Anclajes y Empalmes
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ANCLAJES Y EMPALMES.
CÁTEDRA: HORMIGÓN I.
Año 2002.
FACULTAD DE
INGENIERÍA.
UNIVERSIDAD NACIONAL
DE CUYO.
MENDOZA. ARGENTINA.
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Contenido.
5.1. INTRODUCCIÓN.
5.12. REFERENCIAS.
EL MATERIAL COMBINADO HORMIGÓN ARMADO.
5.1. INTRODUCCIÓN.
acero ADN-420 para fluencia (2x10-3 , que es similar al valor de deformación para
máxima tensión de compresión en el hormigón) se comprenderá que es imposible
postular ε c = ε s, en particular para estados donde el hormigón armado tenga
comportamiento francamente no lineal. Tal cual se expresó en el capítulo 1, en zonas
de alta sismicidad, las condiciones de diseño hacen que ciertas zonas críticas sean
inducidas a plastificar. En ese contexto, pueden aparecer fisuras de tracción multi-
direccionales por lo que las condiciones de adherencia se ven seriamente
deterioradas a menos que se comprenda el fenómeno y se adopten condiciones
especiales para el detalle y la construcción. Se ha dicho en varias oportunidades que
para tener comportamiento dúctil en el hormigón armado se deben evitar o demorar
al máximo posible dos tipos de fallas por ser frágiles: las de corte por un lado, y las
de adherencia y anclaje por otro.
Para las situaciones normales, y las extremas cuando actúa por ejemplo el
sismo severo, se debe admitir en el hormigón armado convencional (no
precomprimido) la formación de fisuras debidas a tracción. Si bien ε c no es igual a
ε s, la hipótesis de igualdad de deformaciones, a los efectos del diseño de las
secciones, puede admitirse como válida pues está ampliamente demostrado que da
buenos resultados. Sin embargo, se debe cuidar el diseño y detalle de modo que las
fisuras puedan considerarse como capilares (del orden de la décima de mm). Para
esto, en las condiciones de trabajo del material compuesto hormigón armado la
adherencia cumple un rol fundamental, y por ello la ref. [1] indica que el aspecto más
importante en el detalle de las estructuras de hormigón armado apunta a que las
condiciones de adherencia sean las más efectivas. Lamentablemente esto no es
muy comprendido en la práctica real, y en general se han prior izado los cálculos
numéricos de las secciones de hormigón armado antes que el diseño y detalle de las
mismas, de los elementos estructurales completos y de sus conexiones. Muchos
terremotos pasados han dado cuenta de falta de adecuados detalles de anclaje,
como los que se muestran en la Fig. 5.1(a) y (b), durante los terremotos de Loma
Prieta (1989) y San Fernando (1971), ambos en California, EEUU.
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Algunos autores, Ref.[2], hacen una distinción entre dos estados para el
comportamiento del hormigón armado: (i) Estado I: la zona traccionada no se
encuentra fisurada, y el hormigón contribuye a resistir la tracción; y (ii) Estado II:
cuando superado el valor máximo de deformación por tracción aparecen numerosas
fisuras, y entonces es la armadura la que debe resistir la tracción.
En la Fig. 5.2(a), por ejemplo, caso de tracción simple, se ve que para que se
transmita el esfuerzo T al bloque de hormigón es necesario que se desarrollen las
tensiones u en la longitud ld. Dos aspectos se hacen notar: primero que las tensiones
u no son uniformes a lo largo de ld, sino que varían de acuerdo a lo que luego se
explicará, y segundo que esas tensiones u existen porque sección a sección la
tensión de tracción fs en el acero varía desde un máximo en el extremo libre (donde
comienza el empotramiento) a cero al final de ld, por la transferencia de esfuerzos
que se hace hacia el hormigón. La distribución de tensiones fs y u es bastante
compleja, pero por el momento adviértase el fenómeno físico de transferencia de
esfuerzos. En la Fig. 5.2(b), caso de tracción por flexión, se observa que, dado que el
momento flector varía a lo largo del tramo de viga analizado, los esfuerzos de
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tracción varían también, de T a T+∆T, y por lo tanto existen tanto esfuerzos de corte
en el tramo de viga, como de corte por unidad de área en la interfase acero-
hormigón, es decir tensiones u, que restituyen el equilibrio interno.
q ∆f s Ab d b
u= = = ∆f (5.1)
∑o ∑o 4 s
Donde:
q = cambio de fuerza en la barra por unidad de longitud.
∑o = área nominal de la superficie de la barra por unidad de longitud.
db = diámetro nominal de la barra
∆fs = cambio en la tensión del acero por unidad de longitud.
Ab = área nominal de la barra.
T = A b fs = u ∑o ld (5.2a)
db
ld = fs (5.2b)
4u
u = ∆T / π db ∆x (5.3)
Algunos códigos, Ref. [3] sección 18.4, tabla 24, especifican valores
permisibles para las tensiones u, lo cual permite calcular, en función de otras
variables que luego se mencionarán, la longitud de desarrollo ld. Más adelante se
hará referencia a los requisitos que estipula el código ACI-318, Ref.[4], y la norma de
Nueva Zelanda, Ref. [5]. La tendencia actual de normas de hormigón armado en
nuestro país hace que sean estas dos últimas las normas que se aplicarán en el
futuro cercano. Para zonas sísmicas, además, ambas normas son las más
racionales de aplicación.
Fig. 5.3. (a) Vista longitudinal y Sección transversal; (b) Distribución de tensiones fs
en estado I; (c) Tensiones de tracción en el hormigón; (d) Tensiones de adherencia.
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Fig. 4.
distribución de
tensiones para el
estado II, hormigón
fisurado.
La Fig. 5.5
muestra un esquema
de fisuras principales,
secundarias y sentido
de las tensiones de
adherencia.
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Fig. 5. Deformación del hormigón entre fisuras y sentido de las tensiones de adherencia.
∆T = u ∑o ∆x (5.4a)
y se puede admitir que la fuerza interna de tracción T debe variar en la misma forma
que lo hace el momento externo M, por lo que entonces, siendo jd el brazo elástico
es:
∆M V
∆T = = ∆x (5.4b)
jd jd
de donde resulta:
V
u= (5.5)
jd ∑ o
Esta ecuación indica que cuando el grado de variación del momento flector
(esto es el esfuerzo de corte) es alto, las tensiones de adherencia resultarán
elevadas. Debe aclararse, sin embargo, que la ecuación 5.5 es muy simplificada y
sobre estima el valor real de las tensiones de adherencia. Esto es porque, tal cual
muestra la Fig. 5.7, la presencia de fisuras en el hormigón a intervalos discretos a lo
largo del elemento hace que aparezcan tensiones adicionales de adherencia debido
a la tracción que es posible que el hormigón aún pueda desarrollar entre las grietas.
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Es decir, hay cierta redistribución de las tensiones, por lo que la ecuación anterior es
muy conservadora.
Es de hacer notar que, aún cuando la fuerza de corte sea nula (por ser zona
de momento constante), se van a producir tensiones de adherencia debidas a la
variación de la fuerza de tracción en el acero. A tal respecto es interesante analizar la
Fig. 5.8, tomada de Ref.[2]. En esta figura, note que para el estado I no deberían
aparecer tensiones de adherencia en el tramo central, entre las fuerza P, pues como
no deberían aparecer fisuras, no hay razón para que las fuerzas en el acero varíen en
ese tramo. Sí aparecerán, tal cual se indican, en el estado II.
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Fig. 5.8. Distribución de tensiones en viga de hormigón armado para estados I y II.
5.3. NATURALEZA DE LA RESISTENCIA DE ADHERENCIA.
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P
u= (5.6)
∑ o.lv
donde en la figura, debe tomarse a u = τ1m. Lo correcto sería tomar una tensión
media tal que no modifique la fuerza efectiva de adherencia (resultante de los
diagramas de tensión).
Fig. 5.11. Ampliación del perfil de la superficie de barras lisas con cierto grado de
oxidación.
Cuando las barras redondas de acero liso son sometidas a los ensayos
standard de carga para determinar su comportamiento al arrancamiento, tal cual se
mostró en la sección anterior, la respuesta es la que muestra la Fig. 5.10. El
incremento de la resistencia de adherencia por rozamiento es poca, el diagrama
tiende a ser horizontal explicando de esta manera el fenómeno de deslizamiento que
se observa en el ensayo.
Fig. 5.13. Mecanismos de fallas en las nervaduras de barras conformadas. (a) cuando a/c
> 0.15, (b) a/c < 0.10.
a
vc ≈ fb (5.7)
c
Las nervaduras son normalmente, tal cual se muestra en la Fig. 14, del tipo
medialuna, paralelas entre sí e inclinadas con respecto al eje de la barra, pues se ha
demostrado que frente a las del tipo anulares y nervios perpendiculares al eje de la
barra, tienen un mejor comportamiento frente a la fatiga y cargas cíclicas.
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Uno de los aspectos más influyentes de una buena adherencia está asociado
a el desarrollo de fisuras. Esto depende fuertemente de la relación resistencia de
adherencia vs. deslizamiento, la que es función como se vio de las distintas
configuraciones de barras y, como se verá, de las diferentes situaciones tanto en
relación a los esfuerzos como a la posición de la barra dentro del hormigón.
La Fig. 5.16 muestra tres casos diferentes de efectos de capas con poros en
el hormigón y los efectos en la respuesta en términos de deslizamiento. Los
comportamientos son diferentes aunque se tienda a alcanzar la misma relación de
carga última. Se nota claramente la ventaja que tiene la barra en posición vertical.
Fig. 5.17. Relación carga vs. deslizamiento para una barra diámetro 16 mm de
acero lisa en distintas posiciones y con distinto grado de oxidación superficial.
Fig. 5.18. Ejemplos para determinar si las barras de la armadura quedan ubicadas
en zonas de adherencia favorable (zona I) o desfavorable (zona II).
La Fig. 5.20, ref. [2], muestra la influencia del diámetro de la barra sobre la
tensión media de adherencia.
Fig. 5.19. Influencia de la superficie nervurada relativa, fr, sobre el valor de cálculo de la
resistencia de adherencia relativa, τ1r, para la longitud de anclaje lv = 10 db = 10 de
constante.
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Fig. 5.20. Influencia del diámetro de la barra de = db sobre la tensión media de adherencia
relativa, para ∆= 5x10-3 , fr = 0.065, lv=14cm, βw =f´c = 22.5 MPa.