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FLEXIBILIDAD

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FLEXIBILIDAD

ttps://www.youtube.com/watch?v=OtFW6Bunz1Y&t=17s

Introducción

    La educación física y deportiva tiene como una de sus mayores tareas desarrollar en
el individuo el placer y el gusto por la actividad física e incorporarla a sus hábitos de
vida con el fin de poder lograr una buena salud en la población. Partiendo de la idea de
que la salud no es sólo una situación orgánica y funcional positiva, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) definió el concepto como un estado completo de bienestar
físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades
(Meléndez, 2000).

    Entre los requisitos necesarios para que una persona tenga una buena calidad de vida
podríamos destacar la capacidad de ser autónomo y poder ejecutar sus actividades y
hábitos diarios sin necesitar la ayuda de otra persona. Para que esto sea posible, cada
individuo necesita "estar en forma", físicamente hablando, para ejecutar las tareas de su
trabajo, de su vida diaria, durante su tiempo de ocio, etc. En definitiva, estar preparado
para ejecutar cualquier tarea independientemente del fin que ésta posea.

    Un "cuerpo en forma" es un cuerpo que puede moverse, desplazarse, poder ir donde
uno quiera por uno mismo y realizar las tareas necesarias requeridas en cualquier
momento de la vida cotidiana. Para ello, es necesario que cada persona disponga de una
buena, o por lo menos, un mínimo de velocidad, equilibrio, coordinación, fuerza,
flexibilidad, resistencia, ritmo, agilidad, percepción temporal-espacial, percepción
corporal, entre otras cualidades. Todo esto puede ser desarrollado, mejorado o
mantenido a través de la actividad físico-deportiva. Suele estar bastante aceptado que a
través de la práctica de ejercicio físico mejoramos nuestra condición física, la cual
repercute positivamente sobre nuestra capacidad motriz y ésta, a su vez, sobre nuestra
salud.

    Fernández (2003), señala que existen diferentes clasificaciones para las capacidades
motoras pero, según él y otros autores, la más utilizada es la que la clasifica en dos
grupos: las capacidades condicionales y las capacidades coordinativas.

    Según Castañer y Camerino (1993), las capacidades condicionales o capacidades


físicas básicas se definen como el conjunto de componentes de la condición física que
intervienen, en mayor o menor grado, en la consecución de una habilidad motriz. Para
Fernández (2003) dichos componentes reciben influencia de diversos factores
relacionados con aspectos metabólicos, morfofuncionales o genéticos, entre otros. Las
capacidades físicas básicas a las que nos referimos son la fuerza, la resistencia, la
velocidad y la flexibilidad.

    De acuerdo con Fernández (2003), las capacidades coordinativas son capacidades


sumamente complejas que influyen en la calidad del acto motor y en toda la actividad
que implique movimiento dentro de la actividad humana. Están representadas por
elementos sensorio-motrices que se manifiestan en una mayor o menor capacidad del
individuo para el control y la regulación del movimiento.

    En este artículo realizaremos una exposición teórica sobre la flexibilidad por tratarse
de una de las cualidades físicas más importantes, que más se manifiesta en todas las
acciones humanas y que, sin embargo, más se pierde progresivamente a lo largo de la
vida. Citaremos también algunos de los tests más utilizados y los métodos más comunes
de evaluación de esta capacidad.

Concepto

    La vistosidad y la belleza de los movimientos corporales que tienen lugar en


actividades de representación artística como la danza, la natación sincronizada o la
gimnasia rítmica, así como en otros movimientos menos complejos como la marcha, la
carrera, sentarse en una silla o conducir un vehículo, dependen, en mayor o menor
medida, de la amplitud de movimiento y movilidad articular de los segmentos
corporales. Esta capacidad de movimiento está directamente condicionada por el nivel
de flexibilidad.

    Según Alter (1996), la flexibilidad puede ser definida de diferentes formas,


dependiendo del contexto físico-deportivo o, si nos referimos al ámbito de la
investigación, de los objetivos o diseño experimental. Villar (1987) la define como
la cualidad que, en base a la movilidad articular y elasticidad muscular, permite el
máximo recorrido de las articulaciones en posiciones diversas, permitiendo al sujeto
realizar acciones que requieran gran agilidad y destreza.

    Por otro lado Araújo (1987; 2001; 2002; 2003) en numerosos textos sostiene que la
flexibilidad puede entenderse como la amplitud máxima fisiológica pasiva en un
determinado movimiento articular. Según este enfoque, la flexibilidad sería específica
para cada articulación y para cada movimiento.

    La flexibilidad comprende propiedades morfo-funcionales del aparato locomotor que


determinan las amplitudes de los distintos movimientos del deportista o de las personas
(Platonov y Bulatova, 1993).

    Arregui-Eraña y Martínez de Haro (2001) definen la flexibilidad como la capacidad


física de amplitud de movimientos de una sola articulación o de una serie de
articulaciones.

    Para Martínez-López (2003), la flexibilidad expresa la capacidad física para llevar a


cabo movimientos de amplitud de las articulaciones, así como la elasticidad de las
fibras musculares.

    Durante mucho tiempo, los estudios sobre flexibilidad estuvieron orientados hacia el
entrenamiento deportivo sin embargo, actualmente, el énfasis en esa discusión ha
cambiado. Según Araújo (1999) y Araújo y Araújo (2000), hoy la flexibilidad es
estudiada como una de las principales variables de la condición física relacionada con la
salud. Tal hecho es señalado por Coelho y Araújo (2000) al afirmar que, en los
programas de ejercicio físico, la flexibilidad empieza a tener más reconocimiento y
valor, lo que puede representar una mejoría de la calidad de vida relacionada con la
salud.

Importancia de la flexibilidad

    Sanchez y cols. (2001), Di Cesare (2000), y Annicchiarico (2002), señalan que una
buena flexibilidad permite: 1) limitar, disminuir y evitar el número de lesiones, no sólo
musculares, sino también articulares; 2) facilitar el aprendizaje de la mecánica; 3)
incrementar las posibilidades de otras capacidades físicas como la fuerza, velocidad y
resistencia (un músculo antagonista que se extiende fácilmente permite más libertad y
aumenta la eficiencia del movimiento); 4) garantizar la amplitud de los gestos técnicos
específicos y de movimientos más naturales; 5) realizar y perfeccionar movimientos
aprendidos; economizar los desplazamientos y las repeticiones; 6) desplazarse con
mayor rapidez cuando la velocidad de desplazamiento depende de la frecuencia y
amplitud de zancada; 7) reforzar el conocimiento del propio cuerpo; 8) llegar a los
límites de cualquier región corporal sin deterioro de ésta y de forma activa; 9) aumentar
la relajación física; 10) estar en forma; 11) y reforzar la salud.

Tipos de flexibilidad

    Alter (1996), señala que el tipo de flexibilidad es específica al tipo de movimiento y


depende de la velocidad y del ángulo de dicho movimiento, no sólo de la Amplitud de
Movimiento - AM o ADM. Amplitud de Movimiento, de acuerdo con Norris (1996),
hace referencia a la longitud del músculo en cualquier punto del movimiento (Range of
Motion - ROM) mientras para Alter (1996) y Monteiro (2000) es la libertad de
movimiento de una articulación.

    En la literatura pueden encontrarse numerosas clasificaciones de flexibilidad


(Platonov y Bulatova, 1993; Alter, 1996; Di Cesare, 2000; Monteiro, 2000; Sánchez y
cols., 2001). A continuación pasamos a recoger algunas de las más significativas
(Figura 1).

    De acuerdo con Di Cesare (2000), la flexibilidad puede ser:

 Flexibilidad general: es la movilidad de todas las articulaciones que permiten


realizar diversos movimientos con una gran amplitud;
 Flexibilidad especial: consiste en una considerable movilidad, que puede llegar
hasta la máxima amplitud y que se manifiesta en determinadas articulaciones,
conforme a las exigencias del deporte practicado.

    Sánchez y cols. (2001), describen tres tipos de flexibilidad:

 Flexibilidad anatómica: es la capacidad de distensión de músculos y


ligamentos, las posibilidades estructurales de garantizar la amplitud de un
determinado movimiento a partir del grado de libertad que posea cada
articulación de forma natural;
 Flexibilidad activa: es la amplitud máxima de una articulación o de
movimiento que puede alcanzar una persona sin ayuda externa, lo cual sucede
únicamente a través de la contracción y distensión voluntaria de los músculos
del cuerpo.
 Flexibilidad pasiva: es la amplitud máxima de una articulación o de un
movimiento a través de la acción de fuerzas externas, es decir, mediante la
ayuda de un compañero, un aparato, el propio peso corporal etc.

Factores que limitan e influyen en la flexibilidad

    El hombre es un ser en movimiento y la movilidad humana solo es posible gracias al


trabajo articular a través de un sistema de bisagras y palancas que ofrecen varias
posibilidades de movimientos por causa de los ligamientos, tendones, huesos, músculos
y otras estructuras que componen el sistema músculo-esquelético.

    Para poder obtener una buena flexibilidad, las fibras musculares deben tener
capacidad para relajarse y extenderse, por lo tanto, esa capacidad depende de las
diferentes condiciones externas y del estado del organismo.

    La flexibilidad está determinada, en gran medida, por factores de carácter


morfofuncional y biomecánico. Sánchez y cols (2001) afirman que los factores
fundamentales que influyen en la flexibilidad están vinculados a aspectos
morfofuncionales, biomecánicos y metodológicos, asociados estos últimos a la
dosificación y a los tipos de ejercicios realizados. Otros autores sostienen hipótesis
diferentes, condicionando el desarrollo de la flexibilidad a elementos que determinan la
expresión del potencial físico del hombre, como los factores hereditarios, el medio
social o el medio natural (Figura 2).

    La amplitud del movimiento depende de la mayor o menor movilidad de una


articulación. Dicha amplitud está directamente relacionada con los límites anatómicos, y
puede verse limitada por diferentes elementos, como por ejemplo, los ligamentos
(incluida la cápsula articular), la longitud y la extensibilidad de los músculos y
aponeurosis, los tendones, la interposición de partes blandas o los topes óseos. Sin
embargo, pueden existir diferencias individuales en las articulaciones, así como
diferencias entre el lado derecho y el lado izquierdo del cuerpo. Ambas situaciones
pueden manifestarse a través de una limitación del movimiento o, por lo contrario, de un
aumento de su amplitud.
    La amplitud máxima permitida por la construcción de una articulación, como norma
general, está en cierta medida limitada por el sistema ligamentoso y muscular. La
posibilidad de realizar un movimiento que admita su estructura será más amplio en la
medida en que cuente con la energía y las condiciones necesarias para realizar una
mayor distensión del plano muscular sujeto a elongación. Además, cuanto más elásticos
sean los ligamentos, menor será la limitación.

    Otro aspecto importante es la estructura de las articulaciones y sus posibilidades en


cuanto a sus grados de libertad. De acuerdo con Sánchez y cols. (2001), las
articulaciones pueden ser de 3, 2, y 1 grados de libertad. Las articulaciones de grado 3
son grandes articulaciones que poseen movimientos de flexión, extensión, rotación y
circunducción (ejemplo: la articulación coxo-femoral). Las de grado 2 ejecutan
flexiones, extensiones y torsiones (ejemplo: la articulación cubital). Las de grado 1 solo
ejecutan flexiones y extensiones (ejemplo: la interfalángica).

    Otra de las variables que limita la flexibilidad es la edad. Los estudios que se ocupan
de la relación entre la edad y la flexibilidad nos muestran que ocurren cambios
significativos en la magnitud de la superficie articular, la elasticidad de los músculos y
segmentos de los discos vertebrales, lo que condicionan cambios y nivel de desarrollo
de la flexibilidad. En términos generales, la flexibilidad disminuye gradualmente desde
el nacimiento hasta la vejez. De acuerdo con Beighton y Horan (1970), la flexibilidad
varía inversamente con la edad, es mayor en las mujeres, hay diferencias entre géneros,
de tal forma que a partir de los 5 - 6 años de edad esa diferencia se manifiesta más
acentuada y, en término medio, las mujeres son más flexibles que los varones si
tomamos como referencia una misma edad.

    Para Grosser y Müller (1992), las etapas del desarrollo en las cuales se manifiesta una
mayor flexibilidad se prolongan hasta los doce años, aproximadamente. A partir de esa
edad, la flexibilidad será más limitada con el paso de los años y su evolución ocurrirá de
forma negativa. Probablemente, la causa de de todo ello radica en la liberalización de
andrógenos y estrógenos en el organismo. Según Sanchez y cols. (2001), la mayor
movilidad en las articulaciones se observa entre los 10-14 anos. En estas edades, el
trabajo para desarrollar la flexibilidad resulta 2 veces mas efectivo que en edades
adultas.

    Estos autores señalan que la manifestación de la flexibilidad se ve influenciada por


las horas del día, variando durante su transcurso. La menor flexibilidad suele registrarse
durante las primeras horas de la mañana, al levantarse, incrementándose gradualmente
con el paso de las horas. Los registros más elevados ocurren entre el medio día y las dos
de la tarde, siendo al anochecer cuando comienza su descenso.

    La temperatura, ya sea ambiental o corporal, es otra variable que influye en la


manifestación de la flexibilidad. En cuanto a la temperatura del entorno, suele estar
aceptado que en ambientes fríos ocurre una disminución de la flexibilidad debido a la
influencia negativa de la temperatura externa sobre la temperatura interna. Una
temperatura corporal adecuada afecta positivamente a las estructuras músculo-
tendinosas, ya que se aumenta la elasticidad de estas estructuras. La elevación de la
temperatura corporal, a través principalmente de ejercicios físicos, es más fácil de
conseguir si el día o el ambiente de trabajo son más cálidos. Cuando la temperatura
corporal se eleva, se acompaña de un aumento del aporte sanguíneo a los músculos y de
una disminución de la fricción entre sus estructuras, lo que hace que las fibras
musculares sean más elásticas.

    Algunas personas son más flexibles por su condición genética. También puede haber
otras que, estando habituadas a realizar actividad física y/o entrenamiento, llegan a ser
más flexibles que aquéllas que han seguido un estilo de vida sedentario. Así mismo, las
lesiones y/o enfermedades y/o accidentes pueden afectar negativamente a la movilidad
natural y normal de una articulación.

    Otro factor que influye decisivamente en el desarrollo de la flexibilidad es la


dosificación. Por medio de ejercicios sistemáticos se puede elevar en cierto grado la
elasticidad del sistema músculo-ligamentoso y, consecuentemente, la movilidad en la
articulación, logrando una mejor flexibilidad. Se debe dedicar un cierto tiempo a los
ejercicios, repetirlos de forma sistemática un gran número de veces combinando la
flexibilidad activa con la pasiva y con ejercicios de reposo, como también combinar con
otros tipos de flexibilidad, de ejercicios y trabajos.

    La literatura también señala que cuando los trabajos para desarrollar esta capacidad
son realizados durante estados emocionales positivos, los resultados son mayores que
cuando son llevados a cabo en momentos de depresión.

Tipos de trabajo para el desarrollo de la flexibilidad

    Sin duda alguna, la flexibilidad es específica para cada articulación y para cada
movimiento. Incluso dos articulaciones simétricas de un mismo individuo pueden
presentar diferencias entre ellas. La flexibilidad depende del tipo de articulación, de la
longitud y elasticidad de los músculos y ligamentos, de la resistencia del músculo contra
el cual se ha de trabajar en el estiramiento y de las partes blandas situadas alrededor de
la articulación. Para Platonov y Bulatova (1993), depende también de la eficacia de la
regulación nerviosa de la tensión muscular.

    Annicchiarico (2002), señala que el mantenimiento de posturas incorrectas durante


períodos prolongados trae como consecuencia una pérdida de extensibilidad y
elasticidad de los músculos, lo que supone una pérdida de flexibilidad. La insuficiencia
de ejercicio, las condiciones laborales sedentarias actuales, la prolongada posición
sentada de los niños/as en el colegio y frente al televisor, etc. son determinantes que
hacen que las personas adopten posiciones nocivas que, posteriormente, conducen hacia
posturas incorrectas, llegando a convertir actitudes normales en deformaciones.

    Cualquier movimiento del hombre ocurre, principalmente, debido a la contracción de


los músculos necesarios para la ejecución del movimiento (agonistas) y depende de la
movilidad de las articulaciones, la cual está limitada, en mayor medida, por los
músculos que se sitúan o se insertan cerca de ellas. Esa contracción es acompañada por
la relajación y extensión de los músculos antagonistas. Cuando la amplitud del
movimiento no es muy grande, la extensión de los músculos antagonistas tampoco lo
suele ser. Cuanto mejor sea la capacidad de extensión de los músculos antagonistas,
mayor será la movilidad de las articulaciones. Y cuanto menor sea su resistencia al
movimiento, la ejecución se podrá hacer con más facilidad. La capacidad de las fibras
musculares para extenderse se puede ver incrementada bajo la influencia del
entrenamiento.

    Generalmente se considera que una mala flexibilidad puede deberse a una falta de
control para relajar los músculos antagonistas. Otro factor puede relacionarse con una
insuficiente armonía de los procesos nerviosos que regulan la tensión y la relajación de
los músculos.

    Según Alter (1998), los programas de entrenamiento de la flexibilidad presentan


ventajas cualitativas y/o cuantitativas como: unión del cuerpo, de la mente y del
espíritu; relajación del estrés y de la tensión; relajación muscular; desarrollo espiritual y
autoconocimiento; mejora de la condición física, postura y simetría corporal; reducción
del dolor lumbar; alivio del dolor muscular; mejora en el desempeño de ciertas
aptitudes; reducción del riesgo de lesiones; disfrute y gratificación personal.

    En un estudio realizado por Sanchez y cols. (2001) se recomienda que los ejercicios
deben ser ejecutados de forma repetida a través de ejercicios activos, pasivos, de pausa
sostenida o combinados, entre otros tipos de métodos y ejercicios.

    Un programa para desarrollar flexibilidad debe contener trabajos y ejercicios de


estiramiento (stretching). Según Norris (1996), para que los estiramientos sean efectivos
y prevengan al individuo de padecer lesiones, deben ser aplicados sobre base de unos
buenos principios biomecánicos.

    Así como hay diferentes tipos de flexibilidad, hay también distintos tipos de
estiramientos. Encontramos en la bibliografía varias clasificaciones. Una de ellas
distribuye los ejercicios de estiramiento en dinámicos (significa que involucran
movimiento) - activos y pasivos o estáticos (significa que no involucran ningún
movimiento) - activos y pasivos. Los estiramientos dinámicos afectan a la flexibilidad
dinámica, mientras que los estiramientos estáticos a la flexibilidad estática. Los
ejercicios activos son ejecutados por la propia persona y los ejercicios pasivos son
ejecutados con la ayuda de un compañero, aparato o cualquier otro recurso (ejemplo:
una toalla, la pared, un banco, etc.).

    Otra clasificación distribuye los diferentes tipos de estiramientos en: estiramiento


balístico; estiramiento dinámico; estiramiento activo; estiramiento pasivo; estiramiento
estático; estiramiento isométrico; estiramiento FNP o metodología de Solveborn (Figura
3).
    En el estiramiento balístico se busca utilizar la velocidad adquirida por el cuerpo o
por un miembro en un esfuerzo para forzarlo más allá de su posición normal de
movimiento. Se hace un balanceo con una parte del cuerpo para llevarla más allá de su
ángulo normal (ejemplo: balancear el tronco para llevar la punta de los dedos de las
manos a tocar en la punta de los dedos de los pies).

    El estiramiento dinámico, según Kurz (1994) y Di Cesare (2000), supone llevar


gradualmente y de forma creciente los segmentos corporales hasta ángulos superiores a
los iniciales. Esta basado en un estiramiento máximo de la musculatura deseada y
conduce a la aparición del reflejo de estiramiento que provoca una reacción muscular
inmediata de defensa que actúa contra dicho estiramiento. Debe ser ejecutado en series
de 8-10 repeticiones. No se debe confundir el estiramiento dinámico con el estiramiento
balístico. El estiramiento dinámico consiste, por ejemplo, tomar una pierna y realizar
balanceos suaves con el brazo que la toma elevando los límites de su ángulo de
movimiento. Este estiramiento mejora la flexibilidad dinámica y es bastante útil como
parte del calentamiento general.

    El estiramiento activo también es llamado estiramiento estático - activo. Es aquél


donde la persona asume una posición y mantiene la amplitud adoptada sin la ayuda de
otra fuerza externa que no sea la de los propios músculos agonistas. La posición debe
ser sostenida durante 10-15 segundos. Ese estiramiento mejora la flexibilidad activa y
fortalece los músculos agonistas.

    El estiramiento pasivo también es llamado estiramiento relajado, o estiramiento


estático - pasivo. Es aquél donde la persona asume una posición sin la intervención de la
musculatura agonista, es decir, con la ayuda de la gravedad, con la ayuda de un
compañero o algún otro aparato. Utiliza la tracción en su forma de ejecución más
conocida y se alarga el músculo hasta la posición de estiramiento por contracción de sus
antagonistas. El músculo, después de ocupar su posición de estiramiento, se alarga aún
más por una pequeña variación de la posición. Dicha variación se puede producir por la
gravedad, la propia fuerza del músculo, un asistente o un aparato. Su ejecución debe ser
lenta, mantener el estiramiento por más de 10 segundos para evitar, en lo posible, la
provocación del reflejo miotático y poder así alargar el músculo distendido sin
contracciones reflejas perturbadoras. Este estiramiento es bueno cuando se desea hacer
una recuperación activa y/o para reducir la fatiga muscular después de una actividad o
un entrenamiento. Los aspectos relacionados con los procesos neuromusculares en los
estiramientos serán tratados más adelante.

    El estiramiento estático consiste en estirar un músculo (o grupo de músculos) a su


punto más lejano y mantener esa posición. Algunos autores no hacen diferencia entre el
estiramiento estático y el estiramiento pasivo, pero, según Alter (1998), no se debe
confundir con el estiramiento pasivo ya que en éste, la persona está relajada (pasiva) y
una fuerza externa (una persona o un aparato) es aplicada sobre la articulación a través
de su movimiento.

    El estiramiento isométrico es un tipo de estiramiento estático (no usa movimiento)


que involucra la resistencia de grupos de músculos a través de las reducciones
isométricas (tensándose) de los músculos estirados. La forma más común de mantener
la resistencia requerida para un estiramiento isométrico es asumir la posición de un
estiramiento pasivo para el músculo deseado y aplicar una resistencia por ejemplo, con
la fuerza de las propias manos sobre los segmentos corporales, o a través de un
compañero o usando un implemento externo como una pared, el suelo, etc. Se debe
mantener la tensión isométrica durante 7-15 segundos sin que se produzca ningún
movimiento.

    El estiramiento FNP (Facilitación Neuromuscular Propioceptiva) o metodología de


Sovelborn, en realidad, no es un tipo de estiramiento sino que es una técnica combinada
de estiramiento pasivo y estiramiento isométrico para lograr el máximo de la
flexibilidad estática donde la distensión de la musculatura ocurre por procesos
neurofisiológicos. El método FNP se refiere a técnicas en las que un grupo de músculos
se estira pasivamente, posteriormente se acorta isométricamente contra una resistencia
intentando volver a la posición inicial de estiramiento, y tras una relajación de la
tensión, se aumenta finalmente la amplitud de la articulación de forma pasiva,
aumentado el ángulo resultante del movimiento. Para efectuar este estiramiento,
normalmente se suele contar con la participación de un compañero que proporciona la
resistencia contra la reducción isométrica, así como para movilizar los segmentos
articulares de forma pasiva y ampliar el ángulo de movimiento. Sin un compañero
también podría realizarse, aunque resultaría menos eficaz. Este estiramiento,
actualmente, se constituye como la forma más rápida y eficaz de aumentar la
flexibilidad estática - pasiva. Inicialmente se recomienda hacer de 3 a 5 repeticiones por
grupo muscular, aunque algunos autores recomienden realizar tan sólo una repetición
por cada grupo en cada sesión. El descanso debe ser de 20 segundos entre cada
repetición. Además, como el estiramiento FNP es muy activo e intenso, se debe realizar
tan sólo una vez por día en cada grupo muscular trabajado (Alter, 1998; Sarría y Pérez,
2003).

Cuidados necesarios al trabajar la flexibilidad

    En realidad, la flexibilidad excesiva va en detrimento de la estabilidad y protección


deseados y puede predisponer a lesiones articulares.

    Cuando se comienza a realizar trabajos dirigidos al desarrollo de la flexibilidad, la


bibliografía específica señala que deben tenerse ciertas precauciones. Previo a cualquier
ejercicio, debe hacerse un calentamiento general compuesto de ejercicios que eleven la
temperatura corporal, que preparen las articulaciones que serán trabajadas, así como
estiramientos musculares (estáticos y dinámicos), en función del trabajo posterior
seleccionado. El calentamiento de las sesiones de flexibilidad debe ser profundo y bien
dosificado, que permita lubricar perfectamente las estructuras articulares y disminuir la
fricción debido al aumento de la temperatura interna, con el fin de prevenir ante futuras
lesiones causadas por la intensidad de los ejercicios.

    La estabilidad postural es un factor de seguridad muy importante cuando se realizan


ejercicios de estiramiento. Una posición inestable puede hacer que la persona se
tambalee o caiga, aumentando los riesgos que puede llegar a tener un estiramiento,
asociados generalmente a distensiones en músculos y articulaciones.

    Con respecto a la estabilidad de un cuerpo físico, Norris (1996), señala dos elementos
que deben ser considerados: en primer lugar, la posición del centro de gravedad, y en
segundo, el tamaño de la base de apoyo o base de sustentación. Un centro de gravedad
más bajo y una base de apoyo más amplia harán que el la posición adoptada sea más
estable. A su vez, el grado de estabilidad es proporcional a la distancia entre la línea de
gravedad y los límites externos de la base de apoyo.

     Estos mismos principios son aplicados cuando se realizan ejercicios físicos. Por
ejemplo: cuando se realizan acciones de pie, el centro de gravedad se sitúa bastante alto,
por lo que, si queremos conseguir una posición más estable, los pies deben separarse,
aumentando la base de apoyo. Si además se flexionan las rodillas, el centro de gravedad
bajará y aumentará aún más la estabilidad. En ejercicios que exijan una movilidad, la
base de apoyo se debe ampliar en la dirección del movimiento. Por ejemplo, cuando si
balancean los brazos hacia delante y atrás, debe adoptarse una posición con las piernas
abiertas con un pie hacia delante y otro hacia atrás, mientras que si se mueven de un
lado a otro, los pies deben estar uno al lado del otro.

    Los ejercicios para desarrollar flexibilidad se realizan con diferentes ritmos y rapidez.
La velocidad de ejecución está directamente relacionada con las particularidades del
movimiento o de la tarea que se desea ejecutar. Nos referimos en este caso, a ejercicios
de resorte con flexiones - extensiones, pendulares, con tensiones estáticas y ejercicios
con compañeros, aparatos o pesos. Suelen realizarse grupos de ejercicios en series
repetidas con una amplitud que se eleva gradualmente. Los ejercicios de cada grupo
pueden hacerse uno tras otro (en cadena) o con pausas de recuperación no demasiado
elevadas.

    La movilidad en las articulaciones exige un gran número de repeticiones de cada


ejercicio, por lo que debe ponerse especial atención en la selección de los ejercicios de
tal forma que mantengan el interés y la motivación del individuo elevada y no se fatigue
mentalmente.

    Antes de se prescribir un trabajo para desarrollar la flexibilidad resulta necesario


hacer una evaluación de esta cualidad física en el individuo, así como otros aspectos
relacionados. Existe un gran número de tests e instrumentos para evaluar la flexibilidad.
Éstos deberán ser seleccionados teniendo en cuenta el tipo de practicante y los objetivos
propuestos.

Evaluación de la flexibilidad
    La selección de tests y la utilización de instrumentos para la evaluación de la aptitud
física es uno de los criterios básicos que muchos profesionales asumen para obtener
información objetiva de una persona que se enfrenta a la práctica de ejercicio físico.

    Para ello es necesario que las evaluaciones se realicen de acuerdo con los protocolos
adecuados que se establecen en la literatura científica del área, y se empleen los
instrumentos apropiados para cada uno, así como en función de lo que se pretende
medir. Paralelamente, se exige que la manipulación de los instrumentos de evaluación
garantice un uso correcto y adecuado, y se reproduzca, en la medida de lo posible, el
contexto de evaluación a través del control de variables como la hora o el momento en
la que se lleva a cabo, las condiciones en las que se produce, etc.

    De acuerdo con Norkin y White (1977), la evaluación de la flexibilidad es


importante, ya que va a permitir al profesor de educación física, al profesional de la
salud o del entrenamiento, evaluar el nivel de esta capacidad, las disfunciones
musculares o articulares, la predisposición hacia patologías del movimiento, así como
los avances en el entrenamiento y en la recuperación funcional.

    Martínez-López (2003), afirma que seleccionar pruebas de flexibilidad es una tarea


difícil, ya que por un lado existen pocos tests comprobados como válidos y fiables y,
por otro, es muy complicado aislar la movilidad de cada grupo articular sin involucrar a
los demás, siendo dificultoso establecer hasta qué punto intervienen unos y otros.

    Achour-Júnior (1999), señala que evaluar la flexibilidad en los individuos es


interesante para poder conocer en qué nivel se encuentran y poder desarrollar programas
de ejercicio físico con los cuales se alcance un nivel óptimo en función de los
requerimientos en diferentes contextos, como pueden ser el ámbito deportivo o aquéllos
orientados a la salud. La cuantificación de la flexibilidad suele ser sencilla, sin embargo,
definir valores precisos y absolutos de la amplitud de movimiento en cada articulación
aún está por definir.

    Una gran parte de la literatura adopta la escala de 180 grados para determinar la
amplitud de movimiento. La definición y el conocimiento de los valores normales en los
segmentos corporales facilitarán la comparación durante las fases del entrenamiento del
deportista, del ciudadano o del enfermo. En la población normal es difícil encontrar
sujetos cuya AM sea superior a 180 grados. En deportistas ésto sí puede ocurrir,
principalmente en deportes donde esta cualidad es sumamente característica y
fundamental.

    Monteiro (2000) señala que los métodos para medir y evaluar la flexibilidad pueden
ser clasificados, de acuerdo con las unidades de medida, en tres tipos de tests:

    Tests adimensionales: cuando no existe una unidad convencional para expresar los


resultados obtenidos, como grados angulares o centímetros. No dependen de
equipamientos y utilizan únicamente criterios o mapas de análisis previamente
establecidos (ejemplo: Flexitest modificado por Araujo en 1986 y el test utilizado por
Bloomfield y col. en 1994);
    Tests lineares: se caracterizan por expresar los resultados en escala de distancia, en
centímetros o plegadas. Se emplean cintas métricas, reglas o metros (ejemplo: el test
clásico utilizado hasta hoy de sentar y alcanzar de Wells);

    Tests angulares: cuando los resultados son expresos en grados. Se emplean


instrumentos propios para medir los ángulos, como los goniómetros, mecánicos o
electrónicos. Los más utilizados son el goniómetro universal y el goniómetro pendular o
flexómetro.

    Para medir la flexibilidad de los sujetos, Martínez-López (2003) señala que se han
ideado varias técnicas directas de laboratorio y otras pruebas de campo que miden,
sobre todo, la flexibilidad estática. Las técnicas directas de laboratorio utilizan
el goniómetro, instrumento fiable para medir los ángulos de desplazamiento de las
articulaciones, es decir su amplitud. Durante su aplicación, se hace coincidir el eje del
instrumento sobre el fulcro de la articulación y los brazos del goniómetro con los
segmentos móviles de la misma. De acuerdo con Paish (1992), se debería realizar dos
intentos en cada medida, registrando el mejor de ellos.

    Martínez-López (2003), destaca además otro instrumento similar al citado


anteriormente, muy extendido y ampliamente utilizado para medir amplitudes
articulares. Nos referimos al flexómetro de Leighton (Leigthon, 1966) cuya escala es
de 360 grados, lo que posibilita evaluar personas que presenten un gran nivel de
flexibilidad. Este instrumento registra la flexibilidad angular, es decir, la amplitud de
movimiento que un segmento corporal puede alcanzar expresada en grados. Consta de
un marcador y un indicador; la diferencia entre los ángulos de la articulación,
establecida en los extremos del movimiento, se mide en relación a la fuerza de tracción
de la gravedad sobre el marcador y el indicador. Según la literatura, este instrumento
alcanza una fiabilidad situada entre el 0,90 y 0,99.

    Existen otros métodos de laboratorio para medir la flexibilidad según Platonov y


Bulatova (1993): el método óptico y el método radiográfico, sin embargo, están
menos extendidos.

    Martínez-López (2003) afirma que hay otra serie de tests para evaluar la flexibilidad,
cuyos resultados obtenidos suelen expresarse en centímetros. Moras (1992) cita: el giro
(rotación) de hombros con bastón; el spagat frontal (o de través - Figura 4) o lateral; el
puente (o Test de Flop); o la abducción de las extremidades inferiores, sin embargo no
se han mostrado del todo fiables. El propio Moras (1992) ha corroborado que el test
flexométrico, en el cual se emplea el flexómetro, presenta mayor validez, permitiendo
obtener el ángulo real de apertura a partir de la distancia de separación de las
extremidades, independientemente de las características morfológicas del sujeto. Estos
resultados se expresan en grados, cuando, de forma generalizada, los tests de medición
de flexibilidad lo hacen en centímetros.
    Encontramos otros tests o pruebas para evaluar la flexibilidad como por ejemplo:
flexión del tronco adelante desde posición de pié (Figura 5); extensión de tronco hacia
atrás; hiperextensión de espalda en plinto; extensión de brazos y manos con pica;
flexión profunda del cuerpo; flexibilidad de columna sobre plinto; cuadriceps o Test de
Ely; la banda iliotibial o Test de Ober; abductores de la cadera; flexibilidad de hombro;
extensión en paso de valla; apertura de piernas desde tumbado; flexión de tobillo;
flexión lateral del tronco; flexión lateral de tronco con brazos arriba; elevación de
cadera hacia delante; torsión de tronco, y muchos otros que no son citados en este
trabajo.

    Los hallazgos muestran, según la literatura estudiada, que los tests que registran la
flexibilidad en una escala lineal, en realidad, no miden lo que en teoría se proponen
medir, no presentan coeficientes de fiabilidad ni resultados de validez, sufren influencia
de las medidas antropométricas y del biotipo de cada persona, y se ven influidos por la
acción de la musculatura próxima a la articulación/musculatura responsable del
movimiento articular evaluado. Además, aún siendo posible su utilización, no
reconocidos o avalados por ningún organismo o autor. Sin embargo, por su sencillez,
por el poco tiempo requerido en su aplicación, así como por su bajo coste, algunos de
ellos son empleados en determinados contextos, principalmente en contextos escolares.

    Hoeger y Hopkins (1992), Minkler y Patterson (1994), Hui y Yen (2000), entre otros,
señalan que un protocolo muy utilizado para evaluar la flexibilidad, cuyo resultado se
obtiene en centímetros, es el test Sentar y Alcanzar (Sit and Reach Test) (Wells y
Dillon, 1952). Esta prueba (Figura 6) se utiliza comúnmente para evaluar la flexibilidad
de la zona lumbar, aunque su calidad como herramienta de evaluación suscita
controversia, ya que a pesar de estar diseñada para determinar el grado de flexibilidad
de esta región corporal, intervienen también otras zonas que afectan a los resultados
obtenidos. En los estudios realizados por Jackson y Baker (1986) en personas con
edades comprendidas entre 13 y 15 años, se observó una correlación entre esta prueba y
las musculaturas implicadas (con los isquiotibiales, con toda la espalda, con la parte
superior de la espalda y con la zona lumbar). En otro estudio realizado por el Instituto
Bonaerense en 1995, en el que se evaluó una muestra de más de 65.000 alumnos de
diferentes edades, se observó que existía una gran dispersión con respecto a los
resultados en cada grupo de edad. Además, los diferentes estudios encontrados en la
literatura muestran resultados contradictorios en los parámetros de fiabilidad y validez.
(Jackson y Langford, 1989; Hoeger y Hopkins, 1992; Hui y cols., 1999).

    Posteriormente surgió el test Sentar y Alcanzar Modificado (Modified Sit and


Reach Test) (Hoeger y Hopkins, 1992). Al igual que la anterior prueba, también suscita
controversia por su cuestionada idoneidad (Minkler y Patterson, 1994; González-Millán,
1997-98; Hui y cols., 1999; Hui e Yen, 2000; Arregui-Eraña y Martinez De Haro, 2001;
Ioushin, 2001). Antes del inicio del test es necesario realizar una medición de partida.
En este sentido, el ejecutante mantiene la posición standard inicial de la prueba
tradicional, sólo que el ejecutante debe estar sentado en el suelo con las piernas
extendidas, la planta de los pies encostadas en el cajón y apoyando su espalda y su
cabeza sobre una pared, sus brazos deberán estar extendidos para delante donde deberá
llevar las manos al frente, una superpuesta sobre la otra y la punta de los dedos en
contacto con la cinta métrica. El evaluador deberá, en ese momento, marcar ese punto
como el punto cero o de inicio (medición de partida). Tras esta posición, el ejecutante
inicia el test deslizando las manos sobre el cajón debiendo lograr alcanzar la máxima
distancia con sus manos. Deberá realizar tres intentos, tomando como válido el mejor de
los tres (Figura 7).

    Como señalábamos en párrafos anteriores, otro test para evaluar la flexibilidad es


el Flexitest (Araújo, 1987; 2001; 2002; 2003; Araújo y Araújo, 2000; 2004),
originalmente elaborado y descrito por Pavel y Araujo (1980). A través de esta prueba
se pretende registrar la flexibilidad pasiva máxima de 20 movimientos articulares
corporales, que se convierten en 36, si consideramos las articulaciones bilateralmente.
Todos los movimientos deben ser ejecutados y evaluados en una determinada secuencia.
La evaluación se realiza comparando el movimiento realizado por la persona en cada
articulación con respecto a mapas de análisis o dibujos previamente establecidos (Figura
8). En cada mapa aparece un mismo movimiento representado con diferentes grados de
amplitud. Cada nivel de amplitud tiene un valor, el cual es asignando en función de la
amplitud alcanzada por el sujeto. Las articulaciones implicadas en el test son: tobillo,
rodilla, cadera, tronco, muñeca, codo y hombro. Se realizan ocho movimientos en los
miembros inferiores, tres en el tronco y nueve en los miembros superiores. La
numeración de estos movimientos se hace en sentido distal-proximal. Cada un de ellos
se mide respecto a una escala creciente y discontinua de 0 a 4 (números enteros),
representando un total de 5 valores posibles.

    Este test además de hacer una medida para cada una de las
articulaciones/movimientos, hace un análisis de ellos y también compara el nivel de
flexibilidad en diferentes articulaciones. Así, según Araújo (1987), es valido calcular el
Índice Global de Flexibilidad o Movilidad Articular - FLEXINDICE - obtenido a
través de la suma de los resultados de los 20 movimientos ejecutados aisladamente,
posibilitando así una visión global de esta capacidad. Poder obtener este valor supone
una ventaja en relación a la goniometría, que solo nos ofrece un índice de flexibilidad
por cada articulación evaluada.

    El Flexíndice ofrece un valor global de la flexibilidad de una persona, si bien,


podemos encontrar individuos con el mismo valor total de flexibilidad, sin embargo,
analizando cada una de las articulaciones implicadas, los resultados pueden ser
diferentes. Para complementar la interpretación de estas diferencias, Araujo (2002)
propuso cinco Índices de Variabilidad que complementan el Flexitest:

    Índice de Variabilidad InterMovimientos (IVIM): es el valor de la desviación


típica de los resultados individuales de los 20 movimientos del flexitest;

    Índice de Variabilidad InterArticular (IVIA): es el estudio de la variabilidad entre


las movilidades medias obtenidas en las diferentes articulaciones. Se calcula en primer
lugar las medias de los valores obtenidos por cada articulación y después la desviación
típica entre esas medias;
    Índice de Variabilidad de Flexión y Extensión (IVFE): son las discrepancias en la
movilidad encontradas en los movimientos de flexión y extensión articular. Se calcula a
partir de la división de la suma de los valores obtenidos en los movimientos de flexión
por la suma de los valores obtenidos en los movimientos de extensión en las
articulaciones del tobillo, rodilla, cadera, tronco, muñeca y codo;

    Índice de Variabilidad Entre Segmentos (IVES): es la comparación entre la


movilidad pasiva de los segmentos inferior y superior del cuerpo. Se calcula la media de
los valores obtenidos en los ocho movimientos de los miembros inferiores y se divide
por la media de los valores obtenidos en los ocho movimientos de los miembros
superiores;

    Índice de Variabilidad Distal-Proximal (IVDP): son las discrepancias entre la


movilidad pasiva máxima de las articulaciones dístales y proximales de los miembros.
Se calcula a través del cociente entre la media de los ocho valores de los movimientos
dístales (tobillo, rodilla, muñeca y codo) y la media de los nueve valores de los
movimientos proximales (cadera y hombro) de los miembros superiores e inferiores. No
suele ser habitual obtener valores cero en todos los movimientos proximales. En caso de
que suceda se atribuye un valor 10 a ese índice.

    Los Índices de variabilidad propuestos para el estudio del perfil individual de la


flexibilidad es muy importante para la interpretación de los resultados individuales del
Flexitest, ya que a través de ellos, es posible distinguir perfiles de movilidad articular
cuando, por ejemplo, dos personas tienen valores iguales de Flexíndice. Estos índices
complementan el análisis de la flexibilidad estática máxima pasiva alcanzada a través
del Flexitest. Este hecho posibilita el uso de las medidas de movilidad articular descritas
anteriormente en cualquier contexto de la vida de una persona, no sólo restringido al
ámbito deportivo.

    Con respecto a la validación de ese instrumento de evaluación, no se producen


diferencias significativas entre los dos lados del cuerpo, sólo en condiciones
metodológicamente inapropiadas o en condiciones patológicas. Todavía, varios estudios
sobre la fiabilidad intra e inter observadores (evaluadores) también mostraron
coeficientes de correlación intraclase altos para el Flexitest, por tanto, elevada fiabilidad
(Araujo, 1987; 2003).

Conclusión

    La flexibilidad está presente en los gestos deportivos, así como en el desempeño de
tareas diarias sencillas.

    Esta cualidad física ha sido descuidada en los programas de entrenamiento, sin


embargo, actualmente surgen cada vez más estudios sobre ella y el interés se ha visto
incrementado por su importancia en contextos como el entrenamiento, la salud, en la
rehabilitación y en el deporte.

    Aunque esté comprobado que las personas con mayor grado de flexibilidad tienden a
sufrir menos lesiones musculares y ligamentosas y suelen mostrar una mejor calidad y
eficiencia de movimiento, en esta revisión bibliográfica no hemos encontrado ningún
estudio que sea capaz de establecer con exactitud, el grado de flexibilidad ideal para
cada movimiento y/o especialidad deportiva. Aún considerando esta circunstancia, es
importante evaluarla correctamente e introducirla en los programas de prescripción de
ejercicio y de entrenamiento. Hemos expuesto varias pruebas y tests comúnmente
utilizados con este propósito. Cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes, siendo
responsabilidad del profesional de la actividad física seleccionar los más adecuados en
función del contexto en el que esté evaluando.

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