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La Geopolítica de La Rusia Postsoviética

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LA GEOPOLÍTICA DE LA RUSIA POSTSOVIÉTICA:

DESINTEGRACIÓN, RENACIMIENTO DE UNA


POTENCIA Y NUEVAS CORRIENTES DE
PENSAMIENTO GEOPOLÍTICO
Silvia Marcu
Doctora en Geografía. Instituto de Economía y Geografía del CSIC
silvia@ieg.csic.es

Recibido: 9 de enero de 2007. Devuelto para revisión: 1 de febrero de 2007.


Aceptado: 5 de junio de 2007

La geopolítica de la Rusia postsoviética: desintegración, renacimiento de


una potencia y nuevas corrientes de pensamiento geopolítico (Resumen)

El sistema bipolar de la guerra fría, que culminó con la desintegración soviética,


fue sustituido por una realidad geopolítica completamente nueva, marcada por
la hegemonía americana y el posterior declive del Estado ruso. Durante los
últimos años, Moscú reafirmó sus ambiciones de superpotencia, generando
múltiples tensiones en un mundo que vive profundas transformaciones. Como
consecuencia del trauma de la desmembración y de los conflictos territoriales,
en Rusia nacieron nuevas corrientes de pensamiento geopolítico.

El artículo aborda la geopolítica de Rusia y la problemática vinculada a los


países del espacio postsoviético con su cortejo de conflictos territoriales.
Analiza las principales escuelas geopolíticas rusas de la década de los noventa
y el pensamiento geopolítico actual reflejado en algunos de sus más
representativos exponentes. Se observa como el pensamiento plasmado en
obras geopolíticas influye, paulatinamente, en la estrategia actual y en el futuro
de la política rusa.

Palabras clave: Rusia, corrientes geopolíticas, desintegración, potencia,


Eurasia.

The geopolitics of post Soviet Russia: disintegration, Renaissance of a


power and new currents of geopolitical thought (Abstract)

The bipolar system of the cold war that culminated with the Soviet disintegration
was replaced by a completely new geopolitical reality, marked by the American
hegemony and the later declivity of the Russian State. During the last years,
Moscow reaffirmed its ambitions of superpower, generating multiple tensions in
a world marked by deep transformations. As a result of the trauma of the
dismemberment and the territorial conflicts, in Russia new currents of
geopolitical thought were born . The article approaches the geopolitics of
Russia, and fhe problematic linked to the countries of the post Soviet space with
its courtship of territorial conflicts. It analyzes the main Russian geopolitical
schools of the Nineties and the present geopolitical thought reflected in some of
his more representative exponents. It is observed how the thought shaped in
geopolitical works influences, gradually, in the present strategy and the future of
the Russian policy.

Key words: Russia, Geopolitical currents, disintegration, power, Eurasia.

“- Para mover Rusia, hay que mover su corazón, es lo que tiene que aprender
el Occidente. El corazón, no la mente. Inspiración, empatía, deseo, energía,
cuatro elementos surgidos del corazón. Nosotros no somos ni alemanes ni
ingleses. Formamos parte de la sagrada Rusia, te lo digo yo, que me considero
un europeo como tú.

-¿Eres, pues, de los que sostienen que Rusia tiene un destino especial, distinto
del reservado al resto de Europa, de ese grupo al que llaman eslavófilo?

-Sí, y te aseguro que esta es la única salida.”

Rusos, Edward Rutherfurd

El colapso del bloque soviético y la desintegración de la Unión Soviética


constituyen, probablemente, la más amplia ruptura que se produjo en la historia
moderna. Tras más de 16 años desde este cambio abrupto, con el telón de
fondo de los conflictos y de las tensiones que se viven actualmente, ¿cuál es el
papel de Rusia? ¿Cómo percibe al territorio que hace poco formaba parte de su
imperio? ¿Qué estrategias busca en relación con el mundo actual? ¿Qué
objetivos tiene y por qué medios piensa alcanzarlos?

A estas preguntas – cada vez más urgentes – nos proponemos contestar a lo


largo de este artículo utilizando como instrumento de ayuda la geopolítica,
ciencia que estudia, de modo primordial, la influencia del factor geográfico
sobre el lugar que ocupa un país en el mundo, llamada por los soviéticos
“ciencia burguesa y profundamente reaccionaria”, censurada durante décadas
en la gran capital de la dictadura totalitarista.

Al tratar el complejo tema de las corrientes de pensamiento ruso, pocos han


sido los análisis que se llevaron a cabo durante las últimas décadas.

En España, en el marco de los estudios de pensamiento geográfico, señalamos


la importante obra del profesor Horacio Capel Filosofía y ciencia en la
Geografía contemporánea que, en su sexto capítulo dedicado a “La Geografía
rusa y la Europa Oriental”, destaca la identidad de las corrientes geográficas
rusas comenzando con las expediciones y viajes, y continuando con la
institucionalización de la geografía como ciencia universitaria en el siglo XIX. El
autor presenta las figuras del pensamiento geográfico ruso, como Plejanov[1] o
Krasnov[2] (Capel, 1981).

Más tarde, la profesora rusa Marina Frolova intentó mostrar en uno de sus
artículos escritos en español[3], la especificidad de la evolución de la geografía
y de los geógrafos rusos durante el siglo XX (Frolova, 2002).
Después de la caída del totalitarismo, en su intento de identificar los grupos de
pensamiento geopolítico de la Rusia post soviética, los observadores y
analistas extranjeros recurrieron en sus análisis a varias dicotomías: los
clasifican en occidentalistas y eslavófilos, reformistas y reaccionarios, liberales
y conservadores, demócratas y comunistas[4]. Si la dicotomía reformistas-
reaccionarios ayuda a comprender las fuerzas que están detrás de las reformas
de orden político o económico, se queda obsoleta si pasa al terreno geopolítico
y a la política exterior. La clasificación en occidentalistas y eslavófilos tenía más
validez en los siglos XIX y XX, pero ya no se adapta al siglo XXI que llegó
plagado de cambios en el escenario internacional.

¿Cuál sería entonces la mejor clasificación? Martín Wight[5], en el espíritu de la


escuela británica, observó que existen tres tradiciones entre los estudiosos de
la geopolítica y de las relaciones internacionales: los “realistas” (que enfatizan
el concepto de “anarquía internacional” representados por Hobbes[6],
Maquiavelli[7] y Locke[8]), los “racionalistas” (que se centran en la cooperación,
diálogo e interacción internacional representados por Hugo Grotius) y los
“revolucionarios”(preocupados por la sociedad internacional y por la unidad
moral, representados por Kant[9]) (Wight, 1993).

Este esquema clásico puede ofrecer explicaciones referidas a las


confrontaciones que tienen lugar en el interior del sistema político, pero según
analistas rusos[10], para conocer la problemática rusa de modo más profundo,
la aproximación se tiene que realizar desde la realidad misma, desde el mismo
modo de percepción de Rusia, tal como ella se percibe a sí misma, no como
nos gustaría percibirla[11]. En otras palabras, conviene mirar a Rusia tal como
la miran los propios rusos. O intentarlo. Por ello, consideramos que una
perspectiva geopolítica desde el interior de Rusia, desde el pensamiento de los
geopolíticos rusos puede ofrecer una nueva visión para el análisis, que, a su
vez, podría responder a muchas preguntas que se plantean los analistas y
especialistas en el complejo mundo actual.

Por ello, nuestro principal objetivo es presentar y analizar las corrientes


de pensamiento de la Rusia postsoviética, tras el desplome de 1991 y la
rápida desmembración del gran territorio en varias repúblicas
independientes, cada una con su específica problemática y tendencias
para el futuro. Se analiza el contexto geopolítico de Rusia, la relación y las
estrategias que lleva a cabo en relación con los países de su “vecindad
apropiada”. Se presentan los conflictos que aparecieron tras la caída de
la URSS para que, a continuación se pueda observar el modo en el cual
las diferentes escuelas de pensamiento valoran la posición de Rusia
frente a estos conflictos, y cuáles son las estrategias que buscan para
que el ex gigante ruso vuelva a convertirse en una potencia.

Otro objetivo es presentar los exponentes más representativos del pensamiento


geopolítico ruso y encontrar a través de sus obras, tesis, ideas y estrategias
que sirven o que podrían servir en el futuro próximo a los dirigentes de Rusia,
en su afán de devolverle “su esplendor” como potencia en el siglo XXI.
El contexto actual de la geopolítica en el espacio post soviético y la
principal preocupación de Rusia: “la vecindad próxima”

El mundo entendido a través del sintagma “espacio de influencia ruso” ha


cambiado después de la desintegración del imperio soviético. Aunque Rusia se
convirtió en su heredera oficial en todos los foros internacionales, la mayoría de
los nuevos países acordó la constitución de una Comunidad de Estados
Independientes (CEI), destinada a mantener cierta coordinación en materia
económica, política y militar (Méndez y Molinero, 1998). El movimiento
centrífugo de estos Estados[12] se produjo de manera rápida y multidireccional
(Dughin, 2000).

La primera meta que tuvieron los países del antiguo bloque soviético fue
recobrar y redimensionar su identidad nacional. Otro fin importante de
algunos[13] de estos actores geopolíticos fue su reorientación hacia los
principales polos de fuerza del mundo contemporáneo, centrando su atención
hacia la integración en la Alianza Atlántica OTAN y la Unión Europea (UE), si
bien países como Bielorrusia quedaron acantonados en una posición filo-rusa,
esperando que la evolución de la situación geopolítica determinase una
orientación para finalizar sus opciones posteriores. Otro grupo bien definido del
espacio ex - soviético está representado por las repúblicas caucásicas que no
pertenecen al mundo islámico y cuyas opciones se dirigen hacia Estados
Unidos: se trata de Georgia y Armenia, dos actores que dirigen sus esfuerzos
hacia el relanzamiento de la economía y su mantenimiento fuera del perímetro
del espacio islámico (Schmid, 2006). El grupo de los Estados islámicos
formados por Kazakistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Tayikistán y Turkmenistán,
que forma un verdadero cinturón islámico” de Asia Central, redefine su
identidad estatal y nacional en un espacio de espiritualidad y civilización
islámica.

“La realidad actual de la CEI es problemática. Se ha mostrado una capacidad


de integración reducida, habida cuenta de que carece de poderes
supraestatales y funciona sobre la base del consenso entre los miembros”
(Taibo, 2006, 225).

En todo este “coro” de estados, con tendencias tan diferentes, se puede


apreciar que Rusia (Mapa 1) representa por sí misma un “problema geopolítico”
del mundo contemporáneo. Los conflictos y las tensiones cada vez más
numerosos, inducidos por las minorías[14] encontradas en su territorio, el débil
vínculo entre el centro y la periferia, los graves problemas sociales con los que
se confronta, la corrupción y la penetración en las estructuras estatales de la
mafia rusa determinaron una prolongada convalecencia de este gran país hasta
la actualidad (Cooper, 2002).

Partiendo de las nuevas realidades geopolíticas, la política exterior rusa


registró en los últimos años una serie de transformaciones fundamentales
(Agnew, 1998). Los cambios que se produjeron tanto a nivel mundial, como
regional, las ampliaciones de las estructuras internacionales, la UE y la
Organización del Atlántico del Norte, respectivamente, que incluyeron en sus
esquemas de cooperación a países de la Europa Central y Oriental, antiguos
satélites de la extinta Unión Soviética, removieron los nuevos y frágiles
cimientos de Rusia. Kremlin comprendió que tenía que reforzar su política, y
que, además de su ingente armamento, el país posee dos instrumentos
estratégicos muy importantes: el petróleo y el gas natural. De esta manera, la
ambición de Rusia se traduce en transformar la empresa estatal “Gazprom”[15]
en la mayor compañía mundial del sector, concentrando el control sobre los
más importantes sectores de la economía. El petróleo y el gas natural se
convirtieron, pues, en los instrumentos “mágicos” de la nueva influencia
estratégica de Rusia, que ya la sitúan en el centro del poder mundial.

Figura 1. Mapa político de Rusia.


Fuente: Laboratorio de Cartografía,
SIG y Teledetección del IEG (CSIC),
2007.

No obstante, en los últimos años, el gigante ruso centró su atención, sobre


todo, en la “vecindad próxima”[16] (las antiguas repúblicas soviéticas), donde
se encuentra en una dura competencia con la superpotencia americana, que, a
través de la Alianza Atlántica OTAN está presente en Europa, y mediante sus
bases militares, también en Asia Central. Moscú observó que, – más allá de las
cortinas de humo naranja del espacio ex - soviético – en países como Georgia
y Ucrania, el poder estuvo acaparado por grupos de intereses relacionados con
algunos grupos internacionales. Al haber abandonado la órbita occidental,
Rusia está creando su sistema solar. Por primera vez desde la desarticulación
de la URSS, Moscú considera una prioridad a su vecindad apropiada. Empezó
a promover la expansión rusa en la CEI como un esfuerzo por tratar de obtener
activos lucrativos e incrementar su influencia política.

Por su parte, estos países actúan de forma diferente según sus intereses:
Bielorrusia y Kazajstán están interesados en establecer “una zona económica
unificada” con Rusia. Otros países de la antigua URSS, Armenia, Kirguiztán,
Tayikistán, Uzbekistán manifestaron interés para las inversiones rusas y
desean que el mercado ruso se abra hacia sus productos, por lo menos en la
misma medida que en el caso de los productos occidentales.

No obstante, en la actualidad, entre los países de la CEI existen en el aspecto


económico divergencias notables sobre las transformaciones de mercado.
También son grandes las diferencias en los sistemas políticos que se están
formando. Rusia se encuentra inmersa en el proyecto de democracia dirigida
teniendo en cuenta la posición vertical del poder. Kazajstán y Azerbaiyán se
atienen a un modelo similar, mientras que, Armenia y Kirguizistán se
encuentran propensas a implantarlo. Ucrania, Moldavia y Georgia anuncian su
apego a los valores europeos proponiendo estructurar su democracia según su
modelo, pero todavía distan mucho de conseguir la estabilidad política y,
difícilmente, pueden seguir ese rumbo sin apoyo exterior (Maestro, 2006).

La interacción económica carece de dinamismo, porque se asienta,


fundamentalmente, sobre tecnologías tradicionales. Desde la desintegración de
la Unión Soviética, en la práctica totalidad de países, la estructura de la
industria experimentó un evidente retroceso caracterizado por su atraso
(Sánchez, 1996). En el comercio entre Rusia y otros países de la CEI
predominan el combustible, las materias primas y los metales, cuyo porcentaje
supera el 50 por ciento. El hecho de que la exportación haya disminuido el
segmento de la industria manufacturera y los sectores de altas tecnologías
reduce la base de la cooperación. El sector de combustibles y materias primas,
a pesar de su fuerza, no posee suficiente vigor para devolver la integración.

El afán de reforzar sus posiciones en el mercado de los vecinos se realiza a


costa de la oferta de mercancías a precios más bajos, en muchos casos, en
detrimento de la calidad. Esto, a su vez, obliga frecuentemente a los miembros
de la CEI a implantar restricciones en el comercio con sus socios a fin de
proteger a los productores nacionales. Las dos medidas son incompatibles con
la integración.

Otro factor desintegrador es la clasificación de los Estados según sus ingresos.


Actualmente, Rusia y Kazajstán se encuentran situados entre los países con
nivel medio de desarrollo, mientras que Kirguizistán y Tayikistán se hallan entre
los más pobres del mundo. Se agravan las diferencias sociales y regionales,
que, unidas a los conflictos etno-políticos y los roces culturales, amenazan con
causar desestabilización interna en algunos miembros de la CEI.
Todas estas tendencias, lógicas si pensamos en el terremoto que vivió Rusia y
los Estados nacidos tras el desplome soviético, además de la política
energética de Moscú, hicieron que la vecindad próxima se convirtiera en la
principal preocupación de la geopolítica rusa post-soviética situada en una
posición de árbitro en el espacio de concurrencia entre los Estados Unidos y la
UE tras el desplome de la URSS.

Búsqueda de identidad y conflictos creados tras la desmembración de la


URSS, factores impulsores para el renacimiento del nuevo pensamiento
geopolítico ruso

A principios de los años 90, la aventura de la grandiosa “idea rusa” [17] finalizó
de manera abrupta, y se convirtió en “la gran pregunta rusa”[18], manifestada
en tentativas de reencontrar una comunidad. Los analistas rusos empezaron a
advertir el hecho de que una eventual crisis de identidad nacional (expresada
por la dificultad de redefinir los principios y los valores existenciales en
concordancia con la nueva coyuntura), podría representar una seria amenaza
para la seguridad nacional y poner en peligro la existencia del Estado dentro de
sus fronteras (Kortunov, 1997).

Por consiguiente, el colapso de la Unión Soviética no significó solamente una


pérdida cuantitativa, como territorio, recursos y población, sino también una
pérdida de la identidad imperial. Tanto las fronteras políticas, históricas,
culturales y étnicas, como los mapas mentales de los rusos se volvieron
incoherentes. La desintegración de todo lo que los rusos se habían
acostumbrado a lo largo de los siglos a considerar como la única realidad
posible, generó el proceso de transformación de su identidad histórica.

Las preocupaciones de redefinición de la identidad nacional y la transición


hacia la democracia se encontraban en relación directa con el problema
fundamental de la cultura y de la identidad estratégica (Trenin, 2002). Durante
siglos, los dirigentes rusos consideraron que su país era una gran potencia
europea, eurasiática, una potencia global basada en su gran fuerza militar.
Pero tras el desplome de la URSS, la situación cambió de forma drástica y, por
primera vez en quinientos años, Rusia se encontró mucho más débil desde el
punto de vista militar, que las potencias europeas o asiáticas.

Las preguntas que surgieron fueron de real importancia para el gigante ruso:
¿Preferiría Rusia quedarse sola, o unirse en una alianza? ¿Se aliaría con el
Occidente? ¿Intentaría iniciar una alianza anti-americana junto a China y a
otros Estados de Asia y de Oriente Próximo? Las respuestas a estas
atormentadas preguntas intentaron ofrecer, a lo largo de los años que
transcurrieron desde el desplome soviético, una imagen sobre el mundo y
sobre el futuro papel que Rusia intentaba jugar en calidad de potencia regional,
con presencia en varias zonas de Eurasia, o en calidad de otro polo de poder
con vocación global en un mundo multipolar.

Cuando el orden mundial de Yalta y Postdam se desmoronaba, el sistema


internacional establecido en Westfalia[19] comenzó a someterse a las
presiones de las fuerzas de la globalización, y al nuevo mundo se le atribuyó
una etiqueta que no decía nada sobre el futuro, sino que, a través de las
turbulencias creadas, recordaba y sigue recordando más al pasado (Talbott,
2003).

La tarea de búsqueda de una nueva identidad rusa fue muy complicada debido
al caos que se vivía y a los problemas internos pero también debido a la “época
de incertidumbre global[20]” característica del escenario internacional que
reemplazó de modo gradual, a partir de los años 70, el rígido sistema bipolar
(Kennedy, 1987). Un periodo de confrontación entre dos superpotencias, sin
precedente en la historia del sistema internacional, se había terminado sin
sugerir hacía dónde se encaminaría el mundo[21].

El fin del único conflicto ideológico dominante dio lugar a una multitud de
conflictos étnicos y religiosos, mientras que la estabilidad de un mundo bipolar
fue sustituida por la inestabilidad de un mundo con amenazas transnacionales
de carácter no convencional, que se manifiestan de manera distinta en el
sistema.[22]

En este periodo, Rusia no se presentó como mero espectador neutro, sino que,
a menudo, se encontró en el centro de atención de las fuerzas turbulentas que
atravesaron y desestabilizaron la situación política y económica del país,
creando tensiones y verdaderos conflictos que desembocaron en guerras.

Por tanto, la desaparición del imperio soviético y el vacío político que siguió
determinaron la aparición de cuatro tipos de conflictos geopolíticos en el marco
de la antigua URSS.

El primer tipo de conflicto fue y sigue siendo el conflicto étnico al que se


añaden las tensiones geopolíticas y que se manifiestan sobre todo en el
Cáucaso (Chechenia), Moldavia y Tayikistán.

En el Cáucaso y en su entorno, un mundo cultural marcado por la pluralidad


(hasta 28 grupos étnicos y religiones divididas – cristianos ortodoxos y
musulmanes suníes) e históricamente disputado por potencias regionales
limítrofes (mongoles, persas, otomanos y rusos), (Mapa 2) es donde la guerra
ha adquirido mayor intensidad (Avioutskii, 2005).
Figura 2. Grupos Etnolingüísticos de la región del
Cáucaso.
Fuente: Narodni Rossii, Moskva, 2006.

Dos son los principales conflictos de la región (Mapa 3): uno en Georgia, donde
se han producido dos guerras con autonomías étnicas: la de Abjazia, la antigua
Cólquida (1992) y la de Osetia del Sur (independiente desde 1992), antigua
provincia autónoma[23]. El tercer foco se centra en las disputas y guerras más
sangrientas de las repúblicas de la Federación Rusa situadas en el norte del
Cáucaso: Ingushetia, Osetia del Norte y Chechenia (donde adquirió mayor
violencia la guerra centrada sobre todo en la ciudad de Grozni, su capital, y que
proclamó su independencia en 1991 obligando a emigrar a gran parte de la
población rusa.[24] También la república de Daguestán, plurinacional, vecina
de Chechenia y fronteriza con Azerbaiyán, es un área potencialmente
conflictiva (como se ha demostrado con los enfrentamientos – en septiembre
de 1999 – entre el extremismo islámico de Daguestán y Rusia, y entre
Chechenia y Daguestán (Plaza, 2000).

Los conflictos “congelados”, por su parte, afectan a varios Estados. En primer


lugar, a Moldavia, con el separatismo de Transnistria. Tras la desintegración, el
mayor objetivo de Rusia fue retener a la República de Moldavia bajo la tutela
política del antiguo centro de decisión post-soviético, utilizando la región de
Transnistria, - la franja de tierra situada al este de la Besarabia moldava - como
una mecha que puede estallar en cualquier momento (Dungaciu, 2005).
Tiraspol, la “capital” de la región separatista, se convirtió en la clave de la
región y del sistema de dominación rusa. Los líderes secesionistas
constituyeron, con el apoyo militar ruso, un ejército dotado con técnica militar
moderna formada por tanques, instalaciones de cohetes, tropas de ingeniería e
incluso aviación de guerra, utilizando el potencial industrial de las empresas de
la región para aumentar su arsenal, ya de por sí considerable. El conflicto
militar de la franja del este de Moldavia – Transnistria – comenzó en junio de
1992. El rechazo del presidente Voronin a firmar el llamado “plan Kozak”
(2003), realizado con vistas a solucionar el conflicto, representó el comienzo de
una nueva orientación exterior, pro-occidental, de Moldavia. El memorando
preveía ciertas condiciones en las que la región separatista se hubiera podido
independizar de Moldavia para proclamar su independencia o para afiliarse a
otro Estado. Actualmente, a pesar de la multitud de planes, no hay una
estrategia clara para la región, hecho que entorpece la potencial integración de
Moldavia en la UE, a medio y largo plazo (Marcu, 2005).
Figura 3. Los conflictos del Cáucaso.
Fuente: Le Monde Diplomatique, 2006.

En Armenia y Azerbaiyán existe otro conflicto “congelado”. Se trata del enclave


de Nagorno-Karabaj situado en Azerbaiyán pero poblado mayoritariamente por
armenios).Un 20 por ciento del territorio de Azerbaiyán está controlado por el
ejército armenio tomado como un cinturón de seguridad que rompe la
insularidad del enclave y lo enlaza con “la madre” Armenia. Stalin colocó a esta
región autónoma, con población de Armenia, bajo la jurisdicción de Azerbaiyán
en 1923. Karabaj declaró su independencia de Azerbaiyán en diciembre de
1991, estableciéndose la República de Nagorno-Karabaj (Shaffer, 2003). No
obstante, esta república no ha sido reconocida por ningún Estado del mundo.

Algunas instituciones internacionales han intentado mediar sin resultado en los


conflictos. La ONU tiene pacificadores en Abjazia y la OSCE en Nagorno-
Karabaj, Osetia del Sur y Transnistria. La UE y la OTAN, no obstante, todavía
permanecen en silencio.

La lista no termina allí, pues, a los conflictos congelados hay que añadir los
“conflictos latentes”, referidos a los países con considerable minoría rusa o
eslava y, especialmente a Ucrania, que tiene varios asuntos que solucionar.
Por una parte, con Rusia, donde duerme inquieto el conflicto sobre Crimea,
península histórica rusa cedida a Ucrania en 1954, y sede de la flota del Mar
Negro. El eventual ingreso en la OTAN de Ucrania, puede ser el detonante de
un conflicto geopolítico de onerosas consecuencias (Sieka Skozlowski y
Toumarkine 2000).

Por otra parte, Ucrania tiene que solucionar las tensiones con Rumania,
vinculadas a la construcción por parte de Ucrania del canal Bastroe en el Delta
del Danubio, que infringe la ley internacional, y también el problema del reparto
de la plataforma continental del Mar Negro y de la Isla de las Serpientes.

El segundo tipo de conflicto post soviético estuvo determinado por la lucha por
el control de los recursos energéticos y económicos. Este tipo de conflicto se
desarrolló en primer lugar en el espacio del Mar Negro y del Caspio, donde
intervino plenamente Estados Unidos (Noreng, 2003).

Para comprender las tensiones, los conflictos económicos y la nueva estrategia


energética de Rusia se debe conocer la coyuntura del país antes y después de
los acontecimientos del 1991, y los entresijos de “Yukos”, la compañía petrolera
rusa que se desmoronó en 2003, tras el arresto, un mes antes de las
elecciones, de su dirigente, el oligarca Jodorkovski[25]. Fue ése el primer paso
a través del cual Moscú respondía a los movimientos estratégicos de Estados
Unidos. Por detrás del gran negocio “Yukos” existía en EEUU una estrategia
que perseguía, paulatinamente, destruir el poder energético de Rusia y hacerse
con el control de sus recursos (Balzer, 2005).

La estrategia americana a largo plazo se llamó The End Game (El fin del
Juego) y tuvo varias fases: la primera está comprendida entre 1989 y 1991
cuando se asistió a un cambio de régimen en los Estados comunistas de la
Europa Central y Oriental, con la disolución del Pacto de Varsovia (1990), el
desplome de la URSS y la independencia de los países que formaban parte de
la misma. La segunda fase se produjo en la década de los 90, y comprende la
estrategia de ampliación de la Alianza Atlántica OTAN hacia los países que
habían sido satélites de la URSS.

La tercera fase, muy importante, es la construcción del gigantesco oleoducto


Bakú-Tbilisi-Ceyhan, que empezó a funcionar en 2006 y que, por primera vez
esquiva a Rusia, pasando por Azerbaiyán, Georgia y Turquía, para llegar al
Mediterráneo. De hecho, la construcción de este oleoducto creó una nueva
zona geopolítica que comienza en el Mediterráneo del Este y se termina en el
Mar Caspio, de enorme interés para Estados Unidos y para Israel (Van del
Linde, Perlot, y Hoogeven, 2006). La cuarta fase se centra en las revoluciones
realizadas en el espacio de la ex URSS (Georgia, 2003, Ucrania, 2004) y
llevadas a cabo con el apoyo de ONGs derivadas de la privatización de
actividades de la CIA de los comienzos de los años 80 (Freedom House[26],
Nacional Endowment for Democracy (NED) y Open Society[27].

Visto el “Gran Juego” de Estados Unidos[28], el Kremlin decidió reaccionar


mediante una nueva estrategia energética[29] en la cual, sus armas principales
son el gas natural y el petróleo. Para ello, tomó en cuenta factores importantes:
en términos del estándar de vida, de la tasa de mortalidad, y de la prosperidad
económica, Rusia es un verdadero coloso enfermo. Pero como territorio, es el
único país del mundo que se extiende tanto en Asia, como en Europa, desde el
Pacífico hasta la antigua Europa del Este. En este vasto territorio, Rusia posee
los mayores recursos de petróleo y gas natural del mundo.[30] Actualmente, el
petróleo ruso se exporta por tres rutas; Europa Occidental (por el Báltico y el
Mar Negro), la ruta del Norte y la ruta del Oriente Lejano, hacia China, Japón y
el mercado de Asia del Este.[31]

La red de gas natural ruso – llamada “el sistema de transporte unificado de


gas” – se extiende por 150.000 kilómetros, y está explotada por la compañía de
estado, “Gazprom”, la mayor del mundo.

Pero además, Rusia es el mayor suministrador de gas de la UE, que depende


de ella desde el punto de vista energético[32]. Frente a las disensiones creadas
entre la UE y Rusia, en 2006, debido a la imposición de Polonia[33], Rusia
aboga por fortalecer sus relaciones con Alemania y superar la crisis actual,
intentando cerrar el acuerdo de colaboración con la UE[34], que de momento
está bloqueado por Polonia. Para la UE es fundamental lograr que Rusia[35]
autorice el acceso a sus mercados de las empresas europeas y garantías para
sus inversiones[36].

Además de las tensiones creadas en el espacio de la UE, existen tensiones


energéticas que rozan el conflicto, también en el espacio de los países ex -
soviéticos, con el telón de fondo de varias sanciones económicas. A lo largo del
último año, Rusia aumentó los precios del gas tanto en Ucrania[37] como en
Georgia (a más del doble)[38], y más recientemente en Bielorrusia[39].

El tercer tipo de conflicto se vincula a la flagrante violación de los derechos


humanos y se manifestó sobre todo en las repúblicas ex soviéticas, donde los
dirigentes continuaron ejercitando el poder dictatorial. La represión contra el
pluralismo político y religioso creó enormes tensiones en Azerbaiyán, Kazajstán
y Uzbekistán, así como amenazas con la inestabilidad y las acciones de tipo
terrorista en el Asia Central y el Cáucaso. En Kirguistán, la población exige la
dimisión del presidente del país[40]. En el caso de Turkmenistán, la muerte, a
finales de 2006, del dictador, Saparmurat Niyazov que gobernó el país de
forma autoritaria y mesiánica a lo largo de las últimas dos décadas, puso en
alerta a los geopolíticos y estrategas.

Porque, pese a que la mayor parte de la república es desértica, posee en la


zona bañada por el Caspio, enormes reservas de gas de las que se
autoabasteció durante su autarquía pero cuyo control o influencia se los
disputan ahora Rusia y Europa (Thual, 2004).

Además de las deficientes transiciones políticas que afectan a la vida de la


población de los países del espacio ex-soviético, en la Federación Rusa se
están cometiendo auténticas atrocidades que tienen como objetivo las minorías
étnicas, la violación constante de los derechos fundamentales de la mujer y de
los niños de los orfanatos estatales, y no por último la discriminación
sistemática del pueblo chechenio[41].
Los medios de comunicación están controlados por el Gobierno y la incipiente
sociedad civil es todavía muy débil. En 2004 se ha reforzado el dominio del
Kremlin sobre los canales de televisión y ha sido flagrante la censura de
algunas informaciones cruciales, relativas a la trágica toma de rehenes en
Beslán, en Osetia del Norte, motivo para que se cometieran dramáticas
violaciones de la libertad de prensa. Los asesinados de la periodista Anna
Politovsakaya[42] y del ex espía ruso Alexander Litvinenko, en 2006, son fiel
reflejo de todas las atrocidades cometidas[43].

Finalmente, el cuarto tipo de conflictos está vinculado a las fronteras con los
países de más allá del espacio soviético, fronteras cruzadas por los
inmigrantes ilegales, o de los traficantes de drogas, tal como ocurre, por
ejemplo, en la frontera fino-rusa, o ruso-afgana, por poner sólo algunos
ejemplos. Los segmentos sociales que tienen capacidades y cualidades
morales, mantienen sus valores y la identidad nacional y cultural, pero la mayor
parte de la sociedad rusa fue olvidada en manos de actores que la consideran
como “material reciclable”, favoreciendo el tráfico de drogas, de armamento, o
la inmigración ilegal (Tardea, 2006). Los ataques racistas se han convertido en
un fenómeno cotidiano. Nunca antes habían proliferado con tanto ímpetu las
organizaciones ultra.[44] Estos ataques se relacionan con las guerras del
Cáucaso (Mendelson, 2005). El control que las mafias del Cáucaso ejercen
sobre los mercados de abastecimientos han disparado los sentimientos
racistas.

Como consecuencia del nuevo panorama creado tras el desplome soviético y


de los conflictos que se vivieron en el espacio de la antigua URSS se generó
un pensamiento geopolítico que, si bien está inspirado en el pensamiento
previo al desplome soviético crea también nuevas tendencias de actuación.

Las principales escuelas de pensamiento geopolítico ruso en los años 90

Examinando los análisis realizados por expertos nacionales que, como vimos
más arriba, detectan tres tradiciones: los “realistas” (que ponen el acento sobre
la anarquía internacional), los “racionalistas” (que se centran en la cooperación
internacional) y los “revolucionarios” (preocupados por la sociedad
internacional) (Wight, op.cit) se puede deducir que emergieron al menos tres
escuelas de pensamiento ruso: internacionalista-idealista[45] (o la escuela de la
seguridad mutua), los realistas (o la escuela de la balanza de poder) y los
expansionistas revolucionarios (la escuela de la seguridad por expansión).[46]
Hay que tomar el contenido de estas corrientes geopolíticas con cierta cautela,
puesto que se trata de analistas y pensadores autóctonos, lo cual puede
producir sesgos en sus visiones e interpretaciones, pero ayuda conocer sus
tesis y opiniones antes de realizar análisis sobre el mundo ruso y ex soviético.
Veamos, por tanto, las características de cada escuela de pensamiento, cuál es
su visión sobre Rusia, y qué opinión tiene sobre su relación con los países de
la CEI y con el Occidente.
I. La escuela internacionalista-idealista

El pensamiento internacionalista-idealista nació en la década de los 90 y no


tiene precedentes históricos en la política exterior rusa. Su doctrina estuvo
asociada con “el nuevo pensamiento” de Mijail Gorbachov, apoyada por su
ministro de exteriores Eduard Sevarnadze, influyente en la Rusia Soviética del
periodo 1987-1990. En la visión de este pensamiento, el mundo puede
describirse por algunas palabras clave: valores comunes de la humanidad,
problemas globales, interdependencia, cooperación internacional y seguridad
mutua (Bradley, Genscher, Ott, Whitehead, 1987).

Tras el colapso soviético, los nuevos líderes aceptaron las premisas del “nuevo
pensamiento”. El ideólogo y líder espiritual de esta escuela, Andrei Kozârev[47]
hizo hincapié en el determinismo económico y la universalidad de los valores
democráticos, dejando los aspectos geopolíticos y estratégicos en manos de
sus opositores[48]. El principal soporte de esta corriente lo constituyó el primer
presidente ruso, Boris Eltsîn y su gabinete de ministros.

¿Cuáles son las percepciones de los representantes de esta corriente sobre el


ámbito internacional y sobre el lugar que tiene que ocupar Rusia en el mundo
de la posguerra fría? Los idealistas consideraron, en general, que el mundo era
amistoso y favorable a Rusia, sin cometer graves amenazas hacia la seguridad
internacional, de tal manera que, la cooperación internacional constituía la
única garantía posible para defender la seguridad nacional. Para ellos, Rusia
estaba en una situación histórica sin precedentes, que permitía la iniciación de
la cooperación con el Occidente. Según ellos, los peligros se encuentran en el
interior del país (Furman, 1995).

Asimismo, consideran que Rusia forma parte, cultural e históricamente, de la


civilización occidental[49]. Los acontecimientos de 1917 y el rechazo de los
valores occidentales suponen la tragedia del país, mientras que las reformas
iniciadas por Gorbachov y Eltsîn significan el regreso de Rusia a la civilización
europea (Batkin, 1990). Contestando a los que invocan la especificidad rusa
como un posible obstáculo frente a la reforma, los idealistas no dudan ningún
instante de que los valores occidentales son los mejores; su preocupación se
vincula al modo de aplicación de dichos valores al modelo ruso, para que los
mismos generen rápidamente resultados positivos (Zagorski, Zlobin,
Solodovnik, Hrustalev, 1992).

En cuanto al estatuto político de Rusia en el sistema moderno de Estados los


promotores de este pensamiento, partiendo de la posición geopolítica del país,
de su población, recursos económicos y arsenal estratégico nuclear, afirman
que Rusia debe considerarse como una gran potencia, pues, lo es, a pesar de
las dificultades del sistema comunista (Furman, Kozarev, op.cit).

De cara al futuro, consideran que Rusia se convertirá en una confederación


compuesta por Estados nacionales – las antiguas repúblicas soviéticas – que
forman una entidad política como resultado de la historia común y de los
intereses económicos y de seguridad comunes.
II. El realismo

Con sus preocupaciones por el poder y la balanza de poder, el realismo queda


como una escuela con ricas tradiciones en el pensamiento ruso pre-soviético.
En el periodo mencionado, los representantes de esta corriente afirmaron que
el Estado no disponía de suficientes recursos económicos y militares para las
campañas geopolíticas lejos del país y por ello se tenía que centrar en las
actividades de contrapeso de poder. La doctrina de Stalin “socialismo en un
único país” reconoció este hecho, pues, bajo su régimen se disparó la
modernización dictatorial que tenía que aumentar las capacidades económicas
y militares del país, y no desperdiciarlas mediante la revolución mundial o
socialismo internacional. El pragmatismo de Lenin en Brest-Litovsk fue,
asimismo, influido por ese pensamiento de índole realista.

A diferencia de los idealistas, los realistas rusos hacen hincapié, como sus
colegas occidentales, en la importancia del poder como instrumento de control
y dominación en los conflictos en detrimento de la cooperación en las
relaciones internacionales.

Los realistas rusos se dividen en: realistas agresivos y realistas defensivos.[50]


Ambos grupos aceptan que la seguridad es la mayor motivación de los
Estados, pero tienen opiniones diferentes en cuanto a los métodos más
eficaces para lograr la seguridad nacional. Los agresivos afirman que las
acciones ofensivas limitadas pueden contribuir a la seguridad, mientras que los
realistas defensivos afirman lo contrario. Las dos facciones se apoyan en los
postulados del eurasianismo[51] clásico – corriente geopolítica rusa de la
época zarista, que se ganó muchos adeptos entre la población y los seguidores
de la elite política. Pero la tragedia del eurasianismo clásico de finales del siglo
XX consiste en sus interpretaciones distintas (Tihonarov, 2000).

Los realistas defensivos apoyaron, en líneas generales “el nuevo pensamiento”,


tal como se creó en 1986-1987. De aquí resulta una actitud mucho más crítica
frente a la política exterior soviética. Más ponderados, ellos consideran que la
URSS y el Occidente tienen la misma responsabilidad por la existencia de la
Guerra Fría. Asimismo, abogan por una política exterior pragmática, para
promover los intereses nacionales y no consideran que debería coincidir con la
del Occidente. Piensan también en una posible reintegración del espacio ex -
soviético pero sin emplear la fuerza, sino a través de las buenas relaciones con
los Estados post-soviéticos. Según ellos, este espacio tiene que representar
una esfera exclusiva para los intereses rusos. Esta posición se enmarca
perfectamente en lo que se llamó “neo-eurasianismo económico
pragmático”[52] En comparación con los idealistas, ellos no excluyen la
posibilidad de una confrontación con el Occidente, y, especialmente, con el
espacio de la CEI. Son unánimes al pensar que el Occidente no tiene interés
en mantener Rusia como un potencial competidor en el escenario internacional.
El mayor peligro según los realistas defensivos, no viene del Occidente, sino de
la inestable periferia ex soviética que tiene potencial para exportar la
inseguridad al territorio de Rusia. A su vez, Rusia se tiene que imponer, pues,
sin su ayuda no puede haber estabilidad y seguridad en el territorio de la CEI
(Karaganov, 1992).
Meditando sobre el lugar y el papel de Rusia, los realistas defensivos se
predisponen a tratar a Rusia como a una civilización independiente, cuyos
valores y misión difieren de los de Occidente. Según ellos, el rol de Rusia es
uno de las grandes potencias eurasiáticas que estabilizan y organizan el
heartland del continente, siendo, al mismo tiempo, un vínculo entre la
civilización europea y la no europea. En consecuencia, Rusia tiene que seguir
como una gran potencia para cumplir con sus responsabilidades geopolíticas
en la organización de la región eurasiática (Bogaturov, 1993).

Los realistas agresivos son los que se opusieron desde el principio al


pensamiento de Gorbachov. Son conservadores y representan la derecha en el
espectro político ruso. Favorecen la expansión moderada de Rusia más allá de
sus fronteras y desean la restauración de la URSS, para que se pueda
mantener el equilibrio global de poder. Entre los más activos promotores del
realismo agresivo mencionamos a los miembros de la Unión Cívica[53], la
dirección militar superior, los empresarios de las grandes empresas[54] y
segmentos de la burocracia federal[55]. Los realistas agresivos perciben el
medio externo como hostil a los intereses rusos, considerando que la disolución
de la URSS se produjo como consecuencia de algunas acciones premeditadas
y bien planificadas por el Occidente. Consideran que EEUU, no desea coexistir
con el gigante eurasiático que mantuvo sus rasgos culturales únicos, y la
fórmula propia sobre equidad social busca siempre oportunidades para debilitar
a Rusia (Sultanov, 1991). Desde el colapso de la URSS, el Occidente, lo único
que busca es asimilar a las repúblicas ex soviéticas y por ello la única solución
para frenar las dinámicas existentes es crear una nueva unión entre las
repúblicas que obtuvieron su independencia (Barburin, 1995).

Al mismo tiempo, los realistas agresivos sospechan de las fronteras del sur y
del este. China, con la que Rusia tiene la más amplia frontera, se percibe como
una potencial amenaza para los intereses rusos a largo plazo, sobre todo en
cuanto al crecimiento económico, al arsenal nuclear y a la explosión
demográfica. Otro Estado que provoca preocupación es Irán que dispone de
recursos materiales diversificados; por ello, los realistas agresivos no descartan
un eventual parteneriado táctico con China[56] y una cooperación lúcida con
Irán. Por consiguiente, según ellos, la inclusión de los dos Estados en la
estrategia de Rusia sería un mal menor en comparación con una eventual
dominación del Occidente. El único Estado del Este que no provoca
suspicacias y disfruta de un amplio apoyo entre los agresivos realistas es India.

Teniendo una inmensa deuda con Rusia, desde comienzos de los 90, y siendo
uno de los mayores importadores de armamento ruso, India se percibe como
un socio estratégico en la zona, al que se le apoya en la construcción de una
flota militar moderna y fuerte en el Océano Índico, como contrapoder a la
dominación americana.

Refiriéndose al lugar de Rusia en el mundo, los agresivos ven al país como


antioccidental, desde el punto de vista cultural. Según ellos, Rusia es un
Estado eurasiático, una civilización distinta y autárquica, con una economía
autosuficiente y aislada del mundo (Bilington, 2004).
Por tanto, cuanto más se acerque a Europa, más oportunidades tiene de perder
su independencia y excepcionalidad (Gumilev, 1993).

Ya que su objetivo es mantener el equilibrio militar y geopolítico en relación con


EEUU – la superpotencia que representa otros valores – Rusia tiene que
esforzarse en mantener su estatuto de superpotencia. Cualquier reforma
económica tendrá que subordinarse a los intereses militares, pues, las
capacidades militares constituyen las principales componentes para lograr la
seguridad nacional (Sultanov, op.cit). Como consecuencia, la Rusia actual, es
sólo una parte, (“la pequeña Rusia”) de la gran Rusia cuyas fronteras
aceptables fueron establecidas a mitad del siglo XX (Baburin, op.cit). Sólo una
Rusia Grande podría sobrevivir y prosperar en un mundo hostil, y por tanto, se
tienen que restablecer las fronteras históricas (Gumilev, op.cit).

III. El expansionismo revolucionario

Finalmente, la escuela del expansionismo revolucionario considera que la


expansión externa es la mejor vía para garantizar la seguridad de Rusia. Se
inspira en las doctrinas radicales de la política exterior, como la idea de
creación de la Unión Eslava, la llamada del tándem Lenin-Trotki a la revolución
mundial, o la utilización de las estrategias ofensivas de Mihail Frunze[57],
resultado de la percepción casi paranoica de las amenazas externas.
Políticamente, se sitúan en la extrema derecha del espectro político ruso. Para
fundamentar sus posiciones, se inspiran en las obras de geopolítica, tanto
autóctonas[58] como occidentales[59] Bajo el paraguas de este pensamiento,
se agruparon varias fuerzas políticas: coaliciones multipartidistas como la
“Unidad Rusa” o el “Frente de Salvación Nacional”, partidos de la Duma
(Partido Liberal de Rusia)[60] o varias ONG y círculos culturales y periodísticos.

Como potencia continental que podrá aliarse con Alemania o Francia, se


confrontará con EEUU y Gran Bretaña, “enemigos naturales”. Es importante
destacar que en la visión de los expansionistas, sólo los principios de la
geopolítica clásica pueden explicar el cambio en el sistema internacional. Por
consiguiente, viven en un mundo que sigue siendo “bipolar”, en el cual se
confrontan dos rivales geopolíticos: los Atlantistas y los Eurasiáticos. Por ello,
Rusia tiene que reorganizar el territorio de Eurasia y absorber espacios más
allá de la CEI, para asegurar su propia seguridad. En busca de aliados
geopolíticos, intentan especular los malentendidos surgidos entre los
Atlantistas, y utilizar la Europa Occidental contra los EEUU. Como organización
política promueven el concepto de “imperio” en permanente ampliación, al que
conciben como única solución de supervivencia.

Llegando al final de esta breve presentación de las escuelas de pensamiento


soviético en la década de 1990, y antes de pasar a presentar algunos
importantes exponentes del pensamiento ruso a principios del siglo XXI,
encontramos que es útil sistematizar las principales tesis y supuestos
avanzados por los exponentes de las tres escuelas en relación al estatuto
internacional de Rusia, las principales amenazas, las relaciones con la
vecindad próxima y el Occidente, en el cuadro presentado a continuación.
Cuadro 1
Principales corrientes de pensamiento en la Rusia postsoviética
Escuela de Exponente Lógica El Estatuto Principale Relación con Relación
pensamiento s dominante internaciona s los países de con el
en el l de Rusia amenazas la CEI Occidente
sistema
mundial
Internacionalism A. Saharov kantiana Una gran Crisis y No representa Socios y
o idealista potencia, declive una amenaza, posibles
M. “normal” económico ya que aliados,
Gorbachov entre otras constituye el cooperación
potencias espacio para total
mundiales la integración
Z. Kozârev
económica
Realismo V. lockeana Una gran Conflictos Algunos Una relación
defensivo Vernadski potencia en étnicos, Estados sí, equilibrada,
crisis políticos, debido a los neutra; es
A. Arbatov económico conflictos posible la
s y étnicos y cooperación
militares militares en ciertos
ámbitos
Realismo E.Primakov Una El Representan Hostilidad. El
agresivo superpotenci Occidente una amenaza Occidente
a que intenta tiene otra
marginar el cultura; es
papel de posible una
Rusia en el cooperación
sistema e limitada, con
infiltrarse ventajas
en su mutuas.
espacio
tradicional
de
influencia
Expansionismo M. Frunze hobbesian Una El complot Representará Hostilidad
revolucionario a superpotenci de EEUU n una abierta frente
L. Trotki a contra amenaza a EEUU,
Rusia hasta su pero no con
reintegración Europa, que
en el nuevo puede ser un
imperio ruso posible
aliado
Fuente: Elaboración propia a partir de la investigación realizada para la redacción de este artículo.

Las actuales escuelas de pensamiento geopolítico ruso

En su obra Geopolitics in a Changing World, Klauss Dodds señala que los


proyectos nacidos de la antigua geopolítica no contribuyen a la creación de un
nuevo orden mundial; al contrario, generan tensiones, confrontaciones e
incluso guerras en toda regla. Y eso porque, tal como señala el analista, falta la
geopolítica en su dimensión creadora, la que modela el espacio político según
los intereses de ciertos grupos humanos (Dodds, 2000). A través de este punto
de vista, la nueva geopolítica de Rusia tiene algunos exponentes, cuyas tesis
merecen atención, para comprender mejor, las líneas de actuación actuales y
futuras, de la política exterior rusa.
La nueva geopolítica desea construir un espacio político más allá de las
fronteras de tipo Westfalia. Intenta superar la fase de las “mitologías”
nacionales sobre la creación de un pueblo u otro; o la obsesión de las fronteras
vistas, exclusivamente, en los términos de la dominación de un Estado por el
otro. La nueva geopolítica trata más sobre “los mapas mentales” que sobre “los
mapas de los Estados”(O`Tuathail, Dalby[61]). Por ello, también en este caso
se debe interpretar con cautela el pensamiento geopolítico de la Rusia actual, o
sus líneas de seguimiento por el poder del Kremlin.

Actualmente, las más significativas corrientes de la geopolítica de Rusia – y


más influyentes en las esferas del poder – pertenecen a Alexander Dughin,
Dmitri Trenin, Ghenadi Ziuganov, Kamaludin Gagiev, Vladimir Kolosov, Nikolai
Mironenko y Nikolai Nartov, siendo estos cuatro últimos, más bien académicos
y disfrutando de un público más restringido y más selecto. No obstante,
Dughin[62], Trenin[63] y Ziuganov[64] son los más conocidos, y por ello,
presentaremos, a continuación, sus conceptos geopolíticos, tal como se
reflejan en su obras más conocidas.

La obra de Alexander Dughin, The Essentials of Geopolitics (Lo esencial en la


Geopolítica) representa el libro de cabecera del expansionismo moderno ruso.
En cambio, tanto la obra de Ghenadi Ziuganov – The Geography of Victory (La
Geografía de la Victoria) como la de Nikolai Nartov Geopolitiks (Geopolítica) se
suman a la llamada escuela de pensamiento “civilizacionista”. El libro de Dimitri
Trenin The End of Eurasia (El fin de Eurasia) es, en su mayor parte, una
respuesta liberal a los proyectos geopolíticos rusos de tipo conservador y
expansionista.

Los tres autores muestran su preocupación por el futuro geopolítico de Eurasia


y por el papel de Rusia en la zona de vecindad próxima. Sin embargo, cada
cual tiene otro tipo de análisis y propone otras soluciones. Los autores toman
en consideración los cuatro tipos de conflictos post-soviéticos que, de manera
breve, repasamos en este artículo, - el “conflicto étnico y las tensiones
geopolíticas” (Cáucaso, Moldavia, Ucrania, Tayikistán, Chechenia), el “conflicto
energético” (la zona del mar Caspio), el “conflicto con los dictadores soviéticos
y las amenazas terroristas” (Asia Central), los “conflictos de frontera”
(Afganistán, Tayikistán) frente a los cuales presentan las opciones estratégicas
de Rusia y la política eurasiática de Moscú.

IV. Alexander Dughin: el expansionismo eurasiático

La monumental obra, The Essentials of Geopolitics. Thinking spatially[65],


propulsó a Alexander Dughin como el principal defensor del expansionismo de
la Rusia postsoviética. Para Dughin, el centro del mundo es Eurasia (Mapa 4)
zona en la que incluye, como Zbigniew Brzezinski[66], a Europa, Asia y el
Oriente Medio.
Figura 4. Posición de Eurasia en el mapamundi.
Fuente: Laboratorio de Cartografía, SIG y
Teledetección del IEG (CSIC), 2007.

Es interesante el hecho de que Dughin, al definir los conceptos geopolíticos, se


encuentra con las opiniones de los neoconservadores norteamericanos a los
que, evidentemente, combate. Si Eurasia es el centro del mundo, Rusia tiene
que ser, en opinión de Dughin, el centro de Eurasia. Su obra reintroduce temas
de la geopolítica clásica, en el contexto de la Rusia post-soviética. A finales del
siglo XIX y comienzos del siglo XX, autores como Halford Makinder[67] y Klaus
Haushofer[68] expresaron prolíficas teorías sobre el espacio político-
geográfico, que Dughin retoma. Entre ellas se encuentra la teoría del Heartland
de Mackinder, que, según su fórmula final, “quien controla el corazón de
Eurasia, controlará el mundo” (Makinder, 1919).

Según Dughin, todas las grandes potencias tuvieron la ambición de dominar


Eurasia en solitario. En su opinión, Rusia – como posición geográfica,
experiencia de dominación en la zona y recursos – es la más justificada a la
hora de participar junto a Estados Unidos en la lucha por el poder. “Sólo una
integración continental de Eurasia, con Rusia en su centro, puede garantizar a
los pueblos y a los Estados la soberanía y una seguridad auténtica.” – apunta
Dughin, que, además, señala que el “nuevo imperio” tiene que ser “un imperio
eurasiático” para controlar ese amplio espacio, para que, posteriormente,
domine todo el mundo” (Dughin, 2000, 45).

Dughin está convencido de que el futuro mantendrá una “bipolaridad” mundial,


creada por la competencia entre los Estados continentales y los Estados
marítimos (Dughin, op.cit). Considera como Estados continentales – y por
tanto, fieles aliados – a Rusia, Alemania, Francia e Irán, mientras que los
Estados marítimos serían, en su opinión, Estados Unidos y Gran Bretaña. Más
que cualquier escuela de pensamiento geopolítico ruso, la escuela del
“expansionismo”, representada por Dughin, parece, como señalamos más
arriba, inspirada y guiada por las teorías tradicionales de Haushofer y
Mackinder, pero también de Frunze y Trotki.

Por un lado, existen los Estados eurasiáticos, y por otro, los Estados atlánticos.
¿Cómo podría la Rusia actual dominar el vasto espacio eurasiático y luchar en
tres “frentes”: Europa, Asia Central y el Oriente Medio? El pensador ruso
considera que la Rusia post soviética necesita un nuevo tipo de reformas
internas, y la creación de nuevas alianzas. En el plano interno, Dughin propone
la creación por parte de Rusia, de un Estado multiétnico y multireligioso,
mientras que en el plano externo, propone la creación de alianzas con
Alemania, Irán y Japón (Dughin, 2002). De esta manera, tiene en vista la
creación de tres proyectos especiales: pan-europeo (Alemania), pan-árabe
(Irán) y pan-asiático (Japón). Es destacable el hecho de que el autor considera
a China como a un adversario y competidor para Eurasia, y propone una serie
de medidas mediante las que se pueda debilitar a Beijing en el futuro.

Cuando hablaba sobre “el nuevo orden geopolítico” del Sur, el analista ruso
mencionaba que la geopolítica de las regiones del sur y occidentales se
vinculaban más a la “misión planetaria” de Rusia que a los problemas del Norte
y del Este (Dughin, 1992).

En lo que se refiere al concepto del Sur, Dughin piensa que “el eje geográfico
de la historia” de Rusia tendría un único imperativo, el de su expansión
geopolítica hasta el Océano Índico.

Partiendo del principio de la necesidad de la integración continental, Rusia


estaría destinada a instaurar en el sur de Eurasia una “nueva geopolítica” y,
como consecuencia, India, China, Indochina y los países islámicos deberían
apreciarse como un “teatro de maniobras continentales de posición”, con el fin
de vincular estrechamente desde el punto de vista estratégico todas estas
regiones con el centro euro-asiático representado por Moscú.

Dughin desarrolla a partir de esta idea el concepto de “los radios abiertos” que
parten del centro (Moscú) hacia la periferia y que, en su camino no se paran en
las fronteras rusas, sino que llegan hasta la frontera del sur del océano. Los
radios podrían tener dos características desde el punto de vista estratégico:
podrían ser “actuales”, los que pasan por países próximos a Rusia, y
“potenciales”, los que lo hacen por países que entran en la zona del “control
atlántico”. El analista ruso reduce la lógica general de la geopolítica euro-
asiática al hecho de que la longitud total de estos “radios” se convirtió en
“actual, parcial-actual y potencial”.

Si dejamos aparte “la actualidad” de los radios que influyen el territorio de la


Federación Rusa, que es hasta ahora indiscutible, los radios parcialmente
actuales que atraviesan territorios “solidarios” con Rusia se vuelven en gran
parte discutibles, ya que desde el punto de vista geoestratégico el análisis
implica sólo en una ínfima parte el papel que tiene el factor militar, de tal
manera que, el centro de gravedad en el análisis de este segundo grupo de
rayos, debería caer en los aspectos de orden económico, político, cultural,
étnico y religioso.

Finalmente, Dughin, como exponente de la escuela del expansionismo


revolucionario, ve a Rusia como a un “imperio” que dominaría en el futuro a
otros imperios: el imperio europeo, con el núcleo en Alemania y en
“Mitteleuropa”, el imperio Pacífico, organizado alrededor de Japón, y el imperio
de Asia Central, situado alrededor de Irán.

Según políticos y analistas rumanos y británicos especialistas en la geopolítica


rusa (Serebrian, 2004, Alexe, 2006, Sagers, 2006), la actual política del
presidente ruso parece inspirarse en gran medida en las teorías expansionistas
de Dughin, y es cierto, si pensamos en la relación especial que tiene Rusia con
Alemania, a la que suministra un 70 por ciento de su necesario energético, a la
protección que Kremlin otorga a Irán, o al diálogo abierto que tiene con Japón.

Alexander Dughin y la corriente geopolítica de los “eurasianistas” es la que más


concuerda con la problemática rusa actual y sus ambiciones globales.

V. Dimitri Trenin: “Rusia debe aceptar la dominación occidental en


Eurasia”

Si Dughin es el exponente de la escuela geopolítica rusa llamada del


“expansionismo”, Dimitri Trenin ilustra, por el contrario, la corriente “pro-
occidental”. La obra de Trenin – The End of Eurasia: Russia on the Border
Between Geopolitics and Globalization[69] (El fin de Eurasia: Rusia en la
frontera entre la geopolítica y la globalización) intenta formular una respuesta
liberal (y pro-occidental) a la vigorosa corriente expansionista.

La obra señalada sigue la estela del pensamiento filosófico de algunos


geopolíticos norteamericanos y británicos como Richard Pipes, Colin Gray,
Paul Kennedy, Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski. La tesis de Trenin es
que el papel central de Rusia en el espacio euroasiático histórico, dejó de
existir. Rusia tiene que desarrollar ahora una identidad puramente europea,
como los demás países occidentales. Según él, la alternativa a la
“occidentalización” significa la paulatina disolución del Estado ruso. Trenin
describe la identidad rusa como una verdad que se encuentra a medio camino
entre los imperativos de la globalización y las aspiraciones nostálgicas que
Rusia tiene por Eurasia (Trenin, 2006).

Según Trenin, para tener una identidad europea, Rusia debe proceder en
función de sus varias regiones geopolíticas, a una serie de ajustes en su
política interior y, sobre todo, exterior. En el sur, Rusia debe participar en el
proceso de “estabilidad” mediante la reconstrucción de Chechenia, el reparto
del poder en Daguestán, y el inicio de un amplio programa económico.

En Asia Central, en cambio, Trenin considera como prioritaria la seguridad


militar de Rusia, antes que la estabilidad política. El autor define la región como
un “perímetro de seguridad” de Rusia, indispensable frente a las amenazas
islamistas que vienen sobre todo de Afganistán.
En la región del Oriente Lejano de Rusia, Trenin considera que la solución
consiste en potenciar los recursos enormes – sobre todo energéticos –
modernizando su explotación en una región vasta pero atrasada. Gran parte de
su mencionada obra se ocupa de estos ajustes que Trenin llama “las fachadas”
de Rusia.

El axioma de la doctrina de Trenin es, por lo tanto, la retirada de Rusia de su


papel de líder, “el ajuste” de su política y el reconocimiento del papel
predominante que tienen los Estados Unidos en Eurasia. Si echamos una
mirada hacia atrás, Zbigniew Brzezinzki defiende ese papel de EEUU desde
1997 (Brzezinski, 1998). Trenin sostiene que Rusia debe reconocer y asumir
esta “dura realidad”, si todavía “desea tener un futuro”. Además, Rusia tiene
que centrarse en la resolución de los graves problemas étnicos, económicos,
políticos y territoriales que afectan su espacio local, sin soñar a jugar un papel
en Eurasia, puesto que dicho papel ya no existe (Trenin, 2001).

Según el analista Vladimir Alexe, para sintetizar la concepción geopolítica de


Trenin, se tiene que tomar en cuenta el hecho de que su origen se centra más
en la política de Eltsin que de Putin, (Alexe, op.cit) puesto que, en opinión de
Trenin, Rusia debería aceptar un rol global más reducido, continuar su política
de “retirada” frente al coloso norteamericano, e intentar integrarse en el espacio
occidental, si quiere sobrevivir (Trenin, op.cit).

Tras tres siglos de “expansionismo” e “imperialismo” – sostiene el analista –


intervino el inevitable declive del “imperio” que ya no se puede salvar de su
total desintegración, bajo otra identidad (Trenin, op.cit).

La posición de Trenin se sitúa del lado occidental. Ve a su país con los ojos del
Occidente, más bien de EEUU que, con la llegada en el poder del actual
presidente ruso comenzó las más duras críticas frente al Kremlin. Parte de las
críticas formuladas son justas, pero muchas de ellas son preconcebidas,
teniendo incluso matices de rusofobia[70] (Constantiniu, 2006). Hay tres
realidades rusas que “molestan” a EEUU, y a los analistas prooccidentales, en
cuyo grupo se incluye el pensamiento de Trenin: en primer lugar, la autoridad
interna del presidente ruso[71], en segundo lugar la consolidación de la
independencia de Rusia en el escenario internacional[72], y por último, el
creciente papel de Moscú como proveedor de recursos energéticos[73].

Es verdad que Rusia, con su realidad antigua y profunda, necesita todavía


mucho más tiempo y experiencia democrática, para llegar al nivel que desean
sus socios occidentales. La confrontación no aventaja a Rusia, puesto que por
ahora, no está preparada para una “batalla” global[74]. El PIB de Rusia es 23
veces menor que el de EEUU; el presupuesto militar americano es de casi 600
mil millones dólares, mientras que el ruso de sólo 30 mil millones. Los socios
occidentales están unidos bajo la Alianza OTAN, mientras que Rusia tiene sólo
acuerdos bilaterales con sus aliados. La deseada aproximación se conseguirá
mediante el desarrollo y la cooperación, desde el entendimiento y el apoyo a la
democracia también hacia Rusia y no sólo hacia los países de su vecindad
próxima. Por ahora, desgraciadamente, parece que la lógica de la guerra fría
se niega a desaparecer; y todo ello, con el telón de fondo de la teoría del fin de
la historia[75], según la cual, tras la caída del totalitarismo, la democracia liberal
y la economía de mercado representan el único modelo viable de la sociedad.

VI. Ghenadi Ziuganov: “Moscú, la tercera Roma”

Ghenadi Ziuganov, mediante sus obras The Geography of Victory. Introduction


to Russias Geopolitics (1999) y My Russia (1997), ilustra de manera elocuente,
la escuela geopolítica de la corriente civilizacionista rusa, de la que forma parte
también Nikolai Nartov[76].

Para Ziuganov, exponente del expansionismo civilizacionista con tintes


nacionalistas y líder del Partido Comunista de Rusia, el Estado Ruso tiene que
ser un Imperio en el marco de las antiguas fronteras de la URSS. Rusia, como
civilización eurasiática, no debe mezclarse, bajo ningún concepto con la
civilización occidental. Es interesante que un líder comunista de Moscú, con
una gran popularidad entre los rusos, llegue a la misma conclusión que el
filósofo de los neoconservadores norteamericanos, Samuel Huntington. En la
obra señalada más arriba, Ziuganov cita a Huntington afirmando que un
conflicto mayor del mundo futuro será uno de las civilizaciones, antes que uno
económico o ideológico.

Según Ziuganov, Rusia tiene la misión de garantizar el equilibrio y la estabilidad


geopolítica mundial amenazadas por las ambiciones occidentales. La
disolución del imperio soviético produce inquietud a Ziuganov. Él insiste en que
la URSS constituyó una forma geopolítica “natural” de la Rusia histórica,
mientras que las actuales fronteras rusas son “artificiales”, impuestas por el
Occidente, mediante acciones subversivas. Por ello, en sus últimos análisis, sin
reconocer la profundidad de las frustraciones que generaron en los últimos
años los regímenes de Kucima en Ucrania, o de Shevarnadze en Georgia, el
analista describe los cambios en estos países, como artefactos de procedencia
americana.

Ziuganov recibió influencias, en gran medida, por las teorías de algunos


autores rusos como Nikolai Danielevski, Konstantin Leontiev, Patr Savitski y
Nikolai Gumilev. De Danielevski, Ziuganov retomó la idea de que Europa y
Rusia constituyen dos civilizaciones distintas, hecho que provoca una
alienación europea frente a Rusia. De Leontiev retomó la idea de que Rusia es
una mezcla única de grupos étnicos que tienen en común la misión de
“pacificar” el espacio de Eurasia. De Savitski y Gumilev, la teoría de que Rusia
– al ser una civilización única, diferente de Europa, con una situación
geográfica única – tiene que quedarse distante, lejos de la civilización
occidental, para poder mantener su identidad. Ziuganov insiste en que Rusia
tiene dos misiones civilizadoras: definir una autarquía político-económica y
constituir un Espacio Amplio, entre sus fronteras naturales, para asegurar a los
pueblos una plena seguridad. En este sentido, Moscú ya está dispuesta a
examinar con Minsk cualquier variante de creación de la Unión Rusia-
Bielorrusia, según afirmó el presidente Vladimir Putin (Putin, 2007).
De Filofei[77] – “Moscú es la tercera Roma”, a Breznev con su doctrina de
soberanía limitada-, Ziuganov cree que cualquier doctrina geopolítica referida a
Rusia tiene que responder a los dos fines expuestos más arriba.

Otra dimensión de la filosofía geopolítica de Ziuganov es la supremacía militar


de Rusia. El analista considera que solamente su capacidad militar le podrá
preservar a Rusia la presencia en Eurasia, permitiendo reorganizar su zona
conforme a sus intereses y fines estratégicos. Ziuganov cree que sólo la vuelta
de los Estados de la “vecindad apropiada” (las repúblicas ex soviéticas) a una
Federación Rusa que tenga las fronteras de la ex URSS, podrá hacerles
defender “contra las acciones desestabilizadoras del Occidente” (Ziuganov,
1999). Propone varias alianzas con otros Estados asiáticos o musulmanes,
para contraponer las acciones occidentales en Eurasia.

Pero los Estados del espacio-es soviético son ya Estados reales, con sus
propios intereses, que buscan una voz diplomática situada entre Moscú,
Washington, Beijing y Bruselas, y este hecho no debería ignorarse.

Mirando en su conjunto las tesis geopolíticas defendidas por los analistas


rusos, resulta claro que el pensamiento de Trenin es el único prooccidental:
mediante sus teorías liberales defiende la disminución de poder de Rusia y, a
partir de esta pérdida, su posible integración en el mundo occidental, aunque
en sus últimos textos aboga por la “independencia” de Moscú. Sus tesis
prácticamente se han cumplido a lo largo de la década de los 90. No hubo
integración, tampoco aceptación por parte del Occidente, pero sí, pérdida de
poder.

De cara al futuro, no obstante, Rusia no persigue una dilución en el mapa del


mundo occidental, y tampoco parece aceptar el dominio del Occidente en
Eurasia. Al contrario, y tal como lo manifiesta Dughin, Rusia desea instalarse
en una posición de nuevo imperio a través de sus recursos energéticos, pero
también mediante sus acciones globales: política de seguridad, militar, cultural,
reformas y alianzas. Por último, Ziuganov, que defiende una Rusia ampliada
hacia su espacio ex soviético, ve como se vislumbran sus teorías en el actual
modo de actuación del Kremlin que sigue ampliando su área de influencia hacia
los países de la vecindad próxima, pero también hacia el espacio de la UE y de
los países asiáticos, mediante los recursos energéticos. Desde Moscú, se
espera que la realización de los proyectos nacionales y los de modernización
de la infraestructura permitan cambiar radicalmente la situación en el Cáucaso
del Norte; por ahora, un 23% de toda la ayuda que se dirige con cargo al
presupuesto federal a las regiones se destina al Distrito Federal Sur, y, en
primer lugar, al Cáucaso del Norte (Putin, op.cit). En la misma línea de
ampliación de área de influencia, el poder actual salió al paso de la reciente
decisión de EEUU, de instalar componentes de su escudo antimisiles en la
República Checa y Polonia, y advirtió que el despliegue de un sistema de radar
e interceptores en Europa oriental, provocará una respuesta asimétrica muy
eficaz por parte de Rusia (Mañueco, 2007).

No obstante, y tal como señalamos a lo largo de este artículo, se necesita una


lectura sensible y generosa del pensamiento de los analistas rusos. Sus teorías
se basan en el profundo conocimiento de la historia, política y cultura de su
país, se inspiran en las propias vivencias y en los deseos e ideales que prevén
pero que también anhelan para su país.

Algunas conclusiones y consideraciones finales: ¿Hacia el renacimiento


de una potencia?

En el marco de las profundas mutaciones que tuvieron lugar a lo largo de los


últimos quince años en el escenario internacional, aprovechando su posición
geopolítica y sus recursos energéticos, Rusia regresa del viaje emprendido en
busca de su identidad, más allá de los conflictos territoriales que persisten en
su territorio, en algunos casos de forma aguda. Es cierto que la existencia de
los problemas económicos, sociales, políticos, étnicos, religiosos, el
extremismo político, el nacionalismo, el tráfico de drogas y de armamento
evidencian un sombrío cuadro actual y para el futuro próximo, pero el gigante
vuelve.

En este contexto, tanto el pensamiento postsoviético de la década de los 90,


como el renacimiento del pensamiento geopolítico del siglo XXI, representan el
marco y el cauce de la actualidad, siendo uno de los más interesantes
fenómenos ocurridos en la Rusia postsoviética.

“Los idealistas”, “los realistas defensivos y agresivos” de los 90, transformados


en “liberales”, “expansionistas”, “civilizacionistas”, la “escuela geoeconómica” y
“la escuela de la estabilidad” forman las más representativas escuelas
geopolíticas de Moscú, influyendo tanto en el discurso público, como en sus
decisiones estratégicas.

Por tanto, no es sorprendente que el actual presidente ruso, atendiendo al


pensamiento de Haushofer[78], (Haushofer, 1932) retomado recientemente por
Dughin, pusiera las bases[79] de un nuevo eje: París-Berlín-Moscú. La nueva
Rusia se ganó este papel mediante una serie de movimientos estratégicos en
un ámbito clave del siglo XXI, el sector energético. El petróleo y el gas se
muestran, de esta manera, más eficaces que los argumentos militares. La gira
alemana del actual presidente en 2006 representó un éxito para Rusia en todos
los aspectos. De un diálogo meramente teórico surgió una firme alianza
energética[80] mediante la cual, Rusia consiguió frustrar los planes de Polonia,
Rumania y Georgia, países que se empeñaban en crear una alianza energética
alternativa sobre la base de GUAM (La Organización para la Democracia y
Desarrollo Económico), estructura integrada por Georgia, Ucrania, Azerbaiyán,
y Moldavia. De haberse realizado este proyecto, el petróleo y el gas de la zona
del Caspio se habrían exportado hacia Europa a espaldas de Rusia.

A principios de febrero de 2007, el presidente ruso afirmó que tiene la intención


de ampliar su esfera de influencia energética, analizando la idea de instituir una
Organización de Países Exportadores de Gas (OPEG) como respuesta a una
propuesta hecha formalmente por el dirigente de Irán, Mahmud Ahmedianeyad.
En opinión del Kremlin, sería correcto coordinar el proceder de los más grandes
productores de gas con el fin de cumplir la tarea número uno: la de garantizar,
incondicionalmente, el abastecimiento seguro para los principales
consumidores de agentes energéticos (Putin, op.cit). Además de Rusia e Irán,
en el acuerdo de productores de gas podrían estar países de la antigua URSS,
como Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, pero también Argelia, Libia, Qatar,
e incluso, Noruega (Mañueco, op.cit).

No obstante, si Rusia desea mantener su estatuto de superpotencia energética,


las autoridades de Moscú deberán realizar inversiones masivas en el ámbito de
la industria de extracción y en las actividades de prospección e investigación.
Al mismo tiempo, necesita inversiones para desarrollar la infraestructura
ferroviaria y de carreteras, para explotar los recursos existentes en zonas de
difícil acceso (O`Loughlin y Talbot 2005).

Por otra parte, siguiendo el Gran Juego norteamericano y su “fin”[81] la nueva


Rusia entendió que si no reacciona de manera inmediata será rodeada por las
bases militares americanas y de la OTAN, teniendo pocas oportunidades a su
disposición para oponerse al fenómeno de federalización preconizado por
ciertos círculos occidentales: Rusia Europea, Rusia Siberiana y Rusia del
Extremo-Oriente. Por ello, la batalla global por el control de sus recursos
energéticos cambió de manera fundamental la cuestión. Utilizando estos
recursos como armas y amenazas para el mercado controlado por EEUU,
Rusia consiguió atravesar en los últimos años, el cerco de las bases
americanas, evitar su aislamiento y crear nuevas alianzas: Moscú-Beijing, o el
eje Moscú-París-Berlín, ya señalado[82]. Tras las revoluciones de colores[83]
de Georgia y Ucrania, Moscú comenzó a jugar sus “cartas energéticas” con
mayor prudencia. Empeñada a olvidar los conceptos de la Guerra Fría, Rusia
parte de dos supuestos: a) tiene el suficiente poder militar como para defender
sus fuentes energéticas; b) los consumidores externos no sacrificarán sus
nuevas fuentes de energía en un enfrentamiento con Rusia.

Asimismo, en la línea de Ziuganov y del expansionismo revolucionario, tal


como señalamos más arriba, Rusia aprendió de los últimos acontecimientos
ocurridos en su vecindad. Las revoluciones ya mencionadas dejaron claro que
hasta el espacio postsoviético comenzaba a desintegrarse. Kremlin asimiló
rápidamente la lección ucraniana, y realizó que tiene sólo dos métodos de
contraataque: la manipulación de los clanes mafiosos por una parte, y la
política energética por otra.

Con cautela, el gigante se alineó primero con Beijing, a la hora de exigir el


retiro de las fuerzas armadas de EEUU de Asia Central. Después, venciendo
los temores, empezó a obrar con osadía como en sus tiempos de esplendor,
dirigiendo sus primeros ejercicios militares junto a China, y a India. Con todas
las cartas sobre la mesa, Rusia podría reevaluar más aún la aproximación a
China, provocando escalofríos a Washington. Dio la bienvenida en Moscú a los
líderes de Hamas, cuando las potencias occidentales no trataban con ellos y
ofreció apoyo económico a los palestinos, cuando los occidentales suprimieron
o redujeron el suyo. Rusia no sancionó a Irán por sus actividades de
enriquecimiento de uranio y declaró que continuará su cooperación en materia
de energía nuclear y tráfico de armas con Teherán.
Rusia realizó, asimismo, que sus intereses son más fácilmente alcanzables,
especulando con las divergencias económicas y políticas cada vez mayores
entre la UE y Estados Unidos. Por ejemplo, en el caso de Ucrania, Estados
Unidos alienta el ingreso del país en la OTAN, mientras que la UE rechaza
aceptarlo a medio plazo en sus estructuras de cooperación.

En relación con la UE, la estrategia de Rusia se vislumbra integracionista y


multidimensional. Siguiendo la lógica de la construcción europea, que se apoya
en la intensificación de la cooperación económica, cabe prever una progresiva
aproximación (Palacios y Arana, 2002). Además del tema energético y de la
dependencia europea de los recursos rusos, la UE es el primer socio comercial
de Moscú. La ampliación comunitaria hasta las mismas fronteras de Rusia
afectó a más de un millón de rusohablantes, y este hecho favorece la
aproximación de la Federación Rusa a la UE, si bien la condición eurasiática de
la misma no parece diluirse.

La reciente crisis política de Ucrania[84] demuestra hasta qué punto resulta


urgente y muy importante para la estabilidad europea y mundial, una profunda
reconsideración de la evolución experimentada por las relaciones entre Rusia,
la Unión Europea y Estados Unidos (Calduch, 2007).

No obstante, hay que tener en cuenta el hecho de que Rusia ya no es la


superpotencia del periodo de la Guerra Fría y pasará mucho tiempo hasta que
Rusia pueda tener un peso como el de la Unión Soviética en Asia, África o
Latinoamérica (Bremer, 2007). Además, con la emergencia de centros de
poder, como Japón, China o la UE y la “multipolarización” de las relaciones
internacionales, el mundo cambió profundamente, y ese hecho reclama
estrategias y políticas cualitativamente nuevas. Por ello, los analistas proyectan
a través de su pensamiento el cambio del mapa geopolítico de Rusia
(Tsygankov, A, 2005). Algunos se lanzan en la creación de un imperio
transeurasiático que incluirá varios imperios regionales, con el centro en Rusia,
que, además del eje Moscú-Berlín, coordinará el eje Moscú-Japón y Moscú
Teherán (Dughin, 1992), iniciando una revolución de la geopolítica global
(Dughin, 2002). Otros tienen una visión diferente en cuanto a los aliados –
China-India-Irán (Petrov, 2003).

¿Qué ocurrirá en el espacio post soviético? Lo más seguro, por ahora, será
“Gazprom” la empresa que mantendrá su posición dominante, ya que Rusia,
aún no dispone de una ideología atractiva para sus vecinos. Georgia y
Azerbaiyán puede que, incluso, abandonen el espacio de la CEI. En Ucrania se
mantendrá una doble potencia, mientras que la inestabilidad de Kazakistán
podría ampliar su comercio con petróleo y gas por rutas que esquivaran a
Rusia. Los aliados de Moscú, por ahora, seguirán siendo Uzbekistán,
Kirguistán, Armenia y Bielorrusia. Pero el formato de la Alianza cambiará, pues,
tras el ultimátum que Moscú dio a Minsk en el “diálogo” energético de principios
de 2007, habrá cada vez menos benevolencia.

¿Expansionismo u occidentalización? ¿Eurasianismo o atlantismo? El debate


sigue abierto, pero lo cierto es que ni el idealismo, ni el realismo, ni el
expansionismo, ni la geopolítica tradicional consiguieron traer prosperidad y
seguridad a los ciudadanos de la vasta Rusia, y tampoco integrar al país en el
sistema político y económico mundial. Al contrario, vimos los numerosos
conflictos que existen en la región, la vulnerabilidad de Rusia en el sur, y las
potenciales amenazas en el Este. Falta, ciertamente, la tradición democrática y
la aproximación del Occidente que, a su vez, precisa tiempo para comprender
el complejo cuadro político, económico y cultural ruso. Rusia deberá explicar
insistente y coherentemente su posición frente a la opinión pública occidental,
sensible a las preocupaciones e inquietudes rusas, pero ensombrecida
actualmente, por la crisis de Irak y por la complejidad de los problemas
globales.

No obstante, tras más de 15 años de la pérdida de su imperio, Rusia intenta


renacer. Todavía no es tarde, a pesar de que la arena del reloj geopolítico
transcurre con rapidez. Más allá de su espacio de vecindad, Rusia cree que la
influencia de EEUU cede poco a poco, y que la UE se perfila como una gran
unidad económica. Al mismo tiempo, admira el progreso de China y coopera
con Beijing (Roncea, 2005). Y es que su tarea para el siglo XXI es buscar
aliados y amigos. Cuantos más tenga, más fuerte será “el polo de la paz”. Y no
por último, Rusia desea devolver el esplendor de antaño a su territorio, a través
de dos instrumentos mágicos: el petróleo y el gas natural, que, utilizados con
pragmatismo, podrán acompañar en el camino hacia el lugar que el país busca
en el actual sistema mundial. Un nuevo poder surgirá en el centro del mundo
(Dughin, op.cit). Una potencia que aspira al retorno de la mítica Edad de Oro y
que tiene cada vez más medios para realizar sus sueños.

Notas

Gheorghi Valentinovich Plejanov - 1856-1918 uno de los primeros marxistas


rusos, destacado propagandista del marxismo, notable figura del movimiento
socialdemócrata ruso e internacional. Autor de El socialismo y la lucha política
(1883) y Nuestras divergencias (1885). Señaló la importancia del medio en la
explicación de los hechos sociales o históricos, y la imposibilidad de
instauración del capitalismo en Rusia.

A.V. Krasnov, autor de Fundamentos de la Geografía general (Osnovi


Zemlevedenia). Kharkov, 1895-1898, nº 1-4, que “consideraba artificial la
distinción de una geografía histórica y otra natural, afirmando que existe una
sola geografía” (Capel, 1981).

M. Frolova: “La evolución de la Geografía y del trabajo del geógrafo en Rusia”


Scripta Nova Vol. VI nº 119 (80). 1 de agosto de 2002.

Ver: Dmitri Simes: Reform Reaffirmed, Foreign Policy, nº 90, Spring, 1993, p.
48-53; L. Murawiec Putin’s Precursors, The National Interest, Summer, 2000,
p.50.

Martin Wight (1939-1972) –prodigioso analista británico de las relaciones


internacionales
Thomas Hobbes (1588-1679) filósofo político, conocido, sobre todo, por su obra
“Leviatán”. Considera al Estado como un acuerdo natural entre los poderosos o
gobernantes y los súbditos que beneficia a ambos. Su visión del estado de
naturaleza anterior a la organización social es la "guerra de todos contra
todos". Cuando el hombre se da cuenta de que no puede seguir viviendo en un
estado de guerra civil continua, surge la ley de naturaleza, que limita al hombre
a no realizar ningún acto que atente contra su vida o la de los otros. De esto se
deriva la segunda ley de naturaleza, en la cual cada hombre renuncia o
transfiere su derecho a un poder absoluto que le garantice el estado de paz.
Así surge el contrato social en Hobbes. Junto con los Dos Tratados sobre el
Gobierno Civil de John Locke y El contrato social de Rousseau, el Leviatán es
una de las primeras obras de entidad que abordan el origen de la sociedad, y
que inspiraría a los analistas y pensadores de las escuelas geopolíticas.

Niccolò Maquiavelli (it.) (1469-1527) personalidad del Renacimiento, y figura


central de la teoría política. Su obra fundamental, Il Principe revela que el poder
es el más importante objetivo y que todo lo que fuera necesario para obtenerlo
tiene justificación. Su teoría se desarrolló en el siglo XX. Maquiavelli plantea
que, el pueblo debe ser gobernado por un dictador o gobernante lo más estricto
posible, porque sólo éste sabe como gobernarlos, es más inteligente y sabe
con exactitud lo que es mejor para el pueblo, puesto que dejar que la ignorante
sociedad se gobierne sola conduciría a una destrucción.

John Locke (1632-1704) filósofo británico, considerado el padre del liberalismo


moderno. Propone que la soberanía emana del pueblo, que el Estado debe
proteger los derechos (de propiedad y libertad individuales) de los ciudadanos y
que, anticipándose a Montesquieu, el poder legislativo y el judicial han de estar
separados.

Emmanuel Kant (1724-1804)- Filósofo alemán. En su obra La Paz perpetua


estableció tres bases definitivas para la Paz entre los Estados: la constitución
política debe ser republicana, el derecho de gentes se debe basar en una
federación de Estados independientes y asegurarse el derecho de ciudadanía
mundial. Puesto que el estado natural del hombre era de hecho la guerra, la
necesidad de un acuerdo amplio para garantizar la paz surgía de la
conveniencia de los propios individuos que conformaban la sociedad; sin paz
no se podían cultivar los campos, mantener en buen funcionamiento las
incipientes industrias ni comerciar con fluidez, al margen de los grandes gastos
que implicaba el mantenimiento de un ejército permanente para defenderse de
los otros Estados beligerantes.

Dmitry Zhdannikov, Andrei Makhovsky: Nevazisimya Gazeta (25 de enero de


2006).

Ver: Stanislav Secrieru: Russia’s Foreign Policy under Putin: CIS Project
Renewed. UNISCI Journal nº.10. Special Issue

Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán,


Uzbekistán, Kirguiztán, Tayikistán y Turkmenistán. Las repúblicas Bálticas
(Estonia, Letonia y Lituania) permanecieron al margen.
Georgia, Ucrania, Moldavia.

Rusia es una sociedad mestiza; allí conviven 150 nacionalidades. De los 145
millones de habitantes que tiene el país, el 20 por ciento no son étnicamente
rusos, y más de 20 millones son musulmanes.

Gazprom – es una gran empresa rusa fundada en 1989, que explota el gas
natural de Rusia. Gazprom aporta gas natural a Europa (60 por ciento a
Austria, 35 por ciento a Alemania y 20 por ciento a Austria).

“Cercanos en el exterior” (Trenin, 2006)

Desde Feodor Dostoievski y Vladimir Soloviov a Nikolai Berdaiev, filósofos,


escritores, poetas rusos fueron preocupados por la “idea rusa” – de una misión
espiritual en el mundo. El término de “idea rusa” fue creado por F. Dostoievski
en 1860. Para el análisis de la génesis y del desarrollo del concepto, véase:
Nikolai Berdiaev: Russkaya Ideya: Osnovnie Problema Russkoi Misil XIX veka i
Nacyala XX veka (La idea rusa: problemas fundamentales del pensamiento
ruso en el siglo XIX y el comienzo del siglo XX). Ed. Svarog, Moscú 1997;
Orlando, Figes: El baile de Natacha. Una historia cultural rusa. Edhasa,
Barcelona, 2006, 828 pp.

Para las implicaciones políticas actuales, véase James Scanlan, The Russian
Idea from Dostoevsky to Ziuganov, en Problems of Post-Communism
July/August, 1996, pp. 35-42.

“Ser o no ser… para nuestra gente”. Veáse Aleksandr Soljenitzan: Rossya v


Obvale (Rusia en el abismo). Russkii Putin, Moscú, 1998, p.3.

El mapa moderno de Europa, con el Estado nacional como organización


política dominante, surgió de la guerra de los Treinta Años (1618-1648), que se
libró en términos de protestantismo contra catolicismo. La paz de Westfalia,
firmada en Münster el 24 de octubre de 1648, puso fin al conflicto. Hubo un
cambio radical de fronteras, tras la perdida de hegemonía de España, la
práctica desaparición del Sacro Imperio Germánico, la posición de dominio
alcanzada por Francia, o el retraso de la unificación de los Estados alemanes.

Véase Jerry Pitzl: Political Geography in an Era Global Uncertainly,


International Studies Notes (1997) vol.22, p.3. Según el autor, la confusión
predomina en el sistema internacional, donde sólo hay desorden.

La desintegración de la URSS provocó un debate de proporciones que generó


una constelación de previsiones y descripciones sobre el presente y el futuro
del sistema internacional. El principal criterio de delimitación de las posiciones
en esa multitud de opiniones la constituye la profundidad de los cambios. Para
algunos, la desmembración de la URSS significó el comienzo del periodo de
transformación de la estructura del sistema internacional, que finalizaría en la
nueva estructura global del poder. Para otros fue la crisis del sistema mundial
moderno y representa una oportunidad para la para la construcción de un
nuevo orden mundial. Para un debate de ideas, véase entre otros: Charles
Krauthammer: The Unipolar Moment Revisited, The Nacional Interest, Winter
2002, pp. 5-17; Henry Kissinger: Diplomacia, Fondo Cultura, México, 1999, p.
700-727; Adam Roberts: A new Age in Internacional Politics? International
Affaire, vol. 67 nº 3, July, 1991, p. 509-525; James Gow: A Revolution in
International Affaire? Security Dialogue, vol 31, nº 3, 2000, p. 293-306.

La clasificación de los Estados del sistema internacional en Estados


posmodernos, modernos y premodernos, realizada por Robert Cooper, ayuda a
evidenciar diferencias entre ciertas zonas del globo y el modo en el cual se
manifiestan en las mismas los fenómenos políticos, económicos y militares.

En noviembre de 2006, los osetios ratificaron su independencia en un


referéndum no reconocido internacionalmente.

Para el análisis más detallado, de los conflictos del Cáucaso, ver: Avioutskii, V:
Géopolitique du Cáucase: París, Armand Colin, 2005; Marquina, A., y Cañete,
J., (coord.): El Cáucaso. Rivalidades y Estrategias. Instituto de Europa Oriental.
Madrid, Observatorio Permanente, Universidad Complutense, 1998;
Gorenburg, Dmitri: Regional Separatism in Russia: Ethnic Mobilizationor Power
Grab? Europe- Asia Studies, 1999, Vol 51, nº2, March p 245-274. Menar, S:
Conflicte latente in regiunea Marii Negre Bucuresti, Ziua, 2005; Klare, M.T.:
Guerras por los recursos. El futuro escenario del conflicto global: Barcelona,
Ediciones Urano, 2003. Herzig, E.: The New Caucasus. Armenia, Azerbaiyán
and Georgia. London, The Royal Institute of International Affaires, 2000;
Halliday, F., Los embrollos del mar Caspio: hurgando en el avispero.
Vanguardia Dossier, nº 18 enero/marzo de 2006, p 58-62. Taibo, C: Rusia en la
era de Putin: Madrid, Los Libros de la Catarata, 2006, p 107-128.

Mijail Jodorkovski, que cumple 8 años de condena en la cárcel, ha sido


acusado, recientemente, de haberse apropiado de 25.000 dólares. Por ello,
Moscú presento a principios de febrero de 2007 nuevos cargos contra el ex
magnate de Yukos.

Fundación dirigida por el Almirante James Woolsey – ex director CIA

Fundación dirigida por el filántropo George Soros, un adepto de los cambios de


gobierno pacíficos, sin violencia.

Hodorkovski se había convertido en un actor muy importante para la estrategia


de EEUU. Si Yukos se hubiera fusionado con Sibneft, y Exxon y Chevron
hubieran entrado en posesión del paquete mayoritario de acciones, el golpe
energético habría podido llevar a Rusia al borde del precipicio (Dughin, 2002).

La estrategia energética de Rusia es el título del documento publicado en 2001


por los especialistas rusos, y considerado capital para el posterior desarrollo de
Rusia. En el documento, se establecen las inversiones hasta 2020, de
conformidad con las necesidades reales del país.

Rusia es el segundo exportador de petróleo del mundo después de Arabia


Saudí y el mayor productor de gas.
Explota 130.000 pozos petroleros, y otros 20.000 son reservas conocidas. Los
recursos de petróleo de Rusia se estimaron aproximadamente a 150 mil
millones barriles, aunque se pronostica que la cifra es mucho mayor. Se tienen
en cuenta las dificultades de explotación de las regiones arcaicas.

Rusia tiene una Terminal de petróleo en San Petersburgo y otro en Primorsk.


Actualmente, se construyen otros en Virsotk, Batanenaia y Ust-Luga.

Rusia provee un 30 por ciento de las necesidades de gas de Europa y


Gazprom transporta más de un 20 por ciento del gas que exporta a Europa vía
Bielorrusia, yendo el resto a través de Ucrania en el sur.

Polonia exigía que antes de iniciarse las negociaciones con Rusia, las
autoridades de Moscú debían ratificar la Carta de la Energía, firmada en 1994
por más de 50 países, en la que se regula el derecho a la inversión en los
respectivos países y se establecen garantías para asegurar el cumplimiento de
los contratos de suministro.

“Miramos a la UE como al primer y más importante entre nuestros socios, sobre


todo en la esfera de lo económico. Teniendo en cuenta a Rumania y Bulgaria,
que acaban de ingresar, nuestros intercambios comerciales con la UE son de
un 55 por ciento. De la UE nos llegan 70 mil millones de € inversiones directas
en Rusia. Cuando nos convirtamos en miembros de la OMC (Organización
Mundial del Comercio) seguirán otras simplificaciones de normas comerciales,
y la UE será cada vez más importante para nosotros” (Consejero del presidente
de Rusia Serghei Iastrjembski, citado por Vzgliad. (Agencia Rusia la Zi – 18 de
diciembre de 2006) http://www.rusialazi.ro/

Fecha de consulta: 23 de diciembre de 2002, 23:50.

Para ratificar la Carta, Rusia exige un trato recíproco en materia de inversiones.


Además, exige que el documento incluya la regulación del material nuclear, un
tema tabú para la UE. El País, 12 de noviembre de 2006.

La UE quiere acceso a los campos de hidrocarburos, garantía de las


inversiones y transparencia en el mercado de la energía.

A principios de 2006 la tensión energética entre Ucrania y Rusia llevó a una


breve interrupción de las entregas rusas a Europa, afectando a la confianza en
Rusia como proveedor de energía.

En la tensa situación que tuvo como pretexto la detención en Georgia, a finales


de septiembre de 2006, de 4 militares rusos acusados de espionaje, Moscú
cortó todas las comunicaciones con Georgia, procedió a expulsar a más de
5000 inmigrantes georgianos y decidió subir desde 110 dólares (mil metros
cúbicos de gas) a 230 dólares a partir de enero de 2006.

Rusia y Bielorrusia llegaron a un acuerdo sobre los precios del gas, minutos
antes de que Moscú fuera a cortar el suministro, lo que podría haber afectado a
los clientes europeos (31.12.06 - 1. 01.07). Según el pacto, Bielorrusia pagará
a Gazprom 100 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas natural, por encima
de los 46 dólares que estaba pagando hasta ahora.

] Kurmanbek Bakíyev

Amnistia Internacional. Campaña por los derechos humanos en Rusia.


http://www.es.amnesty.org/camps/rusia/default.shtm

Anna Politovsakaya periodista asesinada el 7 de octubre de 2007 tras varios


encarcelamientos por investigar y denunciar informes sobre casos de crímenes
y tortura en Chechenia.

[43] Entre 1991 y 2006 han sido asesinados 211 periodistas en Rusia, 102, con
el actual presidente en el poder. CPJ (Comité to Protect Journalists).

[44] Las más conocidas organizaciones ultras son: Unión Nacional de Rusia;
(cree en la supremacía de la raza blanca) Pamiat (monárquicos ortodoxos,
creen que los culpables de todo son los masones y los judíos); El Partido
Nacional Bolchevique ultranacionalistas de extrema izquierda. Las más nuevas
son: El Movimiento contra la Inmigración Ilegal – expulsa a los inmigrantes sin
papeles, se proponen crear una apartheid dentro de Rusia con los
norcaucásicos. La Unión Eslava – se manifiesta contra la hegemonía del
mundo anglosajón y las mafias llegadas del Sur; La Unión de todos los Rusos –
considera que todos los miembros del gobierno deben de ser rusos, étnica y
espiritualmente; El Movimiento Eurasiático – antioccidental. (ABC, 29 de
octubre de 2006).

Término tomado de Dmitri Trenin.

Término tomado por Andrei P. Tsygankov: From Internacional Institutionalism to


Revolutionary Expansionism: The Foreign Policy Discourse of Contemporary
Russia. Mershon International Studies Review, vol. 41, nº 2, November, 1997,
p. 247-268.

[47] Sus ideas se pueden leer en la obra Preobrajenie (El Cambio).


Mejdunarodnie Otnoseniya, Moscú, 1995.

[48] Dmitri Trenin

[49] No obstante, hay especialistas rusos que consideran que los rusos no
pertenecen al mundo occidental, pues, tienen conceptos diferentes sobre el
mundo. (Leonid Râbakov). El hecho de que en el medio ruso la semilla de la
sociedad civil que favorece la aparición del liberalismo económico y político,
todavía no echó raíces, que no se produjo una renovación espiritual y social, se
debe, en primer lugar al poco tiempo que pasó desde el desplome de la URSS
y no por último, a la elite, responsable del modo en el cual fue concebida la
sociedad rusa post soviética.

[50] La clasificación se tomó de Jack Snyder: Myth of Empire: Domestic Politics


and International Ambition. Cornell University Press, Ithaca, 1991, p.7-9.
[51] Llamado por algunos analistas (Philippe Fardel H.) “nacional bolchevismo”

[52] Pensando en los recursos propios para la reforma económica, este


concepto supone la mutación del centro de poder de Rusia en los Urales y en
Siberia Occidental; asimismo, la iniciación de los proyectos económicos en el
marco de la CEI puede llevar a la creación del espacio económico común que
podrá permitir la utilización del potencial del Extremo Oriente. Ver: Timburski,
V.L: Ostrov Rossya: Perspectiva Rossiiskoi Geopolitiki: (La Isla Rusia: las
perspectivas de la geopolítica rusa. Polis, nº 5. 1993, p.27-56.

[53] Ex-vice presidente Aleksandr Rutskoi, Evgheni Abramtov y Ghenadi


Ziuganov, el presidente del partido Comunista Ruso.

[54] Arkadi Volski, el presidente de los empresarios rusos

[55] Yuri Skokov, ex presidente del Consejo de Seguridad, Evgheni Primakov –


ex ministro de Exteriores.

[56] China es, en la actualidad, aliado en la política rusa, tal como lo demuestra
el “Grupo de Shangai” (del que forma parte además de China y Rusia,
Kazajstán, Kirguiztán, Tayikistán y Uzbeskistán; India y Pakistán tienen estatuto
de observadores. Prevén la creación entre ellos, de un corredor de transporte
único.

[57] Mihail Vassilievitch Frunze. Político y militar ruso, sucesor de Leon Trotki.
La victoria de M. Frunze sobre Trotki fue producto, en gran medida, de la lucha
por el poder supremo tras la muerte de Lenin. Es conocido sobre todo, por la
obra Stat’i i rechi, publicada en 1936 Voenizdat. Social Science. 513 páginas.

[58] Dusinski, I. The geopolitics of Russia. Moskva: Jurnala Mosckva, 2003;


Dughin, A. The bases of Geopolitics. Moskva, Arktogeya,1997.

[59] Makinder, H., Thayer Mahan, A., Haushofer, K., Spykman, N. Para un
análisis detallado de estas tradiciones geopolíticas, ver: O’Lougghlin. Dictionary
of Geopolitics, Greenwood Press, Westport, 1994.

[60] Su líder, Vladimir Jirinovski.

[61] Tuathail, Gearóid Ó and Dalby, Simon. Re-Thinking Geopolitics: Towards


A Critical Geopolitics. 1996.

[62] Geopolítico, filósofo y estratega ruso. Director de la revista geopolítica rusa


Elementy, jefe del Centro de los Estudios Especiales Estratégicos de Moscú,
nacido en 1962, escritor, conferenciante, ha publicado 5 libros y cientos de
artículos en la prensa rusa y europea. Dughin dirige el movimiento conservador
“Eurasia” y fue consejero del líder comunista Ghenadi Seleznev. Su obra
Rusia. Misterio de Eurasia fue publicada en Madrid en 1992 por la Editorial
Grupo Libro.
[63] Co-director para los programas de política exterior en “Carnegie Center” de
Moscú. El centro pertenece a “Carnegie Endowment for internacional Peace”,
conocida organización americana, de orientación liberal.

[64] Una figura muy conocida en la Federación Rusa – es el Líder del Partido
Comunista que constituye el mayor grupo de la oposición de Duma.

[65] Moscú, Arktogeya Centre, 2000, 925 páginas.

[66] Catedrático y analista político, autor de obras estratégicas importantes,


inspirador de la política exterior americana. Preconiza en la actualidad, cómo
se debe debilitar y acorralar militarmente a Rusia, y está convencido de que la
mejor manera es la desestabilización de sus regiones fronterizas.

[67] Halford John Mackinder (1861-1947). Geógrafo británico. En 1904 termina


su ensayo más provocativo The Geografical Pivot of History en el que usa la
historia para ilustrar la importancia estratégica de la geografía. Para Mackinder
existe un gran continente «la Isla Mundo» dividida en 6 regiones: Europa
Costera (Oeste y Centro Europa), Asia Costera (India China, Sudeste Asiático,
Corea y Este de Siberia), Arabia (Península Arábica), el Sáhara (Norte de
África) el Sud-Centro del Mundo (Sudáfrica) y el más importante el Centro del
Mundo o Hearthland (Eurasia) lo que denominó el Pivote del Mundo en su
ensayo de 1904. “Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo
quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo quien domine la Isla
Mundo dominará el mundo”.

[68] Karl Haushofer (1869-1946), reconocido como uno de los mejores


geopolíticos del siglo XX. Cree que el siglo XX será el siglo de los imperios
territoriales, tal como el siglo XIX lo fue de los marítimos. Auguró, pues, la
caída del imperio británico. Pensaba que sólo la unidad de Europa Occidental
con la Oriental permitiría la salvaguardia de los valores europeos. En 1930 dijo:
"La democracia y el pacifismo crearán una especie de Estados Unidos de
Europa en 1950 lo más tardar, o la catástrofe del espacio eurasiático será
inevitable, sin duda bajo la forma de un desmembramiento regresivo de las
potencias coloniales. Actualmente, no es el dominio de los mares sino la
posesión de las grandes superficies terrestres, lo que constituye el objetivo de
la alta política" (citado por Konrad Heidem, Der Führer).

[69] Moscú, Carnegie Moscú Center, 2001, 338 p.

[70] En mayo de 2006, con motivo de la Conferencia internacional para el


apoyo a la democracia de Vilnius, la capital de Lituania, el vicepresidente
americano Dick Cheney, declaró que “el empleo del petróleo y del gas como
instrumento de chantaje o de intimidación por parte de Rusia, mediante la
manipulación de las redes de transporte, no puede explicarse por ningún tipo
de intereses legítimos. Asimismo, John McCain favorito para la candidatura a la
presidencia por parte del Partido Republicano, le pidió all presidente ruso que
no participara a la Cumbre G-8 celebrada en San Petersburgo.
[71] Es verdadera la existencia de la democracia dirigida promovida por
Vladimir Putin. La consolidación del control del Estado sobre los medios de
comunicación, la modificación de la legislación sobre la existencia de los
partidos políticos o el aumento del tope electoral para el acceso a la Duma, de
un 5 a un 7%, son realidades incontestables. No obstante, hay que tener en
cuenta la falta de experiencia de Rusia en materia democrática, el carácter
autocrático del poder ruso (imperial o soviético) y el hecho de que la
democracia es una lección que los Estados occidentales aprendieron a lo largo
de la historia, mientras que en Rusia falta esta tradición.

[72] Se considera que, actualmente, Rusia es un Estado independiente en


cuanto a su diplomacia y política exterior, y que promueve la multiplaridad.

[73] La exportación de recursos energéticos representa el nuevo vector de la


política exterior de Rusia. La crisis del gas y del corte de suministro de
principios de 2006 o de 2007 aumentaron, con razón, las suspicacias de
Occidente frente al gigante ruso. Tras las crisis, las autoridades del Kremlin
rectificaron ampliando el número de sus clientes y adquiriendo nuevos socios y
relaciones con los Estados de la UE, que prefieren, por ahora, cooperar con
Rusia en el ámbito de la prospección, extracción y transporte del gas y del
petróleo.

[74] Alusión al discurso del presidente de Rusia en Munich, con motivo la


Conferencia para la Seguridad y Política Internacional (10 de febrero de 2007),
que declaró que Rusia tiene que jugar un papel más activo en la política global,
pues, no quiere sentirse discriminada en el escenario internacional. Según
Komsomolskaia Pravda (12 de febrero de 2007) esta posición molestó a
Occidente y podría movilizar una dura reacción. http://www.kp.ru/. Fecha de
consulta: 14 de febrero de 2007, 22:25.

[75] Francis Fukuyama, autor del libro y de la teoría del Fin de la Historia y del
último hombre.

[76] Autor de la obra Geopolítica, Iuniti, Moscow, 1999.

[77] Versos del “starez” Filofei de Psow del tiempo de Iván el Terrible (1584):
“La mujer vestida del sol, la Iglesia cristiana, huyó de la antigua Roma a causa
de la herejía. Huyó a la nueva Roma, es decir, la ciudad de Constantinopla.
Pero tampoco aquí halló paz; la iglesia de Constantinopla fue destruida. Por
eso huyó a la tercera Roma; esta es la nueva Rusia". En 1589 el metropolitano
de Moscú pasó a titularse: "Patriarca de la ciudad del Zar, Moscú, la nueva
Roma, y de todas las Rusias".

[78] El geopolítico alemán considera que Rusia y Alemania son predestinadas a


ser aliados naturales. Él aboga por la creación de una Alianza Cuatripartita
“Berlín-Roma-Moscú-Tokio”. Wehr-Geopolitik Geograhpische Gründlagen einer
Wehrkunde, Berín: Teubner, 1932.

[79] La Cumbre de París de septiembre de 2006 – entre Francia, Alemania y


Rusia, evidenció el regreso de Rusia como gran potencia global.
[80] Alexander Rahr – responsable de proyectos rusos en el Consejo alemán
para la política exterior. (22 07.2006).

[81] Propagado desde la época de Reagan por una serie de líderes


neoconservadores norteamericanos agrupados en “Project for a New American
Century” (PNAC) entre los que citamos a Paul Wolfowitz, Bruce Jackson,
Richard Perle, Robert Kagan, Donald Rumsfeld. Ellos elaboraron una estrategia
a largo plazo que preveía el aislamiento de Rusia y la invasión de los países
que disponían de recursos importantes de petróleo y gas natural, quedados sin
explotar (Irak, Irán o Venezuela). Además, querían crear en el espacio ruso
numerosas repúblicas minúsculas (tártara, casaca) y hacerse con el control de
los recursos energéticos de la zona europea, siberiana y extremo-oriental.

[82] El presidente ruso declaró a la cancillera Merkel que Rusia podría


redireccionar el gas natural del campo gigantesco de Stokman, del Mar
Barents. El proyecto, de 20 mil millones dólares, será terminado en 2010.
Inicialmente, tenía que suministrar gas natural a EEUU. (Rusia la Zi, diciembre
de 2006). Fecha de consulta: 26 de diciembre de 2006, 8:30.

83 La revolución “de las rosas” de Georgia de 2003, y la revolución “naranja” de


Ucrania de 2004, realizadas con el apoyo de EEUU, que llevaron al
derrocamiento de los regímenes pro-Moscú, y ayudaron al cambio de tendencia
pro-occidental en los dos países.

84 Sobre la reciente crisis de Ucrania, véase la prensa diaria española: Rodrigo


Fernández: “Ucrania reclama una mediación internacional para superar la
crisis” El País 10.04.2007; Jesús Neira: “Ucrania crisis recurrente” ABC
9.04.2007, entre otros. Véase también la información de la Agencia Rusa de
Información Ria Novosti http://sp.rian.ru Noticias diarias, en español, sobre
Rusia y sobre el espacio ex soviético. En este caso: “Peculiaridades de la
geografía ucraniana” http://sp.rian.ru/analysis/20070414/63599363.html Fecha
de consulta: 18 de abril de 2007, 7:45.

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