God">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Ideologias y Creencias Del Hombre Actual

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Seminario diocesano de parral.

Pbro. Lic. Jesús Alfonso Baca Méndez.

Filosofía lll.

Alumno: Luis Armando Sáenz Medina.

La secularización.

El fenómeno de la secularización.

La palabra “secularización” viene del latín saeculum, que originalmente significaba


“siglo”. En el latín eclesiástico pasó a significar “mundo”, por oposición a “iglesia”
(recordemos que, tiempo atrás, los religiosos y religiosas se referían a los demás
como aquellos que estaban “en el mundo” o “en el siglo”). En principio podemos
sospechar, pues, que “secularización” significará algo así como “pasar de la iglesia
al mundo”.

La palabra “secularización” comenzó teniendo un significado jurídico. Aparece por


primera vez, en 1648, en los tratados conocidos como “paz de Westfalia”, que puso
fin a la Guerra de los Treinta Años. Se trataba de la secularización de los bienes
eclesiásticos.

Secularización del estado y de la sociedad.

Hasta hace muy poco tiempo, se daba por supuesto que ninguna sociedad podía
subsistir si no estaba unida a una religión común. En aquellas sociedades los
monarcas gobernaban en nombre de Dios, hasta el extremo de que eran ungidos
con óleo, igual que los sacerdotes.

Francia tenía el privilegio de que dicha unción iba unida a un milagro, porque se
hacía con óleo, que había bajado milagrosamente del cielo, traído, según unos, por
un ángel; según otros, por una paloma; y según los más conciliadores, por un ángel
en forma de paloma.

En las sociedades modernas no ocurre nada de eso. Se ha descubierto que no hace


falta tener la misma religión para vivir juntos; basta ponerse de acuerdo en una serie
de objetivos prácticos que, al estar apoyados por la razón, serán aceptados por
todos los ciudadanos, cualquiera que sea su creencia.

En esas sociedades modernas los hombres de Estado no gobiernan ya en nombre


de Dios, sino en nombre del pueblo. Esto es lo que hemos llamado secularización:
la tarea de legitimar la autoridad que ha pasado “de la iglesia al mundo”.
Secularización de la economía.

El hombre moderno pensará que la economía fue siempre una actividad secular.
Pues bien, no es así. En las sociedades antiguas, el campo económico mantenía
una relación muy especial con lo sagrado. La siembra de los campos iba unida a
una serie de ritos sagrados (la unión sexual del rey con la sacerdotisa a la que
atribuía la fertilidad de los campos). El cristianismo, y antes todavía el judaísmo,
abolió tales ritos; pero, hasta hace poco, era todavía frecuente asperjar los campos
con agua bendita.

Hoy los campesinos prefieren “asperjar” con fertilizantes químicos y, en opinión de


la mayoría, con mejores resultados. Eso es, una vez más, un proceso de
secularización: la empresa de hacer fecundos los campos ha pasado “de la iglesia al
mundo”.

Secularización del saber.

Antiguamente, todos los saberes dependían de la religión. De la filosofía llego a


decirse que era la criada de la teología (philosophia est ancilla theologiae) y de
hecho, frecuentemente las cuestiones científicas se ventilaban con argumentos
metafísicos y místico_teológicos.

Hoy la ciencia no acepta ya ninguna tutela religiosa. Se dice que si un astronauta


hizo algo mal, es que le fallo su cálculo, y no que se la haya olvidado llamar a un
sacerdote para bendecir la astronave.

Secularización de las instituciones.

En las sociedades medievales, la mayoría de las instituciones dependían de la


iglesia. No es que la iglesia fuera una “metomentodo”, sino que se vio obligada a
llenar los vacíos que dejaban las autoridades civiles.

Hoy ya no son los párrocos, sino los notarios, quienes registran los testamentos; y la
iglesia ha ido cediendo cada vez más protagonismo frente al Estado en los campos
educativo, sanitario y de servicios sociales.

Podemos dar ya nuestra definición de secularización: Es el proceso por el cual


diversos ámbitos de la vida social, son sustraídos a la dominación que la iglesia
venía ejerciendo sobre ellos.

Grado de extensión de la secularización.

El nivel cero de secularización se da cuando ni siquiera existe diferenciación entre


las instituciones religiosas y las laicas.

Una vez que existe pluralismo de instituciones, el mayor o menor predominio de


unas u otras puede considerarse un indicador suficientemente preciso del grado de
secularización alcanzado.
En las elecciones votan sólo el 60 % de los ciudadanos, el 68% de la población
adulta acude al templo por lo menos una vez al mes, y el 79% afirma pertenecer a
alguna iglesia.

Sea como sea, si comparamos nuestra situación con la situación de las


generaciones que nos precedieron, parece indudable que estamos en proceso de
secularización.

Secularización y secularismo.

Aceptamos la secularización y repudiamos el secularismo; entendiendo por


secularismo, una secularización que ha ido más lejos de lo debido.

El teólogo, sabe que en el pasado predominó una imagen falsa de Dios que no
respetaba suficientemente su trascendencia. Dicho con otras palabras: colocaba a
Dios al mismo nivel que las causas segundas: producía las enfermedades como un
microbio más; las curaba como un médico más; garantizaba las buenas cosechas
igual o mejor que las semillas de alto rendimiento; etc.

La secularización entierra esa falsa imagen de Dios y hace al hombre responsable


de los problemas intramundanos, nadie puede dudar que la secularización es
beneficiosa tanto para la sociedad como para la iglesia.

Lo malo es cuando la secularización no se contenta con eliminar esa imagen falsa


de Dios, sino que acaba arrasando cualquier sentido de ultimidad y de
trascendencia de la vida, es decir, cuando cae en lo que hemos llamado
secularismo.

Con el secularismo, no es Dios, sino el hombre, quien sale perdiendo. Recordemos


una frase famosa de Lubac: no es verdad que el hombre no pueda organizar la
tierra sin Dios. Lo cierto es que sin Dios no puede, a fin de cuentas, más que
organizarla contra el hombre.

Biblia y secularización.

Es verdad que en el antiguo testamento encontramos todavía algunos ejemplos de


sacralización del mundo, y habrá que esperar la llegada de cristo para que
desaparezcan.

La tradición sacerdotal de los círculos de Jerusalén admitía infinitos tabúes: en


diversas realidades (carne de cerdo, cementerios, personas incircuncisas, mujeres
en situación menstrual, parturientas, etc.)

Jesús, en cambio, hace caso omiso de todo eso. No tiene reparos en tocar a los
leprosos o a los muertos ni en dejarse tocar por una mujer que padecía flujo de
sangre. Declara igualmente que ningún alimento hace impuro al hombre.

También podría gustarte