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Mito Bíblico en Cien Años de Soledad - Anna Popova

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Fakultet for humaniora, samfunnsvitenskap og lærerutdanning

Repetición y mito bíblico en Cien años de soledad


Anna Popova
SPA-3992 Masteroppgave i spansk litteratur Mai 2017
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Índice

1. Introducción y metodología ............................................................................3

2. El autor y su obra..................................................................................................7

3. Estado de la cuestión..........................................................................................11
3.1 El mito en Cien años de soledad.....................................................................11
3.2. El ciclo Macondo .................................................................................................26

4. Elementos bíblicos en Cien años de soledad.............................................38

5. Conclusión…………………………………………………………………………….…73

6. Bibliografía………………………………………………………………………………74

1
2
1. Introducción y metodología

En este trabajo me gustaría analizar la obra más conocida de Gabriel García Márquez –
Cien años de soledad (Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1967), y especialmente dos
motivos que considero importantes en la estructura y narración de esta obra: la
repetición y la modificación de los motivos bíblicos que aparecen en la novela. He
escondido Cien años de soledad para mi trabajo de tesis porque me parece una novela
muy compleja e interesante, de varios niveles de sentido, y que ofrece un material
abierto para esta investigación, a pesar de los miles de páginas escritas que se han
escrito sobre esta novela considerada ya un clásico de la cultura universal.

Un lector atento puede notar varias alusiones a la Biblia en la obra. En realidad,


podemos decir que la mitología bíblica es sólo una dimensión de la mitología de este
libro. Probablemente, los elementos bíblicos son especialmente obvios para los lectores
occidentales que conocen muy bien los temas del Antiguo y Nuevo Testamento, pero
saben poco sobre la mitología de los pueblos indígenas de las Américas.

En su artículo “One hundred years of solitude, indigenous myth and meaning” Jay
Corwin escribe sobre la variedad de las fuentes en la novela. Él insiste en que
deberíamos tener en cuenta el carácter mestizo de la cultura colombiana y
latinoamericana cuando analizamos el libro y evitar analizarlo sólo desde la perspectiva
bíblica, generalmente, occidental:

Much of the initial critical reception of One Hundred Years of Solitude suggests
parallels between the novel and the Old Testament. (…) However, (…) we may
best (…) propose other meaningful sources, which may yield clearer, more
precise parallels, which could be then relied upon for a more expansive
interpretation. We view One Hundred Years of Solitude as a distinct work, specific
to the Americas; therefore, it may be considered in the light of the known history
of the American continents, including pre-Hispanic history, myth and ritual
(Corwin, 2011, p.61).

3
Aunque un análisis más profundo debería incluir un estudio de varias fuentes de la obra,
como apunta el crítico anterior, en este trabajo elijo limitarme a los motivos bíblicos en
Cien años de soledad, (usaré en adelante la abreviación CAS) desde una perspectiva
concreta: la repetición. Un estudio completo de las fuentes de CAS parece un tema para
un trabajo mucho más extenso que el que aquí desarrollo. Hay indicaciones de la
mitología indígena, bíblica y clásica, también alusiones a la narrativa universal, por
ejemplo, Cervantes, Rabelais, Kafka, Faulkner, Woolf y Hemingway. Por ejemplo,
Raymond L. Williams apunta los rasgos de la narrativa rusa del siglo XIX (Williams,
2010, p.72), Clive Griffin en su artículo “Humor in One hundred years of solitude” escribe
sobre la influencia de otros escritores latinoamericanos que se puede notar en CAS,
entre ellos Fuentes, Carpentier y Cortázar (Griffin, 2002, p.63).

Seymor Menton encuentra en CAS alusiones a la obra de otros escritores colombianos,


como Héctor Rojas Herazo (Menton, 2007, p.204). Lorraine Elena Roses incluso propone
la mitología del Oriente Medio, Palestina y Mesopotamia como una fuente posible
(Roses, 2002, p.75). Tampoco deberíamos olvidar que García Márquez en esta novela
usó mucho de la mitología creada en sus obras anteriores, como vamos a ver en el
capítulo sobre el ciclo de Macondo.

Podemos decir que en CAS el autor repite y usa elementos de mitología de varios países
y varias épocas. También repite elementos y prácticas que podemos encontrar en la
obra literaria universal. Pero García Márquez repite no sólo temas, sino también los
personajes de sus propias obras anteriores. Además, repite e interpreta en su obra
varios acontecimientos históricos de Colombia, América Latina y el mundo en general.
Todos estos elementos que configuran la obra como una novela total tienen una
característica común: la repetición. Al final de este trabajo, vamos a ver que también hay
muchas repeticiones dentro de la propia novela.

Edward Waters Hood apunta la importancia de repetición en la obra de García Márquez,


subraya el aspecto lúdico de la repetición en casi todos sus textos (Waters Hood, 1993,
p.41) y destaca varios tipos de repetición:

4
(Hay) 1) la repetición textual (la repetición de material dentro de un solo texto);
2) la repetición intertextual (la repetición en un texto de material de otro texto o
textos de otro autor o autores); y 3) la repetición autointertextual (la repetición
de material de texto a texto entre los textos de un solo autor) (Waters Hood,
1993, p.1).

El estudio de Waters Hood se enfoca principalmente en el último tipo de repetición: la


autointertextualidad. En este trabajo vamos a ver ejemplos de autointertextualidad en el
capítulo sobre el ciclo Macondo y varios ejemplos de la repetición textual, pero el
objetivo principal de esta investigación es fijarme en la repetición intertextual del mito
bíblico cristiano.

La propuesta de Hood tiene su base en los estudios sobre la intertextualidad que tienen
su origen en varios trabajos de Julia Kristeva, Mijail Bajtin etc., y que están
sistematizado, para decirlo de alguna manera, en Gerad Genette y libro Palimpsestos: La
literatura en segundo grado (1989). Aquí Genette aborda el asunto de la relación entre
diversos textos, lo que llama de manera general: “transtextualidad” (pp. 11-12). Dentro
de este concepto distingue diferentes tipos de transtextualidad, dependiendo del modo
de sus relaciones: 1) intertextualidad, 2) paratextualidad, 3) metatextualidad, 4)
architextualidad y 5) hipertextualidad.

En nuestro estudio, podemos equiparar algunos de estos conceptos con los propuestos
por Hood. Así la intertextualidad se referirá a la relación de un texto con un texto
antecedente. Dicha relación puede contener estos modos: cita, plagio o alusión. Genette
(1989, p. 11). Desde esta perspectiva intentaremos ver en nuestro análisis que las
referencias intertextuales a la Biblia aparecen como alusiones. Dichas alusiones sin
embargo tienen una relación muy compleja con el texto con el que se relaciona: la Biblia.

Para explicar esta complejidad es útil recurrir a la relación que Genette (1989, p. 14)
denomina hipertextualidad. La que explica las relaciones entre un texto nuevo (que
llama hipertexto: en nuestro caso CAS) y su antecedente (denominado hipotexto: en
nuestro caso la Biblia). Si en dicha relación no solo se cita o refiere directamente al texto
antecedente, sino que dicho texto anterior se transforma, tenemos una relación
5
hipertextual. Siendo el modelo hipertextual por excelencia: la parodia, es decir la
transformación motivada por factores lúdicos. En el uso de estos elementos en CAS es
complejo y vamos a ver cierto tono lúdico, pero que difícilmente pueden verse como
parodias completas, degradaciones o sátiras del texto antecedente (la Biblia) sino más
bien como alusiones transformadas o semiparodiadas, que intentan hacer cotidianas
dichas alusiones.

Para este trabajo parece esencial definir el concepto del mito. Hay varias definiciones,
con perspectivas diferentes. El filósofo y novelista rumano, Mircea Eliade, es uno de los
investigadores más conocidos de religiones mundiales y particularmente se ha dedicado
a estudiar el mito en culturas y religiones diferentes. Él define un mito como un tipo de
historia sagrada:

(...) El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido
lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de
otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres
Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total,
el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un
comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una
«creación»: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser (Eliade,
1991, p. 6).

Esta definición parece muy relevante cuando analizando CAS porque hay tantas
referencias a los mitos bíblicos en la novela, es decir mitos relacionados con lo sagrado:
especialmente el génesis. Agustín F. Seguí da una definición parecida: “El mito implica la
presencia de alguna forma de lo divino” (Seguí, 1994, p.215). En este trabajo vamos a
ver varios ejemplos del uso del mito cristiano y repetición en niveles diferentes.

6
2. El autor y su obra

Cien años de soledad hoy pertenece a la lista de los libros más conocidos del mundo y es
definitivamente la obra literaria más conocida de América Latina. Publicada por primera
vez en 1967 en Buenos Aires, la novela rápidamente adquirió mucha atención y
reconocimiento entre críticos y un amplio círculo de lectores y provocó considerable
interés por su autor, el colombiano Gabriel García Márquez.

García Márquez, quien antes de la publicación de esta novela fue un autor y periodista
poco conocido, dentro de un corto período de tiempo se convirtió en una estrella
literaria, cuya obra fue traducida a varios idiomas y publicada en millones de
ejemplares. Gene Bell-Villada compara su fama con la de una estrella de pop (Bell-
Villada, 2010 p.16). El éxito extraordinario de Márquez alcanzó su momento culminante
en 1982, cuando él recibió el Premio Nobel de Literatura por sus obras literarias y de
este modo atrajo mucha atención hacia la literatura colombiana y, generalmente,
Latinoamericana.

La concesión del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez en 1982


supuso la puesta de largo de la literatura colombiana y su entrada triunfal en el
escenario de la cultura universal del siglo XX, aparte de significar la consagración
y el reconocimiento expreso a todo el movimiento del Boom latinoamericano y su
invaluable legado narrativo a la literatura mundial; implicando, de otra parte, la
asunción significativa de un antes y un después de este hecho en el panorama
literario nacional (Flórez, 2009, p.9).

Gabriel García Márquez está normalmente asociado con el Boom Latinoamericano, un


fenómeno literario que marca el éxito de algunos autores de América Latina durante los
años 1960 y 1970 en Europa y los Estados Unidos. Entre estos autores, además de
García Márquez, se puede mencionar especialmente Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa,
Carlos Fuentes y José Donoso. Algunos críticos incluyen también Alejo Carpentier, Juan
Rulfo y Juan Carlos Onetti en esta lista. Pero estos últimos son más bien escritores
anteriores recuperados, precisamente, por el interés internacional por la literatura
latinoamericana que genera el Boom. Este movimiento latinoamericano se caracteriza
7
por una perspectiva histórica, política y mítica en descripción de la realidad
latinoamericana.

Gerald Martin, el biógrafo de García Márquez, escribe:

He (García Márquez) arrived in Barcelona at the very moment the Boom´s


importance was becoming clear. The unparalleled albeit temporary openness of
horizons which characterized the 1960s created an aesthetic moment og
extraordinary fertility. This openness, this choice between the alternatives, is
clearly visible in both the subject matter and the structure of the canonical Latin
American texts of the era. All are about the historical formation of Latin America,
the contribution of both history and myth to contemporary Latin American
identity, and, implicitly, about it´s possible futures, both good and bad (Martin,
2008, p.330).

La expresión de la perspectiva mítica en una narrativa Latinoamericana está ligada con


el Realismo Mágico, un término que significa descripción de lo mágico e increíble como
cotidiano y común. Philip Swanson escribe:

A standard line on Garciamarquian magical realism became that its perspective


(in which ice, films, false teeth and phonographs are presented as bizarre, while
levitating priests, rains of butterflies and girls ascending into heaven are
presented as normal) is striking a blow for authenticity and Latin Americanness
by inscribing events from the perspective of a remote rural community
(Swanson, 2010, p.58).

Stephen Hart en “García Márquez´s short stories” define el realismo mágico muy
precisamente, en mi opinión, como “the deadpan description of uncanny, supernatural
or magical events as if they were real” (Hart, 2010, p.129).

Gene H. Bell-Villada subraya que García Márquez no es el inventor del Realismo Mágico.
Pedro Páramo por Juan Rulfo es probablemente una de las primeras obras de este
movimiento literario, pero CAS se considera su ilustración más clara y ejemplar (Bell-
8
Villada, 2010, p.16). Sin olvidar las diferentes posiciones críticas que han intentado
definir, en diferentes épocas, este término y explicar sus diferencias y similitudes con los
planteamientos iniciales de Alejo Carpentier en su conocido "Prólogo" a El reino de este
mundo.

Gabriel García Márquez nació el 6 de marzo 1927 en Aracataca, un pequeño pueblo en el


norte de Colombia. Los primeros nueve años de su vida vivió con sus abuelos maternos –
Tranquilina Iguarán Cortés y el coronel Nicolás Márquez Iguarán, y después con sus
padres Luisa Santiaga Márquez Iguarán y Gabriel Eligio García. El escritor estudió
derecho durante algunos años en la Universidad Nacional en Bogotá, pero se interesó
más en el periodismo. García Márquez trabajo en periódicos El Universal y El Espectador
y fue a Europa en 1955 como corresponsal. Más tarde se traslada a Venezuela, y en 1958
se casa con Mercedes Barcha en Caracas. Con ella tiene dos hijos – Rodrigo y Gonzalo.

El autor fundó la agencia cubana de noticias Prensa Latina, vivió en Cuba y más tarde en
Nueva York en los Estados Unidos. García Márquez es conocido por su amistad con Fidel
Castro y su apoyo a las fuerzas liberales y socialistas en Colombia y otros países. Sus
opiniones políticas están reflejadas en muchas de sus obras. (Mendoza, 2005, pp.155-
169). Desde 1975 vivió en México, donde escribió su obra maestra Cien años de soledad.
Gabriel García Márquez murió de cáncer en esa misma ciudad el 17 de abril en 2014, de
cáncer (Bell-Villada, 2010, pp.7-23).

Nelson González Ortega en su libro Colombia. Una nación en formación en su historia y


literatura destaca tres periodos en la obra literaria del escritor colombiano.
La primera fase se ubica entre los años de 1947 y 1955, cuando García Márquez trabaja
como periodista y escribe sus primeros cuentos donde experimenta con diversas
técnicas narrativas. En 1955 publica “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”,
donde presenta por primera vez el cosmos de Macondo.

La segunda y central fase, entre los años 1955 y 1967, se caracteriza por adquisición de
un estilo original y el uso del realismo mágico. Entonces es cuando él escribe y publica
sus obras fundamentales del ciclo de Macondo – la novela La hojarasca (publicada en
1955), La mala hora (1964, pero escrita ya en 1961), El coronel no tiene quien le escriba
9
(1961), la colección de cuentes “Los funerales de la Mamá Grande” (publicada en 1962)
y Cien años de soledad (publicada en 1967). En la parte de este trabajo que se titula “El
ciclo Macondo” voy a centrarme específicamente en algunas de estas obras.

La fase tercera, posterior a Macondo, que apunta González Ortega, se extiende entre el
año 1967 y principios del siglo XXI. Durante este periodo publica novelas como El otoño
de patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del
cólera (1985), El general en su laberinto, también el libro de sus memorias, Vivir para
contarla (2002) y la novela Memorias de mis putas tristes (2004) (González Ortega, 2013,
pp.162-164).

Podría decirse que la segunda fase corresponde a la etapa de mayor producción y éxito
en la narrativa de Gabriel García Márquez.

10
3. Estado de la cuestión.

3.1. El mito en Cien años de soledad.

En esta novela observamos cien años de la historia de familia Buendía y el pueblo


Macondo desde su creación y hasta su destrucción. Es una presentación cronológica del
árbol genealógico de la estirpe. Vemos siete generaciones de esta familia desde los
primeros Buendía - José Arcadio y su mujer Úrsula Iguarán, quienes son asimismo
parientes. La historia de la estirpe Buendía, por ello, empieza con un acto incestuoso. Las
relaciones de incesto se repiten durante toda la historia de la familia, y Úrsula lleva su
vida esperando el castigo – el nacimiento de un niño con una cola de cerdo. Es
exactamente lo que sucede al final de la novela, cuando los últimos Buendía - Aureliano
Babilonia y su tía Amaranta Úrsula procrearán a un niño monstruoso, sin saber que
están relacionados. También entendemos que toda la historia es una narrativa cifrada,
ya contada, en los pergaminos de Melquíades, quien es uno de los personajes más
relacionado con lo mítico en la novela. Finalmente, como anunciaban los pergaminos, un
huracán bíblico destruye Macondo y sus últimos habitantes, acabando con la estirpe.

Esta obra es probablemente uno de los libros más escrupulosamente analizados en la


literatura moderna. Donald Shaw destaca dos interpretaciones más comunes entre
investigadores de la obra– la social y la mítica. Ambos enfoques tienen ventajas y
desventajas:

We have to take account of the fact that both the broadly politico-social and
mythical approaches are chiefly descriptive and classificatory, though in both
cases they point to interpretative consclusions. The former (social approach)
inevitably tends to see the novel as a “national allegory” relating it to the central
pattern of “civic” fiction in Latin America whose aim was to raise the level of
consciousness of the reader and nudge him or her to withdraw allegiance from
the political, social and economic forces responsible for the injustice, oppression
and underdevelopment. The latter, on the other hand, tends to universalise the
thematic thrust of the novel and to see it as ultimately expressing an apocaliptic
vision of the human condition, at least in the West (Shaw, 2010, p.34).
11
Correspondientemente, hay diferentes interpretaciones del final de la novela. Según el
punto de vista, es posible mirar la destrucción de Macondo como un castigo para la
invasión al territorio sagrado del mito (en forma de manuscritos de Melquíades), o como
la caída del orden viejo oligárquico representado por la familia Buendía y el triunfo de
los valores socialistas (Aureliano Buendía es un hijo de un obrero, y también el único
quien cree en la masacre de los trabajadores del Banano) (Swanson 2010, p.59).

No hay necesariamente una contradicción entre los dos enfoques, pero en esto trabajo
voy a concentrarme en la interpretación mítica con un enfoque concreto en la mitología
bíblica.

La novela fue publicada en 1967, y sólo 4 años después Mario Vargas Llosa, el escritor
peruano, que, como Gabriel García Márquez, más tarde recibió el Premio Nobel de
Literatura, escribió una tesis doctoral muy extensa y detallada, de casi 667 páginas,
dedicada a la escritura de Márquez. Gerald Martin, biografista de García Márquez,
escribe sobre este trabajo: “(...) it remains arguably, thirty years later, the single best
book ever written on García Márquez” (Martin, 2008, p.344).

En este trabajo, que se titula “García Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa”,
él estudia en profundidad el acervo literario del escritor colombiano desde sus primeros
cuentos hasta su obra central CAS. Vargas Llosa relaciona los acontecimientos en la vida
de Márquez con su narrativa. Otro título del trabajo, que también fue publicado como un
ensayo posteriormente, es García Márquez: historia de un deicidio. Este ensayo es
considerado uno de los primeros y más profundos estudios de la obra literaria de García
Márquez en general y de CAS en particular.

La parte de la investigación dedicada a la novela se llama “Cien años de soledad.


Realidad total, novela total”. En esta parte de su investigación Vargas Llosa se concentra
en mirar la novela como una materia total que incorpora a las ficciones anteriores de
García Márquez:

Cien años de soledad es esa totalidad que absorbe retroactivamente los estadios
anteriores de la realidad ficticia, y, añadiéndoles nuevos materiales, edifica una
12
realidad con un principio y un fin en el espacio y en el tiempo (...). Esta totalidad
se manifiesta ante todo en la naturaleza plural de la novela, que es,
simultáneamente, cosas que se creían antinómicas: tradicional y moderna,
localista y universal, imaginaria y realista (Vargas Llosa, 1971, p.10).

Para Mario Vargas Llosa es una historia completa de un mundo desde su creación hasta
su final que abarca todos los niveles en que transcurre la vida de este mundo (Vargas
Llosa, 1971, p.10). Es un resultado de una transformación y modificación del material ya
usado en las ficciones anteriores, tanto de García Márquez como de otros autores
(Vargas Llosa, 1971, p.11). Podemos mirar La Biblia como una de las materias primas en
este proceso. Al mismo tiempo, el libro no es únicamente la suma de los materiales
precedentes, sino una materia nueva y original que podríamos decir se retroalimenta.

Según Vargas Llosa, CAS describe la realidad total, lo que significa que narra el mundo en
sus dos dimensiones: la vertical (que corresponde al tiempo de la historia) y la
horizontal (que significa los planes de la realidad) (Vargas Llosa, 1971, p.11).

Gabriel García Márquez se considera uno de los exponentes más importantes del
realismo mágico. Vargas Llosa en su tesis doctoral y la parte sobre CAS distingue lo real
objetivo y lo real maravilloso en la novela. Lo real objetivo consiste de la crónica
histórica y social, la historia de una familia, la descripción de las clases sociales en la
novela y la historia individual; mientras que divide lo real imaginario en la obra en: lo
mágico, lo milagroso, lo mítico-legendario y lo fantástico (Vargas Llosa, 1971, pp.9-34).

La dimensión histórica de lo real objetivo es muy importante en el libro, pero es apenas


una reflexión precisa y verdadera de la verdad histórica. Por un lado, este aspecto del
libro comunica acontecimientos históricos en Colombia, por otro lado, el autor cambia y
transforma esta realidad y crea una versión mítica de ella. Es claro que la historia de
Macondo tenga también un sentido más universal que sólo una historia de un pueblo, y
de este modo presenta una interpretación mitológica de la historia de Colombia, de
América Latina y del mundo en general:

13
Como la familia Buendía sintetiza y refleja a Macondo, Macondo sintetiza y refleja
(...) a la realidad real: su historia condensa la historia humana, los estadios por
los que atraviese corresponden, en sus grandes lineamientos, a los de cualquier
sociedad (...), aunque más específicamente a las latinoamericanas. Este proceso
está “totalizado”; podemos seguir la evolución, desde los orígenes de esta
sociedad, hasta su extinción: esos cien años de vida reproducen la peripecia de
toda civilización (nacimiento, desarrollo, apogeo, decadencia, muerte), y, más
precisamente, las etapas por la que han pasado (o están pasando) la mayoría de
(...) los países neocoloniales (Vargas Llosa, 1971, p.13).

James Higgins comparte esta opinión cuando escribe:

While challenging the Western novelistic tradition, García Márquez is also


writing within it, and in Cien años he has set out not only to partray a Latin
American reality but also to express the universal through the local. (...) The story
of Macondo, in fact, reflects the general pattern of Latin America´s history
(Higgins, 2002, p.39).

Aunque el desarrollo de Macondo representa un proceso histórico más universal, de


varias civilizaciones y durante muchos cientos años, el autor lo comprime lo contiene en
sólo un siglo en la novela. Con la sorprendente sensación de repetición que la hace
corresponder con la historia de todas las civilizaciones.

En el principio vemos una sociedad primitiva, arcádico-patriarcal, fundada por José


Arcadio Buendía y sus veintiún compañeros llegados de exterior. Vargas Llosa compara
a ellos con los conquistadores extranjeros en los tiempos del descubrimiento de las
Américas, aunque llegan del mismo pueblo, mientras que los conquistadores eran de
varios países – eran españoles, ingleses, portugueses, franceses etc. Es un mundo nuevo,
prehistórico, mítico, donde toda la gente es joven; nadie, como en el paraíso bíblico,
todavía ha muerto; todos trabajan en la tierra y donde existe la igualdad económica y
social entre todos los miembros de esta sociedad. Los primeros Buendía – José Arcadio y
Úrsula, - no sólo son fundadores sino también patriarcas y modelos en esta nueva
sociedad idílica (Vargas Llosa, 1971, p.14).
14
Primero Macondo está casi completamente aislado del mundo exterior, pero un día
Úrsula se va para buscar a su hijo José Arcadio y por casualidad encuentra la ruta para
comunicar con otros pueblos (que su esposo había buscado sin éxito), y este cambio
significa, según Vargas Llosa, el ingreso de Macondo en la historia. Es la primera
transformación histórica de la sociedad anteriormente prehistórica. Con este cambio
Macondo procede a la otra fase de su desarrollo – el final del aislamiento. Es la etapa del
surgimiento de artesanos y comerciantes y el periodo cundo Macondo recibe la primera
oleada de inmigrantes (entre ellos comerciantes árabes) y surgen las primeras
instituciones como el gobierno y la policía. Los representantes de la familia Buendía
cambian con el pueblo, se adaptan a la nueva realidad, como cuando Aureliano empieza
a trabajar la plata (Vargas Llosa, 1971, pp.14-15).

También en este período vemos la diferenciación social por primera vez en la historia de
Macondo, porque la gente se divida entre los fundadores del pueblo y los forasteros
recién llegados, de posición social claramente más baja que los fundadores. Los indios o
guajiros también están representados en la estructura social de Macondo, pero
claramente tienen una posición aún más baja que los otros forasteros (Vargas Llosa,
1971, p.20).

Según Mario Vargas Llosa, la segunda importante transformación social y económica


empieza con la llegada de la compañía bananera y, con ella, “la hojarasca”, que es la
segunda oleada de inmigrantes. Son la fuerza del trabajo, los obreros necesarios para el
funcionamiento de la compañía norteamericana. Macondo repite simbólicamente la
historia de América Latina, y pasa por otra etapa de su desarrollo histórico – se
convierte en un dependiente productor de materia prima para un país extranjero y la
vida social y económica del pueblo ya depende de la compañía (Vargas Llosa, 1971,
pp.15-16).

La estructura social de Macondo cambia profundamente con la llegada de “los gringos” y


los obreros. Hay poco contacto entre las diferentes clases de la sociedad. Los
representantes de la compañía bananera viven por separado en su aldea sin mucha
comunicación con los fundadores (la amistad entre Meme Buendía y Patricia Brown es
la única excepción), mientras que los fundadores y los “viejos” maconditas no se
15
mezclan con “la hojarasca”. Una excepción de esta regla en la novela es la relación
trágica y por esto aún más significativa entre el obrero Mauricio Babilonia y Meme
Buendía. En este período los conflictos sociales entre los trabajadores y sus empleadores
llevan a la huelga y la masacre de la bananera (Vargas Llosa, 1971, p.20).

La última etapa del desarrollo histórico del pueblo está relacionada con los cataclismos
naturales que llevan a la marcha de la compañía bananera y la destrucción de la vida
económica y social de Macondo – la lluvia de más de cuatro años.

Cuando otro cataclismo (la tormenta final) acaba con él (Macondo) y con los
pocos supervivientes que lo habitan, esa sociedad había cumplido ya su ciclo
vital, llegado al límite extremo de la decadencia (Vargas Llosa, 1971, p.16).

El aspecto histórico de la novela es importante para esta investigación porque


comparamos la novela con la Sagrada Biblia, que también es una interpretación mítica
de la historia humana y está, como CAS, escrita en un orden cronológico. Según Donald
Shaw, Ricardo Gullón fue el primero investigador de CAS quien notó el subtexto bíblico
en la obra (Shaw, 2002, p.26). Esta idea fue más tarde desarrollada por otros críticos,
Vargas Llosa entre ellos.

Otro aspecto importante de lo real objetivo que Vargas Llosa menciona en su libro es
una interpretación de la novela como una historia de la familia Buendía:

La historia de esta sociedad se mezcla con la de una estirpe familiar, los destinos
de ambas se condicionan y retratan: la historia de Macondo es la de la familia
Buendía y al revés. El primitivismo, el carácter subdesarrollado de la sociedad
ficticia se hace patente en la hegemonía social que hereditariamente ejercen los
Buendía en Macondo, y, sobre todo, en la naturaleza de esta institución familiar,
gran asociación que crece con las nuevas generaciones y con la adopción de
nuevos miembros por crianza o matrimonio, que mantiene su carácter piramidal
y una férrea solidaridad entre sus miembros fundada no tanto en el afecto o el
amor como en un oscuro y poderosísimo instinto gregario tradicional, típico de

16
instituciones primitivas como el clan, la tribu y la horda (Vargas Llosa, 1971,
pp.16-17).

Mientras que en CAS observamos el árbol genealógico de la familia Buendía, en la Biblia


vemos, prácticamente, una historia muy extensa de otra familia, la de Adán y Eva y
muchas generaciones de sus descendientes. Entonces, podemos decir que la novela de
García Márquez no solo abunda en alusiones a la Biblia, sino, de facto, repite su
estructura.

Cuando leemos la novela, nos enteramos de una multitud de detalles sobre la familia
Buendía. Desde hace mucho tiempo los matrimonios entre los representantes de los
Iguarán y los Buendía han sido habituales, algo que resultó en que una tía de Úrsula y un
tío de José Arcadio tuvieron un hijo con una cola de cerdo. Úrsula está permanente
preocupada por la posible repetición de este acontecimiento en su familia (Vargas Llosa,
1971, p.17).

Parece significante que, en la fase final de la historia de Macondo, en el período de su


decadencia, la quinta generación de los Buendía esté fuera del pueblo – José Arcadio y
Amaranta en Europa, y Meme aislada en un convento. Otra vez vemos que los destinos
de Macondo y los Buendía son inseparables y la ausencia de los Buendía coinciden, o tal
vez lleva a la caída de Macondo. El hijo de Mauricio Babilonia y Meme, Aureliano, crece
como un salvaje y un solitario, y el representante de la séptima generación es,
prácticamente, un animal. Según Vargas Llosa, la estirpe de los Buendía estaba ya
muerta, como Macondo, cuando llega la tormenta final (Vargas Llosa, 1971, p.23).

Sin embargo, lo real objetivo, según Vargas Llosa, es sólo una de las caras de la novela
(Vargas Llosa, 1971, p.27). CAS presenta una versión mítica de la historia real de
América Latina a través del desarrollo de Macondo y la familia central del pueblo, los
Buendía.

Lo real imaginario en la obra (que incluye, como ya he mencionado, lo mágico, lo mítico-


legendario, lo milagroso y lo fantástico), es otro elemento importante en CAS que acerca
la novela de García Márquez con la Biblia:
17
Llamo mágico al hecho real imaginario provocado mediante artes secretas por un
hombre (mago) dotado de poderes o conocimientos extraordinarios; milagroso
al hecho imaginario vinculado a un credo religioso y supuestamente decidido o
autorizado por una divinidad, o que hace suponer la existencia de un más allá;
mítico-legendario al hecho imaginario que procede de una realidad histórica
sublimada y pervertida por la literatura, y fantástico al hecho imaginario puro,
que nace de la estricta invención y que no es producto ni de arte, ni de la
divinidad, ni de la tradición literaria: el hecho real imaginario que ostenta como
su rasgo más acusado una soberana gratuidad (Vargas Llosa, 1971, p.23).

Un ejemplo de lo mágico en la novela puede ser el personaje de Melquíades, o los


poderes sobrenaturales sobre los animales de Petra Cotes, o la aptitud adivinatoria del
coronel Aureliano Buendía (Vargas Llosa, 1971, pp.28-29). Todos estos personajes
poseen características de magos. Un ejemplo de lo puramente fantástico en CAS es una
peste de insomnio y una peste de olvido (Vargas Llosa, 1971, p.34).

Para este trabajo parece especialmente relevante mencionar lo que Mario Vargas Llosa
escribe sobre lo milagroso y lo mítico-legendario en la novela. Lo milagroso se asocian
con la fe religiosa (no necesariamente reflejada en la Biblia), y presupone la existencia
de Dios u otra divinidad del más allá. Los personajes y motivos milagrosos están
relacionados con el culto, la simbología o el folclore cristianos (Vargas Llosa, 1971,
pp.29-30).

Como ejemplos de lo milagroso en CAS, Vargas Llosa menciona la cruz de ceniza


marcada en la frente de los diecisiete Aurelianos y la ascensión de Remedios, la bella, al
cielo, parecida a la asunción de Virgen María al cielo en la tradición católica (Vargas
Llosa, 1971, p.30). Pero es importante notar que lo milagroso en la novela no sólo se
asocia con la fe cristiana:

Aparte de estos hechos y personajes cuya naturaleza milagrosa se liga a la


religión cristiana en términos más o menos ortodoxos, hay otros, vinculados a
desviaciones o deformaciones de la fe cristiana (superstición) y a distintas
religiones (doctrina de la reencarnación, espiritismo, creencias esotéricas). Es el
18
caso de todos los hechos imaginarios que tienen que ver con la muerte: describir
lo que ocurre en el más allá, en esa otra vida que comienza después de la muerte
(...) (Vargas Llosa, 1971, p.30).

Hay muchos ejemplos de resurrección en la novela que no se parecen a las


resurrecciones de la Biblia. García Márquez crea un mundo donde la muerte es una
transición al otro tipo de existencia, dentro de cual existe tiempo, envejecimiento, el
aburrimiento y otra muerte (Vargas Llosa, 1971, pp.30-31). Esta noción de existencia
después de la muerte es muy diferente de la que propone la religión cristiana con la
existencia eterna en el paraíso o el infierno.

Un ejemplo de lo mítico-legendario en la novela podemos, según Vargas Llosa, encontrar


en el personaje del Judío Errante:

La figura real imaginaria del Judío Errante en las calles de Macondo (...) no es un
milagro sino un prodigio de tipo mítico-legendario: el Judío Errante tiene que ver
más con una tradición literaria que con una creencia religiosa. (...) Esta
apropiación del legendario Judío Errante va acompañada de una deformación, de
una reinvención del personaje imaginario. En la leyenda, (es) el mítico ser
condenado a vivir hasta el fin del mundo por haber golpeado a Jesús en el camino
hacia la cruz (Vargas Llosa, 1971, p.32).

Entonces es un personaje relacionado con la historia cristiana pero derivada de la


tradición popular medieval, ya que en los acontecimientos que tienen lugar en el
Evangelio no está mencionado. Aunque según la leyenda es un hombre ordinario, que
lleva el castigo de la inmortalidad, en CAS este personaje está transformado en un
monstruo: “Pesaba como un buey, a pesar de que su estatura no era mayor que la de un
adolescente, y de sus heridas manaba una sangre verde y untuosa (CAS, p.465).

Katalin Kulin en su artículo “Mito y realidad en Cien años de soledad de Gabriel G.


Márquez” escribe especialmente sobre dos sucesos míticos como impulsores en la
novela: el primero es el incesto y el segundo es el asesinato primordial:

19
(...) Según la visión del autor, el ser se origina en dos pecados: el incesto y el
asesinato primordial que conducen al éxodo y a la fundación de la “urbe”
/Macondo/ y termina en uno: el incesto ligado al exterminio de la estirpe, a la
destrucción de Macondo, la “urbe”. De manera que el concepto de los orígenes y
las postrimerías se traduce en la fundación y destrucción de la “urbe” – de la
sociedad humana (Kulin, 1982, p. 94).

Kulin escribe que la salida de Úrsula y José Arcadio Buendía de su pueblo natal Riohacha
y la fundación de Macondo evoca especialmente dos mitos bíblicos conocidos: la
expulsión de Adán y Eva del paraíso y el éxodo de los judíos. La diferencia es que en
ambas historias bíblicas la parte activa e iniciadora de esos sucesos es Dios, mientras
que en CAS es el hombre – José Arcadio, que determina su destino (Kulin, 1982, p.95).

Como los judíos en el mito bíblico, los primeros Buendía y otras familias jóvenes sufren
varias miserias mientras vagabundean en la búsqueda de un lugar adecuado para vivir.
La ausencia de Dios en CAS está subrayada por la frase sobre “la tierra que nadie les
había prometido”, en contraste con el texto bíblico. En la novela de García Márquez la
motivación para las acciones de esta gente se encuentra en lo puramente humano – el
deseo de mejorar su propia vida (Kulin, 1982, p.95).

Según Kulin, aquí la esfera de lo sagrado se ha trasladado al universo humano, donde la


morada del hombre se convierte en sagrada y tiene una resonancia sobrenatural:

García Márquez le presta al hombre la dignidad de la responsabilidad total por su


destino y, valiéndose del lenguaje del mito, la expresa en lo sagrado. Por eso, el
lugar de Macondo se indica en un sueño (Kulin, 1982, p. 95).

No sólo Macondo, sino también la casa de los Buendía es un lugar mítico y, de esta
manera, sagrada, con el centro en la misteriosa habitación de Melquíades, donde el
tiempo transcurre de una manera diferente. Es un hecho conocido que García Márquez
intentó llamar a su obra La casa antes de decidirse por Cien años de soledad. Marcela
María Raggio en “Mito y símbolo en la narrativa de Gabriel García Márquez” escribe:

20
La casa es un espacio totalizador, cósmico si se quiere. En la casa de los Buendía
es, sin dudas, el cuarto de Melquíades el que alcanza, en este sentido, el mayor
grado de significación: si toda la casa representa el centro del mundo, ese
cuartito donde el primer José Arcadio monta su laboratorio y el último Aureliano
descifra los pergaminos es una reducción extrema del espacio que funciona, sin
embargo, como suma del universo (Raggio, 2009, p.8).

Melquíades es, probablemente, el personaje más mítico en toda la novela. Por un lado,
está relacionado con la figura de Nostradamus, la personificación de sabiduría
adivinatoria. Por otro lado, algunos de sus “milagros”, como hielo, no impresionan a un
lector moderno (Kulin, 1982, p.96).

Iris M. Zavala encontró un paralelo entre él y Colón, y en esto vemos un ejemplo de


mitificación del pasado de América Latina:

Let us remember how Melquíades discovers Macondo via the flight patterns
birds, in the same way that Columbus and other navigators let themselves be led
in order to find lands unknown to them. According to some nautical historians,
before the inventing and perfecting of the compass, sailors used to release birds
that would lead them to land (Zavala, 2002, p.114).

Keith Harrison ofrece una perspectiva parecida, sólo que para él es Pietro Crespi quien
personifica Colón, como un italiano y un personaje muy refinado, culto, y el portador de
la cultura europea en Macondo (Harrison, 2003, p.13). Kulin menciona, además, el uso
de la mitología griega en CAS y compara a José Arcadio Buendía con Prometeo, quien es
el primo de Zeus, el padre de los Dioses y, de este modo, se caracteriza por la sacralidad:

El fundador de Macondo (...) termina su vida atado al gran castaño del patio de su
casa. Su robusta talla, su extraordinaria fuerza física, sus empresas, ya en sí
evocan la noción del titán, mientras que su desdichado fin impone la
comparación con Prometeo. El destino del titán de origen divino, pero de
situación subordinada es la rebeldía cuya derrota por la jerarquía olímpica está
forzosamente determinada (Kulin, 1982, p.96).
21
Tanto José Arcadio como Prometeo intentan actuar como dioses y son castigados por
ello, pero lo que merece atención aquí es el carácter mítico de ambos personajes (Kulin,
1982, pp.96-97).

García Márquez, que ha calificado de sagrada la morada del hombre, extiende la


validez de esta concepción sobre José Arcadio Buendía. El fundador de Macondo
pasa sus últimos años en demencia. Se sabe que muchos pueblos veneran a los
alienados como santos. La demencia se repite dos veces más en la familia: a José
Arcadio Segundo le tocará el mismo destino que a su bisabuelo y Remedios la
bella, retrasada mental, subirá al cielo en cuerpo y alma como la Virgen (Kulin,
1982, pp.96-97).

En estos ejemplos vemos a los Buendía como criaturas por lo menos parcialmente
divinas, o santos.

Hay otra alusión en CAS que, según Kulin, reafirma la sensación de la sacralidad. Cuando
el indio Cataure regresa a Macondo después de años de ausencia, dice que ha venido al
sepelio del rey. En los mitos antiguos en varias culturas los reyes están relacionados con
la divinidad, pueden haber recibido su poder a través del Dios o aún son Dioses ellos
mismos. Entonces cuando el escritor llama rey a José Arcadio, consigue retener los
rasgos de la concepción originalmente mítica del príncipe (Kulin, 1982, p.97).

El estatus de sacralidad se extiende también a los otros miembros de la estirpe Buendía:

La inviolabilidad no es un rasgo peculiar de José Arcadio Buendía, sino que


también caracteriza a sus descendientes. No hay quien se atreva a ejecutar al
coronel Aureliano porque todo el mundo sabe que ningún miembro del pelotón
de fusilamiento podrá quedar en vida. Los soldados del capitán Aquiles Ricardo
no cumplen la orden de disparar contra Aureliano José dando por explicación:
“Es un Buendía”. (...) El hombre que agredió con una mano el vientre de
Remedios la bella, ese mismo día fue castigado por su osadía con una patada de
caballo que le despedazó el pecho (Kulin, 1982, p.97).

22
Entonces, Kulin concluye, los vástagos de los Buendía son inviolables, “hijos del rey” en
la novela, y esto parece a los varones del pueblo elegido en la religión hebrea que cuenta
el Antiguo Testamento. Vemos otra alusión al pueblo elegido en el incidente del
miércoles de ceniza. El padre Antonio Isabel les puso la cruz de ceniza en la frente a los
diecisiete hijos del coronel Aureliano y se mostró imborrable. Kulin nota que esto parece
a una señal visible de excepción, con la que Dios marca a los suyos, y esto es un
frecuente motivo mítico. Lo encontramos en la Apocalipsis donde los justos llevan la
marca en la frente. También hay otra señal común para todos los Buendía, es el aire
solitario que ellos tienen (Kulin, 1982, pp.97-98).

Kulin escribe que la peste de insomnio no parece tener un antecedente mítico, pero el
olvido, conectado con el insomnio, ya ha sido interpretado por el pensamiento mítico. Es
un pecado grave olvidar episodios del divino drama primordial (Kulin, 1982, p.98).

Raymond L. Williams mira el final apocalíptico de la novela como un resultado de la


pérdida de la cultura oral, los orígenes culturales en el contexto latinoamericano. Úrsula
Iguarán fue el personaje representante de esta cultura en CAS, pero al final de la novela
Úrsula ya había muerto y sus advertencias sobre un niño con una cola de cerdo eran
olvidados. Nadie más podría advertir a los últimos Buendía sobre esto (Williams, 2010,
p.74).

Otro investigador importante de la obra de García Márquez – Michael Palencia-Roth -


también subraya la importancia del mito en CAS. Además, escribe sobre la estructura
circular de la novela y, de este modo, sobre la repetición:

El enigma de Cien años de soledad no está en sus temas (por ejemplo, la soledad o
el incesto), por interesantes que sean, sino en su forma, y ésta, como han
afirmado varios críticos, es circular. (…) El incesto de Amaranta Úrsula y
Aureliano Babilonia hace pensar en ese primer incesto, el de José Arcadio
Buendía y Úrsula Iguarán de Buendía, y también en ese otro Macondo que existió
unos cien años antes (…). Al final de la novela todo parece regresar, aunque algo
trastornado por el transcurso aparente del tiempo, al principio (Palencia-Roth,
1983, p.404).
23
Aun así, según Palencia-Roth, el principio y el final no son idénticos, sino homólogos
(Palencia-Roth, 1983, p.404), es decir, la repetición en la novela no es completa, sino con
modificaciones. Por ejemplo, aunque Macondo deja de existir, como antes de la llegada
de los Buendía, la estirpe no huye del pueblo, al igual que en el principio. En mi
investigación voy a encontrar muchos ejemplos de estas repeticiones incompletas del
mito bíblico. Palencia-Roth los llama “complicaciones circulares” (Palencia-Roth, 1983,
p.405).

Para él, la repetición en CAS sirve para indicar predeterminación, la llegada inevitable
del final apocalíptico. Briann Conniff escribe sobre esto:

The ceaseless repetitions of the novel lead to this final conviction that apocalypse
is only one more “scientific possibility” (…) The “events” that bring about the end
of Macondo were actually determined much earlier, even before the trains came
(Conniff, 2003, p.149).

Palencia-Roth compara los desastres de Macondo con las plagas bíblicas que anteceden
al Apocalipsis de San Juan:

En el mundo de la novela, lo que contribuye muchísimo a ese desgaste del eje son
las numerosas plagas (recordemos, también, las plagas del Apocalipsis de San
Juan). La primera plaga es la del insomnio y del olvido; la segunda, las guerras
civiles que casi destruyen al pueblo; la tercera, la decadencia con la explotación
del banano y la predeterminada masacre de tres mil personas frente a la estación
del ferrocarril; la cuarta, el diluvio, que dura cuatro años, once meses y dos días;
la quinta, la de la selva devoradora al final de la novela; la sexta, ese “huracán
bíblico” (…) (Palencia-Roth, 1983, p.412).

Como la última, séptima plaga, Palencia-Roth menciona la soledad que se repite en los
miembros de la familia. Él ve claramente la repetición en la novela como una alusión al
mito bíblico:

24
Circular es la novela: en sus últimos momentos de vida, cada Buendía regresa o a
su nacimiento o a un episodio en el pasado remoto. El amor de Amaranta Úrsula
y de Aureliano Babilonia, que ocurre en un “paraíso” (vocablo que se encuentra
varias veces en las páginas finales), repite en cierto sentido la vida de un
Macondo primitivo. La ciudad ruidosa de Macondo se torna otra vez en pueblo,
en aldea; y la casa en la selva de donde salió. He aquí, pues, el Uroboros, el dragón
que se muerde la cola. Analógicamente, el mito apocalíptico es también el mito
del Uroboros (el de la circularidad), pues de una destrucción total nace otro
mundo nuevo, completándose el círculo e iniciándose otro (Palencia-Roth, 1983,
p.413).

Hemos visto que García Márquez en CAS repite varios elementos míticos. Usa
intertextualmente tanto el mito bíblico y, más generalmente, cristiano, como otros
mitos. Además, encontramos en su obra una repetición e interpretación mítica de los
acontecimientos históricos y el desarrollo social asociado con Colombia y Latinoamérica.

Pero lo que es importante resaltar de estas observaciones previas es que no se han


detenido con más detalle en la estructuración mítica de la obra que se basa en la
repetición y la historia cíclica, y la apelación a la genealogía (el origen). Elementos que
hacen que la historia de CAS, gracias a esta estructura y motivos, parezca
retroalimentarse constantemente, dándole al texto carácter mítico.

Lamentablemente no he podido consultar el libro de Mercedes López Baralt, Una visita


a Macondo. Manual para leer un mito (San Juan, editorial Callejón, 2013), del que tuve
conocimiento cuando la tesis estaba terminada. Pese a los intentos, dada su poca
difusión, me ha sido imposible conseguirlo. Por algunas reseñas sé que trata los temas
de lo cíclico y sobre todo los mitos prehispánicos mexicanos(nahualt) que aparecen en
la novela.

25
3.2. El ciclo Macondo

Hemos escrito que hay dos interpretaciones más comunes de CAS –la político-social y la
mítica. Donald Shaw escribe que hay una tercera perspectiva, donde se puede encontrar
todos los temas mayores de la novela en las obras anteriores de García Márquez (Shaw,
2010, p.35).

Como hemos visto, varios investigadores están de acuerdo con el hecho de que el
universo de CAS, construido por Gabriel García Márquez, es un mundo mítico.
Geográficamente, el autor limita este mundo al pueblo de Macondo, que supuestamente
se sitúa en el norte tropical de Colombia. Ariel Castillo Mier en su artículo “Macondo,
país invitado de honor” escribe:

Uno de los méritos mayores de la obra de Gabriel García Márquez (hazaña, por
cierto, reservada a muy pocos escritores –Cervantes, Conrad, Faulkner, Rulfo,
Onetti–) es, sin duda, la invención de un mundo imaginario con su geografía, su
historia, sus costumbres, sus creencias, sus leyendas, sus personajes (nativos,
visitantes, invasores) y sus conflictos políticos, sociales, económicos y culturales:
Macondo (Castillo Mier, 2014, p.116).

Aunque llamado un pueblo, Macondo es un lugar que puede compartir características de


otras unidades geográficas. Macondo es un tipo de microcosmos que funciona como un
pueblo, pero también podría ser una representación de un país, o un grupo de países,
como toda América Latina, o representar todo el mundo en pequeño. No sólo los límites
geográficos de Macondo son oscuros, sino también el tiempo allí transcurre
diferentemente, según sus propias leyes, y parece abarcar un periodo de tiempo mucho
más largo que los cien años anunciados en el título. Ariel Castillo Mier escribe:

Macondo constituye un microcosmos en el cual es posible apreciar las diversas


etapas de la historia de Colombia y la América Latina, un espejo de la vida y
conflictos del continente. Estructurada según el modelo del mito cosmogónico,
que traza la parábola del ascenso y caída de una comunidad, en sus cien años, la
historia de Macondo atraviesa todas las edades de la humanidad -desde la
26
prehistoria hasta el apocalipsis-, y la historia de América -desde los galeones
conquistadores y la piratería de Francis Drake con sus perros de asalto en el siglo
XVI hasta la “Belle Époque”, a comienzos del siglo XX, cuando los grandes
burgueses desplazaron a los patricios y facilitaron la entrada de Mr. Herbert con
sus feroces perros alemanes y la compañía bananera (Castillo Mier, 2014, p.117).

Macondo, sin duda, es un lugar central para CAS. La historia de la familia Buendía está
estrechamente relacionada con este pueblo. Los Buendía, José Arcadio y Úrsula, fundan
Macondo, y con ellos empieza la historia del pueblo. Con los últimos Buendía,
descendientes de José Arcadio y Úrsula, su historia termina con un terrible huracán. Al
mismo tiempo, CAS no es la única obra de Márquez donde este lugar está mencionado.
Por ello, es habitual hablar sobre el ciclo Macondo – un ciclo de obras de Márquez donde
la acción se desarrolla en el pueblo de Macondo. Entre las obras del ciclo podemos
mencionar la novela La hojarasca, publicada en 1955, la novela corta El coronel no tiene
quien le escriba, publicado en 1961, y algunos cuentos del libro del mismo título - Los
funerales de la Mamá Grande, publicado en 1962. Algunos investigadores incluyen en el
ciclo Macondo la novela La mala hora (1962), pero escrita en 1961.

En su artículo “Mito y símbolo en la narrativa de Gabriel García Márquez”, Marcela María


Raggio escribe:

Macondo se crea transtextualmente, desde las alusiones explícitas o implícitas de


El coronel no tiene quien le escriba (1961) o La mala hora (1962), pasando por la
primera configuración de La hojarasca (1955) y “Los funerales de la Mamá
Grande” (1962), hasta llegar a la cosmogonía total de CAS (1966) (Raggio, 2009,
p.3).

Hay tantas correspondencias entre CAS y los textos del ciclo Macondo, que podemos
mirarlos como antecedentes de esta obra central de García Márquez. De la misma
manera, podemos decir que la mitología de CAS se origina en las anteriores obras del
ciclo Macondo.

27
En las obras del ciclo encontramos muchos de los personajes comunes, por ejemplo, el
coronel Aureliano Buendía, Rebeca, el duque de Marlboro y otros. También vemos
muchos de los temas que más tarde serán desarrolladas en CAS, como la violencia, la
familia, la muerte, la predeterminación, la destrucción, y, por supuesto, la soledad.

La figura mítica del coronel es probablemente una de las más conocidas y estudiadas en
la obra literaria de García Márquez. Dante Liano en su trabajo “Rasgos épicos en CAS”
analiza profundamente el personaje del coronel en tres de las obras del ciclo Macondo –
El coronel no tiene quien le escriba, La Hojarasca y CAS. Liano escribe que el coronel
Aureliano Buendía es probablemente el personaje más importante en la escritura de
Márquez, y presenta un tipo de síntesis de los otros coroneles. Es un personaje más
elaborado en comparación con los otros (Liano, 1974, p.38).

Vemos a Aureliano Buendía durante su infancia, madurez y vejez, lo observamos en


situaciones diferentes, mientras que los otros dos coroneles están escritos
fragmentariomente, ya que sólo los conocemos durante un tiempo limitado.

Liano encuentra algunas características comunes entre los tres coroneles, y, claramente,
también algunas diferencias. Por ejemplo, él describe al coronel de La Hojarasca como
un personaje autoritario, seguro de sí mismo. El coronel tiene una cierta opinión sobre
las clases sociales, la sociedad y su propia posición en ella, una posición más alta que la
de la gente más reciente llegada, llamada la hojarasca. Es una persona de importancia en
el pueblo, pertenece a una familia de los fundadores de Macondo. En su relación con el
doctor, es un personaje digno y generoso, y se comporta desafiante en confrontaciones
con la gente del pueblo (Liano, 1974, pp.27-32).

El coronel de El coronel no tiene quien le escriba también se distingue por la dignidad y


orgullo. Es un hombre muy pobre y enfermo, pero nunca admitiría su situación
económica insoportable frente a la gente del pueblo. Como los otros coroneles, es un
personaje decidido y firme en sus decisiones. Soporta su situación económica con un
estoicismo increíble y aún muestra un humorismo seco (Liano, 1974, pp.32-38).

28
El coronel Aureliano Buendía, como los otros coroneles, es un personaje decidido y
autoritario. Nada puede cambiar su determinación cuando se decide por casarse con
Remedios Moscote o dejar detrás y olvidar las guerras. Sin duda, es un personaje
importante. No solo en la familia o en el pueblo, pero también en la historia del país. El
coronel se comporta con mucha dignidad y orgullo. Por ejemplo, nunca intenta recibir la
pensión del estado. No se pone nervioso antes del fusilamiento. Tampoco quiere vender
sus pescaditos cuando entiende que son reliquias históricas para la gente. Esta dignidad
le hace parecerse mucho al coronel de El coronel no tiene quien le escribe.

Liano concluye de la comparación:

García Márquez, en sus diferentes obras, apunta hacia un personaje: “el coronel”.
En cada una de las obras estudiadas se observa la maduración de este personaje
hasta llegar al personaje del coronel Aureliano Buendía. Lo cual no quiere decir
que aquellos no hayan cumplido su papel como personajes en la estructura de
sus propios argumentos (Liano, 1974, p.46).

También en “Los funerales de la Mamá Grande” encontramos una mención del coronel
Aureliano Buendía, aunque de paso, al igual que en El coronel no tiene quien le escriba:

A nadie se le había ocurrido pensar que la Mamá Grande fuera mortal, salvo a los
miembros de su tribu, y a ella misma, aguijoneada por las premoniciones seniles
del padre Antonio Isabel. Pero ella confiaba en que viviría más de 100 años, como
su abuela materna, que en la guerra de 1875 se enfrentó a una patrulla del
coronel Aureliano Buendía, atrincherada en la cocina de la hacienda. Sólo en abril
de este año comprendió la Mamá Grande que Dios no le concedería el privilegio
de liquidar personalmente, en franca refriega, a una horda de masones
federalistas (“Los funerales de la Mamá Grande”, p.47).

En el mismo parágrafo está mencionada el concepto mítico de vivir una vida


notablemente larga, algo que se asemeja a los patriarcas de Macondo en CAS, y, como
vamos a ver más tarde, a los patriarcas de la Biblia. El coronel en CAS es un personaje

29
mítico sólo porque es Buendía y, de este modo, “hijo del rey”, un hombre intangible,
marcado por sacralidad. Del mismo carácter mítico es el poder de la Mamá Grande:

Custom and belief are determining factors in the persistence of the status quo,
including belief in the most irrational and ridiculous propositions such as Mamá
Grande´s “ownership” – natural, and therefore incontestable – of past and future
rainfall and leap-years – just two of many absurdities (...) (Fiddian, 2006, p.127).

Robin Fiddian encontró un rasgo de sacralidad bíblica no sólo en el personaje de la


Mamá Grande, sino también en el predecesor de Aureliano Buendía, el coronel de la
novela El coronel no tiene quien le escriba. En esta obra Agustín, el hijo del coronel, tiene
algunas características parecidas a las de Jesucristo:

Agustín´s aura and age (he was born in the spring of 1922 and therefore died
aged thirty-three) identify him with another martyr of Western civilisation, who
is Jesus Christ, and the story of the colonel´s wait wait overlaps tellingly with the
seasonal parameters of the story of Christ. Significantly, the upturn that occurs in
the final section of No One Writes to the Colonel coincides with the beginning of
Advent in the Christian calendar; also, the cockfight is scheduled for 20 January,
within the bounds of Epiphany and representing a point in the future on which
the people can set their sights and aspirations. The narrative thus acquires a
strong archetypal dimension, which is bolstered further by a reference to the
Messiah and by the declaration, made aerly on by the colonel´s wife, that “When
I´m well, I can bring back the dead” (Fiddian, 2010, p.48).

Otro ejemplo de este tipo es el nombre de la película que la mujer del coronel vio en
1931, “La voluntad del muerto”. Fiddian supone que el uso de la mitología bíblica en la
novela muestre un interés por la mentalidad de la gente y no sea la evidencia de la fe
cristiana del autor. El mito bíblico de Jesucristo, martirio y muerte sirve para llevar un
mensaje político de esperanza y resistencia (Fiddian, 2010, p.49). Entonces, podemos
concluir que el uso de la mitología bíblica no sólo es característico de CAS, sino aparece
ya en las obras anteriores del autor.

30
“Los funerales de la Mamá Grande” es un relato muy corto, principalmente dedicado a la
crítica social de los caciques en América Latina a través de una exageración y humor,
pero ya en este cuento encontramos algunos de los temas significativos en la escritura
de García Márquez, por ejemplo, la de la muerte. Todo el relato se trata de la muerte de
la Mamá Grande y su lujoso funeral. Otro tema interesante que va a ser central en CAS es
incesto, también mencionado muy superficialmente:

La rigidez matriarcal de la Mamá Grande había cercado su fortuna y su apellido


con una alambrada sacramental, dentro de la cual los tíos se casaban con las hijas
de las sobrinas, y los primos con las tías, y los hermanos con las cuñadas, hasta
formar una intrincada maraña de consanguinidad que convirtió la procreación en
un círculo vicioso (“Los funerales de la Mamá Grande”, p.46).

Nelson González Ortega escribe que en “Los funerales de la Mamá Grande”, como en CAS,
vemos la idea de Macondo como representación de Colombia:

Los principales aspectos temáticos y discursivos que se han analizado


conjuntamente aquí permiten la interpretación de “Los funerales de la Mamá
Grande” y Cien años de soledad como una metáfora de la versión oficial de la
historia de Colombia. Los narradores de estos dos relatos sintetizan, por medio
de la a(na)cronía, la violencia histórica de Colombia desde la conquista e
instauración del poder virreinal hasta mediados del siglo XX (González Ortega,
2013, p.216).

“Los funerales de la Mamá Grande” y El coronel no tiene quien le escriba son obras
relativamente cortas. Aunque en ellos ya vemos muchos de temas comunes con CAS. La
Hojarasca, que es una novela más larga, ofrece más temas. Entre estos temas se puede
mencionar la soledad, el aislamiento, la muerte, la familia, el incesto, el apocalipsis y
predeterminación.

Mario Vargas Llosa en su trabajo sobre la obra de García Márquez indica la importancia
de relaciones entre una familia central y la historia de una comunidad, específicamente
Macondo:
31
Esta operación, confundir el destino de una comunidad con el de una familia,
aparece en La Hojarasca y en “Los funerales de la Mamá Grande”, pero sólo en
CAS alcanza su plena eficacia: aquí sí es evidente que la interdependencia de la
historia del pueblo y la de los Buendía es absoluta (Vargas Llosa, 1971, p.12).

Especialmente CAS y La Hojarasca son historias de una familia. CAS es una historia de la
familia Buendía durante siete generaciones. La hojarasca trata de una familia de tres
personas, el coronel, su hija Isabel y el hijo de Isabel, quien representan tres
generaciones.

En ambas familias observamos falta de comunicación entre sus miembros. En La


hojarasca casi no hay diálogos entre ellos. El coronel, su hija y el niño tienen monólogos
internos cuando reflexionan sobre el doctor o el funeral. Piensan el uno sobre el otro,
pero no se comunican, y se puede sentir el aislamiento, la soledad y la vergüenza que
experimentan.

En CAS los nombres de personajes se repiten una y otra vez (un ejemplo de repetición
textual), todos los varones se llaman Aurelianos o José Arcadios, y con el tiempo los
personajes se convierten en modelos, arquetipos. Por ejemplo, se supone que José
Arcadio es fuerte e impulsivo, Aureliano tímido y solitario, algo que lleva a la pérdida de
individualidad. En La hojarasca nunca nos enteramos de los nombres de algunos
personajes – el doctor, el coronel, el niño, el Cachorro, y puede ser que esta ausencia sea
el primer paso de la pérdida de individualidad y creación de un sentido más general e
incluso universal que aparecerá en CAS.

Los antecesores de las familias en ambas novelas huían de sus pueblos a Macondo. Los
Buendía a causa de un asesinato, la familia principal en La Hojarasca “huían de los
azares de la guerra y buscaban un recodo próspero y tranquilo” (La hojarasca, p.47).
Para ambos Macondo fue relacionada con la noción de “la tierra prometida” (La
hojarasca, p.48).

32
Como José Arcadio y Úrsula Buendía, los antecesores de la familia principal en La
hojarasca también eran primos hermanos entre sí. Entonces podemos decir que el tema
del incesto ya existe en La hojarasca. También está mencionado en “Los funerales de la
Mamá Grande”:

La rigidez matriarcal de la Mamá Grande había cercado su fortuna y su apellido


con una alambrada sacramental, dentro de la cual los tíos se casaban con las hijas
de las sobrinas, y los primos con las tías, y los hermanos con las cuñadas, hasta
formar una intrincada maraña de consanguinidad que convirtió la procreación en
un círculo vicioso. (“Los funerales de la Mamá Grande, p.46)

La mayoría de los personajes en CAS sufren del aislamiento e isolación. Pertenecen a la


misma familia, viven en la misma casa, pero tienen muy poco contacto uno con otro. Lo
mismo podemos decir sobre los personajes de La hojarasca. En La hojarasca el doctor es,
por un lado, un miembro de la familia porque vive en la casa del coronel durante ocho
años, pero, por otro lado, no tiene mucho interés por la vida de los habitantes de la casa
y no participa en ella. Vive solo, encerrado en su habitación, come solo después de los
otros, nunca habla con nadie. Durante muchos años nadie sabe su nombre y la familia
sólo supone que el hombre era francés. Su encerramiento de muchos años parece al
estado solitario del coronel Aureliano Buendía después de las veintidós guerras, quien
pierde todo interés por la vida.

La isolación de personajes está conectada con el tema de la muerte. En CAS los


personajes regresan al mundo de los vivos porque no pueden soportar la soledad de la
muerte, como lo hacen Prudencia Aguilar y Melquíades. En “Los funerales de la Mamá
Grande” todo el relato está centrado alrededor de la muerte de la figura mítica de la
Mamá Grande. En El coronel no tiene quien le escriba el leitmotiv de la muerte de Agustín
es lo que crea la tonalidad de soledad, sufrimiento y desesperación, que probablemente
anuncie la muerte final de los personajes. En La hojarasca el doctor tiene una vida tan
solitaria y triste, que parece resignado a la muerte.

La hojarasca empieza y termina con la muerte. En realidad, toda la novela transcurre


durante la visita del coronel, su hija y su nieto a la casa del doctor después de su suicidio,
33
y todos los monólogos se pronuncien al lado del cadáver del médico. Esto da al lector
una sensación “cerrada”, un tipo pasatiempo en espera de la muerte y en su proximidad.

Marcela María Raggio escribe algo parecido sobre CAS y su ambiente limitado,
predestinado a la muerte:

Es en la interrogación final y en la respuesta desesperada donde se advierte que


la vida/narración, es solo eso, un durar, un “mientras tanto” inacabable. Ni
siquiera se trata del Macondo de Cien años de soledad cuyo devenir está
contenido dentro de los límites de un pergamino; aquí, la subjetivación del
tiempo (...) expande sus límites hasta el límite, para producir un discurso de
connotaciones ideológicas precisas (María Raggio, 2009, p.12).

La muerte está presente desde las primeras páginas de la novela donde la gente es
comparada con la hojarasca, hojas de árboles que pasan un ciclo de vida natural y al final
“sufren el proceso de fermentación y se incorporan a los gérmenes de la tierra” (La
hojarsca, p.11).

Por eso podemos decir que en La hojarasca la gente obrera que viene a Macondo para
trabajar para la compañía bananera está solo destinada a morir, mientras que en CAS
este motivo recibe un desarrollo ulterior, y ellos cumplen finalmente su destino cuando
tres mil trabajadores mueren en la masacre de la estación a causa de una huelga contra
las condiciones de trabajo en las plantaciones de la compañía bananera.

En La hojarasca la presencia de la muerte se manifestó a través del cuerpo del doctor,


indicios a la madre de Isabel y al destino simbólico de la hojarasca. La presencia de la
muerte en CAS es mucho más explícita. La vemos en los fantasmas y los muertos que
están presentes en la casa, como Prudencio Aguilar, Melquíades y José Arcadio Buendía.
Entonces, también a este respecto, se puede decir que La hojarasca es un antecedente
temático de CAS.

Otra muerte que se puede mencionar, es la percepción de la cercana muerte de Macondo


en La hojarasca. “Todo Macondo está así desde cuando lo exprimió la compañía
34
bananera. La hiedra invade las casas, el monte crece en los callejones (...). Todo parece
destruido” (La hojarasca, p.165).

Es como si Dios hubiera declarado innecesario a Macondo y lo hubiera echado al


rincón donde están los pueblos que han dejado de prestar servicio a la creación
(La hojarasca, p.164).

Y otra vez, parece que un motivo empezado en La hojarasca, se desarrolla en CAS y en la


segunda novela Macondo cumple su destino de estar destruido. De este modo el tema de
la muerte está conectado con el motivo de predeterminación.

En CAS desde las primeras páginas nos enteramos de que el incesto inicial entre Úrsula y
José Arcadio Buendía pudiera ser una maldición para la familia. Entonces, la destrucción
de Macondo, un pueblo fundado por los Buendía, es el cumplimiento de la maldición, un
final predeterminado.

También en La hojarasca encontramos elementos de este tema. Es interesante que El


Cachorro, el sacerdote del pueblo, dedique sus sermones a fenómenos atmosféricos y no
a fragmentos de Biblia. Es como si él adivinara que el pueblo va a ser borrado de la faz
de la tierra por un huracán:

El Cachorro es así. Prefiere orientar al pueblo en relación con los fenómenos


atmosféricos. Tiene una preocupación casi teológica por las tempestades. Todos
los domingos habla de ellas. Y su prédica, por eso, no se basa en los Evangelios
sino en las predicciones atmosféricas del almanaque Bristol (La hojarasca,
p.122).

Otra vez, algo que sólo fue una alusión en La hojarasca, como la destrucción de Macondo
por una catástrofe natural, más tarde se convertirá en un hecho cumplido en CAS.

Jeff Browitt en su artículo “From La hojarasca to Cien años de soledad: Gabriel García
Márquez’s Labyrinth of Nostalgia” escribe que el título de la novela La hojarasca pueda
ser otra indicación sobre como Macondo va a ser destruido más tarde:
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There are other continuities between Cien años and La hojarasca, in addition to
references to civil war and the banana company. The metaphor of the hojarasca,
the leafstorm, also doubles in Cien años for the hurricane that will sweep away all
traces of the town. This scene is reprised in two forms in Cien años: the
apocalyptic wind which does indeed arrive and destroy Macondo (Browitt, 2005,
p.25).

En La hojarasca, los habitantes de Macondo sienten que la destrucción del pueblo se


acerca. Isabel piensa, por ejemplo:

Los baúles están en el cuarto desde los últimos días de la guerra; y allí están esta
tarde, cuando regresemos del entierro, si es que entonces no ha pasado todavía
ese viento final que barrerá a Macondo, sus dormitorios llenos de lagartos y su
gente taciturna, devastada por los recuerdos (La hojarasca, p.166).

Otra vez Isabel piensa: “Pero mi castigo estaba escrito desde antes de mi nacimiento y
había permanecido oculto, reprimido, hasta este mortal año bisiesto en que fuera a
cumplir treinta de mi nacimiento” (La hojarasca, p.25). Este pensamiento de una
profecía escrita nos puede recordar a los pergaminos de Melquíades, que contienen la
historia de la familia Buendía.

También el coronel en La hojarasca piensa en el oscuro destino y la predeterminación:

No era yo quien disponía las cosas en mi hogar, sino otra fuerza misteriosa, que
ordenaba el curso de nuestra existencia y de la cual no éramos otra cosa que un
dócil e insignificante instrumento. Todo parecía obedecer entonces al natural y
eslabonado cumplimiento de una profecía (La hojarasca, p.127).

Según Marcela María Raggio, es posible encontrar el mismo motivo de predeterminación


y desesperanza en El coronel no tiene quien le escriba: “La atmósfera tensa de presagios
se repite también en El coronel no tiene quien le escriba, donde la mera supervivencia es
una extendida penuria antes del fin” (Raggio, 2009, p.11).

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Si leemos otra vez las primeras páginas de La hojarasca que describen el ciclo de vida de
la hojarasca y su destino de incorporarse a los gérmenes de la tierra (La hojarasca, p.11),
podemos suponer que no solo es una alusión de la gente a quien le llaman “la hojarasca”,
pero también una profecía sobre el destino de Macondo, que, como todas otras cosas en
el mundo, tiene sus fases de nacimiento, desarrollo, decadencia y muerte.

Como hemos visto, hay múltiples ejemplos de repetición autointertextual en la obra de


García Márquez. Hemos ilustrado sólo algunos de ellos, que vislumbran no solo la
formación de un ciclo literario definido, sino también que se convierten en elementos
que ayudan a conformar una novela con una historia y un espacio míticos.

37
4. Elementos bíblicos en Cien años de soledad

Como ya hemos señalado, entre las muchas referencias intertextuales, hay una multitud
de referencias a la Biblia en CAS. García Márquez repite algunos elementos conocidos del
Texto Sagrado y los modifica en su obra. Hay personajes bíblicos identificables con los
personajes de la novela, alusiones a historias bíblicas y también algunos símbolos
cristianos en la novela.

En CAS encontramos personajes de una gran complejidad, tanto respecto a su


personalidad como a su aspecto exterior. Sobre todo, los representantes de la estirpe
Buendía son interesantes al respecto. Entre ellos vemos, por ejemplo, personas grandes
físicamente (como el primer José Arcadio) y pequeñas (como Úrsula Iguarán). Se
incluyen también gordos (como Aureliano Segundo), y flacos (como el coronel Buendía).
También puede considerarse que Meme la Bella es una mujer con una belleza
sobrenatural, mientras que el último Buendía es más bien monstruoso, ya que nació con
una cola de cerdo. Las diferencias, como contrastes, se dan también en el aspecto
psíquico: algunos de estos personajes son energéticos y joviales, otros en cambio
reservados y silenciosos.

La abundancia de personajes y personalidades de CAS nos recuerda a ciertos personajes


bíblicos:

Ya en las primeras líneas de la novela encontramos pasajes que nos remiten a los
primeros libros de la Biblia –el Pentateuco, que abre el Antiguo Testamento:

Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava


construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un
lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El
mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para
mencionarlas había que señalarlas con el dedo (CAS, p.83).

Las palabras “el mundo reciente” y “prehistórico” remiten a un mundo inicial profano,
idea que se complementa con la referencia simbólica a las piedras como huevos, en una
38
especie de evolución histórica. Pero al mismo tiempo, estas referencias llaman la
atención por su asociación con el primer capítulo del Génesis, que trata sobre la creación
del mundo por Dios:

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía, las
tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el espíritu del Dios se movía sobre las
aguas (Génesis, 1:1).

Aún más relevantes en este sentido parecen las primeras palabras del Evangelio según
San Juan: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”
(Juan 1:1). Aquí hay varias acepciones de la palabra “Verbo”, pero una de ellas es la de
“nombre” o “palabra”. Macondo en el principio de su existencia es un mundo tan nuevo
donde las cosas todavía no tienen nombres. Es decir: no existen.

Esta situación se repite más tarde en la novela, en otro episodio, donde José Arcadio por
idea de su hijo Aureliano, necesita dar nombres a las cosas del alrededor, marcándolas
con etiquetas, durante la plaga del insomnio y la pérdida de memoria consecuente:

Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta,
pared, cama, cacerola. Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo,
puerca, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas
posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se
reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordará su utilidad.
Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una
muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban
dispuestos a luchar contra el olvido: Ésta es vaca, hay que ordeñarla todas las
mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con
el café y hacer café con leche. (...) En la entrada del camino de la ciénaga se había
puesto un anuncio que decía Dios existe (CAS, p.140).

En la novela, la creación de Macondo está asociada con José Arcadio Buendía, el


fundador del pueblo y de la estirpe Buendía. Y su asociación con el Dios creador de la
39
Biblia se hace patente en un pasaje: “José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación
iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aún más allá del milagro a la
magia (...) “(CAS, p.84).

Como se ha visto, el paralelo entre la creación del mundo y la creación de Macondo es


muy obvio, pero no completo. Las palabras sobre la creación son literalmente las
primeras de la Biblia, mientras en CAS, si bien aparecen en el primer párrafo, no son las
primeras palabras de la novela. En cualquier texto mítico, las primeras palabras tienen
una gran importancia y son seleccionadas muy cuidadosamente. Y, aunque la estructura
de la novela se asemeja a la de la Biblia desde las primeras líneas, parece que es
importante para el autor marcar la diferencia entre las dos obras y de este modo apartar
al lector de una interpretación de la novela demasiado simple y “bíblica”. Pero, sí le sirve
para crear un ambiente mítico, ya que este pasaje recuerda a un texto fundacional
religioso.

Las referencias al agua marcan también la similitud entre ambos textos, y el barro
remite también a la materia del que Dios hizo al hombre. Mientras Macondo está
situado en “la orilla de un río de aguas diáfanas”, el agua también está presente en las
primeras líneas del Antiguo Testamento: “el espíritu del Dios se movía sobre las aguas”.
Esta similaridad parece significante porque el personaje fundador, José Arcadio, busca la
salida al mar desde Macondo muchas veces sin éxito, y tiene que contentarse con una
localización más modesta cerca de un río. Río que es presentado como uno de los ríos
del paraíso, por sus aguas diáfanas:

De este lugar de delicias salía un río para regar el paraíso, río que desde allí se
dividía en cuatro brazos (Génesis 2:10).

En lo que respecta al barro, podemos intuir esta referencia al pasaje de la creación de


Adán:

Formó, pues, el Señor Dios al hombre del lodo de la tierra, y le inspiró en el rostro
un soplo o espíritu de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional
(Génesis 2:7).
40
Otro episodio que acerca el personaje de José Arcadio Buendía a Dios es su posición
principal en esta nueva sociedad que él funda como patriarca:

Al principio, José Arcadio Buendía era una especie de patriarca juvenil, que daba
instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de niños y animales, y
colaboraba con todos, aun en el trabajo físico, para la buena marcha de la
comunidad. Puesto que su casa fue desde el primer momento la mejor de la aldea,
las otras fueron arregladas a su imagen y semejanza (CAS, p.92).

Podemos comparar este fragmento con uno en la Biblia:

Y por fin dijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra; y domine a los
peces del mar, y a las aves del cielo, y a las bestias, y a toda la tierra, y a todo
reptil que se mueve sobra la tierra.

Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; los creó
varón y hembra (Génesis 1: 26, 27).

José Arcadio organiza y ensena cómo cuidar ese espacio que parece un paraíso: es decir
domina. Gracias a la propia belleza paradisiaca del lugar y sobre todo al control o
dominio utópico del pueblo, su existencia es la de un pueblo idílico, donde todas las
personas son iguales, todos trabajan para el bien común, etc.

José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se vería jamás en
la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas
podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles
con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del
calor. En pocos años Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que
cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad
una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había
muerto (CAS, p.93).

41
Es un lugar feliz y arcádico. La Enciclopedia Espasa define “Arcadia” como un lugar ideal
de vida idílica. La presencia de un lugar idealizado por su naturaleza y clima aparece en
la tradición greco-latina. Así este nombre se configura como prototipo de lugar idílico en
toda la literatura occidental. En este sentido el nombre de José Arcadio no es accidental
y sirve para subrayar el carácter paradisiaco de Macondo en el principio de su
existencia. Elizabeth A. Spiller escribe que Macondo en este período recuerda al
concepto mítico de la edad del oro, que existe en varias culturas (Spiller 2003, p.53). Es
un concepto también relacionado con la Arcadia, el Paraíso, etc.

El pasaje que hemos citado insiste en la descripción idílica de Macondo donde nadie
había muerto y recuerda al Paraíso antes del pecado original. La referencia a la edad de
los habitantes también recuerda la edad de Adán y es similar a la asociación que hace
Cristóbal Colón entre los nativos que encuentra en su primer viaje y los habitantes del
Paraíso Terrenal:

Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y tanbién las mujeres,
aunque no vide más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos
mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de
muy hermosos cuerpos y muy buenas caras (Colón, Diario, 12 de octubre de
1492).

Al igual que Colón, también, la descripción de Macondo va a estar asociada al Paraíso por
las referencias a la multitud de pájaros en Macondo. Recordemos que Colón basa sus
descripciones del nuevo mundo en base a las categorías de descripción de lugares
idílicos: agua, vegetación, animales, etc. Por ejemplo: “Puestos en tierra vieron árboles
muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras” (Colón, Diario, 12 de octubre
de 1492).

En CAS, por ello, aparece también una multitud de aves en Macondo, algo que fue posible
gracias a José Arcadio, de nuevo:

Desde los tiempos de la fundación José Arcadio Buendía construyó trampas y


jaulas. En poco tiempo llenó turpiales, canarios, azulejos y petirrojos no sólo la
42
propia casa, sino todas las de la aldea. El concierto de tantos pájaros distintos
llegó a ser tan aturdidor, que Úrsula se tapó los oídos con cera de abejas para no
perder el sentido de la realidad (CAS, p.94).

El canto de los pájaros en Macondo es tan especial que atrajo a los gitanos:

La primera vez que llegó la tribu de Melquíades vendiendo bolas de vidrio para el
dolor de cabeza, todo el mundo se sorprendió de que hubieran podido encontrar
aquella aldea perdida en el sopor de la ciénaga, y los gitanos confesaron que se
habían orientado por el canto de los pájaros (CAS, p.94).

Esta introducción de los gitanos marcará una conexión importante entre la historia
bíblica y la del Descubrimiento de América, que ya habíamos señalado antes, pues al
igual que los compañeros de Colón engañaban a los nativos con cuentas de vidrio,
durante sus primeros encuentros con ellos, así los gitanos comercian en Macondo
también con colas de vidrio.

Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente
que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por
fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio
que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron
mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. (Colón, Diario, 12 de
octubre de 1492).

Es significante que después de la lluvia, en la etapa final de la historia de Macondo


cuando Úrsula Iguarán muere, los pájaros, estos símbolos originarios de Macondo,
también mueran:

La enterraron en una cajita que era apenas más grande que la canastilla en que
fue llevado Aureliano, y muy poca gente asistió al entierro, en parte porque no
eran muchos quienes se acordaban de ella, y en parte porque ese mediodía hubo
tanto calor que los pájaros desorientados se estrellaban como perdigones contra

43
las paredes y rompían las mallas metálicas de las ventanas para morirse en los
dormitorios (CAS, pp.464-465).

Si Macondo es una representación del Paraíso primordial, parece interesante la llegada


de los gitanos. Esto significa que hay otras civilizaciones, algo que no es contemplado en
la Biblia. En el Texto Sagrado no hay menciones de posibilidad de existencia de otros
mundos. Pero sí en las geografías medievales que habían situado el Paraíso hacia el
oriente, y formaba parte de todos aquellos lugares maravillosos que se podían encontrar
en los confines del mundo conocido. Entonces parece razonable suponer que García
Márquez intenta crear un texto mítico que arregla este defecto y, en general, está en
diálogo con la Biblia, pero también con esas creencias antiguas de las posibilidades de
lugares y civilizaciones maravillosas, que se creían ciertas pues estaban documentadas
en textos de los historiadores y naturalistas greco-latinos y, sobre todo, en los libros de
los viajeros medievales como Marco Polo.

Hay otra referencia a Macondo como el Paraíso, tanto en referencia a la Biblia como a su
identificación con la América recién descubierta. Esto sucede, cuando el padre Nicanor
llega a Macondo para casar a Aureliano Buendía y Remedios Moscote, y descubre que no
hay un templo allí. La gente de Macondo estaba acostumbrada a tener un contacto
directo con Dios, sin la ayuda de la iglesia, como en los tiempos idílicos en paraíso antes
del pecado original:

Llevaba el propósito de regresar a su parroquia después de la boda, pero se


espantó con la aridez de los habitantes de Macondo, que prosperaban en el
escándalo, sujetos a la ley natural, sin bautizar a los hijos ni santificar las fiestas.
Pensando que a ninguna tierra le hacía tanta falta la simiente de Dios, decidió
quedarse una semana más para cristianizar a circuncisos y gentiles, legalizar
concubinarios y sacramentar moribundos. Pero nadie le prestó atención. Le
contestaban que durante muchos años habían estado sin cura, arreglando
negocios del alma directamente con Dios, y habían perdido la malicia del pecado
mortal (CAS, p.178).

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Como se ve la referencia a la ley natural remite también a la vida de los nativos del
Caribe americano cuando la llegada de los españoles. Pero sobre todo a las campanas de
evangelización que se van a desarrollar a la fuerza en todo el territorio recién
descubierto.

Desde estas perspectivas las asociaciones bíblicas de José Arcadio pueden ir desde
referir a Dios, o a un patriarca, pero también a personajes que están sujetos a menos
poder o que son vulnerables al castigo divino. Hay, por ejemplo, claros paralelos entre
los Buendía y los primeros hombres, Adán y Eva. Desde este punto de vista, Macondo no
sería el Paraíso, sino el lugar donde José Arcadio y Úrsula se encuentran después de la
“expulsión” de su pueblo natal.

Los primeros Buendía tuvieron que abandonar su pueblo después del asesinato de
Prudencio Aguilar por José Arcadio. Prudenció se burló de José Arcadio por no tener
relaciones sexuales con su mujer, Úrsula, un año después de la boda. Enojado, José
Arcadio le retó a un duelo y lo mató. Hay similaridades entre este acontecimiento y el
pecado original de Adán y Eva, porque llevan a un exilio de por vida de una pareja joven
por un pecado que han cometido y en que ambos, el hombre y la mujer, tuvieron parte.

Aunque en la Biblia la pareja es expulsada por Dios: “Y le echó el Señor Dios del paraíso
de deleites, para que labrase la tierra, de que fue formado.” (Génesis, 3: 23), mientras
que en la novela José Arcadio y Úrsula sufren de remordimientos de conciencia y son
ellos mismos los que deciden irse para no ver al fantasma del muerto Prudencio Aguilar,
y no se fueron solos sino con algunos amigos y sus familias: “Nos iremos de este pueblo,
lo más lejos que podamos, y no regresaremos jamás” (CAS, p.110).

Así, podemos ver el asesinato de Prudencio Aguilar como una analogía del pecado
original en la Biblia, pero también el incesto entre José Arcadio y Úrsula puede tener
esta función: “(...) En verdad estaban ligados hasta la muerte por un vínculo más sólido
que el amor: un común remordimiento de conciencia. Eran primos entre sí” (CAS, p.107).

El énfasis en lo prohibido de esta relación es evidente desde que las propias familias
Buendía e Iguarán, intentaron impedir esta relación. Frente a ella sin embargo se
45
presenta, otra vez míticamente, la relación como predestinada "desde que vinieron al
mundo":

Aunque su matrimonio era previsible desde que vinieron al mundo, cuando ellos
expresaron la voluntad de casarse sus propios parientes trataron de impedirlo.
Tenían el temor de que aquellos saludables cabos de dos razas secularmente
entrecruzadas pasaran por la vergüenza de engendrar iguanas. Ya existía un
precedente tremendo. Una tía de Úrsula, casada con un tío de José Arcadio
Buendía tuvo un hijo que pasó toda la vida con unos pantalones englobados y
flojos, y que murió desangrado después de haber vivido cuarenta y dos años en el
más puro estado de virginidad porque nació y creció con una cola cartilaginosa
en forma de tirabuzón y con una escobilla de pelos en la punta (CAS, p.107).

El temor de Úrsula por tener hijos con una cola de cerdo es lo que motivó la ausencia de
relaciones sexuales entre ella y José Arcadio el primer año de su matrimonio, y, de esta
manera, el delito de incesto llevó al pecado de asesinato.

Otra observación interesante es que se puede asociar “la cola cartilaginosa” en CAS con
la imagen de la serpiente (que también tiene una cola cartilaginosa) en el Antiguo
Testamento, porque también allí la serpiente es la causa del pecado que lleva a la
expulsión de Adán y Eva del Paraíso (Génesis, 3: 1-24).

Aunque hemos investigado el incesto en la novela de García Márquez como una analogía
del pecado original, hay otra posibilidad de interpretación. Adán y Eva son, en cierto
sentido, parientes. En un lenguaje moderno podríamos decir que ellos comparten el
ADN:

Por tanto el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño; y mientras
estaba dormido, le quitó una de las costillas, y llenó de carne aquél vacío.
Y de la costilla aquella que había sacado de Adán, formó el Señor Dios una mujer:
la cual puso delante de Adán.

46
Y dijo o exclamó Adán: Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne:
llamarse ha, pues, hembra, porque del hombre ha sido sacada (Génesis 2: 21-23,
p.8).

Entonces Adán y Eva, que tienen un asociado parentesco, entran en una relación
incestuosa. Y, como son los primeros hombres del mundo, sus hijos también tienen
relaciones incestuosas:

Y Adán puso a su mujer el nombre de Eva, este es, vida, atento a que había de ser
madre de todos los vivientes (Génesis 3: 20, p.9).

El hecho que José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son parientes que fundan esta
familia de tantos casos de incesto puede ser otra referencia a la Biblia y los
descendientes de Adán y Eva y significar que la estirpe de Buendía es una alusión a toda
la raza humana.

Hemos anteriormente mencionado un paralelo entre Dios y los patriarcas de Macondo.


También podemos relacionar a Dios con Aureliano Segundo en el periodo cuando él
tiene relaciones con Pilar Ternera y esta relación afecta extremadamente la
reproducción de los animales domésticos:

En pocos años, sin esfuerzos, a puros golpes de suerte, había acumulado una de
las más grandes fortunas de la ciénaga, gracias a la proliferación sobrenatural de
sus animales. Sus yeguas parían trillizos, las gallinas ponían dos veces al día, y los
cerdos engordaban con tal desenfreno, que nadie podía explicarse tan
desordenada fecundidad, como no fuera por artes de magia (CAS, p.299).

La frase conocida de Aureliano Segundo, cuando ve la cantidad de animales


reproducidos, es: “Apártense, vacas, que la vida es corta” (CAS, p.301). Algo parecido dijo
Dios a Adán y Eva después de crearlos:

47
Y les echó Dios su bendición y dijo: Creced y multiplicaos, y henchid la tierra, y
enseñoreaos de ella, y dominad a los peces del mar y a las aves del cielo y a todos
los animales que se mueven sobre la tierra (Génesis, 1: 28).

Según la Biblia, Dios dijo algo similar a Noé después del diluvio:

Saca también fuera contigo todos los animales que tienes dentro, de toda casta,
tanto de aves como de bestias y de todos los reptiles que andan arrastrando
sobre la tierra, y salid a tierra; propagaos y multiplicaos sobre ella (Génesis, 8:
17).

Otra referencia bíblica bastante clara en CAS es la proximidad entre los personajes de
José Arcadio Buendía y Caín. Lo que los acerca a uno del otro es un asesinato como
resultado de un orgullo insultado. José Arcadio mata a Prudencio Aguilar porque está
ofendido por sus insultos, y “el asunto fue clasificado como un duelo de honor” (CAS,
p.109).

En la Biblia Caín mata a su hermano Abel también porque se siente ofendido, aunque
está ofendido por Dios:

Ofreció asimismo Abel de los primerizos de su ganado, y de lo mejor de ellos; y el


Señor miró con agrado a Abel y a sus ofrendas.

Pero de Caín y de las ofrendas suyas no hizo caso; por lo que Caín se irritó
sobremanera, y decayó su semblante. (...)

Dijo después Caín a su hermano Abel: salgamos fuera. Y estando los dos en el
campo, Caín acometió a su hermano Abel y le mató (Génesis 4: 4,5,8).

Como resultado de ambos asesinatos los hombres culpables, Caín y José Arcadio
Buendía, tienen que abandonar su tierra natal. José Arcadio dice: “Nos irémos de este
pueblo, lo más lejos que podamos, y no regresaremos jamás” (CAS, p.110). Caín también

48
tiene que irse: “Salido, pues, Caín de la presencia del Señor, prófugo en la tierra, habitó
en el país que está al oriente de Edén” (Génesis 4: 16).

Aunque hemos mirado el reasentamiento de los Buendía y sus amigos como un tipo de
expulsión, también podemos verlo como un éxodo, y en este sentido el personaje bíblico
del profeta Moisés es muy importante. Según el segundo libro del Pentateuco, él realizó
el éxodo hebreo de Egipto a la tierra prometida, y el éxodo duró cuarenta años:

Partieron, en fin, los hijos de Israel de Ramesés a Socot, en número de unos


seiscientos mil hombres a pie, sin contar los niños.

También salió agregada a ellos una turba inmensa de gente de toda clase, ovejas
y ganados mayores, y todo género de animales en grandísimo número (Éxodo,
12: 37-38).

Habló después el Señor a Moisés, diciendo: Anda, parte de este lugar tú y el


pueblo tuyo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra que tengo prometida
con juramento a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré
(Éxodo 33: 1).

El éxodo de José Arcadio de Riohacha, su pueblo natal, fue con las familias de sus
veintiún compañeros y duró veintiséis meses.

Fue así como emprendieron la travesía de la sierra. Varios amigos de José


Arcadio Buendía, jóvenes como él, embullados con la aventura, desmantelaron
sus casas y cargaron con sus mujeres y sus hijos hacia la tierra que nadie les
había prometido (CAS, pp.110-111).

Recuérdese también que la conversión de Moisés se inicia después de matar a un


guardia del faraón:

Un día, cuando Moisés era ya grande, salió a ver a sus hermanos; y observó la
aflicción en que estaban, y a un egipcio que maltrataba a uno de los hebreos sus
49
hermanos. Y habiendo mirado hacia todas partes y no divisando a nadie, mató al
egipcio, y le escondió en la arena (Éxodo, 2: 11-12).

El contraste entre la tierra prometida en la Biblia y “la tierra que nadie les había
prometido” en CAS crea un efecto casi humorístico, como si el autor está jugando con el
lector, repitiendo el mito bíblico, pero sólo parcialmente, de una manera lúdica. Antes
hemos visto lo mismo en el ejemplo donde las casas en la aldea fueron arregladas a
imagen y semejanza de la casa de los Buendía.

José Arcadio ignoraba por completo la geografía de la región. (...) En su juventud,


él y sus hombres, con mujeres y niños y animales y toda clase de enseres
domésticos, atravesaron la sierra buscando una salida al mar, y al cabo de
veintiséis meses desistieron de la empresa y fundaron a Macondo para no tener
que emprender el camino de regreso (CAS, p.94-95).

El personaje de Moisés está presente en la novela en relación con el “éxodo” de los


Buendía, y otra vez cuando Fernanda miente sobre la ascendencia de su nieto Aureliano:

Amaranta Úrsula recordó la tarde en que entró al taller de platería y su madre le


contó que el pequeño Aureliano no era hijo de nadie porque había sido
encontrado flotando en una canastilla (CAS, p.539).

Este episodio recuerda claramente a la historia de Moisés, que, como un hebreo, fue
destinado a morir por un decreto del faraón:

Después de esto, es de saber que un varón de la familia de Leví fue y se casó con
una mujer de su linaje;

La cual concibió y parió un hijo, y viéndole muy lindo, le tuvo escondido por
espacio de tres meses.

50
Más no pudiendo ya encubrirle, tomó una cestilla de juncos y la calafateó con
betún y pez, y colocó dentro al infantillo, y le expuso en un carrizal de la orilla del
río (Éxodo 2: 1-3).

Otro personaje bíblico que podemos mencionar aquí es el hijo pródigo. Encontramos la
parábola del hijo pródigo en el Evangelio de Lucas - entre las parábolas de Jesús. Esta
historia trata de un hombre joven que se va de casa, tiene una vida llena de placeres y
entretenimientos, gasta el dinero de su padre y viene de regreso a casa para pedir
perdón. Su padre le excusa y le recibe con alegría y sin reproches:

Mas el padre, por respuesta dijo a sus criados: Pronto traed aquí luego el vestido
más precioso que hay en casa, y ponédselo, ponedle un anillo en el dedo, y
calzadle las sandalias;

Y traed un ternero cebado, matadlo, y comamos, y celebremos un banquete;

Pues este hijo mío estaba muerto, y ha resucitado; se había perdido, y ha sido
hallado (Lucas 15: 22-24).

En CAS José Arcadio, el hijo de José Arcadio Buendía, es un personaje parecido. Cuando
se enamora en una gitana joven, se va de casa sin avisar a sus parientes: “La noche de
sábado José Arcadio se amarró un trapo rojo en la cabeza y se fue con los gitanos” (CAS,
p.123). A diferencia de la Biblia, en la novela es su madre, Úrsula, quien se preocupa más
por su hijo, y no su padre José Arcadio. Cuando el hijo pródigo vuelve, también es ella
quien le reconoce y se alegra:

Llegaba un hombre descomunal. (...) “Buenas”, dijo. Úrsula se quedó una fracción
de segundo con la boca abierta, lo miró a los ojos, lanzó un grito y saltó a su
cuello gritando y llorando de alegría. Era José Arcadio. Regresaba tan pobre como
se fue, hasta el extremo de que Úrsula tuvo que darle dos pesos para pagar el
alquiler del caballo. Hablaba el español cruzado con jerga de marineros. Le
preguntaron dónde había estado, y contestó: “Por ahí” (CAS, pp.186-187).

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José Arcadio recuerda al hijo pródigo de la Biblia porque regresa a casa tan
transformado, con la ropa vieja y sucia, y nadie sabe dónde ha estado. Pero podemos
decir que su hermano, Aureliano, también encaja en la imagen de un hijo pródigo,
cuando regresa a casa después de perder todas sus treinta y dos guerras e intenta
matarse.

Lo importante es que ambos hijos de Úrsula y José Arcadio Buendía regresan a casa,
humildes, después de estar fuera de casa durante años y sin mostrar mucho respeto o
tener mucho contacto con sus parientes. Aun así, ambos son recibidos y aceptados por
su madre Úrsula cuando vienen a Macondo, como el hijo pródigo en el Nuevo
Testamento.

Melquíades es probablemente el personaje más misterioso en CAS. Es un gitano que


visita Macondo con su gente de vez en cuando e introduce a los habitantes del pueblo las
invenciones del mundo exterior. Melquiades ha estado en muchos países y posee tanta
sabiduría que le parece un mago a José Arcadio Buendía, aunque también da una
impresión de un charlatán. Si volvemos a la idea de Macondo como paraíso, Melquíades
con sus invenciones y “los poderes sobrenaturales” que tientan constantemente a José
Arcadio Buendía (CAS, p.91), parece a la serpiente en la Biblia:

Dijo entonces la serpiente a la mujer: ¡Oh! Ciertamente que no moriréis.


Sabe, Dios que en cualquier tiempo que comiereis de él, se abrirán vuestros ojos
y seréis como dioses, conocedores de todo, del bien y del mal (Génesis 3: 4-5).

En relación con la serpiente parece apropiado escribir sobre el árbol del conocimiento
en la tradición cristiana. El comer del fruto del árbol del conocimiento es el pecado
original. Es fácil ver similaridades entre este árbol bíblico y el árbol a que José Arcadio
Buendía, obsesionado con el conocimiento, fue atado al final de su vida.

Iris M. Zavala escribe sobre otro uso de la noción del árbol en la novela:

Judging by definition given by Francisco J. Santamaría in his Diccionario general


de americanismos, “macondo” is a popular form that, in Colombia, is applied to a
52
corpulent tree of the baobab family, similar to the ceiba. Right next to a gigantic
ceiba tree, outside Macondo, is where Colonel Aureliano Buendía breathes his
last (Zavala, 2002, p.114).

Zavala apunta también la posible conexión entre este árbol de Macondo y el árbol
genealógico de los Buendía, tan importante para el pueblo (Zavala, 2002, p.114). Como
Mario Vargas Llosa escribió, la historia de Macondo es la historia de los Buendía. Tanto
la Biblia como CAS tienen un árbol genealógico como la estructura interna de ambos
textos. Además, la forma es parecida, como ambas historias son escritas en una lengua
antigua.

Claramente, hay muchas diferencias también entre CAS y la Biblia. Por ejemplo, las
mujeres tienen en la novela un papel totalmente diferente que en la Biblia.

Es interesante que en la Biblia sea la mujer quien se encuentra seducida por la serpiente
y la posibilidad de la sabiduría ilimitada, mientras que en CAS es lo contrario. José
Arcadio Buendía está profundamente afectado por los dones de los gitanos, mientras
que Úrsula se muestra muy negativa a Melquíades y los gitanos en general: “Cuando
volvieron los gitanos, Úrsula había predispuesto contra ellos a toda la población. Pero la
curiosidad pudo más que el temor (...).” (CAS, p.91). Como en el Génesis, la curiosidad, el
ansia de conocimiento, venció en la novela.

Además, puede hacerse otra asociación: como Adán y Eva en el paraíso, parece que la
tribu de Melquíades fue castigada por saber demasiado:

José Arcadio Buendía, sin embargo, fue explícito en el sentido de que la antigua
tribu de Melquíades, que tanto contribuyó al engrandecimiento de la aldea con su
milenaria sabiduría y sus fabulosos inventos, encontraría siempre las puertas
abiertas. Pero la tribu de Melquíades, según contaron los trotamundos, había sido
borrada de la faz de la tierra por haber sobrepasado los límites del conocimiento
humano (García Márquez, pp.129-130).

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El conocimiento llega a la ciudad y corrompe su calidad idílica. No lo hace con
Melquíades y los gitanos, aunque ocasiona temor y sospechas, pero es indirectamente
por ellos que llega el pecado al pueblo, cuando Úrsula va en búsqueda de su hijo José
Arcadio, que se había ido con los gitanos, y regresa trayendo a los comerciantes.

Aun así, Melquíades regresa a Macondo después de su muerte e incluso salva al pueblo
de la plaga del olvido:

El gitano iba dispuesto a quedarse en el pueblo. Había estado en la muerte, en


efecto, pero había regresado porque no pudo soportar la soledad. Repudiado por
su tribu, desprovisto de toda facultad sobrenatural como castigo por su fidelidad
a la vida, decidió refugiarse en aquel rincón del mundo todavía no descubierto
por la muerte, dedicado a la explotación de un laboratorio de daguerrotipia (CAS,
pp.142-143).

Melquíades es uno de los tres personajes resurrectos en CAS. Los otros dos son
Prudencio Aguilar y el patriarca José Arcadio Buendía. En la Biblia, solo hay una persona
que resucita por sí misma – Jesús Cristo. Pero hay muchos personajes en la Biblia quien
regresan de la muerte con la ayuda de Jesús Cristo o sus profetas, como, por ejemplo, en
la resurrección de Lázaro:

Quitaron, pues, la piedra; y Jesús levantando los ojos al cielo, dijo: ¡Oh Padre!,
gracias te doy `porque me has oído:

Bien es verdad que yo sabía que siempre me oyes; más lo he dicho por este
pueblo que está alrededor de mí, con el fin de que crean que tú eres el que me has
enviado.

Dicho esto, gritó con voz muy alta y sonora: Lázaro, sal afuera.

Y al instante el que había muerto salió fuera, ligado de pies y manos con fajas y
tapado el rostro con un sudario. Les dijo Jesús: desatadle, y dejadle ir (Juan, 11:
41-44).
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Como vemos, Jesús necesita la ayuda de su padre Dios para resucitar a Lázaro, y esta
escena da una impresión de que es sólo Dios quien tiene el poder de resucitar a los
muertos, y también puede “asignar” este poder a otros si lo quiere. Lo mismo vemos en
el Antiguo Testamento: "Ved como yo soy el solo y único Dios, y cómo no hay otro fuera
de mí. Yo mato, y doy la vida: yo hiero, y yo curo: y no hay quien pueda librar a nadie de
mi poder" (Deuteronomio, 32: 39).

En CAS, al contrario, algunos personajes vuelven a la vida porque deciden hacerlo o


porque no pueden soportar la soledad de la muerte. Es una perspectiva de la muerte
totalmente contraria a la de la Biblia, y, en cierto sentido, blasfema. Como antes, aquí
vemos diferencias entre la perspectiva de la Biblia y la religión cristiana y la
presentación de temas bíblicos en CAS. El autor está jugando con los personajes y
motivos conocidos del Texto Sagrado, y en su libro ofrece una interpretación lúdica de
ellos.

La figura de Melquíades en la novela está relacionada con la alquimia y la astrología (a


través de su interés por las predicciones de Nostradamus), que es un ámbito
generalmente antagónico a la religión. Con el soporte de Melquíades, José Arcadio
Buendía intenta fabricar una piedra filosofal (CAS, p. 90), una máquina de memoria (CAS,
p.90, 141) o una máquina de péndulo que le sirviera al hombre para volar (CAS, p.174).

Según los últimos ejemplos, Melquíades está relacionado con la serpiente tentadora,
alquimia y astrología, ya que tiene una sabiduría extraordinaria, fuerzas sobrenaturales
y un poder anómalo sobre la muerte. Además, este personaje da una impresión
blasfema. Todo esto le acerca a la figura del diablo. Hay un momento en la novela donde
Úrsula sonoriza esta vinculación indirectamente:

Úrsula, en cambio, conservó un mal recuerdo de aquella visita, porque entró al


cuarto en el momento en que Melquíades rompió por distracción un frasco de
biclorurode mercurio. – Es el olor del demonio – dijo ella. (CAS, p.90).

Por otro lado, es posible interpretar la figura de Melquíades de un modo totalmente


contrario. Él es el personaje quien escribe la historia de Macondo en sus manuscritos y
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predice su destrucción. De este modo, parece uno de los profetas que han escrito la
Biblia a través de revelaciones que han recibido del Dios. Sus poderes sobrenaturales
apoyan esta perspectiva. En realidad, puede representar el propio Dios porque es el
creador del mundo narrativo sobre Macondo y los Buendía, como Dios es el creador del
mundo real. El nombre “Melquíades” es curioso en sí. Empieza con M y termina con S, y
parece un anagrama incompleto del nombre del escritor y el verdadero creador de este
mundo narrativo – García Márquez. Si cambiamos las letras, podemos leer “delMaquies”.

Otra cosa que hace parecer Melquíades a un profeta es su edad:

(Melquíades) estaba perdiendo la vista y el oído, parecía confundir a los


interlocutores con personas que conoció en épocas remotas de la humanidad, y
contestaba a las preguntas con un intrincado batiburrillo de idiomas. (...) La piel
se le cubrió de un musgo tierno, semejante al que prosperaba en el chaleco
anacrónico que no se quitó jamás, y su respiración exhaló un tufo de animal
dormido (CAS, p.166).

En general, la edad de los personajes en CAS es un asunto curioso. Algunos de ellos viven
una vida anormalmente larga. Por ejemplo, Francisco el Hombre:

Meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano trotamundos de casi


doscientos años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las
canciones compuestas por él mismo (CAS, p.144).

Otro ejemplo es Úrsula Iguarán:

Amaneció murta el jueves santo. La última vez que le habían ayudado a sacar la
cuenta de su edad, por los tiempos de la compañía bananera, la había calculado
entre los ciento quince y los ciento veintidós años (CAS, p.464).

La misma característica tiene Pilar Ternera:

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Años antes, cuando cumplió los ciento cuarenta y cinco, había renunciado a la
perniciosa costumbre de llevar las cuentas de su edad, y continuaba viviendo en
el tiempo estático y marginal de los recuerdos, en un futuro perfectamente
revelado y establecido, más allá de los futuros perturbados por las acechanzas y
las suposiciones insidiosas de las barajas (CAS, p.524).

En esto se parecen a los personajes en la Biblia:

Cumplió Adán los ciento treinta años de edad, y engendró un hijo a imagen y
semejanza suya, a quien llamó Set.

Los días de Adán, después que engendró a Set, fueron ochocientos años, y
engendró hijos e hijas.

Y así todo el tiempo que vivió Adán, fue de novecientos treinta años, y murió.

Y vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós.

Set, después que engendró a Enós, vivió ochocientos siete años, y engendró hijos
e hijas.

Con lo que todos los días de Set vinieron a ser novecientos doce años, y murió.

Enós vivió noventa años, y engendró a Cainán.

Después de cuyo nacimiento vivió ochocientos quince años, en los cuales tuvo
hijos e hijas (...) (Génesis, 5: 3-10).

Así continúa el árbol genealógico de Adán hasta los tiempos del Diluvio. Noé vive todavía
novecientos cincuenta años, pero todos sus descendientes viven menos y menos, y en
once generaciones su descendiente Abrahám sólo vive ciento setenta y cinco años
(Génesis, 25: 7). En la Biblia sabemos la edad de los hombres que son patriarcas y de sus

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hijos primogénitos. Hay menos información sobre las mujeres, pero ellas también viven
mucho tiempo.

En CAS los patriarcas ancianos toman dos mujeres – Úrsula y Pilar Ternera. Con Úrsula
empieza la historia de Macondo y con Pilar Ternera termina. Esto probablemente podría
ser uno de ejemplos de una perspectiva feminista en la novela. Úrsula es el único
personaje que anticipa el peligro del incesto y la posibilidad de destrucción de Macondo
y la muerte de todos sus descendientes como resultado de este. También en la novela
como en la Biblia vemos que los miembros de la estirpe Buendía viven menos que estas
dos matriarcas. Mientras que Úrsula vive por lo menos ciento quince años, el
representante de la última generación muere sólo horas después de su nacimiento.

Si volvemos al tema de los profetas en CAS, hay que mencionar a Aureliano Buendía.
Como Melquíades, él sabe el futuro, pero un futuro más cotidiano. También tiene otros
poderes sobrenaturales. Ya como un niño era diferente y enigmático en su
comportamiento y podía predecir acontecimientos del futuro:

Úrsula no volvió a acordarse de la intensidad de esa mirada hasta un día en que el


pequeño Aureliano, a la edad de tres años, entró a la cocina en el momento en que
ella retiraba del fogón y ponía en la mesa una olla de caldo hirviendo. El niño,
perplejo en la puerta, dijo: “Se va a caer.” La olla estaba bien puesta en el centro de
la mesa, pero tan pronto como el niño hizo el anuncio, inició un movimiento
irrevocable hacia el borde, como impulsada por un dinamismo interior, y se
despedazó en el suelo (CAS, p.101).

Más tarde en la novela él pronostica la muerte de su padre José Arcadio:

Pero sólo una vez, casi ocho meses de haberse ido, le escribió a Úrsula. Un emisario
especial llevó a la casa un sobre lacrado, dentro del cual había un papel escrito con
la caligrafía preciosista del coronel: Cuiden mucho a papá porque se va a morir.
Úrsula se alarmó: “Si Aureliano lo dice, Aureliano lo sabe”, dijo. Y pidió ayuda para
llevar a José Arcadio Buendía a su dormitorio (CAS, p.242).

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También siente que sus hijos (marcados por el gran símbolo cristiano – la cruz de
ceniza) van a morir: “Aunque nunca lo identificó como un presagio, el coronel Aureliano
Buendía había previsto en cierto modo el trágico final de sus hijos” (CAS, pp.350-351).

En cuanto a la historia de los 17 hijos de Aureliano Buendía, es posible sentir una


perspectiva cómica en relación con el símbolo bíblico de la cruz. Clive Griffin escribe:
“The narrator claims that the indelible cross worn by all of the Colonel´s campaign son
will guarantee their safety, yet, in the end, their murderers recognise them precisely by
this sacred sign” (Griffin, 2002, p.55).

Entonces Aureliano tiene algunas características de un profeta. Además de sus poderes


de adivinación, da una impresión de un personaje protegido por la providencia, aun
contra su voluntad, aunque todos sus hijos mueren:

El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y


los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que
fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor
cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres
emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una carga de estricnina
en el café que habría bastado para matar un caballo. (...) Aunque peleó siempre al
frente de sus hombres, la única herida que recibió se la produjo él mismo (...). Se
disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil se salió por la espalda sin
lastimar ningún centro vital (CAS, p.202).

El coronel no resucita como Jesús en la Biblia, pero escapa a la muerte varias veces. Es
interesante cómo este personaje está ligado con pescaditos de oro que hace y deshace
todo el tiempo después de volver a casa (un ejemplo de repetición textual). Un pescado
en la Biblia está asociado con la imagen de Jesucristo. Armando H. Toledo en su artículo
“El origen del símbolo cristiano del pez” escribe:

La palabra griega que se traduce como pez es ΙΧΘΥΣ que en español se pronuncia
“Ictus” (...). En épocas tan tempranas como en el primer siglo, los cristianos
hicieron ese acróstico a partir de las siguientes palabras griegas: ‘Іησους Χριστός
59
Θέος Υίός Σωτήρ, que se pronuncia Iésous Christos Theous Huios Sóter y que
significan: “Jesús Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador” (Toledo, p.1).

Desde los tiempos de los primeros cristianos griegos y romanos el pez ha sido un
símbolo de Jesús, y ellos usaron este símbolo secretamente para reconocerse uno a otro.
Hay una larga tradición de conexión entre pez, agua o pescadores y la imagen de
Jesucristo, como, por ejemplo, el rito de bautismo.

También, en la Biblia Jesús llama a sus discípulos “Pescadores de hombres” (Marcos, 1:


17).

En la Biblia hay varios ejemplos donde los peces son usados en el mismo contexto que
Jesucristo, como en la historia donde Jesús alimenta a 5000 personas con un poco de pan
y dos peces:

Al caer de la tarde, sus discípulos llegaron a él diciendo: El lugar es desierto y la


hora es ya pasada; despacha esas gentes para que vayan a las poblaciones a
comprar que comer.

Pero Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse, dadles vosotros de comer.

A lo que respondieron: No tenemos aquí más de cinco panes y dos peces.

Les dijo él: Traédmelos acá.

Y habiendo mandado sentar a todos sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos
peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo y partió; y dio los panes
a los discípulos, y los discípulos los dieron a la gente (Mateo, 14: 15-19).

En esta historia vemos un contraste entre la multiplicación de peces por Jesús, un hecho
creando y fecundo, y lo que hace Aureliano Buendía -crea y destruye los mismos
pescaditos sin ningún propósito o utilidad. Es una ilustración buena de la vacía vida que

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tiene el coronel después de todas las guerras. Además, es un ejemplo de lo que antes
hemos definido como repetición incompleta.

Otra conexión interesante entre la Biblia y CAS es el paralelo entre la Asunción de María
(en la versión teológica de la Iglesia católica) y la de Remedios la Bella, otra virgen. En la
Biblia no hay testimonios de Asunción de la Virgen, pero es una creencia en forma de
dogma de fe, algo de lo que no se puede dudarse. Según el Vaticano, la Asunción tuve
lugar después de la muerte de María, mientras que en CAS Remedios desaparece
volando en una situación muy cotidiana – está ayudando a Fernanda plegar las sábanas:

(…) Fernanda sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató
de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella,
empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para
identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced
de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el
deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella
el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde
terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos
aires donde no podían alcanzarla ni lo más altos pájaros de la memoria (CAS,
pp.349-350).

Otro ejemplo de levitación en la novela es el episodio del padre Nicanor, cuando intenta
“presenciar una prueba irrebatible del infinito poder de Dios” (García Márquez, p.53)
para recoger suficiente dinero y construir un templo:

Entonces el padre Nicanor se elevó doce centímetros sobre el nivel del suelo. Fue
un recurso convincente. Anduvo varios días por entre las casas, repitiendo la
prueba de la levitación mediante el estímulo del chocolate, mientras el monaguillo
recogía tanto dinero en un talego, que en menos de un mes emprendió la
construcción del templo (CAS, p.179).

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Ambos casos de levitación en la novela tienen un matiz irónico. En el caso del padre
Nicanor la causa es uso del chocolate, mientras que, en el caso de Remedios, la bella, este
efecto está conseguido por el dolor que siente Fernanda por perder sus sábanas:

Fernanda, mordida por envidia, terminó por aceptar el prodigio, y durante mucho
tiempo siguió rogando a Dios que le devolviera las sábanas (García Márquez,
p.350).

Aunque este episodio claramente invoca asociaciones bíblicas, Remedios como personaje
no tiene ningunas cualidades parecidas a las de la Virgen María. John J. Deveny y Juan
Manuel Marcos escriben:

Like her great aunt, she dies a virgin, but furthermore, reinforcing her supposed
Marian image, she ascends into heaven in body and soul (…). Her symbolism,
nevertheless, is far from reflecting sentiments which are Christian or from any
other religious tradition base don solidarity with and love for one´s neighbour,
since she never stops exercising an immense disdain for the human beings that
surround her (Deveny y Marcos, 2003, p.43).

Además, hay en el texto alusiones a otras versiones de la desaparición de Remedios la


Bella. Una de ellas trata de una huida con un amante. Claramente, una invención del
episodio de levitación parece más aceptable para Fernanda y el resto de la familia
(Montaner, 1987, pp.139-146).

Con estos ejemplos semi-bíblicos podemos concluir que hay muchos personajes
semejantes en la Biblia y en CAS. La semejanza puede ser realmente obvia,
especialmente en los ejemplos donde las palabras de los personajes parecen sacadas
casi directamente del Texto Sagrado.

Así, mientras que el inicio de la novela se parece a la parte principal de la Biblia (el
Génesis: el origen), la parte final de CAS recuerda al Apocalipsis o Libro de la Revelación,
el último libro del Texto Sagrado. La palabra Revelación parece muy apropiada en el
contexto de la novela, donde varias generaciones de los Buendía intentaron descifrar el
62
sentido de los manuscritos de Melquíades, pero sólo Aureliano Babilonia lo consiguió y
resolvió la revelación sobre el fin de la estirpe Buendía, exactamente cuando llegó el
tiempo predestinado para esto:

Aureliano no pudo moverse. No porque lo hubiera paralizado el estupor, sino


porque en aquel instante prodigioso se le revelaron las claves definitivas de
Melquíades, y vio el epígrafe de los pergaminos perfectamente ordenado en el
tiempo y el espacio de los hombres: El primero de la estirpe está amarrado en un
árbol y al último se lo están comiendo las hormigas (CAS, pp.546-547).

Como en la novela de García Márquez, en el Apocalipsis en la Biblia también vemos un


libro que es imposible abrir o descifrar:

Después vi en la mano derecha del que estaba sentado en el solio, un libro escrito
por dentro y por fuera, sellado con siete sellos (Apocalipsis, 5: 1).

Y yo me deshacía en lágrimas, porque nadie se halló que fuese digno de abrir el


libro ni registrarlo” (Apocalipsis, 5: 4).

En la Biblia, es el Cordero de Dios, es decir Jesucristo, quien es capaz de leer el libro.


Tanto en la descripción del libro como en la descripción de Jesús hay menciones del
número siete, que aparece también significativamente en CAS. Hay que abrir siete sellos
para leer el libro en el Apocalipsis, y hay que esperar siete generaciones para descifrar el
destino de la familia Buendía y de Macondo.

Y miré, y vi que en medio del solio y de los cuatro animales, y en medio de los
ancianos, estaba un Cordero como inmolado, el cual tenía siete cuernos, esto es, un
poder inmenso, y siete ojos, que son o significan los siete espíritus de Dios
despachados a toda la tierra (Apocalipsis, 5: 4).

En la Biblia el número siete se considera especialmente importante en el proceso de


creación del mundo, que duró siete días. El mundo de Macondo pasó por todas las etapas

63
del desarrollo durante las siete generaciones de miembros de la familia Buendía. Otro
ejemplo del uso de número siete encontramos en el Apocalipsis:

Y cuando el Cordero hubo abierto el séptimo sello, le siguió un gran silencio en el


cielo, cosa de media hora.

Y vi luego a siete ángeles que estaban en pie delante de Dios; y se les dieron siete
trompetas (Apocalipsis, 8: 1-2).

El número diecisiete, que es un número derivado de siete, también parece importante en


la novela. El coronel Aureliano Buendía tiene diecisiete hijos de diecisiete mujeres
distintas, y, hacia el final de su vida, trabaja fabricando y destruyendo una y otra vez los
diecisiete pescaditos de oro. Tal vez esto también podemos considerar una repetición
incompleta.

El final de Macondo y de los Buendía tiene características claramente apocalípticas. En


las últimas páginas de la novela, donde Aureliano Babilonia descubre la historia de su
familia, vemos varias referencias al final del mundo:

Entonces empezó el viento, tibio, incipiente, lleno de voces del pasado, de


murmullos de geranios antiguos, de suspiros de desengaños anteriores a las
nostalgias más tenaces (CAS, p.548).

(Aureliano Babilonia) estaba tan absorto que no sintió tampoco la segunda


arremetida del viento, cuya potencia ciclónica arrancó de los quicios las puertas y
las ventanas, descuajó el techo de la galería oriental y desarraigó los cimientos
(CAS, pp.548-549).

Y, cuando, Aureliano descifra el destino de la estirpe, él y Macondo desaparecen de la faz


de la tierra:

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Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombras centrifugado por la
cólera del huracán bíblico (...). Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había
comprendido que no saldría jamás de ese cuarto (CAS, p.549).

Es interesante cómo en ambas obras – la Biblia y CAS, el diluvio funciona como


temprano precursor del apocalipsis final. El diluvio en la Biblia es un modo de limpiar la
tierra y deshacerse de toda la gente pecaminosa, es decir la mayoría de población de la
tierra:

Entonces vino el diluvio por espacio de cuarenta días sobre la tierra: y crecieron
las aguas, e hicieron subir el arca (de Noé) muy en alto sobre la tierra.

Porque la inundación de las aguas fue grande en extremo, y ella lo cubrieron todo
en la superficie de la tierra; mientras tanto el arca ondeaba sobre las aguas
(Génesis, 7: 17-18).

Y destruyó todas las criaturas, que vivían sobre la tierra, desde el hombre hasta las
bestias, tanto los reptiles como las aves del cielo; y no quedó viviente en la tierra;
solo quedó Noé, y los que estaban con él en el arca (Génesis, 7: 23).

La lluvia, que representa el diluvio en CAS y dura cuatro años, once meses y dos días,
lleva a la desaparición a la mayor parte de los habitantes de Macondo y a la destrucción
del pueblo, de la misma manera cómo el diluvio en la Biblia destruye casi toda población
de la tierra:

Macondo estaba en ruinas. En los pantanos de las calles quedaban muebles


despedazados, esqueletos de animales cubiertos de lirios colorados, últimos
recuerdos de las hordas de advenedizos que se fugaron de Macondo tan
atolondradamente como habían llegado. Las casas paradas con tanta urgencia
durante la fiebre de banano, habían sido abandonadas. La compañía bananera
desmantelé sus instalaciones. De la antigua ciudad alambrada sólo quedaban los
escombros. Las casas de madera, las frescas terrazas donde transcurrían las
serenas tardes de naipes, parecían arrasadas por una anticipación del viento
65
profético que años después había de borrar a Macondo de la faz de la tierra (CAS,
pp.449-450).

Parece significante que no solo la gente desaparezca de Macondo, sino también los
animales. En la Biblia se repiten las líneas sobre la desaparición de todos los animales,
con la excepción de los que fueron escogidos para reproducción después del diluvio,
macho y hembra de todas especies (Génesis, 7: 15). En CAS leemos:

Le mandé a decir que los potreros se estaban inundando, que el ganado se fugaba
hacia las tierras altas donde no había que comer, y que estaban a merced del tigre
y la peste. “No hay nada que hacer – le contestó Aureliano Segundo-. Ya nacerán
otros cuando escampe.” Petra Cotes los había visto morir a racimadas, y apenas si
se daba abasto para destazar a los que se quedaban atollados. Vio con una
impotencia sorda cómo el diluvio fue exterminando sin misericordia una fortuna
que en un tiempo se tuvo como la más grande y sólida de Macondo, y de la cual no
quedaba sino la pestilencia (CAS, p.439).

El diluvio en la Biblia dura mucho menos tiempo que el diluvio en CAS, solo ciento y
cincuenta días (Génesis, 7: 23), pero es suficiente para una destrucción completa de la
tierra y todos sus habitantes. En la Biblia es evidente que es un castigo por los pecados
de los hombres:

Viendo, pues, Dios ser mucha la malicia de los hombres en la tierra, y que todos los
pensamientos de su corazón se dirigían al mal continuamente,

le pesó de haber creado al hombre en la tierra (Génesis, 6: 5-6).

En la novela de García Márquez no es tan evidente la conexión entre los pecados de los
macondianos y el diluvio, aunque siempre recordamos la convicción de Úrsula sobre la
inevitabilidad del castigo por el pecado de incesto en la familia Buendía.
Un motivo parecido al Diluvio en la Biblia es la destrucción de Sodoma y Gomorra.
También sucede como un castigo por los pecados de los habitantes de estas ciudades,
pero esta vez, no con un diluvio sino con una lluvia de fuego y azufre:
66
Entonces el Señor llovió del cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego por
virtud del Señor.

Y arrasó estas ciudades, y todo el país confinante, los moradores todos de las
ciudades, y todas las verdes campiñas del territorio (Génesis, 19: 24-25).

Parece relevante mencionar la destrucción de Sodoma y Gomorra en este trabajo porque


los habitantes de estas ciudades bíblicas fueron castigados por su predisposición a
relaciones sexuales fuera de lo convencional, y podemos describir de la misma manera
la tradición del incesto en la familia Buendía en CAS.

Otra referencia bíblica importante en la novela es la de la Torre de Babel. En la Biblia es


una torre construida en la antigua ciudad de Babilonia, para llegar hasta el cielo y
desafiar a Dios. En estos tiempos sólo hay una lengua, pero Dios crea lenguas distintas y
la gente no puede llevar a cabo el proyecto, y esto lleva a una gran confusión (Génesis,
11: 1-8).

En CAS Meme se enamora en un hombre obrero que se llama Mauricio Babilonia, y su


madre, Fernanda, manda a Meme a un convento. Fernanda tiene que aceptar el hijo
ilegítimo de Meme en su casa –Aureliano Babilonia, pero nadie sabe quién es él. Tal vez
podemos asociar la confusión sobre la identidad de este Aureliano con la Confusión de
Babel. Más tarde la ignorancia de Amaranta Úrsula sobre su identidad va a llevar a otro
caso de incesto en la familia y al nacimiento de un niño con una cola de cerdo. Aureliano
Babilonia sólo descubre la verdad sobre su origen al final de la novela, en el caos del
huracán.

También podemos encontrar el motivo de confusión de Babel cuando Meme invita a


casa a “cuatro monjas y sesenta y ocho compañeras de clase, a quienes invitó a pasar una
semana en familia” (CAS, p.375), y “cuando por fin se fueron, las flores estaban
destrozadas, los muebles partidos y las paredes cubiertas de dibujos y letreros, pero
Fernanda les perdonó los estragos en el alivio de la partida” (CAS, p.376).

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Como hemos dicho, en CAS encontramos mucha repetición y reproducción del texto
bíblico. Podemos examinar la estructura de la novela de García Márquez como un tipo de
repetición de los acontecimientos más importantes de la Biblia. Ambos textos empiezan
con una creación del universo nuevo y termina con su destrucción por fuerzas externas.
También hay una interrupción del desarrollo entre estos dos acontecimientos, un tipo
de advertencia sobre el final, que es el Diluvio en la Biblia y la lluvia de más de cuatro
años en Macondo. Además, hay una serie de plagas, como las guerras etc. Ambas obras
se basan en un árbol genealógico y son escritas parcialmente en lenguas antiguas.

Pero también dentro de estos libros la repetición es una noción importante, es lo que
antes hemos llamado una repetición textual. Uno de los libros de la Sagrada Biblia, el
Eclesiastés, empieza con palabras sobre esto:

Vanidad de vanidades, dijo el Eclesiastés; vanidad de vanidades, y todo lo de acá


abajo no es más de vanidad.

¿Qué saca el hombre de todo el trabajo con que se afana sobre la tierra o debajo de
la capa del sol?

Pasa una generación, y le sucede otra; más la tierra quede siempre estable.

Asimismo nace el sol y se pone, y vuelve a su lugar; y de allí renaciendo”


(Eclesiastés, 1: 2-4).

Las repeticiones inacabables es una característica de Macondo y de la estirpe Buendía:

Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se


consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose
dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto, pero sin acabar de acabarse jamás
(CAS, p.533).

En CAS la repetición tiene un papel central. Vemos la historia de una estirpe, donde
generación tras generación los hijos reciben los mismos nombres, y con ellos
68
personalidades semejantes: “Ya esto me lo sé de memoria – gritaba Úrsula-. Es como si el
tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio” (CAS, pp.303-304).

Todos los Aurelianos se parecen uno a otro, y todos José Arcadios también. La única
excepción son los gemelos José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo, pero
probablemente porque fueron confundidos como niños, y otra vez ya en sus tumbas.
Aunque eran exactamente idénticos en su infancia, como adultos tenían características
claras de todos los Aurelianos y todos los José Arcadios. Esta secuencia parece imposible
de romper. Cuando nace el último Aureliano, de la séptima generación de Buendía, su
madre piensa en darle otro nombre, Rodrigo, pero su padre, Aureliano Buendía, no lo
permite (CAS, p.543).

De la misma manera la matriarca de la familia Buendía, Úrsula Iguarán, parece renacida


en su tataranieta Amaranta Úrsula, que, como ella, cuida a la casa de los Buendía con una
energía incansable y, como ella, comete el pecado del incesto con Aureliano Babilonia,
aunque sin saberlo. Cuando Aureliano Babilonia habla con Pilar Ternera sobre su
atracción por Amaranta Úrsula, Pilar Ternera piensa en estas repeticiones en la historia
de los Buendía:

Cuando Aureliano se lo dijo, Pilar Ternera emitió una risa profunda, la antigua risa
expansiva que había terminado por parecer un cucurrucuteo de palomas. No había
ningún misterio en el corazón de un Buendía que fuera impenetrable para ella,
porque un siglo de naipes y de experiencia le había enseñado que la historia de la
familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que
hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad, de no haber sido por el desgaste
progresivo e irremediable del eje (CAS, pp.525-526).

Amaranta Úrsula y Aureliano Buendía en su amor vuelven al estado del Paraíso Perdido,
que era Macondo en el principio de su existencia:

La incertidumbre del futuro les hizo volver el corazón hacia el pasado. Se vieron a
sí mismos en el paraíso perdido del diluvio, chapaleando en los pantanos del patio,
matando lagartijas para colgárselas a Úrsula, jugando a enterrarla viva, y aquellas
69
evocaciones les revelaron la verdad de que habían sido felices juntos desde que
tenían memoria (CAS, p.539).

En estos últimos minutos de la existencia de Macondo Aureliano Buendía descubre su


identidad:

Sólo entonces descubrió que Amaranta Úrsula no era su hermana, sino su tía, y que
Francis Drake había asaltado a Riohacha solamente para que ellos pudieran
buscarse por los laberintos más intricados de la sangre, hasta engendrar el animal
mitológico que había de poner término a la estripe (CAS, p.549).

Amaranta Úrsula materializa los temores de Úrsula cuando por fin hace lo que Úrsula
siempre supo que debía suceder - engendra a un niño con una cola de cerdo, cuyo
nacimiento también significa el final de los Buendía y la destrucción de Macondo.

En los sueños de José Arcadio Buendía antes de su muerte vemos las repeticiones y los
laberintos del pasado como una profecía sobre el destino de los Buendía:

Cuando estaba solo, José Arcadio se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos.
Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual,
con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el
mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto
pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente
igual, y luego a otro exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto
en cuarto, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar
le tocaba el hombro (CAS, p.243).

En las últimas palabras de la novela encontramos la misma idea de repetición en el


destino de Macondo como reflexiones en un espejo:

Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría
jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los
espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los
70
hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los
pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para
siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una
segunda oportunidad sobre la tierra (CAS, pp.549-550).

Hay, en este acto final, una recuperación de la memoria a través de la lectura, una
identificación de los orígenes. Y justo en ese momento en que Génesis y Apocalipsis se
unen, en que el lector se hace uno con Aureliano, Melquíades y el narrador:

Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la


cólera del huracán bíblico, cuando Aureliano saltó once páginas para no perder el
tiempo en hechos demasiado conocidos, y empezó a descifrar el instante que
estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismo en
el acto de descifrar la última página de los pergaminos, como si se estuviera viendo
en un espejo hablado (CAS, p.549).

La cita junta las referencias a los espejos como símbolo de repeticiones, que aparecen,
como vimos en el sueño de José Arcadio, varias veces.

Es obvio que García Márquez experimentó mucho con el concepto de repetición, en


varios niveles. Jonathan Baldo escribe:

(There is) a motive for the pervasive compulsión to repeat that is everywhere in
evidence in the novel (at the level of narration as well as that of the narrated
events): e.g. in the Colonel´s two favourite activities, manufacturing Little gold
fishes that he will later melt down, and fighting revolutions (Baldo, 2003, p.88).

Antes hemos dicho que muchas repeticiones intertextuales en CAS parecen incompletas,
modificadas. Eulalia Montaner estudia las repeticiones textuales y llega a la misma
conclusión sobre ellas. Ella llama CAS “la novela espejo”, y escribe que en el libro se
practica el relato-espejo, donde los diez últimos capítulos de la novela cuentan la
historia invertida de los primeros diez. Pero la novela, en su totalidad, no está

71
organizada como un espejo simétrico (Montaner, 1987, pp.199-200). Ella llama este
fenómeno “espejo inexacto” (Montaner, 1987, p.205).

La repetición es tan importante en la obra, que vemos este motivo en las primeras y las
últimas líneas de la obra: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el
coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo
llevó a conocer el hielo” (CAS, p.83). Y, al final:

(…) Aureliano (…) empezó a descifrar el instante que estaba viviendo,


descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismo en el acto de
descifrar la última página de los pergaminos, como si se estuviera viendo en un
espejo hablado. (…) Estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los
espejismos) sería arrasada por el viento, (…) y que todo lo escrito en ellos era
irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien
años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra (CAS, pp.549-
550).

Los dos Aurelianos de la estirpe Buendía realizan un acto de repetir. El coronel repite en
su mente una tarde remota, mientras que Aureliano Babilonia repite lo que está escrito
en los pergaminos. El último párrafo trata explícitamente sobre la repetición y segunda
oportunidad, mientras que el coronel, como sabemos, va a obtener la segunda
oportunidad de vivir después del episodio del pelotón de fusilamiento. El hielo en el
principio tiene como paralelo los espejos al final de la obra.

Me parece significante que no haya ninguna alusión a lo bíblico en estas partes tan
importantes de CAS. Esto, en mi opinión, prueba que la Biblia tiene un papel importante
para crear un plano mítico en la novela, pero la función de la repetición como estructura
es aún más importante. Puede encontrarse, sin embargo, una lectura intermedia válida.
La Biblia, en base a las genealogías y profecías, está conformada también por especies de
repeticiones.

72
5. Conclusión

El uso de la mitología es muy importante en Cien años de soledad de Gabriel García


Márquez, como en el resto de su obra. Hemos visto que el mito bíblico sólo es un aspecto
en el plano mitológico de la novela. Este trabajo, de hecho, por razones de espacio, solo
es un aporte concreto de un aspecto en la investigación de los elementos míticos en la
novela.

La perspectiva mitológica, como se visto en este trabajo, está ligada con el concepto de
repetición. Hemos probado el interés de García Márquez por repeticiones en tres niveles
diferentes: el nivel textual (con los ejemplos de repeticiones textuales en CAS); el nivel
autointertextual (en el capítulo sobre el ciclo Macondo); y en el nivel intertextual, donde
hemos limitado el estudio al uso de la Biblia.

Hay muchas similaridades entre CAS y la Biblia –los marcos del Génesis y el Apocalipsis,
una serie de personajes e historias similares, el uso de los mismos símbolos, una
estructura genealógica, etc. Sin embargo, muchas de estas repeticiones y referencias
intertextuales son incompletas, modificadas, lo que da al texto un aspecto lúdico en el
uso de los elementos bíblicos. A estas referencias, sobre todo las que denominamos
repeticiones incompletas, creemos sirven para construir el texto bajo una apariencia
mitológica en general, basándose en el conocimiento previo del lector, o su
reconocimiento de tales mitos bíblicos, y la plasmación de dichos mitos como sucesos
cotidianos y reales.

Es obvio que CAS no es una obra cristiana. Pero el propósito del uso de las alusiones
bíblico cristianos es crear una obra mítica nueva, donde la historia de Macondo, de
Colombia y América Latina obtiene un estatus mítico o real mágico.

73
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