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APEGO

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APEGO

3. EL APEGO: LA NECESIDAD VITAL DE LOS NIÑOS DE APEGARSE A


SUS PADRES Y LA CAPACIDAD DE ÉSTOS DE VINCULARSE CON
SUS HIJOS E HIJAS

“La teoría del apego es una forma de conceptualizar la propensión de los seres humanos a formar
vínculos afectivos fuertes con los demás y de extender las diversas maneras de expresar
emociones de angustia, depresión, enfado cuando son abandonados o viven una separación o
pérdida". John Bowlby (1998).

La vinculación parental corresponde a la capacidad de recursos emotivos, cognitivos y


conductuales que las madres y los padres brindan, de una forma permanente, a sus hijos e hijas de
tal manera que los sienten y actúan con ellos considerándolos parte de su cuerpo social. Esta
capacidad de los padres de vincularse afectivamente con sus hijos les permite reconocerlos como
sujetos legítimos y relacionarse con ellos de tal manera que respondan a sus necesidades para
cuidarlos, protegerlos, educarlos y socializarlos. Por otra parte, diferentes investigaciones sobre el
apego muestran que los recién nacidos poseen una capacidad innata para apegarse, determinada
por su genética; de esta capacidad depende su supervivencia (Bowlby, 1993; De Lannoy y
Feyreisen, 1987). Por otro lado, la capacidad del adulto de responder a sus hijos y vincularse con
ellos depende no sólo de estas capacidades innatas, sino de cómo éstas han sido modeladas por su
propia experiencia de apego infantil, su historia de vida, así como por los factores ambientales que
le han facilitado o, al contrario, trabado o impedido. Por ejemplo, la capacidad de apego puede
promoverse o reforzarse a través de acompañamientos psicológicos y sociales de los futuros
padres, antes y durante el embarazo, así como durante el parto y el período que le sigue. De esta
manera, se puede influenciar el impacto de las experiencias traumáticas de la infancia en las
capacidades de apego.
Se considera el apego como el vínculo que se establece entre el niño y sus progenitores a través de
un proceso relacional que comienza a concretizarse ya durante la vida intrauterina. Durante el
período del embarazo, el contenido de la relación para el hijo o la hija en gestación es
exclusivamente sensorial. Esto permite que los bebés en gestación comiencen a almacenar en sus
memorias implícitas (Siegel, 1999, 2007) informaciones sensoriales, resultados de ciertos
estímulos provenientes de la madre, en primer lugar, y luego, del padre.
Apenas se produce el nacimiento, las memorias del recién nacido rápidamente se impregnan de
una emocionalidad que puede ser dolorosa o placentera. En lo que se refiere a la forma en que los
adultos participan en la construcción de la relación de apego, sus vivencias y reacciones estarán
influenciadas por los contenidos de sus propias sensaciones y emociones almacenadas en sus
memorias implícitas que formarán parte de su modelo de apego adulto. Pero, además, por sus
representaciones determinadas, entre otros, por la cultura, el deseo, o no, del embarazo y sus
condiciones de vida actuales. El apego es el resultado de un proceso relacional en donde las
características y comportamientos de los hijos influencian las reacciones y conductas de los
padres, y viceversa. No obstante, son a los padres a quienes les cabe la responsabilidad de animar
este proceso, de asegurar un apego sano y seguro a sus hijos. A pesar de los progresos operados
en la cultura, siguen siendo principalmente las madres las garantes de este proceso.
El sistema de apego de un niño que ha recibido buenos tratos es altamente sensible a las
situaciones que lo amenazan. La experiencia interna que activa el sistema de apego es la ansiedad
o el miedo. Una de estas amenazas es la separación de la figura de apego. Contrariamente a lo que
piensa mucha gente, los niños pequeñitos que no sufren con la ausencia o separación de sus
progenitores, no lo hacen porque son «autónomos o muy s eguros de sí mismos», sino más
bien porque presentan conductas evitativas o de desapego propias de niños con trastornos del
apego. Lo mismo vale cuando los niños pequeños y mayores se muestra exageradamente
apegados a su madre o su padre.
La internalización de una figura estable y disponible, pero separada de sí mismo, le permite al niño
o a la niña utilizarla como base de seguridad para explorar su entorno físico y a los extraños. Un
apego sano evoca sentimientos de pertenencia a una relación donde el niño o la niña se sienten
aceptados y en confianza. Los padres, por quienes el niño siente un apego seguro, son
interiorizados como fuente de seguridad. A partir de aquí el niño o la niña podrán sentir placer por
explorar su entorno, construyendo poco a poco su propia red afectiva. Esta seguridad es la que
facilitará la diferenciación necesaria para llegar a ser un adulto capaz de establecer una pareja
sana y ofrecer, en su momento, una vinculación de apego sano a sus propios hijos.

3.1 ESTRUCTURACIÓN DE LOS VÍNCULOS DE APEGO


El apego es el vínculo afectivo que se infiere de una tendencia estable a buscar la proximidad, el
contacto, etc. Subyace a las conductas que se manifiestan no de una forma mecánica sino en
relación con otros sistemas de conducta y circunstancias ambientales. Los vínculos que genera el
apego se establecerían en base a tres elementos:

a) Conductas de apego. Es el resultado de las comunicaciones de demanda de cuidados. El


bebé no es alguien pasivo y protagoniza gritos, sonrisas, agitación motriz, seguimiento
visual y auditivo,... Permite y busca que la madre o cuidador/a principal se acerque y
permanezca con él.
b) Sentimientos de apego Es la experiencia afectiva que implica sentimientos referidos tanto
a uno mismo como a la figura de apego. Introduce expectativas sobre cómo el otro se
relacionará con nosotros. Una buena relación de apego comporta sentimientos de
afirmación y seguridad
c) Representación mental Es la representación interna que hace el niño de la relación de
apego: los recuerdos de la relación, los “modelos operativos internos”. Son una
construcción de un conjunto de representaciones interactivas que tienen cierto grado de
estabilidad. Son un “trabajo” en el sentido de representaciones dinámicas que cambian
para adaptarse a los diferentes periodos de los ciclos vitales
3.2 LOS DIFERENTES MODELOS DE APEGO INFANTILES

3.1.1. Apego seguro.


Este fenómeno de vinculación, extraordinario pero frágil, conocido como apego o vínculo de
apego, es parte de los sistemas innatos del cerebro de un bebé. Este sistema influye y organiza las
emociones, las motivaciones, la memoria, la conducta y las representaciones que rigen la relación
de los niños y de las niñas con sus figuras cuidadoras y protectoras. El apego sano y seguro
desempeña un papel fundamental para el desarrollo integral de los niños, su escolarización, así
como para su educación e integración social.

3.1.1.2.2. Apegos inseguros


3.2.1.1. Apego Ansioso y Evitativo
El apego inseguro ansioso y el apego inseguro evitativo corresponden al tipo genérico de apegos
inseguros. Como su denominación genérica indica, los niños con apego inseguro son hijos de
padres que, circunstancial o cronológicamente, no han respondido a las necesidades de seguridad
de los hijos frente a una amenaza. En los casos más dramáticos, la propia respuesta del padre o de
la madre se transforma en una parte importante de la amenaza, como es el caso de aquellos
padres que rechazan o castigan a sus hijos pequeños cuando éstos se asustan y buscan su
protección. Cuando esto ocurre, frecuentemente la respuesta agresiva del progenitor hace que al
niño no le quede otra alternativa que desarrollar un sistema de apego reactivo a la situación que
se conoce como apego evitativo.

3.2.1.1.2. Ambivalentes o resistentes


Otra posibilidad es que la madre, el padre o ambos no respondan a las demandas de seguridad del
niño, porque no están o no son capaces. En esta situación, el niño pequeño no tiene otra
alternativa que amplificar su comportamiento de búsqueda de proximidad, estableciéndose un
círculo vicioso, originando el sistema de apego que se conoce como ansioso o ambivalente.

3.2.1.1.3. Apegos desorganizados/desorientados


Una mezcla de reacciones que, en un momento, coincidían con las reacciones del modelo evitativo
y, en otro, con las del modelo ambivalente. Incluso, en otras ocasiones, presentaban conductas de
apego seguro, pero también reacciones emocionales y conductas extrañas y disruptivas que no se
habían observado en los otros tipos descritos. Este tipo de apego está representado en forma
mayoritaria en los casos de niños y niñas que han necesitado una medida de alejamiento de sus
progenitores por malos tratos físicos o psicológicos, negligencia grave o abusos sexuales.

3.3 LOS DIFERENTES MODELOS DE APEGO INFANTIL, SEGÚN EL


GRADO DE COMPETENCIAS PARENTALES

3.3.1 Apego seguro y parentalidad competente.


Los progenitores competentes, es decir, aquellos que están emocionalmente disponibles,
perceptivos y capaces de sintonizar con los estados mentales de sus bebés, o sea, sensibles a las
señales con que los niños manifiestan sus emociones y sus necesidades, tienen hijos que en una
gran mayoría de los casos presentan apegos «seguros».
¿Cómo se muestran los Padres-Madres de niños con tipos de apego Seguro? Diferentes estudios
realizados por distintos medios (entre otros, a través del “Cuestionario de apego para adultos”),
ofrecen interesantes conclusiones que complementan la visión del apego aportando las conductas
de los padres-madres de los niños identificados en las tipologías anteriores. En el caso de los
padres-madres de niños con apego seguro, aquellos se muestran disponibles, ofreciendo contacto
al niño cuando llora. Responden de forma sincrónica al estado emocional. Son capaces de
visualizar las necesidades del niño en sí mismas, y no como necesidades propias o ataques a su
integridad Sus propias narraciones de las historias de apego son coherentes. Describen fácilmente
experiencias de apego tanto positivas como negativas, con buena integración de ambas.

3.4.1 El apego evitativo y las incompetencias parentales


Los progenitores con diferentes grados de incompetencias parentales, es decir, aquellos que son
emocionalmente inaccesibles o reactivos, no perceptivos, y con poca o deficiente capacidad para
responder a las señales de sus hijos y que, además, muestran actitudes de rechazo o violencia
física, son padres y madres de hijos que se vinculan de un modo inseguro «evitativo». Estos niños y
niñas parecen ignorar la reaparición de sus progenitores en la Situación Extraña. Su estado mental
está caracterizado por una desactivación de su atención y por representaciones que identifican a
los progenitores como fuentes de amenaza y de peligro.

¿Cómo se muestran los Padres-Madres de niños con tipos de apego huidizo-evitativo? Se


relacionan con el niño con una mezcla de angustia, rechazo, repulsión y hostilidad. Esto se expresa
en actitudes controladoras, intrusivas y sobreestimulantes. Teoría del apego. El vínculo Josu Gago
6 La madre o cuidador principal reacciona sintiéndose amenazada por los lloros o necesidades
insatisfechas de los bebés, no controla la situación para actuar en consecuencia. Ante ello, niegan
las necesidades del bebé: toman distancia con el estado emocional del bebé, forzándole a
modificar su estado emocional o distorsionando los sentimientos en otros más tolerables, dando
su propia lectura.

3.4.2 Los apegos «resistentes», ansiosos, ambivalentes:


Los progenitores que se muestran incompetentes, que presentan diferentes grados de no
disponibilidad y de incapacidad de percibir lo que sus hijos sienten y necesitan, son incoherentes y
negligentes a la hora de responder a las señales de sus hijos. Estos padres, que se inclinan a
imponer sus propios estados mentales, tienden a tener hijos con apegos «resistentes» o
«ambivalentes». En la prueba de la Situación Extraña, esos niños aparecen ansiosos, difíciles de
tranquilizar con la vuelta de los progenitores y presentan una marcada dificultad a interesarse o
volver a jugar aun con la presencia de éstos. A diferencia de la respuesta anterior, en la que el niño
intentaba evitar el contacto con su progenitor, en este caso existe una «sobreactivación del
sistema de apego» con la que el niño intenta conseguir seguridad a través de la búsqueda
desesperada de proximidad con su figura de apego, pero que, al mismo tiempo, no logra calmarse
con su presencia. En otras palabras, la relación con el progenitor no permite menguar la conducta
de apego ansiosa y el niño continúa con el mantenimiento de la estrategia de la sobreactivación
(Ainsworth y otros, 1978).
¿Cómo se muestran los Padres-Madres de niños con tipos de apego ansiosoambivalente? El
elemento que más llama la atención es la falta de “sincronía emocional” con el bebé. Puede haber
periodos de ausencia física de la madre, pero sobre todo se produce una ausencia de su
disponibilidad psicológica, que convierte los cuidados en incoherentes, inconsistentes e
impredecibles. En resumen, no responden a los niños, pero no les rechazan.

3.4.3 Apego infantil desorganizado/desoritentado y las incompetencias parentales


Existe un grupo de padres que comunica crónicamente a sus hijos mensajes verbales y no
verbales, amedrentadores, amenazantes, confusos y terroríficos. Este grupo de progenitores
tiende a tener hijos que presentan una desorganización y una desorientación en sus sistemas de
apego (Main y Salomón, 1990). Durante la prueba de la Situación Extraña, los hijos y las hijas
pequeños de estos padres presentan conductas desorganizadas y desorientadas, tanto cuando
están con el progenitor, como cuando sale o vuelve. Por ejemplo, se comportan agitadamente, son
hiperkinéticos, parecen no escuchar las órdenes o las consignas, pueden comenzar a girar en
círculos, aproximarse para luego evitar el contacto con su progenitor o, incluso, entrar en un
estado de seudotrance quedándose como «congelados» o «paralizados».
¿Cómo se muestran los Padres-Madres de niños con tipos de apego desorganizadoindiscriminado?
Prácticas parentales altamente incompetentes y patológicas como consecuencia de haber sufrido
experiencias muy traumáticas y/o pérdidas múltiples no elaboradas en la propia infancia. Nos
encontramos con padres-madres con incompetencias parentales severas y crónicas, con
frecuencia irrecuperables: patologías psiquiátricas crónicas, alcoholismo y toxicomanías.
Es frecuente el estilo parental violento, desconcertante, impredecible. Se produce aquí una
paradoja vital: si el niño se acerca buscando apego, provoca ansiedad en el progenitor; si se aleja,
éste se siente provocado, y canalizará su ansiedad mediante comportamientos hostiles y de
rechazo.

BIBLIOGRAFÍA

Barudy, Jorge; Dantagnan, Marjorie. Los desafíos invisibles de ser madre o Padre (Manual de
evaluación de las las competencias y resiliencia parental). Editorial Gedisa. Edición en formato
digital 2013.

Gago, Josu. Teoría del Apego. El Vínculo. Agintzari S.Coop. De Iniciativa Social. Escuela Vasco
Navarra de Terapia Familiar, 2014.

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