma de asociación, al punto que están presentes en


todos los ámbitos de la sociedad, definiéndose como una cierta cantidad de personas que
se comunican a menudo entre sí, durante cierto tiempo, con un intenso sentido de
conciencia grupal, y lo suficientemente pocas para que cada una de ellas pueda
comunicarse con todas las demás personalmente, cara a cara, proporcionando a sus
miembros un conjunto de gratificaciones personales, psicológicas y emocionales.

Sometidos en la actualidad a gran cantidad de investigaciones empíricas, se han


demostrado sus importantes funciones sociales en tres órdenes de razones:
 Erigiéndose en elementos fundamentales de socialización, interiorización y
refuerzo de los patrones culturales.
 A nivel metodológico, se trata de entidades manejables y abarcables, constituyendo
verdaderos microcosmos sociales que reflejan y contienen a escala reducida
muchos de los rasgos y características de las sociedades globales.
 Se les considera el paradigma de la buena práctica de lo social, y el mejor
marco de religamiento social, de comunicación humana y de práctica de la
solidaridad, compensando a sus miembros muchos de los sinsabores y frustraciones
originados en las grandes organizaciones sociales. Por ello, numerosos analistas le
han reclamado su condición de “dimensión óptima” de lo social.

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Homans observó que el proceso de decadencia histórica de las civilizaciones se


encuentra ligado al fracaso en organizar las formas de la sociedad-básica a gran escala,
concluyendo que una civilización, para poder mantenerse, debe preservar entre los
grupos que componen su sociedad y la dirección central, algunas de las características
del grupo, aún cuando sea a una escala mucho más extensa.

Los grupos secundarios

Son el modelo que se corresponde a las organizaciones a gran escala, con relaciones
sociales impersonales y reguladas en diferentes grados y formas; los vínculos suelen ser
contractuales; cuentan un alto grado de división y diferenciación de tareas y roles; y
predominan los procedimientos formalizados y burocráticos. Los principales son las
organizaciones formales, las clases sociales y las entidades sociales macroscópicas.

En la realidad concreta, se produce un complejo entramado de relaciones entre


grupos primarios y secundarios, cuyas formas de interacción se superponen y
entremezclan. En ese sentido, hay quienes observan continuidad entre ambos grupos,
señalando que los secundarios son la evolución de los primarios, de tal modo que a
medida que un grupo crece sus relaciones van evolucionando de primarias a
secundarias.

También hay quienes, vertiendo toda la importancia en el primario, consideran el


secundario una ficción, originada únicamente a “sensu contrario” del primario. De
acuerdo a esto, la unidad de estos grupos secundarios se consigue sólo por medios
simbólicos: por ejemplo, una nación es una nación sólo porque sus individuos lo creen
así.

4. LAS INSTITUCIONES SOCIALES

Como referencia, Durkheim definió la Institución como el conjunto de todas las


creencias y formas de conducta instituidas por la sociedad, es decir, todas aquellas
prácticas sociales que se siguen de un modo irreflexivo sin necesidad de justificación.

Dado que la característica fundamental de las instituciones sociales es que cumplen


funciones, y que para que una sociedad se constituya como tal es necesario que cuente
con un mínimo de requisitos funcionales, las sociedades originarias se dotaron para
ello con un conjunto de instituciones sociales específicas:
 Sistemas de reproducción y socialización de los individuos, a través de la
institución de la familia con la colaboración de las instituciones educativas.
 Estructuras económicas y de división del trabajo, a través de instituciones
económicas.
 Sistema de poder y uso legítimo de la fuerza, a través de las instituciones
políticas.
 Sistema de creencias y valores, a través de las instituciones ideológicas y
expresivas, como la Iglesia y las religiones.

Las instituciones sociales no son compartimentos estancos, sino piezas de un entramado


social complejo, y a través de los continuos procesos de interacción de las instituciones
sociales básicas surgen otras instituciones y formas de articulación social, como las
clases sociales. Por ello, cuando se habla de instituciones sociales se está hablando en
realidad de la estructura social, a través del prisma del cumplimiento de unas funciones
sociales específicas.

La familia

La familia es la institución social básica y uno de los grupos primarios

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fundamentales, cumpliendo un gran número de funciones sociales insustituibles.


Habiendo existido en todas las sociedades conocidas, se la ha considerado la institución
social universal. Sin embargo, aún siendo notable su gran diversidad de
manifestaciones, todas han contado con una serie de elementos comunes: una
relación conyugal, un sistema de filiación, un lugar de habitación común, y un patrimonio
o conjunto de bienes y recursos comunes.

La familia, tal como la hemos llegado a conocer, es el resultado de una larga


evolución social, y sus formas cambiantes se explican por los continuos procesos de
transformación de los sistemas sociales. En ese sentido, la dinámica evolutiva de las
sociedades ha ido ligada al afianzamiento de formas de relación monogámicas, a decir
de algunos antropólogos originariamente matriarcales (paleolítico y neolítico), que
fueron evolucionando hacia el modelo patriarcal al hilo de las civilizaciones agrarias de
la Antigüedad: familias autosuficientes, a modo de microsociedades.

Desde entonces, la dinámica de las transformaciones socio-económicas han ido


paulatinamente configurando la familia hacia un nuevo modelo de familia nuclear:
sólo los dos cónyuges con cada vez menos hijos, de tal modo que, sobre todo con el
desarrollo del Estado del Bienestar, se están observando nuevas readaptaciones en
las funciones de la familia, propiciado que las características tradicionales de la
familia estén cambiando:
 Reducción progresiva de sus funciones, cobrando importancia otras instancias
sociales (guarderías, residencias de ancianos) y “grupos de pares” (de la misma
edad) que han asumido parte de ellas, desembocando en distintos tipos de
conflictos generacionales.
 Cambios en su concepción, sobre todo a causa del notable crecimiento de los
hogares de una sola persona o con la presencia de sólo uno de los padres, así como
por las posibilidades de la fecundación in vitro, que pueden propiciar familias de sólo
un padre.
 Desarrollo de un nuevo modelo más igualitario y abierto de estabilidad conyugal,
basado en la libre voluntad de los cónyuges a partir de la independencia económica y
laboral de ambos, sobre todo desde la masiva incorporación de la mujer al trabajo.

Las relaciones de poder y autoridad

Junto a la familia, las relaciones de poder y autoridad constituyen uno de los ámbitos
fundamentales de plasmación social institucional, desde el más suave de una madre
sobre su hijo, hasta el inflexible e irrenunciable de un Estado sobre sus ciudadanos. De
hecho, no sólo existe algún sistema o tipo de autoridad en todo agregado social, como
destacó Nisbet, sino que el mantenimiento de relaciones de interacción durante un
cierto tiempo siempre acaba desembocando en relaciones de dependencia y
subordinación.

A nivel político, la evolución de las sociedades humanas ha ido acompañada de unos


complejos procesos de articulación de las relaciones de poder y autoridad, las cuales se
han ido traduciendo en distintas formas de organización política, desde la más elemental
de una aldea hasta la de un Estado. A nivel socio-económico, éstas también han ido
entretejiendo un conjunto de posiciones sociales mutuamente interdependientes, de las
que ningún individuo que viva en sociedad puede sustraerse: en la familia, en la escuela,
en el trabajo...

Una característica de las relaciones de poder y autoridad humanas es que están


institucionalizadas, es decir, que existen unos mecanismos por los que el poder puede
adquirirse, ejercerse, delegarse y renunciar a él. Dicha institucionalización de las
relaciones de poder y autoridad se ha traducido en distintas instancias de
organización específicas, como la institución de la propiedad privada y los diferentes
órganos políticos: Parlamentos, Tribunales...

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Las formas y maneras en que se producen las relaciones de poder y autoridad en las
sociedades son tan variadas como éstas, y en cada caso sus mecanismos operan de
manera diferente, produciéndose una interdependencia de elementos que influyen
poderosamente en la actuación y aceptación de las relaciones de poder, sobre todo en
base a las propias características personales del individuo: su liderazgo, costumbres,
sumisión, expectativas...

Max Weber definió el poder como la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro
de una relación social, aún contra toda resistencia. Sin embargo, la dominación o
autoridad es definida como la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo
determinado, descansando en diversos motivos de sumisión. Los motivos por los que se
obedece son muy diversos, pero suelen apoyarse en motivos jurídicos, es decir, en su
“legitimidad”. Los motivos de legitimidad son tres, según sea el tipo de dominación o
empleo de la autoridad, y aunque es posible identificar los tres modelos en la sociedad
actual, en realidad responden a contextos históricos y sociales específicos:
1. Dominación legal. La obediencia se produce según ordenaciones impersonales y
objetivas estatuidas legalmente por personas específicamente designadas para ello,
estando todos sometidos a un orden impersonal y preciso de reglas y
procedimientos: por ejemplo, un negociado administrativo burocrático.
2. Dominación tradicional. Se basa en obedecer y aceptar las autoridades instituidas
por las tradiciones mediante vínculos personales de fidelidad, como la institución
patriarcal.
3. Dominación carismática. Descansa en la autoridad ejercida por una personalidad
de dotes excepcionales, al que se obedece por sus cualidades extraordinarias.

5. LAS CLASES SOCIALES

La forma de nucleamiento institucional más importante es la que tiene que ver con la
desigualdad, agrupando a los seres humanos en distintas clases sociales con distintos
niveles de acceso a los bienes y servicios, y distintos grados de influencia política y
social.

La diferenciación de posiciones no viene dada por una lógica natural según las cualidades
personales, sino básicamente por desigualdades de carácter social asociadas a las
distintas formas de organización de la sociedad. Por ello, la desigualdad debe ser
entendida como un fenómeno de carácter histórico y cultural, pues las distintas
influencias culturales han dado lugar a los distintos modelos de estratificación: de castas,
esclavistas, estamentales...

La desigualdad ha evolucionado también en su intensidad, desde una leve


desigualdad coyuntural en las primitivas sociedades nómadas, hasta su auge con la
aparición de las sedentarias, cuya mayor posibilidad de acumulación de recursos se
tradujo en notables diferencias de riqueza, enraizándose en el entramado social a
medida que las sociedades se iban desarrollando y complejizando con un mayor grado de
especialización de funciones.

El sistema de desigualdad social que ha merecido una mayor atención ha sido el


sistema de clases occidental, cuyo impacto político en la historia reciente de
Occidente ha sido enorme: movimiento obrero, anarquismo, marxismo, Estado del
Bienestar..., a tal punto, que Marx llegó a afirmar que la historia de la humanidad era la
historia de la lucha de clases.

Estructura de clases y Estratificación social

Sin embargo, la falta de consenso ha llevado a la distinción de dos conceptos: clase social
y estrato social, es decir, estructura de clases y estratificación social, dado que la
palabra clase cuenta con varios significados según el contexto. Como ya señaló

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Ossowski, se trata de un concepto cargado de importantes connotaciones políticas,


ideológicas y emocionales, casi siempre asociado a alguna teoría social específica. De
hecho, el concepto de clase social se encuentra específicamente vinculado a contextos
históricos socio-económicos muy precisos del mundo occidental, lo cual ha propiciado
que el referente sociológico general de los sistemas de desigualdad sea conceptualizado
con el término más general de estratificación social, en el que la clase social o
estructura de clases no expresaría más que una de sus diversas variantes, en sociedades
concretas y contextos históricos precisos.

En los términos de esa distinción, Sorokin definió la estratificación social como la


diferenciación de una determinada población en clases jerárquicas superpuestas, en base
a una distribución desigual de deberes y derechos, destacando tres modelos de
estratificación: económica, política y ocupacional, que venían a coincidir con el triple
criterio de estratificación propuesto por Weber, económico, ideológico y cultural, el
cual reivindicó la autonomía y especificidad propios de cada uno de los ámbitos.

Para Weber los elementos básicos de la estratificación social son la clase (orden
económico, las clases), el status (orden social, los estamentos) y el poder (orden
político, los partidos), cuyo complejo análisis global aconseja su estudio delimitando
diversos aspectos de la estructura social. El concepto de estratificación social supone la
consideración de un conjunto muy variado de factores sociales vinculados a situaciones
de desigualdad.

Clase social y Estrato social

Aunque inicialmente el término clase social es flexible y genérico, aplicable a realidades


muy diversas sin prejuzgar ninguna idea ni valoración concreta, lo cierto es que ha
adquirido unas connotaciones teóricas y políticas bastante precisas.

Originariamente, las “clasiss” romanas eran grupos de referencia económica donde


los individuos aparecían ordenados según su riqueza, lo que llegó a connotar ideas de
rango y posición social. Sin embargo, aunque Ossowski observa alguna referencia en
Spinoza, el concepto de clase social en el sentido actual del término se gesta entre los
siglos XVIII-XIX vinculado a la dinámica del proceso de evolución social, según los
siguientes postulados:
1. La subsistencia humana se basa en la producción como actividad social básica.
2. La evolución de los sistemas de producción supuso una división creciente del trabajo.
3. La división del trabajo implicó a su vez la existencia de distintos papeles sociales.
4. Toda división del trabajo implica atribución de papeles entre individuos que suponen
el establecimiento de determinadas relaciones sociales (subordinación,
dependencia...).
5. La posición relativa de distintos grupos sociales implica división de la sociedad en
clases.

A partir de esta perspectiva, podemos afirmar que las clases sociales están formadas
por grandes grupos sociales cuyas posiciones en la sociedad vienen definidas por el
papel que desempeñan en las relaciones de producción en un momento histórico
determinado. Respecto a sus cualidades, Bottomore destaca que no son invariables,
sino un artificio o producto humano sometido a cambios de carácter histórico, y que, en
general, se trata de grupos económicos en un sentido notablemente exclusivo.

Puesto que las clases vienen condicionadas por las relaciones sociales, y éstas a su vez
varían según la organización social de producción, su análisis no puede desvincularse de
una consideración global de la sociedad, sobre todo de su dimensión política. Así, Lenski
las definió como grupos con una posición de poder tal que les permite una distribución
ventajosa de los excedentes de producción. Marx irá más allá, afirmando que el
factor fundamental que determina la desigualdad estriba en el poder de explotar el
trabajo ajeno, vinculando la historia humana a la historia de cómo el hombre ha ido
organizando sus relaciones.

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La evolución de lo sistemas productivos conlleva un conjunto de caracterizaciones en la


estratificación social que dan lugar a distintos modelos o pirámides de estratificación
social, cuyo estudio refleja su evolución en las diferentes etapas de la sociedad
industrial.

En el estudio de la sociedad de clases, Ossowski formuló tres postulados sobre ellas:


a) Forman un sistema reducido de grupos del orden más elevado en la estructura
social.
b) Su división es en base a las posiciones sociales vinculadas con el sistema de
privilegios.
c) La pertenencia de los individuos a una clase es relativamente estable.

Como complemento a los postulados, Ossowski formuló cuatro características de las


clases:
1. La disposición vertical de las clases, de acuerdo a un sistema de desigualdades.
2. La diversidad de intereses de las clases estables.
3. La conciencia de clase entre los individuos.
4. El aislamiento de clases, llegando a la separación en la vida social.

En cuanto a las relaciones entre clases, éstas pueden ser:


― De ordenación, según alguna magnitud de clasificación.
― De dependencia, que pude ser orgánica en el sentido de complementariedad
habitual, o negativa, es decir, que los éxitos de una constituyan los fracasos de
otra.

Mientras que el concepto de clase implica referentes de posición social más precisos
(clase obrera, burguesa...), el de estrato social cuenta con referentes más laxos
(estrato alto, medio, medio-alto...), siendo desarrollado por un grupo de sociólogos que
cuestionan la concepción de clases sociales basada exclusivamente en factores
económicos (visión monista), pretendiendo con ello difundir una perspectiva más
amplia y plural en la consideración de los factores determinantes de la estratificación
social, por ejemplo, sustituyendo el enfoque clase social-situación económica por la
trilogía clase-status-poder. La aceptación de estos tres elementos estratificadores
da lugar a tres posibles interpretaciones:
― La prevalencia de uno u otro factor puede dar lugar simultáneamente a distintos
sistemas de estratificación social de base política.
― La estructura de clases entendida como la resultante de la influencia conjunta de los
tres factores, económico, status y político, considerando también el ideológico.
― Se puede considerar a un factor como el fundamental, y que en él se reflejen a su
vez los otros dos de manera dependiente. En esa perspectiva se sitúan los
funcionalistas, considerando el factor status como el elemento fundamental de
estratificación, de modo que las posiciones sociales se fundarían en el prestigio y la
consideración social.

En base a todo ello, se puede afirmar que la teoría de los estratos sociales se
fundamenta y apoya en las siguientes instancias:
 La idea de complementariedad entre las clases según sus cometidos económicos.
 La idea de la funcionalidad social de la división del trabajo.
 La teoría de la estratificación por el status, desarrollada por Weber.
 La realidad empírica de los comportamientos sociales estratificacionales actuales .

La confluencia de factores muy diversos ha propiciado que ya no se considere correcto


hablar de una sola teoría sobre los estratos sociales, sino de un conjunto diverso de
enfoques, de modo que las teorías de las clases y de los estratos como modelos
analíticos alternativos tiende a quedar un tanto desdibujada. El punto de
diferenciación más sustancial entre ambas teorías consiste en el componente objetivo

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o subjetivo:
 Las clases sociales están conformadas básicamente a partir de factores
objetivos, haciendo referencia a una determinada ubicación en el sistema social, es
decir, situándonos en el plano de la objetividad social.
 Los estratos sociales son vistos preferentemente a partir de factores subjetivos,
basados en cómo los demás aprecian y ordenan las posiciones, es decir, que nos
sitúa en el plano de la subjetividad recíproca.

Las diferencias entre ambos conceptos no son sólo cuantitativas, sino de fondo,
implicando incluso visiones distintas del orden social:
 Visión antagónica y conflictiva de los análisis de clase.
 Visión armónica y de escalonamiento complementario en los análisis de estratos.

La teoría funcionalista de la estratificación social se originó en los trabajos de


Kingsley Davis y Wilbert Moore (1954), que partiendo del postulado de que no existe
ninguna sociedad sin alguna forma de estratificación, concluyeron que la necesidad de
estratificación que sufre toda sociedad se origina en la necesidad de distribuir a
todos sus individuos en la estructura social, para lo cual se ve obligada a gestionar un
conjunto de retribuciones e incentivos en base a su prestigio y estimación que motiven a
las personas más cualificadas a ocupar esos puestos, originando de ese modo una cierta
cantidad de desigualdad institucionalizada.

En cuanto a los mecanismos que gestionan los criterios con que se atribuyen los
rangos de los puestos sociales, Davis y Moore determinaron lo siguiente:
 El rango de los puestos de mayor importancia para la sociedad viene determinado
por la función social. Suelen ser de “funcionalidad única”, requiriendo un talento
muy especial, cuya escasez de aspirantes exige que cuenten con altos incentivos.
 En los puestos que requieren sólo competencia y conocimientos, el amplio
número de aspirantes garantiza su ocupación con personas de talento suficiente,
que al requerir largos y costosos procesos de preparación son adecuadamente
recompensados.
 En el resto de los puestos, se sigue la máxima de que si un puesto es fácilmente
ocupado no precisa ser recompensado ampliamente.

Aunque la estratificación social sea vista por los funcionalistas como algo inevitable,
sociólogos como Barber opinan que cuenta tanto con relaciones funcionales como
disfuncionales, siendo fuente así de conflictos como de armonía, pues en la práctica se
comprueba que no siempre son aprovechados todos los talentos, dando ello lugar
a importantes hostilidades y conflictos que originan un debilitamiento de la motivación
para participar y del sentimiento de integración de ciertos sectores sociales.

6. LOS ROLES SOCIALES

En sociedad, todas las personas tienden a actuar en determinados contextos sociales de


acuerdo a las pautas concretas de comportamiento propias del rol que en ese
instante desempeñan. Por ello, se asume el concepto de la persona como actor social,
y la expresión rol se relaciona con el papel que desempeña en un momento dado en la
obra representada sobre el escenario de la sociedad.

Cada actor social puede representar sucesivamente diferentes papeles, es decir,


diferentes roles según el contexto (profesor, padre, esposo...), de tal modo que el
desempeño de cada rol le orienta en su comportamiento al implicar determinadas formas
de actuar, y a la inversa, todo el mundo espera y prevé que los demás individuos se
adapten a las distintas características de los roles que representan ante ellos en un
momento concreto. En realidad, cada rol implica un set de roles relacionados a distintos
niveles: el rol de profesor implica el rol docente con alumnos, rol de colega con otros

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maestros, rol de intelectual en su rama...

El concepto de rol implica un determinado esfuerzo de ajuste por parte del actor social
para adaptarse en cada momento a un papel determinado, lo cual puede desembocar en
cierta conflictividad entre las características de los diferentes roles. De hecho, cuando
más activa es una persona más roles asume, aumentando su riesgo de afrontar
conflictos de roles que entran en colisión entre sí: inspector fiscal y contribuyente,
policía y padre de un hijo delincuente... Aunque la mayoría de estos conflictos se
resuelven cotidianamente de modo inconsciente, los más graves pueden dar lugar a
distintos tipos de trastornos psicológicos.

Los roles están caracterizados básicamente por cinco rasgos:


 Son modos de comportamiento estandarizados socialmente establecidos.
 Enmarcan una serie de normas implícitas en el papel de cada rol: ser “buena”
madre...
 Todos forman parte de un círculo social de relaciones: catedrático, profesor,
alumno...
 Definen campos de acción legítima, es decir, competencias propias de actuación.
 Forman parte de un sistema de autoridad, implicando deberes y obligaciones.

Los roles son, pues, modos de conducta institucionalizados socialmente que asumen
una entidad propia en la estructura de la sociedad, al margen de los individuos
concretos que los ocupen. De hecho, como observó Nisbet, existe una serie de roles-
tipo, básicos o standard, que se pueden identificar en todas las sociedades: patriarca,
juez, sabio, guerrero...

Toda posición social conlleva dos caras: rol y status, de modo que cada rol lleva
aparejado un status específico. Sin embargo, mientras que el rol hace referencia a las
obligaciones que conlleva el desempeño de una posición social, el status hace
referencia a los derechos y prestigio social que lleve aparejados quien desempeñe
dicho papel.

Al igual que un actor social puede desempeñar un número apreciable de roles, también
puede pertenecer a diversos grupos de status, de tal modo que el status final
dependerá del rol predominante, o bien de una resultante conjunta de todos ellos.

Mientras que en las sociedades más elementales el status generalmente es un status


adscrito en base a las circunstancias personales de los individuos, las sociedades
complejas están más abiertas a los status adquiridos por la valía de las personas, es
decir, que en éstas el status se adquiere básicamente por lo que se hace y no por el
papel que se desempeña.

7. PROCESOS SOCIALES Y FORMAS DE INTERACCIÓN SOCIAL

Los procesos sociales

Los procesos sociales constituyen las relaciones que los seres humanos establecen con
los demás por medio de un conjunto de formas de interacción estandarizadas, las
cuales vinculan y orientan su acción en grupos e instituciones sociales. Es decir, que los
procesos sociales son formas tipificables y repetitivas de interacción social con las
cuales las personas organizan y orientan sus conductas en las diferentes instancias
grupales e institucionales que constituyen el entramado de la sociedad.

Siendo la sociedad una realidad dinámica, tanto en su dimensión global como en su


plasmación cotidiana, los procesos sociales se relacionan con el aspecto dinámico
de lo social, pues las maneras en que se conducen los hombres están sometidas a
continua evolución.

Para algunos teóricos sociales las relaciones sociales estandarizadas constituyen la

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verdadera realidad de lo social, puesto que sin ellas no existiría sociedad sino un
grupo de individuos aislados. Subordinación, competencia, partidismo, representación...
resulta relevante señalar que se encuentran los mismos tipos de relación en grupos
sociales muy diferentes: la subordinación, por ejemplo, es tan esencial en un ejército
como en una confesión religiosa.

La casuística de interacción social es tan amplia que resulta difícil tipificarla, pues
presenta tal variedad y riqueza de matices que no es fácil encasillarlos en clasificaciones.
La óptica dualizadora, por ejemplo, presenta el siguiente:
 Procesos sociales conjuntivos. Tienden a reforzar la integración social:
cooperación, acomodación y asimilación.
 Procesos sociales disyuntivos. Tienden a distanciar las personas, debilitando la
integración y la solidaridad: conflicto, oposición y competencia.

Uno de los esquemas clasificatorios más difundidos corresponde a la consideración


conjunta de dos grandes criterios a modo de un eje de coordenadas: el activismo-
pasividad (eje vertical) y la integración-desviación (eje horizontal), de tal modo que las
formas de interacción se representan como posiciones dentro de un continuo de
gradaciones:
 Procesos de integración activa, a través de los cuales las personas contribuyen al
logro de fines sociales colectivos de una manera activa: cooperación, determinadas
formas de competencia no disfuncional y el intercambio.
 Procesos de integración pasiva. Los lazos sociales no son puestos en cuestión
pero sin darse una orientación activa de la conducta: conformismo, acomodación y
asimilación.
 Procesos de desviación activa. Posiciones de desviación o modificación de las
inercias sociales: resistencia, oposición y conflicto, en menor grado disentimiento e
innovación.
 Procesos de desviación pasiva. Mecanismos de retraimiento y aislamiento.

Sin embargo, un esquema bidimensional no puede recoger toda la complejidad de la


realidad, pues no todos los procesos sociales tienen una orientación y una significación
clara en el continuo integración-desviación, como la competencia, en la que los
sociólogos distinguen tanto síntomas funcionales como disfuncionales.

Los procesos de comunicación

En los procesos de comunicación se produce uno de los más altos grados de


interacción entre individuo y sociedad, de ahí la importancia que cobra el estudio de la
estructuración lingüística del comportamiento interhumano, la cual implica elementos
de contextualización social, de definición de las situaciones y de simbolización muy
diversos y complejos, todo ello a través tanto del lenguaje verbal como del
paralenguaje o gestualización.

La comunicación se realiza siempre en el marco de un contexto comunicativo


preciso, en el que han intentado profundizar distintas corrientes sociológicas, como el
interaccionismo simbólico y la etnometodología.

El interaccionismo simbólico sitúa la comprensión de los procesos de comunicación a


partir del concepto de situación social, que abarca tanto las condiciones objetivas del
contexto comunicativo como la propia definición subjetiva de ésta por parte de los
actores sociales (valores, deseos, actitudes...). La importancia de esta concepción
subjetiva de la situación por parte de los individuos fue formulado por William Isaac
Thomas en su teorema de Thomas: si los hombres definen las situaciones como
reales, son reales en sus consecuencias.

George Herbert Mead puso el énfasis en el papel desempeñado por el gesto como

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elemento de señalización recíproca en la conducta social, entendiéndolo como un


elemento de transición desde la acción al lenguaje. Así, en los procesos de comunicación
intervienen distintos elementos codificados cuyo significado es conocido dentro de su
comunidad de discurso, donde cada uno de los actores actúa guiado por gestos y
formas de comunicación que le hacen saber el comportamiento que los otros esperan de
él. En este caso, la sociedad ejerce de ese “otro generalizado” actuando como una
influencia importante en la conducta de los individuos.

En definitiva, como han señalado Gerth y Mills, el contexto que da significado a las
palabras es tanto social y conductual como lingüístico. Tanto es así, que cuando
internalizamos los gestos de otros lo que hacemos es internalizar ciertos rasgos claves de
una situación interpersonal, incorporando a nuestra persona los gestos que nos indican lo
que el otro espera y requiere de nosotros, y al mismo tiempo la imagen que tenemos de
nosotros mismos.

La etnometodología, por su parte, ha intentado fijar la atención de la Sociología en la


vida cotidiana, procurando desvelar la “otra” estructura de la vida social, una estructura
de reglas y comportamiento conocido y tácito que hacen posible una interacción
social estable: ademanes, gestos, distancias de interlocución, latiguillos del lenguaje,
posturas... Para los etnometodólogos, lo que cohesiona el mundo social es, precisamente,
toda esa densa estructura de entendimientos tácitos.

Por otro lado, Erving Goffman entiende la interacción social como un proceso
gradual y escalonado que va desde la “indiferencia educada” hasta el “encuentro”, es
decir, que abarca desde el repertorio de las “normas del cruzarse” y estar con otros sin
prestarles atención, hasta gestos de reconocimiento y saludos. Para Goffman, la
interacción implica:
 Un proceso comunicativo de intercambio de información.
 Una disposición corporal que abarca un lenguaje simbólico corporal: gestos,
vestidos...
 Un conjunto de posiciones o disposiciones mutuas: subordinación, apertura,
evasión...

Goffman puso especial énfasis en subrayar los componentes de expresividad no


verbal en los procesos de comunicación mediante los cuales los actores sociales se
presentan frente a los demás con la intención de definir la percepción que éstos tengan
de ellos. A esta puesta en escena Goffman la definió fachada, y cuenta con los
siguientes elementos:
 El medio o trasfondo escénico: mobiliario, decorado, ambiente, utillaje...
 La apariencia, que informa sobre el status: uniformes, insignias, tocados,
perfumes...
 Los modales o estímulos que intentan reforzar el rol: ademanes, modales, tono...

En definitiva, podemos concluir que a través de todos los elementos que intervienen en
los procesos de comunicación se proyecta una parte importante, aunque a veces poco
perceptible, de la realidad social.

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TEMA 6

CULTURA, PERSONA Y SOCIEDAD

1. CULTURA Y SOCIEDAD

La sociología basa sus estudios en el carácter repetitivo y regular de lo social, es


decir, que los comportamientos humanos (pautas de conducta, formas de organización...)
se producen en sociedad conforme a una determinada lógica y un cierto orden. Uno de
los conceptos fundamentales para entender la naturaleza de lo social es el concepto de
cultura, tan vinculado al concepto de sociedad que no pueden existir de un modo
independiente: la sociedad no puede existir sin la cultura, y la cultura sólo existe dentro
de la sociedad.

La cultura es el rasgo distintivo de lo humano, y la respuesta a por qué el hombre


ha sobrevivido logrando adaptarse al medio en un largo proceso de evolución. Ya
Herskovits definió el hombre como un “animal constructor de cultura”, constituyendo la
cultura la parte del ambiente hecha por el hombre, integrando para él el ambiente
natural en que se encuentra, el pasado histórico de su grupo y las relaciones sociales que
tiene que asumir. Así mismo, Downs y Bleibtrév definieron la cultura como “el nicho
ecológico del hombre”, y Linton como “la herencia social de la humanidad”.

En tanto ser biológico, el hombre hereda unos determinados rasgos físicos junto a una
gran capacidad de aprendizaje con la que irá interiorizando, mediante el proceso de
socialización, no sólo las características y el sentido de lo que entendemos por hombre,
sino también todo el componente social de su herencia grupal, es decir, la cultura. Por
ello, la socialización fue definida por Bernard S. Phillips como el proceso mediante el
cual los individuos desarrollan una personalidad como resultado de los
contenidos de una cultura, y de un modo implícito, como el medio por el cual una
cultura es transmitida de una generación a otra.

Así pues, la cultura se aprende mediante un proceso de socialización, el cual


enseña a los individuos los patrones de comportamiento que una sociedad ha ido
desarrollando a través de su historia, así como la composición y significado de los
diferentes roles sociales con que cuenta. La gran diversidad de culturas y patrones
culturales muestra hasta que punto la personalidad humana es moldeada e influida
por el contexto cultural en que se desarrolla.

Lo que hace posible el estudio científico de los procesos de socialización y de interacción


en la cultura es precisamente su carácter repetitivo de acuerdo a unas pautas
relativamente predecibles. Como subrayó Kluckhohn, una definición de socialización es
la posibilidad de predicción de la conducta de un individuo en situaciones definidas,
considerándolo socializado cuando se comporta igual que los demás en la ejecución de
las rutinas culturales.

Por todo lo señalado, el concepto de cultura se constituye en una herramienta


metodológica de gran utilidad para situar y precisar la verdadera naturaleza y
contenido de lo social, de modo que, a decir de Linton, el trabajo del sociólogo se debe
iniciar en el estudio de las culturas o formas características de las diferentes sociedades.

En la práctica, los conceptos de cultura y sociedad tienden a ser utilizados como


términos equivalentes. Pero, mientras que el concepto de cultura presenta diferentes
facetas y contenidos, pudiendo identificársele un componente socio-estructural, un
referente conductual y una base material, el concepto de sociedad es mucho más global
e inclusivo, resultando mucho más difícil separar los contenidos de los continentes, es
decir, lo conceptual de lo físico. Por ello, ambos conceptos deben ser considerados como
co-términos, es decir, como conceptos íntimamente imbricados y

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complementarios en función de que el énfasis se ponga en función de los contenidos


(cultura) o de los continentes (sociedad) de lo social.

2. EL CONCEPTO DE CULTURA

Aunque en lenguaje común se suele identificar a la cultura con determinados


conocimientos y aficiones, este término es utilizado por los científicos sociales con un
significado mucho más concreto y específico. Sin embargo, lejos de la unanimidad
Kroeber y Kluckhohn llegaron a inventariar más de 150 definiciones.

La primera definición moderna de cultura la dio Tylor en 1871, identificando la cultura


como aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la
moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos
por el hombre como miembro de la sociedad. Es decir, que en el concepto de cultura
Tylor distinguió dos vertientes: la de su perspectiva evolutiva y su conexión con el
concepto de sociedad.

Bronislaw Malinowski, por su parte, se refirió a la cultura como el conjunto integral


constituido por los utensilios y bienes de consumo, por el cuerpo de normas que rige los
diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres: un vasto
aparato, en parte material, en parte humano y en parte espiritual, con el que el
hombre es capaz de superar los problemas concretos que lo enfrentan, sobre todo en
base a sus necesidades orgánicas como ente biológico y la continua hostigación del
ambiente natural que lo rodea. Es decir, que en el concepto de cultura destacó tres
vertientes: que la teoría de la cultura debe basarse en el hecho biológico humano,
que con ella el hombre crea un ambiente secundario, y que su rasgo esencial es la
organización de los seres humanos en grupos permanentes.

Ralph Linton propuso una definición más concreta: la cultura como la configuración de
la conducta aprendida y los resultados de dicha conducta, en tanto compartida y
transmitida por los miembros de la sociedad. Herskovits se refirió a la cultura como la
parte del ambiente hecho por el hombre, proporcionando una definición simultánea
y paralela de sociedad: una sociedad se compone de gentes, y el modo en como se
comportan es su cultura.

Recapitulando, se puede afirmar que la cultura enmarca los siguientes rasgos:


 Es una característica específica de los seres humanos, pues el hombre es el
único ser capaz de crear y transmitir una cultura humana.
 Es el factor fundamental de la sociabilidad humana, y sólo se puede
desarrollar en sociedad, dando a los individuos identidad de pertenencia a una
comunidad.
 No es innata al hombre, sino adquirida por medio de procesos de socialización
y aprendizaje, precisando del establecimiento social de sistemas de transmisión
cultural.
 Está articulada institucionalmente por medio de pautas culturales que
tienden a conformar la personalidad de los individuos con los papeles que
desempeñan.
 Hace posible una mejor adaptación del hombre al medio “recreando” un
ambiente propio en el que, paradójicamente, queda atrapado. Es decir, que el
hombre es al tiempo artífice y esclavo de sus propias creaciones culturales.

Los inventarios y clasificaciones de los componentes y contenidos de una cultura


son muy numerosos, dependiendo de las diferentes culturas. Ralph Linton, por ejemplo,
los dividió en:
 Elementos materiales: productos de la artesanía, de la industria...
 Elementos cinéticos: las conductas manifiestas.

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 Elementos psíquicas: conocimientos, actitudes y valores.

Johnson, refiriéndose sólo a elementos no materiales de la cultura, los dividió en:


 Elementos cognitivos: conocimientos teóricos y sistemas de conocimiento.
 Creencias: cuerpo de convicciones que no pueden ser objeto de verificación.
 Valores y normas: modelos de conducta pautados y principios que los orientan.
 Signos: señales y símbolos que orientan las conductas, principalmente el lenguaje.
 Formas de conducta no normativas: gestos, ademanes, posturas...

3. CULTURA Y PERSONALIDAD

Dado que para la Sociología es importante determinar el influjo real de lo socio-cultural


en la personalidad de las personas, se deben clarificar los siguientes conceptos:
 El concepto de individuo es genérico, y hace referencia a cualquier ser humano.
 El concepto de temperamento se refiere a los caracteres diferentes de los distintos
individuos según sus propias inclinaciones innatas de carácter biológico.
 El concepto de personalidad define los contornos sociales estereotipados por la
cultura, es decir, las formas más típicas de comportarse de una determinada cultura.

Toda cultura influye en determinados contornos de la personalidad ejerciendo una


fuerte presión en los individuos, que tienden a comportarse según unas determinadas
personalidades que reflejan las características estereotipados de dicha cultura, como lo
demuestra la existencia de estereotipos nacionales. Como significaron Kardiner y
Linton, cada cultura tiende a crear una personalidad básica-tipo formada por el
conjunto de características de la personalidad concordantes con el “orden total de las
instituciones” de una sociedad.

Es importante delimitar la relación entre personalidad y estructura social, pues


aunque la acción de los individuos en cualquier situación es personal, como afirmó
Inkeles, en su mayor parte refleja determinadas influencias del contexto social. El
concepto de personalidad, pues, debe considerarse como un elemento destacado para el
estudio de lo social. Stephan Spitzer, sin embargo, señaló que dicha relación puede ser
vista desde dos perspectivas: la personalidad como un producto de la estructura
social, o bien ésta como un producto de las características de la personalidad de sus
miembros, evidenciándose con los condicionantes de ambos enfoques la íntima
interdependencia de ambos conceptos.

Entre los que valoraron la influencia de los factores de la personalidad sobre la


estructura social, destaca el estudio de Riesman sobre las correspondencias entre
determinados “caracteres sociales” típicos y las distintas fases de evolución demográfica
junto al desarrollo económico de las sociedades.

Por otro lado, en toda cultura se plasman ciertas formas estandarizadas de


comportamientos sociales-tipo. Como ya destacó Kardiner, en toda sociedad
existen determinadas experiencias y necesidades comunes a todos los hombres, así
como determinadas formas institucionalizadas de enfrentarse a ellas, las cuales se
podían dividir en instituciones primarias (familia, grupo propio, lactancia, destete...) e
instituciones secundarias (tabúes, ritos, religión...).

Dada la moldeabilidad del ser humano, siendo un producto de la cultura, se podría llegar
a la conclusión de que las estructuras básicas de personalidad son limitadas. Sin
embargo, la experiencia empírica demuestra que, a pesar de que la mayoría se adapta
con cierta comodidad a las pautas establecidas, siempre hay grupos e individuos no
adaptados ni integrados culturalmente, pudiendo afirmarse lo siguiente:
a) Existen más clases de variación en los tipos de personalidad que los que se
establecen en algunas clasificaciones esquemáticas.

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b) Se dan distintos tipos de ajuste y acomodo a las pautas culturales


dominantes.
c) Existen bastantes tipos de desarreglos de personalidad, sobre todo a causa del
desempeño simultáneo de roles en conflicto, lo cual llega a producir
“incertidumbres” de conducta, comportamientos inesperados y perturbaciones de
personalidad: anomias, agresividades, pasividades...

Se evidencia, pues, que la idea de ajuste absoluto a los patrones culturales no es


real, en gran medida porque en nuestro tiempo la cultura absolutamente homogénea no
existe, sino más bien una cultura predominante y un haz de culturas secundarias,
de modo que los individuos reciben influencias de ambientes culturales diferentes y, a
veces, contrapuestos.

Quizás por todo ello, en la actualidad el concepto de influencia cultural ha entrado en


cierta crisis, pasando a considerarse más el concepto de pluri-cultura. Ese creciente
pluralismo cultural, con sus conflictos de patrones culturales, propicia que muchos
individuos empiecen a sentir que carecen de unos criterios de orientación claros, motivo
por el cual Riesman observó la emergencia de nuevos tipos de personalidades, muy
dúctiles y dirigidas “por los otros”, con un fuerte deseo de adaptación a los criterios
mayoritarios. En ese sentido, es de destacar una importantes tendencias culturales
grupales, como las nuevas tribus urbanas juveniles, así como la interinfluencia de
tradiciones culturales de raíz histórica y geográfica muy diferente propiciada por el
masivo aumento de los procesos migratorios.

En resumen, y para concluir, se puede afirmar que a la cultura se debe el grueso del
contenido de cualquier personalidad, pero que las personalidades individuales (tipos
psicológicos) no pueden explicarse completamente sobre la base de las influencias
culturales, dada la interacción de factores extraordinariamente múltiples y variados
sobre el perfil de la personalidad.

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TEMA 7

SOCIEDADES HUMANAS Y SOCIEDADES ANIMALES

1. ETOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA

La reflexión sociológica se inicia con la pregunta sobre qué diferencia al hombre de otras
especies, y ya Comte en su “Curso de Filosofía” expresa la importancia de la
comparación racional entre las sociedades animales y humana, sobre todo en
base al carácter natural de las principales relaciones sociales, así como por el interés
sociológico por conocer los caracteres de las primeras instituciones sociales humanas. En
ese sentido, Engels incluso llegó a juzgar imposible que el hombre descendiera de un
antepasado que no fuera sociable.

A pesar de notables reticencias históricas (religiosas, ideológicas...), el hombre no


puede ser considerado como el único ser social, evidenciándose un vínculo que lo
mantiene unido a la lógica global de lo social. La aceptación de este hecho ha contribuido
a la actual popularidad y difusión de la Etología, ciencia que se ocupa del estudio
de los comportamientos y costumbres o hábitos de los animales, sobre todo a
raíz de una serie de llamativos y sorprendentes resultados en algunas recientes
investigaciones sobre la vida social de los grandes monos, incluyendo notables intentos
de socialización y aprendizaje de primates.

A su vez, la aplicación de perspectivas metodológicas de la Etología en el estudio de la


realidad social y biológica del hombre han causado un considerable impacto popular,
sobre todo a partir del desarrollo de la Sociobiología originado en los estudios de
Edward Wilson y David Barash, quienes la definen como el estudio sistemático de
las bases biológicas de todo comportamiento social, y cuya pretensión consiste en
reencontrar ese cordón umbilical que mantiene unido al hombre a la lógica global de lo
social.

Sin embargo, la irrupción de la Etología y la Sociobiología ha despertado recelo en


círculos sociológicos en defensa del campo de especialidad científico propio de la
Sociología frente a sus supuestas pretensiones de absorción disciplinar, propiciándose
una situación de clara desconfianza ante las perspectivas abiertas por las nuevas
plataformas analíticas.

2. EL DEBATE SOBRE EL CONTINUO SOCIAL

En el recelo mostrado por los sociólogos frente a etólogos y sociobiólogos ante


la pretendida colaboración entre biología y sociología, se traslucen las propias
necesidades históricas de la Sociología para alcanzar un desarrollo autónomo y
diferenciado frente a otras disciplinas, además de arrastrar la negativa influencia durante
el siglo XIX de cierto descrédito a causa de los ingenuos planteamientos del organicismo
spenceriano. A pesar de todo, se hace innegable la peculiar ambivalencia de las
relaciones entre Biología y Sociología.

En la oposición histórica generalizada para aceptar la tesis de la continuidad de las


formas sociales, Freud observa una resistencia psicológica defensiva, señalándola
como una de las tres grandes ofensas históricas al narcisismo de la humanidad: la
cosmológica, infligida por Copérnico al retirar a la Tierra del centro del Universo; la
psicológica, por Freud y el psicoanálisis al demostrar que el Yo no es completamente
soberano; y la biológica, infligida por Darwin al demostrar que el hombre proviene del
mono, ofensa que ahora se amplifica al entender el origen no sólo en el terreno biológico,
sino también en el social.

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Otro factor de resistencia frente a la tesis del continuismo social radica en la antipatía
que parecen producir ciertas teorías sobre la evolución de las organizaciones
sociales de los homínidos, como por ejemplo la denominada “hipótesis del cazador”.
En efecto, la práctica social de la caza debió jugar un papel fundamental en todo el
proceso de hominización, sobre todo en el desarrollo de la organización social. Sin
embargo, su práctica habitual junto a la necesaria defensa del territorio, acabó gestando
un componente social fuertemente agresivo y violento que es la base de la “hipótesis
del mono asesino”, lanzada por Dart y enfatizada por Robert Ardrey, quien llegó a
afirmar que el hombre es hombre y no un chimpancé porque durante millones de años de
evolución ha matado para sobrevivir. Ello unido a las prácticas de canibalismo, los
sacrificios humanos y la sangrienta práctica de la guerra como el único ser vivo que la
lleva a cabo organizadamente dentro de su especie, propician la presentación de la
evolución humana como especialmente sangrienta y violenta.

La antipatía que despiertan las teorías anteriores, así como la resistencia inconsciente a
profundizar en los orígenes biológicos del hombre, caen en la falacia de obviar una
gran cantidad de estadios intermedios en la evolución humana, cuyo análisis
permitiría conocer mejor los orígenes de las formas de lo social. Así, un buen número de
estudios (Washburn, Devore...) resaltan las diferencias entre las sociedades de
humanos y primates, pero en términos de las sociedades modernas y no respecto a
ciertas sociedades muy primitivas llegadas hasta hoy (los Küng, tribu tasaday,
tasmanos...), sin comprender que el verdadero salto es el que se establece entre las
comunidades de simios más desarrolladas y el conjunto de comunidades de homínidos
desaparecidas: oreopithecus, australopithecus, homo habilis... Y es que, mientras el
homo sapiens suma unos cien mil años, es ridículo obviar que todos ellos abarcaron más
de cuatro millones de años, resultando difícil establecer comparaciones entre hombre
y mono sin contar con información precisa sobre sus longevas etapas intermedias.

Dado que para los humanos la sociedad es parte constitutiva de su propia realidad, a tal
punto que sin su aportación cultural éstos no serían concebidos como tales, una de las
pretensiones iniciales de la Sociología consistía en fijar barreras diferenciadoras entre las
sociedades humanas y las de animales. Sin embargo, en la actualidad el desarrollo de
los estudios etológicos está permitiendo profundizar en distintos tipos de
relaciones sociales animales, así como en las distintas funciones que puede cumplir la
sociabilidad, propiciando que las antiguas barreras empiecen a aparecer mucho más
difuminadas. Como ha señalado Philip Slater, si asumimos una definición limitada de
sociedad, es decir, una vida grupal con una rudimentaria socialización y
comportamientos conformados en base a los otros miembros del grupo, habremos de
admitir que la mayoría de los primates viven en sociedades.

Aunque existen comportamientos sociales bastante comunes, los tipos de


agrupamientos sociales son muy diversos, y la tradicional distinción de tres grandes
categorías en las formas de sociabilidad animal (según las formas de apareamiento,
núcleos familiares y manadas o rebaños) no deja de ser una distinción aleatoria que
pierde gran parte de su sentido ante el ingente número de subvariedades clasificadas.
Sin embargo, Edward Wilson distingue cuatro arquetipos básicos en la evolución
social: las colonias de microorganismos e invertebrados, los insectos sociales, los
mamíferos humanos y los humanos.

3. LAS SOCIEDADES ANIMALES

Las sociedades de insectos

Las sociedades superiores de insectos constituyen uno de los tipos de sociedades


animales más antiguas, presentando formas de organización social muy
sofisticadas, con una rígida división del trabajo que se traduce en la existencia de
distintos tipos de individuos físicamente diferenciados entre sí, con su propio sistema de
comunicación, con capacidad para construir edificaciones complejas, e incluso para

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cultivar algunas variedades de hongos.

Sin embargo, se trata de sociedades básicamente estáticas, en las que no existen


márgenes significativos de variación en el comportamiento de los individuos, que actúan
de un modo casi mecánico, aceptando su subordinación tiránica al todo social. Lo social
es, pues, morfológico, y la diferenciación de papeles sociales se basa en la
diferenciación biológica de los individuos, actuando la sociedad a nivel global como
si fuese un gran organismo vivo.

Aunque, según Marcel Sire, las sociedades de insectos presentan puntos comunes con
las humanas, debemos concluir que mientras éstas se basan en lo automático y lo
orgánico, las de los vertebrados se basan en la evolución psíquica, constituyendo formas
de organización social distintas. A pesar de admirar su antigüedad y capacidad de
adaptación, Maeterlink no dudó en calificarlas como sociedades feroces y siniestras, y
una ejemplificación aberrante de a dónde puede conducir la rigidificación de las
organizaciones sociales.

Las sociedades de animales vertebrados

El instinto social en los animales vertebrados difiere por completo del de los insectos.
Estos animales, especialmente los primates, están vivamente orientados hacia la
sociabilidad, pero sus sociedades no están estructuradas con tanta rigidez, los
individuos mantienen márgenes amplios de independencia y libertad, y las
jerarquías no vienen dadas por rasgos morfológicos diferenciados, sino a través de
procesos de afirmación entre individuos iguales.

Los estudios recientes sobre sociedades de primates muestran su complejidad y


variación. Respecto a los babuinos, Washburn y Devore observaron el carácter
marcadamente adaptativo de la forma de vida grupal, al punto que cada tribu
cuenta con un territorio y recursos propios (refugios, agua, alimento...) y las actitudes de
sus miembros se hallan coordinadas en todas las etapas de la vida. Ese carácter vital de
la sociabilidad es explica el carácter emocional de los vínculos sociales,
determinando la desaparición progresiva de los miembros menos gregarios.

Intentando reflejar su complejidad, Umberto Melotti distinguió al menos siete grados


de vida social, o formas de organización social, y cuatro tipos fundamentales de
sociedades: arborícolas del bosque, terrícolas de la sabana, terrícolas de las zonas
áridas y los grandes primates (gorilas y chimpancés), las más evolucionadas y con mayor
variabilidad. El conjunto de los estudios permiten establecer algunos rasgos comunes
en las sociedades de monos:
 Territorialidad, pues cada sociedad se desarrolla en ámbitos geográficos concretos.
 Autorregulación demográfica, manteniendo las dimensiones grupales por
exclusión de elementos jóvenes, que se ven obligados a fundar nuevas colonias.
 Diferenciación de lazos sociales y de estructuras de dependencia. Jane
Beckman Lancaster distinguió entre las jerarquías generales de dominación, los
lazos entre madres e hijos, y los lazos entre machos y hembras.
 Relaciones afectivas entre individuos del mismo sexo: grupos de compadres,
camarillas... siendo frecuentes los enfrentamientos y rivalidades entre estos
subgrupos.
 Diferenciación de papeles por sexo y edad, e incluso por función en el desarrollo
de ciertas actividades, como por ejemplo la caza.

En clara diferenciación con las sociedades de insectos, en las sociedades de primates se


aprecia el extraordinario papel de lo individual. Al contar con un amplio margen de
autonomía, el desarrollo de los sentimientos de individualidad propicia frecuentes
tensiones de competencia y confrontación, garantizando un considerable dinamismo
social interno, incluso con cierto grado de desorden, al punto que se ha definido sus
sociedades como una combinación de rígidas obligaciones y un conjunto de movimientos

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desordenados.

En esa línea, precisamente la amenaza permanente del desorden es lo que imprime


a la sociedad su carácter complejo y vivo, en continua reorganización permanente.
Esta combinación de organización, desorden y libertad individual es la que ofrece la
posibilidad de cambio e innovación social, auspiciando la evolución sociocultural de la
sociedad. De hecho, las posibilidades de experimentación individual se trocan a
menudo en experiencias sociales nuevas, que se transmiten al resto de la sociedad si se
demuestra su utilidad.

4. LOS ORÍGENES DE LA SOCIEDAD HUMANA

Durante bastantes años los sociólogos han venido insistiendo en ahondar las diferencias
cualitativas entre sociedades humanas y animales, incluso Wossner llegó a definir el
campo de los social humano en virtud de sus diferencias con el animal. Sin embargo,
recientes descubrimientos arqueológicos vienen a cuestionar la concepción de la
“inteligencia” como barrera diferenciadora verdaderamente cualitativa, y
Thorpe proporciona en sus estudios argumentos y datos que muestran la inexactitud de
las concepciones tradicionales.

A pesar de estos avances, aún son muchos los interrogantes que se plantean en
cuanto al origen y desarrollo de la evolución social humana, sobre todo dadas las grandes
lagunas en el conocimiento de las etapas del proceso de hominización, lagunas
comprensibles si tenemos en cuenta que este proceso está estimado en varios millones
de años. En cualquier caso, la tendencia de sociólogos y antropólogos ha sido establecer
una barrera cualitativa en torno al concepto de cultura, es decir, que la capacidad de
tener, hacer y transmitir la cultura viene a ser considerada como el verdadero
rasgo diferenciador entre las sociedades animales y las humanas, permitiendo
además delimitar sus campos científicos específicos.

En cuanto al tiempo y manera en que surgen las culturas humanas, Bonner manifestó su
convicción de que todos los cambios evolutivos fueron relativamente graduales, y
que podemos encontrar la simiente de la cultura humana desde los primeros pasos de la
evolución biológica. Para algunos analistas, la continuidad del proceso socio-cultural
descansa en ciertos paralelismos importantes: la habilidad de los primates para
manipular objetos, su capacidad para comunicarse, y su capacidad para implicarse en
acciones concretas, propiciando la cooperación. Sin embargo, permanece en penumbras
el modo en que se produce el desarrollo de estas potencialidades, existiendo una
“frontera de vacío” a partir de la cual se sitúa, un tanto abruptamente, la aparición de
la realidad socio-cultural humana.

Aunque algunos antropólogos señalan ese momento en la aparición del homo sapiens
junto al desarrollo del lenguaje verbal, numerosos lingüistas han insistido en las
abismales diferencias entre el lenguaje humano con cualquier forma de comunicación
animal, mientras que algunos psicólogos sociales han añadido su matiz afirmando que el
lenguaje verbal fue una necesidad derivada de procesos tan largos de socialización, es
decir, una consecuencia de lo más dilatado del proceso de dependencia e inmadurez
psico-motora de los niños.

Nuevos estudios sobre la complejidad y riqueza de los sistemas de comunicación


en el mundo animal (Lancaster) muestran que en las comunidades de monos existe un
complejo sistema de comunicación, del que se han identificado 36 sonidos diferenciados.
Sin embargo, a pesar de su sofisticación para expresar su estado emocional,
apenas tienen capacidad de comunicación respecto a su entorno físico. La importancia de
este tema ha llevado a que varios investigadores hayan intentado enseñar a hablar a
chimpancés y gorilas con relativo éxito (Keith y Hayes, Gardner, Premack...), aunque lo
más significativo ha sido constatar la capacidad de estos animales para inventar
nuevos términos a partir de la combinación de los ya enseñados. Por otro lado, entre
los estudios sobre las diferencias y similitudes entre hombre y mono destaca el de Jorge

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Sabater Pi, quien enumeró un conjunto de capacidades conductuales básicas del


chimpancé también compartidas por el hombre, así como un inventario bastante amplio
de la utilización de herramientas por los chimpancés.

A la luz de todos estos datos, las comparaciones entre los simios actuales y las
sociedades más primitivas de los humanos contemporáneos distan bastante de poder ser
presentados como verdaderas “simas insalvables”. Siendo una evolución de millones de
años, nos encontramos ante una línea de puntos en la que la falta de algunas piezas no
nos impide prefigurar las líneas maestras de todo el proceso. Parece, pues evidente que
existe una imbricación importante entre los procesos de evolución fisiológica y
de evolución socio-cultural. Como afirmó Mostovici, si nuestra anatomía desciende
de la de los primates, lo mismo debe suceder con nuestro cuerpo social.

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TEMA 8

LA SOCIOLOGÍA Y LA SOCIEDAD INDUSTRIAL

1. EL TRÁNSITO DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD INDUSTRIAL

Nos corresponde ahora profundizar en el contexto en que surgió la Sociología, cuyo


desarrollo se encuentra estrechamente conectado a la emergencia y dinámica de la
sociedad industrial, en el marco histórico entre la Revolución Francesa y la
Revolución Industrial.

Al igual que la Revolución Francesa fue la expresión política de las necesidades surgidas
por el derrumbe del viejo orden social, los procesos de desarrollo de la Revolución
Industrial (s. XVIII-XIX) fueron el resultado de un conjunto muy amplio de cambios, a
tal punto que puede hablarse de ella como de un “fenómeno social global”. La
cantidad de elementos que aparecen implicados es tan considerable, que algunos
analistas como T. S. Ashton han manifestado sus reparos ante la expresión de revolución
industrial, no sólo porque el proceso no fue en absoluto repentino sino progresivo y
paulatino, sino porque además al aspecto industrial deberían añadirse el sociocultural, el
intelectual y el tecnológico.

El proceso de transición desde la sociedad estamental a la industrial requirió, no


obstante, de unos requisitos previos de índole económica, tecnológica y social:
 Innovaciones tecnológicas en herramientas y aperos del campo, así como la
aparición de nuevos métodos de explotación más fructíferos en agricultura y
ganadería.
 La revolución agrícola hizo posible que cada vez menos personas produjeran más
recursos alimenticios, lo que propició la acumulación de importantes excedentes.
 Aumento del crecimiento demográfico. Un número creciente de personas se
traslada del campo a las ciudades incrementando la fuerza de trabajo potencial no
agrícola.
 El crecimiento de los núcleos urbanos concentraba un gran número tanto de
mano de obra como de consumidores, propiciando la emergencia de nuevos
sectores sociales (clases medias, técnicos, obreros...), así como obligaba al
desarrollo de sistemas educativos acordes a las nuevas necesidades sociales e
industriales.
 Potenciación de transportes y comunicaciones, lo cual facilitó el transporte de
mercancías aumentando los intercambios y potenciando los mercados.
 Nuevas formas de fabricación a gran escala, sustituyendo los pequeños talleres
artesanales gremiales por unidades de producción mayores con acusada división
del trabajo, lo cual, como señaló Adam Smith, permitió un considerable aumento
de la cantidad de mercancías que era capaz de realizar el mismo número de
personas.
 Revolución en la utilización de fuentes de energía, lo cual agudizó el desarrollo
de la fábrica frente al viejo taller gremial, aumentando su producción y reduciendo
los costes.
 Desarrollo de un sistema monetario ágil y moderno, que ante la creciente
acumulación de capitales colaboró en el desarrollo de las prácticas de inversión e
intercambio.

El proceso de transición desde la sociedad estamental a la industrial requirió, además, de


unas circunstancias específicas de índole no económica:
 Influencia de factores religiosos en la mentalidad económica. Como destacó

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Weber, existía una relación importante entre la génesis del capitalismo occidental y
el calvinismo, hecho ya observado por sir William Petty respecto al poderío
económico holandés del s. XVII, los cuales consideraban el trabajo como un deber
para con Dios.
 Existencia de un contexto ideológico e intelectual propicio. Los análisis de
Weber subrayaron cómo determinados elementos ideológicos colaboran en la
dinámica interna de determinados sistemas económicos, sobre todo, en la compleja
dialéctica de superación de resistencias, tensiones y rupturas ideológicas y
políticas que supuso la revolución industrial y la aparición del Estado moderno. Este
proceso, donde las relaciones económicas se liberan de las antiguas relaciones
estamentales, se produce en una doble vía:
 El orden político se independiza del orden moral y religioso. Con
Maquiavelo, el Estado cobra nuevas funciones: desarrolla burocracias,
establece ejércitos profesionales y consolida mercados nacionales propiciando el
desarrollo del nuevo orden económico.
 Una profunda revolución intelectual reclama e impulsa la libertad del espíritu,
así como inspira el desarrollo del espíritu científico. Las relaciones entre revolución
industrial, desarrollo científico y liberalismo confluyen en un florecimiento
intelectual que llevará a denominar el s. XVII como el siglo de los genios:
Cervantes, Shakespeare, Bacon, Kepler, Maquiavelo, Galileo, Descartes, Pascal,
Newton, Spinoza... Por ello, algunos analistas como John V. Net sostienen que fueron
el pensamiento y la libertad, y no las instituciones o el desarrollo económico, la
fuerza principal que impulsó la revolución científica.
 Concurrencia de factores ideológicos y culturales. El marco de la filosofía
iluminista abarcó una serie importante de factores ideológicos y culturales:
humanismo, protestantismo, racionalismo y espíritu burgués, los cuales
moldearon el talante de la época, caracterizado por un gran optimismo, fe en el
progreso histórico y en la razón humana.

2. LAS CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

El proceso de transición entre dos modelos de sociedad tan diferenciados como la


tradicional y la industrial se caracterizó por la intensidad y diversidad de los procesos de
cambio: ideológicos, científicos, demográficos, sociológicos, tecnológicos... de modo que
el cambio social constituye tan sólo un aspecto más del proceso global de
transformación.

Aunque los cambios pueden ser analizados de muy diversa manera, según Giddens
podemos señalar los siguientes rasgos del cambio de la sociedad tradicional a la
industrial:
 Paso del reparto autoritario del trabajo a un nuevo orden basado en la libertad
laboral.
 Paso de una sociedad estamental cerrada a una sociedad libre de mercado
laboral.
 Paso de producir en base a las necesidades locales a la producción a gran escala.
 Paso del carácter agrario al carácter urbano ligado al comercio y la
manufactura.
 Escisión poder político-económico en comercio-industria por un lado y Estado por
otro.
 Paso de vínculos fidelidad-servidumbre personalistas a sistema de relaciones
impersonal.
 Paso de un sistema desigual y autoritario a un sistema con igualdad de
oportunidades.

Las diferencias tan notables entre ambos modelos de sociedad han sido objeto de un
tratamiento conceptual diferenciado. En ese sentido, F. Tönnies interpretó el proceso

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como un ciclo de cambio de un período caracterizado por el predominio de las formas


sociales propias de un modelo de comunidad, a otro caracterizado por las formas de
asociación:
a) El concepto de comunidad connota vínculos personales y afectivos, motivaciones
morales y altruistas, predominio de la cooperación, convivencia perdurable e íntima.
Es un organismo vivo, cohesionado por el afecto y el consenso, la armonía y el
espíritu de concordia. Es la esfera del derecho natural y de los derechos
humanos y sociales.
b) El concepto de asociación está ligado a las relaciones impersonales, con
motivaciones racionales e interesadas. Es un ente artificial regido por la
competitividad y el egoísmo, donde las interacciones sociales no son fines en sí, sino
medios para obtener otros fines. Los hombres están juntos aisladamente; priman las
convenciones, el afán de lucro, las desigualdades y la ostentación de las riquezas y
el poder. Es la esfera del derecho mercantil, donde el valor de las cosas está en
función de su precio. Prima el escepticismo y la paz es entendida como resultado de
las convenciones y el “miedo recíproco”. Su principio regulador es el mercado,
cuya lógica impone modos de relación cada vez menos naturales y más racionales,
sometidos al intercambio impersonal.

En definitiva, el tránsito de la comunidad a la asociación suponía la modificación de los


vínculos sociales primarios (mientras el hombre “vive” en sociedad, se dice que
“está” en asociación), por lo que, coincidiendo con gran parte del pensamiento
sociológico, Tönnies orientó su esfuerzo a sentar las bases de lo que podía entenderse
como la “buena sociedad”, ligando esta imagen a la idea de comunidad, y
reaccionando con una crítica severa ante la lógica social que reducía toda la sociedad a la
condición de un mercado. Incluso entre las primeras generaciones de sociólogos se llega
a sugerir que Comte y Durkheim aludían a lo social sólo en el sentido comunal. Sin
embargo, en torno a este concepto hay que diferenciar dos visiones: el pensamiento
conservador, que encuentra en la idea de la comunidad tradicional un baluarte contra
los vientos revolucionarios, y el nuevo pensamiento sociológico, que veía en él la
imagen de la buena sociedad, más estable e integrada.

Al margen de la confección de conceptos diferenciados, lo cierto es que la transición


desde la sociedad tradicional a la sociedad industrial supuso un cambio sustancial en
los modelos sociales globales. Como afirmó Friedmann, la revolución industrial
supuso no sólo máquinas y productos, sino una nueva cultura y una nueva visión del
mundo.

3. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL

Los aspectos más característicos de la sociedad industrial constituyen áreas de


referencia básicas en el estudio sociológico, pues son la base de algunas de las más
importantes vivencias sociales. Así, Raymond Aron describió la sociedad industrial
como aquella donde la industria es la forma de producción característica, con empresas
de una gran acumulación obrera, radicalmente separada de la familia y con compleja
división tecnológica del trabajo; constituidas como una gran acumulación de capital en
permanente expansión, su orientación básica se dirige al logro de la máxima producción
y eficiencia mediante la renovación instrumental y organizativa en base a los progresos
de la ciencia.

Atendiendo a los elementos de cambio social en las estructuras tradicionales, se pueden


esbozar las siguientes dimensiones básicas de emergencia de la sociedad
industrial:
a) Implantación hegemónica de la fábrica y la máquina en el sistema de
producción. La invención de la máquina de vapor por James Watt en 1769
supuso una de las mayores revoluciones de nuestra era, tanto en el sentido mecánico
como por el empleo del vapor, desplazando las fuentes de energía tradicionales

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(muscular, animal e hidráulica).


La máquina dio lugar al desarrollo de un sinnúmero de innovaciones tecnológicas,
produciendo gran cantidad de mercancías con mano de obra poco especializada, lo
que abarató los costes, propició una mayor competitividad en el mercado, y cuyos
mayores beneficios actuaron como un poderoso estímulo a la inversión.
b) Expansión de una creciente división del trabajo. La mecanización y creciente
complejización de los sistemas productivos se tradujo en una especialización de
tareas y oficios rutinarios, con pérdida de la “visión de conjunto”. Ello afectó a la
relación laboral: los trabajos se hicieron más impersonales, y los vínculos laborales
pasaron a regirse por las leyes del mercado sólo a través del vínculo salarial. Los
trabajos se hicieron más inseguros y fluctuantes, con clara tendencia a separar el
trabajo de la vida familiar.
c) Implantación de nuevos valores sociales y económicos, y nuevas pautas de
conducta. Las nuevas leyes económicas marcantilizaron todos los elementos que
intervienen en el sistema de producción en términos monetarios, organizándolo
según la ley del mínimo coste y máximo beneficio. La Economía, nueva disciplina
independizada de la Política, es objeto de importantes teorizaciones: Adam Smith,
Adam Ferguson, John Millar...
Los valores del nuevo orden económico (racionalidad, rentabilidad, inversión,
responsabilidad, puntualidad...) se harán presentes todo lo social, influyendo en el
comportamiento de los ciudadanos, a tal punto, que David Apter definió la
modernización como un “proceso de difusión de valores y roles de tipo industrial en
medios no industriales”. Wilbert Moore señaló los cambios de valores como
condición fundamental para la transformación económica, y Kerr, Dunlop,
Harbison y Myers destacaron que si bien la cultura tradicional condiciona el
proceso industrializador, la industrialización acaba por imponer sus propios moldes
culturales, lo que experimentará con menos dificultades si ésta ya cuenta con alguna
de sus características: sistema de familia nuclear, estructura social de igualdad en
base a la capacidad, valores éticos y religiosos favorables a la ganancia económica, y
un sistema legal que proteja los derechos de la propiedad.
d) Aparición de nuevos sistemas políticos. El proceso de industrialización implicó
necesidades políticas, como la delimitación precisa de los mercados, sobre todo de
los mercados nacionales. Los nuevos sistemas políticos tuvieron que reunir ciertos
requisitos de estabilidad, a fin de generar confianza para las grandes inversiones
industriales no rentables a corto plazo, sobre todo potenciando obras de
infraestructura básica. Debían estar dotadas de flexibilidad para adaptarse a las
nuevas exigencias económicas, y lo suficientemente firmes para remover la
resistencia de los reductos del viejo orden.
e) Nuevos perfiles de estratificación y del conflicto de clases. La emergencia de
la clase burguesa frente a la clase trabajadora originó nuevas formas de conflicto
social de una intensidad y características desconocidas. Las duras condiciones de
trabajo y vida de las clases obreras señalarán el desarrollo de una especial
sensibilidad social en las grandes barriadas fabriles, con las condiciones apropiadas
para el surgimiento de fuertes movimientos sindicales que plantearán un
conflicto de una especial proyección política, impregnada por profundas aspiraciones
de cambio del sistema de producción.
f) Intensificación generalizada de los procesos de cambio social y de
movilidad. Junto a procesos de cambio como la urbanización y el crecimiento
demográfico, la industrialización supuso también cambios notables en las
estructuras y sistemas de relación, pasándose de una sociedad estable a una
sociedad en cambio permanente. Los principales ámbitos de movilidad que
impulsaron el cambio fueron geográficos (éxodo rural, urbanización),
profesionales (paso del orden gremial a la homogeneización indiferenciada en el
primer industrialismo, y después a una creciente diversificación y especialización) y
sociales (movilidad de clase y mejoras en las condiciones de vida).

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La sociedad post-industrial o tecnológica avanzada

La concurrencia de todos estos procesos dotó a la sociedad industrial de un importante


componente de dinamismo interno, que junto a la acumulación de cambios durante
las últimas décadas ha ido dando lugar a la emergencia de un nuevo tipo de sociedad: la
sociedad post-industrial o sociedad tecnológica avanzada. Los cambios se
detectan en:
 Modificaciones importantes en los sistemas productivos merced al impacto de las
nuevas tecnologías y la creciente utilización de robots industriales.
 Transición de una economía productora de mercancías a otra productora
crecientemente de servicios, y uso creciente de sistemas automáticos de trabajo en
ese sector.
 Una complejización de las estructuras de clase.
 Una nueva expresión del poder basado en la habilidad técnica y la educación como
modo de acceso a él, y a cuya cabeza o élite se encuentran los científicos.

4. LA CUESTIÓN SOCIAL Y LOS ORÍGENES DE LA SOCIOLOGÍA

En todo este complejo contexto se daban las condiciones necesarias para que surgiera y
se desarrollara la Sociología, las cuales crearon una presión real tan fuerte a través de
procesos sociales y económicos, que casi de necesidad tenía que formarse una ciencia de
su tipo. Así, pues, la Sociología surgió a partir de determinadas condiciones
intelectuales y en el contexto de una situación social precisa. La incidencia de los
factores intelectuales, sin embargo, se operó a través de una doble vía:
 Los que contribuyeron al desbloqueo del mundo tradicional, propiciando un clima
de apertura y libertad, con fe en la fuerza de la razón como instrumento de
conocimiento.
 Los propios de reflexión sobre la “cuestión social”, en virtud a las consecuencias
del proceso de industrialización y de transformación de la sociedad.

La dinámica de la industrialización manifestó pronto su problemática en una


doble vertiente: la originada por la implantación de nuevas formas de organización del
trabajo industrial, y todo el conjunto de problemas surgidos de las emergentes
“sociedades de masas”.

La “cuestión social”, es decir, la sensibilización por la situación social de los sectores


que vivían y trabajaban en peores condiciones, se convirtió pronto en referencia para
todo el pensamiento social. Según Dahrendorf, después de un período de exaltación
optimista se empezó a comprobar que el sistema industrial también generaba
contradicciones, conflictos y problemas sociales, detectándose ya entre 1820-30 los
primeros signos de escepticismo.

Según Tony J. Watson, las principales contradicciones específicas consecuencia del


desarrollo industrial son las siguientes:
1. La necesidad productiva de instalar gran cantidad de trabajadores en un mismo lugar
de trabajo creó el contexto para el desarrollo del sindicalismo y la acción
clasista.
2. La “extensión” de los principios liberales que allanaron las dificultades del orden
feudal dio lugar a la acumulación de crecientes demandas de libertad política.
3. Tensiones causadas por la necesidad de control del empresario y las aspiraciones de
mayor independencia e iniciativa de los sectores más cualificados de los
trabajadores.
4. La contradicción entre la necesidad de los métodos racional-burocráticos de
organización del trabajo, y la posibilidad de que su rigidez acabe implicando cierta
ineficacia.

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5. La conveniencia de la división del trabajo en aras a una mayor eficacia de la


producción tiende a generar en el obrero alienación, falta de estímulos y de
motivación.
6. Los nuevos valores sociales, como el individualismo, la racionalidad y la
competencia, afrontan el riesgo de provocar anomia y relaciones sociales
impersonales.
7. El aumento del nivel económico puede generar ciertos problemas de desmotivación.
8. Las cuestiones relacionadas con los límites del crecimiento y la desigualdad.

A todas estas contradicciones habría que añadir las siguientes problemáticas:


 Las consecuencias del aumento demográfico y la obligada urbanización.
 La problemática de las condiciones laborales.
 La contradicción entre modernización tecnológica y la política de pleno empleo.
 Los conflictos causados por la persistencia de restos de la sociedad
tradicional.
 Los desequilibrios entre regiones o países ricos y pobres.
 Los deterioros medioambientales y la explotación de los recursos
naturales...

La Sociología, pues, surgió en un contexto histórico y social preciso, íntimamente


unida con la aparición de los problemas sociales, y desde Comte vivirá bajo el
mismo telón de fondo: “la gran crisis social” en torno al binomio orden-desorden
social. Como afirmó Nisbet, el colapso del viejo orden liberó los diversos elementos de
poder, riqueza y status consolidados desde la Edad Media, los cuales, dislocados por la
revolución industrial, recorrerán dando tumbos el paisaje político europeo durante el s.
XIX, registrando la historia del s. XX esfuerzos prácticos por volver a consolidarlos.

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TEMA 9

LA ACTIVIDAD DE LOS SOCIÓLOGOS

1. LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO SOCIOLÓGICO

Antiguamente, los reyes y gobernantes acudían a los oráculos en busca de respuestas a


sus incertidumbres y proyectos; en la actualidad, los políticos y empresarios acuden a los
sociólogos. Ello explica las grandes expectativas en torno a sus pronósticos y
análisis: presionados por un lado para obtener de ellos las orientaciones precisas que se
desea obtener, duramente criticados cuando no proporcionan los resultados apetecidos,
su quehacer no puede substraerse de dichas expectativas y demandas concretas
generadas desde la sociedad, viéndose obligados a realizar un gran esfuerzo de
objetividad en sus investigaciones.

Se hace necesario empezar por aclarar cuáles son las verdaderas posibilidades y
límites del conocimiento sociológico, partiendo de que se trata de una labor
científica que debe inspirarse en principios de objetividad y rigor. Su grado de desarrollo
actual, así como las herramientas analíticas y los procedimientos de investigación de que
dispone, permiten alcanzar unos límites concretos que los propios sociólogos deben
fijar con claridad y sinceridad.

Una de las precisiones previas es la delimitación general del campo temático,


procediendo a una clarificación de los marcos en los que se debe situar la labor de los
sociólogos. En ese sentido, como subrayó George Simmel, sus orígenes comtianos
propiciaron, en base a las pretensiones de considerar la Sociología como la síntesis de
todos los saberes humanos, que todo lo que no fuera ciencia de la naturaleza tenía que
ser ciencia de la sociedad. De ese modo, y siendo la última ciencia en aparecer, se le
fueron adscribiendo aquellos problemas que no encajaban en otras disciplinas.

Los esfuerzos fundacionales por definir la Sociología, con interminables discusiones


conceptuales, fueron derivando hacia perspectivas de investigación cada vez más
prácticas. La evolución hacia temas concretos y específicos permitió ir trazando
fronteras y marcos de especialización más precisos, y en nuestros días la Sociología es
entendida como una más de las Ciencias Sociales, consciente de su básica
interdependencia de otras disciplinas.

Pero obviar el tema de la definición no resuelve todas las cuestiones relacionadas con la
delimitación de la Sociología, como clarificar su papel y alcance, precisar su relación con
ideologías y valores, e incluso su naturaleza científica. En ese sentido, la Sociología tiene
un objeto tan sutil y complejo que hace difícil la predicción científica, máxime cuando el
sociólogo es al tiempo observador y actor de sus estudios, y que los seres humanos, en
virtud de su libertad, pueden modificar en cualquier momento el sentido de las
predicciones.

2. LA ACTIVIDAD DE LOS SOCIÓLOGOS

Los problemas actuales de la actividad sociológica no son sólo de índole temática o


metodológica, sino que se extienden a su propia comprensión e identificación como
tarea social específica, pues los ciudadanos suelen desconocer el qué y el para qué de
la Sociología.

Tradicionalmente, el papel social y ocupacional de los sociólogos se ha visto muy


centrado en las esferas de la actividad docente e intelectual. Como señaló Betty
Yorburg, a principios de los ochenta (EEUU) el 85% de los sociólogos se dedicaban a la
enseñanza en Escuelas Superiores y Universidades. En la actualidad se están observando

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más perspectivas laborales en la esfera social, y el abanico de trabajos “no docentes” se


ha ido abriendo ampliando. Sin embargo, la ausencia de un elemento efectivo ligado a
la Sociología propicia que, a pesar del esfuerzo continuo (EEUU) por crear papeles
prácticos de sociólogos en lo que se ha denominado “Sociología aplicada”, la cantidad
de sociólogos comprometidos en tareas sociológicas aún sea escaso, y resulten
significativas las amplias polivalencias en las labores de su proyección ocupacional
actual.

En cualquier caso, la emergencia de nuevas incertidumbres y problemáticas sociales ha


dado lugar a que se difunda una nueva conciencia sobre la necesidad de intensificar los
estudios sociológicos, de tal modo que el desarrollo de la Sociología se encuentra
vinculado a la propia dinámica de la complejización social.

Lógicamente, sus perspectivas varían bastante de unas sociedades a otras en


función de su grado de institucionalización y de las demandas específicas concretas.
España, por ejemplo, no contó con carrera universitaria de Sociología hasta los años
setenta, y en 1983 un 34% trabajaba en la Administración Pública, un 26% en el
sector privado y un 14% en educación. Sin embargo, en la actualidad se detecta un
considerable desarrollo, habiendo aumentado el número de sus Facultades e
incrementándose su demanda laboral.

Los campos de trabajo concreto en los que los sociólogos pueden plasmar su actividad
laboral son básicamente cuatro:
1. La enseñanza, con la apertura de nuevas Facultades de Sociología y el desarrollo
universitario, con demanda creciente de docentes cualificados, así como en estudios
medios y la implantación de áreas de Ciencias Sociales en la Enseñanza Secundaria.
2. Las Administraciones Públicas. En los cuerpos técnicos de la Administración, bien
en ámbitos específicos de Sociología, bien en estadísticas sociales o en gabinetes
sociológicos de atención a sectores marginados.
3. La investigación sociológica. Auge tanto en investigación básica (centros públicos
y universidades) como aplicada (organismos públicos, CIS), así como en empresas
privadas (sondeos de opinión, encuestas electorales, preferencias de consumo).
4. La empresa privada. Gabinetes de estudio y asesorías, estudios de imagen,
relaciones públicas, relaciones laborales, así como en entidades no gubernamentales
(ONGs).

Así mismo, en la actualidad se observa una potenciación de las organizaciones


profesionales de sociólogos (Colegio Nacional de Licenciados en Ciencias Políticas y
Sociología, Federación Española de Sociología), plataformas de encuentro (congresos,
simposios), y una mayor proliferación de publicaciones sociológicas especializadas
(REIS, RIS...), aunque empieza a preocupar el creciente paro laboral de muchos
sociólogos recién licenciados, dado la capacidad limitada de ser absorbidos por las
diversas entidades y empresas.

3. ¿CIENTÍFICOS O DIVULGADORES?

Uno de los problemas actuales de la Sociología consiste en su “aplicabilidad práctica”,


es decir, en concretar la forma en que se produce el enlace entre teoría e
investigación empírica. En ese sentido, un estudio de Ken Menzies sobre los artículos
sociológicos publicados en la década de los 70, demostró lo siguiente:
 Existencia de un amplio pluralismo teórico.
 Una difícil conexión entre teoría e investigación.
 Escasez de referencias a investigaciones actuales en los libros de texto
 Desfase entre los enfoques teóricos de los libros de texto y los utilizados en la
práctica.

Aunque en la actualidad existe un crecimiento de los estudios aplicados, es importante

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observar el componente de pluralidad de enfoques con que opera la Sociología frente


a las dificultades para el progreso de la teoría sociológica. Como demuestra Martin
Slattery, a pesar del esfuerzo de todos los sociólogos sólo se ha conseguido desarrollar
unas cuantas teorías específicas o ideas-base, presentando en su estudio un escaso
inventario de cincuenta de ellas. Con ello se evidencia que la Sociología es una ciencia
que aún se está perfilando y delimitando sus objetos de estudio.

En suma, los problemas de delimitación con otras disciplinas, las dudas de aplicación del
método científico a “lo social”, y la ambigüedad y controversias de su objeto, todo ello
explica el recurso a explicar la Sociología a partir del contexto de su génesis y el
método de definirla a través del trabajo de los propios sociólogos. Queramos o no,
la búsqueda de su objeto y explicación sigue siendo parte integrante de la Sociología.

La labor de los sociólogos, en cualquier caso, sigue abarcando un haz de referencias


temáticas extraordinariamente amplio, dando lugar a que la sistematización de las
fuentes de la Sociología resulte una tarea bastante compleja. Así, el sociólogo se
encuentra con un campo de referencias bibliográficas muy extenso, además de
con una amplia gama de aportaciones, tanto históricas como procedentes de otras
ramas científicas conexas. Todo ello implica que la labor intelectual de los sociólogos
deba contar en nuestros días un fuerte componente de amplia erudición.

Quizás la labor de los sociólogos actuales debería orientarse a buscar un equilibrio


entre las utópicas y ambiciosas aspiraciones de las etapas fundacionales, y la
trivialidad representada por los actuales sociólogos-divulgadores, capaces de disertar
sobre todo lo divino y lo humano en cuantos medios de difusión se ponen a su alcance
presentando sus juicios u opiniones como verdaderos axiomas científicos.

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TEMA 10

EL MÉTODO CIENTÍFICO Y EL SURGIMIENTO DE LA SOCIOLOGÍA

1. GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DE LOS MODOS DE CONOCIMIENTO

Dado que el nacimiento de la Sociología se produjo en función de la aparición y desarrollo


del método científico, se hace necesario un análisis de la génesis y evolución histórica de
la ciencia a fin de delimitar con exactitud el propio concepto de Sociología.

Entre los que retrotraen la aparición de la ciencia a los orígenes más remotos del
hombre (scientia significa aprender, y eso existe en los organismos más simples), y los
que la sitúan en los antiguos imperios de Oriente (babilonios y egipcios), Friedrichs la
liga a la aparición del lenguaje, durante la evolución del primate, pues con él se
pudieron establecer por primera vez conceptos susceptibles de compartirse y ser
transmitidos de generación en generación.

Sobre la evolución de la ciencia desde su origen, Piaget estableció ciertos paralelismos


entre el desarrollo científico y los procesos del desarrollo mental del niño, así
como, a decir de Madeleine Grawitz, un niño comprende mejor la física aristotélica (lo
alto, lo bajo, el aire, el fuego) que la física moderna. En ese sentido evolutivo, la ciencia
muestra una historia de continuidad y acumulación desde su aparición que, sin
embargo, no debe hacernos confundir las diferentes formas y esfuerzos históricos de
conocimiento con la ciencia moderna.

En las sociedades cazadoras y recolectoras todos sabían de todo, y el grupo en su


conjunto tenía en depósito todos los conocimientos, aplicándolos sin mayores
especializaciones. Pero la escasez de caza a causa de las glaciaciones propició la
emergencia de las sociedades agrarias, donde el desarrollo de conocimientos sobre el
cultivo artificial (fertilidad, ciclos naturales), la crianza en cautividad, el almacenamiento
y el perfeccionamiento de aperos, herramientas y ajuares, desembocaron en una
significativa división del trabajo con la aparición de diferentes especialidades
artesanas, cada una de las cuales fue desarrollando conocimientos técnicos que
permanecían depositados en su propio colectivo artesanal.

Un salto importante en la evolución de las sociedades agrarias fue la progresiva


acumulación de excedentes en pocas manos, propiciando la consolidación de
poderes políticos y la emergencia de diferentes grupos sociales. Surgió así una clase
ociosa cuyas riquezas le permitían vivir sin trabajar y que podía dedicarse a tareas de
gobierno, la guerra o la contemplación, dando origen a unas nuevas figuras sociales
de sabios, filósofos y pensadores dedicados al cultivo del conocimiento: arte,
arquitectura, astronomía, medicina...

Tras los imperios asirio, babilónico y egipcio, fue posiblemente en Grecia donde todos
estos conocimientos alcanzaron un mayor desarrollo. Sin embargo, el predominio de
concepciones muy negativas sobre el trabajo físico, propio de esclavos y siervos,
unido a que el conocimiento era considerado una cuestión exclusiva de seres libres y
privilegiados que amaban la sabiduría y buscaban el conocimiento por el
conocimiento, más allá de cualquier aplicación práctica, propició que todos estos
conocimientos fueran patrimonio de unos grupos muy exclusivos y apenas se
aplicaran a los procesos productivos.

El declive de la cultura griega y la decadencia de Roma desembocaron en una Edad


Media donde las escuelas de conocimiento prácticamente desaparecieron, y a pesar de
algunos nuevos inventos concretos (imprenta) y una paulatina acumulación de
conocimientos (monasterios), los progresos sufrieron un cierto estancamiento. Durante
muchos años sólo una minoría muy reducida se ocupó de la reflexión bajo la supervisión

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de una Iglesia celosa de velar por la estricta ortodoxia de los conocimientos (Servet,
Bruno).

Hasta el s. XVII y la obra de Galileo aún existía separación entre el conocimiento teórico
y su aplicación práctica, y no se contaba con una noción clara sobre cómo investigar y
profundizar en el conocimiento. Faltaba una concepción moderna sobre el proceder
científico: estaban por establecerse los presupuestos fundamentales del método
científico.

2. EL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Ante el reto del conocimiento abrazado por el hombre durante miles de años, el método
científico viene a sellar el final de un largo recorrido y a inaugurar una nueva etapa.
Como recordó Bertrand Russel, mientras el arte y la religión existen desde hace ochenta
mil años, la ciencia se inicia con Galileo hace trescientos años, y sólo los ciento
cincuenta últimos han resultado más explosivos para la Humanidad que los cinco mil de
cultura precientífica.

Una peculiaridad es la extraordinaria contemporaneidad de la ciencia, pues


cualquier científico de los últimos tres siglos tendría la impresión de que el 80-90% de los
conocimientos globales existentes se han producido durante su vida, concentrándose en
ésta el 80-90% de los científicos que hayan existido jamás. Es decir, que el crecimiento
exponencial del número de científicos y la acumulación de conocimientos está
resultando vertiginoso.

Puesto que no se puede aplicar el carácter de ciencia a cualquier tipo de saber, se hace
necesario delimitar la ciencia de otras formas de conocimiento. En ese sentido, Cohen y
Nagel han señalado las principales maneras de llegar a creencias estables:
 Método de la tenacidad: creer en algo porque siempre se ha creído en ello.
 Método de la autoridad: creer en algo apelando a una fuente muy respetada.
 Método de la intuición: creer apelando a proposiciones evidentes por sí mismas.
 Método científico: independiente de nuestros deseos y voluntad, progresa sobre
resultados obtenidos de acuerdo a criterios que permiten que todo sea puesto a
prueba.
Es decir, que para la ciencia el conocimiento no es una cuestión de tenacidad, de
autoridad o de intuición, sino de método, y en él se sitúa la distinción entre el saber
científico y el no científico. De hecho, lo que caracteriza a la ciencia actual no es su
pretensión de alcanzar un saber verdadero, sino la aspiración a obtener un saber
riguroso y contrastable. Como afirmó Karl Popper, la ciencia no persigue la meta
ilusoria de que sus respuestas sean definitivas, antes bien, su avance se encamina hacia
una finalidad infinita: descubrir incesantemente problemas nuevos. En la misma línea,
según Mario Bunge la ciencia no pretende ser verdadera ni, por tanto, final, cierta e
incorregible, como hace la mitología, sino que sólo afirma: ser más verdadera que
cualquier otro modelo no científico, que es capaz de probar empíricamente sus verdades,
y que es capaz de descubrir y corregir sus deficiencias.

La verdadera superioridad de la ciencia sobre otras formas de conocimiento estriba,


pues, en que parte de unos determinados enfoques metodológicos que permiten un
tipo de conocimiento práctico, acumulativo y perfectivo, es decir, que permita
corregir errores. Así, según Giddens las diferencias entre las prácticas científicas y las
propias de la magia y la religión son que éstas atañen los sucesos de la naturaleza a
fuerzas personales (dioses, espíritus, demonios), que no aceptan ni la verificación, ni el
debate, ni la crítica en sus formulaciones, y que siempre implican aspectos ceremoniales
ajenos a la realidad científica.

Sin embargo, a pesar de estas diferencias con otras formas de conocimiento la ciencia
no partió de cero, sino que se desarrolló sobre un acervo de informaciones diversas
que constituyen el “conocimiento ordinario”, diferente del conocimiento científico, y

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que según Bunge puede provenir de alguna de las siguientes direcciones:


 Conocimiento técnico: conocimientos especializados de artes y oficios.
 Protociencia: trabajo cuidadoso de observación y experimentación sin objeto
teorético.
 Pseudociencia: creencias y prácticas que pretenden ser ciencias sin serlo ni reunir
las condiciones metodológicas (alquimia, zahoríes, espiritismo, psicoanálisis).

3. LA CONCEPCIÓN DE LA CIENCIA MODERNA

Existen variadas definiciones de ciencia según los diversos aspectos que abarca su
concepto, partiendo de la “ambigüedad proceso-producto”, es decir, que la ciencia es
tanto la labor que realizan los científicos como el cuerpo de conocimientos adquiridos
mediante dicha labor. A ello podríamos añadir la ciencia como institución social
específica, como concepción o manera de enfrentarse a la realidad, o incluso
referenciar a todas las tareas propias de la actividad científica. Así, Merton
destacó los significados siguientes:
1. Conjunto de métodos que certifican el conocimiento: la ciencia como proceso.
2. Depósito de conocimientos acumulados: la ciencia como resultado.
3. Valores y costumbres que gobiernan las actitudes científicas: ciencia como
“ethos”.
4. Cualquier combinación de lo anterior.

Como conclusión, podemos consensuar que lo que caracteriza y define a la ciencia no


son sólo unos contenidos específicos, sino un talante determinado de enfrentarse
con el problema del conocimiento y de la transformación de la realidad mediante el
desarrollo de una metodología precisa y rigurosa que denominamos método científico.

Que la ciencia sea tipificada como una forma de conocimiento actual no significa que
parta de cero, sino que es el producto de una acumulación cultural (metalurgia,
matemáticas, astronomía, alquimia, botánica, arquitectura, transportes...) que ha hecho
posible el desarrollo del conocimiento científico. Sin embargo, el ritmo del desarrollo
fue desigual, y a períodos de intenso avance siguieron largas etapas de estancamiento.
Con frecuencia se ha destacado que el camino seguido por la ciencia es el mismo que el
del comercio y la industria, y tal fue así que no alcanzó un verdadero impulso hasta que
no se puso en marcha la revolución industrial, un momento histórico en que ambos
procesos se aceleraron.

3. CIENCIA Y SOCIEDAD

La ciencia encontró su impulso en un ambiente social específico a partir del siglo XVII,
con las condiciones culturales del Renacimiento y la era de la Razón: racionalismo,
empirismo, contexto político y condiciones de libertad y progreso intelectual, sin
prejuicios ni limitaciones. Así, ese surgimiento en un contexto social concreto impregnó la
evolución de la ciencia de unas orientaciones prácticas, vinculándola a las condiciones
de las que surgió y al modelo de sociedad que impulsó. Es decir, que la ciencia dejó de
perseguir el saber por el saber para indagar predicciones y previsiones prácticas
aplicables a todos los órdenes sociales: producción, salud, condiciones de vida,
aprovechamiento de recursos naturales...

Las necesidades económicas del nuevo orden industrial estimularon la aplicación de los
nuevos descubrimientos científicos al sistema productivo, buscando producir más
por procedimientos cada vez más racionales, en un intenso proceso de interacción entre
ciencia, tecnología y economía, y por tanto, sociedad. La concurrencia del pensamiento
ilustrado y los aires de libertad de la Revolución Francesa, junto al nuevo espíritu burgués
capitalista, dieron paso a una época de grandes inventos y descubrimientos, y a tal punto
la ciencia y el progreso tecnológico han llegado a impregnar el proceso
productivo y la vida social, que no en vano nuestra época ha sido denominada la era

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de la Ciencia.

Liberado de las cortapisas filosóficas (Grecia y Roma) y religiosas (Edad Media), la


Ilustración difundió la convicción de que el progreso científico y económico podía llevar a
la humanidad a solucionar la mayor parte de sus problemas y carencias, al punto que el
orden social y político se ponen a su servicio en búsqueda de ese objetivo. De ese modo,
la ciencia se institucionaliza, es decir, que la ciencia y la labor de los científicos pasa
a convertirse en una de las actividades normales y cada vez más importantes de la
sociedad. Esta institucionalización se ha desarrollado a lo largo de tres etapas:
1. Siglos XVII-XVIII. Se ocupan de la ciencia individuos de la aristocracia y sectores
acomodados a partir de sus propios recursos o a través de sociedades gestionadas
por ellos.
2. Siglo XIX-1940. Desarrollo de departamentos científicos en la Universidades y
difusión de laboratorios promovidos por las grandes industrias. Movilización de
recursos públicos y empresariales hacia la profesionalización de la actividad
científica.
3. 1940-2000. Tras la II Guerra Mundial se produce una movilización de grandes
recursos económicos y humanos bajo la iniciativa de los poderes públicos. Todo lo
que concierne a la ciencia (decisiones de qué se investiga y sus aplicaciones) se
convierte en una cuestión de poder, implicando a la evolución concreta de la propia
sociedad.

5. LOS PRESUPUESTOS DE LA CIENCIA

Aunque en otras épocas se dieron las condiciones culturales apropiadas para el desarrollo
de la ciencia, lo cierto es que no surgió hasta que las condiciones culturales se aunaron
con unas condiciones económicas y sociales determinadas en la Europa del
Renacimiento.

Según Joseph Needham, además de la evolución a través de influencias árabes de un


“simbolismo antropocéntrico” hacia un genuino interés por la “naturaleza objetiva”, el
elemento fundamental que permitió el nacimiento de la ciencia moderna en Europa
y no en China fue el desarrollo de un espíritu mercantil, calculador y práctico, a
través del Renacimiento, la Reforma, el capitalismo y la manufactura industrial. Según él,
sólo una cultura mercantil podía lograr algo que no logró una civilización agraria
burocrática (China): llevar al punto de fusión las disciplinas de las matemáticas y el
conocimiento de la naturaleza.

Según Farrington, a pesar de que el pensamiento presocrático se caracterizó por una


concepción materialista más práctica, en la Grecia clásica la ciencia no se desarrolló
por:
 La concepción aristotélica de compartimentación de saberes, que mantuvo
separados los saberes orientados a satisfacer las necesidades técnico-prácticas,
consideradas una actividad menor propia de siervos y esclavos, de los orientados al
conocimiento de las primeras causas y principios, considerados como la “sabiduría”
legítima y propia de hombres libres. Esta concepción se consolidó gracias a otras
circunstancias sociales, como la concepción negativa del trabajo asociada al
régimen esclavista.
 La barrera mito-religiosa, protegida por la institución sacerdotal, cuya concepción
mitológica de la naturaleza, cuajada de un denso entramado de dioses al que los
dirigentes consideraban la base del orden social, no daba cabida a su estudio
racional.

Así pues, se hacía necesaria una nueva concepción de la actividad económica y del
trabajo como tareas libres y dignificadas para que se produjera una relación directa
entre los ámbitos de los saberes prácticos y los teóricos. Sin embargo, cada investigador

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ha destacado distintas combinaciones de los factores o valores culturales que


contribuyeron primordialmente a la formación de la ciencia y el espíritu científico. Así,
Alfred Whitehead destacó el desarrollo de las matemáticas, la creencia en un orden
determinado en la naturaleza y el influjo del racionalismo. Salustiano del Campo, por
su parte, distinguió el racionalismo, el empirismo, la creencia en la legalidad, el
pragmatismo, el ascetismo científico, el escepticismo frente a la autoridad y la tradición,
y el individualismo.

Una de las primeras condiciones para el desarrollo de la ciencia fue la convicción en la


existencia de un orden racional en la naturaleza, rechazando las arbitrarias
interpretaciones míticas, es decir, el convencimiento de que los hechos naturales se
encuentran relacionados casualmente entre sí y acaecen de acuerdo a ciertas leyes
regulares, las cuales son, además, susceptibles de investigación y estudio
mediante la observación empírica científica, y cuya búsqueda es el objeto básico de la
ciencia a fin de predecir y prever los acontecimientos. En ello colaboró
fundamentalmente el desarrollo de las matemáticas o “lenguaje en que está escrito
el libro de la naturaleza”, como expresivamente sentenció Galileo.

Otra de las condiciones básicas que propició el desarrollo de la ciencia fue la difusión de
la nueva mentalidad burguesa, basada en la racionalidad, la cuantificación, el control,
el cálculo, un afán de medida y orientación al lucro, y que a raíz de la Revolución
Francesa se constituyó como nuevo tipo social hegemónico. Ese espíritu burgués condujo
a una potenciación en el desarrollo del conocimiento científico en función de
criterios racionales e intereses mundanos, es decir, vinculando definitivamente la
teoría a la práctica.

6. LAS CARACTERÍSTICAS DEL MÉTODO CIENTÍFICO

El método científico ha sido descrito de muchas maneras, aunque si bien todos los
científicos describen con más o menos detalle sus estudios y teorías, muy pocos se
preocupan de describir los supuestos generales que orientan sus métodos científicos.
Esta aparente desatención a los problemas del método contrasta con su carácter
nuclear en el edificio científico, pues, como recuerda Mario Bunge, “donde no hay
método no hay ciencia”.

A pesar de su papel prevalente, algunos de sus aspectos han sido objeto de cierta
polémica. Paul Feyerabend, por ejemplo, observando que no existe una sola regla que
no sea infringida en una ocasión u otra, considera que la idea de que la ciencia pueda
y deba regirse según unas reglas fijas no es realista, pues implica una visión
limitada del talento de los hombres y de sus circunstancias y motivaciones, siendo
además una idea viciada al representar unas barreras que reducen nuestra humanidad al
limitar nuestra libertad.

A pesar de Feyerabend, el método científico constituye la columna vertebral de toda


ciencia, y según Bertrand Russell consiste en observar aquellos hechos que permiten al
observador descubrir las leyes generales que los rigen: observación y deducción. Así,
describirá el proceso de la investigación científica en tres etapas: observación de
los hechos significativos, sentar hipótesis intentando explicarlos, y deducir
consecuencias de las hipótesis que puedan ser puestas a prueba por la observación.

Como Robert Merton ha subrayado, el método científico comparte tanto


prescripciones técnicas como morales, es decir que contempla:
a) Un conjunto de procedimientos técnicos que cumplen la función de suministrar
predicciones empíricas y lógicamente coherentes, los cuales no son algo cerrado y
fijo, sino que han ido evolucionando desde los orígenes de la ciencia hasta nuestros
días.
b) Un conjunto de principios y normas morales que inspiran (o deberían inspirar)
el quehacer científico subyaciendo en todo el desarrollo de la ciencia (ethos

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científico), proporcionando al método prescripciones morales en tanto se cree que es


correcto y bueno. Dicho ethos de la ciencia incluye un conjunto de cuatro
imperativos institucionales:
1. Universalismo, pues la ciencia apela a criterios preestablecidos y debe
permanecer abierta sin prejuicios personales, sociales, religiosos,
tradicionales...
2. Comunismo o principio de comunidad, en tanto que todos los hallazgos de la
ciencia deben considerarse patrimonio común de la sociedad.
3. Desinterés, pues los científicos deben guiarse por la vocación del
conocimiento, la curiosidad y la preocupación altruista.,
4. Escepticismo organizado, considerando provisional cualquier hipótesis hasta
que no haya sido sometida a criterios empíricos y lógicos de validación.

Llegados a este punto, podemos completar una imagen de la ciencia como sigue:
 Convicción de la existencia de un orden lógico en la realidad.
 Convicción de que dicho orden puede ser conocido empíricamente.
 Existencia de un ethos científico específico en tanto orientación moral.
 Un conjunto de procedimientos técnicos para la obtención empírica de información.

Los procedimientos forman parte de los procesos de investigación concretos de cada


campo científico, variando de una ciencia a otra, por lo cual se han formulado distintas
propuestas metodológicas según cada campo de conocimiento. De un modo general,
para Bunge los pasos principales de la aplicación del método científico son los
siguientes:
1. Enunciar preguntas, bien formuladas y verosímilmente fecundas.
2. Arbitrar conjeturas, fundadas y contrastadas con la experiencia.
3. Derivar consecuencias lógicas de las conjeturas.
4. Arbitrar técnicas para someter las conjeturas a contrastación.
5. Someter a contrastación dichas técnicas para comprobar la fe que merecen.
6. Interpretar los resultados de la contrastación.
7. Estimar la pretensión de verdad de las conjeturas y la fidelidad de las técnicas.
8. Determinar los dominios en los cuales valen las conjeturas y las técnicas.
9. Formular los nuevos problemas originados por la investigación.

El objetivo final al que apuntan todos estos procedimientos científicos es obtener una
serie de proposiciones generales de carácter teórico susceptibles de comprobación
empírica. Estas pretensiones se traducen en las dos dimensiones de la ciencia:
a) Dimensión empírica, nace de la reacción intelectual contra los métodos lógicos o
abstractos de conocimiento, ante la necesidad de fundamentar positivamente los
saberes.
b) Dimensión teórica, que deriva de la necesidad de dar coherencia, sistematicidad y
claridad a los conocimientos adquiridos de un modo experimental. Richard Runder
señaló que el sistema no es un mero adorno de la ciencia: es el mismísimo
corazón de la ciencia, subrayando que es un ideal científico el dar una explicación
organizada del universo, conectando y haciendo encajar en relaciones lógicas los
conceptos y enunciados que incorporan todo el conocimiento adquirido. Tal
organización es necesaria para dos funciones fundamentales: explicación y
predicción.

Esta doble dimensión de la ciencia ha querido ser puesta en relación con una cierta
interpretación dual de la naturaleza humana: la lógica-sensorial y la racional, como
si la primera la aportase la naturaleza y la segunda el hombre. Sin embargo, las dos
dimensiones de la ciencia son inseparables, pues la orientación teórica de las
ciencias es uno de sus rasgos definitorios, mientras que la verificación empírica es una
exigencia inexcusable.

Conviene destacar que la verdad de la ciencia está en los hechos, y no en la mera

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coherencia de las construcciones teóricas que dan cuenta de ellos, pues mientras que los
sistemas interpretativos los construimos nosotros, la realidad tiene su propia dinámica.
Por ello, las teorías se introducen cuando estudios realizados previamente revelan un
sistema de uniformidades empíricas, aunque en la práctica se superpongan el proceso de
recogida de información y la selección de datos relevantes.

El proceso real de investigación comienza con el llamado “método de las hipótesis”,


es decir, inventando hipótesis a modos de respuesta a un problema en estudio y
sometiéndolas luego a contratación empírica. Dichas hipótesis pueden surgir de
muchas maneras (experiencia, intuición, deducción...), pero deben reunir
determinados requisitos de claridad, simplicidad y contrastabilidad.

Es preciso señalar que la misma lógica global del método científico, con su continua
verificación, propicia que el corpus de conocimiento científico se encuentre sometido a
un proceso permanente de renovación, crítica y autocrecimiento. Por su carácter
no dogmático y escéptico, el método científico tiene a organizar la labor científica como
un proceso autocorrectivo, basado en el postulado de que no hay nada indudable y de
que la ciencia no aspira a obtener un saber absoluto y definitivo, sino distintas
aproximaciones perfectibles al conocimiento de la realidad.

7. LA “FALSABILIDAD” COMO CRITERIO DE DEMARCACIÓN CIENTÍFICA

La distinción entre ciencias y no ciencias, así como la diferenciación entre ciencias


empíricas y no empíricas, continua siendo un tema insoslayable. Así, Hempel subrayó
que mientras las ciencias empíricas (ciencias naturales y ciencias sociales) pretenden
explorar los acontecimientos del mundo mediante metodologías diversas, las ciencias no
empíricas, (lógica y matemática pura), muestran unas proposiciones sin referencia
esencial a datos empíricos.

Sin embargo, dicha distinción ha chocado con objeciones. En primer lugar, con la
pretensión de la mayoría de las ciencias de conjugar sus componentes teóricos
y empíricos, en relación a la aspiración de Galileo de traducir la naturaleza al lenguaje
de las matemáticas; es decir, que todas las ciencias “empíricas” también cuentan
con un área “no empírica”.

Por otra parte, tras una primera etapa de fuerte crítica del positivismo a los enfoques
lógico-abstractos del pensamiento, el desarrollo del neopositivismo lógico (empirismo
lógico) propició cierta rehabilitación de los modos lógico-formales de análisis,
incorporando la necesidad de una explicación teórica a sus comprobaciones empíricas.
Wittgenstein y el Círculo de Viena insistirán, entonces, en que el criterio de distinción
entre ciencia y no ciencia estribaba en el “tener sentido” de los enunciados que
constituyen la ciencia, dando inicio a la búsqueda de un criterio de significatividad
empírica que descalificase los enunciados metafísicos. Sin embargo, aunque los
enunciados empíricamente significativos son verificables y los no significativos no, pronto
se llegó a la conclusión que la irrealizabilidad técnica de verificación no bastaba para
descalificar un enunciado.

Así las cosas, las dificultades de aplicación del criterio de verificabilidad dio lugar al
desarrollo de tres enfoques alternativos para solucionar el problema de la
demarcación:
1. Construcción de un lenguaje empirista al que deben traducirse todos los
enunciados empíricamente significativos (definiciones operacionales del objeto
de estudio).
2. Exigir que los enunciados empíricamente significativos fueran “confirmables,
aunque no verificables” (exigencia de apoyo en alguna observación).
3. Buscar un criterio de método empírico y no un criterio de enunciados
empíricamente significativos (clarificación de la naturaleza del método científico).

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Así, mientras los dos primeros enfoques no iban más allá de lo planteado por Galileo o
Newton, el tercero exigía una clarificación del método científico. En ese sentido, Karl
Popper observó que en las ciencias empíricas el científico construye hipótesis que
luego contrasta con experimentos, es decir, que se caracterizan por un método
inductivo, el cual no proporcionaba un criterio diferenciador apropiado entre ciencias
empíricas y especulaciones metafísicas. De modo que, en busca de un criterio que
garantizase que los postulados de la ciencia representan un mundo de experiencia
posible, propuso un método deductivo para contrastar una teoría según cuatro
criterios:
1. Comparación lógica de las conclusiones de una teoría, sometiendo a contraste
la coherencia interna del sistema.
2. Estudio de la forma lógica de la teoría, determinando si es una teoría empírico-
científica o bien una tautología.
3. Comparación con otras teorías, determinando si constituiría un adelanto
científico.
4. Contrastar la teoría con un carácter deductivo por medio de la aplicación
empírica, comparando los resultados con otras aplicaciones prácticas y
experimentales. Si las conclusiones se verifican (resultan ser aceptables), la
teoría pasará con éxito las contrastaciones, es decir, que no habremos
encontrado motivos para desecharla. (de momento). En caso contrario, si las
conclusiones han sido falsadas, entonces la teoría de la que se han deducido es
también falsa.

Popper propuso entonces los tres requisitos de un sistema teórico empírico:


1. Ser sintético, representando un mundo no contradictorio, sino posible.
2. Debe ser un sistema que se distinga de otros sistemas semejantes.
3. Debe satisfacer el criterio de demarcación, es decir, no ser metafísico. Puesto
que este criterio debe admitir enunciados que no puedan verificarse pero deben ser
susceptibles de contraste por la experiencia, para Popper el criterio de demarcación
que se debe adoptar no es el de la verificabilidad, sino el criterio de la
falsabilidad de los sistemas, es decir, que sean susceptibles de una selección en
un sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas, de tal modo que
no debe aceptarse ningún postulado que no pueda ser sometido a pruebas de
contraste o falsación que permitan determinar si es cierto o falso.

El criterio de falsabilidad de Popper se orienta a intentar extirpar teorías falsas,


encontrando sus puntos débiles para rechazarla por medio de la experimentación. Por
ello, según Popper, el descubrimiento de los casos que confirman una teoría significan
muy poco si no hemos intentado encontrar refutaciones y fracasado en el intento.

8. LOS PARADIGMAS CIENTÍFICOS

La teoría de Thomas Kuhn sobre los paradigmas científicos proporciona una


interpretación bastante sugerente sobre la manera en que se produce el desarrollo de las
ciencias. Para Kuhn, las ciencias maduras funcionan a partir de paradigmas
establecidos, en cuya defensa y desarrollo trabaja toda la comunidad científica, y su
evolución se produce como una sucesión de períodos de tradición paradigmática
eslabonados por rupturas no acumulativas.

Kuhn basa su interpretación en identificar la función de la ciencia no tanto en la


exigencia de alcanzar conocimientos, como en la necesidad de mostrar pruebas de su
progreso. En ese sentido, en el período anterior a la existencia en vigor de un
paradigma, con gran número de escuelas en competencia, las pruebas del progreso son
difíciles de encontrar. Sin embargo, a partir de unas realizaciones y prácticas
aceptadas y compartidas por la generalidad se inicia un período de “ciencia
normal” en el que la comunidad científica se aplicará a perfeccionar y desarrollar un
paradigma concreto.

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Así, Kuhn definirá el paradigma como lo que los miembros de una comunidad
científica comparten, al tiempo que recíprocamente definirá una comunidad científica
como un grupo de científicos que comparten un paradigma. En sentido estricto, un
paradigma es:
 Un logro científico: incluye una teoría y aplicaciones de los resultados
experimentales.
 Un logro abierto: deja aún por hacer todo género de investigaciones.
 Un logro aceptado: admitido por un grupo que ya no rivalizará entre sí.

Para Kuhn, los paradigmas proporcionan a la comunidad científica un cuerpo “seguro” de


concepciones y procedimientos, sistematizados en los libros de texto. Es decir que, según
esta interpretación, la educación de los científicos se produce de manera
dogmática, pues no se orienta a estimular la búsqueda de novedades sino a provocar la
adhesión al paradigma establecido.

Según Kuhn, el carácter funcional de los paradigmas es relevante, pues el progreso


de la ciencia no resulta eficaz mediante un trabajo realizado abiertamente al azar. Algo
debe decirle al científico hacia donde mirar y qué buscar, y ese algo es el paradigma. La
tarea de los científicos, pues, no es descubrir lo desconocido, sino obtener lo conocido,
perfeccionando los paradigmas establecidos. Según este concepto, los preconceptos y la
resistencia al cambio juegan en la práctica real del mundo científico un papel central.

Los grandes cambios científicos se producen, según Kuhn, como rupturas totales con
los paradigmas establecidos, representándose la evolución científica con el paso de
un paradigma a otro tras cierta etapa de crisis por la acumulación de anomalías en el
paradigma vigente. Las revoluciones científicas suponen, pues, episodios de
desarrollo no acumulativo por medio de los que un paradigma es reemplazado por otro
nuevo e incompatible, y de las cuales ejemplos relevantes son los representados por
Einstein, Newton y Copérnico. De ese modo, Kuhn proporciona una imagen casi
darwiniana de la manera en que se produce el desarrollo científico: la selección, a
través de la pugna, del mejor camino para la práctica de la ciencia futura, cuyas etapas
sucesivas se van a caracterizar por un aumento de la articulación y la especialización.

Sin embargo, la evolución científica no se percibe como un proceso de rupturas


revolucionarias, sino como una acumulación constante de conocimientos. Kuhn lo explica
mediante una interpretación casi generacional y biológica de las revoluciones,
de tal modo que los científicos educados en un paradigma se mantendrán tenazmente en
él casi de por vida. Como afirmó Max Planck, una verdad científica no triunfa por el
convencimiento de sus oponentes, sino porque éstos llegan a morir y son reemplazados
por una nueva generación.

Según Kuhn, otra característica es la invisibilidad de las revoluciones científicas, en


el sentido de que todo el progreso científico anterior es reinterpretado desde la
perspectiva del nuevo paradigma, permitiendo presentar el desarrollo de la ciencia como
un proceso acumulativo coherente. Ese carácter exclusivo de los paradigmas
permite a los científicos ignorar la obra que han rechazado, de tal modo que al recibir el
nuevo paradigma la comunidad científica se adhiere a la idea de que los problemas
resueltos con él lo han sido para siempre.

En una posición intermedia entre Popper y Kuhn se encuentra Imre Lakatos, para quien
el progreso de la ciencia no se corresponde con el estricto estereotipo de revoluciones
paradigmáticas de Kuhn, ni con los pormenorizados esfuerzos de falsación de teorías de
Popper, proponiendo recurrir a la idea de los “programas de investigación”, de tal modo
que las revoluciones científicas consisten en que un “programa de
investigación” reemplaza a otro superándolo de un modo progresivo.

Para Lakatos, la unidad básica de estimación no debe ser una teoría aislada, ni siquiera
una conjunción de teorías, sino más bien un “programa de investigación” basado en un
“centro firme” aceptado provisionalmente como irrefutable y una amplia

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heurística positiva según un plan preconcebido. Así, un programa de investigación


puede ser revisado, perfeccionado o eliminado, pero deberá mantenerse mientras su
desarrollo teórico anticipe su desarrollo empírico, es decir, mientras continúe prediciendo
ciertos hechos con cierto éxito. De ese modo, según Lakatos, una teoría científica no
vendrá determinada por la comprobación aislada de su mera falsabilidad, sino por la
existencia de otra que tenga una mayor capacidad predictiva y explicativa.

9. EL LUGAR DE LA SOCIOLOGÍA EN EL CONJUNTO DE LOS SABERES

El surgimiento de la Sociología se sitúa en el mismo curso evolutivo que dio lugar a una
profunda revolución en la estructura tradicional de los saberes, cuya dinámica
propició un progresivo proceso de diferenciación: la aparición del Estado Moderno
autonomizó la Política como saber específico diferenciado de la Moral y la Religión; a
su vez, la configuración del nuevo orden económico gestó el ámbito diferenciado de la
Economía respecto de la Política, para finalmente la sensibilización de la problemática
social dar lugar a la Sociología como una nueva esfera de saber diferenciada de la
Economía.

Este proceso de diferenciación de saberes constata que un mismo objeto de estudio (el
hombre viviendo en comunidad) puede ser motivo de una diferenciación progresiva
de esferas de atención, tanto a causa de la tendencia a la complejización y
diversificación de la evolución intelectual humana, como por la propia dinámica política,
económica y social que hizo aparecer focos temáticos de atención específica.

Desde sus orígenes, pues, la Sociología consistió en un intento de aplicar los


esquemas de análisis científico al plano de la realidad social humana, dando
origen a la continua disputa sobre la adecuación entre objeto y método, es decir, en
dilucidar si realmente se puede aplicar un método científico a la compleja y sutil realidad
social. Esta disputa no es banal, pues, al fin y al cabo, lo que caracteriza a las
ciencias no es el objeto sino el método, y en su resolución reside la propia
consideración del la Sociología como ciencia.

Según un criterio de clasificación tradicional de las ciencias, se distingue entre:


 Ciencias empíricas.
 Ciencias naturales: Física, Química, Biología..
 Ciencias sociales: Sociología, Política, Antropología, Economía, Historia...
 Ciencias no empíricas: Lógica y Matemática pura.

Sin embargo, no existe un acuerdo general sobre el lugar donde debe trazarse la
línea divisoria. Así, a veces se sitúa a la Psicología como ciencia natural y otras como
social; ciencias tan clásicas como la Física se disgregan en una perspectiva experimental
y otra teórica cercana al modelo matemático; se debate sobre la cientificidad de la
Medicina, el grado de desarrollo teórico de la Biología, el grado de experimentalidad de la
Astronomía...

Se hace evidente que el mundo científico no puede ser objeto de


generalizaciones simplificadoras, ni puede ser reflejado en todas su complejidad
mediante clasificaciones esquemáticas. En ese sentido, las posibles dificultades de
ubicación de la Sociología proceden de su doble perspectiva: la del método científico
(qué método y de qué forma utiliza) y la del objeto (qué aspecto o aspectos de lo social
estudia).

Para concluir, podemos afirmar que la Sociología es una ciencia que debe ser situada
en el campo de las Ciencias Sociales, que intenta establecer la validez de sus
conocimientos sobre datos empíricos, y que presenta ciertas dificultades para la
aplicación de métodos experimentales a su campo de estudio, así como para establecer
predicciones con un alto grado de exactitud.

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TEMA 11

LA SOCIOLOGÍA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA

1. EL CARÁCTER CIENTÍFICO DE LA SOCIOLOGÍA

La Sociología se caracteriza por la pretensión de aplicar el método científico a su objeto


de estudio. Dado que en la actualidad no existe consenso entre los sociólogos sobre
la forma en que se debe aplicar este método, esta aspiración metodológica se enfrenta a
dos problemas: la heterogeneidad de enfoques científicos entre sociólogos, y la
dificultad para efectuar predicciones válidas sobre comportamientos en los que
intervienen seres libres.

Frente a la pretensión de los teóricos por mantener un principio de unidad en el método


científico, se presenta la necesidad de dar cabida a la diversidad de ámbitos de estudio.
En ese sentido, Mario Bunge distingue entre el método general de la ciencia, que es
único, y los métodos especiales de las ciencias particulares, con su pluralidad de
objetos y técnicas específicas. Así, el método científico se presenta como un modo de
tratar problemas intelectuales en general, aplicable a todos los ámbitos del
conocimiento, en los que subyace como base esencial, mientras que la naturaleza del
objeto de estudio dicta los posibles métodos especiales de su investigación específica.

El dilema para determinar el carácter científico de la Sociología estriba, pues, en el


criterio más o menos restrictivo que se siga al especificar los contenidos de ese método
general que toda ciencia debe acatar. En ese sentido, se hace necesario una serie de
precisiones:
 La necesidad de cautela frente a algunas visiones ingenuas sobre la validez
absoluta de determinados aspectos del método científico. En la actualidad los
hombres de ciencia han empezado a plantearse sus limitaciones, y determinadas
formas de entender la ciencia bajo un patrón único empiezan a encontrarse
desfasadas en muchas aspectos.
 La diversidad de paradigmas que actúan simultáneamente en la sociología
contemporánea dan lugar a una gran diversidad de metodologías. Al no haber
alcanzado un único paradigma compartido propicia que el desarrollo científico de la
Sociología se produzca de manera distinta a otras disciplinas.
 La formulación de un método científico con un alto nivel de abstracción por
algunos teóricos excluye a la Sociología como ciencia, pues impide su traducción a la
investigación sociológica. En ese sentido, el desarrollo científico de la Sociología pasa
más bien por el desarrollo de metodologías particulares adecuadas a los objetos de
estudio.
 La amplitud y diversidad del objeto de la Sociología constituye una dificultad
adicional a la hora de dilucidar las posibilidades y límites de la Sociología como
disciplina científica, pues resulta difícil descubrir su campo central y específico de
estudio. La Sociología se constituye en una realidad plural, y esta pluralidad es
consustancial a la Sociología.

La respuesta a la pregunta sobre qué tipo de ciencia es la Sociología depende de la


manera en que se entienda el comportamiento social humano, pero a la resolución no
contribuye su realidad plural, la cual ha propiciado la existencia de distintas
escuelas, con esquemas de análisis diferentes y atención preferente en distintos
aspectos de la realidad social.

Nicholas Abercrombie, por ejemplo, ilustra dicha problemática subrayando que si la


Sociología convencional observa al hombre determinado por las estructuras sociales,
entonces se podrá interpretar que la Sociología es una ciencia, con métodos y

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procedimientos similares a cualquier ciencia natural; sin embargo, si le ve como un ser


creativo cuyo comportamiento social se origina en su conciencia, entonces la Sociología
no puede ser entendida como una disciplina científica en el mismo sentido que la Física.

Por todo ello, Alfred Schutz ha insistido en reclamar una estructura particular para
las construcciones de las ciencias sociales, en virtud de la particular estructura de
significatividad de que está dotado el comportamiento humano, pues mientras un
especialista en ciencias naturales realiza “construcciones” sobre objetos o entes para los
cuales su propio ámbito no significa nada, el especialista en ciencias sociales debe
realizar “construcciones” de pensamiento sobre las “construcciones” de sentido común
propias del ser humano que orientan y determinan su conducta, es decir, que realiza
construcciones sobre construcciones, lo cual requiere de unos recursos
metodológicos específicos adecuados.

Schutz llegará más allá, y partiendo del supuesto general del método científico, afirmó
que los recursos particulares elaborados por las ciencias sociales para comprender la
realidad social son más adecuados que los de las ciencias naturales para descubrir los
principios generales que gobiernan todo conocimiento humano.

Berger y Luckmann también reclamaron una concepción específica de la


Sociología en tanto se ubica junto a las ciencias que tratan del hombre en cuanto
hombre, constituyéndose en una disciplina humana que debe desenvolverse en diálogo
permanente con la historia y la filosofía, pues su objeto de estudio es la sociedad
como parte del mundo humano, hecho por hombres y habitado por hombres.

Dentro del propio ámbito de la Sociología persiste una doble línea de interpretación:
 La Sociología como ciencia natural, en tanto se ocupa de un objeto de estudio
que es natural, forma parte de la naturaleza y constituye una “realidad dada” y
objetiva.
 La Sociología como ciencia humana, en tanto su objeto se constituye en el
proceso de comprensión, es decir, sobre el investigador en tanto actor y sobre su
investigación como acción creadora. Pero, ¿cómo investigar aspectos aún no
elucidados?

Como vemos, una de las singularidades de la Sociología es que el hombre es a la vez


el sujeto y el objeto de la investigación, lo que propicia la proyección de fuertes
componentes de subjetividad y significatividad.

Para afrontar el cometido de situar a las ciencias del hombre en el conjunto de sistema
social de las ciencias, Jean Piaget diferenció distintos tipos de ciencias del hombre:
 Ciencias nomotéticas. Intentan establecer leyes: Psicología, Sociología,
Economía...
 Ciencias históricas. Intentan reconstruir las manifestaciones históricas de la vida
social.
 Ciencias jurídicas. Se ocupan del componente normativo de las sociedades.
 Disciplinas filosóficas. Las más difíciles de clasificar, con más planos de
referencia.

Dicha clasificación muestra el conglomerado que constituyen las “ciencias humanas”,


todas ellas con diferentes modos de aproximación al método científico. Pero las
dificultades epistemológicas y metodológicas no son exclusivas de las ciencias del
hombre, ni todas ellas muestran las mismas dificultades. Por ello, se deben considerar
los siguientes puntos:
 Ninguna ciencia puede aislarse del sistema global de ciencias, pues a pesar
de sus diferencias, hay unos supuestos metodológicos subyacentes a todas ellas.
 La diferenciación tan radical que a veces se establece entre las ciencias humanas y
las naturales se produce a partir de una presentación inexacta y exagerada de
unas y otras, lo cual condujo a fabricar distinciones forzadas entre los dos

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métodos.
 Creciente tendencia actual al incremento de “intercambios” e influencias
mutuas entre las distintas disciplinas, “naturalizando” las ciencias del hombre y
“humanizando” las naturales. Así, los conceptos de una ciencia se van
extendiendo al trabajo de otra, como la Biología se nutre de elementos de la
Química y la Física, o la Sociología de la Estadística, la Cibernética, la Física, y ahora
por enfoques de la Sociobiología.
 Dado que lo que define realmente a un ciencia no es el objeto sino el método, parece
cierto que en lo social se producen las circunstancias imprescindibles y
mínimas de regularidad y de conexión casual entre los fenómenos y procesos
sociales como para poder aplicar a su estudio la metodología científica.

En resumen, aunque la discusión sobre el carácter científico de la Sociología se sitúa en


el marco general de las ciencias, no debe plantearse sólo en el terreno metodológico,
sino que debe verse desde la perspectiva de la lógica de la investigación científica. Aún
así, mientras la discusión metodológica permanece abierta incluso entre los propios
sociólogos, y el mismo estatuto de la Sociología sigue marcado por el
escepticismo entre la comunidad científica, en los círculos sociológicos más dinámicos
prevalecen los intentos por evidenciar el carácter científico de la Sociología por
la vía práctica de las investigaciones y de los resultados antes que por la vía de la
argumentación metodológica.

2. POSIBILIDADES Y DIFICULTADES DE LA SOCIOLOGÍA COMO CIENCIA

Numerosos sociólogos se han preocupado de inventariar y detallar todas las objeciones


sobre la correcta aplicación de la metodología científica al campo de lo social,
así como sus componentes de ambivalencia e incertidumbre. Las principales objeciones
son:

 Una primera impresión negativa. La constante reproducción en manuales y libros


de las numerosas objeciones metodológicas de la Sociología, así como el continuo
debate sobre su carácter científico, con frecuencia suelen producir una primera
impresión de una ciencia metodológicamente confusa y a la defensiva.
 La incertidumbre metodológica. La pretensión en algunos círculos sociológicos de
subsanar las objeciones mediante la práctica de las investigaciones con una gran
diversidad de metodologías, propicia a su vez el uso de técnicas particulares bastante
atípicas, reflejando las dudas metodológicas de muchos sociólogos. Mario Bunge
señaló que la incertidumbre metodológica es una “manifestación típica” de la
práctica experimental en las primeras etapas de toda ciencia, y que las discusiones
metodológicas sólo parecen animadas en ellas, pues después la mayoría de
científicos parecen desentenderse, adoptando una actitud de ensayo y error en sus
reglas de investigación.
 La desproporción de magnitudes. Autores como Andreski han insistido en las
dificultades que se derivan de la desproporción de magnitud y longevidad entre el
objeto a estudiar y el agente investigador, planteándose un problema práctico de
abarcabilidad. Ello obliga a que los sociólogos se apoyen habitualmente en
informes de segunda mano que no pueden comprobar directamente, dotados de un
alto grado de incertidumbre que arroja dudas de contrastabilidad y fiabilidad
sobre los datos obtenidos.
 Falta de unidades de medida. Como observó Jean Piaget, el objeto de la
Sociología presenta una gran “resistencia a las medidas” por la falta de unidades
generales de medida adecuadas, bien porque aún no se han podido constituir, bien
por que la estructura social no presenta caracteres propiamente numéricos.
 La complejidad de la sociedad humana. Maurice Duverger observó que “las
sociedades humanas no se sujetan por completo al análisis científico”, sobre todo en
base a la existencia de un “misterio del hombre” que nunca llegará a ser

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enteramente penetrado.
 Pronósticos inexactos. Tanto Horton y Hunt, como Goode y Hatt, destacan los
cambios constantes que experimentan los fenómenos sociales, especialmente el
comportamiento humano y su habilidad para trastornar cualquier pronóstico, lo cual
parece destacar cierta imposibilidad de formular pronósticos exactos de la
conducta social.
 Nomenclatura confusa. Muchos críticos echan de menos en la Sociología una
nomenclatura tan clara y precisa como en otras ciencias, pues la perciben como vaga
y confusa, además de ir habitualmente acompañada de un fuerte bagaje emocional.
 Resistencia y recelo social. Se detectan resistencias sociales para la obtención y
aceptación de los conocimientos científicos sobre lo social, sobre todo en tanto la
gente tiene recelos y se resiste a todas las ideas nuevas.
 Retraso experimental. Según Lazarsfeld, la Sociología está actualmente en la
situación de la Física hace cuatrocientos años, y tardará otros tantos en reunir y
cotejar los datos sociales antes de obtener resultados apreciables, instante en que
aparecerán los Einsteins de la Sociología y desarrollarán todo su potencial científico
predictivo gracias a la inestimable labor acumulativa. Hasta Newton reconoció la
importancia de ésta al afirmar que “si vi a mayor distancia, es porque me elevé sobre
los hombros de gigantes”.
 Carencia de resultados. Aunque toda ciencia se orienta a lograr conocimientos con
fines prácticos, hasta la fecha la Sociología cuenta con pobres resultados. Sin
embargo, Merton ha advertido la diferencia de edad entre disciplinas, pues percibir
la distancia entre ellas sería guardar sus proporciones: la Física actual cuenta con
miles de millones de horas-hombre de investigación constante y acumulativa más
que la Sociología. Así, aunque a una ciencia se la puede juzgar por sus resultados, es
de justicia reconocer su bagaje, pues sería como si un niño comparara sus bíceps con
los de sus mayores.

Frente a todas estas objeciones, persiste una confianza generalizada en la validez del
método científico, llegando a considerar que las objeciones al carácter científico de la
Sociología forman parte de un debate ya superado. Así, Harry Johnson recuerda que la
Sociología reúne las características de toda ciencia: es empírica, teórica, acumulativa y
avalorativa.

3. PROBLEMÁTICA DE LA CAUSACIÓN SOCIAL. PROBABILISMO, DETERMINISMO


Y PREDICCIÓN.

Los principios invariables en la realidad social

Dado que uno de los presupuestos de toda ciencia es la convicción en la existencia de un


determinado orden natural, su meta no puede ser otra que la de descubrir los
principios que regulan sus relaciones de causa-efecto, permitiendo prever y predecir los
acontecimientos. Sin embargo, en Sociología se plantean serias dudas respecto a la
posibilidad de descubrir unos principios invariables y cognoscibles en la
causalidad social, en base a:
 La problemática predicción del comportamiento de seres humanos libres.
 Su estudio por seres también humanos, proyectando a los análisis una alta
subjetividad.
 La imposibilidad de realizar comprobaciones experimentales en estudios
sociológicos, dificultad compartida con otras disciplinas como la Astronomía y la
Geología.
 El gran número de variables inmersas en la compleja realidad social.
 El hecho de que la realidad social se encuentra en continua transformación y
modificación, no siempre siguiendo una lógica evolutiva paulatina y lineal.

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 La hecho de que el objeto y el observador son también sujetos activos libres que
pueden alterar en su dinámica práctica cualquier pronóstico.
 La peculiaridad humana propicia que cualquier pronóstico sociológico sea, en sí
mismo, un factor nuevo que influye en la realidad social, alterándolo en un sentido
u otro.
 Teorema de Thomas: cuando los individuos definen las situaciones como
reales, son reales en sus consecuencias (ejemplo del banco con rumores de
quiebra).
 Paradoja de la profecía suicida: aunque una previsión sea correcta en
función de los datos con que se realizó, los seres humanos pueden alterar el
orden de los acontecimientos para evitarla, sobre todo en caso de previsión
catastrófica.

Max Horkheimer y los procesos sociales

Desde otra perspectiva, Max Horkheimer formuló ciertas objeciones a la posibilidad de


una predicción social exacta, negando que los procesos sociales sean producto de la
libertad humana, sino las resultantes del ciego actuar de fuerzas antagónicas. Es
decir, que aún admitiendo que los procesos sociales se producen por la intervención de
personas, en realidad son experimentados como un acontecer ineludible e
independiente, tal y como si de acontecimientos naturales se tratase.

En ese sentido, Horkheimer sostuvo que la evolución de la humanidad conducirá a un


mayor control de los hombres sobre los procesos sociales, a medida que la
sociedad vaya tomando medidas que la lleven a constituirse como sujeto racional. Así, la
posibilidad de predicción no depende sólo del refinamiento de los métodos y la
preparación de los sociólogos, sino también del desarrollo estructural de la sociedad
misma.

En clara inversión analítica con respecto a las ciencias naturales, Horkheimer afirmó que
la predicción se vuelve tanto más fácil cuanto menos está subordinado su objeto a la
mera naturaleza y más a la libertad humana, basada en sus decisiones al dictamen
racional. En esa línea, Karl Popper llegó a reclamar una mayor idoneidad científica para
las ciencias sociales en base a la creencia de que las situaciones sociales concretas son
en general menos complicadas que las situaciones físicas concretas, merced
precisamente a su elemento de racionalidad.

Causación social, probabilismo y determinismo

Tradicionalmente, el tema de la causación social ha sido objeto de un tratamiento


bastante escéptico, sobre todo a raíz de la tendencia a identificar el análisis causal en
general con el determinismo, lo cual ha propiciado una visión diferenciadora entre
ciencias naturales (deterministas, en tanto capaces de captar la legalidad fija del orden
natural y hacer predicciones) y ciencias sociales (no deterministas, en tanto sólo pueden
comprender y explicar lo pasado pero no prever lo que acontecerá).

En ese sentido, conviene detallar previamente la evolución de la causalidad como


concepto científico, partiendo de que, según Mario Bunge, contempla tres aspectos
distintos:
1. Vínculo causal, tanto como conexión en general como conexión causal particular.
2. Principio causal, como ley o causa que produce el efecto de causación.
3. Determinismo causal, la doctrina que postula la validez universal del principio
causal.

El concepto científico de causalidad aparece relacionado a las leyes del movimiento


de los cuerpos y su aplicación a la dinámica. Por ello, el concepto de causalidad física
fue dotado desde el principio de una connotación determinista, reduciendo todos los

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fenómenos físicos a procesos mecánicos, es decir, que todo efecto procedía


forzosamente de una causa.

Sin embargo, la propia evolución de la Física ha obligado a la sustitución progresiva


del sentido restringido del principio de causalidad por otro mucho más amplio,
a fin de dar cabida en él sus propios avances: principio de indeterminación
(Heisenberg), teoría de la relatividad (Einstein), planteamientos de Plank, concepto de
campo, el elemento probabilista y el azar, antimateria, mecánica cuántica... Todo ello,
unido a la demostrada influencia de las condiciones de observación sobre el objeto
observado, así como las manifiestas limitaciones de los instrumentos de medida,
han contribuido a quebrantar la forma newtoniana del determinismo clásico y a
evidenciar las propias limitaciones de la Física. Y si el principio del “libre albedrío” rige
para el electrón, ¿quién puede negar que existe para el hombre? Si la propia Física tiene
limitaciones, ¿cómo negárselas a la Sociología?

Estamos, pues, ante una nueva idea de causalidad planteada en términos de


probabilidad, ya que el hecho de que las relaciones deban ser definidas en términos de
probabilidad no significa que el análisis causal no siga siendo una de las aspiraciones
fundamentales de la ciencia. Conviene recordar que la ciencia no aspira el conocimiento
absolutamente exacto en términos matemáticos, sino al más exacto y riguroso de los
conocimientos posibles. En ese sentido, Bertrand Russell recordó que toda ciencia está
dominada por la idea de aproximación, y que toda medida científica se da siempre con
un margen probable de error.

Así, pues, la evolución científica en su conjunto ha situado en una nueva perspectiva la


discusión sobre el carácter científico de la Sociología, dado que con los nuevos términos
de probabilidad el principio de causalidad también es aplicable a las Ciencias Sociales,
y en consecuencia la cientificidad de la Sociología queda planteada como una cuestión
de grado, pues quizás su margen de error siga siendo aún superior al de otras ciencias.

En definitiva, podemos afirmar que la Sociología se orienta a indagar las estructuras de


relación y ordenación de los fenómenos sociales, a partir de la convicción de que existe
una determinada legalidad social que puede ser objeto de investigación y estudio de
acuerdo a los procedimientos y reglas del método científico.

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TEMA 12

TEORÍA E INVESTIGACIÓN EMPÍRICA EN SOCIOLOGÍA

1. LA DIMENSIÓN TEÓRICA Y EMPÍRICA EN LA SOCIOLOGÍA

Según Hans Zetterberg, el modelo general de actuación investigadora se inició


con el supuesto de que existía un orden en los hechos físicos, el cual se descubrió a
través de la observación al constatar la regularidad de sus manifestaciones; a su vez,
estas regularidades se formularon en leyes científicas, y las leyes se combinaron y
relacionaron en teorías que fueron la base de la tecnología de nuestro tiempo. En el
terreno sociológico, se constata que los fenómenos sociales se producen de acuerdo a
ciertas leyes y pautas regulares, y el papel de la Sociología consiste en investigar y
descubrir dichas leyes sociales.

Los rasgos que definen a la ciencia son su finalidad práctica y el método objetivo y
racional. Esta doble perspectiva, teórica y empírica, constituye el fundamento de
toda ciencia: las teorías deben basarse en hallazgos empíricos y verificables, y toda
investigación empírica debe desarrollarse en el marco de una teoría. Lo que validará el
carácter científico de la Sociología será, pues, su capacidad para desarrollar teorías
verificables, basadas en hallazgos empíricos y que tengan una utilidad práctica.

Sin embargo, el desarrollo de teorías sociológicas cuenta con dos obstáculos: las
dificultades metodológicas en base a la parquedad de herramientas, y el cómo articular
teóricamente los complejos hechos sociales. Este doble frente de dificultades puede
afrontarse mediante una concepción dialéctica de los hechos sociales, cuyos
postulados son:
1. Los hechos no son datos estáticos, sino dinámicos y dialécticos.
2. Los hechos no deben entenderse como algo dado, cerrado y definitivo, sino como
momentos de un proceso.
3. La realidad de los humanos consiste en modificar constantemente el orden de lo
dado, para construir una existencia dinámica y dialéctica, es decir,
histórica.
4. Un hecho social no es sólo lo que muestra en un instante de nuestra observación,
sino también todas las posibilidades implícitas en su dinámica y aún no
explicitadas.
5. La característica fundamental del ser humano es su capacidad para actuar como
sujeto, es decir, para ser libre y creativo, desafiando y cambiando el orden
existente.
6. La capacidad de transformar el orden dado forma parte de la realidad social,
que engloba tanto lo existente, como los procesos de cambio y sus
potencialidades.

Todas estas dificultades evidencian por qué la disputa metodológica continúa tan
activa entre sociólogos, desarrollándose numerosas investigaciones sin planteamientos
de hipótesis previas ni encuadre teórico adecuado. El acople entre dimensión teórica y
empírica permanece bloqueado, con una notable incomunicación entre sociólogos
teóricos y empíricos. De hecho, la tradicional atención a la dimensión teórica se
explica, según John Rex, por los imperativos lógicos de toda construcción científica, sus
necesidades prácticas de empezar a funcionar y de acotar un campo temático propio. Es
decir, que la clarificación de los problemas de la investigación sociológica es de orden
metodológico, y consiste en distinguir los problemas de la observación empírica de
los problemas de la construcción teórica.

En cuanto a la construcción teórica, el problema que se plantea es qué tipo de teoría


es posible en la Sociología actual. En la línea de los grandes maestros, que se inclinan por

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la elaboración de una “gran teoría” sociológica, Talcott Parsons señala que ésta debe
darse en el marco de un “sistema teórico”, es decir, en el seno de un cuerpo de
conceptos generalizados, lógicamente interdependientes, y de referencia empírica. Por
ello, el esfuerzo fundamental para desarrollar la Sociología debe ser un esfuerzo
teórico, pues a raíz de que la Sociología madure como ciencia será posible una utilidad
práctica de alto nivel.

Robert Merton coincidirá en la necesidad de un desarrollo teórico, pero postulará las


“teorías de alcance intermedio”, entre las limitadas hipótesis de la rutina sociológica
diaria y las grandes teorías globales. Se trata de teorías menos imponentes, pero más
inmediatas y mejor fundadas, que permiten unificar y sistematizar muchas hipótesis
y uniformidades empíricas acumuladas de un modo disperso. Según Merton, lo
importante es saber qué es lo que realistamente se pude hacer en el actual estado de
desarrollo de los conocimientos sociológicos, pues el problema reside en dar destino a
nuestros escasos recursos, de tal modo que la Sociología progresará a medida que
centre su interés en producir teorías intermedias.

La disparidad de criterios sobre cómo entender la tarea teórica nos evidencia cierta
tendencia a identificar la teoría sociológica con cualquier generalización o reflexión
teórica, de tal modo que el concepto de teoría tiende a utilizarse en Sociología con
mayor laxitud que en otras ciencias. En ese sentido, Paul Lazarsfeld estableció algunos
criterios y dimensiones que deben reunir las teorías: establecer conceptos
fundamentales, definir las manipulaciones de que van a ser objeto, establecer
conclusiones y verificarlas empíricamente. Más restrictivo, Johan Galtung señaló que las
teorías deben reunir: generalidad, amplitud, evaluación de hipótesis, formalización,
axiomatización, relación con otras teorías, predecibilidad, comunicabilidad,
reproducibilidad y fecundidad. Sin embargo, en la actualidad la mayor parte del quehacer
práctico de los sociólogos se realiza bajo imperativos mucho más relativos,
modestos e inmediatos, con una dimensión teorética poco significativa, etiquetando
como teorías a diversos esquemas clasificatorios, problemas, ideas, generalizaciones,
previsiones e interpretaciones, que deberían considerarse como “reflexiones
analíticas”.

La dificultad teorética en Sociología se muestra también en las compleja pluralidad


de campos de trabajo, que Morris Ginsberg llegó a clasificar en seis grandes
tipologías, con posibilidades de predicción muy diversas, basadas en informaciones
empíricas de diferente valor y obtenidas por métodos completamente distintos.

Por otra parte, la equiparación del trabajo teórico sociológico con el de otras ciencias
presenta graves dificultades, sobre todo debido a los grandes problemas de
“simbolización” y “cuantificación” de los datos sociales en términos matemáticos.
En ese sentido, Raymond Boudon prevé un desarrollo considerable de la metodología
matemática en las ciencias humanas, en base al desarrollo de las propias matemáticas,
de la investigación empírica, de los instrumentos de medida, de las técnicas y
procedimientos específicos de cada investigación y de la enseñanza, entre otras causas.

El proceso de investigación sociológica debe conjugar la interrelación mutua


entre teoría e investigación empírica propias de la lógica científica, pues la
investigación empírica estimulada por consideraciones teóricas puede hacer surgir
nuevos aspectos teóricos que, a su vez, llevarán a posterior investigación, y así
indefinidamente:
a) Formulación de hipótesis que establezcan algún tipo de relación causal entre
fenómenos y procesos sociales. Deben ser claras, específicas y factibles de
comprobación empírica, y serán más valiosas cuanto más contenido teórico
contengan, ayudando a prever y predecir hechos futuros.
b) Verificación de la hipótesis, mediante:
1. Definición de sus partes y componentes.
2. Verificación de dichas partes sometiéndolas a pruebas de falsación.

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3. Verificar y comprobar que los hechos casan con la hipótesis.


4. Formulación de un principio o ley sociológica.

La fase de verificación es quizás la más compleja al encontrarse sometida a


imperativos técnicos, aunque las limitaciones técnicas no han impedido que un buen
número de sociólogos hayan realizado investigaciones muy fructíferas utilizando
procedimientos analíticos muy diversos. En cualquier caso, en el hilo conductor de todas
estas fases y estudios rige el criterio de intentar conjugar las dos dimensiones básicas e
imprescindibles de la investigación científica: la teórica y la empírica.

2. EL PLURALISMO TEÓRICO DE LA SOCIOLOGÍA

Aunque Thomas Kuhn formuló sus tesis sobre los paradigmas científicos y cómo éstos
son desplazados por nuevos paradigmas mediante las revoluciones científicas, él mismo
se sorprendió ante el número y alcance de los desacuerdos entre científicos sociales, con
controversias casi endémicas sobre sus fundamentos, haciéndosele patente la
caracterización de la Sociología como disciplina teóricamente plural o de carácter
poliparadigmático.

Dado que la Sociología no posee un paradigma común y compartido, se plantea la duda


sobre si se encuentra aún en fase de maduración hacia su consecución, o bien si la
pluralidad teórica forma parte de la misma lógica interna del quehacer sociológico. En
ese sentido, Robert Friedrichs señaló que, difiriendo de Kuhn, quizás las comunidades
científicas deban aceptar un pluralismo básico como estilo de vida apropiado para el
espíritu científico, al igual que el pluralismo ciudadano y religioso ha representado una
respuesta cívica apropiada frente a la naturaleza repetitiva de las revoluciones sociales.
En cualquier caso, una ciencia social quizá deba admitir una dimensión
paradigmática mayor que una ciencia natural, dado que entre los científicos sociales y
su objeto de estudio existe una interacción mucho más íntima que entre los científicos
naturales y los fenómenos físicos. En efecto, los fenómenos sociales pueden verse
condicionados por la imagen que el científico social ha interiorizado con respecto a la
naturaleza de su actividad, es decir, que el científico social soporta el paradigma añadido
en cuyos términos se ve a sí mismo, y que podría denominarse un pluralismo a nivel
de “autoimagen”, pues cada sociólogo cuenta con el suyo propio.

Esta conformación plural de la Sociología radica ya en sus propios orígenes, donde


se observó la necesidad de construir complejos sistemas teóricos a fin de equiparar y
diferenciar la nueva disciplina de otras ciencias. Tal fue así, que al siglo XIX se lo ha
denominado el “siglo de los sistemas sociológicos”, con casi tantos como sociólogos.
Ello propició no sólo que se diferenciara de otras disciplinas, sino que también se
diferenciara internamente en escuelas distintas, enfrentadas y rivales.

En la actualidad, la formación de los sociólogos continúa produciéndose en el contexto de


una clara imagen de pluralismo, e incluso se detecta cierta vocación por defender y
presentar tal pluralismo como una de las características fundamentales de esta
disciplina, considerándolo, no como un elemento de subdesarrollo disciplinar, sino como
un rasgo de la singularidad de su propio objeto de estudio. Como observa Robert
Merton, las diversas orientaciones teóricas resultan eficaces para enfrentarse con
distintos tipos y aspectos de los problemas sociales, dado que la pluralidad de
cuestiones, estudiadas mediante diferentes perspectivas y desde diferentes
enfoques, origina una diversidad de teorías sociológicas frecuentemente
complementarias más que contradictorias.

Algo que Robert Nisbet consideró un rasgo diferenciador respecto a las ciencias
naturales radica en la peculiar característica de considerar la historia teorética de la
Sociología en un mismo plano de significatividad, equiparando las teorías más
actuales a las originarias o las clásicas, lo que origina que los profesores consideren que
el estudiante deba conocer con detalle todas las principales corrientes teóricas a fin de
poder realizar sus propias valoraciones y fraguarse sus propios criterios. Ello conlleva dos

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problemas: ciertos efectos desorientadores si el estudiante no se sitúa en la


perspectiva temporal adecuada que envuelve cada teoría, y un problema práctico en
tanto es difícil ofrecer una visión general común de la Sociología a través del
conocimiento preciso de todos sus diversos antecedentes.

Todo ello nos lleva a preguntarnos por los límites y extensión del pluralismo
sociológico, pues parece apreciarse que no tiene más límites que los que impone el
desarrollo del quehacer práctico. Así, Walter Wallace diferenció once enfoques
diferentes, Ken Menzies inventarió dieciocho, y no faltan quienes consideran que sólo
existen dos bloques paradigmáticos: la Sociología del consenso (funcionalismo) y
la Sociología del conflicto (marxismo), observándose tanto partidarios de la tendencia
poliparadigmática como de la monoparadigmática.

En la búsqueda de la identidad de la Sociología, hay quienes observan la pluralidad


teórica como algo secundario, señalando a los instrumentos o sistemas metodológicos
como sus elementos de identidad. Así, Bordieu, Chamboredon y Passeron no
dudan en afirmar que lo único que aúna a Marx, Weber y Durkheim es la pertenencia de
sus investigaciones a la ciencia sociológica, esgrimiendo la aplicación de los principios
fundamentales de la teoría del conocimiento sociológico como la única herramienta
capaz de vincular autores cuyas oposiciones doctrinales ocultan un acuerdo
epistemológico.

En la búsqueda de un marco paradigmático o corpus teórico integrado, George Ritzer


reivindicó la interpretación de Kuhn del concepto de paradigma como “matriz
disciplinal”, es decir, como un paradigma que comprenda un abanico de
subparadigmas, proclamando la existencia de un paradigma sociológico
metateórico. Así, diferenció cuatro niveles de realidad social en un eje de coordenadas
entre los continuos objetivo/subjetivo y macroscópico/microscópico, englobando un
paradigma sociológico integrado:

Niveles de la realidad
Paradigmas sociológicos
social
Nivel Macro-subjetivo
Paradigma de los hechos sociales
Nivel Macro-objetivo
Paradigma
Sociológico
Nivel Micro-subjetivo Paradigma de la definición social
Integrado
Nivel Micro-objetivo Paradigma de la conducta social

Sin embargo, la propuesta de Ritzer no recoge todo el pluralismo de la Sociología


actual, y su imagen paradigmática integrada no ofrece otra cosa que proporcionar la
simple descripción de un campus profesional común a los principales enfoques teóricos.

Permanece la duda, pues, sobre si la inexistencia en Sociología de un corpus


teórico integrado se corresponde con un rasgo coyuntural de la Sociología
contemporánea, o bien un componente constitutivo que suscita dudas sobre su
cientificidad. En ese sentido, Salvador Giner ha sugerido que aceptar la dualidad de la
naturaleza humana, racional y afectiva, conlleva reconocer el carácter plural a la
Sociología, pues ésta posee un doble enraizamiento en ambas esferas: en la racional,
que hace posible la ciencia, la cuantificación y el tratamiento objetivo de la experiencia; y
en la afectiva, que nos proporciona un saber vivencial y credencial sobre esa
experiencia en formas estéticas y morales.

Quizás, como señala John Urry, no se trate tanto de debatir el carácter científico de la
Sociología en los términos paradigmáticos que apunta Thomas Kuhn, como de debatir si
dichos términos son los adecuados para determinar dicha cuestión.

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TEMA 13

LA SOCIOLOGÍA Y LOS VALORES

1. EL DEBATE SOBRE LA SOCIOLOGÍA COMO CIENCIA LIBRE DE VALORES

Los criterios metodológicos generales de toda ciencia imponen a la Sociología la


diferenciación de dos planos: los hechos objetivos y las opiniones o criterios. Pero,
frente a la exigencia científica de una inequívoca disposición a la objetividad, la
Sociología arrastra una clara vocación de reconstrucción y consolidación del orden
social que a menudo ha puesto en entredicho su cientificidad. Ello se evidencia en la
compleja dialéctica entre el objeto y el sujeto en la investigación sociológica, es decir,
entre el sociólogo como observador y como parte de lo observado, lo cual propicia
riegos de subjetividad y de deformación.

Para paliar o contrarrestar dichos riesgos se han sugerido ciertos mecanismos


autocorrectores, es decir, propuestas metodológicas orientadas a garantizar la máxima
objetividad. Alfred Schutz, por ejemplo, acentuó la necesidad en el sociólogo de
distinguir entre el científico, distanciado y racional, y el ciudadano, emocional e
involucrado. Sin embargo, esta posibilidad de desdoblamiento de personalidad resulta
problemática, no sólo porque la objetividad e imparcialidad del científico no vienen
garantizadas “per se”, sólo por desempeñar en un momento dado ese papel, sino porque
los prejuicios y elementos valorativos pueden penetrar en el mundo científico de muchas
formas, no siempre suficientemente explicadas.

La discusión sobre la relación de la Sociología con los valores arranca del postulado de
la “neutralidad valorativa” de Max Weber, que, como señala Alvin Gouldner, se ha
convertido en un “mito de grupo”, en base a que los sociólogos actuales aluden a
cosas muy diferentes al concebir una ciencia como libre de valores. Sin embargo, Weber
no lo planteó en el sentido de que se obviase el aspecto valorativo, sino de que en toda
exposición se distinguiera claramente entre las cuestiones objetivamente empíricas
y las valoraciones personales, en una separación de esferas que catalogó como de
“honestidad intelectual”.

En esa línea, Gouldner catalogó la dualización hechos-valores como un desgarro de


la realidad: una mala solución a la dialéctica histórica entre las dos actitudes
tradicionales del pensamiento occidental: la razón y la fe. Ello le llevó a plantear dos
reflexiones:
 La adopción de una Sociología exenta de valores, basada en un método racional
y objetivo, propiciaría consecuencias negativas: antes de Hiroshima, también
los físicos hablaban de una ciencia libre de valores, algo que ya no resulta tan
verosímil.
 El desarrollo de la “Sociología comprometida” y la práctica de tomar partido
por determinados agentes sociales alertan sobre las consecuencias negativas de
ciertas formas exageradas de compromiso, dado que los sociólogos deben dar
su adhesión básica a valores, no a facciones.
Los criterios morales, por tanto, deben jugar un papel en el desarrollo de toda ciencia, y
la cuestión estriba en determinar los límites de esa relación, algo no exento de
complejidades y matices.

Llegamos a la conclusión de que, como señala Jürgen Habermas, una Sociología libre de
valores descansa en un “dualismo de hechos y decisiones”, es decir, en diferenciar el
plano de los hechos del de los juicios, el conocer del valorar, dado que los juicios de
valor jamás podrán asumir la forma de enunciados teoréticos. Sin embargo, la separación
de ambos ámbitos no siempre es posible ni aparece tan delimitada, pues los valores
pueden influir de muchas y muy diversas maneras en el proceso investigador.

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Como afirma Robert Merton, el investigador también tiene sus valores, tácitos o
explícitos, que influyen desde en la elección del objeto de estudio hasta en la forma y
alcance de la investigación, pasando por excluir aquellos cursos de acción que violen sus
propios valores. Por ello, se ironiza que el sociólogo con frecuencia sólo ve lo que quiere
ver y está ciego para lo que no quiere ver.

Sin embargo, la confianza existente en la alta capacidad depuradora garantizada por la


correcta aplicación del método científico propicia que algunos sociólogos, como Ralf
Dahrendorf, no consideren como problemática la incidencia de los valores en la
Sociología. Aunque se acepta su influencia en la selección de problemas o en la
formulación de hipótesis, se considera que ni los valores ni el proceso reflexivo del
científico deciden sobre la validez de las teorías e hipótesis, pues en este punto
sólo cuenta la consideración empírica.

Dado que los valores pueden influir por mecanismos muy sutiles, el dilema reside en
cómo lograr que la investigación se desarrolle con escrupulosa objetividad, y al
mismo tiempo queden explicitados los posibles juicios de valor. En ese sentido,
Gunnar Myrdal opina que los prejuicios no pueden eliminarse simplemente “apegándose
a los hechos”, pues los datos son a menudo más susceptibles de ser influidos por
tendencias prejuiciadas que los propios pensamientos. Lo importante es tomar conciencia
del modo latente u oculto en que pueden influir los prejuicios, y adoptar una serie de
cautelas y “métodos lógicos” que permitan conocer y purgar su influencia
mediante el cuidado escrupuloso del proceso investigador. Esta escrupulosidad, sin
embargo, no debe llevar hacia un nihilismo moral, pues abocaría la Sociología a una
ciencia absolutamente desinteresada y sin ninguna proyección práctica.

En suma, la Sociología debe afrontar dos aspectos básicos y complementarios: la


necesidad de una práctica investigadora lo suficientemente objetiva como para evitar la
deformación ideológica, y ser lo bastante explícita y transparente como para que sea
posible identificar los elementos valorativos o ideológicos. En la correcta concurrencia de
ambos extremos se evitará la conversión de la Sociología en una mera ideología, y
quedará a salvo el legítimo compromiso práctico de los sociólogos con la sociedad.

2. EL COMPROMISO DE LA SOCIOLOGÍA

De toda lo expuesto se deduce que una de las dimensiones fundamentales de la


problemática sociológica es el modo de entender su compromiso práctico. Entre una
Sociología absolutamente neutra y una Sociología alineada con una ideología, el dilema
consiste en situar las fronteras en las que puede ser situado legítimamente el quehacer
sociológico.

Aunque ya Durkheim estableció como primera regla de su método sociológico la


independencia de toda la filosofía y teorías ideológicas, a las cuales el sociólogo no debía
reconocer ningún valor científico, el sociólogo debe asumir ciertas
responsabilidades añadidas:
 Como científico, el sociólogo debe practicar la moral de la objetividad; sin
embargo, es obvio que el científico social debe asumir un compromiso
metaprofesional o metateórico orientado a garantizar y defender un
determinado contexto socio-político en el que sea posible el libre ejercicio del
quehacer científico, y por tanto sociológico.
 Dado que la Sociología, como toda ciencia, debe tener una proyección y un sentido
práctico, el modo de ejercerlo es prestando su apoyo a ideales pragmáticos.
 El carácter dinámico de los hechos confiere al ámbito sociológico un carácter
dialéctico muy especial. Por ello, el sociólogo debe ser capaz de trascender la
inmediatez de lo dado, y saber interpretar la dinámica de los procesos situándolos
en una perspectiva histórica de largo alcance para dotar a la realidad de un
significado potencial.

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 La responsabilidad del sociólogo no se acaba en su práctica profesional, sino que,


como agente social, se extiende lógicamente a su condición de ciudadano.

Paulatinamente, la idea de compromiso ha ido penetrando en la Sociología


contemporánea, y uno de las posiciones más destacadas es la de quienes reclaman la
práctica metodológica de la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en la
posición del que está siendo estudiado, como la única forma de dotar de significación a la
investigación.

Algunos sociólogos sostienen que no es suficiente con afirmar la vocación práctica de la


Sociología, sino que lo decisivo son la forma y las garantías en que ésta se produzca. En
ese sentido, Tom Bottomore determinó que las preocupaciones fundamentales de la
Sociología deben ser: criticar las teorías sociales, investigar las desigualdades en la
estructura social, y examinar el carácter de los movimientos sociales contestatarios. De
ese modo, la Sociología sería al mismo tiempo teórica, empírica y política.

La aplicación práctica de los resultados científicos de la Sociología también ha


encontrado dificultades respecto a las estructuras de poder establecidas,
entablando una singular y difícil dialéctica que comprende dos dimensiones: la
política, en tanto al propio juego y reparto del poder, y la socio-profesional, en tanto a
las posibilidades del sociólogo para desarrollar su actividad sociológica.

Para finalizar, Gouldner recordará que un elemento fundamental en la aspiración a


conectar la teoría y la práctica es el componente organizativo de la Sociología, pues
los teóricos sociales no pueden tener verdades sobre la sociedad sin tener verdades
sobre sí mismos. Y no pueden tener verdades sobre sí mismos sin saber cómo
organizarse para el fomento del discurso racional, y sin aplicar este conocimiento.

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TEMA 14

OBJETO Y TEMAS DE ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA

1. LOS GRANDES TEMAS DE ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA

Dado el carácter dinámico del objeto de la Sociología, su desarrollo corre paralelo a


la emergencia de nuevas problemáticas sociales, de modo que los grandes campos y
temas de atención sociológica continúan en un período de desenvolvimiento, e irán
evolucionando con el tiempo en su continuo ajuste a las realidades sociales
concretas.

Desde su gestación, una de las principales problemáticas de la Sociología ha consistido


en la delimitación de un campo temático específico comúnmente aceptado. Ello
ha presentado dos clases de dificultades: las originadas respecto a las disciplinas de
las que la Sociología se desagregó, al haberse originado a partir de un conglomerado de
ciencias sociales poco diferenciadas inicialmente, y respecto a las especialidades
sociológicas más desarrolladas, dada la tendencia progresiva hacia la especialización.
Así, las dificultades más destacables para la delimitación de un campo temático
común serían:
 Aunque la tesis habitual es que la Sociología vino a llenar un hueco en el conjunto de
saberes, originado por la insuficiencia de la Economía para ocuparse de la “cuestión
social”, también existen tesis distintas. Según Paul Lazarsfeld, el papel de la
Sociología consistió en llenar los espacios vacíos del mapa intelectual,
formándose a partir de los campos temáticos desechados por otras disciplinas. Es el
punto de vista de quienes consideran que lo propio de la Sociología es el matiz social
que introduce en la consideración de cualquier tema concreto, de modo que no
existiría una Sociología, con un contenido temático específico, sino un conjunto
diverso de sociologías.
 Aceptado el origen de la Sociología a partir de la Economía, y que además recibió
influencias de otras ciencias (Filosofía, Historia, Estadística, Biología...), una gran
dificultad para definir su campo temático reside en la diversidad de influencias
nacionales, con diferentes tradiciones culturales y circunstancias socioeconómicas,
de modo que en cada país recibió un tipo de influencias específicas que la desarrolló
con matices propios, propiciando un aspecto más de su carácter plural.
 Otra fuente de discrepancias para aceptar un objeto temático común en Sociología
radica en las distintas orientaciones dadas en las diferentes etapas de su
desarrollo. Así, mientras el período fundacional se caracterizó por ambiciosas
pretensiones globalizadoras, desarrollando amplios y complejos sistemas teóricos,
una segunda etapa reorientó los trabajos sociológicos hacia metas más realistas y
objetos de estudio más concretos, paralelo a la progresiva institucionalización y
profesionalización de la Sociología, y en la actualidad se observa una acusada
tendencia hacia la especialización, traduciéndose en la formalización de
comunidades profesionales de especialistas. Es decir, que en lugar de converger en
un objeto, la especialización propicia la divergencia.
 Por último, el hecho de tener que compartir la sociedad como objeto general
de estudio con otras disciplinas sociales plantea dos problemas: que la
delimitación del campo temático propio implica la delimitación del de las demás
ciencias sociales, y la obligación de establecer relaciones y vías de mutua influencia
con ellos.

Todas estas dificultades llevaron a Huntington Cairms a considerar que, hasta que los
sociólogos no se pongan de acuerdo en la definición del objeto de su estudio, no queda
otro recurso que suponer que la Sociología es aquello que hacen los que se dicen
sociólogos. Desde una perspectiva más reflexiva, Alex Inkeles propuso tres criterios

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concretos:
 Criterio histórico. Consiste en delimitar el objeto de la Sociología en base a los
problemas centrales que por tradición histórica más han preocupado a la Sociología,
haciendo especial énfasis a lo expresado por los padres fundadores. Sin embargo,
ello puede derivar en un mero recurso a un criterio de autoridad, desembocando en
una concepción petrificada y desfasada de la Sociología que obvia el carácter
dinámico del decurso histórico.
Este criterio plantearía, además, una nueva dificultad a causa de las discrepancias
entre los sociólogos respecto a quienes deben ser considerados como padres
fundadores, pues entre los cuatro propuestos por Inkeles y los veinticuatro de
Timothy Raison se abre un amplio abanico de sociólogos ilustres, raramente
coincidentes en sus apreciaciones. Por tanto, la visión que ofrece Inkeles de la
Sociología, en virtud a las coincidencias entre los cuatro padres fundadores por él
elegidos, es a todas luces parcial y limitada. Como puso de manifiesto Nel Smelser,
el pluralismo teórico de la Sociología da lugar a una diversidad de ópticas respecto a
los temas a considerar, propiciando la aparición de un buen número de escuelas
según los métodos empleados en describir su campo de estudio.
 Criterio analítico. Delimitar el objeto de la Sociología de acuerdo a lo que nos
sugiera un análisis lógico-racional de la problemática social. Sin embargo, en su
aplicación este recurso resulta inviable, dado que en la práctica cada sociólogo
puede construir su propio esquema temático según su propio enfoque teórico
particular, abocando de nuevo al pluralismo temático.
 Criterio empírico. Delimitar el objeto de la Sociología en base a los problemas que
preferentemente preocupan a los sociólogos contemporáneos. Esta imagen práctica
de lo que hacen los sociólogos en su actividad profesional concreta puede captarse
desde varias instancias:
― Clasificaciones de la Sociología provenientes de diversas fuentes
documentales. Destacan la Clasificación de la Sociología de Durkheim
(1909), actualizada en el “Année Sociologíque” (1925), ya algo desfasada,
que divide a la Sociología en siete capítulos con diversos subcapítulos; y la
Clasificación de la Sociología del “American Journal of Sociology”, de
diez capítulos con diversos subcapítulos.
― Clasificación de la Sociología según el contenido de los libros de texto. Así,
Inkeles se refirió a la Sociología enumerando doce temas fundamentales en los
que, según un estudio de Hornell Hert, coinciden la mayoría de los manuales.
― Clasificación de la Sociología según el contenido de las publicaciones. De
acuerdo a ello, William Dobriner la clasificó en cuatro áreas temáticas: los
sistemas de relación, las instituciones sociales, la organización social y los
sistemas societarios. También destaca la clasificación de la publicación
“Sociological Abstracts”, la cual recoge y ordena de acuerdo a criterios
clasificatorios internacionales el contenido temático de todas las publicaciones
que realizan los sociólogos.
― Clasificación de la Sociología según los temarios de los Congresos
Internacionales de Sociología. Éstos proporcionan unos elementos de juicio
muy relevantes sobre la manera en que se está produciendo en la práctica la
actividad de los sociólogos, reflejando las principales áreas de actividad
investigadora, así como lo que los sociólogos enseñan en los centros docentes.
Sin embargo, el criterio de definir el campo temático en base a lo que hacen los
sociólogos nos remite a debatir hasta qué punto son plenamente autónomos
para regular su actividad. Como observa Richard Ofshe, los sociólogos nunca han
tenido el poder necesario como para implementar los experimentos sociales que a
ellos les hubiera gustado realizar, los cuales son seleccionados por las grandes
entidades y grupos de interés que los financian. Por ello, lo que realmente
hacen los sociólogos en la práctica no tiene por qué coincidir con lo que los
sociólogos consideran más prioritario. Esta dependencia financiera es uno de

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los mayores peligros para el desarrollo de la “imaginación sociológica”. Es decir,


que el criterio empírico sólo reflejaría la “Sociología posible”, excluyendo la
“Sociología necesaria”.

2. MACROSOCIOLOGÍA Y MICROSOCIOLOGÍA

El escaso éxito de los intentos clasificatorios propicia cierta impresión de que la labor de
los sociólogos se desarrolla generalmente en torno a una casuística poco sistematizada,
lo que ha intentado solucionarse mediante su delimitación en grandes campos de
referencia. En esa línea, Pitirim Sorokin diferenció entre la Sociología general
(subdividida en estructural y dinámica) y ciertas sociologías especiales, mientras que
Morris Ginsberg dividió la Sociología entre estructura social, control social y cambio
social.

Sin embargo, el gran criterio clasificatorio con más éxito corresponde al de Georges
Gurvitch, quien diferenció entre Macrosociología y Microsociología. Según él, los
ingredientes más elementales de la realidad social son las manifestaciones de
sociabilidad, es decir, las múltiples maneras de estar ligados por el todo, que, aunque
se trata de manifestaciones dependientes de la macrosociología, son fenómenos
sociales totales en escala microsociológica. De ese modo, macrosociología y
microsociología representan dos modos de aproximación al fenómeno de la sociabilidad:
si el análisis está bien realizado, la una conduce a la otra.

En realidad, la distinción entre macro y microsociología tiene más bien un valor


clasificatorio que analítico, y así se expresa Duncan Mitchel, quien lo adopta por la
conveniencia de distinguir entre el estudio de las sociedades totales y el estudio de los
aspectos a pequeña escala de la vida social. En consecuencia, podemos decir que:
 La Macrosociología comprende las actividades orientadas a estudiar y comparar las
sociedades globales, así como sus principales aspectos a través de sus aspectos
globales: instituciones sociales, estratificación, clases sociales, familia, sistema
político...
 La Microsociología se orienta al estudio de los grupos sociales (pequeños) y las
agrupaciones de tales grupos, o los ámbitos inmediatos en que se desenvuelven:
escuela, empresa, pequeñas comunidades...

Dado el carácter inmanejable e inabarcable de las sociedades globales, el sociólogo


no puede pretender empezar por el estudio de realidades tan amplias, viéndose obligado
a iniciar su tarea investigadora abordando aspectos concretos y delimitados. Por ello, el
análisis microsociológico ha sido visto como insoslayable, dado que la dinámica de
cualquier explicación causal debe ser micro-situacional, en base a que, en definitiva,
cualquier macrocondición produce sus efectos sobre las situaciones concretas de los
actores. Así, el “manejable” análisis microsociológico estaría encaminado a inscribirse en
el marco macrosociológico, al cual se llegaría irremediablemente a partir del primero. La
distinción entre macro y microsociología queda reducida, pues, a una cuestión de
grado y de óptica.

En realidad, a nivel de investigación empírica la distinción entre macro y microsociología


es irrelevante, dado que ambas se encuentran asociadas como se acaba de exponer, o
bien en ambos casos se encuentran orientadas, una hacia la confección de “grandes
teorías globales” (macro), adoptada por la corriente metodológica holística
(enfoque objetivo-estructural de la sociedad), y la otra hacia “teorías de alcance
medio” (micro), adoptada por la corriente metodológica individualista (enfoque
subjetivo-simbólico).

También ambos enfoques han sido víctimas de diversas críticas. De los enfoques
macrosociológicos se ha afirmado que dan lugar a una formulación tan vaga y
general de las hipótesis que resulta imposible su verificación, suponiendo una
interpretación predeterminada de la configuración real de la sociedad. De los

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microsociológicos, que no permiten situar adecuadamente los análisis en sus contextos


sociales, dando lugar a la paradoja de una “sociología sin sociedad”.

3. LA SOCIOLOGÍA Y OTRAS CIENCIAS SOCIALES

El hecho de compartir el mismo objeto general de estudio propicia que las relaciones de
la Sociología con las demás ciencias sociales observe una dialéctica peculiar. Por una
parte, las fronteras entre ellas no son siempre fáciles de trazar, y por otra algunas
disciplinas sociales ya se han desgajado del tronco común de la Sociología, aunque aún
sea difícil diferenciar lo que conservan de común y de específico.

En general, las conexiones entre las distintas ciencias sociales ha atravesado dos
períodos. El primero o fundacional fue de un gran esfuerzo por marcar enfáticamente
las fronteras, delimitando objetos de estudio en búsqueda de un reconocimiento en el
edificio científico. En la actualidad la tendencia se ha invertido, constatándose el énfasis
en señalar los puntos de conexión, con intercambio de técnicas, complementariedad de
enfoques y la práctica de estudios multidisciplinares.

La Clasificación de las Ciencias Sociales también ha sido objeto de diversas


versiones. Georges Gurvitch, por ejemplo, las clasificó del siguiente modo:
 Ciencias Sociales particulares (vertical). Ciencias que estudian los diversos
aspectos de la vida social dentro de un mismo grupo:
 Particulares de morfología social: Geografía humana y Demografía.
 Particulares específicas: Economía, Ciencia Política, Sociología del derecho,
de la religión, de la moral y del arte..
 Ciencias Sociales globales (horizontal). Ciencias que estudian las diversas
categorías de grupos sociales:
 Sociología de los grupos elementales. Estudian los grupos sociales aislados
en medio de grupos más vastos: Sociología de los partidos, de los grupos
intermedios en general, de las ciudades, de las comunidades...
 Sociología de las colectividades. Estudia los grupos sociales complejos que
constituyen conjuntos más o menos autónomos: Etnología, Historia...
 Sociología general. Estudia todos los grupos sociales en todas las
comunidades: sociología general histórica, del conocimiento, filosofía de la
historia...

Por su parte, Cazenueve, Akoun y Baile han propuesto su propia clasificación:


1. Instrumentos de análisis: Matemáticas, Estadística, Informática, Lenguas Vivas...
2. Disciplinas auxiliares, aquellas que pueden dar o recibir aportaciones: Filosofía,
Historia, Geografía, Economía, Ciencia Política, Derecho, Psicología y Lingüística.
3. Disciplinas sociológicas: Sociología, Etnología, Psicología de los Pueblos,
Psiquiatría social, Psicología social y Demografía.

Para concluir, sólo reafirmar el postulado de que la Sociología no es la ama, ni la


sirvienta, sino la hermana de las restantes ciencias sociales.

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LA EXPLICACIÓN SOCIOLÓGICA
UNA INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA

INDICE

TEMA 1. Introducción general. ¿Qué es la Sociología? 1


TEMA 2. Hombre y Sociedad. 3
TEMA 3. Los orígenes de la Sociología. 7
TEMA 4. El desarrollo de la Sociología. Los padres fundadores. 11
TEMA 5. La sociedad, objeto de estudio de la Sociología. 17
TEMA 6. Cultura, persona y sociedad. 29
TEMA 7. Sociedades humanas y sociedades animales. 33
TEMA 8. La Sociología y la sociedad industrial. 37
TEMA 9. La actividad de los sociólogos. 43
TEMA 10. El método científico y el surgimiento de la Sociología. 47
TEMA 11. La Sociología como disciplina científica. 57
TEMA 12. Teoría e investigación empírica en Sociología. 63
TEMA 13. La Sociología y los valores. 67
TEMA 14. Objeto y temas de estudio de la Sociología. 71

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