Motilidad Listo
Motilidad Listo
Motilidad Listo
Nociones generales
Fisiopatología. El movimiento es una actividad
muscular regida por el sector eferente del sistema nervioso. Cuando se trató la
fisiopatología de la actitud y de la marcha (capítulo 2) se señaló que existen dos tipos
de motilidades: la cinética o motilidad propiamente dicha, y la estática. La motilidad
cinética determina el desplazamiento de segmentos corporales por contracciones
musculares, breves, rápidas y bruscas (contracciones clónicas). La motilidad estática
mantiene dichos segmentos en la actitud a la que los ha llevado ese desplazamiento:
fija en lugar de desplazar, y se debe a contracciones persistentes que resultan de
variaciones de ese estado de tensión especial de los músculos llamado tono
(contracciones tónicas). Dentro de la motilidad cinética normal cabe distinguir, a su
vez, movimientos voluntarios e involuntarios.
El acto motor voluntario está precedido siempre de la representación mental
consciente del movimiento a ejecutar.
Los movimientos involuntarios incluyen a los movimientos reflejos, resultado de un
estímulo periférico seguido de respuesta motriz inmédiatá (como la contracción del
cuadríceps crural al percutir el tendón rotuliano, o el sujeto que se da vuelta al oír un
ruido brusco detrás suyo), y a los movimientos automáticos, que pueden ser asociados
a otros movimientos voluntarios (por ej., el movimiento pendular de los brazos durante
la marcha), o aprendidos, que en un comienzo fueron voluntarios pero se
transformaron en automáticos al repetirse cotidianamente según un modelo
preestablecido (como la·marcha o el manejo de un auto).
Cualquiera sea la actividad motriz, el agente de ejecución o aparato efectores siempre
el mismo: los músculos y las fibras nerviosas que lo inervan, constituidas por los
cilindroejes de las células motoras de las astas anteriores de la médula o de los
núcleos grises troncales de los pares craneanos, o sea las denominadas neuronas
motoras o motoneuronas periféricas. Este aparato neuromuscular (motoneurona
periférica y músculo) es único para cualquier tipo de movimiento.
Lo que varía en cambio, de acuerdo con el tipo de movimiento, es el aparato incitador
de la actividad motriz periférica. Esta noción, multiplicidad de incitación y unidad de
ejecución de la actividad motriz, es de gran importancia en patología. El daño del
sistema efector o ejecutor suprime todas las actividades motoras de los músculos
interesados. En cambio, la lesión de uno de los aparatos incitadores suprime sólo el
tipo de movimiento que le es propio. Esos aparatos incitadores son otras neuronas,
escalonadas en el neuroeje, que actúan sobre la motoneurona periférica.
En el caso del movimiento reflejo, las cosas suceden de la manera más simple: en la
contracción del cuadríceps por percusión del tendón rotuliano, este estímulo mecánico
(elongación) es conducido por fibras centrípetas a las astas posteriores de la médula
lumbar (3° y 4º segmento), donde por intermedio de una neurona intercalar llega a la
motoneurona periférica correspondiente al cuadríceps, provocando su contracción.
Cuando se trata de un movimiento voluntario, el estímulo se inicia en las neuronas,
llamadas células de Betz o, por su forma, piramidales, de la circunvolución
prerrolándica de la corteza cerebral (las motoneuronas centrales o superiores) y llega
por su prolongación cilindroaxil a las motoneuronas periféricas o inferiores de las astas
anteriores medulares o de los núcleos de los nervios craneales en el tronco. Se
constituye así la llamada vía motora directa, voluntaria o piramidal.
En el caso de la motilidad estática y los movimientos automáticos, el estímulo se
origina en otros centros del neuroeje (cuerpo estriado, núcleo rojo) y se conduce por
vías distintas de las del sistema piramidal, pero actúa sobre la misma motoneurona
periférica.
Su conjunto constituye la vía motora indirecta o extrapiramidal (fig. 5-1).
La vía extrapirarriidal regula movimientos en los que intervienen numerosos músculos
o movimientos en masa, por ejemplo, desviación de la cabeza, del cuerpo y de los ojos
hacia el lado opuesto (movimientos versivos).
En la realización de un movimiento ningún músculo actúa aisladamente. En un
movimiento complejo cuando unos músculos se contraen otros deben relajarse.
Por ejemplo, la flexión del antebrazo sobre el brazo por acción del bíceps exige la
contracción brusca clónica de este músculo, pero al mismo tiempo debe relajarse el
tríceps, pues de lo contrario éste impediría realizar la flexión. Los músculos deben
pues coordinarse adecuadamente para lograr que el movimiento se adapte al fin
buscado. Esta coordinación o taxia implica la existencia de otro mecanismo que
deberá funcionar anexo al sistema motor voluntario. En este aparato coordinador
intervienen la sensibilidad propioceptiva y los centros cerebelosos (véase Sensibilidad
y taxia).
La vía piramidal tiene también acción inhibitoria sobre la actividad refleja y las
motilidades automática y estática. Por ello, una interrupción de la vía motriz voluntaria
central en un punto cualquiera de su trayecto desinhibe al aparato motor periférico y
origina fenómenos llamados de liberación, tales como exaltación de reflejos, hipertonia
y clonus, además de fenómenos de déficit con imposibilidad de efectuar movimientos
voluntarios (parálisis).
La actividad del sistema piramidal está regulada por las respuestas que siguen a los
impulsos aferentes que le llegan desde la periferia, el tálamo y las áreas sensitivas de
la corteza cerebral.
Sobre las neuronas piramidales (también llamadas de Betz) actúan impulsos
provenientes de las áreas corticales premotoras de los lóbulos frontales ( corteza
premotora lateral y área motora suplementaria 6 de Brodmann), que permitirían la
realización de movimientos más finos y complejos.
En el orden motor nos encontraríamos por lo tanto con tres niveles en el sistema
nervioso central: un primer nivel, el más elevado, psicomotor (corteza premotora), un
segundo nivel medio, piramidal, y un tercer nivel, la motoneurona periférica o vía final
común, a través de la que actúan todas las formas de motilidad.
Aunque los mecanismos que regulan la motilidad son complejos e imperfectamente
conocidos, ofrecen los siguientes niveles de integración sucesivos: 1) nivel medular,
que actúa fundamentalmente en la motilidad refleja; 2) nivel del tronco cerebral, que
actúa especialmente en la motilidad estática, participando en el mantenimiento de la
posición erecta y en las adaptaciones automáticas del tono muscular con el objeto de
mantener el equilibrio; 3) nivel cerebral, representado por la corteza cerebral y el
cuerpo estriado, que rige los movimientos voluntarios, automáticos y asociados, y 4)
nivel cerebeloso, que asegura la armoniosa coordinación (taxia) de los movimientos.
Exploración
La exploración completa de la motilidad comprende el examen de la motilidad activa
voluntaria y de la fuerza muscular, de la motilidad pasiva y del tono, del trofismo, de la
coordinación de los movimientos o taxia, de la excitabilidad refleja de los músculos
(reflejos superficiales y profundos) y la comprobación de la presencia o ausencia de
movimientos anormales (temblores, etc.), completándose con el estudio de la
excitabilidad eléctrica (electromiografía). Se denominan motí/ídad activa voluntaria la
que realiza el sujeto por si mismo, y pasiva la que otra persona efectúa moviendo sus
articulaciones.
Para la mano: juntar y separar los dedos, flexionarlos y extenderlos, tocar la yema del
pulgar con la yema de cada uno de los otros dedos (movimiento de oposición del
pulgar), abrir los dedos en abanico y cerrarlos.
Para la muñeca: flexionarla, extenderla, flexionar la mano hacia el radio o flexionarla
hacia el cúbito.
Para el codo: flexionar y extender el antebrazo, realizar luego la supinación y la
pronación.
Para el hombro: elevación y descenso del brazo, aducción, abducción y rotación.
Para el miembro superior "in tolo": flexión y extensión, rotación interna y externa,
abducción y aducción.
Tronco. Flexión y extensión del tronco, rotación e inclinación hacia ambos lados.
Miembros inferiores.
Para el pie: flexión y extensión de los dedos; abrirlos y juntarlos, flexión y extensión del
pie, abducción y aducción, rotación.
Para la rodilla: flexión y extensión de la pierna sobre el muslo
Para la cadera: flexión y extensión del muslo sobre la pelvis; abducción y aducción del
muslo y rotación. Para todo el miembro inferior: flexión y extensión, abducción y
aducción y rotación. Todas las maniobras descriptas deben evaluarse comparando
ambos lados para ver si hay diferencias.
En el cuadro 5-1 se expone cuáles son los músculos que intervienen en los distintos
movimientos que se hace ejecutar al enfermo y los nervios que rigen los mismos. Si
como resultado de la exploración de la motilidad activa voluntaria se comprueba que la
realización de uno o varios movimientos es imposible o hay dificultad en ello, se
concluye que existe una parálisis o una paresia de los músculos correspondientes. Se
dice que hay parálisis cuando todo el movimiento es imposible, y paresia cuando el
movimiento sé hace débilmente en su fuerza, extensión, duración o mantenimiento de
la posición.
Por ejemplo, una persona ha sufrido un accidente y queda con imposibilidad aparente
de mover el brazo y la pierna derechos: a primera vista se podría establecer el
diagnóstico de hemiplejía traumática; sin embargo, un breve examen de los huesos
permite comprobar que la clavícula y el fémur derechos están fracturados, con lo que
se descarta la existencia de una parálisis por lesión traumática de la vía piramidal,
tratándose, en cambio, de una impotencia funcional por lesión del aparato locomotor,
como se denomina a la imposibilidad de movimientos por alteraciones osteoarticulares
que causan trastornos mecánicos o dolor. La parálisis o paresia puede deberse a una
lesión en el músculo mismo (parálisis miopática), en la motoneurona periférica
(parálisis periférica y nuclear), o en la motoneurona central (parálisis central o
supranuclear).
Cuando la parálisis abarca la mitad del cuerpo se denomina hemiplejía (del griego
hemi, mitad; pleegé, golpe); si afecta a un solo miembro: monoplejía (del griego
monos, uno solo; pleegé, golpe); si afecta a los dos miembros inferiores: paraplejía
(del griego para, al lado, y pleegé, golpe), aunque strictu sensu paraplejía significa
parálisis de dos lados simétricos del cuerpo, de manera que se podría hablar de
paraplejía facial, braquial y crural cuando la parálisis afectara a ambas mitades de la
cara, a ambos miembros superiores o a ambos miembros inferiores, respectivamente.
En la práctica, sin embargo, queda reservada a la paraplejía crural la designación
simple de paraplejía, en tanto que las paraplejías facial y braquial se designan diplejía
facial y diplejía braquial, (del griego, dis, dos; pleegé, golpe). La parálisis que afecta a
los cuatro miembros se denomina cuadriplejía (del latín quatuor; cuatro y del griego
pleegé, golpe).
Hay maniobras destinadas a detectar si un enfermo presenta una paresia (del griego
paresis, relajación, debilidad) del miembro superior o inferior. Maniobra de Mingazzini
para miembros superiores.
Se indica al enfermo que coloque ambos miembros superiores en extensión, en
posición horizontal. En caso de paresia uno de los miembros cae lentamente o tiende
a flexionarse. Puede observarse solamente una flexión de los dedos ("main creuse" o
mano hueca de los franceses) y eventualmente una tendencia a la abducción del
meñique (digití quintí sign) del lado parético. Cuando la lesión es piramidal, la caída
del miembro se acompaña de pronación, por la hipertonía pronadora que se asocia al
déficit piramidal.
En caso de paresia uno de los miembros cae lentamente del lado afectado (fig. 5-7).
Maniobra de Barré (fig. 5-8). Enfermo en decúbito ventral, piernas flexionadas
formando ángulo recto con los muslos (o sea, perpendiculares a la superficie de la
cama). Se le indica que las mantenga así tanto tiempo como pueda. Si uno de los
miembros está paresiado, caerá lentamente. Si esta maniobra no resultara suficiente
para descubrir el déficit motor, se le pide que flexione ambas piernas más allá del
ángulo recto, hasta acercar los talones a las nalgas, y que se mantenga en esta
posición; de este modo se nota que la pierna del lado enfermo lleva a cabo la
maniobra con mayor lentitud y tiende a extenderse o caer antes que la sana.
Parálisis
La parálisis, o su grado menor la paresia, implica la existencia de una interrupción en
un punto cualquiera de las vías motoras, desde la corteza cerebral hasta la fibra
muscular misma. Si la parálisis se debe a lesión de la motoneurona central, superior o
piramidal (primera motoneurona), se denomina supranuclear, mientras que cuando se
debe a lesión de la motoneurona periférica o inferior ( segunda motoneurona), se
denomina nuclear o infranuclear, según que la lesión esté en el cuerpo neuronal o en
el nervio (fig. 5-1 O). La lesión de cualquiera de ambas neuronas origina parálisis, pero
los caracteres de ésta varían según la neurona afectada, porque mientras la neurona
central estimula la motilidad voluntaria e inhibe las otras motilidades, refleja,
automática y estática, la neurona periférica no es sino un agente efector o ejecutor, vía
final común, hacia donde convergen los estímulos de todas las clases de motilidad.
En el cuadro 5-2 se consignan sinópticamente los caracteres diferenciales de las
parálisis por lesión de la motoneurona central y periférica.
Hemiplejías
La cara del paciente es asimétrica, más amplia del lado paralizado, elevándose la
mejilla de este lado a cada movimiento espiratorio como un velo inerte: signo del
fumador de pipa (parálisis del buccinador). Puede haber una ligera miosis del lado
lesionado (síndrome de Horner de origen central). La cabeza y los ojos se desvían
(desviación conjugada de cabeza y ojos): hacia el lado de la lesión, esto es, hacia el
lado opuesto al paralizado, si hay inhibición funcional en el hemisferio lesionado, o
hacia el lado opuesto a la lesión, o sea hacia el lado paralizado, si hay exacerbación o
irritación funcional en el hemisferio dañado.
Hemiplejía fláccida
El enfermo ocluye voluntariamente el ojo del lado paralizado, junio con el del lado
sano, pero lo hace con una amplitud y fuerza menor que este último, ocultando menos
las pestañas; además es incapaz de ocluir o abrir el ojo del lado paralizado
aisladamente (signo de Revilliod). Hay una parálisis muy discreta de la lengua que se
manifiesta sólo por la desviación de la punta hacia el lado enfermo, debido a la acción
del geniogloso del lado sano. Hay disartria en grado variable (trastorno de la
articulación de la palabra).
Existe del mismo lado de la parálisis facial una parálisis braquial y crural completa. Los
miembros penden inertes, fláccidos; las pruebas de fuerza en miembros (Mingauini y
Barré) son positivas. Del lado pléjico los reflejos profundos están disminuidos y hay
signo de Babinski; los reflejos cutáneos, particularmente los abdominales y el
crEJmateriano, están abolidos o disminuidos; los reflejos de automatismo medular se
exacerban más cuanto más próximo se encuentra el paciente de la iniciación de su
hemiplejía. Este estado de hemiplejía fláccida es transitorio. Lenta e insidiosamente
sobreviene el estado de hemiplejía espástica.
Hemiplejía espástica
Los músculos que más se afectan, en principio, son los de funciones más
diferenciadas: la parálisis predomina en los músculos de la mano, mientras que en
hombro y codo suele ser posible un discreto grado de movimiento. En el miembro
inferior la hipertonía determina actitud en extensión: los músculos extensores están
más hipertónicos que los flexores y el miembro queda recto, con cierto grado de
aducción y rotación interna del pie. La parálisis en el miembro inferior no es tampoco
absoluta, hay una relativa conservación de la motilidad de los músculos de la cadera y
el cuadríceps, y los músculos más paralizados son los flexores de la pierna y del pie.
La abolición de la motilidad es más acentuada en el brazo que en la pierna (ley de
Wernicke y Mann). Los músculos del tronco y del cuello están poco afectados (véanse
figs. 2-8 y 2-9).
a) de coordinación
b) de imitación
c) global (véase Sincinesias)
Las sincinesias tienen muy poca o ninguna importancia para el reconocimiento de una
hemiplejía. Al decir de Déjerine, "elles sont tout au moins superflues" (son por lo
menos superfluas). Sirven para contribuir a afirmar la existencia de pequeños grados
de paresia piramidal. El hemipléjico presenta otros trastornos en el lado paralizado,
como cambios tróficos de piel y uñas, edemas blancos y blandos, a veces cianosis,
descenso de la tensión arterial con respecto al lado opuesto, aumento o variación de
temperatura, artropatías dolorosas y anquilosantes (sobre todo de hombro y muñeca).
A mediano plazo se observa atrofia muscular del lado paralizado,- que afecta más a
los músculos del hombro, a los pequeños músculos de la mano y a los glúteos que a
los restantes. Esta amiotrofia no se acompaña de reacción de denervación.
La marcha es posible gracias a la hipertonía y reviste un aspecto característico: el
enfermo efectúa con su pierna paralizada un movimiento de circunducción o
semicírculo alrededor de la sana. Es la marcha de Todd, marcha en guadaña, o de
segador. También se la denomina helicópoda (del griego helix, espiral, y podas, pie)
(véase fig. 2-15). El cuadro descripto es el de la hemiplejía completa con gran déficit
motor. Pero el déficit puede variar, constituyendo hemiparesias leves, moderadas,
severas o transitorias, para cuyo diagnóstico será necesario el examen sutil con las
maniobras descriptas.
Para obtener una hemiplejía por lesión de la motoneurona periférica sería necesario
que ella interesara toda una mitad de la médula y el tronco cerebral, o bien todos los
nervios periféricos de un lado del cuerpo. Como esto sería excepcional, en la práctica
la hemiplejía es casi siempre un síndrome piramidal, o sea una parálisis corticoespinal
de semiología típica. El diagnóstico topográfico tiene por objeto determinar el nivel y
lado en que asienta la lesión.
Se conocen con este nombre las hemiplejías en las que todo el déficit se encuentra en
un mismo lado. Para observarlas es necesario que la vía piramidal sea afectada antes
de que haya comenzado su decusación o bien una vez que esta decusacíón se haya
efectuado por completo. Según el punto en que es afectado el haz piramidal se
producen las siguientes variedades de hemiplejía directa:
Hemiplejía cortical. La lesión afecta el área motora de la corteza cerebral. Dicha lesión
se produce generalmente por oclusión de una arteria y rara vez se extiende a la
totalidad del área motriz. Además, ésta es irrigada en sus dos tercios inferiores por la
arteria silviana y en su tercio superior por la cerebral anterior. La hemiplejía es por ello
poco extendida y predomina o se limita a veces a un solo miembro: hemiplejia no
proporcional, monoplejía braquial o crural. A veces el trastorno motor sólo afecta a un
grupo de músculos, como los extensores de la mano. Se observan los mismos signos
referentes al tono y a los reflejos mencionados en la descripción general de la
hemiplejía, pero se pueden añadir manifestaciones propiamente corticales como, por
ejemplo, afasia o apraxia si la lesión es del hemisferio dominante, o inatención si es
del no dominante (véase capítulo de funciones cerebrales superiores). También, crisis
convulsivas precediendo a la aparición del déficit motor y ciertos reflejos patológicos
(reflejo de prensión forzada y reflejo plantar tónico).
Hemiplejía subcortical. La lesión asienta en el centro oval, antes de que el haz motor
alcance la cápsula interna. Se parece mucho a la anterior, pero es menos frecuente
que origine monoplejías, y no se acompaña de manifestaciones corticales.
- Hemiplejías bulbares.
Síndrome bulbar medial o anterior de Déjerine. Una lesión que afecte la parte anterior
del bulbo interrumpe al haz piramidal antes de su decusación y a las raíces del
hipogloso (figs. 5-21 y 5-22). El resultado es una hemiplejía contralateral a la lesión
que respeta la cara y una parálisis homolateral a la lesión de la mitad de la lengua con
hemiatrofia (parálisis del hipogloso de tipo infranuclear) (fig. 5-22). Si la lesión se
extiende al núcleo ambiguo, se observa la hemiplejía asociada a un síndrome de
Ave/lis (parálisis hemivelopalatina y de cuerda vocal homolaterales) o a un síndrome
de Schmidt si también toma el núcleo inferior del espinal (parálisis de trapecio y
esternocleidomastoideo homolateral), constituyéndose en este último caso un
síndrome de Jackson por la parálisis del hipogloso ya existente (véase cuadro de
hemiplejías alternas).
En síntesis, las lesiones de la parte anterior del tronco cerebral, a la que se denomina
pie, se caracterizan por producir hemiplejlas alternas. La lesión piramidal determina la
parálisis del lado opuesto (contralateral}, y la lesión del nervio craneano la parálisis de
los músculos por él inervados, del mismo lado (homolateral). Cuando se reconoce una
hemiplejía alterna la lesión seguramente estará en el tronco cerebral, y de acuerdo al
nervio craneal comprometido se razonará: es un síndrome del pie del pedúnculo si el
afectado es el III nervio, de la protuberancia si lo están el VI y VII, y del bulbo si los
afectados son los X, XI o XII. No hay síndrome del tegmento (parte media del tronco
cerebral) sin compromiso de las vías sensitivas y cerebelosas. El compromiso de las
vías sensitivas ya decusadas se caracterizará por producir una hemianestesia del lado
opuesto. El nervio trigémino, sin embargo, se decusa en el bulbo. Por ello, una
hernianestesia alterna es un síndrome bulbar. Una hemianestesia directa, por el
contrario, exigirá una lesión de las vías sensitivas de la protuberancia hacia arriba. Las
lesiones cerebelosas, por último, suelen provocar manifestaciones del mismo lado de
la lesión (ataxia homolateral).
• Hemiplejías espinales. Sólo puede existir con una lesión· que asiente por encima
del engrosamiento cervical de la médula. En este caso la hemiplejía espinal es directa
y respeta la cara. Se acompaña de trastornos de la sensibilidad en el lado opuesto,
constituyendo el síndrome de Brown-Séquard.
Diagnóstico del lado en que asienta la lesión que produce la hemiplejía. Es fácil
teniendo en cuenta la regla siguiente: toda hemiplejía cuya causa se encuentre por
encima del entrecruzamieñto bulbar del haz piramidal significa que la lesión asienta del
lado opuesto al hemipléjico. Es el caso de las hemiplejías cerebrales y alternas que se
han estudiado. Por debajo del entrecruzamiento la lesión asienta del mismo lado; es el
caso de la hemiplejía espinal. Existen, sin embargo, excepciones a esta regla: la
hemiplejía homónima. Con este nombre se designa a una hemiplejía que obedece a
lesiones cerebrales del mismo lado. Es de observación excepcional, pues para que se
produzca es necesaria la ausencia congénita de decusación del haz piramidal. Por lo
común, la hemiplejía es aparentemente homónima, es decir, se trata de lesiones como
un tumor o un traumatismo que por contragolpe lesionan la corteza cerebral motora del
lado opuesto.
Las causas de embolia más frecuentes son: fibrilación auricular, estenosis mitral
(todavla frecuente en la Argentina), infarto de miocardio (en particular el anterior con
acinesia ventricular), miocardiopalía dilatada, trombos cardíacos endocavitarios,
endocarditis bacteriana.
Paraplejías
Paraplejía significa parálisis de dos mitades simétricas del cuerpo. Sin embargo, el
término se refiere en la práctica a la parálisis de los miembros inferiores.
Para que haya paraplejía se requiere una lesión bilateral de la vía motora, que puede
ser afectada a nivel de la neurona central o de la periférica. Según se trate de la lesión
bilateral de una u otra neurona, la paraplejía revestirá los caracteres clinicos que
corresponden a la lesión de la neurona central o de la periférica. Si la afectada es la
neurona central, se produce una paraplejía espástica con signos de piramidalismo y si
es la periférica, paraplejía fláccida.
Paraplejías espásticas
Las lesiones bilaterales de la vía motora piramidal originan paraplejías espásticas, con
espasticidad o hipertonía evidente. El grado de la parálisis es variable, yendo desde la
paresia leve a la parálisis más acentuada. Por lo general, hay más espasticidad que
parálisis. La iniciación puede ser gradual. Cuando la instalación es brusca (por ej. por
hemorragia medular) el déficit suele pasar previamente por una fase de paraplejía
fláccida.
El enfermo con paraplejía espástica acentuada tiene por lo general los miembros
inferiores en extensión, los muslos y rodillas juntos y apretados, los pies en equinismo,
las masas musculares duras oponienc.fo resistencia a los movimientos pasivos. Hay
piramidalismo bilateral: hiperreflexia profunda, clonus y Babinski.
La paraplejía, en lugar de ser en extensión, puede ser en flexión, en cuyo caso las
piernas se encuentran flexionadas sobre el muslo, en lugar de extendidas (Babinski) y
es de observación rara.
Causas de las paraplejías espásticas. Salvo ciertos casos de paraplejías
encefálicas, tales como las debidas a una lesión o compresión bilateral de los lóbulos
paracentrales, donde están las áreas de origen de las fibras destinadas a los
miembros inferiores, de infrecuente observación (por ej. por un meningioma de 1
hoz, en la linea media), ciertas paraplejías de los ancianos por estado !acunar
(paraplejía de Lher i) o la paraplejía e.fe los niños que padecen de parahs1s
cerebral o enfermedad de Little (producida por detención del desarrollo de la vía
piramidal, consecutiva a lesiones cerebrales congénitas), las paraplejías espásticas
son todas de origen medular y sus principales causas son: - Compresión medular
progresiva. Por mal de Poi! (TBC vertebral), espondilitis, hernia de disco, tumores
vertebrales primitivos o metastásicos (pulmón, mama, próstata), disglobulinemias,
mieloma; tumores meníngeos, aracnoiditis espinal crónica, neurinomas; tumores
medulares; tumores de compresión extrínseca (!infamas). Como la compresión
medular por estos distintós factores se ejerce a la altura de un determinado segmento
medular, hay que establecer siempre cuál es el segmento lesionado, vale decir, hacer
el diagnóstico de localización (véase Diagnóstico de localización medular).
- Traumatismos. Ya lesionando directa o indirectamente la médula, por intermedio de
una luxación o fractura vertebral o de una hemorragia intrarraquídea; en estos casos;
suele haber un período de paraplejía fláccida previo al de paraplejía espástica, con
ciertos caracteres particulares que dependen de la altura de la lesión medular.
- Esclerosis múltiple: la causa de la paraplejía es una desmielinización transversal de
la médula denominada mielopatía o mielitis transversa. Puede combinarse con
neuropalía o neuritis óptica. Esta neuromielitis, óptica recibe el nombre de enfermedad
o síndrome de Devic.
- Siringomie/ia. “Lesiones vasculares. Infartos o hemorragias medulares.
- Paraplejías espásticas familiares.
- Enfermedad o "esclerosis" funicular (degeneración combinada, síndrome de
Lichtheim): descripta en la anemia megaloblástica, combina paraparesia y
piramidalismo con compromiso del cordón posterior medular (ataxia y pérdida de
sensibilidad profunda).
- Mielopatía actínica: postradioterapia, puede cursar con un síndrome de Brown-
Séquard.
- Esclerosis lateral amiotrófica y esclerosis lateral primaria. Antes de afectar los
miembros superiores el déficit predomina y se desarrolla en los inferiores.
Paraplejías fláccidas
Las paraplejías fláccidas resultan de una lesión bilateral de la neurona o sector motor
periférico que puede situarse en la médula, las raíces anteriores o los nervios
periféricos. Por ello las paraplejías fláccidas se dividen en medulares y neuropáticas.
Paraplejía fláccida medular La lesión habitualmente asienta en las astas anteriores y
cordones anteriores y laterales medulares.
Se caracteriza por la instalación de una parálisis severa de los miembros inferiores,
con hipotonía acentuada, compromiso esfinteriano, arreflexia profunda, fenómenos
tróficos de aparición precoz (atrofia muscular considerable de los músculos
paralizados con reacción de denervación, lesiones cutáneas) y alteraciones
vasomotoras. Se agrega anestesia, en particular analgesia y atermoestesia.
Va scufarización medular. La médula está irrigada por arterias extraespinales o
extramedu lares y arterias intraespinales o intramedulares.
Arterias extraespinales. Constituidas por arterias radiculares,
radiculopiales y radiculomedulares. Las últimas sólo se presentan a determinados
niveles segmentarlos. Unas 6 a 10 se unen a la arteria espinal anterior y 1 O a 23 a las
arterias espinales posteriores. Estas arterias espinales irrigan la médula.
La arteria espinal anterior resulta de la anastomosis de dos pequeñas ramas
originadas en cada arteria vertebral.
Se extiende desde la altura del núcleo olivar en el bulbo hasta la punta del cono
medular, descendiendo por la línea media de la cara anterior de la médula, e irriga sus
dos tercios anteriores (cordones anteriores y laterales).
Las arterias espinales posteriores son dos y se originan en la porción intracraneal de
cada arteria vertebral, o bien en las arterias cerebelosas posteroinferiores. Descienden
paralelamente a lo largo de toda la cara dorsal de la médula, una de cada lado de la
línea media, reciben además 1 O a 20 arterias radiculares posteriores, e irrigan el
tercio posterior medular (cordón posterior).
En el cono medular a las arterias espinales se les une el asa anastomosante del cono.
Ramas anastomosantes radiculares provenientes de la aorta se les unen a distintos
niveles.
Los territorios de irrigación medular son los siguientes:
El territorio superior o ce,vicotorácico, que abarca la médula cervical y los dos
primeros segmentos medulares torácicos o dorsales (O1 -DJ Los primeros cuatro
segmentos cervicales (CrC4) son abastecidos por la arteria espinal anterior y casi no
tienen aporte de arterias radiculomedulares.
Los cuatro segmentos cervicales restantes (C5-C8) y los primeros dos segmentos
medulares dorsales (01-02) son abastecidos por dos a cuatro arterias radiculares
grandes originadas en las arterias vertebrales y cervicales ascendentes y profundas.
De estas arterias radiculares la más importante es la arteria del ensanchamiento
ceMcal, que penetra la médula junto a las raíces C7 y C8. Hay varias arterias
radiculomedulares que predominan en el ensanchamiento cervical y se unen a las
arterias espinales posteriores.
El territorio intermedio o mediotorácico (03-08), poco vascularizado, es abastecido por
ramas de arterias intercostales.
Recibe una única arteria radiculomedular, que penetra la médula con las raíces C6, C
7 o C8. Hay dos o tres arterias segmentarías que se unen a las arterias espinales
posteriores.
Cuando se trata de una parálisis por afección piramidal medular, la determinación del
nivel de lesión se basa en los hallazgos motores, sensitivos, esfinlerianos y simpáticos.
La causa del trastorno motor no sólo afecta en general a la vía piramidal, sino que
compromete también otras áreas medulares. En la compresión medular lenta, las vías
motoras son las primeras que se comprometen y el piramidalismo puede presentarse
antes que los trastornos sensitivos, por lo que no hay que esperar su aparición para
sospechar el diagnóstico de compresión medular. A veces pueden conformarse
algunos síndromes que facilitan el diagnóstico topográfico (véase Síndromes de
compresión medular).
Los estudios de imágenes (en particular la resonancia magnética) podrán confirmar la
localización de la lesión (véase Estudios complementarios).
Cuadriplejías
Cuadriplejía es la parálisis de los cuatro miembros. Para que tenga lugar es necesaria
una lesión que interese a la médula espinal en su porción cervical. La parálisis puede
ser fláccida o espástica según la causa, o bien dispar: fláccida en miembros superiores
y espáslica en inferiores. Pueden existir trastornos respiratorios si se afectan los
nervios de los músculos respiratorios.
Monoplejías
Monoplejías cerebrales. Dependen de una lesión cortical que afecta el área motora
del miembro paralizado. Se deben a causas similares a las de las hemiplejías
(lesiones· vasculares, tumores, traumatismos, desmielinizaciones y otras), y
evolucionan en forma semejante, y pueden ser fláccidas o espásticas. No es raro que
sean precedidas de accesos de epilepsia focal, a veces jacksoniana, en el miembro
que quedará paralizado. La lesión también puede ser subcortical, interesando sólo las
fibras que corresponden a un miembro.
Monoplejías medulares. Pueden ser fláccidas o espásticas, según se afecte la
motoneurona periférica o la vía piramidal. En el primer caso pueden deberse a
poliomielitis anterior aguda: suelen ser incompletas, con arreflexia, atrofia muscular y
denervación. Las segundas son raras, se limitan a la monoplejfa crural, pues si la
lesión es alta se afectan miembro superior e inferior y se produce entonces una
hemiplejía espinal. La monoplejia crural de este origen suele formar parte del síndrome
de Brown-Séquard, cuyas causas ya han sido mencionadas. Se diferencia de las
monoplejías corticales porque en las medulares se agregan trastornos sensitivos que
permiten establecer la altura lesiona!.
Monoplejías radiculares. Los procesos que afectan a las raíces correspondientes a
los músculos de los miembros, pueden originar monoplejías braquiales o crurales,
completas o incompletas, según se afecten todas las raíces que inervan el miembro o
sólo algunas de ellas. La parálisis es fláccida, con arreflexia, atrofia muscular y
denervación, como corresponde a las lesiones de la motoneurona periférica. Si la
parálisis es incompleta, la distribución de la misma es de tipo radicular, es decir,
comprende a los músculos que dependen de la raíz afectada (véase Localizaciones
medulares). Se pueden agregar también trastornos sensitivos de tipo radicular
(dolores, parestesias, hipo o anestesia) por hallarse comprendidas simultáneamente
las fibras de la raíz posterior. Cuando estos trastornos sensitivos se hallan ausentes es
muy difícil diferenciar la monoplejía radicular de la producida por compromiso de la
motoneurona periférica en el asta anterior, como en la poliomielitis.
Para producirse una monoplejía braquial radicular total deben afectarse las raíces C5,
C6, C?, C8, 01. Se asocian trastornos pupilares (síndrome de Horner), por
comprometerse las fibras iridodilatadoras simpátic¡¡ s, que abandonan la médula por
las raíces C?, C8 y 01. Estas monoplejías pueden verse en los casos de desgarro por
lironeamiento traumático (avulsión) del plexo braquial.
Si las lesiones se limitan a las raíces C5 y C6 se produce una monoplejía braquial
radicular parcial, que afecta a músculos deltoides, bíceps, braquial anterior, supinador
largo y a veces pectoral mayor, supraespinoso, infraespinoso, redondo mayor y dorsal
ancho.
Un ejemplo está constituido por el denominado ataque de caída ("drop attack'J. Los
pacientes, generalmente añosos, refieren caer al suelo cuando están de pie o
caminando, sin perder el conocimiento, y se normalizan inmediatamente después del
episodio. Sus causas: isquemia transitoria medular, troncal (ataque isquémico
transitorio vertebrobasilar), cataplejía que acompaña al síndrome de narcolepsia
(véase Alteraciones del sueño), brusco aumento de la presión intracraneal por tumores
cerebrales o hidrocefalia, síndrome de Méniére. El paciente suele relatar que siente
como un empujón que lo tira al suelo. El pequeño mal akinético da lugar a ataques de
caída y es común durante la infancia, pero menos frecuente en adultos (véase
Epilepsia y pequeño mal). A veces no se encuentra
causa alguna (ataques criptogenéticos).