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Libro Inteligencia Estratégica de Sherman Kent
Libro Inteligencia Estratégica de Sherman Kent
Libro Inteligencia Estratégica de Sherman Kent
INTELIGENCIA
ESTRATÉGICA
EDITORIAL PLEAMAR
Traducción de:
Juan Carlos Saint-Lary
1° Edición, 1966
2° Edición, 1967
3° Edición, 1981
4° Edición, 1986
© EDITORIAL PLEAMAR
CORRIENTES 1994 – 1” Piso – Buenos Aires
S.K.
Septiembre 1 de 1950.
Parte Primera
LA INFORMACIÓN ES CONOCIMIENTO
CAPÍTULO I
LA INFORMACIÓN ES CONOCIMIENTO
1. El Apéndice I ofrece una breve discusión sobre todos los tipos de información, separados unos de otros en dos cartillas,
e intenta demostrar el interparentesco entre los tipos de llave.
3. Para ciertos puntos llave del mundo, el Servicio Extranjero reconoce la necesidad de un adiestramiento especial y los
oficiales que allí se envían podrían considerarse como oficiales de inteligencia, en cierto sentido de la palabra. La
mayoría de ellos, sin embargo, podrían no contar, entre sus deberes, con el de la inteligencia en ese sentido.
sola debe producir de la nada y mediante la búsqueda la prodigiosa cantidad de datos que
debe procurar tener siempre a mano. El aclarar este punto, sin embargo, no excluye en
ningún sentido la parte, extremadamente importante, del total que la inteligencia produce
por sí sola y por su cuenta. Parte de ese total es confirmatorio necesariamente; parte es
suplementario o complementario de lo que ya se posee; parte es completamente nuevo y
vital y no necesita mayores aclaraciones. Parte no sólo es nuevo y vital, sino que es
material que en realidad no podría conseguir ninguna agencia, más que la inteligencia
misma. Todo ello, más el tiempo y las diestras organizaciones de inteligencia empleadas en
su apreciación, análisis y tabulación, forman el contenido substantivo de nuestra especial
categoría de conocimiento.
CAPÍTULO II
CONTENIDO SUBSTANTIVO:
Una tabla de contenido sólo constituye un esqueleto del asunto; no revela el carácter
y medida de los tejidos que lo recubren. Considérese, como apreciación del detalle en un
manual de esta suerte, la clase de conocimiento que hay detrás de algunas de las simples
enumeraciones.
Tómese por ejemplo el capítulo sobre “habitantes”. Se encuentran allí hasta las más
pequeñas apreciaciones sobre la población: cuadros de edad, sexo, grupos, distribución
regional y demás. Cuando uno reflexiona que pocos Estados del mundo dedican a sus
estadísticas vitales el esfuerzo que nuestros encargados de censos dedican a las nuestras y
que aún las cifras relativamente seguras en esos Estados resultan sólo después de una labor
enorme, comprende la importancia y tal vez la magnitud de la división de población y
caudal humano de la información estratégica. En el estudio en cuestión se encuentran
también secciones sobre estructura social e idiosincracia social, con análisis de los
agrupamientos sociales, grupos étnicos, grupos de minoría, grupos religiosos, clubes,
logias, sociedades secretas, etc. Y qué sienten esos grupos y sus miembros sobre Dios, la
educación, la piedad filial, la higiene corporal, el capitalismo, el amor, el honor y el
extranjero. Allí se encuentran las secciones sobre bienestar público, educación y la opinión
pública media.
Tómese el capítulo sobre “transportes” y considérense los detalles presentado con
cada sistema de transporte. La sección caminos comienza con un mapa de la red caminera;
luego sigue una descripción, kilómetro por kilómetro, de las rutas principales, con
observaciones sobre superficie, anchura, declives, curvas, terraplenes, desviaciones, cortes
y puentes; luego se brinda una apreciación general de la ruta en cuestión. Todos estos
datos, al parecer interminables, han sido recopilados para permitir al proyectista principal y
su especialista en transporte, hacer los siguientes cálculos: ¿Cuál es la velocidad máxima
que el vehículo más grande y más pesado puede mantener sobre el camino desde A hasta B
y cuántos de estos vehículos pueden pasar sobre el camino a esa velocidad antes de que el
camino (y en consecuencia, los vehículos) comienza a desintegrarse?
De modo similar, se produce con las vías férreas. Aquí también la trocha, el
número de vías y las rutas (en la llanura) son descriptas en mapas generales y de detalle;
además, en un diseño de perfil se brinda la que podría llamarse la dimensión vertical de la
ruta. Un perfil bien diseñado brinda más ilustración que datos sobre los declives; puede ser
(y con frecuencia lo es) una especie de mapa de kilómetro por kilómetro, terminales,
talleres, etc. Junto con los mapas y perfiles hay una profusión de otros datos: subdeclives,
balasto, características de las travesías, peso y longitud de los rieles, unión de rieles,
sistemas de señales y disponibilidades; también un inventario sobre los tipos de
locomotoras y “stock” rodante. Reunido todo ese material, los proyectistas poseen los
datos necesarios para calcular la capacidad de la línea férrea, qué deben buscar en el sentido
de fuerza motriz suplementaria y coches si es que se dispone a utilizar esa línea y cuáles
son los problemas de mantenimiento. Si no posee esos datos, la información estratégica ha
fallado.
Respecto a los puertos, existe otra clase de datos: área de aguas protegidas,
profundidad del agua (a las ordinarias mareas de primavera y estando el agua baja), diques
y profundidad del agua a los costados de los diques, grúas en los diques, medios de
transporte para despejar los diques y la zona portuaria, depósitos y facilidades de
almacenaje del puerto, situación local del estibamiento, medios de reparación, etc. Todo
esto y muchas cosas más – todas ellas en detalle - deben conocerse antes de poder planear
el uso efectivo del puerto que se ha proyectado capturar intacto y destinado al propio uso.
Muchas de estas cosas pueden descubrirse con facilidad; otras no se conocen, porque nadie
ha podido preguntar adecuadamente y otras son también imposibles de hallar o se
encuentran fuera del alcance de la responsabilidad de la información estratégica.
Por ejemplo, el oficial de transporte responsable del desembarco de nuestros
hombres y equipos en el puerto de Argel inmediatamente después del asalto, estaba bien
provisto de los más detallados informes sobre ese puerto, pero la información le falló en
dos aspectos por lo menos. No se le dijo que virtualmente cada yarda cuadrada del espacio
en los diques estaba bloqueada con enormes barriles de vino e igualmente grandes e
incómodos fardos de paja. Antes de que pudiera descargar sus propios elementos, debió
preparar un espacio libre para ellos. Fue este un caso de contingencia no prevista. La otra
falla es más difícil de excusar. Uno de los deberes del oficial de transportes era cuidar que
cierto número de aviones de combate fuera descargado y trasladado hasta cerca del
aeródromo de Maison Blanche en el menor tiempo posible. Si hubiera podido tener la
seguridad de que aviones completamente armados de ese tipo hubieran podido ser
desembarcados, hechos correr a través de los diques, sacados de la zona del puerto y
lanzados a la carretera, los habría cargado en la cubierta listos para volar. Pero no estaba
seguro respecto a la anchura de las calles a lo largo de su posible itinerario, de modo que
les hizo quitar las alas. Si la información se hubiera anticipado a un caso tal o si hubiera
recibido informes al respecto, el oficial hubiese tenido respuesta a su duda, ahorrándole
tiempo, porque por lo menos una de las rutas demostró ser lo suficientemente amplia para
la empresa.
Tómese el capítulo sobre los establecimientos militares en existencia. Dando por
sentado que las fuerzas en existencia no constituyen un índice muy seguro del potencial
bélico, 4 hay cierta ventaja en conocer qué existe
4. Esto se discutirá en el capitulo IV, en los aspectos especulativo-evaluativo de la información.
como núcleo de poder militar y el capítulo en cuestión intenta describir precisamente eso.
Describe los componentes de las fuerzas formadas. A grandes rasgos, los más importantes
de esos componentes en el aspecto físico son: el número de hombres bajo las armas; su
distribución entre las tres fuerzas: fuerzas terrestres, fuerzas aéreas y fuerzas navales; su
organización táctica y administrativa; la cantidad y calidad de su equipo, grande y pequeño;
el inventario de armas de acuerdo al tipo y “performance”, las defensas fijas; inventario de
aparatos aéreos y acorazados según su tipo y “performance”; la naturaleza de las
instalaciones militares: arsenales, campos de aviación, estaciones de reparación, astilleros,
etc. y la naturaleza de su abastecimiento, auxilios y servicios médicos. En el aspecto no
físico, hay otros amplios componentes: métodos y normas de reclutamiento; métodos y
extensión de los adiestramientos; experiencia bajo las armas y experiencia en combate;
cantidad y calidad de oficiales; calidad del trabajo de estado mayor; la identidad de los
oficiales importantes; la naturaleza y fuerza de la tradición militar; el grado de estima en
que tiene la nación a sus fuerzas armadas. Todas estas cosas se agrupan en dos
concepciones intangibles: pericia militar y moral. Si los rasgos hubieran sido un poco más
detallados, esta enumeración hubiese sido muchas veces más larga.
Por ejemplo, téngase en cuenta un solo de los pequeños puntos en la anterior
enumeración de factores mayores: el campo de aviación operativo. Respecto a él, existen
infinidad de cosas que deben saberse. Ante todo, debe ser analizado desde el punto de vista
siguiente: cómo podría utilizarlo un enemigo en potencia y cómo serviría a sus propósitos;
cuál es su ubicación exacta en el mapa y su ubicación con respecto a otros campos y
centros de abastecimiento; cuál es su elevación sobre el nivel del mar; con qué facilidades
de abastecimiento cuenta (su lugar en la red de transporte y comunicaciones, en la red de
energía eléctrica, el carácter de sus talleres y hangares, barracas, sus instalaciones de
almacenaje de lubricante y combustible, sus facilidades para el almacenamiento de
municiones); qué clase de aparatos se pueden acomodar en él y cuántos (longitud y tipos de
las pistas y caminos para coches, cercos, torrecillas de señales y zonas de dispersión); qué
riesgos presenta para la navegación aérea (clima, tiempo, montañas y otros obstáculos
naturales, cables eléctricos); qué medios posee para la protección de las posiciones
antiaéreas y las instalaciones de humo.
En segundo lugar, este mismo campo podría ser analizado desde el punto de vista de
su predisposición para el ataque. En este caso, son aún aplicables muchas de las
características anotadas más arriba; pero hay también algunas nuevas, de las cuales son las
principales: cuáles son sus características de identificación observadas desde el aire, qué
cantidad y clase de enmascaramiento se utiliza o puede preverse, qué grado de
vulnerabilidad tienen sus instalaciones hechas por el hombre y qué grado de recuperación
en caso de ser sometidas a un bombardeo aéreo.
Tercero, podría ser analizado desde el punto de vista de su uso por parte de quien lo
captura, en caso de ser capturado. Este análisis demandaría una cantidad aún mayor de
datos minuciosos sobre el inventario de equipo. Sería importante saber si los talleres de
máquinas, de ser tomados intactos, podrían servir para la reparación de los propios
aparatos. Si no sirvieran, qué modificaciones habría que hacerles. Cuando se han reunido
los datos suficientes como para responder a esas preguntas y muchas más, con respecto a
todos los campos de aviación militares del país, se ha completado este fragmento del
capítulo sobre instalaciones o piezas mayores del armamento, tales como bases navales,
arsenales, acorazados y nuevamente el conocimiento reunido para responder a las mismas
en una parte del contenido de la inteligencia estratégica.
Esperemos que las líneas que anteceden indiquen el fin, profundidad y carácter de
una compilación de conocimientos que deben servir a cierto aspecto del arte bélico. Antes
de pasar revista a las enciclopedias de la estrategia de tiempo de paz, me agradaría indicar
el carácter substantivo de otros tres aspectos de la información estratégica de tiempo de
guerra, de la categoría descriptiva: la información de bombardeo aéreo estratégico, de
guerra política y económica y de gobierno militar.
1. Bombardeo estratégico.
El punto crítico del bombardeo estratégico (dando por sentado que se posea una
fuerza aérea que puede alcanzar el blanco y bombarderos que puedan batirlo) es la
selección del objetivo. Asumiendo urgencia en la dimensión tiempo, uno debe tratar de
escoger esos sectores de la maquinaria bélica del enemigo, cuya destrucción debilite más
significativa, rápida y permanentemente su poder de choque en la línea del frente. Como
podría haber varios de dichos sectores y como no todos ellos pueden ser destruidos en solo
“raid” (aun efectuado con la bomba atómica), uno debe no sólo identificar esos blancos,
sino disponerlos en orden de importancia. La cuestión de la identificación de objetivos y
sistemas de objetivos, en términos de lo que su pérdida significaría para el poderío enemigo
y la cuestión de establecer la prioridad de su destrucción, se describirán en forma adecuada
en un capítulo posterior, donde trataré de los aspectos especulativo-evaluativo de la
información estratégica. Pero tanto antes como después de esta importante operación
evaluativa, hay otras dos que participan grandemente de la descriptiva.
Los objetivos que se persiguen constituyen, en esencia, las zonas vulnerables de la
forma en que el enemigo hace la guerra y mantiene una sociedad funcionando y estas zonas
más vulnerables no pueden ser elegidas de entre las menos vulnerables hasta no tener un
amplio y copioso conocimiento sobre el íntegro medio de vida enemigo y su íntegro modo
de hacer la guerra. De ahí que, mientras la enciclopedia del que planea el bombardeo
estratégico no necesita incluir en detalle todos los datos necesarios para la fuerza terrestre
(tales como geografía estratégica y salud pública), se superpone a esta enciclopedia en
algunos puntos y aun en otros va más allá. Para el bombardeo de una Alemania o un Japón,
debía describir la economía nacional como si la descripción fuese destinada al uso de Funk
y Speer o de Ishibashi y Fugiwara; debía alcanzar hasta los cánones de las instituciones
sociales como para servir a Himmler y Goebbels o Konoye y Tojo. Antes de que los
aviones salieran en su primera misión de destrucción sistemática, los que planeaban el
bombardeo de Alemania debían poseer un amplio conocimiento sobre la producción de
cojinetes de bolilla, de goma sintética y de combustible.5
5. Véase el “Informe completo” y el “informe sumario” de la Inspección de Bombardeo Estratégico de Estados Unidos
(guerra europea) (Washington G.P.O., setiembre 30 de 1945) y el ”Informe sumario” de la Inspección de Bombardeo
Estratégico de EE.UU.
(guerra del Pacífico) (Washington, G.P.O. julio 1 de 1946).
Más aún, antes de haber decidido que esos sectores de la economía eran aquellos cuya
destrucción produciría el más significativo, rápido y permanente debilitamiento de la
capacidad bélica de Alemania, tuvieron que adquirir un extenso conocimiento sobre otros
sectores. La decisión de enviar los B, 29 contra la aviación japonesa, las fábricas de
motores, arsenales, plantas electrónicas, refinerías de petróleo y por fin contra las
concentraciones de población urbana, estaba respaldada con un “stock” similar de
conocimiento enciclopédico.
Una vez señaladas las vulnerabilidades estratégicas y establecido el orden de
prioridad en el ataque, se requería un conocimiento más descriptivo para efectuar el ataque.
Nuestros bombarderos debían bombardear estructuras materiales hechas por el hombre,
estructuras que el enemigo trataba con todas sus fuerzas de ocultar al conocimiento, a las
cámaras y a la vista. La determinación de su ubicación exacta, la facilidad con que podían
ser reparadas y demás, constituían, aún más un conocimiento descriptivo, del cual la
información estratégica era, en parte, responsable. Y digo en parte, porque otra parte del
trabajo correspondía a la inteligencia operativa.
y las armas portátiles y los instrumentos para los asesinos, las guerrillas y las formaciones
paramilitares.
Los instrumentos de la guerra económica son simples y casi puros, en comparación.
En una palabra, consiste en la zanahoria y el garrote como el cuento del burro o la política
del gorro y de la persuasión. Traducidos a términos más o menos técnicos, incluyen: el
bloqueo, la congelación de fondos, el “boicot”, el embargo y la lista negra por un lado; los
subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales
por otro.7
Antes de que puedan efectuarse los cálculos de riesgo, aplicación de esfuerzo y
probable eficacia del ataque, deben ser comprendidas todas las fases de la política, la
sociedad y la economía, apreciadas sus vulnerabilidades y seleccionados los métodos de
aplicación. Una guerra política tan mortal como la que los alemanes emplearon en Europa
antes y después de la iniciación de las hostilidades y como la que los japoneses aplicaron a
la Esfera de la Prosperidad del Asia Oriental estaba basada en la vigilancia e investigación
más cuidadosas y minuciosas imaginables. La seguridad, destreza y
7. Véase The Hidden Weapon: The Story of Economic Warfare (El arma oculta: La historia de la guerra económica), de
David L. Gordon y Reydon Dangerfield. (Nueva York 1947).
oportunidad con que esparcían y activaban este grupo disidente y con que aumentaban la
preocupación y aprensión creada por aquel otro; con que agravaban esta presión y aquel
apretón; con que confundían a un determinado grupo de oficiales transtornándolo; con que
barrían a un país introduciéndolo dentro de su propia órbita económica o llevando a otro
virtualmente a la bancarrota, sólo era resultado directo del conocimiento descriptivo que
habrían preparado para ese uso las operaciones de la información.
3. Gobierno militar
8 Editado por el Departamento de Guerra como FM 27-5 y el Departamento de Marina como OPNAV 50-E-3, con fecha
22 de diciembre de 1943. P.1.
CAPÍTULO III
CONTENIDO SUBSTANTIVO:
Las páginas precedentes se han referido a un conocimiento sobre gentes y cosas tal
como estaban o eran en un momento determinado. El fenómeno de vida que aparece en las
formales enciclopedias puede considerarse como congelado en un instante de su transcurso.
Una acumulación de datos como la que se ha descripto, podría ser virtualmente toda la
información estratégica necesario si no fuera por ele elemento de movilidad en los
acontecimientos humanos. Sin embargo, el hecho es que, prácticamente, nada de lo
conocido para el hombre, permanece completamente inmóvil, y que la característica más
importante de la lucha del hombre por la existencia es el cambio. El conocimiento
adquirido para llenar las exigencias de la gran estrategia debe siempre tener en cuenta ese
elemento cambio. El mantener o seguir la pista de las modalidades de la mutación, es la
función de la inteligencia estratégica en su fase “informativa corriente”.
Antes de embarcarnos en un análisis de las áreas de la actividad humana en las
cuales ocurre el cambio y donde la inteligencia debiera notar esos cambios, es necesario
señalar el hecho de que las sendas por las cuales se mueve la mutación son muy bifurcadas
y que existen muchas clases de cambios o mutaciones. Por ejemplo, tienen tanta
importancia el sabe que el poderío militar de un enemigo en potencia es desmovilizado,
como el saber que es reorganizado o simplemente reorientado en torno a una nueva arma o
a un nuevo concepto táctico. Tan importante es saber que el nivel de prosperidad de una
nación amiga se está elevando, como el saber que disminuye. El saber que se ha
establecido un gobierno amistoso en una país hasta entonces hostil, reviste tanta
importancia como saber que ha caído un gobierno amistoso en un país amigo hasta el
momento de dicha caída. En realidad, a veces es más importante saber la dirección del
cambio, que los términos absolutos de cantidad, extensión, efecto, etc. De ahí que el asunto
de la dirección, sin caer estrictamente dentro de los límites del contenido, sea uno de los de
más alta significación.
Si la fase informativa de la inteligencia es hacer el trabajo, ¿en qué zonas
específicas de la actividad humana debe observar el cambio y señalarlo? O, puesto en otras
palabras, si una parte muy importante de la información es la observación de los desarrollos
(vigilancia) día a día ¿qué fenómenos deberán ser puestos bajo vigilancia?.
Hay dos caminos para acercarse a la respuesta de esta pregunta. Uno sería hacer
una lista de las zonas de acuerdo a su prioridad conocida o prevista, en el interés de la gran
estrategia de ese país. Si fuera adoptado este método, el primer punto de observación, en el
año 1949, para Estados Unidos, hubiera sido necesariamente dirigido hacia un programa de
investigación atómica en una nación extranjera, hacia instrumentos bélicos biológicos y
químicos o hacia el éxito o fracaso del Movimiento Comunista Internacional. El segundo
método se dirigía hacia los cambios producidos en las instalaciones armadas del mundo o
en el bienestar económico mundial o en la estabilidad política mundial o en su fervor moral
hacia la justicia. Se necesitaría un hombre muy duro para establecer estas prioridades, y
tengo la sensación de que la lista resultante no tendría ni el alentador elemento de la
certeza, ni la confortante cualidad de la lógica.
El segundo camino de acercamiento a un análisis de contenido, se seguiría de
acuerdo a algún canon establecido y lógico de humanidad y actividad humana... lo cual
sería volver a caer en las viejas rúbricas en las que los hombres que profesan las ciencias
sociales han utilizado durante décadas. Este método tiene la ventaja del orden lógico, pero
se corre el riesgo de sumergir asuntos importantes en un cenagal de asuntos sin
importancia. Pero como el objeto de este capítulo era explicar la sustancia de un elemento
de la inteligencia estratégica y no servir como exhortación a las agencias de inteligencia
operando en la actualidad, adoptaré el método posterior y seguiré sus subdivisiones
formales.
1. Personalidades
2. Geografía
3. Militar
4. Económica
11. Es difícil decir y tal vez inútil tratar de decidir si asuntos tales como la pintura marina anticorrosiva, la atabrina,
elradar, el uso del plasma sanguíneo y gran número de cuestiones similares, pueden agruparse bajo el encabezamiento
Militar o algún otro. Tal vez su correcta ubicación podría hacerse de acuerdo al grado de secreto en que sus poseedores las
mantengan. Claramente parece que cosas muy reservadas como el espionaje y el contraespionaje, corresponden a esta
subdivisión.
5. Política
6. Social
Tal vez, el más importante de los fenómenos sociales que el elemento informativo
debe vigilar, es el de la población. Y debe vigilarlo en todos sus aspectos: su aumento o
disminución sus promedios de crecimiento y disminución, los cambios en los grupos de
edad, sus grupos de ocupación y sus grupos consumidores. Debe vigilar los cambios de
distribución entre ciudad y campo, entre región y región. Debe tomar nota de las
migraciones dentro del país y de las emigraciones y, hasta que el tiempo y la residencia
permanente las afinque, debe mantener un ojo de águila sobre las personas desplazadas.
Habrá también cambios en la estructura social que están ascendiendo hacia una posición
eminente social y económica? ¿Qué grupos o clases de grupos están descendiendo? ¿Cuáles
son los desarrollos dentro de ese elemento particular de la población, conocido como
“fuerza de trabajo”? El elemento informativo de la inteligencia debe mantenerse al tanto de
sus cambios en tamaño y estructura y, sobre todo, debe vigilar cómo se está organizando y
bajo qué directivas para su lucha con los patronos.
¿Qué ocurre con los miembros de la Iglesia, quién entra a formar parte de clubes y
qué clase de clubes son estos, quién funda nuevas logias, sociedades secretas y
cooperativas? La inteligencia en este aspecto, debe también saber gran número de otras
cosas sobre la sociedad, tales como cambios en los medios de vida, desarrollo de nuevas
viviendas, cambios en la economía doméstica y en las diversiones familiares. Debe
mantenerse al tanto de los cambios de gusto, maneras y modas. Debe seguir el programa de
las instituciones educativas de todos los niveles y preocuparse casi tanto por el cambiante
contenido de los textos de historia elementales, como por el de los cambios en las
asignaturas de las escuelas superiores y profesionales. Debe ocuparse de la política
gubernativa hacia la educación en todos sus aspectos y de los cambios de relaciones entre
organizaciones gubernativas y organizaciones no gubernativas, tales como iglesias,
asociaciones de comercio, clubes y sociedades. Debe enterarse de los cambios de
relaciones entre los grupos minoritarios dentro de los grupos culturales, sociales y
económicos, y debe vigilar los cambios que se produzcan en los estatutos y leyes, que a su
vez cambian el curso del comportamiento humano a través de la población.
7. Moral.
Dentro de la amplia escala del asunto moral, el elemento informativo debe observar
los cambios producidos en las doctrinas básicas de vida: el aumento o disminución de la
religiosidad, del patriotismo o del nacionalismo, de la fe y la confianza en el orden reinante
y en los mitos nacionales. Debe conocer los cambios en las actitudes populares hacia la
limpieza privada, el partido gubernamental, el matrimonio civil, la educación, los derechos
de las minorías, adiestramiento militar universal, etc., para nombrar algunos de los puntos
más importantes.
8 Científico – técnica
Como gran parte del mundo futuro será producto de la ciencia y la técnica, el
elemento informativo debe vigilarlas con particular atención. Debe saber acerca de
cualquier desarrollo que pudiera ser importante o significativo para las consideraciones de
la política extranjera, en las matemáticas, la física, la química, la zoología, la geografía, la
oceanografía, la climatología y la astronomía. Debe saber qué ocurre en el mundo de las
ciencias sociales. ¿Qué hacen o descubren los estudiantes de sociología, economía,
psicología, geografía, leyes, historia? ¿Qué nuevas ideas están desarrollando, que algún día
puedan tener la influencia de los descubrimientos de un Locke, un Rousseau, un Darwin, un
Pavlov, un Freud o un Haushofer? ¿Qué está sucediendo en las escuelas de medicina y en
las clínicas, cuáles son los nuevos diagnósticos, las nuevas medicinas y los nuevos
tratamientos? ¿Qué sucede en el terreno de las telecomunicaciones: el teléfono, el telégrafo,
el cable submarino y, sobre todo esto, la radio? ¿Qué ocurre en el mundo de la cartografía?
¿Qué nuevas zonas del mundo y qué nuevos fenómenos de vida se asientan en el mapa?
¿Qué viejas teorías están siendo aplicadas a nuevas empresas, qué nuevos usos pueden
darse a los materiales viejos? Todo eso, o parte de eso, ¿es aplicado a los armamentos?
¿Cómo?
Los parágrafos precedentes cubren una parte enorme de las continuas actividades
humanas. Los he escrito con la intención de dar idea de las dimensiones del asunto y no
como exhortación a los informadores de la fuerza de vigilancia u observación, para
mantener cada pulgada cuadrada del mismo bajo una activa y constante observación. Debe
tomarse como un intento por describir muchas de las reales y muchas de las potenciales
responsabilidades de la función informativa. La pregunta que enseguida surge, es esta:
¿qué fragmentos de este todo enorme deben, en realidad, ponerse y mantenerse bajo
examen? No existe una respuesta categórica. La única respuesta es la que podría darse en
forma de un diferencial, a saber: sólo aquellos fragmentos que son positivamente
apropiados o relativos a problemas nacionales actuales y a otros problemas que podrían
surgir. Los primeros a encararse deben ser aquellos asuntos de probada importancia
nacional, que variarán de país a país y de época en época.
Por ejemplo, lo que ocurre en la Confederación General Francesa del Trabajo, en el
Politburó, en el Sionismo, en el gobierno de Perón, en el gabinete filipino, en las minas de
uranio de Joachimstal (Checoslovaquia), en el Instituto Pasteur, es de mayor significado
nacional que la extensión del ferrocarril de Ouagadougou, el nuevo presupuesto mejicano o
los cambios en los índices de analfabetismo de China. Sin embargo, esto no quiere decir
que asuntos que en determinado momento carecen relativamente de importancia – como los
últimos que hemos mencionado – no puedan algún día, y en otras circunstancias, merecer
prioridad. Ni quiere decir que todos los asuntos de primera o aun de secundaria
importancia, deben ser identificados por alguna simple regla de sentido común, tal como la
regla de “interés nacional” que he dado. Tal vez, la dificultad mayor con que debe lidiar la
fuerza de inspección al efectuar la función informativa, no es precisamente la acumulación
de conocimientos sobre problemas presentes o previsibles, sino el mirar hacia el futuro y
tratar de identificar los asuntos que algún día se convertirán en problemas.
A medida que el elemento informativo efectúa su tarea, añade, constantemente,
frescura al contenido del elemento descriptivo básico. Más que eso, porque al mantener el
conocimiento estético al día, mantiene también extendido un puente entre el elemento
descriptivo y lo que he llamado el elemento especulativo-evaluativo, un puente entre el
pasado y el futuro.
CAPÍTULO IV
CONTENIDO SUBSTANTIVO:
3) EL ELEMENTO ESPECULATIVO-EVALUATIVO
12. Uno de mis críticos ha formulado severas objeciones al uso que doy a la palabra estatura. Como purista, ha señalado
correctamente que no concuerda completamente con el papel dinámico que le he asignado, es decir que se trata de una
palabra más inmediatamente relacionada con el éxtasis que con la acción. Mi respuesta es que los usos contemporáneos
permiten una expresión tal como “la estatura de la diplomacia británica”, porque se designa algo más que su altura, peso y
circunferencia. La estatura diplomática incluye el tacto, el poder de persuasión, la inteligencia y la sapiencia, tal como se
manifiestan en una mesa de conferencia o en cualquier otro lugar. Estatura, en este sentido, es el poder latente, cuya
entrada en el campo diplomático convertirá en poder dinámico.
Ejercer en una situación internacional en la cual Estados Unidos tenga un gran interés
estratégico. Esta es una declaración muy amplia; y no lo es por inadvertencia. Por ejemplo,
por situación internacional quiero decir cualesquiera de las diferencias de opinión,
malentendidos, disputas – menores o mayores -, que pueden producirse entre estados
independientes y que tienen una relación remota o inmediata con la seguridad mundial. Me
refiero a cualesquiera de las dislocaciones en las relaciones entre estados del mundo que,
por su naturaleza, pueden tener un efecto adverso sobre la seguridad y bienestar material de
Gran Frusina. Dad la unidad del mundo contemporáneo, existirán pocas situaciones a las
cuales Gran Frusina pueda desdeñar, por no estar relacionadas con su seguridad y bienestar
y sí muchas, en las cuales ejercerá alguna clase de influencia. Por influencia, quiero
significar la influencia ejercida a través de cualesquiera de los instrumentos que los Estados
emplean en tiempos de paz o de guerra; la influencia ejercida por medio de la persuasión, la
propaganda, las amenazas políticas y económicas, los alicientes y los castigos; por medio
de actos de represalia (en el sentido no técnico); amenazas de hostilidad y la guerra misma.
La estatura estratégica es, por lo tanto, la suma total de los medios, suaves y rudos, que
posee Gran Frusina, a lo cual debe agregarse su voluntad de emplearlos y su pericia en
usarlos.
Para alcanzar la estatura estratégica, hay cierto número de cosas que deben saberse
y, la primera de ellas, es la “situación objetiva” probable, 13 en la cual podría esperarse que
Gran Frusina ejerciera influencia o peso. Existen, por lo menos, dos elementos que en una
situación objetiva pueden hallarse siempre presentes: son el elemento geográfico y el
elemento tiempo. Existen otros elementos que tienden a diferir de una situación a otra.
Citar varios al azar, con fines ilustrativos, sólo sería hacer una lista de cosas intangibles,
tales como el grado de gravedad real o imaginaria de la situación y la apreciación popular
de la gravedad por parte de la nación de Gran Frusina; el grado de aceptación de sacrificios
que debe hacer la nación para liquidar la situación; qué aliados tendrá, es decir ¿con qué
amigos puede contar Gran Frusina para soportar la situación y con qué apoyo y con qué
amigos puede contar el enemigo de Gran Frusina?.
13 Por “situación objetiva” designo la situación tal como existe en el sobreentendimiento de la existencia de algún Ser
omnisciente hipotético. Me refiero a la situación matizada con las características subjetivas con que un observador
humano y con prejuicios, la adornará casi con certeza. Utilizo la palabra “probable”, porque considerando que el
conocimiento de la situación objetiva es altamente deseable, cualquier Ser no omnisciente (por ej. Un frágil ser humano)
probablemente no puede jamás comprender el verdadero hecho objetivo. Él debiera, sin embargo, esforzarse aunque ello
duela.
Los constantes y variados elementos de la situación descriptos más arriba, a menudo, de
primordial importancia. Es decir, que la posición geográfica de los contendientes, el
tiempo, las fuerzas que pueden comandar y las probables coaliciones, pueden imponerse, y
la situación ser liquidada de acuerdo con ellos14. Pero se produce muchas situaciones en las
que no dominan esos elementos y en estos casos existen otros dos elementos,
extremadamente importantes, que deben conocerse antes de poder empezar a medir la
estatura estratégica de Gran Frusina.
La primera de ellas es el peso, aplicación y eficacia de los instrumentos no militares
de política y estrategia de Gran Frusina. La segunda, es lo que la gente ha llamado el
potencial bélico de Gran Frusina. Analicémosla una por una.
Por instrumentos no militares de Gran Frusina se designa el grado de presiones, con
excepción de la gran presión de las operaciones militares, que van desde el simple acto de
enviar una formal y bien redactada nota de objeción o invitación, hasta cosas que sean
complicadas y
14. Por ejemplo, si el gobierno de Liberia se violentara con el gobierno del Paraguay (o viceversa), por cualquier razón
determinada, uno podría suponer que el Estado ofendido podría pasar cómodamente sin hacer mucho ruido al respecto. En
años anteriores y no muy lejanos, cuando los componentes soberanos del mundo estaban unidos como menos fuerza y la
proyección de poder de los Estados aún más grandes, era un proceso más lento y más complicado que el de la actualidad,
eran muy comunes las situaciones en que cada uno liquidaba sus propias situaciones.
inteligencia, es tratar de imaginar cómo será cuando se produzca. Para dar vuelo a su
imaginación, la inteligencia debe poseer gran parte del conocimiento descriptivo e
informativo que hemos discutido en los capítulos previos. Por ejemplo, debe saber mucho
sobre la estructura política y económica de Gran Frusina, sobre las tensiones políticas
internas y económicas, sobre sus relaciones exteriores y el gran plano estratégico aparente
dentro del cual opera. La inteligencia debe saber mucho sobre la geografía estratégica de
todos los partidos con respecto a la situación y debe tener alguna clase de base racional
para calcular el factor tiempo.
El personal de información debió mantener a la organización bien informada de los
desarrollos que vigilaban clandestina y abiertamente, de modo que la especulación se
iniciara desde el punto más extremo del camino y el vuelo de la imaginación tendiera hacia
la que pareciera ser la dirección más indicada.
Tal vez merezca la pena mencionar aquí que los cálculos sobre la estatura
estratégica que no están basados en alguna clase de situación anticipada imaginada o
razonablemente supuesta, no llegan a ningún resultado práctico. Es tan solo la contextura
de la situación lo que brinda base y significado a los subsiguientes elementos de la
especulación. Hablar sobre instrumentos militares y no militares sin establecer los límites
de la situación en que han de ser usados, hablar de ellos como si hubieran de ser los mismos
para todas las situaciones, carece, para mí, de sentido. No puede haber cosas tales como un
potencial nacional calculable – potencial para el logro de metas por medios pacíficos o
bélicos -, mientras los cálculos se efectúan en un vacío. Sólo cuando se ha fijado el
adversario, el tiempo, el lugar y los probables medios a emplearse, pueden tener base esos
cálculos.
Con respecto a los instrumentos no militares. Repito, el conocimiento sobre ellos se
basa en lo que la inteligencia ha podido descubrir sobre la estabilidad interior de Gran
Frusina y la fuerza y medios con que ha conducido sus asuntos internacionales en el
pasado. La información podrá suponer cuál de esos instrumentos utilizará y con qué peso y
eficacia lo utilizará, sólo cuando su conocimiento sobre Gran Frusina sea comparable al de
su propio ministro de relaciones exteriores y al de su propio jefe de Estado. La inteligencia
puede esperar poseer tal conocimiento sólo cuando haya estudiado profunda y
sistemáticamente su política, sociedad, economía y el temple moral de su pueblo y cuando
haya sido temporalmente capaz de ponerse en el fuero interno del ministro de relaciones
exteriores de Gran Frusina, observando la situación desde su perspectiva particular. Esto
es, otra vez, la clase de conocimiento de que hemos hablado en los dos capítulos anteriores.
Idealmente, es fríamente objetivo y cabal, es seguro y completo.
En la práctica, sin embargo, a menudo carece de todas esas cualidades. No importa
lo duramente que trabaje el personal de inteligencia, no importa con qué pericia y
dedicación trabajen, no pueden objetiva y realmente describir todo del modo más seguro.
Ciertos fenómenos eluden toda descripción. Tal vez son supersecretos y han sido
felizmente ocultos a la vista, como el torpedo de aguas poco profundas de los japoneses.
Tal vez allí están y siempre lo estuvieron – a la vista de todo el mundo -, para ser medidos y
anotados, pero han pasado inadvertidos por un sinnúmero de razones. Tómese por ejemplo
la pequeña colonia de italianos (nacidos en Cerdeña) que ha existido en Túnez; las playas
de cierto número de islas del Pacífico Sur; los posibles pesos por eje y disponibilidades de
los ferrocarriles balcánicos. Repito que tal vez siempre estuvieron allí y han sido descriptos
con exactitud pero ya no están abiertos a un nuevo examen y las descripciones publicadas
se han perdido. Encarada con la necesidad de proveer descripciones objetivas cabales de
semejantes fenómenos, la inteligencia no puede simplemente pronunciarse.
Inevitablemente recae en la especie de descripción que en sí misma no es más que una
pequeña especulación entre dos fenómenos conocidos y relacionados, con una deducción
pura o una secuencia derivada por analogía.
Con respecto al potencial bélico. Primero, el conocimiento sobre las fuerzas en
existencia en parte o enteramente movilizadas, podrá ser provisto por las personas que
informan sobre tales asuntos. En la organización de inteligencia, los que informan en esas
cuestiones son los agregados militares, navales y aéreos, enviados abiertamente a Gran
Frusina y a quienes se permite conocer ciertos datos sobre las disposiciones y
establecimientos militares de Gran Frusina. Gran Frusina permite esto a cambio de un
conocimiento similar sobre los países a los cuales envía sus propios agregados militares.
Naturalmente, trata de mantener en secreto algunas características de sus fuerzas armadas,
tales como las armas más nuevas, las técnicas para su uso 16 y nuevas doctrinas tácticas, que
Gran Frusina considera como un gran recurso nacional y que debe mantener oculto.
Cuando estos asuntos son descubiertos e informados, sin embargo, su descubrimiento es a
menudo el fruto de clandestinas operaciones de inteligencia. Generalmente, cada país
conoce bastante sobre las fuerzas en existencia de todos los otros países y también sobre la
mayoría de sus armas. Lo que podrán ignorar será lo relativo a armas de una naturaleza
altamente eficaz, armas que Gran Frusina ha ocultado tan bien, que ni aun a sus
16. Para ser más explícito, diré que se sabe que la URSS posee una gran habilidad en el uso de cohetes, pero se ignora
exactamente cómo los usa. Es del dominio general que Estados Unidos posee un equipo de bombardeo por radar, pero la
técnica del uso de tal equipo es considerada un secreto militar.
17. La bomba atómica constituye el caso más elocuente. Costaría un esfuerzo sobrehumano descubrir los nombres de los
hombres que sabían cuántas bombas había en existencia e igualmente difícil sería nombrar a los que saben cómo funciona
la bomba.
18. En mi opinión, el más grande error que puede hacerse en el cálculo del potencial bélico es el de confinar la atención a
los recursos y descuidar el poder del país para combinarlos, a fin de obtener un apropiado producto final. Según un
directo cálculo numérico de recursos, existe la verosimilitud de que India y China puedan convertirse en amenaza para
Estados Unidos. Ninguna conclusión podría ser más inútil.
19. Véase Estados Unidos en guerra (Wsahington, D.C. G.P.O., 1947) de la Oficina de Presupuesto de Estados Unidos,
para la más completa y la única relación oficial del proceso de nuestra movilización. Se requiere la lectura de este
documento para todos los estudiantes de potencial bélico.
*”Fat” y “slack”. No ha sido posible encontrar la traducción apropiada a nuestro léxico, sin desvirtuar lo que el autor
desea expresar. Por “Fat” interpretamos posibilidades y recursos reales.
Por “fat” me refiero a elementos tales como algunos de los que Gran Bretaña poseía
al principio de la segunda guerra mundial: extensos fondos externos, una gran marina
mercante, acceso a las necesarias materias primas y los créditos para comprarlas, sin
embarcarse en la producción corriente, un gran abastecimiento de excelente equipo al día,
un enorme existencia de artículos terminados, una dieta nacional de tres a cuatro mil
calorías por día, etc. Podría decirse que los más importantes elementos de “fat” en
Alemania existían en el exceso de capacidad de máquinas herramientas, una gran cantidad
de plantas flamantes y nuevas viviendas. Los italianos a su vez carecían prácticamente de
ella.
Por “slack”, me refiero a cosas tales como la semana de 40 horas, los 12 a 16 años
de educación para la juventud, una pequeña proporción de mujeres dentro de la fuerza
laboral, el desempleo del trabajo como del capital, la utilización sólo parcial de los equipos,
etc.
Por flexibilidad me refiero a la capacidad de la economía de convertir hojas de
arados y podones en espadas y eso a tiempo. Me refiero a la capacidad de lo técnicos para
convertir fábricas de máquinas de escribir en fábricas de ametralladoras y dedicar a los
fabricantes de alimentos a la producción de espoletas y granadas. Me refiero a la habilidad
de convertir las borras en productos sintéticos cuando las fuen
tes naturales se han secado.20 Cuando se poseen los elementos para calcular las
“posibilidades reales”, los “sobrantes” y la flexibilidad de la economía, uno se halla armado
con una especie de conocimiento básico que facilita la consecución de un conocimiento
económico ulterior.
Los ajustes dentro de la economía deben producirse a lo largo de dos líneas
principales; la economía debe producir una cantidad mucho mayor de mercancías, muchas
de las cuales son municiones y al mismo tiempo, la economía, debe brindar un “standard”
de vida tolerable para la población civil. Para el logro de ambos fines, la economía debe
ser manejada con la máxima severidad. ¿Qué debe saber la inteligencia para medir el
alcance del manejo y los resultados?.
Debe saber qué ampliaciones en el equipo capital, en los recursos de poder y en la
fuerza de
20. Como podrá imaginarse, muchos son los tipos de computadoras del potencial bélico; entre ellos hay una clase que,
constantemente, procura encontrar un punto clave en el proceso de movilización que servirá como índice en todo el difícil
proceso. Algunos de este grupo esperan hallar la respuesta a sus plegarias en la renta nacional; es, decir, que esperan
hallar el modo de correlacionar la renta nacional con el potencial bélico, de modo que cuando se conoce la primera,
también se conoce lo segundo. Otros tienden hacia las horas kilowatt. Existen varias otras escuelas. Me ha parecido, que
su descuido de otros factores generales – particularmente este factor de la flexibilidad de la economía -, hace muy
vulnerable sus conclusiones.
trabajo21 se están tramando; debe saber qué materias primas, necesarias estratégicamente, se
están almacenando, y, con respecto a los que escasean, qué éxito se está obteniendo en el
desarrollo de sustitutos.22 Debe saber con qué velocidad y eficacia se está reformando la
indus -
21. Con respecto a la movilización alemana para la segunda guerra mundial, es interesante hacer notar que hasta 1936 los nazis habían
sido hechizados por la desocupación y que habían solucionado un parte las cuestiones, ideando el “slogan”: “Kuchen, Kinder, Kirche”
(cocina, hijos, iglesia) para las mujeres. Las mujeres alemanas, ante esta exhortación partidaria, volvieron a la cocina, dejando los
trabajos libres para los hombres. Cuando comenzó la movilización, (que no se conoció como tal), en 1936, la economía podría haber
utilizado ventajosamente una mayor fuerza de trabajo; el partido no se atrevió, por razones políticas, a renunciar al “sologan” y llamar a
las mujeres a las fábricas. Ciertos tipos de economistas que rara vez se inclinan ante nada, salvo una estricta consideración económica,
pueden analizar esto con provecho, porque es éste un caso en que un compromiso político se impuso, aun cuando el mismo involucraba
una seria penalidad económica. Véase “Preparación económica y conducta de guerra bajo el régimen nazi”, por Frank D. Graham y J.J.
Scalon (Informe mimeografiado de la División Histórica, Washington D.C. abril 10 de 1946). Citado aquí o en cualquier otro lugar por
permiso escrito del editor.
22. Al prepararse para la segunda guerra mundial, los alemanes tuvieron que hacer muchos y extensos ajustes de esta clase.
Previniendo la escasez de petróleo crudo, caucho, mineral de hierro de alto grado, azufre, cobre, fibras naturales y gran número de otras
materias, hicieron una provisión de petróleo sintético, goma y fibras; desarrollaron métodos para la utilización de sus propios depósitos
de hierro de baja calidad y hallaron adecuados sustitutos para los materiales que no podían fabricar sintéticamente o almacenar. La
información aliada no estimó en toda su medida la capacidad germana para hacer todo eso. Tendía a referirse a la escasez como temas
principales en la lista de vulnerabilidades específicas alemanas. En realidad, ése no era el caso. La vulnerabilidad real existía en el
terreno del caudal humano, del cual, una porción demasiado grande, debió ser destinada a la producción relativamente ineficaz de los
sustitutos.
tria pesada, para producir en vez de máquinas de paz, las maquinarias bélicas y la liviana,
para producir espoletas de granadas, medidores de alcance, componentes del radar y armas
pequeñas. Debe saber estas cosas – hasta donde puedan ser conocidas o apreciadas – y
cientos de cosas como esas. Luego debe saber medir en qué forma se conduce el gobierno
en su parte de ajuste: cómo distribuye la materia prima, cóo hace sus contratos con las
empresas privadas, cómo financia los bloques esenciales de la industria de guerra, cómo
efectúa la equitativa distribución de las escasas mercancías entre los consumidores y cómo
orilla la inflación. Debe saber qué grado de tolerancia puede el gobierno dotar a una
situación de otro modo intolerable para los civiles que deben producir los implementos
bélicos, sufrir las durezas que deben producir los implementos bélicos, sufrir las durezas
económicas de la guerra, soportar sus tragedias y hallarse aún negados de los incentivos de
la participación activa.
Ninguna de las cosas que he mencionado puede ser conocida del mismo modo en
que uno puede saber el número de kilómetros de las calles pavimentadas de la ciudad o el
número de refinerías de azúcar del condado. Para poseer el conocimiento necesario a fin de
estimar el potencial bélico económico, la inteligencia debe tener algo más que una lista de
las mercancías capitales, la fuerza de trabajo y las materias primas; es necesario que tenga
una gran sabiduría general respecto a la capacidad de Gran Frusina para reunir esos
recursos, a la fuerza de su autoridad política a su unidad y resolución, a su competencia
directiva. El obrero o trabajador de la inteligencia debe poseer la fuerza de voluntad de
transformarse a sí mismo en el ciudadano de Gran Frusina elegido para dirigir la
movilización. Debe comprender que los problemas que está encarando tienen la magnitud
de la supervivencia nacional y que puede recurrir a cualquier medio, sucio, no ortodoxo,
ilegal, si así logrará esos resultados.
El tercer grupo de ajustes relacionados con la movilización y sobre el cual debe
saber la inteligencia, es el grupo de los ajustes sociales, Debe tener sobre ellos el
conocimiento suficiente, si quiere completar sus cálculos sobre el potencial bélico. Debe
saber cómo se ajustará la gente a la pérdida de lujos, comodidades y hasta de cosas
necesarias; cómo reaccionarán ante los alimentos y ropas más pobres si no más escasos, las
condiciones de habitación más difíciles debido a la aglomeración y una libertad civil
menor; cómo tomarán la partida de su gente joven, la ruptura de familias y los negocios
familiares y la triste perspectiva de las pérdidas humanas. Como en el caso de los ajustes
económicos, pocas de estas cosas pueden ser definitiva y positivamente conocidas. La
inteligencia debe ajustarse a las aproximaciones que surgen a veces de métodos indirectos
de averiguación. Si no puede descubrir exactamente por el sondeo de la opinión pública,
por ejemplo cómo está reaccionando la gente ante el racionamiento, puede hallar evidencias
indirectas de ellos siguiendo los cambios en las regulaciones gubernativas del
racionamiento. Esto puede encontrarse en los periódicos y puede indicar con claridad que
el mercado negro está prosperando o que la sumisión civil es elevada. No se puede recalcar
demasiado la importancia del acercamiento indirecto allí donde el directo es imposible, ni
se puede dejar de insistir en el hecho de que el proyectar el acercamiento indirecto –
“formulación del método” podría llamarse en términos formales – es por sí mismo un acto
de información y una parte esencial de todo el proceso de inteligencia.
La última clase de ajustes que los habitantes de Gran Frusina deben realizar y de los
cuales la inteligencia debe tomar debida nota son los que se hallan incluidos dentro del
código de su moralidad nacional, dentro de sus establecidos valores de bien y mal. Aquí,
tal vez, se encuentran algunas de las más difíciles tareas que debe encarar la labor de
inteligencia y algunas de las más importantes a resolver. En la suposición de que la
inteligencia puede acertar directamente con los valores morales aceptados de la vida en
tiempo de paz y en la suposición de que estos valores no son todos los más indicados para
llevar hacia la victoria en la guerra, el problema del gobierno es tratar de alterar estos
valores o remodelarlos. El problema de la inteligencia es decir cómo reaccionará la gente
ante estos intentos. Por ejemplo, supongamos que los habitantes de Gran Frusina fueron
criados en el respeto al mensaje de Jesús: ¿con qué facilidad efectuarán la transición a una
moralidad de guerra en que todas las cosas diabólicas son, pragmáticamente por lo menos,
justificadas? ¿Cuántos seres pacifistas u opositores conscientes? Si constituyen un gran
número, ¿cómo afectará su punto de vista el éxito de la movilización? O supongamos que
los habitantes de Gran Frusina como algunos de los orientales, contemplan aparentemente
indiferentes el conservar la vida y como soldados no esperan sobrevivir a la guerra, en
realidad a menudo parecen dar la bienvenida a la muerte: ¿qué puede extraer la información
de esta actitud, que pueda calificar su conjeturación general sobre el potencial bélico?.
Una correcta investigación a lo largo de estas líneas en Japón, por ejemplo, nos hubiera
dicho mucho respecto a la capacidad de largo alcance de su fuerza aérea.
Las páginas precedentes han sido dirigidas a la primera de dos preguntas surgidas
con respecto a la movilización: ¿qué ajustes debe efectuar Gran Frusina para cambiar las
ocupaciones de paz en preparaciones para la utilización del poder armado?. La segunda
pregunta está aún por contestarse y es: ¿Qué éxito podrá obtener?. Como estamos hablando
primariamente respecto al conocimiento de movilización y no del proceso en sí, esta
pregunta podría mejor formularse del modo siguiente: ¿Qué debe hacerse para apreciar el
éxito que obtendría el esfuerzo de movilización de Gran Frusina?.
Debe saberse ante todo y con la mayor certeza posible, la propia apreciación de
Gran Frusina sobre la situación contra la cual está dispuesta a movilizarse. ¿Cómo se
combinan los elementos de tiempo y espacio (parentesco geográfico) en los probables
cálculos de Gran Frusina? ¿Tiene tiempo para prepararse?, y una vez movilizada, ¿puede
esperar proyectar su poder militar hacia determinado punto de la tierra, en donde será más
conveniente o ventajoso?.
Segundo, deben saberse muchas de las otras cosas mencionadas anteriormente, en
especial lo que he llamado “posibilidades reales”, “sobrantes” y flexibilidad de la
economía.
Tercero, debe saberse qué destreza y voluntad es capaz de desplegar Gran Frusina
para planear, coordinar y realizar la enorme tarea de administrar la movilización.
Cuarto, debe saberse algo sobre el probable desempeño del gobierno con respecto a
la economía civil. ¿Desempeñará bien sus funciones y lo comprenderán los ciudadanos?
¿Podrá ver resultados proporcionados a sus esfuerzos y sacrificios o aparecerán las cosas
tan malas como las habían predicho los pesimistas?.
Cuando el elemento especulativo de la inteligencia estratégica sabe de estas cosas –
como resultado de extraer datos básicos de los elementos descriptivo e informativo -, se
halla ya en buen camino para conocer las dimensiones de la estatura estratégica de Gran
Frusina.
Vulnerabilidad específica.
en. Las armas, como se ha anotado anteriormente, pueden ser de muchas clases:
psicológicas, políticas, económicas y militares.
Durante la segunda guerra mundial identificamos, y no lo hicimos mal, gran número
de vulnerabilidades específicas de nuestros enemigos. Sin duda, nuestras identificaciones
correctas apresuraron la victoria. Entre los ejemplos más a mano de felices selecciones en
el terreno del bombardeo aéreo estratégico, figuran los ataques a las plantas de producción
de petróleo sintético y aviones en Alemania y a las ciudades japonesas y los transportes de
carbón de Hokkaido-Honshu. Por otro lado, los ataques sobre ciertas fases del transporte
alemán y de la flota japonesa, no pueden ser considerados como ataques a blancos
específicamente vulnerables. El conocimiento que dictó esas últimas operaciones, puedo
haber sido mejor y más completo.
Durante los tiempos de paz pueden contarse tantos ejemplos de vulnerabilidades
específicas como durante los tiempos de guerra y de su explotación por instrumentos no
militares de gran estrategia. Por ejemplo la posición ambivalente de la Unión Soviética con
respecto a las fronteras occidentales de Polonia, es un caso. A los polacos, la URSS decía:
“Les aseguramos la línea Oder-Neisse”, y a los alemanes en la zona de ocupación soviética
y cuyo apoyo los rusos ansiaban. Les decía: “Como se convino en Yalta, la línea Oder-
Neisse no es un asunto liquidado”. Mr. Byrnes, en el discurso pronunciado en Stuttgart en
setiembre de 1946, utilizó el instrumento político para explotar esta vulnerabilidad. Cuando
preguntó a los rusos si habían decidido como se fijaría esa frontera, los obligó a cerrar una
decisión que ellos deseaban mantener abierta. Se recordará que los rusos tuvieron que
abandonar la cómoda doble posición a favor de los polacos, perdiendo así el apoyo en
Alemania. Ese era precisamente el plan de Mr. Byrnes.
Otros ejemplos comparables pueden hallarse casi todos los días en los periódicos.
Nuestro que cuando pertenece al futuro.24 Somos probablemente capaces de dar un mayor
grado de certeza al factor tiempo: ¿Cuándo podemos esperar el mayor esfuerzo? Estamos
probablemente en condiciones de discernir con mucha mayor claridad los elementos
geográfico sy espaciales de la situación y preveer exactamente el lugar o lugares de ataque
principal o de discusión. Las alianzas propias y las del adversario serán también mucho
más clara, aunque no podemos nunca prever exactamente los giros.
En segundo lugar, aunque el enemigo esté aún utilizando sus elementos no militares
de gran estrategia, éstos han sido convertidos en instrumentos casi militares. Presiones
políticas e inducciones son utilizadas sin guantes, convirtiéndose en una guerra político –
psicológica. Del mismo modo, por otro procedimiento, comienza la guerra económica.
Las fuerzas armadas en existencia son ahora la fracción ya movilizada, más las que
son
24. Sin embargo, el advenimiento de la guerra no nos brinda, de ningún modo, una absoluta certeza sobre la situación.
Los inesperados sucesos de la última guerra lo demuestran. Dudo que cualquier profeta estratégico el 1° de setiembre de
1939, haya previsto a la fecha de la entrada de Italia en la guerra, la fecha del ataque alemán a la URSS, la fecha del
ataque japonés sobre Pearl Harbor, la fecha de la rendición de Italia. El 1° de setiembre de 1939 sabíamos más sobre la
situación que un año antes, pero no teníamos en absoluto una pintura perfectamente clara de los cambios que se
producirían en la situación en algunas de sus mayores proporciones.
movilizadas durante el período de emergencia. Y se eleva el gran interrogante respecto al
poderío militar, calificado ahora como capacidades 25 del país. Cuando los militares
utilizan la palabra “capacidades”, quieren significar la habilidad de un Estado para lograr
un objetivo dado, expresada en tiempo y fuerza. Aplican la palabra tanto a sí mismos como
al enemigo. En una situación donde el objetivo del enemigo está definido con precisión –
es decir, su objetivo de contener una operación anfibia (Normandía) o capturar un objetivo
estratégico vital (Stalingrado) o destruir por bombardeo aéreo la capacidad enemiga de
continuar en la guerra (la primera “blitz” sobre Londres o el ataque con armas V) o destruir
su marina mercante (la campaña del Atlántico) -, es permisible una definición más amplia y
más explicatoria. Podríamos decir, en este caso, que “capacidades” significa la cantidad de
fuerza armada (poderío terrestre, naval y aéreo) que el enemigo puede montar en una línea
de batalla o líneas de batalla y mantener allí en la máxima ac -
25. Es ésta una palabra militar que se emplea desde mucho tiempo y la he conservado tal cual para utilizarla justamente
en este lugar. (En inglés: capabilities). La tentación de utilizarla en un contexto de paz como una alternativa por
“estatura estratégica”. El haberlo hecho, podría considerarse como un favor temporario a los lectores militares, pero el
resultado final habría sido estropear una de las pocas palabras en el vocabulario de la información que se mantiene aún
pristina.
tividad operativa, sin daño indebido a las necesidades estratégicas integrales, sin forzar o
estropear la economía de guerra del país y sin quebrantar la estabilidad de la política y la
sociedad.
El aspecto de movilización es, técnicamente por lo menos, un factor moribundo o
muerto, porque el problema del potencial bélico del tiempo de paz ha sido trasladado al
problema del mantenimiento de la fuerza armada a nivel de máxima actividad operativa.
Casi todos los factores del potencial bélico pertenecen aún en gran parte al cálculo que la
inteligencia debe efectuar, pero desde que la guerra ha comenzado, la palabra “potencial”
debiera ser abandonada o restringida.
Las vulnerabilidades específicas han intensificado su importancia y su identificación
es una de las mayores tareas de la inteligencia. Están siendo explotadas con todas las armas
disponibles y eficaces y defendidas con toda la destreza, fuerza y poder que el enemigo
puede poner en la tarea.
Nuestro bando estará calculando los cursos de acción abiertos al enemigo, en
términos de nuestra apreciación de sus capacidades. La doctrina militar no trata de ser tan
específica como para poner el dedo sobre el único curso de acción que el enemigo parece
más probablemente dispuesto a seguir, ni trata de fijarse en la identificación de lo que se
llama a menudo las “intenciones” o “probables intenciones” del enemigo. En una
apreciación de los cursos de acción para los cuales el enemigo está capacitado, se utiliza
la fórmula militar conocida como “apreciación de la situación”. En términos generales,
esta fórmula se desarrolla del siguiente modo: 1) conocimiento del medio ambiente, por
ejemplo: el terreno, el tiempo y el clima, la hidrografía, la logística, etc.: 2) conocimiento
del efectivo del enemigo y disposición de sus fuerzas; 3) conocimiento de las propias
fuerzas; 4) probables cursos de acción abiertos al enemigo 26. Los cursos de acción se
estudiarán en primer lugar, pero no menos importante, en los terrenos de las relaciones
políticas y económicas.
Para efectuar una apreciación de la capacidad enemiga en tiempo de guerra uno
debe poseer las principales categorías de conocimiento necesarias para medir lo que he
llamado la estatura estratégica y las vulnerabilidades específicas del tiempo de paz. Para
saber los probables cursos de acción, debe uno saber en gran parte la misma clase de cosa
que necesitaba saber para apreciar los probables cursos de acción durante el tiempo de paz.
Al anotar estas similitudes, no debemos olvidar una disimilitud muy grande. En
tiempo de paz no es una tarea demasiado dificultosa, a saber por la clase de conocimiento
básico que uno
26. En un capítulo posterior discutiré la fórmula de “apreciación de la situación” en forma más extensa.
debe poseer para hacer estas especulaciones (exceptuando la URSS). Antes de la segunda
guerra mundial uno podría haber sabido mucho sobre cualquier país del globo y ahora,
después de la guerra, ocurre lo mismo sin gran despliegue de esfuerzo (exceptuando la
URSS). Pero, durante una guerra, cuando el enemigo conoce perfectamente la importancia
de mantener a los demás en la ignorancia, la adquisición del conocimiento básico es otra
cuestión. Puede obtenerse gran parte de él a través de canales perfectamente a la vista, pero
el esfuerzo necesario para conseguirlo, se ha multiplicado muchas veces.
A lo largo de este capítulo, el tema ha sido el del conocimiento especulativo. Al
discutir este elemento en el contenido de la inteligencia estratégica, pude haber dado la
impresión de que el conocimiento especulativo es un elemento común. Si he dado esa
impresión, deseo corregirla. El conocimiento no es común. Es el más raro ingrediente en
el panorama de la inteligencia y es producido sólo por los más competentes estudiosos que
posee este país. Exige a sus productores que sean peritos en la materia, imparciales en la
presencia de nuevas evidencias, ingeniosos en el desarrollo de técnicas de investigación,
imaginativos en sus hipótesis, agudos en los análisis de sus propias predilecciones o
prejuicios y diestros en la presentación de sus conclusiones. Exige a sus productores el
mejor de los adiestramientos profesionales, la más elevada integridad intelectual y una gran
cantidad de universal sabiduría. En ese caso, no me refiero a lo que podríamos llamar
hecho registrado, sino a esa sutil forma de conocimiento que proviene de un conjunto de
células cerebrales bien dispuestas y ordenadas.
PARTE SEGUNDA
LA INTELIGENCIA ES ORGANIZACIÓN
CAPÍTULO V
LA INTELIGENCIA ES ORGANIZACIÓN
La inteligencia constituye una institución; es una organización física de seres vivos
que persigue, como fin, una clase especial de conocimiento. Una organización semejante
debe hallarse preparada para poner a los países extranjeros bajo vigilancia u observación y
debe estar preparada para explicar sus pasados, su presente y probables futuros. Debe tener
la seguridad de que lo que produzca en el sentido de información sobre esos países, sea útil
a la gente que toma las decisiones, es decir, que sea apropiado para sus problemas, que sea
completo, seguro y oportuno. Se desprende que tal organización debe poseer un equipo de
diestros expertos que al mismo tiempo conozcan cuáles son los problemas estratégicos y la
política exterior corriente y que dediquen su pericia profesional a la producción de una
información útil sobre estos problemas.
Al discutir la organización en este capítulo, no pretendo embarcarme en sus
aspectos administrativos. Existen, sin embargo, ciertos problemas de organización que
detallaré con cierta extensión en un capítulo (VIII). En esta sección quiero limitarme a
algunos comentarios generales sobre organización y las clases de gente que ella debe
incluir.
Algunos del equipo deben ser particularmente expertos como observadores sobre el
terreno y como tales formarán el grueso de la fuerza de observación en el extranjero. Son
los hombres estacionados en las capitales extranjeras cuya misión consiste en observar e
informar. Son las personas que proveen, en gran medida lo que he llamado el elemento
informativo corriente de la inteligencia estratégica. ¿Cuáles son las cualidades que hacen
del observador extranjero descubierto, 27 del oficial de información o del agregado,
hombres ideales?.
Para comenzar, hay ciertas cualidades superficiales que no son las menos
importantes. No deben disgustarle los extranjeros ni el habitar con ellos; debe adaptarse a
las condiciones de vida en el extranjero; debe mostrar cierta exteriorización de bondad con
la gente. Demasiado a menudo, hombres que poseen estas evidentes cualidades
superficiales y ninguna de las más profundas, son elegidos para deberes en el exterior. Es
esta una mala política, porque un hombre semejante no puede ser mucho más agudo como
observador que un turista americano cualquiera o un expatriado. Lo que debe tener por
encima de todo, es una elevada capacidad para detectar lo más significativo y una gran
sensibilidad para notar los cambios que se produzcan en los asuntos que está vigilando. Ha
adquirido esa sensibilidad al convertirse en especialista en su materia. Estas cualidades que
ha adquirido por el estudio y la experiencia, constituyen la pantalla de sensibilidad que
coloca ante el escenario extranjero.
Pero no todo lo que esa pantalla recoge, puede interesar a la organización de
inteligencia en su país, sólo interesarán ciertas cosas. Para seleccionar esas cosas, debe
poseer una segunda pantalla que fue hecha en los Estados Unidos. Es decir, debe hallarse
tan profundamente sensibilizado respecto a las exigencias informativas de la estrategia y la
política exterior de su país, como respecto a la escena extranjera que está observando.
Debe saber lo que se desea, lo que tiene importancia y qué lo que carece de ella.
Por último, no debe ser meramente un receptor pasivo de impresiones. Debe
hacerse continuamente, a sí mismo, embarazosas preguntas. Debe ser imaginativo en la
búsqueda de nuevas fuentes de información confirmatoria o contradictoria, debe
constituirse en crítico de cada nueva evidencia, debe ser paciente y cuidadoso en la
ordenación de los hechos que son irrecusables, debe ser objetivo e imparcial en su selección
de hipótesis. En resumen, aunque su trabajo no es primariamente un trabajo de
27. No hemos dicho que la primordial cualidad de un observador clandestino es un abrigo o escondrijo impenetrable, que
al mismo tiempo no restrinja indebidamente sus actividades de observación. Podría poseer otras cosas además de abrigo,
muchas de las cuales son las mismas que se describirán para el observador descubierto.
CAPÍTULO VI
INTELIGENCIA CENTRAL
28. El almirante de flota Leaby fue más tarde nombrado para esa oficina.
Más adelante, seguía: “2. Dentro de los límites de los créditos disponibles, cada uno
de ustedes designará de tiempo en tiempo personas e instalaciones de sus respectivos
departamentos, las cuales formarán colectivamente un Grupo de Inteligencia Central y, bajo
la dirección de un director de Inteligencia Central, colaborarán con la autoridad de
Inteligencia Nacional y ocupará su lugar como siempre sin voto”.
Con estas palabras, el presidente creó por primera vez en nuestra historia formal y
oficial organización central, de inteligencia estratégica29. Se notará que el Grupo de
Información Central no constituía la clase usual de comisión o consejo. Se formó en
respuesta de una ley ejecutiva del presidente y no a una ley del Congreso y dependía de tres
departamentos establecidos del
29. Durante la segunda guerra mundial la Comisión de Inteligencia combinada de los jefes del Estado Mayor Combinado
se encargó de la misión de inteligencia estratégica de tiempo de guerra. Sus varias subcomisiones y comisiones de
trabajo, incluían representantes no sólo del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, sino también de varios de los
organismos civiles, en especial del Departamento de Estado, la Oficina de Servicios Estratégicos y la Administración
Económica Exterior. El Comité Conjunto de Inteligencia era así una especie de organización central de inteligencia, pero
su esfera era así una especie de organización central de inteligencia, pero su esfera de actividad estaba limitada por la
naturaleza de su misión de tiempo de guerra; el otro grupo, los jefes del Estado Mayor Combinado, emparentado con el
primero, no poseyó nunca una Orden Ejecutiva proclamando su existencia formal.
31. La práctica administrativa gusta de tratar de hacer una distinción entre lo que llama comunicaciones de
informaciones y comunicaciones operativas. En muchos casos la distinción es válida. Por ejemplo, un cable concerniente
a la nómina, partida y viaje del cuerpo de una embajada, digamos en Lima, tiene una importancia operativa pero no de
informaciones. Sin embargo, otros cables que están destinados primariamente a las operaciones pueden poseer un
importante carácter de informaciones.
Interdepartamental, tales como los manejados por el viejo Comité de Coordinación de
Estado – Guerra – Marina, podía contarse que cada departamento se apoyaría en el
conocimiento producido por su propia gente.
Habría poca disposición a reverenciar las opiniones y hechos producidos por la
agencia, sólo porque era central.
La Ley de Seguridad Nacional, tal como sea plica a la Agencia de Inteligencia
Central, intenta conjurar ese peligro de distintos modos. Uno de ellos es el rechazar la idea
de la gran organización operante independiente y establecer un organismo principalmente
dedicado a la coordinación de la inteligencia ministerial. Examines el texto de la ley.
32. Véase sección 101 de la Ley de Seguridad Nacional. El presidente del Consejo podría ser el presidente o el que él
designara entre sus miembros. Éstos podrían ser el presidente, el Secretario de Estado, el secretario de Defensa (véase
sección 202 de la ley), el secretario de Ejército (véase sección 205), el secretario de Marina, el secretario de la Fuerza
Aérea (véase sección 207), el presidente del Consejo de Armamento (véase sección 213) y al presidente del Consejo de
Investigación y Desarrollo (véase sección 214). De ahí que el nuevo Consejo de Seguridad Nacional reemplaza a la ex
Autoridad de Información Nacional como la organización interdepartamental ante la cual es responsable la Agencia de
Inteligencia Central.
Lo que es verdad para las agencias de seguridad en general, es verdad para sus
compartimentos de inteligencia y aún más para la Agencia de Inteligencia Central.
Porque, a menos que la Agencia de inteligencia Central sea conocida o considerada como el
lugar más seguro en el gobierno, no gozaría de la confianza completa de las agencias de las
cuales se considera la central. Y, si no posee esa confianza, no tendría funciones. De ahí,
que el párrafo c) de la ley sea de vital importancia para la existencia de la inteligencia
central.
Los redactores de los párrafos siguientes de la ley de seguridad nacional han
reconocido tres asuntos básicos para la ejecución de una inteligencia de seguridad nacional.
Han reconocido la importancia fundamental de la inteligencia departamental y no la han
perjudicado en interés de la inteligencia central. Han reconocido que la inteligencia
departamental debe ser manipulada (“coordinada, es la palabra que utilizan) por algún
poder superior, para tener la seguridad de que sirve a las exigencias de la seguridad
nacional. Y, por fin, han comprendido que ciertas tareas esencialmente operacionales en
ayuda del esfuerzo total de inteligencia, era mejor que fuesen emprendidas centralmente.
Debiera comprenderse y aplaudirse el hecho de que los constructores de la ley no se hayan
extendido con respecto a cómo debiera coordinarse y suplementarse la inteligencia
departamental. Sin embargo, la cuestión es: ¿la ley brinda a la Agencia de Inteligencia
Central y a su director suficiente libertad para hacer un buen trabajo de coordinación y
suplementación? Para contestar a esta pregunta, es necesario decir qué implica el buen
trabajo en cuestión. En el resto de este capítulo, trataré de contestar a esa pregunta con
respecto a mis nociones de lo que exige el trabajo, empezando por la función de
coordinación o manejo.
La tarea de coordinar las actividades de inteligencia departamental es muy
importante. Es más importante aún que la coordinación del conocimiento que producen
esas actividades. Porque, a menos que la agencia de coordinación pueda ejercer cierta
influencia sobre lo que debiera y lo que no debiera producirse, es difícil ver como la
coordinación de lo que es nominalmente producido, constituya siempre una operación
productiva. Por lo tanto, considero que la primordial tarea de la Agencia de Inteligencia
Central está constituida por cierta especie de vigilancia sobre las actividades
departamentales. Permítaseme ser más claro sobre los departamentos y agencias en
cuestión.
En el primer caso, los departamentos en cuestión son los cuatro departamentos que
tienen la principal responsabilidad de la seguridad nacional, es decir, de Estado, Ejército,
Armada y Fuerza Aérea. En tiempos de paz, el Departamento de Estado exige, y
generalmente obtiene, primacía en el campo de la política exterior, que, como he indicado
anteriormente, incluye la manutención de la seguridad nacional como uno de sus objetivos.
De ahí que, en el presente escrito, las actividades de Inteligencia del Departamento de
Estado tiene o debieran tener un alto grado de importancia, reunidas bajo el sello de la
Agencia de Inteligencia Central.
En el segundo caso, los departamentos y agencias en cuestión son aquellos como los
del Tesoro, Comercio, Agricultura, Justicia, la Comisión de Tarifas y demás, cuyas
responsabilidades primarias se limitan a la esfera doméstica, pero cuya participación en los
asuntos externos no es insignificante. Como las políticas domésticas y exteriores se hacen
más y más difíciles de separar, aun un departamento con el nombre de Departamento del
Interior se halla a menudo lidiando con asuntos exteriores. En realidad, la oficina de Minas
del Interior efectúa una extensa observación e investigación sobre los recursos mineros de
los países extranjeros. La cuestión es que, además de las cuatro mayores, hay un grupo
menor de veinte o más organizaciones que contribuyen mucho a la totalidad del
conocimiento federal y que, por lo tanto, caen bajo el poder coordinativo de la Agencia de
Inteligencia Central. La tarea de coordinación, tal como yo la entiendo, exige que la
agencia siga seis líneas de actividad administrativa.
Primero: Debe establecer claramente la jurisdicción de las diversas organizaciones
de inteligencia departamental. Es decir, debemos definir qué asuntos seguirá cada una y
qué asuntos no tocará. Por ejemplo, puede decir al Departamento de Agricultura que
mejore sus actividades respecto a la inteligencia agrícola exterior y decir al Departamento
de Estado que abandone ese campo. Puede decir a la División de Inteligencia del
Departamento del Ejército que abandone ciertos aspectos de la inteligencia económica y
decir al Departamento de Comercio que asume esa responsabilidad.
Segundo: habiendo establecido las jurisdicciones departamentales deberá mantener
el orden en ellas. Ese orden deberá ser un proceso continuo y deberá ser realizado con gran
tolerancia y sabiduría. Consistirá en tres subactividades: 1°) Lidiará con la inevitable
expansión de una jurisdicción dentro de la otra. De otro modo, la Agencia de Inteligencia
Central perseguirá innecesarias duplicaciones de funciones. Quisiera extenderme sobre la
palabra “innecesarias” y asegurar que todas las aparentes duplicaciones no son realmente
verdaderas duplicaciones. Los que ven duplicación a la primera señal de similitud en dos
funciones y que tratan de acusar a una de ellas de extravagancia, a menudo y a la larga,
cuestan al Gobierno un buen pico. 2°) La Agencia deberá cuidar de que cada
departamento explote plenamente toda el área de su jurisdicción. Con esto quiero decir que
no deberá permitir a un departamento tomar y escoger los asuntos dentro de su jurisdicción
y evitar aquellos que encuentre desagradables o relativamente inútiles para propósitos
puramente departamentales. Ningún departamento podrá evadir sus adjudicadas
responsabilidades, permitiendo así que se forme un claro en el cuadro general. 3°) Tendrá
que agrandar algunas de las jurisdicciones establecidas por medio de la adición de nuevos
asuntos, si ello pareciera o fuera necesario para la seguridad nacional. Por ejemplo, la
responsabilidad del conocimiento sobre las naves espaciales puede algún día ser asignada a
alguna jurisdicción departamental.
Tercero: Para volver a mis principales líneas de actividad coordinadora, la Agencia
de Inteligencia Central debiera ejercer un continuo reconocimiento de inteligencia
departamental, para cuidar que su producto se mantenga a nivel de la calidad y que la
contribución que cada equipo departamental brinda a un proyecto interdepartamental, las
contribuciones individuales no tendrían ninguna utilidad, ni pueden transformarse para que
la tengan. El jefe del proyecto de la inteligencia central se verá forzado a hacer una parte
substancial del trabajo original nuevamente y efectuar búsquedas. Como señalaré más
adelante, esto debe evitarse a toda costa.
Cuarto: Si una organización de inteligencia departamental estuviera en falta, la
inteligencia central debe estar dispuesta a hallar el error y ayudar a corregirlo. Por ejemplo,
sobre la teoría de que las exigencias de inteligencia de la política superior es mucho menor
que las exigencias, algún departamento habrá fallado seguramente en su obligación. Podía
ser que ese proyecto superior demande algo semejante a una tabla del tonelaje mundial de
remolcadores y que si el Departamento de Marina no se haya visto nunca obligado, con
anterioridad, a llevar un registro de remolcadores, la Oficina de Inteligencia Naval no
pudiera responder. Si tal información fuese indispensable para el proyecto, la inteligencia
central tendrá que estar dispuesta a asegurarse que la Oficina de Inteligencia Naval obtenga
los fondos y el personal necesarios para encarar la producción de esa inteligencia sobre los
remolcadores.
Quinto: La inteligencia central debe dirigir directa o indirectamente todos los
proyectos interdepartamentales; por proyectos, me refiero a los estudios que requerirán
observación e investigación a lo largo de un frente muy amplio y que están destinados a la
Casa Blanca, al gabinete, el Consejo de Seguridad Nacional y a los jefes del estado mayor
combinado. Los proyectos de esa índole pondrán en juego los recursos y pericia de toda la
inteligencia federal y deberán realizarse bajo la responsabilidad de la Agencia Central de
Inteligencia. Tengo presentes órdenes gigantescas tales como la influencia del Vaticano en
los asuntos mundiales, el probable crecimiento del comunismo internacional y el efecto
producido sobre los ajustes mundiales por el nuevo movimiento de las así llamadas zonas
pendientes. Podría ser que la inteligencia central tuviera uno de sus propios miembros
como supervisor de proyectos, o que el supervisor hubiese sido temporalmente tomado a
préstamo de un equipo de inteligencia departamental. En cualquiera de los casos, el
supervisor será responsable, en primera instancia, ante el director de la Agencia de
Inteligencia Central o su representante.
Sexto: La Agencia Central de Inteligencia deberá tomar conocimiento de las
políticas personales de la inteligencia departamental. Deberá estar completamente al tanto
de las dificultades que el servicio civil y los departamentos mismos ocasionan al trabajo de
inteligencia. Tomará parte activa para cuidar que se reclute y adiestre, para la inteligencia
departamental, gente adecuada.
Para cumplir con estos seis tipos de actividad coordinada, la Agencia Central de
Inteligencia deberá ser guiada por un solo y elevado principio: permanecerá alejada del
trabajo substantivo principal. La Agencia Central de Inteligencia formará su equipo con
unos cuantos hombres de la más alta competencia profesional en adecuados campos de
estudio. Tendrá que poseer varios prominentes economistas y científicos políticos, algunos
especialistas en relaciones internacionales y algunos especialistas en el arte militar; deberá
poseer un número más bien grande de hombres jóvenes, que hayan comenzado a trazar su
camino profesional. Pero, este cuerpo intervendrá, lo menos posible, en el trabajo
substantivo creativo. Confinará sus actividades a la dirección de los proyectos
interdepartamentales, a la crítica de las contribuciones departamentales a dichos proyectos,
a la investigación de los motivos por los cuales una determinada contribución
departamental es inadecuada o errónea. Su tarea es, lo que podría llamarse, ordenamiento
de la competencia profesional de los equipos departamentales y, consecuentemente, la de
convertir las deficiencias departamentales en funciones departamentales. Tan pronto como
la Agencia Central de Inteligencia se aleja de este principio, tan pronto como se ocupa del
trabajo substantivo y produzca ella misma estudios descriptivos o evaluativos, se
producirán trastornos. Porque, al hacerlo, se convertirá en poco más que en un quinto
equipo superior de investigación y observación, entrando en directa competencia con sus
subsidiarios y con una gran desventaja. Compite con ellos por el personal profesional, en
un mercado que se halla ya próximo al punto de estrangulación; compite con ellos en la
construcción de una biblioteca de documentación básica y, el hecho de penetrar con retraso
en este terreno, la pone en inferioridad de condiciones. Tiene pocos consumidores que no
estén también servidos por los equipos de inteligencia departamental o por una
combinación “ad hoc” de ellos; en consecuencia, compite para tener consumidores y para
orientarlos. Estas orientación será brindada de mala gana a una organización que está
administrativamente separada del consumidor y que no tiene responsabilidad operativa.
Una competición de esta clase será fastidiosa y enojosa. La inteligencia
departamental sentirá ansias de venganza y, mediante sórdidas y bien conocidas trampas
burocráticas, puede inutilizar todo el programa de la Agencia Central de Inteligencia. No
es que la inquina no será creada en las seis líneas de administración que he propuesto; por
el contrario. Pero no creo que dure siempre. Porque el papel que se ha asignado a la
Agencia de Inteligencia Central no es de índole competitiva, sino uno que los
departamentos reverenciarán una vez que se hayan recobrado del “shock” original.
Algunos podrán argüir que la agencia no puede juzgar la competencia substantiva en
los departamentos, a menos que tenga un cuerpo que pueda superar a la inteligencia
departamental en su propio terreno. Con esto, quieren significar que la agencia no puede
mantenerse al nivel de los “standards” departamentales, hasta que constituya una
organización de investigación tan poderosa que sea virtualmente la suma de las fuerzas
combinadas de todos los cuerpos departamentales. No puedo mostrarme completamente de
acuerdo con este punto de vista; no creo que un crítico, para ser constructivo, deba conocer
todo lo que conoce la persona objeto de su crítica. Creo, en cambio, que un crítico sabio y
experto puede descubrir las fallas en un argumento o señalar los puntos débiles de un
trabajo ajeno, sin necesidad de ser técnicamente igual o superior a esa otra persona. La
clase de crítico a que me refiero es el estadista más viejo de su profesión, el hombre que
ha recorrido el camino del deber detallado o del trabajo original y que, por lo tanto, posee
una gran habilidad para discernir lo bueno y lo malo en el trabajo de otros. Es el hombre
que conoce a fondo su profesión, que en realidad la orienta, no haciendo los pequeños
trabajos de los principios o mitad de una carrera, sino mediante los maduros y
reflexionados trabajos de toda ella. Desearía que éstos – una docena, más o menos,
ayudados tal vez por inteligentes asistentes – fueran civiles. No sólo serán más abundantes
civiles disponibles para esa tarea, sino que podrían moverse con más fluidez de una fuerza a
otra. Tal vez, con mayor fluidez que un oficial de una de las fuerzas. Si se necesita más de
una docena de ellos, no hay razón alguna para negarlos, mientras entiendan claramente que
su deber es la crítica y, la dirección, no la observación ni la investigación.
El problema de reclutar una docena de hombres tales, es quizás el problema clave de
todo el programa que he descripto; sin ellos el programa no funcionará jamás. Creo, sin
embargo, que pueden ser reclutados, pero sólo bajos las siguientes condiciones:
1) El programa que han de inaugurar tendrá que haber sido pensado hasta el último
detalle. Más aún, la Agencia Central de Inteligencia deberá haber efectuado sondeos en el
Consejo de Seguridad Nacional asegurándose su apoyo. Ningún hombre del calibre a que
me refiero, emprenderá una tarea de esta naturaleza sin poseer algunas nociones exactas
sobre las posibilidades de éxito.
2) Si han de ser civiles, el director de la agencia tiene que ser un civil. La Ley de
Seguridad Nacional ha obviado la principal. Y es que, mientras un oficial de las fuerzas
armadas sea director de la Agencia Central de Inteligencia, es casi inevitable que su equipo
inmediato sea también militar. Del mismo modo, es casi inevitable que establecerá su
organización de acuerdo al familiar esquema del estado mayor militar, y llenará todo el
escalón superior – ha ocurrido muy a menudo - con oficiales del ejército, las fuerzas
aéreas y la marina. Los destinos del estado mayor superior, de esta manera, dependerán,
probablemente, de un criterio tal como rango adecuado, disponibilidad y arma. Algunos de
los oficiales estarán allí porque son coroneles o capitanes sin otra asignación y otros,
meramente, para mantener un equilibrio de fuerza por fuerza en la tabla de organización.
Algunos de los componentes de este grupo tendrán poca competencia profesional en la
tarea especializada de la inteligencia de alto nivel, y otros tendrán en ella poco interés. En
resumen, las personas a las cuales los expertos civiles elevarán sus informes y con las
cuales tendrán que trabajar, serán escogidas con un criterio muy diferente de aquel que
prevaleció al llevarse a cabo la designación de esos civiles. No considerarán que esta
situación favorece sus tareas y pese a las condiciones de bondad o capacidad que posee el
director, serán reclutados con dificultad.
Por supuesto, existe la alternativa, nominalmente, de poner un director militar y
formar el escalón superior de coordinación con los hombres más capaces de las fuerzas
mismas. No soy de esos que aseguran que las fuerzas no poseen oficiales de adecuado
adiestramiento profesional para la tarea. Por el contrario, sé también, sin embargo, que las
fuerzas vacilarán en designar esos oficiales para la inteligencia y que los mismos oficiales
aceptarán a regañadientes esos destinos. Una larga actuación en la inteligencia no es el
mejor modo de avanzar en la carrera militar.35. Compréndase que los privilegios e
inmunidades de que ha provisto el Congreso al director (fuese este oficial), no se extienden
a los otros militares designados en la Agencia Central de Inteligencia. Pero supongamos
que las fuerzas designan a los oficiales para la agencia, que aquéllos aceptan de buen grado
e inician la tarea. ejemplo, si alguien
ha de investigar algunas deficiencias en las
actividades de inteligencia del ejército, ese alguien deberá ser un oficial del ejército, pero
no Alego que tal equipo de coordinación tendrá más inconvenientes para tratar con los
departamentos militares que con los departamentos civiles. Por un oficial de la marina o
del aire. Sin embargo, puede ocurrir que el hombre adecuado mejor para esa tarea
lleve el uniforme azul. Y si alguien debe dar desagradables consejos al Departamento de
Estado o al de Comercio, mejor sería que no llevara ninguna clase de uniforme. Crear un
equipo de coordinación en el que todos sean militares, es robarle fluidez o libertad de
acción con respecto a las fuerzas y perjudicar su éxito con los departamentos civiles.
Supongamos que el directorio de la Agencia Central de Inteligencia es civil y que
recluta su propio personal maestro profesional de coordinación. ¿Qué ocurre con los
problemas restantes? Son terribles. Tomemos la cuestión de definir la jurisdicción de una
determinada organización de inteligencia: del Ministerio de Ejército, digamos.
Todos convendrán en que la inteligencia positiva del Ministerio del Ejército
produciría conocimiento respecto a las fuerzas de tierra de los países extranjeros. Será solo
hasta allí hasta donde pueda ir bien. Surge inmediatamente la segunda pregunta: ¿Qué se
quiere significar por fuerzas de tierra: la fuerza en existencia o la fuerza movilizable?.
Veamos entonces qué ocurre. El Ministerio de Ejército sostendrá que el conocimiento de
las fuerzas de tierra en existencia sólo es un fragmento de lo que tenía que saber; dirá que la
fuerza en existencia constituye tan sólo un símbolo inseguro y conducente a error, de la
fuerza de tierra total que podría ser movilizada en pie de guerra. Es contra la fuerza
potencial, contra la que nuestro ejército debe estar prevenido no contra el fragmento en
existencia. Ahora bien, esa fuerza movilizable no es una cosa simple y el calcular su
tamaño y fuerza de choque no es una simple cuestión de inteligencia militar que pueda
obtenerse con facilidad. Como he tratado de demostrar en el capítulo IV, los cálculos de la
fuerza movilizable están principalmente basados en el conocimiento de fenómenos
políticos, económicos, sociales y morales. Para estimar la fuerza movilizable o potencial
bélico, la inteligencia del Ministerio de Ejército deberá tener infinitas y grandes
ramificaciones, y extenderse hacia otras jurisdicciones departamentales.
Supongamos ahora que la Agencia Central de Información restringe la jurisdicción
del Departamento de Ejército y hace que otros departamentos – en este caso, especialmente
el de Estado y Comercio – proporcionen el conocimiento político y económico necesario
para efectuar ese cálculo. Se producirán dos reacciones. Una, por parte del Ministerio de
Ejército, para indicar que no está satisfecho con el material que recibe. Dirá que lo que
proporciona Estado y Comercio es inadecuado o que no sirve para esa clase de cálculo. La
otra reacción se producirá en Estado y Comercio, que sostendrán que sus organizaciones de
inteligencia están ya demasiado ocupadas con sus propios deberes departamentales y que
no quieren encargarse de nada del Departamento de Ejército.
O, quizás, la reacción de Estado y Comercio se producirá en el sentido de que
alegarán que les satisfaría mucho trabajar par el Departamento de Ejército, si éste se
mostrara más específico y claro en sus exigencias. Tal como está el asunto, clamarán, el
Ministerio de Ejército se muestra demasiado cauteloso respecto al gran proyecto en el cual
se supone que ellos intervendrán o al que contribuirán. Hasta no saber el uso final o destino
que se dará al material que entreguen, no podrán efectuar una tarea satisfactoria. En
realidad, pueden aún ir más allá y alegar que ésta será la última vez que ayuden al
Ministerio de Ejército si éste no les concede la confianza que merecen y no les brinda la
clase de orientación que necesitan.
Estos argumentos y contraargumentos llevarán inevitablemente, en forma más y
más profunda a la Agencia Central de Inteligencia dentro de la supervisión de las
operaciones de la inteligencia departamental. Si la Agencia Central de Inteligencia posee
en su equipo los hombres adecuados, esto constituirá una excelente ventaja para el país.
Pero esto no será visto de igual forma por los integrantes de la segunda parte. Les hará
poquísima gracia y por lo tanto la agencia tendrá que ser fuerte y competente para soportar
una tormenta de 5 años.
Los inconvenientes que la misma Agencia Central de Inteligencia cree en esos
problemas jurisdiccionales, se agravarán cuando recaigan, digamos, sobre el Departamento
de Estado, por alguna contribución poco satisfactoria a uno de los propios proyectos
interdepartamentales de la agencia. Su subsiguiente investigación en la organización de
inteligencia del Departamento de Estado creará, por lo menos por un tiempo, una situación
de tirantez. El de Estado, como otros departamentos, tropezará con dificultades para
acomodarse a lo que considerará un detrimento a su soberanía.
Pero la Agencia Central de Inteligencia mejorará su posición con sus subsidiarios
cuando luche por ellos. Si la mala actuación del Departamento de Estado fuera producida
por una falta de equipo y esta falta derivase de una irrazonable disminución de su
presupuesto, la defensa por parte de la agencia para lograr mayores fondos, ganará amigos.
Esto y el hecho de que la inteligencia departamental apetece una buena dirección superior,
podrán suavizar algunas de las aristas de las desagradables actividades de la Agencia
Central de Inteligencia. Si ésta puede lograr el reunir problemas de información que todos
consideran de importancia nacional; si puede proveer supervisores de proyectos
interdepartamentales de primera calidad y un buen equipo de trabajo, podrá congraciarse
con los departamentos y neutralizar gran parte de las iras departamentales. El hecho de que
no estará compitiendo con los departamentos, será uno de los puntos más fuertes que tendrá
a su favor.
En la mayor de las circunstancias, la tarea que he delineado para una Agencia
Central de Inteligencia de mi elección, será extremadamente dificultosa. Pero el texto de la
ley no describe para mí la mejor de las circunstancias. Para comenzar, no hace civil a la
agencia especificando que el director deba ser un civil, y el permitir que un oficial de las
fuerzas armadas ocupe ese puesto, da a la Agencia Central de Inteligencia un aura de
militarismo. Esto podría convertirse en una positiva desventaja, porque el posibilitar la
acumulación de militares en las esferas superiores, perjudicará el reclutamiento de civiles
profesionales y competentes en lo que he llamado las esferas de coordinación. No
olvidemos que el objeto principal de la tarea particular de inteligencia de la Agencia
Central de Inteligencia, está mucho más cercano a las así llamadas especialidades civiles
que a las militares.
Pero, como ya he indicado, el hecho de no poseer civiles de alto calibre en el equipo
de coordinación, no es necesariamente, un desastre. Las fuerzas armadas poseen gente
capaz para la tarea, si es que quieren darles destino manteniéndolas en ellos largo tiempo.
Supongamos que así lo hagan. ¿En estas condiciones, posee la Agencia Central de
Inteligencia algo que la respalde, en el sentido de poderes legalmente asentados, para
efectuar el trabajo que he descripto.
Creo que no. Porque los constructores de la ley han estado demasiado ocupados en
la dirección equivocada. Han dado a la Agencia Central de Inteligencia acceso al producto
de las actividades departamentales de Inteligencia, pero no a las actividades mismas.
Verdad que han otorgado a la agencia el derecho de efectuar recomendaciones sobre esas
actividades, pero no le han concedido directamente, el derecho de investigación. Bajo la
ley, si la Agencia Central de Inteligencia se dispone a hacer tales recomendaciones, tendrá
que basarlas, no en un conocimiento directo de primera mano, respecto a lo que son esas
actividades, sino en un conocimiento sobre ellas obtenido mediante un estudio sobre su
producto final. Este proceso se me antoja innecesariamente tortuoso.
Supongamos que el director de la Agencia Central de Inteligencia comprueba que
existe algo erróneo en la inteligencia departamental y supongamos también que, debido a
las limitaciones impuestas por la ley, no puede efectuar precisas y justas recomendaciones
al Consejo de Seguridad Nacional. Supongamos que este último no se impresiona en lo más
mínimo por las recomendaciones efectuadas. No por eso deja el director de la agencia de
hallarse bajo las terribles responsabilidades creadas por la ley. Si no puede obtener lo que
necesita de la inteligencia departamental y si no tiene el poder de hacer producir a la
inteligencia departamental lo que necesita, su camino está claro: debe comenzar a producir
su propia inteligencia de la nada. Debe embarcarse en actividades de observación e
investigación, en gran escala. Y, como ya he señalado, al hacerlo, se convertirá,
automáticamente, en competidor de los departamentos. Siendo así las cosas, no puede
esperar que el triunfo sea suyo; la inteligencia departamental, no importa cuan ineficaz sea,
posee siempre ciertas ventajas importantes e invariables. Lo más que puede esperarse en
un caso así, es una posición de tablas.
Hasta aquí me he limitado a la primera de las dos funciones principales de la
Agencia Central de Inteligencia, es decir, la coordinación. Hablemos ahora de la segunda,
o sea, la función operativa u operacional. Su naturaleza se describe claramente en las
secciones 4 y 5 del párrafo d) de la ley, y consisten en el cumplimiento, en beneficio de la
inteligencia departamental, de aquellas tareas que pueden efectuarse con mayor eficacia
centralmente, más algunas tareas que el Consejo de Seguridad Nacional le asigne. La
intención es clara y su posibilidad de ejecución muy elevada. En sus operaciones, la
Agencia Central de Inteligencia trabajará por la causa de los departamentos. Si la agencia
deseara hacerlo en su propio provecho, deberá primero obtener la venia del Consejo de
Seguridad Nacional, del cual forman parte los secretarios de los departamentos en cuestión.
Y aquellas demostrarán una apropiada cantidad de interés en las operaciones
departamentales, lo cual es justo y lógico.
En consonancia con lo que he dicho sobre la Agencia Central de Inteligencia y la
función coordinadora, repito ahora: las funciones operativas de la agencia no estarán en
competición con las funciones departamentales. Cualquiera fuese el producto de estas
operaciones, será un producto destinado a completar un requerimiento o una demanda de la
inteligencia departamental. O será un producto destinado a completar las exigencias de
algún proyecto interdepartamental. No será algo que la Agencia Central de Inteligencia
imagine demasiado importante para el uso departamental o demasiado fuera de la órbita de
todas las jurisdicciones departamentales. Porque tan pronto como la Agencia Central de
Inteligencia opere y produzca un nuevo conocimiento substantivo solamente para ser
acreditado en su propia cuenta, y tan pronto como pase este conocimiento a algún
consumidor sin hacer que los departamentos tomen parte en el procedimiento, la Agencia
Central de Inteligencia se estará dedicando, de lleno, al trabajo substantivo. Todas las
críticas que se elevarán si sus actividades coordinadoras la llevaran a la investigación
original y creativa, se elevarían en este segundo caso.
A mi parecer, lo peor que podría hacer la agencia sería iniciar operaciones en ayuda
de un equipo de investigación doméstica y tratar de producir conocimiento
superdepartamental sin la intervención o colaboración de los propios departamentos. Si la
inteligencia departamental llegara a una condición o estado tan inferior, que no mereciera la
confianza de la Agencia Central de Inteligencia, entonces el deber de la agencia sería el de
reconstruir la inteligencia departamental, no tratar de reemplazarla. Porque si la Agencia
Central de Inteligencia insiste en su propósito de efectuar toda la tarea de inteligencia y, por
lo tanto, de intentar reducir la organización departamental a la impotencia, no tendrá éxito.
Sobrevirirá a la batalla tal vez en forma de agencia, pero no ya como central, y hasta tal
vez, sin merecer el título de agencia de inteligencia.
CAPÍTULO VII
INTELIGENCIA DEPARTAMENTAL
36. No hablaré nuevamente de este grupo de personas, porque los problemas que les afectan no constituyen, de ninguna
manera, problemas peculiares de un equipo de inteligencia. Sin embargo, vacilo en abandonar el terreno de la fuerza
administrativa en el trabajo gubernamental, sin hacer algunos comentarios aplicables a su propia experiencia en la
inteligencia y, sospecho de un servidor civil en otras ramas del gobierno.
En principio yo me pondría siempre de parte de los que abogan por la descentralización administrativa. Comprendo
perfectamente las penurias que impone una organización
A continuación, viene el grupo de oficinistas. Está compuesto por las personas que
efectúan el trabajo burocrático para los administradores, pero, más importante aún, incluye
aquellas personas que sacan y distribuyen físicamente el producto final de las operaciones:
los estudios, informes y “memorándums”. Podría extenderse aún más e incluir las distintas
categorías de reproductores: los mimeografistas, los fotógrafos, los impresores de mapas,
los encuadernadores de manuscritos y aunque no pretendo adularlos, podría incluir en este
grupo a aquellos que tienden a representar el lenguaje de las letras y números con el
lenguaje pictórico.37
administrativa suelta, pero estoy convencido que son muchos menores que las ocasionadas por el otro extremo: a fortiriori
en el gobierno, donde los principales problemas administrativos se remontan a las anticuadas obscuridades del Estatuto
del Servicio Civil, la unidad de menor de cualquier oficina gubernativa que no tenga agente administrativo para
representar su caso (y representarlo con fervor y sin malicia) ante la oficina administrativa más alta, no tendrá suerte. El
sistema de Servicio Civil, según su actual maraña de reglas y regulaciones, inevitablemente debe parecer algo así como
una conspiración contra la competencia. La única manera en que una unidad inferior puede mantenerse en funciones, es
pagando su propio campeón administrativo para que le abra camino, a brazo partido, hacia la superficie. Sin una gran
cantidad de tal descentralización y combate resultante, existe la calma que se apodera de las ciudades muertas: la oficina
de primera línea es llevada adelante por la comisión y la supervivencia de la incapacidad en toda la organización se
convierte en orden del día.
37. Con respecto a estos últimos –los expertos de presentación visual-, yo mismo tengo varias opiniones. No hay duda
de que buenos diagramas y cartillas mejoran la comprensión de ciertas clases de textos. Tampoco cabe duda –por lo
menos
Luego viene el grupo de bibliotecarios, sobre el cual tendré mucho más que decir en
el próximo capítulo. Como en cualquier institución donde se efectúa la investigación y
donde un nuevo conocimiento es el producto final, ese grupo constituye el guardián de la
acumulación material o física de todo conocimiento. Toman o reciben, como resultado de
sus propios esfuerzos o del esfuerzo de otros, los datos de ayer; los archivan y ponen en
orden; los cuidan; los distribuyen a las personas que reúnen esos datos en nuevo orden y
obtienen de ellos nuevas aproximaciones a la verdad.
Tenemos después el equipo profesional, que junto con el último grupo, constituye la
parte crucial de la organización. Sin los expertos profesionales, no hay inteligencia. Son
las gentes que estudian los múltiples aspectos de la vida exterior que he descrito
anteriormente. Son los científicos sociales y naturales y los expertos militares que poseen
pasión por la investigación y
para mi- de que ciertas clases distintas de textos no pueden ser ilustrados y ni siquiera mejorada su comprensión por
medio de dichos diagramas. Los mismos preparadores o presentadores no siempre tienen esta última impresión. Como
miembros de cualquier profesión nueva y agresiva, a menudo parecen inconscientes de las limitaciones de sus medios y
sienten cierta repugnancia a desempeñar el papel de una organización de servicio pasivo. Dejándoles seguir sus propias
inclinaciones, se les ha visto no sólo ensayar el imposible en forma de lenguaje pictórico, sino también comenzar a insistir
ante los profesionales cuyos trabajos deben ilustrar para que cambiaran la construcción y hasta el significado de los textos,
de modo que fueran más accesibles a sus medios de expresión.
CAPÍTULO VIII
La clase de problema que se discute aquí es una muy común en la función de inteligencia;
nace de fenómenos tales como el pacto de defensa francobritánico, la rebelión de la Grecia
septentrional, el nacimiento de la república de Vietnam, o el problema racial en Africa
meridional. En cada caso, la situación requiere la competencia de más de una simple
unidad regional 38.
El problema griego, por ejemplo, para ser debidamente encarado, debería ser estudiado por
los expertos griegos, yugoslavos, albaneses, búlgaros, rusos, ingleses y probablemente
también por los expertos turcos. Demandará una buena dosis de experiencia política,
económica, Dedicado especialmente y de lleno a la tarea o misión
(N.del T).
38. Estoy suponiendo que no será una sola unidad la que tendrá la responsabilidad exclusiva para Gran Bretaña y Francia
y que ninguna unidad única tendrá responsabilidad para varios Estados directa o indirectamente complicados en la
situación griega o por Francia y sus colonias orientales o por Gran Bretaña y sus dominios.
social y militar en todos esos frentes nacionales. Seguramente demandará el conocimiento
del hombre y hombres que estén funcionalmente especializados en los movimientos
comunistas internacionales. ¿Cómo se emprende tal proyecto?
La respuesta es que se emprende sobre bases “ad hoc”. Supongamos que un
importante consumidor ha solicitado es estudio. Una vez formalmente aceptado por el
equipo superior de dirección o control que lo equipara o pesa con otros compromisos y le
asigna cierta prioridad, es entregado a un supervisor de proyectos. Este podría ser el
hombre de mayor conocimiento substantivo sobre el tema, quien a su vez es el mejor
director, coordinador y editor. Digamos que es el jefe de la unidad griega, o si los
problemas de personal son agudos, un asistente especial de la división principal en ese
terreno. Habla con gente de otras unidades, reúne las piezas, delinea la estructura y
establece las líneas de conducta. Cuando ha reunido todas las piezas, dirige el trabajo
personalmente si es que no lo realiza él mismo. Es el campeón del trabajo terminado; cuida
de su despacho con el equipo superior director o de control; su reproducción y su
diseminación hacia el importante consumidor y hacia otras personas que sabe lo
encontrarán de utilidad 39. A la semana siguiente podrá hallarse trabajando exclusivamente
sobre su propia región o país o podrá ser un miembro menor de otro
equipo “ad hoc”.
La tarea de los componentes del equipo de control superior durante este proceso
reviste la mayor importancia. Para comenzar, deben definir la importancia relativa del
proyecto; deben cuidar de que la totalidad de la mejor competencia de la organización se
halle al servicio de la cuestión; deben hallarse dispuestos para ayudar al supervisor de
proyecto a suavizar las diferencias de opinión; deben examinar con ojo crítico el trabajo
terminado y su presentación (extensión, idioma, grado de perfección, etc.) y deben tratar de
percibir e identificar los puntos débiles, aun cuando ellos mismos no fuesen especialistas en
las cuestiones griegas.
El equipo de trabajo se muestra a veces despreciativo hacia sus servicios
sosteniendo que no hacen más que entorpecer con su ineptitud las tareas de los
profesionales. Pero el hecho es que todos los profesionales no son verdaderamente realistas
respecto a la clase de trabajo que están haciendo. Pagan, por su pericia, el bien conocido
precio académico; a menudo se muestran muy celosos de cuestiones menudas tales como
fechas de entrega; a veces dedican demasiada atención a
asuntos de poca importancia práctica, son a veces capaces de confundir el punto o puntos
cruciales del asunto entre manos o de enterrarlos entre destinos. Corresponde al equipo
directivo o de control, introducir, cuando sea necesario, el corre
40. Informe de la Comisión Real..., 27 de junio de 1946 (Ottawa, 1946), pp. 12.17 y esp. 19-29. Los departamentos
internos representados eran: el NKVD (Policía de Seguridad), Comité Central del Partido Comunista, el Comisariato de
Comercio Exterior, el Ejército Rojo y, por supuesto, el Comisariato de Asuntos Extranjeros. La marina se disponía
probablemente a establecer su propio representante.
Siendo éste el caso, en los párrafos sucesivos efectuaré la separación y me limitaré a los
problemas de la fuerza departamental de campaña descubierta. Los problemas
administrativos con respecto a tal fuerza de campaña derivan de las siguientes
circunstancias: Primero, el hombre que es enviado, digamos a Gran Frusina, debería ser un
miembro del equipo profesional interno que se encarga de los asuntos de Gran Frusina. 41.
Para ser eficaz en la campaña, debe mantener las rela-
ciones más estrechas posibles con su unidad en su propio país.
Segundo, la gran organización (de la cual la unidad destacada en Gran Frusina es
una pequeña parte) que envía ese hombre a Gran Frusina, enviará otros hombres a otras
partes del mundo. Para manejar tal operación, estará obligada a establecer alguna clase de
unidad administrativa central en la oficina del jefe de la
41. En este punto no efectuará la menor concesión. El peor de los desaires que puede efectuar una operación de
inteligencia, es enviar al exterior al personal que fuera especialmente reclutado para ello y embarcarlo antes de que pueda
abrirse camino en el corazón del equipo interno. Los hombres de campaña podrían ser hombres del equipo interno, que
reunieran todas las condiciones que exige una asignación en el exterior. Podrían saber, sin mayor esfuerzo mental, cuáles
son los principales problemas del equipo interno, qué deben saber o no, qué deben descubrir, qué necesitan en el sentido
de materiales físicos obtenibles sólo en Gran Frusina, etc. Podrían conocer personalmente y si fuera posible debieran
estimar y admirar a los miembros del equipo que dejan atrás. Aún bajo estas condiciones, los problemas de la perfecta
comprensión y el perfecto entendimiento no son insignificantes.
organización. Más aún, si el hombre en Gran Frusina encontrara datos sobre Pakistán que
pudieran ser de interés para la unidad de Pakistán de su país o el hombre destacado en
Londres descubriera cosas que merecieran la atención de la División del Lejano Oriente,
habría una razón administrativa para intercalar una unidad subjetiva en la administrativa.
Esta última unidad cuidará que todos los consumidores interesados en el producto final del
trabajo de campaña sean servidos. Por lo tanto, la oficina central de la gran organización
viene a tener un jalón administrativo dual en la operación de campaña.
Tercero, cuando el hombre en campaña llega a Gran Frusina, es subordinado a un
tercer amo. Este es el jefe de la misión oficial allí, quien a su vez informa al secretario de
Estado y al presidente.
El problema consiste en mantener un estrecho contacto personal entre el hombre en
campaña y el jefe de su pequeña unidad destacada en Gran Frusina –lo cual es
absolutamente vital-, y al mismo tiempo, mantener satisfechas a las otras partes del
triunvirato. Para este problema no tengo respuesta segura; en realidad, creo que no existe.
La esperanza es que el entendimiento humano y la experiencia acumulativa para hacer
ajustes, salvará todas las dificultades inherentes. Esto se logrará más rápidamente si todos
los que están complicados en la operación, comprenden la importancia de mantener el
equipo profesional en Gran Frusina lo más estrechamente unido posible a su representante
y hacen todos los esfuerzos razonables para ajustar y promover esa relación.
Antes de arriesgar una respuesta a esta pregunta, sería necesario definir los
términos.
Por reunión se quiere significar el derecho exclusivo de procurar, para el uso del
equipo profesional, todas las materias primas que necesite. No significa meramente la
reunión de los componentes a que me he referido con respecto a las actividades de
recolección de la biblioteca, sino a todos los demás componentes. Por ejemplo, una unidad
de reunión, después de haber sido informada de que el equipo profesional va a iniciar un
estudio sobre las opiniones del Partido Tudeh Iranio en la Liga Árabe, tiene el deber de
reunir o recolectar toda la información sobre ese tema que pueda responder a toda pregunta
que pudieran concebir las mentes de los especialistas iranios. De ahí que reunión, en este
sentido, implica la recolección que cualquier buen bibliotecario puede cumplir en su
función de reunir libros y también la recolección que un investigador profesional efectúa
después de haber agotado las fuentes estáticas de su biblioteca.
Por diseminación me refiero al derecho exclusivo de distribuir a los consumidores:
a) materias primas que los encargados de la observación recogen en el exterior y no en el
propio país 42 y b) el producto terminado como ha salido de manos del equipo profesional.
Desde mi punto de vista, establecer una unidad de reunión y diseminación con esos
deberes es poco menos que absurdo. La cosa cambia enormemente cuando se le asigna una
función exclusiva de reunión. Porque una cosa es, para una biblioteca, cumplir la misión de
adquirir material básico de utilidad general (como cables del Departamento de Estado e
informes de embajadas), y otra muy distinta conceder a un bibliotecario el derecho
exclusivo de adquirir todos los materiales que el señor Jones, digamos, especialista iranio,
necesitará para efectuar un estudio sobre el Partido Tudeh y la Liga Árabe. Otro asunto
completamente diferente es pedir al señor Jones que comunique a un recolector lo que cree
que necesitará para efectuar su estudio. Y es también otro asunto completamente distinto el
hacer administrativamente difícil, si no imposible, para el señor Jones en persona, recurrir a
personas de otras agencias gubernativas para que le permitan el acceso a sus archivos sobre
el Irán.
La fase de reunión en la investigación no puede ser hecha de una vez por todas en la
etapa inicial de un proyecto; la fase de reunión penetra o invade todas las otras fases y en
realidad, es la fase que jamás está completa, y el único hombre que puede efectuar la
reunión de datos (fuera del material evidente), que no puede especificar por medio de un
título es el hombre que sabe qué es lo que está buscando. Si existiera un hombre en la
unidad bibliotecaria que fuera un experto iranio tan ducho que el señor Jones pudiera
decirle lo que desea sin darle antes un curso de conferencias sobre la vida y la política
iranias, entonces, ese hombre no debería estar entre el personal bibliotecario, debería estar
entre el personal bibliotecario, debería estar en el equipo del señor Jones.
Se arguirá que, a menos que la reunión sea centralizada, sobrevendrán dos
calamidades: una, el equipo profesional, solicitaría sistemáticamente fuentes externas de
información y, como resultado de estas repetidas correrías no coordinadas en busca del
mismo material, esas fuentes serían a la larga antagónicas. Dos, el equipo profesional, al
adquirir materiales mediante sus propios esfuerzos de reunión, tenderá a formar su propia
biblioteca y atesorar materiales que podrían aprovechar otras partes de la organización.
Hay respuestas para ambos puntos.
Uno, cualquier cosa que pida el equipo profesional por designación específica,
podría, por supuesto, ser provisto por los métodos regulares de adquisición de la biblioteca,
con tal que la biblioteca pueda actuar con velocidad. Los materiales que el equipo
profesional no puede designar específicamente debe adquirirlos por sí mismo. En estas
circunstancias, será forzoso que se produzcan ciertas inevitables duplicaciones de
demandas. Pero esto no es necesariamente un pecado imperdonable, sobre todo cuando da
como resultado un más alto nivel de cumplimiento. Siempre he considerado que un
hombre que acostumbra a estallar de indignación cada vez que dos de la misma agencia le
hacen idénticos pedidos, estaría mejor si se empleara en cualquier otro lado.
Dos, el equipo profesional tenderá, en efecto, a formar su propia biblioteca. Así
debería ser. Por otra parte, el equipo profesional es el primero en comprender las ventajas
de tener su botín privado, registrado y catalogado por la biblioteca; podría así reclamarlo y
en la mayoría de los casos tenerlo guardado para siempre. Ciertamente, no se registrará
todo botín privado y la organización sufrirá en consecuencia; pero esa porción que no se
registra en un archivo central será relativamente poco importante. Esa cantidad será
siempre pequeña y se mantendrá así, mediante el constante esfuerzo de la dirección y el
rápido registro y devolución de todos los materiales.
Hablemos ahora de la función de diseminación. Ante todo, de la diseminación de
las llamadas materias primas, de las cuales surge el producto terminado. ¿Debieran ser
diseminadas en bruto? No veo razón alguna, fuera cual fuere, para la distribución exterior
de este material en bruto. Permítaseme aclarar los términos "exterior" y en "” bruto".
Por exterior me refiero a lo externo a la organización principal de inteligencia. Por
supuesto, debe circular dentro de la organización y circular con rapidez y sistema. La
circulación rápida y efectiva de los datos entrantes, entre el personal de observación interior
y de investigación interior, es una de las tareas principales de la biblioteca. Pero no creo
que la circulación de este material en bruto al exterior de la organización sea de beneficio
para nadie.
Por “en bruto” quiero decir “tal como entra”, precisamente tal como entra. Cierta
cantidad de ese material, que el equipo profesional considere apropiado para la distribución
externa, sería mandado afuera después de haber sufrido la revisación de los expertos. El
resto se describiría en un boletín semanal o diario, en orden de origen, de tema o ambos y
las personas de fuera interesadas en él lo encontrarían primero en ese boletín. En caso que
quisieran ver un material determinado de interés, podrían pasar por la biblioteca.43
Admito que hay ciertas desventajas que este procedimiento impone a los de afuera que
necesiten este material, pero las desventajas son pequeñas comparadas a las inherentes a
una circulación sin discriminación de todo lo que entre, en su forma original.
43. Este es en realidad un sistema ampliamente difundido entre las organizaciones de inteligencia establecidas. Sin
embargo, existe entre la mayoría de ellas una continua presión por parte del equipo bibliotecario para hacer salir el
material en bruto antes de haber sido revisado por los profesionales. La gente que se encarga de la recepción del material
entrante, de su registro, catálogo y archivo, experimenta un perdonable deseo de exhibir aunque sea sólo una pizca del
mismo.
En el presente estado de cosas, cuando el trabajo de campaña está hecho por demasiadas
gentes inexpertas y cuando es probable que sus virtudes sean calculadas en términos del
bulto o cantidad de papel que envían, parece haber buenas razones para establecer alguna
clase de pantalla profesional de alto grado a través de la cual debe pasar el material en bruto
antes de salir. En el capítulo X me referiré nuevamente a este problema.
En segundo lugar, hablemos de la diseminación del producto terminado de la
organización de información Debiera ser y es, para toda persona de la organización, asunto
de la mayor importancia, que los sumarios diarios o semanales, los informes, estudios,
mapas, etcétera, sean entregados a personas con responsabilidades de orden, proyección y
operación. Es una función de gran importancia. Existen dos razones por las cuales no
deberá ser colocado en manos de una unidad especial de reunión y diseminación y, en
cambio, será entregado a lo que anteriormente di el nombre de control.
Administrativamente hablando, el control debe saber dónde se envían sus
mercaderías y cómo son recibidas. Tiene el primer derecho sobre los registros de
distribución y recepción. Si la copia de esos registros es colocada en cualquier otra parte,
el control debe tener aun en su poder el duplicado. De ahí que parezca muy razonable dejar
todo el trabajo al control. En segundo lugar, el control se halla más cerca del equipo
profesional que cualquier otra unidad y el control y el equipo profesional juntos, saben más
sobre los problemas que han de servirse y, por lo tanto, más sobre la gente que lidia con
esos problemas. Sus continuos esfuerzos por la aplicabilidad de sus conocimientos, los
pone automáticamente en estrecho contacto con sus consumidores en potencia. De ahí que
haya una razón de peso para que se encargue de la diseminación del producto terminado.
Siguiendo el razonamiento de los párrafos anteriores, me resulta imposible aceptar
el concepto de una unidad administrativa para encargarse exclusivamente de las funciones
de reunión y diseminación. La reunión de los materiales que pueden ser designados por
nombre o lugar u origen puede y debería ser efectuada por la biblioteca; otros materiales
deben ser reunidos por el personal profesional. La diseminación, tanto de las materias
primas o en bruto, como del producto terminado, es un asunto en que el equipo profesional
tiene una conexión tan íntima, que no puede ser excluido. Mi propia respuesta al problema
es el establecimiento de una diestra y activa biblioteca y una pequeña unidad de
distribución agregada a la oficina del jefe de la organización, donde mantenga el estrecho
contacto con el control y el equipo profesional.
44. Es por sí mismo un gigantesco problema el decidir qué decenas de miles de billones de nombres posibles que hay en
el mundo, deben ser incluidos en esos archivos. Sin embargo, no constituye un problema administrativo y posteriormente
me referiré a él.
Otro grupo querrá saber qué posibilidades hay de que se convierta en el hombre N° 1 de
su partido, ejército, compañía o iglesia; sus probables sentimientos respecto a la situación
azucarera local, sobre Mr. Bevin o la fe cristiana. El primer grupo de consumidores efectúa
una parte considerable de su trabajo por teléfono; el segundo, por demanda más o menos
formal. De este modo, comienza a tomar forma el problema administrativo.
Primero, debe reunirse o juntarse una gran cantidad de datos realísticos sobre un
número asombroso de personas. Como este trabajo es en su mayor parte un trabajo de
recortar y pegar, puede ser efectuado por un grupo de empleados destinados especialmente
a esa tarea mecánica.
Segundo, estos datos realísticos deben archivarse en un archivo central donde
puedan estar a mano para ser usados por el consumidor telefónico. Pero como es imposible
decir donde comienzan y terminan esos datos y asegurar que todos los consumidores
telefónicos pedirán datos de esa naturaleza, todo el material biográfico será guardado en el
mismo archivo.
Tercero, la parte crítica y evaluativa de la nota biográfica se encuentra fuera de los
límites de competencia del grupo de empleados dedicados a ojear los diccionarios
biográficos y periódicos corrientes.
El problema es el siguiente: ¿Hay que mantener el archivo central y formar el
equipo biográfico con profesionales de primera categoría? ¿Hay que subdividir el archivo
central en sus componentes regionales, haciendo que las unidades regionales de
observación e investigación hagan su parte? ¿O hay que escoger algún término medio?.
Me parece que, si se adopta el primer procedimiento, es decir, formar un gran
equipo biográfico completo o unidad de personalidades, pueden resultar dos daños:
Primero, como es ridículo tratar de divorciar a las gentes de los actos que hacen, la unidad
de personalidades se convertiría probablemente en una agrupación de pequeñas unidades de
investigación regional que no harían más que repetir o duplicar una buena parte de las
funciones del principal grupo regional. Segundo, es inútil tratar de detener esta duplicación
diciendo a las unidades regionales del grupo principal que ellas no tendrán conocimiento
profesional de las personalidades de sus áreas respectivas.
Si se adopta el segundo curso y toda la operación se descentraliza hacia las
principales unidades regionales, se producen dos inconvenientes de igual magnitud:
primero, se pierde la ventaja de un archivo central y un servicio telefónico central.
Segundo, la clase de dirección profesional que es característica de las principales unidades
regionales, no tendrá el adecuado entusiasmo hacia la parte mecánica del trabajo, o sea de
pegar y recortar y no la efectuará con el énfasis debido.
La única solución es una especie de término medio. El archivo debe estar reunido,
la unidad de personalidad debe proveer todo el trabajo y la ayuda mecánica y las unidades
regionales deben reclutar todos los profesionales de primer grado para su parte de trabajo.
No existe ninguna razón valedera para que estas personas especialmente reclutadas, sean
las únicas, en las unidades regionales, que trabajen en biografías, ni que trabajen ellas
exclusivamente en biografías, pero sí hay razones y muchas, para insistir que, cualesquiera
sean las circunstancias, ellas o sus equivalentes profesionales, dediquen las horas de ritual
al trabajo biográfico. En caso de producirse una prisa en un proyecto más apremiante,
habrá siempre tendencia a abandonar temporalmente el trabajo biográfico fundiendo a los
biógrafos con otros equipos; y esto no debe suceder.
LA INTELIGENCIA ES ACTIVIDAD
CAPÍTULO IX
LA INTELIGENCIA ES ACTIVIDAD
47. Incluyo la ciencia de la estrategia militar entre las ciencias sociales, junto con la psicología social, la economía, la
política, la sociología, la geografía, la antropología, la historia y otras. Vale la pena señalar que la inteligencia de la
ciencia física y la tecnología posee un grueso barniz de ciencia social. Por ejemplo, es muy importante saber con
exactitud en qué punto se halla un país X en el desarrollo de nuevos combustibles, vacunas o armas y presumiblemente
sólo un hombre muy versado en la ciencia exacta apropiada posee la competencia necesaria para manejar los detalles
técnicos de dichos problemas de inteligencia. Pero tan importante o posiblemente aún más, es saber los beneficios o
ventajas que tales desarrollos producirán sobre la nación que
gran parte el tema base de la información estratégica, existe ese método. Es muy
parecido al de las ciencias físicas. No es el mismo método, pero no por eso deja
de ser un método.48. Puede ser descripto de muy distintas maneras. Por ejemplo,
uno podría explicar la discusión sobre las ciencias
los efectúa. Si el país X ha encontrado un nuevo combustible que revolucionará su industria aérea, ¿posee
ese país el deseo y los medios de beneficiarse de esa revolución? Y si el país X se dispone a beneficiarse
de esa revolución, ¿cuáles serán los resultados sobre su aviación comercial, su actitud en las relaciones
exteriores, etc.? Estas últimas preguntas son de la mayor importancia y las respuestas no se hallarán
necesariamente dentro de la esfera del sabio o ingeniero responsable del desarrollo. Las respuestas
constituyen el fin y el trabajo de los ciencistas sociales. Cualquier país extranjero que trabaje sobre Estados
Unidos era lla era atómica, no sólo tendrá interés en saber cómo afectará nuestra política exterior o interior la
posesión de la bomba atómica y otros secretos de la energía atómica, sino en descubrir nuestros secretos
altamente técnicos. Por lo tanto, sería de esperar que el equipo de inteligencia central de la División de X en
Estados Unidos empleara varios científicos en procura de saber cómo la hacemos y un gran número de
sociólogos que distribuyeran los hallazgos dentro de los apropiados contextos políticos, social y económico.
48. A menudo se señala que el método de las ciencias sociales difiere más grandemente del de las ciencias
exactas, en las enormes dificultades con que tropiezan para la ejecución de controlados y repetidos
experimentos y en el logro de bases seguras de pronósticos. Pese a estas grandes desventajas, los
científicos sociales continúan buscando mejorar su método, para conseguir la exactitud de la física y la
química. Algunos de los científicos físicos, como el presidente Conant, de Harvard, aunque respetuoso hacia
“los análisis objetivos e imparciales, logrados por los
Físicas (tal como la del presidente Conant, de Harvard), diciendo que el método de
las ciencias sociales implica el desarrollo de nuevos conceptos derivados de las
observaciones y que los nuevos conceptos, a su vez, indican y conducen a nuevas
observaciones. Pero extender esta fórmula –admirablemente simple-, de modo
que se ajuste al caso especial de las ciencias sociales, sería tal vez menos útil que
enunciar otras específicamente designada para ajustarse a las exigencias
presentes.
En esta otra formulación, se reconocen siete pasos o etapas:
1) La aparición de un problema que requiera la atención de un equipo de
inteligencia estratégica.
2) El análisis de este problema para descubrir qué facetas del mismo son de real
importancia para Estados Unidos y cuáles, de las varias líneas de aproximación,
son las
ciencistas sociales, tienden a disociar los dos métodos. Sienten que el método de la ciencia social es tan
diferente del de las ciencias físicas (por las razones ya mencionadas y por otras más), que tratar de hacerlos
afines sólo tiende a confundirlos más. Dice Mr. Conant: “Decir que todos los análisis exactos e imparciales de
los hechos son calcular a los problemas de la ciencia física” (James B. Conant: De la ciencia física, New
Haven, 1947, p. 10). Mr. Conant, como químico, sin embargo, está principalmente interesado en evitar la
confusión en el terreno de la ciencia pura. Los científicos sociales tienen un interés muy diferente.
que más servirán, probablemente, a sus consumidores gubernamentales.
3) La recolección de datos sobre el problema como se indica en la etapa 2). Esto
implica una revisión de los datos disponibles y existentes en las bibliotecas de
material documental y un empeño de procurar nuevos datos para llenar los
huecos.
4) La evaluación crítica de los datos así recibidos.
5) El estudio de los datos evaluados con la intención de hallar alguna clase de
significado inherente. El momento del descubrimiento de tal significado podría ser
llamado el momento de la hipótesis, aunque algunos estudiantes del método, más
que nada por conveniencia, hablan como si existiera. Ni puede decirse
categóricamente en qué etapa del proceso aparece la hipótesis. A uno le gustaría
pensar que aparece en esta etapa, la 5, pero en la práctica, comienza a aparecer
cuando se ha reunido el primer dato. Se ha dado el caso de que apareciera aún
antes de eso, y de que puedan continuar apareciendo hasta que se cerrara el
proceso y aún después de esto.
6) Una mayor recolección de datos, a lo largo de las líneas indicadas por las
hipótesis más promisorias, a fin de confirmarlas o rechazarlas.
7) El establecimiento de una o más hipótesis como las más acertadas y la
declaración de que estas hipótesis son las que más se aproximan a la verdad.
Estas es la última etapa y suele recibir el nombre de estado de presentación.
En cada una de estas etapas se producen dos clases de problemas
metodológicos. Una clase es característica de todas las investigaciones
sistemáticas en las ciencias sociales y la otra deriva de las peculiaridades de las
actividades de investigación en la inteligencia. Para decirlo de otro modo: La
inteligencia estratégica tiene una serie de problemas metodológicos que son
relativamente desconocidos para los científicos sociales que trabajan en la
Universidad. En el próximo capítulo, me dedicaré, principalmente, a describir esta
clase de problemas metodológicos especiales.
CAPÍTULO X
49. Véase Por qué fuimos sorprendidos en Pearl Harbor, de Seth W. Richardson (Consejo General del
Comité de Investigación Combinado (sobre Pearl Harbor). “Saturday Evening Post”, vol. 219, N° 47, mayo 24
de 1947. Mr. Richardson documenta la proposición, que se acepta generalmente.
Por ejemplo, supongamos que las personas que vigilan a Gran Frusina tienen
conocimiento de que este país está extendiendo su programa de misión cristiana
en el Congo belga y que ha nombrado a cierto Hermano Nepomuk como ayudante
del nuevo director. Si la observación es lo suficientemente aguda como para
reconocer lo insólito de este cambio en la política menor de Gran Frusina, ha
iniciado un problema substantivo que podría ser de mucho interés al estudiarlo, o
que bien podría, por otra parte, carecer de toda importancia.
Los problemas metodológicos del caso presente son muy similares a los
mencionados anteriormente: ¿Cómo puede la observación estar segura de haber
localizado lo insólito, lo realmente insólito? ¿Cómo puede tener la seguridad de
haber señalado, entre los miles de cosas que observa y los millones de cosas que
ocurren, aquellas a la anterior: tiene que procurarse los servicios de hombres
inteligentes y sabios – sabios en ese tema -, y rogar que por su misterioso ego
interior sea de la clase capaz de producir hipótesis de nacional importancia.
c) El tercero y último modo en que puede nacer el problema substantivo es
a instancia directa del consumidor. Por ejemplo, supongamos que los políticos,
que son los principales consumidores de la inteligencia, se enfrentan con una
revisión de la política establecida en China. Supongamos que citan parte del
control y del equipo profesional de la inteligencia a una reunión donde es
presentado el problema. En el curso de esta reunión, podrán aparecer aspectos
de la cuestión china de los que los políticos no han tenido noticias anteriormente.
Supongamos que esos aspectos tengan relación con la población. Un cambio
anticipado en la política ha dado nacimiento a un problema substantivo.
En este caso, tal como está presentado, no hay problema metodológico
real; desde el punto de vista de la organización de la inteligencia, las cosas han
ocurrido tal como debían ocurrir. En realidad, la tarea es tan grande y tan general,
que debe presentar, forzosamente, serias dificultades; pero desde que la
inteligencia fue requerida en la reunión, la inteligencia puede esperar que sus
consumidores le brinden cierta guía para delimitar, con cierta precisión, el
problema substantivo dentro de sus necesidades. (Esta es la etapa 2 y será
discutida inmediatamente). Pero lo que ocurre muy a menudo, es que la decisión
de revisar la política haya sido tomada y comenzada la discusión sin incluir en ella
a la inteligencia. Semanas más tarde, cuando los políticos se hallan ante un
problema inamovible, descubren que deben poseer inmediatamente una nueva
estimación sobre la población por medio de la inteligencia; presentan así un
problema substantivo, con gran consternación y desesperación por parte de la
inteligencia, que se ve obligada, así, a efectuar en una noche el trabajo de un mes.
50. Para el significado de la palabra “desarrollo” usada en este sentido, véase Los espías soviéticos, de
Richard Hirsch (Nueva York, 1947), cap. 16. Las personas a quienes los rusos en Ottawa indujeron a
traicionar a su país, no lo hicieron por dinero. Lo traicionaron porque, debido a una subterránea y persistente
instrucción, adquirieron la seguridad de que al hacerlo beneficiaban a la humanidad. Existen muchos otros
medios de “desarrollar” una fuente sin el uso directo de respaldo metálico...
52. La justificación oficial de esta práctica es que nuevos elementos pueden ser establecidos como noticias
falsas y que el encargado de la evaluación no desea aumentar el engaño. De ahí que utilice la palabra
“documental” como señal de aviso y como evidencia de que él es estrictamente neutral en lo que a
interpretación se refiere. Yo no estoy influido por el razonamiento.
53. Algunas organizaciones han desarrollado la práctica de citar tantas fuentes como requiere el texto y de
citar fuentes secretas o delicadas en código. El consumidor, en estas circunstancias, obtiene una información
mejor, aunque algunas de las referencias no tengan sentido para él. Si él debe conocer la fuente de un
informe determinado, se halla siempre en libertad de pedir
No conozco fórmula alguna de daño y menoscabo que sea más segura que
una investigación efectuada de un modo chapucero y carente de notas al pie. Una
investigación chapucera y con notas al pie, no es buena; pero chapucera y sin
notas, multiplica el peligro de una manera que el lego no puede imaginar. El
siguiente ejemplo servirá para aclararlo:
Los estados mayores militares de los países “X” e “Y” sostuvieron varias
conversaciones prebélicas sobre los aeródromos que “Y” poseía en una de sus
colonias. “Y” dijo a “X” que tenía varios aeródromos construidos, algunos a punto
de construirse cuando las tierras hubiesen sido adquiridas. La iniciación de las
hostilidades convirtió el contenido de esas conversaciones en importante material
de inteligencia y uno de los equipos de inteligencia de “X” distribuyó un informe
que nombraba y ubicada con precisión los campos, anotando que algunos estaban
listos, otros aún no construidos y otros sólo planeados. Citaba su fuente de origen
y daba datos sobre las conversaciones. Hasta
Aquí todo fue bien.
aclaración al productor. Éste, sin embargo, parecería ser el beneficiario principal. Tiene ante él su registro
para el momento en que alguien pueda recusar una de sus declaraciones o deba revisar o extender su
estudio.
Pocos meses más tarde, otro equipo de inteligencia de otro país, “Z”, tuvo
ocasión de obtener un informe sobre la colonia, informe que tenía una sección
dedicada a los aeródromos. La información que contenía provenía del estudio
anterior, pero fue cambiada en dos aspectos: el asunto de la tierra para aquellos
aeródromos cuya tierra no había sido aún comprada, fue omitido, lo mismo que la
referencia a la fuente de origen. Tenemos ahora un informe que contiene
información sobre aeródromos en funcionamiento sin citas al pie y sobre otro
grupo que pronto será terminado.
Poco más tarde, un segundo equipo de inteligencia del país “Z” tomó el
segundo informe y registró los datos sobre los aeródromos en tarjetas. Estas
tarjetas eran fórmulas impresas que no tenían una división o casillero apropiado
para anotar si un aeródromo se hallaba en funcionamiento o en proceso de
construcción. Las tarjetas no llevaban referencias al pie. Las tres categorías de
aeródromos fueron por lo tanto incluidas en la categoría uno. Basándose en la
información así producida, podía pensarse que existían, en la zona en cuestión,
cincuenta aeródromos más de los que en realidad había.
Más o menos en esa época, se formó en “Z” un tercer equipo de inteligencia
que heredó el archivo del segundo. Desarrolló una técnica para presentar
aeródromos en mapas, con símbolos para indicar la longitud y el tipo de pista.
Ahora bien, en el documento original no se había dado longitud para las pistas
inexistentes de los campos todavía no construidos, pero se había anotado que las
áreas a adquirir para el desarrollo de los aeródromos serían de una milla
cuadrada. Este dato se repitió en todos los informes sucesivos. Pero cuando los
trazadores de los mapas se encontraron con ese dato, lo hallaron poco
conveniente. No deseando hacer algo tan poco realístico como dibujar una pista
cuadrada de una milla por lado, recurrieron al término medio. Razonaron que las
pistas tendrían la máxima longitud; por tanto seguirían la diagonal, teniendo así
algo más de una milla, digamos unos 7.000 pies de longitud. Decidido este punto,
trazaron sus mapas, asignando un símbolo a los campos, que indicaban una
longitud de pista de 7.000 a 8.000 pies. En realidad, como se demostró más
tarde, sólo llegaron a construirse uno o dos de los cincuenta campos inexistentes.
Esta clase de error no puede achacarse enteramente, de ninguna manera,
a la falta de referencias al pie, pero yo diría que la falta de referencia aumentó
considerablemente las probabilidades de que ocurriera. Más aún, la falta de
referencia hizo cada vez más difícil la corrección del error original, a medida que la
información pasaba a través de la cadena de productor-consumidor. Para cuando
se terminó el mapa, el descubrimiento del error demandó horas de tiempo del
hombre más eficaz y competente que podía tener horas que dedicar a la cuestión.
Y aún así el daño fue irreparable, porque la apreciación más correcta y cautelosa
que ese hombre hiciera sobre la situación de los aeródromos en la colonia de “Y”
no podía alcanzar a todos los consumidores de los informes erróneos o convencer
a todos a los que aquel informe había llegado de que la suya era la verdadera
apreciación.
Los problemas metodológicos que he discutido más arriba, parecerán ser
de los más enojosos. Pero mi catálogo no está exhausto. Existen otros
problemas y hay otras facetas, además de los ya considerados y que hacen muy
dificultosa la profesión de inteligencia y son una causa de que los resultados de
los procesos de inteligencia caigan por debajo de los necesarios “standards” de
calidad.
CAPÍTULO XI
No hay fase de la inteligencia que sea más importante que las adecuadas
relaciones entre la misma inteligencia y la gente que utiliza su producto. Es
extraño notar que con esta relación, que uno esperaría que se estableciese por sí
misma, automáticamente, no ocurre tal cosa. Se establece como resultado de
grandes, persistentes y conscientes esfuerzos y tiende a desaparecer cuando
tales fuerzas disminuyen.
Las adecuadas relaciones entre los productores de inteligencia y los
consumidores son de extrema delicadeza. La inteligencia debe hallarse los
suficientemente ligada a todas las operaciones políticas, de proyectos y demás,
para obtener la mayor cantidad posible de dirección o guía, pero tampoco debe
hallarse tan cerca que pierda su objetividad de integridad de juicio. El objeto de
las páginas siguientes es explicar precisamente el significado de esta última
oración.
54. Para ver la relación entre operación e inteligencia en su forma mejor y más efectiva, debe descenderse
muy hacia abajo en la escala administrativa y de mando. Alllí, en las unidades menores, los oficiales de
inteligencia y de operación intercambian, a menudo, sus tareas y a veces hay un solo hombre para ambas
misiones. En estas circunstancias no existe problema de dirección y puede contarse con que la inteligencia
efectúa su trabajo con un mínimo de esfuerzo inútil.
Habrá diferencias de opinión respecto a lo que es importante no deben
descorazonar, debieran por cierto ser continuamente impulsados con los mejores
consejos que los hacedores y los consumidores de la inteligencia puedan ofrecer.
El aspecto investigador de la inteligencia sufre aún más que el de
observación cuando está guiado inadecuadamente. En primer lugar, el
conocimiento que provee puede ser inaplicable al uso que se supone ha de servir,
incompleto, inseguro y tardío. No es razonable esperar otra cosa, porque la clase
de tarea que a menudo se exige desempeñe la inteligencia en, digamos, una
semana o un día, puede hallarse simplemente más allá de toda competencia
humana. Para poder dar curso a sus trabajos en la forma y con la calidad que
aparentemente se espera, necesitaría de un equipo de investigación lo
suficientemente grande como para codificar y mantener al día virtualmente la
suma total del conocimiento universal. Aún así, es dudoso que el resultado fuera
el requerido, a menos que la inteligencia tuviera algún aviso anticipado del
próximo trabajo.
En segundo lugar, la necesidad de guía adecuada y oportuna es el principal
contribuyente a la peor enfermedad que puede afectar a la inteligencia: la
irresponsabilidad. La inteligencia pierde el deseo de participar en lo que ha de
cumplirse; pierde la voluntad de concurrir adecuadamente a la coordinación de los
esfuerzos. Se conforma con aderezar alguna información sin tratar de descubrir o
saber qué se oculta tras la orden de pedido de la misma; sin tratar de buscar
sentido a lo que parece carecer de él. Cuando hombres inteligentes y sensitivos
proceden de esta manera, dejan de ser inteligentes y sensitivos; comienzan a
comportarse como autómatas que se preocupan, si es que lo hacen, por las cosas
menos adecuadas. Aquella de que disponen en forma de conocimiento, es
vigorosamente no aditivo; debe ser trabajado por alguien más, menos bien
informado que ellos mismos, antes de que tenga valor para la empresa. Y más
aún, lo que tengan disponible no sólo es aditivo, sino que también puede carecer
de actualidad o ser inadecuado, porque desde mucho tiempo antes han dejado de
preocuparse.
Existe cierto número de razones por las cuales los productores y
consumidores de inteligencia tropiezan con dificultades para establecer relaciones
apropiadas; la primera de ellas es, tal vez, superficialmente al menos, más típica
de las fuerzas armadas que de los departamentos civiles.
Las fuerzas están organizadas según el bien conocido modelo del estado
mayor. En el más elevado nivel, en el Departamento de Guerra, por ejemplo, al
jefe de estado mayor le está subordinado un subjefe de estado mayor, el estado
mayor general y estado mayor especial. El estado mayor general está compuesto,
además, de seis divisiones cada una de ellas bajo la dirección de un general.
Éstas son respectivamente responsables de los asuntos concernientes a personal,
información, organización e instrucción, necesidades de abastecimiento para las
fuerzas, planes y operaciones e investigación y desarrollo. Con ciertas
modificaciones, este modelo puede reconocerse fácilmente en el nivel superior de
las demás fuerzas y es típico a todas las fuerzas (siempre con modificaciones) en
el orden descendente de sus formaciones. Por ejemplo, el comandante de una
división de infantería, una escuadrilla de aparatos de combate o un acorazado,
tendría un estado mayor formado por media docena de oficiales, cada uno de los
cuales tendría funciones más o menos semejantes a las de los directores del
estado mayor general.55
La función principal de todos los estados mayores es mantener al
comandante informado y ayudarlo a preparar la “correcta decisión militar”.
55. No se ha dicho que la función de investigación y desarrollo no está por lo usual representado en este
nivel.
Cada oficial de estado mayor tiene el deber primordial de contribuir a que su
comandante obtenga una amplia comprensión de los asuntos de su especialidad y
un deber secundario hacia sus compañeros de estado mayor. Es de esperar que
la lealtad que debe existir en toda institución humana, exista también a lo largo de
toda la línea administrativa. Es decir, el personal a las órdenes del Director de
Planes y Operaciones sentirá la mayor lealtad hacia aquellos que trabajan cerca
de él en la misma y pequeña unidad administrativa y luego hacia todo el escalón
de que forma parte siguiendo luego el escalón inmediato superior y así hasta
llegar al director mismo. Hasta que los distintos grados de lealtad del personal de
toda la organización de Planes y Operaciones hayan atravesado esta línea
vertical, por lo general no se habrá compenetrado con la organización y no será
hasta que eso haya ocurrido, que podrán empezar a compenetrarse de las otras
organizaciones similares (por ejemplo, la de “inteligencia” o la de “personal”).
En estas circunstancias existe una razón formal, inherente a la estructura
del estado mayor, por la que el director de Inteligencia podría tropezar con
dificultades para obtener, de los otros directores, la clase de guía que debería
tener con respecto a planes, operaciones proyectadas, fuerza operativa, etcétera.
La misma razón podría explicar por qué los escalones más bajos de las diversas
organizaciones, encuentran difícil reunirse; pero, el generalizar a lo largo de esta
línea es peligroso. Tal vez, la única generalización que tenga validez es aquella
que dice que una rigurosa estructura de estado mayor aumenta la inercia de
cualquier organización y lo que parece ser cierto en los más altos niveles de las
fuerzas armadas, es igualmente cierto en cualquier gran aventura comercial e
industrial.
Algunos, basando sus argumentos es un bien conocido aspecto de la
doctrina de las fuerzas armadas, han sostenido que las relaciones inflexibles a lo
largo de las principales líneas administrativas, son más serias en las fuerzas
armadas que en los grandes negocios. Señalan la doctrina que está
profundamente arraigada en una de las fórmulas de servicio básico lllamada “La
apreciación de la situación”56 y aseguran que allí se encierra algo que no
contribuye preci -
56. Esta fórmula está destinada en primer lugar a satisfacer una función esencialmente militar. Desde el
momento que los libros de texto no la limitan a una situación militar táctica, se encierra en ella mucha más
táctica que estrategia. Más aún, la estrategia en cuestión parece ser una estrategia netamente militar. No
obstante, la fórmula es aplicable a lo que he llamado la gran estrategia y no es improbable que los altos
mandos militares interesados en esa gran estrategia piensen en esos términos.
samente a disminuir las relaciones no satisfactorias entre los productores y los
consumidores de la inteligencia.
La apreciación de la situación es lo que un comandante militar debe
efectuar antes de decidir un plan de acción. 57 En breves trazos: ante todo, la
estimación implica un conocimiento del medio ambiente en que se desarrollará el
curso de acción (terreno, hidrografía, clima, etc., en una situación de gran
estrategia, estos factores incluirían la naturaleza general de la política, la
economía y la sociedad); segundo, un conocimiento de los efectivos, fuerza
combativa y disposición de las fuerzas enemigas (en una situación de gran
estrategia, esto se remontaría a lo que he definido como estatura estratégica
menos vulnerabilidades específicas); tercero, un conocimiento similar de las
propias fuerzas del comandante. De este conocimiento, el comandante deduce
los planes de acción que puede ejecutar el enemigo, y los planes de acción que a
él le son factibles y lo podrán conducir al cumplimiento de su misión.
57. Tiende a variar de una situación a otra, el hecho de que sea el comandante o su jefe de estado mayor o
sus oficiales de operaciones, quienes preparen la apreciación. Rara vez o ninguna lo hará el oficial de
inteligencia. En las condiciones de combate, el jefe de estado mayor o jefe de operaciones son los candidatos
más probables.
han hablado cuando se les ordenó el más estricto silencio. Han sido responsables de atroces filtraciones. En estas
circunstancias, los oficiales de las fuerzas, que han recibido una severa instrucción sobre la necesidad de seguridad, se
muestran comprensiblemente reacios a abrir su corazón a los civiles. Además, estos oficiales, que se hacen pasibles de
severas penalidades si fueran responsables, a su vez, de una filtración, comprenden naturalmente que esas penalidades no
pueden ser impuestas a empleados civiles. Sin una ley sobre secretos oficiales tal como la que poseen los ingleses, un
civil suelto de lengua o un hombre bajo la influencia de una potencia extranjera, en la mayor parte de los casos, no
sufrirán daño mayor que el despido de su trabajo.
Con lo dicho, no quiero implicar que todas las personas que usan uniformes son dignas de confianza, ni que
aquellas que llevan ropa civil no lo sean. Quiero decir que el “récord militar de salvaguardia de secretos es mucho mejor
que el civil y que este hecho, más las diferencias existentes entre las penalidades aplicables, agrava el problema de la
seguridad en relaciones militares-civiles.
Este problema es tan crítico para la inteligencia, que merece ser estudiado con
especial interés por una poderosa junta. No puede ser resuelto por los serios,
pero formales y esporádicos esfuerzos que son corrientes hoy. Ni creo que
desaparezca con el nacimiento de una ley para secretos oficiales. Una ley
semejante brindaría una enorme ayuda, pero no constituiría la panacea que sus
proponentes quisieran.60
Una última razón para la incomprensión entre productores y consumidores
de inteligencia, es la comprensible repugnancia por parte de los consumidores a
embarcarse en una riesgosa empresa sobre las bases de las opiniones ajenas.
Después de todo, si alguien ha de recibir daños, no será probablemente el
productor.
60. Si tal ley existiera, no podría hacer más que ofrecer penalidades por el descubrimiento no autorizado de
secretos de Estado. Las penalidades han sido preventivas del crimen, pero pese a la severidad que puedan
alcanzar, no lo han evitado. Siempre existirán personas para quienes la penalidad es una consideración
secundaria. Algunos no vacilarían en descubrir secretos de Estado de un orden determinado de importancia,
aunque la penalidad fuera la muerte. ¿En estos términos es razonable que los secretos de este orden de
importancia pueden ser resguardados más severamente que en la actualidad? Yo diría que una ley sobre
secretos oficiales tendría poco o ningún efecto sobre la relación de productor y consumidor de inteligencia,
donde la materia substantiva fuera de gran importancia nacional y por lo tanto muy secreta.
Aseguraría que los G-2 de la Brigada Ligera eran los mismos en la lista de
sobrevivientes de la carga a Balaclava. Lo mismo será en circunstancias menos
dramáticas. Las bajas, tanto en el sentido figurado como en el literal, serán, en
primer lugar, para los que utilizan la inteligencia y en muy último lugar, para el
productor. En estas circunstancias, es fácil para el que utiliza la inteligencia
adoptar la actitud expresada en la pregunta retórica: ¿Por qué había la inteligencia
de molestarse en hacer un trabajo perfecto, si al fin de cuentas no es su pescuezo
el que se pone en juego? De esto puede nacer un sentimiento de desatención
hacia la palabra de aquellos que no llevan el peso de la
Responsabilidad operativa. Si la inteligencia comete cualquier clase de error para
el cual existe una penalidad natural, las relaciones entre ambos se tornarán aún
peores.
Una última palabra: la inteligencia está destinada a cometer errores;
algunas de las preguntas a que debe responder demandan una divina
omniscencia: otras exigen un trabajo mucho más agotador del que puede
cumplirse en el tiempo otorgado y otras pueden responderse sólo con la más
refinada especie de preparativos encubiertos que nunca fueron hechos antes.
Pero, que cometa la inteligencia un error o produzca una respuesta inadecuada y
el consumidor reaccionará en forma incomprensiva y amarga: “No preguntaría a
esos genios ni siquiera cuántos metros hay en un kilómetro”. Cuando la
inteligencia yerra, parece haber menos tolerancia hacia su error, que la que puede
esperarse por el error de otros especialistas equivocados. Por ejemplo, cuando un
dentista extrae un diente que no debía, por error (tal como los mejores dentistas lo
han hecho), o un abogado pierde una causa, la reacción del cliente no se presenta
en el sentido de que él mismo hubiera podido hacer un trabajo mejor y que, de allí
en adelante, será su propio dentista u abogado. Sin embargo, en cuestiones de
inteligencia, perdonables errores de diagnóstico y presentaciones
comprensiblemente inadecuadas, producen a menudo esa reacción en el cliente.
Por una buena o mala razón, un fracaso de inteligencia no parece guardar
proporción con su importancia y hasta parece justificar el hecho de que el
consumidor efectúe su propio trabajo de inteligencia desde allí en adelante.
De ahí pues, que exista cierto número de razones que hacen que las
relaciones entre productores y consumidores sean, a veces, extraordinariamente
difíciles, con el resultado de que se pierde el importantísimo elemento de dirección
o guía. Una vez que esto ocurre, la inteligencia debe permanecer libre de las
exigencias de los consumidores y éstos, a su vez, libres de la capacidad de la
inteligencia para contribuir a la solución de sus problemas. 61 Durante el tiempo
de guerra, cuando más cercano se hallaba el frente de lucha y cuanto más
pequeña era la unidad operante, mejores eran las relaciones y más eficaz la
dirección; cuanto más alejada del frente de combate y cuanto más grande la
unidad, peor era la dirección. En tiempos de paz, hay pocas situaciones
comparables a la del frente de combate. Y allí donde existen, no poseen el
elemento de común peligro físico que hace hermanos a todos los hombres de un
bando. En tiempos de paz, la inteligencia de elevado nivel debe funcionar en la
misma zona en que las relaciones de tiempo de guerra eran peores y donde, sin el
abandono de lo que podría llamarse tolerancia de primera línea, seguirán
probablemente siendo peores. Uno saca la conclusión de que, de los dos
peligros: que la inteligencia esté demasiado lejos del consumidor o que esté
demasiado cerca, el mayor es el de estar demasiado lejos. En cuanto al otro
peligro, veamos qué ocurre.
El otro peligro –el de estar demasiado cerca del consumidor- no podrá, sin
embargo, excusarse fácilmente. En un momento de intensa exasperación, los
productores y consumidores de inteligencia podrían convenir en que debieran
abolirse las barreras administrativas entre ellos y que la inteligencia debiera
dividirse en varias secciones o en unidades regionales y funcionales, dispersadas
entre las partes apropiadas de la organización total. Si así se hiciera, la
inteligencia adquiriría, probablemente, toda la guía que pudiera medir, tal vez más
de la que necesitaría. Tendría grandes y evidentes ventajas; también tendrá
inconvenientes, algunos de ellos considerables. Comencemos por los más
significativos.
La inteligencia tiende a ser separada de su tarea esencial. Y lo digo en
sentido más crudo: el personal de inteligencia, formado por estudiosos
profesionales y también poseedores de algunos de los talentos del hacedor, van a
hallarse forzados a compartir la carga de la oficina, que nada tiene de inteligencia.
Los “raids” de personal de esta clase son, en todas partes, muy familiares a los
trabajadores de la inteligencia; prácticamente cada persona que no trabaja en la
inteligencia, tiende a imaginar lo mejor del equipo de inteligencia, a considerarlo
como un pozo de caudal humano escogido y sin estorbo, listo para ser taladrado a
voluntad. El evitar esos “raids” es una necesidad bien conocida. En el asunto en
discusión, la resistencia pareciera ser inútil y una vez que el hombre de la
inteligencia ha salido de su marco, tropezará con las más grandes dificultades
para volver a la inteligencia. En términos generales, una vez fuera de la base de
inteligencia de la tarea, se hallará engolfado cada día más en el trabajo diario de la
nueva ocupación. En poco tiempo, el personal de inteligencia quedará reducido a
sus miembros menos valiosos, que es lo mismo que decir que la inteligencia ha
perdido su identidad y su integridad funcional. Esto ha ocurrido las veces
suficientes como para merecer una seria consideración.
En segundo lugar, la inteligencia, si se lleva demasiado cerca de sus
consumidores, tiende a ser desviada en un sentido ligeramente menos crudo, peor
igualmente dañoso. Por ejemplo, los problemas detallados de una oficina de
operaciones pueden ser muchos y apremiantes. Gran número de ellos requiere
un tipo de investigación general y la tendencia será poner al equipo de inteligencia
en esa tarea. Con esto no quiero decir que esa tarea no sea importante, pero
emplear en ella demasiado talento informativo es hacer un uso muy pobre de la
inteligencia. La inteligencia debiera disponer de grandes espacios de tiempo
ininterrumpido, a fin de llevar a cabo los proyectos de largo alcance que no
pueden ser hechos en otras circunstancias.
En tercer lugar –y esto sería aplicable no sólo cuando la inteligencia fuese
obligada a cruzar la línea administrativamente, sino también cuando fuese dividida
y dispersada entre secciones de planos u operaciones, la integridad esencial
puede ser seriamente dañada. En un capítulo anterior he indicado cómo puede
conducir la inteligencia los problemas de observación e investigación que cruzan
sus líneas regional o funcional. Según este método, un problema tal como la
influencia hispánica en la argentina, se convertiría en la misión de un comité ad
hoc, bajo la supervisión de un director de proyecto (ya sea un experto español o
latinoamericano) y bajo la dirección general del cuerpo que he llamado Equipo de
Control. De ese modo, uno puede estar relativamente seguro de que la totalidad
de recursos que la inteligencia puede dedicar al problema, se le dedican
realmente. Pero, cuando la organización de inteligencia ha sido fraccionada o
separada en el sentido del espacio y puesta en íntimo contacto con los
consumidores, no es necesario seguir ese método. En verdad, es fácil imaginar
cómo el jefe de unidad española llamaría a uno de sus hombres, le pediría que
buscara todo lo que pueda sobre los hechos españoles en la Argentina sin
prohibirle que vaya a otros edificios para hablar con su colega latinoamericano.
No sólo es posible, sino altamente probable, que la multitud de problemas de esta
clase serían conducidos por gentes expertas en un solo sector de la materia.
No es ésta la única desventaja; está también la cuestión de los “standards”
de “performance” contrastantes, que sería otro inconveniente de la dispersión. Un
equipo de inteligencia que está administrativamente separado de sus
consumidores y unificado en sí mismo, está capacitado para brindar un producto
uniformemente excelente. El mejor trabajo que pase por el Control se convertirá
inevitablemente en la escala con la que se medirán todos los demás. Destrúyanse
la centralización y la unidad y se habrá destruido el método mejor y más natural de
establecer la competencia y derivar de ello un gran beneficio.
Podrían hallarse remedios administrativos para todo lo mencionado; dudo
que esos remedios puedan ser enteramente efectivos, pero podrían afrontar las
peores objeciones. Sin embargo existe una desventaja de primer orden al llevar a
los productores y consumidores de inteligencia demasiado cerca los unos de los
otros: es la desventaja de llevar a la inteligencia demasiado cerca de la política.
Esto no significa necesariamente la alta política de un país, oficialmente
aceptado, sino algo menos elevado. Me refiero a lo que a menudo se expresa con
las palabras “punto de vista individual”, “posición”, “opinión”. Casi cada hombre o
grupo de hombres, enfrentados con el deber de planear algo o hacer algo, se
encontrarán con lo que consideran el único plan de acción deseable. Por lo
general, esto ocurre pronto. El camino por el cual esas personas llegan a ese plan
de acción que consideran deseable, no les obliga a examinar crítica y
desapasionadamente todos los hechos. Pueden llegar a esa solución, ignorando
muchos hechos pertinentes e importantes, por sus prejuicios y opiniones propias.
Esta clase de solución “casera” tiende a convertirse en lo que he llamado política
en el sentido menos elevado de la palabra. Sus “opiniones” son tales y cuales; su
“posición”, por tanto, aquélla o la de más allá; sus “puntos de vista”, en apoyo de
sus “opiniones” y de su “posición”, éstos y éstos. Agréguense los factores de
tiempo y oposición y tendremos algo que puede llamarse “política”, sin forzar
demasiado el idioma. Aun cuando puede llegarse a esta política por casualidad,
azar o ciega intuición, no se infiere que sea invariable y necesariamente errónea.
A veces, es perfecta como inspiración. Pero mi opinión, por el momento, es que a
menos que la necesidad de acción sea demasiado apremiante como para no
permitir el análisis imparcial de todos los hechos disponibles (preferible antes que
la “opinión” se convierta en “posición”, excepto en cualquier acontecimiento
anterior a la acción), este proceder está lleno de riesgos innecesarios. Si existe un
equipo de información en la periferia, debiera recibir instrucciones para efectuar el
análisis sistemático.
Ahora bien, un equipo de información que debe brindar un análisis
razonable e imparcial, tiene sus propias dificultades con las opiniones, posiciones
y puntos de vista. Al fin de cuentas, está formado de hombres cuyos cánones del
pensamiento tienden a dar color a sus hipótesis y cuyas coloreadas hipótesis
tienden a hacer una conclusión más atractiva que la que señala la evidencia. La
diferencia principal entre los profesionales de la información por un lado y todas
las demás gentes por otro, es que se supone que los primeros han tenido mayor
adiestramiento en las técnicas de protegerse contra sus mayores debilidades
intelectuales. Aún así, no siempre tiene éxito. La historia de la información está
llena de batallas entre las facciones pro Mihailovitch y pro Tito, entre los
campeones y opositores de la ayuda a China, entre los defensores y los
detractores de la nación judía en Palestina. El hecho de que existieran tales
diferencias de opinión entre profesionales que se consideran objetivos e
imparciales, que han tenido acceso a la misma materia, es evidencia de que
alguien se rinde a su ego irracional. Estas diferencias de opinión han
desaparecido en organizaciones de información que estaban administrativamente
separadas de las personas a quienes debían servir.
Si la información, en sus mejores condiciones, se encuentra culpable de
haber llegado a una conclusión demasiado apresurada e incorrecta, ¿tendrá
probabilidades de cometer más errores de esa clase, cuando se encuentre bajo el
control administrativo de sus consumidores, en proyectos u operaciones? Mi
respuesta es: sí. No creo que, en términos de la naturaleza humana, pueda ser de
otra manera. No veo que la información pueda evitar caer en la zona de política
de la unidad empleadora y prostituirse en la producción de lo que los nazis
acostumbraban llamar kamphende Wissenschft. 62. Ni veo cómo, si ocurriera lo
62. Traducido aproximadamente como “conocimiento para aspiraciones ulteriores de la política del Estado”, la clase
de “conocimiento” propuesto por el partido “intelectual” intentando objetivamente probar fenómenos tales como la
Supremacía Aria, el Destino Germano, la necesidad de Lebensraum, el Círculo ludeo-Capitalista-Bolchevique, la
Puñalada en la Espalda, el Versaille Kiktat, etc.
Inesperado y la información invariablemente efectuara hallazgos en discordia con
la política de la unidad empleadora, podría la información esperar recibir su pago
por un período indefinido. No puedo abandonar la creencia de que, bajo las
circunstancias referidas, la información se encontraría en el centro de la política y
que en ocasiones sería la descarada apologista de una política determinada, más
bien que su analizadora imparcial y objetiva. Como afirma sabiamente Walter
Lippmann: “La única defensa institucional (para el análisis imparcial y objetivo) es
separar lo más absolutamente posible el equipo que ejecuta del equipo que
investiga. Los dos serían cuerpos de personas paralelos, pero completamente
distintos, reclutados de distinto modo, que recibirían su paga, si fuera posible, de
fondos separados, responsables ante distintos jefes e intrínsecamente
desinteresados en el éxito personal de uno u otro”. 63
Por estas razones, lo que se gana incuestionablemente en dirección, puede
perderse en la integridad y objetividad de la operación. La absorción de los
productores de información por parte de los consumido--
63. Tomado de Public Opinion (The Macmillan Co, N.Y., 1922, con la amable autorización de su editor, capítulo XXVI,
parágrafo 2.
res de información, podría ser una cura demasiado heroica tanto para la
enfermedad como para el paciente.
La única solución del dilema creo que se halla en el término medio, que por
lo general se intenta: garantizar a la información su integridad administrativa y
substantiva, manteniéndola separada de sus consumidores; seguir probando
todos los medios posibles para que los consumidores se familiaricen con la
organización de los productores y para que estos se familiaricen con la
organización de los consumidores.
CLASE DE INFORMACIÓN
b) Información positiva.
Hay muchos niveles posibles de información. Uno sabe, por ejemplo, que
existen con toda probabilidad uno o dos proyectos de información designados por
miembros del gabinete cuyo tema actual es la política soviética; que hay otra
información que mantiene al Departamento de Estado informado sobre los
acontecimientos políticos de Irán o Italia, por ejemplo, y que hay aún otra
información que informa a un oficial individual del Departamento de Estado
exactamente qué tono deberá emplear en una nota dirigida, por ejemplo, al
embajador danés en Washington. Uno siente, instintivamente, que hay varias
“informaciones” o varios niveles de información, como en realidad ocurre. En las
informaciones militares, usualmente hay una organización de información en cada
estado mayor o escalón de comando. En tiempo de guerra, comenzando por el
Comité Conjunto de Información de los Jefes de Estados Mayores Combinados y
siguiendo hacia abajo en la escala de los distintos servicios, hasta la sección de
información de la más pequeña unidad terrestre, naval o aérea, se han tocado
quizá más de cincuenta niveles. A medida que uno desciende, la función de
información se hace más restringida y más y más técnica. Pero en un diagrama
tal como el que he dado o en un libro como éste, no hay razón alguna para
efectuar una división demasiado detallada en la “función a servirse”.
4. Función a servirse
Estas categorías, también, sólo intentan ser ilustrativas. Los capítulos II, III y IV
tratan en detalle el contenido substantivo de las clases de información que son el
tema de este libro.
Evaluadores, 257-259.
Corto alcance, definición, 327-332; área exterior como mediano y largo alcance,
338-341.
Fallas de, atribuible a falta de confianza de los usuarios, 301-302; atribuibles a que
los productores están demasiado cerca de los usuarios, 302-320.
Monografías, 25-26.
Vigilancia, definición 14; 227-229; fuerza terrestre, 108-111; fuerza doméstica 111-
116; clandestina 219-230; observadores 219-230; recepción radial; y
corresponsales de prensa, 234-236.
Prefacio ........................................ 4.
PRIMERA PARTE
LA INFORMACIÓN ES CONOCIMIENTO
1. Bombardeo estratégico....................... 35
2. Guerra política y económica.............. 37
3. Gobierno militar................................ 42
1. Personalidades.................................. 56
2. Geografía......................................... 57
3. Militar................................................ 58
4. Económica....................................... 59
5. Política............................................. 60
6. Social.............................................. 61
7. Moral............................................... 63
8. Científico-Técnica........................... 64
PARTE SEGUNDA
LA INTELIGENCIA ES ORGANIZACIÓN
PARTE TERCERA
LA INTELIGENCIA ES ACTIVIDAD
Apéndice......................................... 320
ESTRATEGIA Y POLÍTICA