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Viktor Frankl y Hans GAdamer
Viktor Frankl y Hans GAdamer
Viktor Frankl y Hans GAdamer
Autor: Felipe Miramontes
Índice
1. Biografía
2. Obra
7. El trabajo logoterapéutico
9. Palabras finales
10. Bibliografía
1. Biografía
Soy del tiempo y de la ciudad de Freud, pero no pienso
como él.
Viktor Frankl
En 1997 Viktor Emil Frankl fue intervenido para una cirugía de corazón, la
cual soportó a sus 95 años, sin embargo, jamás logró regresar a la
conciencia, y el 2 de septiembre murió. Podríamos sintetizar su vida como él
mismo lo reconociera alguna vez, de la siguiente manera: «Encontré el
sentido de mi vida en ayudar a otros a encontrar el suyo sentido».
2. Obra
La pluma de Frankl comenzó a escribir a muy temprana edad. Se tiene
noticia de que su primer escrito data de 1922, aunque como ya se menciono
arriba, no fue publicado sino hasta 1924 por Sigmund Freud. Un año
después fue Adler quien decidió publicar al joven médico. Durante estos
años ─entre 1924 y 1942─, Frankl se dedicó a escribir sobre cuatro líneas
fundamentales, mostrando una evolución de su pensamiento en el paso por
cada una de ellas: a) psicoanálisis y psicología individual; b) sobre la
formación, promoción y resultados de centros de asesoramiento juvenil; c)
escritos netamente médicos; y d) sobre la formulación de las relaciones
entre psicoterapia y filosofía, así como el surgimiento de su análisis
existencial y logoterapia.
Con esto, Viktor Frankl, además de dar curso libre a sus ideas, también
dejaba salir el cúmulo de emociones contenidas durante todos esos años.
Entre ellas, la culpa por haber sobrevivido y que sus familiares hayan
muerto, y también la responsabilidad de haber quedado vivo. Esto se refleja
en un poema recuperado escrito por la misma época que los libros hasta
ahora mencionados: «Ustedes pesan sobre mí, mis muertos: / me rodean
cual una responsabilidad silenciosa / estar para ustedes, así me es dada la
consigna / de expiar lo que les adeuda la aniquilación / hasta que sepa que
en cada resplandor del sol / vuestra mirada lucha por expresión, / hasta que
vea que en cada florecer / del árbol está presente un muerto, que me
saluda, / hasta que escuche que ustedes a cada pájaro / para su propio
gorjeo le prestan sus voces: / ellas me quieren saludar ─o quizás decirme /
que ustedes me perdonar por haber sobrevivido» [Frankl 2003c: 90].
Por otro lado, von Gebsattel afirma: «Sólo Viktor Frankl, en Viena,
supeditó la unidad cuerpo-psique al espíritu; la psicoterapia se convirtió en
logoterapia. Habiendo devuelto sus derechos a la voluntad, la conciencia de
la responsabilidad, la determinación, aquéllos volvían a tener en él la misión
de coordinar al hombre en la unidad superior, en la libertad y la verdad de
una existencia guiada por el espíritu» [von Gebsattel 1969: 56]). He aquí
expresada la nota distintiva de la logoterapia.
Viktor Frankl
Para resaltar esta imagen del hombre en tanto ser con distintos modos o
ámbitos del ser, el análisis existencial (AE) expone su ontología dimensional
con una analogía geométrica, a partir de dos leyes:
Viktor Frankl
7. El trabajo logoterapéutico
El análisis existencial y la logoterapia tienen cinco áreas de aplicación. En
todas ellas se tiene por objetivo común poner en marcha los recursos
espirituales de la persona. Frankl [1992; 1994; 2001a] describe estos
aspectos de la siguiente manera:
1. Logoterapia específica.
c) Pensamiento colectivista.
d) Fanatismo.
Por lo demás, esta crítica pasa por alto el que ninguna persona posee el
sentido de la vida, y por lo mismo es incapaz de “prescribirlo” como una
receta. Tanto el terapeuta como el paciente se embarcan en una común
empresa: la búsqueda del sentido del paciente. El camino terapéutico está
plagado de encuentros humanos y de cuestionamientos, de un diálogo en el
verdadero contexto socrático, donde se trata de develar la “verdad” para el
paciente, es decir, su sentido de vida en ese momento. Por lo tanto, no
existe tal imposición.
9. Palabras finales
Viktor Frankl nos invita a que vislumbremos nuestra dignidad humana, a
través del reconocimiento de nuestro ser entero, en todos sus modos de
ser: el biológico, el psicológico y, ante todo, el espiritual. Sólo partiendo de
nuestro ser espiritual, el que nos sustenta ante las situaciones más difíciles,
podremos convertirnos verdaderamente en personas responsables frente a
nuestra existencia. Es en este ser espiritual que encontramos el coraje para
responder por nuestra existencia cualquiera que sea. Para decirlo en
palabras de Frankl, responder ante “la exigencia del momento”, lo cual
puede ser una creación por realizar, un amor por el cual vivir y morir o un
sufrimiento que soportar y ante el cual “oponernos” tomando la actitud
correcta y con ello forjando nuestra propia obra personal.
La frase favorita de Frankl versa así: «La hora pasa, la pena se olvida,
pero la obra queda» [Frankl 1991]. A propósito de esto último y en relación
al sufrimiento, Frankl nos estimula a que consideremos que la vida tiene
sentido bajo cualquier circunstancia. En otras palabras, nos dice que la vida
no pierde su sentido ni siquiera en los momentos más terribles y
desesperantes. Y aún más, enfatiza que es precisamente en esos
momentos aciagos en donde reluce más intensamente el sentido, por lo que
para poder percibirlo nos convoca a que no nos ceguemos frente al dolor,
puesto que nuestra esencia humana —homo patiens— nos provee de
la posibilidad de hacer frente, de rebelarnos ante la realidad, de encontrar
un sentido incluso en el sufrimiento. La tarea de cada persona es encontrar
o des-cubrir el potencial —pero concreto— sentido oculto en cada situación
particular. Esto es, Frankl nos anima a que conformemos una fe
incondicional en el sentido incondicional de la vida, que se sostenga
reconociendo nuestra condición esencial en el cosmos, mediante un giro
copernicano, aceptando que no somos nosotros los que preguntamos a la
vida, sino que es ella la que nos cuestiona e interpela… A nosotros nos
queda responder, ser responsables frente a sus cuestionamientos vitales, ir
tras el sentido que espera ser des-cubierto. Porque a final de cuentas, el
sentido de la vida no se crea ni se destruye, sólo se descubre y nos
transforma…
10. Bibliografía
10.1. Obras de Viktor Frankl
10.1.1. Obras completas
Índice
1. Bosquejo biográfico
3. ¿Verdad o método?
4. La universalidad de la hermenéutica
11. Bibliografía
1. Bosquejo biográfico
Hans-Georg Gadamer nació en Marburgo (Alemania) el 11 de febrero de
1900[1]. Su padre, Johannes, enseñaba química en la universidad de esa
ciudad. Su madre se llamaba Emma Gewiese. La familia era originaria de
Waldenburg, una pequeña población de la Silesia, al sur de Breslavia
(Breslau, ahora Wrocław, Polonia). Hans-Georg tenía un hermano dos años
mayor que él, Willi, que enfermará de epilepsia siendo todavía niño y morirá
en 1944. En el otoño de 1902 la familia se mudó de Marburgo a Breslavia,
porque Johannes Gadamer había obtenido allí el nombramiento como
profesor estable en la cátedra química farmacéutica de la universidad de
esa ciudad. Su única hermana, Ilse, que había nacido ese verano, murió al
mes de haber llegado los Gadamer a la capital de la Silesia. Dos años más
tarde morirá de diabetes su madre. En 1905 su padre se unirá en segundas
nupcias con Hedwig Hellich, amiga de su madre. Aunque fue bautizado y
confirmado en la iglesia luterana junto con su hermano Willi en 1914, el
anticlericalismo de su padre no lo estimuló a cultivar la fe ni la práctica
religiosa.
El 20 de abril 1923 Hans-Georg se casó con Frida Kratz, una chica dos
años mayor que él, que lo había cuidado durante su convalecencia de la
poliomielitis. De abril a julio de ese año reside en Friburgo para asistir a los
cursos ofrecidos por Heidegger, pero además conocerá personalmente a
Husserl y asistirá a algunas de sus lecciones. Durante el verano, Gadamer y
su mujer pasaron cuatro semanas con la familia Heidegger en la cabaña
que el filósofo tenía en Todtnauberg, en la Selva Negra. En ese otoño
Martin Heidegger fue nombrado profesor extraordinario en Marburgo.
Gadamer lo acompañará de vuelta a su ciudad. En 1926 nació su hija Jutta.
En 1925 había decidido preparar el examen para la docencia en filología
clásica, guiado por Paul Friedländer, porque tenía la impresión de que
Heidegger no creía en su capacidad para la filosofía. Se examinó el 20 de
julio de 1927, ante un tribunal formado por Friedländer, Heidegger y Ernst
Lommatzsch. Además de la aprobación, el resultado del examen produjo un
cambio de apreciación de Heidegger respecto a las capacidades como
filósofo de su discípulo, pues le ofreció inmediatamente la posibilidad de
intentar la habilitación académica en filosofía bajo su guía.
2. De la técnica hermenéutica a la
hermenéutica filosófica
En su acepción tradicional, el término hermenéutica indica cualquier
actividad de interpretación, desde la traducción de una lengua a otra a la
explicación e interpretación de las oscuridades o dificultades de cualquier
texto, ya sea éste sagrado o profano. Para Platón (s. IV a. C.), la
hermenéutica era un arte o técnica que proporcionaba las reglas necesarias
para la comprensión de lo que otros habían dicho o escrito en modo poco
claro o ambiguo. Dicho arte se aplicaba sobre todo a las palabras de los
poetas o a los oráculos de los dioses. Desde esta perspectiva, la
hermenéutica no tenía como misión la determinación de la verdad, sino
simplemente la clarificación del sentido de las expresiones tanto orales
como escritas. Para el filósofo ateniense la tarea de comprobar la verdad,
es decir, la correspondencia con las ideas que expresan las palabras era
tarea de la dialéctica o filosofía [República VII 533 c-d].
Sin embargo, en los dos últimos siglos —sobre todo a partir del
Romanticismo— el campo de aplicación de este concepto se ha ido
ampliando gradualmente. En este periodo dejará de ser sólo un término que
denota una técnica auxiliar del saber humanista para convertirse en una
disciplina filosófica[2]. En su Hermenéutica general, escrita durante el
invierno entre 1809 y 1810, Friedrich Schleiermacher considera que no sólo
los textos o discursos requieren interpretación, sino toda expresión histórica
del hombre —ya sea ésta religiosa, artística o filosófica—, si se quieren
comprender la intencionalidad de su autor y su significado originario
[Schleiermacher 1974].
Más tarde, Wilhelm Dilthey daba otro paso en la dirección emprendida por
el teólogo romántico, al hacer de la comprensión (Verstehen) la base del
conocimiento de toda manifestación del espíritu humano. En su famoso
ensayo de 1900 sobre la hermenéutica, Dilthey define la comprensión como
«el proceso mediante el cual conocemos algo psíquico a través de los
signos sensibles que lo manifiestan» [Dilthey 2000: 24]. Para el teorizador
del fundamento de las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften), «en las
piedras y el mármol, en las notas musicales y en los gestos, en las palabras
y la escritura, en los sistemas económicos y las constituciones, es el mismo
espíritu humano el que nos habla y pide ser interpretado» [Dilthey 2000: 26].
La hermenéutica o interpretación (Auslegung), en cuanto técnica o ciencia
de la comprensión del espíritu humano, está llamada a cumplir esa tarea.
De esta manera, la hermenéutica dejaba de ser considerada una ciencia
auxiliar entre otras para convertirse en el fundamento metodológico de las
humanidades.
3. ¿Verdad o método?
Al inicio de la era moderna, la nueva visión del mundo que se generó
gracias a los conocimientos alcanzados con el uso del método científico
experimental y al ensanchamiento de los horizontes con los
descubrimientos de nuevos continentes, puso en crisis en Europa el edificio
del saber construido sobre los cimientos de la visión del mundo de la
civilización clásico-medieval. Frente a las exigencias críticas de la moderna
ciencia, la filosofía tradicional era incapaz de justificar sus propias
afirmaciones acerca de la naturaleza y de la experiencia humana misma.
Por tanto, si la filosofía quería conservar el papel de fundamento del
conocimiento en estas nuevas circunstancias, tenía que ser repensada de
modo radical. La aventura gnoseológica cartesiana fue la primera tentativa
de respuesta a este desafío.
4. La universalidad de la hermenéutica
Gadamer no niega la utilidad metodológica de la hermenéutica
tradicional, como técnica auxiliar de los saberes humanísticos (filología,
jurisprudencia, filosofía, teología, etc.). Sin embargo, las consideraciones
acerca de la comprensión y la interpretación que desarrolla en Verdad y
método superan las fronteras de una mera técnica de la crítica textual. En
efecto, dar orientaciones generales para la acción interpretativa no era el
objetivo pretendido por el autor de esas páginas. Su finalidad era, sobre
todo, filosófica. Como aclara en el prólogo a la segunda edición, en el
análisis que lleva a cabo acerca del comprender no «está en cuestión lo que
hacemos o lo que debiéramos hacer, sino lo que ocurre con nosotros por
encima de nuestro querer y hacer» [VM 10]. Es decir, el objetivo es
reflexionar sobre aquello que hace posible la comprensión misma.
11. Bibliografía
11.1. Obras de Hans-Georg Gadamer
11.1.1. Gesammelte Werke (GW)
Vol I. Hermeneutik I
Vol II. Hermeneutik II
Vol. III. Neuere Philosophie I. Hegel ∙ Husserl ∙ Heidegger
Was ist Wahrheit?, «Zeitwende: Die neue Furche», XXVIII/4 (1957), pp.
226-237 [GW2, 44-56]. Trad. cast. en Verdad y método II,
Sígueme, Salamanca 1992, pp. 51-62.
Die Natur der Sache und die Sprache der Dinge, en F. WIEDMANN –
H. KUHN (Hrsg.), Das Problem der Ordnung: Sechster
Deutscher Kongreß für Philosophie, München, 1960, Anton
Hain, Meisenheim am Glan 1962, pp. 26-36 [GW2, 66-76].
Trad. cast. en Verdad y método II, Sígueme, Salamanca 1992,
pp. 71-80.
Wer bin Ich und wer bist Du?: Ein Kommentar zu Paul Celans
Gedichtfolge »Atemkristall«, Suhrkamp, Frankfurt am Main
1973 [GW9, 383-451]. Trad. cast.: ¿Quién soy yo y quién eres
tú?: Comentario a “Cristal de aliento” de Paul Celan, Herder,
Barcelona 1999.
Hermeneutik auf der Spur (1994) [GW10, 148-174]. Trad. cast. en El giro
hermenéutico, Cátedra, Madrid 2007, pp. 85-115.
MACINTYRE, A., On Not Having the Last Word: Thoughts on Our Debts to
Gadamer, en J. Malpas – U. Arnswald – J. Kertscher
(eds.), Gadamer’s Century: Essays in Honor of Hans-Georg
Gadamer (Studies in contemporary German social thought),
MIT Press, Cambridge (MA) ; London 2002, pp. 157-172.
MALPAS, J. – ARNSWALD, U. – KERTSCHER, J. (eds.), Gadamer’s Century:
Essays in Honor of Hans-Georg Gadamer, MIT Press,
Cambridge (MA) ; London 2002.