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Marco Teorico Zonas de Cizalla: Imagen 12. Esquema de Una Gran Zona de Cizalla y Rocas
Marco Teorico Zonas de Cizalla: Imagen 12. Esquema de Una Gran Zona de Cizalla y Rocas
Marco Teorico Zonas de Cizalla: Imagen 12. Esquema de Una Gran Zona de Cizalla y Rocas
Zonas de cizalla
Según Davis y Reynolds (1996), es una estructura ancha formada bajo condiciones dúctiles a
dúctiles-frágiles compuesta por rocas de la serie milonítica. La intensidad de la deformación dentro
de una zona de zona de cizalla es muy grande. Por ejemplo, granitos afectados por una zona de
cizalla pueden dar el aspecto, y ser erróneamente cartografiados, como ortogneisses, metariolitas o
esquistos o pizarras de origen metasedimentario. En este último caso, la presencia de estructuras S-
C (zona dúctil) da el aspecto de los típicos clivajes de crenulación indicativos de una foliación S 2
superpuesta a una inicial S1.
Las zonas de cizalla pueden tener desde centenares de kilómetros de largo, kilómetros de ancho (y
cortar a escala cortical) hasta solo algunos centímetros de largo por un milímetro de ancho. Las
grandes zonas de cizalla pueden mostrar desplazamientos relativos de los bloques de decenas a
centenares de kilómetros. Muchas veces las zonas de cizalla son en realidad sets de múltiples
subzonas de mayor o menos grado de la deformación, subparalelas a oblicuas entre si, resultando en
una morfología anastomosada. Una zona de cizalla dúctil evoluciona hacia zonas más superficiales
hacia una zona de cizalla más estrecha en régimen dúctil-frágil, dando lugar en las zonas más
someras a una compleja zona de falla frágil.
La composición de las rocas corrientemente denominadas ultrabásicas tiene así una amplia margen
de variación. Entre las facies particulares, las más importantes son las fa- cies originadas en
magmas alcalinos.
La presencia de gabros en las fajas ultrabásicas corresponde a una etapa posterior de intrusión,
después de una fase de segregación profunda o de contaminación siálica del magma. En efecto,
tanto las relaciones espaciales de los gabros con las ultrabásicas, como la ausencia, en los primeros,
de zonación ligada a una sedimentación magmática, impiden admitir una diferenciación
"superficial" ultrabásicas - gabros a partir de un magma de composición intermediaria emplazado en
la serie précambrica.
Imagen 13. Roca Gabro
Diagénesis de sedimentos
La diagénesis incluye la mitificación, término que se refiere a los procesos mediante los cuales los
sedimentos no consolidados se transforman en rocas sedimentarias sólidas (lithos= piedra;
fic=hacer). Los procesos básicos de litificación son la compactación y la cementación.
La salinidad de un suelo se define como la concentración de sales solubles que existe en la solución
del suelo. Las sales que entran en el suelo (por riego y/o otro origen) se concentran como resultado
de la evaporación y traspiración de la planta. Esta concentración de sales en la solución del suelo
produce un aumento del potencial osmótico del agua del suelo. Este incremento afecta a la
absorción del agua por las plantas de forma que las plantas y los cultivos deben consumir una
energía extra para poder extraer el agua de la solución del suelo en el que se concentran las sales.
Se define como salinización del suelo al conjunto de procesos mediante los cuales se acumulan las
sales solubles en la solución del suelo. Estos procesos pueden darse de forma natural en zonas
deprimidas topográficamente, suelos pobremente drenados, y/o clima árido,semiárido o seco-
subhúmedo donde la evaporación supera a la precipitación.
Los minerales salinos ocurren como cemento en rocas estratificadas del tipo brechas y areniscas, así
como en bandas paralelas a la estratificación de estas rocas.
Zonas de cizalla
El depósito de Sn-Cu de San Rafael está situado en el flanco de la Cordillera de Carabaya (Figura
N°), es uno de los depósitos hidrotermales de Sn más grandes del mundo, con una ley promedio
de 4.7%. La mineralización de Sn y el Cu subordinado fue confinada a zonas de cizallas
frágiles de extensión lateral y vertical, generada por la tectónica regional que corta un pequeño
stock monzogranítico a granodiorítico epizonal datado en 24.65 ± 0.20 Ma por 40Ar/39Ar en
biotitas (Clark et al., 2000), de fuerte composición peraluminosa, tipo S con cordierita y
biotita (Kontak y Clark, 2002). Las vetas tienen longitudes mayores a 3 km, 0.5 a 2 m de
Figura N°: Bloques litosféricos defi nidos por Carlier et al. (2005) donde el Altiplano Oriental
cor-responde a la franja de depósitos de Sn-Cu-W relacionados con intrusivos del Pérmico-
Triásico-Jurásico y del Cenozoico.
potencia y rumbo NO-SE, como las de San Rafael, Mariano, Vicente, Jorge, Quenamari y
Nazareth, (Arenas, 2000).
La mineralización se dio en 3 etapas (Kontak y Clark, 2002): La etapa I es estéril, con vetas de
cuarzo-turmalina y brechas que se emplazaron entre 24.10 ± 0.15 Ma (40Ar/39Ar en muscovita
hidrotermal) a una alta temperatura (≤ 580°C), por ebullición de fl uidos salinos que
posiblemente fueron disueltos del fundido granítico, mientras que la casiterita (Etapa II), y las
altas elevaciones de depósitos de calcopirita (etapa III) fueron precipitados por enfriamiento y
no ebullición (Th = 420°-215°C) de fl uidos menos salinos (0-20 wt % NaCl equiv.) datados en
adularia por 40Ar/39Ar en 22.7 a 21.9 a Ma (Kontak y Clark, 2002). Salmueras magmáticas
tempranas son deducidas de haber impregnado la mayor parte del reservorio, mientras que,
alrededor de 2 Ma más tarde, los fl uidos ricos con Sn-Cu de baja temperatura y bajo pH,
fueron canalizados a lo largo de zonas de cizalla.
La edad del Gabro de Cerro Frontino se fundamenta en cuatro dataciones hechas por el método
Ar/Ar step heating dating, una de ellas publicada por Rodríguez y Zapata (2012) a partir de una
diorita piroxénica la cual arrojó una edad de 10.17±0.41Ma en biotita, otra por K/Ar publicada por
Leal (2011) dando como resultado 11.8±0.4 Ma en Bt y las otras dos se reportan en este trabajo,
cuyos resultados se resumen en la Tabla 1, las cuales fueron hechas sobre una piroxenita biotítica y
sobre una cornubianita de la aureola de contacto.
TABLA 1
Una primera observación de las edades obtenidas parece indicar una leve diferencia de cierre entre
las facies más primitivas del plutón (piroxenita biotítica) y facies algo más diferenciadas (diorita
piroxénica), arrojando edades respectivas de 9.87±0.18 Ma y 11.44±0.36 Ma. La edad obtenida en
la aureola de contacto, es un poco más vieja y con un mayor error (12,2±4,6 Ma), podría estar
marcando la intrusión inicial del plutón y edad de cierre de la hornblenda metamórfica dentro de la
aureola de contacto, aunque duplicados del análisis arrojaron edades plateau de 22.7±3.1 Ma y
20.4±3.4 Ma, no siendo claro el significado de estas edades.
Diagénesis de sedimentos
Nos permite identificar los procesos diagenéticos sufridos por una roca al estudiar las
variaciones de la relación 87Sr/86Sr entre minerales primarios y los diagenéticos, así como
identificar posibles áreas fuentes para los fluidos intersticiales que participaron en la diagénesis.
Las condiciones de formación de la celadonita han sido establecidas procesos de interacción fluido-
roca a temperaturas <60º C (Duplay et al., 1989; Gallahan and Duncan, 1994) aunque es un mineral
que puede ser estable hasta los 400 ºC (Velde 1972). Sin embargo, al no existir en la literatura
datos sobre la temperatura de cierre de este mineral, es difícil interpretar el verdadero significado
de una determinación radiométrica K-Ar ó Ar/Ar. Sin embargo, el hecho que la celadonita tenga
una estructura similar a la de las micas incoloras (estructura tipo 1M según Wise y Eugster, 1964),
y dado el pequeño tamaño de sus cristales, consideramos que ésta podría tener una temperatura de
cierre del orden de los 200ºC.
Las edades obtenidas en celadonitas de lavas ande sí tic as y andesítica-basálticas dieron edades
más jóvenes que las edades de emplazamiento de las lavas, permitiendo establecer el intervalo de
edad existente entre el volcanismo y el metamorfismo de muy bajo grado. Conociendo las
condiciones P-T de éste, se puede determinar, además, el gradiente geotérmico imperante
durante los procesos de alteración de muy bajo grado. Sin embargo, las edades obtenidas a partir de
los concentrados de illitas desarrollados en rocas volcanoclásticas dieron valores sin significación
geológica. En este sentido, muestras tomadas en la misma sección en donde se obtuvo una edad en
celadonita de 100±3 Ma dieron edades K-Ar en illitas de 53 a 65 Ma. El análisis ArlAr de las
celadonitas de estas mismas muestras no dieron resultados positivos debido al efecto recoil, como
consecuencia del pequeño tamaño de cristal (Figura. lb).
Minerales de sal
Para estimar los órdenes de magnitud de las cantidades de cada componente que entra anual-mente
en el Salar de Atacama, se multiplican los volúmenes dIO los distintos aportes por las
concentraciones de los componentes considerados. Es de interés acotar que, si bien las aguas de
riego depositan las sales disueltas en los suelos, éstos no se han salinizado con el tiempo, lo que
significa que las sales no se acumulan en ellos. Es probable que las sales sean re disueltas por las
aguas de lluvias y llevadas por la napa subterránea hacia el salar. El riego sustrae parte de las aguas
de aporte al salar pero no sus sales disueltas. Por eso se utilizan en el balance salino los caudales
iniciales de los ríos. Para las aguas superficiales se usan las concentraciones de la TABLA 2, Y para
las aguas subterráneas, las concentraciones promedio calculadas a partir de los datos de Díaz del
Río et al. ‘op. cit.’'. En la tabla 2, se presentan las cantidades de cada componente que entra
anualmente en el salar. A continuación se comparan estas cantidades con las que se encuentran en el
salar de Atacama.
TABLA 2
Cada año entran, como orden de magnitud, 194.000 ton de cloruro de sodio en el Salar de Atacama,
lo que corresponde a una lámina de halita de 0,1 mm sobre la superficie del núcleo (densidad de la
halita = 2,15; porosidad = 18%; superficie del núcleo = 1.100 km2). Por otra parte, Bevacqua
(1992) dio una edad (K-Ar) de 3,1 millones de años para una muestra de ignimbrita
interestratificada a 346 m de profundidad en el núcleo al este del salar.
Considerando que una sola datación en una muestra no permite establecer con certeza una ed3.d, se
continuará la discusión asumiendo como hipótesis que la edad así obtenida, tiene un alto grado de
fiabilidad. De ella se deduce una velocidad promedio de sedimentación de la halita en el Salar de
Atacama de 0,1 mm/año, valor que corresponde exactamente a la velocidad actual je sedimentación
de la halita.