Como Funciona El Don Profetico
Como Funciona El Don Profetico
Como Funciona El Don Profetico
INSPIRACIÓN
Y LA REVELACIÓN
en la Biblia y en los escritos de
Elena G. de White
Por Roger Coon
Traducido y editado por el CENTRO DE
INVESTIGACION WHITE , Libertador San Martín, Entre
Ríos, Argentina, 1989. Edición 1997. Traducción: Silvia
Scholtus de Roscher.
Prefacio............................................................................4
Clave de abreviaturas de los libros de Elena de White
5
El funcionamiento del don profético............................... 6
Definiciones.................................................................8
Inspiración............................................................... 8
Revelación............................................................... 9
Iluminación............................................................10
Un don operante.........................................................11
La iniciativa divina................................................ 11
La cadena de mandos de Dios............................... 12
Siete modalidades de la comunicación de Dios.....13
Los fenómenos físicos........................................... 16
Los vehículos básicos de los mensajes proféticos. 21
La tarea de escribir: diferentes alternativas del
profeta............................................................................. 22
La acusación de “copiar”.......................................24
Los sueños divinos solos, no hacen a un profeta...27
Tres teorías de la inspiración-revelación................... 28
La teoría de la inspiración verbal...........................28
Teoría de la inspiración plenaria............................31
El propósito de la inspiración-revelación..................47
Dos metáforas bíblicas...........................................47
Conclusión.................................................................50
Infalibilidad: ¿Puede equivocarse un verdadero profeta?
.................................................................................................51
Confirmando la verdad.......................................... 57
La inerrancia y la vida personal del profeta...............60
La inerrancia y las palabras proféticas del profeta....62
Profecías no cumplidas..........................................62
Errores sin trascendencia en detalle menores........66
Asuntos de importancia menor..............................70
Conclusión.................................................................75
La relación entre los escritos de Elena G. de White y la
Biblia.......................................................................................76
La obra de Dios mediante los profetas...................... 77
Profetas literarios pero no canónicas..................... 78
¿Grados de inspiración?.........................................78
Grados de autoridad: una posición insostenible....79
La analogía de la “luz mayor” y la “luz menor”........82
Metáforas para interpretar la analogía...................84
La analogía del telescopio..................................... 86
El modelo de relación de Jemison............................. 87
Las dos resurrecciones “especiales”......................88
Elena de White y el desarrollo de la doctrina
adventista del séptimo día................................................... 89
Los congresos sabáticos.........................................89
El papel de las visiones en la formación doctrinal 91
Cómo consideró Elena de White su autoridad.......92
“¡La Biblia y sólo la Biblia!”.....................................97
La parábola de Urías Smith................................... 98
Conclusión.................................................................99
Hermenéutica: Cómo interpretar a un profeta del siglo
diecinueve en la era espacial.................................................101
La necesidad de una hermenéutica..........................102
Tres reglas de la Hermenéutica................................111
Regla hermenéutica Nº 1..................................... 111
Regla hermenéutica Nº 2..................................... 117
Regla hermenéutica Nº 3..................................... 123
Un modelo integrado para la aplicación hermenéutica
...........................................................................................127
Conclusión...............................................................132
Prefacio
Los capítulos de este libro aparecieron originalmente
como una serie de cuatro artículos de la pluma del Dr. Roger
Coon, publicados en Journal of Adventist Education (Vol. 44,
No. 1, October-November, 1981; Vol. 44, No. 2, December,
1981-January, 1982; Vol. 44, No. 3, February-March, 1982;
Summer 1988). El propósito básico de dichos artículos era que
sirvieran como material de estudio para el curso de Educación
Continua. Su contenido es sólido y sumamente relevante para
la teología adventista contemporánea, pues analizan, bajo la
temática general de inspiración-revelación, asuntos talse como
la operación del don profético, el profeta y la infalibilidad, la
relación entre los escritos de Elena G. de White y la Biblia, y
reglas hermenéuticas para una correcta interpretación de los
escritos inspirados.
Considerando la utilidad que estos materiales han de
tener en nuestro ambiente, y en consulta con su autor, hemos
efectuado la presente traducción y edición en forma de libro
que esperamos pueda contribuir a una comprensión más
adecuada de los temas indicados en el párrafo anterior.
Víctor Casali
Centro de Investigación White
Universidad Adventista del Plata
Entre Ríos, Argentina
Abril de 1989
Clave de abreviaturas de los
libros de Elena de White
CBA Comentario Bíblico Adventista
del Séptimo Día, tomos 1-5
CC
El camino a Cristo
COES Consejo sobre la
obra de la Escuela Sabática
CRA Consejo
sobre el régimen alimenticio
CS
El conflicto de los siglos
DTG El
Deseado de todas las gentes
Ev.
El evangelismo
JHD
Hijos e hijas de Dios
1JT Joyas de los
testimonios, tomos 1 al 3
1MS
Mensajes selectos, tomos 1 al 3
NB
Notas biográficas
OE
Obreros evangélicos
PE
Primeros escritos
PP
Patriarcas y profetas
PR
Profetas y reyes
RH
Review and Herald
1SG
Spiritual Gifts, tomo 1 y 2
SL
The Sanctified Life
1SP Spiritu
of Prophecy, tomos 1 al 4
1T Testimonies
for the Church, tomos 1 al 9
TM
Testimonios para los ministros
El funcionamiento del don
profético
Antes de la entrada del pecado, Dios se comunicaba con
los seres humanos en forma directa mediante el contacto cara a
cara y el compañerismo personal. Con la llegada del pecado
esta relación sufrió una ruptura y el hombre quedó separado de
su Creador. A fin de salvar la separación de este abismo, Dios
empleó por lo menos siete formas de comunicación (las
“muchas maneras” de Hebreos 1:1) para hacer retornar a la
especie humana a una relación personal con él.
Los sueños proféticos nocturnos y las “visiones abiertas”
durante el día fueron los métodos que Dios empleó más
frecuentemente para comunicarse con hombres y mujeres de su
especial elección, quienes llegaron a ser conocidos como
“videntes”, “profetas”, o “mensajeros” especiales.
La suerte del profeta raramente era fácil, como Jesús lo
dio a entender en su observación frecuentemente citada de que
“no hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su
casa”.1[1]
Los adventistas del séptimo día creen sobre la base de la
evidencia bíblica2[2] como así también por datos empíricos, que
un “perito arquitecto” (1 Cor. 3:10) de su denominación, Elena
de White, fue el recipiente del don de profecía. Salomón
afirmó que “nada hay nuevo debajo del sol” (Ecl. 1:9), y la
crítica hacia los profetas continúa hasta hoy.
También continúan los malos entendidos en cuanto al
modo en que opera el don profético. Satanás manifiesta un
interés creado de engendrar confusión y también rechazo del
don profético por parte del pueblo al cual éste estaba destinado
a beneficiar, “por esta razón: Satanás no puede disponer de una
senda tan clara para introducir sus engaños y atar a las almas
con sus errores si se obedecen las amonestaciones y reproches
del Espíritu de Dios”.3[3] El “último engaño de Satanás” en las
Iglesias Adventistas del Séptimo Día, poco antes del regreso de
Jesús, será la doble obra de (1) destruir la credibilidad de Elena
de White como una profeta del Señor auténtica y confiable, y
(2) crear un “odio satánico”4[4] contra su ministerio y sus
escritos: satánico en su intensidad como también en su origen.
El “objeto especial” de Satanás consiste en evitar, en
estos últimos días, “que esta luz llegue al pueblo de Dios”5[5]
que la necesita en forma desesperada para andar con seguridad
1[1]
Mateo 13:57. Para un examen especialmente útil del
fenómeno del rechazo en el contexto actual de la controversia
en cuanto al papel y función de Elena G. de White, véase el
editorial de J. R. Spangler, “Persecuting the Prophets”, en
Ministry (Febrero de 1981), pp. 21, 25.
2[2]
Joel 2:28-32; Apoc. 10; 12:17; 19:10; Efe. 4:11-15; 1
Cor. 12:12, 28. Véase además el capítulo 8 de T. Housel
Jemison, A Prophet among You (Mountain View, California,
Pacific Press Publishing Association, 1955), pp. 135-147,
titulado “Prophecy after New Testament times”.
3[3]
Elena de White, Mensajes selectos, (Mountain View,
California, Pacific Press Pub. Assn., 1966), tomo 1, p. 55. (En
adelante aparecerá abreviado como MS).
4[4]
Ibíd.
en medio del campo minado que el enemigo de todas las almas
ha preparado tan astutamente.
¿Y cuál es la metodología de Satanás para alcanzar este
objetivo? El trabajará “hábilmente en diferentes formas y
mediante diferentes instrumentos”.6[6] Añadiéndose a los dos
métodos arriba mencionados, por ejemplo, “más se empeñarán
los agentes satánicos para mantener a las almas bajo una nube
de duda”,7[7] en un estado de apresuramiento, y en un estado de
decepción.
Este es el plan de Satanás, su meta y su estrategia. Este
capítulo tiene el propósito de (que él no triunfe!
Definiciones
La iniciativa divina
Infalibilidad: ¿Puede
equivocarse un verdadero
profeta?
El debate teológico de la “infalibilidad” y la “inerrancia”
está agitando las mentes y los corazones en el cristianismo
evangélico de hoy, especialmente cuando estas cuestiones se
relacionan con el asunto de la inspiración profética. Gran parte
de la discusión gira en torno de consideraciones semánticas, 114
Elena de White, Testimonies for the Church
5[5]
16[16]
1 Corintios 2:6-14.
17[17]
1 Corintios 12:29.
18[18]
Juan 14:26.
19[19]
Ibid.
20[20]
Juan 16:13.
21[21]
5T, p. 512.
22[22]
Apocalipsis 1:11; 21:6; 22:13.
23[23]
1 Corintios 12:7.
24[24]
1 Corintios 12:11, 18; cf. además Juan 15:16.
25[25]
Efesios 4:11.
26[26]
1 Corintios 12:29, 30.
27[27]
1 Corintios 1:5-7; 12:28; 14:1.
28[28]
1 Corintios 12:31.
29[29]
Génesis 1:2, 26. El “Elohim” del versículo 26 es un
nombre en plural.
30[30]
Apocalipsis 1:1; Juan 8:28; 5:19, 30.
31[31]
Juan 16:7, 13, 14.
32[32]
2 Pedro 1:21.
33[33]
Apocalipsis 1:1; 22:6. Cf. Daniel 8:16; 9:21; Lucas
1:19, 26.
34[34]
Por ejemplo, 1 Reyes 22:19. Esta expresión aparece
tal cual unas treinta y seis veces solamente en el Antiguo
Testamento. A través de toda la Biblia aparecen algunas
variaciones aún con más frecuencia.
35[35]
Apocalipsis 5:11.
36[36]
Juan 13:16; 15:20.
37[37]
Exodo 20; cf. Elena G. de White, El evangelismo
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1975), p.
447 (en adelante se abreviará como Ev.); y el Comentario
Bíblico Adventista del Séptimo Día (Mountain View, Calif.,
Pacific Press Publishing Assn., 1978), tomo 1, pp. 1117, 1118
(en adelante se abreviará como CBA).
38[38]
Elena G. de White, The Spirit of Prophecy (Battle
Creek, Mich., Steam Press of the SDA Pub. Assn., 1970), tomo
1, p. 399 (en adelante abreviado como SP); Primeros escritos
(Mountain View, Calif., Pacific Press Pub. Assn., 1962), p. 32
(en adelante abreviado como PE).
39[39]
Mateo 3:17; 17:5; Juan 12:28.
40[40]
Números 27:21; 1 Samuel 28:6; 1SP, pp. 398, 399;
Patriarcas y profetas (Mountain View, Calif., Pacific Press
Pub. Assn., 1955), p. 364 (en adelante abreviado como PP).
41[41]
1SP, p. 399; PP, pp. 360, 361.
42[42]
Levítico 16:8; Josué 7.
43[43]
Hechos 1:26.
44[44]
Carta 37, 4 de marzo de 1900, referida en 2MS, p.
378.
45[45]
1 Samuel 13:1; Números 12:6; Joel 2:28-32;
Hechos 16:9.
46[46]
Referido por Arturo L. White en una cita de su
padre Guillermo C. White, en Elena G. de White: mensajera
de la iglesia remanente (Washington, D.C., Junta de
Fideicomisarios de las publicaciones de Elena G. de White,
1956), p. 10.
47[47]
Véase Hechos 2.
48[48]
De una copia taquigráfica de la conferencia de
Walter Rea en el Foro Adventista, “White Lies” [Mentiras
White], San Diego, California, 14 de febrero de 1981. En una
carta fechada el 17 de julio de 1981, solicité a Walter Rea que
me autorizara a citarlo en forma directa de la copia de su
conferencia. En su contestación fechada el 21 de julio, Rea
como resultado rechazó la solicitud, admitiendo expresamente
que podría haber cometido algunos pequeños errores en su
presentación al foro. Más aún, me pidió que no entrara en la
crítica de detalles menores, sino que me ocupara de los temas
generales. Los fenómenos físicos constituyen uno de esos
temas generales, y Walter Rea se ha inclinado a subrayarlo,
afirmando que los informes que se publicaron de que Elena de
White sostuvo una pesada Biblia estando en visión, son sólo
mitos que carecen de fundamento.
49[49]
Publicado en Spectrum X:1 (mayo de 1979), pp.
23-57.
50[50]
Ibid., p. 28.
51[51]
Véase, por ejemplo, “The Witness of the ‘Big
Bible’” por Arturo L. White, 13 de septiembre de 1979, y
“Ellen G. White and the Big Bible” por Ron Graybill, 1981.
Ambos son manuscritos no publicados que circularon como
documentos internos de trabajo entre el personal del
inerrable; 2: no responsable de extraviar, engañar, o defraudar,
seguro; 3: incapaz de error en la definición de doctrinas
tocantes a la fe o a la moral”. 115[115] El, además, interpreta
El problema de la infalibilidad surge debido a que las
Escrituras afirman ser más confiables que las producciones
literarias corrientes de autoría humana.
Como se señaló en el capítulo 1, “toda la Escritura es
inspirada por Dios” (2 tim. 3:16). Esta no es susceptible a la
“interpretación privada”, puesto que el mensaje no se originó
por iniciativa o inventiva privada. En cambio, “los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo” (2 Ped. 1:21). Por lo tanto, dijo Pedro, “hacéis bien en
estar atentos” a ella (vers. 19). En el que bien podría haber sido
el primer libro escrito del Nuevo Testamento, Pablo, con el
mismo Espíritu que el de Pedro citado anteriormente,
amonestaba a los cristianos tesalonicenses: “no apaguéis el
Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo;
retened lo bueno” (1 Tes. 5:19-21).
¿Por qué? Pedro responde: porque tenemos una palabra
“más segura” de escritos proféticos (2 Ped. 1:19). Los
traductores más recientes han traducido este pasaje: “hace más
seguro el mensaje”,117[117] “nos confirmamos más aún en la
palabra profética”,118[118] “hemos visto confirmada la palabra de
Algunos han tropezado con el hecho de que existen imperfecciones en los escritos
de Elena de White. Los ejemplos citados por los críticos influyen su cifra incorrecta de
los aliados de Abraham; su declaración inicial de que Dios les ordenó a Adán y Eva que
no tocara el fruto prohibido, y que más tarde cambió para afirmar que éstas eran las
palabras de Eva; su declaración de que solamente ocho almas recibieron el mensaje de
Noé, contradicha en otro lugar por su afirmación de que hubo otros que creyeron y que
ayudaros a construir el arca; y su referencia la servicio diario del viejo tabernáculo 130[130],
la cual no cuadra enteramente con la referencia dada en el Pentateuco.
Algunos críticos han ido más allá al preguntar si estas imperfecciones, estas
imprecisiones, este motivo de desconfianza, no son una razón suficiente para no
fundamentar ninguna doctrina sobre sus escritos.131[131]
No hay acusación que pueda ser dirigida a Elena G. de White en su rol profesional
como profeta, que no pueda y no haya sido dirigida primeramente contra los escritores
de la Biblia por los denominados “altos críticos”, sea que estas acusaciones señalen
declaraciones equivocadas de hecho, el copiar de escritores no inspirados (acusación
2JT, p. 345.
123[123]
125[125]
Ibid., p. 9.
126[126]
1MS, p. 42.
127[127]
Ibid., p. 487.
128[128]
1MS, p. 23.
129[129]
Elena de White, Testimonios para los ministros (Buenos Aires, Asoc. Casa
Editora Sudamericana, 1977), p. 376), p. 376. (En adelante se abreviará como TM.)
130[130]
PP, p. 367.
131[131]
Robert W. Olson, 101 Preguntas sobre el santuario y Elena G. de White
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1982), p. 58.
que se examina en detalle en el capítulo 1), profecías no cumplidas, o el tener que
retractarse de declaraciones hechas en alguna ocasión anterior.
No pretendemos más de la Sra. White de lo que pretenderíamos de los escritores
bíblicos; pero tampoco pretendamos menos (por razones que serán discutidas con
detalle en el capítulo 3).
Volvamos ahora a la afirmación directa de Pedro: “Tenemos también la palabra
profética más segura”. Examinemos, para ver si somos capaces de determinar cómo
opera esta “mayor seguridad” (o cómo no opera).
La inerrancia y la vida personal del profeta
Las evidencias históricas y de la Escritura testifican que el control del Espíritu
Santo sobre la vida de los profetas no les impide ejercer su libertad para pecar. Si
“todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23), esto
supuestamente incluye también los profetas. Para verificarlo, necesitamos examinar
individualmente sus vidas tal como están registradas en un escrito sagrado, a fin de
descubrir la naturaleza y el alcance de sus pecados de omisión y comisión.
Uno de los profetas más tempranos que se menciona en las Escrituras es Abraham
(Gén. 20:7). Los escritores canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento
reiteradamente lo llaman el padre de la fe, y en verdad, tanto los judíos (mediante Isaac)
como los árabes (mediante Ismael) lo consideran también su ancestro directo.
Abraham fue constituido no solamente progenitor de gente demasiado numerosas
de contar, y no solamente le fue dada la relación especial con Dios representada por el
papel y el oficio de un profeta, sino también le otorgado (por Jehová mismo) el título de
“Abraham mi amigo”.132[132] (En el Corán, escrito por Mahoma en Arabia, este título se
expresa como El Khalil. Los filólogos islámicos afirman que esta palabra árabe, un
idioma señalado por sus matices y sus delicadas distinciones de significados, no debiera
traducirse simplemente como “amigo” sino más bien como “amigo muy especial”.)
¿Qué clase de hombre era el “amigo muy especial” de Dios? En Génesis 12
encontramos a Abraham y a su esposa Sara en Egipto. Puesto que Sara es una mujer
muy hermosa, Abraham teme que faraón desee añadirla al harén real, y mate a
Abraham a fin de preparar el terreno para esta conquista. Así es que Abraham persuade
a Sara para que declare que es su hermana, en lugar de su esposa.
Ahora bien, Sara en verdad era media hermana de Abraham, de modo que lo que
ella dijo era una media mentira; pero ella era también su esposa completa. Y lo que es
verdad a medias es mentira completa, pues la intención es engañar. Dios intervino en
esta situación de un modo destacable para proteger la vida de su amigo; y se les
permitió a Abraham y a Sara abandonar Egipto sin ser molestados, con todas sus
posesiones intactas.
Pero ocho capítulos más adelantes, En Génesis 20, encontramos que se repite la
misma historia, y con los mismos resultados. Dios tuvo paciencia con su amigo muy
especial, así como tiene paciencia con nosotros. ¡Pero uno de algún modo tiende a
esperar un comportamiento un poco más elevado de parte de los profetas! Seguramente
Abraham debiera haber aprendido una lección la primera vez. Pero no lo hizo, como a
menudo nosotros no lo hacemos.
Abraham no solamente fue un “real mentiroso” en dos ocasiones, sino que
también pecó en consentir a la propuesta de Sara de tomar a Agar como una esposa
secundaria con el propósito de “ayudar” al plan de Dios de hacer de Abraham una prole
tan numerosa como la arena del mar y las estrellas del cielo.
Sara estaba fuera de la edad de las mujeres fecundas (Gén. 18:11); y no creyendo
que Dios realizaría un milagro, procuró un solución naturalista. Pero al tomar a Agar,
una de las siervas de Sara, como su esposa, Abraham demostró una seria falta de fe.
Dios se había propuesto que Isaac sea un niño “milagro”, porque de varias formas iba a
ser un tipo de Cristo. Y aún cuando la conducta de Abraham y Sara era aceptada por las
normas culturales de aquel entonces, era contraria al plan de Dios. Pablo emplea esta
ilustración en Gálatas 4 para alegorizar mediante Agar la salvación por las obras, y con
Sara la salvación por la fe.
A propósito, la gravedad de la falta de fe de Abraham en esta cuestión es
subrayada por un profeta más reciente. Debido a que no confió en que Dios produciría
un niño milagro, sino que en vez de eso, tomó a Agar como su esposa, algunos años
más tarde Abraham fue llamado a ofrecer a Isaac como sacrificio humano sobre el
monte Moriah. Elena de White escribió: “si él hubiera soportado la primera prueba y
hubiera esperado pacientemente el cumplimiento de la promesa en Sara, ... no habría
estado sujeto a la prueba más difícil que se haya requerido jamás de hombre alguno”. 133
[133]
La inerrancia y las palabras proféticas del profeta
Cuando examinemos las declaraciones de los profetas bíblicos y modernos,
aparecen tres clases de “problemas”, en los que se han suscitados interrogantes
importantes: (1) profecías no cumplidas; (2) errores sin trascendencia en detalles
menores e insignificantes; y (3) grandes errores sustanciales. Analicemos en forma
sucesiva y con detalle a cada uno.
Profecías no cumplidas
Hace uno meses atrás estuve dando una serie de clases y reuniones públicas en
una de nuestras instituciones educativas de la costa del Atlántico. Finalizada la
presentación del jueves de tarde, un obrero denominacional de este colegio me preguntó
si podía hablar conmigo en privado Lo invité a mi pieza de huéspedes, en donde
conversamos por más de una hora.
Tan pronto como se sentó, comenzó: “Realmente deseo creer en Elena de White
como profeta del Señor legítima y auténtica”. Podría decir que por el tono de su voz, él
no solamente era profundamente sincero, sino que además estaba seriamente
preocupado.
“Bueno”, respondí. “¿Hay algún impedimento para que su deseo se cumpla?”
Sin responder directamente mi pregunta, continuó: “¿No es el cumplimiento de lo
predicho una de las pruebas bíblicas de un verdadero profeta?”
“Oh, si”, sonreí. “cuando solía dar clases de orientación profética en California y
Nigeria, examinábamos las cuatro pruebas: (1) las palabras del ‘profeta’ bajo escrutinio
deben concordar con las revelaciones inspiradas previas y conocidas, provenientes del
Señor (Isaías 8:20); (2) la prueba de los frutos debe aplicarse tanto a la propia vida del
profeta como a la de aquellos que siguen al profeta (Mateo 7:16, 20), (3) el profeta debe
dar testimonio de que Jesús era el hijo de Dios divino – humano, encarnado (1 Juan 4:1-
3); y (4) las predicciones del profeta deben cumplirse.
“Esta última prueba”, le dije a mi interrogador, “se menciona dos veces en el
Antiguo Testamento. Jeremías (Cap. 28:9) la presenta desde la perspectiva positiva:
‘Cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en
verdad envió’. Y Moisés la presenta desde la perspectiva negativa: ‘Si el profeta
hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra
que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él’
(Deuteronomio 18:22)”. “También yo pensaba así”, dijo quedamente mi amigo. Luego
prosiguió: “Bien, ¿Qué hacemos entonces con las predicciones de Elena de White que
nunca se cumplieron? Por ejemplo, entiendo que en 1856 ella dijo que en alguna parte
se le mostró un grupo de nuestros miembros de iglesia en una reunión. Dijo que
algunos de ellos serían ‘comidas de gusanos’, otros estarían expuestos a las siete últimas
plagas, y algunos estarían vivos y serían trasladados en la segunda venida de Cristo.
¿Está viva todavía algunas de las personas que asistió a esa reunión?”
“Que yo sepa, no”, contesté. “El último sobreviviente conocido murió en 1937, a
los 83 años de edad. Su nombre era Guillermo White, y era un bebé en brazos en ese
tiempo. Su madre, Elena de White hizo la predicción.”
“Eso es lo que oído. Bien, ¿Cómo maneja Ud. el hecho, a la luz de esta prueba
bíblica de un profeta, de que su predicción debe cumplirse, y si no resultara así es
evidencia de que el Señor no ha hablado mediante él?”
“Lo manejo de la misma manera que con otras profecías no cumplidas de profetas
verdaderos que aparecen en la Biblia”, repliqué. “De paso, trataré esto con más detalle
en un momento. Pero mi política, cuando la gente me hace preguntas acerca del rol
profético de Elena de White, es ir primero a la Biblia para ver cómo se resuelve la
situación allí, antes de examinar a Elena de White. Como ve, deseo verla a la luz de la
Biblia, no a la inversa.”
Y así comenzamos un estudio de lo más interesante sobre profecías no cumplidas
de profetas auténticos y reconocidos en la Biblia. Probablemente el mejor ejemplo
conocido es el de Jonás.
Luego de terminado su recorrido “submarino” en el vientre del gran pez, Jonás fue
a Nínive a cumplir con el mandato del Señor. Nínive era una gran ciudad; a Jonás le
tomaría tres días para abarcarla completamente. Su mensaje fue tanto simple como
terminante: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4). No se ofreció
ninguna esperanza, ningún compromiso, ningún elemento condicional.
Después de dar su mensaje, Jonás salió de la ciudad y encontró un lugar ventajoso
desde donde podría presenciar (y saborear) la masacre de los enemigos más odiados de
su nación. Jonás despreciaba enojosamente a estas personas, pues lo asirios eran los
enemigos paganos más guerreros y temibles. Cuando ellos capturaban prisioneros de
guerra judíos los despellejaban (les quitaban la piel vivos), a fin de arrancar cada onza
de trauma que pudieran en la tortura, antes de matar a la victima. En tales ocasiones, la
muerte, cuando llegaba, era una liberación bienvenida y misericordiosa. Es
perfectamente comprensible el hecho de que los judíos no sintieran amor por los
ninivitas.
Aunque no había ninguna esperanza explícita en el mensaje de Jonás, los ninivitas
(que podrían haber tenido algún conocimiento previo acerca de Jehová al oír de otros
profetas judíos, o al leer escritos proféticos judíos), decidieron enmendar sus caminos.
Expresaron su arrepentimiento en la manifestación cultural apropiada para esa época: se
cubrieron de cilicio y se sentaron sobre las cenizas. Dios contempló todo esto, y con
amor, y misericordia, les otorgó una postergación de la sentencia.
Mientras tanto, el profeta malhumorado se estaba poniendo cada vez más enojado
en esa situación. Uno sospechaba que la causa real de esta creciente irritación no era
simplemente su estrecha lealtad judía chauvinista, sino más bien el temor de que la
noticia de este nuevo suceso pudiera llegar a Jerusalén antes que él.
Jonás puede haber estado más preocupado acerca de su reputación profesional,
como profeta, que acerca de sus 120.000 “conversos”. ¡En lugar de desear que fueran
bautizados por agua, deseaban que fuesen incinerados por el fuego! Quizás tenía miedo
de que al regresar a Jerusalén, los niños que juegan en la calles le cantaran por detrás:
“Jonás es un falso profeta, Jonás es un falso profeta”. ¿Por qué? Porque su predicción
no se cumplió.
Resulta de interés que, al hacer una nota de pie de la página de la historia,
aprendemos que algunos siglos después de este suceso, los ninivitas se “arrepintieron”
de su arrepentimiento inicial (véase 2 Corintios 7:10), y retornaron a sus caminos
anteriores. Dios, entonces, se “arrepintió” de su perdón, y envió la destrucción
advertida originalmente por Jonás.
Pero, ¿fue Jonás confirmado como “verdadero” profeta 200 años ex post facto?
No, de ninguna manera. Si los ninivitas nunca hubieran sido destruidos posteriormente,
Jonás igualmente sería considerado como verdadero profeta, aun cuando su predicción
no se haya cumplido.
¿Cómo? Por el elemento condicional que existe en algunas profecías, sea en
forma explícita o implícita. Un indicio de esto se encuentra tan temprano como en el
950 A.C., cuando el profeta Azarías le indicó al rey Asa: “Jehová estará con vosotros,
si vosotros estuviereis con él; y se le buscareis, será hallado de vosotros , más si le
dejareis, el también os dejará” (2 Corintios 15:2).
Más al punto todavía llega el interesante y significativo hecho de que en ambos
libros de la Biblia donde se requiere la prueba del cumplimiento, este elemento
condicional está declarado también en forma explícita.
Diez capítulos antes de proporcionar la prueba del cumplimiento:
En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para
arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su
maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado
hacerles, y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y
para plantar. Pero si hiciere lo malo delante mis ojos, no oyendo mi voz,
me arrepentiré del bien que había determinado hacerle” (Jeremías 18: 7-
10).
Moisés también, en Deuteronomio, se refiere repetidas veces al elemento
condicional.137[137]
Algunos han pensado que ésta era una manera de salvar las apariencias para
mantener la reputación profesional de un profeta, frente a las evidencia adversa como el
no cumplimiento de predicciones,138[138] pero no lo es. Este es un principio bíblico. Uno
no necesita un nivel avanzado de teología para ser capaz de distinguir qué clases de
profecías están sujetas al elemento condicional, y cuáles no.
Podríamos citar a otros ejemplos bíblicos de profecías no cumplidas, dadas por
profetas auténticos y legítimos. La categoría que viene más rápidamente a la mente es
la de una multitud de predicciones hecha por una media docena de profetas del Antiguo
Testamento sobre la honra y la gloria nacional de Israel: predicciones acerca de la
misión mundial de Israel y la convocación de los gentiles, el reposo eterno en Canaán y
la liberación de los enemigos políticos.
Algunas de estas predicciones se cumplieron secundariamente mediante el “Israel
espiritual” (la Iglesia Cristiana), y otras pueden cumplirse fundamentalmente para los
cristianos, cuando el pecado y los pecadores sean destruidos luego del juicio final. Pero
a pesar de estas excepciones, la mayoría de estas profecías no se cumplieron en los
tiempos bíblicos, no se están cumpliendo hoy, y nunca se cumplirán.139[139]
¿Decimos entonces que los profetas que hicieron estas predicciones, destacándose
Isaías, Jeremías, Ezequiel, Joel, Sofonías y Zacarías, eran falsos profetas? No.
Tampoco decimos, como quienes sostuvieron la teoría del rapto secreto, que estas
profecías se cumplirán en nuestro propio tiempo. Estos últimos expositores
verdaderamente han edificado toda teología sobre un malentendido del elemento
condicional de la profecía, y proponen como principio un cumplimiento en los último
días, a fin de que los escritores del Antiguo Testamento pueden ser confirmados como
profetas confiables y auténticos del Señor.140[140]
Un vistazo a la visión sobre la “comida de gusanos”
Volvamos ahora a Elena de White y la visión de la “comida de gusanos”, para
descubrir los hechos de este caso. Hacia fines de mayo de 1856, miembros y obreros
denominacionales de una iglesia que estaba todavía a cuatro años de adoptar un nombre
corporativo, asistieron a una asamblea en Battle Creek. Los asistentes llegaron a la
asamblea desde diversos puntos del este y del medio oeste de los Estados Unidos, y
desde Canadá. La asamblea comenzó el viernes 23 de mayo por la tarde, y finalizó el
lunes 26 de mayo. Durante el sábado, la asistencia fue tan grande, que fue necesario
dejar la modesta capilla que entonces servía a los adventistas, e ir por la calle hasta una
gran carpa levantada para alojar a la multitud.
En la mañana del martes 27 de mayo se llevó a cabo otro encuentro, esta vez
detrás de la capilla, al cual asistieron mayormente obreros que todavía estaban en Battle
Creek. Fue en esta ocasión que la Sra. White entró en visión, y le fueron mostrados
algunos de los que habían asistidos a la asamblea del 23-26 de mayo.
El informe de esta visión se encuentra en Testimonies for the Church, tomo1,
páginas 127-137, que aún es publicado por la iglesia, aunque algunos críticos sostienen
que ésta intenta esconder las predicciones no cumplidas de la Sra. White.
A propósito, cierto número de personas interesadas compilaron listas en forma
cuidadosa de los nombres que asistieron a la asamblea. Algunas de estas listas se
conservan todavía en el Patrimonio Elena de White, en las oficinas de la Asociación
General. Estas circularon activamente entre los adventistas de los primeros días, J. N.
Loughborough cuenta, en una carta escrita en 1918, acerca de dos pastores, un “Hno.
Nelson” y Jorge Amadon, quienes en 1905 llevaron una de esas listas a Elena de White
para ver si ella podía añadir algunos nombres que ellos habían olvidado.
Se registra que la Sra. White les dijo: “¿Qué están haciendo?” Y cuando se les
explicó el propósito de la lista –mostrar la cercanía de la venida de Jesús, puesto que
muy poco de los asistentes todavía vivían- la Sra. White preguntó que uso se le daría a
la lista. El hno. Nelson respondió: “Voy a hacer imprimir copias y las enviaré a todo
nuestro pueblo”.
La contestación inmediata de la Sra. White fue: “Entonces deténgase justo donde
está. Si ellos obtienen esa lista, en lugar de trabajar para dar avance al mensaje, estarán
examinando la ‘Review’ cada semana para quien ha muerto”. Loughborough, al relatar
la historia, concluyó con la observación de que Elena de White objetó el uso de este
hecho como una “señal de los tiempos”.141[141] Ella, obviamente, reconoció el elemento
condicional de la visión, y el hecho de que la Iglesia Adventista del séptimo Día no lo
había identificado.
¿Fue explicado el elemento condicional en el testimonio del ángel a Elena de
White en la visión de 1856? No. Pero tampoco lo fue en el testimonio de Jonás, cuando
caminó tres días a través de aquella ciudad “grande en extremo”, Nínive. En ambos
casos, no obstante, el elemento condicional estaba explícito.
Desde tan temprano como 1850, hasta tan tarde como 1911, 142[142] los escritos de
Elena de White reiteradamente sugieren que si la Iglesia Adventista del Séptimo Día
hubiera hecho su trabajo, “se habría completado la obra y Cristo habría venido”.143[143]
Elemento condicional es expuesto en algunas profecías, tanto en la Biblia como
en los escritos de Elena de White. Aceptarlo en uno o rechazarlo en otro es
inconsecuente e irracional.
En verdad, hay algunas profecías dadas por profetas bíblicos auténticos y
legítimos que no se cumplieron, pero la existencia de tales profecías no necesariamente
desacreditada al profeta que las hizo. En los escrito de Elena de White también hay
profecías no cumplidas, y la iglesia nunca ha negado (ni ha tratado de esconder) este
hecho al público. Quienes estudian los escritos proféticos no debieran pedir más de
Elena de White de lo que pedirían de los profetas bíblicos.
Errores sin trascendencia en detalle menores
En los escritos inspirados, antiguos y modernos, hay errores sin trascendencia de
detalles menores e insignificantes. Esto es verdad con respecto a la Biblia, así como
también con respecto a los escritos de Elena de White. Estos errores (en verdad todos
ellos juntos) no afectan a la conducción de la iglesia de Dios, al destino eterno de una
sola alma, ni a la pureza de ninguna doctrina. Que el Espíritu Santo podría haber
corregido estas pequeñas equivocaciones, uno no lo puede poner seriamente en duda.
El, obviamente, decidió no hacerlo, probablemente porque el error no era vital en cuanto
al mensaje o al propósito de la inspiración.
Consideremos primero la Biblia. Tal como señalamos en el capítulo 1, el
escritor del primer evangelio nos informa (en Mateo 27:9, 10) de una profecía mesiánica
escrita siglos antes del nacimiento de Cristo, que declaraba que Cristo sería traicionado
por treinta piezas de plata. Mateo le atribuye esa profecía a Jeremías.
Mateo se equivocó. El escritor no era Jeremías, sino Zacarías (Cap. 11:12, 13).
También señalamos las leves discrepancias entre los escritores de los cuatro
evangelios con respecto a la fraseología exacta del escrito redactado por Pilato y
colocado en la cruz por sobre la cabeza de Cristo. Mateo hace una lista de los milagros
de Cristo en un orden diferentes al de Lucas, aún cuando ambos escritores emplean las
diferentes maneras el Sermón del Monte –Mateo como el bosquejo de un sermón, y
Lucas como una herramienta evangelística, para demostrar las verdades enseñadas por
Jesús.
Podría también mencionarse el hecho de que en Números 10:29 se presenta a
Hobab como el cuñado de Moisés, en tanto que en Jueces 4:11 se lo identifica como el
suegro. El autor de 1 Samuel 16:10 y 11 identifica a David como el octavo hijo de Isaí,
mientras que el autor de 1 Crónicas 2:15 dice que David era el séptimo hijo. Lucas 3:36
menciona a Cainán en la genealogía de Jesús, un personaje que no se lo menciona en
Génesis 11:12. La consideración que hace Pablo de la rectificación del primer pacto en
Hebreos 9:19 no está totalmente en armonía con la de Éxodo 24:3-8.
No hemos agotado la lista de errores sin trascendencia en detalles menores e
insignificantes. El punto que destacamos aquí es simplemente que el “tesoro” de las
buenas nuevas de Dios es transmitido a la humanidad en “vasos de barro”, y que estos
vasos de barro –el envase—contienen equivocaciones, errores, discrepancias, llámeselos
como Ud. desee, que de ninguna manera niegan la inspiración divina del material ni la
autoridad divina que hay detrás de los mensajes.
Elena de White está en la misma tradición que los escritores bíblicos. En sus
escritos también afloran aquí y allá los mismos tipos de errores que se encuentran en la
Escritura. Algunos fueron mencionados en la introducción de este capítulo. Otros
podrían ser citados también.
Precisamente después del comienzo de este siglo un obrero en California del Sur
intentaba justificar la pérdida de confianza en la inspiración de los Testimonios debido a
la inconsecuencia de una carta de Elena de White. Es esta carta la Sra. White de las
cuarenta habitaciones del Paradise Valley Sanitarium [Sanatorio Valle del Paraíso]
cerca de San Diego, y en realidad había treinta y ocho habitaciones. El hombre
aparentemente creía que si hubiera cualquier imprecisión de detalles en cualquiera de
los escritos de aquel que pretende tener la inspiración profética, tal imprecisión negaría
la pretensión, y su confianza en Elena de White se vio seriamente perjudicada.
En respuesta a esto Elena de White comentó:
La información dada concerniente al número de habitaciones del
Sanatorio Valle del Paraíso fue proporcionada no como una revelación del
Señor, sino simplemente como una opinión humana. Nunca se me ha
revelado el número exacto de habitaciones de cualquiera de nuestros
sanatorios; y el conocimiento que he obtenido de tales cosas lo he
adquirido preguntando a aquellos que se suponen que saben...
Hay ocasiones en que deben mencionarse cosas comunes, deben
ocupar la mente pensamientos comunes, deben escribirse cartas comunes
y dar información que ha pasado de un obrero a otro. Tales palabras, tal
información, no son dadas bajo la especial inspiración del Espíritu de
Dios.144[144]
El 14 de junio de 1906 Elena de White le escribió una carta a un hermano de
iglesia que le había escrito a ella anteriormente en cuanto a la inspiración de los
Testimonios:
En su carta, Ud. habla de que fue instruido desde niño en tener fe
implícita en los testimonios, y dice: “fui inducido a concluir y creer con
toda firmeza que cada palabra que Ud. habló en público o en privado, que
cada carta que Ud. escribió en cualquier circunstancia, y en todas ellas,
fueron tan inspiradas como los diez mandamientos”.
Mi hermano, Ud. ha estudiado mis escritos diligentemente, y
nunca ha encontrado que yo haya pretendido algo semejante, ni tampoco
encontrará que los pioneros de nuestra causa jamás pretendieron eso.145[145]
Cuando la Sra. White escribió acerca de la matanza de San Bartolomé en la
edición de 1888 en El conflicto de los siglos, mencionó de paso que fue el repique de la
campana del palacio del rey Carlos IX de París lo que constituyó una señal para
comenzar la destrucción injustificada que costó las vidas de decenas de miles de miles
de hugonotes protestantes franceses el 24 de agosto de 1572.
Luego de que el libro estaba en impresión alguien cuestionó la exactitud de la
declaración, sugiriendo en su lugar que pudo haber sido la campana de la iglesia de San
Germán cruzando la calle del palacio. Aún otro dijo no, fue la campana del Palacio de
Justicia a la vuelta de la esquina del palacio real.
En la edición revisada de 1911, Elena de White redactó nuevamente la
declaración para que diga simplemente: “El tañido de una campana, resonando a
medianoche, dio la señal de degüello”.146[146] El asunto no era la identidad de la campana;
fueron los sucesos de aquella noche los que eran importantes.
La equivocación de Mateo al atribuir la profecía mesiánica de las treinta piezas
de plata a una fuente equivocada (Jeremías en lugar de Zacarías) fue repetida por Elena
de White en un artículo de la Review and Herald faltando menos de dos años para su
muerte. Ella escribió: “‘El amor de Cristo nos constriñe’, declaró el apóstol Pedro”.147
[147]
Ella estaba citando, por supuesto, 2 Corintios 5:14, y la atribución debiera haber sido
para Pablo, no Pedro.
Las fechas presentan problemas especiales. En dos de sus libros publicados148[148]
la Sra. White menciona que se encontró con su esposo Jaime en Wallings Mills,
Colorado, el “lunes 8 de agosto” de 1878. Este obviamente fue un error de pluma, pues
en ese año el lunes cayó en el 5 de agosto, no en el 8.
Hay otro problema con las fechas de una seriedad mayor, el cual es malentendido
por algunos, y considerado por un crítico como un argumento imbatible para disminuir la
naturaleza y la calidad de inspiración de Elena de White.
En una postdata de tomo 2 de Spiritual Gifts [Dones espirituales], Elena de White
escribió esta declaración y apelación bastante inusual: “Se solicita en forma especial que
si alguno encuentra declaraciones incorrectas en este libro me informa inmediatamente.
La edición será completada alrededor del primero de octubre; por la tanto envíelas antes
de esa fecha”.149[149]
“¿Puede Ud. imaginar, -exclama algún crítico- al apóstol Pablo colocando una
postdata en una de sus epístolas, diciendo a los miembros de esa iglesia que si
encuentran algo equivocado en la epístola se lo hagan saber por escrito antes de que se la
imprima y se las envíe a todas las iglesias?”
¿Cómo debería entenderse esta inusual declaración?
En primer lugar, el tomo 2 de Spiritual Gifs [Dones Espirituales] era un relato
autobiográfico de las experiencias de Jaime y Elena de White desde 1844 hasta 1860. El
doble propósito al escribir esta obra estaba explicitado en el prefacio del libro [y por lo
tanto muy probablemente haya sido pasado por alto por el crítico; aparentemente muy
pocas personas leen el prefacio de cualquier libro):
a. Elena de White simplemente procuraba rebatir las acusaciones hechas por el
mormonismo, especialmente en el “oeste”. En marzo de 1860 cierto hombre de
Knoxville, Iowa, decía haber conocido a Jaime y Elena de White veinte años antes
cuando presuntamente eran dirigentes de la colonia mormona de Nauvoo en Illinois.
(Veinte años antes Elena de White era una jovencita soltera de 12 años; ella llegaría a
conocer a Jaime recién cinco años más tarde).
b. Elena de White procuraba también afirmar la fe de los creyentes. Desde 1844
había transcurrido unos dieciséis años. Ahora había fruto evidente en la vida de otros y
también en la vida de Jaime y Elena de White. Las últimas diez páginas de esta obra
especial están llenas de testimonios personales de diferentes creyentes adventistas sobre
la exactitud de las declaraciones hechas en el texto en cuanto a su condición física en
visión, su reestablecimiento de la enfermedad, y la naturaleza de las herejías que
encontraron los esposos White al comienzo, aparte de la refutación de calumnias hechas
contra el liderazgo.150[150]
A lo largo del prefacio, además, se encuentra este indicio que explica la solicitud
bastante extraña de informar sobre “declaraciones incorrectas”:
Al preparar las siguientes páginas he trabajado bajo grandes
desventajas, puesto que en muchos casos he tenido que depender de la
memoria, no habiendo conservado un diario sino hasta pasados algunos
años. En algunos casos he enviado los manuscritos a amigos que estaban
presentes cuando sucedieron los hechos relatados a fin de que los
examinen antes de imprimirlos. He tenido gran cuidado, y he empleado
mucho tiempo en procura de manifestar los simples hechos correctamente
como fuese posible.151[151]
Al escribir este relato biográfico, la Sra. White contó en gran parte con las fechas
de cartas recuperadas de la familia Stockbridge Howland de Topsham, Maine. Ellos
habían cuidado a su hijo Henry durante cinco años mientras Elena viajaba con su esposo
Jaime. Elena les había escrito frecuentemente a los Howland mientras ella y su esposo
iban de un lugar a otro.
Una posible evidencia de que la extraña solicitud haya dado frutos es el hecho de
que se alteraron dos fechas que aparecían en el tomo 2 de Spiritual Gifts de relatos
históricos paralelos de la pluma de la Sra. White en publicaciones posteriores:
En el primer relato de la serie inicial de conferencias proféticas de Guillermo
Miller en Pórtland, Maine, la fecha dada es simplemente 1839, y la fecha de la segunda
serie fue dada simplemente como 1841.152[152]
Un relato paralelo, sin embargo, corrige las fechas de la primera serie a marzo de
1840,153[153] y la segunda serie para junio de 1842. 154[154] En estos relatos posteriores se
preserva el espacio de dos años, pero las fechas se ajustan en un año en cada caso.
¡Elena de White ciertamente no estaba solicitando a ningún lector que corrija
algún mensaje que ella haya recibido por parte del Señor! Por lo tanto es incorrecto dar
esa impresión, tal como lo han hecho algunos críticos.
Quizás baste un ejemplo más en cuanto a las imperfecciones de los “vasos de
barro” como “envoltorio” del mensaje profético, para mostrar que Elena de White (al
igual que los escritores bíblicos que le precedieron) era totalmente humana y estaba
sujeta a simples errores que el Espíritu Santo nunca se tomó la molestia de corregir
(aunque fácilmente podría haberlo hecho).
Elena de White mantuvo correspondencia con un colportor llamado Walter
Harper, por más de veinte años. En una carta ella le pedía prestado mil dólares,
ofreciéndole del cuatro al cinco por ciento de interés por el período del préstamo 155[155] (al
par que los bancos de aquella época estaba ofreciendo solamente del tres al cuatro por
ciento; esto es una evidencia más contra la acusación de “explotación”).
El 9 de noviembre de 1906, la Sra. White le escribió una carta al Hno. Harper en
un estado de gran agitación. Su preocupación y desconcierto son del todo evidentes, se
escurren en casi cada línea de página.
Harper había escrito solicitando la copia de un testimonio que Elena de White
originalmente había enviado al Presidente de la Asociación General, George I. Butler
que aparentemente ya era bien conocido en el campo. No era raro que estos tipos de
cartas cuasi-públicas circularan libremente entre los miembros de la iglesia en general,
durante esa época.
Después que la carta había sido despachada, la Sra White ¡descubrió para su
consternación que había enviado la carta equivocada! Al escribirle al colportor Harper,
ella le recuerda en primer lugar que lo que le enviaba era “mi especial propiedad
personal”, solicitándole luego su devolución inmediata, e indicándole que no haga de
conocimiento público el asunto y que si lo había visto otras personas, se les debiera
comunicar la importancia de la confidencialidad.
Ella concluye indicándole al Hno. Harper que tampoco haga una copia de la carta
antes de devolvérsela, porque ahora tenía la carta que originalmente había intentado
enviarle.
Aunque obviamente estaba perturbada por la equivocación, ella no vaciló en
hablar de “lo hecho equivocadamente”, admitiendo (como lo hizo siempre que se le
preguntó en forma directa) que era humana, y que estaba sujeta a las flaquezas de la
naturaleza humana.156[156]
La “mayor seguridad” de la inspiración no alcanza a excluir (como sugiere
equivocadamente la teoría de la “camisa de fuerza”) la posibilidad de que el profeta
cometa errores secundarios. Unicamente cuando dichos errores afecten (a) la dirección
de la iglesia de Dios, (b) el destino eterno de un alma, o (c) la pureza de una doctrina, el
Espíritu santo intervendría para remediar la situación en forma inmediata mediante el
profeta, de modo tal que no se produzca ningún daño permanente.
Asuntos de importancia menor
En algunas ocasiones, los profetas antiguos y modernos cometieron
equivocaciones mayores que requirieron la corrección inmediata del Espíritu Santo.
Probablemente el ejemplo más destacado en las Escrituras sea el incidente registrado en
2 Samuel 7 y 1 Crónicas 17.157[157]
Un día, el rey David llamó a Natán, un profeta literario no canónico (sobre quien
se habla más en el tercer capítulo), para manifestarle su preocupación por la falta de un
edificio apropiado que albergue el arca del pacto y los demás enseres del enseres del
ritual judío, los cuales se remontaban al Sinaí y a la tienda del tabernáculo mosaico.
En lo que probablemente fuera un gesto generoso, David sugirió que se construya
un edificio apropiado, en especial porque ahora el rey mismo vivía en un suntuoso
palacio. Quizás indicó que este edificio, digno de la adoración de Jehová, debía de ser
de tal escala de magnificencia, que cualquier gentil que viajara dentro de los cien
kilómetros en torno a Jerusalén se desviara para ver esta maravilla del mundo antiguo.
Pensando quizás en el tremendo costo del edificio tal, y posiblemente con
algunos presentimientos acerca de la posibilidad de que se le pida salir para dirigir una
campaña para levantar fondos, Natán demostró cierta resistencia. Y muy posiblemente
sintiendo esta resistencia, David sugirió además que él, el rey, pagaría todos los gastos
con su tesoro real.
De cualquier forma, Natán ahora se llegó a entusiasmar tanto como el monarca, y
dio su aprobación incondicional al proyecto.
Esa noche, cuando Natán regresó a su hogar, Dios vino a él y le dijo,
efectivamente, que no había presentado acertadamente la voluntad de Jehová al poner el
sello profético sobre la propuesta del rey. Natán debiera haber consultado con la
“oficina central” antes de aprobar el proyecto.
Se le indicó que retornara al rey al día siguiente, y le dijera que Dios apreciaba la
generosidad que había motivado un plan tan magnífico, pero que no era la voluntad de
Dios que David edificase el templo. Este, en cambio, sería de Salomón, pues David
había sido un hombre de guerra, un hombre de matanzas.
David podría dibujar los planos y los detalles, podría emplear a los contratistas y
artesanos, e incluso podría suministrar el dinero para el pago de todo esto. Pero el
templo sería de Salomón, no de David.
Probablemente un poco avergonzado, Natán valientemente fue otra vez al rey al
día siguiente, para informarle sobre las modificaciones celestiales del plan real. Y
David, “un varón conforme a su corazón” (al de Dios), consintió y dijo: “Así sea”. Y así
fue.
En los tiempos modernos, el profeta más reciente del cual hay registro, Elena de
White, tuvo algunas experiencias en las que tomó posiciones contrarias a la voluntad de
Dios, y la situación resultó lo suficientemente seria como para que Dios intervenga para
corregir el asunto, obrando nuevamente mediante el profeta para concretar ese fin.
Uno de esos incidentes fue la resolución del problema del horario adecuado para
comenzar la observancia del sábado.158[158] Los adventistas del séptimo día originalmente
aprendieron sobre la observancia del sábado mediante la obra de adherentes bautistas
del séptimo día, quienes lo observaban desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta
del sol del sábado. Algunos adventistas del séptimo día siguieron el ejemplo de los
bautistas del séptimo día con respecto a esta observancia de puesta de sol a puesta de sol.
Los adventistas del séptimo día adoptaron también otras tres posiciones: (1)
Algunos, en Maine, defendían la observancia desde la salida del sol del sábado hasta la
salida del sol del domingo, basados en una interpretación equivocada de Mateo 28:1
(“pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana,...”). (2) Otros
“legalistas” bregaron por una hora “oficial”: de medianoche a medianoche . (3) Y el
tercer grupo favorecía una “hora ecuatorial”. En el Ecuador, el sol sale diariamente a las
6 a.m., y se pone a las 6 p.m. El capitán José Bates era el líder de este grupo, y tenía un
fuerte apoyo en su posición de parte de Jaime y Elena White.
Después de relativamente poco tiempo no se tuvo cuidado del grupo de la salida
del sol, pues en una ocasión en que Elena de White estaba en visión, oyó el ángel citar
Levítico 23:22: “De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”. Sin embargo, la mayoría
de los adventistas del séptimo día continuaron observando la hora ecuatorial.
En el verano de 1855, Jaime White le pidió a John Nevins Andrews, uno de
nuestros primeros eruditos, que investigara sobre el asunto. Sus conclusiones fueron
presentadas a la asamblea de la Asociación General en Battle Creek, en noviembre de
ese año. Sobre la base de nueve textos del Antiguo Testamento, Andrews demostró que,
en cuanto al propósito de la discusión inmediata, “tarde” y “atardecer” eran sinónimos de
puesta de sol.
Casi todos los que asistieron a la asamblea aceptaron la conclusión de Andrews.
Pero el formidable capitán Bates se aferró a su teoría de la hora ecuatorial. Y Elena de
White (que aprendió por primera vez del sábado mediante Bates) se puso del lado de su
maestro. De este modo, la reunión terminó dividida y en confusión.
Dios intervino rápidamente. A medida que esta asamblea de la Asociación
General se acercaba a su fin, los asistentes se unieron en un período de oración por la
prosperidad de la causa, y durante este encuentro de oración Elena de White fue tomada
en visión, y se le mostró que la de la puesta del sol era la hora apropiada para comenzar
la observancia del sábado. Casi todos aceptaron la luz del cielo, y nuevamente el don
espiritual de profecía dio su fruto de unidad.
Para cado uno de los que estaban en la reunión resultó claro que era Dios quien
estaba hablando y dirigiendo, pues Elena de White no estaba repitiendo simplemente las
ideas personales que había mantenido anteriormente. Y nuevamente, la operación del
espíritu de profecía en la vida y obra de la iglesia, quedó ilustrada en esta experiencia.
El don de profecía nunca fue dado para iniciar, sino más bien para confirmar y
corroborar si los miembros de iglesia estaban encaminados en la dirección correcta sobre
la base del estudio de la Biblia, o para corregir y volver a encauzar si es que había ido
tan lejos como podían, y estaban en la dirección equivocada.
Otro incidente en el que Elena de White tuvo que cambiar completamente una
posición previa, tuvo que ver con la propuesta de cerrar la Asociación Publicadora del
Sur [Southem Publishing Association] en 1902.159[159]
En 1900, Elena de White regresó de Australia después de nueve años de servicio,
y se estableció en el Valle Napa, en una propiedad llamada “Elmshaven”, cerca de Santa
Elena, California. En 1901 partió temprano para asistir a la asamblea de la Asociación
General que empezaría el 2 de abril en Battle Creek, viajando vía Nashville, Tennessee,
donde su hijo Edson habían iniciado un proyecto privado de publicaciones. Aquella fue
una operación de escasos recursos. Al principio, la imprenta estuvo ubicado en el
granero-gallinero, y más tarde fue reubicada en la ciudad, en marzo de 1900.
Durante el día en que se inició la asamblea de la Asociación General, Elena de
White escribió “Un llamado a favor de la obra en el sur” [An Appeal for the Southem
Work]. Allí hablaba de la necesidad de escuelas, sanatorios, y una casa publicadora en
donde pudiera producirse libros para uso de los obreros denominacionales en el sur.
Hablaba de las limitadas operaciones de Edson, e instaba a los hermanos a encargarse de
ellas, en vista de que se necesitaba un edificio más grande para el tipo de programa que
ella tenía en mente.
Este consejo de establecer y equipar una casa publicadora grande, fue una de las
perplejidades que confrontó Arturo G. Daniells, el recientemente electo presidente de la
Asociación General. La iglesia ya tenía dos arriesgadas empresas publicadoras, una en
Battle Creek y otra en Oakland, California. Ambas estaban en “crisis aguda”, porque en
ese tiempo había poca demanda de nuestra literatura (en el campo había solamente unos
pocos colportores, y estaban teniendo un éxito de término medio). Ambas casa
publicadoras, efectivamente, estaban tomando una cantidad importante de pedidos de
literatura comercial no adventista, para mantener la solvencia.
La comisión de la Asociación General creyó que no era el momento oportuno
para encargarse de una tercera casa, cuando las otras dos apenas estaban funcionando
medio tiempo, y que una decisión de ese tipo sólo serviría para precipitar más aún hacia
la obra comercial a las tres casas.
Pero Daniells tenía absoluta confianza en las visiones de Elena de White, pues
había trabajado con ella en Australia en la década de 1980, y persuadió a la comisión a
que ratificara el plan celestial.
Luego, la Sra. White complicó más todavía la situación para los líderes de la
iglesia, instando a que suspenda completamente toda obra comercial en nuestras casa
publicadoras. Esto significaría tener que detener la mitad de las imprentas y despedir la
mitad de los empleados, y algunos miembros de la comisión comenzaron a preguntar en
alta voz si la profeta (de setenta y cuatro años en ese entonces) no estaría padeciendo
senilidad. Algunos inclusos pensaron que los mensajes sobre la obra de publicaciones no
eran realmente inspirados por Dios.
Hacia el fin de ese año, Daniells fue a Nashville para el primer encuentro anual
de la junta administrativa de la Asociación Publicadora del Sur, sólo para descubrir que
durante el primer año de funcionamiento la casa había perdido 12.000 dólares, el
equivalente al capital original invertido en la empresa. Se le había asegurado que ahora
estaba saliendo del apuro, pero la final del segundo año y al final del tercero, la plata
seguía perdiendo normalmente 1.000 dólares por mes.
Se nombró una junta examinadora, la cual visitó Nashville, y regresó con la
recomendación de que se venda el equipo de imprenta a un chatarrero (la maquinaria era
de segunda mano y estaba estropeada cuando se la compró, y temía que explote la
caldera en cualquier momento), y que la casa “publicadora” sea reducida a un depósito
para almacenar temporalmente los libros impresos por las otras dos plantas, hasta que los
necesiten los colportores.
La junta de la Asociación General le dio una prórroga más a su profeta, y envió
una pequeña delegación a Elmshaven para presentar a la Sra. White los hechos
indiscutibles y recibir (eso esperaban) su aprobación del plan, improvisado para salvar la
nueva casa publicadora.
Reunidos con Daniells y Elena de White estaban: W. T. Knox, presidente de la
recién organizada Asociación Unión del Pacífico [Pacific Unión Conference], quien en
1909 sería electo tesorero de la Asociación General; W. C. White, hijo de la profeta,
compañero de sus viajes y confidente; A. T. Jones, presidente de la Asociación
California [California Conference], quién más tarde desertaría y se uniría a John Harvey
Kellog en Battle Creek, contra el consejo de Elena de White; J. O. Corliss, pastor de
California en ese entonces, el cual había abierto la obra en Australia con la profeta y
Daniells; E. R. Palmer, secretario de la Asociación General; y Clarence Crisler,
primeramente secretario particular de Daniells, y ahora taquígrafo de Elena de White.
Elena de White escuchó en silencio la trágica letanía de fracaso que informaban
los hermanos. Estaba profundamente afligida y perpleja, en parte sin duda porque era su
hijo quien había iniciado el programa, y porque ella había dado su respaldo para que la
denominación se encargue de éste en un programa de extensión.
Probablemente los miembros de la junta le hayan recordado su consejo publicado
recientemente:
La Sra. White finalmente habló. Ella estaba de acuerdo con que la casa
publicadora debía consolidarse sobre una base financiera sólida. “Si no se puede, sería
mejor que se la cierre.” Presionada por una solución que no tenía, La Sra. White admitió
finalmente que la casa publicadora debía transformarse en un depósito.
Fortalecido por Crisler, con una copia en su bolsillo de las palabras pronunciadas
por la Sra. White, Daniells, con gran alivio, abordó en tren para Battle Creek. A su
regreso convocó inmediatamente la junta de la Asociación General a una asamblea, y
rápidamente votaron la cesación de la existencia de la casa publicadora como tal. Luego
volvieron su atención hacia otras preocupaciones más apremiantes.
Algunos días después explotó una bomba: una carta de la Sra. White. Ahora ella
aconsejaba no cerrar las operaciones de la imprenta de Nashville, sino más bien
recomendaba que los hermanos laicos trazaran planes para evitar mayor endeudamiento,
y que avanzaran por fe. Si se seguía el consejo del Señor, El daría el éxito. Algo
perturbada, indudablemente, ella dijo que la indicación que había dado a la junta de
hermanos que la visitaron, estaba equivocada. Esa misma noche, después del encuentro,
el Señor le había dado una visión mostrándole que estaba equivocada, y diciéndole cuál
era el curso que realmente debía seguirse.
El 20 de octubre, el día siguiente a la reunión de la junta realizada bajo la sombra
dl gran cedro de Elmshaven, Elena de White le escribió a A. G. Daniells:
Anoche me pareció estar en la sala de operaciones de un gran
hospital, al cual se llevaba personas, y se preparaban instrumentos para
cortar sus miembros con gran premura. Vino uno que parecía tener
autoridad, y dijo a los médicos: “¿Es necesario traer a estas personas a
esta sala?” Mirando compasivamente a los dolientes, dijo: “No amputéis
nunca un miembro hasta que se haya hecho todo lo posible por salvarlo”.
Examinando los miembros que los médicos estaban preparando para
cortar, dijo: “Esto puede salvarse. El primer trabajo consiste en emplear
todos los medios posibles para sanar estos miembros. ¡Que terrible sería
amputar un miembro que puede salvarse con paciente cuidado! Vuestras
conclusiones han sido sacadas con demasiada premura. Poned a estos
pacientes en las mejores piezas del hospital, y dadles el mejor cuidado y
tratamiento. Emplead todos los medios que estén a vuestro alcance para
salvarlos de tener que seguir inválidos e inútiles por el resto de la vida.”
Los dolientes fueron llevados a una pieza cómoda, y asistentes
fieles los cuidaron bajo la dirección del que había hablado; y no hubo que
sacrificar un solo miembro.161[161]
En una carta escrita algunas semanas después, dirigida a “Mis hermanos que
están en puestos de responsabilidad”, la Sra. White señaló:
“Durante la noche que siguió a nuestra entrevista en mi casa, y afuera en el
césped, bajo los árboles, el 19 de octubre de 1902, acerca de la obra en el campo del sur,
el Señor me ha indicado que yo había asumido una actitud equivocada”162[162]
La profeta había errado, y el error fue lo suficientemente grave como para
justificar la intervención y la corrección inmediata del Espíritu Santo a fin de que no
haya daño permanente.
Otro ejemplo de cambio de posición de Elena de White viene a la mente en
relación con la difusión prematura de su Testimonio Nº 11. Los hermanos estaban
tratando de levantar fondos para establecer el Sanatorio de Battle Creek, y sabían que
Elena de White había tenido una visión sobre el asunto. Ellos pensaron. Lógicamente,
que si podían usar sus consejos para organizar sus argumentos a favor del sanatorio,
podrían levantar más rápidamente los fondos que tan desesperadamente necesitaban.
Así ejercieron presión sobre la Sra. White para sacar a luz el Testimonio Nº 11
antes de que ella esté preparada para entregarlo a la imprenta. Ella accedió de mala gana
ante la insistencia, pero más tarde se arrepintió de esto; y en el testimonio Nº 12, que
apareció poco después, admitió públicamente que “bajo estas circunstancias sometí mi
juicio al de otros y escribí lo que apareció en el Nº 11 sobre el Instituto de salud, no
estando en condiciones de presentar todo lo que había visto. En esto actué
equivocadamente”.163[163]
Explicándose con más detalle, ella dijo: “Lo que apareció en el Testimonio Nº
11... no debiera haber sido dado hasta que estuviera en condiciones de escribir todo lo
que había visto en cuanto a esto”.
Comparando el Nº 11 con el Nº 12 se aprecia que hay un pequeño (pero quizás
significativo) cambio en su posición teológica con respecto a la relación entre la reforma
de salud y el mensaje del tercer ángel.
En el Nº 11 escribió: “Me fue mostrado que la reforma pro salud es una parte del
mensaje del tercer ángel, y está tan estrechamente relacionada con él como el brazo y la
mano lo están con el cuerpo humano”164[164] En el Nº 12 escribió: “La reforma pro salud
está estrechamente relacionada con la obra del tercer ángel; y sin embargo no es el
mensaje”.165[165]
Con respecto a esta presión indebida ejercida por parte de los líderes de la iglesia,
Elena de White prometió que nunca más sería forzada a adoptar la posición insostenible
de escribir sobre algún asunto antes que se sintiera lista para hacerlo:
Se me debe permitir conocer mi propio deber mejor de lo que
otros puedan conocerlo por mí, en especial con respecto a asuntos que
dios me ha revelado. Algunos me culparán por hablar como lo hago
ahora. Otros me echarán la culpa por no hablar antes... Si tardara más en
hablar de lo que veo y siento sería sumamente culpada por los que piensan
que debiera haber hablado antes y por los que pueden también pensar que
no debiera dar ninguna amonestación. Por el bien de los que encabezan la
obra, por el bien de la causa y de los hermanos, y para evitarme grandes
aflicciones, he hablado con libertad.166[166]
Conclusión
¿Qué dicen los Adventistas del séptimo día acerca de la infalibilidad e inerrancia
de los profetas? “El fin de todo discurso oído es este”:
Los escritores bíblicos no eran hombres infalibles en sí mismo. Sin embargo, el
Espíritu Santo que los inspiró era infalible. Sus revelaciones (“este tesoro”) procedían
directamente de un Dios infalible. Estos hombres inspirados comunicaron el mensaje
como hombres falibles, utilizando el imperfecto lenguaje humano (“vasos de barro”)
como el instrumento para esa comunicación.
Mientras Elena de White aún vivía, se planteó la siguiente pregunta respecto a
ella: “¿Consideran los adventistas del séptimo día a la hermana White como infalible?”
La pregunta fue respondida en las páginas de la Review and Herald en 1863 por
W. H. Littlejohn en una declaración breve y directa:
No. Tampoco creen que pedro o Pablo fueron infalibles. Ellos
creen que el Espíritu Santo que inspiró a Pedro y a Pablo era infalible.
También creen que la Sra. White de tiempo en tiempo recibía revelaciones
del Espíritu de Dios, y que las revelaciones que se le dieron mediante el
Espíritu de Dios son tan confiables como las revelaciones dadas por el
mismo Espíritu a otras personas.167[167]
La organización religiosa Adventista del Séptimo Día aún hoy sostiene que Elena
de White era confiable, digna de crédito, y autoritativa como un profeta del Señor.
La iglesia mantiene que ella fue inspirada del mismo modo y en el mismo grado
que los profetas de la Biblia, ni los consideramos como un agregado al canon sagrado de
la Escritura.
En el capítulo III se expondrá más plenamente esta posición al presentar “la
relación correcta entre los escritos de Elena de White y las Escrituras”.
Nosotros también, como Pedro, podemos declarar con valor y confianza:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cuál hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero
de la mañana salga en vuestros corazones.” (2 Pedro 1:19)
La relación entre los escritos de Elena G.
de White y la Biblia
Quizás no haya entre las creencias adventistas del séptimo día un tema más mal
interpretado que el de la correcta relación entre los escritos de Elena G. de White y los
de las Escrituras. Esto es una realidad dentro de la iglesia, como también fuera del
adventismo.
Si se compran los escritos no adventistas como Walter R. Martín, 168[168] Norman
F. Doughty,169[169] y otros que han escritos en forma crítica acerca de las creencias
doctrinales de los adventistas, con algunas declaraciones frecuentemente citadas por los
propios escritores del adventismo que parecen presentar posiciones divergentes (si no
contradictorias), ¡uno se pregunta si no somos nosotros mismos, los de la iglesia, los
responsables de causar en parte la confusión que existe afuera!
Tomemos, por ejemplo, la definición de dos palabras que hemos empleados a
menudo en este libro: inspiración y revelación. El crítico Walter Rea, siguiendo a
Webster, considera que la inspiración es “la influencia divina ejercida directa o
indirectamente sobre la mente o alma de los hombres”. A esto Rea lo clasifica de
“subjetivo”. La revelación es considerada como “la manifestación de Dios mismo y de
su voluntad a sus criaturas”; a esto Rea lo clasifica de “objetivo”.170[170]
Luego, aparte de definir objetivo y subjetivo, Rea afirma que esta revelación
objetiva tiene autoridad, en tanto que la inspiración subjetiva no. La revelación
objetiva, a los ojos de Rea, tiene que ver con la realidad y los patrones variables de
conducta, mientras que la revelación subjetiva se considera como asociada a los valores
y opiniones personales.
Entonces Rea saca la conclusión de que las declaraciones de Elena de White
comunican mayormente una inspiración subjetiva. Esto significa que consiste
principalmente en valoraciones u opiniones personales (ya sea de ella, de las personas
que influyeron en ella, o de autores de quienes ella copió). Sus escritos, como tales,
virtualmente no tienen autoridad de Dios a menos que puedan ser probados por otras
fuentes, preferentemente las Escrituras.171[171]
John J. Robertson, en su libro The White Truth [La verdad White],172[172] disiente
de esta dicotomía subjetiva-objetiva. Para él, “la revelación representa la actividad de
Dios como remitente de un mensaje a su profeta escogido. La inspiración representa la
acción de Dios sobre o dentro del profeta, quien llega a ser entonces el transmisor de esa
revelación de su pueblo”.173[173]
Quien escribe también discrepa de la dicotomía objetiva-subjetiva expuesta por
Walter Rea, pero preferiría definir los términos (como se hizo en el capítulo1) de un
modo un tanto diferente al de Robertson. Tomando en parte prestado de Raúl Dederen,
hemos sugeridos que la inspiración puede concebirse como un proceso por medio del
cual Dios capacita al profeta para recibir y comunicar su mensaje, en tanto que la
revelación se considera como el contenido del mensaje así comunicado.174[174]
Si una persona ajena al adventismo lee estas tres clases de definiciones, quizás
podría ser perdonada por preguntarse si la iglesia mantiene realmente unido su quehacer
teológico. Prácticamente lo mismo ha sucedido con nuestras declaraciones sobre la
relación de los escritos de Elena de White, como también abuso y mal uso de los
mismos. Algunos miembros los han transformado verdaderamente en una segunda
Biblia (y a menudo han hecho de la Sra. White lo más importante de los dos). Algunos
pastores y profesores han citado a la Sra. White diez veces (o más) por cada vez que
citaban la Escritura. Otros inclusive, han predicado sermones “tren de carga” (la
locomotora es la introducción del sermón, seguida por una caravana de vagones-citas
del espíritu de profecía; y cerrando la marcha está el furgón cola, la conclusión del
sermón). La frustración e irritación que experimenta un conductor que se ve demorado
por un tren largo y lento, es casi idéntica a los sentimientos de exasperación e ira por
parte de una persona que se ve forzada ha escuchar este tipo de monstruosidad
homilética.
Los escritos de Elena de White han sido mal empleados por parte de padres,
profesores y predicadores que han utilizado declaraciones en forma de garrote teológico
con el cual apalear a un ofensor hasta su sumisión.
No obstante, este mal uso, ya sea por parte de los partidarios de la idea de la
“segunda Biblia” (o también la idea del “agregado a la Biblia”), o por otras malas
aplicaciones, no es la posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, aun cuando
estas posiciones sean adoptadas por algunos de sus miembros bien intencionados (pero
mal informados). Y como John Quincy Adams solía decir, “Los argumentos derivados
del abuso de cualquier cosa, no son admisibles para su uso”.175[175] En otras palabras,
“¡No hay que arrojar al niño con el agua de la bañera!”
¿Cuál es, entonces, la posición de la iglesia con respecto a la relación verdadera
entre los escritos de la Sra. White y la Sagradas Escrituras? Tal como lo entiendo,
sostenemos que Elena de White fue inspirada de la misma manera y en el mismo grado
de los profetas de la Biblia; pero –y esto será paradójico para algunos—no hacemos de
sus escritos una segunda Biblia, ni un agregado al canon sagrado de la Palabra de Dios.
Permítanme explicarlo.
La obra de Dios mediante los profetas
Los adventistas del séptimo día en general creen que el canon sagrado de la
Escritura quedó cerrado con la incorporación de Apocalipsis de Juan. Y el Canon, por
lo tanto, está completo y es suficiente en si mismo. En otras palabras, es posible que
una persona encuentre a Jesucristo y obtenga la salvación y la vida eterna sin haber oído
jamás de Elena de White, ni haber oído una sola palabra de sus escritos.
Además, los adventistas tradicionalmente han afirmado desde sus primeros días
que las Escrituras son la fuente de nuestras creencias doctrinales, la autoridad de las
mismas, y la prueba de todas las creencias (y también de toda experiencia religiosa).
Pero aun después de haber dicho esto, en las Escrituras también es claro y
evidente que Dios utilizó de igual modo un número de mensajeros proféticos, muchos
de los cuales fueron contemporáneos de escritores de la Biblia, pero cuyas declaraciones
no forman parte del canon mismo. Algunos de ellos realizaron su obra en los tiempos
del Antiguo Testamento. Parece evidente que sus ministerios proféticos involucraban la
misma clase de obra que la de los escritores bíblicos. Y esta lista de profetas no
canónicos incluía tanto a mujeres como hombres, de los cuales se mencionan cinco en
ambos testamentos.176[176]
El primer profeta que se menciona en la Escritura fue Enoc, “séptimo desde
Adán” (Judas 14); de modo que el “don espiritual” de profecía estuvo entre los primeros
denominados “dones del Espíritu Santo” dados a la familia humana. Durante los
primeros 2.500 años de la historia humana, todas las declaraciones proféticas fueron
orales. Moisés marca un punto de transición, él fue el primer profeta literario. De allí
en más florecieron ambas variedades de profetas.
Profetas literarios pero no canónicos
No todos los profetas literarios, sin embargo, se encontraron siendo autores de
las obras que posteriormente serían incorporados en los cánones del Antiguo o del
Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento se mencionan por nombre por lo menos
ocho profetas literarios pero no canónicos. Jaser fue el primero, en el siglo
decimoquinto a.C., quizás a sólo cuarenta después de la época de Moisés. Aunque el
libro de Jaser se menciona en Josué 10:13 y 2 Samuel 1:18, no fue incluido en el
Antiguo Testamento,
Cuatro siglos más tarde, “el profeta Natán” y “Gad vidente” escribieron
libros177[177] durante el reinado de David, pero mientras que los Salmos de éste último
fueron incorporados en el Antiguo Testamento, los libros de los primeros no. Casi dos
décadas más tarde Ahías silonita fue el autor de escritos inspirados proféticamente, 178[178]
y otros veinte años después aparecieron el profetas Semaías 179[179] e Iddo el vidente180[180]
como profetas literarios pero no canónicos. Luego, pasados unos veinte años, Jehú
escribió un libro profético inspirado;181[181] y el último de los profetas literarios pero no
canónicos (al menos de los registrados en la Biblia) fue Elías, 182[182] en la primera parte
del siglo noveno A. C.
Inmediatamente viene a la mente la pregunta: Si estos hombres fueron
verdaderamente inspirados, ¿por qué no fueron incluidos sus escritos en el Antiguo
Testamento? Algunos han sugerido una solución rápida: Sus escritos, aunque
inspirados, no fueron tan inspirados como los de los autores bíblicos. Esta idea de
grados de inspiración tiene una larga historia en el adventismo, y en nuestro propio
tiempo ha aflorado una variante del tema.183[183]
Una hipótesis de validez similar (si no superior) es que los mensajes de estos
escritores proféticos literarios pero no canónicos tenían una naturaleza local: se
escribieron para enfrentar una situación inmediata de sus propios días. El Espíritu
Santo, en sabiduría infinitamente superior, creyó que no era necesario preservar
aquellos mensajes para períodos posteriores de la historia.
¿Grados de inspiración?
Ahora ofrecemos tres argumentos contra el concepto de los grados de
inspiración (o grados de revelación):
1. De la observancia empírica. El registro bíblico no hace distinción entre los
profetas canónicos y los no canónicos, en lo referente a las fuentes de sus mensajes, o la
“cadena de comando” empleada para comunicar los mensajes de la Divinidad al profeta.
No hay diferencia en cuanto al método de comunicación, ni en cuanto a los fenómenos
físicos asociados con un profeta en visión, ni en cuanto a los tipos de mensajes
comunicados (ánimo, consejo, amonestación, represión, corrección), ni diferencia en los
tipos de “imperfecciones” de los “vasos de barro”, ni diferencia en las respuestas a los
mensajes dados: algunos oyentes hacían caso y eran bendecidos, y otros eran
indiferentes y pagaban las consecuencias. Es verdad que esto es argumentar a partir del
silencio, pero ¿no es razonable sostener que debe descansar de lleno el peso de la prueba
sobre quién procura establecer diferentes grados de inspiración?
2. De la lógica. El planteamiento de la cuestión de los grados de inspiración (o
de revelación) inmediatamente crea la necesidad de determinar quién hará la
clasificación. Un árbitro tal no solamente debe ser elevado hasta el nivel del profeta,
sino que debe ser puesto sobre el nivel del profeta, ya que se sienta a juzgar y decreta
qué parte de los escritos del profeta es más inspirada que otra.
Este problema se complica más porque ningún hombre puede colocarse a sí
mismo en el nivel de un profeta, y mucho menos en una posición superior a la de un
profeta. Pablo claramente declara que el Espíritu Santo reparte los dones espirituales
“en particular” a cada hombre, “como él quiere” (1 Corintios 12:11; Hebreos 2:4). “Y
nadie toma para sí esta honra”; lo máximo que cualquier ser humano puede hacer por sí
mismo es procurar “los mejores dones” (1 corintios 12:31). Seguramente ningún simple
ser humano se colocaría por encima de los profetas para determinar una cuestión como
esta.
3. De la fe. Personalmente acepto a Elena de White como profeta inspirada del
Señor, y ella cierta vez declaró que no había cosa tal como grados de inspiración. Y
esto, si no hubiera ningún otro argumento, para mí sería suficiente para resolver la
cuestión.
Nada menos que una persona como el presidente de la Asociación General,
George I. Butler, cierta vez disertó sobre el tema de la inspiración y la revelación. En
sus diez artículos, que fueron publicados desde el 8 de enero hasta el 3 de junio de 1884
en la Review and Herald, Butler postuló la idea de que había “diferencias en los grados”
de la inspiración.184[184]
Elena de White permaneció en silencio por cinco años. ¿Estaba ella esperando
compasivamente que él descubra ese error garrafal y lo corrija ahorrándose él de este
modo (y ella también) el trastorno de una reprimenda pública?
No lo sabemos. Sin embargo, en 1889 ella respondió por escrito en forma muy
incisiva:
Tanto en el tabernáculo [de Battle Creek] como en el colegio se ha
enseñado el tema de la inspiración, y hombres finitos se han sentido
llamados a decir que algunas cosas de las Escrituras fueron inspiradas y
otras no. Se me mostró que el Señor no inspiró los artículos sobre la
inspiración publicados en la Review ni aprobó su presentación ante
nuestros jóvenes del colegio. Cuando los hombres se atreven a criticar la
palabra de Dios, se aventuran en un terreno sagrado y santo, y sería mejor
que temieran y temblaran y ocultaran su sabiduría como necedad. Dios
no ha puesto a nadie para que pronuncie juicio sobre su Palabra, eligiendo
algunas cosas como inspiradas y desacreditando a otras como no
inspiradas. Los testimonios han sido tratados en la misma forma; pero
Dios no está en eso.185[185]
Grados de autoridad: una posición insostenible
Algunos partidarios de la idea de los grados de inspiración (o revelación),
recientemente han promovido la idea de que los profetas también tienen grados de
autoridad. Esta última posición es tan insostenible como la primera, mayormente por las
mismas razones. Empíricamente no hay evidencia de que un grupo de profetas haya
tenido más (o menos) autoridad que otro grupo. No obstante, si en verdad existiera
grado de autoridad, ¿cómo podrían determinarse? ¿y por quién?
La experiencia de rey David con dos profetas literarios pero no canónicos que
ministraron durante su reinado, pareciera proporcionar evidencia contra los grados de
inspiración o autoridad.
1. Natán. En el capítulo 2 presentamos el problema de la entusiasta aprobación
de Natán al plan de David de construir el templo, sin consultar primeramente con Dios
para ver si en plan tenía aprobación divina. No la tuvo, y aquella noche Dios le habló a
Natán diciéndole que regrese a ver al rey, y que rectifique su mensaje anterior (2 Samuel
12: 1-14).
Natán le advierte, sin embargo, que había consecuencias inexorables por los
hechos de David. Estas consecuencias ocurrirías aun a pesar del perdón amplio y
misericordioso de Dios (versículos 15-23). Más tarde, después de arrepentirse
genuinamente y manifestar su contrición, David escribió el Salmo 51, en el que suplica a
Dios: “Borra mis rebeliones,... límpiame de mi pecado,... crea en mi, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches delante de ti, y no me
quites de mi tu Santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y... Entonces enseñaré
a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti” (versículos 1,2,10-
13). Y Dios le concedió este sincero deseo.
Natán y David, ambos fueron profetas. Unos cien años más tarde, cuando se
prepararía el canon del Antiguo Testamento (probablemente bajo la supervisión de
Esdras), el Libro de Natán no estaría incluido, en cambio los Salmos de David sí. Así
David llegaría a ser un profeta canónico, y Natán un profeta no canónico. Sabemos
sobre este encuentro, no porque esté en el Libro de Natán, sino porque el autor de 2
Samuel 12 lo incluyó en el libro.186[186]
Si por ventura David hubiera recibido una visión del futuro en la que se le
informara sobre su prestigio posterior y el de Natán, y si David hubiera promovido la
teoría imaginaria de los grados de inspiración, lógicamente podría haber sucedido el
siguiente cambio:
Al ser amonestado por Natán, David podría haber levantado la mano en señal de
advertencia, y haberle dicho: “Espera un minuto, Natán. Debes mostrar más respeto y
consideración hacia mí. Sí, tú eres un profeta, pero de aquí a uno siglos serás un profeta
no canónico olvidado. Yo seré un profeta canónico, y los cristianos de aquí a tres
milenios estarán cantando mis salmos en sus iglesias. Mi salmo quincuagésimo primero
de arrepentimiento animará los corazones de millones en el transcurso de las épocas.
¡pero de aquí a tres mil años nadie conocerá una sola palabra de todo lo que escribiste en
el Libro de Natán!”
David también podría haber reprendido un poco a Natán en un esfuerzo por
defenderse, añadiendo, “Sé cuidadoso ahora, Natán. Recuerda, no lo hiciste del todo
bien hace algún tiempo atrás cuando pronunciaste tu aprobación profética de mi plan de
construir el templo. ¿Estás seguro de estar en lo cierto ahora?”
¿Qué decir acerca de los grado de autoridad? Bien, la historia simplemente
comienza, “Jehová envió a Natán a David” (el énfasis no aparece en el original). ¿Tenía
Natán autoridad? ¿Autoridad de quién? ¿Cuánta autoridad? Las simples palabras citadas
en 2 Samuel 12:1 responden a esta pregunta de un modo muy enérgico.
2. Gad. La experiencia de Gad, el otro profeta literario pero no canónico que
ministró a David, resulta de utilidad en este punto.
En 1 Crónicas 21 leemos que Satanás tentó a David a pecar censando a Israel,
Joab, el general del rey, protestó en vano. Israel fue censado (versículos 1-6), y “esto
desagradó a Dios, e hirió a Israel” (versículo 7).
Precisamente en el siguiente versículo, David aborda en forma directa la
conversación con Dios. El confiesa su necedad y culpa, y pide perdón. Pero en el
versículo 9 Dios no se dirige a él en forma directa como ciertamente podría haberlo
hecho, pues los profetas tienen un “conducto” especial y directo con el todopoderoso.
No, “habló Jehová a Gad, vidente de David”. Ya que David sería un profeta
canónico, ¿Por qué Dios no se comunicó directamente con él? ¿Por qué, en cambio,
escogió un profeta no canónico?
Note, además, que Dios dijo a Gad: “Ve y habla a David y dile: Así ha dicho
Jehová...” (versículo 10). Esta frase ciertamente indica la autoridad del mensaje de Gad.
¿Necesitó Gad alguna autoridad mayor que un “así ha dicho Jehová”? ¿Hay alguna
autoridad mayor que un “así ha dicho Jehová”?
¿Qué le dijo Dios a Gad que hiciera? Se le indicó que diga a David que Dios
ahora le estaba ofreciendo al rey su elección entre tres testigos: tres años de hambre, tres
meses de destrucción de parte de sus enemigos, o tres días de pestilencia en la tierra
(versículo 12).
Dios también le indicó a Gad que diga a David: “Mira, pues, qué responderé al
que me ha enviado” (versículo 12). David tenía el singular “conducto” profético; pero
no había de usar en este caso, sino que había de comunicarse mediante Gad en respuesta
a Dios.
Una vez más, no hay evidencia de que David haya pretendido una inspiración
superior a la de Gad. En cambio, “David subió, conforme a la palabra que Gad le había
dicho en nombre de Jehová” (versículo 19).
Es absurdo hablar de grados de inspiración. Es más, un profeta es inspirado o no
lo es. Hace poco asistí a un encuentro en que había gran cantidad de mujeres que
estaban esperando tener hijos en algún momento del cercano futuro. Algunas ya estaban
bien avanzadas en el embarazo; otras estaban en su período inicial. Cuando una mujer
está en el primer trimestre de embarazo, a veces decimos [en los Estados Unidos] que
está “un poco embarazada”. Pero esta expresión no solamente es inexacta, es incorrecta.
Ud. nunca ha visto una mujer que estaba “un poco embarazada”. Una de dos, ¡o está
embarazada, o no lo está!
De modo similar, Ud. nunca ha visto un profeta que estaba “un poco” inspirado.
Es absurdo igualmente hablar de grados de autoridad. El 2 de febrero de 1980,
un respetado erudito adventista llamado Don F. Neufeld187[187] predicó un sermón en la
Iglesia Adventista del Séptimo Día de Takoma Park, Maryland, titulado: “Cuando Jesús
habla”. Para este sermón, el último de todos los que predicó, 188[188] el Dr. Neufeld tomó
por texto Apocalipsis 19:10: “Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”.
En su mensaje disertó acerca de las varias posibles interpretaciones de aquellas frases
familiares para los adventistas, “el testimonio de Jesús” y “el Espíritu de profecía”. Y en
su conclusión resaltó un punto muy convincente:
Mediante su testimonio a los profetas del Nuevo Testamento,
Jesús predijo que la actividad profética, como uno de los muchos dones
espirituales, continuaría en la iglesia. En otras palabras, el testimonio de
Jesús a su pueblo no había de cesar una vez que los libros que conforman
nuestro canon actual de la Escritura fueran escritos. La actividad
profética continuaría más allá del canon.
Esto nos conduce a una importante pregunta. Si en toda actividad
profética es Jesús quien habla, sea en los tiempos del Antiguo
Testamento, o en tiempos posteriores al Nuevo Testamento, ¿podemos
hacer una distinción lógica y decir que lo que Jesús dijo en una época es
más o menos autoritativo que lo que dijo en alguna otra época, al menos
con relación a las generaciones involucradas?
Por ejemplo, ¿podría algo de lo que dijo Jesús en el primer siglo d.
de J.C. ser más autoritativo que lo que dijo en el siglo decimonoveno d. de
J.C.? La respuesta, creo, es obvia. No tiene ningún sentido abogar por
los grados de inspiración, como si lo que dijo Jesús para una generación
fuera más inspirados que lo que dijo para otra.189[189]
Los adventista del séptimo día en general sostienen que Elena de White está más
bien comprendida en el rol de los profetas literarios pero no canónicos de la Biblia.
Como tal, sus escritos fueron inspirados por el Espíritu Santo de la misma manera y en el
mismo grado que los escritos que fueron incorporados en la Biblia; sin embargo, no
hacemos de ellos una segunda Biblia, ni los consideramos como un agregado al canon
sagrado de la Escritura. Consideremos ahora cómo vio Elena de White a sus escritos en
relación con la Biblia.
La analogía de la “luz mayor” y la “luz menor”
En una “carta abierta” a sus hermanos de iglesia, escrita el 6 de diciembre de
1902, y publicada en la Adventist Review and Sabbath Herald [La Revista Adventista, en
inglés] del 20 de enero de 1903, la Sra. White se estaba anticipando al año nuevo y
especialmente por la obra del colportaje, que estaba languideciendo en ese entonces.
“He sido enseñada que la obra del colportaje [venta de literatura adventista del séptimo
día puerta por puerta] ha de revivir, y que ha de llevarse adelante con éxito
creciente.”190[190]
Ella expresa aprecio por los esfuerzos unidos de los laicos y los evangelistas de la
literatura al promover el libro Lecciones prácticas del gran Maestro, del cual dedicó los
derechos de autor a levantar la deuda del Colegio de Battle Creek, e insta a dar mayor
atención a la circulación de otras de sus obras. Destacando la importancia de este
esfuerzo misionero, ella añade:
Estos libros no se originaron con la hermana White. Contienen la
instrucción que durante su vida Dios le ha dado. En ellos se haya la luz
preciosa y consoladora que Dios graciosamente ha dado a su sierva para
darse al mundo. De sus páginas ha de brillar esta luz para alumbrar los
corazones de hombres y mujeres, guiándolos al salvador. El Señor ha
declarado que estos libros han de distribuirse por todo el mundo.191[191]
Luego, ampliando la idea de que “luz ha de brillar” desde sus escritos, y para
demostrar la relación entre aquellos libros y los escritos de las Escrituras, ella utilizó una
metáfora frecuentemente citada:
El Señor ha enviado a su pueblo mucha instrucción, línea tras
línea, precepto sobre precepto, un poquito por allá. Hacen poco caso de la
Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres a una
“luz mayor”.192[192]
La Sra. White aquí hace una referencia incidental a Génesis 1:16 “E hizo Dios las
dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para que enseñorease en el día, y la lumbrera
menor para que enseñorease en la noche”. Ella está diciendo por analogía que la Biblia
es la “luz mayor”, y sus escritos son la “luz menor”.
Antes de examinar esta analogía en detalle para determinar qué estaba intentando
enseñar mediante ella la Sra. White (e igualmente importante, qué no estaba tratando de
comunicar), examinemos primero la cuestión de cómo la Sra. White concebía a esta “luz
mayor” de la Sagrada Escritura.
Sintetizando una lista útil proporcionada por Denton E. Rebok193[193] y algunas
observaciones de tres párrafos de introducción a El conflicto de los siglos,194[194]
advertimos la posición de la Sra. White sobre la Escritura, y luego cómo vio ella sus
escritos comparados con la Biblia:
a. a. La naturaleza de la Biblia:
1. 1. Toda la Biblia es la palabra inspirada de Dios.
(a) (a) La “verdad de Dios se encuentra en su palabra”. Nadie
necesita “buscar en otra parte la verdad presente”.
b. El propósito de la Biblia:
1. 1. La Biblia establece el patrón para la vida cristiana.
2. 2. Ella contiene “consuelo, orientación, consejo, y el plan de salvación
tan claro como un rayo de sol”.
3. 3. Está sujeta a las necesidades de todos: ricos y pobres, doctos y
iletrados, “de todas las edades y clases”.
4. 4. Ella contiene todo el conocimiento que es “necesario para la
salvación”. Por lo tanto, los hombres debieran “aferrarse” a sus Biblias,
creerles y obedecerles; y entonces “nadie” de ellos se perderá.
c. La primacía de la Biblia
1. 1. Ella debe ser aceptada “como una revelación autoritativa e infalible”
de la voluntad de Dios.
2. 2. Como tal, ella es “norma de carácter, reveladora de doctrinas, y
pruebas de experiencias”.
d. El rol de dones espirituales (de profecías):
1. 1. La existencia de la Biblia “no ha hecho innecesaria la presencia y la
conducción permanente del Espíritu Santo”:
2. 2. Jesús, en cambio, prometió a sus discípulos el don del Espíritu Santo
para “abrir la palabra de sus siervos” e “iluminar y aplicar sus
enseñanzas”.
3. 3. Puesto que fehacientemente es un atributo de la Deidad, y puesto que
fue el Espíritu Santo quien originalmente inspiró la Biblia, es imposible
que la enseñanza del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu sea
contraria a lo que dice la Biblia.
4. 4. El Espíritu Santo no es, y nunca será dado para suplantar a la Biblia
porque “la palabra de Dios es la norma por la cual debe probarse toda
enseñanza y experiencia”.
5. 5. Los testimonios fueron dados sólo porque el hombre ha descuidado
su Biblia; y han sido dados para hacerlos retornar a la Biblia.
(a) (a) No fueron dados como un agregado a la palabra de Dios.
(b) (b) No debe ocupar el lugar de la palabra de Dios.
Metáforas para interpretar la analogía
Hay quizás cuatro metáforas que pueden emplearse para ayudarnos a entender lo
que la Sra. White procuró enseñar con su analogía de “la luz mayor” y “la luz menor” (y
así evitar que la interpretemos mal):
1. La época y las relaciones geográficas: La Biblia es el mensaje universal de
Dios para todos los hombres y para toda época. Sus sesenta y seis libros fueron escritos
fueron escritos por aproximadamente cuarenta profetas literarios canónicos en un
período de alrededor de 1.500 años, y ésta ha representado la voluntad de Dios para toda
la humanidad por dos y tres milenios. Por otra parte, los profetas literarios pero no
canónicos (se mencionan ocho de ellos en el Antiguo Testamento, y los adventistas
colocan hoy a Elena de White dentro de esta categoría) escribieron principalmente para
su propia época y su gente. De este modo los profetas canónicos pueden ser
considerados de estrecha distinción como la “luz mayor”, y los profetas no canónicos
como la “luz menor”.
2. La relación entre el examinador y el examinado:195[195] Cada nación en el
mundo , desde el antiguo Egipto con su codo faraónico hasta las naciones modernas con
su metro y kilogramo, han mantenido medidas nacionales de longitud y de masa en las
cuales la precisión y la exactitud son de la mayor importancia. Si ellas, ninguna nación
podría funcionar. El comercio y la industria, los oficios de la construcción y la
producción masiva serían una imposibilidad.
Quien visite el museo que está junto a la biblioteca de la Agencia Nacional de
Pesos y Medidas de los Estados Unidos en Gaithersburg, Maryland, verá en exhibición el
Metro Nacional Prototipo original número 27 que fue la referencia nacional de medidas
longitudinales de los EE.UU. desde 1863 hasta 1960 (cuando posteriormente el metro
fue definido en términos de la luz emitida por los átomos del gas criptón-86 excitados
eléctricamente).
Después que se firmó el Tratado del Metro de Sevres, Francia, en 1875, la
Agencia Internacional de Pesos y Medidas hizo treinta y un prototipos de metros y
kilogramos de platino (90 por ciento) e iridio (10 por ciento), un material en especial
famoso, no solamente por su durabilidad excepcional, sino por su bajo coeficiente de
dilatación y contracción. Las potencias firmantes echaron suertes (por esa razón los
EE.UU. obtuvieron los Metros Nº 21 y 17 y los kilogramos Nº 4 y 20), y esas nuevas
medidas fueron enviadas a las capitales nacionales de las naciones participantes. Allí
fueron preservados en un medio ambiente en el cual se controlaron rigurosamente la
humedad y la temperatura. (La operación que trabajaba con el kilogramo nacional de
Gaithersburg, por ejemplo, no tiene permitido tocar la pesa de metal, ¡la humedad de sus
manos podría afectar su peso su peso! También debe llevar puesto un delantal revestido
de aluminio para separar el calor del cuerpo de la materia.
La Agencia Nacional de Pesos y Medidas, aparte de las medidas de referencias
nacionales, ha estado “fabricando medidas” de exactamente la misma longitud y peso, y
hecha de los mismo materiales. Si Ud. sospecha que su metro de medición o regla tiene
una longitud incorrecta, podría llevarlos a Gaithersburg y compararlos con una de las
medidas operantes.
A propósito, las medidas operantes no se distinguen de la medida de referencia
nacional. La única diferencia entre ellas es que una fue escogida arbitrariamente por
suerte para su elevada posición como la medida de la nación.196[196]
Ahora la aplicación: la medida nacional podría ser considerada como la “luz
mayor”; la medida operante pondría ser considerada como la “luz menor”. O haciendo
una analogía igualmente válida, la medida operante podría ser considerada como la “luz
mayor”; y el metro que Ud. trae para someter a prueba sería de este modo la “luz
menor”.
El metro nacional de medición nunca es probado por nuestro metro de ferretería;
igualmente las Escrituras nunca son probadas por los del Escritos de Profecía de Elena
G. de White. No obstante, siempre y cuando nuestros elementos de medición de
ferretería sean probados por la autoridad y encontrados totalmente exactos y confiables,
no vacilemos en emplearlos como una norma autoritativa, pero siempre en relación y con
referencia a la última aceptada (la luz mayor).
Las dos resurrecciones “especiales”
Una ilustración de cómo estos escritos no solamente nos dan detalles adicionales
sino también sugieren nuevas relaciones entre ciertos pasajes específicos de la Escritura
se ve en el trato que da Elena de White a su presentación de las dos resurrecciones
especiales de las que se habla en la Biblia.
1. La resurrección especial en la Pascua. En la Biblia se menciona dos veces,
una en el evangelio de San Mateo y otra en la Epístola de San Pablo a los Efesios, un
asunto intrigante con curiosamente poco detalles: la resurrección especial que tuvo lugar
en la mañana del domingo de la Pascua y sus asombrosas consecuencias cuarenta días
más tarde en la ascensión.
Estos son los hechos como se encuentran en las Escritura: en Mateo 27:51-53 se
nos dice (a) ocurrió un terremoto en el momento de la muerte de Cristo; (b) éste abrió
cierto número de tumbas; (c) después que Cristo resucitó el domingo por la mañana
“muchos” fueron resucitados; (d) estas personas fueron identificadas como “santos” (en
la Biblia un santo no es alguien súper justo, una persona santa que obra milagros, sino
más bien un cristiano común, uno de los muchos del jardín, un pecador salvo por gracia);
(e) los que fueron resucitados de los muertos luego entraron a Jerusalén (“la santa
ciudad”); (f) ellos aparecieron a “muchos” de los habitantes de ese lugar; y en Efesios
4:8 se nos dice además 1ue (g) ellos ascendieron con Cristo al cielo cuarenta días
después que fueron resucitados los muertos.
Sin embargo, Elena de White descorre el velo y proporciona aproximadamente
una docena de hechos adicionales de identificación e información:
Durante sus vidas ellos fueron “colaboradores de Dios”.208[208]
Ellos fueron mártires; “a costa de sus vidas” 209[209] “habían testificado
resueltamente de la verdad”.210[210]
Representaban a “todas las épocas” de la historia “desde la creación
hasta los días de Cristo”.211[211] (Abel fue el primer mártir, y Juan el Bautista el
último mártir registrado antes del calvario).
Diferían en estatura y aspecto, “pues unos eran de más noble continente
que otros... Los que habían vivido en los días de Noé y Abrahán parecerían
ángeles por su gallardía y aspecto”.212[212] [Adán tenía más del doble de la
altura de los hombres actuales, Eva era un poco más baja (su cabeza
sobrepasaba un poco los hombros de él].213[213]
Ellos fueron resucitados para vida eterna; 214[214] pero las tres personas
resucitadas durante el ministerio de Cristo previo al Calvario no fueron
resucitadas para vida eterna, y posteriormente murieron de nuevo.215[215]
Fue cristo quien los llevó a la vida.216[216]
La obra de ellos fue testificar de la resurrección de Cristo. Eran testigos
que los sacerdotes no podían silenciar. 217[217] El testimonio de ellos contradijo
el perjurio de los soldados romanos sobornados.218[218]
El mensaje de ellos era: ya está completo el sacrificio por el hombre.
Jesús, aquél a quien crucificaron los judíos, ahora se levantó de los
muertos.219[219] ¿Cuál es la prueba? “Nosotros hemos resucitado con El”.220[220]
Ellos eran el cumplimiento viviente de la profecía de Isaías 26:19221[221]
Jesús lo presentó en persona a su Padre en los cielos como las primicias
de todos los justos muertos que algún día serán devueltos a la vida.222[222]
En verdad que en los escritos de Elena de White no tenemos “nuevos asuntos,
nueva revelación, ni nueva doctrina”; ¡pero tenemos una gran cantidad de información!
2. La resurrección especial justo antes de la segunda venida de Cristo: En la
Escritura cuatro pasajes hablan directamente o por inferencia de una resurrección
especial precisamente antes de la segunda venida de Cristo.223[223] Elena White interpreta
esto así: habrá tres clases de personas, (a) todos aquellos que han muerto en la fe bajo el
mensaje del tercer ángel, guardando el sábado; (b) los que crucificaron a Jesús y que no
encontraron la salvación antes de morir hace diecinueve siglos atrás; y (c) los adversarios
más crueles de la verdad de Cristo y de su pueblo.224[224] De la Escritura se infieren
razonablemente las dos primeras clases; la tercera nos llega como dato adicional extra
bíblico del don profético en nuestro idioma.
Elena de White y el desarrollo de la doctrina adventista
del séptimo día
Muchos de los que hoy están en la Iglesia adventista del séptimo Día expresan su
preocupación (sino duda) acerca de la autoridad de Elena de White en la iglesia,
generalmente centran su interés en el tema de la autoridad doctrinal. Siendo éste el caso,
resulta es especial provechoso para nosotros que examinemos sucesivamente cómo
nosotros como pueblo llegamos a nuestras doctrinas, qué papel jugó Elena de White en
el desarrollo de estas doctrinas, y cómo apreció Elena de White misma la naturaleza de
su contribución a ese proceso.
Los congresos sabáticos
La mayoría de los historiadores adventistas del séptimo día probablemente
estarán de acuerdo con que la estructura doctrinal denominacional fue en gran medida
forjada durante una serie de largas reuniones de fin de semana que hoy nosotros
denominamos congresos bíblicos, pero que en sus inicios fueron conocidos como
congresos sabáticos.
Sin embargo, los historiadores parecen estar menos de acuerdo a la fecha que se
celebraron estas reuniones. Leroy Edwin Froom, el autor de la monumental y exhaustiva
obra en cuatro tomos The Prophetic Faith of Our Fathers [La fe profética de nuestros
padres], en un capítulo titulado “Los congresos sabáticos consolidan un movimiento
naciente”,225[225] parecen satisfecho de ubicar simplemente en 1848 los seis congresos
llevados a cabo:
1. Rocky Hill, Connecticut, 20-24 de abril, en la casa de Albert Belden. La
concurrencia: aproximadamente cincuenta personas. Los oradores: H. S. Gurney, José
Bates (el sábado y la ley), y Jaime White (el significado esclarecedor del mensaje del
tercer ángel, su alcance y descripciones).
2. Volney, Nueva York, el 18 de agosto, en el galpón de David Arnold. La
concurrencia: aproximadamente treinta y cinco personas. Los oradores: José Bates (el
sábado), y Jaime White (la parábola de Mateo 25:1-13).
3. Port Gibson, Nueva York, 27 y 28 de agosto, en el granero de Irma Edson.
No hay detalles específicos disponibles.
4. Rocky Hill, Connecticut, 8 y 9 de septiembre, en la casa de Albert Belden.
No hay detalles específicos disponibles.
5. Topshan, Maine, 20-22 de octubre, en la casa de Stockbridge Howland.
El tema giró en torno a la posibilidad de publicar un folleto, pero ya que los participantes
no disponían de fondos, no se llevó a cabo ninguna acción concreta.
6. Dorchester, Massachussets, 18 de noviembre, en la casa de Otis Nichols.
Una vez más se habló en cuanto a la publicación de un periódico, y Elena de White
recibió consejo afirmativo de parte del Señor con respecto a este ministerio de la
literatura.
Sin embargo, los editores de la SDA Enciclopedia [Enciclopedia adventista del
séptimo día] ven que la formación doctrinal involucró un período de tres años, más bien
que el año 1848. Ellos señalan que en 1849 hubo otros seis congresos (Jaime y Elena de
White asistieron al menos a tres de ellos: París, Maine, en septiembre, y Oswego y
Centerport, Nueva York, noviembre) y en 1850 hubo un total de diez congresos
sabáticos, a ochos de los cuales asistieron los esposos White.226[226]
En cuanto al segundo de los congresos sabáticos (y primer encuentro general
llevado a cabo en la parte occidental del estado de Nueva York), describiendo las
posiciones de los aproximadamente treinta y cinco asistentes, Elena White escribió que
“apenas había dos de la misma opinión, porque algunos sustentaban grandes errores, y
cada cuál defendía tenazmente su criterio peculiar diciendo que estaba de acuerdo con la
Biblia”.227[227] Los problemas discutidos no giraban tanto en torno a si una creencia se
encontraba en la Escritura, sino más bien sobre qué quería decir la Escritura con la que
decía. No obstante, cuando terminó el fin de semana, invariablemente hubo unidad de
creencia. ¿Qué ocurrió para que haya esta unanimidad a partir de tal diversidad?
En primer lugar hubo un estudio fervoroso de la Biblia y oración. Escribiendo en
1904, más de medio siglo después de aquello, Elena de White aun tenía recursos vívidos
de los congresos. Ella escribió sobre éstos porque “muchos de nuestros hermanos no
comprenden cuán firmemente han sido establecido los fundamentos de nuestra fe”.
Identificó por nombre a algunos de los participantes más prominentes “que escudriñaron
en busca de la verdad como quien busca un tesoro escondido”. Con respecto a su propia
participación, añadió:
“Me reunía con ellos, y estudiábamos y orábamos fervientemente. Con
frecuencia permanecíamos juntos hasta tarde en la noche orando en procura de luz y
estudiando la Palabra. Vez tras vez, esos hermanos se reunían para estudiar la Biblia a
fin de que pudieran conocer su significado y estuviese preparados para enseñarla con
poder”.228[228]
Pero el estudio de la Biblia y la oración solos no eran suficiente para convencer a
los participantes. Estos duros granjeros y comerciantes se aferraban tenazmente a sus
teorías teológicas acariciadas, y difícilmente cedían a una pulgada de su opinión. La Sra.
White añadió con respecto a esto:
Esta extraña diferencia de opinión me causó mucha pesadumbre,
pues vi que se presentaban como verdades muchos errores. Me pareció
que con ello Dios quedaba deshonrado. Mi ánimo se apenó grandemente
y me desmayé bajo el pesar. Algunos que creyeron moribunda. Los
Hnos. Bates, Chamberlain, Gurney, Edson y mi esposo oraron por mi. El
Señor escuchó las oraciones de sus siervos y reviví.229[229]
Además del ferviente y amplio estudio de la Biblia y la oración, los congresos
sabáticos presenciaron la intervención directa del Espíritu Santo, pero esta intervención
no llegó hasta que los participantes habían ido tan lejos como podían. Consideremos a
continuación la obra del Espíritu Santo al operar a través de los recipientes humanos en
aquellos congresos donde se establecieron nuestras posiciones doctrinales.
El papel de las visiones en la formación doctrinal
La función de las visiones dadas en los congresos parece haber sido la de (a)
corregir a los hermanos si estaban si estaban tras la pista equivocada, o (b) confirmar y
corroborar si estaban tras la pista correcta, pero nunca (c) dar inicio a una formulación
doctrinal. Como declararía luego Arturo L. White en el punto Nº 12 (de 21) de
“Aspectos útiles de la interpretación y el uso de los escritos de Elena de White”:
Los consejos no han sido para reemplazar la fe, la iniciativa, el
trabajo esforzado, o el estudio de la Biblia. Dios no utilizó el espíritu de
profecía para hacernos dependientes o débiles. Los consejos, mas bien,
son para fortalecernos animándonos a estudiar la palabra de Dios, y
alentándolos a avanzar.230[230]
En cuanto a esta etapa de desarrollo doctrinal, Elena de White escribió:
Cuando llegaban al punto de su estudio donde decían: “No
podemos hacer nada más”, el Espíritu del Señor descendía sobre mí y era
arrebatada en visión y se me daba una clara explicación de los pasajes que
habíamos estado estudiando, con instrucciones en cuanto a la forma en
que debíamos trabajar y enseñar con eficacia. Así se daba la luz que nos
ayudaba a entender los textos acerca de Cristo, su misión y su sacerdocio.
Una secuencia de verdad que se extendía desde ese tiempo hasta cuando
entremos en la ciudad de Dios me fue aclarada, y yo comuniqué a otros
las instrucciones que el Señor me había dado.231[231]
En su autobiografía, hablando en particular del segundo congreso sabático, y de
la obra y el lugar de las visiones, Elena de White escribió:
Entonces me iluminó la luz del cielo y pronto perdí de vista las
cosas de la tierra. Mi ángel guiador me hizo ver algunos de los errores
profesados por los concurrentes a la reunión, y también me presentó la
verdad en contraste con sus errores. Los criterios discordes, que a ellos
les parecían conforme a las Escrituras, eran tan solo su opinión personal
acerca de las enseñanzas bíblicas, y se me ordenó decirles que debían
abandonar sus errores y unirse en torno a las verdades del mensaje del
tercer ángel.232[232]
¿Qué determinó que estos adventistas post-milleritas aceptaban las visiones de
esta joven profeta de apenas veinte años? Probablemente hubo tres razones.
Primera, se presentaron los asombrosos fenómenos físicos que acompañan a una
visión pública. Esto nunca fue una prueba de autenticidad, ya que Satanás puede e imita
los fenómenos físicos, pero de hecho era una evidencia de una energía sobrenatural.
Segunda, el contenido de las visiones. Estas fueron de importancia y utilidad
para resolver los problemas inmediatos con los cuales estaban tratando los congresos.
Tercera, el fenómeno constante de que la mente de la profeta estaba “cerrada”
cuando no estaba n visión. Esto aparentemente duró un período de “dos a tres años” –
coincidiendo con los congresos sabáticos- y durante este tiempo en que no estaba en
visión, todo lo que la Sra. White podía hacer era informar lo que había visto en visión;
ella generalmente no podía entrar en exposiciones posteriores ya sea sobre lo que había
visto o sobre o sobre la verdad de la Biblia. “Mi mente estaba cerrada, por así decirlo”,
escribió años más tarde, “y no podría comprender el significado de los textos que
estábamos estudiando”. Y permaneció “cerrada” de esta manera hasta que fueron
desarrollados sistemáticamente todos los puntos principales de nuestra fe.233[233]
Ella escribió también sobre el efecto de este hecho sobre los asistentes a los
congresos: “Los hermanos sabían que cuando ya no estaban en visión, no podía entender
esos asuntos, y aceptaban como la luz enviada del cielo las revelaciones dadas”.234[234]
Desde su perspectiva a los setenta y siete años de edad, la observación de Elena
de White con respecto a sus sentimientos hacia este fenómeno en el cual su mente estaba
cerrada es aún más patético: “Este fue uno de los mayores dolores de mi vida”.235[235]
Debido en gran parte a la naturaleza útil de sus visiones en los congresos
sabáticos, en aquellas ocasiones la Sra. White pudo escribir: “Nuestra reunión terminó
victoriosamente. Triunfó la verdad. Nuestros hermanos renunciaron a sus errores y se
unieron en el mensaje del tercer ángel; Dios los bendijo abundantemente y añadió
muchos otros a su número”.236[236]
Froom, considerando los hechos anteriores, ve el papel de Elena de White en la
formación doctrinal básicamente como el de un árbitro: para uno, “su idea es correcta”;
para otro, su idea está equivocada”. Dice él:
A través de todo este tiempo de inmenso estudio, el espíritu de
profecía fue una ayuda, pero sólo una ayuda. Mediante el espíritu de
profecía no se descubrió originalmente ni se reveló ninguna doctrina o
interpretación de la profecía. Las doctrinas de los sabatarios estaban todas
fundamentadas en la Sagrada Escritura, de modo que su plataforma era
verdaderamente protestante.237[237]
No obstante, uno no puede dejar de preguntarse si la declaración de Froom está
en pugna con el testimonio de la Sra. White de que “se me daba una clara explicación...
con instrucciones en cuanto a la forma en que debíamos trabajar y enseñar con eficacia”;
aunque probablemente la declaración de Froom está bastante cerca de la raya.238[238]
Cómo consideró Elena de White su autoridad
En vista de las experiencias más bien dramáticas (si no sensacionales) que ella
pasó, no sólo durante 1848-1850 sino en años posteriores en aquellas doctrinas originales
fueron repetidas y ampliadas por el Espíritu Santo, es interesante examinar el efecto de
estas experiencias al efecto de estas experiencias en la conciencia de Elena de White.
¿Cómo se vio a sí misma? ¿Cómo juzgó la obra que Dios la llevó a realizar? ¿Cuáles
serían las consecuencias de rechazar esta obra?
1. Ella negó estar dando un conocimiento u opinión meramente personal.
Elena de White fue el objeto de ataques mordaces aún en vida, y se expidió claramente
en su propia defensa, y en la de Dios. Negó la idea de estar presentando información u
opiniones meramente humanas, y afirmó más bien que todas sus declaraciones provenían
de Dios y que ella apenas era el conducto.
“No tengo sabiduría especial en mí misma; soy tan sólo un instrumento en las
manos del Señor para hacer la obra que él me ha asignado. Las instrucciones que he
dado por pluma o voz han sido una expresión de la luz que Dios me ha dado”.239[239]
En sus cartas y testimonios, ella dijo, “os presento lo que el Señor me ha
presentado a mí. No escribo en el periódico un solo artículo que exprese simplemente
mis propias ideas. Son lo que Dios ha revelado en visión, los rayos preciosos de la luz
que resplandece del trono”.240[240]
Elena de White reclamó un lugar único en su iglesia, una obra que no fue dada a
ningún otro miembro. Ella citó las palabras de un ángel que decía: “Dios te suscitó y te
dio palabras destinadas al pueblo y a alcanzar los corazones, como no se dieron a otra a
otra persona... Dios ha impresionado esto en tu mente abriendo tu visión, como no lo ha
hecho con ninguna otra persona ahora viva”.241[241] Hablando de sí misma, ella prosiguió,
“Dios no ha dado a mis hermanos la obra que me ha dado a mí”. 242[242] Para ilustrar la
naturaleza básica de esta singularidad, añadió:
“Cuando estoy hablando al pueblo digo muchas cosas que no he premeditado. El
Espíritu del Señor frecuentemente viene a mí. Me parece ser transportada, y fuera de mí
misma... Me siento impelida a hablar de lo que se me presenta. No me atrevo a resistir
el Espíritu del Dios”.243[243]
“Desde un terreno más elevado, bajo la instrucción que me ha sido dada por Dios
presento estas cosas delante de vosotros”, declaró ella. 244[244] También negó la posibilidad
de que cualquiera que pueda aceptar una parte de sus escritos en tanto que rechaza otras
partes. “No podemos ser mitad del Señor y mitad del mundo. No somos el pueblo de
Dios a menos que lo seamos enteramente”.245[245] Observe que a continuación al hablar de
sus testimonios ella afirmó:
“O está Dios enseñando a su iglesia, reprendiendo sus errores, fortaleciendo su fe,
o no lo está haciendo. La obra es de Dios, o no lo es. Dios no hace nada en sociedad
con Satanás. Mi obra lleva la estampa de Dios, o la del enemigo. No hay medias
conclusiones en el asunto. Los testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo.”246[246]
Ella no estaba dando “una simple opinión de la Hna. White”; y para aquellos que
así lo aseguraban, declaró que “de ese modo insultaron al Espíritu de Dios”. 247[247]
Amplió un poco más esto diciendo:
Si aquellos a quienes se dirigen estas solemnes amonestaciones
dicen: “Es tan sólo la opinión de la Han. White, seguiré mi propio juicio,”
y continúan haciendo las cosas que se les ha advertido que no hagan,
demuestran que desprecian el consejo de Dios y el resultado es
exactamente lo que el Espíritu de Dios me ha mostrado que sería:
perjuicio para la causa de Dios y ruina para si mismo”.248[248]
2. La Sra. White reclamó autoridad para definir la verdad doctrinal. Pero
fue aún más allá de esto. No sólo fue una portavoz directa de Dios cuando hablaba
acerca de algunos asuntos en los hogares de sus hermanos de iglesias, sino que cuando
definía además una posición doctrinal, esa definición era autoritativa y digna de
confianza.
Al hablar de “nuestra primer experiencia” (indudablemente refiriéndose a los
congresos sabáticos de 1848-1850), cuando “se nos presentaba un error tras otro,” y
“ministros y doctores traían nuevas doctrinas”, los pequeños grupos a veces pasarían
“noches enteras” escudriñando la Escritura y orando al Señor en busca de orientación.
En estas ocasiones “el Espíritu Santo revelaba la verdad a nuestra mente... El poder de
Dios bajaba sobre mi, y yo recibía capacidad para definir claramente lo que es verdad y
lo que es error.”249[249]
En efecto, la Sra. White afirmó que sus declaraciones sobre doctrina eran
básicamente sin error. “Hay una cadena recta de verdad sin una sola sentencia herética
en lo que he escrito”250[250] Sus testimonios “nunca contradicen” la Biblia porque ella fue
“instruida con respecto a la relación de un pasaje con otro de las Escrituras.” 251[251] Cinco
años antes de su muerte, ella escribió que los asuntos doctrinales de sus diarios
personales debieran ser publicados, porque contienen “luz” e “instrucción” que le fue
dada para “corregir errores sutiles y especificar lo que es verdad” 252[252] Le escribió al
evangelista W. W. Simpson, que trabajaba en el sur de California en 1906, “estoy
agradecida que la instrucción contenida en mis libros estableció la verdad presente para
este tiempo. Estos libros fueron escritos bajo la manifestación del Espíritu Santo.”253[253]
En 1905, poco después de haber tenido que censurar las falsas doctrinas
fomentadas por el Dr. John Harvey Kellog y sus seguidores, y rememorando aquellos
congresos sabáticos en los que se hizo notoria la manifestación del Espíritu Santo, la Sra.
White declaró el problema sin equivocación:
“Cuando el poder de Dios testifica en cuanto a lo que es verdad, esa verdad ha de
mantenerse para siempre. No se ha de dar cabida a ninguna suposición posterior
contraria a la luz que Dios ha dado.”254[254]
En el resto de este pasaje ella hablaba de hombres que se levantaría en el futuro
(como los hubo en el pasado) con “interpretaciones de la Escritura que son verdad para
ellos, pro que no son verdad.” Estas personas pretenderán poseer “nueva luz”. Pero,
afirmó ella, las doctrinas de hombres “[contradecirán] la luz que Dios ha dado mediante
la demostración de su Espíritu Santo.” Aconsejó que los futuros dirigentes de la iglesia
rechacen tales mensajes que contradigan los “puntos especiales de nuestra fe” y muevan
aunque sea “un puntal del fundamento que Dios ha sostenido” desde 1844 hasta el fin del
siglo. Tales ideas “inducirán a la negación que durante los últimos cincuenta años Dios
ha dado a su pueblo, corroborándola con la demostración del Espíritu Santo.”255[255]
3. La motivación de los críticos. La motivación básica de los que “disecan” los
escritos de Elena de White “para que se adapten a vuestras ideas, aseverando que Dios os
ha dado simple capacidad para discernir lo que el la luz del cielo, y lo que es expresión
de simple sabiduría humana”256[256] fue identificada por el profeta como el espíritu
prevaleciente en nuestra época... infidelidad y apostasía, un espíritu de pretendida
iluminación... pero en realidad... la presunción más ciega.” Ella añadió:
“Hay un espíritu de oposición hacia la palabra expresa de Dios y el testimonio de
su Espíritu. Hay un espíritu de exaltación de la simple razón humana por sobre la
sabiduría revelada de Dios.”257[257]
Y siguiendo aún más de cerca la cuestión de la causalidad, la Sra. White explicó
la “verdadera” razón (el énfasis no está en el original) de la oposición a sus escritos, la
cual raramente es pronunciada en público: ella ha escrito o dicho algo que obstaculiza el
estilo de vida del crítico, quizás en el área de la dieta o la vestimenta, materiales de
lectura, diversiones y pasatiempos, mayordomía, u observancia del sábado. De este
modo el crítico, mediante su crítica, manifiesta “una falta de valor moral, y de una
voluntad fortalecida y regida por el Espíritu de Dios para renunciar a los hábitos
nocivos.”258[258]
4. El peligro de dudar Notemos a continuación cómo la Sra. White vuelve su
atención a la cuestión de la duda; dudar de las Escrituras y dudar de los escritos de un
profeta de Dios contemporáneo.
Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones el
testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un
indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los
que deseen dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se
propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da evidencias,
que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu
susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la
evidencia. Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu
sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas
pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en
la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su
fe...259[259]
La Sra. White declaró con la mayor seriedad: “Si perdéis la confianza en los
testimonios, os apartaréis de la verdad bíblica”. 260[260] Además presenta los pasos
sucesivos de la escalera descendiente hacia la “perdición”. Nótelos:
a. Satanás hace que los miembros de iglesia se ocupen del espíritu de crítica del
liderazgo denominacional en todos los niveles. El estimula “los celos y la
disconformidad para con aquellos que están a la cabeza de la obra”.
b. “Luego se ponen en duda” los dones espirituales en general (en particular el
don de profecía tal como fue manifestado en la Sra. White), con el resultado final de que
llegan a ser de “poco peso y las instrucciones dadas por medio de las visiones son
despreciadas”.
c. Las doctrinas básicas o fundamentales de la iglesia, “los puntos vitales de
nuestra fe”, crean escepticismo, e inmediatamente después, esto:
d. “A continuación la duda en cuanto a las Santas Escrituras” mismas. Y
después, “la marcha descenderte hacia la perdición”.
Con más detalle, la Sra. White explica:
Cuando se ponen en duda los Testimonios en los cuales se creían
una vez y se renuncia a ellos, Satanás sabe que los seducidos no se
detendrán con esto, y él redobla sus esfuerzos hasta lanzarlos en abierta
rebelión, que se vuelve incurable y acaba en la destrucción a las dudas y
la incredulidad acerca de la obra de Dios,... se están preparando para la
seducción completa.261[261]
5. Un llamado y una advertencia. La Sra. White les rogó encarecidamente a
los críticos de sus días:
... no os interpongáis entre mí y el pueblo, para desviar la luz que
Dios quiere que llegue a él. No quitéis por vuestras críticas toda la fuerza,
toda la agudeza y el poder de los Testimonios... Si los Testimonios no
hablan según la palabra de Dios, rechazadlos. No puede haber unión entre
Cristo y Belial. Por amor de Cristo, no confundáis a la gente con
sofismas humanos y escepticismo, y no anuléis la obra que el señor quiere
hacer. No hagáis de este agente de Dios, por vuestra falta de
discernimiento espiritual, una piedra de escándalo que haga tropezar y
caer a muchos para que sean “enlazados y presos”.262[262]
Prosiguiendo un poco más ella denuncia que “vuestra incredulidad no
cambiará los hechos del caso”263[263]; “vuestra incredulidad no afecta su veracidad
[de los testimonios]. Si son de Dios, habrán de subsistir.”264[264]
Luego, “Dios no es hombre; no puede ser burlado”. 265[265] Y “oponerse a
las amenazas de Dios no impedirá que las ejecute. El desafiar las palabras del
Señor, pronunciadas a través de sus instrumentos escogidos, sólo estimulará su
ira y eventualmente acarreará cierta ruina sobre el ofensor”.266[266]
Hablando cerca de su obra y del Señor que la encomendó, la Sra. White
advirtió además:
Si Dios me ha dado un mensaje para llevar a su pueblo, los que
entorpezcan y disminuyan la fe del pueblo en su verdad no están peleando
contra el instrumento, sino contra Dios. “No es el instrumento quien
ustedes ofenden e insultan, sino a Dios, quien les ha hablado mediante
estas amonestaciones y reprensiones.” “Difícilmente resulte posible a los
hombres dar a Dios un insulto mayor que el de despreciar y rechazar los
instrumentos que ha señalado para conducirlos.267[267]
En una visión nocturna, el Señor le habló a la Sra. White acerca de aquellos que
se habían desviado de la luz que se les envió. “Al despreciar y rechazar el testimonio que
te he dado para que se lo comuniques, no es a ti, sino a mí, tu Señor, a quien han
despreciado.”268[268]
Y por último, la Sra. White dijo: “Si ustedes procuran apartarse del consejo de
Dios para hacer lo que quieren, si disminuyen la confianza del pueblo de Dios en los
testimonios que les he enviado, se están rebelando contra Dios tan ciertamente como
Coré, Datán y Abiram. Ustedes conocen su historias.”269[269]
Por otra parte, “todos los que crean que el Señor ha hablado por medio de la Hna.
White y le ha dado un mensaje, estarán seguros frente a muchos engaños que vendrán en
los últimos días”.270[270]
Para resumir esta consideración del papel de Elena de White en el desarrollo de la
doctrina adventista del séptimo día, concluimos con que ella jugó un rol importante en la
formación de la creencia doctrinal adventista, en especial durante los congresos sabáticos
de 1848-1850; pero su rol estuvo limitado básicamente a comunicar mensajes de Dios
dados en visión, más bien que entrar en diálogo con quienes estaban desarrollando el
marco de nuestro sistema doctrinal.
El Espíritu de Dios no venía sobre ella hasta que aquellos que estaban empeñados
en un estudio serio y en la oración hubieran ido tan lejos como podían; entonces los
mensajes entregados por medio de la Sra. White tendían ya sea a corregir (si los
participantes estaban encaminados en la dirección correcta); pero no hay evidencias de
que la visiones fueron dadas para iniciar la formulación doctrinal.
En tanto que mantenía la primacía de las Escrituras, la Sra. White, sin embargo,
se consideró como el equivalente de los profetas de la Biblia al recibir mensajes de Dios
y comunicarlos a su pueblo. Puesto que fue el mismo Espíritu Santo quien habló en los
tiempos bíblicos y habló de nuevo en tiempos modernos, estos mensajes tienen el mismo
peso. Tanto sus críticos que intentan disecarlos, como quienes por conveniencia los
menosprecian o ignoran, no podrían pasarlos por alta impunemente.
“¡La Biblia y sólo la Biblia!”
En los días de la reforma protestante el clamor de la manifestación de los
“protestantes” contra la primacía de la tradición humana por sobre las Escrituras
inspirada fue “¡La Biblia y sólo la Biblia!”.
Este mismo slogan se escuchó a menudo en los primeros días del movimiento
adventista, pero en ese entonces fue empleado principalmente para camuflar los sutiles
vilipendios hacia el ministerio y los mensajes de Elena de White. También hay se lo oye
en relación con lo mismo.
Un pastor adventista de uno de nuestros colegios de Norteamérica contó esta
experiencia en una reunión campestre durante la primavera pasada: cierto sábado, en una
clase de Escuela Sabática en que enseñaba un profesor del campus y asistían estudiantes
del colegio, el maestro comenzó preguntando individualmente a los miembros de la clase
qué ideas habían encontrado en los materiales contemporáneos extra bíblicos que
pudieran aportar al estudio de la lección del día. Las respuestas se dieron mediante citas
de escritores de gran utilidad como Lutero y Calvino, Keith Miller, Paul Tournier, C. S.
Lewis, y así sucesivamente. Luego el maestro preguntó cuál era la impresión de los
estudiantes acerca de la lección, y hubo una serie de testimonios personales. En ese
momento, un miembro de la clase, una estudiante del colegio bien versada en el espíritu
de profecía, dijo que había encontrado algo útil en los escritos de Elena de White que
había resuelto su necesidad. Pero antes de que pudiera explicarlo, el maestro lo detuvo
con la observación: ¡En esta clase quedémonos con ‘la Biblia y sólo la Biblia’!”
Paradójicamente, ¡hasta ese momento el testimonio directo de la Biblia había estado
totalmente ausente de la clase!
Dirigiendo una clase de maestros de Escuela Sabática en el año 1900, Elena de
White los instruyó que “[dejen] en la mente la impresión de que la Biblia y solamente la
Biblia es nuestra regla de fe”.271[271] Y en el último libro que escribió antes de morir en
1915, advirtió a los ministros de iglesias que “las palabras de la Biblia, y de la Biblia
sola, deben oírse desde el púlpito”.272[272] ¿Significa esto que, como algunos lo afirman
hoy, sus escritos nunca debieran ser incorporados en un sermón? De ningún modo.
Arturo L. White, por varios años secretario del Ellen G. White Estate [Patrimonio
de Elena de White] en la Asociación General (y nieto de la profeta), analiza en una útil
monografía de treinta y siete páginas273[273] la posición de los pioneros de nuestra
denominación, y cita declaraciones no publicadas, no fáciles de conseguir para el que
investiga actualmente. También examina las trece declaraciones mayores de la pluma de
la Sra. White en las cuales ella usó el slogan de la reforma, “la Biblia y sólo la Biblia”, y
llega a cuatro conclusiones que resumen la evidencia de los documentos:
1. 1. Que en ningún momento esta frase fue utilizada para excluir la
obligación de responder a las visiones como luz que Dios dio a su pueblo.
2. 2. Que en la mayoría de los casos estas palabras son empleadas en el marco
de contrastar las enseñanzas de la palabra de Dios con las tradiciones o
teorías de los hombres o de un falso sábado, etc.
3. 3. En varios casos las palabras son usadas para definir nuestra posición
sobre las visiones con la explicación de que el seguir la Biblia implica la
aceptación del Espíritu de Profecía que tienen vigencia sobre todos aquellos
que aceptan la Palabra de Dios, la cual anuncia la aparición de este don en los
últimos días.
4. 4. Que a través de las visiones, Dios nos ha guiado a un entendimiento
correcto de su palabra, nos ha enseñado y lo seguirá haciendo.274[274]
De paso, Arturo White también señala que aunque las trece declaraciones
mayores de la pluma de Elena G. de White se extienden a más de medio siglo (desde
1851 hasta aproximadamente 1914), no se aprecia un tenor muy diferente de sus
declaraciones hacia el final de su vida, del de las primeras declaraciones escritas sobre le
tema.275[275] La Sra. White nunca cambió su posición sobre este tema.
La parábola de Urías Smith
“¿Dejamos de lado la Biblia por aprobar las visiones?” era la pregunta planteada
por Urías Smith en una editorial de un número de la Review and Herald de 1863. Y
responde con un resonante “¡No!”. En el desarrollo del tema cuenta una parábola
interesante para ilustrar su posición.
El sugiere, “suponga que estamos a punto de iniciar una travesía por mar”, antes
de partir, el capitán del barco entrega un “manual de instrucciones” a la tripulación, y les
garantiza que sus indicaciones son suficientes para toda la travesía. Si se siguen las
instrucciones, el barco llegará a su destino con seguridad.
Así es que el barco zarpa y la tripulación abre el manual para leer su contenido.
Descubren que el autor ha establecido principios básicos generales para guiar el
comportamiento de la tripulación durante la travesía, y ha aludido brevemente a algunas
contingencias que podrían surgir. El autor señala, además, que la parte final del viaje
puede resultar particularmente peligrosa, pues “los contornos de la costa son siempre
cambiantes debido al movimiento de las arenas a ya a las tempestades”. Por esto, el
autor, ha provisto un piloto para que se una a la tripulación y brinde su ayuda especial
para guiar al barco en forma segura hacia el puerto final.
El autor también aconseja a la tripulación que preste atención a las órdenes e
instrucciones del piloto “conforme puedan requerirlo las circunstancias y peligrosos
momentos”:
En el momento señalado aparece el piloto, tal como se había prometido. Pero
misteriosamente, cuando él ofrece sus servicios al capitán y a la tripulación, algunos de
los marineros se levantan protestando de que el manual de indicaciones original les es
suficiente para entenderlas. Declaran, “‘nos basamos en eso, y sólo en eso; no
necesitamos nada de su parte’”.
Smith entonces formula una pregunta retórica: “¿Quiénes son los que necesitan
ese manual original de instrucciones; los que rechazaron al piloto o los que los reciben,
tal como el manual les indica? Juzguen ustedes.”
Y finalmente, anticipándose a la objeción de algunos de sus lectores de que por
medio de esta parábola se está procurando obligar a la iglesia a aceptar a Elena G. de
White como “su piloto”, el redactor intenta precaver con respecto a esa queja mediante
este apéndice:
No decimos una cosa semejante. Lo que sí decimos con claridad
es esto: Que los dones del Espíritu son dados a nuestro piloto en estos
tiempos peligrosos, y dondequiera y en quienquiera que encontremos las
manifestaciones genuinas de estos dones, debemos respetarlas. No
podemos actuar de otra manera sin rechazar la palabra de Dios, que nos
insta a recibirla.276[276]
La posición del presidente de la Asociación General, George I. Butler, en un
artículo de la Review and Herald, es justamente típica de las respuestas apologéticas de
los pioneros adventistas del séptimo día. A la objeción de que la Biblia es suficiente,
porque pablo declara que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17), la
contestación de Butler fue:
Si toda la Escritura es útil, suponemos que también lo son aquellas
porciones que enseñan la perpetuidad de los dones espirituales, y que nos
dicen que estarán en la iglesia en los últimos días, y nos muestran cómo
distinguir entre lo falso y lo verdadero. Ellas prueban que las visiones en
consideración tienen el sello correcto.277[277]
En nuestro medio hoy, muchos de los que hacen sonar el clamor protestante, “la
Biblia y sólo la Biblia”, parecen deducir una falsa dicotomía o situación alternativa: si
tienes la Biblia no puedes tener a Elena de White, si tienes a Elena de White no puedes
tener la Biblia. Esta dicotomía evidentemente no es válida.
Algunos adventistas del séptimo día, incluyendo pastores y eruditos, dicen por
ejemplo: “Yo no puedo encontrar la doctrina adventista del séptimo día sobre el juicio
investigador en la Biblia”. Sin embargo, estas personas afirman que todavía aceptan esa
doctrina debido a la legítima regla hermenéutica que permite que un profeta posterior
amplíe la comprensión de la verdad dada por un profeta anterior.
Lo que estas personas están realmente diciendo, en la opinión del que escribe, es:
“Con mis a prioris teológicos actuales y mis herramientas hermenéuticas actuales –mis
presuposiciones y predilecciones— no encuentro esa doctrina en la Escritura”. No
obstante, otros eruditos adventistas del séptimo día de una casta académica igualmente
impecable, afirman que ellos encuentran esa doctrina en la Escritura – en las profecías de
Daniel y Apocalipsis, y en las parábolas de Jesús del vestido de bodas y la red.
Conclusión
¿Qué es lo que sostiene la Iglesia Adventista del Séptimo Día en cuanto a la
relación entre los escritos de la Sra. White y la Biblia?
1. 1. No consideramos los escritos de Elena de White como una adición al
canon sagrado de las Escrituras.
2. 2. No pensamos que sean de aplicación universal, como la Biblia, sino
particularmente para la iglesia Adventista.
3. 3. No los consideramos en el mismo sentido como las Sagradas Escrituras,
que constituyen la única y sola norma mediante la cual han de juzgarse todos
los demás escritos.278[278]
Habiendo dicho esto, necesitamos decir algo más. Puesto que creemos que la
inspiración es indivisible, y puesto que la única tarea del profeta es contarnos lo que
Jesús le dijo (“el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”), no existe base, por lo
tanto, para creer en los grados ya sea de inspiración o de autoridad. Elena de White fue
inspirada del mismo modo y en el mismo grado que los profetas de la Biblia. Y bien
podría parafrasearse el consejo de María a los siervos de las bodas de Caná con respecto
a su Hijo: “Haced todo lo que os dijere [también mediante cualquiera de sus profetas]”
(Juan 2:5).
Si, como algunos eruditos creen, la primera epístola de Pablo a los
Tesalonicenses fue el primer libro en escribirse del Nuevo Testamento, entonces su
preocupación manifestada en los versículos finales puede ser de una importancia
interesante para los cristianos hoy:
“No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). “No la descarten”, podríamos
decirlo en el lenguaje corriente de hoy. La existencia de la posibilidad de hacer esto
refuerza la necesidad de la amonestación.
“No menospreciéis las profecías” (versículo 20). En primer lugar, ¿estaba Pablo
diciéndo a los cristianos aquí que la palabra de Dios no terminó con el cierre del canon
de las Escrituras del Antiguo Testamento? ¿Les estaba diciendo que el don espiritual de
la profecía aún estaba operando – y continúa operando - hasta el fin del tiempo? ¿Estaba
amonestando a no despreciar profetas de los últimos días, quienes serian de igual manera
inspirados y autoritativos, profetas cuyos mensajes también vienen en forma directa del
Espíritu Santo? Quizás.
“Examinadlo todo” (versículo 21). El cristiano tiene la obligación de probar los
espíritus (1 Juan 4:1), porque en tanto que o todos ellos son de Dios, es igualmente
válida esta observación: ¡tampoco todos ellos son del demonio! Por esto al cristiano se
le manda (por el Espíritu Santo, mediante Pablo) que examine seriamente el contenido de
los presuntos escritos proféticos. También debe examinar el fruto de estos escritos, tanto
en la vida del supuesto profeta, como en las vidas de los que lo siguen. Esta tarea debe
emprenderse con una mente abierta y dispuesta a recibir más verdad, una mente que
procura comprobar toda nueva luz a través de lo que sea probado antes (Hechos 17:11).
Y una vez hecha la prueba, y observando los resultados:
“Retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).
En un momento de crisis aguda hacia el fin del siglo pasado, cuando en la Iglesia
Adventista había dirigentes que estaban introduciendo sutiles herejías, la profeta de Dios
pronunció un mensaje que es de asombrosa importancia para nosotros hoy, que vivimos
en otro momento de crisis:
El Señor pondrá nueva fuerza vital en su obra a medida que los
instrumentos humanos obedezcan la orden de avanzar y proclamar la
verdad... La verdad será criticada, desdeñada y ridiculizada, pero
mientras más cerca se la examine y se la pruebe, más brillará...
Los principios de la verdad que nos ha revelado Dios son nuestro
único fundamento verdadero. Nos han hecho lo que somos. El tiempo
transcurrido no ha disminuido su valor. El enemigo se esfuerza
constantemente para sacar esas verdades de su marco y poner en su lugar
teorías espurias. Introducirá todo lo que pueda para llevar a cabo sus
designios engañosos. Pero el Señor hará surgir a hombres de percepción
aguda que darán a esas verdaderas su debido lugar en el plan de Dios. 279
[279]
¡Usted puede ser uno de ellos!
207[207]
Jemison, Op. Cit., p. 372. El énfasis no aparece en el original.
208[208]
DTG, p. 730.
209[209]
Ibid.
210[210]
1MS, p. 385.
211[211]
PE, p. 183.
212[212]
Ibid., p. 184.
213[213]
3SG, pp. 34, 26.
216[216]
1Ms, p. 358; DTG, p. 729.
217[217]
DTG, p. 728.
218[218]
1MS, p. 359.
219[219]
PE, p. 184.
220[220]
Ibid., DTG, p. 730.
221[221]
1MS, p. 359.
222[222]
MS, p. 360.
223[223]
Daniel 12:1, 2; Mateo 26:64: Apocalipsis 1:7; 14:13.
224[224]
PE, p. 285; CS, p. 695.
225[225]
Leroy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers (Washington,
D.C., Review and Herald Pub. Assn., 1954), tomo 4, pp. 1021-1048.
226[226]
“Sabbath Conferences”, SDA Enciclopedia, p. 1255.
227[227]
NB, p. 121.
228[228]
1MS, p. 241.
229[229]
NB, p. 121.
230[230]
Comprehensive Index to the Writings of Ellen G. White [Indice exhaustivo
de los escritos de Elena de White] (Mountain View, Calif., Pacific Press Pub. Assn.,
1963), tomo 3, p. 3214
231[231]
1MS, p. 241.
232[232]
NB, p. 121.
233[233]
1MS, p. 241.
234[234]
Ibid., p. 242. El énfasis no aparece en el original.
235[235]
Ibid., pp. 241, 242.
236[236]
NB, pp. 1221, 122.
237[237]
Froom, Op. Cit., pp. 1046, 1047.
238[238]
Para un análisis detallados paso a paso de la formulación de nuestras
doctrinas, véase Froom, Op. Cit., pp. 1021-1048; y Arturo L. White, Ellen g. de White,
Menssenger to the Remmant [Elena de White, Mensajera al remanente] (Washington,
D.C., Review and Herald Pub. Assn., 1969), pp. 34-37.
239[239]
2JT, pp. 301, 302.
240[240]
Ibid., p. 26. El énfasis no aparece en el original. El uso de la palabra
Este principio hermenéutico puede ayudarnos a entender la discrepancia
superficial indicando que el problema del otro (encaminado en la filosofía griega) era el
de creer.
6. Una palabra puede tener distinto significados incluso en el mismo libro.
En la incomparable biografía de Cristo de Elena de White ella habla de los
eventos de la mañana de la Resurrección: “Cristo surgió de la tumba glorificado”. 287[287]
Al buscar 20 páginas más adelante, ella dice, “El Espíritu Santo no se había manifestado
todavía plenamente; porque Cristo no había sido glorificado todavía”. 288[288] La
hermenéutica ayudaría a desenredar esta aparente paradoja al señalar que el autor quiere
Leamos ahora la segunda cita en su contexto inmediato:
Nunca debemos descansar satisfecho de nuestra condición y cesar
de progresar diciendo: “Estoy salvado”. Cuando se fomenta esta idea,
cesan de existir los motivos para velar, para orar, para realizar fervientes
esfuerzos a fin de avanzar hacia logros más elevados. Ninguna lengua
santificada pronunciará esas palabras hasta que venga Cristo... Mientras
el hombre está lleno de debilidades –pues por sí mismo no puede salvar su
alma-, nunca debería atreverse a decir: “Soy salvo”.335[335]
Mientras que Elena de White vio un riesgo en esta falsa doctrina y no bíblica de
seguridad eterna, ella también sabía que los cristianos podían tener incluso seguridad de
vida eterna con Cristo en su vida diaria sobre esta tierra:
Es privilegio de todos los que tienen parte en algún ramo de la
obra de Dios [ella está hablando aquí de los cristianos como un todo, no
simplemente denominacionales], saber que sus pecados están perdonados,
y regocijarse en la seguridad de una vida superior de las cortes
celestiales... Con toda la esperanza y la seguridad que hallamos en las
promesas de Cristo, ¿Cómo podemos ser infelices?336[336]
Siguiendo el ejemplo de servicio abnegado de Cristo, confiando en
sus méritos como si fuésemos niños, y obedeciendo sus mandamientos,
recibiremos la aprobación de Dios.337[337]
Si sois correctos con Dios hoy día, estaréis preparados en caso de
que cristo venga hoy...338[338]
La última carta escribió Elena de White, trece meses antes de su muerte, el 14 de
junio de 1914,339[339] fue escrita no sólo para beneficiar a un amigo personal, “sino para
todas las otras almas fieles que están agobiadas por las dudas y los temores respecto de
su aceptación por parte del Señor Jesucristo”. 340[340] Esta carta exhala la fragancia de la
aceptación de Dios y nuestra garantía hasta un grado sumo.
Así las citas que aconsejan contra el que un cristiano diga, “soy salvo”, debe ser
visto no sólo dentro del contexto inmediato de advertencias contra la falsa doctrina de la
seguridad eterna, sino también dentro del marco más amplio de las declaraciones
repetidas a menudo sobre nuestra seguridad de vida eterna en y a través de Jesucristo.
Regla hermenéutica Nº 3
Ante el riesgo de simplificación excesiva, podemos decir que todos los profetas,
cuando daban consejos o instrucciones, estaban haciendo una de dos cosas: estaban ellos
también (1) declarando un principio (una regla inmutable de la conducta humana que se
aplica a todos en cualquier edad y lugar), o (2) aplicando un principio a una situación
inmediata. Esta aplicación podría llamarse patrón variable de conducta.
Los principios nunca cambian; pero los patrones variables de conducta pueden
hacerlo (e, incluso lo hacen), como cambian también las circunstancias. Esto nos lleva a
la tercer regla hermenéutica:
Intentar determinar si el consejo del profeta es para establecer un principio o un
patrón variable de conducta.
Una vez que ha separado los dos, Ud. tiene una responsabilidad mayor. Si el
consejo es u patrón variable de conducta, Ud. debe procurar identificar el principio sobre
el cual se basa. Este principio tendrá una aplicación contemporánea, aunque ésta bien
pueda ser completamente diferente a la aplicación inicial hecha por el profeta.
Estudiaremos algunos casos específicos para ver cómo opera esta regla:
¿Debe enseñársele a toda niña a ensillar y conducir un caballo? El libro La
educación de Elena de White se publicó en 1903. Leer este libro es un requisito para las
clases de Principios de Educación Cristiana en los colegios y universidades adventistas
del séptimo día en todo el mundo. Contiene muchos principios y conceptos valiosos.
Por esto es muy apreciado aún por educadores no adventistas como fuente de
recursos y consultas. La Dra. Florence Stratemeyer, profesora de educación por muchos
años en el Colegio de Maestros en la Universidad de Columbia, explicaba hace algunas
décadas atrás por qué conservaba esta obra en su biblioteca personal:
... escrita hacia fines de siglo, esta obra estaba más de cincuenta
años adelantada a su época... Me sorprendí al descubrir lo que escribió
una mujer con apenas tres años de enseñanza [formal].
La amplitud y profundidad de su filosofía me han asombrado. Su
concepto de una educación equilibrada, de un desarrollo armonioso y de
286[286]
(Nueva York, Thomas Nelson e Hijos, 1955).
287[287]
DTG, p. 726.
288[288]
Ibid., p. 745.
289[289]
(Mountain View, California, Pacific Press Pub. Assn., 1955), capítulo 23.
290[290]
1T, pp. 549-551. Para una perspectiva contemporánea de dirigentes de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día, véase “Seventh day Adventist and Life Insureance”,
un manuscrito no publicado, preparado por la Asociación General (c. 1985), que resume
un informe previo (abril de 1957) de cincuenta páginas preparado por una comisión
conjunta de la Asociación General y el personal del Patrimonio Elena de White,
“provisión for the Day of Nedd”.
291[291]
TM, pp. 180, 181.
292[292]
PE, p. 285; CS, p. 695; 2MS, pp. 300, 301.
293[293]
(Mountain View, California, Pacific Press Pub. Assn., 1962).
294[294]
Ejemplar de junio de 1985.
295[295]
(Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1980), pp. 348-350.
296[296]
Robert W. Olson, secretario del Patrimonio Elena de White, recientemente
ha escrito acerca de este problema molesto y espinoso. Véase “La humanidad de
Cristo” (Centro de Investigaciones White, Argentina, 1989) y “Christ Human Nature”,
manuscrito no publicado, Patrimonio Elena de White, 2 de julio de 1986.
297[297]
CS, p. 41. El énfasis no aparece en el original.
298[298]
Ibid., p. 672.
299[299]
DTG, p. 712.
300[300]
3T, p. 264. El énfasis no se encuentra en el original.
301[301]
PP, pp. 88, 89.
302[302]
Manuscrito 5, 1876. Este documento completo está disponible como
Manuscrito liberado 816, 843 y 963 en el Patrimonio Elena de White.
303[303]
2T, pp. 390-411.
304[304]
2T, p. 400.
305[305]
Capítulo titulado “Los extremos de la alimentación”, en Elena de White, El
ministerio de curación (Buenos Aires, Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1976), pp.
246, 247. (En adelante referido como MC.)
306[306]
3JT, p. 362.
307[307]
2MS, p. 359.
308[308]
CC, p. 99.
309[309]
MC, p. 408.
310[310]
Arturo L. White, “Standing for Prayer”, manuscrito no publicado,
Patrimonio Elena de White, 17 de febrero de 1960.
311[311]
Manuscrito no publicado en los archivos del Patrimonio White, sin fecha, p.
3 W. E. Read (1883-1976), un erudito que tuvo varios cargos administrativos de la
iglesia en la División Nordeuropa, era secretario de campo de la Asociación General
un pesar y actuar sobre principios, son conceptos educativos avanzados
[en 1859, cuando la Dra. Stratemeyer hizo esta declaración].
El propósito de restaurar la imagen de Dios en el hombre, de la
responsabilidad de los padres y el énfasis sobre el dominio propio en el
niño, son ideales que el mundo necesita desesperadamente.341[341]
345[345]
Henry H. Halley, Halley’s Biblie Handbook [Manual Bíblico Halley],
edición Nº 24 (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1965), p. 593.
346[346]
Ibid., p. 595. Véase además William Barclay, The Letters to the
Corinthians [Las cartas a los Corintios] edición revisada (Filadelfia: The Westminster
Press, 1075), pp. 2, 3. (En adelante referido como Corinthians.) Es útil además de
Barclay, The Letters to Timothy, Titus, and Philemon, [Las cartas a Timoteo, Tito y
Filemón], edición revisada (Filadelfia: The Westminster, 175), p. 67. (En adelante
referido como Timothy.)
347[347]
Barclay, Timothy, p. 67.
348[348]
Véase Números 25:1-15 y Salmos 106:28.
Durante el intervalo, antes de que comience el culto divino, el cristiano llama a la
directora para presentarle al nuevo visitante. Ella, por supuesto, está contenta de darle la
bienvenida.
Sin darse cuenta, el pagano hace una sugerencia obscena. La mujer se horroriza
y retrocede en forma visible. El pagano no sabía que había hecho mal, pero obviamente
había dado un paso en falso.
Nada inmoral sucedió. Pero esto era tan cierto entonces como lo es ahora. Ponga
en aprietos a un visitante en su iglesia y él nunca más dejará que su sombra atraviese de
nuevo la puerta.
Así Pablo (que pasó dieciocho meses en Corinto) decidió, que se necesitaba
algunas reglas para hacer a un lado situaciones peligrosas como ésta.
Cultura. Pablo, en tercer lugar, estaba desafiando una cultura, una tarea más que
formidable. En el primer siglo a. C. Las culturas judía y griega estaban de acuerdo en
cuanto al papel y prestigio de la mujer.
En la cultura judía (de la cual se desarrolló el cristianismo), la mujer,
oficialmente, tenía una posición baja. Literalmente no era tenido en cuenta. Cuando los
evangelios dan a conocer que Jesús alimentó 5.000 en una ocasión y 4.000 en otra, del
producto de la comida de un joven campesino, eso quiere decir muchos miles de
personas (¡Jesús en realidad alimentó aproximadamente un total de 15.000 a 20.000
personas en cada ocasión!)
William Barclay describió de este modo el prestigio de la mujer en lo tiempos
bíblicos:
En la ley judía ella no era una persona, sino un objeto; estaba
enteramente a disposición de su padre o de su marido. Tenía prohibido
aprender la ley; instruir a una mujer en la ley era arrojar perlas a los
cerdos. Las mujeres no tenían parte en el “servicio de la sinagoga; eran
apartadas en una sección de la sinagoga, o en una galería donde no podían
ser vistas. El hombre venía a la sinagoga para aprender, pero la mujer, a
lo sumo, venía para oír. A la lección de las Escrituras, en la sinagoga, la
leían los miembros de la congregación, pero no mujeres, pues eso sería
rebajar “la honra de la congregación”. Estaba Terminantemente prohibido
que una mujer enseñe a los niños más pequeños... A las mujeres, esclavos
y niños se los clasificaban juntos. En la oración matutina judía el hombre
agradecía a Dios porque Dios no lo hizo “un gentil, un esclavo o una
mujer”... Un rabino estricto nunca saludaría a una mujer en la calle, ni
siquiera a su propia esposa, hija, madre o hermana. De la mujer se decía:
“Su trabajo es mandar a los niños a la sinagoga, atender los quehaceres
domésticos, dejar a su esposo en libertad para que estudie en las escuelas,
cuidarles la casa hasta que él vuelva”.349[349]
En el mundo de la cultura griega, la posición de la mujer era simplemente baja.
Sófocles, un temprano chauvinista defensor de los hombres, se ganó la ira de las
feministas desde sus días hasta los nuestros como máximas como: “El silencio otorga
gracia a una mujer”. De este modo, las mujeres “llevaban una vida muy recluida en
Grecia, a menos que fueran muy pobres o de muy baja moral”.350[350]
Conclusión
Hermenéutica es la ciencia y arte de derivar el significado. Su meta es “fijar el
verdadero sentido” de la palabra. El propósito central de la hermenéutica es la doble
tarea de alcanzar equilibrio y evitar tergiversación.
Tres principios hermenéuticos, apoyados por T. Housel Jemison, son
particularmente útiles para determinar lo que el profeta quiso decir con lo que él o ella
dijo.
Mientras estudie, pida en oración la guía del Espíritu Santo, para que pueda
conducirlo a toda la verdad que Ud. es capaz de comprender.
214[214]
1Ms, pp. 358.
215[215]
DTG, p. 730.
352[352]
Ibid., p. 68.