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Resumen de La Tercera Consideración Intempestiva

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Resumen de la Tercera Consideración Intempestiva de Friedrich

Nietzsche: “Schopenhauer como educador” (1874)


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educador.pdf

“La filosofía como un tribunal examinador de la cultura por fuera de la universidad. Es más importante
que surja un filósofo (genio) sobre la tierra que la subsistencia de un Estado o una universidad.”p.25

“¿Qué puede tener de grande una filosofía que no ha turbado a nadie?” Citando a Diógenes, p.26

“El amor a la verdad es algo terrible y violento” p.26

Comienza con la anécdota del viajero que después de recorrer muchos lugares y
conocer muchos hombres descubre que el rasgo más común de la humanidad es la
pereza.
En el fondo, todo hombre sabe con certeza que sólo se halla en el mundo una vez,
como un unicum, y que ningún otro azar, por insólito que sea, podrá combinar por
segunda vez una multiplicidad tan diversa y obtener con ella la misma unidad que él
es; lo sabe, pero lo oculta como si le remordiera la conciencia. ¿Por qué? Por temor al
prójimo, que exige la convención y en ella se oculta. Sin embargo, Nietzsche dice que
“los hombres son más perezosos que cobardes, y lo que más temen son precisamente
las molestias que les impondrían una sinceridad y una desnudez incondicionales. Sólo
los artistas odian ese indolente caminar según maneras prestadas” Ellos viven con
audacia y honestidad. ”Cuando el gran pensador desprecia a los hombres, desprecia
su pereza, porque por ella se asemejan a productos fabricados en serie” Para
Nietzsche las almas jovenes deploran ese encierro en las formas de la opinión
p{pública y ansían una liberación: “Tenemos que responder ante nosotros mismos de
nuestra existencia; por eso queremos ser los verdaderos timoneles que la dirigen, y no
estamos dispuestos a permitir que se asemeje a un puro azar carente de pensamiento”
Existe en el mundo un único camino por el que nadie sino tú puede transitar, pero hay
que atreverse, hay que asumir esos peligros. Para saber cómo encontrar ese camino N
propone que el alma joven se haga una serie de preguntas: ¿Qué es lo que has amado
hasta ahora verdaderamente? ¿Qué es lo que ha atraído a tu espíritu? ¿Qué lo ha
dominado y, al mismo tiempo, embargado de felicidad? Despliega ante tu mirada la
serie de esos objetos venerados y, tal vez, a través de su esencia y su sucesión, todos
te revelen una ley, la ley fundamental de tu ser más íntimo. Siguiendo este
pensamiento cuando N tiene que referirse al rol de los educadores dice: “Tus
verdaderos educadores y formadores te revelan cuál es el auténtico sentido originario
y la materia fundamental de tu ser, algo que en modo alguno puede ser educado ni
formado y, en cualquier caso, difícilmente accesible, capturable, paralizable; tus
educadores no pueden ser otra cosa que tus liberadores.”
Una forma de encontrarse a sí mismo es recordar a nuestros verdaderos educadores:
Para Nietzsche el modelo de Educador Liberador lo constituye Schopenhauer. Para
nuestro autor la grandeza de un filósofo está en primer lugar en su capacidad de
constituirse como ejemplo y destaca como contraejemplo a la audacia de la actitud
filosófica de su maestro la vida cautelosa de Kant cuyo ejemplo generó una filosofía de
profesores. Lo que más destaca N de su mentor es su fuerza y la dignidad para
enfrentarse a los peligros que implica el auténtico pensamiento:
SOLEDAD: La soledad del filósofo es odiada por cualquier tiranía. Constituye un refugio
para la libertad en el interior de sí mismo, “el laberinto del pecho” pero a su vez
supone el peligro del aislamiento en la cual será malinterpretado y oscilará entre la
reclusión y la exposición volcánica.
DESESPERACION DE LA VERDAD: surge en aquellos pensadores vigorosos que parten
de la filosofía de Kant y se remontan hasta la cima de la contemplación trágica como lo
hizo Schopenhauer sin desviarse como los eruditos y comprendiendo la visión general
del cuadro de la vida para a partir de allí encontrarle un sentido a la propia vida.
RENUNCIA Al MUNDO: implica un endurecimiento intelectual
Otro tipo de peligro es el que enfrenta a cada filosofo con su época: Para Nietzsche
los filósofos universitarios no asumen estos riegos porque son pseudofilosofos que
desempeñan una función por un salario. El verdadero filosofo crece salvaje y debe
cumplir un rol muy distinto en la reforma cultural. La filosofía de esa forma puede
constituirse en una guía cultura, pero fuera de las universidades. Mientras que en las
universidades de su época el tema más discutido era el del “Estado como fin supremo
de la humanidad” para Nietzsche eso es un tema digno de los periódicos, pero no de
los espíritus cultos que deben dar respuesta a ¿Cuál es el valor de la existencia? Y de
esa forma convertir a los hombres en satisfechos moradores de la tierra. El culto al
Estado reemplaza al de la iglesia y el peligro es caer en la brutalidad o en el
mecanicismo por ello es necesario para el alemán de su época tener presente una
imagen del hombre. Nietzsche nombra tres imágenes posibles en la cultura alemana:
El Hombre de Rousseau: imagen fogosa y popular motor de tempestuosas revoluciones
El hombre de Goethe: imagen incomprendida por la masa, implica naturalezas
contemplativas que detestan toda acción violenta. Fuerza conservadora y tolerante.
El hombre de Schopenhaueriano: que niega la descolorida vida moderna, mortificando
su voluntad personal de manera heroica según las leyes de una vida distinta y superior.
Asume el dolor de la veracidad como los santos dándole a su acción un sentido
metafísico. Este hombre está bien alejado de la frialdad del hombre de ciencia que
pretende alejarse del dolor de la vida. Virilidad del carácter, nada de educación
erudita, ninguna relación con el Estado, nada de apego patriótico, sólo libertad
A continuación (a partir de la p. 17) profundiza en la imposible relación entre el filósofo
y el Estado: El fomento a la filosofía por parte del estado es culpa del intento platónico
por fundar una república filosófica que para Nietzsche cobra una forma falsa en las
universidades de su época ya que se trata un ministerio alimentando a ciertos
hombres que le puedan ser útiles: “Así pues, quien acepta ser filósofo por cuenta del
Estado, también tendrá que aceptar que éste lo considere a él como alguien que ha
renunciado a perseguir la verdad hasta el último de los recovecos. Por lo menos,
mientras lo favorezcan y ocupe su cargo, tendrá que reconocer que existe algo por
encima de la verdad: el Estado. Pero no el estado a secas sino también el orden
social, religioso y militar que lo mantienen”
Hay tres lamentables concesiones que el filósofo debe hacerle al Estado según
Nietzsche:
1. El Estado designa a los “buenos” filósofos según su utilidad
2. El Estado obliga al filósofo a atenerse a un orden de actividades según días y
horarios “Pregunta: ¿puede en conciencia un filósofo comprometerse a tener
algo que enseñar todos los días? ¿Y enseñarlo a cualquiera que quiera ir a
oírlo? ¿No tendrá, acaso, que aparentar que sabe más de lo que sabe? ¿Y qué
sucedería si un buen día sintiera: «hoy no puedo pensar, no se me ocurre nada
adecuado», y a pesar de ello tuviera que ocupar su puesto y aparentar que
piensa? “
3. Implica comprometerse con erudición, sobre todo el conocimiento de la
historia de la filosofía lo cual jamás fue la ocupación de un filósofo griego; un
profesor si se ocupa de ese tipo de tareas, tendrá que contentarse con que en
el mejor de los casos, digan de él que es un hábil filólogo, o anticuario, o
historiador, pero nunca un filósofo. “¿qué les importa a nuestros jóvenes la
historia de la filosofía? ¿Acaso con el laberinto de opiniones deben disuadirse
de tener opiniones?”(p.21)

Pareciera como si el objetivo fuera impedir el surgimiento de la verdadera


filosofía, no educar para liberar y que surja un genio sino embrutecer y
distraer:
Con respecto a la manera en que se imparte la filosofía en las universidades N dice
algunas palabras sobre los exámenes:
“La única crítica de una filosofía que sea posible y que también demuestre algo, esto
es, que intente demostrar si se puede o no vivir según sus normas, jamás se enseñó en
las universidades; allí sólo se ejerció la crítica de las palabras a las palabras. Y ahora
pensemos en una de esas jóvenes mentes, sin mucha experiencia de la vida, en la que
tengan que conservarse unos sobre otros y entremezclados cincuenta sistemas en
palabras y cincuenta críticas a esos sistemas: ¡Qué desolación! ¡Qué embrutecimiento!
¡Qué burla frente a una educación para la filosofía! De hecho, hay que admitir que no
se educa para ella sino para un examen de filosofía cuyo único resultado será, como se
sabe y es habitual, que el examinado -¡Ay!, demasiado examinado- confiese exhalando
un suspiro de alivio: «¡Gracias a Dios que no soy filósofo, sino cristiano y ciudadano
de mi Estado!»
Para N LA FILOSOFÍA SE EMPOBRECE EN LA UNIVERSIDAD Y TERMINA POR NO
CONVENIR A NADIE, ni a la filosofía ni a los estudiantes ni al estado que debe invertir
en una “media ciencia”: En tiempos de Hegel cuando se deseaba el poder pero todavía
no se lo poseía, el intento de legitimar el Estado por medio de la filosofía tenía algún
sentido pero no en tiempos de Nietzsche. “Cuando un príncipe medieval quería ser
coronado por el papa y no lo conseguía, nombraba un antipapa que le rendía este
servicio.
Hasta cierto punto esto podía ser pasable; pero no procede que el Estado moderno
instituya una contrafilosofía por la que quiera ser legitimado; en efecto, como
siempre, él tiene la filosofía en contra, y hoy más que en tiempos pasados. Creo
seriamente que le resultaría de mayor utilidad no ocuparse de ella en absoluto, no
desear nada de ella, y que mientras fuera posible la dejara correr como algo
insignificante. Si no puede mantener tal indiferencia, si la filosofía se vuelve
peligrosa, que se disponga a perseguirla. Puesto que el Estado no puede tener más
interés en la universidad que educar mediante ella leales y útiles ciudadanos,
debería preocuparse de no poner en peligro esta fidelidad, esta utilidad, al exigir a
los jóvenes un examen de filosofía; evidentemente, si se piensa en las mentes torpes
e incapaces, el mejor medio para disuadirlas por completo del estudio de esta
materia es el fantasma del examen; pero el beneficio que se obtiene no compensa el
daño que esta ocupación impuesta provoca en jóvenes osados e inquietos; éstos
acaban por conocer libros prohibidos, comienzan a criticar a sus profesores y,
finalmente, advierten el propósito que persiguen la filosofía universitaria y sus
exámenes”

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