18 Manolo Escobar
18 Manolo Escobar
18 Manolo Escobar
Historias ~
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MANOLO ESCOBAR
UERON los cincuenta años de las pocas horas que le quedaban
«Porompompero»
Pero el pelotazo no fue ése. El
trallazo a la red vino de una copla
que cantaba el Príncipe Gitano y
;:
que había escrito Juan Solano: el
«Porompompero». Creo recordar
que dedicamos tiempo y tinta a la
historia de esta copla en el capítulo
dedicado al magnífico Enrique Var-
gas. El Príncipe la llevaba en un es-
pectáculo en el que estaba contra-
tado Manolo (y una joven llamada
Rocío Jurado). El almeriense se la
pidió y acabó grabándola. Supon-
go que si usted, querido lector, no
es japonés, desmemoriado o de-
masiado joven, sabrá lo que acon-
teció con la canción de marras: la
cantaron hasta los grillos, los de
aquí y los del Perú. Todos tararea-
ban aquel pegajoso estribillo que
..-- compusieron Ochaíta, Valerio e,
inolvidable siempre, Juanito Sola-
- - - - - 6 1..;......__~-------
,La copla
- bz-
Junto a Concha Velasco . «¡Pero en qué país vivi-
Velasco formó mos!» (pregunta que se harían mu- í
Manolo Escobar chos al verla), «Relaciones casi pú-
pareja en un buen blicas, , «Juicio de faldas, o
número de películas,
muchas de ellas . «En un lugar de La
dirigidas por José Luis Manga», fueron al-
Sáenz de Heredia. Los gunas de ellas. Creo
tres aparecen bajo estas que era en la última
líneas. A la derecha, en la que cantaba una
Carmen Sevilla impone copla cuyo título ya lo
en 1967 el Garbanzo de vale todo: «Moderno,
Plata al cantante, que
posa en la imagen inferior pero español», Pero no
con Ana, su esposa fue ésa la copla llamada a
ser el nuevo pelotazo en
los sentidos de los espa-
ñoles. Cintas y Jaén tuvie-
ron la idea de hacerle perder
a Manolo Escobar un carro
que, a su vez, hizo perder la
compostura a más de un espa-
ñolito solidario. Acababa de na-
cer otro éxito sociológico, «Mi ca-
rro•: Mi carro me lo robaron 1 estan-
do de romería. 1 Mi carro me lo ro-
baron 1 anoche cuando dormía. 1
¿Dónde estará mi carro?, 1 ¿dónde
estará mi carro? 1 Donde quiera que
esté 1 mi carro es mío, 1 porque en
él me crié 1 allá en el río.
«La minifalda»
Sigo insistiendo que hay que sa-
ber buscar en el repertorio de Ma-
pero en medio quedaron años en nolo Escobar para encontrar co-
los que aquellos que no se plegaron plas inspiradísimas y de belleza in-
hemos descrito en alguna ocasión: . a la consigna existencialista fueron negable. Ni «Mi carro, ni el «Po-
llegó la decadencia. Insistieron en apartados del banquete reservado a rompompero, ni algún otro pelota-
devolver la copla a la resistencia, y los «lobbys» intelectuales. Podías te- zo tienen nada que ver con cancio-
así volvió a los labios de una inmen- ner éxito real, todo el éxito real, pero nes que guardará, digo yo, para su
sa mayoría silenciosa. Las pasiones no estabas en la espuma social, que regocijo. No está entre ellas otra
excluyentes, tan propias de nuestro como todos sabemos la formaban canción, sevillanas esta vez, que
país, hicieron incomplatible a la Pi- tipos pesadísimos y espesísimos. A aprendió a cantar la masa social
quer y a los Beatles. Te veías seria- Manolo le importó poco, porque él de una forma agobiante, si me
mente condenado al desprecio si no se metió con nadie, aunque no apuran : «La minifalda». Fel ipe
mostrabas conocimiento del folklore fuera al revés. Campuzano, tan irregular él, perq a
_ popular o si demostrabas inclinación A partir de 1967, rodó un grupo veces tan brillante, le compuso es-
hacia cualquier pasodoble. Somos de películas -algunas de ellas pro- te nuevo trampolín a la gloria, por
víctimas de los pendulazos y, feliz- pias de fusilamiento, todo hay que si necesitaba algún otro: «No me
mente, volvió todo a la normalidad, decirlo-, en compañía de Concha gusta que en /os toros te pongas la
minifaldaaaaa ... ».
Siguió con alguna otra película de
fácil olvido y se dispuso en el 73 a
grabar el cuarto capítulo de su anto-
logía. Y conste que no fue fácil. El
país estaba como estaba, la espa-
ñolidad bien entendida pasaba por
el prudente silencio, el plazaorientis-
mo de nuestra política doméstica in-
vitaba a alejarse de manifestaciones
patrioteras, se atisbaba un cambio
complicado, cambio que debía pro-
ducirse ineludiblemente por la biolo-
gía, estaba la cosa, en fin, para todo
menos para cantar algo que dijera:
La copla Entre flores, fandanguillos y alegrías
Además de canciones
popularísimas, tiene
Escobar en su
repertorio otras
inspiradísimas y de
belleza innegable,
además de haber
contríbuído a la
renovación de la copla
con un disco
fundamental:
«Selección antológica
del cancionero
español»
.)-
YA ENCON
LO líA&IA
POR. fS' 1 AR.