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Ensayo Economia Internacional Post Pandemia

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CARRERA: LICENCIATURA EN CIENCIAS ADMINISTRATIVA Y GERENCIALES

CATEDRA: FINANZAS Y ECONOMIA INTERNACIONAL


PERIODO: 2020 I TRIMESTRE XII
SECCIÓN: TP27
PROFESORA: LIC. MORELLA CHITTY

ENSAYO ECONOMIA INTERNACIONAL POST-PANDEMIA

Integrantes:

Rodríguez Paris, Lisetti María C.I.V-6.270.325

Caracas, Diciembre 2020


INTRODUCCION

En el contexto mundial, en el que la pandemia causada por el Covid-19 ha propiciado


una crisis de grandes dimensiones que afecta sobre todo a los sectores más vulnerables de
las sociedades.

El mundo ha sufrido un cambio radical, ahora estamos frente a una lúgubre realidad, en
la que el crecimiento exponencial del contagio significa que, en cuestión de pocos días, 100
personas infectadas pasan a ser 10.000.

Trágicamente, se están perdiendo muchas vidas humanas y el virus continúa


propagándose velozmente por el mundo. Tenemos una inmensa deuda de gratitud con los
profesionales médicos y los servicios de socorro de primera línea que están trabajando
infatigablemente para salvar vidas.

Se trata de una crisis sin precedentes. En primer lugar, el shock es enorme. La pérdida
del producto relacionada con esta emergencia sanitaria y con las consiguientes medidas de
contención eclipsa por completo las pérdidas que desencadenaron la crisis financiera
mundial. En segundo lugar, al igual que en una guerra o una crisis política, la incertidumbre
reinante en torno a la duración y la intensidad del shock es persistente y severa. En tercer
lugar, en las actuales circunstancias, la política económica ha de desempeñar un papel muy
diferente. En crisis normales, las autoridades encargadas de las políticas procuran impulsar
la actividad económica estimulando la demanda agregada lo más pronto posible. Esta vez,
la crisis es consecuencia en gran parte de las necesarias medidas de contención. Esto
significa que estimular la actividad es una tarea aún más complicada y, al menos en el caso
de los sectores más afectados, ni siquiera es algo recomendable.

Según las proyecciones, el Gran Confinamiento, como cabría denominarlo, provocará


una drástica contracción del crecimiento mundial. Para 2021 se proyecta una recuperación
parcial, con tasas de crecimiento superiores a la tendencia, pero con un nivel del PIB que
permanecerá por debajo de la tendencia previa al virus, y con mucha incertidumbre en
cuanto al vigor de la recuperación.

Pese a la gravedad de las circunstancias, hay muchas razones para el optimismo. En


países que han sufrido brotes importantes, la incidencia de la enfermedad ha disminuido
tras la adopción de estrictas prácticas de distanciamiento social. El ritmo sin precedentes al
que avanzan las investigaciones sobre tratamientos y vacunas también es motivo de
esperanza.

Las rápidas e importantes medidas de política económica adoptadas en muchos países


ayudarán a proteger a las personas y a las empresas, evitando así dificultades económicas
más severas y sentando las bases para la recuperación.

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ANALISIS

Probablemente la única certeza sobre la crisis global causada por el coronavirus es que
no es un tema de corto plazo, sino que podrían pasar meses, e incluso años, antes de que
volvamos a algo parecido a la normalidad. Dependiendo de la duración y la profundidad de
la crisis económica, se producirán cambios fundamentales en las dinámicas de los
mercados, tanto de consumo como de producción. Se ha convertido en un lugar común
afirmar que el mundo no volverá́ a ser el mismo después de esta pandemia, tanto por los
impactos sanitarios y económicos, como por las políticas públicas sin precedentes que se
están diseñando e implementando a nivel mundial para mitigar los efectos del COVID-19.

En medio de la incertidumbre en la que nos encontramos debido a la aparición del


coronavirus, es muy difícil hacer estimaciones de crecimiento económico. Sin embargo,
más allá de números específicos que cambian constantemente, principalmente para peor, lo
cierto es que estamos ante una recesión global que pareciera ser muy profunda, pero
aparentemente de corto plazo, aunque dejará cicatrices. Hasta ahora, a nivel mundial, los
sectores más afectados han sido el automotriz, los servicios comerciales y profesionales, los
hoteles y el juego, la industria del entretenimiento, las ventas al detalle, la energía, y la
industria aeroespacial y de defensa. Por el contrario, hay algunos sectores que se han
desempeñado relativamente bien: bancos, seguros, almacenamiento y embalaje y servicios
online.

Estamos en territorio desconocido, donde los gobiernos han estado tomando decisiones
a un ritmo frenético, sin mucho tiempo para reflexionar o planear, enfrentándose a
decisiones morales complejas. La conexión entre macroeconomía y salud pública no es
evidente, lo que complica analizar todos los escenarios posibles, y las discusiones sobre
opciones de política macroeconómica se han centrado en los países desarrollados. Un tema
importante es cómo será la recuperación (se ha hablado de forma de V, W o L); no
obstante, dada la gradualidad de la desescalada, y la posible pérdida de capacidad

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productiva, pareciera que será lenta y probablemente no volvamos al mismo nivel de antes
de la pandemia antes de mucho tiempo.

América Latina no escapa a esta realidad, y esta crisis además llegó en un mal
momento. La región tuvo un desempeño económico mediocre en 2019, con un crecimiento
del Producto Interno Bruto (PIB) de apenas el 0,1%, según datos de la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL). Antes de la irrupción del COVID-19, la
expansión proyectada para la región en 2020 era un magro 1,3%, impulsada principalmente
por la recuperación de las dos mayores economías del continente, Brasil y México.
Adicionalmente, y a diferencia de lo ocurrido durante la crisis sub-prime, la región cuenta
con limitado espacio fiscal para llevar a cabo políticas contra cíclicas, y la sobreutilización
de la expansión monetaria y del endeudamiento pueden conducir a problemas de
sostenibilidad en el medio y largo plazo.

Esto acontece en un contexto de significativo descontento social en varios países de la


región y ante una frustración creciente de la población debido a la falta de oportunidades y
la desigualdad. De hecho, la pobreza y la desigualdad crecieron en los últimos tres años.
Según la CEPAL, al cierre de 2019, un 31% de los latinoamericanos se encontraba en
situación de pobreza (192 millones de personas), mientras que un 12% vivían en pobreza
extrema (72 millones). A pesar de que la inequidad se ha reducido en los últimos años,
América Latina es la región más desigual del mundo, con importantes problemas de
protección social a los más desfavorecidos. El retroceso en términos de reducción de la
pobreza, siendo especialmente preocupante la tendencia ascendente de la pobreza extrema.

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Los principales canales de transmisión de la crisis del COVID-19 hacia América Latina
son la caída en las exportaciones, tanto por la baja de los precios de las materias primas,
como de la demanda; la fuga de capitales buscando activos más seguros (especialmente
hacia EEUU), que ha causado devaluaciones de las monedas y problemas de
financiamiento de corto plazo; el desplome del turismo que afecta principalmente a
Centroamérica, el Caribe y México; el colapso de las remesas por la crisis global; y la
contracción tanto de la oferta como de la demanda de bienes y servicios debido a las
restricciones impuestas para controlar a la pandemia. Lo complicado de esta crisis es que la
región está acostumbrada a enfrentarse a choques externos; sin embargo, esta es la primera
vez que tiene que hacerlo ante tantos de manera simultánea.

La caída de las exportaciones en 2020 es dramática. Según la Organización Mundial de


Comercio (OMC) el comercio global se encuentra entre un 13% y un 32%, mientras que la
CEPAL estima que el valor de las exportaciones de América Latina y el Caribe se redujo
alrededor del 15%, tanto por la caída de precios (8,8%), como por la disminución de los
volúmenes exportados (6%). El desplome de los precios de las materias primas, y algunas
de ellas, como el petróleo, están en mínimos históricos, afectando a los productores y
exportadores de hidrocarburos de la región, como Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia,
Perú, Argentina y México.

Si partimos de que el choque negativo de la pandemia es principalmente de oferta,


causado por el confinamiento, pero que sus canales de transmisión van tanto por la
demanda como por la oferta (disrupciones en las cadenas de suministros), la política
macroeconómica keynesiana tradicional no tiene mayor efecto, puesto que incrementar el
gasto no estimula la producción. Esta tendrá más sentido en la fase de desconfinamiento.
Por otra parte, el hecho de que el primer impacto sea sobre el empleo y las empresas hace
más lenta la recuperación posterior. Por esto, en la fase de distanciamiento social, lo lógico
es mantener a flote a las familias y a las empresas, para que una vez que gradualmente se
vuelva a la normalidad, pueda haber gasto y producción. Esto es lo que han tratado de hacer

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la mayoría de los países de la región, a través de diversos programas de apoyo a las
familias, financiamiento a las empresas y respaldo a las pymes.

Otra consideración importante es que el coronavirus debe ser considerado una situación
coyuntural. Y, al igual que otras pandemias, debería disminuir bien por la inmunización de
la población, bien porque se desarrolla una vacuna u otros medicamentos para mitigar sus
efectos. Desde este punto de vista, tiene sentido que los gobiernos latinoamericanos creen
todo el espacio fiscal que sea posible en el corto plazo, pero siendo prudentes para
garantizar la sostenibilidad macroeconómica post-pandemia. Por ello, los gobiernos deben
permitirse flexibilizar algunas reglas con respecto a la balanza fiscal y al endeudamiento,
siempre dentro de lo razonable.

A pesar de la incertidumbre, lo deseable es estimar el período de confinamiento y la


gradualidad de la recuperación de la actividad económica, por ejemplo, maximizar el
endeudamiento por un período de aproximadamente 18 meses, utilizando una diversidad de
fuentes, entre ellas, los mercados domésticos de deuda, el apoyo de los bancos centrales y
el endeudamiento adicional de fuentes multilaterales como el FMI, el Banco Mundial, el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la CAF –Banco de Desarrollo de América
Latina–. Las prioridades para la utilización del espacio fiscal deberían ser, por una parte,
fortalecer los sistemas sanitarios, y por otra, proveer de ayudas a familia y empresas
afectadas. Tiene sentido posponer gastos no esenciales en el corto plazo, como nuevos
proyectos de infraestructura y redirigir los recursos a las prioridades en el sector salud y en
el apoyo a hogares y pymes.

A pesar de que América Latina no tiene la misma preparación sanitaria que la de los
países industrializados, tiene algunas ventajas en la lucha contra el COVID-19. La
estructura de edad de la población es mucho más joven que en la UE y EEUU. Mientras en
América Latina la media de edad es de 31 años, en la UE es de 43 años y en EEUU de 38
años. Dadas las características de esta pandemia, que es particularmente dañina para los
mayores, esto podría causar menos muertes y también menos pacientes con necesidades de

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cuidados intensivos en la región. Además, la región esta menos conectada
internacionalmente con respecto a los países desarrollados, y podría aprender de las buenas
y malas prácticas en la lucha contra el coronavirus, puesto que este ha llegado un poco más
tarde. Por otra parte, ha tenido que atender otras crisis sanitarias en el pasado, como las
causadas por el dengue, el chikungunya y el H1N1, entre otras, lo que le da cierta
preparación dentro de sus limitaciones.

Finalmente, hay buenas noticias desde el principal socio comercial de América Latina:
China. El país asiático comienza gradualmente a volver a la normalidad y algunos
indicadores muestran los primeros indicios de recuperación. Por ejemplo, las actividades de
manufactura y consumo han comenzado a repuntar, aunque los servicios lo hacen más
lentamente. Varios analistas esperan que China implemente varias medidas para acelerar la
recuperación, como una mayor expansión monetaria e incremento en la inversión en
infraestructura. Esto es positivo para América Latina, porque implican un incremento en la
demanda de materias primas y de sus precios, lo que beneficiará principalmente a los
exportadores de alimentos y de minerales de América del Sur, mitigando así el impacto que
tendrá el COVID-19. En el caso de México, Centroamérica y el Caribe, donde la
dependencia de EEUU es mayor, la recuperación podría ser más lenta.

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CONCLUSION

El fenómeno de la pandemia del coronavirus ha producido un choque negativo de oferta


que se ha transmitido a través de restricciones a la demanda (para controlar su
diseminación) y de cortes en las cadenas de suministros, agudizando el impacto sobre la
oferta. Está claro que esto producirá una recesión global, especialmente aguda en Europa y
EEUU. América Latina no escapa a esta realidad, pero tiene una serie de ventaja que
podrían causar que la recuperación económica sea más veloz que en otras partes del mundo,
principalmente en 2021.

Contar con una población relativamente joven, estar menos conectada


internacionalmente que la UE y EEUU, haber tomado medidas de contención relativamente
rápidas y estrictas, haber aprendido como gestionar choques económicos externos y
sanitarios a lo largo de las últimas décadas, tomar medidas para proteger a familias y pymes
utilizando los programas sociales ya existentes, y la recuperación de China, que impulsará
la demanda de materias primas y sus precios, hacen prever una recuperación económica
relativamente más acelerada en América Latina que en otras partes del mundo. Aunque hay
mucha incertidumbre, y probablemente es muy pronto para cantar victoria, lo cierto es que
en la mayoría de los países latinoamericanos se ha capeado la crisis sanitaria hasta el
momento y han comenzado a transitar las fases de desconfinamiento.

La economía política es la integración de factores políticos y económicos en nuestro


análisis de la sociedad moderna. Puesto que casi todos coincidirían en que la política y la
economía están intrincada e irremediablemente entrelazadas —la política incide en la
economía y la economía incide en la política— este enfoque parece natural. Ha demostrado
ser eficaz para entender a los gobiernos y las sociedades; también puede ser una poderosa
herramienta para aquellos interesados en cambiar los gobiernos y las sociedades. Las
autoridades deberían tener hoy en cuenta estas importantes lecciones al abordar la
pandemia de COVID-19.

8
BIBLIOGRAFIA

www.sela.org.crisis-económica-post-pandemia

www.cela.org.crisis-efectos-covid19

www.bancomundial.eventos >2020/08/la-económica-post-pandemia

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