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GUIA #2 Ética

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Ética y Filosofía
Política

LA MORAL Y LA MORALIDAD

 LOGRO DE APRENDIZAJE: Los alumnos distinguen los conceptos de moral y moralidad y comprenden el concepto
de conciencia moral.

DISTINTOS MODOS DE COMPRENDER LO MORAL

a. La moralidad es el ámbito de la vida buena, de la vida feliz.

b. La moralidad del carácter individual: una capacidad para enfrentar la vida sin «desmoralización»

c. La moralidad del deber. La moral como cumplimento de deberes hacia lo que es el fin en sí mismo

d. La moralidad como práctica solidaria de las virtudes comunitarias

e. La moralidad como aptitud para la solución pacífica de conflictos

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a. La moralidad es el ámbito de la vida buena, de la vida feliz.

Entre los filósofos de la antigua Grecia lo moral se concibe como la búsqueda de la felicidad o de la vida
buena. Ser moral es sinónimo de aplicar el intelecto a la tarea de descubrir y escoger en cada momento los
medios más oportunos para alcanzar una vida plena, feliz, globalmente satisfactoria. En este sentido, la
base para conducirse moralmente es una correcta deliberación, es decir, un uso adecuado de la
racionalidad, entendida aquí como racionalidad prudencial.

b. La moralidad del carácter individual: una capacidad para enfrentar la vida sin
«desmoralización»

Entre las éticas que entienden la felicidad como autorrealización merece destacarse una tradición hispánica
que comenzó con la obra de Ortega y Gasset y que ha sido continuada por Aranguren. Esta ética insiste en
la formación del carácter individual, de tal modo que el desarrollo personal permita a cada cual enfrentar
los retos de la vida con un estado de ánimo potente: se trata de tener la moral alta, lo contrario a sentirse
desmoralizado.

Para ello es preciso tener claras las metas que uno desea alcanzar a lo largo de la vida y poseer un cierto
grado de confianza en la propia capacidad para alcanzar dichas metas. Dicho de otro modo: para estar en
«buena forma moral» es imprescindible contar con algún proyecto vital de autorrealización y con una
buena dosis de autoestima. En este sentido, está es una ética que no sólo valora el altruismo como valor
moral, sino también la necesaria atención a esa razonable confianza en uno mismo y en el valor de los
propios proyectos que resulta imprescindible para llevarlos adelante con altura humana.

Esta explicación de la moral centrada en la formación o construcción del carácter que tiene por referente en
primer lugar al individuo, que es primariamente el agente de la moralidad. Pero es aplicable también a las
sociedades, porque una sociedad puede estar alta de moral o desmoralizada, puede tener arrestos para
enfrentar con altura humana los retos vitales o carecer prácticamente de ellas, puede tener proyectos de
autorrealización y alta autoestima colectiva o puede estar «en baja forma moral»

c. La moralidad del deber. La moral como cumplimento de deberes hacia lo que es el fin en sí
mismo

Ya en la antigüedad los estoicos situaron el concepto de «ley natural» como centro de la experiencia moral,
entendían que la moralidad consiste básicamente en un ajusticiamiento de la propia intención y de la
propia conducta a los dictados universales de la razón, concebidos por ellos como una igual capacidad que
la naturaleza ha proporcionado a todos los hombres para que alcancemos el objetivo que ella misma tiene
previsto para nosotros.
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En la ética medieval se produce un progresivo refuerzo de esa categoría de «ley natural", de tal modo que
va cobrando cada vez mayor relevancia una nueva visión de la moralidad –centrada en la noción del deber-
que tiene su más acabada expresión en la ética kantiana. Frente a las concepciones anteriores, la moralidad
del deber explica que, efectivamente, los hombres tienden por naturaleza a la felicidad, pero que esta es
una dimensión en la que se asemejan a los restantes seres naturales: la felicidad es un fin natural no puesto
por el hombre.

Sin embargo, una adecuada explicación de la moralidad, a juicio de Kant, tendría que superar ese
«naturalismo», porque es necesario justificar de algún modo el hecho de que nuestra razón nos obliga a
practicar con cualquier ser humano, incluso con uno mismo. Es preciso explicar por qué los preceptos
morales que orientan nuestras vidas no autorizan a dañar a los seres humanos aun cuando estuviéramos
seguros de que tales daños nos acarrearían una mayor felicidad. La respuesta la encuentra Kant en que la
existencia misma de la moralidad permite suponer que los humanos somos seres que estamos situados más
allá de la ley del precio. Si el hombre es aquel ser que tiene dignidad y no precio, ello se debe a que es
capaz de sustraerse al orden natural, es auto legislador, autónomo. Lo cual implica que su mayor grandeza
reside en actuar según la ley que se impone a sí mismo.

d. La moralidad como práctica solidaria de las virtudes comunitarias

En estos últimos años del siglo XX ha cobrado cierto prestigio la corriente filosófica comunitarista, que
propone entender la moralidad como una cuestión de identificación de cada individuo con su propia
comunidad concreta, aquella en la que nace y en la que se educa hasta llegar a convertirse en adulto. Esta
corriente nace como reacción frente al individualismo moderno, un individualismo insolidario y
consumista que ha convertí a las sociedades modernas en gigantescos agregados de personas aisladas
(atomismo) y alienadas por una cultura de masas (incomunicación, dictaduras de las modas,
superficialidad, frivolidad, etc.) para combatir estas lacras, los comunitarias empiezan por subrayar el
papel moral irrenunciable que siempre ha correspondido a la comunidad en la formación de las personas:
un ser humano solo llega a madurar como tal cuando se identifica con una comunidad concreta (una
familia, una vecindad, un colectivo profesional, una ciudad, una nación), porque solo puede adquirir su
personalidad por la pertenencia a ella, y solo si desarrolla aquellas virtudes que la comunidad exige,
virtudes que constituyen la visión que la comunidad tiene respecto a las excelencias humanas.

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e. La moralidad como aptitud para la solución pacífica de conflictos

Esta nueva forma de entender la moral se abre paso en los países democráticos de Occidente a partir de las
reflexiones de G.H. Mead en las primeras décadas del siglo XX. Se caracteriza, en principio, por concebir
la moralidad como una cuestión en la que ha de primar la reflexión acerca del ámbito social, frente a los
enfoques que centran la moral en lo individual; la moralidad es un problema que pertenece más a la
filosofía política que a cualquier otra disciplina filosófica.

La novedad consistiría en situar el ámbito moral preferentemente en el de la solución de conflictos de


acción, sea a nivel individual, sea nivel colectivo. Tal solución exige la realización de los hombres como
tales, y precisamente a través de su racionalidad. Pero una racionalidad que no se muestra ya en el hecho
de que los hombres se den a sí mismos leyes propias, sino en la disponibilidad para decidirlas, para
justificarlas a través del dialogo.

ACTIVIDAD GRUPAL
 En equipos de 2 o 3 integrantes, elaboran una línea de tiempo ubicando las corrientes señaladas:

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PREGUNTAS:
1. ¿Qué es la vida buena?

2. ¿Qué es lo más importante para una buena forma moral?

3. Explique la ética en el medioevo

4. ¿La ética comunitarista surge como reacción a?

5. ¿A través de que método la ética puede solucionar conflictos?

BIBLIOGRAFÍA

1. Cortina, A. y Martínez, E. (2001). Ética. Madrid: Ediciones Akal. Capítulo I, págs.: 7-28.

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