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Santayana y Los Reinos Del Ser 1927 1942

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“Spirit fed by matter gives voice to essence” –Santayana.

“[T]he difference between power and form ... is at the


heart of Santayanaʼs ontology. Form is the only
refuge from power.” –Michael Brodrick.

I.

“No me ocupo en estos Reinos del Ser de supuestas sustancias separadas o


regiones independientes. Trato sólo de distinguir los tipos de realidad que
encuentro; y las hendiduras que discierno son abismos morales y lógicos, no
físicos.” Así comienza el último capítulo de los Reinos del Ser (Fondo de
Cultura Económica, México, D. F., trad. Francisco González Aramburo, 1959,
2006).

Este libro de ontología (sobre “lo que es”) divide nuestro mundo en cuatro
reinos:

1º.- El reino de la materia, de donde nacen las cosas.

2º.- El reino del espíritu, parte contemplativa del ser humano que está
despegada y desinteresada de la acción y la supervivencia, de la que sí se
ocupa la otra parte del ser humano, la psique. El espíritu (la consciencia
contemplativa) es impotente, pero por eso mismo libre; “su esencia es ser luz,
no ser poder” (1942:643).

3º.- El reino de la esencia, donde habitan (no físicamente, sino lógicamente)


todos los símbolos, palabras, formas, etc. que utiliza nuestro espíritu para
entender el mundo que nos rodea. Una esencia que se realiza en la existencia
es una verdad, parcial para ese sujeto que la ve, siente o piensa, pues su
conocimiento total y completo es imposible, al carecer cualquier ser vivo de la
omnisciencia. Una esencia (object of intuition for contemplation) ha pasado a
ser una palabra, un concepto, un signo dentro de un sistema que la persona
utiliza para apuntar a una cosa material (object of intent) siempre en flujo,
cambiante, y nunca abarcable de forma absoluta por nuestro entendimiento.
El eterno asunto de la realidad y la apariencia. La fe animal (concepto clave de
Santayana) diluye el problema de una epistemología no absoluta humana.
Nos basta nuestro lenguaje y nuestras creencias en el mundo material para
sobrevivir, comer, dormir, y reproducirnos. Como dice en The Life of
Reason («Reason in Science», Chapter V, «The Nature of Intent»): «La
intención es una de las muchas pruebas de que la esencia del intelecto es
práctica». Este es el pragmatismo, el naturalismo de Santayana: la acción
exitosa confirma la anterior creencia, la expectativa mental queda sancionada
por la acción y su resultado buscado. Conocimiento mediante el ensayo y la
eliminación de errores, que diría Popper. Epistemología evolutiva o Psicología
Evolutiva: la mente no es una tabula rasa o un cubo vacío: tiene ya su
estructura, sus módulos mentales creados por adaptación, sus anticipaciones,
reacciona frente al medio, trata de resolver problemas. “Coche” es una esencia
que uno puede contemplar. “¡Cuidado con el coche!”, es una frase cuyos
símbolos (esencias; object of intuition for contemplation) han pasado a ser
términos aplicados a un mundo material (object of intent). Si con ello se ha
evitado una tragedia, el niño recoge la pelota habiendo aprendido algo nuevo.
Pero “coche” y ese objeto material que se mueve a cuatro ruedas pertenecen a
dos reinos ontológicos diferentes. Como dice Santayana al final del capítulo
VI en su Nota (1942:93): “terms can be general only in use, never
intrinsically; but the individual is an essence, not an existing particular. The
latter is not a possible object of intuition and has no place in logic: it is some
fragment of the flux of nature, posited in action, and by virtue of that status
for ever external to thought.”

4º.- El reino de la verdad, reino que es la suma total de todas las esencias que
se realizaron materialmente en la existencia: todas las que fueron, son, y
serán en el mundo. Citemos a Santayana en su “Revisión General” final:

“[El reino de la] materia, como la región y el método del poder; la esencia,
como la propia naturaleza de las apariencias y las relaciones; y el espíritu
como el testigo o sensibilidad moral que está sujeto al doble asalto de los
eventos materiales y las ilusiones dramáticas. Queda el reino de la verdad,
que es la historia total y el destino de la materia y el espíritu, o la
enormemente compleja esencia que ellos ejemplifican al existir.”
II.

Como flores escogidas o antología de esta obra, recogemos las siguientes:

“Mi eclecticismo no es impotencia ante diversas influencias; es desapego y


firmeza para tomar cada cosa simplemente por lo que es.” Este eclecticismo es
el del incombustible Denis Diderot, e implica, ante todo, una búsqueda
personal y honesta de la verdad, fuera de corrientes, doctrinas y sectas. El
filósofo ecléctico, como Santayana o Diderot, va por libre. Es un freelance.

“Yo supongo que en la naturaleza nada surge por mor de ninguna otra cosa,
sino que todo, tan sólo, cuando otras cosas lo favorecen y se lo permiten.”

“Lo bello es un gran liberador de otras esencias.”

“El espíritu no puede existir sino en la materia, y la materia no puede


interesarse en sus formaciones y fortunas más que creando un espíritu que
pueda observarlas y celebrarlas.” Este pensamiento comulga con aquel otro
anónimo que dice que “un físico es el medio que tienen los átomos de estudiar
a otros átomos.”

“La existencia es una victoria momentánea de la esencia: una victoria sobre la


materia, en el sentido de que la materia, que podría haber tomado cualquier
otra forma, cobra esta en particular y se queda girando en torno de ella, como
si estuviera fascinada.”

“Sólo un alma apasionada puede ser verdaderamente contemplativa. La


recompensa del amante, que también lo purifica, es descubrir que, al creer
que amaba algo de este mundo, estaba profundamente equivocado. Todos se
esfuerzan por poseer; tal es el instinto animal del que todo pende; pero la
posesión deja al verdadero amante insatisfecho: su alegría estriba en el
carácter de la cosa amada, en la esencia que revela, tanto si está aquí como si
está allí, si es ahora o fue entonces, si es la suya o la de otro. Esta esencia (...)
para la contemplación es el objeto entero del amor y lo único que se gana con
amar.”

“Tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros, el flujo de la materia, en


medio de un cenagal de desperdicios y caos, es rico en armonías transitorias;
y este mundo es verdaderamente milagroso, en el sentido en que cualquier
mundo existente estaba destinado a serlo (...). No obstante, las formas que las
cosas cobran o sugieren, son más claras, interesantes y bellas que su sustancia
o sus causas. Sería una lástima que el abuso de la lógica endureciera el
corazón de los hombres para con la poesía, y los convirtiera en enemigos de
su propia vida intelectual. A los metafísicos, en su impaciencia de las puras
esencias, que son su alimento asignado, hay que echarles la culpa de este
malentendido: insisten en que su clarividencia es conocimiento histórico o
físico; pero esta pretensión no sólo no se refuta fácilmente, sino que es
indigna de su vocación contemplativa. Esta expresamente lleva sus
pensamientos más allá de los accidentes de la vida, y los eleva a la comunión
con otro reino del ser, más afín al espíritu, puesto que allí una variedad
infinita, una ilimitada libertad, coincide con la paz, y la posesión con la
seguridad.”

III.

Inútil continuar escogiendo. Obra maestra de lectura recomendada a todo


filósofo.

––––––––––––––––

Nota Bene. En su última gran obra, Dominations and Powers, Santayana


vuelve a recordarnos que la materia es la base de la vida y que la
espiritualidad (contemplación gozosa de esencias) es nuestra herramienta
para lograr la alegría y la libertad (Charles Scribnerʼs Sons, New York, 1951,
Augustus M. Kelley Publishers, 1972, pp. 34-35; mi traducción): “Hay por
tanto un completo cosmos, una completa red de persistente orden,
presupuesta en la existencia del espíritu. Y es, por así decirlo, una doméstica
tentación para el espíritu el adorar ese orden parental [i.e. como en Spinoza y
su Deus sive Natura sive substantia y su correspondiente a m o r D e i
intellectualis], e idealizarlo falsamente, como si fuera un orden moral [i.e. que
es lo que hace Spinoza al igualar virtud con potencia (Ética, IV. Def. 8)],
designado para producir y proteger el espíritu humano. Aquí es donde el caos,
debajo y dentro de todo orden, aparece y salva al espíritu de la idolatría. No:
el orden de la naturaleza es cruel al espíritu; juega con el espíritu como un
gato con un ratón. Y, a través de esta cruel disciplina, desencanta al espíritu,
le absuelve de amar la existencia, de la creencia en el tiempo y el trabajo, y le
enseña a ser libre, a engrandecer su amor para con una completa jerarquía de
perfecciones, para con todas las ordenadas cosas en las que el imparcial caos
está preparado para surgir. De modo que por ese mismo desorden por el cual
el espíritu está atormentado y mortificado, éste se desteta, se emancipa, se
dirige a un reino del ser donde ningún caos es posible, porque allí todas las
esencias son inviolables y perfectas según su naturaleza; aun así ningún orden
es hostil a otro orden, ninguna belleza a otra belleza [i.e. al contrario de lo que
ocurre en el reino material].” Sobre la consciencia humana desde el punto de
vista Santayaniano, véase el reciente libro (2015) Narrative Naturalism de
Jessica Wahman; sobre la espiritualidad en Santayana como algo totalmente
diferente a la vida espiritual religiosa (cristiana, budista, panteísta, islamista,
hinduista, etc.), es decir, como una actividad contemplativa en la consciencia
humana (“awareness detached from concern ... from desires .... More
precisely, however, spirituality is awareness detached from values”), véase el
reciente libro (2015) The Ethics of Detachment in Santayanaʼs Philosophy, de
Michael Brodrick. En español sobre Santayana para el amplio público no
especializado, se recomienda el libro de Giuseppe Patella Belleza, Arte y Vida:
La Estética Mediterránea de George Santayana (2001, 2011).

“Spirituality, then, lies in regarding existence merely


as a vehicle for contemplation, and contemplation
merely as a vehicle for joy.” –Santayana,
Soliloquies in England (1922: 228).

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