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ISSN 2254-6901 | Vínculos de Historia, núm. 8 (2019) | pp.

421-432

BALANCE HISTORIOGRÁFICO.
Las comunicaciones de la Hispania Romana: evolución e
investigación
Gregorio Carrasco Serrano
Universidad de Castilla-La Mancha
Gregorio.Carrasco@uclm.es

La reciente publicación por la Universidad de Castilla-La Mancha de una monografía


sobre las comunicaciones romanas en la Meseta sur1, además de venir a cubrir un vacío
en la investigación al respecto por este ámbito territorial, ha servido para homenajear a una
de las figuras contemporáneas más relevantes de los estudios sobre viaria en la Hispania
romana como es el profesor Pierre Sillières.
Sin duda alguna uno de los elementos más destacables en el fenómeno de la
romanización viene a estar representado por las vías de comunicación2, de ahí el cada vez
mayor interés e importancia que su investigación ha llegado a alcanzar en la actualidad.
Pero los estudios de geografía histórica y en concreto de comunicaciones antiguas cuentan
en nuestro país con una muy amplia tradición que se remonta al Renacimiento. En ese
contexto cabe mencionar los repertorios de caminos del siglo XVI que en algunos casos
remiten a antiguas arterias hispanas. Entre ellos destaca el Reportorio de todos los caminos
de España, de Juan de Villuga3, o el Reportorio de caminos ordenado por Alonso de
Meneses4. Cabe citar también la importante figura de Ambrosio de Morales5, continuador
de la Crónica de Florián de Ocampo, y quien mediante sus viajes dejaría valioso testimonio

1  G. Carrasco Serrano (coord.), Vías de comunicación romanas en Castilla-La Mancha (Homenaje a Pierre
Sillières), Cuenca, 2016.
2  J. Mª Blázquez, “Causas de la romanización de Hispania”, Hispania, 24 (1964), pp. 6 y 345 ss.
3  Reportorio de todos los caminos de España compuesto por P. Juan de Villuga (1546), Madrid, 1950; P. J.
Villuga, Reportorio de todos los caminos de España, N. York, 1967 (nueva imp. de la ed. facs.); El Reportorio
de Villuga, edic. de G. Arias, La Línea, 2002 (reimp. en 2004).
4  Reportorio de caminos ordenado por Alonso de Meneses, Alcalá de Henares, 1576; véase también,
Repertorio de caminos ordenado por Alonso de Meneses, Correo (1576), Madrid, 1946.
5  Véase R. Cobo Sampedro, Ambrosio de Morales: apuntes biográficos, Córdoba, 1879; E. Redel y Aguilar,
Ambrosio de Morales: estudio biográfico, Córdoba, 1908; recientemente, S. Sánchez-Madrid, Arqueología
y humanismo: Ambrosio de Morales, Córdoba, 2002; también J. M. Abascal, Ambrosio de Morales. Las
Antigüedades de las ciudades de España. Edición crítica del manuscrito, Madrid, 2012, 2 vols.

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sobre gran cantidad de restos y vestigios arqueológicos, como por ejemplo en relación a las
calzadas de Segóbriga6 en su descripción que realizara de las ruinas del cerro de Cabeza
del Griego en Saelices7.
A partir del siglo XVIII y con el incremento del interés que los estudios sobre la
antigüedad tendrían en general, la Real Academia de la Historia fundada bajo Felipe V va
a adquirir un especial protagonismo fomentando las excavaciones e impulsando los viajes
arqueológicos8. Un ejemplo muy representativo al respecto lo vendrá a constituir, Luis José
Velázquez de Velasco9, marqués de Valdeflores, quien comisionado por dicha institución
y a través de sus viajes, llevaría a cabo una detenida descripción de la vía de la Plata10
en el tramo de Mérida y Salamanca. En la misma época se inscribe la monumental obra
del agustino Enrique Flórez11, España Sagrada, en la que dentro de la ingente cantidad
de datos que recoge, cabe destacar las numerosas referencias a antiguos núcleos de
población, muchos de ellos correspondientes a mansiones itinerarias (Alces, Laminium,
Consabro, etcétera) de las que se proporciona además sus supuestas identificaciones12.
Hombre destacado también en el ambiente ilustrado de su tiempo será José Andrés Cornide
de Folgueira13, quien llevaría a cabo diversas expediciones histórico-arqueológicas14; así pues

6  Ambrosio de Morales. Las Antigüedades de las ciudades de España, reimp., Valencia, 2001, p. 101. Véase
también las propuestas de identificación de mansiones realizadas en relación a las vías del Itinerario de
Antonino, Las Antigüedades de las ciudades…, op. cit., pp. 115 ss.
7 Ambrosio de Morales, Las Antigüedades de las ciudades…, op. cit., pp. 98 ss. En relación al viaje de
Ambrosio de Morales al cerro de Cabeza del Griego y su identificación con Segóbriga, véase, M. Almagro
Basch, Segóbriga I. Los textos de la antigüedad sobre Segóbriga y las discusiones acerca de la situación
geográfica de aquella ciudad, Madrid, 1983, pp. 58-66.
8  Véase M. Almagro-Gorbea, J. Maier, “La Real Academia de la Historia y la arqueología española en el
siglo XVIII”, en J. Beltrán et alii, Iluminismo e Ilustración. Le Antichità e i loro protagonista in Spagna e in Italia
nell XVIII secolo, Roma, 2003, pp. 1-27; J. M. Abascal, “La arqueología en los viajes literarios por España en
tiempo de los Borbones”, en M. Almagro-Gorbea, J. Maier (eds.), De Pompeya al Nuevo Mundo. La Corona
española y la arqueología en el siglo XVIII, Madrid, 2012, pp. 53-69.
9 J. Mathias, El Marqués de Valdeflores: su vida, su obra y su tiempo, Madrid, 1959; A. Mª Canto, “Un
precursor hispano del CIL en el siglo XVIII: el marqués de Valdeflores”, BRAH, 191 (1994), pp. 499-516; M.
Álvarez Martí-Aguilar, La Antigüedad en la historiografía española del siglo XVIII: el Marqués de Valdeflores,
Málaga, 1996; G. Mora Rodríguez, “Luis José Velázquez de Velasco, marqués de Valdeflores”, en Pioneros
de la Arqueología en España del siglo XVI a 1912, Alcalá de Henares, 2004, pp. 39-41.
10  Véase, J. M. Roldán Hervás, Iter ab Emerita Asturicam. El camino de la plata, Salamanca, 1971, pp. 185-
191.
11  Véase la amplia introducción de F. J. Campos y Fernández de Sevilla a la nueva edición de la España
Sagrada revisada por R. Lazcano, vol. I, Madrid, 2000, IX-CLXXXI.
12  Evidentemente muchas de las localizaciones de antiguos núcleos de población resultan erróneas, como
claramente en el caso de Segóbriga, identificada con Segorbe. De interés sin embargo resulta la inclusión en
el vol. VII, pp. 139-140, de la inscripción procedente de Cástulo en la que se atestigua la vía de comunicación
entre dicho núcleo y Sisapo en la provincia de Ciudad Real. Dicho importante texto epigráfico sería también
recogido por J. F. de Masdeu en su Historia crítica de España y de la cultura española, T. V., Madrid,
MDCCLXXXVIII, p. 408, e igualmente por el canónigo José Martínez de Mazas en su Descripción del sitio y
ruinas de Castulo y noticias de esta antigua ciudad en el reyno de Jaén, 1788 /ms.), cap. V, fol. 85. Véase
G. Carrasco Serrano, “Sobre CIL, II, 3270 y la antigua vía de comunicación Castulo-Sisapo”, Actas del III
Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 1997, pp. 183-191.
13  Véase P. López Gómez, José Cornide. El coruñés ilustrado, La Coruña, 1977; A. Gil Merino, La vida y la
obra de José Córnide Saavedra, La Coruña, 1992; M. Almagro-Gorbea, J. Maier, “La Real Academia…”, op.
cit., pp. 19-20.
14  M. Vallejo, Los viajes de Cornide por la Alcarria. Viajes histórico-arqueológicos por las tierras de Guadalajara
(1793-1795), Guadalajara, 1999; J. M. Abascal, R. Cebrián, Los viajes de José Cornide por España y Portugal
de 1754 a 1801, Madrid, 2009; J. M. Abascal, “Los viajes de Cornide por Extremadura y sus antecedentes”, en

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tras visitar en 1794 las ruinas del cerro de Cabeza del Griego, redactaría un amplio y detallado
informe en el que se describen diversas calzadas romanas, llegándose incluso a diferenciar
entre aquellas que pasaban por la Celtiberia, y aquellas otras que atravesando dicho territorio
no se incluirían en el Itinerario de Antonino15. De interés resulta también la obra de comienzos
ya del siglo XIX de A. Laborde, Voyage pittoresque et historique de l’Espagne16, en la que se
referencian vías romanas y restos de antigüedades.
Con el siglo XIX se inicia, sin duda, una nueva etapa en la evolución de la historia de
los estudios de las vías romanas peninsulares. En este sentido cabe destacar en primer
lugar dos obras que aun teniendo carácter general, sin embargo presentan interés para las
comunicaciones antiguas. La primera de ellas es el Sumario de las antigüedades romanas
que hay en España, de Juan Agustín Ceán Bermúdez17, en la que se relacionan los distintos
núcleos y ciudades antiguas peninsulares, agrupadas en las tres grandes circunscripciones
administrativas de época augustea, con sus correspondientes identificaciones y restos
más significativos. Y en segundo término el Diccionario geográfico-histórico de la España
antigua18, de M. Cortés y López publicado en tres volúmenes en 1835-1836, y en el que
además de hacerse una recopilación de fuentes antiguas, alguna de ellas de especial interés
en relación a las comunicaciones romanas como es el caso del Itinerario de Antonino, se
exponen las hipotéticas localizaciones de numerosas mansiones y antiguas poblaciones
peninsulares. Ambas obras serían consultadas y utilizadas (junto a las de E. Flórez, A.
Ponz, etc.) por Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico19 en el que
igualmente se proporcionan numerosos datos sobre vías antiguas y mansiones.
Pero el impulso que la investigación sobre viaria romana experimentaría en el siglo XIX,
se ejemplifica claramente en la figura del ingeniero Eduardo Saavedra20 quien realizaría en
su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 186221, el primer gran intento

Mª C. Villalón (Coord.), Viajes, viajeros y obra pública. Extremadura entre España y Portugal, Cáceres, 2014,
pp. 193-215. Los viajes de J. A. Cornide le sitúan, en realidad, como un continuador de la obra de A. Ponz,
Viage de España, Madrid, 1772-1794.
15  Véase, J. Cornide, “Noticia de las antigüedades de Cabeza del Griego reconocidas de orden de la Real
Academia de la Historia”, en Memorias de la Real Academia de la Historia, III (1799), pp. 142-150: “de las
calzadas romanas que pasaban por la Celtiberia”. Y op. cit., pp. 150-156: «de otras calzadas que pasaban por
Celtiberia, y que no se hallan mencionadas en el Itinerario». También incluso se hacen referencia a algunos
miliarios, vid., vgr., pp. 27-29. A este mismo interés por conocer la viaria y la ocupación romana de la región
obedecerían los posteriores viajes realizados a la Alcarria alta y a Sigüenza (Viage a la Alcarria Alta y Viage
executado en el mes de Septiembre de 95 desde Madrid a Sigüenza por la Alcarria para determinar la posición
geográfica de la Celtiberia), y en cuyos manuscritos conservados, se hace también referencia a calzadas
romanas de la zona, vid., M. Vallejo, Los viajes de Cornide…, op. cit., pp. 33 ss.; J. M. Abascal, R. Cebrián,
Los viajes de J. Cornide…, op. cit., pp. 229-248. También de interés resultan los escritos de J. Cornide sobre
el Itinerario de Antonino, depositados en la Real Academia de la Historia.
16  A. de Laborde, Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, París, MDCCCVI-XX; también de interés,
Itinéraire descriptif de l’Espagne, París, MDCCCVIII.
17  J. A. Ceán Bermúdez, Sumario de las antigüedades romanas que hay en España, Madrid, 1832.
18  M. Cortés y López, Diccionario geográfico-histórico de la España antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania,
con la correspondencia de sus regiones, ciudades, ríos, caminos, puertos e islas a las conocidas en nuestros
días, Madrid, 1835-1836, 3 vols.
19  P. Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid,
1845-1850, 16 vols.
20  Véase J. Mañas, Eduardo Saavedra, ingeniero y humanista, Madrid, 1983.
21 E. Saavedra, Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia, Madrid, 1862. El discurso sería
contestado por Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, quien también lleva a cabo diversas apreciaciones sobre
mansiones. También véase comentario de A. Fernández-Guerra sobre restos de calzadas en “Una tésera

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de establecer –teniendo en cuenta los datos de las fuentes antiguas itinerarias– un mapa de
comunicaciones romanas con la ubicación de sus mansiones. A partir de entonces se van
a fomentar las investigaciones sobre vías romanas en España, publicándose numerosos
trabajos en el BRAH. De esta manera, cabe destacar los estudios de A. Blázquez y Delgado
de Aguilera sobre la revisión del Itinerario de Antonino22 y sobre el valor de la milla romana23
de tanta polémica en la investigación viaria. Cabe igualmente mencionar en este siglo los
trabajos de eruditos locales como es el caso de Rafael Martínez de Carnero quien elaboraría
una memoria en 1859 presentada para la Real Academia de la Historia24, en la que describiría
el trazado de la vía entre Libisosa y Castulo; o igualmente el trabajo del erudito conquense
J. Santa María sobre “Itinerarios romanos de la provincia de Cuenca”, publicado en 189725,
basado en restos vistos sobre el propio terreno e incluyéndose planos. Pero especial
importancia tendrán, sin duda, en esta etapa sobre todo de la segunda mitad del siglo XIX,
los estudios llevados a cabo por F. Coello, entre los que cabe resaltar el publicado en 1889
sobre las “Vías romanas entre Toledo y Mérida”26, en el que se describen, según su criterio,
las rutas que enlazaban ambas ciudades, indicándose la situación de las mansiones e
incorporándose un mapa con los trazados. Posteriormente F. Coello realizaría también dos
trabajos de gran interés; se trata de su “Vía romana de Sigüenza a Chinchilla” publicado en
1893 en el BRAH27, y en segundo término “Vía romana de Chinchilla a Zaragoza28” que se
publicaría un año más tarde, es decir en 1894 y en el que se mantiene el trazado descrito
ya en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en diciembre de 187429.
A finales del siglo XIX, a los estudios de F. Coello se habrá de añadir también los
trabajos de Fidel Fita30, quien en su intensa labor epigráfica31 sacaría a la luz numerosas

celtíbera. Datos sobre las ciudades celtibéricas de Ergávica, Munda, Cértima y Contrebia”, BRAH, I (1877),
pp. 129-139. Igualmente y sobre la vía Augusta, vid., A. Fernández-Guerra, en Discursos leídos ante la Real
Academia de la Historia en la recepción pública del Sr. D. Juan de Dios de la Rada y Delgado, Madrid, 1875,
pp. 121-125; también al respecto, P. Serrano Gómez, “La plaine de la Consolation et la ville ibérique d’Ello”,
Bulletin Hispanique, I (1889), pp. 18-19.
22  A. Blázquez, “Nuevo estudio sobre el Itinerario de Antonino”, BRAH, 21 (1892), pp. 54-128.
23  A. Blázquez, “La milla romana”, BRAH, 32 (1898), pp. 440-450; Id., BRAH, 34 (1899), pp. 27-52.
24  Memoria que tiene el honor de presentar a la Academia de la Historia, según su programa, el profesor de
Primera Enseñanza de la villa de Almedina, D. Rafael Martínez de Carnero, acompañando el correspondiente
plano. Año 1859. Vid., J. M. Abascal, R. Cebrián, Manuscritos sobre antigüedades de la Real Academia de
la Historia, Madrid, 2005, p. 340; J. M. Abascal, “Rafael Martínez de Carnero y las inscripciones del sur del
Conventus Carthaginiensis”, en F. J. Navarro (ed.), Pluralidad e integración en el mundo romano, Pamplona,
2010, pp. 81-92.
25  J. Santa María, “Itinerarios romanos de la provincia de Cuenca”, BRAH, 31 (1897), pp. 5-19.
26  F. Coello, “Vías romanas entre Toledo y Mérida”, BRAH, 15 (1889), pp. 5-42.
27  F. Coello, “Vía romana de Sigüenza a Chinchilla”, BRAH, 23 (1893), pp. 437-441.
28  F. Coello, “Vía romana de Chinchilla a Zaragoza”, BRAH, 24 (1894), pp. 5-21.
29  F. Coello, Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia, Madrid, 1874. Véase también su revisión
de la viaria romana de la provincia de Cuenca, “Caminos romanos de la provincia de Cuenca”, BRAH, 31
(1897), pp. 19-25, en comparación con la publicación de J. Santa María anteriormente citada.
30  Véase J. Pérez de Guzmán, “El Exmo. Sr. y R.P. D. Fidel Fita, S.J., Director de la Real Academia de la
Historia”, BRAH, 72 (1918), pp. 97-112; J. M. Abascal, Fidel Fita (1835-1918). Su legado documental en la
Real Academia de la Historia, Madrid, 1999; Id., “Fidel Fita”, en Pioneros de la Arqueología…, op. cit., pp.
299-305.
31  Véase por ejemplo su trabajo “Reseña epigráfica desde Alcalá de Henares a Zaragoza”, BRAH, 23 (1893),
pp. 491-525, con un estudio detallado de la vía desde Complutum a Caesaraugusta. También véase el apéndice
sobre la viaria de Guadalajara (BRAH, 23 (1893), pp. 350-352), con referencias a miliarios en relación con el
informe de F. R. de Uhagón, “Antigüedades romanas de la Alcarria”, BRAH, 23 (1893), pp. 346-350.

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inscripciones colaborando además –junto a A. Fernández-Guerra32–, con su contemporáneo
E. Hübner en el gran Corpus33 epigráfico (CIL, II) en el que se incluirían numerosos miliarios
de gran interés para las comunicaciones romanas peninsulares.
Este impulso en el estudio de las vías romanas que, en general, se experimentaría
a lo largo del siglo XIX, se vería acrecentado a partir de comienzos del siglo XX debido
en gran parte al incremento tanto de excavaciones arqueológicas como de publicaciones
monográficas. Entre estas últimas cabe citar los trabajos de las Memorias de la Junta
Superior de Excavaciones y Antigüedades, como es el caso de las “Vías romanas del
valle del Duero” publicado en 1916, o las “Vías romanas del valle del Duero y Castilla-La
Nueva” de 1917, entre otros34. De interés resultan también los estudios de A. Blázquez de
comienzos de dicho siglo “Vía romana de Mérida a Salamanca35” en el que se corrige la
descripción que E. Hübner había realizado de la calzada; “Vías romanas de la Beturia de los
Túrdulos”36 en el que se realizan precisiones a los estudios ya realizados al respecto por A.
Delgado; y “Cuatro téseras militares” en el que se dieron a conocer las famosas tablas de
barro de Astorga en las que se citan una serie de vías del noroeste peninsular37.
Tras el paréntesis correspondiente al período de la guerra civil, la investigación
sobre las comunicaciones romanas en nuestro país continuaría durante los años cuarenta
destacando los estudios en 1946 sobre la vía de la Plata de César Morán incluidos en su
Reseña histórico-artística de la provincia de Salamanca38 y que más tarde darían contenido
a la monografía La calzada romana “La Plata” en la provincia de Salamanca39, en la que se

32  Véase J. M. Abascal, “Aureliano Fernández-Guerra y Orbe”, en Pioneros de la Arqueología…, op. cit., pp.
293-298; J. Miranda Valdés, Aureliano Fernández (1816-1894). Un romántico, escritor y anticuario, Madrid,
2005; J. Miranda Valdés, H. Gimeno, E. Sánchez Medina, Emil Hübner, Aureliano Fernández-Guerra y la
epigrafía de Hispania, Madrid, 2011.
33 E. Hübner, Corpus Inscriptionum Latinarum, II: Inscriptiones Hispaniae Latinae, Berlín, 1869; Id.,
Inscriptionum Hispaniae Latinarum Supplementum, Berlín, 1892.
34 A. Blázquez, C. Sánchez Albornoz, Vías romanas de Briviesca a Pamplona y de Briviesca a Zaragoza,
MJSEA, 15, 1918; Id., Vías romanas de Botoa a Mérida-Mérida a Salamanca-Arriaca a Sigüenza-Arriaca a
Titulcia-Segovia a Titulcia y Zaragoza al Bearne, MJSEA, 24, 1920; A. Blázquez y Jiménez bajo la dirección de
A. Blázquez, Vías romanas de Carrión a Astorga y de Mérida a Toledo y excavaciones practicadas en Lancia,
MJSEA, 29, 1920; A. Blázquez, A. Blázquez y Jiménez, Vías romanas de Albacete a Zaorejas, de Quero a
Aranjuez, de Meaques a Titulcia, de Aranjuez a Toledo y de Ayamonte a Mérida, MJSEA, 40, 1921; Id., Vías
de Sigüenza a Zaragoza, de Alhambra a Zaragoza, del Vierzo a Lugo, de Lugo a Betanzos, de Betanzos a
Padrón, de Tuy a Padrón, y de Padrón a Lugo, MJSEA, 52, 1923; Id., Vías romanas de Sevilla a Córdoba, por
Antequera, de Córdoba a Cástulo por Epora, de Córdoba a Cástulo por El Carpio, de Fuente de la Higuera a
Cartagena, y de Cartagena a Cástulo, MJSEA, 59, 1923; Id., Exploraciones en las vías romanas de Bergido a
Asturica, y de Cataluña, Valencia y Jaén, MJSEA, 69, 1925.
35  A. Blázquez, “Vía romana de Mérida a Salamanca”, BRAH, 61 (1912), pp. 101-106.
36  A. Blázquez, “Vías romanas de la Beturia de los Túrdulos”, BRAH, 61 (1912), pp. 359-370.
37 A. Blázquez, “Cuatro téseras militares”, BRAH, 77 (1920), pp. 99-107. Posteriormente vid., M. Besnier,
“Itineraires épigraphiques l’Espagne”, Bulletin Hispanique, 26 (1924), pp. 5-26; F. Diego Santos, Epigrafía
romana de Asturias, Oviedo, 1959, pp. 244-259; J. M. Roldán Hervás, Itineraria Hispana. Fuentes itinerarias
para el estudio de las vías romanas de la Península Ibérica, Valladolid-Granada, 1975, pp. 163-175. También
de comienzos de siglo son los interesantes estudios sobre viaria romana del ingeniero Manuel Díez Sanjurjo,
Los caminos antiguos y el Itinerario 18 de Antonino en la provincia de Orense, Orense, 1904; “De Clunia a
Intercacia, según el Itinerario de Antonino”, Rev. Castellana, marzo-mayo (1917) [repr. en Revista de Obras
Públicas, 65, T. 1, nº 2168 (1917), pp. 215-216; 235-238; 285-289; 334-337].
38  C. Morán Bardón, Reseña histórico-artística de la provincia de Salamanca, Salamanca, 1946.
39  C. Morán Bardón, La calzada romana “La Plata” en la provincia de Salamanca, Madrid, 1949; en dicha obra
se incluiría también y a modo de apéndice el trabajo sobre “Construcción y utilización de las vías romanas”
traducido de la revista Roads and Streets, 1934.

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incluiría asimismo el trabajo del ingeniero B. Oliver Román sobre comentarios técnicos de
la calzada. También cabe resaltar en 1947 la conferencia pronunciada por Blas Taracena
en la sesión de clausura del III Congreso Arqueológico del Sudeste Español40, en la que
se establecen pautas sobre la investigación de la viaria romana en España en cuanto a
fuentes, metodología y valor de la milla romana. No obstante será a partir de la década
de los sesenta41 cuando se experimente un nuevo impulso en los estudios sobre vías de
comunicación romanas como claramente se ejemplifica en el muy riguroso trabajo de Mª D.
N. Estefanía Álvarez publicado en 1960 sobre las vías romanas de la región galaica42 en el
que utilizan como fuente prioritaria los miliarios a los que añade otros testimonios diversos
de cara a una mejor comprensión del recorrido de los trazados. También en estos años se
inscriben los trabajos del ingeniero Ernesto Loewinsohn sobre calzadas septentrionales43,
el estudio de P. Fernández Martín sobre la superposición de las calzadas romanas y los
caminos de Santiago44, y el muy interesante análisis sobre las vías romanas entre el Tajo
y el Guadalquivir que M. Corchado Soriano45 publicara en 1969, y en el que se sintetizan
diversos estudios que sobre caminería antigua dicho autor había llevado a cabo durante
varios años. De indudable interés resulta igualmente la publicación por G. Arias de la revista
El Miliario Extravagante46 (primera época 1963-1968) en la que desarrollaría su famosa
teoría de “los empalmes”47.

40  Véase B. Taracena, “Las vías romanas en España”, Crónica del III Congreso Arqueológico del Sudeste
Español, Murcia, 1947, pp. 249-255. Cabe citar también su trabajo ya publicado en los años treinta, Vías
romanas del alto Duero, Madrid, 1934.
41  Con anterioridad cabe destacar también la publicación de la obra de G. Menéndez Pidal, Los caminos en
la historia de España, Madrid, 1951, en la que se dedica un apartado a la antigüedad (pp. 13-34). En esta
misma línea posteriormente en los años noventa se editaría la obra de J. Uriol Salcedo, Hª de los caminos
de España, Madrid, 1990, en cuyo primer tomo dedica todo un capítulo (pp. 15-35) a las calzadas romanas.
42  Mª D. N. Estefanía Álvarez, “Vías romanas de Galicia”, Zephyrus, 11 (1960), pp. 5-103.
43  E. Loewinsohn, “De Astorga a Villardeciervos”, ME, 6 (1964), p. 123; Id., “Una calzada y dos campamentos
romanos del Conventus Asturum”, AEspA, 38 (1965), pp. 26-49; Id., “La calzada romana entre Astorga y
Puerto Calzado por Villardeciervos”, ME, 11 (1966), pp. 300-304; Id., ME, 13 (1967), pp. 358-361; Id., “Otras
exploraciones de Loewinsohn”, ME, 13 (1967), p. 361-364.
44  P. Fernández Martín, “Las calzadas romanas y los caminos de Santiago en la provincia de Soria”, Celtiberia,
24 (1962), pp. 197-221.
45  M. Corchado Soriano, “Vías romanas entre el Tajo y el Guadalquivir”, AEspA, 42 (1969), pp. 124-158. En
dicho trabajo se recogen las siguientes rutas: de Toledo a Mérida por el Puerto Marchés; de Toledo a Mérida
por el Puerto del Milagro; de Toledo a Córdoba por Torre de Abraham y Puente de las Ovejas; de Toledo a
Córdoba por Calatrava y Puerto Mochuelo; de Toledo a Andújar por Consuegra, Azuqueca y Galiarda; de
Toledo a Córdoba, por Calatrava, Añavete y Baños; de Toledo a Sta. María del Guadiana, por Villarta de San
Juan; de Toledo a Sta. Mª del Guadiana y Alhambra, por Tembleque; desviación de la vía Córdoba-Toledo en la
Venta de la Serrana (Senda Galiana); vía procedente de Sigüenza, por Uclés, Vejezate, Alhambra, Castellar,
Bailén y Toledillo (probable Camino de los Berones); desde Alcalá, por Cabeza de Griego, Villar de Cantos,
Pozo Amargo, Chinchilla a Cartagena; vía transversal desde Mérida, por Capilla, Caracuel, Villanueva de la
Fuente, al Puerto de Almansa; vía Córdoba a Sagunto, por Montoro y Linares, y por Villa del Río y Cástulo;
desviación de la vía Córdoba-Sagunto, por Castellar, La Puerta y Riopar, a Cartagena.
46 Véase E. Gozalbes Cravioto, “Los estudios sobre las vías romanas en España”, Actas VIII Congreso
Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 2006, p. 4.
47  También al respecto y posteriormente vid., G. Arias, “La red viaria de la Hispania romana. Perspectivas
actuales tras siglo y medio de investigaciones”, en Artifex. Ingeniería romana en España, Madrid, 2002, pp.
202-204. Asimismo y en relación a los diversos casos gramaticales del Itinerario para con las mansiones, y
más concretamente sobre los casos de los acusativos con Ad., véase en dichos años sesenta el estudio de
J. M. Roldán Hervás, “Sobre los acusativos con «ad.» en el Itinerario de Antonino”, Zephyrus, 17 (1966), pp.
109-120.

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A partir ya de la década de los 70 los trabajos de J. M. Roldán Hervás vinieron a
marcar un hito notorio48 en la evolución de los estudios sobre viaria en nuestro país. Se trata
en primer lugar del muy sólido trabajo sobre la vía de la Plata editado por la Universidad de
Salamanca en 197149, en el que por vez primera se utilizaría ya metodología moderna como
la fotografía aérea y cartografía de precisión, acordes con experiencias de otros países
europeos50. En esta misma línea investigadora cabe citar también la monografía de J. A.
Abásolo sobre las comunicaciones romanas de la provincia de Burgos51. La segunda obra
de J. M. Roldán sería su famosa Itineraria Hispana publicada en 197552 en la que se llevaría
a cabo una recopilación de las principales fuentes itinerarias antiguas para el análisis de la
viaria peninsular, y que tendría sin duda un gran impacto en dichos años53.
No obstante será durante la década de los ochenta y noventa cuando se desarrolle una
de las etapas más fructíferas de la investigación de las comunicaciones romanas. Así pues,
son numerosas las aportaciones que durante dicha etapa se llevan a cabo al respecto sobre
diversos ámbitos territoriales peninsulares. De esta manera y dentro de los años ochenta
cabe destacar el estudio de las vías romanas de la provincia de Guadalajara54, el de las
comunicaciones en la cuenca del Duero55, o el relativo a la red viaria romana en Aragón56,
y por lo que respecta a la década ya de los noventa, el muy valioso y modélico trabajo
sobre Les voies de communication de l’Hispanie méridional57, el de la viaria del territorio
valenciano58, o el de las comunicaciones romanas cántabras59, entre otros muchos60. Además

48  Véase J. A. Abásolo, “Las comunicaciones”, en Hispania. El Legado de Roma, Zaragoza, 1998, p. 152.
49  J. M. Roldán Hervás, Iter ab Emerita Asturicam. El camino de la Plata, Salamanca, 1971.
50  Véase I. D. Margary, Roman roads in Britain, London, 1955; The Viatores, Roman roads in the South-East
Midlands, London, 1964.
51  J. A. Abásolo Álvarez, Comunicaciones de la época romana en la provincia de Burgos, Burgos, 1975;
también del mismo autor vid., Las vías romanas de Clunia, Burgos, 1978.
52 J. M. Roldán Hervás, Itineraria Hispana. Fuentes antiguas para el estudio de las vías romanas en la
Península Ibérica, Valladolid-Granada, 1975.
53  También cabe mencionar en estos mismos años el determinante estudio de J. M. Roldán Hervás, “Sobre el
valor métrico de la milla romana”, XI CNA, Zaragoza, 1970, pp. 533-539, así como el trabajo de A. Rodríguez
Colmenero, La red viaria del Sudeste de Galicia, Valladolid, 1976. E igualmente resaltar el estudio de P.
Sillières sobre la vía de los Vasos de Vicarello de Cástulo a Saetabis, “Le «Camino de Aníbal». Itineraire des
gobelets de Vicarello de Castulo a Saetabis”, MCV, 13 (1977), pp. 31-83.
54  J. M. Abascal Palazón, Vías de comunicación romanas de la provincia de Guadalajara, Guadalajara, 1982.
55  J. Mª Solana, T. Mañanes, Ciudades y vías romanas en la cuenca del Duero, Valladolid, 1985.
56  M. A. Magallón Botaya, La red viaria romana en Aragón, Zaragoza, 1987.
57  P. Sillières, Les voies de communication de l’Hispanie meridional, París, 1990.
58  F. Arasa, M. Roselló, Les vies romanes del territorio valencià, Valencia, 1995.
59  J. M. Iglesias, J. A. Muñiz, Las comunicaciones en la Cantabria romana, Santander, 1992.
60  Por ejemplo y para los años 80, S. Palomero, Las vías romanas en la provincia de Cuenca, Cuenca, 1987;
C. de Miguel, La vía romana a su paso por Cercedilla, Madrid, 1980; C. Gozalbes Cravioto, Las vías romanas
de Málaga, Málaga, 1986; J. M. Fernández Corrales, El trazado de las vías romanas en Extremadura, Cáceres,
1987; F. Pallí Aguilera, La vía Augusta en Cataluña, Barcelona, 1985; M. A. Rabanal Alonso, Vías romanas
de la provincia de León, León, 1988. Y para los años 90, S. Alvarado, J. C. Rivas, T. Vega, La Vía Nova en A
Limia. Sus restos, trazado, mensuración y procedimiento constructivo, Ourense, 1992; E. Melchor Gil, Las vías
romanas de la provincia de Córdoba, Córdoba, 1995; M. Durán et alii, La Vía Nova en la Serra do Xurés: la
rehabilitación de la Vía Nova entre Portela do Home y Baños de Riocaldo, Ourense, Santiago de Compostela,
1999; R. Corzo, M. Toscano, Las vías romanas de Andalucía, Sevilla, 1992; G. Castellvi et alii, Voies romaines
du Rhône à l’Ebre: via Domitia et via Augusta, París, 1997; J. M. Ruiz Acevedo, Las vías romanas en la
provincia de Huelva, Huelva, 1998; J. Mª Bragado Toranzo, Fuentes literarias y epigráficas de la provincia de
Zamora y su relación con las vías romanas de la Cuenca del Duero, León, 1991. También en la década de los

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cabe resaltar también en estos años la celebración de diversos Encuentros y Simposios
como el realizado en Murcia bajo la dirección de A. González Blanco en 1986 sobre las
Vías romanas del Sureste y cuyas aportaciones se reunirían en un volumen publicado en
198861. Por su parte en 1987 se llevaría a cabo el Simposio sobre La red viaria en la
Hispania romana, cuyas actas editadas en 199062, en las que se recogen las ponencias y
comunicaciones presentadas, vendrían a constituir un buen estado de la cuestión sobre la
problemática de la viaria romana peninsular. También en 1992 se publicaría el II Encuentro
sobre el Tajo dedicado precisamente al territorio y las comunicaciones63. Y posteriormente en
1999 se editaría asimismo el II Encuentro Europeo de las vías romanas en el Mediterráneo,
por parte de la Generalitat valenciana64. A todos ellos se habrá de añadir los Congresos
Internacionales de Caminería Hispánica realizados desde 1992, y en los que siempre se
han contemplado comunicaciones sobre el viario romano65; con anterioridad al año 2000
se celebrarían cuatro congresos66: Madrid-Pastrana (1992), Madrid-Guadalajara (1994),
Morelia (México) (1996), y Guadalajara (1998). Igualmente mencionar la publicación por
parte de G. Arias en 1987 de su Repertorio de caminos de la Hispania romana67 en el que
se recopila y actualiza lo fundamental de la primera etapa de la revista ya mencionada,
El Miliario Extravagante, cuya segunda época comprendería desde 1988 a 1992; dicha
revista tendría además una tercera etapa desde 1993 a 1999, época esta cuyo marco de
estudio rebasaría ya la temática específicamente viaria para tratar además otros aspectos
de geografía histórica.
A partir del año 2000 la investigación sobre las comunicaciones romanas en nuestro
país va a continuar mostrando una gran vitalidad, como se pondrá de manifiesto a través
de los numerosos artículos publicados en revistas científicas, y a través de distintas
monografías. Entre estas últimas cabe citar los trabajos en relación a la importante vía de
la Plata del 200768 y 200869, o sobre la calzada Arse/Saguntum-Celtiberia (2005)70, o en

noventa cabe citar el trabajo de J. Mª Blázquez, “Vías e itinerarios: de la antigüedad a la Hispania romana”, en
Viaje por la historia de nuestros caminos, Madrid, 1997, y de J. Mª Solana y L. Sagredo, La política viaria en
Hispania. Siglo IV, Valladolid, 1998, a los que cabe añadir la monografía publicada por el Ministerio de Obras
Públicas, Transportes y Medio Ambiente en 1993 sobre El Camino de Andalucía: itinerarios históricos entre la
Meseta y el valle del Guadalquivir y cuyo primer apartado se dedica a vías romanas.
61  A. González Blanco (Coord.), Vías romanas del Sureste (Actas del symposium celebrado en Murcia del 23
al 24 de octubre de 1986), Murcia, 1988.
62  La red viaria en la Hispania romana, Zaragoza, 1990.
63  Encuentros sobre el Tajo: el territorio y las comunicaciones, Alcántara, 1992.
64  II Encuentro Europeo de las vías romanas en el Mediterráneo, Valencia, 1999.
65  Véase E. Gozalbes Cravioto, “Nuevas aportaciones a las vías romanas de Hispania”, Actas X Congreso
Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 2011, pp. 1-10.
66  Caminería Hispánica. Actas del I Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 1993, 2 vols.;
Caminería Hispánica. Actas del II Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 1996, 3 vols.;
Caminería Hispánica. Actas del III Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 1997; Caminería
Hispánica. Actas del IV Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid, 2000, 3 vols.
67  G. Arias, Repertorio de caminos de la Hispania romana, La Línea, 1987. Dicha obra sería objeto de
reimpresión en el año 2004.
68  G. Gillani, M. Santonja (eds.), Arqueología en la vía de la Plata, Béjar, 2007.
69  La vía de la Plata: una calzada y mil caminos, Madrid, 2008. También cabe citar la monografía sobre los
caminos romanos en torno a Emerita de P. D. Sánchez Barrero, Itinerarios y caminos romanos en el entorno
emeritense, Mérida, 2010. Y por supuesto también la obra de V. Gil Mantas, As vías romanas da Lusitânia,
Mérida, 2012.
70 A. C. Ledo Caballero, La calzada Arse/Saguntum-Celtiberia: estudio histórico-arqueológico, Valencia,
2005.

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relación a las vías romanas de Navarra (2003)71 o de las provincias de La Coruña (2001)72
y Lugo (2006)73, o por lo que respecta a la Vía Augusta (2001)74, (2013)75, (2018)76, entre
otros muchos77. A estos trabajos se habrá de añadir la publicación en el 2006 por parte de
J. Mª Solana y L. Sagredo de La red viaria romana en Hispania: siglos I-IV d. C.78, además
de otros estudios sobre la política viaria romana correspondiente al siglo III d.C. (2002)79, y
siglos I y II d.C. (2008)80. También en el 2011 se editaría bajo la dirección de M. Criado de
Val el Atlas de Caminería Hispánica81, que vino a suponer una apreciable aportación por
cuanto en el primer volumen se dedica un amplio apartado a la caminería hispano-romana
en el que además se incluyen tres cartografías peninsulares de interés: una en relación a
la Tabula Imperii Romani82, otra dedicada a los puentes romanos y una tercera referente a
las piezas miliares.
Precisamente los miliarios y los puentes constituyen elementos fundamentales en
las actuales investigaciones sobre viaria, y de cuyo estudio se han derivado últimamente
diversos repertorios y trabajos, como el caso del realizado por C. Puerta Torres sobre los
miliarios de la vía de la Plata publicado en el 200283, o el relativo al ámbito del noroeste

71  A. Castiella Rodríguez, Por los caminos romanos de Navarra, Pamplona, 2003.
72  B. Sáez Taboada, Las comunicaciones romanas en la provincia de A Coruña, Santiago de Compostela,
2001.
73 Id., Las vías romanas en la provincia de Lugo, Santiago de Compostela, 2006.
74  La Vía Augusta en la Bética, Sevilla, 2001.
75  Vía Augusta: plan director de recuperación de la Vía Augusta en la Comunitat Valenciana, Alicante, 2013.
76  F. Arosa i Gil, La Vía Augusta pel País Valencià, Alicante, 2018; incluir también G. Morote Barbera, La Vía
Augusta y otras calzadas en la Comunidad Valenciana, Valencia, 2002.
77 Véase vgr., I. Moreno Gallo, La red viaria antigua en La Rioja, La Línea, 2001; Id., Descripción de la
vía romana de Italia a Hispania en la provincia de Burgos y Palencia, Burgos, 2001; F. Esteve Gálvez, La
vía romana de Dertosa a Saguntum, Castellón, 2003; J. F. Roig Pérez, El tram de vía romana “De Italia
In Hispanias-ab Asturica Terracone” entre Tarraco i Ilerda, Tarragona, 2005; A. Rodríguez Colmenero, Vía
romana XIX: un viaje desde Lugo a los Ancares, siguiendo las pisadas de Roma, Lugo, 2008; La XVII Augusta
Romana (XVII del Itinerario de Antonino) en la provincia de Zamora: guía de un camino romano, Zamora, 2008;
J. M. Sobrado Vázquez, O trazado da via romana Lucus-Augusti-Aquis Querquennis na provincia de Lugo,
Lugo, 2009; I. Moreno Gallo, Item a Caesarea Augusta Beneharno = la carretera romana de Zaragoza al
Bearn, Ejea de los Caballeros, 2009; C. Piñán, Calzadas romanas o vías históricas de Asturias, Oviedo, 2009;
P. Argüelles, La vía romana Lucus-Asturum-Lucus Augusti: tramo Lucus Asturum-Passicin, Gijón, 2011; Mª J.
Vila Franco, Moneda antigua y vías romanas en el noroeste de Hispania, Oxford, 2016.
78  J. Mª Solana Sainz, L. Sagredo San Eustaquio, La red viaria romana en Hispania: siglos I-IV d.C., Valladolid,
2006.
79  J. Mª Solana Sainz, L. Hernández Guerra, La política viaria en Hispania: siglo III d.C., Valladolid, 2002.
80  J. Mª Solana Sainz, L. Sagredo San ·Eustaquio, La política viaria en Hispania: siglos I y II d.C., Valladolid,
2008.
81  M. Criado de Val, Atlas de Caminería Hispánica, Madrid, 2011, 2 vols.
82 La TIR constituye el proyecto de cartografía romana más importante desarrollado en España del que se han
derivado la publicación de cinco volúmenes, el último en el año 2002, correspondiente a la hoja J-30: Tabula
Imperii Romani. Hoja J-30: Valencia: Corduba, Hispalis, Carthago Nova, Astigi: sobre la base cartográfica a
escala 1:1.000.000 del IGN, Madrid, 2002. Con anterioridad se publicaron los cuatro volúmenes restantes:
Tabula Imperii Romani. Hoja K-29: Porto: Conimbriga, Bracara, Lucus, Asturica: sobre la base cartográfica del
mapa a escala 1:1.000.000 del IGN, Madrid, 1991; Tabula Imperii Romani. Hoja K-30: Madrid: Caesaraugusta
Clunia: sobre la base cartográfica a escala 1:1.000.000 del IGN, Madrid, 1993; Tabula Imperii Romani. Hoja
J-29: Lisboa: Emerita, Scallabis, Pax Iulia, Gades: sobre la base cartográfica a escala 1:1.000.000 del IGN,
Madrid, 1995; Tabula Imperii Romani. Hoja K/J-31: Pyrénées Orientales. Baleares: Tarraco, Baliares: sobre la
base cartográfica a escala 1:1.000.000 del IGN, Madrid, 1997.
83  C. Puerta Torres, Los miliarios de la vía de la Plata, Madrid, 2002.

Vínculos de Historia, núm. 8 (2019) | 429


peninsular del 200484, o el trabajo de J. Velaza sobre los miliarios de la Meseta meridional
del 201685; hay que resaltar también la muy destacable aportación representada por el
Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL, II2) y del que hasta el presente se ha publicado en
relación a los miliarios peninsulares y en el año 2015, el volumen correspondiente a la
Hispania Citerior86. En cuanto a los puentes, y además de la ya clásica obra de C. Fernández
Casado sobre los puentes romanos de Hispania reeditada en el 200887, son numerosas las
aportaciones llevadas a cabo en los últimos años como por ejemplo los valiosos trabajos
de M. Durán sobre la construcción de puentes romanos en Hispania (2004)88, el del Ponte
Vella sobre el Miño (2013)89, y el de los puentes de la Meseta meridional90, o de J. M.
González Parejo sobre los puentes cacereños (2015)91, o el magnífico estudio de conjunto
del ingeniero I. González Tascón del año 200292, entre otros93.
También a partir del 2000 tendría su desarrollo la cuarta y última etapa de la revista
El Miliario Extravagante que se extendería hasta el año 2004, y que se mantendría con la
misma orientación de las etapas anteriores. Además durante esta su última época la revista
publicaría nueve interesantes anexos94 como el relativo al Puerto del Muradal, el Reportorio

84 A. Rodríguez Colmenero et alii, Miliarios e outras inscricións viarias romanas do noroeste hispánico:
(conventus bracarense, lucense e asturicense), Santiago de Compostela, 2004.
85  J. Velaza, “Los miliarios en el ámbito de la Meseta meridional”, en G. Carrasco Serrano (Coord.), Vías de
comunicación romanas en Castilla-La Mancha, Cuenca, 2016, pp. 215-229.
86  E. Kolb, M. G. Schmidt, C. Campedelli (eds.), Corpus Inscriptionum Latinarum, XVII. Pars 1, fasciculus
1, miliaria provinciae Hispaniae Citerioris, Berlín, 2015. También destaca la obra de B. Díaz Ariño, Miliarios
romanos de época republicana, Roma, 2015. Además de las múltiples publicaciones de piezas miliarias en
revistas científicas, con anterioridad al año 2000, cabe mencionar asimismo el catálogo de miliarios de la
Hispania meridional incluido por P. Sillières en su obra Les voies de communication…, op. cit., pp. 41-173,
y de J. Lostal Prost, Los miliarios de la provincia tarraconense: (conventus tarraconense, caesaraugustano,
cluniense y cartaginense), Zaragoza, 1992.
87  C. Fernández Casado, Historia del puente romano en España: puentes romanos, Madrid, 2008 (1ª ed.
1980).
88  M. Durán Fuentes, La construcción de puentes romanos en Hispania, Santiago de Compostela, 2004 (2ª
ed. 2005).
89  M. Durán Fuentes, A ponte Vella de Lugo, Lugo, 2013.
90  M. Durán Fuentes, “Detalles constructivos de los puentes romanos y ejemplos en Castilla-La Mancha”, en
G. Carrasco Serrano (Coord.), La romanización en el territorio de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2008, pp. 183-
223; Id., “Puentes romanos en Castilla-La Mancha: problemas en torno a su identificación”, en G. Carrasco
Serrano (Coord.), Vías de comunicación romanas…, op. cit., pp. 277-296.
91  J. M. González Parejo, Puentes históricos, romanos y medievales cacereños, Cáceres, 2015.
92  I. González Tascón, “Los puentes”, en Artifex. Ingeniería romana en España, Madrid, 2002, pp. 128-150;
también al respecto I. González Tascón, I. Velázquez, Ingeniería romana en Hispania: historia y técnicas
constructivas, Madrid, 2004, pp. 235-268.
93  Por ejemplo también M. Durán, La construcción de puentes en la antigua Gallaecia romana, La Coruña,
2001; D. Fernández-Galiano, Los puentes romanos de Complutum y la fundación de la ciudad, Alcalá de
Henares, 2012. Independientemente de los numerosos estudios publicados en revistas de especialización,
con anterioridad al año 2000 cabe también mencionar: A. Blanco Freijeiro, El puente de Alcántara en el
contexto histórico, Madrid, 1977; J. Mª Álvarez Martínez, El puente y el urbanismo de Augusta Emerita,
Madrid, 1981; J. Mª Álvarez Martínez, El puente romano de Mérida, Badajoz, 1983; J. Liz Guiral, El puente
de Alcántara: arqueología e historia, Madrid, 1988; A. Moraleda, C. Pacheco, El puente romano de Talavera
de la Reina, Talavera de la Reina, 1991. También y por lo que respecta a puentes históricos, véase vgr., J.
A. Fernández Ordóñez, T. Abad, P. Chías, Catálogo de puentes anteriores a 1936: León, Madrid, 1988 (con
cartografía de vías y puentes romanos); S. Alvarado, M. Durán, N. Nardiz, Puentes históricos de Galicia,
Santiago de Compostela, 1989.
94 Anexo 1: El Puerto del Muradal: entre el mundo prerromano y la Ilustración, por J. Sánchez Sánchez,
2001; Anexo 2: La red viaria antigua en La Rioja, por I. Moreno Gallo, 2001; Anexo 3: El Reportorio de Villuga,

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de Villuga, la annona y el Itinerario de Antonino, etc. A partir del 2005 una nueva revista, El
Nuevo Miliario95, vendría a continuar la senda trazada por el boletín fundado por G. Arias
en los años sesenta. Esta nueva revista que se edita desde dicho año 200596, representa
todo un foro de debate para aspectos fundamentales de las comunicaciones antiguas
peninsulares97. El volumen publicado en 2014 se corresponde además, a la manera de
un monográfico98, con una actualización de la famosa obra Itineraria Hispana (vid. supra),
y constituye sin duda un valioso instrumento de trabajo para el conocimiento de la viaria
romana peninsular.
Pero la dinamización que la investigación sobre la viaria de época romana en España
ha tenido en lo que llevamos de siglo XXI, se ha manifestado asimismo de forma clara a
través de las diversas convocatorias de congresos y reuniones científicas como es el caso
de la V Mesa Redonda Internacional sobre la Lusitania romana, celebrada en el año 2002
y dedicada monográficamente a las comunicaciones99. También en el 2008 tendría lugar en
el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida el Simposio internacional Aspectos de la red
viaria hispano-romana100 que lograría reunir a los mejores especialistas tanto nacionales
como de fuera de nuestro país, proporcionando una renovada visión de conjunto sobre el
entramado viario peninsular. Asimismo en el año 2013 la Sociedad de Ciencias Aranzadi
organizó unas Jornadas sobre las calzadas romanas en la Antigüedad, en donde se darían
a conocer algunas recientes investigaciones al respecto, y cuyas Actas se publicarían en
el año 2017101. De indudable interés han resultado igualmente los Congresos de Obras
Públicas Romanas organizados por el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas
y celebrados en Mérida (2002)102, Tarragona (2004)103, Astorga (2006)104, Lugo (2008)105
y Córdoba (2010)106, a través de los cuales se ha posibilitado profundizar en el mejor
conocimiento de la ingeniería romana y de sus obras públicas, sobre todo en relación a las
vías de comunicación107. También cabe destacar la celebración sucesiva de los Congresos

ed. por G. Arias, 2002; Anexo 4: La annona y el Itinerario de Antonino, por D. van Berchem, 2002; Anexo 5:
La geografía hispánica de Juba II: Iberia y las Canarias, por L. Pérez Vilatela, 2003; Anexo 6: Lecciones de la
antigua Roma, por J. Arias Ramos, 2003; Anexo 7: El Camino del Arrecife en Cádiz, por O. Vallespín, 2004;
Anexo 8: Un enfoque extravagante de las vías romanas, por G. Arias, 2004; Anexo 9: Ingeniería romana en
los caminos de Santiago, por I. Moreno Gallo, 2004.
95  Véase al respecto, C. Caballero, S. Palomero, G. S. Reher, “Historiografía de las vías romanas en España.
De los orígenes a El Nuevo Miliario”, Actas VIII Congreso Internacional de Caminería Hispánica, Madrid,
2008, p. 6.
96  Recientemente, tras un paréntesis, acaba de salir el último número 18/19, 2018.
97  Véase C. Caballero Casado, “Vías romanas y afines: cincuenta años de andadura entre especialistas y
aficionados”, Actas XVIII Congreso Internacional de Arqueología Clásica, I, Mérida, 2014, pp. 777-779.
98  J. M. Roldán Hervás, C. Caballero Casado, Itinera Hispana. Estudio de las vías romanas en Hispania a
partir del Itinerario de Antonino, el Anónimo de Rávena y los Vasos de Vicarello, Madrid, 2014.
99  J. G. Gorges, E. Cerrillo, T. Nogales (eds.), V Mesa Redonda Internacional sobre Lusitania romana: las
comunicaciones, Madrid, 2004.
100  VV.AA, Aspectos de la red viaria hispano-romana, Mérida (Anas 21-22), 2012.
101  VV.AA, Jornadas sobre las calzadas romanas en la Antigüedad, San Sebastián, 2017.
102  I Congreso sobre las Obras Públicas Romanas (Mérida, 2002), Badajoz, 2002.
103  Elementos de Ingeniería romana (Tarragona, 2004), Madrid, 2004.
104  Nuevos elementos de Ingeniería romana (Astorga, 2006), Valladolid, 2006.
105  IV Congreso de las Obras Públicas en la ciudad romana (Lugo, 2008), Madrid, 2008.
106  Las técnicas y las construcciones en la ingeniería romana (Córdoba, 2010), Madrid, 2010.
107  También y como aportación a las técnicas de construcción para con las vías romanas cabe resaltar las
monografías de los ingenieros I. Moreno Gallo, Vías romanas. Ingeniería y técnica constructiva, Madrid, 2004,

Vínculos de Historia, núm. 8 (2019) | 431


Internacionales de Caminería Hispánica que desde el 2000 (para fechas anteriores vid.,
supra) han continuado realizándose periódicamente (2000 (Valencia); 2002 (L’Aquila-
Madrid); 2004 (París-Madrid); 2006 (Madrid-Pastrana); 2008 (Cádiz); 2010 (Madrid); 2012
(Madrid); 2014 (Madrid); 2017 (Madrid)), y que han permitido a numerosos especialistas y
profesionales debatir toda una serie de nuevos planteamientos y enfoques.
Toda esta intensa actividad científica evidencia la vitalidad que en la actualidad ha
llegado a alcanzar la investigación sobre las vías de comunicación en Hispania romana
–factor clave por otra parte en la ordenación territorial–, y que cada vez más requiere de
equipos interdisciplinares108 del que formen parte historiadores, geógrafos, arqueólogos e
ingenieros.

y M. Vigueras González, Introducción al estudio de la tecnología de la construcción de las vías romanas (Una
investigación previa), Madrid, 2004. Además cabe añadir el interesante portal Traianus (http://www.traianus.
net) sobre ingeniería y vías romanas.
108  Este carácter interdisciplinar ya fue planteado por J. A. Abásolo, “El conocimiento de las vías romanas.
Un problema arqueológico”, Simposio sobre la red viaria en la Hispania romana, Zaragoza, 1990, p. 7-20; Id.,
“El estudio de las vías romanas en Hispania”, Actas XIV Congreso Internacional de Arqueología Clásica, T.
I, Tarragona, 1994, pp. 57-62. Esta interdisciplinariedad está justificada en gran medida debido a las nuevas
metodologías aplicadas a la investigación viaria, como la teledetección, y muy especialmente los Sistemas
de Información Geográfica (SIG) que abren nuevas perspectivas de análisis. Sobre algunos de estos varios
pero complementarios aspectos relativos a la reciente investigación de la viaria romana, puede verse por
ejemplo, J. L. Vicente González, “Estudio de la red viaria romana de Hispania mediante tecnologías SIG: las
planimetrías de la 1ª edición del MTN 1/50.000 de España, una capa de información imprescindible para el
investigador”, RCG, vol. XVII, nº 46 (2012), pp. 1-26; V. Gil Mantas, “Teledetecçao e vías romanas”, Jornadas
sobre Teledetección y Geofísica aplicadas a la arqueología, Madrid, 1992, pp. 165-174; A. L. Palomino Lázaro,
Mª G. Martínez González, “Tratamiento arqueológico de las vías romanas”, Las técnicas y las construcciones
en la ingeniería romana, Madrid, 2010, pp. 47-73; I. Moreno, “Vías romanas. Identificación por la técnica
constructiva”, en http://www.traianus.net/, 2010; J. J. Moralejo, “Toponimia de las vías romanas de Galicia”,
Palaeohispanica, 9 (2009), pp. 182-201.

432 | Vínculos de Historia, núm. 8 (2019)

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