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Telecomunicaciones - Historia y Conceptos Básicos

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Telecomunicaciones: Historia y Conceptos Básicos


Luis F. Rodríguez

Centro de Radioastronomía y Astrofísica, UNAM y

El Colegio Nacional

I. Introducción

Las telecomunicaciones (del prefijo griego tele, que significa "distancia" o "lejos", o sea "comunicación a
distancia") consiste en las técnicas, aparatos, y conocimientos que se utilizan para transmitir un mensaje desde un
punto a otro. La página electrónica de la Comisión Federal de Telecomunicaciones define más precisamente a las
telecomunicaciones como “toda transmisión, emisión o recepción de signos, señales, escritos, imágenes, sonidos o
informaciones de cualquier naturaleza por cable, radioelectricidad, medios ópticos u otros sistemas
electromagnéticos.”

Es en esta última definición que aparece la palabra clave en el concepto moderno de las telecomunicaciones: se
hacen mediante sistemas electromagnéticos. O sea, que si mando un mensaje mediante una paloma mensajera o le
grito a mi vecino desde mi casa, estos dos ejemplos ya no contarían modernamente como telecomunicaciones.
Curiosamente, la transmisión mediante señales de humo o mediante espejos, si contarían como telecomunicaciones
porque estaríamos usando a la luz (que es un medio electromagnético) para transmitir la información. El número de
actividades que cae dentro del rubro de las telecomunicaciones es cada vez más grande: tanto el teléfono común
como el celular, las estaciones de radio y televisión, el Internet, la radioastronomía, etc.

Entonces, un primer acercamiento serio a las telecomunicaciones implica un conocimiento de que son los medios
electromagnéticos o más precisamente, que son las ondas electromagnéticas (que son los “medios” a los que se
refiere la definición de la Comisión Federal de Telecomunicaciones).

II. Las ondas electromagnéticas

El ser humano tenía ya conocimiento de dos fuerzas, la eléctrica y la magnética, que a través del tiempo le
parecieron no tener relación clara. La fuerza eléctrica era ya conocida por los antiguos griegos, quienes sabían que
si uno frotaba una barra de ámbar con un paño, la barra atraía a objetos livianos como una plumita. Ahora sabemos
que la materia normal está constituida de partículas cargadas negativamente (los electrones) y de partículas
cargadas positivamente (los protones). Normalmente, las cosas están “neutras” (tienen tantos electrones como
protones), pero al frotarlas, por ejemplo nuestro cabello seco con un globo de plástico, el globo gana un exceso de
electrones y queda cargado negativamente mientras que el cabello los pierde y queda cargado positivamente.
Finalmente, como las cargas eléctricas opuestas se atraen (y las iguales se repelen), encontramos que el globo atrae
y nos para los pelos (ver la Figura 1). Como estos efectos se observaron primero en el ámbar, la palabra electrón
significa ámbar en griego.

Por otro lado, estaba la fuerza magnética, la cual también era conocida desde los antiguos griegos y se producía por
minerales como la magnetita (ver la Figura 2), que son imanes naturales y atraen a ciertos metales. Cuenta la
leyenda que el término de magnetismo viene de que el fenómeno lo observó por primera vez un pastor griego de
nombre Magnés, aunque otros piensan que el nombre viene de la ciudad de Magnesia, en lo que ahora es Turquía,
donde se encuentra mucha magnetita. La fuerza magnética parece, a primera vista, ser de naturaleza muy distinta a
la eléctrica. Por ejemplo, la fuerza eléctrica no atrae a un metal conductor, mientras que la fuerza magnética si lo
hace.

Pero con el paso del tiempo quedó claro que la electricidad y el magnetismo están en realidad profundamente
relacionadas. En 1820, el danés Hans Christian Oersted notó que la corriente eléctrica (algo eléctrico) en un cable
afectaba a un imán cercano (algo magnético). Poco después, el inglés Michael Faraday demostró que una fuerza
magnética variable (como la producida al acercar y alejar un imán) producía una corriente eléctrica en un alambre
cercano. La unificación de estos conceptos sueltos ocurrió hasta 1864, cuando el físico escocés James Clerk
Maxwell (ver la Figura 3) sintetizó todos los experimentos anteriores en la llamada teoría del electromagnetismo.

En términos sencillo, la teoría del electromagnetismo nos dice lo siguiente. La fuerza “primaria”, por decirlo así, es
la fuerza eléctrica que existe entre las partículas cargadas. Pero si existe movimiento entre estas partículas aparece
la fuerza magnética. Más aún, una fuerza eléctrica variable en el tiempo (como la que se produciría si sacudimos a
un electrón) producirá una fuerza magnética también variable en el tiempo. Pero a su vez, esta fuerza magnética
variable producirá una fuerza eléctrica variable y así sucesivamente, de modo que del electrón original se
“desprendían” estas fuerzas que viajaban por el espacio. A este algo que viaja por el espacio, se le conoce como
una onda electromagnética (porque contiene fuerzas tanto eléctricas como magnéticas). En otras palabras,
sacudiendo un electrón generamos ondas electromagnéticas que viajan por el espacio. Estas ondas contienen
fuerzas que, a distancia, pueden hacer que un electrón lejano se sacuda en respuesta a los movimientos del primer
electrón (ver la Figura 4). Podemos entonces transmitir información por el espacio gracias a estas ondas
electromagnéticas.

Obviamente, algo muy importante era determinar a que velocidad se movían estas nuevas ondas. La teoría de
Maxwell (expresada a través de sus cuatro famosas leyes) permitía calcular cual era esa velocidad. Cuando
Maxwell encontró que esa velocidad era precisamente la velocidad de la luz (300,000 kilómetros por segundo) se
dio cuenta de que las ondas electromagnéticas eran un fenómeno general: la luz misma era un ejemplo de ondas
electromagnéticas. Esta gran velocidad es una de las ventajas de las ondas electromagnéticas: su velocidad es la
más grande que se puede alcanzar en la Naturaleza, nada puede ir más rápido que la luz. En contraste, la velocidad
del sonido es tan sólo de 0.34 kilómetros por segundo.

La predicción de Maxwell de que existían ondas electromagnéticas (además de la luz) la comprobó


experimentalmente el físico alemán Heinrich Hertz, quien en 1888 construyó en Berlín equipos que le permitieron
transmitir y detectar ondas de radio (otra de las variedades de las ondas electromagnéticas) de manera inalámbrica
por primera vez. Hertz demostró que las ondas de radio se mueven a la velocidad de la luz, y que era posible
lograr que los campos eléctricos y magnéticos se desprendieran de los alambres y viajaran libremente por el
espacio en forma de ondas electromagnéticas.

Uno de sus estudiantes le preguntó sobre el posible uso práctico de su descubrimiento. Hertz contestó: “No sirve
para nada. Es sólo un experimento que prueba que Maxwell, el maestro, estaba en lo correcto. Simplemente
tenemos estas misteriosas ondas electromagnéticas que no podemos ver con el ojo. Pero ahí están”. Hertz era un
gran científico, pero obviamente no alcanzó a imaginar la gran utilidad y valor comercial que tendrían las ondas de
radio.

III. Anatomía de una onda

De un modo u otro, todos estamos familiarizados con las ondas. Una ola en el mar, el sonido, la “ola mexicana”
que hace la gente en los estadios deportivos, son todos ejemplos de ondas. Una onda está caracterizada por tres
parámetros fundamentales (ver la Figura 5). La amplitud de la onda es que tan alto llegan los picos de la onda. A
mayor amplitud, mayor energía es transmitida. El segundo parámetro (ver la Figura 5) es la longitud de onda, que
es la separación que existe entre dos picos consecutivos de una onda. Finalmente, tenemos la velocidad a la que se
propaga la onda, que como hemos dicho, en el caso de las ondas electromagnéticas es la velocidad de la luz. Estos
dos últimos parámetros, la longitud de onda y la velocidad, nos dan otro parámetro que a veces es más conveniente
utilizar: la frecuencia de la onda. La frecuencia es el número de picos que pasan por un punto dado por segundo. A
mayor velocidad y menor longitud de onda es mayor la frecuencia, de modo que ésta queda definida como
La frecuencia se acostumbra dar en unidades de ciclos por segundo (también conocidos como Hertz, en honor al
físico que transmitió y detectó por primera vez ondas de radio y que mencionamos anteriormente).

IV. El espectro electromagnético

De acuerdo a su longitud de onda (o lo que es lo mismo, a su frecuencia, que está relacionada de manera biunívoca
con la longitud de onda), las ondas electromagnéticas pueden caer en seis grandes ventanas (ver la Figura 6), que
en orden de menor longitud de onda (o sea, mayor frecuencia) a mayor longitud de onda (o sea, menor frecuencia)
son las bandas de los rayos gama, los rayos X, la radiación ultravioleta, la luz visible, las ondas infrarrojas y las
ondas de radio. Todas estas distintas formas de las ondas electromagnéticas obedecen las leyes de Maxwell y en el
fondo son la misma cosa, aunque en detalle son distintas. Estas ventanas eran (con la excepción de la luz visible)
prácticamente desconocidas para el público a principios del siglo XX. Pero ahora, ya forman parte de nuestra vida
diaria, aún cuando sólo podemos “ver” con nuestros ojos a la luz. Los rayos gama y los rayos X son de gran
utilidad en la medicina. La radiación ultravioleta es la que broncea nuestra piel al exponernos al Sol. Las ondas
infrarrojas son las que transmiten el calor de un objeto caliente. Finalmente, las ondas de radio son utilizadas
profusamente en distintos aspectos de las telecomunicaciones.

Quizá el lector se preguntará, ¿porqué si todas estas ondas viajan a la velocidad de la luz, le hemos dado
preferencia a las ondas de radio para las telecomunicaciones? Parte de la respuesta está en que la energía que hay
que darle a las ondas para que existan es proporcional a su frecuencia, de modo que las ondas de radio son las de
menos energía, las más baratas de producir. Más aún, las ondas de más alta frecuencia (rayos gama, rayos X, y
radiación ultravioleta) son dañinas para la materia viva (tienen tanta energía que pueden romper partes de la célula
o del material genético) y no va uno a estar transmitiendo ondas que son dañinas. La luz es una buena posibilidad,
pero hay tanta luz natural (la producida por el Sol) que es difícil transmitir y recibir luz sin “interferencia” de la luz
natural. Por otro lado, existen ya las fibras ópticas, que transmiten luz y radiación infrarroja de manera muy
eficiente y que cada vez se usan más en las telecomunicaciones, si bien estas telecomunicaciones no son por el
espacio libre (inalámbricas) sino a través de la fibra, en lo que podemos llamar una comunicación “alámbrica”.
Este término no es muy común, pero no pude encontrar una mejor manera de referirme a este tipo de
comunicación.

V. Alámbrico versus inalámbrico

Comentábamos que las ondas electromagnéticas pueden transmitirse por el espacio libre (de manera inalámbrica) o
bien a través de un cable o una fibra óptica (de manera alámbrica). Obviamente, uno anticipa que va a haber más
problemas de corte legal en la transmisión inalámbrica (porque en principio el espacio es de todos), que en la
transmisión alámbrica (en la que una compañía puede ser propietaria del medio a través del cual se hace la
transmisión.

De hecho, históricamente se realizaron transmisiones alámbricas antes de que Hertz lograra la transmisión
inalámbrica de las ondas electromagnéticas. Esto no es de sorprenderse, porque es más fácil logran una transmisión
alámbrica que una inalámbrica. En 1849 Samuel Morse (ver la Figura 7) solicitó una patente para el telégrafo, que
a través de cables metálicos permitía la transmisión de puntos y rayas que codificaban a las letras (el código
Morse) y así, la transmisión de palabras. Para los jóvenes este modo de telecomunicación es ya desconocido, pero
la mayoría de los adultos en algún momento de nuestra vida mandamos telegramas.

La patente del telégrafo por Morse fué quizá el primer ejemplo en el que las telecomunicaciones y la jurisprudencia
se encontraron de manera importante. En Estados Unidos su patente no había sido reconocida hasta que en 1853 el
caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de ese país. Después de detalladas investigaciones, se reconoció que
Morse había sido el primero en combinar los componentes eléctricos en una configuración que permitía un
telégrafo práctico.
A fines del siglo XIX el mercado del telégrafo había crecido de manera importante y se le consideraba “el sistema
nervioso del comercio”. En 1874 Alexander Graham-Bell (ver la Figura 7), un científico e inventor nacido en
Escocia que luego se naturalizaría como estadunidense, comenzó a preguntarse si no sería posible transmitir,
usando los cables que se habían tendido por todo el mundo para la telegrafía, ya no solo los fríos puntos y rayas del
código Morse, sino la cálida voz humana. Al año siguiente, en 1875, logró transmitir a través de los alambres entre
dos cuartos de su laboratorio el famoso mensaje a su ayudante: “Señor Watson, venga acá, necesito verlo”. Al año
siguiente patentó el invento y en 1877 un financiero bostoniano, Gardiner Greene Hubbard, fundó la conocida
Compañía Telefónica Bell (Bell Telephone Company) en la que Graham-Bell participaba de manera importante.
Con el tiempo, la Compañía Telefónica Bell se vería envuelta en gran número de litigios legales sobre prioridades
en la telefonía y finalmente Graham-Bell renunció a ella para poder dedicarse en paz a su investigación.

VI. La comercialización de las telecomunicaciones inalámbricas

La telegrafía y la telefonía, como fueron originalmente implementadas, requerían de una conexión de cable
metálico. Pero una vez que Hertz demostró que esta transmisión también podía hacerse por el espacio,
inalámbricamente, varios inventores se abocaron a la construcción de un sistema práctico que permitiera la
comercialización de las telecomunicaciones inalámbricas. De nuevo, esta historia que supuestamente debería de
estar dominada por aspectos científicos y técnicos, se vió matizada por muchos otros factores.

Al parecer, fue el enigmático inventor serbio-estadunidense Nikola Tesla (ver la Figura 8) quien desde 1893
comenzó a utilizar uno de sus descubrimientos “la bobina de Tesla” para transmitir ondas electromagnéticas a
través de distancias cada vez mayores. Para 1897 ya había logrado transmisiones exitosas a lo largo de 50
kilómetros. Pero Tesla no se preocupó sino hasta 1900 por patentar estos descubrimientos y el crédito del
descubrimiento de la radio va al italiano Guglielmo Marconi (ver la Figura 9), quien comenzó a experimentar en
1894 y para 1897 patentó un sistema de transmisión y recepción en los Estados Unidos. Además, Marconi fundó
una compañía en 1897, la Compañía de Telegrafía y Señales Inalambricas (Wireless Telegraph & Signal Company)
para comercializar sus inventos. En 1901 logró una transmisión inalámbrica a través del Océano Atlántico, de
Inglaterra a Canadá.

La fama de Marconi se fué a los cielos en 1912, en relación con el hundimiento del trasatlántico Titanic. Este
buque llevaba un equipo de telegrafía inalámbrica de la compañía de Marconi y esto le permitió transmitir una
señal de auxilio que permitió el rescate de los sobrevivientes del naufragio.

El debate sobre la prioridad de la transmisión inalámbrica no sólo involucra a Tesla y a Marconi, sino a otros
inventores de la época que habían realizado experimentos relacionados. Al parecer, Tesla fué el primero en patentar
dispositivos transmisores y receptores de ondas de radio que eran prácticos, en 1900. Pero en 1904, por razones
comerciales, la Oficina de Patentes de EUA revertió su decisión original y le confirió a Marconi una patente para la
invención de la radio. En 1943, la Suprema Corte de Justicia de los EUA, revirtió la decisión de la Oficina de
Patentes y decidió: “La reputación de Marconi como el primero en lograr exitosamente transmisiones de radio se
basa en su patente original (No. 11,913), y no cuestionamos esto acá. Esta reputación, sin embargo, no lo acredita
para patentar cada mejora posterior en el campo de la radio. Los casos de patente deben de decidirse no por la
reputación de los litigantes, sino por el estudio cuidadoso de las respectivas presentaciones y pruebas”. Esto
regresó parte del crédito a Tesla (quien había muerto a principios de 1943 y no recibió esta satisfacción en vida).
En realidad, la decisión de la Suprema Corte de Justicia estaba influenciada porque estaban en medio de la
Segunda Guerra Mundial y Marconi era pro-fascista (amigo personal de Mussolini) y con esto le restaban regalías
a la compañía de Marconi.

VII. Radio AM y radio FM

La comercialización de la radio ocurrió rápidamente y para 1920 había varias estaciones comerciales de radio que
transmitían en distintos países del mundo música, noticias, y naturalmente comerciales. En México la primera
estación comercial (la XEH) comenzó a transmitir en 1921 en la ciudad de México. Estas estaciones pioneras
transmitían en la banda de radio AM (amplitud modulada) que en la actualidad tiene asignada la banda que va de
520 kHz a 1,710 kHz (un kHz en un kiloHertz o mil ciclos por segundo). La famoso XEW, la Voz de la América
Latina desde México transmitiendo a 900 kHz, fue fundada por Emilio Azcárraga e instalada por el Ingeniero José
Ruiz de la Herrán Ipao, iniciando sus operaciones en 1930.

Para llevar música o palabras, la señal de radio transmitida tiene que ser “modulada”, esto es debe de llevar
superpuesta la información que queremos transmitir. Originalmente, esta modulación se hacía cambiando la
amplitud de la onda (ver la Figura 9). Esto tiene una desventaja: las fuentes de ruido natural (por ejemplo, los
relámpagos), producen variaciones en la amplitud de la onda transmitida y contribuyen con ruido en la recepción
(todos hemos experimentado como los relámpagos se “escuchan” en el radio AM).

En 1933 un inventor genial estadunidense que se llamó Edwin H. Armstrong (ver la Figura 10) inventó una forma
alternativa de modular las señales de radio que minimizaba el ruido de las fuentes naturales. En lugar de modular la
amplitud, Armstrong propuso modular la frecuencia de la onda (de ahí el nombre de FM o frecuencia modulada).
Este tipo de modulación se muestra en la Figura 9. Como las fuentes de ruido natural no modifican la frecuencia,
este tipo de transmisión es más “limpio”. Armstrong inventó ingeniosos circuitos que eran la delicia de los
radioaficionados (y de los compañias constructoras de equipos de radio), entre ellos el circuito regenerativo y el
circuito superheterodino. Trágicamente, se vió involucrado (como parece ser la regla con los grandes inventores)
en litigios legales sobre patentes, en este caso en contra de la poderosa RCA (Radio Corporation of America).
Deprimido por esto y por la falta de aceptación que al principio tuvo la radio FM, el 31 de enero de 1954, escribió
una carta de despedida para su esposa Marion y se vistió con su mejor traje, cubriéndose además con abrigo,
bufanda, sombrero y guantes. Luego caminó a la ventana de su departamento en el piso 13 de un edificio en Nueva
Cork y se suicidó arrojándose al vacío. Su esposa continuó los litigios y a fines de ese mismo año logró un acuerdo
en el que recibió un millón de dólares de la RCA para que la compañía continuara usando los inventos de
Armstrong.

Le tomó tiempo a la radio FM el ganar mercado por varias razones. Cuando se le ocurrió la idea a Armstrong
(1993), los equipos transmisores de AM en el mundo estaban recién instalados y no se les había explotado
comercialmente, por lo tanto nadie estaba dispuesto a reemplazarlos por un nuevo sistema. Ya no digamos el miedo
que tenían los nuevos empresarios de la radio en pedirles a los oyentes que cambiaran su radio AM por un radio
FM (estos equipos eran comparativamente caros en aquellas épocas). Para terminar de complicar las cosas, al poco
tiempo inició la Segunda Guerra Mundial que hizo que los recursos se canalizaran a otro tipo de desarrollos
técnicos. No fue sino hasta 1990 en que el número de estaciones comerciales de FM superó al de estaciones
comerciales de AM en los EUA.

Es muy educativo comparar a la radio AM con la radio FM. La radio AM tiene asignada la banda de 520 a 1,710
kHz, mientras que la radio FM tiene asignada una banda a mayores frecuencias, de 87.5 a 108.0 MHz. Esto
inmediatamente nos indica otra ventaja de la radio FM: hay más “ancho de banda” disponible, 1.19 MHz en AM
versus 20.5 MHz en FM, o sea la banda de FM tiene un ancho total aproximadamente 20 veces mayor que la de
AM.

Esto permite darle sólo 10 kHz de ancho de banda a las estaciones de AM, mientras que se le dan 200 kHz de
ancho de banda a las estaciones de FM. Un principio fundamental de las telecomunicaciones es que a mayor ancho
de banda, más información podemos transmitir por segundo. En el caso de la radio FM, el mayor ancho de banda
permite transmitir una señal que tienen más componentes de frecuencia que en radio AM y es por esto que la
primera se oye “mejor”. La radio AM tiene que “truncar” los componentes de baja y alta frecuencia del sonido para
poder acomodar su señal en los angostos 10 kHz asignados.

Obviamente, si queremos transmitir video además del audio, necesitamos un mayor ancho de banda y por esto las
estaciones de TV tienen asignado 6,000 kHz, 30 veces lo que una estación de FM y 600 veces lo que una estación
de AM. Esto nos lleva a discutir el siguiente avance en el campo de las telecomunicaciones comerciales: la
televisión.

VIII. Televisión
Con el desarrollo de la radio en la primera mitad del siglo XX, proporcionando la posibilidad de transmitir voz y
música por el aire, muchos inventores comenzaron a preocuparse de la siguiente etapa: transmitir la imagen en
movimiento, de igual manera que como se veía en el cine. A diferencia de la radio, cuyos pioneros fueron un
puñado de inventores, en el desarrollo de la televisión a través de los años estuvieron involucradas muchas
personas. Quizá la idea básica de la televisión moderna la tuvo por vez primera en 1921 el estadunidense Philo
Farnsworth. Este inventor se dio cuenta de que, con la electrónica conocida ya en esa época, era posible lograr que
un haz de electrones barriera repetidamente una pantalla para producir una imagen que se actualizaba decenas de
veces por segundo. Como en el cine, en el que las imágenes de renuevan 24 veces por segundo, esto daba la
impresión de un movimiento continuo y suave.

En la actualidad, los televisores en México tienen 525 líneas que se renuevan 30 veces por segundo. La nueva
moda es la televisión digital de alta definición, en la que se cuenta con aproximadamente el doble de líneas (1080).
Esto proporciona una imagen con más detalle.

Nuestro país contó con un importante ingeniero, Guillermo González Camarena (ver la Figura 11), quien no sólo
introdujo la televisión a color en México, sino que logró patentar en 1942 en los EUA una versión de televisión a
colores. Era también aficionado a la astronomía y socio de la Sociedad Astronómica de México.

IX. La asignación del espectro de radio

El espectro de radio cubre desde 3 MHz (3,000,000 Hertz) a 300 GHz (300,000,000,000 Hertz). Esto suena como
un gran ancho de banda que daría cabida a muchos usuarios sin conflicto. Pero la realidad es otra y existe una
batalla continua por el uso del espectro de radio. Sus usuarios van desde los teléfonos celulares, las estaciones de
radio y televisión, los satélites de navegación, los radioastrónomos, la aviación y la navegación marítima, y
muchos otros usuarios. La asignación de frecuencia la hace la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU o
International Telecommunications Union) en sus Congresos Mundiales de Radiocomunicación (WRC), cada 3 o 4
años. México participa a través de la SCT y lleva las preocupaciones de los múltiples usuarios mexicanos.

La importancia comercial de las telecomunicaciones puede ejemplificarse tomando tan sólo el ejemplo de la
telefonía celular, que a nivel mundial tiene más de 3,000 millones de usuarios (la mitad de la población humana) y
es ahora un negocio de más de 200,000 millones de dólares anuales. En México hay 19 millones de usuarios de
telefonía fija y 71 millones de suscriptores de telefonía móvil.

En días recientes, la Comisión Federal de Telecomunicaciones implementó la llamada Portabilidad Numérica, la


cual es la capacidad de seleccionar a cualquier proveedor de telefonía sin la incomodidad de perder el número
telefónico que uno usaba (y por el que lo conocen a uno clientes y amigos). Esta es una medida aparentemente
inocente, pero que fomentará mucho la competencia, al no estar el cliente “atado” a tal o cual compañía con la
amenaza de que perderían su número si los dejan. Obviamente, conforme nuestro país avance económicamente, las
telecomunicaciones serán unos de los temas que ocuparán más el interés de científicos, legisladores, y público en
general.
Pies de Figura.

1. Si frotamos nuestro cabello con un globo, el cabello queda cargado negativamente y el globo positivamente, de
modo que se atraen.

2. Un pedazo de magnetita atrayendo a un clip metálico.

3. James Clerk Maxwell, su esposa Katherine y su mascota en 1869, pocos años después de que él creara la teoría
del electromagnetismo.

4. Panel superior: si sacudimos un electrón, éste transmite ondas electromagnéticas. Panel medio: estas ondas
viajan por el espacio a la velocidad de la luz (de hecho, la luz es una onda electromagnética). Panel inferior: al
pasar cerca de un segundo electrón, las ondas lo sacuden, produciéndose la recepción. Esta es una versión
esquemática del proceso de transmisión y recepción de ondas electromagnéticas. En un sistema real es un enorme
número de electrones el involucrado.

5. Parámetros que caracterizan a una onda, amplitud y longitud de onda.

6. Las ventanas del espectro electromagnético.

7. Samuel Morse (izquierda) y Alexander Graham-Bell (derecha), pioneros de la transmisión “alámbrica”, el


primero fue inventor del telégrafo y el segundo del teléfono.

8. Nikola Tesla (izquierda) y Guglielmo Marconi (derecha), pioneros de la transmisión inalámbrica de ondas de
radio.

9. Para que la señal electromagnética lleve información, es necesario modularla. Se modula o bien la amplitud
(izquierda) o bien la frecuencia (derecha) de la onda.

10. Edwin Armstrong y su esposa Marion, con el radio “portátil” que él le construyó como regalo de bodas.

11. El ingeniero Guillermo González Camarena, introductor de la televisión a color en México.

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