Badanelli y Mahamud
Badanelli y Mahamud
Badanelli y Mahamud
Historia Memoriade
delalaEducación
Educación,1 (2014):
2 (2015):
113-129
125-160
Sociedad Española de Historia de la Educación
ISSN: 1234-3451
2444-0043
DOI: 10.294.5668.0997.5135
10.5944/hme.2.2015.14366
Resumen. El libro de lectura fue uno de los géneros textuales favoritos del
franquismo, utilizado como vehículo privilegiado para la transmisión de
conocimientos, valores y emociones. El artículo explora la evolución de
sus características y contenidos en el tardofranquismo. Durante el primer
y segundo franquismo los manuales escolares contenían una elevada
dosis de adoctrinamiento ideológico, político y religioso. La inculcación
de sentimientos y emociones en los textos también ha sido puesta de
manifiesto. En aquellas primeras décadas del régimen el lenguaje empleado
en la redacción de los manuales tenía objetivos manipulativos y persuasivos
de control y moldeamiento de la estructura emocional de la infancia. Se
cuestiona hasta qué punto y de qué manera la naturaleza del libro de lectura,
el tipo de lecturas y los mensajes subyacentes se modificaron bajo la nueva
política económica y la tecnocracia. La investigación examina las rupturas y
continuidades que aparecen en los libros de lectura y en sus textos, prestando
atención a las editoriales y los autores por un lado; y a los mensajes, al
lenguaje escrito e icónico —y a las emociones que se transmiten a través de
ambas vías— por otro. La apertura económica y el giro político del régimen
§ Este artículo forma parte del proyecto «La dimensión afectiva de la socialización política. Emocio-
nes y sentimientos en los manuales escolares de la Transición democrática española» con referencia
EDU2012-32162
* UNED. Facultad de Educación. Departamento de Historia de la Educación y Educación Compara-
da. Juan del Rosal, 14. 28040 Madrid. España. abadanelli@edu.uned.es
** UNED. Facultad de Educación. Departamento de Historia de la Educación y Educación Compara-
da. Juan del Rosal, 14. 28040 Madrid. España. kmahamud@edu.uned.es
Cómo citar este artículo: Badanelli Rubio, Ana y Mahamud Angulo, Kira. «Entre la ruptura y la
continuidad de esquemas socioemocionales en los libros de lectura de la escuela primaria en el tar-
dofranquismo (1959-1975)», Historia y Memoria de la Educación, 2 (2015): 125-160. 125
n Ana Badanelli Rubio y Kira Mahamud Angulo
That a person can learn efficiently to read and yet not form a taste
for reading good literature or without having curiosities aroused
that will lead him to apply his ability to read to explore fields outside
of what is conventionally termed good reading matter, are sad facts
of experience.1
1
«Que una persona pueda aprender eficientemente a leer y sin embargo no formar un gusto por leer
buena literatura o no sentir el despertar de la curiosidad que le conducirá a aplicar su habilidad para
leer y explorar campos fuera de lo que convencionalmente se denomina buena materia de lectura, son
hechos tristes de la experiencia». John Dewey, The Sources of a Science of Education (New York: Horace
Liveright, 1929), 63.
2
Nina Shea, «Así se aprende el odio en la escuela saudí», El País, 28 de mayo de 2006.
3
Real Decreto de 6 de marzo. Recogido en Colección legislativa de Instrucción Pública, Años 1900-1935,
vol. 22: 140-142.
Alejandro Tiana, «El Quijote y la educación», Revista de Educación (número extraordinario) (2004): 217.
4
5
Montserrat Huguet, «Memoria del primer franquismo. Mujeres, niños y cuentos de infancia», en Tes-
sere trame, narrare storie. Le donne e la scrittura per l’infanzia, ed. Antonella Cagnolati (Roma: Aracne,
2013), 132.
6
«Desde su comienzo, las cartillas fueron usadas para la formación de tipos particulares de conductas;
no es una relación de causa-efecto, sino a través de un complejo engranaje entre textos y estrategias para
enseñar a leer y para enseñar la construcción de modos particulares de ser». Annette Joyce Patterson,
Phillip Anton Cormack y William Charles Green, «The child, the text and the teacher: reading primers
and reading instruction», Paedagogica Historica: International Journal of the History of Education, 48 (2),
(2012): 190.
7
Anne Marie Chartier y Jean Hébrard, Discursos sobre la lectura 1880-1980 (Barcelona: Gedisa, 1994).
Jaime García Padrino, Así pasaron muchos años. (En torno a la Literatura Infantil Española) (Cuenca:
8
religioso», en Sociedad, ideología y educación en la España contemporánea, eds. J. A. Cieza García y otros
(Salamanca: ICE de la Universidad de Salamanca, 1985), 116.
11
Aunque los libros de texto de historia han sido muy populares entre los investigadores, los estudios
sobre el adoctrinamiento ideológico a través de los manuales escolares durante el franquismo han con-
tado con los libros de lectura como género textual de gran relevancia. Véase, por ejemplo, Gregorio
Cámara Villar, Nacionalcatolicismo y escuela. La socialización política del franquismo (1936-1951) (Jaén:
Hesperia, 1984); Manuela López Marcos, El fenómeno ideológico del franquismo en los manuales escolares
de enseñanza primaria (1936-1945) (Madrid: UNED, 2001); Catalina Albacete García, «La enseñanza de
la geografía escolar a través de los libros de lecturas geográficas. Primer tercio del siglo xx», en El cu-
rrículum: historia de una mediación social y cultural. IX Coloquio de Historia de la Educación (Granada:
Departamento de Pedagogía-Universidad de Granada, 1996), II, 231-239; José Luis Álvaro Estramiana
e Ignacio Monge Lanzas, «La familia en los libros de texto de lectura infantil», Revista de Educación,
275 (1984): 73-92; Antonio Castillo Gómez, Una historia mínima del libro y la lectura (Madrid: Siete
Mares, 2004); Pedro C. Cerrillo y Carlos J. Martínez Soria (eds.), Lectura, infancia y escuela. 25 años de
libro escolar en España: 1931-1956 (Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 2009); Víctor Infantes,
François López y Jean François Botrel (dir.), Historia de la edición y de la lectura en España, 1472-1914
(Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003); Roberta Paula Spregelburd y María Cristina Li-
nares (orgs.), La lectura en los manuales escolares. Textos e imágenes (Luján: UNNE/UNLu/SPU, Imprenta
de la Universidad Nacional de Luján, 2009).
María Victoria Sotomayor, «El humor en la literatura infantil del franquismo», Anales de Literatura
12
15
Modesto Merino, «Concurso Permanente. Los libros y los niños», Vida Escolar, 7 (abril 1959): 42.
16
La cursiva es nuestra.
17
Modesto Merino, «Concurso Permanente», 42.
18
Editorial, «En torno a los libros escolares», Vida Escolar, 9-10 (junio-julio 1959): 2. El editorial divide
los libros escolares en cuatro clases: de lectura, de materias, de consulta y de recreo. Quiere esto decir
que los de lectura tenían su propia entidad.
19
Consejero Nacional de Educación e Inspector Central de Educación.
20
Alfonso Iniesta, Dicen las florecillas. (Estampas franciscanas) (Gerona: Dalmau Carles, 1958). En 1964,
el libro de lectura iba por la 5.ª edición y en 1969 por la 6.ª.
21
ABC, domingo 25 de enero de 1959, 82.
22
García Padrino, Así pasaron muchos años, 151.
23
Kira Mahamud Angulo, Adoctrinamiento emocional y socialización política en el primer franquismo
(1939-1959). Emociones y sentimientos en los manuales escolares del enseñanza primaria. Tesis Doctoral,
UNED (2012).
Alfonso Iniesta, «Transformación de la Escuela Primaria Española», Revista Nacional de Educación,
24
El término es acuñado en el año 2007 de la mano de la socióloga Patricia Ticineto Clough, y su colega
25
Jean Halley, en el libro titulado, The Affective Turn: Theorising the Social (Duke: University Press, 2007).
Michael Stocker, Valuing emotions (Cambridge: CUP, 1996), xix.
26
27
Citamos, por ejemplo, dos trabajos de disciplinas muy distantes: Aurora Bernal Martínez de Soria,
«Tendencia educativa en auge: la “omnipresencia” de la educación emocional», en Ideales de Formación
en la Historia de la Educación, coord. Javier Vergara, Fermín Sánchez y Beatriz Comella (Madrid: Edi-
torial Dykinson, S.L., 2011), 769-794, y Jo Labanyi, «Doing Things: Emotion, Affect, and Materiality»,
Journal of Spanish Cultural Studies, 11 (3 y 4), (2010): 223-233. Se trata de un número especial titulado
Cultural/Political Reflection – Lines, Routes, Spaces.
Algunos de estos monográficos son: «Educar para el amor», Padres y Maestros, 281 (enero de 2004);
28
distintas disciplinas: (1) el Congreso Internacional titulado «Conocer, conmover. Las emociones de la
cultura y la cultura de las emociones: el orden de la sensibilidad moderna», organizado por el Grupo de
Investigación sobre Cultura, Edición y Literatura en el Ámbito Hispánico siglos xix-xxi (GICELAH),
que tuvo lugar los días 15, 16 y 17 de marzo de 2010 en el Centro Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC); (2) el X Congreso Internacional de Psicología Jurídica y Criminológica, titulado «Crimen,
Emociones y Castigo», celebrado los días 25, 26 y 27 de noviembre de 2011 en la Ciudad de Puebla,
México; y (3) la «Moral Emotions and Risk Politics Conference», que se celebró en la Delft University of
Technology de Holanda, los días 20 al 22 de agosto de 2012.
30
Mahamud Angulo, Adoctrinamiento emocional, 27.
31
Agustín Escolano Benito, «La segunda generación de manuales escolares», en Historia ilustrada del
libro escolar en España: de la posguerra a la reforma educativa, coord. Agustín Escolano Benito (Madrid:
Fundación German Sánchez Ruiperez, 1997), 19-48.
APUNTES METODOLÓGICOS
Para conocer las características de la producción de los libros de lectura
publicados durante el periodo que abarca este trabajo, y con el objetivo de
poder elegir una muestra significativa en la que basar el análisis, se ha rea-
lizado un trabajo de cuantificación que sirve como soporte para recoger los
primeros datos significativos acerca de la evolución de la fuente. A través
de esta cuantificación ha sido posible recoger información clave como el
nombre del autor, el año de edición y el nombre de la editorial de cada texto
localizado.32 En la Tabla 1 se observa con claridad qué autores y qué edito-
riales publicaron textos de lectura.
Para la localización de estos textos se ha utilizado la Biblioteca del Centro de Investigación MANES
32
que cuenta en la actualidad con más de 7000 ejemplares editados desde finales del siglo XVIII hasta
nuestros días.
*
Librería de los Herederos de Hernando.
**
Su verdadero nombre era Luisa Torralba de Martí (por ser la esposa de Joaquín Martí) pero utilizó varios
pseudónimos como Aurora Lista o Antonio R. del Castillo.
La información que se aporta es que ha sido editado por E.G.V., tratándose del editor Enrique Gu-
***
tiérrez Villanueva.
Gente Menuda fue un suplemento infantil del diario ABC, creado por Torcuato Luca de Tena y Álvarez
33
Ossorio.
34
Hemeroteca ABC. Véanse:
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1935/06/06/009.html;
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1927/04/12/030.html
y http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1934/07/19/010.html (consul-
tadas el 25-02-2015).
35
Base de datos del Centro de Investigación MANES disponible en:
http://servidormanes.uned.es/manes/consulta.html y catálogo en línea del Centro internacional de la Cul-
tura Escolar (CEINCE) disponible en http://www.ceince.eu/.
La 9.ª edición a color del libro de lectura Hemos Visto al Señor se publicó en 1982. Un ejemplar se halla
36
37
Sobre las editoriales y el mundo de la edición de libros de texto en estos años, se puede consultar Mi-
guel Beas Miranda, «La Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto: desde la Transición hasta
el siglo XXI: Entrevista a Don Mauricio Santos», Historia de la Educación: Revista interuniversitaria,
19 (2000): 141-178, Soledad Montes Moreno, «El boom de la edición escolar: producción, comercio y
consumo de libros de enseñanza», en Historia ilustrada del libro escolar en España: de la posguerra a la re-
forma educativa, coord. Agustín Escolano Benito (Madrid: Fundación German Sánchez Ruiperez, 1997),
73-102, y Antonio Viñao, «El libro escolar», en Historia de la edición en España 1939-1975, dir. Jesús A.
Martínez Martín (Madrid: Marcial Pons Historia, 2015), 681-698.
Conviene aclarar las fases de la dictadura que se han tomado como base
para la organización temporal del contexto. Aunque nos guiamos por los es-
tudios sobre la periodización del franquismo,38 se ha optado por enfocar la
clasificación temporal en función de lo acontecido en el terreno educativo.
Se considera que el primer franquismo, desde esta perspectiva, puede abar-
38
Juan Manuel Fernández Soria, Educación, socialización y legitimación política (España 1931-1970)
(Valencia: Tirant lo Banch, 1998), 101-125.
car desde el final de la Guerra Civil hasta el año 1945, cuando se promulga la
ley de Enseñanza Primaria, se confirma el nacional-catolicismo, se promul-
ga el principio de subsidiariedad en Educación Primaria y se abandonan el
dominio de la Falange y sus aspiraciones totalitarias.
El segundo franquismo abarcaría el período fuerte del nacional-cato-
licismo, desde 1945 hasta el primer gobierno tecnócrata de 1957, pasan-
do por la aprobación de los primeros cuestionarios nacionales en 1953 y
la creación de la Sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona en
1955, año en que comienzan a celebrarse los Congresos Nacionales de Pe-
dagogía de la Sociedad Española de Pedagogía.
El tardofranquismo ocuparía los años de los tecnócratas desde la apro-
bación del Plan de Estabilización de 1959, «aceptado a regañadientes por
Franco»,39 hasta el final del régimen dictatorial. No obstante, con el fin de
ubicar con precisión los libros de lectura seleccionados, y a tenor del resul-
tado de la investigación, se ha procedido a dividir el tardofranquismo en dos
sub-etapas. La primera de ellas comprende los años que vieron el nacimien-
to del Centro de Orientación y Documentación Didáctica de Enseñanza Pri-
maria40 (CEDODEP) en 1958, de los segundos Cuestionarios Nacionales de
Enseñanza Primaria de 1965, de los Programas de 1968 y del Libro Blanco
de 1969. La segunda sub-etapa está marcada por la LGE de 1970 y todo lo
que a raíz de su aprobación fue legislado.
Charles Powell, España en democracia, 1975-2000. Las claves de la profunda transformación de España
39
6281-6283.
características que debían reunir los libros escolares para ser aprobados. La
mayor parte de estas innovaciones quedaron registradas en las publicacio-
nes que editó el centro y en su labor de difusión fundamentalmente a través
de la revista Vida Escolar, que llegaba mensualmente a todas las escuelas
del país. Por ejemplo, en el número 89-90 de 1967, Juan Navarro Higuera,
inspector de Enseñanza Primaria, publicó «La ilustración de los manuales
escolares» donde analizó las ventajas del uso de los recursos iconográficos.
Aun así, a principio de los años sesenta, se encuentran manuales de edi-
toriales y autores importantes que apelan al contenido emocional como
base de su obra.46 En 1961, Ezequiel Solana, en un libro de la editorial Es-
cuela Española comienza así el prefacio:
Con el título de LECTURAS INFANTILES he dispuesto una serie de
relatos e historietas morales, con asuntos sencillos, lenguaje conciso
y claro, que terminan como una máxima o precepto moral, propio
para formar el corazón e inspirar en los niños puros y delicados
sentimientos.47
46
El maestro Antonio Correa Acosta nos revela en sus memorias publicadas con el título A la luz de la
razón. Memoria de un maestro de principios de los 60, editado por Amelia Correa Ramón y Miguel Beas
Miranda (Granada: Universidad de Granada, 2014), 117-118, que los libros empleados para la lectura en
el grupo escolar Pedro Alonso Niño, en Moguer, Huelva, fueron los manuales de las décadas anteriores:
las cartillas Amiguitos de Antonio Arias, El Parvulito de Antonio Álvarez Pérez, y Hemos Visto al Señor
de Agustín Serrano de Haro.
47
Ezequiel Solana, Lecturas Infantiles, 71.ª edición (Madrid: Escuela Española, 1961), 4.
48
El prólogo lo firma Leónides Gonzalo Calavia, Inspector Central de Enseñanza Primaria.
Adolfo Maillo, Promesa, el libro de la lectura vacilante, 11.ª edición (Burgos: Hijos de Santiago Rodrí-
49
guez, 1960), 3.
50
Begoña Bilbao, Lecturas comentadas, vol. 3 (Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1964), 3.
51
Jose M.ª Villergas, Figuras y paisajes, 2.ª edición, (Barcelona: Prima Luca, 1959), 131.
Figura 1. Adolfo Maíllo, Promesa. Libro de lectura vacilante, 11.ª edición
(Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1960), 83.
El análisis de los índices de los libros es válido para comprobar que, aun-
que los manuales presentan temas diversos, todos ellos contienen también
capítulos o lecturas con temas religiosos, contenidos expuestos a excitar
emociones como el amor, el miedo o la culpa. Además de las cuantiosas
lecturas dedicadas a diferentes santos y mártires, seguidamente se indi-
Analizamos la 11.ª edición. La primera es de 1951. El libro perdura durante casi una década.
52
Aparecen términos como temor, amor, deber, con una fuerte carga emo-
cional. Al final de la lección, en un segundo plano, se leen las letras que
se debían aprender: la «u», la «m» y la «n». Todavía en ocasiones, y como
ocurrió durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, la enseñanza de la
Federico Torres, Mis amiguitas, 10.ª edición (Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando, S.A., 1962),
53
54 y 55.
Figura 3. Adolfo Maíllo, Promesa. Libro de lectura vacilante, 11.ª edición
(Burgos: Hijos de Santiago Rodríguez, 1960), 15 y 19.56
54
Textos Escuelas Pías, Chiquitín (Madrid: Compañía Bibliográfica Española, 1965), 3.
55
Textos Escuelas Pías, Chiquitín, 3.
56
Los cuadrados rojos son nuestros.
«ORDEN de 8 de julio de 1965 por la que se aprueban los cuestionarios que han de regir todas las
57
actividades didácticas en las Escuelas Primarias». Boletín Oficial del Estado, 229 (24 de septiembre de
1965), 13006.
58
Cuestionarios de 1965, Boletín Oficial del Estado, 229 (24 de septiembre de 1965), 13009.
59
Boletín Oficial del Estado, 187 (6 de agosto de 1970), 12525-12546.
60
Manuel de Puelles, Política y educación en la España contemporánea (Madrid: UNED, 2010), 111.
61
de Puelles, Política y educación, 111.
Cecilia Cristina Milito Barone y Tamar Groves, «¿Modernización o democratización? La construcción
62
de un nuevo sistema educativo entre el tardofranquismo y la democracia», Bordón, 65 (4), (2003): 135-148.
63
Agustín Escolano Benito, «Discurso ideológico, modernización técnica y pedagogía crítica durante el
franquismo», Historia de la Educación, 8 (1989): 7-27.
64
Mundo Nuevo (Madrid: Ediciones Anaya, 1976).
Figura 4. Dora Quecero y Ángeles Bachiller, Quiero leer y escribir, 4.º
(Burgos: Santiago Rodríguez, 1975).
65
Senda. Libro de lectura (Madrid: Santillana, 1976), 15-16.
66
María Paz Prendes, «El diseño y la producción de manuales escolares», en Tecnologías para la educa-
ción: diseño, producción y evaluación de medios para la formación docente, coord. Jesús Salinas Ibáñez,
Julio Cabero-Almenara y José Ignacio Aguaded Gómez (Madrid: Alianza Editorial, 2004), 9.
67
María Paz Prendes, «La imágenes en los libros de texto», Comunicación y pedagogía: Nuevas tecnolo-
gías y recursos didácticos, 151(1998): 101.
68
Ver Valeriano Bozal, «Las imágenes de la enseñanza. La enseñanza de la imagen», Revista de Educa-
ción, 296 (1991): 217-243; Carmen Benso Calvo y M.ª del Carmen Pereira Domínguez, «El proceso de
incorporación de la imagen en los manuales escolares de urbanidad. Análisis de modelos», en Image
et transmission des savoirs dans les mondes hispaniques et hispano-américains, dir. Jean Luis Guereña
(Tours: Presses Universitaires François-Rabelais. 2006), 393-414; Ana María Badanelli Rubio, «Aproxi-
70
Wenceslao Ezquerra, Nuevas letras (s.l., s.e., 1972).
71
Ezquerra, Nuevas letras.
CONCLUSIONES
La investigación muestra la evolución del libro de lectura a lo largo del
tardofranquismo, partiendo de las décadas anteriores con el fin de detectar
continuidades y rupturas. Se comprueba que el libro de lectura pasó de ser
un instrumento político-educativo, empleado en la transmisión del com-
ponente emocional de los conocimientos socio-políticos y religiosos, a un
recurso didáctico para la enseñanza y la práctica de la lectura y la iniciación
a la educación literaria. Sin embargo, la transición fue lenta y durante el tar-
dofranquismo todavía convivieron las distintas concepciones del libro de
lectura como vehículo de adoctrinamiento emocional socio-político y como
libro de lectura infantil. El uso instrumental del libro de lectura por el régi-
David Comer Kidd y Emanuele Castano, «Reading Literary Fiction Improves Theory of Mind»,
72
men franquista fue similar al del Deutsches Lesebuch (libro de lectura ale-
mán) durante el nazismo. «Every aspect of nazi ideology and propaganda
seems to be presented here; 365 pages draw on the great treasury of German
literature and culture —for Volk und Führer».73
A partir de la LGE de 1970 comenzaron a surgir nuevos libros de lectura
aunque con restos evidentes del período anterior, moldeador de la estructu-
ra emocional y de la dimensión afectiva de la socialización política. A raíz
del surgimiento de los equipos de autores de los grandes grupos editoriales
ese modelo fue desapareciendo. Según fue muriendo el libro de lectura per-
sonal de autor con fuerte intención adoctrinadora, nació un libro de lectura
diferente al editado hasta ese momento, que prestaba atención a la literatu-
ra pueril, al mundo infantil, a la imaginación, a la fantasía, y se alejaba del
mundo político adulto. Sin embargo, este hecho no quiere decir que tuviera
lugar un vaciado de contenido emocional completo y radical, sino que las
emociones y los sentimientos que se transmitían, proyectaban y enseñaban
eran otros. Fueron convirtiéndose en objetos materiales de la cultura esco-
lar más propios del joven sujeto lector. El estudio muestra por tanto cómo
el libro de lectura, a medida que avanzaron las décadas del franquismo, fue
dejando de ser un instrumento al servicio del régimen y transformándose en
un recurso didáctico con fines prioritariamente pedagógicos.
Patterson, Cormack y Green aclaran que durante la primera parte del
siglo xix la idea de que la lectura era simplemente una práctica pasiva que
incluía una recepción acrítica del texto empezó a ser cuestionada por los
educadores que buscaban las formas de proporcionar un acceso masivo a
la lectura.74 Algo similar tuvo lugar en el tardofranquismo por parte de la
comunidad educativa. Los nuevos libros de lectura permitían una aproxi-
mación diferente del sujeto lector al texto, abriendo la puerta a la actividad
interna, a la interpretación y apreciación del texto y al goce de la lectura.
En 1975, Juan Navarro Higuera, prolífico autor de manuales escolares,
afirmaba que la lectura incrementa sus opciones en relación con el oficio
«Cada aspecto de la ideología y propaganda nazi parece estar presente aquí; 365 páginas recurren
73
al tesoro de la literatura y cultura alemanas —para el pueblo y el Führer». Arthur Hearnden (ed.), The
British in Germany. Educational Reconstruction after 1945 (London: Hamish Hamilton, 1978), 128.
74
Annette Joyce Patterson, Phillip Anton Cormack y William Charles Green, «The child, the text and the
teacher. Reading primers and reading instruction», Paedagogica Historica: International Journal of the
History of Education, 4 (2), (2012): 192.
75
Juan Navarro Hoguera, «Libros de lectura, clases y usos de los mismos», Vida Escolar, 165-166
(1975): 10.
76
Marisa Bonazzi y Umberto Eco, I pampini bugiardi. Indagine sui libri al di sopra di ogni sospetto: i testi
delle scuole elementari (Firenze: Guaraldi Editore, 1972), 7. La traducción se leería así: «La confianza que
sentimos, por instinto, hacia el libro de lectura no se debe a sus méritos, sino a nuestra debilidades, que
los propios libros de lectura han creado y alimentado».