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Informe Educacion EHW
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de White
En este capítulo se nos presenta que en Edén era una especie de aula donde el
mismo Jesús era el maestro y Adán y Eva los alumnos. En este momento todo era tea
de estudio y Cristo era el Maestro que los enseñaba. El sistema de educación
establecido al principio del mundo debía ser un modelo para el hombre en todos los
tiempos. Como una ilustración de sus principios se fundó una escuela modelo en el
Edén, el hogar de nuestros primeros padres. Por el interés que tenía en sus hijos,
nuestro Padre celestial dirigía personalmente su educación. Adán y Eva estaban
encargados del cuidado del jardín, para que lo guardaran y lo cultivaran. Aunque
poseían en abundancia todo lo que el Dueño del universo les podía proporcionar, no
debían estar ociosos. Se les había asignado como bendición una ocupación útil, que
había de fortalecer su cuerpo, ampliar su mente y desarrollar su carácter.
Aquí encontramos como surge el conocimiento del bien y el mal, al hombre ser dotado
de libre albedrio tuvo la oportunidad de elegir y eligió desobedecer y con esto se lleno
de pecado conociendo el mal. Aunque creados inocentes y santos, nuestros primeros
padres no fueron puestos fuera de la posibilidad de obrar mal. Dios podía haberlos
creado de modo que no pudieran desobedecer sus requerimientos, pero en ese caso
su carácter no se habría desarrollado; su servicio no hubiera sido voluntario, sino
forzado. Les dio, por lo tanto, la facultad de escoger, de someterse o no a la
obediencia.
Aquí nos muestra como el pecado nos separa de Dios, pero podemos retomar esa
comunión con Dios gracias al sacrificio de Cristo. Aquí encontramos a un maestro que
nos enseña que podemos ser salvos por su sacrificio. A causa del pecado, el hombre
quedó separado de Dios. De no haber mediado el plan de la redención, hubiera tenido
que sufrir la separación eterna de Dios, y las tinieblas de una noche sin final. El
sacrificio de Cristo permite que se reanude la comunión con Dios. La vida y la muerte
de Cristo, precio de nuestra redención, no son para nosotros únicamente una promesa
y garantía de vida, ni tan solo los medios por los cuales se nos vuelven a abrir los
tesoros de la sabiduría, sino una revelación de su carácter aún más amplia y elevada
que la que conocían los santos moradores del Edén.
En este capítulo vemos como Dios utilizo a los profetas para la obra de la educación,
como maestros divinamente designados. Esta escuela tenía como objetivo servir como
barrera contra la corrupción que se propagaba por todas partes, atender al bienestar
mental y espiritual de la juventud. Dios proveyó otros instrumentos que ayudaran a los
padres en la obra de la educación. Desde los tiempos más remotos se había
considerado a los profetas como maestros divinamente designados. El profeta era, en
el sentido más elevado, una persona que hablaba por inspiración directa, y
comunicaba al pueblo los mensajes que recibía de Dios. Los principios enseñados en
las escuelas de los profetas eran los mismos que modelaron el carácter y la vida de
David La Palabra de Dios fue su maestro.
Podremos notar aquí que el maestro enviado por Dios es Cristo Jesús, que vino para
mostrarnos el conocimiento de Dios. Cristo es la sabiduría y sería algo necio buscar
sabiduría de Él, la verdadera sabiduría viene de Dios. En el Maestro enviado por Dios,
el cielo dio a los seres humanos lo mejor y lo más grande que tenía. Aquel que había
estado en los consejos del Altísimo, que había morado en el más íntimo santuario del
Eterno, fue escogido para revelar personalmente a la humanidad el conocimiento de
Dios. La enseñanza de Cristo, lo mismo que su amor, abarcaba el mundo. Nunca
podrá haber una circunstancia de la vida, una crisis de la experiencia humana que no
haya sido prevista en su enseñanza, y para la cual no tengan una lección sus
principios. Las palabras del Príncipe de los maestros serán una guía para sus
colaboradores, hasta el fin.
En este vemos que Cristo uso métodos mientras estuvo en la tierra como una forma
de educación, enseñaba a sus discípulos a atender las necesidades de las personas,
Jesús enseñaba reprendiendo y los preparo para un servicio. La ilustración más
completa de los métodos de Cristo como maestro, se encuentra en la educación que él
dio a los doce primeros discípulos. Esos hombres debían llevar grandes
responsabilidades. Los había escogido porque podía infundirles su Espíritu y
prepararlos para impulsar su obra en la tierra una vez que él se fuera. A ellos más que
a nadie les concedió la ventaja de su compañía. Por medio de su relación personal
dejó su sello en estos colaboradores escogidos.
En este capítulo vemos como Cristo utilizaba lecciones de la vida para instruir, por
medio de la naturaleza, parábolas, acontecimientos de la vida, asuntos familiares, la
levadura, un tesoro, la arena, las rocas, Cristo utilizaba todo para enseñar. El Gran
Maestro puso a sus oyentes en contacto con la naturaleza, para que oyeran la voz que
habla en todas las cosas creadas, y a medida que sus corazones se hacían más
sensibles y sus mentes más receptivas, les ayudaba a interpretar la enseñanza
espiritual de las escenas que contemplaban sus ojos. Las parábolas, por medio de las
En esta parte encontraremos que antes que el pecado creara la necesidad, ya Dios
había provisto un remedio, Cristo nos enseño que por medio del amor podemos lograr
mucho. Mirando las estrellas aprendemos que Dios es el creador del universo y que el
águila nos enseña que no importa que fuerte sea la tempestad, debemos perseverar.
La siembra enseña una lección de generosidad. “El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará”. El poder restaurador de Dios se hace sentir en toda la naturaleza. Si
se corta un árbol, si un ser humano se lastima o se rompe un hueso, la naturaleza
empieza inmediatamente a reparar el daño. Aun antes de que exista la necesidad,
están listos los elementos que participarán en la restauración, y tan pronto como se
lastima una parte, todas las energías se dedican restaurarlas. Lo mismo ocurre en el
reino espiritual.
Esta obligación pesa sobre todo ser humano. Se aplica a toda la gama de la actividad
humana. Reconozcámoslo o no, somos mayordomos a quienes Dios ha otorgado
talentos y capacidades, y nos ha puesto en el mundo para llevar a cabo la obra que él
nos ha asignado. A todo ser humano se le confiere “su obra”, la obra para la cual lo
capacitan sus aptitudes, la que dará como resultado la mayor suma de bien para sí
mismo y sus semejantes, y la mayor honra para Dios. De modo que nuestro negocio o
vocación forma parte del gran plan de Dios y, mientras se lleve a cabo de acuerdo con
su voluntad, él se responsabilizará de los resultados. Como “colaboradores de Dios”,
la parte que nos toca es obedecer fielmente sus instrucciones.
En este capítulo encontramos biografías de grandes hombres como Jacob que paso
de suplantador a príncipe de Dios, de Elías que fue llevado al cielo, de la sabiduría de
Salomón el cual comprendió que todo en este mundo era vanidad y de Job que ante
los ojos de Dios siempre fue un varón justo y perfecto que a pesar de las calamidades
que paso nunca blasfemo el nombre de Dios y fue bendecido conforme a su fe. Como
medio de educación, ninguna porción de la Biblia es de mayor valor que sus
biografías. Estas difieren de todas las demás porque son absolutamente fieles a la
realidad. Es imposible que una mente finita intérprete exactamente, en todas las
cosas, lo que hace otra. Solamente Aquel que lee el corazón, que percibe la fuente
secreta de los motivos y las acciones, puede describir con absoluta fidelidad el
carácter, o presentar un resumen fiel de una vida humana. Únicamente en la Palabra
de Dios encontramos tal fidelidad.
La Biblia es un libro que posee diferentes contenidos y entre ellos está la poesía y el
canto más antiguo y sublimen, estos nos enseñan sobre los aspectos ejemplo la
naturaleza. Aprenderemos que la música es un instrumento de Dios para enseñar.
Nunca perder de vista el valor del amor ni el canto como medios educativos. La
melodía de la alabanza es la atmósfera del cielo; y cuando el cielo se pone en
contacto con la tierra, se oye música y alabanza, “alegría y gozo, alabanza y voces de
canto”. Grandes han sido las bendiciones recibidas por los hombres en respuesta a los
himnos de alabanza. Las pocas palabras que resumen un incidente del viaje de Israel
por el desierto, contienen una lección digna de nuestra reflexión. La historia de los
cantos de la Biblia está llena de insinuaciones en cuanto a los usos y beneficios de la
Aquí la Sierva del Señor nos muestra como nuestra mente finita nunca comprenderá
plenamente el carácter de Dios, que Dios no puede ser descubierto por medio de
investigaciones convencionales. La biblia nos muestra el carácter de Dios y esta
presenta los misterios que nunca podremos entender sin su dirección. La Palabra de
Dios, como el carácter de su Autor, presenta misterios que nunca podrán ser
completamente comprendidos por los seres finitos. Pero Dios ha dado en las
Escrituras suficiente evidencia de su autoridad divina. Su propia existencia, su
carácter, la veracidad de su Palabra, lo corrobora un testimonio que toca a nuestra
razón, y ese testimonio es abundante.
En este capítulo aprendimos que no hay nada más antiguo que la Biblia y que esta es
la mejor fuente de historia. La biblia revela la verdadera filosofía de la historia. Por
medio de las profecías Dios nos muestra los acontecimientos venideros al tiempo del
fin y cuáles serían las señales para que su pueblo esté atento. La Biblia es la historia
más antigua y abarcante que poseen los hombres. Nació de la fuente de la verdad
eterna y una mano divina ha preservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el
lejano pasado en el cual en vano trata de penetrar la investigación humana. Solamente
en la Palabra de Dios contemplamos el poder que puso los cimientos de la tierra y
extendió los cielos. Tan solo en ella hallamos un relato auténtico del origen de las
naciones. Únicamente en ella se da una historia de nuestra raza, libre de prejuicios u
orgullo humanos. La Biblia, y nada más la Biblia da una idea exacta de estas cosas.
En ella se revelan las grandes escenas finales de la historia de nuestro mundo,
sucesos que ya proyectan sus sombras, que al aproximarse hacen temblar la tierra
con su ruido y hacen desfallecer de temor a los hombres.
Jesús siempre estudio la Biblia. Los padres necesitan consagrar tiempo diario al
estudio de la biblia con sus hijos. En este capítulo Elena nos invita a que estudiemos
con más ímpetu los libros de apocalipsis y el libro de Daniel, por su valor profético para
el futuro. El estudio de la Biblia nos permitirá prepararnos para los tiempos venideros.
La fuerza mental y espiritual depende directamente del cuerpo, por eso debemos
cuidar la salud de nuestro cuerpo, un aspecto de la buena salud del cuerpo es la
postura al sentarse y el caminar, esta tiene mucho beneficio moral y mental. También
debemos tomar en cuenta nuestra salud mental ya que si no tenemos una mente sana
no podemos enseñar a otros, la salud mental influye mucho en el funcionamiento de
nuestro cuerpo por eso mente sana, cuerpo sano. Puesto que la mente y el alma
hallan expresión por medio del cuerpo, tanto la fortaleza mental como la espiritual
dependen en gran parte de la fuerza y la actividad físicas; todo lo que promueva la
salud física, promueve el desarrollo de una mente fuerte y un carácter equilibrado.
Se debe enseñar a los jóvenes la dignidad del trabajo, enseñarles que Dios trabaja
constantemente. Debemos aprender que el trabajo honrado no degrada a nadie la
educación manual merece más atención de la que se le presta. Mostrarles que Dios
trabaja constantemente. Todos los elementos de la naturaleza cumplen la tarea que se
les ha asignado. Se ve actividad en toda la creación y, para cumplir nuestra misión,
nosotros también debemos ser activos. Al trabajar, somos colaboradores con Dios.
Nos da la tierra y sus tesoros, pero tenemos que adaptarlos a nuestro uso y
comodidad.
A muchas personas no les importa que un vestido sea modesto o hermoso; si la moda
cambia, lo reforman o lo desechan. Los miembros de la familia están condenados a
trabajar incesantemente. No tienen tiempo para educar a los niños, orar o estudiar la
Biblia, ni ayudar a los pequeños a conocer a Dios por medio de sus obras. El amor a la
ostentación produce extravagancia y en muchos jóvenes mata la aspiración a llevar
El valor del sábado como medio de educación es inestimable. El sábado es una señal
del poder creador y redentor; señala a Dios como fuente de vida y conocimiento;
recuerda al hombre la gloria primitiva y así da testimonio del propósito de Dios de
volvernos a crear a su imagen. El sábado y la familia fueron instituidos en el Edén, y
en el propósito de Dios están indisolublemente unidos. En ese día, más que en
cualquier otro, podemos vivir la vida del Edén. Era el plan de Dios que los miembros
de la familia se asociaran en el trabajo y el estudio, en el culto y la recreación, el padre
como sacerdote de su casa, y él y la madre, como maestros y compañeros de sus
hijos. Pero el amor de Dios ha puesto un límite a las exigencias del trabajo. En su día
reserva a la familia la oportunidad de tener comunión con él, con la naturaleza y con
su prójimo.
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos
conviene. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra
debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. La fe reconoce su
derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han
sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en
posesión de estos principios. La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios, es
en sí misma un don del cual se imparte una porción a cada ser humano. La oración y
la fe están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas juntas. En la oración de fe
hay una ciencia divina; es una ciencia que debe comprender todo el que quiera tener
éxito en la obra de su vida. Cristo dice: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá”.
El éxito en cualquier actividad requiere una meta definida. El que desea lograr
verdadero éxito en la vida debe mantener constantemente en vista esa meta digna de
su esfuerzo. Esa es la que se propone hoy a los jóvenes. El propósito señalado por el
cielo de predicar el evangelio al mundo en esta generación, es el más noble que
pueda atraer a cualquier ser humano. Ofrece un campo de acción a todo aquel cuyo
corazón ha sido conmovido por Cristo.
El primer maestro del niño es la madre. En las manos de ella se concentra en gran
parte su educación durante el período de mayor sensibilidad y más rápido desarrollo.
La persona cuya influencia en materia de educación es más poderosa y abarcante, es
la que recibe menos preparación sistemática. Se admite universalmente la necesidad
de la educación preparatoria del maestro; pero pocos reconocen el carácter de la
preparación más esencial. Tiene que poseer no solo fuerza, sino amplitud de mente;
no tan solo un alma íntegra, sino también un gran corazón. La experiencia en la vida
práctica es indispensable. El orden, la prolijidad, la puntualidad, el dominio propio, el
genio alegre, la invariabilidad de disposición, la abnegación, la integridad y la cortesía,
son cualidades esenciales. En toda actividad el maestro ha de practicar
escrupulosamente los principios relativos a la salud. No solamente debe hacerlo por
causa de la relación que esto tiene con su propia utilidad, sino también por causa de
su influencia sobre los alumnos. Necesita ser sobrio en todas las cosas: Un ejemplo en
el régimen alimentario, el vestido, el trabajo y la recreación. El maestro debe ser apto
para su trabajo. Tiene que tener la sabiduría y el tacto necesarios para manejar las
mentes. Por grande que sea su conocimiento científico, por excelentes que sean sus
cualidades en otros ramos, si no logra conquistar el respeto y la confianza de sus
alumnos, sus esfuerzos serán vanos.
En la formación del carácter, ninguna influencia cuenta tanto como la del hogar. La
cooperación tiene que empezar con los padres en el hogar. La obra del maestro
debería complementar la de los padres, pero no ocupar su lugar. Entréguense a Dios y
pídanle ayuda para apoyarse mutuamente. Enseñen a sus hijos a ser fieles al Señor, a
los principios, a sí mismos y a todos aquellos con quienes se relacionan. Serán una
ayuda para sus maestros y un ejemplo y motivación para sus compañeros. No es
probable que los padres que imparten esta educación critiquen al maestro. En esto
fallan muchos padres. Con su crítica precipitada y sin fundamento, a menudo
destruyen completamente la influencia del maestro fiel y abnegado.