El Búho
El Búho
El Búho
BUBO BUBO
La sombra
Me encontraba apaciguado,
reposando plácidamente sobre los
confortables almohadones de pana
que yacen en el sofá de cuero
blanco, de tres cuerpos, ubicado en
mi living. Mis pensamientos se
hallaban ensimismados en un
antiguo y tenebroso libro, de tapas
duras y hojas amarillentas; con el
que había topado casualmente en el
ático de la posada de mi abuelo.
Sobre la vidriada mesa ratona que
se encontraba a mi lado derecho, se
posaba un añejado whisky
importado, de intenso sabor y
extenso valor; sobre una de mis
manos el libro; sobre la otra, un
vaso ancho y pesado con la dichosa
bebida que ahogaba dos hielos, al
son de que ahogaba mis penas.
Virus social
.
EL PROPIO DESTINO
LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD
Su causa era noble, claramente. Él
quería un mundo mejor, con menos
maldad y más amor. Tal vez sus
métodos parecieron poco ortodoxos
y los riesgos que afrontó fueron
elevados; pero, repito: su causa era
noble y por eso estaba condenada a
ser un éxito, aunque debiera pasar
por fracasos rotundos.
Ya en conocimiento de la catástrofe,
la decisión se la dejaron al maestro,
que no dudó mucho en recurrir a la
toma de medidas drásticas. Al día
siguiente, la totalidad de los
guerreros bajaron en masa, para
darle la última esperanza al planeta;
se habían convencido a acabar con
la humanidad, si eso fuese
necesario. Se posaron, con sus
respectivos grupos, delante de la
cede de los grandes gobiernos y,
formando círculos, comenzaron a
levitar. Como es de notar, esto
rápidamente convocó tanto a los
medios masivos de comunicación,
como a las fuerzas especiales de
seguridad que cada gobierno
albergaba. En menos de dos horas
de su manifestación, el mundo
entero veía en persona, por
televisión o escuchaba por radio,
todo lo que sucedía al unísono con
aquellos seres, para ellos extraños.
No miento si digo que todos los
sistemas de comunicación y emisión
del mundo, en todos los canales y
frecuencias, estaban transmitiendo
aquellos eventos.
El maestro, junto al resto de su
grupo, se situó frente a la base del
gobierno más poderoso y temido
del mundo, pues eran los que
comenzarían con el puntapié que
daría origen al decreto final. La
primera voz fue del mayor
ascendido que, tocando tierra con
sus pies, exclamó frente a las
cámaras: “Ciudadanos del mundo,
un nuevo ciclo está por comenzar.
El planeta ya no tolera vuestra sobre
exigencia multisectorial. Es hora de
elegir entre la vida natural o la vida
de la naturaleza. Daremos nosotros
el toque inicial y, en un período
breve, regresáremos a comprobar
sus avances. Su destino está en sus
manos, y si no lo toman, estará en
las nuestras.” El mensaje fue
repetido, simultáneamente, en cada
sede, de acuerdo al idioma hablado
en las distintas partes del planeta.
Al concluir todos, los súper
hombres se elevaron por sobre las
nubes, a medida que el cielo fue
oscureciendo. Mientras estos
ascendían, enjambres de rayos
descendieron a la tierra. Nadie salió
herido, pero toda la tecnología
quedó obsoleta e, incluso las
comunicaciones, dejaron de
funcionar. Los guerreros
espirituales no volvieron a verse y la
sociedad quedó inmersa en un caos
mundial y una confusión sin
precedentes.
El espectro
“Cada noche despertaba yo en el
mismo horario, exacerbados mis
miedos más intricados, alterados
mis sentidos sofocados; truncados
se veían mis intentos de sueño,
deplorado en consecuencia mi
estado y duramente machacada mi
cordura. Cada cuarto de hora
pasando las tres de la madrugada,
por el extenso lapso de siete
semanas, mi ser por completo
despabilaba aterrorizado. El silencio
era tan intenso dentro del cuarto
como en el exterior de la casa, tanto
que apenas si algún solitario grillo
afinaba su sintonía en el pastizal de
mi fachada; más en mi interior todo
era caótico e indescriptiblemente
insoportable. La luz del baño se
filtraba tenuemente por debajo de la
puerta, ocasionando que la
habitación pase de mantener una
negrura total, a contar con una
visibilidad escasa. Nada fuera de lo
normal noté los primeros días, nada
en lo que refería a mi ambiente,
claro está; pero todo cambió a partir
de la noche pasada, hace poco
menos de una semana. Con los ojos
entreabiertos y una conciencia
aletargada, vislumbré tenuemente
en la pared que se encuentra frente
a mi cama, una figura borrosa y
oscura; era una silueta difuminada,
para ser más claros. La misma
parecía absorber cualquier partícula
de luz que llegaba a su seno y
poseía un movimiento ondulatorio
y difuso. Mi corazón sintió una
inyección de adrenalina ante el
desconcierto y, para cuando mi
mente quiso comprender qué
ocurría, di un salto involuntario que
despertó todos mis sentidos en un
santiamén. Me arrastré hacia atrás,
de frente a la figura, hasta que chocó
mi espalda contra la pared que daba
al respaldar. Me aferré con fuerza a
los barrotes que se extendían más
allá de las patas que sostenían la
cama, mientras contemplaba
horrorizado la circunferencia
movediza de aquel ente oscuro. Mi
órgano motor se vio bombardeado
por una cantidad impresionante de
sangre, que llevó a elevar mi
presión en unos cuantos puntos sin
que llegue a constatar sus efectos.
Mi nariz comenzó a sangrar y mi
respiración se volvió entrecortada;
casi podría asegurar que el aire se
había escapado de la habitación y
no lograba llegar a mis pulmones.
Alcanzar un estado de
desesperación extrema me fue
sumamente sencillo en aquel
momento. Aquella sombra, con una
forma ahora más definida -similar a
la de un humano- se despegó de la
pared, para mostrar una forma
tridimensional que terminó de
acobardar a mi alma. Me acurruqué
debajo y detrás de los embozos que
cubrían mi cama, dejando solo mis
ojos alertas y al descubierto. Habrá
dado dos pasos y, entonces, yo
desvanecí. Desperté por la mañana,
con un recuerdo algo vago de lo que
acabo de narrarles y con un dolor
taladrante en el centro del cerebro
(para ser algo folclórico); pero
mientas me cepillaba los dientes y a
medida que mi mente racional se
despabilaba, comencé a recordar los
trágicos sentimientos que me habían
abordado las horas anteriores en
medio de la oscuridad de la noche.
Regresé a mi cama y pude
corroborar que eficientemente la
sábana estaba repleta de manchas
de sangre, no podía haber sido solo
un sueño pavoroso. La cabeza me
latía medrosamente, entonces me
dirigí a la sala médica que yacía a
algunas cuadras de mi casa, antes
de ir al trabajo y seguir con los
quehaceres incesantes de mi día.
Afirmativamente, mi presión estaba
algo elevada, lo cual no era noticia
cotidiana; a menudo yo tenía picos
de estrés, acompañados por tensión
arterial.
El espejo
-“Simplemente desapareció.”
El estereotipo perfecto
La transparencia
El psicópata actoral
El fonsvitaeettenebrae
“¡El libro del origen! ¡Al fin! Ahora
voy a tener el glorioso privilegio de
despertar al señor de las tinieblas de
su letargo hipnótico, de su
encarcelamiento milenario. Haré
que los sacrificados en su búsqueda
se sientan orgullosos al retornar de
su destierro corporal. Las ánimas
serán redimidas de su ergástula.
Todos los que cedieron, siendo
fieles a la oscuridad, volverán a la
luz. Miles de años dedicados a su
demanda atiborrada de sacrilegios
infames, van a dar sus jugosos
frutos sedientos de rumie. Nuestra
raza ya no deberá permanecer
vergonzosamente embozada en
estas pieles miserables y hediondas,
las de esta raza mediocre y falaz en
creencias. Aquellos que nos han
maltrecho van a pagar con el goteo
incesante de su sangre y la de todos
los seres que aman. Esta noche, el
amo y señor de las tinieblas -mi amo
y pronto también el suyo- resurgirá
de su sopor inagotable y gobernará
de nuevo ante estos inermes entes
mugrosos, en estas tierras fértiles
que se vieron corruptas y repletas
de plagas. ¡Vengan, hermanos de
sangre negra! Doce deben ser los
valientes que pierdan su esencia
para regalársela al líder, pasarán a
la historia, serán nuestros héroes y
se irán con orgullo. ¡No teman!
Recuerden que el miedo no es un
sentimiento que nos sea innato, que
solo lo simulamos para
confundirnos entre esta indigna
muchedumbre de nivel inferior.
Atiendan a mi ritual, porque este
día será recordado por toda la
eternidad como el de la resurrección
de nuestra vida y el inicio de la
muerte de los demás, de los otros,
de los ajenos, de los imperfectos.
Quiero que se recuerde como el día
del ciclo renovado; porque ya ha
comenzado, de acuerdo al libro que
nos guía.”
El alucinógeno mortal
El abominable
La visita
Nacido en la oscuridad
- Felicitaciones –Exclamó el
viejo.
Ánimas en la noche
Nueve meses pasaron ya de aquella
tragedia, donde mi pequeña perdió
la vida de modo repentino. Nueve
meses casi sin dormir y exento de
calma, con la angustia permanente
adosada a mi cuerpo, con el alma
fragmentada y la mente
descentrada. Por mucho que
quieran consolarme, yo sé bien que
fue mi culpa; ella era mi
responsabilidad y estaba conmigo
en el momento del accidente. Yo
pude haberlo evitado ¡Claro que
pude! Pero no hice nada, solo me
quedé congelado. La vi morir en mis
brazos, esfumándose todos mis
sueños en una última lágrima que
pareció haber secado mis emociones
positivas. ¿Cómo creen que puedo
seguir viviendo después de eso? Mi
esposa me abandonó y con razón;
noté el odio en sus ojos, cuando
soltó su último adiós. Le supliqué a
la policía que me castigue; más
insistieron en que yo no lo merecía.
“Fue un accidente”- Recuerdo que
repetían. ¿Cómo no lo voy a
merecer? Si permití que lo más
hermoso que se nos había otorgado,
cese su camino de manera
prematura; si le impedí a una nueva
vida danzar por las telas del
camino. Sin embargo, a pesar de sus
decretos sin sentido, no puedo
seguir sin pagar el precio; por mi
falta de competencia, he perdido lo
que más amaba y he cortado las alas
de un ángel que comenzaba a
remontar vuelo con sumo brillo.