Qué No Es La Renovación Carismática
Qué No Es La Renovación Carismática
Qué No Es La Renovación Carismática
REFLEXIONES
Se la encuentra en los rincones más apartados de la tierra, ya se trate del oriente como del
occidente, del norte como del sur. En Ushuaia, por ejemplo, que es la ciudad más austral
del globo terrestre, en la isla Tierra del Fuego, en Argentina, se encuentra una pequeña
comunidad de Renovación Carismática.
En el saludo que el Señor Charles Whitehead, presidente de ICCRS, dirigió al Santo Padre
en septiembre de 1993, aludía a la existencia de la Renovación Carismática en unos 125
países, con un total aproximado de sesenta millones de participantes.
No tiene ni fundador, ni grupo de fundadores como otros movimientos, pues fue el Espíritu
Santo quien la hizo nacer en la Iglesia de una manera espontánea, en el deseo y en la
expectativa de una experiencia de Pentecostés, por los años 1966-1967, en Pittsburg
(Pennsylvania), USA.
Siguiendo esa misma línea, la Renovación Carismática empieza muchas veces a través de
una o varias personas que habiendo tenido contacto con la Renovación en algún sitio y en
tal o cual ocasión, cuentan a algunas personas la experiencia tenida.
Después de una primera comunicación informal de esa experiencia, se forma de pronto un
grupo de oración que con frecuencia crece rápidamente, dando origen a una comunidad de
Renovación, en la que van apareciendo, - muchas veces más allá de las propias
expectativas - carismas del Espíritu Santo.
Esta forma tan flexible como nacen los grupos de Renovación explica fácilmente y hace
comprender que no es posible tener listas exactas de miembros participantes.
La Renovación Carismática, pues, se extiende y penetra como el agua o el aceite con gran
pluralismo de expresiones. En resumen, la Renovación desde sus principios ha crecido, se
ha extendido y se ha desarrollado, gracias a la acción discreta pero soberanadel Espíritu
Santo.
Por supuesto que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia en toda época, distribuyendo una
gran variedad de dones entre los fieles.
De aquí brota, por otra parte, la necesidad urgente de que los obispos y los sacerdotes
asuman una verdadera responsabilidad de pastoreo en la Renovación Carismática. Es
cierto que no ha dependido de ellos la aparición de esos grupos, pero quien los ha
suscitado en la Iglesia es el mismo Espíritu Santo que los ha puesto a ellos para conducirla
y pastorearla.