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Historia Del Leproso

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Por cinco años nadie me tocó, nadie! Ni una sola persona.

Ni siquiera mi
esposa, mis hijos, mis amigos. Nadie me tocaba. Me veían, Me hablaban,
sentía el cariño en sus voces, Veía preocupación es sus ojos; Pero nunca
sentí su toque. No lo había. Ni una sola vez. Nadie me toco.

Lo que es común para ustedes, yo lo anhelaba. Apretones de manos,


cálidos abrazos, una palmada en el hombro para felicitarme o llamarme la
atención. Un beso en los labios, un beso en la mejilla. Todos fueron
sacados de mi mundo. Nadie me toco .

Nadie se tropezó conmigo, ¡Que no hubiera dado yo para que alguien se


tropezara conmigo!, que me apretujaran en la multitud , que mis hombros se
rozaran con los de otro. Pero por cinco años eso no ocurrió ¿Como podría?
ni siquiera se me permitía andar por las calles.
Yo era intocable , yo era leproso.

Un año durante el trabajo note que no podía sostener mis herramientas con
la misma firmeza. Tenia todos los dedos adormecidos, primero fue un dedo
y después el otro.
Al paso del tiempo, no sentía nada en las manos, había desaparecido la
sensación. No dije nada a mi esposa pero ella sospechaba, Yo llevaba la
mano contra mi cuerpo como ave herida.
Ese fue el principio del fin, mis manos sangraban sin que yo me diera
cuenta.
Me agache a ver a mi hija de 3 años a los ojos y acaricie su mejilla con la
mano sana. Me enderece y mire a mi esposa, con mi mano buena toque la
de ella y ella la mía . Seria nuestro toque final.

El Medico me miró, pero no me tocó. Me miró la mano que ahora llevo


envuelta en un trapo, no me dijo nada , solo extendió su mano señalándome
la puerta, después de todo no podía hacer nada. Era un leproso y ese día
perdí mi familia, trabajo, amigos, futuro … mi contacto con el mundo.
Mi esposa me vino a encontrar en la puerta de la ciudad con una bolsa de
ropa, pan y monedas. No dijo nada, estaban también mis amigos, lo que ví
en sus ojos fue el precursor de lo que he visto en todos los ojos desde
entonces, compasión llena de temor.
Cuando yo salía, ellos se alejaban, su horror por mi enfermedad era mayor
que su compasión, y así, al igual que todo el mundo desde entonces
retroceden.

Cinco años de lepra me han dejado las manos retorcidas, me faltan varias
falanges, pedazos de mi oreja y de mi nariz. Las madres se cubren la cara
al mirarme, los niños me señalan con el dedo y se quedan mirándome.
Estoy harto del dolor, de mi propio hedor, de dormir en una cueva de mi
campanilla en el cuello para avisar mi presencia.

Solo quise ver mi campo una vez mas, solo quería ver de lejos a mi familia
una ultima vez mas, Salí de detrás del árbol donde estaba mirando y
entonces me vieron. Gritaron, salieron corriendo menos ella, era mi hija,
mucho mas crecida, se quedó mirándome sin entender, no podría
asegurarlo pero creo que ella estaba buscando a su padre.
¡Esa mirada me Decidió!, fue temerario, fue un riesgo, pero después de
todo, si todos lo llamaban el Hijo de Dios ¿Que podría perder?.

Oculto detrás de una piedra lo ví descender de la colina. Multitudes le


seguían. Esperé a que estuviera a pocos pasos de donde yo estaba y
entonces Salí.
- ¡Maestro!
Se detuvo y me miro , al igual que docenas de otros. Un torrente de temor
recorrió la multitud. Los brazos volaron para cubrir las caras. Los niños se
agazaparon detrás de los padres. “ Leproso “ gritó otro. de nuevo, no los
culpo. Yo era una masa maltrecha de muerte. Pero casi no los oía. Casi no
los veía. He visto mil veces su pánico. Sin embargo la compasión de Él
nunca la había contemplado. Todo el mundo retrocedió , excepto El.
Entonces avanzó hacia mi. Hacia mí.
- Señor , si quieres, tu puedes limpiarme.
El me hubiera limpiado con una sola de sus palabras, Me podría haber
sanado con una oración, pero no quedo satisfecho con hablarme. Se me
acerco. Me tocó. Hace cinco años que nadie me tocaba. Hasta hoy.
- Quiero … se limpio . Dijo con sus palabras.
Extendió su mano y me tocó, se me acercó tanto, que pude sentir el calor
de su aliento, pude ver la humedad de sus ojos, en un instante sentí calor
donde no sentía nada, la energía llenó mi cuerpo como agua en un campo
seco, sentí fuerza donde había atrofia, mi espalda se enderezo y mi cabeza
se levanto.

Me mostré a mi esposa y la abrasé, levante a mi hija y la abrasé. Nunca


olvidaré al que se atrevió a tocarme, podría haberme sanado con una
palabra, pero quería hacer mas que sanarme, Quería darme honor,
validarme. Imagínate, era indigno para el toque humano, sin embargo digno
del toque de Dios.

La infección desapareció por el toque de Jesús.


La soledad, fue tratada por el toque de Jesús.
Jesús sana y toca lo intocable de este mundo. Jesús sana lo que nadie
quiere tocar, Jesús sana lo incurable.
Fuente : Max Lucado --- del libro “ Como Jesús “ ( Mateo 8 : 3 )

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