La Geopolítica de La Rusia Postsoviética
La Geopolítica de La Rusia Postsoviética
La Geopolítica de La Rusia Postsoviética
The bipolar system of the cold war that culminated with the Soviet disintegration
was replaced by a completely new geopolitical reality, marked by the American
hegemony and the later declivity of the Russian State. During the last years,
Moscow reaffirmed its ambitions of superpower, generating multiple tensions in
a world marked by deep transformations. As a result of the trauma of the
dismemberment and the territorial conflicts, in Russia new currents of
geopolitical thought were born . The article approaches the geopolitics of
Russia, and fhe problematic linked to the countries of the post Soviet space with
its courtship of territorial conflicts. It analyzes the main Russian geopolitical
schools of the Nineties and the present geopolitical thought reflected in some of
his more representative exponents. It is observed how the thought shaped in
geopolitical works influences, gradually, in the present strategy and the future of
the Russian policy.
“- Para mover Rusia, hay que mover su corazón, es lo que tiene que aprender
el Occidente. El corazón, no la mente. Inspiración, empatía, deseo, energía,
cuatro elementos surgidos del corazón. Nosotros no somos ni alemanes ni
ingleses. Formamos parte de la sagrada Rusia, te lo digo yo, que me considero
un europeo como tú.
-¿Eres, pues, de los que sostienen que Rusia tiene un destino especial, distinto
del reservado al resto de Europa, de ese grupo al que llaman eslavófilo?
Más tarde, la profesora rusa Marina Frolova intentó mostrar en uno de sus
artículos escritos en español[3], la especificidad de la evolución de la geografía
y de los geógrafos rusos durante el siglo XX (Frolova, 2002).
Después de la caída del totalitarismo, en su intento de identificar los grupos de
pensamiento geopolítico de la Rusia post soviética, los observadores y
analistas extranjeros recurrieron en sus análisis a varias dicotomías: los
clasifican en occidentalistas y eslavófilos, reformistas y reaccionarios, liberales
y conservadores, demócratas y comunistas[4]. Si la dicotomía reformistas-
reaccionarios ayuda a comprender las fuerzas que están detrás de las reformas
de orden político o económico, se queda obsoleta si pasa al terreno geopolítico
y a la política exterior. La clasificación en occidentalistas y eslavófilos tenía más
validez en los siglos XIX y XX, pero ya no se adapta al siglo XXI que llegó
plagado de cambios en el escenario internacional.
La primera meta que tuvieron los países del antiguo bloque soviético fue
recobrar y redimensionar su identidad nacional. Otro fin importante de
algunos[13] de estos actores geopolíticos fue su reorientación hacia los
principales polos de fuerza del mundo contemporáneo, centrando su atención
hacia la integración en la Alianza Atlántica OTAN y la Unión Europea (UE), si
bien países como Bielorrusia quedaron acantonados en una posición filo-rusa,
esperando que la evolución de la situación geopolítica determinase una
orientación para finalizar sus opciones posteriores. Otro grupo bien definido del
espacio ex - soviético está representado por las repúblicas caucásicas que no
pertenecen al mundo islámico y cuyas opciones se dirigen hacia Estados
Unidos: se trata de Georgia y Armenia, dos actores que dirigen sus esfuerzos
hacia el relanzamiento de la economía y su mantenimiento fuera del perímetro
del espacio islámico (Schmid, 2006). El grupo de los Estados islámicos
formados por Kazakistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Tayikistán y Turkmenistán,
que forma un verdadero cinturón islámico” de Asia Central, redefine su
identidad estatal y nacional en un espacio de espiritualidad y civilización
islámica.
Por su parte, estos países actúan de forma diferente según sus intereses:
Bielorrusia y Kazajstán están interesados en establecer “una zona económica
unificada” con Rusia. Otros países de la antigua URSS, Armenia, Kirguiztán,
Tayikistán, Uzbekistán manifestaron interés para las inversiones rusas y
desean que el mercado ruso se abra hacia sus productos, por lo menos en la
misma medida que en el caso de los productos occidentales.
A principios de los años 90, la aventura de la grandiosa “idea rusa” [17] finalizó
de manera abrupta, y se convirtió en “la gran pregunta rusa”[18], manifestada
en tentativas de reencontrar una comunidad. Los analistas rusos empezaron a
advertir el hecho de que una eventual crisis de identidad nacional (expresada
por la dificultad de redefinir los principios y los valores existenciales en
concordancia con la nueva coyuntura), podría representar una seria amenaza
para la seguridad nacional y poner en peligro la existencia del Estado dentro de
sus fronteras (Kortunov, 1997).
Las preguntas que surgieron fueron de real importancia para el gigante ruso:
¿Preferiría Rusia quedarse sola, o unirse en una alianza? ¿Se aliaría con el
Occidente? ¿Intentaría iniciar una alianza anti-americana junto a China y a
otros Estados de Asia y de Oriente Próximo? Las respuestas a estas
atormentadas preguntas intentaron ofrecer, a lo largo de los años que
transcurrieron desde el desplome soviético, una imagen sobre el mundo y
sobre el futuro papel que Rusia intentaba jugar en calidad de potencia regional,
con presencia en varias zonas de Eurasia, o en calidad de otro polo de poder
con vocación global en un mundo multipolar.
La tarea de búsqueda de una nueva identidad rusa fue muy complicada debido
al caos que se vivía y a los problemas internos pero también debido a la “época
de incertidumbre global[20]” característica del escenario internacional que
reemplazó de modo gradual, a partir de los años 70, el rígido sistema bipolar
(Kennedy, 1987). Un periodo de confrontación entre dos superpotencias, sin
precedente en la historia del sistema internacional, se había terminado sin
sugerir hacía dónde se encaminaría el mundo[21].
El fin del único conflicto ideológico dominante dio lugar a una multitud de
conflictos étnicos y religiosos, mientras que la estabilidad de un mundo bipolar
fue sustituida por la inestabilidad de un mundo con amenazas transnacionales
de carácter no convencional, que se manifiestan de manera distinta en el
sistema.[22]
En este periodo, Rusia no se presentó como mero espectador neutro, sino que,
a menudo, se encontró en el centro de atención de las fuerzas turbulentas que
atravesaron y desestabilizaron la situación política y económica del país,
creando tensiones y verdaderos conflictos que desembocaron en guerras.
Por tanto, la desaparición del imperio soviético y el vacío político que siguió
determinaron la aparición de cuatro tipos de conflictos geopolíticos en el marco
de la antigua URSS.
Dos son los principales conflictos de la región (Mapa 3): uno en Georgia, donde
se han producido dos guerras con autonomías étnicas: la de Abjazia, la antigua
Cólquida (1992) y la de Osetia del Sur (independiente desde 1992), antigua
provincia autónoma[23]. El tercer foco se centra en las disputas y guerras más
sangrientas de las repúblicas de la Federación Rusa situadas en el norte del
Cáucaso: Ingushetia, Osetia del Norte y Chechenia (donde adquirió mayor
violencia la guerra centrada sobre todo en la ciudad de Grozni, su capital, y que
proclamó su independencia en 1991 obligando a emigrar a gran parte de la
población rusa.[24] También la república de Daguestán, plurinacional, vecina
de Chechenia y fronteriza con Azerbaiyán, es un área potencialmente
conflictiva (como se ha demostrado con los enfrentamientos – en septiembre
de 1999 – entre el extremismo islámico de Daguestán y Rusia, y entre
Chechenia y Daguestán (Plaza, 2000).
La lista no termina allí, pues, a los conflictos congelados hay que añadir los
“conflictos latentes”, referidos a los países con considerable minoría rusa o
eslava y, especialmente a Ucrania, que tiene varios asuntos que solucionar.
Por una parte, con Rusia, donde duerme inquieto el conflicto sobre Crimea,
península histórica rusa cedida a Ucrania en 1954, y sede de la flota del Mar
Negro. El eventual ingreso en la OTAN de Ucrania, puede ser el detonante de
un conflicto geopolítico de onerosas consecuencias (Sieka Skozlowski y
Toumarkine 2000).
Por otra parte, Ucrania tiene que solucionar las tensiones con Rumania,
vinculadas a la construcción por parte de Ucrania del canal Bastroe en el Delta
del Danubio, que infringe la ley internacional, y también el problema del reparto
de la plataforma continental del Mar Negro y de la Isla de las Serpientes.
El segundo tipo de conflicto post soviético estuvo determinado por la lucha por
el control de los recursos energéticos y económicos. Este tipo de conflicto se
desarrolló en primer lugar en el espacio del Mar Negro y del Caspio, donde
intervino plenamente Estados Unidos (Noreng, 2003).
La estrategia americana a largo plazo se llamó The End Game (El fin del
Juego) y tuvo varias fases: la primera está comprendida entre 1989 y 1991
cuando se asistió a un cambio de régimen en los Estados comunistas de la
Europa Central y Oriental, con la disolución del Pacto de Varsovia (1990), el
desplome de la URSS y la independencia de los países que formaban parte de
la misma. La segunda fase se produjo en la década de los 90, y comprende la
estrategia de ampliación de la Alianza Atlántica OTAN hacia los países que
habían sido satélites de la URSS.
Finalmente, el cuarto tipo de conflictos está vinculado a las fronteras con los
países de más allá del espacio soviético, fronteras cruzadas por los
inmigrantes ilegales, o de los traficantes de drogas, tal como ocurre, por
ejemplo, en la frontera fino-rusa, o ruso-afgana, por poner sólo algunos
ejemplos. Los segmentos sociales que tienen capacidades y cualidades
morales, mantienen sus valores y la identidad nacional y cultural, pero la mayor
parte de la sociedad rusa fue olvidada en manos de actores que la consideran
como “material reciclable”, favoreciendo el tráfico de drogas, de armamento, o
la inmigración ilegal (Tardea, 2006). Los ataques racistas se han convertido en
un fenómeno cotidiano. Nunca antes habían proliferado con tanto ímpetu las
organizaciones ultra.[44] Estos ataques se relacionan con las guerras del
Cáucaso (Mendelson, 2005). El control que las mafias del Cáucaso ejercen
sobre los mercados de abastecimientos han disparado los sentimientos
racistas.
Examinando los análisis realizados por expertos nacionales que, como vimos
más arriba, detectan tres tradiciones: los “realistas” (que ponen el acento sobre
la anarquía internacional), los “racionalistas” (que se centran en la cooperación
internacional) y los “revolucionarios” (preocupados por la sociedad
internacional) (Wight, op.cit) se puede deducir que emergieron al menos tres
escuelas de pensamiento ruso: internacionalista-idealista[45] (o la escuela de la
seguridad mutua), los realistas (o la escuela de la balanza de poder) y los
expansionistas revolucionarios (la escuela de la seguridad por expansión).[46]
Hay que tomar el contenido de estas corrientes geopolíticas con cierta cautela,
puesto que se trata de analistas y pensadores autóctonos, lo cual puede
producir sesgos en sus visiones e interpretaciones, pero ayuda conocer sus
tesis y opiniones antes de realizar análisis sobre el mundo ruso y ex soviético.
Veamos, por tanto, las características de cada escuela de pensamiento, cuál es
su visión sobre Rusia, y qué opinión tiene sobre su relación con los países de
la CEI y con el Occidente.
I. La escuela internacionalista-idealista
Tras el colapso soviético, los nuevos líderes aceptaron las premisas del “nuevo
pensamiento”. El ideólogo y líder espiritual de esta escuela, Andrei Kozârev[47]
hizo hincapié en el determinismo económico y la universalidad de los valores
democráticos, dejando los aspectos geopolíticos y estratégicos en manos de
sus opositores[48]. El principal soporte de esta corriente lo constituyó el primer
presidente ruso, Boris Eltsîn y su gabinete de ministros.
A diferencia de los idealistas, los realistas rusos hacen hincapié, como sus
colegas occidentales, en la importancia del poder como instrumento de control
y dominación en los conflictos en detrimento de la cooperación en las
relaciones internacionales.
Al mismo tiempo, los realistas agresivos sospechan de las fronteras del sur y
del este. China, con la que Rusia tiene la más amplia frontera, se percibe como
una potencial amenaza para los intereses rusos a largo plazo, sobre todo en
cuanto al crecimiento económico, al arsenal nuclear y a la explosión
demográfica. Otro Estado que provoca preocupación es Irán que dispone de
recursos materiales diversificados; por ello, los realistas agresivos no descartan
un eventual parteneriado táctico con China[56] y una cooperación lúcida con
Irán. Por consiguiente, según ellos, la inclusión de los dos Estados en la
estrategia de Rusia sería un mal menor en comparación con una eventual
dominación del Occidente. El único Estado del Este que no provoca
suspicacias y disfruta de un amplio apoyo entre los agresivos realistas es India.
Teniendo una inmensa deuda con Rusia, desde comienzos de los 90, y siendo
uno de los mayores importadores de armamento ruso, India se percibe como
un socio estratégico en la zona, al que se le apoya en la construcción de una
flota militar moderna y fuerte en el Océano Índico, como contrapoder a la
dominación americana.
Por un lado, existen los Estados eurasiáticos, y por otro, los Estados atlánticos.
¿Cómo podría la Rusia actual dominar el vasto espacio eurasiático y luchar en
tres “frentes”: Europa, Asia Central y el Oriente Medio? El pensador ruso
considera que la Rusia post soviética necesita un nuevo tipo de reformas
internas, y la creación de nuevas alianzas. En el plano interno, Dughin propone
la creación por parte de Rusia, de un Estado multiétnico y multireligioso,
mientras que en el plano externo, propone la creación de alianzas con
Alemania, Irán y Japón (Dughin, 2002). De esta manera, tiene en vista la
creación de tres proyectos especiales: pan-europeo (Alemania), pan-árabe
(Irán) y pan-asiático (Japón). Es destacable el hecho de que el autor considera
a China como a un adversario y competidor para Eurasia, y propone una serie
de medidas mediante las que se pueda debilitar a Beijing en el futuro.
Cuando hablaba sobre “el nuevo orden geopolítico” del Sur, el analista ruso
mencionaba que la geopolítica de las regiones del sur y occidentales se
vinculaban más a la “misión planetaria” de Rusia que a los problemas del Norte
y del Este (Dughin, 1992).
En lo que se refiere al concepto del Sur, Dughin piensa que “el eje geográfico
de la historia” de Rusia tendría un único imperativo, el de su expansión
geopolítica hasta el Océano Índico.
Dughin desarrolla a partir de esta idea el concepto de “los radios abiertos” que
parten del centro (Moscú) hacia la periferia y que, en su camino no se paran en
las fronteras rusas, sino que llegan hasta la frontera del sur del océano. Los
radios podrían tener dos características desde el punto de vista estratégico:
podrían ser “actuales”, los que pasan por países próximos a Rusia, y
“potenciales”, los que lo hacen por países que entran en la zona del “control
atlántico”. El analista ruso reduce la lógica general de la geopolítica euro-
asiática al hecho de que la longitud total de estos “radios” se convirtió en
“actual, parcial-actual y potencial”.
Según Trenin, para tener una identidad europea, Rusia debe proceder en
función de sus varias regiones geopolíticas, a una serie de ajustes en su
política interior y, sobre todo, exterior. En el sur, Rusia debe participar en el
proceso de “estabilidad” mediante la reconstrucción de Chechenia, el reparto
del poder en Daguestán, y el inicio de un amplio programa económico.
La posición de Trenin se sitúa del lado occidental. Ve a su país con los ojos del
Occidente, más bien de EEUU que, con la llegada en el poder del actual
presidente ruso comenzó las más duras críticas frente al Kremlin. Parte de las
críticas formuladas son justas, pero muchas de ellas son preconcebidas,
teniendo incluso matices de rusofobia[70] (Constantiniu, 2006). Hay tres
realidades rusas que “molestan” a EEUU, y a los analistas prooccidentales, en
cuyo grupo se incluye el pensamiento de Trenin: en primer lugar, la autoridad
interna del presidente ruso[71], en segundo lugar la consolidación de la
independencia de Rusia en el escenario internacional[72], y por último, el
creciente papel de Moscú como proveedor de recursos energéticos[73].
Pero los Estados del espacio-es soviético son ya Estados reales, con sus
propios intereses, que buscan una voz diplomática situada entre Moscú,
Washington, Beijing y Bruselas, y este hecho no debería ignorarse.
¿Qué ocurrirá en el espacio post soviético? Lo más seguro, por ahora, será
“Gazprom” la empresa que mantendrá su posición dominante, ya que Rusia,
aún no dispone de una ideología atractiva para sus vecinos. Georgia y
Azerbaiyán puede que, incluso, abandonen el espacio de la CEI. En Ucrania se
mantendrá una doble potencia, mientras que la inestabilidad de Kazakistán
podría ampliar su comercio con petróleo y gas por rutas que esquivaran a
Rusia. Los aliados de Moscú, por ahora, seguirán siendo Uzbekistán,
Kirguistán, Armenia y Bielorrusia. Pero el formato de la Alianza cambiará, pues,
tras el ultimátum que Moscú dio a Minsk en el “diálogo” energético de principios
de 2007, habrá cada vez menos benevolencia.
Notas
Ver: Dmitri Simes: Reform Reaffirmed, Foreign Policy, nº 90, Spring, 1993, p.
48-53; L. Murawiec Putin’s Precursors, The National Interest, Summer, 2000,
p.50.
Ver: Stanislav Secrieru: Russia’s Foreign Policy under Putin: CIS Project
Renewed. UNISCI Journal nº.10. Special Issue
Rusia es una sociedad mestiza; allí conviven 150 nacionalidades. De los 145
millones de habitantes que tiene el país, el 20 por ciento no son étnicamente
rusos, y más de 20 millones son musulmanes.
Gazprom – es una gran empresa rusa fundada en 1989, que explota el gas
natural de Rusia. Gazprom aporta gas natural a Europa (60 por ciento a
Austria, 35 por ciento a Alemania y 20 por ciento a Austria).
Para las implicaciones políticas actuales, véase James Scanlan, The Russian
Idea from Dostoevsky to Ziuganov, en Problems of Post-Communism
July/August, 1996, pp. 35-42.
Para el análisis más detallado, de los conflictos del Cáucaso, ver: Avioutskii, V:
Géopolitique du Cáucase: París, Armand Colin, 2005; Marquina, A., y Cañete,
J., (coord.): El Cáucaso. Rivalidades y Estrategias. Instituto de Europa Oriental.
Madrid, Observatorio Permanente, Universidad Complutense, 1998;
Gorenburg, Dmitri: Regional Separatism in Russia: Ethnic Mobilizationor Power
Grab? Europe- Asia Studies, 1999, Vol 51, nº2, March p 245-274. Menar, S:
Conflicte latente in regiunea Marii Negre Bucuresti, Ziua, 2005; Klare, M.T.:
Guerras por los recursos. El futuro escenario del conflicto global: Barcelona,
Ediciones Urano, 2003. Herzig, E.: The New Caucasus. Armenia, Azerbaiyán
and Georgia. London, The Royal Institute of International Affaires, 2000;
Halliday, F., Los embrollos del mar Caspio: hurgando en el avispero.
Vanguardia Dossier, nº 18 enero/marzo de 2006, p 58-62. Taibo, C: Rusia en la
era de Putin: Madrid, Los Libros de la Catarata, 2006, p 107-128.
Polonia exigía que antes de iniciarse las negociaciones con Rusia, las
autoridades de Moscú debían ratificar la Carta de la Energía, firmada en 1994
por más de 50 países, en la que se regula el derecho a la inversión en los
respectivos países y se establecen garantías para asegurar el cumplimiento de
los contratos de suministro.
Rusia y Bielorrusia llegaron a un acuerdo sobre los precios del gas, minutos
antes de que Moscú fuera a cortar el suministro, lo que podría haber afectado a
los clientes europeos (31.12.06 - 1. 01.07). Según el pacto, Bielorrusia pagará
a Gazprom 100 dólares por 1.000 metros cúbicos de gas natural, por encima
de los 46 dólares que estaba pagando hasta ahora.
] Kurmanbek Bakíyev
[43] Entre 1991 y 2006 han sido asesinados 211 periodistas en Rusia, 102, con
el actual presidente en el poder. CPJ (Comité to Protect Journalists).
[44] Las más conocidas organizaciones ultras son: Unión Nacional de Rusia;
(cree en la supremacía de la raza blanca) Pamiat (monárquicos ortodoxos,
creen que los culpables de todo son los masones y los judíos); El Partido
Nacional Bolchevique ultranacionalistas de extrema izquierda. Las más nuevas
son: El Movimiento contra la Inmigración Ilegal – expulsa a los inmigrantes sin
papeles, se proponen crear una apartheid dentro de Rusia con los
norcaucásicos. La Unión Eslava – se manifiesta contra la hegemonía del
mundo anglosajón y las mafias llegadas del Sur; La Unión de todos los Rusos –
considera que todos los miembros del gobierno deben de ser rusos, étnica y
espiritualmente; El Movimiento Eurasiático – antioccidental. (ABC, 29 de
octubre de 2006).
[49] No obstante, hay especialistas rusos que consideran que los rusos no
pertenecen al mundo occidental, pues, tienen conceptos diferentes sobre el
mundo. (Leonid Râbakov). El hecho de que en el medio ruso la semilla de la
sociedad civil que favorece la aparición del liberalismo económico y político,
todavía no echó raíces, que no se produjo una renovación espiritual y social, se
debe, en primer lugar al poco tiempo que pasó desde el desplome de la URSS
y no por último, a la elite, responsable del modo en el cual fue concebida la
sociedad rusa post soviética.
[56] China es, en la actualidad, aliado en la política rusa, tal como lo demuestra
el “Grupo de Shangai” (del que forma parte además de China y Rusia,
Kazajstán, Kirguiztán, Tayikistán y Uzbeskistán; India y Pakistán tienen estatuto
de observadores. Prevén la creación entre ellos, de un corredor de transporte
único.
[57] Mihail Vassilievitch Frunze. Político y militar ruso, sucesor de Leon Trotki.
La victoria de M. Frunze sobre Trotki fue producto, en gran medida, de la lucha
por el poder supremo tras la muerte de Lenin. Es conocido sobre todo, por la
obra Stat’i i rechi, publicada en 1936 Voenizdat. Social Science. 513 páginas.
[59] Makinder, H., Thayer Mahan, A., Haushofer, K., Spykman, N. Para un
análisis detallado de estas tradiciones geopolíticas, ver: O’Lougghlin. Dictionary
of Geopolitics, Greenwood Press, Westport, 1994.
[64] Una figura muy conocida en la Federación Rusa – es el Líder del Partido
Comunista que constituye el mayor grupo de la oposición de Duma.
[75] Francis Fukuyama, autor del libro y de la teoría del Fin de la Historia y del
último hombre.
[77] Versos del “starez” Filofei de Psow del tiempo de Iván el Terrible (1584):
“La mujer vestida del sol, la Iglesia cristiana, huyó de la antigua Roma a causa
de la herejía. Huyó a la nueva Roma, es decir, la ciudad de Constantinopla.
Pero tampoco aquí halló paz; la iglesia de Constantinopla fue destruida. Por
eso huyó a la tercera Roma; esta es la nueva Rusia". En 1589 el metropolitano
de Moscú pasó a titularse: "Patriarca de la ciudad del Zar, Moscú, la nueva
Roma, y de todas las Rusias".