PEC Arte y Poder E Moderna Nota 9 PDF
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20225267X
Año: 2017/18
Imagen 1
Cronología: 1534
Dimensiones: 102 x 64 cm
Estilo: Renacentista
Isabella estuvo en contacto con muchos de los mejores artistas del momento, Giovanni
Bellini, Lorenzo Costa, Leonardo da Vinci o Pietro Perugino, y dejó constancia de ello a
través de las 20000 cartas aproximadamente que se conservan, que escribió entre 1490 y
1539, así como por las 60000 recibidas (Garrido, 2014). Y así, a través de las cartas, se
tiene constancia de que el pintor veneciano Tiziano va a realizar este retrato de Isabella,
pero sin esta someterse a la pose, pues pidió que reinventara su imagen unos 30 años
atrás. Aparece ante un fondo neutro, vistiendo sus mejores galas con un vestido de color
oscuro adornado con una piel colocada desde el hombro a la cintura y un elegante y
voluminoso tocado.
Tiziano consigue hacer un homenaje a esta gran dama en un retrato de medio cuerpo
en el que consigue representarla en posición tres cuartos mostrando su inteligencia y
delicadeza a través del retrato psicológico, avances técnicos que muestran cómo Tiziano
se preocupaba por los avances de la época, quedando superado el retrato de perfil del
Quattrocento, técnica por la que fue representada Isabella en una medalla por Gian
Cristoforo Romano años antes, en 1498, medalla que se encuentra en el mismo museo
que la pintura de Tiziano, en Viena. Leonardo da Vinci fue otro de los grandes artistas
del momento que durante su estancia en Mantua va a reproducir una efigie de la marquesa
en un dibujo que se conserva hoy en el Louvre, que data de 1499.
Imagen 2
Estilo: Renacentista
Vista del interior del studiolo que Isabella d´Este (1474-1539), mujer de Francesco II
Gonzaga (1466-1519), gobernante de la ciudad de Mantua, mandó decorar a su llegada a
la ciudad. Tenía este pequeño habitáculo en el castillo San Giorgio para su retiro,
meditación y disfrute de la música y la lectura, al igual que los grandes príncipes de las
cortes italianas del momento.
Fue la propia Isabella quien elaboró, junto con el humanista Paride Ceresara, el
programa iconográfico del studiolo siguiendo sus gustos (Cámara, 2015). Para ello llamó
a los artistas que consideraba mejores del momento: Andrea Mantegna realizó El Parnaso
en 1497 y Minerva expulsando a los Vicios del jardín de la Virtud en 1502; Perugino
llevó a cabo El combate entre el Amor y la Castidad en 1505; y Lorenzo Costa, quién
pintó Alegoría de la corte de Isabella d’Este entre 1506-1507. Además, finalizó en 1511
la pintura empezada por Mantegna El reino de Comus. Años después Correggio
terminaría el ciclo de pinturas que empezó Mantegna con dos tablas más, Alegoría de las
Virtudes y Alegoría de los Vicios, 1530, que debían colocarse a ambos lados de la puerta.
Otros artistas como Giovanni Bellini o Leonarda da Vinci fueron candidatos, pero
ninguno participó en la empresa.
Isabella era conocida en su tiempo como amante de las artes, pues para el momento de
su llagada a Mantua, ya estaba familiarizada con estas gracias a su formación humanista
que recibió en Ferrara de la mano del humanista Battista Guarino, por lo que disfrutaba
de la música, dominaba la mitología o entendía de antigüedades. De este modo, haciendo
uso de sus conocimientos humanistas y de la Antigüedad clásica, va a crear este programa
iconográfico que no es más que la eternización de su persona y fama a través de la imagen.
Isabella pretendió ser recordada por su castidad y su fidelidad marital y con ese fin
construyó su imagen de este modo, cultivando las artes y la literatura (Urquízar, 2015).
Y es que Francesco II Gonzaga e Isabella representan uno de los más tempranos y de los
mejores casos documentados de pareja en la que ambos son patrones activos del arte.
Siempre teniendo en cuenta a Isabella dentro de un contexto y una cultura interpretada en
clave patriarcal, por lo que se habla de si esta obra la desarrolló en colaboración o en
competencia con la desarrollada por su esposo.
Obra: El Parnaso
Cronología: 1497
Estilo: Renacentista
Son diversas las interpretaciones para esta obra, desde aquellas que le dan un carácter
humorístico (Vulcano sorprendiendo a Venus y Marte para diversión de los dioses), hasta
las que prefieren ver en él un “bello significado”, como el que se le pidiera al pintor en el
encargo. La interpretación de Gombrich propone un bello significado, el nacimiento de
Armonía y la unión de Marte y Venus y por ello establecimiento de la paz y de la
concordia (Rodríguez, 2015). En opinión de otros, el significado de esta obra estaría en
relación con las aficiones y ocupaciones de la propia comitente del cuadro, Isabella
d´Este, dedicada al estudio, meditación y retiro en el studiolo. Siguiendo esta
interpretación, se ha querido ver a Marte y Venus como la pareja formada por Francisco
II e Isabella en pie de igualdad, pero cada uno con una identidad bien diferente, como
patrones y protectores de las Musas.
Las tres imágenes que se han presentado en esta actividad son relativas a Isabella
d´Este (1474-1539). La primera es un retrato de la misma y la segunda y tercera responden
a su legado artístico, su studiolo, ubicado en el castillo San Giorgio en Mantua, ciudad en
la que, junto con su marido Franceco II Gonzaga (1466-1519), era gobernante. Isabella,
como mujer, jugó un papel activo de poder, coleccionista y de fervor artístico inusual para
el momento en la corte italiana del siglo XV.
Algo que va a hacer de Isabella d´Este ejemplo capital de las promociones femeninas
será la cantidad de documentación que se conserva relativa a sus contactos con artistas.
Además, contó con un obsesivo interés artístico, quizás reforzado por el interés de que la
actividad contribuía al reforzamiento de la posición social y política tanto de su familia
como de ella. Este papel de afirmación de linaje y poder monárquico también fue llevado
por otras mujeres que resalta la historiografía, como son María de Médicis (1575-1642)
en Francia o Cristina de Suecia (1626-1689), quienes encargaron y reunieron obras que
se encontraban en la primera línea de la producción artística de la época.
Como hemos comentado anteriormente, la corte italiana del siglo XV fue el escenario
privilegiado de esa relación de arte y poder con una producción arquitectónica y de
imágenes donde su unían las armas y las letras, la Antigüedad clásica y la mitología. Ello
contribuía a la construcción de una nueva imagen para la ciudad, que al fin y al cabo era
imagen reflejo de la fama de sus gobernantes, que a través de su dominio llegaban incluso
a hacer que el Estado se identificara con su persona. El modelo italiano de promoción
artística se va a extender por Europa y va a ser herramienta útil con este fin tanto para
nobles, caballeros, monarcas como papas.
Tenemos que tener cuidado a la hora de interpretar las imágenes de la Edad Moderna
y el respectivo papel de la mujer porque muchas veces se interpreta erróneamente aquello
que las mujeres hacían por convención de la cultura de la época. Algunas de las actitudes
que hoy identificamos como femeninas no eran sino comportamientos habituales. Por
ejemplo, la viuda que destinaba parte del dinero de su marido para un retablo o una capilla
propia, muchas veces simplemente siguiendo la manda del testamento. Las mujeres
contaban con patrimonio propio pero que básicamente estaba reducido a la idea de la
mujer y el hogar, como son el dressover o el cofre. No se les privaba de la vida del lujo,
como solían aparecer representada en los retratos, como el retrato de Isabella de esta
actividad, o tantos otros de representación de las mujeres de la realeza donde se solía
prestar atención al cuidadoso detalle en el tratamiento de las joyas y los vestidos como
medio de exhibición social, como el Retrato de Margarita Gonzaga de Frans Pourbus el
Joven, 1605. La vida monástica también constituía un espacio propio de creación para las
mujeres con una libertad que no tenían en otros ámbitos.
Por encima de las posibilidades que la imagen artística ofrecía a la mujer para poder
negociar su estatuto, se debe tener en cuenta que el arte fue uno de los medios
fundamentales que utilizó la cultura de la Edad Moderna para ubicar y retener a la mujer
en un espacio social determinado, que normalmente era secundario. Para buscar ejemplo
de esto solo tenemos que repasar el legado artístico de la época, donde como hemos
señalado al comienzo, la mujer incluso tuvo un mayoritario papel como usuaria y como
tema de representación que el hombre. Pero si atendemos a los modelos iconográficos,
estos exigían diferencias en el decoro y en los esquemas para los distintos sexos. En El
matrimonio de María de Domenico Ghirlandaio de Santa María Novella, las mujeres
aparecen recluidas en actitudes recogidas y piadosas mientras que los hombres se mueven
con mayor naturalidad y libertad en el espacio. La representación de la mujer como tema
principal en obras de arte domésticas que contuvieran comportamientos sociales
prescritos para las mismas mujeres, con numerosas representaciones de la Madonna, la
mujer como madre de monarcas, representadas como santas o como mujeres bíblicas.
Otro ejemplo son los numerosos retratos de la escuela flamenca de nobles, aristócratas y
burguesas en el ámbito doméstico, en poses sosegadas, oratorios, con libros de oraciones,
las cuales enfatizan esta posición y espacio de la mujer, con virtudes de recato y
religiosidad como por ejemplo Santa Bárbara de Robert Campin, 1438.
BIBLIOGRAFÍA
Cámara, A., García, J.E., Urquízar, A., Carrió-Invernizzi, D., Alzaga, A. (2015) Imágenes
del poder en la Edad Media. Madrid, Editorial Universitaria.
Rodríguez, M.I (2004) Iconografía de Apolo y las Musas en el Arte Antiguo y sus
pervivencias en el arte occidental. Cuadernos de arte e iconografía, nº6, pp. 465-488.
Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1408909
WEBGRAFÍA
Andrea Mantegna. El Parnaso, 1497. París. Museo del Louvre, París. http://mini-
site.louvre.fr/mantegna/acc/xmlen/section_8_2.html
Studiolo de Isabella d´Este, Castillo San Giorgio, Mantua. Finales XV- principios XVI.
https://vimeo.com/178788050