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Capítulo 3. Las Haciendas Serranas Hacia Comienzos de La Década de 1960

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CAPITULO 111

LAS HACIENDAS SERRANAS


HACIA COMIENZOS DE LA DECADA DE 1960

1. LA HACIENDA TRADICIONAL EN LA ESTRUCTURA


AGRARIA DE LA SIERRA ECUATORIANA
La conformación de la estructura de la Sierra Ecuatoriana, en forma similar al resto
del área andina, obedece a un complejo y poco estudiado sistema de incorporación
de la fuerza de trabajo ind ígena a los diversos mecanismos creados por los coloniza­
dores en el proceso de generación y extracción de excedentes. Este proceso desem­
bocó, en el período republicano, en la hacienda como eje estructurador de la socie­
dad agraria serrana. Junto a la misma, y configurando una trama menos simple de la
que suele presentarse coexistían las comunidades (con orígen en las reducciones in­
dígenas) y campesinos independientes.

Esta situación, dominante a lo largo de la Sierra, no era-sin embargo, totalmente ho­


mogénea. Tungurahua por ejemplo, presentaba un perfil de explotaciones campesi­
nas mucho más importante. Incluso las dedicadas a ciertas producciones como fru­
tas, hortalizas, etc., tenían un nivel de ingresos superior al resto del campesinado. A
su vez los arrimados de Loja, de orígen no indígena, tenían acceso a una fracción
mayor de tierra y posibilidades productivas que también los diferenciaban del resto
de la masa campesina. (Véase, Vivar, 1962). De todos modos, lo fundamental de la
producción para el mercado se generaba en las haciendas. Estas eran vastas extensio­
nes que permitían a sus propietarios ceder parte del uso de sus tierras o recursos pa­
ra la extracción de renta en trabajo o en especie de diversos tipos de productos agro­
pecuarios.

Esta situación de extrema polarización de la riqueza agropecuaria, se refleja en el


Cuadro No. 4.
~
CUADRO No. 4 N

PROPIEDADES DE LA SIERRA ECUATORIANA EN ESTRATOS


POR MONTOS DEL AVALUO CATASTRAL 1934

Hasta 10.001 a 100.001 a 350.001 a -l-de Total


Si. 10.000 100.000 350.000 500.000 500.000
PROVINCIAS No. % No. % No. % No. % No. % No.

Carchi 4.085 5,9 261 5 27 4,8 3 3,8 3 3,4 4.379


Imbabura 7.439 10,8 275 5,3 55 9,7 7 8,9 14 16,1 7.790
Pichincha 7-.535 10,9 903 17,6 293 51,7 55 69,6 54 62,1 8.840
Cotopaxi 6.429 9,3 438 8,5 64 11,3 6 7,6 7· 8,1 6.944
Tungurahua 12.310 17,9 827 16,1 30 5,3 2 2,5 4 4,7 13.173
Chimborazo 4.211 6,1 739 14,5 64 11.2 5 6,3 1 1,1 5.020
Bol ívar 5.583 8,1 387 7,6 8 1,4 5.978
Cañar 4.218 6,1 271 5,3 9 1,6 - 3 3,4 4.501
Azuay 11.635 16,9 528 10,3 8 1,4 1 1,3 1 1,1 12.173
Loja • 5.554 8 503 9,8 9 1,6 - - 6.066

Total 68.999 100 5.132 100,0 567 100 79 100 87 100 74.864

FUENTE: "DEMOGRAF1A y ESTADISTICA SOBRE EL INDIO ECUATORIANO" César Cisne-os Cisneros, Talleres GráfICOS
Nacionales, Clu ita 1948
ELABORACION: Nuestra
43
Las propiedades de hasta 10.000 sucres de avalúo son consideradas como campesi­
nas y representaban el 23 % del valor total, contra 67 % de las haciendas. Puede
notarse el peso decisivo de la gran explotación (hacienda) en las provincias de Pi­
chincha, Imbabura, Cotopaxi y Chimborazo (*).

Estos datos permiten tener un reflejo de la situación hacia 1934 ya que hasta el
Censo Agropecuario de 1954 (realizado por muestreo) Ecuador careció de estad ísti­
cas agropecuarias globales.

En este censo se podía apreciar también la elevada concentración de la tierra, ya


que el 1.2 % de las explotaciones con más de 500 has. pose ía el 48 % de la super­
ficie total, como se aprecia en el Cuadro No. 5.

CUADRO No. 5

NUMERO DE EXPLOTACIONES Y SUPERFICIE, EN VALORES

ABSOLUTOS Y PORCENTAJES, DE LA SIERRA ECUATORIANA

POR ESTRATOS DE TAMAÑO. AÑO 1954

Tamaños Número de explotaciones Superficie total

Número % Hectáreas %

Menores de 1 ha. 83.714 32.2 40.400 1,4


De 1 a 5 has. 128.439 49,5 301.300 10,0
De 5 a 10 has. 22.443 8,7 154.700 5,1
De 10 a 20 has. 10.570 4,1 142.000 4,7
De 20 a 50 has. 7.722 2,9 220.000 7,3
De 50 a 100 has. 3.594 1,4 218.700 7,2
De 100 a 500 has. 2.368 0,9 471.100 15,6
De 500 a 1.000 has. 330 0,1 228.300 7,6
De 1.000 a más has. 389 0,2 1.243.900 41,1

Total 259.569 100,0 3.020.400 100,0

FUENTE: Censo Aqropecuar io de 1954


ELABORACION: Nuestra

(.) El hecho de tratarse de avaluos que tienen en cuenta la diferencia de calidad de las t isrras y
las inversiones sobre ellas, expl les que provincias como Laja, donde existen haciendas con grandes
extensiones, aparezcan con propiedades de menor valor, dado el carácter extremadamente ex­
tensivo de estas explotaciones, a lo que debe agregarse la pobreza de los suelos.
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Debe señalarse, empero, que según diversas estimaciones, el porcentaje de las ha­
ciendas públicas era de por lo menos el 20 % del total-de las grandes explotacio­
nes. Si bien ello no altera la carencia de tierra por parte de los trabajadores aqrarios,
sí en cambio disminuye en forma significativa la propiedad total en poder directo
de los terratenientes. Aunque las haciendas públ icas eran arrendadas en parte por
elementos provenientes de las clases altas rurales, esta situación tendrá consecuen­
cias importantes en los futuros cambios a realizarse.

Un valioso ensayo de interpretación sobre la hacienda ecuatoriana tradiciqnal, de


Antonio García (1963), pone como elemento fundamental, cualitativa y cuantitati­
vamente, en relación con la hacienda, a la "familia ampliada del huasipungo" [").
Pese a la importancia indiscutible que los huasipungueros tienen en la estructura de
funcionamiento de la hacienda, debe señalarse que:

1. Las familias huasipungueras, según el censo de 1954, llegaban a 19.700 constitu­


yendo sólo el 7 % del total de los tipos de familias existentes en la Sierra.

2. El aporte de fuerza de trabajo a las haciendas, provenía también de un conjunto


de trabajadores de distinto tipo: vanaperos, peones sueltos, arrimados. Por otra par­
te, un sector importante de las tierras de la hacienda se explotaban a través del sis­
tema de arriendos, partidos, etc.

La hacienda tradicional pod ía llegar a estructurar en torno suyo, un conjunto de re­


laciones que podrían esquematizarse en:

1. Relación con los huasipungueros o propios.

A cambio del derecho a la parcela y al uso de otros recursos, particularmente forra­

jeros, además de una baja retribución monetaria, el huasipunguero se obligaba a tra­

bajar 4 o 5 días por semana en la tierra de la hacienda y a prestar servicios de huasi­

camía (cuidado de animales domésticos y huerta de la hacienda) y las mujeres cier­

tos servicios domésticos; también ciertos trabajos esporádicos colectivos, en las lla­

madas "mingas".

2. Relación con los yanapas.

Que pod ían ser: a) de servidumbre o residencia: pagaban por la utilización de recur­

sos de la hacienda sin valor de mercado' (por ejemplo utilización de caminos de la

(*) "La familia ampliada del huasipungo.


Esta población no está distribuida en diversos grupos familiares (la del huasipunguero y la de los
parientes arrimados) sino que constituyen una familia "ampliada": en muchos casos, los arrima­
dos son hermanos del huasipunguero que carecen de tierra propia (ya que la hacienda no am­
pi ía la superficie de huasipungos en la medida del crecimiento demoqráfico). El entrelazamiento
de labores dentro de la economía del huasipungo y la estrecha solidaridad existente dentro de
esta pequeña comunidad rural, explica y sustenta la trama de este tipo de familia" (Garcja,
1963, pago 373!.
45
hacienda); b) de recursos: a cambio de pastar sus animales en tierras de la hacienda,
trabajaban uno o varios días.

3. Relación con peones libres.

Que podían ser: a) peones sueltos, que vivían genera/mente en los poblados, y que

trabajaban a cambio de un jornal; b] arrimados, que eran trabajadores que viv ían

junto a la familia huasipunguera y que si bien percibían retribuciones en forma de

salario, tenían la obligación de trabajar en la hacienda en cuyas tierras vivían, qene­

ralmente con retribuciones por debajo de la subsistencia.

4. Relación con arrendatarios y partidarios.

Quienes a cambio de la utilización de un trozo de tierra y a veces también de semi­

lIas, entregaban una porción de sus cosechas al hacendado.

5. Relación con campesinos minifundistas.

Semiproletarios que vend ían en ciertas épocas su fuerza de trabajo a las haciendas a

cambio de un jornal.

Como vemos, en este conjunto tenemos desde apropiación de renta en trabajo y en


especie, hasta salarios que en algunos casos encubrían relaciones de dependencia ha­
cia el terrateniente y en otros, aunque no más allá del nivel de subsistencia, mostra­
ban una relación más plenamente capitalista.

Se podría sintetizar la relación de los distintos tipos de trabajadores en el siguiente


esquema:

PRODUCCION Huasipungueros
REALIZADA Arr imad a s
DIRECTAMENTE Peones libres { Peones sueltos
POR CUENTA
DEL HACENDADO Yanaperos [De recursos
~De servicios

HACIENDA

PRODUCCION Partidarios
REALIZADA EN
TIERRAS DE LA
HACIENDA POR Arrendatarios
TERCEROS

Junto a este modelo "clásico" de hacienda tradicional, debe recordarse que también
existían diversos tipos de hacienda, sin vinculaciones o muy escasas, con las
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áreas de minifundio y por último debe retenerse que existían vastas zonas de mini­
fundio con muy escasa o nula vinculación con la hacienda (parcialidades, comunida­
des, etc.) (Cfr. CIDA, p. 72).

Para completar esta apretada descripción habría que señalar que dentro de las ha­
ciendas trabajaba un sector relativamente especializado de trabajadores: a) el sector
de administrativos, retribuídos en dinero y parte en especie; b) los mayordomos y
ciertos ayudantes, encargados de tareas generales de control del proceso de trabajo,
quienes recibían acceso a recursos (tierras, pastos, etc.) yen menor medida, dinero.

Estos elementos permiten apreciar las distintas combinaciones a que podía apelar la
hacienda para maximizar sus ingresos. Parece evidente que los huasipungueros cons­
tituyeron durante un período considerable la fuerza "estable" de las haciendas, mo­
yilizando al resto de los trabajadores en función de las necesidades planteadas por
los picos del proceso productivo. La regulación del número de vanaperos y el acceso
de éstos a los recursos de la hacienda dependió del tamaño de ésta y de su estrategia
productiva. García indica que "las áreas rninifundistas que subsisten en la periferia
externa de las haciendas, dependen económica y socialmente de éstas como vanapas
o acudis, de sus campos de pastoreo en el páramo o de las tierras que se den en apar­
cería, del trabajo estacional en las épocas de siembra y cosecha, o de los servicios
que deben prestar a cambio del "derecho de paso" o de la recolección de leñas en el
monte, más arriba del nivel de los 3.000 a 3.500 metros. Las comunidades indígenas
-despojadas constantemente de sus tierras y sujetas a una creciente presión demo­
gráfica, o sea, aprisionadas dentro del sistema de hierro de colocar mayor cantidad
de gente en menor cantidad de tierra, erosionada y desnudada- han caído, inexora­
blemente, en la órbita de la hacienda: forman parte de su mercado marginal de tra­
bajo -sin aplicación de otras reglas que las patronales-- constituyendo el núcleo
central de un peonaje de reserva o de una masa de"partidarios,"mendicantes de tie­
rras de cultivo" (1969, pags. 35-361.

Pondremos ahora nuestra atención en un elemento que parece clave para la como
prensión del proceso: el desarrollo de las fuerzas productivas en el sector de hacien­
das lecheras. A ello dedicaremos el siguiente punto.

2. DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS


EN LAS HACIENDAS LECHERAS

La historia ganadera del Ecuador se remonta al siglo XV 11, época en la cual las ha­
ciendas comenzaron a especializarse en la crianza de ganado ovino, animales de car­
ga y transporte. La crisis de los textiles a finales del siglo XVIl y comienzos del
XV 111, que acarreó una caída violenta de la demanda de este producto; afectó la
producción ovina, particularmente de lana. Esta situación provocó una reorienta­
ci6n de las explotaciones ganaderas principalmente hacia actividades agrícolas. Este
período se caracterizó por el peso dominante de las haciendas "tradicionales" que
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ten ían gran parte de su actividad volcada hacia la producción agrícola (trlqo, ceba­
da, maíz, etc.). La producción se organizaba sobre la base del control de grandes
extensiones de tierra. Esto permitió que se cediera el uso de las mismas, así como
de aguas, pastos etc., a cambio de la utilización de la mano de obra. Como conse­
cuencia de la utilización intensiva de mano de obra, el nivel de mecanización fue
muy bajo y no se introdujeron técnicas ahorradoras de mano de obra.

En la mayor parte de las haciendas la producción lechera representaba una actividad


secundaria. Ello no es casual y obedece al tipo de demandas de un mercado interno
muy pequeño y a la escasez de vías de comunicación que permitieran canalizar la
producción hacia los centros poblados de mayor tamaño. De ah í que la especializa­
ción en la producción lechera esté ligada no sólo a la expansión del mercado sino
también al desarrollo de obras infraestructurales que permitan romper la profunda
incomunicación existente tanto entre las grandes regiones del país (sierra-costa,
básicamente), como al interior de las distintas hoyas del Callejón Interandino.

Ello explica por qué el desarrollo de una producción más especializada estaba
ligada a ciertas infraestructurales puntuales. Así, la construcción a comienzos de
este siglo del ferrocarril que atravesó Zonas estratégicas de la Sierra (valles de Coto­
paxí y Pichincha), despertó una vocación ganadera-lechera entre los hacendados.
Particularmente en la zona de Cotopaxi, impulsó el desarrollo de los primeros pro­
cesos industriales de transformación, lo que permitió el envío de cantidades signifi­
cativas de derivados lácteos hacia Guayaquil. Esta ciudad era el eje de la exporta­
ción cacaotera, la primera ciudad del pa ís y por ende el principal centro de consu­
mo nacional.

Este desarrollo también impulsó un mejoramiento genético de razas con la intro­


ducción de la Duraham, Normanda, Agashine y Holstein Friessian. Paulatinamente
las tierras más próximas al casco de la hacienda (de menor altura y mayor calidad de
pastos) se destinaron al ganado lechero; se real izaron inversiones para la construc­
ción de acequias de agua, que permitieron la ampliación de las pasturas naturales, el
inicio del proceso de implantación de ciertas pasturas artificiales de origen extranje­
ro y otras con leguminosas como avena forrajera y centeno (Ojeda, 1927). Arcos y
Marchan indican que "son inurnerables los datos sobre .irnportación de animales de
raza para mejorar los hatos ganaderos de la Sierra" y al estud iar ciertas zonas de la
Provincia de Cotopaxi, señalan: "las propiedades agropecuarias de Guavtacarna y al:
rededores experimentaron a partir de 1910 un cierto desarrollo de las fuerzas produc­
tivas traducido en: a) Difusión de nuevas técnicas de cultivo con la rotación y bar­
bechos; b) Uso de abono orgánico y mineral que permitió aumentar el aprovecha­
miento y el rendimiento de los suelos; e) Especialización de la producción en torno
a la ganadería, con un mejoramiento de los hatos ganaderos merced a las importa­
ciones de ganado de raza y selección del ganado nacional; d) Uso de máquinas en la
agricultura; e) Fraccionamiento de las grandes propiedades" (Arcos y Marchán
PP. 80-81!.

En la mayor parte de las haciendas, la cr ía de ganado bovino era extremadamente


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primitiva: baja calidad genética, técnicas de manejo rudimentaria sin uso de establos
ni pesebreras, ordeño manual realizado una vez al día, etc. Los procesos de cambio
tecnológico que apuntamos anteriormente, se desarrollaron en un número reducido
de haciendas. Fueron como pequeños "manchones" ubicados en la zona central de
la Sierra. Pese a que este fenómeno ocurrió en pocas haciendas y al hecho de que el
"paquete tecnológico" se redujo a cambios genéticos, aciertos mejoramientos de
pasturas y a conocimientos sobre manejo adecuado del ganado, no debe subestimar­
se la importancia del proceso.

La cuestión genética tuvo particular importancia. Fue necesario que los hacendados
mantuvieran un proceso continuo de experimentación (con muchos fracasos) para
seleccionar las razas adecuadas y particularmente para adaptarlas a las condiciones
de altura existentes en los valles serranos donde el ganado vive entre los 2.500 y
3.000 metros. El fenómeno de transformación genética se centró en la cruza de ani­
males importados con ganado criollo de muy baja calidad. lo que permitió el mejo­
ramiento de lotes significativos de animales. Este proceso fue el que sentó las bases
que posteriormente permitieron su rápida expansión. Por otra parte, con la implan­
tación en algunas haciendas, de las primeras agroindustrias del sector, se generó una
demanda de leche de mayor calidad para su transformación.

La década de 1940 marcó un punto de viraje en el conjunto de la economía ecuato­


riana. En el sector productor de leche, la cuestión genética siguió siendo el fenórne­
no más importante a nivel tecnológico y se asistió a un decisivo proceso de organiza­
ción de la actividad. El 20 de marzo de 1942, 13 ganaderos crearon la "Asociación
Holstein Friessian del Ecuador", destinada a jugar un papel muy importante en to­
do lo referente al control del desarrollo de esta raza lechera en el país. Ese mismo
año, la Asociación abre el "Herd Book" de la raza; desde 1947 se realizaron anual­
mente en Quito las ferias, exposiciones con la presencia de jueces internacionales
y a partir de 1948 se inició el control oficial de la producción. Hasta mediados de la
década de 1950, se efectuaron constantes importaciones desde EE.UU. y Canadá,
de animales de esta raza, tanto vacunos como toros de pura sangre. A partir de esta
fecha, sólo se importan sementales.

En esta época, además del importante mejoramiento genético, se realizaron esfuer­


zos significativos tendientes al mejoramiento de pastizales, creando pasturas artifi­
ciales tanto de gramíneas como de leguminosas. Hacia 1954, en la provincia de Pi­
chincha, por ejemplo, existían 207.200 has. dedicadas ala actividad ganadera, de las
cuales el 19.9 % eran ya pasturas artificiales. Para ese año,se registraron en esta pro­
vincia 31.800 vacas en producción cuyo rendimiento promedio diario era de 165.100
litros, es decir 5.2 litros por vaca ordeñada al día aproximadamente. Si se toma en
cuenta que en numerosas haciendas los cambios técnicos eran poco significativos,
se puede inferir que en las haciendas más "modernizadas" los promedios eran bas­
tante más altos.

La diferenciación existente entre un conjunto de unidades que tenían un desarrollo


más grande de las fuerzas productivas en comparación con el resto de las unidades
49
del sector, la recoge el estudio realizado por CEPAL en 1954, cuando señala: "La
ganadería vacuna ha mostrado en el Ecuador ser una de las ramas relativamente más
progresistas. El incremento del ganado lechero en la Sierra ha sido el resultado de la
transformación de los rebaños, mejorados con la introducción de animales de pura
raza de alto pediqree" (CEPAL, p. 4).

El esfuerzo por mejorar la calidad genética del hato lechero fue básicamente de ca­
rácter privado. La capacitación de ganaderos en los EE.UU. y la presencia de técni­
cos norteamericanos en Ecuador fueron los mecanismos mediante los cuales se
transmitieron las técnicas de cruza de ganado y de control lechero. El avance gené­
tico puso de relieve el persistente atraso en el manejo de la alimentación. A partir
de 1947/48 se realizaron importaciones de semillas de ray-grass, trébol y de otras
pasturas. Así mismo, un técnico norteamericano del Servicio Cooperativo Intera­
mericano de Agricultura organizó cursos de control lechero, de cruza de animales
y de manejo de pastizales. También en este período se difundieron técnicas de uti­
lización del estiércol como fertilizante.

Otro logro importante fue el de la divulgación de la inseminación artificial, cuya


práctica se inició en 1949. En 1952, la Asociación Holstein Friessian organizó el
Primer Curso de Inseminación Artificial con la colaboración de técnicos norteame­
ricanos. En dicho curso se difundieron técnicas de formación de potreros, ensila­
jes, henificación, crianza de terneros, clasificación por tipo etc. (Jaramillo Porras,
p.22).

Los propietarios asistían a los cursos de difusión y hacían concurrir al personal de


sus haciendas. Un ganadero entrevistado estima que hacia 1952/53, un 400/0 de
las haciendas de los valles de Machachi y Cavarnbe practicaban inseminación artifi
cial en sus rodeos. El semen se obten ía de los toros de alto pedigree que se criaban
en las fincas. Entre 1953/54 se formó una Cooperativa de Inseminación Artificial,
organizada por los ganaderos del Cantón Mej ía (Machachi). Paralelamente, comen­
zaron a realizarse montas controladas en aquellas fincas donde no existían aun con­
troles adecuados de preñez. También se inició la difusión de libros de control de ce­
los visto que diversas enfermedades (vaginitis, etc.] reducían los porcentajes de pre­
ñez.

La inseminación artificial produjo un aumento de la producción estimado entre un


500/0 y un 600/0, y el porcentaje normal de animales secos bajó de un 400/0 a un
15/200/0. También en la década de 1950 se generaliza la alimentación artificial de
los terneros -previa separación de sus madres- lo que libera una mayor cantidad
de leche para su comercialización.

En relación al proceso de mecanización, se debe señalar que la existencia de una


oferta abundante de mano de obra en las haciendas y el bajo costo de la misma, en
términos pecuniarios (era contratada a cambio de un permiso para utilizar los recuro
sos naturales monopolizados por los hacendados). contituía una clara traba para el
proceso de incorporación de maquinaria. A ello deben sumarse obstáculos inheren­
50
tes a la topografía de los terrenos. De ah¡ la baja utilización de máquinas en las ta­
reas agropecuarias. Para éste perlado solamente se cuenta con datos sobre mecani­
zación a nivel nacional. El Censo Agropecuario de 1954 muestra que en todo el
país, de las 343.948 explotaciones existentes, sólo 394 usaban tracción mecánica en
las labores agrícolas. Para 1960, el Minister iode Agricultura estimaba que existía
un tractor por cada 780 has., éste era uno de los índices más bajos de la región andi­
na. Frente a este panorama de atraso, no debe perderse de vista sin embargo, que la
maquinaria se concentraba en las grandes unidades constituidas en la Sierra por las
haciendas.

La mecanización estuvo asociada a la producción de papas, trigo y cebada. Sin em­


bargo, durante la década de 1950 se generalizaron en las haciendas, técnicas de for­
mación de pastizales que requirieron de otro tipo de maquinarias. Cuando se reem­
plazó el Sistema de rotación papa-triga-pastos por pastizales, fue necesario utilizar
cortadoras, segadoras y máquinas para hacer heno, a fin de evitar que el ganado pi­
soteara los pastizales. Estos equipos se sumaron al conjunto de tractores - arados ­
rastras que exist ían tr adicionalrnente. Además, entre los años 1956/58, se Inició
un proceso sostenido de incorporación de fertilizantes.

Han sido numerosos los trabajos ( " ) que han demostrado exhaustivamente los pro
cesas de desarrollo en las fuerzas productivas en las haciendas, ya partu de ello las
profundas diferencias existentes en los hacendados serranos, lo que nos lleva a pen
sal' en lo poco fructífero de seguir hablando de "la clase" de los terratenientes se­
rranos, si es que pretendemos explicar su accionar tanto a nivel de las unidades de
producción como en el terreno corporativo y poi ít ico.

Seguramente quien ha hecho más persistentes esfuerzos por negar estos hechos es
Andrés Guerrero, dado que la admisión de los mismos en su real dimensión echa por
tierra su esquema interpretativo. Para este autor, los terratenientes serranos nunca
alcanzaron, hasta esta etapa, el status de capital istas, y su articulación con el sistema
capitalista nacional se realizaba en función de sus otros roles en la sociedad, como
comerciantes, banqueros, etc. Por ende, no real izaban inversiones de capital en la
hacienda, lo que implicaba el estancamiento en el desarrollo productivo en estas
unidades (**), La incomprensión de las formas específicas de expansión del capital

( .) Cfr. Ojeda, 1927; Arcos y Marchán, 1976; Jaramillo Porras, 1976; Buitrón y Salisburv,
1947; CEPAL, 1954; CIDA, 1965, Costales P y A., 1971, Bar r rl, 1980: Salamea. 1980, Saénz
1980; Truj illo , 1979; Barsky et al. 1980; Barsky y Cosse, 1981; Ve/asco, 1979; Díaz, 1963, etc.

(•• ) "e La clase terrateniente era portadora de un proceso de acumulación) Parecerá contradic­
torio, a primera vista, atr ibuir a 105 hacendados serranos como clase una funció n de acumulación
cuando sabemos que la baja composición orgánica del capital en el proceso de producción inme­
diata de la hacienda revela más bien la ausencia de una reinversión sistemática de la renta en la
esfera agropecuaria. Surgen pues algunos interrogantes: la dónde va a parar la renta que el ha­
cendado se apropia y realiza en el mercado puesto que no la reinvierte en el sector agrario?
z Cuél es el orígen de esta ausencia de un proceso de acurnulació n sistemática en la gran propie­
dad territorial?, y en este caso, zextsten otros mecanismos de reproducción ampliada de la ha­
cienda?" (Guerrero, 1975, pags.50/511. En un trabajo reciente insiste en esta idea básica:
51
en una parte de las haciendas, lo lleva a desarrollar un esquema circular e inmóvil,
por el cual la única forma de expansión productiva es incorporando nuevas tierras y
huasipungueros, y la "funcionalidad" de las unidades al conjunto del sistema capita­
lista garantiza la reproducción ad infinitum de las haciendas precapitalistas, que
extraen renta y la transmiten al resto de la sociedad, sin que se generen procesos de
expansión capitalista en su seno. Esta concepción de estructuras articuladas rigidas
y mecanicamente, imposibilita la comprensión de los fenómenos concretos y nada
tiene que ver con una visión dialéctica de los procesos, dado el esfuerzo formulado
y nada logrado de este autor de apoyarse en la teor ía marxista para sus interpreta­
ciones.

Más abajo, veremos que este esquema conduce necesariamente a pedir a la historia
un hecho externo que quiebre esta curiosa inmovilidad histórica de las haciendas,
dada la imposibilidad de entender la dinámica especifica que se venia generando
dentro de las unidades. Después de muchos titubeos, Guerrero encontrará en la Re­
fOI rna Agl aria de 1964 el hecho salvador que permite transitar alegremente de una a
otra etapa del proceso hacendal, y que evitará, de paso, el siempre fatigoso trabajo
de tener que investigar procesos concretos, lo que distrae necesariamente de la ela­
boración de interpretaciones generales pulidas y formalmente impecables, sin las
aristas molestas que presenta la real idad cuando se quiera conocerla más precisa­
mente.

Es posible rescatar, con lo expuesto, los elementos centrales que, desde el plano de
la base económica. comienzan a permitir entender una conducta también diferencia­
da en el accionar social. de los terratenientes. Esta diferenciación aparece ya con ni­
tidez en la década de 1960. Por haberse analizado ya en el informe CIDA, resumi­
mos a continuación la situación tal como Rafael Barona la presentó en dicho traba­
jo y en otros posteriores.

3. TIPOS DE HACIENDAS Y PROCESOS

El eje de esta tipologia está dado por los siguientes criterios:

1. Coexistencia de varias empresas en una hacienda y carácter de su desarrollo.

"En efecto, la forma de producción de Ja hacienda serrana sufre, a lo largo del siglo X I X Y me­
diados del XX. un continuo embotamiento en cuanto a su capacidad de generar poder económi­
co a nivel regional y nacional. El desarrollo del capitalismo en la Costa ... gesta nuevas clases
sociales industriales. f inancistas , comerciantes, a la vez urbanas y rurales, clases medias y una
pequeña burguesía, una clase obrera y un proletariado. Proceso Que no condujo, sin embargo, a
la desaparición de la clase terrateniente serrana: tomó el atajo histórico de un compromiso
entre capitalistas y hacendados" (subr. nuestro) (1983, paqs, 9/10), "Si se pretende comprender
el comportamiento de los terratenientes, o la diferenciación en fracciones de clase en la coyun­
tura de los años 1960 (su accionar en el campo poi ít ICO l, hay Que tener en consideración el per­
fil de Jarro de la clase puesto Que, indudablemente, condiciona a la vez su estructuración (o pro­
yectos) Que puede formular. AQu í me centraré en un aspecto intu ído ya veces mencionado en
muchos estudios, pero poco tratado: los dos pies, uno agrario y precapital ísta y el otro urbano
y capitalista, de la clase de hacendados serranos" (1983, págs. 60/1).
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2. Acceso por los campesinos a los recursos de la hacienda.
3. Modalidad de pago de la empresa patronal

Tendríamos dos tipos de situaciones básicas. En un tipo de proceso se apreciaban ya


elementos centrales de desintegración de la hacienda. Ello le permite distinguir dos
situaciones: al tradicional infra, propietario ausentista meramente rentista, asedio
externo de los campesinos y de las comunidades; b) tradicional en desintegración,
sobre todo haciendas públicas arrendadas; con fuerte asedio interno, y con los sindi­
catos campesinos como instrumento esencial para cambiar la organización social de
la unidad productiva mediante apropiación.

El otro proceso nos señala: a) una hacienda llamada moderna emergente, que es ya
una empresa fuertemente capitalizada (lechera esencialmente), donde existe un fir­
me control de los recursos por la empresa patronal, se incrementan creciente mente
los obreros asalariados y se instrumenta el proceso de eliminación de los precaristas;
b) lo que Barahona llama hacienda tradicional corriente, y que serán empresas don­
de coexisten varias explotaciones dentro de la unidad y diversas formas de pago, ya
sea en recursos o en salarios, con predominio de los primeros. Con mucha lucidez,
Barahona señala la relación estrecha e interdependiente que existe entre las posibi­
licades de desarrollo del movimiento campesino y la actitud de las clases propieta­
rias. Frente a las clases propietarias, ausentistas en algunos casos, o que mantenían
sistemas de producción basados en el empleo de gran cantidad de fuerza de trabajo,
el camino "campesino" encontraba una línea de mucho menor resistencia, tanto en
la propia unidad productiva como a nivel societal. .

En cambio, frente a una actitud "moderna", el proceso asumía características total­


mente distintas. Aquí los terratenientes eran quienes encabezaban el proceso de
cambios. ¿Por qué lo hacían? Porque las relaciones sociales existentes hasta el rno­
mento, de ser durante un período considerable el eje de la obtención de beneficios
o renta, en una etapa de desarrollo más avanzado, pasaban a ser una traba. Esta tra­
ba era nítida a nivel económico para aquellos terratenientes de haciendas que Bara­
hona llama modernas emergentes. Pero éste no era el único elemento en juego, aun­
que sí el más importante. Factores de presión social, poi ítica e ideológica entraban
también en la definición de los cambios.

Nosotros podemos hoy plantear la necesidad de distinguir dentro de lo que Baraho­


na llama moderna emergente dos tipos de unidades. Aquellas que, como las de los
Plaza, tienen un proceso sostenido de acumulación en la explotación, utilizan una
tecnología de "punta" en relación a las condiciones nacionales, es decir, una fiso­
nomía de unidades que utilizan intensivamente capital. En cambio, las haciendas del
tipo de Bonifaz, que es el otro caso que este autor tiene presente como moderna,
son unidades que tienen en común con la anterior, ser vanguardia en la liquidación
de los precaristas, su reemplazo por trabajo asalariado y el pasaje a ganadería leche­
ra, pero tienen una estrategia productiva claramente diferenciable. Son en efecto,
unidades donde la obtención de renta por vía de la posesión de tierras privilegiadas
por razones ecológicas o de cercan ía a mercados, les permite maximizar ingresos so­
CUADRO Na.6

TIPOS DE HACIENDA Y PROCESOS EN LA SIERRA ECUATORIANA

1963 1978
Tipología de Barahona Clasi ticación nuestra
Intensiva M Intensiva
H
A Moderna
mantenimiento haciendas con
rel aciones capital istas - - ­ » A
N
T
I acumulación sostenida de capital)
I avanzada incorporación de tecno­
logía)
C ( presencia propietarial E ( especial ización pecuaria)
I ( relaciones capitalistas) N ( relaciones capitalistas)
E ( pasaje a pecuanas) Extensiva I
N M Extensiva
D
~~
( relativa inversión de capital.]
A Trad icional corriente I ( incorporación parcial de tecno­
( presencia propietaria) mantenimiento haciendas con,' N logía: mecanización, mejoramien­
( coexistencia relaciones ______ ~ relaciones capitalistas 0 __ ...._ - ' T to genético-praderas artificiates.}
precarias y salariales) ~' disolución ' \ C7I O ( relaciones capitalistas. )
T ( producción mixta o agrícola) \ IV En v las de paree­
R Y lacién
I \
A Tradicional infra mantenimiento I ,
Cooperativas
D
I
C
( propietario ausentistal
( asedio externo)
( producción mixta o
.. _» haciendas con
relaciones capi-
talistas o .r:
,
,/
I I~ D

» I
S
Reproducción
{ simple
Con acumulación
I agrícola). disolución O
O L Co n acumulación
N Tradicional en desintegraciór U Campesinos Campe.sinos de sub­
A ( haciendas públicas) C parcelarios sistencia
L ( creciente control de hecho POI
los trabajadores de recursos de
la hacienda - asedio interno)
__-U Disolución de las haciendas - ­ -» 1
O
N
{ Campesinos semi-
proletarios
Propiedades estatales en transición
( producción agrícola o mixta). (1 ERAC).--._._-_._~ Campesinos
parcelarios.
FUENTE: Barsky O, (1978).
U1
W
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bre la base de una producción relativamente extensiva, sin necesidad de la inversión
de gran cantidad de capital. Este segundo tipo de explotación, mayoritaria en el
conjunto de la Sierra, es el modelo apto para ser seguido por una parte importante
de aquellas unidades llamadas en esta tipología "tradicionales corrientes" e incluso,
parte de las "infra". La viabilidad del mismo, es un dato clave en el hecho de que el
proceso de pasaje analizado no se hava.límitado a una fracción extremadamente re­
ducida de las haciendas, sino que haya abarcado a un sector fundamental de las mis­
mas. Al mismo tiempo, tal como analizaremos más adelante, marca los límites ac­
tuales del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas en la Sierra. La combina­
ción planteada aquí de terrateniente-capitalista, donde el elemento renta juega un
papel importante todavía, imprimirá al proceso de desarrollo agrario de la Sierra ca­
racter í sticas muy marcadas.

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