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La Solución para Un Corazón Quebrantado
La Solución para Un Corazón Quebrantado
La Solución para Un Corazón Quebrantado
Sal 34:18
Por: Juan Ramón Chávez
INTRODUCCIÓN
Vivimos en una sociedad que no quiere experimentar ningún tipo de molestias.
Quieren soluciones rápidas a sus problemas y una pastilla para dolor o una pastilla
para cada error. Quieren sufrir menos y disfrutar más. Y ante la demanda se presenta
la oferta. La sociedad mundana te dice que para solucionar tus problemas te vayas
de compras, te hagas un cambio de imagen, consumas alcohol o drogas, que saltar
de una relación a otra, etc. Todas estas actividades solo disfrazan el dolor y causan
un daño más duradero. Por otra parte los falsos profetas te ofrecen un evangelio
adulterado cuyo lema es: “Pare de sufrir”, “Que lo declares, porque el milagro esta
en tu boca”. Pero la Biblia enseña que no podemos erradicar los problemas y el
sufrimiento nuestras vidas por completo. Pero si nos da las herramientas para
enfrentarlo de la mejor manera y esa nuestra mejor opción. Es la solución para un
corazón quebrantado.
Cuando tenemos problemas a veces pensamos que Dios nos ha abandonado, que
Dios está enojado y que nos está castigando. Pero Dios ha prometido estar más
cerca y más disponible que nunca cuando tenemos problemas. De allí que el
salmista dice: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a
los contritos de espíritu” (Salmos 34:18). Ana experimento esa bendición y
nosotros también podemos.
B. El ejemplo de Josafat.
La historia de Josafat es la historia de un hombre con buenas intenciones, que
trato de hacer bien las cosas, pero que cometió también errores. Era rey de Judá y
el error que cometió fue emparentar para hacer alianza con uno de los más
perversos reyes de Israel, Acab. Alianza que lo llevo a apoyar a Acab en la
guerra contra Ramot de Galaad. Y debido a este apoyo trajo como consecuencia
que un profeta de Dios lo visito para darle una mala noticia. “Contra ti viene una
gran multitud del otro lado del mar, y de Siria”.
Ante la mala noticia Josafat se llenó de temor y también todo el pueblo con él.
Había inquietud y preocupación porque su seguridad y la de su familia estaban
en peligro. Tenía solo dos opciones: Organizar su ejército y prepararse para la
batalla y que pasara lo que tenía que pasar, u orar a Dios pidiéndole ayuda, e hizo
lo segundo. Se humillo y le pidió ayuda a Dios presentándole su problema.
C. El ejemplo de Jesús.
Cuando llegó la crisis más difícil de su vida Jesús acudió a su Padre, sabiendo
que era el único que lo podía ayudar. “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de
los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó a aquel
lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos a
distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo:
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lucas 22:39-43).
Si Jesús tenía la necesidad de hacer esto cuanto más nosotros. Esta es la primera
ocasión que Jesús pide algo para él. Hasta entonces había obrado como
intercesor por otros; pero ahora intercede por el mismo. Él sabe que le espera un
sufrimiento terrible a manos de un grupo religioso dispuesto a romper la ley por
prenderle, y de un gobierno impersonal e injusto. Jesús se enfrenta a las
consecuencias de su mensaje: Ha predicado la vida y el mundo le depara
sufrimiento y muerte.
Sin embargo, Dios no lo dejo solo en las pruebas. Los ángeles estaban
contemplando la agonía de Jesús en el Getsemaní hasta que Dios asigno a uno de
ellos para enviarlo al encuentro con Jesús para fortalecerle. Es cierto que la
tormenta no fue quitada, pero se fortaleció al capitán para salir a flote de ella.
Jesús no murió con la actitud que tenía al principio en el Getsemaní, a partir su
fortalecimiento su actitud fue diferente. Su rostro estuvo más iluminado y lleno
de esperanza. Como dice el Salmo: “Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmos 23:4).
Existen muchas razones del porque el corazón llega a romperse, por una
enfermedad, por la pérdida de un ser querido, por una relación fallida, por
maltrato, por desprecio, por abandono, etc. Sin embargo, Dios ha mandado a
Jesús con la misión de sanar corazones rotos. Sanarlos de las heridas del pasado
y del presente. De cosas que muchas veces solo nosotros sabemos. Debemos
acudir a él antes que a cualquier otra persona.
Pero “oyó hablar de él” y “la fe viene por el oír” (Rom. 10:17) e
inmediatamente despertó su esperanza. La fama curativa de Jesús volvió a
encender la llama apagada de su corazón. ¡Por fin hay alguien que después de
tantos años puede hacer algo por ella!. Ella ya no pensaba en tener una entrevista
con Jesús, solo en tocar su manto. Ella creía que el solo tocar el “borde de su
manto” (Lc. 8:44) seria sana. Eso es fe. Saber que lo que nadie más pudo hacer,
Jesús lo hará. Eso es fe y ella lo reconoció.
Hay muchas personas que reconocen que Jesús tiene poder pero no el suficiente
para ayudarlos. Y esa no es fe. Jesús no emplea su poder con cualquiera, sino con
el que se acerca a él desesperanzado poniendo toda su confianza en él. Esta es la
única ocasión registrada que Jesús le dice hija a una mujer. Quizás porque ella lo
necesitaba más que nadie. Jesús está dispuesto hacer por ti lo que nadie más está
dispuesto hacer. Jesús dice: “el que a mi viene yo no lo rechazo”.
1. Mucha gente dice “no puedo perdonar a esa persona”. Eso es mentira. Si se
puede perdonar. Es mejor decir “me es muy difícil perdonar. Pero tú puedes
perdonar. El perdonar no es cosa fácil pero todos podemos perdonar.
2. Mucha gente dice “no siento perdonar”. Nunca vas a sentir el deseo de
perdonar. No esperes a tener el sentimiento de perdonar porque nunca llegará.
El perdón no es un sentimiento, no es una emoción, sino una decisión. Decide
perdonar. Y decide perdonar hoy mismo.
3. Mucha gente dice “necesito tiempo para sanar después perdonaré”. El tiempo
no sana nada. De hecho el tiempo te enferma más. Es a través del perdón que
empiezas a sanar.
No perdonamos a las personas porque lo merezcan, sino Dios nos dice que
debemos tomar otra actitud como la de él.
"Toda amargura, enojo, ira" describen los venenos interiores que explotan en
"gritería y maledicencia y malicia". Pero estos sentimientos y emociones
negativas que hacen tanto daño aquel que las tiene, se pueden quitar aplicando el
perdón. El perdón hace que no aniden malos sentimientos en tu corazón.
C. Porque el perdón deja el pasado atrás.
Recordemos al rey que tenían un deudor que le debía 10.000 talentos y al no
poder pagarle, el rey decidió perdonar la deuda. La palabra “perdón” significa
«enviar, dejar ir, soltar» (Mateo 18,23-35). Uno decide dejar ir el pasado para
seguir adelante o quedarse estancado en el pasado atormentándonos. Porque se
trata de cancelar una deuda moral: la que han podido causarnos por medio de una
ofensa o un agravio. Y se ha de cancelar, aunque el que nos ofendió no sea digno
de nuestro perdón. Una de las medicinas que existe para curar nuestras heridas se
llama "Perdón", pero no la venden en la farmacia. Está en nosotros.
CONCLUSIÓN
Hemos hablado de la solución para un corazón quebrantado. Y hemos dicho que
esa solución está en la oración, en depositar nuestra fe en Jesús y está en el
perdón. Todos tenemos heridas: unas leves, otras más grandes, y a veces, unas
que parecen incurables. De nosotros depende querer curarnos o seguir rascando
nuestras heridas hasta que se infecten. Jesús es nuestra mejor opción. Él dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29). Jesús
te invita y nosotros también.