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Tratado de Paz Entre España y Estados Unidos
Tratado de Paz Entre España y Estados Unidos
Tratado de Paz Entre España y Estados Unidos
Art 1.° España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea
evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, éstos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y
cumplirán las obligaciones que, por el hecho de ocuparla, les impone el derecho internacional para la protección de vidas y
haciendas.
Art 2.° España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las
Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Art. 3.° España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas [...]. Los Estados Unidos
pagarán a España la suma de veinte millones de dólares (20.000.000) dentro de los tres meses después del canje de
ratificaciones del presente Tratado.
Art. 6.° España, al ser firmado el presente tratado, pondrá en libertad a todos los prisioneros de guerra y a todos los
detenidos o presos por delitos políticos a consecuencia de las insurrecciones en Cuba y en Filipinas, y de la guerra con los
Estados Unidos. Recíprocamente, los Estados Unidos pondrán en libertad a todos los prisioneros de guerra hechos
por las fuerzas americanas, y gestionarán la libertad de todos los prisioneros españoles en poder de los insurrectos de Cuba
y Filipinas [...].
Mª Victoria LÓPEZ-CORDÓN y José Urbano MARTÍNEZ, Análisis y comentarios de textos históricos. II- Edad Moderna y
Contemporánea, Madrid, Alhambra, 1978, pp. 305-306
Tipo de Texto
Se trata de un texto del fin del llamado «desastre del 98», con la firma del Tratado de Paz de París entre España y Estados
Unidos. Es un texto político. Fechado el 10 de diciembre de 1898 justamente en el momento de la firma de la paz por lo
que es una fuente primaria. El autor son las delegaciones de los gobiernos español y norteamericano y la finalidad es poner
fin a la guerra.
Análisis de su contenido
La crisis del 98 fue el resultado de la intervención de Estados Unidos en la guerra hispano-cubana, que se había
desencadenado en 1895. Esta segunda guerra cubana fue resultado de la política de los gobiernos de la Restauración
frente a las demandas de los autonomistas, y la presión del sector españolista ligado al régimen, que se oponía a
cualquier tipo de reformas para mantener sus privilegios y tema esclavista en la isla.
El documento es un fragmento del Tratado de Paz de París, donde se recogen las cláusulas más destacadas, como son:
La cesión de la soberanía sobre la isla de Cuba, que se dejaba en manos de Estados Unidos.
La cesión de la soberanía sobre la isla de Puerto Rico y otras islas del Pacífico, entre ellas la isla de Guam, que pasan a ser
administrados por Estados Unidos.
La cesión, mediante compensación económica, de las islas Filipinas, con una autorización para comerciar con las islas
durante diez años
Precedentes y consecuencias
Las extensas colonias americanas que España poseía desde el siglo XV habían iniciado el proceso de emancipación en los
inicios del siglo XIX. En plena crisis del sistema político del Antiguo Régimen, la difusión de las ideas liberales junto con
una política colonial incoherente facilitaron el proceso independentista. Entre 1808 y 1824, España perdió todo su
imperio colonial americano menos Cuba y Puerto Rico. Filipinas y la isla de Guam en Asia y los territorios africanos
continuaron también bajo su mandato.
Las consecuencias que se derivaron de la Paz de París son de diferente naturaleza y de diferente intensidad:
a) Humanas: Los historiadores estiman el número de víctimas mortales en la Guerra de Cuba alrededor de las 32.000,
sobre un ejército de 180.000 soldados.
b) Económicas: La desaparición del mercado colonial hacía presagiar un desastre económico pero las repercusiones
fueron, en este terreno, menores de las previstas. En un primer momento el textil catalán o las harinas castellanas se
vieron afectadas pero la repatriación de capitales provenientes de las colonias sirvió a medio plazo para la renovación de la
estructura productiva, la renovación energética con la electricidad y, en general, para el crecimiento industrial.
c) Políticas: Si bien se cuestionó el sistema canovista de la Restauración, éste continuó con el nuevo monarca Alfonso XIII
aunque con otras personalidades que, por relevo generacional, sustituyeron a Cánovas y Sagasta y que intentaron poner en
práctica programas regeneracionistas. También puede considerarse una consecuencia política la nueva expansión
colonial que España iniciará a partir de 1900 en Marruecos con el fin de explotar sus recursos pero también restaurar su
imagen dañada en la guerra de Cuba.
d) Ideológicas: Fue en terreno del imaginario colectivo donde la crisis tuvo mayor calado. Sus manifestaciones fueron el
desencanto y la frustración ante la ruptura de un mito colectivo como era el de ser una gran potencia colonial. Se impuso
la realidad evidente de haber pasado a ser una potencia muy secundaria, en un contexto internacional de construcción
de grandes imperios coloniales. Algunos pensadores formados en la Institución Libre de Enseñanza formularon propuestas
regeneracionistas como el aragonés Joaquín Costa al tiempo que algunos literatos, críticos como Costa con el sistema
político, se agruparan para analizar “el problema de España” como problema moral, cultural y social.
e) Militares: El fracaso en la guerra de Cuba fue un golpe para el orgullo de la clase militar española. Tanto más porque la
ineficacia de los militares españoles fue divulgada por la prensa extranjera y su actuación, cuestionada por la española.
Sectores del estamento militar empezaron a alimentar un sentimiento corporativo que culpaba al sistema político y a
sus líderes de los fracasos del ejército. Si hacía tres décadas que no se habían producido pronunciamientos militares, con
el fracaso colonial se inició de nuevo un proceso de injerencia militar que culminaría en 1923 con el golpe de estado
de Primo de Rivera.
f) El regeneracionismo político, cuyo principal representante fue Francisco Silvela. Silvela, en el corto período en que
presidió un gobierno de concentración (marzo 1899-diciembre 1900), intentó varias reformas que no pudo llevar a efecto,
excepto la de Hacienda, que dejó saneada para años posteriores. Su espíritu lo recogió Antonio Maura, quien en 1903-
1904 presidió el gobierno. A principio de siglo, todos eran ya regeneracionístas: conservadores, liberales, republicanos, el
rey, etc., aunque el efecto político real del regeneracionismo fue muy limitado.
g) El regeneracionismo intelectual dio lugar a un nutrido grupo de escritores y pensadores que elaboraron todo un
diagnóstico de la situación de la España del tránsito del siglo XIX al XX: Joaquín Costa, Lucas Mallada, Macías Picavea,
Miguel de Unamuno, etc. Junto a ellos una generación literaria, la generación del 98, que estaba integrada por escritores
eminentes: los hermanos Machado, Valle Inclán, Maeztu, Baroja, el mismo Unamuno, a los que se unieron intelectuales
catalanes que vieron desde Cataluña la necesidad de regeneración, como fue el caso de Valentí Almírall, autor de España,
tal como es (1896). Las obras de Ángel Ganivet (Idearium español, 1898), Lucas Mallada (Los males de la Patria, 1890),
Ricardo Macías Picavea (El problema nacional, 1899), Joaquín Costa (Oligarquía y caciquismo como la forma actual de
gobierno en España, 1901) o Ramiro de Maeztu (Hada otra España, 1899) son una muestra significativa de esa preocupación
por el «problema de España» que ocupó a toda la intelectualidad desde el desastre del 98 hasta la Segunda República, y en
la que los miembros de la Institución Libre de Enseñanza tuvieron un destacado papel.
h) Otra de las consecuencias fue el auge de los nacionalismos, que solo habían surgido tímidamente en la última década
del XIX. Este crecimiento fue especialmente relevante en Cataluña y en el País Vasco. En el primer caso, el desastre del 98
radicalizó el discurso nacionalista de corte conservador, lo que llevó a la fundación en 1901 de la Lliga Regionalísta de
Cataluña, entre cuyos militantes destacaron Prat de la Riba y Cambó, mientras en el País Vasco, ya creado el Partido
Nacionalista Vasco en 1895, este comienza a tener vida activa en la política. En cualquier caso, esos efectos son ya en la
primera década del siglo XX.
i) La última consecuencia se produjo en las masas populares, con el desarrollo del movimiento obrero, tanto de
orientación anarquista como socialista.