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La educación como problema antropológico:

Educación y Cultura son conceptos que han estado estrechamente vinculados.

Ambos se asimilaron a mayor instrucción, refinamiento, buenos modales, etc. Esta concepción
fundamentó la organización del sistema educativo argentino de fines del siglo XIX, donde la
educación tuvo una clara función política para legitimar, bajo una pretendida homogeneidad
cultural, las instituciones que configuraron la nación argentina. Por ello, el trabajo docente en
Argentina está fuertemente marcado por una tradición normalizadora/disciplinadora que tuvo
como objetivo político conformar y consolidar el sistema educativo moderno, como instrumento a
su vez, de consolidación del Estado/Nación bajo el proyecto del liberalismo. Este proyecto buscó
formar un sujeto político social, el ciudadano de este nuevo orden, para un tipo de sociedad que
se planteaba como meta el progreso indefinido. Modelo político que centró su preocupación en
homogeneizar culturalmente a la población tanto nativa como inmigrante, bajo la consigna de
“orden y progreso” de la Generación del ´80. Para la realización de este proyecto, el Estado asume
el rol docente directivo y centralizador, y el proyecto educativo se erige como productor y garante
de las expectativas de futuro. Entendemos la educación como el proceso de enseñanza-
aprendizaje constante que el hombre lleva a cabo a través de prácticas y representaciones,
institucionalizadas o no, que se transmiten de generación en generación. En este sentido, la
educación caracteriza el fenómeno humano y constituye un eje factible de análisis, se trate de lo
religioso, económico, político, la identidad, la salud, el trabajo, etc. La antropología como disciplina
que analiza lo humano, no puede eludir lo educativo, sea cual fuere el recorte de la realidad que
se haga para su estudio.

Surgimiento de la antropología educativa:

La primera forma de Antropología Educativa se desarrolló en el seno de la Antropología Cultural y


los estudios sobre pequeñas comunidades intactas. En dichos estudios se analizaban las prácticas
de la crianza de los niños en el proceso de endoculturación. Los antropólogos se interesaban por
las formas en que los niños y adolescentes eran introducidos en las prácticas y creencias de los
grupos sociales. La relación del niño dentro de la familia, los modelos de aprendizaje e instrucción
informales, la adquisición de roles y status, la conceptualización y prescripciones grupales acerca
de la forma adecuada del desarrollo desde la infancia a la edad adulta, revelaban los mecanismos
de la transmisión cultural. La antropología educativa, como área específica de estudio tiene sus
inicios en la apreciación de la importancia de la endoculturación – aculturación y en la distinción
entre la educación formal y no formal. Sin embargo, por lo menos en la antropología en E.U, se
adoptó una actitud acrítica frente a la institución escolar, donde los niños y adolescentes adquirían
conocimientos, habilidades y destrezas para vivir en sociedad y que estos no contenían ninguna
carga cultural. La escuela se consideraba un espacio cultural neutral donde los niños adquirían
conocimientos necesarios para desempeñarse adecuadamente en la sociedad.

Antropologia y educación en Argentina:


Neufeld da cuenta del contexto de producción de la antropología y educación o etnografía
educativa en la Argentina, para lo cual debe referirse a la situación de la sociedad argentina y de
las universidades en el país, señala que dicho contexto, además, tuvo siempre un fuerte
componente político. Escuelas o licenciaturas que actualmente realizan investigaciones educativas
son muy antiguas, ya que datan de los ’60, pero también muy recientes porque fueron re-
fundadas tras la dictadura. Entre las más importantes menciona a la Universidad Nacional de
Rosario, la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y la Universidad Nacional de La Plata, con
institutos, equipos de investigación y publicaciones consolidados. Existen además centros y áreas
de investigación relacionadas con carreras de Ciencias de la Educación en otras universidades
como Comahue, Córdoba, Paraná, entre otras. Neufeld menciona avatares para trabajar, durante
décadas, en ciencias sociales en la Argentina, y que cierta reorganización, agrupamiento y
posterior consolidación comienza agestarse en los ’80 con la democracia. En los inicios, los
trabajos pioneros en la materia se dan por fuera del ámbito de las universidades. Menciona como
referentes más antiguos de la tradición en antropología educativa a Graciela Batallán y Elena
Achili, quienes conformaron Red de Investigación Cualitativa de la Realidad Escolar en 1986. Se
retomaban planteos de Elsie Rockwell, perspectiva que plantea la reconstrucción de la compleja
configuración del mundo cotidiano escolar dando cuenta de los límites de las acciones estatales en
las escuelas. Los primeros equipos en Argentina tienen carácter interdisciplinario, se desarrollan
durante la dictadura por fuera de las instituciones y se radican en la FLACSO a partir del ´83. Los
logros más importantes en ese momento se relacionan con el abordaje de temas como la infancia
y la escuela, la identidad del trabajo docente, la legitimación de la escuela como transmisora de
contenidos y fue significativo el reconocimiento de los resultados de estas investigaciones para la
modificación del currículum en las escuelas de la Municipalidad de Buenos Aires.

Etnografía educativa:

las últimas décadas y especialmente la actual se ha generado una gran preocupación por la
investigación educativa y la utilización de las etnografías y de los diseños cualitativos en general.
Las investigaciones etnográficas aparecen como una de las alternativas que recogen el planteo
interpretativo sobre indagar acerca de cómo los distintos actores construyen y reconstruyen la
realidad social mediante la interacción con los restantes miembros de la comunidad, teniendo en
cuenta, especialmente, la interpretación que ellos mismos realizan de los porqués y paraqués de
sus acciones y de la situación en general. La expresión “investigación etnográfica” se utiliza en un
sentido amplio para aludir a las etnografías, investigaciones cualitativas, estudios de casos,
investigaciones de campo, antropológica, historias de vida, etc. La etnografía es tanto una forma
de proceder en la investigación de campo, un enfoque o perspectiva como el producto final de la
investigación. Rockwell entiende por etnografía a ciertas investigaciones que, si bien pueden
admitir diversidad de recursos técnicos y analíticos, no puede prescindir de ciertas condiciones
básicas: parten de la experiencia prolongada del etnógrafo en la localidad y de la interacción con
quienes la habitan; producen, como resultado de un trabajo analítico, un documento descriptivo
en el cual se inscribe la realidad social no documentada y se integra el conocimiento local. La
etnografía, si bien no produce por sí misma una alternativa pedagógica, puede contribuir a esa
discusión, representa, entonces, un aporte a la construcción de alternativas educativas. La
etnografía no es una práctica que transforme por sí misma las prácticas educativas, aunque puede
contribuir a procesos encaminado a ello, la transformación social se origina en procesos políticos y
en acciones colectivas de otro orden que tienen su propia lógica. La actividad central de la
etnografía es construir conocimiento, y por medio de ello, apuntar a nuevas posibilidades de
relación con el trabajo educativo (Rockwell). En el ámbito escolar, las etnografías educativas se
centran en descubrir lo que allí sucede cotidianamente para aportar datos significativos, de
manera descriptiva para luego interpretarlos, comprender e intervenir más adecuadamente en las
aulas. Tales datos tratan de los contextos donde tienen lugar las diversas interacciones, y de las
actividades, valores, ideologías y expectativas de todos los participantes (profesores, alumnos,
investigador) en esos escenarios escolares. En este sentido, el propósito de la investigación
educativa debe encaminarse en dos direcciones: 1. a analizar la realidad, comprenderla mejor e
intervenir en ella más reflexiva y eficazmente, 2. a la formación y perfeccionamiento del
profesorado. La etnografía educativa, en la medida que nos proporcione reconstrucciones de los
contextos culturales, actividades y creencias de los participantes en los escenarios educativos, nos
facilita ponernos en el “pellejo del otro”. El investigador debe ponerse en una situación y en una
disposición que le permitan observar las conductas dentro del contexto de sus escenarios y tratar
de obtener estructuras de significados que informan y testifican los comportamientos de los
sujetos observados. La etnografía debe ser flexible a incorporar y redefinir los objetivos y las
estrategias iniciales durante el curso de la investigación, a medida que vayan surgiendo
imprevisiones u otros condicionamientos. La investigación educativa, como investigación aplicada,
está condicionada por un fin prioritario, apoyar los procesos de reflexión y crítica para tratar de
mejorar la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje (educación se caracteriza por su
dimensión práctica)

Las investigaciones etnográficas han permitido una mejor comprensión sobre diversas
problemáticas tales como: conocer las negociaciones que profesores y alumnos realizan, las
marginaciones y etiquetamientos que diariamente se van creando y reforzando, las
incomprensiones de los contenidos culturales exigidos por la institución, las ideologías que
implícitamente se transmiten con las actividades, además la etnografía puede convertirse en un
recurso formativo del profesor al ayudarle a sacar a la luz cuestiones y problemas que le pasan
desapercibidos (Ver ejemplos en texto de Sinisi).

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