Norma Lingüística y Variaciones: Algunos Casos Problemáticos en El Español de La Argentina Nora Mújica
Norma Lingüística y Variaciones: Algunos Casos Problemáticos en El Español de La Argentina Nora Mújica
Norma Lingüística y Variaciones: Algunos Casos Problemáticos en El Español de La Argentina Nora Mújica
Buscar claridad para definir las relaciones entre estas unidades conceptuales y los límites y
alcances relativos entre ellas, no es tarea fácil. No obstante, intentaré en el recorrido que
me he propuesto, lograr algunas caracterizaciones. La complejidad a la que aludo deriva,
en gran medida, del hecho de que es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre la norma
desde criterios diferentes; además, del hecho de que, por su propia naturaleza, es un
objeto difícil de definir si tenemos en cuenta que está sujeto a una constante movilidad que
determina posibles modificaciones y cambios, y, por último, porque sea cual fuere el
recorte que se decida para caracterizarla, se dan de manera sistemática, no ocasional,
formas alternativas, que por su sistematicidad y por la generalidad alcanzada en una
comunidad de hablantes pueden ser tenidas o bien como variaciones respecto de la norma
o bien como transgresiones a la norma.
Sólo a modo de introducción, porque son muchas y valiosas las fuentes que se han
pronunciado acerca del concepto y caracterización de la norma, tomo en consideración que
en el Diccionario de Lingüística, Lewandowski apela a la regularidad para la definición de
norma lingüística, una regularidad que surge del sistema de reglas que regulan una lengua,
más allá o por sobre los modelos individuales.
«un sistema de reglas que define lo que se debe elegir entre los usos de una lengua
determinada si se quiere estar de acuerdo con cierto ideal estético y sociocultural.»2
(Dubois, op. cit.: 447,1)
La norma es:
«la realización colectiva del sistema que contiene el sistema mismo, y, además, los
elementos funcionalmente no pertinentes, pero normales en el hablar de una
comunidad.»6.
Luego, hay varias normas parciales (sociales, regionales).7
Pero aspectos a mi juicio más esenciales surgen de las preguntas que caben formularse
vinculadas más intrínsecamente con la lengua. Por un lado, en el conflicto entre variedades
lingüísticas, cuáles son las soluciones potenciales a la hora de definir la lengua estándar; y
consecuentemente, cómo a partir de qué aspectos se caracteriza o toma a una lengua
como estándar.
Retomando las fuentes que ya hemos considerado, las conceptualizaciones tocantes a este
tema reiteran algunos ejes. Dubois (et alii) entiende que el estándar está por sobre las
variaciones, que es la forma de empleo corriente, usada como medio de comunicación y
sujeta a una norma. Es lo que se lee en el texto ya mencionado (:244).
Una forma de lengua es estándar cuando en un país dado se impone más allá de las
variaciones locales o sociales hasta el punto de emplearse corrientemente, como el mejor
medio de comunicación, por gentes susceptibles de utilizar otras formas o dialectos.
Generalmente es una lengua escrita. La difunden la escuela, la radio y se utiliza en las
relaciones oficiales. Suele estar sometida a una norma y a instituciones que la dirigen.
Según las apreciaciones precedentes, la LE resultaría ser, entonces, una forma abstracta e
idealizada, pero con un amplio espectro en el que puedan tener cabida los distintos
registros de lengua (formal, científico, coloquial, etc.), y en la que tengan también cabida,
las formas alternativas de un mismo sistema, (es el caso, por ejemplo, del sistema
temporal del pasado, que en el miembro +perfecto aparece con dos variantes, forma
simple / forma compuesta con diferente distribución en nuestro país, por lo que, siendo uno
solo el sistema de oposición aspectual, se da que en unas zonas el miembro marcado del
sistema sea la forma compuesta y en otras, la simple). Esta lengua común, entendida como
un sistema nuclear, tendrá relieve en las comunicaciones, en la circulación internacional de
textos en español, en fin, en los medios masivos de comunicación, de igual modo en el
trabajo de traducción con fines de difusión internacional. Así, a la lengua estándar se
tiende, en gran medida, en los textos científicos, en la confección de documentos
institucionales, de la administración, y también, agrego, en la enseñanza. Digo «se tiende»
porque los registros de lengua no son puros dado que es la norma o el estándar de la
lengua en uso. No obstante, es la lengua de referencia frente a la cual podrán medirse las
variaciones, ya que esta forma modélica del uso de una lengua estará en estado de
inestabilidad toda vez que, siendo lengua en uso, estará sujeta, en las áreas lingüísticas
más sensibles al cambio, a los vaivenes de la práctica lingüística.
En lo fonético, que es, sin duda, el más simple de definir, por la pronunciación de algunos
sonidos fáciles de inventariar resulta claramente identificable de qué región procede un
hablante particular. Como es sabido, son bien tangibles las diferencias entre las variantes
de la y/ll (palatal/semivocal) y a su vez las variadas formas de yeísmo; las diferencias de
pronunciación de la vibrante en posición inicial e intermedia, la de la sibilante y sus
variantes aspiradas sobre todo en posición final, rasgo diferencial de región y de ciudad, la
relajación de las consonantes finales, etc. y por sobre estas diferencias fonéticas, cuyo
inventario no es por cierto exhaustivo, la entonación. ¿Cuál es de entre la variedades la
forma estandarizada? No es fácil de responder, pero creo poder afirmar hoy que si nos
atenemos a las voces en la radio y la TV, frente al monopolio rioplatense que ha regido
como la norma y lo correcto durante mucho tiempo, se da una apertura y una mayor
aceptación de los matices diferenciales que otorgan identidad regional.
Algo similar, si miramos hacia el campo de la morfología en relación con los cambios
pronominales y verbales que trae consigo el voseo, y su distribución dentro del país. Puede
afirmarse también en este caso que, dejando de lado situaciones de intercambio lingüístico
especiales y codificadas (situaciones formales, por ejemplo) no se privilegia una forma
sobre otra, sino que el estándar incluye las variaciones y las elecciones particulares al
respecto. De aquí la amplitud a la que nos referíamos.
Hago un breve apartado para referirme al léxico en cuanto a estándar. Violeta Demonte
(2003) recoge los factores analizados por López Morales (2001) (Tendencias del léxico
hispanoamericano) en relación con la globalización y la estandarización (dos factores
vinculados), respecto del léxico español, en el que se marcan tendencias hacia la
homogenización del léxico, a partir de la fuerza centrípeta de los tecnolectos, la expansión
de vocablos a través de la televisión o del cine, la incorporación de extranjerismos
generalizados que según el estudio realizado, es una fuerza centrípeta más que centrífuga,
la utilización de unos sufijos sobre otros en los derivados, etcétera. De todos modos,
descontando que sin duda los antes mencionados son aspectos favorables a la
homogenización, queda el remanente importante de los neologismos que reflejan lo propio
de región o país. Tengo presente el caso de los derivados por sufijo -izar, ejemplo muy
claro de productividad léxica, favorecida por la flexibilidad del radical y por lo tanto, por la
posibilidad que ofrece de nuevas palabras relacionadas con situaciones políticas,
económicas y sociales ocasionales, y por ello mismo, de corta supervivencia. Es decir,
siendo el léxico una fuerte expresión de cultura y de creatividad, sigue ofreciendo el campo
más adecuado y fecundo para la variedad y la diferencia regional. Luego, frente a la
tendencia homogeneizadora a la que hemos aludido, la variedad léxica para designar
acciones, estados, objetos, para calificar o evaluar a través de verbos, nombres o adjetivos
ha llevado a confeccionar diccionarios regionales que merecerían tal vez una revisión
puntual a los fines de determinar con mayor exactitud lo común y general de lo específico,
de modo de establecer, en este último caso, los vocablos efectivamente regionales y tal vez
su posible parentesco con los de otras regiones9.
Es decir, junto a la forma común que bien queda restringida a campos semánticos
específicos o bien muy generales, circula un amplio y rico vocabulario con gran capacidad
expresiva que no es meramente un conjunto de formas afectivas, circunstanciales o
generacionales, sino que forma el léxico internalizado de una comunidad de hablantes de
una región determinada, vocabulario que es expresión cabal de la cultura y de la herencia
cultural de la que forman parte. Este aspecto de la cuestión entiendo que debe ser tenido
en cuenta en el plano de la enseñanza, en el sentido de que el niño o el joven escolarizado
adquiera los paradigmas léxicos coocurrentes como dos normas léxicas alternativas. De
este modo, al tiempo que entendemos al estándar como una necesidad ineludible a la hora
de facilitar a todo miembro de una comunidad su inserción social, simultáneamente se
preserva la variedad regional.
En síntesis, creo que cada vez que nos hemos enfrentado con el concepto de norma y sus
relaciones hemos hecho los mismos o similares peregrinajes en busca de pautas más o
menos precisas, que pasan por aproximaciones a lengua culta, a lengua hablada por el
mayor número de hablantes, a lengua estándar, etc.
A los fines de ilustrar las variaciones, voy a presentar algunos casos puntuales, algunos de
ellos muy significativos, a mi juicio, del español hablado en la Argentina en algunas
regiones del país, otros, casos referidos a la gramática de la zona rioplatense (digo
rioplatense ya que, a falta de una investigación mayor, no podría afirmar que estén
extendidas por todo el país o que tengan el vigor que tienen en esta región ) y formas o
expresiones generalizadas al menos en esta zona, si bien también constatables en otros
países americanos, con una fuerte expansión en determinados momentos y posterior
declinación (por así decir, expresiones que se ponen de moda), no obstante, con
permanencia en el registro de los hablantes. Me interesa traer estas ocurrencias a esta
reunión no como una mera curiosidad sino más bien para sostener la posición adoptada de
concebir la norma desde una concepción ampliada que permite la convivencia del estándar
con las variedades regionales y para hacer un aporte personal al tema que estamos
considerando, teniendo en cuenta que algunos fenómenos lingüísticos que se registran en
la lengua oral y/o en la escrita no siguen la norma gramatical canónica pero son corrientes
en la comunidad de hablantes. Creo que entre norma y variación se genera cierto grado de
tensión14.Y además, se renueva la pregunta de cómo o a partir de qué es posible fijar los
límites entre una estructura entendida como una variación y otra que puede ser vista como
una transgresión15.
2.1.
El caso al que quiero referirme particularmente creo que guarda un parentesco con lo
anterior, y es el empleo del adverbio relativo donde. El interés por la construcción con
donde surge del proceso de desemantización que presenta en muchas ocurrencias a lo que
se suma la frecuencia de aparición. Que sea o no un fenómeno local no puedo afirmarlo por
el momento, a falta de un chequeo más general de datos. Cualquier hablante del español
tiene internalizado el registro de donde como indicador de lugar fijo, en, sin movimiernto, y
acompañado por preposiciones, con indicación de movimiento. Las gramáticas del español
coinciden en catalogarlo como adverbio de lugar con los rasgos que he señalado,
introductor de oraciones relativas de lugar, con o sin antecedente sustantivo explícito que
de algún modo remita a lugar, pero además, con la condición de que, dentro de su
proposición mantenga el significado y la función adverbial de lugar.
Pero la situación que voy a plantear es, por el contrario, la de donde encabezando una
oración subordinada (relativa) con una función de conector, y en camino a la pérdida de su
significado originario.
En la Gramática descriptiva del español17 Brucart registra empleos en los que se produce el
desplazamiento de donde desde la interpretación locativa a la temporal. Kany (1945 : 452)
(citado por Brucart) introduce el siguiente ejemplo, procedente de Chile: Yo iba muy
tranquilo, donde el caballo se me espantó y me echó al suelo, y Lope Blanch (1984:452)
señala igualmente que «son frecuentes los usos no locativos de donde en el español
mexicano: Es la única cuestión en donde todos estamos de acuerdo». En lo que a nuestro
uso se refiere, las series van desde el caso en que la interpretación de donde se orienta a
marcar la relación causa-efecto (el hecho lamentable ocurrido donde murieron dos
jovencitas, LT8,7/03/97, periodista) a la interpretación de medio o instrumento (habría un
dictamen la próxima semana donde se resolvería la situación de los detenidos...(LT2,
corresponsalía), o a situaciones de más compleja catalogación, estructuras en las que
donde pareciera sólo funcionar como nexo: Era un vínculo de afecto donde ella decía que se
sentía tan a gusto (lengua oral)18, Es una buena pregunta donde no hay buenas respuestas
(lengua oral), Es una situación donde hay una madre y un padre que no pueden hacerse
cargo del niño (lengua oral), hasta casos en los que se está más cerca, creo, de la
transgresión que de la variación como el siguiente: “Un tema desarrollado” es el sujeto
tácito, donde en la lengua española es posible omitir el sujeto .
Es decir, son dos los hechos relevantes, uno, que se le asigne al antecedente seleccionado
de la relativa un rasgo +locativo respecto del cual no está especificado; el segundo, que las
ocurrencias sucesivas marquen una gradación semántica del adverbio donde, desde el
significado básico locativo, hasta la desemantización y su aparición en una estructura en la
que queda aislado semántica y sintácticamente, como un mero elemento de conexión.
Frente a un hecho como el relevado, se reitera la pregunta acerca de cuál es la relación con
el estándar y la gramática, ya que, por un lado se aleja del estándar gramatical, pero por el
otro, pasa a ser aceptada y compartida por los hablantes (sea en el registro oral como en el
escrito) por lo que se incorpora a la norma lingüística. Como el precedente, pueden citarse
los casos de concordancia del impersonal hay, hubieron fiestas, la forma verbal de las
condicionales, Si fallarían todas las plantas, sería yo el responsable, Si fueran dueños de la
Facultad y estudiarían, o expresiones como Se la pasa fumando en alternancia con Se lo
pasa fumando con elementos pronominales lo/la sin referente contextual explícito.
Quisiera presentar por ultimo dos casos de variación regional, de usos sintácticos que sin
duda van a parecer agramaticales y una verdadera transgresión a la norma, y más aún, del
que estaremos dispuestos a dar acertadas y justificadas explicaciones de su inconveniencia
gramatical, pero que, por otro lado, tienen vigor y fuerza cultural. El primer caso que voy a
comentar en pocas palabras es el conjunto de estructuras que, a mi criterio, pueden
denominarse construcciones con acusativo de interés.
En la NOA (o región del noroeste argentino) suele darse con frecuencia, fundamentalmente
en el habla coloquial, una estructura en la que coexisten el dativo de interés y un digamos,
acusativo de interés, ambos representados por pronombre átonos y siguiendo el orden
descripto (dativo-acusativo). El caso típico es Se me lo murió, Se me la fue a estudiar a
Buenos Aires expresiones en las que desde el análisis gramatical no hay cabida para un
lo/la acusativo, que retoma sin embargo los rasgos nominales de género y número (el gato,
por ejemplo, para el primer caso), por lo tanto, variable, y que no puede prescindir del
dativo de interés. Leandro Arce, 2003, siguiendo algunos descripciones hechas por Pais19 y
trabajos de Martorell de Laconi20, sobre hechos lingüísticos similares, ha realizado un
interesante estudio de las ocurrencias de esta construcción, de las clases y grupos verbales
con los que puede ocurrir así como de aquellos que no legitiman su uso, y concluye en que
se trata de una forma de expresión de la afectividad que el hablante relaciona con el
objeto, de modo que se conjugan dos formas simultáneas de expresión de afectividad, la
del dativo y la del acusativo, construcciones que, como otros usos pronominales, en la
hipótesis de Pais y de Laconi tienen que ver con el sustrato quichua.
No es una pregunta fácil de responder, máxime si se tiene en cuenta que en los últimos
años, la enseñanza de la lengua en las instituciones escolares ha seguido una tendencia
que la ha alejado de lo que tradicionalmente podemos denominar gramática; ni es fácil de
resolver a nivel del aula cómo trabajar con fenómenos lingüísticos como los que he
presentado y otros que podrían agregarse, que tienen una fuerte arraigo y que, además,
pueden aportar un plus de significación al enunciado realizado, pro que presentan
importantes problemas gramaticales; la problemática creo que amerita una discusión de
criterios y la búsqueda de acuerdos. Pero por las evidencias personales que he podido tener
en las conversaciones con los docentes del área especialmente en las zonas en las que
aparecen especificidades muy marcadas, el consenso, que comparto, parece orientarse a
que el alumno maneje las dos variedades, la propia de la región, que no se la descalifica,
que no puede ni tiene por qué ser borrada ni tachada de incorrecta, siendo como es una
forma coloquial de intercambio en la que se encuentra involucrado el alumno y su entorno,
y al mismo tiempo la norma general, por medio de la cual el escolarizado tendrá el
conocimiento lingüístico que le permitirá un acceso adecuado a otras instancias
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