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EL MAR COMO VÍA E IMPEDIMENTO HACIA EL AMOR EN DIARIO DE UN

POETA RECIÉN CASADO DE JUÁN RAMÓN JIMÉNEZ

Cristopher Gutiérrez González

Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación

E-mail: cristopher.gutierrez1401@alumnos.ubiobio.cl

Resumen: El presente estudio busca materializar la interpretación e hipótesis del concepto poético
del mar como vía e impedimento hacia el amor en el libro Diario de un poeta recién casado de
Juan Ramón Jiménez. Metodológicamente, se pretende evidenciar dicha relación a través de la
descripción, análisis y comparación de los poemas XXVI, XXVII, XXXIII, XLV ¡NO! y Niño en
el mar.

Palabras claves: literatura española, poesía contemporánea, mar, vía, impedimento, Juan Ramón
Jiménez.

INTRODUCCIÓN

El libro Diario de un poeta recién casado, titulado también en 1948 como Diario de un
poeta y el mar, es concebido por Juan Ramón Jiménez en 1916 en su peregrinaje a los Estados
Unidos para contraer matrimonio con Zenobia Camprubí, siendo publicado al año siguiente en
1917. En dicha travesía el poeta español escribió la obra cómodamente y casi sin enmiendas en su
diario, en el que relata, tanto en verso como en prosa, sus impresiones de Nueva York y otras
ciudades, sus aventuras y su retorno a Europa. El texto, de carácter personal y existencialista, se
fundamenta y desarrolla a partir de los símbolos del mar, el cielo y el amor, articulados en seis
apartados: I. Hacia el mar, II. El amor en el mar, III. América del Este, IV. Mar de retorno, V.
España y VI. Recuerdos de américa del Este escritos en España.

Diario de un poeta recién casado marca un precedente en la historia de la literatura


española, puesto que manifiesta una nueva sintaxis poética que configura un sistema expresivo que
transgrede los convencionalismos de la época, en la que la poesía española fue significativamente
influenciada por los tópicos y prácticas de la lírica francesa. Juan Ramón Jiménez apostó en este
libro, a diferencia de los anteriores, por una poesía que presentara una mayor condensación,
profundidad y desnudez, empleando para ello ejercicios de autodisciplina que culminaron en la
invención de piezas que permiten una reflexión poética y metapoética. Esta herencia artística fue
adoptada por los vates de la generación del 27 y devino en la creación de un nuevo tipo de lector.

El presente estudio tiene como objetivo materializar la hipótesis de que el tópico del mar
puede ser interpretado como vía e impedimento hacia el amor en Diario de un poeta recién casado
de Juan Ramón Jiménez. Metodológicamente, se pretende demostrar dicha relación a través de la
descripción, análisis y comparación de los poemas XXVI, XXVII, XXXIII y XLV ¡NO! Para guiar
y estructurar la indagación se intentarán responder las siguientes interrogantes: ¿Cómo se
evidencia, en determinados poemas, el tópico del mar interpretado como vía e impedimento hacia
el amor en Diario de un poeta recién casado? ¿De qué forma los poemas seleccionados pueden ser
relacionados entre ellos y con el texto global? y ¿Qué conclusiones permite el análisis de los
poemas seleccionados en relación al objetivo del estudio?

DESARROLLO

El mar, en conjunto con otros tópicos, tributa al éxito intelectual de Diario de un poeta
recién casado, no solo porque se constituye en uno de los cimientos sobre los que se configura y
comprende el poemario, sino que además porque otorga a Juan Ramón Jiménez los elementos
materiales y simbólicos que le permiten confeccionar una poética distinta a la de su época. En este
sentido, Núñez y Rienda (2013) afirman:

(…) el mar del Diario de un poeta recién casado supone para Juan Ramón Jiménez una temática
poética de capital importancia en tanto que, al margen del discurso metafísico y metapoético que
posibilita, también es valedera para la consecución de la (…) poesía desnuda (p.5).
El poema y el concepto de la poesía desnuda fueron utilizados por primera vez en la
colección Eternidades de 1916 por Juan Ramón Jiménez, quien a partir de esta publicación
comenzó a elaborar una nueva poesía. Respecto a esta concepción lírica innovadora, en el periódico
La Vanguardia de 1917, Plana (como se citó en Palau, 2008) explica:

Juan Ramón se obstina en hallar la profundidad de las cosas. En los árboles del río, en las estrellas
de la noche, en los infinitos campos solitarios, en el mar rebelde y variable, descubre el poeta lo
mismo que en su espíritu, más allá de la imagen que ven los ojos; hay una fuerza que es su
profundidad; hay todos los años que el árbol se despojó en octubre y reverdeció en abril, la inmensa
distancia de los astros, la sensación de inmovilidad de la tierra labrada, y la contraria sensación de
movimiento eterno del mar. No es que pretenda el poeta pensar sobre las imágenes de las cosas para
elaborar conceptos… (p.48).

La poesía de Jiménez se apropiará del mar en Diario de un poeta recién casado para
aproximarse al esencialismo, la abstracción y la subjetividad, al mismo tiempo, que se aleja de su
cometido social, así Núñez y Rienda lo afirman (2013): “La oposición entre lo íntimo y lo
concerniente a la pluralidad social ya no se establece: todo es íntimo” (p.5). Desde la privacidad
emocional del autor, en cuanto a la consecución del amor, el mar puede comprenderse en la obra
entonces desde dos perspectivas: como vía y como impedimento.

En concomitancia con el entendimiento del mar como un impedimento hacia la obtención


del amor, la primera referencia se encuentra en el capítulo I Hacia el mar en el poema XXVI:

Aun cuando el mar es grande,


Como es lo mismo todo,
Me parece que estoy ya a tu lado…
Ya solo el agua nos separa, el agua que se mueve sin descanso,
¡el agua, sólo, el agua!

El yo lírico del poema, debido al carácter autobiográfico del libro, se comprende como una
proyección del sentir de Juan Ramón Jiménez. En los versos de la composición XXVI él, aun
cuando la siente cercana, expresa su anhelo de estar junto a su amada, sin embargo, a este deseo se
interpone un obstáculo: el mar. El agua agitada, que pareciera cubrirlo todo, se vuelve un
impedimento para que el poeta pueda estar junto a Zenobia Camprubí.

El mar como impedimento hacia el amor se verá reflejado también en el apartado II El amor
en el mar, específicamente, en el poema XLIV ¡NO!:

El mar dice un momento

Que sí, pasando yo.

Y al punto,

Que no, cien veces, mil

Veces, hasta el más lúgubre infinito.


No, ¡No!, ¡¡No!!, ¡¡¡No!!!, cada vez más

Fuerte, con la noche…

Se van uniendo

Las negaciones suyas, como olas,

- ¡No, No, No, No, No, No, No, No, No, No! -

Y, paso, todo él, allá hacia el este,

Es un inmenso, negro, duro y frío

¡No!

Como primer acercamiento al análisis del poema, debe comprenderse el sentido del capítulo
en el que se enmarca, respecto a este Pérez (1978) dice:

en «Amor en el mar», el poeta se halla sobrecogido —aterrado, podría afirmarse, en algunos


momentos— no sólo por el temor físico que el mar le inspira, sino por lo que ese viaje tiene de
trascendental en su vida. ni, que nunca alcanzaría la total madurez, emotivamente hablando, se
siente, más que nunca, niño tembloroso ante la inmensidad y lo desconocido (p.143).
El miedo en este apartado invade al yo lírico quien, en un comienzo, aunque con
dificultades, mantenía las esperanzas de concretar su encuentro con Zenobia. Sin embargo, aun
cuando el mar en el inicio de su travesía parecía haber respondido afirmativamente a su objetivo,
de un momento a otro cambia su actitud vociferando incesantemente un rotundo ¡no! Que detona
en Juan Ramón Jiménez una profunda desesperación, al alero de una noche que confabula con el
mar, haciendo ver su futuro como algo oscuro y sombrío. Las olas se materializan en sistemáticas
negaciones que transforman al océano en un inconveniente para el fin último del autor.

En cuanto al mar como vía hacia el amor, paradójicamente, dentro del mismo capítulo II El
amor en el mar se localiza el poema XXVII:

¡Tan finos como son tus brazos

Son más fuertes que el mar!

Es de juguete
El agua, y tú, amor mío, me la muestras

Como una madre a un niño la sonrisa

Que conduce a su pecho

Inmenso y dulce…

En este poema el deseo del hablante lírico por encontrarse con su amada vence la hostilidad
y fuerza del mar, disminuyendo su poder, transformando su carácter obstaculizador en posibilidad,
en una vía que conduce, gracias a la influencia de la figura de Zenobia, al inmenso y dulce alimento
inmaterial del amor. Esto sucederá también en el fragmento del poema XXXIII Estrellas:

¡Estrellas!
¡Ahora voy, ahora voy!
- ¡El mar aquí sí que es camino! –

Cuando el estado emocional de Juan Ramón Jiménez es esperanzador y positivo el mar


adquiere la connotación de camino, así se evidencia en el poema anterior, en el que el autor ve en
el medio acuoso la forma de llegar a Zenobia, incluso mostrándose alegre, como también se
ejemplifica en Niño en el mar:

El mar que ruge, iluminando un punto


En su loco desorden,
Por el verde relámpago violento,
Me trastorna.
El niño que habla, dulce
Y tranquilo, a mi lado,
En la luz de la lámpara suave
Que, en el silencio temeroso
Del barco, es como una isla;
El niño que pregunta y que sonríe,
Arrebatadas sus mejillas frescas,
Todo cariño y paz sus ojos negros,
Me serena.
¡Oh corazón pequeño y puro,
Mayor que el mar, más fuerte
En tu leve latir que el mar sin fondo,
De hierro, frío, sombra y grito!
¡Oh mar verdadero;
Por ti es donde voy - ¡Gracias alma! –
Al amor!
Nuevamente, aunque el mar adquiere en el poema un tratamiento negativo, perturbando al
hablante lírico, surge la figura del niño que logra tranquilizarlo y recordarle que su viaje tiene un
sentido: encontrarse con su amor. Es ahí donde Juan Ramón Jiménez da gracias al alma, porque
el mar, quiéralo o no, tributa a que cumpla su objetivo.

CONCLUSIÓN

El contraste de los poemas analizados XXVI, XXVII, XXXIII, XLV ¡No! y Niño en el mar
evidencia el sentir de Juan Ramón Jiménez, que oscila entre la esperanza y la desesperación ante
un océano que puede ser interpretado como vía e impedimento hacia el amor, confirmando la
hipótesis del estudio. Las composiciones seleccionadas abordan uno de los ejes centrales de Diario
de un poeta recién casado: el afecto y lo complejo de la travesía en su búsqueda y encuentro.
Reflejando así el vínculo de los poemas con el significado global de la obra.

El mar Atlántico será entonces uno de los elementos del continente americano que permitió
a Juan Ramón Jiménez escribir los textos más significativos de su última época, puesto que formó
parte de las vivencias del autor. Estas experiencias actúan como enmarque de la obra y se relacionan
a su vez con otras imágenes y símbolos. El mar será el ámbito de unión espiritual, el conducto por
el cual el autor llegará a la esencia de sus propias creencias en cuanto al universo y a su papel
dentro del mismo y será también un cómplice o enemigo en su viaje hacia el encuentro de Zenobia
Camprubí.
Bibliografía

Jiménez, J. R. (1916). Diario de un poeta recién casado. Madrid, España: Casa Editorial Calleja.

Palau, G. (2008). Poesía desnuda: ruptura y tradición. Alicante, España: Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes.

Pérez, C. (1978). El maro de E. A. Poe y su repercusión en Juan Ramón Jiménez. Extremadura, España:
Universidad de Extremadura.

Rienda, J.; Núñez Delgado, M. P. (2013). Una lectura funcional de Diario de un poeta recién casado.
Arbor, 189 (762).

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